Miguel Archer: Desmontando el
mito, aumentando el mito
Miguel Archer: Mitoa hondatuz, mitoa handituz
Miguel Archer: Debunking the myth, reinforcing the
myth
Cagigal, Ekain
Investigador independiente
[email protected]
BIBLID [1136-6834, eISSN 2386-5539 (2020), 44; 65-91]
Jaso: 2020.03.04
Onartu: 2020.10.20
La figura de Miguel Archer representó una notable aportación a la Bizkaia moderna en diferentes
ámbitos de la ciencia y la técnica. El presente estudio pretende llevar a cabo un estudio revisionista
sobre su relevancia, subsanando ciertas informaciones incorrectas prolongadas en la historiografía
durante años, aportando ciertos datos que reinterpretan su importancia histórica claramente al alza,
y planteando futuras líneas de trabajo sobre su vida y obra.
Palabras clave: Navegación, Matemáticas, Educación, Consulado de Bilbao, Ilustración, Edad
moderna, Bizkaia, Armada, Archer.
Miguel Archerren irudiak ekarpen nabarmena egin zuen Bizkaia modernoan zientziaren eta
teknikaren hainbat esparrutan. Azterlan honek haren garrantziari buruzko berrikuspena egitea du
helburua, urteetan zehar historiografian iraun duten informazio okerrak zuzenduz. Horretarako bere
garrantzi historikoa berrinterpretazen duten datu batzuk emango dira eta haren bizitzari eta lanari
buruzko ikerketa ildo berriak proposatuko dira.
Hitz gakoak: Nabigazioa, Matematika, Hezkuntza, Bilboko Kontsulatua, Ilustrazioa, Aro Modernoa,
Bizkaia, Itsas Armada, Archer.
The figure of Miguel Archer represented a very remarkable contribution to several fields of
science and technology in early modern Biscay. This paper aims at conducting a revisionist analysis
about his relevance, rectifying some erroneous information preserved in the historiography for years,
providing certain facts which leads to an upward review of his historical importance, and suggesting
future research lines to bridge some gaps about his life and work.
Keywords: Navigation, Mathematics, Education, Consulate of Bilbao, Enlightenment, Early
modern period, Biscay, Spanish Armada, Archer.
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Cagigal, Ekain. Miguel Archer: desmontando el mito, aumentando el mito
1. INTRODUCCIÓN
“He leído un Libro manoscripto , intitulado Lecciones Náuticas,
compuesto por Don Miguel Archer, Capitán de Fragata de la Real Armada,
que el Consejo Real de Castilla se ha servido dirigir á mi Censura; y hallo
que es de los mejores, que jamàs se ayan escripto en España, por lo que
toca à la practica de la Navegacion; y assi juzgo, que su impressión será muy
util al Rey, y sus Vassallos. Madrid, y Abril veinte y dos de mil setecientos
cinquenta y dos. D. Jorge Juan”.1
Probablemente no haya explicación más elocuente sobre la relevancia que
tuvo la figura de Miguel Archer que esta valoración en voz de Jorge Juan, la mayor
figura científica que proporcionó la Ilustración española. Afortunadamente,
durante muchos años el genio de Archer ha sido recogido extensamente por
numerosas publicaciones científicas y divulgativas2, y ha sido reconocido,
por ejemplo, a través de la dedicatoria de una calle bilbaína a su figura. Sin
embargo, algunas de las informaciones que se han proporcionado en ellas
no han sido del todo acertadas, lo que en muchas ocasiones ha llevado a
arrastrar estas incorrecciones a lo largo de varios años.
El vigente estudio nace originalmente a partir de ciertas incongruencias
detectadas en torno a la figura de Miguel Archer. En la búsqueda de clarificar
tales incertidumbres se llegó, en primer lugar, al doble papel que jugaron
tanto padre como hijo –del mismo nombre– sirviendo de diversos modos al
Consulado de Bilbao. Esta dualidad de referencias no hizo sino acrecentar las
incertidumbres previamente intuidas. Ante una cierta serie de inconsistencias
y contradicciones, se procedió a contrastar, en la medida de lo posible, todas
las referencias encontradas en la bibliografía mediante fuentes primarias –
archivísticas, principalmente– que certificaran o cuestionaran su veracidad. De
este modo, se ha podido llevar a cabo una revisión crítica de las informaciones
proporcionadas sobre Archer en la historiografía disponible hasta la fecha. Y,
como consecuencia, se ha puesto de manifiesto la necesidad de proceder con
esa reexaminación de la biografía de Miguel Archer bajo un espíritu objetivo y
revisionista.
Los objetivos del presente trabajo responden a varias motivaciones.
Primeramente, reivindicar una vez más la figura de Miguel Archer. En segundo
lugar, presentar un retrato del mismo que aglutine sus múltiples facetas en
conjunto, las cuales hasta la fecha se han abordado de modo individual y
fraccionado, para conformar una imagen mucho más integral de su carrera
que dé una idea ajustada de la repercusión científico-técnica que supuso
1. Archer, 1756.
2. No se enumerarán en este punto todas ellas, pues es un número demasiado extenso. Sí se
irán citando, en todo caso, muchas a lo largo de la presente publicación.
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Cagigal, Ekain. Miguel Archer: desmontando el mito, aumentando el mito
su desempeño. Como tercer punto, y lejos de una posición pretenciosa, se
pretende subsanar, con una vocación exclusivamente clarificadora, algunas
incorrecciones sobre su vida y figura, que influyen notoriamente en la valoración
de su trayectoria profesional y personal.
En definitiva, el presente trabajo, más allá de clarificar y subsanar
determinados aspectos sobre la vida y obra de Archer, trata de fomentar una
investigación mucho más sistemática y profunda sobre el científico, a través
de determinadas reflexiones que lancen más cuestiones que respuestas, con
el propósito de configurar una imagen completa de los múltiples dominios de
su carrera.
Esta contribución no pretende ahondar en ninguno de los aspectos
planteados en este texto, algunos de ellos suficientemente abordados por
la bibliografía existente, puesto que, además, excedería las limitaciones y
el alcance del mismo. Por el contrario, apunta a la necesidad de una obra
de mayor envergadura y, con ese horizonte, trata de establecer una serie de
enfoques, contenidos y reflexiones a incluir dentro de ese eventual monográfico
sobre Archer.
El artículo se estructura de acuerdo a tres bloques principales. En primer
lugar, se sintetiza una muy breve biografía de Miguel Archer, desde las que
sentar las bases de su relevancia en el ámbito de la Bizkaia moderna. En
una segunda sección, se pretende abordar una revisión de fuentes incidiendo
en determinadas reseñas y datos confusos en torno a su figura y a la
interpretación de su ejercicio. En este marco se presta particular atención a
la importancia de los hitos que alcanzó en relación a la edad que contaba en
cada uno de ellos, y, por consiguiente, resaltando la precocidad de sus logros
y su carrera. Como cierre, se presenta una serie de conclusiones con carácter
abierto en la que sugerir futuras líneas de investigación en torno a su figura,
incluyendo aspectos no resueltos, o ni siquiera abordados, así como ciertas
informaciones de apoyo sobre el modo en el que acometer tales rutas de
exploración.
2. BREVE APROXIMACIÓN BIOGRÁFICA
Miguel Agustin Joseph Archer nació en Bilbao en 1718, hijo de Miguel
Archer Rosseter (1689-1752) y María Geraldino Hore (1689-?), ambos exiliados
irlandeses afincados en la villa procedentes del condado de Wexford3. Como
se verá, la figura de su padre resulta fundamental para entender la conexión
3. El lugar y la fecha de nacimiento se abordan más adelante pues resultan un elemento crítico de
los contenidos tratados en la publicación.
