SIGMA
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Editorial
Reflexiones contemporáneas sobre estructura y actuación
Juan Masullo Jiménez
Historia y jóvenes: Aproximaciones y perspectivas
Carlos Arturo Reina Rodríguez
La infancia en el mundo árabe africano: Una
visión desde UNICEF
Entrevista a Lenin Guzman
Lesbianismo feminista y subjetividad nómade lésbica
Anny Catalina Gutiérrez
Apropiación y Heterosexualidad Normativa
Johanna Cruz Herrera
Sobre los aportes de las Feministas Negras
Lesbianas al Feminismo Negro
Gloria Mesa Almeida
El cuerpo como campo de expresión
Diana Marcela Corredor Palacios
Circulando saberes
Los niños ricos de Bogotá también se prostituyen
Misael Tirado Acero
Comité editorial
Johanna Cruz Herrera
Estefanía Montoya
Camilo Ochoa
Marisabel Garcia Aceles
Oscar Maldonado Castañeda
Jorge Pinzon Rueda
Derly Sanchez Vargas
Sebastián Vélez Restrepo
Vladimir Ariza Montañez
Diseño y diagramación
Juan Pablo Dueñas Báez
ROTO: producciones alternativas y otras no
tanto
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Agradecimientos
Departamento de Sociología Universidad
Nacional
Dirección Bienestar Universitario
Revista SIgma
Revista de estudiantes de sociologia
[email protected]
ig
s
a
m
Reflexiones contemporáneas
sobre estructura
y actuación*
Juan Masullo Jiménez.
[email protected]
Estudiante de Ciencia política y Sociología
Pontificia Universidad Javeriana.
Despojar de sus vestiduras el núcleo
de esta antítesis equivale ya a empezar a superarla,
los dos grupos enfrentados en esta discusión hablan como
si hubieran recibido su saber del cielo o alguna razón pura.
Norbert Elias
La sociedad de los individuos (1939)
*Agradecimientos especiales a Nathalia Urbano por su colaboración.
Palabras clave.: Estructura – actuación/agencia -sociedad
- individuo - figuración - habitus – dualidad de la estructura
Resumen
Este artículo busca navegar analíticamente por los mares de la sociología contemporánea
impulsado por una preocupación epistemológica con repercusiones en nuestras vidas cotidianas en torno a un tema particular: el viejo debate entre estructura y agencia. La forma en
que conceptualizamos el mundo condiciona la manera en que nos desenvolvemos en él y
apropiamos de él. Las ciencias sociales han creado un sin número de categorías y modos
de conceptualización del mundo que distan peligrosamente de la realidad. Estas categorías,
que tanto científicos sociales como legos introducimos en nuestras vidas, generan modos de
dominación que determinan la manera en que nos relacionamos con los demás y con el
entorno. La sociología contemporánea incómoda con esta situación se pusó en la tarea de
crear nuevas categorías. El propósito del artículo es exponerlas comparativamente analizando
las implicaciones que consigo acarrean tanto para la sociología como disciplina como para
la forma en todos desde nuestra cotidianidad vemos el mundo. Las categorías privilegiadas
son: figuración, habitus y dualidad de la estructura, desarrolladas por Norbert Elias, Pierre Bourdieu y Anthony Giddens respectivamente.
Resumen
Introducción.
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Si nos ponemos en la tarea de identificar rasgos comunes, característicos y definitorios de lo
que se conoce como teoría sociológica contemporánea, con facilidad identificaremos más
de uno. Ahora bien, si restringimos esta búsqueda a un ámbito específico, léase “dominación
de las categorías o categorías de dominación”, la tarea gana en complejidad.
En la historia de la sociología, y en general de las ciencias sociales, un tema que ha captado
la atención de muchos teóricos y sobre el que se han derramado cantidades considerables
de tinta es la tensión existente entre agente y estructura. Un elemento común, que personalmente identifico en los grandes pensadores contemporáneos de la sociología, es la intención
de superar dicha tensión de categorias, tensión que configura en medida importante la forma
en que tanto miembros de comunidades científicas como legos vemos el mundo. Este corto
ensayo se ocupa de exponer y analizar comparativamente la forma en que tres sociólogos
contemporáneos: Norbert Elias, Pierre Bourdieu y Anthony Giddens, abordan crítica y reflexivamente dicha tensión, con la firme intención de superarla.
En este sentido el presente escrito se propone como objetivo general examinar la manera en
que, a partir de los autores mencionados, la teoría sociológica contemporánea, adentrándose y enfrentándose al viejo debate entre individuo-sociedad, busca superarlo. La hipótesis
subyacente, partiendo de la idea que la relación dicotómica individuo y estructura ejerce
“formas de dominación” sobre nuestra manera de ver el mundo e interactuar con y en él, es
que la propuesta de los autores seleccionados se constituye como una herramienta útil para
empezar a superar dicha “dominación de las categorías”. Así el aporte del presente escrito es
ver cómo a partir de estos tres autores es posible hacer una “nueva” lectura de la realidad social que no se agota en las comunidades epistémicas de sociólogos. Por esta razón el articuló
su propone, como un primer paso, definir qué características definen esa “nueva” lectura. Para
ello se analizará un concepto clave de cada uno de los pensadores mencionados a través
del que, a mi modo de ver, logran superar o eliminar dicha tensión, estos son: figuración en
Elias, habitus en Bourdieu y dualidad de la estructura en Giddens.
Como primera medida se presentará de manera global el debate en cuestión desde una
perspectiva principalmente epistemológica
para así no sólo contextualizar al lector en la
temática a discutir, sino también para presentar la trascendencia que dicho asunto adquiere en y para la sociología. Posteriormente
se presentarán las propuestas de cada uno
de los autores seleccionados en torno a la
categoría privilegiada, pretendiendo logar
un ejercicio expositivo y comparativo. Para
cerrar, a manera de conclusión, se señalarán
las tareas que estos autores, mediante su propuesta teórica, dejan a la sociología.
La Tensión.
Siguiendo la línea argumentativa presentada
por Colin Hay en el artículo Agency (Hay; 1997),
se evidencia que la forma en que científicos
sociales abordan el debate entre estructura y
agencia refleja presupuestos filosóficos tanto
de corte ontológico como epistemológico, lo
que a su vez va a tener repercusiones importantes en las metodologías privilegiadas para
la investigación. Si bien este profundo debate
se alimenta de diversas posiciones, acá se
presentarán las dos comúnmente identificadas como las más importantes: el estructuralismo y el intencionalismo o individualismo
metodológico con el propósito de, a grandes
trazos, dibujar el cuadro general.
El estructuralismo se caracteriza por privilegiar
la estructura sobre la actuación para explicar
cualquier tipo de acontecimiento, dejando
así a los actores como meros portadores de
estructuras inobservables. De esta manera
proporciona explicaciones externas que operan a distancia de los actores. En este tipo de
explicaciones se considera que las estructuras constriñen o incluso determinan al actor.
Como representantes de esta posición es posible identificar muchos en sociología clásica,
sobra con recordar la idea de hecho social
que presenta Durkheim en Las Reglas del Método Sociológico (Durkheim; 1895) o los principales postulados que con un sabor funcionalista expone Talcott Parsons.
Sin duda existen diferentes tipos de estructuralismo, entre los cuales algunos, habiendo
bebido de las múltiples críticas que a lo largo
de los años han recibido, presentan posturas
menos concluyentes al respecto, pero en
términos generales es posible señalar estas
como características básicas de dicha posición1.
Del otro lado, se encuentra el intencionalismo,
muy cercano al individualismo metodológico,
que busca proporcionar explicaciones de los
fenómenos desde el interior centrándose en
prácticas sociales, en la actuación humana y
en la interacción. Para sus formulaciones tiene en cuenta acontecimientos directamente
observables y encuentra los eventos sociales y
políticos como productos de la acción racional, intencionada, concreta o provista de sentido. Muchas corrientes sociológicas pueden
considerarse exponentes de esta posición: la
fenomenología, el interaccionismo simbólico
y diferentes ramas de la sociología comprensiva son algunos ejemplos importantes.
Sin duda la posición que se tome ante estos
dos polos va a dar lugar a teorías y enfoques
diferentes y por lo tanto a explicaciones disímiles, incluso opuestas, de los mismos fenómenos a estudiar. A su vez las categorías
que privilegian cada una de estas posturas,
estructura o actuación-intención, aparecen
como categorías de dominación en el sentido en que gobiernan la manera en que tanto en nuestra labor como científicos sociales
y como gente del común vemos el mundo.
Una corriente contemporánea de la sociología, sin ponerse de acuerdo y sin el anhelo
de hacer un proyecto conjunto, no contentos
con esta dominación y cansados de explicaciones incompletas, reduccionistas e incluso
simplistas de los eventos sociales, se puso
en la tarea de superar dicho debate y proponer nuevas categorías que den cuenta de
la complejidad del objeto analizado. Dentro
de esta corriente se destacan los nombres de
Elias, Bourdieu y Giddens, que con categorías
tales como las de figuración, habitus y dualidad de la estructura parecen ir más allá de la
separación entre estructura y la acción.
1 Pese a no ser sociólogos no está de más nombrar otros intelectuales,
que desde el campo de la antropología y la lingüística, pueden
identificarse como baluartes del estructuralismo y con los que autores
acá analizados establecen importantes diálogos críticos: Claude LeviStrauss y Sausrure.
FIGURACIONES
…de homo clausus a homines aperti.
“nos vemos una y otra vez obligados a utilizar formulaciones absurdas como,
por ejemplo, individuo y sociedad, que da a entender que individuo y sociedad
son cosas distintas, como una mesa y una silla o una olla y una marmita.”
Sociología Fundamental
N. Elias; 1970
Norbet Elias, en diálogo crítico principlamente con Talcott Parsons, construye su propuesta
empírico-teórica partiendo de un enfático rechazo al determinismo estructural-funcionalista
que prácticamente monopolizó los estudios sociológicos desde las aulas de Harvard y otras
universidades norteamericanas durante las primeras décadas del siglo XX. Dándole especial
importancia a la historia y a las estructuras mentales analiza las estructuras sociales en constante dialéctica, ocupándose así la separación que se ha hecho en sociología entre individuo
y sociedad2.
En la introducción a Sociología Fundamental (Elias; 1970) Elias expone una preocupación de
corte epistemológico por el ‘ámbito de problemas cuyo tratamiento se propone la sociología’
e invita al lector a la exploración del “plano humano-social del universo”. De esta manera
demanda nuevas tareas para el quehacer sociológico y nos ubica ante el gran reto de una
crítica epistemológica disciplinar.
Para adentrarse formalmente a la disyuntiva que acá nos concierne, en este texto Elias analiza
el lenguaje del que nos servimos para conceptualizar el mundo. Partiendo de dicho análisis
señala el carácter clasificador y cosificador del lenguaje como vehiculo conductor del aislamiento mental de cuestiones que en realidad no están separadas. Con esto quiere señalar
enfáticamente la inexistencia de una separación tajante entre individuo y sociedad, sistema
dual que puede ser análogo a la clásica oposición entre estructura y agencia, objeto y sujeto
e incluso naturaleza y cultura.
Nuestro lenguaje y esquemas mentales comunes, caracterizados por su egocentrismo, representan al yo individual rodeado por figuras sociales que aparecen como objetos (analizados por sujetos) estáticos. Esto “[…] obstruye en gran medida el acceso de las personas a
una clara compresión de su propia vida social promoviendo constantemente la impresión
de que la sociedad está compuesta de figuras externas al yo.” (Elias; 1999, Gedisa, p. 16) Los
modelos de pensamiento y lenguaje de los que se vale la sociología y en general la reflexión
social son, bien sea de corte mítico-mágico o trasladados (usualmente sin un previo ejercicio
crítico pertinente) de las ciencias naturales. Ambos aparatajes, a su manera, separan en sus
explicaciones cuestiones inseparables tales como el objeto del sujeto. Esto, en su lógica argumentativa, necesariamente conduce a un “[…] bloqueo del desarrollo de un pensamiento
y un lenguaje más ajustado a la específica peculiaridad de las figuraciones humanas.” (Elias;
2 Esta es tan sólo una de las tres disyuntivas interdependientes que copta la atención de este sociólogo. Junto a ella
analiza también otras dos: objeto/sujeto y naturaleza/cultura, este segunda usando argumentos provenientes de la
biología.
En las páginas siguientes de la misma obra,
ya en el capítulo cuarto, expone la manera
en la que operan los medios conceptuales
lingüísticos. A su modo de ver, el lenguaje tradicionalmente procede o se compone de la
siguiente forma: sustantivo + verbo o sujeto +
acción. Esto resulta problemático en el sentido en que el individuo, bien sea sustantivo
o sujeto, aparece en ‘reposo’. Partiendo de
la aceptación de que la realidad que frente a nosotros se impone se caracteriza ante
todo por ser dinámica y variable, no podemos seguir sirviéndonos de conceptos cargados de connotaciones estáticas y ‘en reposo’.
Mediante el verbo le añadimos movimiento
a posteriori a algo que en principio y normalmente suponemos está en reposo y que en
realidad no lo está. “Decimos: el viento sopla,
como si el viento fuese en principio algo inmóvil que se pusiese en un determinado momento en movimiento y empezase a soplar,
como si fuese algo distinto de lo que sopla,
como su pudiese existir un viento que no soplase.” (Elias; 1999, Gedisa, p. 133).
Entre los ejemplos que destaca como conceptos en reposo está el de individuo, aquel
construido por la filosofía moderna como un
homo clausus. Comúnmente el individuo aparece ente nosotros como un ente carente de
relaciones, que se puede abstraer y extraer,
que es un algo terminado, que es un ‘adulto’.
“Tal como se utiliza habitualmente este concepto en la actualidad suscita la impresión
de referirse a un adulto sin relaciones con
nadie, centrado en sí mismo, completamente solo, que además nunca fue niño” (Elias;
1999, Gedisa, p. 140). Elias llama la atención
sobre la necesidad de pensar un individuo
distinto, cambiante y relacional, que se lo
conciba como un proceso antes que como
un algo terminado, y que en tanto proceso
implique dinamis como movimiento e interdependencia. El individuo está en constante
movimiento, se desarrolla sin interrupción en
la sucesión de “etapas”, el hombre no sólo
pasa por un proceso, él es proceso.
Haciendo eco de la importancia que en otros
textos otorga explícitamente a la indisolubilidad entre teoría y empiria, señala que los
conceptos no pueden ser otra cosa que el
reflejo de la realidad. De aquí surge entonces una base sólida para la elaboración de
la categoría que acá nos ocupa: figuración.
Base sólida que si bien brota de una crítica
al lenguaje encuentra en este mismo pistas
clave para su construcción. En el lenguaje ya
hay algo sobre lo cual empezar a trabajar: los
pronombres pueden aparecer como modelos de figuración. En los pronombres se resalta
necesariamente la naturaleza relacional de
la realidad, sencillamente para que exista un
“yo” tiene que existir un “tú” o un “él”, un “nosotros”, un “ellos”, etc*; no es posible separar
las posiciones individuales de una serie de relaciones dada.
El concepto de figuración, se traza como reto
romper con el carácter tradicional de las categorías como sustantivos deshumanizadores que parecen referirse a objetos aislados
y ‘en reposo’ a los que posteriormente, mediante un verbo o una acción, se le añade
movimiento. Con la noción de figuración Elias
rompe con la separación (diferente a distinción) entre individuo y sociedad, un individuo
y su sociedad son figuración y como tal su
existencia depende de su interdependencia.
“El concepto de figuración sirve para proveerse de un sencillo instrumento conceptual con
ayuda del cual flexibilizar la presión social que
induce a hablar y pensar como si individuo
y sociedad fuesen dos figuras no sólo distintas sino, además, antagónicas.” (Elias; 1999,
Gedisa, p. 156). El concepto de figuración
permite de esta manera, yendo más allá de
la separación entre individuo y estructura,
desviar la atención a las interdependencias
de los hombres que construyen entramados
sociales. Sean grupos pequeños o grandes
(incluso sociedades integradas), sean interdependencias como aliados o como adversarios, el concepto de figuración permite pensar
‘lo relacionado a partir de las relaciones’.
*Cabe resaltar que para Elias no existe algo así como
un “yo” –EGO- freudiano o parsoniano. “El concepto de
ego, tal como lo utilizan Freud o Parsons, es un buen
ejemplo de esta trasformación de un concepto de relación en una especie de concepto-sustancia o concepto-cosa.” (Elias; 1999, Gedisa, p. 148)
Así la estructura aparece en Elias, muy distante a lo que se entiende en la escuela funcionalista
e incluso estructuralista, como un entramado social flexible, adaptable y lo más importante,
como un producto no externo ni ajeno a los individuos que la conforman. En este entramado
la individualidad del individuo no se puede comprender, siquiera pensar, sino es en su relación con otros individuos. De esta manera se puede asistir que la figuración como un todo es
un producto distinto “[…] a la suma de sus partes […] posee regularidades de índole propia
que nunca podrán ser comprendidas partiendo únicamente de sus partes individuales.” (Elias;
1990, Península, P. 22)
HABITUS
…estructuras estructuradas estructurantes…
Hablar de habitus es plantear que lo individual, e incluso lo personal,
lo subjetivo, es social, a saber, colectivo.
El habitus es una subjetividad socializada.
Respuestas por una antropología reflexiva
Pierre Bourdieu, 1995
Si lo que ahora se busca es analizar un concepto de Bourdieu muchas son las aristas por la
cuales se puede empezar a transitar, una característica definitoria de su obra es la íntima interrelación de sus conceptos, que así como lo son en Elias, son tanto empíricos como teóricos.
En esta ocasión se estimó como lo más apropiado empezar por la postura crítica que adopta
al autor frente a teorías tanto subjetivistas como objetivitas para de ahí llegar más directamente a la categoría de habitus, “[…] como una manera de escapar a esta alternativa entre el
estructuralismo sin sujeto y la filosofía del sujeto” (Bourdieu; 1987, Gedisa, P. 23), sin tener que
pasar necesariamente por todo su aparataje conceptual.
El contexto y trayectoria intelectual de Bourdieu permite entender con mayor claridad su posición sociológica que dio pie a la elaboración del concepto de habitus. La incomodidad que
en determinado momento sintió al estar dentro de la fenomenología existencial en sus años
de filósofo, y la incomodidad experimentada como antropólogo-etnólogo dentro de las puertas del estructuralismo, se desató en el campo de la sociología, de ahí que Bourdieu califique
en Cosas Dichas (1987) y otras obras a la sociología como una ciencia libre, liberadora y que
molesta. “Recurro en todo momento a la sociología, a fin de tratar de liberar mi trabajo de los
determinantes sociales que suelen entorpecer la labor de los sociólogos […] pienso que, dado
lo que yo era socialmente y considerando lo que podríamos llamar mis condiciones sociales
de producción, la sociología era la mejor opción para mí […]” (Bourdieu y Wacquant; 1993,
Grijalbo, p. 155) Así Bourdieu, en términos generales, le va a decir al subjetivismo propio del
individualismo o intencionalismo que hay estructuras objetivas internalizadas que si bien no determinan del todo sí condicionan, y a los objetivismos del funcionalismo y el estructuralismo les
mostrará la existencia de procesos de representación simbólica no mecánicos. Rechazando
tanto el objetivismo (por presentar una noción de individuo pasivo y reactivo –entre otras-) y el
subjetivismo (por no reconocer las estructuras más allá de la relación social –entre otras-), el
elemento articulador entre estructura y agencia, respondiendo al “[…] deseo de escapar tanto
de la filosofía del sujeto, pero sin sacrificar al agente, como de la filosofía de la estructura, pero
sin renunciar a tener en cuenta los efectos que ella ejerce sobre el agente y a través de él”
(Bourdieu y Wacquant; 1993, Grijalbo, p. 83) , es el concepto de habitus.
La preocupación de Bourdieu, que sirve de fondo del concepto de habitus, es entonces por la práctica social, por su ‘intención activa e inventiva’, por introducir la práctica del agente en los estudios sociales sin
caer en extremos. “[…] yo quería recordar que esta capacidad “creadora”, activa, inventiva, no era la de un suejto trascendental en la tradición
idealista, sino la d eun agente actuante” (Bourdieu; 1987, Gedisa, P. 25).
El habitus, entendido como un sistema abierto de disposiciones estructuradas y estructurantes construido socialmente, muestra que hay estructuras objetivas que influyen las funciones prácticas de la acción o agencia, a al vez que estas influyen dichas estructuras, caracterizándose por
ser perdurable pero nunca inmutable. Es así un esquema que produce
tanto percepciones como prácticas y que responde a la internalización
de estructuras objetivas dada la posición que cada quién ocupa en el
espacio social según la distribución de los diferentes tipos de capital.
Como a su manera lo hizo Elias, Bourdieu, distanciándose de la separación entre estructura y agencia (sociedad e individuos), articula o sintetiza las posturas estructuralista y constructivista, reconociendo la existencia de estructuras objetivas que están afuera de la conciencia de los
agentes, pero que a al vez pueden ser transformadas o moldeadas por
las representaciones de los mismos agentes. Ya en La Distinción (1979)
el habitus va a aparecer más elaborado como un concepto contra le
mecanicismo. El habitus, en la convergencia objetivismo-subjetivismo,
representa esquemas incorporados provenientes de las estructuras objetivas, permitiendo, en relación a los gustos, caracterizar a los agentes
(de ahí que se habla de distinción) presentado el espacio social ante el
agente como un ‘espacio de diferencia’. En este espacio las prácticas
son reflejo de estructuras objetivas, pero los agentes, a través de sus percepciones, crean y recrean representaciones de las mismas prácticas.
Acá se revela una manifiesta diferencia con el ‘proyecto’ de Elias. Si bien ambos autores ‘pelean’ con al misma separación que encuentran absurda y perjudicial para la forma en que
conceptualizamos el mundo, la forma de hacerlo difiere notoriamente a mi parecer. Cuando
Elias habla de figuración no está hablando de algo así como internalización o incorporación
de estructuras objetivas, sencillamente está hablando de la unión, mediante la superación,
de esas dos dimensiones, que en su terminología son sociedad e individuos y que si bien no lo
son en sentido estricto en este texto se tomaron como análogas con estructura y actuación.
En este sentido se podría decir que con el concepto de Habitus, Bourdieu operacionaliza esa
figuración, es decir estudia y expone la forma en que se da esa unión, señala qué tiene o
conserva la figuración de individuo/agente por un lado y por el otro, qué tiene o conserva de
sociedad/estructura.
Elias se limita a rescatar un individuo en plural
y relacional que sólo existe o por lo menos del
que sólo es posible dar cuenta en relación con
otros individuos componiendo una figuración.
A mi criterio Bourdieu, con la noción de agente, va más allá de sacar de la situación de
reposo al individuo al procurar explicar dónde
reside la agencia. El agente que rescata este
sociólogo es aquel que está en la posibilidad
de representarse el mundo, aquel que implementa o desarrolla estrategias de transformación o mantenimiento de la forma en la
que se organizan las relaciones objetivas. A su
vez, rescatando la estructura, reconoce que
estas estrategias son “[…] líneas de acción
objetivamente orientadas que losa gentes
sociales construyen sin cesar en la práctica
y que se definen en el encuentro entre el habitus y una coyuntura particular del campo
[…]” (Bourdieu y Wacquant; 1993, Grijalbo, p.
80), y como líneas de acción van a depender
también del ‘sentido práctico’ que le permite
actuar de determinada manera ‘intuyendo’
las acciones de los otros. ‘El agente se representa un espacio dado objetivamente como
un espacio dotado de carácter simbólico y
de diferencias’, la agencia reside en la posibilidad de representarse simbólicamente ese
espacio. Las prácticas sociales son entonces
tanto reflejo de estructuras objetivas internalizadas en un habitus como representaciones
que el agente se hace del mundo.
Por último es importante señalar lo siguiente:
No hay una absorción mecánica de aquello
‘que debe ser dicho y hecho’ –ni de las estructuras objetivas. Los agentes se representan al mundo, captando aquello que ‘se impone inceustionablemente’ y reconociendo
ese futuro que ‘está hecho para ellos y que
les cuadra’ de determinada manera según su
posición en el campo y su habitus. Ese “mundo representado simbólicamente” es el ring
donde el agente ejerce sus acciones y crea
sus estrategias. Hay condicionamiento (diferente a determinación) pero nunca mecánico, de hecho “Esta clase de modelos circulares y mecánicos son precisamente lo que
intenta destruir la noción de habitus” (Bourdieu
y Wacquant; 1993, Grijalbo, p. 93).
De esta manera es que Bourdieu pretende
o se propone superar ese dualismo entre estructura y agencia. Los agentes sociales determinan y ponderan de manera activa, valiéndose de sus visiones y percepciones del
mundo. Esta idea es la que lo lleva a señalar
que los agentes sociales están determinados
sólo en la medida en que se autodeterminan.
Para que haya un determinismo total y mecánico de las estructuras objetivas se requeriría
que las disposiciones (el habitus) operarán de
manera libre.
En definitiva el habitus es lo que “[…] permite
construir y aprehender de manera unitaria dimensiones de la práctica que a menudo se
estudian en un orden disperso, ya sea por la
propia ciencia, como la nupcialidad y al fertilidad, ya sea por ciencias diferentes, como la
hipercorrección lingüística, la baja fertilidad y
la gran propensión al ahorro […]” (Bourdieu y
Wacquant; 1993, Grijalbo, p. 91)
¿DUALISMO O DUALIDAD DE LA
ESTRUCTURA?
Anthony Giddens, en el marco del proyecto de la teoría de la estructuración, preguntándose por la manera en que se produce
y reproduce la vida social, pretende ir más
allá de la separación entre estructura y acción sustituyendo la idea clásica de dualismo,
errónea a su criterio, para hablar de dualidad,
específicamente de dualidad de la estructura, donde estructura y actuación aparecen
como ‘dos caras de una misma moneda’.
Así como Elias y Bourdieu, Giddens empieza
a construir su propuesta teórica empírica en
diálogo crítico y constante con otras corrientes sociológicas, señalando que ‘lo social’ no
se puede entender a partir del actor individual
pero tampoco desde el entendimiento de
los diferentes efectos de carácter social que
recaen sobre el individuo. El dominio de ‘lo
social’ está entonces en las prácticas sociales que suceden es un espacio y a través del
tiempo, donde aparece inmediatamente la
cuestión de la agencia.
En los primeros capítulos de su obra, Las nuevas reglas del método sociológico (1993), entabla
un diálogo con la fenomenología y la etnometodología, en dónde resalta tanto elementos
rescatables como vacíos importantes de estas escuelas. Pese a que estas escuelas no se
preocupan por las regularidades de la acción, y por ello no están en condición de responder
a la pregunta ¿Qué hace que una práctica se mantenga en el tiempo?, muestran que la
sociología, a diferencia de las ciencias naturales, no se ocupa de aspectos dados, sino más
bien de aspectos dotados de sentido. De esta manera, reconociendo la actividad reflexiva
de los actores sobre su acción, eliminan de partida la idea de individuo como “marioneta” de
la estructura.
Para Giddens no hay práctica social sin estructura, ni estructura sin práctica social, y es precisamente aquí de donde surge la categoría de dualidad de la estructura. A mi modo de ver hay
dos elementos que caracterizan esta dualidad: el primero y quizás el más importante es esa
relación en la que la estructura aparece constituida por la actividad recurrente de los sujetos a
la vez que es el medio que permite dicha actividad. De esta lógica se deriva inmediatamente
el segundo elemento definitorio, donde la estructura se caracteriza por ser tanto restrictiva, en
tanto condición para la acción del agente, como habilitante, dejando así de ser un conjunto
de pautas para aparecer como uno de reglas y recursos. En tanto dual, la estructura no constriñe la acción, la posibilita, siendo el medio en el que el agente se hace agente.
Con esta noción se enfrenta entonces a la posibilidad de responder la pregunta que motivó
la teoría de la estructuración, la pregunta por
la producción y reproducción de la visa social. Como ya se mencionó, las teorías de la
acción o las sociologías comprensivas, al no
atender la cuestión de las prácticas recurrentes, se centraron sencillamente en estudiar las
condiciones de producción de la vida social.
