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Anecdotario sobre Guzmán el Bueno

Conferencia pronunciada el día 8 de noviembre de 2019 con motivo del 725 aniversario de la Gesta de Guzmán el Bueno

Anecdotario sobre Guzmán el Bueno Conferencia pronunciada el día 8 de noviembre de 2019 con motivo del 725 aniversario de la Gesta de Guzmán el Bueno Wenceslao Segura González Esta no es una conferencia al uso, sino una colección de curiosidades sobre Guzmán el Bueno y su relación con Tarifa, preparadas en homenaje suyo en este 725 aniversario de la proeza que protagonizó en esta plaza en el año 1294. ¿Fue verdad la gesta de Tarifa? Cuando hace algo más de un siglo surgió el deseo de desmitificar a los grandes personajes de la historia de España, se puso en duda si fue cierto el hecho heroico de Guzmán el Bueno en Tarifa. Sin embargo tenemos pruebas históricas muy fiables de lo que ocurrió en Tarifa en 1294. La más importante fuente documental es el privilegio que Fernando IV le dio a Guzmán el Bueno en octubre de 1297, sólo tres años después de lo ocurrido en Tarifa y que nos cuenta de forma precisa lo que pasó. El documento original se conserva en el archivo de la casa ducal de Medina Sidonia. El privilegio relata los buenos servicios hechos por Guzmán el Bueno “señaladamente en la conquista que él hizo de Tarifa, y en guardar, y en amparar la villa de Tarifa, siendo él quien cuando la cercaron el infante don Juan, con todo el poderío de los moros del rey Abenjacob, en que mataron un hijo, que este don Alfonso Pérez tenía, que lo moros traían consigo, porque no le quiso dar la villa, y él mismo lanzó su cuchillo a los moros con que matasen a su hijo, porque fuesen cierto, que no daría la villa, que antes no tomase allí muerte, y los moros viendo esto, matáronle el hijo con su cuchillo”. Otro documento que da veracidad histórica es la Crónica de Sancho IV, escrita algunos años después, y que cuenta, una vez más, el asunto del cuchillo: “Y el infante don Juan tenía un mozo pequeño, hijo de este don Alfonso Pérez, y envió decir a este don Alfonso Pérez que le diese la villa, y si no, que le mataría el hijo que él tenía. Y don Alfonso Pérez le dijo que la villa no se la daría; que cuanto por la muerte de su hijo, que él le daría el cuchillo con que lo matase; y dijo que ante quería que le matasen aquel hijo y otros cinco si los tuviese, que no darle la villa del Rey su señor, de que él hiciera homenaje; y el infante don Juan con saña mandó matar su hijo ante él, y con todo esto nunca pudo tomar la villa.” No podemos, por tanto, albergar duda de que la gesta de Tarifa se produjo como tantas veces han contado los historiadores. El verdadero nombre de Guzmán el Bueno Se habrán dado cuenta que en los dos escritos que he leído anteriormente el nombre de Guzmán el Bueno aparece como Alfonso Pérez. La mayoría de los autores modernos le llaman Alonso Pérez de Guzmán; es decir Alonso de nombre, Pérez que es el patronímico (que hace referencia al padre) y Guzmán que es la alcurnia o alcuña. Alonso es una variante de Alfonso de origen galaico portugués. Sin embargo, cuando se consultan los documentos de la época de Guzmán el Bueno siempre aparece el nombre de Alfonso, por tanto este es el nombre correcto y el que debió utilizar nuestro 1 personaje. Su hijo primogénito, que quizás fuese el que murió en Tarifa, debió llamarse Pedro Alfonso de Guzmán, puesto que el nombre Alfonso coincidía con su patronímico y el nombre de Pedro lo tenía por el abuelo paterno. El hijo heredero de Guzmán el Bueno se llamó Juan Alfonso de Guzmán y también tuvo relación con Tarifa pues acudió con Alfonso XI a la batalla del Salado o de Tarifa. El calificativo de Bueno con el que es conocido nuestro