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de Miguel, hijo, con el mar. La probanza de hidalguía presentada por el padre
para su naturalización en Bilbao detalla su ascendencia y las circunstancias
que obligaron a su familia y a miles de irlandeses católicos a abandonar
Irlanda tras la invasión, sometimiento y posterior represión de Inglaterra a
manos de Oliver Cromwell y los posteriores monarcas protestantes4. Desde
agosto de 1714 hasta enero de 1718 hay registros regulares del irlandés
en los libros de averías del Consulado como maestre al mando de diferentes
navíos que arribaban al puerto de Bilbao5. Parece que a partir de esa última
fecha se asentó en la villa y comenzó su etapa de servicios al Consulado,
como corredor de navíos e intérprete –según decretaban las Ordenanzas de
1737–, y también como arqueador de navíos6. Estas labores al servicio del
Consulado se extendieron entre 1720 y 1752, fecha de su fallecimiento.
Parece que Miguel hijo ayudó a su padre en algunas de ellas –al menos,
figura como traductor en ciertas instancias de la villa, aunque se desconoce si
directamente contratado por las propias instituciones vizcaínas o si supliendo
puntualmente el cargo oficial que ostentaba su progenitor7. También parece
ser que Miguel Archer padre operó como constructor de navíos en Bilbao
durante algunos años, labores en las que a buen seguro su hijo aprendió y
aportó numerosos conocimientos en el diseño de tales embarcaciones8.
Sin entrar en muchos más detalles –pues cada uno de los logros descritos
a continuación requerirían, probablemente, su propia publicación–, el primer
gran hito que se le conoce es su nombramiento en 1742 como maestro de
4. Archivo Histórico Foral de Bizkaia (AHFB): Gobierno y Asuntos Eclesiasticos, AJ03240/008. En
relación a la comunidad de irlandeses exiliados durante la Edad Moderno que se asentaron en Bizkaia:
Bilbao Acedos, 2004.
5. AHFB: Consulado, Libros de averías, 146/019, 146/001, 146/002, 146/003.
6. Son varias las referencias que reflejan a Archer como corredor del Consulado, a modo de
ejemplo: AHFB: Consulado, 062/002. Como arqueador se le reconoce póstumamente en: AHFB:
Consulado 291/001.
7. AHFB: Corregimiento, JCR0788/014, JCR1920/024, JCR0558/014, JCR0900/002,
JCR1225/031, JCR2191/005, JCR0486/020; Bilbao Antigua 0404/001/003, 0411/001/002,
0404/001/003, 0411/001/002, 0403/001/001.
Ciertamente años más tarde su hermano Juan declaraba cómo tanto su padre como su hermano
habían ejercido el oficio de corredor de navíos, y él mismo asumía el relevo en tal puesto. AHFB:
Consulado 0290/001, p.402. Tras Juan, sería su primo Pedro Geraldino el sucesor en el cargo de
corredor de navíos y, a la muerte de este, la propia mujer de Archer padre, María Geraldino, trataría de
mantenerse en él.
8. Esta referencia resulta, en todo caso, controvertida, puesto que mientras Teófilo Guiard insiste
a lo largo de su obra en otorgarle tal ocupación a Miguel Archer, como constructor de navíos, entre los
más prestigiosos de Bilbao (Guiard Larrauri, 1911, p. 130), las fuentes primarias consultadas no lo
muestran como tal. Los registros del Señorío sobre construcción de navíos, con fecha de Febrero de
1751, no reconocen a Archer como uno de los constructores en los astilleros de la ría de Bilbao (AHFB:
Gobierno y Asuntos Eclesiásticos, AJ00105/001, p. 22), así como en la respuesta de las autoridades
vizcaínas a la solicitud de profesionales del sector realizada por el intendente de Ferrol para la dotación
del arsenal de la Armada (AHFB: Gobierno y Asuntos Eclesiásticos, AJ00229/019, p. 13).
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la recién inaugurada Escuela de Náutica y Matemáticas de Bilbao9. Para ello,
sucedía a José Vicente Ibáñez de la Rentería, quien no llegó a ejercer en tal
puesto o lo hizo de forma interina, dependiendo de la fuente consultada10.
Como resultado de su enseñanza en la pionera Escuela de Bilbao escribió su
obra didáctica sobre navegación Lecciones nauticas: explicadas en el museo
mathematico de el M.N. y M.L. Señorío de Vizcaya, publicadas, póstumamente,
en 1756 con la financiación de las autoridades vizcaínas11. Este es, sin lugar
a duda, el hecho por el que mejor se le recuerda y valora al marino bilbaíno
universalmente12. Así mismo, producto de su buen hacer en la educación de
los jóvenes vizcaínos en el dominio de la navegación, en 1749 recibió patente
real por la que se le otorgaba el cargo honorífico de capitán de fragata de la
Armada13.
En todo caso, su actividad en la enseñanza no fue, ni mucho menos, la
única ocupación que desempeñó en Bilbao, sino que, a la par de esta primera,
desarrolló una serie de habilidades y competencias que le convirtieron en,
por así decirlo, hombre de confianza del Consulado de Bilbao para toda una
variedad de asuntos que tenían que ver con los conocimientos de ingeniería
civil que requerían la mejora y el mantenimiento de las infraestructuras
portuarias en la ría del Nervión-Ibaizabal. Probablemente esas aptitudes se
correspondían con su designación como Maestro Hidrógrafo del Señorío de
Bizkaia. Así, en noviembre de 1751, las actas del Consulado testimoniaban,
bajo el epígrafe “Trata sobre una concha en el muelle que se halla en los
arenales de Guecho pa que puedan acogerse a ella las lanchas que sirven para
limanages de los navios y comisión pa ello a los señores Prior y Consules”, cómo
se solicitaron los oficios de Archer para la inspección de tal refugio de mar
en la costa vizcaína14. En tales fechas también, las instituciones vizcaínas
mostraban serias preocupaciones por el drenaje de la ría, cuestión que había
que solucionar para no condicionar la entrada de navíos en el puerto de Bilbao
debido a su calado, pues por aquel entonces era un puerto interior y se ubicaba
entre el centro de la villa hasta, aproximadamente, la ría de Olabeaga. Con la
intención de solventar tal problema del mejor modo posible, se encomendó
a Archer que visitara la ciudad de San Sebastián para valorar si la máquina
empleada allí para la limpieza de su ría sería adecuada para la del Nervión.
9. AHFB: Consulado 0036/011.
10. Duo, 2000a, p. 733; Ibáñez Fernández, 2000, p. 747.
11. AHFB: Gobierno y Asuntos Eclesiásticos, AJ01280/053.
12. Pueden encontrarse referencias no solo en la bibliografía española sino en otras: BäumerSchleinkofer, 1989, pp. 170-172; Magny, 1742, p. 7.
El propio Jorge Juan conservaba un ejemplar de la obra de Archer en su biblioteca: Die Maculet,
2002, p. 256.
13. Labayru y Goicoechea, 1903, p. 279.
14. AHFB: Consulado, 0290/001, p.244.
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También se le encargó “que se informase de las maquinas que usan los puertos
marítimos estraños de esta corona para la limpieza de sus rias y canales”.
A resultas de tal comisión, Archer acabó diseñando una máquina para las
mencionadas labores de desembarazo de la ría, y es de esperar que fuera
el encargado de dirigir las obras al fin mencionado, si no hubiese fallecido
antes de su inicio15. No en vano el encargado final de la operación sería el
coronel José Crane, Ingeniero en Jefe de Su Majestad, lo que permite valorar
en una mejor medida la relevancia del encargo originalmente encomendado al
bilbaíno16.
Otro de los grandes encargos que recibió por parte del Señorío fue la
asesoría de “alta ingeniería” sobre las conexiones terrestres del puerto
de Bilbao con Castilla. Durante mediados del siglo XVIII surgió una dura
competencia entre los puertos de Bilbao y Santander por convertirse en la
principal vía de comunicación entre el Cantábrico y la Meseta castellana. Este
hecho, que implicaba el control del comercio de importaciones-exportaciones
con Castilla y los evidentes beneficios que ello otorgaría a la plaza portuaria
que lograra hacerse con ello, suponía la construcción de una infraestructura
terrestre adecuada para ello. Con esta inquietud los poderes vizcaínos
encomendaron a Archer tanto la inspección del camino propuesto desde
Santander, así como la evaluación de la mejor opción que conectara la villa
de Bilbao con el centro peninsular, pues las diferentes opciones no estuvieron
libres de polémicas. Para ello, realizó varias visitas y trabajos de campo que
le permitieron emitir un completo informe comparativo de las diferentes
alternativas. E incluso, llegó a presupuestar las cantidades necesarias para
la ejecución de la vía recomendada; lo cual, con el tiempo, se demostró no
estar alejado de sus estimaciones preliminares. De todo ello da detallada y
argumentada cuenta Larrea Sagarminaga en su obra ocupada en tal temática,
la cual se complementa con otros apuntes historiográficos17.