Del otro lado, los funcionalistas y estructuralistas, en muchas ocasiones, al dejar de lado
al agente y su actuación, creyeron resolver el
complejo problema de la reproducción describiendo un proceso autónomo y mecánico
de la estructura. Para Giddens la reproducción de la estructura está en la acción, específicamente en las prácticas recurrentes que
permiten entender el porqué de su mantenimiento. Con esto señala que si deseamos,
desde nuestra posición bien sea de sociólogos o de legos, entender la razón de ser de la
vida social, tenemos que eliminar de nuestras
cabezas esos esquemas duales que separan
cosas que en realidad no están separadas.
Para cerrar esta expocisión y pasar a un ejercicio comparativo que sirva de antesala para
una conclusión general, vale la pena ‘echarle un vistazo’ a la siguiente cita, donde a mi
juicio se cristaliza la noción de dualidad de
la estructura de Giddens: “Una acción nace
de la aptitud del individuo para producir una
diferencia en un estado de cosas o curso de
sucesos preexistentes” (Giddens; 2003, Amorrortu, p. 51). Aquí se rescata explícitamente al
agente en tanto la acción no existe si no hay
un individuo apto; y al mismo tiempo, implícitamente y siguiendo la lógica del argumento,
es posible advertir que la única forma que tiene el agente para operacionalizar y desarrollar esa aptitud está en la estructura.
Ahora bien, como se puede inferir de lo hasta
aquí expuesto, si bien la estructura en Giddens
no es otra cosa que el resultado de la práctica continuada o recurrente del agente, existe
por fuera o en ‘ausencia del sujeto’ como algo
que lejos de constreñirlo lo posibilita; “Estructura, como conjuntos de reglas y de recursos
organizados de manera recursiva, está fuera
del tiempo y del espacio […] y se caracteriza
por una ausencia del sujeto.” (Giddens; 2003,
Amorrortu, p. 61)
) Esta concepción sin duda aleja el argumento de Giddens del presentado por Bourdieu.
Para este último, bajo la noción de habitus,
la estructura objetiva en relación a la acción
y la estrategia aparece como la norma internalizada desde donde el agente percibe e
interpreta, en este sentido no es algo externo
y si bien no constriñe, más que posibilitar, condiciona la acción. En este sentido la relación
entre reglas (y recursos en Giddens) y prácticas
sociales es diferente en cada una de las propuestas de estos dos pensadores, no porque
en Bourdieu el habitus sea algo estático y no
pueda cambiar, sino porque el agente actúa
desde ahí, que es un conjunto de dispositivos
internalizados de estructuras objetivas, que en
tanto tal condiciona.
En la dualidad de la estructura la reglas (y los
recursos) no se aplican de manera mecánica y tampoco se internalizan, su aplicación
es generativa; la estructura, como el leguaje,
se la puede “[…] concebir como un conjunto
abstracto de reglas que no se aplican mecánicamente, sino que las emplean [los actores] de un modo generativo.” (Giddens; 2001,
Amorrortu, pg. 129) En toda forma de ‘producción y reproducción’ hay reglas y normas. La
relación entre éstas y los agentes no es obligatoria, su acatamiento no refleja un compromiso moral. Si se va a hablar de obligatoriedad
si debe entonces hablar de una ‘obligación
contingente’ ya que su realización puede o
no darse. Los agentes interpretan esas reglas,
normas y valores, de ahí que la relación sea
contingente. Pese a que en este argumento
se esté señalando una divergencia importante entre la presentación teórico-empírica de
Giddens y Bourdieu, vale la pena hacer la siguiente salvedad. La idea de interpretación
que ambos autores sin duda trabajan y desarrollan tanto en la noción de dualidad de la
estructura como en la de habitus no parece
oponerse ni contradecirse. Vale recordar que
si bien en Bourdieu, las estructuras objetivas, a
través del habitus, determinan la percepción
de los agentes, el punto de quiebre puede
estar en que el agente crea percepciones
e interpretaciones diferentes de las mismas
estructuras objetivas transformándolas; las estructuras objetivas en Bourdieu también son
objeto de percepción e interpretación.
Por su parte, en este punto en particular la propuesta de Giddens parece acercarse más a
la de Elias. Así como en este último el individuo
no da cuenta de la sociedad, en Giddens la
práctica social por sí sola no da cuenta del
todo de la estructura. Es claro que las prácticas sociales dan como resultado la estructura, pero ese resultado, así como lo es la
sociedad conformada por individuos, es algo
más que esas prácticas sociales recurrentes.
Las figuraciones, al ser la unión prácticamente indisoluble entre individuo y sociedad y al
representar una “nueva entidad”, no pueden
ser estudiadas y/o comprendidas mediante
la desagregación de sus partes. Aún así, a la
hora de identificar puntos de conexión entre
Elias y Giddens, hay que se excesivamente
cuidadoso, teniendo muy presente que una
idea de exterioridad de la estructura sería
prácticamente inaceptable dentro de la noción de figuración de Elias y podría atentar la
solidez de la argumentación.
Aún así, a mi modo de ver, pese a los posibles
puntos de contacto entre los autores, la gran
particularidad que distancia a Giddens de los
acá trabajados, no está en este último elemento analizado, sino más bien en el carácter posibilitante que le imprime a la estructura.
Este carácter es el que en definitiva le da cabida a un agente con más posibilidades de
transformación, un agente que da significado
al mundo independientemente de la estructura y que en tanto reflexivo, es conciente y
registra su acción. Si bien en Bourdieu el habitus es dentro de ciertos límites la existencia
de un abanico de posibilidades de elección,
esta elección en definitiva no es deliberada,
mientras que en Giddens, pese a seguir siendo difícil afirmar que lo es del todo, sin duda
se acerca más a algo similar.
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A MODO DE CONCLUSIÓN
¿y la sociología qué?
Sin duda estas nuevas formas que desde la
sociología contemporánea se proponen para
superar la vieja separación entre estructura y
actuación acarrean consigo no sólo nuevas
formas de contextualizar el mundo sino también imponen un importante reto ontológico
y epistemológico a la sociología como disciplina. Si el individualismo y colectivismo metodológico aparentemente se han quedado
cortos a la hora de dar cuenta de lo social, si
los objetivistas y subjetivistas tan sólo nos han
mostrado un ‘lado’ de este complejo cuadro,
si las filosofías del individuo y las posturas estrucutralistas se agotan es visiones sesgadas,
¿a qué escuela debe afiliarse el sociólogo? o
sencillamente, ¿cómo debe proceder?
A la hora de responder estas preguntas, o
simplemente de abordar estas cuestiones,
los autores acá trabajados tienen mucho que
decir. En Elias las tareas para la sociología son
muchas y nada fáciles de realizar. Una primera, quizás la más desafiante, está en construir
nuevos modelos lingüísticos y conceptúales
reaccionando ante aquellos que establecen
separaciones indebidas y crean tensiones
absurdas e inexistentes, en otras palabras, en
la creación de una terminología y conceptualización ajustada a las figuraciones sociales formadas por individuos. Tarea que pone
sobre la mesa una fase nueva de la labor
sociológica y supone luchar versus modelos
tradicionales acreditados que se muestran
como una forma ‘humana eterna’ de conocimiento. ¿Pero si el individuo no es autónomo
como tal y en su expresión como unidad no
tiene la capacidad de transformar el mundo,
quién debe llevar a cabo esta tarea?
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La posibilidad de éxito recae en la convergencia de esfuerzos, ya que en la ausencia de un
yo-individual, la sociedad aparece como un entramado de interdependencias. ¿En Elias, qué
haría falta entonces para que ese impulso individual semiautónomo desemboque en transformaciones reales y colectivas? El requisito indispensable es el distanciamiento, la necesidad
de mirar desde encima, “a vuelo de pájaro”, y desde ahí, analizando procesos de larga duración, realizar un recorrido histórico que le permita darse cuenta de la posibilidad de generar
impactos en condiciones específicas y según características individuales determinadas. Todo
conocimiento humano se mueve entre un continuo cuyos extremos son el compromiso (conocimiento precientífico) y el distanciamiento (conocimiento científico). Es así como aparece
una segunda tarea para la sociología: aproximarse más al distanciamiento sin desligarse u
olvidar del todo el compromiso. Esta dinámica aplica a su vez para el plano de la vida cotidiana y sirve para superar razones de descontento e incluso de depresión, tenemos que procurar
conocer nuestra realidad y no recurrir a explicaciones fantasiosas de lo que nos ocurre, esto
implica la superación de categorías que dominan nuestra forma de ver el mundo y la realidad. Por lo tanto la gran tarea integral que Elias deja, y para la cuál aportó y avanzó mucho
con su obra, implica una triple transformación: en lo teórico, en lo metodológico y en el objeto
de estudio. Aún así es consciente que no es posible precipitar la ejecución de esta labor necesaria, esta debe realizarse a largo plazo. “Un reaprendizaje y un cambio así en el pensamiento
de muchas personas, incluyendo su habituación a todo un conjunto de nuevos conceptos o
al nuevo sentido de viejos, requiere habitualmente una sucesión de dos o tres generaciones y,
con harta frecuencia, un periodo aún más prolongado.” (Elias. 1990, Península, p. 15)
En lo que respecta a la labor sociológica, las propuestas de Bourdieu y Giddens, e incluso las
de Elias, parecen tomar rumbos diferentes y distantes. Los tres autores sin duda están convencidos que toda investigación sociológica debe contemplar dos momentos: el objetivista y el
subjetivista. Pese a ello, Bourdieu y Giddens parecen alejarse de Elias al concebir los momentos como separados, lo que a mi modo de ver va en contravía con la noción de figuración.
Por su parte Bourdieu se separa de Giddens en un momento posterior al señalar explícitamente que la investigación debe empezar por el momento objetivista, es decir, analizando
las estructuras objetivas, en tanto condicionan las percepciones subjetivas que dependen
del lugar que el agente ocupa en el espacio social. Convencido de esto, el primer foco de
atención del sociólogo debe ser entonces el análisis de la distribución de los diferentes tipos
de capital en las estructuras objetivas, que es lo que va a definir la posición de los agentes.
Del otro lado, para Giddens, la realidad social debe estudiarse hermenéuticamente, lógica
que se constituye como punto de partida de la teoría de la estructuración. El sociólogo debe
empezar por insertarse en la realidad social para empaparse de ese mundo interpretado que
los mismos agentes que allí están han constituido, siendo su punto de arranque la actuación
de los individuos. Es claro que el punto de partida por el que ambos autores señalan debe empezar la investigación sociológica marca una diferencia entre sus propuestas, pero tampoco
cabe duda que la noción de doble hermenéutica (interpretar lo interpretado) que desarrolla
Giddens es compartida por Bourdieu al señalar que para comprender el mundo social se tiene
que comprender la forma en la que las personas, desde su habitus, se representan el mundo
social.
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Muchas cosas se quedan fuera de este análisis. Respecto a los temas tratados todos estos autores han hecho aportes innumerables que sería ingenuo pretender reunir en un mismo escrito.
Muchos otros elementos son dignos de comparación entre sus teorías, ya que como sociólogos contemporáneos comparten una ontología de ‘lo social’ (la superación de la separación
entre estructura y actuación) y trabajan muchos temas en común. El poder, el lenguaje, la ontología del investigador en ciencias sociales, la relación entre teoría y empiria son objetos que
atraen la atención de estos importantes sociólogos. Pese a la extensión de sus obras y aportes,
considero que en este escrito el objetivo, por modesto que haya sido, se cumplió más no se
concluyó o agotó. Se identificó una categoría clave de su pensamiento, categoría sobre la
que se estructura parte importante de su pensamiento, para a partir de ahí realizar una exposición en torno a un tema común de interés, ‘la dominación de las categorías’, dominación
que operando mediante la disociación de dimensiones del plano social del universo que en
realidad no se encuentra separadas, tiene efectos perjudiciales sobre la forma en la que tanto
científicos sociales como legos concebimos el mundo en el que vivimos. La esperanza que
queda acá plasmada, que va más allá de los objetivos concretos del escrito, es que estas
palabras sirvan de invitación a futuros trabajos tanto empíricos como teóricos en torno a un
tema que encuentro apasionante. Son muchas las aristas para abordarlo y con seguridad
alguna será del interés del lector.
Bibliografía.
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Hay, Colin. (1997) “Agency” En: Marsh, David y Stoker, Gerry. Teoría y métodos de la ciencia
política. Madrid, España: Alianza.
Historia y Jóvenes:
Aproximaciones
y perspectivas.
Carlos Arturo Reina Rodríguez
[email protected]
Candidato a Doctor en Historia.
Universidad Nacional de Colombia
Profesor de la Facultad de Ingeniería
Universidad Distrital “Francisco José de Caldas”.
Palabras Clave.
Historia, Jóvenes, juventud.
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Los jóvenes han sido generalmente vistos desde la óptica de campos disciplinares como la
Sociología y la antropología, que responden al interés despertado por temáticas recientes
desde distintos sectores de la sociedad en torno a las manifestaciones culturales, así como a
las problemáticas derivadas o paralelas a estas y de las formas de participación ciudadana
en los últimos años. No obstante, no parece interesar mucho a las comunidades de historiadores, el tratamiento desde una perspectiva comparativa de las distintas manifestaciones
simbólicas, de las representaciones y de las emergencias políticas y culturales que en otros
momentos de nuestra historia, han protagonizado los sectores jóvenes de la sociedad, dejándolos de manera involuntaria, alejados del acontecer histórico. Sin embargo, se pueden tejer
posiciones iniciales que permitan establecer categorías de aproximación desde la historia
para una historia de los jóvenes en Colombia. Este documento plantea la necesidad de responder a una premisa que se centra sobre la ausencia de estudios históricos relacionados con
los jóvenes en Colombia y sobre las dificultades para la definición de la categoría adecuada
en torno a ellos.
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Los estudios históricos en torno a los segmentos de la poblaciones más jóvenes de la sociedad colombiana han sido escasos, siendo una de las temáticas más relacionadas, la de los
movimientos estudiantiles, sin que estos definan en muchos casos, quienes eran los estudiantes, y que tipo de jóvenes los componían. Más aun, ¿todos eran jóvenes?. Solo hasta década
de los años 90 del XX, disciplinas como la sociología y la antropología en Colombia, centran
sus campos de observación en ellos, motivados entre otros, por manifestaciones ligadas a expresiones de la cultura urbana, de la violencia o de la prevención de comportamiento sexual
y de consumo de sustancias alucinógenas.
Para la historia, de manera reciente, temas como la cotidianidad, las mujeres, los imaginarios
y las representaciones sociales, han privilegiado los estudios históricos culturales en América
Latina y España, sin que se dediquen en concreto a este sector. Una de las razones está en la
dificultad de definir el sector poblacional joven de una sociedad, que para los estudios sociológicos urbanos por ejemplo pueden resultar mucho más cercanos en la medida en que el
tiempo y el contexto se definen con cierto grado de inmediatez.
Para el historiador, no solo basta el tener elementos teóricos que provienen de otras disciplinas
como la Biología, la psicología, la sociología o la antropología, incluso la política y el derecho,
sino que además debe indagar con cierto grado de certeza, si esos elementos resultan pertinentes para analizar el pasado de las poblaciones más jóvenes de una sociedad o si existe la
necesidad de utilizar otras categorías más adecuadas a sus contextos y tiempos.
Es relativamente fácil hacer historia de un
país o de una clase social, porque se trata de
conceptos con límites definidos y con cierta
homogeneidad, pero la historia de grupos
que no se basa en territorio, lengua o posición
social sino en otros caracteres, resulta mucho
más compleja, y escribirla es como avanzar
por un terreno inestable. Por otro lado, la posibilidad de generar un proceso a través del
cual los nuevos campos investigativos sean
pensados en términos de su pasado, en perspectiva del desarrollo de sus condiciones
temporales y de género, así como a la misma redefinición de los conceptos apoyados
en marcos contextuales y temporales, contribuye a la redefinición de nuestra realidad, de
entender que el problema de la juventud no
es nuevo y que en la comparación con otros
momentos, es posible responder a problemas
actuales, además de enriquecer el cuerpo
historiográfico en nuestro país.
La categoría de los Jóvenes:
Para el campo de la disciplina histórica, la
presencia de los jóvenes se limita a una descripción breve, pasajera y anecdótica, donde por lo general la condición temporal de
juventud no termina siendo sino un referente
para dar cuenta hechos, procesos y acontecimientos externos. No obstante, es una tendencia de la que el país sea ajeno.
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Son pocos los textos propiamente históricos,
dedicados al sector joven de la población
humana, en donde se destacan dos textos:
El primero, publicado en el año de 1975, titulado “Historia social de los Jóvenes”, del profesor español de la Universidad de kent Ohio,
Victor Alba (1975).
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Alba se refiere a los jóvenes a partir de la referencia generacional dada por la condición
de juventud. Así, reconoce a través de la historia, desde la antigüedad hasta la década
de los años 70 en el siglo XX, a varios tipos de
juventud caracterizados por enlaces o espectros generacionales. Así aparece por ejemplo,
la juventud sin revolución en la revolución industrial, la juventud idolatra en la primera mitad del siglo XIX manifiesta sobre todo en las
juventudes juveniles alemanas y en la revolución de 1848, la juventud ideólogizada en la
segunda mitad del siglo XIX relacionado con
los movimientos obreros, los anarquistas, el
socialismo, los sindicatos y las organizaciones
cristianas, la juventud desesperada en vísperas de la primera guerra mundial, enfocada
con los jóvenes alemanes, los nihilistas rusos,
las juventudes regeneradoras y la generación
dorada de los Estados Unidos; La Juventud
utilizada, en los periodos entre las dos guerras, enfocado en la revolución rusa, el movimiento juvenil comunista internacional, el
fascismo, el nazismo y la dictadura española
de 1923, la juventud desapartada, durante
la segunda guerra mundial, manifiesta en la
juventud de resistencia; la juventud aterrada,
durante la guerra fría, donde los existencialistas y los beat nicks son puente para la juventud frustrada, en el tercer mundo, derivado
del subdesarrollo colonial, la lucha por la independencia, sobre todo en África, los países
árabes y Asia o la manifestación de la juventud comunitaria de Japón, Israel y China, o la
juventud exasperada, en el caso de América
Latina en donde la lucha contra la oligarquía,
el imperialismo, se manifiesta a través de movimientos estudiantiles y revolucionarios. La
Juventud contestataria, sobre todo en los Estados Unidos y Francia y espesa en mayo de
1968 y la juventud inédita, relacionada con
los jóvenes obreros, también desde 1960, en
una postura muy cercana a la de Marcase
y la Juventud integrada o la subcultura juvenil actual (1975) expresa en la literatura y la
música sobre todo. Subraya la juventud independizada, relacionada con los modos de
vida juveniles leídos principalmente desde las
encuestas, las descripciones sociológicas y la
generalización.
Estas definiciones parten de afirmar que la juventud no forma un grupo aislado sino que
existe dentro de sociedades determinadas,
determinados períodos. Se es joven siempre
en un contexto concreto, no en abstracto.
Esto no quiere decir, desde luego que lo que
cada edad y sociedad consideran como joven, será, para esta historia, la juventud. “Pero
significa más que esto, puesto que impone
al historiador una manera de tratar el tema
que resulta ineludible: No puede hacerse una
historia de la juventud hablando, por ejemplo, de los personajes que descollaron antes
de un determinado numero de años (fijado
forzosamente de modo arbitrario). Del mismo
modo que una serie de biografías de mujeres
celebres no sería una historia de la mujer, una
lista de niños precoces no sería una historia
de la juventud” (Ibíd., 7).
Alba realiza un recorrido histórico que enriquece el discurso y alimenta los referentes
teóricos del tema en donde además ubica a
Latinoamérica lo que de alguna forma también constituye una primera aproximación al
caso colombiano.
Al ubicar a los jóvenes en coyunturas especificas, ofrece posibilidades de lectura e interpretación mucho más amplias y de paso, establece como categoría definida, la relación
principalmente política que da cuenta de la
forma como se manifestaron los sectores de
población más jóvenes, evitando asumir esta
categoría para aproximarse a la de Juventud.
En Colombia, la historia da cuenta de esta
última sobre todo al referirse a las asociaciones de naturaleza política e ideológica que
se encuentran por ejemplo en los partidos
políticos y la iglesia. Es común encontrar entonces, referencias sobre las juventudes liberales, juventudes conservadoras, juventudes
comunistas o juventudes católicas, que dan
cuenta de las formas de aproximación a instituciones definidas, pero que no representan
a los jóvenes como categoría poblacional
general. Al respecto, Raúl Olmedo separa la
brecha conceptual entre lo joven y la juventud, pues desliga teóricamente a la clase de
la categoría, diferenciándolas por sus intereses y necesidades:
: “juventud es una categoría política que
designa un lugar dentro de la jerarquía de la
sociedad…..el joven es el soporte biológico
de la categoría juventud, es un individuo que
está sometido, está sujeto a las determinaciones que conforman la categoría de juventud.
El joven es un sujeto social que es producido
como un sujeto jerárquico. La “Clase” sintetiza el conjunto de determinaciones denominadas económicas. La categoría sintetiza el
conjunto de determinaciones denominadas
políticas. La política es el conjunto de relaciones que organizan el propio sistema de jerarquía de la sociedad. En el Movimiento juvenil,
los intereses de clase de los individuos participantes predominan sobre sus intereses de
clase” (Oleado, 1-6).
Un segundo referente teórico es el texto publicado por Giovanni Levi y Jean Claude Schmitt,
titulado Historia de los Jóvenes, en dos tomos
que recogen 21 ensayos de igual numero de
autores. En la introducción teórica, permiten
establecer los problemas de la definición
de la categoría de joven. Es lógico pensarlo así, ya que para otros temas tratados por
la historia cultural, la situación es variada. Por
ejemplo, se habla de mujeres en la historia
e independientemente de que hayan sido o
no vistas de tal o cual forma, siguieron siendo
mujeres jóvenes o viejas pero mujeres al fin y
al cabo. La juventud como condición, es una
construcción que se relaciona con el contexto, que además lo reconoce como pasajero,
como un estado de habitar temporalmente
en una sociedad particular siendo hombre o
mujer, si bien “la diferencia entre muchachos
y muchachas, ya bien acentuada en la socialización infantil, encuentra en la juventud
las formas de su institucionalización” (Levi y
Schmitt, 1996:14).
Otra elemento resulta de la prevención social,
política y cultural de los sectores más adultos.
“No solo los límites de la juventud plantean
problemas al historiador, sino que otro tanto
puede decirse de los modelos propuestos a
los jóvenes en cada época. “Así como la publicidad exalta los valores de la juventud (belleza, fuerza, rapidez, energía, libertad, etc.),
la vida social cotidiana siente más bien cierto
temor hacia los jóvenes debido a los disturbios que podrían causar en opinión de los
defensores de los convencionalismos” (Ibid,
9). Esto llevó a que los referentes utilizados en
muchos casos, sean aquellos condenatorios
frente a un sector poblacional cuestionado y
tenido bajo sospecha de manera constante
en la historia de buena parte de la sociedad
bajo influencia occidental1.
La antropología mostrará desde Mead, que
la rebeldía y la “crisis de la adolescencia”, no
ocurre en poblaciones indígenas en las cuales
la juventud además de sinónimo de fertilidad,
son referentes de esperanza y capacidad. En
occidente esto solo ha sido posible de entender en los sectores políticos más relevantes
de las sociedades, para quienes los “delfines”
suelen ser la esperanza de prorrogación de
las estirpes políticas, más que el futuro, son
el presente esperanzador de los partidos y las
élites, mientras que para el conjunto de la
población además
1 No era rara esta visión debido a que desde décadas
anteriores ya se estigmatizaba al joven entendiéndose
este como un sospechoso y reservándose su futuro para
aquellos “bien educados”. Es la observancia de la buena
conducta de quienes resultaban “favorecidos”, por un
sistema educativo, frente a quienes quedaban por fuera
o relegados a niveles inferiores. Así por ejemplo titulares
como los del diario el Tiempo en los tempranos años 60
no resultan sorpresivos: “Los Bandidos Más temidos hoy
en Colombia son Adolescentes: la adolescencia es un
periodo sumamente turbador a causa del conflicto entre
la personalidad básicamente egoísta del niño y las crecientes exigencias que le merece la sociedad” Agrega
que “para dar ejemplo de las terribles consecuencias
que puede llegar a tener odio en la adolescencia, Villareal se refirió a varios casos de delincuencia llevada a
cabo por adolescentes que habiendo llegado a la conclusión de que ser agresivos era el único camino que se
abría ante ellos, decidieron dedicarse a actividades destructivas: Un Adolescente en estas condiciones ve ante sí
como única solución el imponerse sobre el medio ambiente por medio del odio, la destrucción, ya que siente
que si se aparta de ellos sucumbirá” El TIEMPO Sábado 2
de julio 1960 página 23.
La referencia data de la realización de un ciclo de conferencias sobre odio dictada por el Doctor Jaime Villareal
en el Museo Nacional, en donde titula. Allí se indica además señala que “varios de los bandoleros más temidos
que azotan el país en la actualidad son adolescentes
cuya edad oscila entre 14 y 20”. De hecho lo llevan a un
lugar de carácter global: “Un problema mundial. La Delincuencia Juvenil” también se señala a los jóvenes como
“semipesados”, un “término familiar para los jóvenes que
se rebelan contra las disciplinas sociales. Un escritor Hamburgués ha dicho de ellos” ¿Por qué esos sinvergüenzas
con tanta cosa buena que hacer hoy día, no piensan en
lo mejor sino en lo peor, y han ido en su brutal desenfreno
más allá de sus antecesores”. El TIEMPO. Sábado 12 de
marzo 1960.
de ver a los jóvenes del común como “el futuro”, con un tono de desconfianza, es en ellos
en quienes recaen las sospechas,las intrigas,
los señalamientos y finalmente en quienes
el mundo adulto realiza la valoración de su
legado, que por lo general suele resaltarse
como negativo.2
Por demás, Levi y Schmitt señalan que escribir
una historia de los jóvenes “implica por consiguiente, una pluralidad de perspectivas: en
la medida en que es el término de una fase
de socialización previa a la edad adulta, la
juventud reúne en sí, numerosos aspectos del
momento “liminal” de los ritos de paso…. Con
toda lógica, en el seno de cada sector de
la vida social y cultural, los ritos de liminidad
juvenil constituyen, en su desarrollo progresivo,
un objeto privilegiado de estudio” (Levi y Schimitt, 1996: 11).
2 Esta última afirmación, puede ser considerada como
una de las hipótesis que permitirán esbozar este escrito
y surge de las reflexiones realizadas por el autor a lo
largo de su investigación
En este sentido, hacer referencia a los jóvenes desde la historia, implica necesariamente
aproximarse también a otros campos disciplinares, como la Antropología, la sociología y la
psicología. Lorenzo Encinas (Encinas, 1994) expone estas tres tendencias de manera amplia
y concreta que pueden permitir la construcción del concepto de joven en la historia. Señala
inicialmente la perspectiva psicobiológica en donde se reconoce la adolescencia como un
momento en la historia del individuo en el que ocurren una serie de cambios a nivel biológico,
que a su vez producen diversos cambios sicológicos que constituyen la base de la personalidad. Por tanto, el desarrollo psicológico es uno de los mecanismos activados durante la
maduración biológica, durante la pubertad3.
Sin embargo, esta posición es considerada como muy general, desconociendo contextos y
culturas. El enfoque antropológico critica y debate esta posición desde los estudios de Margareth Mead (1980) quien desde sus estudios sobre adolescencia en la isla de Samoa descubre
que esta no estaba caracterizada por conflictos o tensiones; la etapa adolescente era un
estado de vida placentero, con poca represión sexual, lo cual la llevó a la conclusión de
que los comportamientos humanos están íntimamente relacionados con las exigencias de
cada cultura en particular y por extensión a los procesos históricos, que pueden ser leídos en
términos broudelianos de corta, media y larga duración.
Categoría
analítica
Psicobiológica
Caracterización
Procesos psicológicos de
la formación
de la personalidad
Antropológica
Proceso de
adscripción
Social
Sociológica
Proceso de inserción Social
Mecanismos
Identificación
Terminología
Maduración
Pubertad
Adolescencia
Ritos de paso
Iniciado
Preadulto
Socialización
Estatus incompleto
Juventud
Fuente: ENCINAS (1994)
3 Entendemos como pubertad el periodo en el que
se manifiestan transformaciones de tipo biológico en
el que empieza a manifestarse la madurez sexual. La
pubertad es un mecanismo que desemboca en los
procesos sicológicos correspondientes a la edad adulta
de la personalidad. El término adolescencia proviene
del latin adolecere (crecer).
