CONCEPTUALIZACIÓN DEL OCIO
2. CONCEPTUALIZACIÓN DEL OCIO
1.4.1. EL OCIO A TRAVÉS DE LA HISTORIA. Existe una tendencia universal hacia el
ocio que conlleva lógicamente a todas las personas a buscar como objetivos el trabajar
menos, conseguir el máximo de salario y disponer del mayor tiempo posible para uno
mismo. Aunque algunos teóricos modernos asocian al ocio con nuestro siglo (podemos
citar el caso de Dumazedier), con la reducción de la jornada laboral, mayor bienestar,
seguridad económica, esperanza y calidad de vida, la realidad es que el ocio ha ido
aparejado a la evolución cultural humana y precisamente los grandes logros de la
humanidad se han conseguido a través del uso libre de ese tiempo ocioso y no precisamente
durante el tiempo del trabajo como piensan algunos1.
“De este esfuerzo obligado, para la estricta satisfacción de una necesidad, el
ejemplo más claro es el deporte. Esto nos lleva a destruir la jerarquía secular y a
considerar la actividad deportiva como primordial y creadora, la más elevada, la más
seria, y la más importante de la vida, y la actividad laboral, como derivada de la primera,
como simple destilación y precipitado de aquella”2. Aquí Ortega y Gasset, destaca
precisamente a través del deporte como una actividad de ocio, la importancia que para el
desarrollo cultural han tenido las actividades ociosas.
Ya en los albores de la humanidad, podemos constatar la existencia del ocio entre
los primeros hombres, aunque en los primeros intentos de comprender la transición al
neolítico se fraguó la idea de que
todos los cazadores recolectores
llevaban una vida desagradable,
vil, embrutecida que transcurría
en una búsqueda gris e
interminable de caza de sustancias
alimenticias. Sin embargo, en los
últimos años los estudios más
recientes nos indican que los
cazadores y recolectores gozaban
de niveles altos de salud y
nutrición, y de mucho más ocio
que la mayoría de los pueblos
agrícolas de formación posterior3,
12. Cacería de ciervos
gracias a que consiguieron un
grado de opulencia, que hizo posible mantener el equilibrio demográfico y en la medida en
que las condiciones climáticas y ecológicas fueron favorables la supervivencia y
reproducción de plantas y animales comestibles se mantuvo constante. Se extiende la idea
entre los antropólogos modernos de que gracias a este equilibrio se consiguió una
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adaptación perfecta entre los primeros hombres y su entorno que hizo que, a pesar de que el
cerebro humano era muy parecido al actual, no sintiera la necesidad de cambio y durante
casi dos millones de años los primeros homínidos vivieran prácticamente de la misma
forma4.
Se puede pensar que de acuerdo con esa teoría, las civilizaciones prehistóricas
tuvieron mucho tiempo libre, tiempo que dedicaron como indican diversos autores a crear
los primeros atisbos culturales. Así Huizinga en 1950, nos señala que: "Ha habido un
factor de competición lúdica más antigua que la propia cultura que impregna toda la vida
a la manera de un fermento cultural,
por lo que podemos decir que el juego
fue parte integrante de la civilización
en sus primeras fases. La civilización
surge con el juego y como juego para
no volver a separarse nunca más de
él”5. Huizinga defiende la idea de que
durante el tiempo de ocio y a través
del juego, la humanidad inicia el
despegue cultural en todas sus
manifestaciones.
Fue
en
esos
momentos cuando a través de un
impulso lúdico, las sociedades
13. Niños jugando a la peonza
primitivas fueron creando todo tipo de
manifestaciones culturales, cada vez más complejas: conocimientos, creencias, arte, moral,
derecho, costumbres y cualesquiera otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre en
tanto miembro de una sociedad.
A partir de la información dispuesta sobre sociedades primitivas, podemos señalar
que los juegos y competiciones han estado estrechamente relacionados con todo lo mágico y
lo sagrado. Las competiciones deportivas de casi todas las sociedades anteriores a las
nuestras eran parte integral o anexos de las creencias religiosas: los juegos y las
competiciones formales eran asimiladas a la danza y al teatro. De hecho una descripción
histórica del deporte que lo deslinde del ritual, de la danza y del teatro sería una falsa
interpretación de este hecho cultural. Otro hecho reconocido en ese tipo de sociedades es
que las actividades lúdicas o la educación física informal, cumplieron funciones selectivas y
evolutivas entre los animales y por supuesto en el hombre. Los mejores corredores,
nadadores, saltadores o luchadores eran el producto normal de la necesidad de defenderse,
atacar o luchar contra los enemigos naturales. El juego y el deporte pueden considerarse
como una institución evolutiva y como un importante componente del desarrollo de la
cultura humana. Las fuerzas impulsoras básicas de la evolución deportiva incluyen
variables subsistenciales, socio-políticas y geográficas6. Las raíces prehistóricas del deporte
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se manifiestan en los niveles más simples de las sociedades humanas y desde los
comienzos del tiempo cultural, donde se observa mejor es en los juegos. De acuerdo con
Huizinga, dado que el juego es un rasgo universal de la vida de los mamíferos, podemos
decir que antecede al hecho cultural, posiblemente a través de él o gracias a su contribución
ha ido desarrollándose desde los principios de los tiempos prehistóricos la cultura humana
en todas sus manifestaciones. El hombre primitivo veía todo aquello que no era necesario
para subsistir como algo irreal que no podía entender y por ello enseguida lo asociaba con
lo mágico y lo sagrado. Así pasó con el juego, que fue desde el principio objeto de culto, un
símbolo de vida. Todos los ejercicios corporales fueron al principio actos de culto, incluidas
por supuesto las danzas. Con la danza se comunica al hombre el poder de los dioses. Ejerce
fuerza y poder mágico, aleja a los enemigos, dispersa las enfermedades y envía lluvia y
fertilidad7. El nacimiento de todas las grandes estructuras de vida social ha dependido
siempre, según nos cuenta Huizinga, de un impulso lúdico, de la mayor eficacia y
fecundidad. La competición lúdica, como impulso social más viejo que la cultura misma,
llenaba toda la vida de las sociedades primitivas y actuó como levadura para el desarrollo
de la cultura. El culto se da a conocer como un juego sacro. La danza y la música fueron en
sus inicios, puro juego. La sabiduría encuentra su expresión verbal en competiciones
sagradas. El derecho surge de la costumbre de un juego social. La conclusión debe ser por
tanto que la cultura en sus fases primordiales "se juega", se desarrolla en el juego y como
juego8. El juego, por tanto, lo podemos considerar como una fuerza instintiva, anterior a la
aparición de la cultura y que es, después de la alimentación, la forma más antigua de la
actividad de los hombres. Es natural que el hombre por instinto de conservación se
complaciera en ejercitar su fuerza física; esto le permitirá con más eficacia, conseguir
alimentación y vencer sobre sus enemigos y animales.
Otra interpretación sugestiva que guarda relación con el tema que estamos
tratando nos la ofrece José Ortega y Gasset en su ensayo titulado "El origen deportivo del
Estado". Aunque Ortega, en su trabajo, intenta demostrar la importancia que tuvo en las
sociedades primitivas el club deportivo juvenil, como gestador y promotor de las
estructuras del Estado, no puede pasarnos desapercibido la relación del club deportivo con
todo lo relacionado con el deporte y el juego como actividad de ocio. En el siglo XIX, que
era de suyo y en todo propenso al utilitarismo, se fraguó una interpretación utilitaria del
fenómeno vital que ha llegado hasta nosotros y puede aún considerarse como el tópico
vigente. "Viniendo a decir que la actividad primaria de la vida es sobre todo satisfacer
necesidades imperiosas (utilidad y adaptación)". Sin embargo, recientes investigaciones,
señala Ortega, nos proponen una idea distinta, diciéndonos que todo lo que es reacción a
premiosas necesidades pertenece a la vida secundaria, y la actividad original y primera de la
vida es siempre espontánea, lujosa, de intención superflua, es libre expansión de una
energía preexistente9. Todo esto nos lleva a cambiar la jerarquía tradicional y considerar al
deporte como la actividad primaria y creadora, como la más elevada, seria e importante en
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la vida y la actividad laboriosa como derivada de aquella. No niega Ortega la posibilidad de
que a través de una acción utilitaria se pueda reabrir e inspirar nuevas creaciones, pero lo
que sí nos insinúa es que en todo proceso vital, lo primario, el punto de partida, es una
energía de sentido superfluo. “Al hacer la historia de toda existencia viviente hallaremos
siempre que la vida fue primero una pródiga invención de posibilidades y luego una
selección entre ellas que se fijan en hábitos utilitarios. El individuo que a lo largo de
nuestra vid, llegamos a ser, es sólo uno de los varios o muchos que pudimos ser y que
quedaron sin realizar. Por eso, importa mucho que penetremos en la existencia muy rica
en posibilidades, a fin de poder elegir con mayor libertad a la hora de buscar nuestro
destino”. El utilitarismo, al ceñirse a lo estrictamente necesario, es el síntoma de debilidad y
de vida menguante, mientras que el ocio deportivo, siempre que no pierda sus
características, es el síntoma de vida pujante y creativa10.
Ahora, Ortega pasa a señalar una serie de características propias de jóvenes y que le
sirven como base para desarrollar posteriormente su teoría sobre el origen deportivo del
estado. El primer rasgo que destaca es la
necesidad natural de asociación de los jóvenes.
Así, nos dice que en un estudio de un pedagogo
inglés, basado en el análisis de los sueños de los
niños y los jóvenes, se pueden distinguir tres
etapas: en la primera el niño sueña que está
jugando sólo; en la segunda aparece en sus
sueños otro niño, pero como espectador; está allí
para verle jugar. Y en la tercera, próxima a la
edad de la pubertad, aparecen en el sueño un
grupo de muchachos que juegan con él, siendo en
14. Jovencitas bañándose
este caso uno más del grupo. Esa necesidad de
convivir
de los jóvenes, fundiéndose la
individualidad en el grupo, es lo que llama Ortega, instinto de coetaneidad. El joven ya no
vive por sí ni para sí; no quiere y siente como individuo, sino que se halla absorbido por la
personalidad anónima del grupo que piensa y siente en su lugar. El segundo rasgo que nos
señala, es el impulso del grupo juvenil hacía el sexo femenino, poniendo el ejemplo de un
niño de doce años que, preparando sus cosas para participar en una excursión, le pide a la
madre con inusitada insistencia todos los detalles para poder destacar durante la actividad.
Cuando la madre le pregunta a que viene todo aquello, le contesta de forma clara "Mamá,
sabes... es que nos gustan ya las chicas". No dijo " me gustan ya las chicas".
Individualmente no le gustan aún las chicas. Es en el grupo como tal donde aparece la
curiosidad por la mujer y un incipiente galanteo, preludio de lo que será el cortejo posterior
para la conquista de la mujer11.
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Por último, Ortega destaca la primera forma de organización que aparece en las
hordas. El principio de esta organización es sencillamente la edad. El cuerpo social ha
aumentado en número de individuos y de horda se ha convertido en tribu. Estas tribus están
organizadas en tres clases sociales: la clase de los jóvenes, la clase de los hombres maduros
y la de los viejos. No hay otra división y por supuesto no existe aún la familia. Los jóvenes
se llaman entre sí hermanos y llaman padres a todos los de la clase de más edad. De estas
tres edades, la que predomina por su poder y autoridad, la que manda y domina no es la de
los hombres maduros, sino la de los jóvenes. Es más, frecuentemente es la única que existe
y por supuesto la única que está organizada. Presentadas las bases sobre las que se sustenta
el ensayo, Ortega se pregunta que es lo que acontece en ese tránsito de la horda informe a la
tribu organizada. Al ser el número de individuos muy reducido, las hordas se movían sin
encontrarse unas con otras. Pero al aumentar la masa de población, al aparecer síntomas de
una mayor vitalidad, los encuentros empiezan a ser más frecuentes y acontece que los
muchachos de hordas próximas, impulsados por ese instinto de sociabilidad coetánea,
deciden juntarse vivir en común. Y sienten juntos, un extraño y misterioso asco hacia las
mujeres parientes consanguíneas con quienes viven en la horda y un apetito y atracción
hacia las otras mujeres, las desconocidas, pertenecientes a otras hordas12.