En la línea de las capacidades de ingeniería descritas y también ligado a
la actividad de la escuela de matemáticas de Bilbao hay referencias que le
otorgan el cargo de examinador y formador de agrimensores, como añadido al
de pilotos y capitanes. A pesar de no haber identificado referencias directas
a esta cuestión en fuentes primarias, a la vista de sus capacidades y de la
voluntariosa vocación del centro docente de Bilbao no parece una conclusión
mal encaminada18.
15. AHFB: Consulado, 0290/001, p.242, 245, 275, 295.
16. “Memoria sobre el progreso y adelanto de las obras de mejora de la ría de Bilbao”, Revista de
Obras Públicas, 18, 1881, pp. 209-214.
17. Larrea Sagarmínaga, 1974; Astiazarain Achabal, 1995, p. 69.
18. Ocerin Ibáñez, 2015.
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En septiembre de 1752 Archer falleció, al parecer, tras los rigores climáticos
experimentados en la campaña para la inspección del camino a Castilla, y tras
un paso por Baiona donde esperaba recuperarse de su enfermedad19. Parece
evidente que la muerte le sobrevino tempranamente, sin haber cumplido la
edad de 34 años, en el momento en el que su carrera parecía despuntar:
nombramiento como capitán de fragata, aumento de sueldo en relación a
tal cargo, acometida de las obras de acondicionamiento de la ría de Bilbao,
diseño y ejecución de las obras para el camino a la Meseta, y con seguridad,
otro buen número de proyectos de los que (aún) no se tiene constancia.
3. FUENTES Y REVISIÓN
Las referencias a Archer se han ido sucediendo, en número, desde mediados
del siglo XIX hasta finales del siglo XX en progresión más o menos constante, y
desde la década de los 90 en forma cuasi-exponencial. En general, se pueden
destacar algo menos de una decena de autores primarios en relación a la
cobertura que la historiografía hace de Miguel Archer; el resto de obras se
nutren de los contenidos plasmados por estos ensayistas principales.
Desde un punto de vista generalista, los tres primeros autores son
tres de los grandes referentes de la historia vasca y productores de obras
monumentales, en las que Archer tiene su espacio en varios momentos a
lo largo de ellas, cubriendo actividades diversas de su ocupación en Bilbao.
Estas, las cuales datan de finales del siglo XIX y principios del XX, son El
Gobierno y Régimen foral del Señorio de Vizcaya desde ... Felipe Segundo
hasta la mayor edad de Isabel Segunda de Sagarminaga20, la Historia general
del Señorío de Bizcaya de Labayru21, y la Historia del Consulado de Bilbao de
Guiard22. Unos años después, en 1929, Eduardo Urrutia dedicó una breve
reseña exclusivamente sobre Archer23. Más tarde, en 1955, Amador Carrandi
en la revista Hidalguía destinó un artículo a la figura de Miguel Archer, padre en
este caso, que se centraba, principalmente, en la prueba de hidalguía para su
avecindamiento en Bilbao, y al final del mismo apuntaba, ya con una evidente
intuición histórica, el interés en abordar un estudio sobre el hijo homónimo del
protagonista del artículo.
Desde una perspectiva de su labor docente y su actividad en la Escuela
de Náutica de Bilbao, la primera alusión se encuentra en una comunicación
19.
20.
21.
22.
23.
AHFB: Admon Bizkaia AJ 01462/018.
Sagarmínaga, 1892.
Labayru y Goicoechea, 1895-1901.
Guiard Larrauri, 1914.
Urrutia, 1929, pp. 70-71.
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Cagigal, Ekain. Miguel Archer: desmontando el mito, aumentando el mito
de Larrañaga Elorza fechada en 198424. Ya a finales de siglo, despuntan los
excelentes trabajos de Llombart Palet sobre la historia de la enseñanza de las
matemáticas en el País Vasco y la propia Escuela de Náutica25. Y enlazando
con este último en una vía de trabajo alineada, Gonzalo Duo introduce a
comienzos del siglo XXI sus publicaciones sobre la historia de las escuelas
de Náutica de Euskal Herria26. Relacionado con su actividad docente, cabe
indicar que, a pesar de que todas las referencias previas hacen mención a
su obra Lecciones Nauticas, la primera alusión a Archer y su publicación se
dio algunos años después de su muerte, a mediados del siglo XIX, en voz del
ilustrado Martín Fernández de Navarrete27. Y en una descripción detallada de
su actividad como asesor de las instituciones vizcaínas para el diseño de los
caminos que debían conectar los puertos cantábricos con la meseta, cabe
destacar la obra de Larrea Sagarminaga28.
Aunque son muchas las obras que recogen menciones a Archer, tanto de
las ya citadas como otras nuevas, ninguna lo hace de manera monográfica
y en los pocos casos en los que se aborda explícitamente se hace con un
alcance muy limitado.
Pero no es solo el aspecto cuantitativo el que ha prevalecido en la
evolución temporal, sino que la calidad y la solidez científica de las mismas,
también ha ido variando heterogéneamente, cruzando de publicaciones –
como se verá– con carácter ciertamente cuestionable a otras de contrastado
rigor histórico. Seguidamente se presenta una somera reflexión sobre este
aspecto, clasificando y rebatiendo o apuntando las diferentes publicaciones
mencionadas.
Quizá la primera referencia a abordar debería ser la de Eduardo Urrutia
por ser la que introduce un mayor número de anotaciones cuestionables. En
todo caso, es la primera contribución que trata la figura de Archer de forma
monográfica, a pesar de su brevedad. La esencia biográfica de la misma se
recoge en las siguientes líneas, centrándose el resto del artículo en su obra
didáctica sobre el arte de navegar.
Nació Miguel en un pequeño pueblo de la costa vizcaína. Cuando hubo
aprendido las primeras letras estudió la carrera dl mar, y la practicó más
24. Larrañaga Elorza, 1986, pp. 177-188.
25. Llombart, 1993, pp. 69-78; Llombart, 1998, pp. 525-536; Llombart Palet, 1990, pp. 339-352;
Ibáñez Fernández, 2000, pp. 747-772.
26. Duo, 2000a, pp. 729-745; Duo, 2011, pp. 243-258; Duo, 2000b, pp. 135-140; Duo, 1998,
pp. 87-99.
27. Fernández de Navarrete, 1851.
28. Larrea Sagarmínaga, 1974.
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Cagigal, Ekain. Miguel Archer: desmontando el mito, aumentando el mito
tarde en la escuadra del rey de Castilla, en la que prestó buenos y señalados
servicios.
Tomó parte en varios combates, en los cuales se distinguió por su
serenidad y valentía; realizó varios viajes a comisiones por los mares de
América, y persiguió continuamente a los piratas musulmanes, castigando
con gran energía sus audacias.
Cuando hubo ascendido a capitán de fragata, fue llamado por la villa de
Bilbao para ocupar el cargo de archivero de la Casa de Contratación, y más
tarde recibió el título de hidrógrafo del Señorío.29
Qué duda cabe de que es la primera reseña bibliográfica y la única que
trató individual y explícitamente la figura de Archer, razón por la cual no ha lugar
si no a un sincero y profundo reconocimiento. Sin embargo, las imprecisiones
recogidas en el texto son abundantes, algunas claramente rebatibles y otras,
simplemente, de extrema improbabilidad. En primer lugar, Miguel Archer nació
en Bilbao y fue bautizado en la parroquia de San Nicolás de Bari de la villa30; y,
por lo tanto, no en un pequeño pueblo de la costa vizcaína. Se tiene constancia
de que sus padres estuvieron firmemente establecidos durante años en la
capital vizcaína, al albor del pujante comercio de su puerto. Como se verá
más adelante, Archer nunca sirvió en los cuerpos de marina de la Monarquía
hispánica, por lo que no es posible que prestara ningún tipo de servicio en
este sentido, ni tomó parte en combates defendiendo la Corona española.