Es importante aclarar que la juventud es un concepto íntimamente ligado a los tiempos modernos; ya no es la fase intermedia entre el periodo adulto y la niñez, ni tampoco el rango
de edad considerado solamente en los censos poblacionales y que, además de ocupar un
espacio geográfico (territorio), habitualmente tenia como especial labor la de ser el eslabón
natural de la especie humana. La juventud se caracterizaba por ser una fase preparativa
(aunque hoy todavía lo es aunque con otra motivación) y cuya preparación dependía de
unidades sociales pequeñas como la familia o el clan. Dicha situación ha cambiado pues la
preparación se halla estrechamente ligada a otra unidad social, estructural incierta, una realidad social en la cual los jóvenes se encuentran limitados por el no reconocimiento.
A su vez también se pueden hacer extensa la relación de una condición temporal de la vida
del ser humano, con una que transfiere campos simbólicos y que se manifiestan en la “juventud” de las naciones, de los partidos, de los movimientos. Expresa Laura Malvano, que por
ejemplo en el caso del fascismo italiano, “el discurso se formaba con especial ductibilidad y
flexibilidad a la multiforme y todo comprensiva noción de juventud, hasta el punto de convertirse en elemento constitutivo. Gracias a una hábil manipulación de discurso se le privó al concepto de juventud de toda connotación histórica o sociológica para adquirir una dimensión
exclusivamente simbólica, ejerciendo la fusión de distintos significados implícitos en la noción
misma” (Malvano, 1996: 314). De esta forma el Estado fascista como otros, era visto como un
Estado joven, vigoroso, innovador “en plena posesión de todas sus energías” según el Duce,
mismas que por lo que sabemos, el mismo no tenía en el momento de su ascenso al poder.
Para la sociología, en particular para los planteamientos teóricos de la escuela estructural
funcionalista, expuesto por Fred Mhaler parte de la inmadurez del sector juvenil se debe a la
comparación con los adultos y confiere un estatus de marginación fundamentado en la edad
para los jóvenes respecto a los adultos. Para este autor, la tarea de la juventud es prepararse para participar activamente en la vida y en el trabajo. Esta posición remite a los jóvenes
como un resultado de la reproducción social de la fuerza de trabajo, así como una fuerza de
cambio social. Otra característica para Mahler, es que la categoría de joven puede ser considerada como un grupo social, cuya posición origina una colectividad inerme que, a causa
de sus condiciones de vida, la sitúa por debajo de otros grupos en la sociedad. Citloai Rovirosa
sostiene que la juventud no puede “entenderse como una simple categoría o fracción de las
clases determinadas económicamente”, sino que debe ubicarse como una fuerza política
de proyección histórica y considera que al reducir la cuestión juvenil a un simple conflicto
generacional, ésta no tendría importancia, igual que si se relacionara con un planteamiento
emparentado con la lucha de clases; Encinas señala que tales proposiciones no bastan para
explicar la cuestión juvenil y ofrecen para conceptualizar la acción juvenil solamente dos
preceptos analíticos: el bloque generacional y la estructura generacional.
Rovirosa según Encinas, afirma que la ruptura generacional es un conflicto manifestado primordialmente en el aspecto cultural, y que el enfoque clasista (luchas de clases) obedece
a una manifestación esencialmente económica y social; así, señala que es preciso analizar
la cuestión juvenil sin separar la división clasista de la división generacional. “Quizás convenga diferenciar la cuestión juvenil de la cuestión generacional, en un intento por destacar el
problema histórico del problema social. Así, la cuestión juvenil se referirá a la manifestación
sociocultural del grupo demográfico de los jóvenes, y la cuestión generacional se referirá a la
perspectiva histórica de las generaciones” (Rovirosa, 1985: 51-64).
De acuerdo a Rovirosa, el bloque generacional puede compararse con una
fuerza política con posibilidades hegemónicas: “un conglomerado juvenil es
potencialmente movilizado alrededor
de una causa política. La masa juvenil
se adhiere a un proyecto específico y
se despliega organizadamente: El bloque generacional es en sí mismo, un
proyecto histórico”. “La juventud, como
causa política, no es otra cosa que la
condición de posibilidad de continuidad
de la historia, entendida como continuidad de la especie” (Ibíd., 1985).
Encinas aclara que dada su condición
los jóvenes siente la necesidad de ser
ellos mismos, no lo que otros quieren
que sean. Además, influye en ello, el
contexto, el espacio y la cultura misma.
El otro concepto que resulta importante
es el de Generación. El movimiento de
las generaciones fue objeto de estudio
y análisis por parte de varios intelectuales motivados, en gran medida, por la
existencia de diferentes grupos sociales con dos denominadores comunes:
la edad y un determinado (especifico)
comportamiento social.
Encinas dirige la mirada hacia William Dilthey quien fue uno de los primeros en utilizar el término
generación para referirse a un número de individuos que forman una unidad homogénea por
haber experimentado los mismos hechos y cambios en el periodo susceptible de sus vidas.
De la misma manera August Comte inició los estudios sistemáticos sobre las generaciones, y
señalaba que la sociedad era un marco de generaciones existentes. Julián Marías las describe como una larga serie de sucesiones y etapas acumuladas a lo largo de la historia human.
Nerina Jansen, al estudiar las generaciones y su relación con el cambio social, enumeró tres
aspectos importantes para la existencia de una generación: Una dimensión temporal, un determinado contexto histórico y un estilo de vida.
Así los miembros de una generación viven al mismo tiempo y se relacionan, distinguiéndose
de otra por el rasgo especifico de la edad; consecuentemente, jóvenes y viejos no comparten la misma generación, e incluso por la edad, el concepto de generación ocupa el primer
lugar; en otras palabras, por el comportamiento colectivo de las diferentes edades.
De acuerdo a Rovirosa, el bloque generacional puede compararse con una fuerza
política con posibilidades hegemónicas: “un
conglomerado juvenil es potencialmente
movilizado alrededor de una causa política.
La masa juvenil se adhiere a un proyecto específico y se despliega organizadamente:
El bloque generacional es en sí mismo, un
proyecto histórico”. “La juventud, como causa política, no es otra cosa que la condición
de posibilidad de continuidad de la historia,
entendida como continuidad de la especie”
(Ibíd., 1985).
Encinas aclara que dada su condición los jóvenes siente la necesidad de ser ellos mismos,
no lo que otros quieren que sean. Además,
influye en ello, el contexto, el espacio y la cultura misma. El otro concepto que resulta importante es el de Generación. El movimiento
de las generaciones fue objeto de estudio y
análisis por parte de varios intelectuales motivados, en gran medida, por la existencia de
diferentes grupos sociales con dos denominadores comunes: la edad y un determinado
(especifico) comportamiento social.
La dimensión espaciadle la generación esta
determinada por el sitio y las circunstancias
que le rodean. En cada época de la historia
ocurren cambos; el cambio en sí, es historia
no estática, toda vez que los individuos tienen
diferentes significaciones e interpretaciones
del mundo, que lleva a cada generación a
replantearse y redefinir su mundo y su relación
frente al mismo.
“Esta pugna generacional despierta la tendencia natural de los jóvenes a reunirse con
sus congéneres con el objeto de presentar
frentes comunes y con mayor capacidad
de enfrentamiento contra las organizaciones
representativas de la generación adulta. La
dinámica generacional, por lo tanto, representa un factor que estimula la organización
juvenil” (Brito: 28).
El estilo de vida generacional engloba dos aspectos de su existencia misma; la idea de un
destino común y un espacio vital, los que al
unirse ponen de manifiesto un estilo vital. Es la
expresión o encarnación de las perspectivas
colectivas que los coetáneos han desarrollado sobre su mundo.
Las relaciones entre generaciones existentes habitualmente se hallan en estado de
tensión, en vista de que la naturaleza y relaciones entre generaciones se reflejan en el
ejercicio autoritario: Los adultos, al poseer el
saber y detentar el poder, controlan, y ejercen
autoridad sobre las generaciones jóvenes.
Señala Fischer “Con el resquebrajamiento del
sistema corporativo medieval comienza la lucha de generaciones y cuanto más rápido
avanza la sociedad, merced a la técnica, la
industria y el modo de vida, tanto mas manifiesta es la diferencia entre las generaciones.
La Insurrección de los hijos contra las formas
de vida, los pensamientos y los prejuicios anticuados se entretejen a tuertas y a derechas
con la lucha de clases”(Fischer, Citado por
Encinas,1994).
No obstante, esta brecha no necesariamente es una constante. Hobsbawm, indica que
existe un abismo histórico que separa a las
generaciones, donde los jóvenes viven divorciados de su pasado, “ya fuesen transformadas por la revolución, como China, Yugoslavia o Egipto; por la conquista y la ocupación,
como Alemania y Japón; o por la liberación
del colonialismo. No se acordaban de la época de antes del diluvio, con la posible y única
excepción de la experiencia compartida de
una gran guerra nacional, como la que unió
durante algún tiempo a jóvenes y mayores
en Rusia y Gran Bretaña, no tenían forma alguna de entender lo que sus mayores habían
experimentado o sentido, ni siquiera cuando
estos estaban dispuestos a hablar del pasado, algo que no acostumbraba a hacer la
mayoría de alemanes, japoneses y franceses” (Hobsbawm E. 1998: 330). Sin embargo
también a partir de esta afirmación podemos
pensar que esta brecha en Colombia ha sido
contenida, evitando su facturación, por los
Partidos políticos, la Iglesia y en sí misma, la
violencia así como la venganza que se engendra en ella. Esta a su vez se convierte en
una nueva hipótesis. La violencia ha impedido que la brecha generacional sea mayor
que la expresada en otras latitudes, producto
de la memoria recogida en las experiencias
generacionales vividas a través de los hechos
ligados a persecuciones, desapariciones, secuestros, venganzas, guerras internas y demás, que han caracterizado
la
histor ia colombiana del siglo XX.
Por esto no sorprende que en los estudios
sobre el tema, sea recurrente el tema de la
violencia, vivida, recordada o emulada a través de terceros como una constante de la
historia colombiana y de la memoria de los
eventos vividos en cada una de nuestras generaciones.
Desde aquí aparecen posibilidades de tomar
la categoría y los conceptos para abordar
nuevas posibilidades teóricas e investigativas.
Así, la construcción del concepto de joven en
Colombia teniendo en cuenta referentes espacio temporal y contextual, pueden permitir
la lectura de la historia colombiana a partir
de un actor o actores distintos que confluyen
en momentos críticos e identificables de la
historia nacional. Dentro del marco de desarrollo histórico del siglo XX, las poblaciones
más referenciadas por la historiografía colombiana suelen ser aquellos que dan cuenta de
la vida de prominentes hombres y en algunos
casos mujeres. Los documentos contienen
reseñas sobre sus vidas públicas, sus aficiones, sus temperamentos y se aproximan a
su pensamiento, que además en ocasiones
narran tanto las andanzas de estos personajes como las descripciones de las regiones y
de algunas de sus costumbres. No obstante
es muy poco lo que se señala sobre sus vidas
bajo la condición temporal de jóvenes siendo manifiesta una ausencia de históricos relacionados con las condiciones y etapas de
la vida, que pudieron ser consideradas como
reflejo de las tendencias de construcción de
los discursos anclados durante bastante tiempo en la perspectiva de la historia tradicional
y solo de manera reciente, empiezan a ser
tenidos en cuenta otros estadios distintos a
aquellos contados dentro de lo que se puede
llamar historia oficial.
De la misma manera se puede aproximar a
la perspectiva de que la “rebeldía” de la juventud en mayor o menor grado, de acuerdo
a los contextos, sean urbanos o rurales, en la
juventud ha sido aprovechada para exaltar y
responder a problemáticas, para excusar actuaciones de generaciones anteriores y para
servir de parapeto en contra o a favor de políticas e ideologías.
La lectura de lo que significa ser joven ha sido
matizada por los intereses de quienes los suelen leer en los marcos del establecimiento
generalmente. De hecho se afirma que los
jóvenes han sido siempre revolucionarios y
rebeldes. Esta presunción es errónea, pues si
bien ha habido movimientos juveniles revolucionarios hay momentos en que la juventud
en su conjunto era conservadora y en otros
casos reaccionarios, así como otros que no
han participado en ninguno.
Al mismo tiempo, la posibilidad de construir
históricamente nuevas perspectivas para estas categorías, contribuye a establecer diferencias frente a posturas como la de Reguillo que hablan de “emergencias juveniles”,
como si estas fueran nuevas y novedosas.
Por el contrario como Dainel Fabre señala,
han existido momentos a través de la historia
en donde estas emergencias se hicieron tan
visibles como hoy en sus propios contextos
particulares. El caso de las fiestas en la Francia anterior al siglo XIX expresaban esto “con
esa ocasión ambos sexos desempeñan sus
metidos, claramente diversos, y sobre todo se
conviene en que ahí es donde la juventud se
forja. Una delegación, formal o implícita, les
atribuye a los jóvenes el deber y el derecho
de actuar en público y de organizar la fiesta de todos, manifestando en ella la singularidad de su estatuto…. Que la fiesta sea
el reinado temporal de los jóvenes, es cosa
que se sabe peor que no siempre se dice;
en efecto, sucede como si tuvieran que seguir conquistando lo que se les atribuye de
hecho” (Fabre, 1996).
En ese mismo sentido, quizás nos aproximemos a señalar que el reconocimiento de la
condición de jóvenes ha sido vigente en la
medida en que esto resultó conveniente y se
ha expresado a través de distintos momentos
y movimientos que se ponen en escena a través de los distintos medios de comunicación
vigentes para cada generación, a diferencia de las tesis que plantean una emergencia
reciente en los distintos escenarios, así como
también establecer la pregunta de qué tan
joven es esta palabra “jóvenes” y como al
indagar sobre la historicidad de la misma se
pueden redefinir y ampliar perspectivas.
Afirma Miguel Angel Cabrera Cabrera
que para la historia cultural, el lenguaje es una instancia histórica específica
cuya mediación es la que genera tanto
la objetividad como la subjetividad y la
que define la relación que ambas entablan. No se trata de volver al subjetivismo sino en la adopción de un modelo
teórico nuevo. Concluye que si los individuos experimentan o entablan una relación significativa con el mundo social,
siempre es a través de la mediación
activa de un patrón categorial de significados o discurso; si es la mediación
de este último el que dota de significado al contexto social, el que confiere
experiencia histórica a los intereses y las
entidades y el que, en consecuencia,
promueve, guía y otorga sentido a las
acciones significativas.
Dicho discurso, al proyectarse en la
práctica, contribuye activamente a la
configuración de los acontecimientos,
proceso, relaciones e instituciones sociales, entonces el objetivo prioritario de
la investigación histórica ha de ser el
de identificar , especificar y desentrañar el patrón categorial de significados
operativos en cada caso, analizar los
términos exactos de su mediación entre
los individuos y sus condiciones sociales
y materiales de existencia y evaluar sus
efectos realizativos sobre la configuración de las relaciones sociales.
Conviene entonces con Cabrera, que si el mundo social es, en el fondo, una construcción
discursiva, entonces solo se podrá avanzar si se presta atención a los principios de esa construcción, lo cual implica a su vez, que toda explicación de las conductas y procesos sociales
requiere de un análisis minucioso del proceso de formación histórica de los propios conceptos,
pues solo dicho análisis nos permitirá responder como sostiene Joan W Scout (Citado por Cabrera, 2001) a interrogantes capitales como los siguientes: ¿de que manera han alcanzado
su condición de fundamentos de la representación y el análisis de categorías como clase,
raza, género, relaciones de producción, biología, identidad, subjetividad, experiencia, incluso
cultura?¿cuales han sido los efectos de sus articulaciones? ¿Que supone para los historiadores
estudiar el pasado en términos de esas categorías y para los individuos concebirse a sí mismos en tales términos? Estas preguntas resultan ser claves en este proyecto.
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La infancia
en el mundo árabe africano:
Una visión desde Unicef
Entrevista a LENIN GUZMAN1
Coordinador de Programa UNICEF - Marruecos.
Rabat - Marruecos, abril 11 de 2007
La noche se dibujaba en las calles humedecidas por la lluvia de la tarde en Rabat,
el clima era cálido y los transeúntes en frente de la estación de tren iban tejiendo
lentamente la calle Mohamed V. A un lado, la Mezquita es-Sunn se enterraba en el
cielo mientras al otro extremo se asomaba la ciudad amurallada. Mientras el viento
moldeaba nuestras ropas llegó a nuestro encuentro LENIN GUZMAN con quien dialogamos sobre le trabajo de UNICEF en Marruecos y sobre la vida de la Cooperación
Internacional.
Lenin Guzmán es el Coordinador de Programa de UNICEF – Marruecos, ha trabajado
en otros países desde hace muchos años, y cuenta con una importante experiencia
que poco a poco nos fue desbordando al paso que su mirada nos conducía por la
ciudad de Rabat.
Su experiencia le señala que el cooperante es un gitano del mundo que va sembrando por donde su corazón se asienta, por lo que es un convencido de que lo
fundamental es el amor a lo que se hace, a la profesión, no solo para transformar
las realidades sino para enfrentarse a todas ellas en cada momento nuevo. Para él
“emprender la aventura de la vida de cooperante representa por un lado enfrentarse a lo desconocido, a maneras y formas de cultura diferente, sin embargo esto no
es un obstáculo sino por el contrario una posibilidad de enriquecerse. Por otro lado,
representa sentir nostalgia por su propio país y cuestionarse si lo que hace uno afuera
podría hacerlo también su país de origen, ante esto es importante siempre guardar la
opción de servir a su propio país, se puede ser cooperante allí mismo”.
Poco a poco su palabra se fue posando sobre la África árabe y las historias fueron
tejiendo la cooperación, los problemas de los niños y niñas y la forma en que UNICEF
ha afrontado las problemáticas de un país que desde 1956 ha dejado de ser colonia
francesa, pero que aun convive con las hondas secuelas de la desigualdad…
1 Entrevista realizada por: G. Andrés Arévalo-Robles y Maria Alejandra Rico Falla.
Pregunta: ¿En términos generales cuáles son
los principales problemas que ha identificado
UNICEF Marruecos y cuáles han sido las estrategias para enfrentarlos?
Respuesta: UNICEF Marruecos realiza un análisis de situación que le permite fijar estrategias, recursos, provisiones y prioridades. Este
análisis de situación muestra una situación
general del país y con base en esto se comienza a discutir al interior de la oficina acerca de dónde y cómo debemos intervenir.
También utilizamos un mecanismo llamado
think thank, en donde grupos de expertos de
la infancia independientes del gobierno y de
Naciones Unidas, nos ayudan a definir temas
a tratar y prioridades para el país.
En concordancia, hemos considerado que es
muy importante en Maruecos continuar con
algunas intervenciones en relación al problema de la educación en los niños porque según lo que revela este análisis de situación,
pese a que el 92% de los niños van a la escuela, sin mucha diferencia entre niños y niñas, queda todavía un 8% de niños que no
asiste, que en números reales es un número
importante. Parte del problema es el abandono escolar, lo que significa que hay un
porcentaje de niños que no van a la escuela y el otro que la abandona. UNICEF piensa que uno de los derechos mas importante
que debe ser respetado y posible de hacerlo
es el derecho a la educación de los niños,
entonces estamos impulsando una serie de
actividades en el área educativa.
Hay serios problemas con relación a la salud,
la tasa de mortalidad infantil y la tasa de mortalidad materna no han variado en los últimos
siete años, para lo cual se está identificando
cuales son las razones y cuales serían las estrategias a abordar. Está claro que el gran
peso de la mortalidad infantil está en el área
neonatal y poco se estaba haciendo al respecto. En cuanto a la mortalidad materna,
que es un serio problema en Marruecos, hay
muchos factores de orden cultural,
en las áreas rurales es el esposo quien decide
si la mujer puede o no ir a hacerse un control
prenatal, si va o no a dar a luz en el hospital, lo
cual es muy serio. Allí también se hacen intervenciones para ayudar que paulatinamente
la mujer sea atendida en los centros de salud,
tratando de no romper violentamente con la
tradición y la cultura y adaptarse a esta realidad y contexto marroquí.
Otro de los problemas que revela nuestro
análisis es el número creciente de niños de
la calle, un número importante de niños que
trabajan, una cantidad muy grande de empleadas domésticas muy pequeñas, siendo
Marruecos un país que presenta el nivel de
edad más bajo en cuanto a empleo doméstico (niñas de cuatro y cinco años), también
niños que trabajan en trabajos peligrosos
como la artesanía de metal o artesanía de
cerámica con plomo, así como un número
importante de niños en la agricultura. A este
fenómeno se unen los niños que están viviendo en instituciones (cerca de 50mil) los cuales
no necesariamente son huérfanos sino que
sus padres son pobres y los dejan en estos hogares institucionales.
Otra categoría de los últimos 5 o 6 años son los
niños que migran, principalmente a Europa,
niños que arriesgan su vida e incluso mueren
en la travesía. Una vez en el país de destino,
por ejemplo, en el caso de España, muchos
son llevados a centros especiales y muchos
quedan en la calle y en algunos casos son
reenviados sin la necesaria protección y atención especial a sus derechos. Este proyecto
familiar hace que los niños vayan usualmente
desde sus ciudades y pueblos hasta Tánger
esperando la oportunidad de atravesar. Pasan meses y años para que se de la ocasión.
Se vuelven niños de la calle, comen en los
basureros, son victimas de todo tipo de abuso sexual, físico y psicológico. Una vez están
en la ruta migratoria ya no hay vuelta atrás
ya que se trata del honor propio y de la familia. Esta cantidad de niños con problemas
se ubican en los puertos principales del norte
marroquí.
El análisis también demuestra que los niños
tienen muy pocas posibilidades de participación, es decir que la voz del niño no es escuchada en ningún ámbito, sea la escuela o
cualquiera de los espacios locales. Por ejemplo, en la mayoría de ciudades no existen
sitios de recreación ni para niños, ni para jóvenes. Los niños no tienen esa posibilidad de
expresar sus necesidades ni de participar en
la vida cívica y colectiva de su entorno.
Este análisis de situación nos ha llevado a
estructurar un programa que se basa en los
siguientes ejes: educación, salud, protección
de la infancia, participación de niños y jóvenes y el desarrollo de políticas públicas.
En lo que se refiere a educación se busca incrementar el número de niños en las escuelas
y aumentar la retención escolar para lo que
se trabaja en un programa específico para
mejorar la calidad de la educación. Este
proceso se caracteriza por ser participativo.
Por primera vez los niños, los padres y los profesores tienen una voz. En las discusiones se
incluyen además a los directores, a las autoridades y al sector privado para que participen en la elaboración de un diagnóstico y en
el diseño de las posibles soluciones. Hasta el
momento se tienen por lo menos mil escuelas
trabajando bajo este programa y los resultados son evidentes ya que la tasa de abandono ha disminuido de 6% a menos de 0.2%
desde que inició el programa, validando así
la importancia de la participación constante
y activa de los diferentes grupos como pieza
fundamental en el éxito del proyecto. Finalmente, nuestra aspiración es llegar a nivel nacional con este tipo de actividades.
En salud, el trabajo de UNICEF Marruecos se
ha orientado a enseñar a los padres sobre el
cuidado de los niños y no hacia los servicios
de salud. En cuanto a la mortalidad neonatal, se han puesto en práctica una serie de
tecnologías para un buen servicio de salud.
Se hacen también trabajos y campañas de
nutrición puesto que se ha identificado que
el problema de la carencia en yodo es algo
que
afecta a un 30% de niños y para ello, se tiene un programa de micronutrimentos que se
hace junto al sector privado.
En el área de la protección de la infancia la
estrategia se encamina a ayudarle al gobierno a desarrollar un sistema de protección social para que atineda la vulnerabilidad de los
niños. Se pretende crear un verdadero sistema de protección social en donde el gobierno tome la responsabilidad por el bienestar y
la protección de los derechos de estos niños
y que sean el niño y su familia los sujetos de
protección, ya sea con estrategias preventivas o de rehabilitación según el caso.
En el área de participación se ha tratado de
crear espacios para que los niños y jóvenes
puedan expresarse y puedan tener una voz
que se escuche dentro de los adultos. En este
caso, se toman como referentes los aportes
de los jóvenes con respecto a sus propios problemas y pensamientos en temas como el
empleo, la salud, las drogas, la delincuencia,
entre otros. Esto posibilita ampliar el margen
de acción porque se amplia el margen del
conocimiento del sector juvenil e infantil.
Finalmente, el último eje es el trabajo transversal que se hace para apoyar las políticas
públicas y sociales en favor de la infancia.
En eso se incluye la revisión de la legislación,
revisión de las políticas actuales y del presupuesto nacional en relación a la infancia. En
general esta es la manera como está construido nuestro programa para dar respuesta al
análisis de situación basada en los derechos.
el conocimiento y la investigación. Consideramos que con base en el conocimiento de
la situación de la infancia y de alternativas
posibles, UNICEF puede ayudar al gobierno
a encontrar soluciones. Nuestro trabajo no
se basa en la cantidad de recursos pues nos
veríamos opacados por grandes donantes
como el Banco Mundial y la Unión Europea,
el trabajo de nosotros es algo cualitativo y de
calidad, representado en la gestión de conocimiento y experiencias para la protección
de la infancia.
Pregunta: ¿Cuál ha sido la estrategia o las estrategias de UNICEF para afianzar su relación
con el Estado?
Pregunta: ¿Cómo podría evaluar la Programación basada en Derechos como metodología de trabajo?
Respuesta: La ventaja de trabajar con la programación basada en derechos es que se
pueden analizar las causas estructurales de
los problemas, los actores, las intervenciones
intersectoriales y su multidimensionalidad. El
hecho de que frente a una situación específica se identifique un derecho, permite hacer
todo un análisis causal y logra que se visualice
para todas las contrapartes el nivel estructural
del problema. Todo esto lleva a una constante re-evaluación de las causas, consecuencias y soluciones de los problemas.
Al mismo tiempo, este enfoque permite construir un espacio de cooperación con el resto de agencias. Cuando se desciende a la
base, a las causas estructurales, se ve la necesidad de trabajar en conjunto y se pueden
abordar los problemas desde una aproximación multisectorial. Es así como se han conformado una serie de grupos temáticos donde
se trabaja de manera interagencial y se han
establecido programas conjuntos en relación
a justicia, juventud y género con el fin de tener una sola voz, más fuerte y más poderosa
ante el gobierno.
Una cosa que es muy interesante es que el
gobierno es muy receptivo a este enfoque de
la programación basada en derechos. Cuando al gobierno marroquí se le habla de derechos sociales es muy abierto, a diferencia de
cuando se le habla de los derechos civiles.
En nuestro caso, es favorable la percepción
sobre derechos de infancia.
Respuesta: UNICEF está presente en Marruecos desde hace cuarenta años por lo cual
el proceso no es nuevo. Si UNICEF tiene una
voz y una presencia aquí es producto de un
extenso trabajo realizado a través de los años.
Siempre se han mantenido buenas relaciones
con el gobierno, por ejemplo, en el reinado
anterior, Hassan II era amigo personal del director general de UNICEF y siempre ha existido
una gran apertura para el asunto de los niños,
hasta el punto de que la hija mayor de Hassan II, princesa y hermana del rey actual, es la
presidenta del Observatorio Nacional de los
Derechos del Niño, lo cual tiene tanto sus pro
como sus contra. En primera medida tiene a
su favor que moviliza la atención al asunto de
la infancia y existe una figura nacional vinculada a la causa, sin embargo, el trabajo realizado no es necesariamente independiente.
En lo que se refiere a identificar cifras, describir
las situaciones y abordar mitos no existen los
inconvenientes de otras épocas. Ejemplo de
esto es la explotación sexual de los niños, y la
identificación del problema del turismo sexual
que más allá de ser un fenómeno alejado y
coyuntural sienta sus bases en el abuso escondido que sufren los niños al interior de sus
propias familias o entornos. Esta situación era
conocida pero nunca discutida y por ende
había serias dificultades en encontrar estrategias para su solución, sin embargo el tema
salió y ahora se reconoce como problema
serio y se han establecido una serie de intervenciones para tratar de solucionarlo.