personaje, debió recibirlo después de muerto, en fecha indeterminada, pero como tal era conocido a mitad del siglo XV. El cronista musulmán Ibn Jaldún llama a Guzmán el Bueno Alfonch-Hozma o Adfonc-Birès. Mientras que en catalán recibía el nombre de Nalfonso Periç. El lugar del sacrificio del niño Tenemos dos referencias antiguas sobre el lugar del sacrificio y las dos nos dice que fue cerca de la torre que llamamos de Guzmán el Bueno. Una de estas referencias nos la da Pedro Barrantes Maldonado, primer biógrafo de Guzmán el Bueno, que visitó Tarifa en 1540, y nos dice que el marqués de Tarifa colocó una cruz de humilladero en la peña donde degollaron al niño. El mismo Barrantes vio la peña y dejó escrito que todos afirmaban que las manchas que había en ella era la sangre de aquel niño. Por un plano de 1611 sabemos que esa cruz estuvo cerca de la torre del castillo. Curiosamente la base de piedra de esa cruz fue utilizada, cuatrocientos años después en 1948, para poner la primear Cruz de los Caídos que hubo en Tarifa. Esta base estuvo bastante tiempo junto a la puerta del Perdón de la iglesia de San Mateo, hasta que a principio de los años noventa fue llevada a un almacén municipal. La segunda referencia nos la da el citado plano de 1611. Aparece dibujada la ermita de San Telmo con la leyenda “aquí fue degollado don Pedro”. Esta ermita se encontraba en el cerro de San Telmo, muy cerca de la torre del castillo. En el mismo plano hay otra leyenda donde dice que el puñal se lanzó desde la torre que hoy llamamos de Guzmán el Bueno Si nos atenemos, por tanto, a la tradición que había en Tarifa en el siglo XVI el sacrificio del hijo de Guzmán tuvo lugar cerca de la torre de Guzmán el Bueno. La historia de la sierpe Se cuenta que estando Guzmán el Bueno en Marruecos mató a una gran sierpe alada, una historia fantástica, que se conoce al menos desde mitad del siglo XV, pero que debe ser más antigua. La historia es calcada de Tristán e Isolda, leyenda artúrica cuyas primeras referencias escritas datan del siglo XII, pero es una historia muy anterior. En España la primera traducción de esta historia es de 1501. En esta historia Tristán se enfrenta y mata a un dragón al que corta la lengua, para demostrar que él lo había matado. Lo mismo que ocurre en la historia legendaria de Guzmán el Bueno. Sin embargo, en la historia de Guzmán aparece otro personaje: el león que se encontraba luchando con la sierpe, que al ser salvado por Guzmán le fue siempre sumiso y le seguía como un perro. Esta 2 también es una historia copiada, probablemente de la novela caballeresca del siglo XII Yvain el caballero del león, donde este caballero se enfrenta y mata a un dragón que luchaba con un león y por salvarle la vida el león le será servil por el resto de su vida. Por lo tanto la leyenda guzmaniana de la sierpe debe ser la fusión de, al menos, dos historias antiguas. Por esta historia del dragón y del león a Guzmán el Bueno se le va a comparar con San Jorge y con San Jerónimo, como bien dice el romance de la sierpe: “¡Oh gran Don Alonso Pérez / que en la vida estás gozando / ser semejante a dos santos / en hecho tan señalado: / a San Jorge en darle muerte / a la sierpe que has matado / y a Jerónimo pues tienes / león a tus pies postrado”. Comparación de Guzmán el Bueno con personajes bíblicos y mitológicos Por la gesta de Tarifa a Guzmán el Bueno se le ha comparado con el personaje bíblico de Abraham, pues ambos mostraron su determinación de sacrificar a sus hijos primogénitos. Por esta razón al niño que muere en Tarifa se le va a llamar el segundo Isaac o el Isaac cristiano. Así lo refiere un soneto de Lope de Vega: “Al tierno niño, el nuevo Isaac cristiano, / en la arena de Tarifa mira / el mejor padre, con