En cuanto a los viajes de comisiones por los mares de América, resulta una
encomienda altamente improbable dado que las comisiones de la corona a
tierras americanas se iniciaron prácticamente con la expedición geodésica
hispano-francesa de La Condamine de 173531, y se tiene constancia de que
Archer no formó parte de tal equipo científico. Entre esa fecha y la muerte
de Archer se financiaron otras comisiones con propósitos variados, pero las
numerosas referencias a su presencia en Bilbao imposibilitan que se ausentara
de la villa por largos períodos por estar inmerso en alguna de ellas, lo que,
nuevamente, cuestiona sobremanera su participación en cualquiera de estas
expediciones trasatlánticas. Aún más complicado que todo lo anterior parece
pensar que persiguiera a piratas musulmanes sin haber llegado a servir en
navíos oficiales de la Corona española y sin disponer de barco propio –al
menos, hasta donde se tiene conocimiento– al modo de Antonio Barceló. Por
último, la secuencia temporal para su servicio en Bilbao no fue la expuesta
por Urrutia, sino justamente la contraria, siendo recompensado con el título
de capitán de fragata por sus méritos al servicio del Consulado y la Casa de
29. Urrutia, 1929, pp. 70-71.
30. Archivo Histórico Eclesiástico de Bizkaia (AHEB): Libros de bautismos, San Nicolás de Bari de
Bilbao (15-10-1687 / 30-12-1718).
31. González, 1992, pp. 73-93.
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Cagigal, Ekain. Miguel Archer: desmontando el mito, aumentando el mito
contratación de Bilbao.
De forma general, en el texto de Urrutia no deja de notarse una cierta
exaltación romántica de la figura de Archer, cuya trayectoria, si bien responde
al perfil de científico ilustrado, no comparte los avatares descritos en el texto,
los cuales se asemejan sospechosamente a la novelesca biografía de Jorge
Juan y Santacilia, paradigma del sabio ilustrado, y de cuyos vapores parece
embeberse la mencionada nota biográfica.
A partir de este momento, la casi totalidad de los trabajos indicados se
fundamentan en los datos proporcionados por las obras generalistas sobre la
Historia de Bizkaia y de Bilbao –esto es, las de Guiard, Labayru, Sagarminaga,
etc.–, y, en parte, por la biografía de Urrutia. Esto ha provocado que las
incertidumbres e incorreciones menores iniciales hayan perdurado durante
años en la historiografía que incluye a Miguel Archer.
Uno de los ámbitos en los que gran parte de la historiografía incide en
inexactitudes es la discriminación entre los hechos que hacen referencia a
Miguel Archer padre e hijo. Como se detalla previamente, ambos tenían el
mismo nombre, trabajaron en el ámbito del Consulado de Bilbao, y, en ocasiones
desempeñando labores similares, todo lo cual induce a incertidumbres entre
las apariciones de ambos individuos. A pesar de que muchas referencias
especifican para el caso del hijo el apelativo menor, no siempre se proporciona
esta distinción, y muchas veces resulta dificultoso discernir entre ambos,
salvo que se recurra a fuentes primarias, y aún en estos casos, se requiere
de información adicional que permita discriminar entre uno y otro. De hecho,
incluso algunas de las obras bibliográficas de referencia –principalmente, las
de los ilustres Labayru y Guiard– han introducido desviaciones de interpretación
en este sentido, que, al haber sido la fuente de publicaciones posteriores,
se han perpetuado a lo largo de varios años. En esta línea, retornando a
las fuentes primarias puede confirmarse cómo determinados datos han
sido malinterpretados. A modo de ejemplo, Labayru detalla entre los pocos
hombres de mar disponibles en Bilbao en el año 1739 del siguiente modo:
“D. Miguel Archer, bilbaíno hijo de irlandés”32, mientras que el legajo original de
los archivos municipales de Bilbao encabeza ese mismo listado diciendo: “D.
Miguel Archer, de nacion irlandes”33.
Para introducir aún más confusión, ambos, padre e hijo, fallecieron en
el mismo año de 1752 –en febrero el padre, y en septiembre, el hijo, siendo
sepultados los dos en el convento de San Agustín34–, de tal modo que este
32. Labayru y Goicoechea, 1895-1903, VI, p. 220.
33. AHFB: Bilbao Antigua, 0471/001/021
34. Archivo Histórico Nacional (AHN): Clero-Secular_Regular, 8166/8169, Convento San Agustín
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Cagigal, Ekain. Miguel Archer: desmontando el mito, aumentando el mito
hecho ha contribuido nuevamente a introducir cierto desorden, pues varias
menciones póstumas han sido erróneamente atribuidas.
Otra incorrección detectada habitualmente es que se le ha asignado a
Archer en la literatura la doble titulación de maestro hidrógrafo del Señorío de
Bizkaia y archivero de la Casa de Contratación de Bilbao. Si bien la primera
atribución es correcta35, la segunda nunca se produjo. Una revisión de las
actas del Consulado, donde se recogía al comienzo de cada año los nombres
de los designados para cada cargo, confirman que Archer nunca figuró en esta
distinción en el período entre 1740 y 1752, sino que, por el contrario, era una
labor que asumía el Secretario del Consulado, de acuerdo a las Ordenanzas
de 173736, y que se concedió sucesivamente durante esa época a diferentes
escribanos de la villa de Bilbao, a saber, Balthasar de Santelices de 1740 a
1747, y Joachim de la Concha de 1748 a 175237.
4. LA PRECOCIDAD DE ARCHER: CLAVE PARA LA VALORACIÓN DE SU
FIGURA
Probablemente una de las cuestiones fundamentales, así como una
de las más desconocidas, para entender la relevancia y la proyección de
Archer fue su precocidad. Se puede intuir que la mejor y más evidente de
las explicaciones para esa prontitud en los encargos recibidos y los cargos
otorgados fuera la brillantez de su ejercicio en base a sucesivos méritos
demostrados ante las autoridades bilbaínas. Esta confianza queda patente
en los sucesivos cometidos técnicos que la villa, a través del Consulado
de Bilbao, fue trasladándole en cuestiones cada vez más trascendentes y
delicadas para los intereses comerciales, políticos y económicos de la ciudad,
convirtiéndose hasta su fallecimiento –oficiosamente, pues nunca llegó a
existir tal ministerio– en una suerte de Ingeniero Mayor de Bilbao.
Miguel Archer nació en Bilbao un 14 de noviembre de 171838, y murió en
septiembre de 1752 a los 33 años39. Todas las referencias consultadas han
aportado erróneamente este dato, confundiendo las fechas de nacimiento de
padre e hijo, y otorgando recurrentemente la fecha del primero, la de 1689,
Bilbao.
35. AHFB: Consulado 0290/001, p.8
36. Ordenanzas de la ilustre Universidad y Casa de Contratación de la M.N. y M.L. villa de Bilbao,
1869, p. 31.
37. AHFB: Consulado 289/001, 290/001.
38. AHEB: Libro nº5 A de registros originales de bautizados de la parroquia de San Nicolas de Bari
de Bilbao. 15-10-1687 / 30-12-1718, p. 297 r.
39. AHN: Clero-Secular_Regular, 8166/8169, Convento San Agustín Bilbao. Enterramiento Miguel
Archer Y Geraldino.
Vasconia 44, 2020, 65-91
75
Cagigal, Ekain. Miguel Archer: desmontando el mito, aumentando el mito
al segundo. Otras, incluso, introducen nuevas fechas con menos solidez
documental40. Únicamente una fuente bibliográfica de todas las consultadas
registra correctamente este dato, la de Goio Bañales, en su libro sobre el
mundo naval de las Encartaciones41.