Marruecos también ha avanzado mucho en
términos de legislación con el código de la
familia y el código de la nacionalidad, lo
que ha permitido un dialogo mucho más
amplio y ha posibilitado el avance en temas
de derechos
El gobierno marroquí ha presentado los reportes puntuales al comité de Ginebra, los
cuales son obligatorios para quienes firmaron
la Convención de los Derechos del Niño. En
ese sentido, el país ha sido responsable en la
entrega de los informes así como en establecer mecanismos para poner en marcha las
recomendaciones. Esto muestra la voluntad
política del gobierno marroquí y el trabajo desarrollado por UNICEF.
Pregunta: ¿Cómo se puede evaluar el papel
de la mujer en el desarrollo de los programas
y las estrategias de UNICEF Marruecos?
Respuesta: No se puede disociar la mujer
del niño por principio así que el análisis de situación se hace con respecto a la mujer y el
niño. Marruecos ha dado pasos importantes
para conseguir que los derechos de la mujer se cumplan pero aún queda mucho por
hacer. Hay obstáculos de tipo cultural que se
reflejan en cómo piensan los hombres en calidad de esposo, padre o incluso como profesional. Este problema cultural ligado a una
legislación que hasta hace poco tiempo era
muy pobre y al mismo tiempo ligado a roles
tradicionales, ha puesto a la mujer en una
situación secundaria. Sin embargo, la mujer
marroquí trata de superarse y hoy en día hay
una presencia mucho mayor de la niñas en
los colegios y universidades e incluso hay profesiones que tienden a feminizarse como es
el caso de la medicina. En el área política
los avances son más limitados siendo aún la
representación muy pobre, sin embargo, el
espacio se está creando poco a poco.
Se habla del doble dividendo en donde todo
lo que se en fortalece en la mujer repercute
en el niño y eso está demostrado. Mientras
más mujeres estén en el parlamento, más
leyes hay a favor de los niños, mientras más
alcaldesas hay más programas a favor de la
infancia se han establecido e incluso mientras la mujer pueda tomar más decisiones en
el hogar va a favor de los niños, como puede
ser el caso de la redistribución del presupuesto familiar hacia actividades como la educación y la salud.
Maruecos ha avanzado en lo que se refiere a
la situación de la mujer, por ejemplo, con la
ratificación de la CEDAW – Convención sobre
la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer – pero aún queda
mucho trabajo por hacer y los cambios se
deben ver más en la práctica y no solo en la
voluntad política.
Pregunta: ¿Podría compartirnos alguna buena práctica…?
Respuesta: Es difícil para mí escoger en este
abanico de actividades que desarrollamos,
sin embargo, yo diría que el proyecto de educación en el área norte es algo en lo que
en pocos años hemos visto el cambio y por
ende es una experiencia rica y estimulante.
Hemos visto cómo los niños se quedan en
la escuela, cómo la escuela se transforma,
cómo hay un cambio bastante rápido de actitudes y prácticas en profesores, padres de
familia y niños con respecto a la educación.
La escuela acoge al niño, es agradable y se
abre a la comunidad y en donde todos tienen la posibilidad de participar teniendo todo
esto efectos en la calidad del aprendizaje. La
escuela también, gracias a esto se ha convertido en el sitio de discusión de otras cosas
pues es un espacio diferente para plantear
los problemas que tocan a toda la comunidad. Se han empleado también estrategias
de capacitación para los maestros en nuevos métodos de interacción más dinámica y
personalizada, lo que ha posibilitado el cambio en la mentalidad tradicional de enfocar
la atención en los niños de alto rendimiento
dejando atrás a aquellos que tienen alguna
clase de dificultad y por lo tanto necesitan
mas ayuda. Dentro de este proyecto lo que
mas llama la atención es el entusiasmo de los
niños y el hecho de que conozcan el proceso
que se está haciendo y sean parte activa del
mismo.
Lesbianismo feminista
y subjetividad nómade lésbica
Anny Catalina Gutiérrez
[email protected]
Antropóloga
Universidad del Magdalena
Estudiante maestría en Estudios de Género, Mujer y Desarrollo
Universidad Nacional de Colombia
Palabras Clave.
Historia, Jóvenes, juventud.
o
t
n
i
r
c
du
ci
ón
En la primera parte del texto realizo una cartografía muy sintética de la historia de la homosexualidad femenina en la antigüedad, refiriéndome a Grecia y Roma como antecedentes
importantes en la genealogía lésbica. De igual manera, resalto el aporte subversivo, político
y literario de la poetisa griega Safo, en esa época, a quien considero como lesbiana que ha
motivado a la utopía y a la construcción de nuestra existencia lésbica.
Seguidamente, esbozo algunos conceptos claves propuestos por el lesbianismo feminista y
sus aportes a la teoría feminista y social, centrándome en las propuestas teóricas de Cheryl
Clarke y Adrienne Rich.
Y, finalmente, la tercera parte del texto, se inicia con la propuesta teórica que Rosi Braidotti efectúa en el texto Feminismo, Diferencia Sexual y Subjetividad Nómade (2004), eje del
análisis y la discusión, para formular y plantear mi hipótesis: ¿existe una subjetividad nómade
lésbica?, bosquejándola desde las Voces de mujeres, mujeres negras, lesbianas e indígenas
“tercermundistas”.
Algunas consideraciones históricas...
En la construcción de una historia de la homosexualidad femenina inevitablemente
ha de recurrirse a las fuentes documentales,
sin eludir las orales, que nos proporcionarán
los elementos históricos indispensables para
identificar su presencia y la existencia lesbiana.
En el mundo antiguo, a juicio de quienes escriben la historia –y por ausencia explícitamente sesgada de testimonios de primera
mano ofrecidos por sus protagonistas femeninas- la proporción de lesbianas era mucho
menor que la de homosexuales masculinos.
La apreciación, visiblemente androcéntrica,
es el producto de una premisa falsa: como
la historia tan solo refiere innumerables y persistentes episodios de homosexualidad masculina, obviando la femenina, ha de inferirse
que estadísticamente las lesbianas eran muy
pocas o inexistentes (Gimeno, 2005: 47).
La historia es contada tradicionalmente por
los hombres y una constante en su trabajo es
que estos tienden a excluir las referencias que
involucran las vidas de las mujeres, con el arbitrario argumento de que su tránsito existencial
no ha tenido mayor significación histórica.
No obstante, en sentido contrario, también
hay historiadores que sostienen que en el contexto social de la Antigüedad, virtual y potencialmente todas las mujeres eran lesbianas
(Weigall, 1973 citado por Gimeno, 2005: 47).
Hay que detenernos en establecer una clara
diferencia entre el significado del estatus de
la mujer en Grecia y en Roma -tal vez los dos
escenarios del nacimiento de la civilización y
sociedad organizada- frente a la plenitud de
derechos que ostentaba un hombre libre. Literalmente, aquella era considerada apenas
un bien, un objeto, al cual, cuando se le hacía reconocimiento como persona, se le imponían toda clase de condiciones restrictivas,
, patrimoniales, sociales, familiares y hasta
morales y, la más discriminatoria y odiosa de
todas, el sometimiento y sumisión al varón,
quien finalmente determinaba su conducta,
su comportamiento, su forma de pensar, su
actitud frente a las manifestaciones y apetencias sexuales de aquel, que la razonaba
como simple receptora pasiva de sus necesidades.
En este contexto, por supuesto, es entendible
que la parcialidad de la historia llegara hasta el punto de aceptar que las prácticas homosexuales eran exclusivas de los varones y,
preferencialmente, de los que pertenecían a
clases o jerarquías superiores, desestimando
la posibilidad de que tales comportamientos
perfectamente válidos en un ser humano, pudieran ser desplegados por las mujeres y en
especial por las lesbianas.
El mundo greco-romano tácitamente reconocía la existencia de relaciones sexuales entre mujeres y, con el tiempo -cuando se hizo
evidente la presencia literaria, en principio,
y social y política, finalmente, de la poetisa
griega Safo, que vivió a principios del siglo VI
a. de C.-, acuñó el vocablo lesbianismo, en
referencia a la isla griega Lesbos, en donde
nació y que hoy es conocida como Mitilene,
ubicada en el Mar Egeo.La preferencia e inclinación por sus congéneres no era reservada. A través de sus escritos y de su conducta
social expresaba sin rodeos la atracción que
sobre ella ejercían las mujeres y lo hacía no
con la pretensión de causar escándalo ni con
el propósito de ofrecer explicaciones de su
modo de vida diferente sino con la intención
de obtener un espacio político y social para
tantas mujeres que como ella estaban reprimidas en la manifestación de sus tendencias
afectivas y, desde luego, sociales y políticas.
Como argumentan quienes no reconocen
manifestaciones lésbicas en Safo, apoyándose en la inexistencia de documentos explícitos
en tal sentido, sin esfuerzo mayor se puede
responder que gran parte de su obra escrita
fue suprimida, censurada, destruida, precisamente por aquellos que consideraban una
afrenta a las costumbres institucionalizadas,
especialmente a la heterosexualidad, su expresión sexual y comportamiento social.
No obstante, los escritos que resistieron el desleal ataque son inequívoca muestra de su
condición y actitud frente a su sentir lésbico
y a la necesidad de exigir para su conducta humana diferente, un espacio respetable,
despojado de los significados grotescos y
peyorativos que por esos tiempos se le adjudicaban a las mujeres que, como ella, se
apartaban de los convencionalismos impuestos por la hegemonía masculina. El paso del
tiempo, lamentablemente, no ha superado
tal concepción excluyente; al contrario, la ha
estimulado y de alguna manera la ha magnificado y depurado, hasta el punto de convertirla en una práctica social discriminatoria
de comunidades enteras sin consideraciones
geográficas ni raciales.
Como suceso anecdótico -pero a nuestro juicio como una manifestación más de la censura y actitud hegemónica heterosexual del
establecimiento, dirigido y liderado por varones en su mayoría o con minoritario número
de mujeres que se consideran heterosexuales-, causa curiosidad que el nombre original
de la antigua isla Lesbos -que como ya se
anotó, dio lugar a la expresión lesbianismo-,
haya sido reemplazado por el actual Mitilene, como si mediante una simple maniobra del
topónimo pretendiera suprimirse cualquier vestigio o referencia a la que consideran conducta
sexual impropia y contraventora de las “buenas costumbres”. No fue posible establecer una
razón para el insólito y extraño cambio, pero ante la ausencia de un argumento solido y entendible se puede considerar válida la reflexión interpretativa del mismo.
Retomando los referentes históricos, es relevante anotar que los vínculos emocionales propiciados por las actitudes solidarias adoptadas por las mujeres frente a la institución de la heterosexualidad, llegan al punto de hacer difícilmente identificable la proporción de los sentimientos
de amor, de cariño, de lealtad, con el ingrediente homoerótico entre las mismas. ¿En qué
medida se manifestó la relación francamente sexual o genital o sin que contara ninguno de
estos dos factores? En principio, es claro que las relaciones entre mujeres, dominadas, siempre
ofrecerán una lectura social y política indiscutiblemente diferente de la que ofrecen las relaciones homosexuales entre hombres, dominadores. Las de estos, para el establecimiento, tienen
significado, explicación, fundamento, razón de ser y, como acertadamente anota Gimeno
(2005: 58, 59): “…Conocemos la justificación intelectual del amor homosexual que da Platón
en El Banquete, según la cual Afrodita (el amor) tiene una naturaleza dual: Afrodita Urania, nacida de Urano sin intervención de mujer, quien representa el amor intelectual, no físico, y Afrodita
Pandemos, nacida de la unión de Zeus y la diosa del cielo Dioneque era la patrona de las
prostitutas, representando el amor común.
El amor común podía ser homosexual o heterosexual, pero el amor intelectual solo podía
darse en la relación entre dos hombres o dos mujeres. En El Banquete, el filósofo expone por
boca de Aristófanes, el mito del andrógino y explica así la homosexualidad femenina: Cuantas
mujeres son sección de mujer, no prestan mucha atención a los hombres, sino que se inclinan
más por las mujeres y de este género proceden las invertidas. Sin embargo, el término griego
utilizado para “invertidas” podría tener un matiz despectivo, según Dover (1989), que contrasta
con los elogios que el mismo Platón dedica a la pederastia masculina”.
Resulta sorprendente, pero indiscutible manifestación de la censura heterosexual, que las imágenes que aún se conservan como testimonio de la expresión lesbiana, representan a sus
exponentes practicando relaciones explícitamente lésbicas durante la realización de los descomunales banquetes, -también los banquetes actuales-, que se ofrecían y ofrecen como
espectáculo destinado a producir excitación erótica para los hombres.
El imaginario social durante la historia de la humanidad –promulgado por las instituciones
patriarcales-, ha manipulado e interpretado las relaciones lésbicas como netamente sexuales
y eróticas para los “otros”, invisibilizando y negando la intención y práctica política que transgrede las normatividades del “ser mujer-es” y la construcción de una subjetividad desligada
de los patrones patriarcales.
Conceptos claves del lesbianismo feminista y sus aportes a la teoría feminista y social
La praxis del lesbianismo, ligada indiscutiblemente a las aportaciones hechas por el feminismo, ha tenido como reto político resistir al “amo esclavista” y desestabilizar las instituciones
consolidadas por el patriarcado (heterosexualidad obligatoria y familia nuclear). En términos
de Cheryl, “el sistema de la dominación patriarcal se sostiene por la sujeción de las mujeres
a través de una heterosexualidad obligada. Así que los patriarcas tienen que alabar la pareja
del muchacho-muchacha como algo ‘natural’ para mantener a las mujeres (y a los hombres)
heterosexuales y obedientes...” (Clarke, 1988: 101).
La heterosexualidad ha sido el parámetro social imperante e impuesto por la estrategia sexista
de la hegemonía, que legitima la subordinación y sumisión de las mujeres; pero las lesbianas,
al reflexionar sobre estos sometimientos, demostraron que “el lesbianismo-feminismo tiene el
potencial de trastocar y transformar un componente mayor del sistema de la opresión de las
mujeres, es decir, la heterosexualidad rapaz” (Clarke, 1988: 104).
Ahora bien, Adrianne Rich en su propuesta crítica radical (1999), considera la heterosexualidad obligatoria como institución política que disminuye el poder de las mujeres. Cuestiona
esta institución porque ha asumido la propiedad emocional y sexual de las mujeres, controlándolas, al imponerles la maternidad, su explotación económica y sexual, la familia nuclear y la
heterosexualidad, características reforzadas en los discursos y prácticas del Estado, la religión,
la legislación e imágenes mediáticas. Pienso que Rich, al plantear este argumento, ha criticado principalmente la invisibilidad de autorreflexión de las feministas académicas y activistas,
quienes estando marcadas por el patriarcado, sus prejuicios sexistas, racistas y lesbofóbicos
han subvalorado aportaciones claves provenientes de mujeres de color, lesbianas de color e
indígenas.
Esta noción la razono como muy importante, porque interroga a la teoría feminista y en
general a la teoría social, al deslegitimar instituciones como el matrimonio y la familia nuclear que reproducen la dominación, discriminación y justifican la posición sumisa de las
mujeres. Además, aporta a la deconstrucción
de los mitos creados por las feministas, quienes han enmascarado, reprimido y ocultado
su deseo hacia/por otras mujeres, primariamente por la represión social y los prejuicios
sexuales. Al proporcionar esta contribución,
Rich piensa “que las feministas heterosexuales sacarán fuerza política para cambiar si
adoptan una postura crítica contra la ideología que exige la heterosexualidad, y que las
lesbianas no pueden suponer que esa ideología y las instituciones fundadas sobre ella, no
nos afectan” (1999: 162).
Siguiendo en la tónica richiana, la existencia
lesbiana se refiere a la presencia histórica de
las lesbianas en diferentes imperios, culturas y
sociedades. Esta categoría nos permite incluir
todas las experiencias entre mujeres, que han
sido negadas en unos tiempos y espacios
particulares, rescatar su realidad lésbica y su
resistencia al vasallaje heterosexista.
La autora destaca los siguientes aspectos
como estructurantes de esa existencia lesbiana: 1) la ruptura de un tabú, 2) el rechazo hacia un modo de vida obligatorio, 3) un ataque
directo o indirecto a los derechos masculinos
de acceso a las mujeres y, 4) una re-significación de nuestra existencia política.
El Continuo lesbiano, pienso, va muy ligado
a la existencia lesbiana, porque rememora
la vida de nosotras a lo largo de la historia
y de experiencias identificadas con mujeres,
mujeres que compartimos una o varias subordinaciones por cuestiones de edad, clase,
“raza”, sexualidad, represión heterosexual,
entre otras. Esta estrategia de existencia y
continuidad nos concientiza y permite hacer
frente al patriarcado, uniéndonos contra la tiranía masculina, dándonos apoyo práctico
y político y, resistiendo, mediante la consolidación de organizaciones lésbicas que nos
permita re-pensarnos y re-construir nuestra
subjetividad.
…Subjetividad nómade lésbica???
Esta tercera parte está enfocada en la propuesta teórica de Rosi Braidotti, quien nació
en el nordeste de Italia y emigró con su familia a Melbourne (Australia), donde pasó su
adolescencia. Estudió filosofía en París, con
Luce Irigaray y Michel Foucault. Se reconoce
como feminista posmodernista, cree en la
decadencia histórica de la clásica visión de
los sujetos. Acepta una visión de sí misma y
de la subjetividad humana entendida como
un fenómeno completo, multiestratificado,
más próximo a un proceso y a un acontecimiento. En su condición de posmodernista
feminista afirma “quiero defender una norma
del debate intelectual y una posición política
que no tenga como garantía ni como fundamento los juegos dualistas y discursivos de
poder…” (2004, 64).
Casada con su compañera en una de las
primeras bodas lésbicas celebradas en Holanda, defiende el modelo holandés como
el experimento más avanzado del panorama
europeo.
Ha hecho de su biografía una filosofía, centralizada en la noción de “sujeto nómade”
resaltando el hecho de viajar con el cuerpo
y la mente entre las varias identidades de los
sujetos –y en el en sí misma- en el contexto
actual, y en las transformaciones del mundo global. Su identidad europea, como una
identidad diaspórica y postnacional, ha sido
en cierto sentido flexible y abierta. Braidotti
es considerada una feminista posmoderna,
centrada en el desarrollo de una teoría que
sustenta un modelo heterogéneo de la subjetividad para las mujeres contemporáneas.
Para ella, “en los momentos de gran desarrollo tecnológico, occidente siempre reitera sus
hábitos más ancestrales, especialmente la
tendencia a crear diferencias y organizarlas
jerárquicamente”.
También opina que “el factor tecnológico no
debe, en modo alguno, representarse como
la antítesis del organismo y de los valores humanos, sino como una prolongación de lo
humano, intrínsecamente ligado a él. Esta imbricación nos obliga a hablar de tecnología
como de un aparato material y simbólico, es
decir, un agente semiótico y social más”.
El hecho de ser europea y de conocer su
historia, de situarse como feminista –en ese
entorno- se relaciona con el enfoque de ‘la
diferencia’ que atraviesa su obra, puesto que
es relevante desde el punto de vista político
en la comunidad europea de hoy. Reflexiona
sobre la diferencia a través de nudos de poder y violencia que acompañan su ascenso
al lugar de supremacía en el pensamiento
europeo, se apropia de ella para liberarla de
los lazos con el poder, la dominación y exclusión, mediante la estrategia de una repetición
mimética y creativa, por lo que la diferencia
deviene en un proyecto y un proceso que se
está construyendo.
Braidotti es profesora de Estudios sobre las
Mujeres en la Facultad de Artes de la Universidad de Utrecht (Holanda) y directora científica de la Escuela de Investigación de los
Países Bajos, de Estudios de las Mujeres, del
Género y del Multiculturalismo (GEMA). En el
año académico 1994-95 fue investigadora de la Escuela de Sociología y del Instituto
para el Estudio Avanzado, en Princeton. Ha
estado implicada extensivamente en la cooperación europea sobre los estudios de las
mujeres, presidió la evaluación del tema de
los estudios de las mismas en 1995, lo que
dio nacimiento a ATHENA, Red Temática Europea de los Estudios de las Mujeres para el
Programa de SOCRATES, de la Comisión de la
Unión Europea, que coordina junto con Christine Rammrath. Además, fundó el programa
Inter-Europeo de intercambios de universidades, RUIDO, que liga 10 universidades en diversos países europeos y ofrece una escuela
de verano europea anual de perspectivas interdisciplinarias y multiculturales. Actualmente
está concentrada en una investigación filosófica sobre el concepto de la diferencia en el
trabajo de Gilles Deleuze.
Ha enfocado sus publicaciones desde la
perspectiva filosófica, epistemológica, postestructuralista y del psicoanálisis feminista. Se
destacan Patterns of Dissonance: A Study of
Women In Contemporary Philosophy (1991),
Towards a New Nomadismo: feminist Deleuzian track, or metaphysics and metabolism,
en C. Boundas y D. Olkowski (comps.) Gilles
Deleuze and the theater of philosophy, Patterns of Dissonance.
En Nomadic Subjects: Embodiment and
Sexual Difference in Contemporary Feminist
Theory (1994), la autora, representante destacada del actual feminismo europeo, despliega un nuevo estilo de pensamiento filosófico
donde lo conceptual, lo cultural y lo político,
aparecen estrechamente ligados.
Alejada de toda idealización romántica, de la táctica evasiva que puede implicar ser “un ciudadano del mundo” o del relativismo de ciertas posiciones posmodernas, el sujeto nómade
es una conciencia crítica y una posición epistemológica en movimiento, con la que es posible
ir más allá de los mandatos conceptuales dualistas. Como ficción política, el sujeto nómade
atraviesa categorías y niveles de experiencia, deambula entre lenguajes, pero acepta con
responsabilidad las contingencias de sus recorridos, es decir, está anclado en una posición
histórica y situada. A la vez que es sensible a la dimensión estética de la vida, asume la identidad múltiple del deseo y persigue, en vertiginosa progresión, nuevas figuraciones subjetivas.
De esta manera, afirma Braidotti, la noción de sujeto nómade traza un itinerario (intelectual,
pero también existencial) en el que se “desdibujan las fronteras sin quemar los puentes”.
El texto Feminismo, Diferencia Sexual y Subjetividad Nómade (2004) en el cual me centro
para la reflexión, ofrece un marco para analizar, decodificar y juzgar los cambios que se han
producido en las condiciones históricas y en el imaginario social de las sociedades postindustriales, postcoloniales y postcomunistas sobre el feminismo, la diferencia sexual y la subjetividad nómade, al entrar en el siglo XXI. Ha reflexionado acerca de un ciberfeminismo diferente,
hablando de un “cuerpo posthumano”, de un cuerpo reconstruido de manera artificial, como
expresión de ese proceso histórico de desnaturalización y desesencialización que le ha conducido a su propia “desaparición”. Para esta “feminista postmoderna”, en su búsqueda de un
modelo heterogéneo de subjetividad que rompa con los esquemas normalizadores modernos
y patriarcales, los efectos liberadores de dicho proceso son más que evidentes, permitiendo
el despliegue incondicionado de “cuerpos múltiples” y la configuración de conjuntos variables
de “posiciones corpóreas”. Así, propone el concepto de “incardinamiento”, para referirse a
nosotros mismos como sujetos espacial y temporalmente situados, dispuestos, por ello mismo,
a realizar combinaciones de (inter)acciones discontinuas dentro de ese “aquí” y “ahora” espacio-temporal. Sin embargo, ella misma apunta hacia la problemática fundamental que surge
de la necesidad de adaptar la política a ese cambio.
Objetivos de la obra
La autora analiza el problema de la subjetividad femenina, resaltando el papel de la conciencia de una herencia histórica producto del conocimiento de que las mujeres -en el contexto
de la modernización y la modernidad-, han logrado transformaciones en su estatus. Propone,
como visión y punto de partida para la redefinición feminista de la subjetividad femenina, una
nueva forma de materialismo que hereda la materialidad corporal de los postestructuralistas, y
de ese modo, pone el acento en la estructura incardinada y, en consecuencia, sexualmente
diferenciada del sujeto hablante, resaltando principalmente la variable ‘sexualidad’. Apoyándose en el postulado de Adrienne Rich, la ‘política de localización’ y en el incardinamiento1
como posicionalidad, se refiere al sujeto feminista femenino como ‘el sí mismo-mujer’ o ‘el yo
mujer’ que será redefinido en una investigación que se encamina a reexaminar políticamente
la sexualidad como sistema social y simbólico. Así mismo, propone interpretar la noción de
‘saber situado’ o de ‘política de localización’, no solo en términos espaciales, sino también,
como una noción temporal. Ello se relaciona con la contramemoria, con la aparición de
pautas alternativas de identificación y de recuerdos. En este sentido, la memoria y el sentido
del tiempo están estrechamente vinculados a la diferencia sexual. Redefine el concepto de
mímesis como la política del ‘como sí’, es decir, como un cuidadoso uso de las repeticiones
que conformen a las mujeres en una relación paradójica con la femineidad, pero que también intensifiquen el valor subversivo de la distancia paradójica que las mujeres (feministas)
tienen con esa femineidad.
Principales aportes a la academia, al feminismo y a la lucha de los movimientos de mujeres
La representación tradicional de la mujer
como irracional, hipersensible, destinada a ser
esposa y madre, la mujer como cuerpo, sexo
y pecado, constituye la negación de la subjetividad de las mujeres, y el resultado de ello es
su exclusión de la vida política o intelectual.
De acuerdo al anterior postulado, Braidotti
considera al feminismo como una pregunta,
y la respuesta es el empoderamiento de la
subjetividad femenina en el sentido político,
epistemológico y experimental. Por empoderamiento se refiere a la afirmación positiva
(teórica) como a la promulgación concreta
(social, jurídica y política). La experiencia,
como noción central del proyecto moderno,
indica que las mujeres “serán las administradoras de la crisis, el equilibrio de rescate que
trae oxigeno fresco a un mundo en crisis y
le devuelve algo de la salud posmoderna o
postindustrial”. El repensar el cuerpo constituye el punto de partida de la vertiente epistemológica de la política de localización, la
cual, apunta a elucidar el discurso producido
por las feministas femeninas.
La redefinición de la subjetividad femenina se encarna en un compromiso común y en el
reconocimiento de las implicaciones políticas de un proyecto teórico. En el lenguaje, la subjetividad encuentra una voz, genera un corpus, que compromete políticamente a la mujer en
condición de un `sí mismo-mujer`, lo que redefiniría el “género” que somos. La prioridad para
el feminismo consiste en redefinir al sujeto como una unidad generizada que se vincula inextricablemente con el otro. El feminismo funciona también como una contramemoria; la decadencia de la supremacía masculina blanca constituye un inmenso avance hacia la construcción de un mundo “multigenerizado” y “multicultural”. Por lo que necesitamos “aprender a
pensar de un modo diferente y más específicamente ‘cómo vivir’ de forma diferente con las
múltiples diferencias dentro (de nuestra cultura, pero también de nosotros mismos)” (2004:65).
Concebir la política de la subjetividad femenina, que conjuga la visión de la subjetividad, la
creencia en la diferencia sexual y el compromiso con una praxis crítica y política, en términos
de la contramemoria, de resistencia, saberes situados y una política de localización, alude a
la necesidad de elaborar una nueva política del lenguaje: mitos y configuraciones políticas
para representar este tipo de subjetividad que denomina nómade.
1 La autora, traduce la palabra inglesa “embodiment” por incardinamiento, en el sentido de dar forma al cuerpo,
“moldear la carne”, a fin de marcar la diferencia respecto de “encarar”, “encarnación” y demás términos de connotaciones tradicionalmente cristianas.
Sobre la base de lo planteado, mi hipótesis es
la siguiente ¿existe una subjetividad nómade
lésbica?
La subjetividad nómade se refiere al devenir.
Resulta adecuado hablar de nuestro cuerpo
en términos de incardinamiento, como sujetas situadas y capaces de ejecutar conjuntos
de inter-relaciones discontinuas en el espacio
y en el tiempo. Pero esa subjetividad nómade, en términos lésbicos, equivale a un encuentro con un posicionamiento político de
nuestro cuerpo y un lenguaje que articule
todos los sistemas de opresión de los cuales
hemos sido victimas
-raza, género, etnia,
sexualidad y heterosexualidad obligatoria-,
desenmascarando estos “mitos” a través de
las voces de mujeres y lesbianas comprometidas con la deslegitimación del heterosexismo como sistema predominante.