En ese momento se produce uno de los hechos de mayor trascendencia de la historia
de la humanidad y que ha tenido consecuencias incalculables: deciden robar las mozas de
hordas lejanas. Para ello, se deben preparar pues para robarlas hay que combatir y así nace
la guerra como medio al servicio del amor. Se necesita una organización, una disciplina y
una autoridad. Nace la idea de jefe, el entrenamiento, los ritos y el culto a los poderes
mágicos. La vida en común crea la necesidad de construir un albergue estable y surge el
casino de los jóvenes donde preparan sus expediciones y cumplen sus ritos; está prohibido
a los hombres maduros, mujeres y niños entrar en el casino juvenil y desde el principio se
convierten en centro donde impera el secretismo y el tabú. Estas asociaciones juveniles
suelen tener un carácter secreto, una disciplina interna donde se cultivan las destrezas para
la caza y la guerra con un severo entrenamiento. Es al propio tiempo donde se ejercita el
primer ascetismo religioso y atlético, y donde se venera y se da culto a divinidades
relacionadas con la caza. Utilizando máscaras de guerra que imitan a ciertos animales, los
jóvenes danzan y brincan con frenesí y se preparan para nuevas incursiones. De donde
resulta que el casino de los jóvenes, primera casa y primer club es también el primer cuartel
y el primer convento. Hemos visto como la primera sociedad humana, es todo lo contrario
que una reacción a necesidades impuestas. La primera sociedad es este club de jóvenes que
se reúnen para robar mujeres extrañas al grupo consanguíneo. Es lo más parecido a un club
deportivo. A través de este fenómeno no obligatorio se origina la exogamia, es decir, la ley
matrimonial que obliga a buscar esposa fuera de los consanguíneos, provocando una
revolución en la evolución de la especie humana, no sólo por este hecho sino porque a
través del club de jóvenes se inicia en la historia la génesis irracional del Estado. Y de
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nuevo observamos como en el origen de la mayoría de las estructuras sociales se halla
instalada la gracia y no la utilidad. El club de jóvenes, por tanto, inicia en la historia a partir
del fenómeno de la exogamia las manifestaciones siguientes: “La guerra- la organización
autoritaria- la disciplina de entrenamiento o ascética- la ley- la asociación cultural- el
festival de danzas enmascaradas o carnaval y las sociedades secretas”. No es el sentido
utilitario por lo que surgen todos estos aspectos de la vida social que posteriormente han
marcado la historia de la humanidad, sino todo lo contrario. Es decir, fue el motivo
irracional que une a los jóvenes en asociaciones más o menos secretas y cuyo fin primario
es simplemente el sentimiento comunitario entre coetáneos para divertirse, para danzar o
participar en hazañas más o menos arriesgadas. En épocas históricas podemos observar el
mismo fenómeno, en cuanto indagamos en el origen de sus estructuras sociales. En el caso
de Grecia, estas instituciones arcaicas se llaman
"file", "fratría", "hetairía". "File" significa tribu,
pero no como unidad de consanguíneos, sino
como cuerpo organizado de guerreros. "Fratría"
significa hermandad y debemos recordar que los
jóvenes se llaman entre sí hermanos. y "Hetairía",
compañía, palabra que aún perdura en nuestro
terminología militar y que en la época que
estamos tratando venía a significar lo mismo:
asociación secreta que reúne en torno de un jefe a
los jóvenes mozos. Antes de la aparición de la
polis, el pueblo griego estaba estructurado de esa
forma13. En Atenas, todo lo tradicional desaparece
muy pronto, debido a la rapidez con la que
asumen los distintos cambios y por ello resulta
15. Niños inflando una vejiga
difícil hallar los residuos de la organización
primitiva. Sin embargo, en Esparta estas
estructuras se conservan en pleno vigor y vemos en el apogeo de la ciudad como aparecen
claramente las fratías. Los guerreros viven juntos y separados de la familia. Y no es casual
que sea aquí donde se crea el mito del rapto de Elena. El caso de Roma, como
posteriormente el de Inglaterra, al ser pueblos que se caracterizan por conservar su pasado
insistentemente, mantiene más restos de sus organizaciones arcaicas. Estas instituciones se
conservaron siempre en Roma como instituciones religiosas debido a que todo aquello
que ha perdido actualidad o no se entiende, tiende a conservarse como una manifestación
religiosa.
La división más antigua del Estado romano es la curia, siendo ésta a nivel
histórico, asociaciones piadosas, donde se rinde culto a divinidades tutelares de la ciudad.
Junto a la curia también se encuentran como sociedades antiguas, los colegios o compañías
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de sacerdotes. Una de las más antiguas y arcaicas por su vestimenta, cantos y rituales era la
de los sacerdotes Salii. Tenía una estructura dual, de doce miembros cada uno y estaba
consagrada al culto de Marte, el dios latino que simboliza a un tiempo la guerra, la
agricultura y el pastoreo. En sus fiestas, los salios celebraban procesiones en las que
danzaban una primitiva danza bélica. De aquí su nombre: Salii -de salire-, saltar, danzar. El
jefe de cada uno de los cuerpos, que danzaba delante del grupo, se llamaba prae-sul, el que
baila delante. Como vemos, encontramos entre los salii todos los síntomas del primitivo
club juvenil. Y lo encontramos unido a la fundación de la sociedad y del estado romano14.
Cuando Roma consigue acabar con los reyes que eran etruscos y se organizan en república,
lo primero que hacen es recuperar sus antiguas tradiciones y colocan al frente de ésta, dos
cónsules. Aunque se discute el origen etimológico de la palabra cónsul, existe una
propuesta que la pone en relación con la de prae-sul. Según esto, cónsules significa los que
danzan juntos, los dos prae-sules o jefes de los jóvenes guerreros y danzarines, que
pertenecían a la asociación varonil; su casa se llamó curia. Parece ser que en su lejano
origen dichos saltos estaban vinculados a una magia expresiva de floración, es decir,
constituían una reminiscencia de danzas prehistóricas que en el transcurso de los siglos
evolucionaron al ser incorporados al culto de varios dioses. Para mayor redundancia, una
reciente explicación de esta palabra no es otra que curia-coviria, es decir, reunión de
hombres varones. Es evidente que bajo la corporación salia encontramos la supervivencia
de los primitivos clubs juveniles, fundadores del Estado Romano. Si a todo esto, añadimos
la sugestiva leyenda del rapto de las sibilas, surgida en los principios de la ciudad, nos
confirmamos más de que ésta hipótesis del club deportivo como origen del Estado, no está
nada descaminada15. Como estamos viendo, no podemos negar de forma apriorística la
existencia del ocio. El ocio a lo largo de la historia y según las distintas culturas, ha ido
adquiriendo distintas acepciones y que son otras tantas respuestas a la pregunta sobre que es
el ocio y/o el tiempo libre y que extrapolados al resto de la vida social han llegado a ser
rasgos diferenciales de la cultura de esa época y de esa sociedad16. Según Thorstein
Veblen17, la Institución de una clase ociosa se encuentra en su máximo desarrollo en los
estadios superiores de la cultura bárbara […] Las clases altas están consuetudinariamente
exentas o excluidas de las ocupaciones industriales y se reservan para determinadas tareas
a las que se adscribe un cierto grado de honor [… ] Esas ocupaciones no industriales de
las clases altas pueden ser comprendidas, en términos generales, bajo los epígrafes de
gobierno, guerra, prácticas religiosas y deportes […] Cuando el esquema está plenamente
desarrollado, hasta los deportes son considerados como de una dudosa legitimidad para los
miembros de rango superior.
Frederic Munné18, señala cinco etapas o hitos en la historia del ocio y que
inciden en las distintas formas de ver el tiempo libre y el ocio a lo largo los siglos. El caso
histórico más conocido de apuesta por la cultura del ocio, fue la que se originó en la Grecia
antigua. El profundo sentido cultural griego dio una importancia fundamental a la
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contemplación de los supremos valores de su mundo: la verdad, la belleza, la bondad y que
resumían como contemplación de la sabiduría. Esta
forma de entender la vida, exigía una vida de ocio.
En este sentido, tenemos que señalar la "Skholé",
como ideal griego. La vida griega exigía una vida
de ocio, de Skholé. Etimológicamente esta voz
griega significa, cesar o parar. Coincide con el
sentido literal que damos a la expresión de "tiempo
libre". Su sentido originario era estar desocupado y
por tanto disponer de tiempo para uno mismo. La
Skholé no era un simple no hacer nada, sino su
antítesis: un estado de paz y de contemplación
creadora. Para conseguir ese estado, necesariamente
uno debía estar desocupado, es decir no sujeto al
trabajo. Los griegos consiguieron ese estado ideal,
16. Pedro el Grande
gracia a una división del trabajo, donde unos pocos,
los ciudadanos libres, tenían todo el tiempo para la
vida contemplativa, mientras que el resto que eran los esclavos, debían dedicar todo su
tiempo al trabajo. Gracias a la esclavitud, unos pocos ciudadanos pudieron ser libres y
dedicar su tiempo a llevar una vida ociosa. De acuerdo con esto, los griegos pensaban que
sólo el hombre que posee ocio es libre. Esta idea sobre el ocio, fue alabada por los clásicos
griegos, como Sócrates que ensalza el ocio como la más bella de las riquezas, o Platón que
destaca como los trabajos manuales eran despreciados por los griegos “La naturaleza no
hace al zapatero ni al herrero; semejantes ocupaciones degradan a la gente que las ejerce,
viles mercenarios, miserables sin nombre que son excluidos de los derechos políticos por
causa de su mismo estado”, y Aristóteles que es el que nos presenta una idea del ocio más
elaborada; para Aristóteles la Skholé es un fin en sí mismo, un ideal de vida, cuya antítesis
es el trabajo. Por eso escribe en la Etica a Nicómaco que "estamos no-ociosos para tener
ocio", es decir que el trabajo es un medio y el ocio es el fin. También Epicuro, nos cuenta
que el ocio es la vía que exige estar libre de ocupaciones, incluso de placeres, y posar en la
serenidad de uno mismo19. En Roma no prosperó, según Munné, la visión griega sobre el
ocio. Cicerón habla del "Otium", como tiempo de descanso del cuerpo y recreación del
espíritu, necesario para volver a dedicarse, tras la recuperación, de nuevo al trabajo. El
trabajo no tiene como en Grecia una significación negativa. El ocio pasa a ser un medio y el
trabajo un fin. Interpretaron la manera de entender el ocio, como algo necesario para el
descanso del cuerpo y del espíritu. El ocio como lo entendían los griegos ha sido invertido.
El ocio ciceroriano, no es un tiempo de ociosidad, sino de descanso y de recreo tanto como
de meditación. El ocio romano, también introduce por primera vez, el ocio de masas,
organizado por el Estado y dirigido a las clases populares, ocio que las clases dirigentes
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menospreciaban pero que sin embargo utilizaban como medio de dominación social.
Munné, nos dice que sólo hay una excepción en la forma de ver el ocio en la época romana.
Es Séneca que mantiene un concepto similar al de Aristóteles y Epicuro, señalando que es
necesario liberar su tiempo, robado por los negocios y las ocupaciones para dedicarlo al
descanso, condición “sine qua non” para adquirir la sabiduría, la virtud y la felicidad a
través del cultivo del espíritu y de la contemplación desinteresada de la propia alma. Ocio y
negocio forman parte constitutiva del hombre completo. Pero en el caso de Roma, sólo en
las clases altas se integra plenamente el concepto de ocio de Cicerón. Para el resto del
pueblo se redujo a descansos y sobre todo a diversión organizada. A través de los “ludi y los
munera” y todo tipo de espectáculos, organizados por el Estado en los días de fiesta que
ocupaban casi la mitad del calendario, el ocio popular se separa y distingue, en una clara
dicotomía, del ocio de las élites. El carácter de ocio dirigido se manifiesta claramente en el
famoso dicho de “panem et circenses”; la sociedad romana no podía vivir sin los juegos,
constituyéndose en el fundamento de su existencia. El circo no sólo es el marco donde se
celebran las carreras sino también donde se manipula al pueblo y donde los partidos
políticos entablan sus luchas y defienden su posición en el Estado. El legado de Roma al
patrimonio histórico del ocio es en este sentido contradictorio20.
El concepto de ocio romano ha sobrevivido, no así el concepto de la skholé, y
podemos señalar que en la actualidad, en las sociedades industriales, se encuentra
nuevamente vigente. Es ocio utilizado como medio de descanso para recuperar el esfuerzo
del trabajo o como simple medio de evasión social. El ideal del ocio griego está
considerado como algo imposible, a no ser que en un futuro próximo, las máquinas
pudieran sustituir el tiempo del trabajo humano. En este sentido, se desenvuelve la obra de
Luis Racionero "Del paro al ocio". El derecho al paro de Racionero viene a significar el
derecho al ocio heleno, es decir al no trabajo, a la vida ociosa que lleva consigo un "otium
cum dignitate". Derecho al Ocio, derecho a la salud, a la belleza, a la verdad, al estudio, a la
intimidad, a viajar, a la satisfacción sexual, a la paz, a ser únicos, diferentes, a ser
autónomos21. En la época medieval, el ideal contemplativo griego se refugia en los
monasterios. La vida contemplativa pasa a ser uno de los ideales de vida, mientras que en
ciertos aspectos el trabajo pasa a ser algo que se hace en los ratos libres. Tomás de Aquino
asume el concepto de vida ociosa de Aristóteles, dándole una dimensión cristiana. El ocio
popular consiste básicamente en un tiempo de descanso y diversión, normalmente
controlado por la iglesia y por el señor feudal. A partir de la Baja Edad Media y comienzos
del Renacimiento, surge un nuevo concepto del ocio. Es el ocio como ideal caballeresco,
inspirado en un espíritu lúdico clasista y que consiste en liberarse del trabajo para dedicarse
a actividades libremente elegidas, como la guerra, la política, el deporte la ciencia o la
religión. La vida ociosa, se convierte en un indicador de posición social, de riqueza y de
poder. Esta forma de emplear el tiempo de ocio se convierte poco a poco en un signo
exterior de nobleza cada vez más opuesto al tiempo servil del trabajo. El ocio caballeresco
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que empezó siendo un medio, pasó con el transcurrir del tiempo a adquirir un valor en sí
mismo. Se llega así al derroche y a un nuevo concepto del ocio: la del ocio como
ociosidad22. El principal enemigo del señor feudal, cuando abandonaba el campo de batalla,
era el aburrimiento, entonces para llenar su ocio se dedicaba a una serie de actividades que
Michel Massian, en su libro “La caballería”, enumera así: 1. Competir en los torneos; 2.
Salir de cacería; 3. Practicar la pesca en agua dulce o salada; 4. Pasear; Durante el
invierno, calentarse al amor de la chimenea; 5. Durante el verano, refrescarse en el
huerto; 7. Acoger a los jugadores de paso; 8. Aprender y enseñar esgrima; 9. Organizar
peleas de animales; 11. Jugar al ajedrez o a los dados; 11. Comer y beber; 12. Recibir
invitados; 13. Cortejar doncellas; 14. Hacerse sangrías con sanguijuelas y 15. Mirar por
las ventanas23.
La Iglesia durante todo ese tiempo controla el ocio personal y así, entre los
descansos obligados entre siembra y cosecha, añade días de fiestas de obligado
cumplimiento. El pueblo utiliza como una forma de liberarse de la represión social,
religiosa y moral del medievo, fiestas de un tono claramente pagano como las
Carnestolendas. El contenido del ocio medieval estaba relacionado casi siempre con la
música y la danza, y se solían celebrar en las plazas públicas, el granero o el campo. A
partir del siglo XVIII, esta forma de vida ociosa tiene que adaptarse a las nuevas ideas
puritanas. Los hombres de negocio, según
nos cuenta Veblen, se ven obligados al
trabajo y el ocio se disfraza de trabajo,
mientras que el sentido del ocio anterior
pasa a la esposa y a los sirvientes (clase
ociosa vicaria). Con una fuerte reacción a la
idea del ocio caballeresco, aparece la ética
protestante que condenará a la conducta
ociosa como el vicio madre de todos los
vicios. Es el ocio entendido como ociosidad
en el sentido peyorativo, como algo
antinatural, improductivo. El ocio es visto
17. Los que no fueron a Montreal
como ausencia de esfuerzo y por tanto
entendido como un no hacer nada. Al ocio negador de la libertad, se opone el trabajo, fuente
de ella. En esta etapa el ocio ha pasado de ser un ideal a algo pernicioso y condenable. El
puritanismo protestante suprimió el culto a los santos y por supuesto todos los días de fiesta
que se convirtieron en días productivos. El movimiento protestante limitó todo tipo de
distracciones, incluso la educación física y los deportes sufrieron fuertes prohibiciones24.