piadosa ira, / la lealtad y el amor luchando en vano.” Debe ser muy antigua la identificación de Guzmán el Bueno con Abraham. La más remota referencia que conocemos se encuentra en un privilegio de Juan II de 1445, donde se dice: “Para la muerte de su hijo, queriendo semejar al patriarca Abraham, el dio su cuchillo para guardar fidelidad de su juramento que tenía hecho por la villa de Tarifa”. Guzmán el Bueno se le va a comparar con el personaje mitológico de Agamenón, quien aparece en la Iliada de Homero. El rey Agamenón sacrificó a su hija Ifigenia para continuar su navegación hacia Troya, de aquí la similitud con Guzmán el Bueno. Esta identificación se encuentra en el lema de la casa de Medina Sidonia, descendientes directos de Guzmán el Bueno, y que está en su escudo: “Un padre debe anteponer la patria a los hijos”. Las mismas palabras que Agamenón pronuncia en la obra de Las Troyanas de Séneca: “Un rey debe anteponer la patria a los hijos”, de donde posiblemente esté copiado el lema guzmaniano. Curiosamente estas identificaciones de Guzmán el Bueno con Abraham y Agamenón se conservan en Tarifa, concretamente en la lápida que hay en el torreón del castillo, que fue colocada en 1850 por el entonces duque de Medina Sidonia. Allí se dice que Guzmán el Bueno fue “el padre del segundo Isac”. La primera línea de esta placa lleva la leyenda latina: “Praeferre Patriam Liberis Parentem Decet”, o sea “Un padre debe anteponer la patria a los hijos”, que es copia, como hemos dicho, de la palabras que Séneca pone en boca de Agamenón. La torre de Guzmán el Bueno y su hermana del castillo de Santiago en Sanlúcar Para los duques de Medina Sidonia la gesta que protagonizó Guzmán el Bueno en Tarifa era entendida como el origen de su grandeza. Por eso no es extraño que siempre que pudieron trataran de recordar aquel suceso histórico. En este sentido hay que enmarcar la construcción en 1470 de la torre del homenaje del castillo de 3 Santiago de Sanlúcar de Barrameda, tipológicamente muy similar a la torre de Guzmán el Bueno en Tarifa. Si bien la de Tarifa es octogonal y la de Sanlúcar hexagonal, las dos tienen la forma prismática de las torres de la época almohade, aunque la tarifeña tiene ese origen y es cristiana la segunda. Este parecido lleva a pensar que la torre sanluqueña se levantó a imagen de la tarifeña, como homenaje y recuerdo a la gesta que Guzmán el Bueno protagonizó en la torre del castillo de Tarifa. Primera aparición de Guzmán el Bueno en la historia La primera aparición en la historia de Guzmán el Bueno surge durante el enfrentamiento que el rey Alfonso X tuvo con su hijo Sancho IV en el año1282. Se encontraba entonces Guzmán en África y sirvió de enlace entre el rey castellano y el sultán de Fez Aben Yusuf. Por los servicios prestados Alfonso X le dio la villa de Alcalá de los Gazules, que un año después en 1283 va a cambiar por unos olivares en Monteagudo, cerca del río Guadalquivir, estas propiedades se van a añadir a la dote que recibió por su casamiento con María Alfonso Coronel y va ser el punto de partida de las inmensas riquezas que con el tiempo llegaría a tener Guzmán el Bueno. La muerte de Guzmán el Bueno En el verano de 1309, mientras Fernando IV tenía sitiada Algeciras, Guzmán el Bueno y el almirante aragonés vizconde de Castelnou hicieron un reconocimiento de Gibraltar y aunque advirtieron que eran un lugar muy fuerte, propusieron al rey intentar su conquista. En los primeros días de agosto pusieron los cristianos sitio a Gibraltar por mar y tierra, conquistándola el 12 de septiembre, llevando el ataque por tierra las mesnadas de Guzmán el Bueno y Juan Núñez de Lara. Tras la conquista de Gibraltar los habitantes de los pueblos cercanos de Gaucín, Algatocín, Benarrabás