La adquisición de la subjetividad, según Braidotti, es un proceso de prácticas materiales
(institucionales) y discursos (simbólicos), cuyo
objetivo es tanto positivo, pues da lugar a
prácticas inter-políticas, cuanto regulador,
porque las formas de empoderamiento son el
sitio de las limitaciones y de la disciplina. Pero
es a través del repensar nuestras genealogías
lésbicas, nuestra subjetividad y las diferencias
con otras mujeres, que se evidencia la necesidad de un proyecto político nómade que
transversalice nuestro pensamiento, práctica
y experiencia cotidiana.
En este sentido, según Audre Lorde (1988), el
concepto de diferencia revela tensiones estructurales en las sociedades occidentales,
porque esclarece los “tipos de ceguera”: racismo, sexismo, heterosexismo y homofobia,
fuerzas que están presentes en la opresión
hacia mujeres, hombres y lesbianas negras.
Como punto de partida, Lorde plantea la necesidad de definirse como personas, como
mujeres y hombres con intereses comunes en
lo social, lo cultural, lo político y emocional,
actitud que reforzaría a construir una diferencia, entre muchas, para tomar conciencia
de sus luchas dentro de su comunidad, así
como fuera, ante la sociedad hegemónica.
De esta manera, el yo incardinado se define
como la intersección de muchos campos de
experiencia y de fuerzas sociales.
Además, plantea Lorde, que la necesidad de
compartir afectividad con otras mujeres es
un rescate, “es dentro de este conocimiento
que nuestro poder verdadero se redescubre.
Es esta conexión verdadera entre mujeres al
que teme tanto el mundo patriarcal [... la interdependencia entre mujeres es el único camino hacia una libertad que permita al ‘yo’
‘ser’, para crear y no para ser utilizada” (1988:
90), este postulado seria uno de los componentes para construir una subjetividad nómade lésbica.
Por su parte, Luce Irigaray apoya la necesidad
política de situar la idea de diferencia en el
centro de nuestra actividad y de nuestro pensamiento político, desligada de una lógica
dualista, de la binariedad y que cuestione la
hegemonía inscrita en la norma masculina,
blanca, clase media y heterosexual. Coincidiendo un poco con Lorde, Adrianne Rich
(1999) propone un continuo lesbiano caracterizado por las experiencias identificadas con
mujeres, las experiencias sexuales genitales,
el descubrir nuestros cuerpos y su erotismo,
el compartir vivencias (físicas, emocionales y
psíquicas), el darse apoyo práctico y político,
aspectos que crean un conjunto de fuerzas
y vínculos donde podemos entrar y salir. Este
continuo es una posibilidad de redefinición y
reflexión de nosotras como lesbianas, donde
nuestra subjetividad deambula por constantes encrucijadas, ires y venires por las fronteras y sistemas de opresión que articulan nuestros proyectos teóricos y políticos.
Como lo plantea Braidotti, las mujeres y las lesbianas hemos de pensarnos como “una identidad compleja y múltiple, como el sitio de interacción dinámica del deseo con la voluntad,
de la subjetividad con el inconsciente: no sólo el deseo libidinal sino, más bien, el deseo ontológico, el deseo de ser, la tendencia del sujeto hacia el ser, la predisposición del sujeto a ser”
(2004: 40).
Destaco y considero que las Voces de mujeres, mujeres negras y lesbianas “tercermundistas”,
han creado otros mundos, otras formas de pensamiento, se han repensado desde su ser, desde el deseo de decir, de hablar y de sentir. El lenguaje, como poder, constituye una política de
localización donde las mujeres enuncian discursivamente el “sí mismo-mujer”, la cual configura una subjetividad nómade, que franquea la estática y las fijaciones, “cruzar el desierto con
un mapa que no está impreso sino salmodiado, como en la tradición oral; significa olvidar el
olvido y emprender el viaje independientemente del punto de destino” (Braidotti, 2004: 66).
Gloria Anzaldúa ha sido pionera en desmitificar y desenmascarar la “blancura” hegemónica
del feminismo en América Latina, con su posición y propuesta teórica y literaria, que articula su
ideología de la/s frontera/s/ Borderlands. Se define en las siguientes palabras: “soy una lesbiana
feminista tercermundista inclinada al marxismo y al misticismo”. Ella evoca sus recuerdos de
familia y desde su rebeldía, al abandonar su hogar, cuestiona el régimen de lo emparentado;
sin embargo, “conservé la tierra de mi propio ser”. Se cuestiona a sí misma, a la autoridad interna y externa, a su propio gobierno y las exigencias autoimpuestas. Es crítica con la cultura, por
estipular roles definidos para los sexos, en los que las mujeres son las cuidadoras de lo terrenal,
al estar ligadas con los ciclos de la naturaleza. Las desviadas, nosotras las lesbianas, vamos
contra las prohibiciones morales de la sexualidad y homosexualidad, vivimos con miedo al
rechazo de nuestra madre y la cultura, por eso vivimos, algunas, bajo las sombras, mostrando
una máscara en espacios sociales, otras, como Anzaldúa, enfrentan la lujuria sexual, la lujuria
por el poder y en el despertar a la bestia de la sombra que hay en su interior, desenmascaran
su ternura.
Desde su identidad chicana, forjada en la historia de la mujer indígena, la autora discute algunos rasgos impuestos por su cultura, rechaza sus mitos y se identifica con tres culturas –la
blanca, la mexicana y la indígena- creando una cultura mestiza, híbrida e intercalada con su
propia arquitectura feminista. La subjetividad nómade lésbica, desde la propuesta de Anzaldúa, parte de la critica de los conceptos de “pasividad” y “obediencia” rastreados sobre su
piel, aspectos impuestos por su madre durante su niñez y adolescencia, reflexión que riñe con
el homenaje al poder masculino y no al poder de nosotras. De esta manera, formula el Mundo
Zurdo como el camino a seguir para cambiarnos y cambiar al mundo; éste se configura por
dos caminos: 1) irse al fondo de una misma y extenderse hacia el mundo y, 2) una creación
simultánea de una misma y una reconstrucción de la sociedad. Estos caminos han sido recorridos por ella mediante el acto escritural en la necesidad de crearse a sí misma, “el acto de
escribir es el acto de crear alma, hacer alquimia. Alquimia de lo espiritual, lo político, lo sexual,
lo social, lo étnico/racial, alquimia que confronta a la escritora con sus propios monstruos y
fantasmas...” (2005: 216).
Esta apuesta por la escritura ligada al activismo político, ha constituido a Anzaldúa como una
lesbiana nómade, que transita por las hendiduras, los espacios entre los diferentes mundos
que habita y las fronteras entre uno y otro. La lucha consigo misma, con su propia piel, ha
legitimado un terreno propio “donde pueda sondear las ricas raíces ancestrales en su amplio
corazón de mestiza” (2004: 80).
Por su parte, Nellie Wong, en su poema Cuando crecía, destaca: “Cuando crecí, la gente
me decía que era oscura, y yo creía en mi
misma oscuridad en el espejo, en mi alma,
en mi propia visión estrecha... yo sé ahora
que alguna vez deseé ser blanca. ¿Cuántas
maneras más?, Preguntas tú” (1988: 13-15).
En el texto completo se evidencia el contexto
social donde creció Wong y el carácter supremo de lo blanco en su vivencia y experiencia,
aspecto que marcó la búsqueda de su ser, la
resignificación de su piel oscura y el cuestionamiento de su ser interno y externo, a través
de la escritura, como forma de escape y reinvención de su subjetividad nómade.
Cherríe Moraga, poetisa y dramaturga, en su
artículo La güera, comenta aspectos contundentes de su vivencia como: “no fue sino
hasta que reconocí y confronté mi propio lesbianismo a flor de piel, que sentí una estrecha
identificación con mi madre, con su opresión
por ser pobre, sin educación, y chicana. Mi
lesbianismo es la avenida que me ha permitido comprender mejor el silencio y la opresión,
y sigue siendo el más claro recordatorio de
que no somos seres humanos libres”. En este
fragmento, el posicionamiento político lésbico, ha sido una puesta en escena para comprender su experiencia subjetiva ligada a las
nociones de “raza” y “clase”, la reivindicación
por su color y el compromiso con sus raíces.
Y piensa: “¿cuál puede ser mi responsabilidad
hacia mis raíces?, Tanto respecto a las blancas como a las oscuras, las de habla española como inglesa. Yo soy una mujer con un pie
en ambos mundos. Rechazo la ruptura. Siento la necesidad de diálogo. Muchas veces lo
siento urgentemente”. Al respecto, el hecho
del “recuerdo, según el modo nómade, es
la reinvención activa de un yo jubilosamente
discontinuo, en oposición al ser melancólicamente consistente, programado por la cultura falogocéntrica” (Braidotti, 2004: 172).
Barbara Cameron, indígena norteamericana
de la nación Lakota, activista política, fotógrafa, escritora y lesbiana, considera importante que las personas tercermundistas “gay”
intercambiemos vivencias para educarnos a
nosotras mismas sobre nosotras. Pienso que
esta propuesta, enmarcada en una ‘diáspora
lésbica’, asume el compromiso de “comercializar” vivencias subjetivas para consolidar
una política de re-conocimiento que incita
a crear esos legados regionales, locales-globales, que estructurarían una subjetividad nómade lésbica.
Teniendo en cuenta el actual escenario global, me arriesgo a tomar la migración y la
inmigración, como elementos simbólicos y
vivenciales en la constitución de nuestra subjetividad nómade. Esta construcción experimentada desde la marginalidad y la periferia, desde un horizonte nómade o intensivo,
donde “la subjetividad está situada más allá
del género, en el sentido de ser dispersa, no
binaria; múltiple, no dualista; interconectada, no dialéctica; y en un constante flujo, no
fija” (Braidotti, 2004: 165), nos permite transitar
por espacios y tiempos continuos y discontinuos, mediante las experiencias de nuestros
cuerpos, sexualidad, saberes y conocimientos sobre nosotras como lesbianas y sobre las
otras.
A modo de conclusión…
Es evidente que en las propuestas elaboradas por las teóricas y activistas de color, lesbianas
de color, indígenas y lesbianas, desde su devenir académico, literario y vivencial, han estructurado un Lesbianismo Feminista que trastoca el sujeto “mujer”, las mujeres y las instituciones
en las que nos ha encasillado el patriarcado, con el objetivo de imponer su hegemonía en
nuestras genealogías y vivencias cotidianas.
Así mismo, el pensarse y pensarnos fuera de esos regímenes ha consolidado nuestra existencia lésbica fuera de la normatividad heterosexual, praxis que vigoriza la arquitectura de una
Subjetividad Nómade Lésbica, donde compartimos ideologías diaspóricas, que fluyen en los
espacios personales, privados y sociales, pero también en los regionales y globales.
Bibliografía
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Aproximaciones
a la relación entre los conceptos
de “Apropiación” y “Heterosexualidad Normativa”
Johanna Cruz Herrera
423330
*
En el desarrollo histórico del feminismo se encuentran diversas corrientes de investigación,
en las cuales se ha pretendido hacer un estudio crítico de las condiciones de opresión
de la mujer. Dichas corrientes, han utilizado y
creado conceptos o herramientas de análisis a partir de análisis precisos de la realidad
concreta.
El feminismo materialista francés se establece
como una de estas corrientes, que se gesta
a partir del “movimiento de liberación de las
mujeres” en los años 70 del siglo XX y que tuvo
como nodo la revista: “Nouvelles Questions
Féministes”. Su carácter materialista se evidencia en el análisis de la situación material
real y concreta: económica e histórica que
no se enfoca en abstracciones, aspectos psicológicos o culturales. Algunas de sus expositoras son: Christine Delphy, Monique Wittig,
Nicole-Claude Mathieu, Monique Plaza, Emmanuelle de Lesseps, Paola Tabet y Collete
Guillaumin.
Entre los postulados básicos de esta corriente
se encuentra la idea de que el grupo social
de las mujeres debe ser entendido como
“clase” y no como un grupo biológico. Este
análisis permite “dar cuenta de la opresión de
las mujeres en cuanto clase social, es decir,
que analizaba el sexo –la existencia de mujeres y varones-, como un fenómeno de clase”
donde los argumentos naturalistas o esencialistas de la diferenciación entre mujeres y
hombres pierden cualquier vigencia, de manera tal que la explotación de la clase social
de las mujeres por la clase de los hombres es
resultado de la relación social que entre ellos
existe y que se encuentra inscrito en un sistema de producción determinado. Estas clases
son naturalizadas tanto como la relación de
explotación que se establece.
Curiel, Ochy y Falquet, Jules (Comp.) “El patriarcado al
desnudo”. Brecha Lésbica. 2005. pág. 4
Es importante resaltar que en la conceptualización de las mujeres como clase de sexo,
que abordaremos en este ensayo, debe entenderse que no existe “la mujer” universal
y ahistórica, sino que existen “las mujeres”
como grupo social diverso.
En cuanto a las diferencias históricas, podemos ver que pervive la invisibilización de las
lesbianas en la historia de las mujeres, desde
lo cual se debe ver, como lo dice Monique
Wittig: “¿qué es la heterosexualidad? Como
palabra, no existía antes de que se hablara
de homosexualidad a comienzos del siglo XX
y, en Alemania, a finales del XIX. No ha existido
más que como su contrapartida. La heterosexualidad caía tan por su propio peso que ni
siquiera tenía nombre. Era la norma social. Es
el contrato social. Es un régimen político. Los
juristas no la llamarían una institución o, por
decirlo de otro modo, la heterosexualidad en
cuanto institución no tiene existencia jurídica”
lo cual es consecuencia directa de la normalización y normativización de la heterosexualidad, que analizaremos en este texto.
Como decíamos anteriormente, en lo referente a la invisibilización de las lesbianas en
la historia de las mujeres, para analizar este
fenómeno es importante entender cómo una
época tan importante para la producción
de conocimiento como fue la ilustración trajo consigo una teorización acerca de lo que
es –o debe ser- lo femenino y lo masculino,
impregnada por una confianza falocentrica
en la necesaria heterosexualidad, que se sustenta en el mantenimiento de la especie, de
allí surgen las teorías naturalistas que desdeñan la homosexualidad como un acto “contra natura” y por ende corrupto. Frente a esto
Adrienne Rich se refiere a la “Existencia lesbiana” más que al “lesbianismo” por la connotación clínica y limitante del mismo, además
afirma que la existencia implica presencia
histórica y creación del significado de la existencia, lo cual a su vez trae consigo la ruptura
de un tabú y el rechazo de un modo de vida
obligatorio, en resumen una forma de decir
no al patriarcado.
Wittig, Monique. “A propósito del contrato social” 1987.
Version electrónica en : www.queerekintza.org/web/pag_
cast/articulos/docs/pens_hetero/contrato_social.doc -
Las diferenciaciones internas, a su vez, están
permeadas por lo económico, por lo tanto
es necesario resaltar el ocio obligado de las
mujeres de clase media y la glamourización
de la liberación femenina, como elementos
disociadores y difuminantes de la acción de
las mujeres.
Colette Guillaumin estudió la apropiación
de la clase de las mujeres por la clase de
los hombres tanto de forma individual como
de forma colectiva, este concepto resulta
muy pertinente en la sustentación de la heterosexualidad como conducta normativa,
concepto que a su vez ha sido tratado por
diferentes teóricas y activistas del feminismo
lésbico. Lo que pretendo en el presente ensayo es analizar la posible articulación de estos
dos fenómenos, tomando como premisa la
idea de la ficcionalidad del sexo y del género,
en el sentido de que son construidos a través
de prácticas discursivas y no discursivas, por
lo cual el sexo determinado biológicamente
no tiene existencia.
Desde un análisis materialista de la cotidianidad de las mujeres, Colette Guillaumin empieza su estudio haciendo manifiesto lo que
muchas veces, y debido a su carácter naturalizado, se hace invisible, esto es: entender a
las mujeres como un bien común. A partir de
esta situación Guillaumin manifiesta que las
mujeres “ya son propiedad” de la clase de los
hombres, esta apropiación es física y diferente de la apropiación de la fuerza de trabajo,
ya que su alcance le permite ser apropiación
de los cuerpos mismos de las mujeres, de
esta relación entre las clases de sexo surge la
noción de “sexaje”.
La relación de sexaje es “la apropiación física misma, la relación en la que es la unidad
material productora de la fuerza de trabajo
la que es poseída y no solo la fuerza de trabajo”
Guillaumin, Colette “Practica del poder e idea de naturaleza” en Ochy Curiel y Jules Falquet. (Comp.) “El patriarcado al desnudo”. Brecha Lésbica. 2005. Pág. 25
en el contexto moderno de la economía domestica cuando dicha apropiación se enmarca
en las relaciones de sexo; esta noción puede claramente ser relacionada con lo expresado
con Adrienne Rich en cuanto a la heterosexualidad normativa, poniendo de relieve que en el
contexto moderno “los mensajes de la nueva derecha a las mujeres han sido precisamente
que somos la propiedad emocional y sexual de los hombres y que la autonomía de las mujeres amenaza la familia, la religión, y el estado”
En cuanto a la división sexual del trabajo, es importante resaltar lo que Monique Wittig a expresado en cuanto a que “no podía ser entendida al margen de la reproducción generizada de
las personas; el psicoanálisis intervino habitualmente como un modo de rastrear la vertiente
psíquica de esta organización social, y los modos en los que esta regulación se manifestaba
en los deseos sexuales. En este sentido, la regulación de la sexualidad estuvo sistemáticamente vinculada al modo de producción apto para el funcionamiento de la economía política.”
El sexaje, según Guillaumin, tiene su expresión concreta en la apropiación del tiempo, los productos del cuerpo de la mujer, y su uso tanto como sus obligaciones son definidas socialmente por la clase de los hombres, lastimosamente dentro de estas obligaciones expresadas por
el feminismo materialista, no se especifica que la obligación primordial es ser heterosexual.,
por lo que la critica es que no ve la heterosexualidad como base de la dominación masculina, y del patriarcado que ello implica, de modo que la heterosexualidad y la maternidad
deben ser vistas como instituciones políticas, instituciones que manifiestan las relaciones de
poder sobre las mujeres.
El tiempo de las mujeres apropiado por los hombres, en vista de la relación de explotación,
no se encuentra medido. Por esta razón, se plantea en términos de disponibilidad total, por
lo menos en cuanto a los productos del cuerpo de la mujer, tales como podrían ser los hijos.
Estos son poseídos por los hombres y susceptibles de ser negociados por los mismos, como sus
legítimos dueños (propietario de la fuente), esto se relaciona con la posesión del “uso físico”
de las mujeres, en la medida en que este se entiende esencialmente como “uso sexual”, así
pues las mujeres tienen la obligación sexual hacia un hombre, es decir tienen la obligación de
la heterosexualidad monogamica.
Sobre este punto podemos encontrar que el “uso” predominantemente sexual, según Rich,
se da junto con la admisión social del incontrolable impulso sexual masculino, que justifica la
prostitución y la esclavitud sexual y la “identificación general de las mujeres sobre todo como
“seres sexuales cuya responsabilidad es el servicio sexual de los hombres” , lo cual a su vez
permite idealizar el romance heterosexual, como en los cuentos de hadas: una princesa débil
a la espera de un “príncipe azul” fuerte y valiente que llegué a su “rescate” para “tener muchos
hijOs” y – o equivalentemente- ser felices.
En este sentido podríamos decir que las mujeres tienen la obligación de la reproducción, es
por esta razón que la maternidad debe ser analizada en cuanto institución política. No obstante, aun cuando es la clase de los hombres la que posee a los hijos, las obligaciones en
torno al cuidado de los mismos descansan en las mujeres -ya no necesaria aunque si primordialmente, en la madre- ésta es una de las expresiones de la apropiación, ya que toda mujer
carga con el deber de cuidar a los demás sujetos y objetos de propiedad de los hombres,
entre los que se cuenta ella misma como objeto: “bienes, mujeres y dinero son idénticos por
algún lado.
Rich, Adrienne “La heterosexualidad obligatoria” en: Marysa Navarro y Catherine R. Stimpson (Comp.), Sexualidad,
género y roles sexuales, México 1999 ed. Fondo de Cultura Económica. Pág. 160
Butler, Judith. “El Marxismo y Lo Meramente Cultural” en New Left Review N° 2 Mayo-Junio, 2000. 109-121, versión
electrónica en : http://www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/butl.pdf
¿Cuál?- son posesiones, posesiones materiales” de la clase de los hombres, e individualmente del marido, por lo cual se encuentran
desposeídas de sí mismas. De acuerdo con lo
anteriormente afirmado acerca de la obligación del cuidado de los otros donde la mujer
se asume como mera herramienta, y de la
maternidad normativa, la consecuencia sería
diluirse en los otros, y por lo tanto, la privación
de la construcción del sujeto autónomo, del
individuo.
Dentro de las manifestaciones de poder
masculino analizadas por Rich se encuentra
–coincidentemente con lo expuesto por Guillaumin-: negar e imponer sexualidad a las
mujeres; reclutar y explotar su trabajo para
controlar su producción, donde se manifiesta que las mujeres son necesarias como elemento productivo y reproductivo en el modo
de producción capitalista, a la vez que como
consumidoras de todos aquellos productos
que comercialmente se imponen como deseables; controlar y robar sus criaturas –como
lo mencionaba Guillaumin-; encierro físico en
el ámbito del hogar; uso de la mujer como
medio de intercambio o como regalo: ya lo
describió Lévi-Strauss con su descripción del
el proceso del intercambio de las mujeres,
donde las mujeres están siempre al alcance
de la mano; la detención y limitación de la
capacidad creativa de las mujeres; la marginación de áreas del conocimiento como
elemento perpetuador de la dominación, el
establecimiento del sexo y la violencia como
elementos intercambiables, sin alterar nada.
Rich, Adrienne “La heterosexualidad obligatoria” en:
Marysa Navarro y Catherine R. Stimpson (Comp.), Sexualidad, género y roles sexuales, México 1999 ed. Fondo de
Cultura Económica. Pág. 182
Guillaumin, Colette “Practica del poder e idea de naturaleza” en Ochy Curiel y Jules Falquet. “El patriarcado al
desnudo”. Brecha Lésbica. 2005. Pág. 33
Tanto para las materialistas como para el
feminismo lésbico, es importante analizar el
matrimonio como institución. Dentro del estudio hecho por Guillaumin, se observa el
matrimonio como un contrato por el que la
mujer otorga la exclusividad de su uso a un
hombre, y por ende se afirma y se naturaliza socialmente, a la vez que permite ocultar
la indisponibilidad de la mujer de su propio
cuerpo de manera tal que no cede su fuerza
de trabajo, su única garantía es ser mantenida en estado de funcionamiento, en este
sentido no existe el intercambio en la relación
de sexaje: “el matrimonio no es sino la superficie institucional (contractual) de una relación
generalizada: la apropiación de una clase
de sexo por otra.” , por esta razón se afirma
que el papel del matrimonio se centra en la
legalización de la relación ya existente, además desde una perspectiva lésbico feminista
podemos agregar que este tiene por objetivo
institucionalizar la familia nuclear como lo esperado y lo deseable aun cuando en la realidad la presencia de estas sea minoritaria.
La evidencia de la única contrapartida explicita en el mantenimiento, nos lleva, desde el
lesbianismo feminista al análisis de la situación histórica de las mujeres donde el matrimonio heterosexual se consolida como única
opción de sustento material para las mujeres,
salvo las mujeres con alguna independencia
económica, las mujeres no tenían la posibilidad de buscar contextos donde les fuera posible ejercer una vida libre, y si era deseado
de esa forma, tener una vida con otra mujer.
Guillaumin, Colette “Practica del poder e idea de naturaleza” en Ochy Curiel y Jules Falquet. (Comp.) “El patriarcado al desnudo”. Brecha Lésbica. 2005. Pág. 43
En consonancia con la noción de apropiación, el uso por parte de un hombre casado
de una mujer no da origen a sanción para
este, ya que la sanción se aplica solo en la
apropiación de otra mujer y no en su uso
(prostitución).
Desde la óptica materialista esta serie de expresiones de la apropiación son importantes
por ser parte de la realidad material donde
se incluye la realidad mental de las mujeres,
la cual desde ningún punto de vista es abstracción, ya que estas presiones permean
la conciencia individual de las mujeres y sus
acciones concretas. Esta realidad material se
encuentra sustentada en hechos reales, en las
relaciones mismas y en ese sentido se hace
preciso hacer notorio que la apropiación es
tan admitida socialmente que pasa por no
visible y mucho menos cuestionable.
Según Guillaumin, no obstante la salida individual por parte de las mujeres, de las instituciones manifiestas de la apropiación, la apropiación como clase subsiste a través de medios
claros –pero imperceptibles de acuerdo a su
naturalidad- como son: el mercado de trabajo donde para las mujeres los salarios son
menores a los de los hombres a la vez que
son mas afectadas por el desempleo y la discriminación en este sentido traigo a colación
el interrogante expuesto por Wittig respecto
a si ¿No merecen las tasas de pobreza entre
las lesbianas ser consideradas en relación a
la heterosexualidad normativa de la economía?.
Aquellas mujeres que logran salir individualmente de la heterosexualidad, que puede ser entendida como un mecanismo de apropiación hacia las mujeres – y en lo que el análisis de
Guillaumin se queda corto- sufren la discriminación por un lado por ser mujeres pero por el
otro, por no corresponder a lo que socialmente se espera de una mujer, esto es: que se encuentre en disponibilidad sexual para los hombres o que se encuentre ligada a uno – lo cual
a su vez sería un mecanismo para la defensa del acoso de cual “naturalmente” es objeto en
ámbitos laborales, en vista de que somos educadas para autopercibirnos como presa sexual,en este sentido los hombres adquieren carácter necesario para las mujeres, ya que se les
considera fuente de la protección social y económica, además de concreción de sexualidad
adulta, la sexualidad verdadera. Estas formas están permeadas por el control social que se
presenta en la erotización de la subordinación de las mujeres, de forma tal que su supuesta
condición de debilidad es usada tanto en la
publicidad de lo “amoroso” como en la pornografía y publicidad de lo “sexual”, sin olvidar que dentro de los esquemas de pareja
heterosexual normativa, lo sexual está inevitablemente ligado al compromiso amoroso.
Otras expresiones de la apropiación son: la
limitación a un espacio definido que es “la
casa” donde debe cumplir con sus roles de
madre, esposa y bien privado. Los múltiples
mecanismos de este confinamiento incluyen tal como lo menciona Adrienne Rich la
romantización del hogar, especifica para las
mujeres, donde este se consolida como el
ámbito de su “desarrollo” y felicidad, los cuales se instauran siempre en función del hombre.
La demostración de la fuerza, contra las mujeres que “se desvían” y que se constituye en
derecho de los hombres, la obligación sexual
que habíamos visto anteriormente en el “uso”
y el derecho que con sus mecanismos “fija
las modalidades de apropiación privada de
las mujeres, a no ser también las de la apropiación colectiva, la cual como vimos es
dicha y no contractualizada” , como vimos
anteriormente son formas de expresión de la
apropiación.
La naturalización de las clases creadas en las
relaciones de sexaje, produce el surgimiento
de la autonomía y de la individualidad como
meros fantasmas que contribuyen al sostenimiento y perpetuación de la apropiación
como realidad concreta, para lo cual existen
infinidad de mecanismos efectivos, hasta el
punto de lograr la aprobación social.
El cuestionamiento principal del feminismo lésbico, planteado por Rich, a aquellas aproximaciones que se limitan a denunciar la dominación es si “lo que debemos enfrentar como
feministas una simple desigualdad de géneros o el dominio cultural de los hombres,
o meros tabúes contra la homosexualidad, o
mas bien la imposición de la heterosexualidad
femenina para asegurar el derecho masculino al acceso físico, económico y emocional”
lo cual expresa claramente la ausencia para
las mujeres de una verdadera opción, por lo
tanto es necesario aclarar que la cuestión fundamental no es si la condena corresponde a
todas la relaciones heterosexuales o no, sino
la inexistencia de libertad para las mujeres,
es decir: las mujeres casadas no eligieron la
heterosexualidad , se casaron porque había
que hacerlo.