La interpretación del ocio según las ideas puritanas, se ha mantenido hasta nuestros
días y por ello cuando se habla de este término, la mayoría de las personas mantienen un
concepto negativo del mismo. Incluso el deporte moderno está imbuido con esta idea al
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contemplarlo solamente como una actividad agonística, donde lo único importante es el
resultado y su sentido utilitario. Al deporte como al resto de las manifestaciones culturales
se les quitó su sentido ocioso, olvidando totalmente el sentido helenístico heredado de los
griegos. A partir de los años 60, se inicia un movimiento que intenta recuperar el concepto
perdido del ocio, incluido por supuesto el deporte. Es el deporte para todos, cuya expresión
más avanzada la podemos observar en los deportes californianos. En España, el primero
que intenta hacer un estudio serio sobre el tema fue José María Cagigal, que ya en 1971
escribió un ensayo titulado "Ocio y deporte", sobre la base de la teoría de Dumazedier.
Actualmente estamos viviendo el nacimiento de nuevos deportes que tienen como
denominador común el buscar nuevamente la ociosidad dentro del deporte. Durante el
Renacimiento, la vida activa se opone a la vida contemplativa y más tarde en la Ilustración,
el ideal se racionaliza y adquiere una dimensión humana: La Encyclopédie (1751) se refiere
al ocio como: "El tiempo vacío que nuestras obligaciones nos dejan y del que podemos
disponer de manera agradable y honesta; si, nuestra educación ha sido adecuada y se nos
ha inspirado un vivo deseo hacia la virtud, la historia de nuestras actividades libres será la
parte de nuestra vida que más nos honrará después de la muerte y que recordaremos con el
mayor consuelo una vez llegado el momento de tener que abandonar la vida: la parte de
las buenas acciones realizadas por gusto y con sensibilidad, sólo determinadas por nuestro
propio beneficio". Con la llegada de la revolución industrial, la jornada laboral, en lugar de
reducirse se va incrementando, hasta que la situación creada es insostenible y surgen los
movimientos sociales en busca básicamente de dos reivindicaciones: la reducción de la
jornada laboral y el aumento de los salarios. Y poco a poco va surgiendo un tiempo nuevo,
sustraído al tiempo de trabajo que el liberalismo imperante no sujetará a norma alguna,
dejándolo a libre disposición individual. Este tiempo libre es distinto al que hemos
observado en los casos anteriores, pues surge del trabajo y en principio se empieza a llenar
con actividades relacionas casi siempre con el consumo de masas y que los dirigentes
modernos van a utilizar para sus propios intereses económicos. No importa tanto el ocio,
sino el trabajar menos. El ocio burgués nos da una imagen nueva del sentido ocioso;
mientras que en Grecia y Roma o durante la Edad Medía y el Renacimiento, se le da al ocio
un sentido positivo o negativo a ese tiempo, en el ocio moderno lo que se valora según
Munné, es el tiempo que se quita al trabajo ya que al principio el tiempo libre disponible es
un tiempo en blanco, sin ningún contenido.
Actualmente apenas queda la idea del ocio como actividad contemplativa,
dominando la idea del ocio romano aunque desprendida de la dimensión humana. Es el ocio
de los que entienden o emplean el descanso o la diversión como un simple medio de
evasión social o para trabajar mejor. Es la idea transmitida por el puritanismo inglés de que
lo más importante es el trabajo y cualquier otra cosa que se aparte del carácter utilitario de
este, es una pérdida de tiempo y no tiene ningún valor humano y social. Autores
contemporáneos discuten el problema de relación entre el tiempo libre moderno y el ocio.
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CONCEPTUALIZACIÓN DEL OCIO
La cuestión planteada es ¿si el ocio moderno, tiempo sustraído al trabajo, es tiempo libre?
El tema está en discusión, pues mientras unos tratan ambos conceptos con el mismo
significado, otros en cambio, los distinguen y diferencian de forma clara25.
1.4.2. EL OCIO COMO PRÁCTICA DE TIEMPO LIBRE. Sebastián de Gracia, en
su obra “Of Time, Work and Leisur”e, intenta aclarar el confusionismo que existe entre
los dos términos. El tiempo libre, nos dice, es tiempo fuera del empleo, tiempo
desocupado; es liberación del trabajo y por lo tanto opuesto a éste; en cambio al ocio no
le afecta el trabajo; es cualitativo, y algo que no es totalmente realizable, que pocos
desean y menos alcanzan. El tiempo libre es más bien cuantitativo; como el trabajo se
mide en unidades de tiempo. Todo el mundo puede tener tiempo libre, más no todos
pueden tener ocio. Desgraciadamente en nuestros días, según de Grazia, el ocio se ha
transformado en tiempo libre. Marcuse, afirma por el contrario, que la gente tiene ocio
pero no tiene tiempo libre. El Estado regido por una economía de bienestar, es un
Estado sin libertad, un Estado que limita de manera sistemática el tiempo libre
disponible. Existe ocio pero el tiempo dedicado al mismo no es libre porque está
administrado por los negocios y por la política. Las posiciones enfrentadas de estos dos
autores expresan las diferencias existentes entre las concepciones burguesa y marxista.
Si a éstas, unimos los distintos tipo de entender el ocio a lo largo de la historia,
comprobaremos que el ocio y el tiempo libre han estado ligados siempre a las ideas y
políticas dominantes en cada época así como a los intereses económicos de los sectores
sociales en hegemonía.
Uno de los pocos caminos posibles para llegar a dar una definición del ocio
como tiempo libre es realizar un análisis tanto de la temporalidad como de la libertad, ya
que son los dos componentes que constituyen el
fenómeno y los que nos pueden conducir desde el
ocio al tiempo libre y como a veces como el ocio
puede no darse como tal tiempo libre. Existen
numerosas definiciones del tiempo libre y del ocio
y que Munné recoge en su obra26. Desde el punto
de vista del tiempo, ocio y trabajo aparecen como
dos polos opuestos. Desde el punto de vista de la
obligación, el tiempo libre es el que queda libre
después de las necesidades y obligaciones, y
comprende actividades no obligatorias sean o no
productivas. Mientras que el trabajo, siempre
18. Juego de la gallinita ciega
implica productividad esté o no remunerado. Para
Dumazedier, la vida cotidiana no está bipolarizada entre el trabajo y el ocio. Aparecen unas
actividades intermedias, que no son trabajo pero tampoco son ocio y que están situados en
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una posición fronteriza entre ambos conceptos. Los llama "semiocios" y los clasifica en
cuatro grupos27:
a) Las actividades de carácter semilucrativo o semiinteresado: mecánica, pesca,
participación remunerada en sociedades deportivas, etc.
b) Las tareas domésticas de carácter semiutilitario y semirecreativo: jardinería, oficios
diversos, cría de animales, etc.
c) Las ocupaciones familiares, semiedutivas y semirecreativas: participación de las
lecciones o en los juegos de los niños, etc.
d) Los trabajos de ocio, hechos para sí, para la familia, los amigos, las sociedades:
bricolage, decoración, etc.
Otro autor, Anderson, dividía las actividades en trabajo y ocio. A su vez distinguía
en el ocio actividades de recreación para designar el tiempo dedicado al descanso, la
diversión y el desenvolvimiento personal y de "choring", tomando este término inglés para
referirse al tiempo empleado en atender las obligaciones familiares y sociales. Boris
Grushin no está de acuerdo con considerar las actividades de semiocios dentro del ocio y
entiende que éstas no son libres, ya que son estrictamente obligatorias. Se refiere a las
actividades domésticas, desplazamientos al trabajo, las compras, cuidar a los niños o
atender las necesidades fisiológicas. El tiempo libre, según este autor, es el que queda
después de cumplir todo género de obligaciones ineludibles. Henri Lefebvre, en su estudio
de la vida cotidiana en el mundo moderno, divide el tiempo cotidiano entre: el tiempo
obligado, ocupado por el trabajo profesional; el tiempo libre, que es el de los ocios; y el
tiempo constreñido (contraint), dedicado a las diversas exigencias fuera del trabajo, como
son los transportes, las formalidades sociales etc28. Frederic Munné, atendiendo a la
diferente naturaleza interna del condicionamiento de la conducta distingue entre29:
1) Tiempo psicobiológico: es el ocupado por las conductas impulsadas por nuestras
necesidades psíquicas y biológicas elementales: sueño, nutrición, actividad sexual, etc. Es
un tiempo de individualismo ya que se refiere siempre a condiciones endógenas a cada
persona aunque no creadas por ellas. Es un tiempo heterocondicionado puesto que no
depende en ningún momento de uno mismo.
2) Tiempo socioeconómico: es el tiempo empleado en las conductas derivadas de las
necesidades económicas, consistentes en una actividad laboral, productiva de bienes y
servicios, sean o no materiales, para "ganarse la vida" o con vistas a ello. Incluye el trabajo
doméstico de la mujer y el tiempo de los estudiantes destinado a su formación. Este tiempo
está totalmente heterocondicionado, dándose el autoacondicionamiento en pequeñas dosis
(elección del trabajo, etc.).
3) El tiempo sociocultural: es el tiempo invertido en relacionarse socialmente. Es el
tiempo invertido en visitar a unos amigos, ir al cine, votar en unas elecciones, cumplimentar
algún tipo de impreso oficial, cuidar a los hijos, asistir a un mitin político, o a una función
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religiosa. En el tiempo sociocultural, el hetero y el autocondicionamiento se dan
entremezclados de un modo más o menos equilibrado.
4) El tiempo libre: son acciones que el hombre realiza sin una necesidad externa que le
obligue. No es que en ellas no exista necesidad, pero ésta nos es intrínseca; es autocreada y
autocondicionada por cada persona. Uno mismo es quien pone, más que impone las
condiciones para la satisfacción de aquella necesidad. Por eso cuando la voluntad hacía la
realización de una actividad cesa, dejan de darse como libres. Son totalmente
intransferibles; como ejemplo, uno no puede divertirse por otro.
La conclusión a que nos lleva el análisis anterior sobre los tipos de tiempo, lleva a
Munné a decirnos que: "El tiempo libre está constituido por aquel aspecto del tiempo
social en el que el hombre autocondiciona, con mayor o menor nitidez su conducta
personal y social. Sin embargo, lo que se define propiamente como tiempo libre es el
tiempo ocupado por aquellas actividades en las que domina el auto condicionamiento, es
decir, en las que la libertad predomina sobre la necesidad." Éste, a diferencia del restante
tiempo social, es el tiempo dedicado a aquellas acciones que tiende a satisfacer
necesidades autocreadas”30. Todos los estudios sobre el ocio tienen siempre en estos
últimos años un punto de referencia obligado y que es la aportación de Joffre Dumazedier,
con su famosa definición sobre el tema que estamos tratando. Aunque el proceso de
elaboración de su teoría se da en dos etapas, debemos decir de acuerdo con Munné que en
el fondo, no cambia sustancialmente una de otra y aunque en principio, él mismo se
desdice del planteamiento de la primera, lo único que hace realmente es profundizar más en
su teoría utilizando si acaso términos diferentes para decir lo mismo. A través de una serie
de investigaciones de campo, realizadas en Francia sobre la situación del ocio desde 1830
hasta mediados del presente siglo, duplicada por una encuesta sobre la representación
vivida del ocio, según una muestra de 819 obreros y empleados urbanos de sexo masculino,
de diferentes regiones francesas, dio como resultado la siguiente definición: "El ocio es un
conjunto de ocupaciones a las que el individuo puede entregarse con pleno consentimiento,
ya sea para descansar o para divertirse, o para desarrollar su información o su formación
desinteresada, su voluntaria participación social o su libre capacidad creadora, cuando se
ha liberado de todas sus obligaciones profesionales, familiares y sociales". Esta definición
que tiene un carácter funcional comprende lo que se ha venido en llamar las tres "D" o las
tres funciones del ocio:
1) El descanso: que nos protege de la fatiga y la tensión nerviosa producida por las
tensiones derivadas de las obligaciones cotidianas y en particular el trabajo.
Posteriormente añadiría lo del poder de recuperación u ocasión de holganza.
2) La diversión: que nos libera del aburrimiento y de la monotonía de las tareas rutinarias
del trabajador en la fábrica o en la oficina. En su segunda etapa lo completaría con lo de
"liberarse del aburrimiento cotidiano debido a las tareas parcelarias y repetitivas
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abriendo el universo real o imaginario de la diversión autorizada o prohibida por la
sociedad.
3) El desarrollo de la personalidad: que nos libera de los automatismos del pensamiento y
de la acción cotidiana o como dijo más tarde, "abriendo la vía de una libre superación de
sí mismo y de una liberación del poder creador, en contradicción o armonía con los
valores dominantes de la civilización31.
Erich Weber, autor más inclinado hacía el subjetivismo, considera que las funciones
más importantes del tiempo libre son: la regeneración, la compensación y la ideación. La
regeneración o recuperación de las energías corporales y anímicas es la más importante por
ser absolutamente necesaria. Puede ser pasiva, cuando el cansancio es total: como el sueño
y el reposo, o activa, en forma de juegos, excursiones, trabajos de jardinería, etc. La
compensación consiste en el equilibrio de las frustraciones, mediante la superación de las
dificultades o indirectamente con una sustitución de los anhelos no satisfechos. Y la
ideación, es el ocio contemplativo, posible sólo en el tiempo libre de trabajo. Como
podemos observar, existe un paralelismo entre los dos autores a pesar de partir de dos
concepciones distintas32.