y Benarroya atacaron a los cristianos que iban de Gibraltar a Algeciras. Para eliminar esta presión Guzmán el Bueno inició una incursión por tierras de Granada que resultó un gran fracaso. Iba Guzmán el Bueno acompañado por su yerno Fernando Pérez Ponce, por el arzobispo de Sevilla y por el concejo de Sevilla y otras gentes. El ejército cristiano profundizó en su ataque, llegando a unos cincuenta kilómetros de Granada, donde debieron ser repelidos. Después de esta incursión fue a Gaucín, sitiando el castillo del Águila que estaba defendido por ElAbbas y por las sierras cercanas debía hallarse Guzmán el Bueno cuando encontró la muerte el 19 de septiembre de 1309. Los detalles lo conocemos por una carta que le enviaron al rey de Aragón para informarle de lo ocurrido. Las tropas musulmanas al mando de Otman mataron a Guzmán el Bueno y a otros cuatro caballeros que iban con él. El resto del ejército cristiano se puso en fuga y en la huida murieron cuarenta caballeros y mil peones. Puede parecer muy desproporcionada las anteriores cifras, decirles al respecto que la mente medieval no era tan matemática como la nuestra, si para nosotros mil significa mil, en la edad media hay que entender mil como muchos, no un número concreto. El cadáver tras ser embalsamado y amortajado fue enterrado en el monasterio de San Isidoro del 4 Campo en la actual Santiponce. En el año 1570 se abrió por primera vez el sarcófago y un testigo dejó escrito: “estaba el cuerpo entero embalsamado y tenía una camisa de tafetán blanco y envuelto en un dosel de brocado verde labrado y una almohada en la cabeza de la misma tela y tenía sus cabellos y barba, aunque algunos le faltaban”. También sabemos que Guzmán el Bueno fue enterrado con su armamento. Al siguiente año se volvió a abrir el sarcófago y el cadáver ya se encontraba sin pelo ni barba. Los presentes pudieron comprobar que era muy alto, más que todos lo que allí estaban. En el año 1872 sufrió la tumba de Guzmán el último expolio, se llevaron la cota de malla, la espada, una daga y un anillo. En 1914 se abrió por última vez la tumba y se recuperaron algunos trozos de tela de brocado de oro. En esta ocasión los huesos fueron guardados en una caja de madera de roble forrada con planchas galvanizadas que es donde se conservan en la actualidad los restos de Guzmán el Bueno. Poesía sobre el pobre Guzmán envuelto con sacos En noviembre de 1899 llegó la estatua de Guzmán a León, después de haberse fundido en Barcelona. De inmediato fue colocada en su pedestal, pero la inauguración debió retrasarse porque había que acondicionar los alrededores. A la espera de la inauguración, la estatua de Guzmán fue cubierta con tela de saco, y de esta manera iban pasando los meses, nueve en total hasta que fue inaugurado el monumento en julio de 1900. El aspecto que durante tanto tiempo tuvo la estatua fue motivo de mofa por los leoneses, que compusieron coplillas y poesías por la indecorosa vestimenta del heroico defensor de Tarifa. Firmado por “Uno de Tarifa” apareció en el diario El Porvenir de León una poesía crítica con esta impostura, de la que saco algunas estrofas. “¡Quién, ha siglos, me dijera / que ésto habría de sufrir / conformándome a vestir / como un Cinoquio cualquiera! / ¡De que valió que yo hiciera / lo que tanto el mundo estima / si mi ciudad me lastima / y creyendo tengo tos / quiere honrarme vive Dios / echándome un saco encima!” “¿Es justo, digno y leal / que cual premio a mi bravura / me tengan en esta altura / como un paquete postal? / ¿Arrojé yo mi puñal / con el valor de otro Cid / para verme entre terliz... ? /¡Hombre... por el Nazareno, / quitadme el nombre de Bueno / y ponerme el de infeliz!” Finalmente el monumento leonés de Guzmán