Frente a la difusión de la idea de que el lesbianismo es cuestión simplemente de rechazo a los hombres y que la “preferencia sexual”
mayoritaria es la heterosexualidad, que a la
par banaliza el lesbianismo como mera “preferencia” establecida en la marginalidad,
Rich establece la noción de continuo lesbiano por el que no solo se refiere a lo sexual
que en nuestro contexto esta ligado explícitamente a lo genital, sino que cubre formas de
“intensidad primaria” entre mujeres, donde
surgen redes de de identificación, hermandades en la resistencia, en contraste con las
contraste con escenas publicitarias – para
hombres- con las que se expone el lesbianismo “El discurso pornográfico forma parte de
las estrategias de violencia que se ejercen sobre nuestro entorno, humilla, degrada, es un
crimen contra nuestra “humanidad”.”
Guillaumin, Colette “Practica del poder e idea de naturaleza” en Ochy Curiel y Jules Falquet. (Comp.) “El patriarcado al desnudo”. Brecha Lésbica. 2005. Pág. 50
Rich, Adrienne “La heterosexualidad obligatoria” en:
Marysa Navarro y Catherine R. Stimpson (Comp.), Sexualidad, género y roles sexuales, México 1999 ed. Fondo de
Cultura Económica. Pág. 187
apropiación
La discriminación de la que son objeto las lesbianas se genera en la medida en que se ha
creado una categoría normativa que es la que da origen a las desviaciones, y a la correspondiente “tolerancia”, es decir el hecho de “soportar” aquello que no esta bien visto, pero que sucede y que se contrapone a lo normativo, cuyas pautas son: la sexualidad ligada a prácticas
reproductivas, reproducción solo heterosexual e indiscutiblemente ligada al amor, que debe
ser exclusivo y durar para toda la vida. Esta es la producción de la normalidad social, que es
necesariamente coactiva y tiene mecanismos de coerción efectiva en el plano de lo material.
Dentro de esta producción de normalidad encontramos que las lógicas excluyentes permean
los discursos y autoridades académicas, en este sentido es muy valido traer a colación lo expresado por Wittig cuando se refiere al discurso heterocentrado: “Los discursos que nos oprimen
muy en particular a las lesbianas feministas y a los hombres homosexuales y que dan por sentado que lo que funda la sociedad, toda sociedad, es la heterosexualidad, nos niegan toda
posibilidad de crear nuestras propias categorías, nos impiden hablar si no es en sus propios
términos y todo aquello que los pone en cuestión es enseguida reconocido como “primario”.”
ca
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Wittig,
en
Wittig,
en
Monique
:
Monique
:
“El
Pensamiento
Heterocentrado”
1978
Versión
electrónihttp://www.queerekintza.org/web/pag_cast/articulos/articulos_pens_heteroc.html
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125-142. Madrid. Antropólogos Iberoamericanos en red, en: http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/623/62310109.pdf
Sobre
los
aportes
de las Feministas Negras Lesbianas
al Feminismo Negro
Gloria Mesa Almeida
[email protected]
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o
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n
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r
d
ci
ón
El presente ensayo pretende recoger los aportes de las feministas lesbianas Negras Audre
Lorde, Cheryl Clarke y Barbara Smith al feminismo Negro. Sus aportes teóricos representan un
análisis crítico al feminismo occidental, el cual tiende a homogeneizar a todas las mujeres,
invalidando sus especificidades de opresión.
En la primera parte del ensayo se presenta brevemente el origen del feminismo Negro y la
definición de sus postulados propuesta por Patricia Hill Collins. Luego se plantean los principales
aportes de tres lesbianas Negras feministas, aportes que construyen una nueva concepción
del Feminismo.
Finalmente y a manera de conclusión se mostrarán algunas de las críticas y aportes para el
movimiento feminista.
Feminismo Negro: origen y definición
Para contextualizar el origen del Feminismo
Negro es necesario remitirse a los años setenta. En esta década, las mujeres Negras que
hacían parte de los movimientos feministas
en EE.UU., se separaron de éstos, acusándolos de elitismo y racismo. “Las feministas Negras (principalmente las radicadas en Nueva
York) deciden separarse del movimiento hegemónico y crean en 1973 la Organización
Nacional Feminista Negra (NBFO). Luego se
unen a los movimientos Negros de liberación
(Derechos Civiles, El Nacionalismo Negro, Las
Panteras Negras, etc.) de los cuáles también
se desilusionan a causa de algunas experiencias dentro de ellos y esto las lleva a fundar
un movimiento anti-racista y a la vez que antisexista”1.
Para el feminismo Negro la categoría raza fue
un determinante frente a la universalidad del
sujeto mujeres del feminismo occidental. Las
mujeres Negras para analizar la situación de
su subordinación parten de la categoría raza
en articulación con otras categorías como
clase y género: en otras palabras, el feminismo Negro representa una respuesta a las
múltiples discriminaciones.
Un ejemplo de ello, fue un grupo de feministas Negras, quienes en abril de 1977, proclaman la Declaración de Combahee River Collective (1977) cuyo objetivo fue luchar contra
la opresión racial, sexual, heterosexual y clasista; y cuya tarea específica fue desarrollar
un análisis y práctica integrados, basados en
el hecho de que los sistemas mayores de la
opresión se relacionan, asumiendo que no
sólo se lucha contra uno o dos frentes de la
opresión, sino contra toda una extensión de
la opresión
1 Ver: Feminismo Postcolonial: La Crítica al Eurocentrismo del Feminismo Occidental. Asunción Oliva Portolé.
En
http://www.ucm.es/info/instifem/cuadernos/cuaderno%206.doc (Consulta mayo3/2007)
. Propugnaban así un feminismo negro que
combatiera la variada y simultánea opresión
que sufren las mujeres de color. Sin duda, este
grupo feminista Negro nace a partir del reconocimiento político que emerge de las experiencias personales de las vidas individuales
de las mujeres Negras. Además el enfoque
de su opresión está incorporado al concepto
de la política de la identidad. En el caso de
las mujeres Negras, este concepto es:
“repugnante, peligroso y
amenazante, y por tanto revolucionario porque es obvio al ver a todos los movimientos
políticos antecedentes al nuestro (feminismo
Negro) que en ellos cualquier persona merece la liberación más que nosotras (las mujeres Negras)”.
(Declaración de Combahee River Collective (1977)
Capitulo 2).
El articulo de Luiza Bairros (2000) titulado “nuevos Feminismos revisitados” presenta la definición del pensamiento del feminismo Negro
propuesto por Patricia Hill Collins (feminista Negra norteamericana) el cual consiste en:
“(un conjunto de) experiencias e ideas compartidas por mujeres afroamericanas que ofrece un ángulo particular de visión del yo, de la comunidad y de la
sociedad […] que involucra interpretaciones
teóricas de la realidad de mujeres negras
por aquellas que la viven.” A partir de esta
visión Collins elige algunos “temas fundamentales que caracterizarían el punto de
vista feministaNnegro”. Entre ellos se destacan: 1. el legado de una historia de lucha
2. la articulación de las categorías raza, género y clase 3. el combate a los estereotipos
o “imágenes de autoridad 4. la actuación
como madres, profesoras y lideres comunitarias 5. la política sexual” (Bairros, 2000).
Además, Luiza Bairros plantea que Patricia Hill Collins considera que “una contribución intelectual al feminismo fue, no sólo el conocimiento producido por las académicas, sino también
el generado por mujeres que reflexionaron sobre sus experiencias cotidianas como madres,
profesoras, lideres comunitarias, escritoras, empleadas domésticas, militantes por la abolición
de la esclavitud y los derechos civiles, cantantes y compositoras de música popular. Así, a través de los testimonios, documentos, letras de música, autobiografías, novelas y textos académicos de mujeres negras, Collins traza un perfil de la tradición intelectual, subyugada también
en función de criterios epistemológicos que niegan la experiencia como base legitima para la
construcción del conocimiento. El pensamiento feminista Negro sería, entonces, un conjunto
de “experiencia e ideas compartidas por mujeres afro-americanas, que ofrecen un ángulo
particular de visión del yo, de las comunidades y de las sociedades… ello involucra interpretaciones teóricas de la realidad de las mujeres Negras por aquellas que la viven” (Ibid).
Aportes al Feminismo Negro
A partir de las autoras Audre Lorde, Cheryl
Clarke e Barbara Smith, feministas Negras lesbianas, analizaré los aportes teóricos hechos
por ellas en función de una nueva concepción del Feminismo. Estas autoras representan la palabra hablada en una sociedad,
llena de prejuicios racistas y sexistas, que mira
con recelo el lesbianismo negro.
Audre Lorde2 se define así misma como una
“feminista Negra lesbiana guerrera, poeta y
madre”. Para recoger sus aportes teóricos
se tendrá como texto base: “la hermana, la
extranjera” publicado en 1984. Esta obra recoge una colección de ensayos, discursos,
fragmentos de los diarios de la autora y una
entrevista. El libro abarca el periodo comprendido entre 1976-1983. Audre Lorde enfatiza
en sus vivencias entrecruzadas por el sexismo
y el racismo; y plantea que el conocimiento
se da a partir de la experiencia en la “medida en que ahondamos en el contacto con
nuestra conciencia ancestral y no europea,
que ve la vida como una situación que debe
experimentarse y con la que hay que interactuar” (Lorde, 1984: 14).
Lorde:
Para Lorde, la poesía ha constituido una
perspectiva de supervivencia, es decir, ella
entiende la poesía “como reveladora destilación de la experiencia y no al estéril juego
de palabras”. Define la poesía como “instrumento mediante el que nombramos lo que
no tiene nombre para convertirlo en objeto
de pensamiento”. La Poesía representa para
Lorde no un lujo (como titula su articulo) sino
una necesidad vital de supervivencia y cambio para las mujeres. Además de ser un medio que recoge miedos, esperanzas, temores de las mujeres y sueños por otro mundo,
Lorde encuentra en la poesía un instrumento
para expresar e impulsar la lucha y la libertad (1984:15-17). En reiteradas ocasiones, la
autora afirma que la poesía “ha sido la voz
principal de los pobres, de la clase obrera y
de las mujeres de color” (1984: 124)
En su calidad de poeta Negra y lesbiana y
a partir de su experiencia en su enfermedad
reconoce que los silencios no nos protegen y
romper ese silencio al entablar “contacto con
otras mujeres que buscan (…) el mundo en
el que todas creemos y gracias a ello hemos
reducido nuestras diferencias”. Audre Lorde
relaciona el silencio a los miedos internos de
cada una de las mujeres: “miedo al desprecio, a la censura, a la crítica o al reconocimiento, al reto, a la aniquilación”. Así mismo,
reconoce que dentro del movimiento de las
mujeres la “negritud” ha constituido la mayor
vulnerabilidad por la que han tenido que luchar para alcanzar visibilidad (1984:20-22).
Audre Lorde enfatiza en la homofobia como
ataques que está empleando la comunidad
Negra contra el lesbianismo, con el fin de
ocultar el verdadero rostro del racismo/sexismo. Estos ataques se presentan bajo la estigmatización, la exclusión, el dominio del terror,
amenazas, intimidación, agresiones físicas.
Estos ataques homofóbicos reducen la propia autodefinición de las lesbianas Negras,
lo cual contribuye a mantener la tradicional
categorización de mujeres Negras en función
de las exigencias de los hombres = “el bien
escaso”.
2 Audre Lorde nació en Nueva York (1932). Hija de inmigrantes caribeños. Madre de dos hijos que decide orientar su vida hacia el activismo social, la enseñanza y la escritura. Entre las publicaciones de su poemas están: The
Firs Cities (1968) su primer libro de poemas; From a Land
Where Other People Live (1973); The Black Unicorn (1978);
Our Dead Behind Us (1986) y The Marvelous Arithmetics
of Distance (1993, póstumo); y obras en prosa como la
autobiografía Zami: A New Spelling of My Name (1982).
Uno de los hechos más dolorosos de su vida fue la parición de un cancer de mama en 1978. Su lucha contra
el cáncer y sus reflexiones sobre la influencia de su enfermedad en su identidad y en su vida diaria quedaron reflejados en The Cancer Journals (1980). Audre Lorde viajo
por todo el mundo dando conferencias, participando en
veladas poéticas e impartiendo clases. Falleció en noviembre de 1992. (En Lorde, Audre (1984) “La hermana,
la extranjera” artículos y conferencias, ed. Horas y HORAS
Madrid, pag. 8-9).
Según la autora, las que se definen como lesbianas Negras “representan una amenaza emocional para aquellas mujeres Negras que viven como un problema sus sentimientos de camaradería y amor hacía sus hermanas”, ya que han sido sometidas a presiones encaminadas
a verse mutuamente con desconfianza, como eternas rivales, o como el rostro visible del
rechazo de su propio ser. Además, en la comunidad Negra, “el hecho de que una persona se
afirme en su ser representa un ataque para las demás y/o un obstáculo e impedimento para
la propia definición de la otra persona”. Todo lo anterior, responde al supuesto de que un sexo
necesita de la aprobación del otro para existir: esto reprime a las personas autodefinidas y
coarta su libertad (1984: 25-25).
No obstante, propone que “la única manera de evitar que la gente te ataque por ser lo que
eres consiste en adelantarte a ellos (…) en hablar de ti misma, antes de que ellos hablen de
ti”. Esto para Lorde, no es cuestión de valentía sino un mecanismo de protección. Quizá su
afirmación se puede relacionar con la entrevista que le realizó Adrienne Rich cuando Lorde
afirmó que “en la comunidad Negra no es fácil declararse lesbiana pero permanecer oculta
en el armario es aún más duro” (1984: 99-101).
Lorde rescata lo erótico como un recurso propio de todas las mujeres. Lo erótico entendido
como “fuente de poder e información en nuestras vidas”. La autora revierte el concepto,
tradicionalmente mal concebido y empleado en contra de las mujeres, en “un manantial de
fuerza inagotable”, en “un espacio entre la incipiente conciencia del propio ser y el caos de
los sentimientos más fuertes”, “en la capacidad de gozar y de sentir”, “en el lente a través del
cual escudriñamos todos los aspectos de nuestra existencia”. Disfrutar de lo erótico implicará
autoafirmar la fuerza vital de las mujeres y usar “esa energía creativa y fortalecida (…) en nuestro lenguaje, nuestra historia, nuestra danza, nuestro amor y nuestras vidas”; al mismo tiempo
que, rebelarse contra todos los estados de nuestro ser que nos han sido impuestos: “la resignación, la desesperación, la humillación, la depresión, la autonegación” (1984:37-46).
Al hablar dentro de un contexto estadinense, ella plantea que el sexismo, el racismo y la homofobia son inseparables. Según Lorde, el sexismo ha sido un recurso para “culpar a la victimas de lo que sucede (…) que las mujeres Negras (principales victimas del sexismo) incitan a
que se les viole, se las asesine o se abuse de ellas porque no son lo bastante dóciles, o porque
son demasiado coquetas, o porque…”. La autora reconoce que históricamente las mujeres
Negras siempre han cuidado de los demás (blancos), pues de ese servicio dependía su sobrevivencia y la de los miembros de su familia. Frente a ello, Lorde propone a las mujeres Negras,
la necesidad de “aprender a cuidarnos a nosotras mismas y a inspirarnos compasión”.
En su carta abierta a Mary Daly, Audre Lorde argumenta que la visión clasista y racista del
feminismo no deja ver cómo se reproducen estos sistemas de dominación entre las mismas
mujeres. Ella critica la hermandad, considerándola un mito porque invisibiliza las relaciones de
desigualdad y las relaciones de explotación y dominación entre muchas mujeres. Pues a pesar, de que todas las mujeres sufrimos la misma opresión por el hecho de ser mujeres, esto no
es garantía contra la segregación entre mujeres, ni mucho menos significa que la opresión sea
idéntica para todas. Esta falsa hermandad pierde de vista los múltiples y variados mecanismos
de que se vale el patriarcado para despreciar a las mujeres Negras y promover su extinción.
Mecanismos de opresión que usan también las mujeres, unas contra otras, las cuales se traducen en obstáculos para la comunicación vital entre nosotras las mujeres. Pese a ello, Audre
Lorde hace un llamado al “reconocimiento de la otra”, a unirnos, a apoyarnos y a satisfacer
las necesidades de luchar contra las condiciones marginales de las mujeres (1984:57-76).
del sistema”3. Esto implica “aprender a mantenerse firme en la soledad, contra la impopularidad y quizá en los insultos, y aprender a
hacer causa común con otras que también
están fuera del sistema y, entre todas, definir y luchar por un mundo en el que todas
podamos florecer”. La supervivencia exige
“aprender a asimilar nuestras diferencias y a
convertirlas en potencialidades” (1984:118).
Otra de las autoras bajo estudio es Cheryl
Clarke4 (1988) quien ha contribuido al desarrollo del feminismo y del feminismo lesbiano.
El impacto de sus poemas ha llegado a los
campos de estudios literarios afroamericanos
y a la teoría feminista.
A continuación se tomará como referencia su
articulo: “El lesbianismo: un acto de resistencia”. De éste, se analizaran algunos conceptos claves para entender la propuesta política de la autora.
Su articulo: “El lesbianismo: un acto de resistencia” es considerado una de sus propuestas emblemática frente a la heterosexualidad
obligatoria, al racismo institucional y al sexismo homofóbico. Para Cheryl, “no importa
como una mujer viva su lesbianismo”, lo realmente importante radica en que la mujer “se
ha rebelado contra su prostitución al amo
esclavista”. Por tanto, ser lesbiana implicará
descolonizarse, luchar contra la hegemonía
de los hombres, rechazar la servidumbre en
su vida.
3 Para Audre Lorde, estar fuera del sistema, significa estar
fuera de la lógica de la sociedad que define a las mujeres aceptables. Entre las mujeres que están fuera del circulo del sistema encontramos a las pobres, las lesbianas,
las Negras, las viejas (1986, 118)
4 Cheryl Clarke nació en 1947 en Washington. Ella recibió
un B.A. de la universidad de Howard y un M.A., un M.S.W.,
y un Ph.D. de la universidad de Rutgers. Ha sido editora de
Conditions, una revista feminista de Nueva York. Es autora
de libros de poesía: Narratives: Poems in the tradition of
Black Women (1983) , Living as a Lesbian (1986), Scarred
Rocks. Desde 1992, Cheryl Clarke es directora de la oficina de los asuntos diversos de la comunidad y de las
preocupaciones de LGBT. También un miembro de la
facultad y graduada del departamento de mujeres y de
estudios del género. La poesía de Clarke es distinguida
por sus exploraciones directas a la política de la sexualidad. Disponible en Web: http://translate.google.com/
translate?hl=es&sl=en&u=http://www.poets.org/cclar/
El lesbianismo como un acto de resistencia,
exige un “reconocimiento, un despertar, un
redespertar de la pasión de las mujeres por
las mujeres” para visibilizarlo y romper el silencio en el que lo ha mantenido la cultura
patriarcal en beneficio suyo.
Sin embargo, Cheryl Clarke reconoce que
para las mujeres autodefinirse como lesbiana no es tan fácil, pues, la lesbofobia ha hecho estragos en los imaginarios culturales.
Muchas mujeres han preferido mantenerse
en el closet por miedo a los prejuicios o por
miedo a perder los “privilegios” como mujeres
heterosexuales. Sin embargo, otras que “han
tomado a una mujer como amante viven peligrosamente en el patriarcado”.
Clarke al referirse a su comunidad Negra
menciona que ésta (por su sexismo homofóbico) hace muy problemáticas las relaciones
con las lesbianas Negras y los homosexuales
y más aún cuando lesbianas y gays optan por
un activismo o un “compromiso con la liberación lésbica y homosexual”. Además, la autora denuncia dentro de la comunidad Negra
a los hombres Negros, quienes oprimen a sus
mujeres Negras, controlan sus cuerpos y tiranizan con su violencia física a las mujeres y a
las lesbianas Negras.
En la heterosexualidad, las leyes y los tabúes
fueron un reflejo del intento del amo esclavista patriarcal de controlar su propiedad al
controlar su linaje a través de la institución de
la monogamia (sólo para las mujeres), y al justificar los tabúes y las leyes con el argumento
de que la pureza de la raza aria tenía que
preservarse (tanto como supremacía).
Esta autora se afirma como lesbiana Negra
feminista y su propuesta política consiste en
presentar el lesbianismo Negro como una
propuesta política, una opción de vida, una
filosofía, y un plan vital para resistir a los intentos de la cultura predominante de mantener
a las lesbianas Negras y otras mujeres de color invisibles y sin poder.
Finalmente, se recogen algunas afirmaciones
y aportaciones de Barbara Smith a partir de su
articulo titulado “epílogo” escrito en los años
ochenta y de otros autores que hablan al respecto de su posicionamiento político en la
lucha contra la explotación de las mujeres.
Barbara Smith al referirse a la Declaración de
la Colectiva Rio Combahee afirma que ésta
continua siendo “una concisa articulación de
teoría y práctica feminista Negra” a pesar de
que en muchas ocasiones no sea considerada por la mayoría de las feministas blancas
como una aportación a la teoría feminista
(por no considerarla lo suficientemente teórica). Sin embargo, rescata el lenguaje sencillo
de las mujeres de color, el cual “es accesible
al lector y trata de realidades incomodas, violentas y no abstractas de la opresión, raza y
clase”. Tal vez es el motivo por el cual Robin
D.G. Kelley (2003), historiador innovador de
movimientos, escribe en su libro titulado Freedom Dreams que:
“Desde el apogeo de los movimientos de
derechos civiles, ella (Barbara Smith) le ha estado diciendo a los blancos que combatir el
racismo es necesario para su propia supervivencia y liberación, no cualquier acto filantrópico para ayudar al los negros oprimidos de
los tugurios.
Así mismo, el lesbianismo Negro ha reclamado su territorio dentro del movimiento feminista, el cual ha sido considerado exclusivamente blanco, de clase media, heterosexual, de
mujeres entre los 25-35 años.
Por otra parte, Barbara Smith5, hace parte de
las fundadoras de las organizaciones autónomas en EEUU, entre las cuales se destacan:
Salsa Soul Sisters y el Combahee River Collective, ubicado en Boston. Smith consigue con
sus artículos romper el silencio que caracterizaba a la mujer lesbiana Negra en la literatura
americana hasta los años ochenta.
5 Bárbara Smith (1946) es una feminista afroamericana
lesbiana. Ha jugado un papel significativo en el feminismo negro de Estados Unidos. Barbara Smith ha planteado un diálogo cultural y político nacional sobre las intersecciones de raza, clase, sexualidad, y género. Como
crítica innovadora, profesora, activista y conferencista,
Smith ha contribuido en la tradición literaria de las mujeres afroamericanas y ha ayudado a construir los estudios
del feminismo negro en los Estados Unidos. Es una de las
fundadoras de la casa editorial, Kitchen Table: Women
of Color Press. Las publicaciones que ha editado incluyen: “todas las mujeres son blancas, todos los negros son
hombres, pero algunas de nosotras somos valientes: estudios de la mujer Negra”; “Home girls: a black feminism
anthology” (1983), “Tours in struggle: three feminst pesrspectives on anti-semitism and racism” (1984)
Ella le ha estado diciendo a los activistas negros que combatir la homofobia es su punto
de disputa porque el control de la sexualidad,
sin importar a quien está dirigido, afecta a
todos. Y ella ha criticado agudamente a los
movimientos de lesbianas y gays por la estrechez de sus agendas políticas. Ella sabe lo
que se necesita para ganar la libertad.”6
Smith menciona que dicha Declaración tuvo
un enfoque explícitamente “político, progresista y de interés múltiple” el cual contribuyó a
la profundidad y extensión del análisis social.
Sin embargo, en 1987, reconoce la ausencia de una organización activista de mujeres
Negras en pro de las adolescentes Negras;
pues, hasta entonces, las feministas Negras se
habían ocupado particularmente de la concientización y apoyo emocional a la acción
política.
Es por tanto, que Barbara Smith describe a la
Declaración de la Colectiva Rio Combahee
como una bandera representativa para las
mujeres de color que buscan un “cambio político y finalmente una revolución”.
Por otra parte, Jules Falquet, en su “breve reseña de algunas teorías lésbicas”, se refiriere al
pensamiento queer a partir de las fuertes criticas feministas y trae a colación la afirmación
de Barbara Smith, quien afirma que:
“Las y los activistas “queer”
trabajan sobre cuestiones “queer” y los temas
de racismo, opresión sexual, y explotación
económica no parecen interesarles, a pesar
del hecho que la mayoría de las personas
“queers” sean gente de color, mujeres y de
clase trabajadora. Cuando mencionan otras
opresiones u otros movimientos, es para construir un paralelismo que sustente la validez de
los derechos lésbicos y gays, o para pensar
en alianzas con organizaciones “respetables”
[mainstream].
6 Por Mark Engler(Traducido por Louis J. de Deaux) Z Magazine, Julio/Agosto/ 2003. Disponible en: http://www.
democracyuprising.com/articles/espanol/amor_libertad.
php
Construir coaliciones unificadas hoy, que desafíen el sistema y en última instancia preparen el camino para un cambio revolucionario,
simplemente no es lo que las y los activistas
“queer” tienen en mente.”
(Smith (1998) en: Falquet, Jules (2006:39) “de
la cama a la calle”:
Perspectivas teóricas lésbico feministas).
A manera de conclusión
El feminismo Negro ha abierto una brecha
dentro del movimiento feminista a partir de
feministas Negras que denunciaron la naturalización política de la opresión contra las
mujeres Negras, incluso dentro del feminismo. Las voces de las feministas Negras son
una respuesta a la invisibilidad de la múltiple
discriminación (genero, raza y clase) ejercida
por la sociedad norteamericana sobre las
mujeres de color.
La raza como categoría de análisis social propuesta por las autoras afrodescendientes, se
revierte como propuesta política y que toca
los cimientos de la opresión de las mujeres,
superando así, la teoría feminista que en algunas ocasiones se queda en una cuestión
académica sin repercusión social.
La lesbiana Negra representa una amenaza
a los mecanismos de la cultura patriarcal que
históricamente las invisibilizó en beneficio de
su hegemonía. Por tanto, el amor entre mujeres constituye un arma indispensable en la lucha contra el sistema que subordina a todas
las mujeres, en sus especificidades y mantiene la jerarquía de sus hombres.
Cabe destacar, el carácter político de esta corriente del feminismo como un proyecto revolucionario muy vigente en nuestra sociedad, en donde el debate de la migración internacional ha generado conflictos sociales e interraciales. Por tanto, la articulación de las múltiples
discriminaciones de esta propuesta nos permite concebir una nueva sociedad a través de
la deconstrucción de la binariedad de nuestro pensamiento occidental y así permitir que la
diversidad humana sea una fuente de encuentro y no un motivo de segregación, aún entre
las mismas feministas.
BIBLIOGRAFIA
Bairros, Luiza (2000) “Nuestros Feminismos revisitados”, En: Politica y Cultura #014. Universidad Autonoma Metropolitana – Xochimilco, Mexico, p. 141-149. En http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/267/26701408.pdf
Clarke, Cheryl (1988) “El lesbianismo: un acto de resistencia”. En Cherríe Moraga y Ana Castillo (eds) Esta
Puente, mi espalda. Voces de mujeres tercermundistas en los Estados Unidos, San Francisco, ism press
Declaración de Combahee River Collective (1977)
Falquet, Jules (2006) “de la cama a la calle”: Perspectivas teóricas lésbico feministas. Bogotá. Brecha Lesbica.
Hernández, Rosalva Aída (2007): “Posmodernismos y feminismos: diálogos, coincidencias y resistencias”.
Desacatos, No.013. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores de Antropología Social. Distrito Federal,
México. Disponible en: http://www.mujeresenred.net/article.php3?id_article=280 (Consulta: abril,2007)
Lorde, Audre (1984) La hermana, la extranjera. Editorial Horas y Horas, Madrid
Smith, Barbara (1988) “Epílogo”. En Cherríe Moraga y Ana Castillo (eds) Esta Puente, mi espalda. Voces de
mujeres tercermundistas en los Estados Unidos, San Francisco, ism press
El cuerpo campo
de expresión
1
Diana Marcela Corredor Palacios
[email protected]
Socióloga
Universidad Nacional de Colombia
Palabras Clave: Sociología, Cuerpo, Estética, Individuo, Expresión,
1 Este escrito es el producto de unas reflexiones que surgieron a partir de mi trabajo de
grado intitulado: El Cuerpo de Metal “Reflexiones sobre la Estética de lo Grotesco desde la
música Metal”, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, Departamento de Sociología,
Tesis de grado. 2005.