Funciones del ocio en Dumazedier
Weber
Funciones del tiempo libre en Erich
Descanso
Diversión
Desarrollo de la personalidad
Regeneración
Compensación
Ideación
Para Dumazedier, su concepto de liberación se encuentra definido en relación con
la liberación del trabajo tanto del profesional como del familiar considerando que el ocio
presenta cuatro caracteres esenciales33:
1) El ocio es liberatorio, en relación con el trabajo y demás obligaciones básicas de
carácter primario. Es de libre elección, y si por algún motivo se convierte en obligación,
deja de ser ociosa.
2) El ocio es gratuito, no obedece a ningún fin sea lucrativo, utilitario o ideológico.
3) El ocio es hedonístico, se orienta siempre hacía la búsqueda de satisfacción personal,
tomado como fin en sí mismo.
4) El ocio es personal, atiende siempre a grandes necesidades individuales: de liberarse de
la fatiga, de las rutinas y estereotipos sociales impuestos.
Dumazedier insiste en la liberación, como la característica más importante: el ocio,
según él, es de hecho, liberación de las obligaciones primarias tanto en el trabajo que
impone la empresa y la escuela como las de las instituciones familiar, cívica y espiritual.
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CONCEPTUALIZACIÓN DEL OCIO
Hay autores que designan la liberación, con el nombre de "compensación". En ese caso se
encuentra Friedman, que fue uno de los primeros en ver en el ocio, el fenómeno de la
compensación como liberador de tensiones y frustraciones, sobre todo por el provocado por
el trabajo industrial34. Aunque Dumazedier no nos explica que es la compensación, si lo
hace Weber siendo para él, un equilibrio frente a determinadas insuficiencias y
frustraciones personales producido por la satisfacción de deseo reprimidos35. Como vemos,
este análisis de la compensación, afecta a las tres "D" de Dumazedier: al descanso, a la
diversión y al desarrollo de la personalidad, confirmando la naturaleza general de este
término que abarca prácticamente las características más importantes de su teoría. Otro
aspecto que estudia Dumazedier, en su segunda etapa, es la cuestión de la autonomía del
ocio. Nos dice que más allá del ocio liberador está el ocio autónomo, haciéndose partícipe
de la corriente existente en ese momento en la sociedad a colocar en una situación
prioritaria el tiempo vivido fuera del trabajo. El ocio debe ser considerado como un
fenómeno en sí mismo y con su propia dinámica y en recíproca igualdad con el trabajo, la
familia, la política, la religión y la cultura, porque el tiempo libre, nos dice, tiene ya la
fuerza de un hecho autónomo.
Para terminar con el estudio de la obra de Dumazedier, relacionada con el mundo
del ocio, vamos a profundizar en la trilogía de las tres "D"36. El tiempo de descanso es el
que utilizamos para liberarnos de la fatiga. La fatiga, desde un punto de vista objetivo,
consiste en una disminución de las capacidades de nuestro organismo a causa de una
actividad prolongada, de carácter muscular, sensorial o mental. De forma subjetiva, se
refiere a la sensación de dicha disminución. Realmente los efectos del descanso sobre la
fatiga no ocupan un tiempo libre sino psicobiológico. Sin embargo, la importancia de los
efectos de la fatiga sobre el tiempo libre es elevada ya que inmediatamente se pierde
capacidad para organizar el tiempo de ocio. A la gente cansada le resulta difícil organizar
sus asuetos. En esos casos se necesita "el descanso liberador", que consiste en reposar, en
el más amplio sentido de la palabra: una siesta, paseo o conversación, o simplemente no
hacer nada. Cuando el descanso es activo, tal como nos indica Weber, la actividad se
convierte en lúdica y su tiempo en recreación. Pero también hay que decir de acuerdo con
este autor que la regeneración, que no tiene valor en si misma, se convierte en el
presupuesto básico para todas las formas superiores de comportamiento del tiempo libre.
Hablamos del descanso liberado, cuando sin estar fatigados, permanecemos en una actitud
de descanso "queriendo dejar pasar el tiempo". Al estar liberados, el acto es el resultado de
una autocondición que afirma nuestra voluntad y nos permite gozar plenamente de la
situación. Nunca surge el aburrimiento en este tipo de descanso; es perder el tiempo porque
no se tienen ganas de hacer nada más y para evitar hacer otra cosa. Ejemplos del descanso
liberado son: "tomar el fresco", mirar "como pasa la gente", ver, sin mirar, un programa de
televisión, oír sin escuchar, música por la radio, pasear, ausentes de cuanto nos rodea y de
nosotros mismos”.
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La diversión es otra de las formas de cubrir el tiempo de ocio, de acuerdo con
Dumazedier. Etimológicamente la palabra procede del verbo latino divertere, que significa
alejarse de algo, dirigirse hacía otra cosa o a otra parte. La forma de anular el fenómeno del
aburrimiento es precisamente a través de la diversión y esta se desarrolla normalmente con
conductas lúdicas; por tanto, el juego es la forma genérica de la diversión. Aunque del
juego trataremos más adelante, estudiando sus características y sus funciones, debemos
decir que en principio consiste en una actividad física y/o mental, realizada sin un fin
utilitario, sólo por el placer que proporciona. Las teorías más conocidas para explicar el
concepto del juego las vamos exponer a continuación, por considerar importante saber que
es lo que entienden los teóricos sobre este tema, origen del juego deportivo37:
1) Teorías sobre el exceso de energía, que entienden que el juego es una liberación
psicofisiológica de energía vital para restablecer el equilibrio del organismo. Según
Schiller el juego es como un desencadenamiento de energía excedente; el instinto del juego
se debe a una energía biológica excedente que se vierte ya en una forma inferior
consistente en los ejercicios físicos -deporte- y otra, superior que produce los sentimientos
-arte-. (Schiller).
2) Teoria teleológica del ejercicio preparatorio, donde Fröbel en primer lugar nos dice
que así como el hombre trabaja y Dios crea, el niño juega. El juego es un medio necesario
para la educación infantil. Posteriormente Groos a finales del siglo pasado, explica que el
juego es una auténtica preparación para la vida que tiene su base en los instintos. Esta
teoría se sustenta en cuatro afirmaciones: 1ª) La existencia de elementos aprendidos en el
juego. 2ª) El juego es una práctica. 3ª) las actividades consideradas como inútiles tienen
una finalidad biológica concreta y 4ª) Tanto el niño como el animal juegan porque
encuentran placer en esa actividad y en eso se basa su libertad.
3) La teoría de la recapitulación, que defiende la idea de que el juego es una repetición de
costumbres ancestrales que representan anteriores etapas sucesivas del hombre. El niño es
un eslabón en la cadena evolutiva y en su vida embrionaria pasa por todas las etapas
desde el protozoo hasta el ser humano (Stanley).
4) Teorías fisiológicas, pero con matices distintos a las anteriores han sido las propuestas
que dicen que la vida orgánica es actividad por lo
que el juego responde a una necesidad natural de
movimiento (Dewey). O bien, que la actividad
lúdica responde a un dinamismo biológico
espontáneo que va de la tensión a la relajación y
cuya esencia se encuentra en la dinámica juvenil.
El juego es imprevisible, antiteleológico y
placentero. El movimiento se limita a un espacio campo de juego- y se desarrolla a través de unas
reglas (Buytendijk).
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19. Libro de los juegos de Alfonso X
CONCEPTUALIZACIÓN DEL OCIO
5) Las teorías de la autoexpresión, son aquellas que afirman que el niño al jugar
representa amplios roles sociales que le permiten dar sus propias respuestas a situaciones
creadas por el mismo (Mead). Posteriormente, Piaget, concibe el juego como una actividad
autoformadora de la personalidad del niño, mediante una asimilación de lo que el mundo
ofrece al yo. En su análisis de la inteligencia considera dos procesos básicos y
complementarios: la asimilación, mediante la cual, el organismo transforma la
información recibida de que pase a formar parte del propio organismo, y la acomodación
que se refiere al ajuste del organismo al medio para asimilar la información. La
adaptación inteligente se produce cuando estos dos procesos están en equilibrio. Si no se
consigue este equilibrio, pueden ocurrir dos cosas: que la acomodación predomine sobre
la asimilación y se produzca la imitación o que la asimilación prevalezca sobre la
acomodación y aparezca el juego.
6) Las teorías psicoanalíticas se fundamentan en Freud y también en Claparéde que había
visto en el juego una catarsis liberadora de emociones reprimidas que deja al sujeto en
libertad para poder desarrollarse. la escuela psicoanalítica defiende la idea de que el
juego es como una proyección de impulsos sociales no aceptados. Todo el simbolismo del
juego opera de catarsis de los impulsos y deseos censurados moral o socialmente. El juego
infantil es una importante forma de aprendizaje y en el de adultos un medio de compensar
el reposo y la monotonía con nuevas experiencias y estimulantes. Las actividades lúdicas
más características son: las necesidades de movimiento y cambio, el instinto sexual, el
deseo de la muerte, los móviles sádicos, la agresividad y la regresión (Slavson). Basado en
el psicoanálisis infantil y la antropología cultural, interpreta el juego de los niños, como
una forma de tratar cada aventura, creando situaciones modelo, y de dominar la realidad
con la experiencia y la organización. El juego del adulto, en cambio, es una evasión de las
formas limitadoras que constituyen la realidad. (Erikson)
7) Las aportaciones de la reflexología (Bechterew, Paulov) que permiten estudiar el reflejo
de la orientación, discriminando y seleccionando los estímulos como paso previo a una
nueva asociación. Gracias a éstos planteamientos, se han comprendido mejor todos los
dinamismos del juego.
8) Teorías del aprendizaje, que afirman que en la base del juego, están presentes
conductas, de un bajo nivel de precisión, una cierta tendencia a la generalización y
repetición de los comportamientos que han sido gratificados (Schlesberg). Otros afirman
que el juego es un comportamiento exploratorio, motivado por la atracción de lo nuevo, la
necesidad de cambio y la incertidumbre que provoca el entorno (Berlyne).
9) Teorías de carácter antropológico, social y cultural, que frente a las teorías
individualistas y psicológicas, destacan la dimensión sociocultural del juego. Señalan por
ejemplo que los juegos tradicionales infantiles, son una degradación de las ceremonias de
los adultos (Frazer). Los juegos, sacan al hombre de la rutina, mitigando la disciplina de
la vida diaria y restaurando en él la plena capacidad por el trabajo rutinario
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(Malinowski). Una de las teorías más elaboradas sobre el mundo del juego, la expuso
Johan Huizinga en su libro "Homo ludens". Defiende al juego como el principio de la
cultura y por supuesto anterior a ella. A través del juego, manifiestan los pueblos su
interpretación de la vida y del mundo. En sus formas más simples está dotado de
significación y en las superiores tiende hacía la figuración, y representaban
simbólicamente la realidad.
Caillois38, nos dice que en el juego puede definirse formalmente como una
actividad libre, separada o delimitada en el tiempo y en el espacio, y de antemano incierta,
improductiva, reglamentada y ficticia. En el juego predomina siempre alguno de estos
impulsos primarios: la competición "agon", el azar "alea", el simulacro "mimicry", y el
vértigo "ilinx". Los dos primeros dan los juegos de la voluntad, según que se basen en ésta
(competición) o en su entrega al destino (azar). Los dos restantes dan los juegos de la
personalidad, representando una segunda personalidad (simulacro, ficción) o dejando libre
o poseída por fuerzas ajenas a la personalidad (vértigo). El juego deja siempre una huella
profunda en la cultura, en la realidad, en la vida cotidiana y en las instituciones. Caillois,
criticó a Huizinga, por un lado, por su concepción demasiado amplia al intentar explicar
toda la historia a través del juego y la cultura y también por ceñirse en sus estudios,
solamente a los juegos de competición.
Las diferentes teorías del juego revelan la complejidad del mismo y la importancia
que tiene en diversos campos de las ciencias humanas. Como resumen, todas las teorías
enumeradas, nos indican dos cosas: el poder de la conducta lúdica para compensar las
limitaciones de la vida seria y su carácter expresivo a través de los numerosos valores
puestos en juego. En cualquier caso, el juego en el hombre revela una manifestación de
libertad. Aunque la forma genérica de la diversión es el juego, n debemos confundir los dos
términos como sinónimos. El juego no es privativo del hombre, pues a estas alturas
sabemos que algunas especies animales también juegan; pero únicamente el hombre se
divierte. La diversión es la manifestación psicológica del juego. A través de ella, el hombre
siente el placer de lo lúdico; tanto en el juego como en la diversión la conducta está
autocondicionada por el sujeto. Por eso constituyen una importante fuerza social. La
conducta lúdica es expresiva de la personalidad cuando es un fin en sí misma y es
compensadora cuando es un medio para divertirse. Al divertirnos para jugar nos entregamos
a una actividad por sí misma y al ser placentera, esta actividad refleja nuestro sentir y
nuestro modo de ser, con ella nos autoexpresamos. En cambio, jugar para divertirnos,
buscamos liberarnos del aburrimiento de lo cotidiano. En ambos casos, la conducta del
sujeto es recreadora. En la diversión recreadora, el quehacer procura un goce
autocondicionado. La diversión recreadora consiste en la plena y consciente entrega a algo
por sí mismo y no por necesidad. El coleccionar cosas, elaborar objetos, juegos amistosos o
eróticos, el baile o el deporte son muestra de nuestra conducta expresiva y reflejan nuestra
personalidad en el ámbito social.
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La tercera función del ocio de Dumazedier, consiste en el desarrollo de la
personalidad39. "Libra del hábito que tiende a limitar los actos, las formas de conducta, las
ideas cotidianas, el automatismo y formas estereotipadas. Permite una participación social
más amplia, más libre y una cultura más desinteresada del cuerpo y del espíritu. Ofrece
nuevas posibilidades de integración voluntaria a la vida de grupos recreativos, culturales y
sociales. Permite completar libremente los conocimientos afectivos o intelectuales, cultivar
las aptitudes, adquiridas en la juventud, pero constantemente superadas por la evolución
completa y continua de la sociedad. Incita a adoptar actitudes activas, en el empleo de las
distintas fuentes de información tradicionales y modernas, espontáneas u organizadas.
