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Magallanes, Elcano y la cosmografía española

2019, El Catoblepas

Texto para la presentación de El orbe a sus pies. Magallanes y Elcano: cuando la cosmografía española midió el mundo, de Pedro Insua (Ariel, Barcelona 2019) en la librería El olor de la lluvia de Madrid el 11 de mayo de 2019.

20/9/2019 Carlos M. Madrid Casado, Magallanes, Elcano y la cosmografía española, El Catoblepas 187:12, 2018 Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974 publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org http://www.nodulo.org/ec/2019/n187p12.htm Impreso el viernes 20 de septiembre de 2019 El Catoblepas · número 187 · primavera 2019 · página 12 Magallanes, Elcano y la cosmografía española Carlos M. Madrid Casado Texto para la presentación de El orbe a sus pies. Magallanes y Elcano: cuando la cosmografía española midió el mundo, de Pedro Insua (Ariel, Barcelona 2019) en la librería El olor de la lluvia de Madrid el 11 de mayo de 2019 1. El propósito de mi presentación es doble. Por un lado, presentar al autor. Por otro lado, poner en contexto la obra que hoy nos concita, dejando para el propio autor el entrar a desgranar en detalle el contenido de la misma. 2. Comencemos, pues, presentando a su autor. Pedro Insua Rodríguez es un español nacido en Vigo en 1973 que oficia como profesor de filosofía y filósofo, contando en su haber con artículos publicados en El Basilisco, El Catoblepas, El Mundo, El Español, &c., sobre historia de la filosofía, filosofía de la historia, filosofía política e, incluso, filosofía de la biología. Entre sus libros destacan Hermes católico, Guerra y paz en el Quijote y 1492. España contra sus fantasmas. 3. Podemos deslindar el contexto del libro que presentamos atendiendo a dos horizontes: uno filosófico y otro político (sin perjuicio de sus intersecciones). a. El horizonte filosófico inserta el libro en el entorno del materialismo filosófico de Gustavo Bueno. En efecto, el análisis de la idea de ciencia que Bueno realizó desde la teoría del cierre categorial le permitió reinterpretar en clave científica la circunnavegación de Magallanes-Elcano en su artículo “La Teoría de la Esfera y el Descubrimiento de América” (El Basilisco nº 1, págs. 3-32, 1989), del que justo se cumplen 30 años, llegando a establecer que fue la primera vez que una teoría científica muy abstracta pero de gran alcance práctico (la teoría geométrica de la esfericidad de la Tierra, que venía rodando desde Eratóstenes) fue demostrada de forma efectiva, experimental. En la estela de Bueno, varios miembros de la Escuela de Filosofía de Oviedo han intentado mostrar la significación del “factor América” para la configuración de la filosofía moderna (así, Luis Carlos Martín Jiménez) y de las ciencias modernas. En este último caso, por ejemplo, yo mismo he intentado explicar en una lección pronunciada recientemente en la Fundación Gustavo Bueno bajo el rótulo “España y la Revolución Científica” cómo la cosmografía hispana, una disciplina surgida al calor de los viajes al Nuevo Mundo, actuó de sustrato en la germinación de ciencias naturales posteriores (geografía, física…). La ciencia cosmográfica aunó práctica y teoría mucho antes de la existencia de laboratorios; porque, entre otras razones, un buen número de cosmógrafos eran viajeros experimentados, como Martín Fernández de Enciso, Andrés de San Martín, Alonso de Santa Cruz, Pedro Sarmiento de Gamboa, Andrés de Urdaneta o Martín de Rada (estos dos últimos, frailes que siguen las tablas de Copérnico “como más moderno” en su viaje a las Filipinas). La cosmografía hispana geometrizó el globo terráqueo mediante una cuadrícula de paralelos y meridianos, cerrando definitivamente el campo geográfico en torno a una esfera representada en mapamundis como los sucesivos “padrones o patrones reales” elaborados en la Casa de la www.nodulo.org/ec/2019/n187p12.htm 