Hasta esa fecha, Archer había sido nombrado en 1742, a la edad de
23 años, maestro de la Escuela de Náutica y Matemáticas. Para valorar en
su justa medida este evento y la edad a la que fue concedido este mérito
pueden apuntarse algunas referencias enormemente ilustrativas. Como
primera observación, José Vicente Ibáñez de la Rentería, su predecesor y
primer maestro de la mencionada escuela –aunque, en la práctica, nunca
llegó a ejercer como tal–, fue nombrado para el cargo en 1739, a la edad de
40 años42. Por añadido, las pioneras y recientes Ordenanzas de Comercio
de 1737, publicadas por el Consulado de Bilbao, establecían que para la
obtención del título de capitán de navío se requerían 6 años navegando y dos
de piloto, que debían incluir además un estudio teórico del arte de navegar.
Estos requerimientos harían extremadamente difícil conseguir la titulación
antes de los 22 años, asumiendo que el interesado comenzara su andadura
en el mar en torno a los 14 años. Por otro lado, la normativa requería que el
piloto mayor de la barra de Portugalete tuviera, al menos, una edad de 30
años; y los pilotos lemanes, una edad mínima de 24 años43.
Igualmente, una exploración de las edades a las que los jóvenes del siglo
XVIII obtendrían un título académico proporcionan cifras un tanto incongruentes
con los hitos en la vida de Archer o, al menos, confirman su precocidad. A decir
verdad, no se tiene constancia de que Miguel Archer obtuviera una titulación
universitaria, pero a la luz de sus conocimientos en las disciplinas en las que
instruía parece casi una condición formativa imprescindible. Por añadido, en la
solicitud de las autoridades vizcaínas para el nombramiento como capitán de
fragata se acreditaba su experiencia a la hora de otorgarle el cargo de maestro
de matemáticas en la Escuela de Náutica, mencionando sobre su formación:
“(…) havia estudiado las mathematicas en diferentes paises de la Europa,
haviendolas practicado por mucho tiempo (…)”44. En base a esta declaración,
parece evidente pensar que visitara alguna de las universidades de la época,
particularmente las más afamadas por su formación en matemáticas y náutica.
Este presupuesto supone que Archer contaría a la finalización de sus estudios
con, aproximadamente, 18 años45.
40.
41.
42.
43.
44.
45.
76
Por ejemplo, se le asigna el año de nacimiento de 1731 en Martín de Retana, 1973, p.42.
Bañales, 2014.
Ribechini, 1993, p. 78.
Ordenanzas de comercio del consulado de Bilbao 1737.
AHFB: Seguridad Publica, Guerras y Servicio Militar, AQ00674/167.
Dato estimado a partir de las edades de otros ilustrados vascos a la finalización de sus
Vasconia 44, 2020, 65-91
Cagigal, Ekain. Miguel Archer: desmontando el mito, aumentando el mito
Análisis aparte requiere su nombramiento como capitán de fragata, por
dos cuestiones fundamentales: la obtención de la oficialía en base a sus
precedentes y, nuevamente, la edad a la que se produjo la emisión de la
patente real que le otorgaba tal prebenda. Hasta donde se conoce son
muy exiguas las ocasiones en las que alguien recibió un cargo de oficial
de la Armada española sin haber pasado por el protocolario y jerarquizado
régimen de acceso y ascensos de la institución naval. Esta circunstancia es
particularmente significativa dado que la Marina española, con la llegada de los
Borbones a la Corona de España a comienzos de siglo, habían llevado a cabo
toda una reestructuración que condujo a una refundación formal de la misma.
Ello implicaba que los aspirantes a oficiales debían acceder y formarse en la
recién fundada Academia de Guardiamarinas de Cádiz46. Ni el acceso –que
suponía el cumplimiento de unas pruebas de hidalguía que demostraran la
condición nobiliaria del candidato y una estricta normativa en cuanto a la edad
del pretendiente– ni la consecución de la educación allí recibía era sencilla47.
Una vez superada esta nada fácil etapa, el ascenso dentro de la jerarquía naval
debía producirse en base a méritos que los oficiales fueran demostrando a
lo largo de su carrera, generalmente, méritos en campaña. En este sentido la
Tabla 1, recoge una reveladora aproximación de lo que implicaba en términos
temporales la evolución de la carrera del oficial de Marina. Para ilustrar tal
materia, Andújar Castillo recopila la progresión de los oficiales de la promoción
de Jorge Juan, los cuales se encuadran por nacimiento en el ámbito temporal
de Archer48.
De tal información, se pueden extraer dos aspectos reseñables. En primer
lugar, que tal como se muestra, el acceso a la misma se producía a edad
temprana; y, por otro lado, que solo en muy raras ocasiones se producían
ascensos que implicaran la omisión de determinados rangos. Respecto a
este último punto, únicamente Juan y Ulloa fueron ascendidos directamente
a tenientes de navío, fruto de la excepcionalidad de su nombramiento para
participar en la expedición geodésica francesa al Ecuador, en la cual el monarca
español quiso acomodar su rango militar para una mayor aceptación de ambos
jóvenes por parte de la dirección gala de la expedición. De modo general,
puede establecerse que para la élite de la oficialidad de marina dieciochesca
la edad promedio para la obtención del rango de capitán de fragata fue
aproximadamente de 37, y únicamente en casos muy excepcionales, estuvo
estudios: Pedro Bernardo Villarreal de Berriz, Xavier María de Munibe e Idiáquez, el propio José Vicente
Ibáñez de la Rentería, etc.
46. Había alguna vía alternativa para el acceso a la oficialidad, como era la figura del aventurero,
pero representaban casos muy aislados y aún menos viable que la propia vía oficial. Ortega-del-Cerro,
2018, pp. 181-238.
47. A modo ilustrativo, en la primera promoción de Guardiamarinas de 1718 únicamente el 60%
de los cadetes llegaron a ocupar plaza de oficial en la Armada. Alía Plana, 2001.
48. Andújar Castillo, 2015, pp. 303-324.
Vasconia 44, 2020, 65-91
77
Cagigal, Ekain. Miguel Archer: desmontando el mito, aumentando el mito
por debajo de los 35.
Tabla 1. Edades de acceso a los empleos de la oficialidad de los
Guardias Marinas de la “promoción” de Jorge Juan.
Año
Nacim
Año
Ingr
Alférez de
Fragata
Año
Edad
Alférez de
navío
Año
Edad
Teniente de
fragata
Teniente de
navío
Capitán de
fragata
Año
Año
Edad
Año
Edad
Edad
Jorge Juan
1713
1730
1735
22
1747
34
Antonio Ulloa
1716
1733
1735
19
1747
31
Adrián
Caudrón
1719
1734
1737
18
1740
21
1740
21
1747
28
1754
35
M. J. Gastón
1716
1733
1740
24
1741
25
1747
31
1747
31
1754
38
A.
Alburquerque
1716
1733
1741
25
1747
31
1747
31
1751
35
1760
44
Diego Argote
1717
1733
1740
23
?
?
1744
27
1744
27
1760
43
J. G. Postigo
1715
1731
1737
22
1740
25
1741
26
1747
32
1747
32
A. Domonte
1719
1734
1740
21
1747
28
1751
32
?
?
?
?
J. V. Ibañez
de la
Renteria
1699
?
1738
39
Miguel Archer
1718
1749
31
PROMEDIO
22,2
26,0
28,0
27,7
Fuente: ANDÚJAR CASTILLO, 2018, p. 311. Añadido por el autor: J.V. Ibañez de la
Rentería y M. Archer.