el Bueno fue inaugurado el día 15 de julio de 1900 a las intempestiva hora de las cinco de la mañana de aquel domingo, y se hizo a esta hora para que no acudiera nadie. Leyenda de la estatua de Guzmán el León En el año 1894 el rey Alfonso XIII emitió una real orden mandando erigir una estatua en León a Guzmán el Bueno. En esta orden se indicaba que sería la Real Academia de la Historia quien redactaría la inscripción que habría de esculpirse en el pedestal. Pero la Comisión de monumentos históricos y artísticos de León no respetó la anterior real orden y por su cuenta preparó tres inscripciones para grabar en la base del monumento: “Los buenos caballeros ni compran ni venden la victoria”; “No engendré yo hijo para que fuese contra mi tierra”; 5 “Ca justo es que el que fue la bondad, tenga el nombre de bueno”. La Real Academia de la Historia no aceptó la tercera de las leyendas e hizo algunas ligeras modificaciones en la segunda. Lo anecdótico es que en el informe que preparó la comisión de monumentos de León se decía que habían estudiado y meditado minuciosamente cuantos escritos de aquella época habían podido conseguir para preparar las leyendas de la estatua. Pero lo único que hizo la comisión de monumentos fue leer el libro de José Manuel Quintana “Vida de españoles célebres”, escrito en 1807, donde se encuentra una breve biografía de Guzmán el Bueno. Y de este libro copiaron, sin más, las leyendas que finalmente fueron grabadas en el pedestal del monumento. Otra de las caras del pedestal del monumento a Guzmán el Bueno en León lleva la leyenda “A Guzmán el Bueno la provincia de León, 1896”. Y lo extraño es la fecha de 1896. La estatua se inauguró en 1900, la orden autorizando su erección fue 1894 y el texto debió ponerse en 1899. Todos ustedes habrán escuchado que la estatua leonesa de Guzmán le dice a los que llegan a la ciudad con su brazo extendido: “Si no te gusta León ahí está la estación”, dada la circunstancia que el brazo de Guzmán apunta hacia la estación de ferrocarril. Este famoso dicho tiene que ver con Tarifa. Cuando se fue a colocar la estatua se pensó hacia donde debía mirar. Unos decían que hacia la estación para dar la bienvenida a los que llegaban, otros que lo debía hacer hacia el centro de la ciudad, mientras que otros eran de la opinión que Guzmán debía mirar hacia Tarifa, opción que finalmente fue la elegida. Al mirar Guzmán hacia el sur (en dirección a Tarifa) su brazo fortuitamente apunta a la estación, circunstancia que se aprovechó para idear la conocida frase. Coste del monumento a Guzmán el Bueno de Tarifa El presupuesto para erigir el monumento de Tarifa ascendió a 112.606,02 pesetas, que debían ser abonadas por parte de la venta de la Hostería Tarifa que era un hotel municipal. Los gastos fueron: preparación de los cimientos 10.978,41; base del monumento 16.254,41; transporte y colocación 9.6642,00 y la estatua 54.000 pesetas. Como es bien conocido el autor de la estatua, Manuel Reiné, hizo su trabajo desinteresadamente. Pero Reiné hizo un modelo de algo más de un metro en escayola, y de este modelo se hizo el desbaste en piedra por el sacador de puntos de Jerez Gonzalo Gambín, utilizando piedra de una cantera de Arcos de la Frontera, trabajo que costó las 54.000 pesetas antes referida. Entre otras curiosidades decirles que el modelo del puñal en madera lo hizo el carpintero Antonio Iglesias Tapia; los mármoles para el pedestal fueron suministrados por Antonio Braza; el aparejador de las obras fue Manuel Ramos Manso; el arriero de las obras fue Domingo León Mena y el transporte de la estatua lo hizo José Villalta Rivas el 21 de agosto de 1960, sólo unos días antes de que fuera inaugurada. Y esto es todo y muchas gracias por su atención. 6