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El tema del cuerpo ha tomado gran relevancia en los análisis e investigaciones contemporáneas sobre el orden social, político y cultural, ubicándolo en una densa reflexión interdisciplinaria entre las ciencias humanas y otras áreas del saber. La forma en que los individuos se
relacionan con su entorno social es a través del cuerpo el cual, se va construyendo socialmente tomando elementos propios de ciertos grupos o sectores sociales que se van creando. Es
así, como la estética y la música (entre otros) van moldeando un tipo de cuerpo reconocible
públicamente en la ciudad que por medio de sus movimientos y desplazamientos pretende
apropiarse de ciertos espacios de la ciudad y que manifiesta diferentes maneras de interrelacionarse con los demás mediante la sublimación del contacto físico.
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introducción.
introducción.
El tema del cuerpo ha tomado gran relevancia en los análisis e investigaciones contemporáneas sobre el orden social, político y cultural, ubicándolo en una densa reflexión interdisciplinaria entre las ciencias humanas y otras áreas del saber.
Teóricos como Joanne Entwistle, David Le Breton, Richard Sennet, Erving Goffman, Pierre Bourdieu, Norbert Elías, Anthony Giddens, Merleau- Ponty, Michael Foucault, Giorgio Agamben, Michael Hardt, Antonio Negri, o el mismo Mijail Bajtin sin contar con, investigadores nacionales
como Zandra Pedraza, Rocío Gómez, Julián González entre otros, advierten en algunos de
sus trabajos la importancia del cuerpo en la investigación social, ya que por medio de él se
pueden analizar e interpretar diferentes procesos y cambios sociales a un nivel estructural.
La importancia que ha tenido dentro de la teoría social radica, como lo señalaba Ludwing
Wittgenstein, en que “el mundo no está compuesto por cosas sino por hechos”. Estos son dilucidados y representados a través del cuerpo y los diferentes significados que suscitan para
cada contexto socio-histórico.
En cada sociedad, se crean diferentes representaciones de sus individuos -en tanto seres
corpóreos- que permitan el funcionamiento y
establecimiento de un orden determinado. Se
incorporan en los sujetos los preceptos constitutivos de cada espacio social pero también,
se generan movimientos dialécticos donde
el individuo y la sociedad son estructurantes y
estructurados entre sí.
Por tanto, al tratar de analizar e interpretar los
diferentes procesos sociales, culturales, políticos, económicos, etc., hay que identificar
tanto el contexto donde se lleva a cabo la
acción o el hecho social concreto, como a
sus protagonistas, que son seres corpóreos
que evidencian esos procesos constitutivos a
nivel social a través de su principio de corporalidad, en tanto experiencia vivida. Es decir,
a través de los cuerpos y su relación con su
entorno social, se evidencia el carácter individualizador y conglomerador entre los diferentes agentes que hacen parte y constituyen
una sociedad.
Por medio del cuerpo se expresa un mundo
de significado que ha sido creado por cada
persona e influido por su contexto social y
cultural, el cual en muchas oportunidades
es compartido por un colectivo o grupo de
personas con las mismas inquietudes y puntos
de vista sobre una parte muy precisa del gran
espectro de la realidad social.
PRODUCIR, REPRODUCIR Y REPRESENTAR LOS
CUERPOS
El cuerpo es la existencia inmediata del individuo, no como una parte sino como el todo
del ser humano. El hombre o la mujer, no están compuestos por dos esencias disímiles,
una material y otra metafísica; el ser humano
es un ser corporal y como tal actúa y se relaciona con el mundo. Es la relación recíproca
que estable la fenomenología entre el cuerpo y el sujeto, “la fenomenología se opone a
la visión dualista del hombre y afirma,…,
que el hombre es un ser corporal, una conciencia encarnada; que el hombre no piensa
desde el cuerpo, ni con el cuerpo, ni a través
del cuerpo; el hombre piensa como cuerpo,
piensa corporalmente (Villamil, 2003: 20 citado por Vigoda, 2004: 79).
La noción de humano incorpora al cuerpo en
su concepción ya que no solamente se tiene
un cuerpo sino que se es un cuerpo, “en la
medida en que el cuerpo empieza a verse
más ligado al sujeto, adquiere un rol central
en el sentido de identidad y, al percibirse
como cuerpos” (Vigoda, 2004:14) Aún sí, no
se debe caer en el absolutismo de pensar al
sujeto solamente como “corporalidad pura”
olvidando al cuerpo como objeto material.
(Vigoda, 2004:15).
Por tanto, el cuerpo es la expresión de la
subjetividad de un individuo, un hecho social,
el epicentro de la acción -en tanto conducta humana-, el vehículo del movimiento y la
espacialidad del ser; el medio para representarse y ser reconocido, el “lugar del propio ser
activo”. “Es el receptáculo de la capacidad
expresiva y creativa del ser humano y es también punto de partida de toda acción humana” (Martínez, 2002: 78) donde las diferentes
manifestaciones artísticas como la música
por ejemplo, “agarran” al cuerpo con una firmeza instantánea en la cual, cada músculo
responden al ritmo de manera kinésica, “el ritmo viene a ser la columna vertebral donde el
lenguaje musical adquiere su forma de manifestarse y el cuerpo responde a esa serie de
pulsos y que el ritmo le otorga. Es así como,
si se piensa en música, necesariamente hay
que pensar en el cuerpo, que oye, siente y
manifiesta por medio de movimientos corporales que resultan al entender consciente e
inconscientemente, los ritmos y pulsos producidos por la música”. (Martínez, 2002: 78)
Ahora bien, en el cuerpo se evidencian, como
dice Zandra Pedraza, “los procesos de construcción de la subjetividad y la identidad cultural” que permiten, la comprensión y análisis
de los diferentes procesos y escenarios en los
cuales participa y de los que toma elementos
para su propia construcción.
El cuerpo se mueve y se representa en un espacio y tiempo determinado que le permite, definirse dentro del acontecer histórico y dentro de una red de interrelaciones sociales donde, la
búsqueda del propio Yo está inserta en el juego de identificación y diferenciación hacia otros
cuerpos.
Por consiguiente, el cuerpo es una “construcción simbólica, no una realidad en sí misma” (Le
Breton, 2002), que se constituye en un espacio y en un tiempo socialmente determinado ya
que, produce sentido y cambia de comportamiento y actitud dependiendo de los escenarios
donde se desenvuelve. Encierra en sí mismo diferentes cuerpos que afloran en cada uno de
estos espacios y que corresponden en gran medida a los principios incorporados en él y; a la
vez dan las herramientas para transitar en cada uno de ellos.
Además, los espacios donde se mueve y desenvuelve el cuerpo han sido hechos para el
cuerpo, para que los transite, les de un sentido, un significado y un uso específico a cada
espacio. Por ejemplo, los espacios privados, por lo general, han sido diseñados o rediseñados
por el mismo individuo buscando, una manera en la cual se puedan encontrar a solas consigo
mismo o con personas muy allegadas, en un ambiente que proporcione ese bienestar de la
privacidad. “No buscamos un principio sino una reflexión, aquella que se refiere a la naturaleza
de nuestras psiques, a lo que es auténtico en nuestros sentimientos. Hemos tratado de transformar en un fin en sí mismo el hecho de estar en la intimidad, solos con nosotros mismos o con
la familia y los amigos íntimos”. (Sennett, 1978:12).
Es en estos espacios donde la persona se prepara para hacer un ritual de presentación fuera
de su círculo más inmediato o más íntimo. Es entonces, cuando se reviste de ciertos elementos como la ropa, los accesorios, el maquillaje o las diferentes máscaras que utiliza para ser
vislumbrado de una u otra forma por los demás, en cada una de sus diferentes actuaciones.
“Lo que se juega en la apariencia del cuerpo y la belleza dista de ser superficial y leve. La
apariencia física y la belleza están operando como auténticos capitales sociales de los que
se espera “rentabilidad” y retornos significativos en términos de aumento de comunicabilidad
y aceptación social”. (Gómez y González, 2005: 39).
El espacio público es el contexto en el cual se hace más visible o más evidente este Ritual y,
en el que se llevan a cabo, diferentes tipos de relaciones corporales, entramados simbólicos,
intercambios e intereses entre diferente tipo de personas. En él, el individuo exhibe sus cualidades sociales, se visibiliza públicamente, se pone en escena; reivindica, usa y se apropia
de determinados sitios por medio de su cuerpo, “el espacio se ha convertido así en un medio
para el fin del movimiento puro”. (Richard Sennet. 1997: 20)
Más aún, en la ciudad, gran enclave de poder e intereses sociales donde el sujeto por medio
de su cuerpo, juega a ser visible e invisible, a ser anónimo, a ser identificado y diferenciado,
a ser incluido o excluido de cada uno de los diferentes escenarios y tramas donde el individuo
se va desenvolviendo y construyendo como persona social.
Dentro de la ciudad encontramos, diferentes tipos de control, uso y dominio de ciertos espacios o microespacios por parte de agentes, los cuales, crean dinámicas de intercambio y
de socialización distintas a las que se establecen en la escuela, la familia, el trabajo, etc. En
estas va a primar, la identificación hacia un bien, una idea o un gusto -en tanto sistema de
preferencias- como por ejemplo, el tipo de música que se escuchan en un determinado establecimiento o que solamente se encuentran en unos almacenes muy específicos y dentro
de un sector de la ciudad particular.
Además, no todos los espacios o lugares que
hacen parte del contexto social de una persona o grupo de personas, cobran tanto valor
para otras. Por esto, para algunos una calle o
un establecimiento comercial pueden tener
un considerable contenido valorativo debido
a que en gran medida, el cuerpo o los cuerpos que se desenvuelven allí, transforman estos espacios con el uso y la carga simbólica
que le asignan.
Así mismo, los espacios creados y delimitados por un determinado grupo de individuos
dentro de un tiempo histórico, generan ciertas
pautas o reglas -legales, legítimas, incorporadas, etc.- de comportamiento y actitudes,
tanto dentro del grupo como hacia fuera del
mismo. Manifiestan aprobación o desaprobación de ciertos hechos, ideas o circunstancias que pasan en su medio social, político,
religioso, cultural, e histórico.
Por tanto, son grupos que se alimentan del
contenido social pero que, generan ciertas
reivindicaciones y porque no, cambios en
el mismo entorno a un nivel estructural. Esto
se puede, bien sea desde el cuerpo, como
ciertos sectores sociales adoptan y adaptan
o rechazan cánones establecidos, ya sean
en la manera de vestir, de comportarse o de
manejar el cuerpo en ciertos escenarios. Esto
también, lleva a considerar que el cuerpo no
es algo estático sino por el contrario, está en
constante movimiento y cambio, siendo “objeto de una construcción social y cultural” (Le
Breton, 2002: 68).
El cuerpo no solamente se construye en tanto experiencia inmediata, en existencia, sino
además, tiende a conglomerarse, a cooperar
y relacionarse con otros cuerpos, constituyendo cuerpos sociales. Es decir, no solamente
producimos nuestro cuerpo sino a la vez producimos y reproducimos otros cuerpos a un
nivel estructural
El Cuerpo como Campo de Expresión
Anteriormente, se mencionó la importancia
del espacio y el tiempo como coordenadas
de movimiento y representación y, como
pautas para definirlo dentro de un contexto
socio – histórico de acuerdo con unas prácticas específicas a ese mismo entorno. Sin
embargo, en cada individuo hay un “sistema
de disposiciones adquiridas” que generan en
él, unas ciertas prácticas y percepciones (de
estas mismas prácticas), dentro de una situación social específica donde se desenvuelve.
(Bourdieu, 1979, 1995). Estas disposiciones, a
las cuales Bourdieu denomino Habitus, proporcionan una conexión entre el individuo y
la sociedad en la medida en que, “el modo
en que llegamos a vivir en nuestros cuerpos
está estructurado por nuestra posición social
en el mundo, pero estas estructuras son reproducidas únicamente mediante las acciones
materializadas de los individuos. Una vez adquirido el habitus, éste permite la generación
de prácticas que siempre se pueden adaptar
a las condiciones en las que se encuentra”
(Entwistle, 2002: 55).
Así pues, que el Habitus tiene dos capacidades básicas como son las Prácticas y Preferencias (Gustos), que están determinadas por
la posición social de cada individuo o clase
de individuos en un espacio social establecido. Es decir, son aquellos tipos de prácticas
orientadas corporalmente como, las formas
de presentarse públicamente, de moverse,
ciertos ademanes, gestos, lenguaje, posturas
que ubican al sujeto dentro una posición específica de la vida social y además, permiten
captar “intencionalmente esas vivencias porque suponemos que las expresiones faciales
y los gestos del otro son un “campo de expresión” de su vida interna” (Schütz, 1993:21).
Tanto la conducta como las acciones que
lleva a cabo una persona son “secuencias
de hechos que ocurren en el mundo físico,
como cambios percibidos en el objeto físico
que yo llamo su cuerpo”. (Schütz, 1993:51).
Por otro lado, están las Disposiciones, Preferencias o Gustos que son elecciones hacia determinados elementos que definen, una estética corporal distinta y representada en estilos
de vida, entendidos como un “conjunto unitario de preferencias distintivas que expresan,
en la lógica específica de cada uno de los
sub-espacios simbólicos -mobiliario, vestidos,
lenguaje o hexis corporal- la misma intención
expresiva. Cada dimensión del estilo de vida
“simboliza con” los otros, como decía Leibniz,
y los simboliza”. (Bourdieu, 1979: 173).
La ropa, de los accesorios, del maquillaje, las
intervenciones como las cirugías, prótesis, tatuajes, piercing, van construyendo y reconstruyendo un tipo de cuerpo con una imagen
pública acorde a un modelo de belleza en
particular.
Por otro lado, están las Disposiciones, Preferencias o Gustos que son elecciones hacia determinados elementos que definen, una estética corporal distinta y representada en estilos
de vida, entendidos como un “conjunto unitario de preferencias distintivas que expresan,
en la lógica específica de cada uno de los
sub-espacios simbólicos -mobiliario, vestidos,
lenguaje o hexis corporal- la misma intención
expresiva. Cada dimensión del estilo de vida
“simboliza con” los otros, como decía Leibniz,
y los simboliza”. (Bourdieu, 1979: 173).
La ropa, de los accesorios, del maquillaje, las
intervenciones como las cirugías, prótesis, tatuajes, piercing, van construyendo y reconstruyendo un tipo de cuerpo con una imagen
pública acorde a un modelo de belleza en
particular.
La importancia social tanto del vestuario
como de los diferentes accesorios que se
“prendan” al cuerpo radica en la necesidad
social de ver un cuerpo vestido, cubierto; un
cuerpo decorado, sujeto a unas normas de
salud y estética. “El acto individual y muy personal de vestirse es un acto de preparar el
cuerpo para el mundo social, (...) cada vez
más, nuestra felicidad y realización personal
está sujeta al grado en que nuestros cuerpos
se ajustan a las normas contemporáneas de
salud y de belleza”. (Entwistle, 2002: 20-34).
Por medio de las prendas se transmite información tanto del individuo como del contexto por donde se desplaza, permite circunscribirlo en un determinado grupo de personas,
de contextualizarlo, de incluirlo o excluirlo.
Aunque muchas veces esas mismas prendas
permiten ocultar o tergiversar cierta información del mismo sujeto, “por una parte la ropa
que elegimos llevar puede ser una forma de
expresar nuestra identidad, de decir a los demás algo sobre nuestro género, clase, posición, etc.; por la otra, nuestra indumentaria
no siempre se puede “leer”, puesto que no
“habla” directamente y, por consiguiente,
está expuesta a malas interpretaciones. (...)”.
Entwistle, 2002: 141). Es un juego público de ser visible, de llamar la atención de los otros
cuerpos pero también, el de ocultarse, de invisibilizarse o de camuflarse dentro de un gran
bricolaje urbano.
Las personas, toman y recrean elementos del mercado, “escogen” prototipos de imágenes
y estilos corporales que proyectan los medios de comunicación, la industria de la moda,
la publicidad, o la misma ciudad para de esta manera, ir adaptando y creando diferentes
elementos que representen en el cuerpo, un estilo personal entendido como, el “modo de
vivir la historia propia, la forma en que se ha situado uno en el mundo dado, forjan el tipo de
apariencia que es indisociable del modo en que uno ha vivido terca y tozudamente. En ese
caso, renunciar a la apariencia forjada en el curso de una vida es tanto como renunciar al
gusto, al modo de hablar, a las maneras de pensar, a la fuerza de las convicciones”. (Gómez
y González, 2003: 154-155). En el cuerpo se presenta como un escenario que indica ese estilo
personal y único explicado desde las conexiones que establece con su entorno social.
No son solamente bienes o productos que se prendan al cuerpo sino que hacen parte de
como cada persona se relaciona con su cuerpo, consigo mismo y con el mundo que le
rodea. Son intervenciones no tanto en la piel sino en la corporalidad y en la experiencia de
vida.
En resumen,
el cuerpo como existencia inmediata del ser humano está inscrito en un contexto social y culturalmente dado en el cual, va adoptando y adaptando elementos, comportamientos y actitudes que le permitan identificarse con otros cuerpos y diferenciarse de otros
tantos. En este juego de la identificación y diferenciación, las posibilidades se multiplican
porque el cuerpo encuentra modelos en otros, sea para admitirlos como parte de una extensión (lo que quiero ser) o para asumirlos en calidad de exclusión (lo que no quiero ser). Allí es
donde nos vemos en el otro, tanto para admitirnos como para compararnos, encontramos la
referencia con el nosotros, con lo que somos y nos caracteriza. También con lo que no somos,
que es la mejor manera de encontrarnos con nosotros mismos y, con el medio donde nos
queremos adscribir e identificar ya sea por medio de objetos simbólicos, de manifestaciones
artísticas o de corrientes culturales que permiten la cohesión de un “nosotros” con intereses y
fines específicos.
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Los niños ricos de bogota
también se prostituyen*
Misael Tirado Acero
[email protected]
Sociólogo
Universidad Nacional de Colombia
Especialista en Economía
Universidad de los Andes
* Artículo extractado a partir de la tesis de grado “CREENCIAS Y COMPORTAMIENTOS SOCIOCULTURALES DE JÓVENES DEL GENERO MASCULINO PROSTITUIDOS HOMOEROTICAMENTE EN
BOGOTÁ”
Interacciones entre el valor de cambio y el
valor simbólico para legitimar la prostitución
masculina.
La presente investigación se realizó a través de un trabajo de campo sociocultural
aproximadamente de un año y medio (2002
– 2003) con un grupo homogéneo y relativamente cerrado de 15 jóvenes entre los 14 y
los 18 años no cumplidos. Estos muchachos
vivían en Bogotá, Colombia, en familias nucleadas pertenecientes a los estratos 4, 5 y
6, y estudiaban en colegios de clase alta. El
grupo gracias a un comportamiento dual,
ambiguo y flexible, solía tener actividades homoeróticas por un pago económico; sin embargo, estos encuentros no necesariamente
genitales, no comprometían siempre su identidad sexual, permitiendo así una identificación personal de tipo heterosexual, bisexual u
homosexual. Por tanto el núcleo analítico de
estos jóvenes es que por su acceso a un capital, tanto cultural como económico, realizan
construcciones propias sobre el cuerpo que
se encaminan a crear una óptica del mismo
como medio de consumo y placer, sin que
ello implique una valoración sociocultural del
ejercicio de su actividad homosexual, como
oferentes pagados de su cuerpo en una sociedad de consumo.
Por lo general, la realidad vivida por los jóvenes explotados y/o en prostitución es diferente
a la de otros actores sexuales; los programas
de protección y atención para este grupo humano específico han sido de acuerdo a un
perfil tradicional, que se ha generado hasta el
momento, pero que está dejando por fuera a
aquellas personas que no han sido visibilizadas por no encontrarse dentro de los rangos
de población para los cuales se tienen los criterios ya establecidos.
En Colombia se habla mucho sobre el abuso
sexual del que son víctimas los niños y jóvenes, pero cada vez que se trae a colación el
tema, se habla de la necesidad de generar
tan solo campañas de prevención del mismo. Hasta el momento se han realizado
campañas que tan solo toman como base
la información del abuso que se da en torno al núcleo familiar o comunal, y cuando el
delito está acompañado de acceso carnal
violento. Sin embargo, poco se ha trabajado
en aquellas situaciones en donde el menor
no considera que ha sido abusado, ya que
para la ejecución del hecho se ha contado
con la aquiescencia del menor a cambio de
dinero o del intercambio de servicios y favores considerados por él como valiosos.
A partir de las preocupantes cifras de maltrato infantil y de abuso sexual en contra de los
jóvenes, el imaginario social orienta su preocupación promoviendo políticas públicas y
privadas de intervención hacia las menores
de edad, pero sin desarrollar un tratamiento
específico para los varones niños o jóvenes.
Según Manuel Velandia “el trabajo directo
con este tipo de menores y el acercamiento
a otras ONG que trabajan también con niñez
en alto riesgo, nos permiten aseverar que por
cada caso que llega a un nivel de denuncia
de abuso sexual, pueden existir no menos de
quince jóvenes seducidos por adultos, que
aprovechan precisamente su vulnerabilidad
y su necesidad de sobrevivencia”.
Sin embargo, el impacto de este fenómeno
no queda tan solo en los casos, individuales
de prostitución, denunciada o no, sino que
por el contrario es muy común que niños y
jóvenes induzcan a otros coetáneos de su
núcleo familiar o social a acceder como oferentes de su cuerpo a cambio de un recurso económico,el cual muchas veces no es
necesario para la sobrevivencia del joven. Lo
preocupante es que, a diferencia de como
sucede con la prostitución femenina, el conocimiento sobre los adultos que promueven
cualesquier forma de explotación sexual es
mucho menor; este elemento es definitivo
para poder acometer medidas de prevención y acción respecto a este campo.
Dentro de la amplia temática sobre la homosexualidad, se examina la explotación sexual
de los jóvenes varones mayores de 14 años,
tratándose por tanto, de las creencias y los
comportamientos sexuales entre adultos (mayores de 18 años) y jóvenes de 14 al umbral
de los 18 años, en los que ambos son del
sexo masculino. Además, de todo este tipo
de relaciones posibles se selecciona únicamente aquellas que convencionalmente se
tipifican como “prostitución juvenil”, o de menores, que se da a través de un intercambio
monetario para un servicio específico pactado de antemano. El pagador o “cliente” es
siempre el adulto quien, a través del pago,
puede realizar algún comportamiento o actividad sexual con el joven.
Para este tipo de comercio pueden darse
diferentes modalidades en su organización,
desde el punto de vista del joven:
El eje central de ésta investigación se enmarca -como ya se señaló,- en las representaciones o imaginarios socioculturales, en las
identidades psico-culturales, en los comportamientos y en los artefactos culturales, de
estos menores. De este modo se excluyen
los discursos y comportamientos directos de
los adultos que interactúan sexualmente con
los jóvenes. Desde luego, se conocerán las
representaciones y discursos que los mismos
jóvenes construyen en torno a estos compañeros ocasionales y adultos, y especialmente,
en cuanto a sus comportamientos psico-sociales.
La anterior problemática será analizada e interpretada en los siguientes niveles socioculturales, partiendo de los más básicos a los más
complejos:
•
Éste puede ofrecer, pactar y cobrar •
El punto de partida serán las represus actividades sexuales por iniciativa propia sentaciones mentales individuales y públiy sin ningún intermediario.
cas, que debido a su poder de transmisión y
contagio se convierten en representaciones
•
Éste requiere de un intermediario o socioculturales, relativamente memorables
persona que lo conecte con el adulto. Por y duraderas. Además, dentro de estas repreesta intermediación el joven paga algún pre- sentaciones culturales, -que son los elemencio o servicio.
tos fundamentales de lo que, en diferentes
escuelas sociológicas se llaman ideologías,
•
Y por último el joven puede, de diver- visiones, lenguajes culturales, imaginarios sosas formas, hacer parte de una red organi- cioculturales, valores, epistemologías, etc.-,
zada para la prestación de servicios sexuales se dará prioridad a su articulación y condena adultos. Las redes pueden ser informales, sación en racimos o familias de creencias
como un grupo de amigos donde hay jerar- relacionadas con el cuerpo, la sexualidad y
quías de poder, servicios y pagos, o tal vez el género. Se tratarán de interpretar los proceformales como un bar, discoteca, sitio espe- sos y mecanismos de comunicación, transforcífico de “prostitución”, etc.
mación y contagio de las creencias sobre la
sexualidad dentro de estos grupos formales
y/o informales de hombres menores prostituidos.
•
Las representaciones culturales o creencias de tipo sexual o de género evidentemente
se reproducen en comportamientos o prácticas de diversos tipos que tienen alguna articulación coherente con sus correspondientes creencias sexuales. Así, por ejemplo, es fundamental
para entender las prácticas sexuales de estos jóvenes, ver cómo las articulan con su idea de
lo macho y lo femenino, lo activo y lo pasivo, el ser varón pero al mismo tiempo realizar sexo
con un hombre, etc. A lo anterior se deben integrar las explicaciones sobre su “Nomadismo”
espacial y sexual en cuanto a comportamientos, utilización de sitios de encuentro y amplitud
de posibles servicios sexuales.
•
Los artefactos o productos culturales que cristalizan y acompañan a las representaciones, comportamientos, y prácticas sexuales y de género. Un caso importante a analizar, entre
otros, es el de la “moda” en el vestido y el arreglo corporal, como expresiones y extensiones
del cuerpo, su sexualidad y sus identidades de género con sus diferentes cruces.
•
Evidentemente creencias, artefactos y comportamientos culturales en su incesante
interrelación, también producen y reproducen relaciones y representaciones de poder y de
posición de clase dentro del mundo económico y dependencias a unas “autoridades.” Es
muy importante articular las creencias, artefactos y prácticas socioculturales como racimo
de lo sexual y el género, con aquellas que provienen de la posición en la economía, y de las
preferencias: religiosa, étnica, de clase, etc., y de las oposiciones correspondientes de poder
en los diferentes ámbitos.
•
Por último las identidades socioculturales de tipo sexual, pero articuladas en innumerables intersecciones con lo sociocultural, económico, político, religioso, estético, etc., permiten
establecer el tipo de grupos y las identidades múltiples a que estos jóvenes pertenecen. Es
fundamental por tanto unir las identidades, no solo con las creencias y sus discursos, sino con
lo que se hace -prácticas y comportamientos sexuales y corporales-. De estas conexiones
macro y micro es que surgen los procesos de identificación.
HIPOTESIS: ¿Sobrevivencia económica o actividad lúdica?
La comprensión e interpretación adecuadas de los comportamientos sexuales y de género
de los menores masculinos “prostituidos” en relaciones homoeróticas, dependen de los espacios, tiempos e historias socioculturales de los diferentes grupos y sus ámbitos o campos en los
que están involucrados social o culturalmente. Estos últimos conjuntos van desde el grupo o
pandilla a partir del cual o con su apoyo, realizan su “trabajo”, lúdico, sexual y de género, conectándolo con la familia, el colegio, el trabajo “formal”, la iglesia, o los grupos políticos, cuando éstos existen. De este modo es imposible entender las sexualidades y posturas de género,
sino se ubican en una red de relaciones socioculturales cada vez más amplia y globalizante.
Dentro de la hipótesis general, recién planteada, y ubicándose en el caso específico de las
relaciones homosexuales de menores prostituidos en Bogotá, se desea avanzar a otra hipótesis más particular de acuerdo a ella. Estos menores desarrollan sus comportamientos homosexuales dentro de dos tipos de “creencias”: el primer racimo o red de creencias tiene que ver
con sus formas de sobrevivencia física y económica, que pueden ir desde la práctica de la
prostitución pagada como única fuente de ingresos y subsistencia, hasta la de aquellos que
la utilizan como un complemento o reserva económica para disfrutar de bienes y servicios no
vitales para subsistir,
pero que hacen la vida más grata y flexible, como es la posibilidad de tener acceso a ropa
de marcas prestigiosas, sitios de diversión, etc. La otra red o familia de “creencias” tiene que
ver con su sexualidad y sus identidades de género como realidades sico-afectivas y, sobre
todo como construcciones socio-culturales que permiten un goce emotivo, corpóreo y lúdico.