Crea formas nuevas de aprendizaje, a lo largo de la vida. Produce formas de conducta
innovadoras y creadoras en el tiempo libre. Aporta a todos los trabajadores la posibilidad
de mayor tiempo para la contemplación, la acción desinteresada o la creación libre". A
pesar de que una descripción tan amplia, nos hace pensar que Dumazedier, no tenía muy
claro en que consistía esta última función, personalmente creo que lo que le faltó fue una
capacidad de síntesis y de claridad de ciertos conceptos relacionados con la creatividad, a la
hora de definir sus características. La creación es la actividad humana por la que una
persona autocondicionalmente produce algo nuevo. Se puede referir a cualquier tipo de
manifestación humana: filosofía, arte, técnica o política. La conducta autocondicionada se
realiza a través del trabajo lúdico, es decir, aprovechando la fuerza creadora del juego.
Debido a la doble dimensión personal y social de la personalidad. La vía del pensamiento
da origen a la contemplación creadora; la vía de acción a la participación creadora. La
contemplación, a su vez, puede ser activa o pasiva; en la contemplación activa podemos
citar, el escribir un libro o pintar un cuadro. La creación pasiva, se manifiesta a través de la
crítica de una obra ya creada. Cuando la crítica es tan profunda que transforma lo creado,
nos lleva a la creación activa. A través de la creación contemplativa, la persona se afirma
desde sí misma, mientras que en la creación activa, la participación se afirma desde los
demás, por ello ambas vías son contrapuestas40. Georges Friedman, citado por Munné
señala que en nuestro tiempo, para millones de hombres y mujeres, cuyo trabajo cotidiano
para ganar el sustento no tiene valor enriquecedor ni equilibrador, la realización personal y
la satisfacción no pueden ser buscadas más que en las actividades de ocio.
Para el ideal griego, según vimos sobre todo con Aristóteles, la contemplación no
sólo se opone al trabajo manual sino también al del político y al del guerrero. En el
medievo insisten en el concepto clásico, dotándolo de un sentido religioso. Pero a partir del
humanismo renacentista se acentúa el valor de la participación a través de la vida práctica y
mundana. Con la Ilustración se unen los dos conceptos al verse en el conocimiento un
instrumento de acción sobre el mundo. De nuevo el Romanticismo encuentra, a su manera,
el ideal contemplativo. Marx analiza el pensamiento ilustrado, insistiendo más en el valor
de la praxis como acción transformadora de la realidad. Durante la época moderna la vida
contemplativa queda rota, siendo sustituida por la acción, el rendimiento y el trabajo41.
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También los autores modernos incluido Dumazedier, están cogidos dentro de esta dualidad
contrapuesta. Así este autor, valora más la participación social que la vida contemplativa al
identificar el desarrollo de la personalidad con la cultura popular. Otros en cambio hacen lo
contrario. Como ejemplos tenemos a Erich Weber; Para él la contemplación es la
culminación del tiempo libre, su forma superior. En la vida contemplativa está la esencia
del ocio. Nos da como ejemplos de vida contemplativa, la observación artística, la reflexión
filosófica, la devoción religiosa y las fiestas y festividades profanas y sagradas. En resumen
para Weber la contemplación constituye, el más alto ideal de vida (tiempo libre como
ideación)42. En la práctica, nos dice Munné, no existe realmente esa contraposición debido
a que el tiempo de creación no se da con una pura contemplación ni con una mera
participación; "ninguna de las dos vías por sí solas, son creadoras. La contemplación
implica una praxis que exige siempre cierta participación en la realidad social y por su
parte tampoco cabe una participación auténtica sino la apoya una teoría. Cuando una vía
se separa de la otra hay seudocreación. Es lo que ocurre cuando la participación en
grupos religiosos, políticos o de cualquier índole es fanática o rutinaria. Esto es así porque
la creación se apoya en la imaginación, es decir, en la fuerza de la libertad capaz tanto de
mover el pensamiento como dirigir la acción. Pero para ser realmente creadora de
realidad, la imaginación ha de dejar el pensamiento en libertad de acción o la acción en
libertad de pensamiento. Lo primero se consigue con la contemplación participativa, lo
segundo con la participación contemplativa. Esto es lo que no hace quien emplea su
imaginación para divertirse, construyendo falsamente otra vida […] El tiempo de creación
es, por todo ello, el hábito más propio del homo faver en el sentido más radical de la
expresión: un tiempo de hacerse al hacer43.
Otra visión del ocio y del tiempo libre, realizada desde el campo de la sociología, es
la que han dado en su libro "Deporte y ocio en el proceso de la civilización", Norbert Elías
y Eric Dunning44. Su hipótesis parte de la idea de que en las sociedades industriales
avanzadas, las actividades recreativas constituyen un reducto en donde la emoción se puede
aún expresar, sin que en principio exista limitaciones o restricciones. Fuera de ellas
funcionan una serie de controles fuertes y uniformes que caracterizan a estas sociedades y
que surgieron en el curso de una peculiar transformación de las estructuras sociales y
personales. Tales restricciones surgen de un proceso civilizador bastante largo que culmina
en la gestación del Estado moderno. Como puede observarse en sociedades relativamente
ordenadas, como las occidentales, la rutinización invade todas las esferas de la vida,
incluidas las de mayor intimidad. La rutina cotidiana se intenta paliar con la emoción lúdica
y agradable que los individuos buscan en sus ratos de ocio. La emoción es según estos
autores lo que da sabor a todos los placeres relacionados con el juego. Lo que los humanos
buscan en sus actividades recreativas miméticas no es liberarse de las tensiones sino, por el
contrario, sentir un tipo concreto de tensión, una forma de excitación a menudo asociada,
con el temor, la tristeza y otras emociones que trataríamos de evitar en la vida diaria.
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Nos presentan lo que ellos llaman, el "espectro del tiempo libre", que es un intento
de perfilar de forma detallada las actividades de tiempo libre. Señalan la relación entre el
ocio y el tiempo libre y sus diferencias; podemos decir que todas las actividades recreativas
son actividades de tiempo libre, pero no todas las actividades de tiempo libre son
recreativas. Las clases del espectro de tiempo libre se distinguen por el grado de
rutinización y des-rutinización.
El espectro de tiempo libre45
1) Rutinas del tiempo libre
a.- Satisfacción rutinaria de las necesidades biológicas y cuidado del propio cuerpo: es
decir, comer, beber, descansar, dormir, hacer el amor, hacer ejercicio, lavarse, bañarse
reponerse de las dolencias y enfermedades.
b.- Rutinas de la casa y de la familia: es decir, mantener la casa en orden, realizar las rutinas
propias al levantarse por las mañanas, hacer la colada, comprar ropa y alimentos, preparar
una fiesta o reunión, declarar la renta, administrar los gastos del hogar y otras clases de
trabajo privado (no ocupacional) para uno y la propia familia; lidiar con las tensiones
familiares; alimentar, educar y cuidar a los hijos; cuidar las mascotas o animales
domésticos.
2) Actividades intermedias de tiempo libre tendentes principalmente a satisfacer
necesidades recurrentes de orientación y/o autorrealización y expansión.
a. Trabajo voluntario privado (no ocupacional), realizado principalmente a otros: es decir,
participar en asuntos de la localidad como en elecciones, actividades caritativas y
eclesiásticas.
b. Trabajo privado (no ocupacional) realizado principalmente para uno mismo, de
naturaleza relativamente seria y a menudo impersonal: es decir, estudiar individualmente
con miras a progresar en el lugar de trabajo, practicar aficiones técnicas sin un valor
ocupacional obvio pero que requieren perseverancia, estudio especializado y habilidad,
como construir radios o la astronomía.
c. Trabajo privado (no ocupacional) realizado principalmente para uno mismo, de
naturaleza más ligera y que plantee menos exigencias: es decir, practicar hobbies tales como
la fotografía, el bricolage o coleccionar sellos.
d. Actividades religiosas.
e. Actividades de orientación de naturaleza más voluntaria, menos controladas socialmente
y a menudo casuales: que van desde formas más serias, menos entretenidas, de obtener
conocimientos hasta las menos serias y más entretenidas, con muchos matices intermedios,
tales como leer periódicos y revistas, escuchar una charla sobre temas políticos, asistir a
clases de educación para adultos, ver programas informativos por televisión.
3) Actividades recreativas46
a. Actividades puras o principalmente sociales: asistir como invitado a reuniones en cierto
modo formales tales como bodas, entierros o banquetes, o a cenar en la casa de un superior.
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Participar en reuniones informales de amigos, con un nivel de emotividad franca y cordial
superior al de otras actividades laborales o de tiempo libre, como por ejemplo reuniones en
bares, o fiestas familiares o vecinales.
b. Actividades miméticas o de juego: participar en actividades miméticas, organizadas
como miembro de la organización, por ejemplo, en representaciones teatrales o en un club
de críquet o de fútbol. En tales casos se llega al núcleo de las actividades y experiencias
miméticas des-rutinizadoras y de-controladoras tras romper la coraza de rutinas y controles
voluntariamente aceptados y compartidos. La mayoría de las actividades miméticas de esta
categoría entrañan cierto grado de des-rutinización y alivio de las tensiones mediante el
movimiento corporal, es decir mediante la movilidad. Participar como espectador en
actividades miméticas altamente organizadas sin formar parte propiamente de la
organización, con participación escasa o nula en sus rutinas y consiguientemente con poca
des-rutinización a través de la movilidad; por ejemplo, viendo un partido de fútbol o una
obra de teatro. Participar como actor en actividades miméticas menos organizadas, como
bailar o practicar el montañismo.
c. Actividades recreativas varias, menos especializadas, en su mayoría de agradable índole
des-rutinizadora y con frecuencia multifuncionales, como por ejemplo viajar en vacaciones,
comer fuera de casa para variar, tener relaciones amorosas des-rutinizadoras, quedarse
acostado un domingo por la mañana, cuidar el propio cuerpo de manera no acostumbrada,
como tomando el sol o paseando. El espectro de tiempo libre, es un intento de clasificar
todas las actividades de tiempo libre que se pueden dar dentro de las sociedades modernas
avanzadas. Con su ayuda, podemos distinguir con claridad las actividades de tiempo libre y
las actividades recreativas. Algunas de las actividades de tiempo libre, tienen la naturaleza
de trabajo aunque distinto al ocupacional; otras actividades son voluntarias, otras
placenteras, aunque no todas y algunas de ellas están altamente rutinizadas. Las actividades
recreativas según estos autores son una clase de actividades en las cuales, la contención
rutinaria de las emociones puede hasta cierto punto relajarse públicamente y con el
beneplácito social. En ellas puede el individuo hallar la oportunidad de sentir emociones
placenteras de mediana fuerza sin peligro para él y si peligros ni compromisos para los
otros, cosa que normalmente no se puede en otras esferas de la vida. Todas proporcionan la
posibilidad de sentir un placentero despertar de las emociones, una agradable tensión que
los seres humanos pueden experimentar en público y compartir con otros seres humanos
contando con la aprobación social y sin mala conciencia. A veces la emoción en el ocio,
puede entrañar situaciones donde exista algún tipo de riesgo. De hecho el riesgo, más o
menos controlado, forma parte de muchas actividades recreativas y a menudo es parte
integral del placer. Estas actitudes tienden a desafiar la estricta reglamentación de la vida
rutinizada y permiten que la gente se relaje o se burle de las normas que gobiernan su vida
no ociosa y que lo haga además sin ofensa para su conciencia o para la sociedad47.
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1.4.3. LA RECREACIÓN. La recreación como una de las formas de manifestarse el ocio
moderno, debe abarcar todas las posibilidades y recursos culturales de una sociedad. Por
otro lado, como actividad de ocio, debemos entenderla, no como un complemento del
trabajo, ni como una actividad de segundo orden. Por decirlo de una forma sencilla, nuestra
vida debe tender hacía un tiempo de ocio, en este caso recreativo, hasta el momento en el
que no solamente ocupe el mismo lugar relevante del trabajo, sino que se ponga por
delante, tanto en importancia social como cultural.
Para mantener un tiempo, rico en posibilidades recreativas, es necesario que a las
personas se les dote con una gran capacidad cultural para que de acuerdo con sus intereses y
posibilidades, puedan elegir libremente aquellas actividades que más les plazca. Cuanto
más información y formación tengan las personas, mayor capacidad y mayor libertad de
elección tendrán para cubrir su tiempo recreativo. A esas personas no les supondrá ningún
problema encontrar motivos para divertirse. Por el contrario, ante una deficiente formación
cultural, resulta a veces imposible encontrar algo que satisfaga y por supuesto el abanico de
posibilidades se reduce a la mínima expresión. En la recreación podemos distinguir de
forma notoria dos tipos de actividades recreativas: receptiva y ejecutivas. Las actividades
receptivas son aquellas, donde la persona no participa directamente, sino que es receptora
de las mismas; y las actividades recreativas activas son aquellas donde los participantes
realizan directamente la actividad. La primera es un tipo de actividad más pasiva e
individualista (por ejemplo un espectador), y la segunda es siempre participativa y por
tanto más social.
Actividades recreativas receptivas
Actividades recreativas activas
Lectura
Conversación
Asistencia a conferencias
Paseos y excursiones
Asistir a obras de teatro
Coleccionismo
Ir al cine
Danza, expresión corporal
Asistir a espectáculos deportivos
Participación en fiestas
Escuchar música
Juegos y deportes
Ver la televisión.
Viajar, turismo, colonias
Canciones
La lista no es exhaustiva, pues las actividades humanas ociosas pueden recoger,
como ya hemos dicho, cualquier tipo de actividad cultural, pero nos sirven para distinguir
perfectamente entre las dos formas de entender la recreación. El límite que marca la
diferencia entre una actividad recreativa con la que no es, es la intencionalidad. Podemos
hacer deporte con la intención primaria de divertirnos, pero si, por cualquier razón, en un
momento determinado convertimos ese tiempo lúdico, realizado libremente, y con un fin en
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sí mismo en algo obligatorio, se pierde su carácter voluntario y deja de ser una actividad
autocreada.