1/3 20/9/2019 Carlos M. Madrid Casado, Magallanes, Elcano y la cosmografía española, El Catoblepas 187:12, 2018 Contratación de Sevilla (cf. “España y la Revolución Científica: estado de la cuestión de una polémica secular”, Circumscribere 13, págs. 1-28, 2013; Lino Camprubí, “Viaje alrededor del imperio: rutas oceánicas, la esfera y los orígenes atlánticos de la revolución científica”, El Catoblepas 95, pág. 1, 2010). En esta línea, Pedro Insua recalca el hito histórico que supuso el viaje de Magallanes y Elcano entre 1519 y 1522. No sólo por lo que atañe a la esfericidad de la Tierra, sino también por la demostración efectiva de la continuidad de las aguas oceánicas (por otra parte, el apunte de que el viaje circular, con la constatación de la ganancia de un día al calendario, apoyó la teoría de la movilidad –rotacional– de la Tierra antes de Copérnico no nos parece concluyente; porque, por la relatividad del movimiento, con una Tierra estática y un Sol en movimiento los navegantes también habrían ganado un día al calendario, cf. pág. 21 del libro). Además, Insua remarca la conexión del viaje con la cosmografía y de la cosmografía con la política, porque no hay imperio sin mapas, ni mapas sin viajes de descubrimiento; y lo hace explicando cómo la circunnavegación afectó al trazado de la raya del Tratado de Tordesillas de 1494 en América (Junta de Elvas-Badajoz entre Portugal y España, 1524) y del antimeridiano en Extremo Oriente (Tratado de Zaragoza, 1529). A nuestro juicio, este último hilo constituye uno de los puntos fuertes del libro, porque Insua no desconecta el viaje de Magallanes-Elcano de los posteriores viajes por ese “lago español” que fue el Pacífico entre los siglos XVI y XVII, destacando el “tornaviaje” de Urdaneta en 1565, y profundiza en los avatares de la Casa de la Especiería de La Coruña, así como en el litigio entre España y Portugal por las Islas de la Especiería (las Molucas), aparte de la empresa de China. b. El horizonte político enmarca el libro en la actualidad, en la conmemoración del V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo y la maniobra del Gobierno portugués de monopolizar, con la complicidad del Gobierno español, la gesta, al soslayar la figura de Juan Sebastián Elcano y perseguir que la UNESCO declare una supuesta “Ruta Magallanes” como Patrimonio de la Humanidad. Frente a esto, y como ha hecho Iván Vélez en artículos en El Mundo y en la revista Diplomacia, los historiadores Enriqueta Vila o Manuel Lucena Giraldo, entre otros, y la Real Academia de Historia, el libro de Pedro Insua se posiciona y toma partido. Insua sostiene que los honores de la gesta deben recaer tanto en Magallanes como en Elcano. Ciertamente, fue Magallanes quien, con el consejo del cosmógrafo portugués Ruy Falero, planteó la posibilidad de un viaje hasta Oriente por Occidente, a través de un “paso natural” que sortease el muro americano (el estrecho de Magallanes), con el propósito de poner pie en la Especiería. Pero fue Elcano (no Elkano, como escriben hoy algunos) quien imaginó regresar a España dando la vuelta al mundo. Pese a la marginación de la figura de Elcano en el relato del viaje escrito por Antonio Pigafetta (como consecuencia de su amistad con Magallanes), una marginación canonizada en la popular biografía de Magallanes escrita por Stefan Zweig (y que lo dibuja como una suerte de superhéroe pacifista frente al traidor marino vasco… un prisma negrolegendario también presente en la novela Las islas de la imprudencia de Robert Graves, donde de nuevo las virtudes atribuidas al marino de origen portugués, en este caso Pedro Fernández de Quirós, contrastan con las del resto de exploradores españoles de la mar del Sur), el propio Elcano era consciente de la proeza realizada en la carta –perdida y reencontrada– que escribió al Emperador Carlos al poco de regresar. En ella, Elcano no ensalza tanto las penalidades del