El cuerpo performático como territorio: Sobre las expresiones artísticas en el 32 ENM de la
provincia del Chaco, Argentina.
Ana Ghiano, Guadalupe Arqueros
Question/Cuestión, Nro.75, Vol.3, Agosto 2023
ISSN: 1669-6581
URL de la Revista: https://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/question/
IICom -FPyCS -UNLP
DOI: https://doi.org/10.24215/16696581e808
El cuerpo performático como territorio.
Sobre las expresiones artísticas en el 32 ENM de la provincia del Chaco, Argentina.
The performatic body as territory.
About the artistics expressions in the 32º NWM from the providence of Chaco, Argentina.
Ana Ghiano
Universidad Nacional del Nordeste
Argentina
[email protected]
https://orcid.org/0000-0002-0096-9925
Guadalupe Arqueros
Instituto de Investigaciones Geohistóricas - Universidad Nacional del Nordeste
Argentina
[email protected]
https://orcid.org/0000-0003-1009-9799
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Resumen
Hace más de 30 años se realizan en Argentina los Encuentros Nacionales de Mujeres
(ENM) que representan un acontecimiento político central para la agenda feminista de América
Latina. En el artículo analizamos los matices y los principales temas que se denuncian a través
de la performance artística y el desnudo de los cuerpos. A través del registro fotográfico del 32
ENM llevado a cabo en la Ciudad de Resistencia, Provincia del Chaco en el mes de octubre del
año 2017, teniendo en cuenta la teoría performativa de Taylor y Fuentes (2011) y el análisis
visual interpretativo de Schenettler y Raab (2012). La hipótesis del trabajo es que el desnudo
del cuerpo de las mujeres manifestando, hace visible una disputa sobre lo público y lo privado,
formulada mediante la expresión artística; que en el 32 ENM se ha convertido en el lenguaje
creativo más utilizado por la militancia feminista.
Abstract
Since more than 30 years, in Argentina being realized the Nationals Women's Meetings,
they represent a central politics event for the American Latin's feminist agenda. In the next work
we will analyze the nuances of this militant manifestation and the predilytics tematic that they
denunciations through the artistic performance and the naked participant's bodies. Through the
photographic record of the 32º NWM, carried out in Resistencia City, Chaco province, in the
month of October year 2017, taking into account the performative theory developed for Taylor
and Fuentes (2011) and the interpretative visual analysis of Schenettler and Raab (2012). Our
hypothesis is than the manifestanting women's naked body, bring and make vissible a dispute
about the public and private, formulated in this artistic expression; than on this 32º NWM has
converted the most creative lenguage used for the feminist militance
Palabras claves: performance;feminismo; arte; encuentro nacional de mujeres; cuerpo.
Keywords: performance; feminism; art; nationals women's meeting; body.
Historia y características de los encuentros nacionales de mujeres. Lo particular de la
32º edición.
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En el año 1981, en Bogotá, Colombia se inician los llamados “Encuentros Feministas
Latinoamericanos y del Caribe” y en el año 1985 las Naciones Unidas organiza el “Encuentro
Internacional de Mujeres” al que asistieron numerosas representantes argentinas e integraron
el parlamento. Estos antecedentes son los más directos de los Encuentros Nacional de Mujeres
(ENM) argentinos, ya que tanto su forma de organización, como su funcionamiento y hasta los
debates planteados, estuvieron en correlación con la experiencia local y las discusiones
políticas que estaban dándose en el país sede. En el año 1986, tres años después de la
cruenta dictadura cívico-militar en la República Argentina, que duró desde 1976 hasta 1983, en
la Ciudad de Buenos Aires, comienzan a organizarse los ENM. Desde entonces hasta el año
2019 se realizaron ininterrumpidamente en distintos puntos del país, hasta que se vieron
obstaculizados por la pandemia del Covid-19 en el año 2020. Pese a que cada edición es
diferente, la autogestión, autonomía, democracia, la horizontalidad en la toma de decisiones y
el autofinanciamiento son los cimientos sobre los que se construyen dichos eventos. En
especial porque se busca desde las organizaciones, evitar la jerarquización y la financiación de
empresas o grupos políticos que puedan capitalizar partidariamente el espacio y con el objetivo
de garantizar el federalismo en la selección de las sedes, es decir, que todos los años se
realice en distintas ciudades del país y de esa manera trasladar las discusiones a la máxima
población posible siempre agregando un color local. (1)
La organización interna de los ENM se gestiona con comisiones que trabajan durante
todo el año para obtener los permisos y habilitaciones que requieren los espacios donde
funcionarán los talleres y se hospedarán las mujeres durante su estadía. Las comisiones se
dividen según las temáticas, siendo las principales: cultura, finanzas, funcionamiento, prensa y
difusión. Además, se cobra una inscripción mínima que es más que nada simbólica, pero que
debido a la masividad de las y los participantes permite que se reúna un monto de dinero que
posibilita que la organización brinde, por ejemplo una vianda diaria a quienes han viajado y
vienen de otras ciudades y hasta de otros países.