Un hecho importante, de cara a la recreación se produjo durante la década de
1930, cuando la "National Recreation Association"48 difundió los principios de la
recreación en Estados Unidos. Principios elaborados a partir de un trabajo de campo, donde
se pidió la colaboración de cerca de 5.000 expertos en animación para que indicaran cuáles
eran las actividades más populares y que mejor cubrieran las necesidades de la gente. Estos
principios son los siguientes:
1) Todo niño necesita tomar parte en juegos y actividades que favorezcan su desarrollo, y
que han causado placer a través de las edades históricas: trepar, correr, rodar, andar,
nadar, bailar, patinar, juegos de con balón, cantar, ejecutar instrumentos musicales,
teatralizar, hacer cosas con sus propias manos, trabajar y jugar con palos, piedras, arena
y agua, construir, modelar, criar animales domésticos, la jardinería y la naturaleza, hacer
experimentos científicos sencillos, participar en juegos por equipo, siendo camarada de
empresas con otros, realizar actividades en grupos, tener aventuras y expresar su espíritu
de camaradería.
2) Todo niño necesita descubrir que actividades le brindan satisfacción personal. Debe ser
ayudado a que adquiera las habilidades esenciales en ellas. Algunas deben ser de tal
naturaleza, que puedan continuar practicándolas en su vida adulta.
3) Toda persona necesita poseer ciertas formas de recreo que ocupen poco espacio y
puedan cumplirse en pequeñas fracciones de tiempo.
4) Toda persona necesita conocer bien cierto número de juegos de interior y de aire libre,
que le resulten tan agradable que nunca haya un momento en que no sepa que hacer.
5) Toda persona debe se ayudada a adquirir el hábito de hallar placer en la lectura.
6) Toda persona necesita conocer bien algunas canciones de buena música, para poder
cantar cuando así lo desee.
7) Toda persona debería aprender a hacer algo bello con las líneas, los colores, los
sonidos y el uso armonioso de su propio cuerpo. Y si no fuera capaz por sí mismo de
satisfacerse con tales formas de actividad, debería encontrar placer en la pintura, el
tallado, la escultura, la fotografía. La danza, etc. que otros ejecutan.
8) Toda persona debería aprender a tener costumbres activas; a respirar "a todo pulmón"
al aire libre y al sol. Dado que el fin de la vida es vivir y no negociar, nuestras ciudades
deberían planificarse más para vivir que para trabajar y comerciar en ellas. El sol, el aire,
los espacios libre, los parques y los campos de juegos abundantes son esenciales para una
vida con satisfacciones permanentes.
9) Habría que animar a todas las personas para que tuvieran uno o más hobbies
10) Es de gran importancia educar el ritmo en las personas, ya que sin ritmo el hombre es
incompleto
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11) Casi un año de cada diez se utiliza para comer. Debe tenderse a que esta décima parte
de la vida humana esté iluminada por el juego de la inteligencia para que la comida no sea
una función apresurada y sólo fisiológica, sino una oportunidad para ejercer la
camaradería y desarrollar la personalidad. Comer debe ser un acontecimiento social y en
el hogar algo así como una verdadera ceremonia cordial e íntima.
12) El descanso, el reposo, la reflexión y la contemplación son por sí mismos formas de
recreación y nunca deben ser reemplazadas por formas activas.
13) Las actividades recreativas más importantes son aquellas que la persona domina de
un modo más completo, en forma tal que pueda perderse en ellas, dándoles todo lo que
tiene y todo lo que es.
14) La satisfacción suprema del recreo sólo se obtiene por medio de alguna
autorrealización, de cualquier clase que ésta fuese.
15) Las formas de recreación del adulto, a menudo - pero no siempre- deberían permitir el
empleo de una parte de las capacidades que no se usan en el resto de la vida.
16) La persona sólo habrá triunfado en su vida recreacional, en la medida en que la forma
de actividad que elija, cree en él un espíritu de juego y un sentido del humor, que en cierto
modo, se transmita sus horas de trabajo, ayudándole a hallar placer en los pequeños
acontecimientos de la vida.
17) Los juegos felices de la niñez son esenciales para el crecimiento normal. Las personas
equilibradas, han tenido una infancia llena de juegos. Y siguen conservando más
fácilmente ese equilibrio, si conservan esos hábitos infantiles de juego.
18) Participar como ciudadano en la creación de una mejor forma de vida que todos
podamos compartir, es una de las formas más permanentemente satisfactorias de la
recreación.
19) A fin de que hombres, mujeres y niños deseen vivir mejor estas formas de vida, la
experiencia, ha demostrado la necesidad de la acción del grupo social o de la comunidad.
1.4.4. CONCLUSIONES
Para comenzar hay que señalar que durante la prehistoria el hombre logró,
aprovechando ese tiempo libre que tenía, una vez cubiertas sus necesidades, unas formas
de vida óptima, lo suficientemente libre como para poder pensar en otras cosas, no
necesarias, pero que permitieron al hombre primitivo ser capaz de crear otros estilos de vida
más avanzados. No sólo en esta época se produce el hecho de la exogamia, señalado por
Ortega, sino que también tienen lugar otros grandes descubrimientos que han perdurado,
por su importancia, hasta nuestros días. Me refiero a la aparición de la agricultura y casi
simultáneamente la domesticación de ciertos animales. Si a todo ello le añadimos que en el
funcionamiento interno de las bandas o aldeas, el sistema de distribución era igualitario al
utilizarse de forma generalizada
el
intercambio recíproco y posteriormente la
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redistribución emparejada esta última con las cacerías y las cosechas estacionales, podemos
decir que durante miles de años, la humanidad vivió un periodo de larguísimo bienestar,
donde no necesitó hacer grandes cambios sociales, ya que se consiguió posiblemente una
igualdad y una libertad, nunca lograda posteriormente. Es lo que algunos expertos
denominan el comunismo primitivo. En el caso de Grecia, y de acuerdo con el análisis
histórico realizado, podemos comprobar que la sociedad se estructura a nivel vertical, de
forma que aparecen por un lado los ciudadanos libres y por otro los esclavos. Sólo los
ciudadanos libres tienen todo el tiempo para sí, y no cabe duda que los griegos clásicos
supieron aprovechar bien ese tiempo libre para transformarlo en tiempo ocioso o de vida
contemplativa, al ser capaces de crear una de las culturas más sobresalientes de la historia
conocida. Pero en este caso el sistema está ya viciado al basarse la libertad de unos pocos en
el trabajo de la mayoría esclavizada. Vemos como ha desaparecido el sistema igualitario del
período prehistórico, han aparecido los cabecillas y el concepto de propiedad surge con
fuerza para separar y diferenciar cada vez más a los hombres. La libertad y el ocio de unos
pocos se basa en la esclavitud y el trabajo obligatorio del resto. A pesar del esplendor de la
cultura griega, tenemos que reconocer, que pudo ser posible gracias a una situación
totalmente injusta.
En este sentido, el observador que hubiera contemplado la vida humana al poco
de arrancar el despegue cultural habría concluido fácilmente que nuestra especie estaba
destinada al igualitarismo salvo en las distinciones de sexo y edad. Que un día el mundo iba
a verse dividido en aristócratas y plebeyos, amos y esclavos, millonarios y mendigos, le
habría parecido algo contrario a la naturaleza humana a juzgar por el estado de cosas
imperantes en las sociedades humanas que por aquel entonces poblaban la tierra. Desde que
las sociedades humanas quedan jerarquizadas y aparecen las distintas clases sociales, castas
y caciques, el ocio contemplativo y creativo queda restringido solamente a las clases
dirigentes, como ya hemos visto con la sociedad helénica. La cultura romana contempla el
ocio como algo necesario para descansar y volver de nuevo al trabajo. Aparece por primera
vez el ocio de masas, organizado y manipulado por el Estado como medio de mantener al
pueblo ocupado y como resorte de control. El ocio romano deja de ser un fin como en
Grecia y se convierte en un medio al servicio del poder. El pueblo se divierte y se
entretiene, participando como espectador en los juegos y en los grandes espectáculos del
circo. No se puede decir que esta actividad dirigida y manipulada sea verdaderamente ocio.
El ocio tiene siempre un cierto grado más o menos creativo y sobre todo, debe ser
totalmente voluntario. Sólo la clase dirigente pudo disfrutar de ocio pero utilizado siempre
como descanso y nunca con la idea griega de actividad creadora y contemplativa.
Durante la Edad Medía, la idea griega del ocio contemplativo se recoge en los
monasterios y en la calle, el pueblo juega también controlado por los señores feudales y la
iglesia. Este tipo de ocio, tampoco es libre y por tanto no lo podemos considerar como tal.
Aparece entre la clase dirigente un tipo de actividad que si es libre y que se puede
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considerar ociosa. Es la forma de vida de los caballeros, con sus justas y torneos,
entrenamientos y participación en cacerías y hazañas bélicas. Es un ocio elitista, dado que
sólo pueden participar los de una determinada clase social y por tanto como en los casos
anteriores, injusto y basado en un reparto desigual de la riqueza y la propiedad.
Pero quizás, la época más deteriorada e injusta del ocio, es la que se produce como
consecuencia de la primera revolución industrial. El tiempo libre se reduce al mínimo y por
lo tanto la clase trabajadora vive una situación agobiante con jornadas de trabajo de doce y
catorce horas diarias. Y en cuanto a la clase dirigente, tiene que olvidar la vida ociosa de la
época anterior, para adaptarse al nuevo ideal ético: el trabajo es lo más importante y la
ociosidad es perniciosa y causa de todos los males. El trabajo se convierte en un fin y todo
aquello que no sea utilitario, debe eliminarse. Este panorama, que se mantiene hasta
nuestros días y que ha influido en todos los aspectos y manifestaciones culturales, sociales
y políticas del mundo occidental, está cambiando poco a poco debido fundamentalmente a
que el tiempo libre está aumentando de forma progresiva y se está consiguiendo un Estado
de bienestar, y cierta libertad para todos (no sólo para unos pocos), tanto en lo económico
como en lo social. Gracias a esta situación nueva en la historia de la humanidad y que aún
sólo se da en algunos países, los ciudadanos libres pueden elegir libremente la forma de
cubrir su tiempo libre y empezar a pensar que lo más importante de su vida no es
precisamente su tiempo de trabajo sino su tiempo libre dedicado a actividades ociosas. En
este sentido es bueno recordar la hipótesis de Racionero49, de cara a la sociedad
postindustrial: a las tres revoluciones tecnológicas del mundo, agrícola hacia el 8.000 a.C.,
urbana hacia el 4.000 a.C., e industrial hacia 1.800 d.C., siguen con retraso multisecular tres
revoluciones ideológicas: copernicana en 1500- el mundo no es el centro del universo-,
darwiniana en 1850-el hombre no es el centro del mundo-, freudiana en 1900-la razón no es
el centro del hombre-. En las últimas décadas el proceso se precipita y de la revolución
industrial se pasa a la cibernética, del poder mecánico al poder electrónico, y la sociedad,
aún convulsa por la revolución industrial, se ve arrollada de nuevo por la revolución
informática. El autor se pregunta, ¿Qué revolución ideológica corresponderá a esta cuarta
revolución tecnológica?. No o sabemos, pero la hipótesis de este ensayo es que debe
tratarse de una revolución cultural, es decir, un cambio radical en los valores y pautas de
comportamiento estructuran el modo de vida de la sociedad, valores que defiendan la
calidad de vida, el estado estacionario, la descentralización espacial y tecnológica, el ocio
recreativo. La solución que nos da Racionero parte de la abolición de los valores bárbaros
que configuran el Estado Moderno Industrial, sustituyéndolos por una nueva escala de
valores basados en las tradiciones humanistas del Mediterráneo, la India y
China…Adoptando una escala de valores humanista y civilizada, el estado natural del
ciudadano es el ocio creativo, con unas jornadas de trabajo al año para cubrir el servicio
social necesario que no pueden realizar las máquinas. El trabajo será lo residual; lo
fundamental el ocio y la población inactiva. Del Taoísmo chino, podemos recoger como
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herencia una ética ecológica respetuosa con la naturaleza, basada en una metafísica de
integración panteísta con ella. De la India el trabajo interior o yoga que refina la inteligencia
y la sensibilidad, llegando a un estado de ánimo donde lo material es secundario y
prevalecen finalidades de orden espiritual o mental. Del Mediterráneo, la tradición griega
aporta el talante de diálogo racional entre individuos tolerantes y el hombre universal de la
ciudad-Estado a escala humana; del cristianismo el valor de fraternidad que viene del amor
al prójimo en un marco jurídico de igualdad ante la ley50. Esta situación nueva, coge a la
mayoría de la gente sin preparar y en los primeros momentos ese tiempo libre que se les
ofrece, prácticamente queda en blanco. Empiezan a surgir iniciativas de todo tipo a través
de los movimientos sociales de principios de siglo y también de la clase media y dirigente.
Así surgen las universidades populares, los centros culturales y deportivos, las asociaciones
recreativas, culturales y deportivas, los JJOO modernos, el turismo de masas y las fiestas
populares autóctonas, que junto a sus juegos y danzas, vuelven a recuperar su antigua
importancia como algo tradicional que identifica a los pueblos.
El problema que se plantea en estos momentos, es que de la misma forma que se
prepara a las personas para el trabajo, debemos formarlas para su tiempo de ocio. Pues está
ocurriendo que los ciudadanos que empiezan a disfrutar de su tiempo libre, no saben como
hacer para cubrir su tiempo de ocio, debido a que la cultura dominante no había pensado en
ello por considerarlo innecesario y vanal. Por eso la mayoría de los países han tenido que
elaborar programas específicos dirigidos al ocio de masas (el caso del turismo es el
exponente más claro). La solución a medio plazo sería introducir en los programas
escolares un tiempo de formación para el ocio, dirigido por profesores especializados en
este campo y nunca por personal voluntario o por los padres. De esta forma, el 50 % del
tiempo en la escuela se dedicaría para formar para el trabajo y el otro 50 % para formarse
para la vida, es decir, para que las generaciones futuras sepan qué actividades ociosas
pueden elegir durante el tiempo que queda una vez cubiertas todas sus obligaciones
laborales, sociales y familiares.