El producto de este cruce de las dos redes de creencias es un tipo de identidades o jerarquia de ellas desde lo biosicologico y socio-cultural. Entonces ¿cómo conciliar sus prácticas y
creencias de tipo homosexual con las creencias que posibilitan su identidad o identidades de
género, ya sean estables o nomádicas y transgénero?. Para responder a este ajuste de creencias y prácticas se pueden construir varias hipótesis; una de ellas, que se considera central
para permitir una coherencia, es el de la racionalidad en las creencias y prácticas sexuales y
de género de estos menores, en las que el derecho y deber de sobrevivir económicamente,
se mezcla con un concepto y ejercicio del cuerpo como hecho lúdico, flexible y plástico, que
permite acomodarse a diferentes “rótulos sociales” para satisfacer al cliente (varón, macho,
loca, pollo, travesti, marica pasivo, etc.); otra hipótesis, concomitante con la anterior es que
las creencias y prácticas concretadas en una identidad multiforme y multifuncional pero jerarquizada, no es una condición radical y definitiva, ya que las identidades sexuales estarían en
permanente flujo y a discreción personal (¿identidades sexuales a la carta?).
Los jóvenes de estratos socioeconómicos más altos (4 a 6), que se someten a estas prácticas
sexuales homoeróticas, las ven como una alternativa en la que a través de su cuerpo pueden
conseguir un ingreso suficientemente lucrativo para ellos, que les permite un derroche o gasto
suntuario ocasional; además lo hacen como un pasatiempo y gozo extra, ya que tienen otras
actividades que les generan responsabilidad como son el estudio y el hecho de vivir bajo el
mismo techo con sus padres. Estos jóvenes prostitutos ejercen este “oficio” por voluntad propia, no tienen claro un proyecto de vida, ni necesariamente tienen una identidad sexual fija y
única. Aunque tienen unas construcciones sociales y de lenguaje alrededor del cuerpo y del
erotismo, en las que su sexualidad se expresa como juego, poder y dinero, las maneja a través
de todo un andamiaje lúdico. Es así como, por el el hecho que existe todo un comercio sexual
masculino, ellos se convierten en oferentes y construyen un potencial valor, tanto comercial
como personal, a través de su presentación fisico-estética, su indumentaria, su posición dentro
de las clases sociales, en el espacio urbano donde permanecen y en su sitio de encuentro
donde pasan desapercibidos para el común de la gente.
Por el contrario y en el extremo de una tipología ideal, los jóvenes de estratos socioeconómicos de 1 a 3, que no suelen contar con la presencia física de su familia y con su apoyo económico, dependen para su subsistencia de sus prácticas homosexuales y, en parte, para ellos
puede ser más difícil o imposible imaginar y sentir sus prácticas tan solo como un divertimento
o juego lúdico que no compromete sus identidades sexuales y de género. Pero al mismo tiempo y aunque suene contradictorio, les da un argumento fuerte y decisivo sobre el hecho de
que sus actividades sexuales no comprometen gravemente su identidad de género, ya que
es cuestión de sobrevivencia y tan solo de dinero.
POBLACIÓN
El grupo de jóvenes, que se constituyó en unidad de análisis, se ubica en los alrededores del
Centro Comercial Atlantis Plaza; está conformado por muchachos que viven en estratos sociales del 4 al 6, que viven con sus familias en hogares de diferentes localidades de Bogotá. Se
trató de un grupo homogéneo y cerrado, de aproximadamente 15 individuos, cuyas edades
comprenden desde los 14 hasta los 17 años, y que realizan estas actividades sexuales como
un pasatiempo, junto a sus estudios y relaciones familiares, obteniendo cada uno ingresos
considerablemente altos, que oscilan entre 1 y 3 millones de pesos mensuales. Este grupo de
muchachos es más difícil de percibir, ya sea por su vestimenta o indumentaria o por la actividad deportiva que desarrollan mientras esperan a sus clientes.
Este trabajo se centra en un grupo de jóvenes, que están en el rango de los 14 años
hasta el umbral de los 18, y que se localizan
en la zona norte de Bogotá, más específicamente, en la carrera 14 entre las calles 76 a
82, ya que mi interés particular lo constituía el
trabajar con menores de edad, que rompieran los esquemas de las investigaciones tradicionales y de este modo poder ampliar un
poco más la visión que se tiene del ejercicio
del comercio sexual del cuerpo. Este grupo
de 15 jóvenes los tome como universo de la
población para este caso específico y cuyas
características los hacen distintos a los otros
grupos de población en prostitución masculina de jóvenes varones de Bogotá.
Se intentó hacer un estudio etnográfico del
grupo de jóvenes prostitutos de la mencionada zona observándolos en sus actividades
diarias, tanto diurnas como nocturnas dentro
del área geográfica donde se establecen;
para así de esta forma interpretar la vida social partiendo desde su cotidianidad.
La observación desde el principio se tornó
participante, lo que proporcionó una mayor
información sobre el objeto de estudio y más
cuando, de cierta manera, se entro a compartir vivencias con los jóvenes prostitutos, al
establecer una especie de amistad y charla
permanente con ellos, junto al acompañamiento de campo. Se creó un ejercicio de
laboratorio o de “ambiente artificial”, que
consistía en invitarlos a tomar un café, o a
comer algo, creando espacios de confianza
y permitiéndose entablar una charla abierta
y amena.
Este acompañamiento de campo, permitió
observar que estos jóvenes tienen comportamientos nomádicos y de horarios tal como lo
expone Carlos I. Garcia, pues la permanencia
en el lugar no era de todos los días, ni en las
mismas horas; cuando llegaban, buscaban
a alguno de sus compañeros o permanecían
en un sitio determinado donde se encontraban, y allí mantenían actividades tales como
charlar, contar chistes, jugar fuchi (pelota pequeña de lana, rellena de piedras pequeñas),
montar en patineta o jugar gameboy. Estos
comportamientos lúdicos, de confianza, y
de ajuste, los llevaban a cabo mientras cruzaban los clientes, los cuales estacionaban
el carro a la orilla del andén y pitaban o llamaban a alguno de los muchachos. Estos no
permanecían más de un minuto en la vía y
posteriormente se subía uno de los muchachos al carro, pero no necesariamente el que
había hablado con el cliente. Al rato pasaba
otro carro y se repetía de tres a cinco veces
la misma escena o simplemente uno de los
muchachos con una actitud de familiaridad
se subía al carro y se iba. Las representaciones de solidaridad del grupo se hacen explícitas ya que los jóvenes que permanecían
en el lugar, se mantenían pendientes de los
clientes y clasificando los carros en que se
iban sus compañeros, generandose así entre
ellos comportamientos de seguridad. Los muchachos que se habían ido con los clientes
tardaban de una a tres horas en volver al sitio
y en algunas ocasiones no volvían sino al día
siguiente, avisando a sus compañeros de antemano.
Estos jóvenes permanecían en este entorno
los intereses particulares que ellos tenían, la
geográfico y social, mas en el día que en concepción del cuerpo, y de lo relacionado
la noche; algunos de ellos, llegan después con la sexualidad, el erotismo, la misma activide las 10 de la mañana, permanecen en la dad sexual a cambio de dinero, o del uso que
zona una, dos o máximo tres horas, en algu- le daban a este. Es así como a través de las
nas ocasiones regresan en la tarde; otros, lle- diferentes herramientas utilizadas en el transgan en la tarde, alrededor de las dos o tres, o curso de la investigación, se pudo ver como
a las cinco o seis y permanecen máximo tres estos jóvenes tienen unas representaciones
horas. Estos mismos jóvenes no tienen una ru- culturales con una construcción mental y
tina establecida, ni de horarios, ni de días, ni una concepción de su cuerpo como medio
de tiempo de permanencia en este lugar, por para obtener gozo y placer, donde necesaeso es que su estadía no se hace tan notoria, riamente prima el dinero como mecanismo
ni sus intereses se hacen tan visibles, pues se de intercambio; así tienen una valoración de
mimetizaban con las demás personas que su propio cuerpo como símbolo que expresa
van de paso, o se hacen amigos o clientes de poder, conquista y dominación. El imaginalos dueños, administradores y/o vendedores rio que tienen sobre su sexualidad para nada
de los diferentes locales comerciales y donde implica comprometer su identidad sexual,
en algunas ocasiones tienen comportamien- simplemente tienen una actividad, indepentos de consumo, como tomar meriendas, co- dientemente del rol que asuman, sin que ello
mer, o utilizar pasatiempos como máquinas amerite catalogarse como homosexuales,
de videojuegos tipo “Dance Revolution”, o o heterosexuales, aunque dentro del grupo
compran artefactos o elementos de vestir o haya algunos que abiertamente manifiesten
diferentes artículos que se consiguen en esta tener inclinaciones y ser homosexuales, porzona. Los comportamientos de corporeidad que gustan del cuerpo de los hombres.
constituyen en sí, un infralenguaje primordial
que se relaciona con las posibilidades mate- Del grupo que conforman los 15 jóvenes, 2 exriales del cuerpo en el espacio, -desde luego presan tener inclinaciones bisexuales, ya que
no sólo en cuanto a su anatomía y fisiología,- dicen tener preferencia por ambos géneros,
sino también en cuanto a su deseo, y a los pero que tienen mas sexo con hombres por
accesorios que permiten que a través de su misma actividad; 8 se consideran heteroesta forma de interactuar en esta área, estos sexuales que gustan mas de las mujeres, y
jóvenes pasen desapercibidos para la gen- que el hecho que tengan sexo con hombres
te del común, ya que no son afeminados, ni no implica comprometer su identidad sexual,
tienen posturas que los delaten. La represen- ya que tienen novia, o amiga sexual, lo que
tación o el reflejo que se hace uno acerca sucede es que para ellos es mas rentable y
de ellos, es que son jóvenes recatados, serios, lucrativo tener sexo con hombres; 5 abiertay de buena posición socioeconómica y cul- mente se consideran homosexuales y les gustural, ya que hablan de cine, de teatro, de ta estar con una figura masculina, donde el
grupos musicales, de conciertos y van a estos hombre sea de aspecto varonil, y con una
tipos de eventos. Hablan también, no solo de fisonomía atlética. Aquí vemos que las reprelas películas que pasan por televisión satelital sentaciones sumadas a los comportamientos
sino también de programas culturales, musi- y sumadas a los artefactos no producen el
cales, deportivos y de comedia que están de mismo tipo de jerarquización; si tomamos a
moda.
Ger Bauman la identidad permite manejar diferentes niveles de identidades o procesos de
A través del Diario de campo, se pudo visuali- identificaciones donde la intersubjetividad se
zar e interpretar sobre algunos temas de con- da en diferentes niveles pero relacionado e
versación a lo largo de la investigación entre inmerso en lo contexto social de construcción
ellos,
colectiva
Dentro del grupo el hecho de tener sexo con
otro hombre no significa que sea homosexual,
y el rol que se asuma en la relación tampoco.
Pueden ser activos, pasivos o 50-50 y no por
ello, se consideran necesariamente bisexuales, aunque tengan dentro de sus noviazgos
relaciones heterosexuales. “tengo mi novia,
y cuando estoy con ella no pienso en nada
mas, sino en disfrutarla ya que ella es muy rica
sexualmente; ya cuando estoy sexualmente
con un cliente, disfruto de mi cuerpo, de mi
eroticidad, de mi sexualidad y lo que hago
para nada compromete mi identidad, pues
me considero un hombre y ya.” (testimonio
de uno de los jóvenes que considera que tiene inclinación heterosexual) cuando se trató
de abordar mas a fondo si el rol que asumía
en la relación donde era oferente sexual homoerótico y comerciaba su cuerpo, puntualizó que “el cuerpo es para disfrutarlo y sacarle
gozo; porque tiene uno, que por culpa del
machismo o por la presencia de prejuicios
morales o religiosos creerse menos hombre,
cuando es penetrado sexualmente. Se sigue
siendo igualmente hombre y para nada se
vulnera la masculinidad, no es doblegarse
uno ante el otro sino disfrutar también de lo
que tiene y se esta compartiendo en aquel
instante.” Varios de los jóvenes que consideran tener la misma inclinación heterosexual, y
los que manifestaban tener una inclinación
bisexual dieron su visto de aceptación por lo
anteriormente expuesto por este joven. Los
que manifestaban tener inclinaciones homosexuales dijeron estar de acuerdo, sólo en
parte, ya que a ellos les atrae inmensamente
la anatomía de su mismo género, gustan y
le sacan deleite a las relaciones que tienen
con sus clientes, que ya sea por su físico o su
forma de ser, lo disfrutan mas sin estar tan prevenidos como los otros miembros del grupo,
de que de pronto les toque un “cacorro”.
Respecto a sus representaciones sobre la
sociedad global, tienen connotaciones y
criterios que tomo de tres jóvenes y que cito
textualmente ya que piensan que la misma
sociedad es “pacata, enchapada a la antigua, llena de prejuicios y de moralismos, o
de doble moral”. Aparentemente, da la impresión de que tengan aversión hacia la problemática sociocultural, pero cuando hablan
lo hacen con criterio “Esa misma sociedad
hace del Estado y de las instituciones un caos,
donde cada quien busca ganar protagonismo, sin ser lo que se es: auténticos; por eso
es que el país va de “culo pal estanque” -ahí
perdonará el término, pero estoy regado en
prosa- donde el conflicto armado, la violencia, el desempleo, y las diferentes problemáticas sociales se van agudizando cada vez
más, hasta llegar a la gran hecatombe; en
este país se es ciudadano de deberes mas
no de derechos, mínimo, dentro de poco nos
tocara hasta pagar IVA por gozar, por esta
actividad, para cubrir el hueco fiscal, para
pagar tanta burocracia”. Ante una posible salida plantean que “aunque a nosotros no nos
toque mucho, si nos preocupa, y es aquí donde se ve que desde el Estado se tiene que
integrar al joven, ya que este actualmente no
tiene cabida, y lo que hacen con ello es desvalidar, desmeritar, no dar crédito a nuestras
capacidades porque solamente somos vistos
como inútiles, como lisiados físicos o mentales en terapia y en proceso de recuperación
a través de la educación en que se nos ve
como problema”.
Por otro lado se trabajaron también las características sociodemográficas de los jóvenes
prostitutos, su status socioeconómico, la relación con los compañeros, clientes, espacio
y territorio, su auto imagen, representaciones
sociales sobre explotación sexual, y planteamiento de algunas posibles soluciones.
Dentro de los rangos de edad de este grupo particular, para el periodo de septiembre de
2002 a febrero de 2003, tres de los jóvenes tenían 14 años, seis 15 años, cinco 16 años y uno
17 años. La edad de iniciación sexual para los integrantes de este grupo, fue un joven a los
11 años, dos jóvenes a los 12 años, cuatro jóvenes a los 13 años, seis a los 14 años y dos a los
15, todos afirmaron haber tenido su primera relación libremente y no haber sido presionados
ni abusados sexualmente, y generalmente con compañeritos de colegio o de barrio un poco
mayores que ellos sin distar mucho la diferencia de edad. Todos afirmaron que cuando llegaron al lugar ya habían tenido su primera experiencia sexual, y que esta no implicaba el hecho
de que estuvieran haciendo este tipo de actividad en este lugar. Tomando las afirmaciones
de todos en su conjunto, se puede establecer que no siempre es una consecuencia que las
personas en situación de prostitución estén en esta actividad cuando ha habido una causal
de abuso sexual y/o acceso carnal violento, ya que en este caso en particular, ninguno considera haberlo sido.
Todos estos jóvenes viven en hogares nucleados, compuestos principalmente por el papá, la
mamá, hermanos, y en algunos casos, abuelos, primos o empleados de la casa. Estudian en
colegios privados, algunos son bilingües, y el nivel de escolaridad en que cursan va del grado
octavo a undécimo, son jóvenes citadinos, que proceden de Bogotá y cuyo lugar de residencia se ubica en los estratos 4 al 6 de esta misma ciudad
Las familias con las que cada joven vive, según la construcción de estos jóvenes, son familias
donde hay calor de hogar, respeto por el otro, libertad de decisión y donde se tienen que
cumplir con unas responsabilidades tales como las académicas, en algunos casos, ayudar en
los quehaceres domésticos o ir a mercar lo de la alacena, acompañar a sus padres a alguna
reunión o evento. Cuando permanecen con la familia todos manifestaron hablar con ellos, de
los diferentes problemas que hay en el país, del estudio, del trabajo de los papás, etc., también lo hacen cuando van a paseos a las fincas de la familia o de amigos bien sea en la sabana o por lo general en Cundinamarca. La totalidad de los padres de estos jóvenes trabajan,
de los cuales hay 3 casos en que uno de los padres es agente viajero y se mantiene temporalmente fuera de la ciudad. Estos jóvenes manifiestan no tener necesidades económicas, ya
que sus padres son los que les suministran una mesada tanto para sus gastos personales como
los de estudio y recreación. El dinero que estos jóvenes ganan por su actividad “extra” como
en algunos casos prefirieron llamarla, es solo para ellos, ya que no tiene que aportar a su hogar
económicamente, simplemente estos ingresos extras los camuflan con las mesadas y les dan
diversos usos utilizándolo en diversión, ropa, artículos de lujo y ahorro, entre otros. La estadía de
estos jóvenes en fincas, la llevan a cabo con compañeros del mismo colegio, o con personas
cercanas; cuando viajan al exterior generalmente lo hacen con el patrocinio de sus padres
de familia, ya que van a pasar una temporada donde amigos cercanos o familiares.
El tiempo de permanencia en este lugar, ejerciendo este tipo de actividad oscila en un periodo de 9 meses a 2 años, y solamente en esta área, ya que no han estado en otro lugar con
este tipo de actividad. Llegaron a este sitio a través de sus mismos compañeros de colegio y
amigos de barrio, al principio para ellos fue difícil ya que no conocían como eran los contactos con los clientes y como eran estos; pero a través de los mismos compañeros que hacen
este mismo tipo de actividad se fueron relacionando poco a poco y se les fue quitando el
miedo.
El motivo por el cual empezaron a ejercer esta
actividad, según lo expresan ellos mismos, no
lo constituyo el hecho de que estuvieran mal
emocional, sentimental, o económicamente,
simplemente vieron una oportunidad de ganar dinero fácilmente y lo hicieron, para otros
la circunstancia que los llevo a este tipo de
actividad se constituyó en que le encontraban gusto al disfrute del cuerpo, y que mejor
que disfrutar de él y al mismo tiempo ganar
dinero. Estos jóvenes manifiestan que siempre que tienen relaciones sexuales utilizan
preservativo, para todo tipo de practicas, incluyendo la felación o sexo oral; los clientes
son muy consientes de las enfermedades de
transmisión sexual y también lo usan. Este grupo de jóvenes aunque ya tienen mucha familiaridad con sus clientes, no dejan de usar
protección, siempre lo han hecho, el hecho
de exigirlo no significa que haya desconfianza en la pareja ocasional con quien se tiene
sexo, ni que ellos desconfíen de estos jóvenes,
sino que ya se convirtió en un requisito, algo
así como una especie de “cultura ciudadana” tal como lo expresan.
La representación mental y cultural de estos
jóvenes a cerca del cliente es muy particular,
ya que no consideran que este sea un explotador sexual, ni un abusador; el paga por unos
servicios o por un tipo de actividad, y ellos a
cambio son oferentes de su cuerpo con unos
fines no necesariamente sexuales, ya que en
muchas veces ha pasado que algunos clientes son voyeristas y les encanta verlos desnudos o acariciarlos, sin que haya penetración,
o masturbación necesariamente, “este tipo
de clientes les encanta mas el erotismo que
el mismo sexo”, según afirmación echa por
uno de los jóvenes. Los clientes en su gran
mayoría son de apariencia masculina, con
cuerpos atléticos, y según los jóvenes podría
decirse que las edades de sus clientes oscila
de los 30 a los 50 años; cuando estos los recogen, “vamos generalmente a sus apartamentos “de solteros” o casas privadas que están equipadas con jacuzzis, saunas o baños
turco y en unos casos tienen piscina”
(cita textual de uno de los jóvenes prostitutos)
Algunos de los clientes son casados, tienen
familia, pero a estos jóvenes no les interesa
mantener una relación amorosa, ni afectiva,
así que se mantienen distantes para no mezclar sus sentimientos.
Dentro de estos jóvenes que son oferentes de
su cuerpo con fines sexuales y cuyo intercambio siempre es el dinero; nueve de ellos tienen relaciones estables de noviazgo, y seis no
tienen ningún tipo de relación sentimental; de
este grupo solamente dos de ellos tuvieron un
romance, lo que les representó diferencias y
disputas. De los ocho jóvenes que manifestaban tener inclinaciones heterosexuales, cinco tienen novia y tienen contacto sexual con
ellas; tres no tienen alguna relación estable,
pero se sienten atraídos por las mujeres; de los
cinco jóvenes que revelaban tener tendencias netamente homosexuales, dos de ellos
tienen como pareja estable a un hombre; los
dos jóvenes que se consideraban bisexuales
declararon tener encuentros sexuales tanto
con mujeres como con hombres ocasionalmente y estar ligados a ambos géneros, pues
tienen novio y novia a la vez.
El total de los jóvenes manifiesta no haber tenido problemas con esta actividad, ni con sus
compañeros de actividad, ni con sus clientes,
ni con el entorno social. Las relaciones con los
organismos de prevención como de control
han sido nulas ya que no son evidentes, pues
se camuflan dentro del común de la gente
que transcurre por el lugar. Dentro de las percepciones y valoraciones que tienen sobre
si mismos y sobre su futuro estos jóvenes se
encaminan mas hacia lo corporal en el presente, hacen su construcción alrededor del
cuerpo, de lo que este significa para ellos, de
cómo se sienten muy bien con él, y de cómo
les satisface y les agrada su fisonomía y el
físico que poseen; algunos de ellos hacen su
valoración personal midiéndolo en las cualidades y defectos que tienen.
Su proyección hacia el futuro es homogénea, todos se ven con una posición social estable,
con un capital cultural y económico que les permita competir y desenvolverse por sí mismos
en la sociedad, siendo profesionales en diferentes áreas y algunos ya formando un hogar con
su compañero o compañera. Todos consideran que la actividad en sí es temporal, que el
ofertar su cuerpo también les permite adquirir conocimiento, construir desde el mismo cuerpo,
conocerse a sí mismos y disfrutar de él. No catalogan como bueno o malo lo que hacen simplemente para ellos es rentable, y es una dinámica economicista más del mercado del consumo donde se pueden lucrar fácilmente y donde ellos tienen la oferta sobre la demanda.
Las opiniones validan la información de las herramientas de investigación aplicadas anteriormente, sin embargo salieron a la luz nuevos temas tales como los tipos de actividad sexual
como oferentes de su cuerpo a cambio de dinero; en este punto sin tener en cuenta que el
hecho de ser pasivo, activo o 50/50 no implica para estos jóvenes prostitutos una connotación
homosexual; aunque sea practicada también, en los que tienen inclinaciones heterosexuales,
aducen que simplemente les gusta ser mas activos en la relación, pero que si se da de otra
forma, se está sufragando por un servicio que ellos de antemano ya habían pactado. En
cuanto a las tarifas, se paga igual por una relación sexual, no se tienen definidos los precios
de acuerdo a los servicios, simplemente el cliente paga el tiempo por estar con ellos, no importando si es solo sexo oral, si es penetración, o si es solo erotismo. Lo expuesto anteriormente
por estos jóvenes contrasta un poco, con las creencias y los perfiles que se tienen cuando se
ha abordado y tratado el tema de la prostitución homosexual que el hecho de que el joven
asuma un rol pasivo -dejarse penetrar- en la relación tiene una remuneración económica más
alta.
Dentro de los comportamientos que tienen los clientes desde la visión de estos jóvenes, es
que hay clientes que pagan mas que otros, debido al afecto y admiración que tiene hacia
el mismo joven bien sea por su físico, el cual prima, o por la forma de ser; generalmente el
hecho de estar con un cliente por una, dos, o tres horas, representa para los jóvenes un ingreso
entre trescientos mil a quinientos mil pesos. Dentro de la relación sexual nunca utilizan ayudas
sexuales, aducen que el cuerpo se debe disfrutar y no maltratar. Ellos establecen límites, por
ejemplo sus clientes saben que a este grupo particular de jóvenes no les gusta el sadomasoquismo, que no les gusta utilizar juguetes sexuales, ni mucho menos droga, ni alcohol.
CONCLUSIONES
Las apreciaciones que tienen estos jóvenes de su actividad, la construyen alrededor del cuerpo como mecanismo para adquirir dinero fácil. Son oferentes de su cuerpo como símbolo de
poder, de status y quien quiera acceder a el tiene que pagar ya que son físicamente atractivos y atléticos y la imagen vende, junto al buen vestir y el hablar bien y de cualquier tema.
Desde una perspectiva social se diría que las causas del aumento de la prostitución adolescente estarían ligadas a la pobreza. Si bien es cierto y es evidente que la mayoría de menores
que la ejercen pertenecen a los grupos menos favorecidos económicamente del país, no
significa que esta estrechez de dinero se constituya en el factor único, más significativo y explicativo del aumento de esta actividad. La venta del sexo se ha convertido en una manera de
obtener efectivo de forma rápida y que, no demanda mayores requisitos, tan sólo disponer del
propio cuerpo como objeto de placer, el cual por lo tanto puede... “comprarse o venderse”.
Se suma a ello el que convivimos en una sociedad donde cada vez más priman los valores
individuales y consumistas, lo que refuerza un comportamiento de experimentación y ensayo
continuos de estas mismas personas bajo el libre albedrío.
La doble moral con la que la sociedad enfoca el tema de la prostitución. Por un lado permite,
tolera y hasta fomenta (líneas calientes y avisos en diarios) y por el otro sanciona y constriñe. Lo
anterior hace ver la prostitución adolescente frente a la prostitución de adultos como un “no
debes prostituirte antes de los 18 años.” Otro problema de doble moral se refiere a la negación del ejercicio sexual en los y las adolescentes, a pesar de que numerosos estudios señalan
que la edad de inicio sexual ocurre casi siempre antes de cumplir la mayoría de edad.
La erosión de la estructura familiar, la cual es evidente en nuestro país por la crisis económica,
el conflicto armado, la violencia y otros factores, perturba uno de los espacios que solían caracterizarse por brindar estabilidad económica y soporte emocional a los y las adolescentes.
Tanto el abandono físico como el emocional resultan determinantes al analizar los casos de
un (a) adolescente que se prostituye. La violencia social y familiar, se convierte en una manera de interpretar la vida cotidiana; ésta al ser asimilada como estilo de vida, es por si misma
imitable, no solo como mecanismo de supervivencia, sino también como reserva económica
para disfrutar de bienes y servicios no vitales para subsistir. Así compiten bajo la dinámica del
mercado. El mensaje que asimilan los adolescentes es que ya no solo se debe sobrevivir, sino
ser oferentes de la sexualidad como discurso que expresa poder y dinero, junto a toda una
construcción lúdica del cuerpo, que permite acomodarse a los diferentes “rótulos sociales”
para satisfacer al cliente, y en especial aquí se pone en evidencia que no todas esas creencias son generadoras de esta misma problemática, ya que como se expone a lo largo de
este documento este grupo de jóvenes marca una diferencia enorme sobre la concepción
y forma en que se viene abordando la temática de la prostitución de varones en especial la
de menores de 18 años.
Las limitaciones en las políticas del Estado, traducidas en la escasa asignación de recursos
a la población adolescente, y en las diferentes perspectivas desde las cuales las diferentes
instituciones tratan el problema, ha permitido configurar un panorama social donde los y las
adolescentes tradicionalmente se han sentido excluidos al no encontrar espacios que ellos y
ellas puedan sentir suyos y desde los cuales puedan canalizar sus intereses y necesidades. Al
parecer los temas vinculados a la adolescencia empiezan a ponerse en agendas tanto de
instituciones privadas como públicas, pero son tantos los problemas vinculados a la adolescencia que requieren abordarse de forma integral e interinstitucional, donde el joven no sea
una carga sino que con el se pueda construir e incorporar su aporte desde su propia perspectiva.
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