viaje o las especias rescatadas cuanto el haber dado la vuelta a toda la redondez del mundo: «Mas sabrá su Alta Majestad lo que más avemos de estimar y temer es que hemos descubierto e redondeado toda la redondeza del mundo, yendo por el occidente e viniendo por el oriente.» Y así, lo que la posteridad le ha negado, se lo dio el Emperador, premiándole con un escudo de armas con el globo terrestre y la divisa en latín: “Primero que me rodeaste” (Primus circumdedisti me). En su recorrido por los preparativos y pormenores del viaje, Insua aclara que la empresa fue plenamente española: ir a la Especiería por Occidente sólo podía ser un plan y programa para Castilla, puesto que Portugal ya había llegado a ella navegando por Oriente. Pero hay más. Primeramente, Magallanes se naturalizó castellano –e, incluso, españolizó su nombre– para servir a Carlos I, tras abandonar Portugal sin que el rey Manuel satisficiera sus demandas. En segundo lugar, la flota se organizó en Sevilla, corriendo la Corona con el 75% del sufragio y ciertos comerciantes burgaleses, como Cristóbal de Haro, con el 25% restante. (Aún más: sólo 24 de los aproximadamente 250 marineros eran de origen portugués.) Y, en tercer lugar, Portugal trató de abortar la partida de la expedición por la vía diplomática, buscando que los españoles no saliesen hacia las Malucas, y ejerció de hostil enemigo declarado durante el viaje, obligando a Elcano a que la nao Victoria regresase bordeando África sin hacer escala alguna en las factorías portuguesas por miedo a ser apresada, como ocurrió con la Trinidad. 4. Concluyo. El orbe a sus pies no es, a mi juicio, un libro de historia sino de filosofía de la historia, pues no renuncia a sistematizar los hechos históricos, establecidos gracias a la confluencia de reliquias conservadas en forma de documentos y monumentos, atendiendo a ciertos principios filosóficos (materialistas) ineludibles. www.nodulo.org/ec/2019/n187p12.htm 2/3 20/9/2019 Carlos M. Madrid Casado, Magallanes, Elcano y la cosmografía española, El Catoblepas 187:12, 2018 Aunque la historiografía elaborada al margen del mundo hispano nos ha acostumbrado a cifrar el inicio de la controversia entre antiguos y modernos con la Revolución Científica acaecida ya en el siglo XVII, Pedro Insua –y también Atilana Guerrero en el prólogo al libro– pone de relieve el carácter “revolucionario” (nunca mejor dicho) del viaje de Magallanes-Elcano y ancla el origen de la modernidad en la España del XVI, con el comienzo precisamente de la “historia universal” ligada a un imperio, el español, que por vez primera en la historia disponía de un verdadero mapamundi. Al compás de la geopolítica imperial orientada a “pillar al turco por la espalda”, la cosmografía hispana, basada en las nuevas técnicas de navegación astronómica, dio al traste con la cosmografía heredada, algo que puede contemplarse en los cambios cartográficos que llevan del mapa de Ptolomeo y los portulanos, pasando por el mapa de Juan de la Cosa, a las cartas esféricas y el padrón real elaborado por Diego Ribero, que bebe de la vuelta al mundo de Magallanes-Elcano. No podemos concluir esta presentación sin leer unas palabras de Juan Valera donde señala que, antes de que vinieran Copérnico, Galileo, Kepler y Newton, los españoles ensancharon y completaron la idea del globo que habitamos: «Si la ciencia moderna, si la moderna filosofía, hubieran de marcar el día de su origen, esta nueva era no empezaría el día en que Bacon publicó su Novum Organum, ni el día en que salió a la luz el Método de Descartes, sino el 7 [¿6?] de septiembre de 1522, día en que Sebastián Elcano llegó a Sanlúcar de Barrameda en la nave Victoria.» (“Contestación al discurso de recepción al señor Gaspar Núñez de Arce en la RAE el 21 de mayo de 1876”, cit. Iván Vélez, Sobre la leyenda negra, Encuentro, Madrid 2014, pág. 214.) © 2019 nodulo.org www.nodulo.org/ec/2019/n187p12.htm 3/3