Se tiene constancia a través de dos fuentes primarias de que Archer no
sirvió en la Armada. En las diligencias derivadas de la solicitud de Juan José
de Herrero para que se diera información de su experiencia como capitán
al mando de diferentes navíos, el propio Herrero declara en 1771 en los
siguientes términos:
“(…) asimismo el que Dn Jph Vizte de Renteria fue Mro de Nautica en
la villa de Lequeitio y Dn Migl de Archer en esta villa [Bilbao] y ambos en
attencion a este merito se les dio el onoroso grado de Theniente de alto
bordo sin que ninguno de los dos hubiese servido al Rey ni mandado ninguna
embarcazon”49.
La segunda referencia se recoge entre la documentación relativa a la
Escuela Náutica de Bilbao custodiada en el Archivo General de Marina, donde
uno de los memoriales contenidos cita textualmente:
49. AHFB: Corregimiento, JCR0279/020, 1771.
78
Vasconia 44, 2020, 65-91
37,0
Cagigal, Ekain. Miguel Archer: desmontando el mito, aumentando el mito
“Dn. Miguel Archer, natural de esta villa [Bilbao], persona de tanta
ciencia mathematica, qe sin haver servido en la Rl Armada se digno el Rey
honrrarle con el grado de Capitan de Fragata, alegando únicamente en la
pretensión que introdujo, el que Regia como Maestro esta Escuela”50.
La primera cita puede generar ciertas incertidumbres, dada la clara
parcialidad en la motivación de su declaración y, quizá, en menor medida,
en atención a la inexactitud en el grado otorgado a Archer. Sin embargo, la
segunda, con un carácter mucho más oficial en la correspondencia entre
instituciones públicas del Señorío y de la Corona, parece no dejar duda de ello.
Por otro lado, la designación como capitán de fragata para Archer fue
emitida en patente real con fecha de noviembre de 174951, cuando este
contaba con 31 años. Este dato, en relación a la realidad protocolaria de
la Armada –donde la edad promedio para tal rango sería de 37 años en el
caso de los oficiales más destacados– representa un hito sumamente atípico,
particularmente para alguien que, como se ha descrito, orbitaba fuera del
radio de acción de la Armada. Se iguala a la edad a la que Antonio de Ulloa
obtendría tal despacho, lo cual, dada la excepcional trayectoria de este último,
por comparación, se hace difícil de explicar en el caso de Archer.
De este modo, tanto lo inusual del mencionado nombramiento en base a una
nula actividad previa en la Marina, junto con lo prematuro de esta designación,
hacen de ello una circunstancia que requiere de mayor profundidad de análisis,
para evaluar en su justa medida la relevancia asociada y las motivaciones que
la acompañaron para discernir cuánto de ello se debió a los propios méritos de
Archer, a las motivaciones políticas que el Consulado de Bilbao pudieran tener
en todo ello, la valoración que la Monarquía hizo de tal demanda, el contexto
socio-militar que envolvía la formación de pilotos y capitanes en la Escuela de
Bilbao para la Armada, u otros aspectos que viertan luz sobre todo ello.
50. Archivo General de la Marina Álvaro de Bazán (AGMAB): 3366. Pilotos Generalidad, 1784.
Escuela Náutica de Bilbao.
51. Labayru y Goicoechea, 1895-1903, VI, p. 279.
Vasconia 44, 2020, 65-91
79
Cagigal, Ekain. Miguel Archer: desmontando el mito, aumentando el mito
5. CONCLUSIONES Y LÍNEAS DE TRABAJO FUTURAS
Tal como se avanzaba en la introducción, no pretende esta comunicación
extraer excesivas conclusiones más allá de las existentes en la bibliografía;
sino, por el contrario, realzar aún más la figura de Miguel Archer a través de
algunas aclaraciones biográficas, y abrir el campo de investigación a nuevas
líneas de trabajo que clarifiquen una serie de cuestiones, las cuales, a día de
hoy, se presentan claves para entender su evolución personal, comprender
mejor sus logros técnico-científicos en el marco de la época ilustrada y valorar
más probadamente su posición socio-profesional.
Como apunte principal cabe destacar que Archer fue un ilustrado
polifacético que, desde las ciencias técnicas –principalmente, matemáticas,
física, astronomía, cosmografía, hidrografía, etc.–, empleó su conocimiento
en multitud de áreas de aplicación, principalmente del ámbito de la ingeniería
civil. En este sentido se debe considerar su legado como un conjunto de
variadas actividades en sentido global y no parcialmente, como hasta ahora
se han presentado sus éxitos: enseñanza, autor, ingeniero, etc. Y, como la
principal novedad que aporta el presente trabajo, trata de reubicar los logros
obtenidos en relación a su anormalmente corta edad –malinterpretada hasta
el momento– y comparativamente frente a la de otros que fueron alcanzando
los diferentes hitos que logró Archer en su corta vida.
Sin embargo, quedan aún interesantes ámbitos de clarificación sobre su
biografía, la cual se limita exclusivamente al decenio 1742-1752.
Fundamentales resultan las lagunas existentes en cuanto a su formación.
A este respecto únicamente se conoce, que a la vista de las capacidades
que mostró en su carrera profesional –al margen de su valía personal–, su
educación hubo de ser forzosamente de elevada calidad. El único indicio
que proporcionan las fuentes consultadas es que “(…) havia estudiado las
mathematicas en diferentes paises de la Europa, haviendolas practicado por
mucho tiempo (…)”52. Esta sentencia abre todo un abanico de posibilidades
a rastrear. Con ánimo de acotar racionalmente esta búsqueda y, a la luz de
la situación europea en cuanto a la enseñanza de matemáticas y náutica,
se podría restringir este ámbito a tres países: Países Bajos, Inglaterra y
Francia. El primero proveyó de excelentes matemáticos formados en la
Duytsche Mathematique de la Universidad de Leiden o facultades de otras
universidades como Franeker, Groningen, o Utrecht. Se sabe que Archer
hablaba holandés53, lo que podría inducir a considerar esta opción; sin
embargo, no se ha encontrado ningún registro de matrícula o graduación en
52. AHFB: Seguridad Publica, Guerras y Servicio Militar, AQ00674/167.
53. AHFB: Corregimiento, JCR1225/031.
80
Vasconia 44, 2020, 65-91
Cagigal, Ekain. Miguel Archer: desmontando el mito, aumentando el mito
ninguna de las mencionadas universidades, lo que hace complicado validar
este entorno geográfico54. En cuanto a las islas británicas también sería, sin
duda, un destino adecuado para el estudio de las ciencias matemáticas. De
ello da fe, la Royal Mathematical School –a la que se asume que Archer no
accedió por el propio funcionamiento y reglamentación de la misma–55 y las
ilustres universidades de Oxford, Cambridge o Edimburgo. Tampoco en sus
registros de estudiantes se puede encontrar al bilbaíno56. Sin embargo, en el
siglo XVIII surgieron multitud de vías no académicas para completar una cierta
formación en matemáticas, navegación, física mecánica y otras ramas de las
ciencias57. Por último, y la que parece la opción más viable es que estudiara
en Francia, por los motivos expuestos seguidamente. En primer lugar, con la
llegada de la dinastía borbónica al trono español los lazos de familia entre las
monarquías de España y Francia facilitaron sus relaciones, además de ser las
dos grandes potencias católicas de la Edad Moderna europea. Por añadido, el
país galo ofertaba una bien nutrida red de centros docentes donde se instruía
en matemáticas, náutica, hidrografía y otras ciencias afines –destacando los
centros de Douai, Brest, Nantes, Toulouse, Marseille, Montpellier, Cahors
Toulon, y muchos más58. Hay que hacer notar que la mayor parte de estos
centros estaban regentados por los jesuitas franceses, que gozaban de una
excelente reputación en la enseñanza de este tipo de disciplinas. La mención
a los jesuitas es altamente relevante pues la educación de otros vascos
ilustrados bien relacionados con esta congregación se llevó a cabo en los
centros de estudios franceses –como el caso de los hijos de Pedro Bernardo
Villareal de Berriz o el de Juan de Olazabal–59, lo que hace pensar que también
Archer pudiera seguir esa vía. Es más, su conexión con los jesuitas se
manifiesta abiertamente en la obra del padre Malaxechevarria, donde indica
textualmente: “Capitán de fragata D. Miguel Archer, amicísimo de los jesuítas”60.