La mayoría de las definiciones que hemos presentado de distintos autores parten
siempre de la dualidad entre tiempo libre y trabajo, o trabajo y ocio. En este sentido, las
actividades de ocio quedan, de algún modo desfiguradas y tienden en muchos casos a
confundirse con el concepto de tiempo libre. Aunque Dumazedier, insiste precisamente en
este punto, lo cierto es, que a la hora de clasificar las actividades no es capaz de evitar esta
bipolarización, al llamar "semiocios" a las actividades que no son trabajo pero que tampoco
son ocio. El punto de vista más acorde con la realidad que estamos viviendo actualmente es
aquel que nos da Munné, señalando que no hay una dualidad entre trabajo y tiempo libre,
sino que existen otros tiempos, distintos al tiempo libre y al trabajo. Por un lado, tenemos el
concepto del trabajo; de ningún modo podemos definir todo el trabajo a la manera
tradicional, dentro de un horario obligado y recibiendo a cambio una remuneración. Existen
otras muchas formas de realizar trabajos, remunerados o no, que nunca se pueden definir
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como actividades ociosas. Por ejemplo,, el trabajo doméstico, sea limpiando la casa o
arreglando algún desperfecto casero, o el tiempo dedicado para la formación o los trabajos
de voluntariado. Por lo tanto, podemos decir que el tiempo de trabajo o tiempo
socioeconómico, como lo llama Munné no es un tiempo que esté limitado solamente al
trabajo tradicional, dentro de un horario y recibiendo a cambio un salario, sino que el
concepto es mucho más amplio y abarca otras situaciones, situaciones que hay que definir,
no como tiempo libre, sino también como tiempo de trabajo. El trabajo es un tiempo
obligado, remunerado o no, cuyo objetivo es producir bienes y servicios útiles y necesarios
para la sociedad, para la familia o para uno mismo.
El tiempo que dedicamos a cubrir nuestras necesidades biológicas, es un tiempo que
tampoco lo podemos considerar como tiempo libre ya que también está impulsado por
conductas necesarias, que no dependen de nosotros mismos. No es un tiempo del que
podamos prescindir de él, es un tiempo obligado que no depende de uno mismo, y sin
embargo, ocupa una gran parte de nuestro tiempo diario, pudiendo en algunos casos
reducirlo pero nunca suprimir. Por ejemplo, podemos dormir menos y utilizar ese tiempo
para otras cosas, pero siempre tendremos que dormir algo diariamente para poder mantener
las constantes biológicas en equilibrio.
El tiempo sociocultural es una de las novedades que nos presenta Munné a la hora
de clasificar el tiempo humano. Es un tiempo comunitario, donde la obligatoriedad y la
voluntariedad andan de forma pareja. Existen situaciones donde la participación es
obligada, como ir a votar o cuidar a los
hijos y otras que se hacen de forma
voluntaria, como asistir a un mitin
político o a una función religiosa. Lo
cierto es que a estas actividades
tampoco las podemos considerar como
actividades ociosas ya que es un tiempo
que se encuentra entre las actividades
heterocondicionadas
y
las
autocondicionadas.
Por
último,
tenemos el tiempo que queda, después
del trabajo y de cubrir todas las
necesidades y obligaciones cotidianas
del tipo que sean. Es un tiempo donde
20. Partida de pilota a llargues
el hombre queda absolutamente libre de
todas sus ocupaciones y necesidades más o menos obligatorias y por tanto todas las
actividades que realiza durante el mismo son actividades donde lo que domina es el
autocondicionamiento. Es el tiempo libre que nos señala Munné, y que en su caso se
identifica totalmente con el concepto ocio, tal como lo define Dumazedier. De acuerdo con
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CONCEPTUALIZACIÓN DEL OCIO
este análisis ocio y tiempo libre vienen a significar lo mismo. Pero si presentamos una
clasificación del tiempo libre, siguiendo con la idea dualista del trabajo opuesto al tiempo
libre, el ocio lo tenemos que definir como algo, distinto del tiempo libre, y en ese caso
ambos conceptos son distintos; es cuando se daría la situación en la que todas las
actividades de ocio se encuentran integradas en el tiempo libre pero, sin embargo, no todas
las actividades de tiempo libre se pueden considerar ociosas. El tiempo libre así entendido
es el que verdaderamente puede considerarse como ocio, de una manera parecida a como lo
entendía Aristóteles, aunque este lo limitaba casi exclusivamente a una forma de vida
contemplativa, excluyendo todas las actividades recreativas, o como lo han entendido Elias
y Dunning, aunque en el caso de estos sociólogos, el concepto de actividades miméticas o
de juego se limita en exclusiva al campo recreativo. Por lo tanto, pienso que la postura
adoptada por Munné es la más ecléctica, pues ha sabido definir en primer lugar y con más
claridad el concepto del tiempo libre, dentro de un contexto superador de la dicotomía,
trabajo-tiempo libre; y aunque de alguna forma, empieza criticando el pensamiento de
Dumazedier en cuanto al concepto de ocio, lo que hace realmente después es desarrollar
con mayor profundidad, todas las ideas que el autor citado vierte en su famosa definición.
La única crítica negativa a esta definición, se tiene que hacer en cuanto a la "voluntaria
participación social", al pensar que dicha manifestación, no debería estar dentro del tiempo
de ocio sino más bien en el tiempo sociocultural.
La clasificación del tiempo libre que nos hacen los sociólogos Elias y Dunning,
mantiene también la dualidad entre el trabajo y el tiempo libre. De ahí que mantengan
dentro del espectro de tiempo libre, actividades o rutinas que de acuerdo con nuestro
análisis, se consideran fuera de ese tiempo. A las actividades de tiempo libre las
denominan actividades recreativas o miméticas y limitan el campo del ocio a este tipo de
actividades. De alguna forma, ellos lo que hacen, en su estudio del tiempo de ocio, es
recoger la idea dominante de lo que considera la sociedad actual con respecto de su tiempo
libre. En general podemos decir que la mayoría de las personas, en sociedades como la
nuestra, emplean su tiempo de ocio casi exclusivamente con actividades recreativas, siendo
muy pocas las que utilizan ese tiempo para el ocio creativo o actividades contemplativas.
Otro aspecto interesante a resaltar es el señalado como básico por Elias y Dunning; me
refiero a la emoción dentro del ocio, característica que va siempre unida a todas las
actividades miméticas o de juego. Aquí debemos recordar de nuevo a Ortega y Gasset,
cuando utilizando la palabra "incitación" nos viene también a decir que existe un impulso
primario no sujeto a lo biológico, que nos inunda y arrolla, y que ha ido unido siempre a la
evolución de la especie humana. Nos dice que "la vida ha triunfado en el planeta, gracias a
que en vez de atenerse a la necesidad, la ha inundado". […]"Ahora bien, la diferencia entre
causa e incitación es que la causa produce sólo un efecto proporcionado a ella. La bola de
billar que choca con otra transmite a ésta un impulso, en principio, el que ella llevaba: el
efecto en física es igual a la causa. Más cuando el aguijón de la espuela roza apenas el ijar
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CONCEPTUALIZACIÓN DEL OCIO
del caballo pura sangre éste da una corbeta magnífica, generosamente desproporcionada
con el impulso de la espuela. La espuela no es causa, sino incitación. Al pura sangre, le
bastan mínimos pretextos para ser exuberantemente incitado y en él, responder a un
impulso exterior es más bien dispararse. Las corbetas equinas, son en verdad, una de las
imágenes más perfectas de la vida pujante y no menos de la testa nerviosa, de ojo inquieto
y venas trémulas del caballo de raza. Así debió ser aquel maravilloso animal que se llamó
"Incitatus" y Calígula nombró senador romano". […]" Pobre la vida, falta de elásticos
resortes que la hagan pronta al ensayo y al brinco. Triste vida la que inerte deja pasar los
instantes, sin exigir que las horas se acerquen vibrantes y como espadas" 51.
Una de las causas que han dominado a lo largo de la historia humana ha sido
precisamente esa fuerza arrolladora, incontrolada e impulsiva, y que en un momento
determinado, por acuerdo de todas las partes, se empieza a controlar y a restringir,
quedando solamente, según el autor del "Proceso de las civilizaciones", permitida su
expresión en las actividades relacionadas con el juego, aunque muy controlada por las
normas y las reglas instituidas por la propia actividad lúdica que también se adaptó a las
mismas transformaciones sociales que sufrieron las demás instituciones del estado, excepto
en lo señalado52. De hecho una de las razones de la fuerza del juego y sobre todo del
deporte moderno se basa en este principio de la emoción. La emoción la sienten no sólo los
participantes directos sino que inmediatamente se transmite a los espectadores y a todo el
mundo que participa directa o indirectamente del acontecimiento. (como ejemplo, la
repercusión social en un país, del éxito de alguno de sus deportistas en los JJOO, o en
cualquier otra competición internacional). Lo que la humanidad busca, a través de los
juegos y los deportes, no es básicamente liberarse de las tensiones o buscar el descanso,
sino más bien una emoción o excitación, que no encontramos en la vida rutinaria que
llevamos. Es verdad que a veces accedemos a la práctica deportiva, por motivos de
descanso o regeneración, pero la realidad es que es el juego en sí mismo, es el que nos
atrae, y a través suyo, sentimos y vibramos placenteramente hasta que éste se agota en su
misma esencia.
Centrándonos ahora en las tres características principales que nos da Dumazedier,
podemos empezar hablando del "descanso". En este caso, debemos decir que cuando el
descanso se utiliza para mitigar la fatiga producida por el trabajo, estamos hablando, de
acuerdo con el análisis del ocio que hemos hecho, del tiempo psicobiológico y por tanto
no lo podemos considerar como tiempo ocioso (siesta, paseo reparador, etc.). Pero si
utilizamos ese tiempo como tiempo liberado, y de forma autocondicionada lo empleamos
para mantenernos ociosos viendo pasar la gente o escuchar música o la radio, "de una forma
consciente, dejar pasar el tiempo", esto se podría catalogar como descanso liberado y, por
tanto, con categoría de ocio. Cuando hacemos un descanso activo, el descanso se convierte
en una manifestación recreativa, normalmente a través del juego. La diversión es la segunda
función importante que vamos a analizar. Aunque tanto Dumazedier como posteriormente
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Munné señalan al juego como forma genérica de la diversión, tengo que decir que no estoy
de acuerdo con ellos y en este caso, me inclino más hacia el concepto que nos dan Elias y
Dunning cuando nos hablan de las actividades recreativas por entender que es más
integrador y recogen con mayor amplitud todas las posibilidades del ocio recreativo, sin
ceñirlo exclusivamente al mundo del juego. Partiendo del concepto recreativo de la
diversión, clasificaría las actividades recreativas, en dos grandes apartados: a) Actividades
receptivas y b) Actividades ejecutivas. Aunque posteriormente me extenderé más sobre el
concepto moderno de la recreación, debo decir ahora que las actividades receptivas son
aquellas donde la persona participa de una manera pasiva con los contenidos recreacionales
(lectura, audición musical, asistencia a conferencias, asistencia a espectáculos de cualquier
tipo) y las actividades ejecutivas son aquellas donde la persona actúa de una manera directa,
expresando sus capacidades a través del movimiento, del gesto o la palabra (paseo,
conversación, viajar, coleccionismo, juegos, deportes, danza, cuentos, dramatizaciones,
canciones, etc.). No cabe duda que existen otro tipo de actividades que no podemos
considerarlas totalmente, como formas lúdicas, pero que sin embargo reúnen todas las
características señaladas como ociosas y por tanto son divertidas y se realizan en el tiempo
de ocio de las personas. También debo recalcar de acuerdo con la mayoría de los autores
especialistas tratados en el presente trabajo, que tanto el juego como el deporte han
ocupado y ocupan un lugar destacado como actividades más practicadas durante el tiempo
de ocio de las personas, por lo que pueden considerarse como una de las actividades más
importantes dentro del mundo del ocio, tanto en épocas antiguas como modernas.
Personalmente, creo que el autor que con más profundidad ha estudiado el
mundo del juego ha sido Huizinga, a pesar de la crítica hecha por Caillois que aunque
acertada, no cambia en absoluto el valor y el contenido del trabajo. Por un lado, porque
Huizinga desde el principio quiso estudiar solamente el juego que Caillois, en su
clasificación denomina "de competición" y, por otro porque como actividad lúdica, el juego
es más antiguo que la propia cultura y, por tanto, siguiendo a Huizinga y también a Ortega,
el impulso lúdico, es la primera manifestación cultural humana y el motor de todas las que
han ido surgiendo posteriormente. Es el que reúne, junto con el deporte, todas las
características que hemos señalado para definir el concepto de ocio, conservando incluso su
aspecto de tensión, de incitación o de impulso emotivo que lo hace imprevisible y siempre
placentero. Para terminar con este análisis, tengo que referirme a la tercera función del ocio,
que es la del desarrollo de la personalidad, y que guarda relación con la vida contemplativa
y la creación libre. La personalidad podemos definirla, de acuerdo con Hoebel, como el
sistema integrado de rasgos de comportamientos, aprendidos y no aprendidos, que son
característicos de un individuo. La personalidad se desarrolla y moldea desde el nacimiento
hasta el final de la vida, influyendo en ella una serie de factores determinados por la
naturaleza y condicionados por el entorno sociocultural en el que vive el individuo. Pero
por muy grande que sea la influencia cultural de una sociedad sobre las personas, siempre
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hay diferencias entre una persona y las demás. Es imposible encontrar dos personas que en
sus acciones del tipo que sean, sean iguales, aunque coincidan en sexo, edad, status, etc. Lo
que diferencia a una persona de otra es su personalidad, que es única e irrepetible. El
individuo, a través de su personalidad, es capaz de crear nuevos conocimientos y nuevas
formas, llevando una vida contemplativa gracias a su tiempo de ocio "liberado", de todas
las demás rutinas de la vida.