Sin embargo, desafortunadamente tampoco el nombre de Archer se encuentra
entre los listados disponibles de matriculados o graduados en estos centros
de enseñanza franceses –incluyendo Cahors, Toulouse, Montpellier, Avignon61.
54. Album studiosorum Academiae rheno-traiectinae MDCXXXVI-MDCCCLXXXVI, Album studiosorum
Academiae Lugduno Batavae MDLXXV-MDCCCLXXV, Album studiosorum Academiae groninganae [16141914], Album studiosorum Academiae Franekerensis: (1585-1811, 1816-1844).
55. Ellerton, 2017.
56. Alumni Oxoniensis: The Members of the University of Oxford, 1500-1714, Alumni
Cantabrigienses: A Biographical List of All Known Students, Graduates and Holders of Office at the
University of Cambridge, from the Earliest Times to 1900, A Catalogue of the Graduates in the Faculties of
Arts, Divinity, and Law, Of the University of Edinburgh, Since Its Foundation.
57. J J O’Connor and E F Robertson based on a University of St Andrews honours project by
Elizabeth Watson submitted May 2000. <http://mathshistory.st-andrews.ac.uk/Education/eighteenthc.
html>
58. Dainville, 1954, pp. 6-21.
59. Ferté, 2009; Ferté, 2000, pp. 373-412; Ruiz de Azúa, 1990, pp. 91-92.
60. Malaxechevarría, 1926, p. 406.
61. En este punto, mi más sincero agradecimiento al profesor Patrick Ferté por su ayuda con la
Vasconia 44, 2020, 65-91
81
Cagigal, Ekain. Miguel Archer: desmontando el mito, aumentando el mito
Otro interesante campo por explorar resulta el de sus relaciones en el
ámbito técnico-científico y sus avanzados conocimiento de ciertas materias.
Es indiscutible que Archer se mantenía inequívocamente actualizado sobre los
desarrollos y avances europeos en el ámbito de la náutica. Prueba de ello son,
por ejemplo, la inclusión en su programa docente de Bilbao del uso del octante
de Hadley, poco más de 10 años después de que este fuera presentado en
Royal Society de Londres, tal como lo elogia Ricardo Arroyo62, y por primera
vez en el ámbito hispánico, cubriendo carencias y necesidades docentes ya
identificadas por los propios impulsores de la refundación de la Armada63.
Igualmente incorpora en su plan de estudios una serie de referencias a
las observaciones y desarrollos llevados a cabo tanto por Antonio de Ulloa
como por Jorge Juan a resultas de su fructífero viaje científico a Ecuador64.
Tales referencias a las aportaciones realizadas por ambos científicos fueron
incluidas en sus Lecciones Náuticas, las cuales estaban escritas ya, según
ciertos autores, en 174665. Tanto si los contenidos de Ulloa y Juan estaban
recogidos ya en la obra ese año de 1746 como si estos avances formaban,
probablemente, parte de las clases impartidas en los años 40 del siglo XVIII,
parece quedar manifiesto que los avances estaban en manos de Archer de
manera muy temprana, pues la publicación de los resultados científicos de la
expedición geodésica al Ecuador se produjo en España en 1748 –y más tarde
por parte del grupo francés–; y, por añadido, la llegada de ambos a Europa no se
dio hasta 1745. Todo ello viene a demostrar que los canales de comunicación
con los miembros más relevantes o aventajados de la comunidad científica
europea eran para Archer fluidos. Quedaría, en todo caso, dilucidar cuáles
eran estos –los propios científicos españoles, las academias de ciencias
europeas (Royal Academy, Académie des Sciences, …), sus buenos contactos
en la corte, etc.– y cómo habían llegado a establecerse.
Asimismo, tal como ya se avanza previamente, una de las mayores
incógnitas sobre Archer surge de su nombramiento como capitán de fragata
sin haber servido previamente en la Armada española. En este aspecto las
posibles justificaciones a trabajar son realmente exiguas ante lo atípico
del caso, y solo queda plantear ciertas elucubraciones, sin, a priori, gran
base histórica, social o política. A modo de posibilidad se podría apuntar,
como primera idea, a la influencia política que las autoridades vizcaínas, y
particularmente el Consulado de Bilbao, pudieran tener en la corte66. Sin
consulta en sus extensas bases de datos de estudiantes en las universidades y escuelas francesas de
la Edad Moderna.
62. Arroyo, 2001, p. 17.
63. Aguilar Piñal, 1996, p. 1006.
64. Sobre Ulloa: Archer, 1756, p. 132. Sobre Juan para el cálculo de la corredera y el uso de sus
tablas: Fernández de Navarrete, 1995, p. 485.
65. Duo, 2000a, pp. 729-745.
66. Parece ser que fue el propio Consulado de Bilbao el que postuló o, al menos, apoyó la
82
Vasconia 44, 2020, 65-91
Cagigal, Ekain. Miguel Archer: desmontando el mito, aumentando el mito
embargo, esta hipótesis es difícilmente demostrable, más allá del precedente
sentado por José Vicente Ibáñez de la Rentería, quien previamente dedicado
a la enseñanza de la Naútica y las Matemáticas en tierras vizcaínas, acabó
haciendo carrera militar en la Marina española sin haber cumplimentado las
vías ortodoxas de acceso a la oficialía del cuerpo67. Cabe pensar que fuera
esta la trayectoria planificada para Archer, tras un cierto período de docencia
en la Escuela bilbaína, y que se hubiese pre-acordado su entrada al servicio
del rey en un navío de la Armada, de tal forma que únicamente su temprano
fallecimiento cercenara tal itinerario profesional. Una segunda explicación
podría ir asociada a la, cada vez más influyente, comunidad de irlandeses
asentados en cargos políticos cercanos a la corte real, cuyo culmen llegaría,
cinco años después del nombramiento de Archer, con la designación de
Ricardo Wall como ministro al servicio de Fernando VI68. Para ilustrar este
tipo de influjos, puede señalarse cómo Wall nombró cónsul de comercio al
irlandés Carlos MacCarthy, quien ejercía como comerciante precisamente en
Bilbao, y cuya elección no estuvo exenta de polémica69. Una tercera opción
para justificar la mencionada circunstancia podría sustentarse en aceptar
abiertamente las motivaciones descritas tanto en la solicitud del Consulado
de Bilbao como de la propia patente real, esto es:
“quien (…) se havia dedicado enteramte a la instrucción de la juventud
con singular aficion, y beneficio comun, viéndose de continuo a sus
discípulos mejorar de suerte, con mucha estimazion (…) de esta suerte se
manifestó VE protector de este instituto de mi atenzion al real servizio, se ha
visto aumentarse la aficion de mis naturales a estos estudios, y son muchos
los que se ban dedicando a la Navegazion, y los que ascienden en ella; por
lo que seria de grave perjuicio al comun y con especialidad a la marineria
de estas costas (siempre reconosida por la mejor y mas numerosa de esta
monarquia) el que Dn Miguel Archer se retirase esta escuela”70
En esta línea, pudiera contemplarse que la monarquía hispánica realmente
encontrara de un gran provecho la formación recibida por los jóvenes vizcaínos
en una época en la que profesionalidad en el ámbito de la navegación
escaseaba, y donde los marinos vascos suponían un importante contingente
en las dotaciones que componían los navíos de la Marina española, tanto entre
la marinería como entre la oficialía. Sin embargo, y a la vista de las carreras y
los logros obtenidos por otras figuras relevantes y grandes navegantes de la
Armada, esta única motivación se antoja un tanto endeble.
solicitud para que se concediera el título de capitán de fragata a Miguel Archer. AHFB: Seguridad
Publica, Guerras y Servicio Militar, AQ00674/168.
67. Ribechini, 1993, pp. 75-78, 141-157; Riquer Zabecoe, 1907, pp. 255-256.
68. Téllez Alarcia, 2012.
69. Téllez Alarcia, 2003, p. 743.
70. AHFB: Seguridad Publica, Guerras y Servicio Militar, AQ00674/168.
Vasconia 44, 2020, 65-91
83
Cagigal, Ekain. Miguel Archer: desmontando el mito, aumentando el mito
Al hilo de esta reflexión y al margen de la percepción real que tuviera
la Corona hispánica de la labor llevada a cabo por Archer en la Escuela de
Náutica de Bilbao, hay una serie de informaciones que ponen de manifiesto la
trascendencia de su ejercicio docente. El Consulado de Bilbao guarda en sus
fondos de archivo un listado, fechado en 1757, con la relación de capitanes y
pilotos lemanes examinados en tal año. Es improbable pensar que todos ellos
hubieran pasado por las clases impartidas por Archer pero, de acuerdo a las
Ordenanzas de 1737 que requerían un “estudio teórico del arte de navegar” y
una serie de años de experiencia en el mar –como marinero y como piloto– para
acceder al examen y a la correspondiente titulación, sí puede considerarse
que muchos de ellos pasaran por el aula de la escuela bilbaína entre los años
1742 y 1752, período lectivo en el que ejerció el maestro. Solo el número
de examinados –más de 100 capitanes y unos 20 pilotos lemanes– ya da
una idea de la relevancia que tenía la práctica de la navegación en Bizkaia,
y por añadido, puede apuntarse que algunos de ellos acabarían haciendo
carrera en la Marina –tales como Antonio de Llano o Manuel Pando–, muchos
en el comercio atlántico –como Pedro de la Bodega o José de Zaldumbide–
e, incluso, alguno en los viajes de exploración americanos –como el caso
de Cristóbal de Revilla, o de nuevo, Manuel de Pando71. Si bien no puede
otorgársele todo el mérito a Archer, bien se puede pensar que tuvo una parte
importante de protagonismo en esta contribución a la proyección y presencia
de los marinos vizcaínos en la Monarquía hispánica. En este punto, y más allá
del propio alcance del estudio sobre la figura de Archer, cabe lanzar el interés
de llevar a cabo un estudio pormenorizado de los navegantes proporcionados
por la Escuela Náutica de Bilbao, por ejemplo, a través de una monografía de
carácter prosopográfico, atendiendo a los diferentes logros que alcanzaron sus
carreras náuticas: carreras militares, viajes de exploración, correos marítimos,
comercio transatlántico, etc.
También enlazando con las circunstancias expuestas previamente, las
cuales desligan a Archer del cuerpo de Marina, surgen nuevos interrogantes,
en el sentido planteado a continuación. En su renombrada obra, Lecciones
Náuticas, se anuncia en la parte introductoria una continuación de la obra
en un segundo y un tercer volumen, que, por muerte prematura del autor –se
presupone–, nunca vieron la luz. La tercera de ellas pretendía abordar “en
lo que es menester obrar, para ofender con ella [la nave], y para defenderla,
71. Es difícil demostrar a partir de un simple nombre y una fecha –como los capitanes hallados en
el mencionado listado de marinos, que se trate de los personajes indicados a continuación y no de un
homónimo; en todo caso, se presenta la posibilidad de que, en algunos casos, basados en las fechas
de las referencias bibliográficas y en circunstancias añadidas para cada caso, se trate del navegante
sugerido. Sobre Antonio de Llano: José Vargas Ponce. Vida de Don Juan Josef Navarro, primer Marqués
de la Victoria. Impr. Real, 1808, p. 415. Sobre Manuel de Pando: Destéfani, 1981, pp. 104, 135, 171;
Bañales, 2014, p. 323. Sobre Pedro de la Bodega: AHFB: CONSULADO 0400/150. Sobre José de
Zaldumbide: AHFB: CONSULADO 0400/099. Sobre Cristóbal de Revilla: San Pío, 1992, pp. 131-134;
Bernabeu Albert, 1995, pp. 103, 121, 180, 183, 236, 237.
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Cagigal, Ekain. Miguel Archer: desmontando el mito, aumentando el mito
governarla en linea de Guerra”72. De esta promesa de instrucción se desprende
que Archer debía de conocer las técnicas navales de combate en línea propias
de la época, de tal modo que bien durante su formación o bien durante su
ejercicio docente en Bilbao debió de entrar en contacto con personal diestro
en el arte de las batallas navales de la Europa moderna. Si, como parece, no
estuvo ligado a la Armada se abre un amplio interrogante que responda a las
fuentes de las que recibió tal instrucción, o si incluso pudo llegar a ponerlas
en práctica a bordo de algún navío, quizá como parte de otras escuadras
europeas.
Desde un ámbito más amplio, la bibliografía ha mostrado extensamente el
grado y los mecanismos de inserción de las comunidades burguesas extranjeras
asentadas en la villa de Bilbao y, como se ha mencionado, particularmente
para el colectivo irlandés. En esta línea, ya se ha avanzado cómo Miguel Archer
desempeñó gran parte de su carrera profesional al servicio del Consulado de
Bilbao y, por lo cual, el grado de integración en la sociedad bilbaína resulta más
que evidente. Sin embargo, la trayectoria de su hijo, particularmente desde su
formación se asemeja en extremo al de otros ilustrados descendientes de
las élites vascas del momento73. Así, parece que el nivel de asimilación de
los Archer –y, por extensión, cabe pensar que otros irlandeses integrantes
de la burguesía mercantil bilbaína– llegó más allá de un mero asentamiento
comercial en el pujante puerto vizcaíno, sino que, por añadido, reprodujo los
mecanismos sociales de las familias vascas que abanderaban los movimientos
ilustrados en la región. De tal modo, se presenta de interés la profundización
a futuro en la investigación de este fenómeno sociológico, delimitando los
modos y las motivaciones sobre las que se desencadenó en el caso de la
familia Archer; e igualmente, en el análisis de cómo y cuánto se replicó este
modelo en otras familias extranjeras del Bilbao (pre)ilustrado.
A modo de cierre, y abandonando el espíritu sistemático y basado en la
veracidad de fuentes y contraste de datos que plantea el presente escrito,
cabe dejarse llevar por el halo romántico que impregnaba la reseña de Urrutia
previamente comentada y, sin incurrir en una exaltación demasiado alejada
de la realidad sobre la figura de Archer, sí que se podrían dejar aflorar ciertas
ideas, intuiciones o, incluso, deseos por confirmar sobre Archer, solo con el
espíritu de guiar el futuro de la investigación sobre su figura, y siempre derivada
de ciertos indicios que, hasta la fecha, nos deja su biografía. Así que…
¿por qué no pensar que mantuvo contacto con Jorge Juan intercambiando
el espíritu científico que embargaba a dos hombres ilustrados? ¿por qué
no creer que se formó en las universidades europeas entre los jóvenes que
acabarían conformando la élite intelectual de la Europa ilustrada? ¿por qué no
72. Archer, 1756.
73. Bermejo Mangas, 2019, pp. 117-142.
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Cagigal, Ekain. Miguel Archer: desmontando el mito, aumentando el mito
suponer que llegara a desenvolverse en los círculos cortesanos de la Corona
española? ¿por qué no soñar con que, a pesar de no formar parte de viajes
de exploración oficiales, pudiera haberse embarcado durante su período de
formación en travesías de carácter científico? ¿Por qué no soñar con que
hubiese podido ser reclutado para alguna de las expediciones científicas de
la Monarquía hispánica que se llevaron a cabo en la segunda mitad del siglo
XVIII? Y… ¿Por qué nunca llegó a contraer matrimonio? ¿acaso perteneció a
algún tipo de colectivo que demandaba el celibato al modo que a Jorge Juan
se lo requería su pertenencia a la Orden de Malta?
Sirva esta contribución como un pequeño tardío homenaje en el 300
aniversario del nacimiento de Miguel Archer, con la esperanza de que en
los próximos aniversarios de su fallecimiento o de la apertura de la Escuela
Náutica de Bilbao se disponga de una trayectoria histórica más extensa y
robusta que propicie un reconocimiento de mayor calado.
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