Según Huizinga, la creación se realiza siempre a través de la fuerza creadora
del juego. Lo cierto es que en toda manifestación ociosa, sea de vida activa creadora o
contemplativa, aparece siempre un impulso lúdico que necesita estar en un estado de
libertad autocondicionada. La creatividad se puede dar en cualquier ámbito de la cultura
humana, dependiendo de la formación recibida, y en último término de la libertad absoluta
de cada individuo que actúa según sus impulsos y criterios. Dentro del juego y del deporte,
la actividad creadora se da cuando en el transcurso del juego, tanto en juego de niños como
en el de adultos, surgen formas nuevas de movimiento y de expresión, aunque
generalmente, durante el tiempo lúdico del juego la manifestación más usual es la actividad
recreativa. "En el resurgir de todas las grandes formas de vida social, podemos destacar, la
presencia de un factor lúdico de la mayor eficacia y fecundidad. La competición lúdica,
como impulso social, más vieja que la cultura misma, llenaba toda la vida y actuó de
levadura de las formas de la cultura arcaica. El culto se despliega en juego sacro. La
poesía nace jugando y obtiene su mejor alimento, todavía, de las formas lúdicas. La música
y la danza fueron, puros juegos. La sabiduría encuentra su expresión verbal en
competiciones sagradas. El derecho de las costumbres de un juego social. Las reglas de la
lucha de armas, las convenciones de la vida aristocrática, se levantan sobre formas
lúdicas. La conclusión debe ser, que la cultura en sus fases primordiales, se juega. No
surge del juego, sino que se desarrolla en el juego y como juego53.
NOTAS: OCIO Y TIEMPO LIBRE
1
Munné, F. (1992). Psicosociología del tiempo libre: un enfoque crítico. México: Trillas. pp. 39. La obra nos
ofrece una exposición histórica de las prácticas del ocio y de las diversas teorías que lo fundamentan. El autor
plantea además la diferencia que existe entre el ocio burgués y el tiempo libre. Para él, la libertad es la única
forma en que puede darse el tiempo libre de los hombres; pero cuando a éstos se les enajena su libertad, se les
despoja de la posibilidad de crear –en el sentido de transformar- sus propias condiciones de vida: esto, es en
actividad destinada a reproducir las relaciones sociales ya establecidas.
2
Ortega y Gasset, J. (1967). Origen deportivo del Estado. Madrid: Citius, Altius,Fortius. P. 262.
3
Sahlins, M. (1972). La economía de la Edad de Piedra. Madrid: Akal.
4
Harris, M. (1994). Nuestra Especie. Madrid: Alianza Editorial, p. 57
5
Huizinga, J. (1990). Homo Ludens. Madrid: Alba, p. 205. Catedrático en Groninga y Leyden, presidente de
la Sección de Humanidades de la Real Academia de Holanda, Johan Huizinga (1872-1945) estudió las formas
de vida y las pautas culturales del pasado. Influido por las fecundas ideas orteguianas acerca del sentido
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deportivo de la vida, intentó colocar al mismo nivel los conceptos de homo faver y el homo ludens, viniendo a
decir que la cultura en todas sus manifestaciones primitivas, poseen un impulso lúdico.
6
Blanchard, K. y Cheska, A. (1986). Antropología del deporte. Barcelona: Ediciones Bellaterra. P.81. Esta
obra es la primera conocida que trata el deporte desde el punto de vista antropológico. El modelo de estudio
elegido por los autores es el de Materialismo cultural, modelo que concibe la cultura como una respuestas
adaptativa al medio físico y es esencialmente de naturaleza tecnológica y económica.
7
Diem, C. (1966). Historia de los deportes. Volumen I y II. Barcelona: Luis de Caralt. P. 16
8
Huizinga, J. (1990). Homo Ludens. Madrid: Alba, p. 66
9
Ortega y Gasset, J. (1967). Op. Cit., p. 261. Ortega distribuye los fenómenos orgánicos animales y humanos- en dos grandes formas de actividad: Una actividad originaria,
creadora, vital por excelencia -que es espontánea y desinteresada. Es el esfuerzo que se
hace simplemente por gusto. Como nos dice Ortega, parafraseando a Goethe "Es el canto
que canta en la garganta, el paso más gentil para el que canta". Otra actividad en que se
aprovecha y mecaniza aquélla y que es de carácter utilitario. La utilidad no crea, no inventa,
simplemente aprovecha y estabiliza lo que sin ella fue creado. Es el esfuerzo obligado a que
una necesidad impuesta y no inventada por nosotros nos apura y nos arrastra. Del esfuerzo
obligado el ejemplo más claro lo tenemos en el trabajo. Del esfuerzo superfluo, lo
encontramos con claridad en el deporte.
10
Ibid. p. 262
Ibid. p. 266
12
Ibid. pp. 266-270
13
Ibid. pp. 273-275. De la importancia que ha tenido el club juvenil en la organización y estructura del estado
moderno, nos queda un fiel reflejo con éste breve comentario, sacado del ensayo que escribió Ortega y que fue
publicado según nos indica él mismo en un tomo del Espectador. En nuestra época, podemos señalar que ha
sido el modelo de club deportivo anglo-sajón, el responsable y la base de toda la estructura deportiva que se
ha implantado en el mundo a lo largo del siglo XX.
14
Bonilla, L. (1964). La danza el mito y en la historia. Madrid: Biblioteca Nueva, p. 13. El autor hace un
estudio histórico sobre la danza desde la prehistoria hasta nuestros días, señalando en la introducción que sólo
la danza, hecha rito, símbolo, mito y arte, es donde el hombre puso mayor afán expresivo y en la que hizo
participar más elementos sacados de su propio ser psicofísico
15
Ortega y Gasset, J. (1967). Op. cit. p. 275
16
Munné, F. (1992). Op. cit. pp. 40
17
Veblen, T. (1995). Teoría de la clase ociosa. México: Fondo de Cultura Económica. Colección popular, p.
9-11. Esta obra es una de las que más influencia ha ejercido sobre el desarrollo histórico de nuestra época y ha
sido utilizado por numerosos expertos en sus estudios e informes. Publicado por primera vez en 1899 sigue
siendo un libro teórico indispensable para conocer la posición y el valor de la clase ociosa dentro del factor
económico de la vida moderna.
18
Platón. (1967). La República. Editora Nacional. México, p. 162. Citado por Eugenio Luis Gete-Alonso en
su obra “Tiempo de ocio”, 1987. Plaza-Janés Editores
19
Munné, F. (1992). Op. cit. p. 41
20
Huizinga, J. (1990). Op. cit. p. 212
21
Racionero, L. (1992). Del paro al ocio. Barcelona: Anagrama, colección Argumentos, pp. 141-145. Las
ideas desarrolladas en este ensayo giran en torno a una temática crucial que se produce a partir de la década
11
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de los ochenta: el problema del paro, y en general de las crisis sociológicas de la sociedad industrial avanzada,
en tanto que problema filosófico, es decir, de valores.
22
Ibid. P.
23
Gete-Alonso, E.L. (1987)Tiempo de ocio. Barcelona:Plaza y Janes Editores, p. 199
24
Munné, F. (1967). Op. cit. p. 47.
25
Ibid. p. 51. El sentido moderno del ocio, tiene un precedente en la literatura de los siglos XVI y XVII. En la
Utopía (1516)del canciller de Enrique VIII, sir Thomas More y en la Cittá del Sole (1602) de fray Tommaso
Campanella; las dos obras tratan la idea de unas sociedades imaginarias en las que no hay esclavos ni clases
ociosas. Todo el mundo trabaja unas pocas horas al día y de este modo el resto del tiempo lo pueden dedicar a
lo que más les gustase. En el caso de Campanella, por ejemplo, pasear por el bosque, tirar el dardo o disparar
el arcabuz. (citado por Munné, p. 49).
26
Ibid. Pp. 55-56. Algunos autores como Sternhein, Soule y Anderson, lo definen como el
tiempo que queda después del trabajo. Se parte de la base de que el trabajo y el ocio se
oponen en el tiempo. El trabajo para ellos engloba en primer lugar todas las actividades
productivas de carácter material o intelectual, a las remuneradas o lucrativas a las
asalariadas o dependientes. Otra concepción del tiempo libre es aquel que se basa en el
tiempo que queda libre después de cubrir las necesidades y obligaciones cotidianas.
Encontramos en éste grupo entre otros a Komarovshi, Dumazedier y de Grazia. Algunos
autores añaden el matiz de que tiempo libre es aquel que se emplea en hacer lo que uno
quiere cuando queda libre de las necesidades y obligaciones cotidianas. Es la posición de
Miller y Robinson. Una tendencia característica de la línea burguesa, es aquella que nos
dice que el tiempo libre es el que se emplea en lo que uno quiere. Es lo que suele significar
para la mayoría de la gente. Aquí encontramos defendiendo ésta postura a Stanley Parker Y
por último encontramos aciertos autores que defienden la postura de que el tiempo libre es
aquel que queda fuera del trabajo y se destina al desarrollo físico e intelectual del hombre
en cuanto fin en sí mismo.
27
Ibid. p. 61-62
Ibid. p 67
29
Ibid. p. 73-75
30
Ibid. p. 77
31
Ibid. pp. 82-85
32
Ibid. p. 87-88
33
Ibid. p. 92
34
Ibid. 94
28
35
Ibid. 95-96. destaca entre las formas o modos de compensar estos desequilibrios los
siguientes:
1) La satisfacción de la necesidad de prestigio y demostración del propio rango social,
especialmente en aquellos asalariados cuya vida laboral frustra las necesidades básicas de
ser estimados y valorados.
2) La distracción y el placer, para compensar la rutina de un trabajo uniforme y
planificado y la vida parcial también reglada.
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3) El recogimiento y la soledad, para compensar la agitación provocada por el ruido, la
prisa y el desasosiego interior.
4) La individualización, enriqueciéndose interiormente y compensar así la presión del
conformismo y la uniformidad.
5) El fomento de las relaciones de amistad, en grupos pequeños y la participación en
servicios comunitarios como voluntario.
6) La formación permanente tanto a nivel laboral como cultural, realizando cursos de
promoción profesional o visitas a museos, lectura de libros y revistas especializadas etc.
7) La autodeterminación autónoma contra las coacciones, limitaciones y dependencias de la vida
asalariada.
36
Ibid. 109-111
37
Ibid. pp. 112-115. Platón dice en las leyes (II, 653) que en los jóvenes el juego se debe a que no pueden
mantenerse en reposo por lo que, les es placentero saltar, gritar, danzar y jugar unos con otros. Aristóteles, en
la “Etica nicomaquea” (1176b), compara el juego con la felicidad y la virtud. Kant como una ocupación
placentera por si misma, por lo que no necesita de otra finalidad. Además relaciona la actividad lúdica con la
actividad estética. Más tarde en su “Antropologie” (1798), diferenció en el juego con función de
adiestramiento del organismo y refuerzo de energía al tener que vencer determinadas dificultades.
38
Caillois, R. (1958). Teoría de los juegos. Edit. Seix Barral, S.A. Barcelona, pp. 14- 21.
39
Munné, F. Op. Cit. pp. 121
40
Ibid. pp.121-122
41
Ibid. p. 123
42
Ibid. p. 124
43
Ibid. pp. 124-125. Pieper ha relacionado el ocio y la contemplación con la fiesta y el culto. Concibe el ocio
como todo aquello que sin ser meramente utilitario, forma parte de un destino humano sin mengua (1948, 71).
Su ámbito es el de la cultura propiamente dicha, por cuanto esta palabra indica lo que excede de lo puramente
utilitario (Ibid. 73). Ahora bien, el ocio es la actitud de la contemplación festiva (Ibid. 47), porque la raíz
profunda de la que vive el ocio se encuentra según Pieper, en la celebración de la fiesta.
44
Elias, N. Dunning, E. (1992). Deporte y ocio en el proceso de la civilización. Fondo de Cultura Económica,
México D.F. pp. 9-81. Nos vienen a decir, entre otras cosas que, el resurgir del deporte moderno como forma
de lucha física relativamente no violenta tuvo que ver con un desarrollo relativamente extraño dentro de la
sociedad inglesa en general: se apaciguaron los ciclos de violencia y se puso fin a las luchas de interés y de
credo religioso de una manera que permitía que los dos principales contendientes por el poder gubernamental
resolvieran completamente sus diferencias por medios no violentos y de acuerdo con reglas convenidas y
observadas por ambas partes.
45
Ibid. p.123
46
Ibid. p.124
47
Ibid. 127
48
National Recreation Assotation (1930). Principios de la recreación.
49
Racionero, L. (1983). Del paro al ocio. Edit. Anagrama, Barcelona, pp. 125-128.
50
Ibid. p. 50. Racionero nos da a continuación y a manera de ejemplo, una propuesta sobre los derechos
humanos de la sociedad post-industrial, elaborada por Richard Farson: 1º. Derecho al ocio 2º Derecho a la
belleza, 3º. Derecho a la salud, 4º. Derecho a la intimidad, 5º. Derecho a la verdad, 6º. Derecho al estudio, 7º.
Derecho a viajar, 8º. Derecho a la satisfacción sexual, 9º. Derecho a la paz, 10º. Derecho a Ser únicos, a se
diferentes a ser autónomos.
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51
Ortega y Gasset, J. (1967). Origen deportivo del Estado. Citius, Altius, Fortius. Tomo IX. Edit. INEF de
Madrid, p. 264.
52
Elias, N. Y Dunning, E. Op. cit. pp. 83-115. En las sociedades industriales avanzadas, las actividades
recreativas constituyen un reducto en el que, con la aprobación social, puede expresarse en público un
moderado nivel de emoción, que en otras circunstancias están prohibidas o limitadas por las reglas de
conducta que impone la propia sociedad. Además en sociedades relativamente bien ordenadas como la
nuestra, la rutinización invade todas las esferas de la vida, incluidas las de mayor intimidad. Por tanto los
autores, la emoción lúdica y agradable que los individuos buscan en sus horas de ocio representa, al mismo
tiempo el complemento y las antítesis de la propensión por parte de las emociones a perder frescura en las
rutinas racionales, no recreativas de la vida. La emoción es lo que da sabor a todos los placeres relacionados
con el juego.
53
Huizinga, J. (1990). Op. cit. p. 205
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