La provincia del Chaco fue sede por primera vez del ENM en su decimotercera edición
realizada en el año 1998 y contó con 30 talleres y 10.000 participantes aproximadamente. Diez
y nueve años después vuelve a ser elegida la ciudad de Resistencia y se llevó a cabo el ENM
con 71 talleres y más de 60.000 participantes, lo que demuestra un crecimiento exponencial del
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evento y del contexto que propicia este movimiento social ininterrumpido y masivo. (Amanda
Alma y Paula Lorenzo, 2009).
Muchos edificios gubernamentales y escuelas ponen a disposición sus instalaciones
para alojar los contingentes de participantes provenientes de todas las provincias argentinas y
de algunos países vecinos. En el material audiovisual y documental recopilado, puede
observarse la masiva participación de alumnas, docentes, no docentes, centros de estudiantes
y agrupaciones estudiantiles universitarias que expresan su pertenencia a través de carteles
coloridos. Otra participación en esta oportunidad fue la de las comunidades de mujeres
originarias. Para muchas de ellas fue la primera vez que asistieron de manera organizada a un
evento feminista de semejante relevancia. El primer taller de mujeres originarias se llevó a cabo
en la primera edición bajo el nombre “La mujer india” y no se repitió hasta el año 1990, en que
reapareció con el nombre “Mujer Aborigen”, este mismo taller desde el año 2003 se denomina
“Mujeres de los pueblos originarios”. La ciudad de Resistencia fue elegida como sede en el 31º
ENM, entre otras cosas, para darle mayor espacio y entidad a la participación de las mujeres
de pueblos originarios de la región, buscando garantizar el plurinacionalismo y la diversidad
cultural. Un escenario muy similar sucedió al año siguiente en la ciudad de Chubut, donde
durante el acto de cierre las representantes de los pueblos Mapuches y Tehuelches subieron al
escenario para postularse como próxima sede y pedir la intervención del encuentro en sus
tierras para aportar a la visibilización de las luchas de este sector de la sociedad.
Otro taller que cobró relevancia durante el 32º ENM fue el de “Activismo gordx”
presentado por primera vez en el año 2017. Este taller fue rechazado inicialmente por la
comisión organizadora, lo que originó que se comparta a través de redes sociales una carta
abierta de los grupos de activistas donde explicaron por qué era relevante su presencia en el
Encuentro, convocando a un extenso pedido y justificación que dio como resultado su
aceptación y aprobación (2).
Las presencias de las mujeres originarias y de los grupos de “Activismo gordx” han sido
unas de las tantas protagonistas nuevas del 32º ENM, que además encabezaron (las primeras)
la marcha de cierre y tuvieron sus espacios en los actos de apertura y clausura. Ambos talleres
continuaron plenamente vigentes en las ediciones siguientes. La sede Resistencia del ENM
también fue testigo del primer discurso de apertura leído por una mujer trans en la historia de
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los ENM, la Lic. Sofía Díaz egresada de la Universidad Nacional del Nordeste. Además, tuvo
lugar durante el Encuentro la primera marcha contra los travesticidios y transfemicidios. Las
participantes coparon toda la ciudad, sus plazas, calles, escuelas, estadios, etc. y el encuentro
se desarrolló durante los tres días sin mayores inconvenientes (3).
Dos años después del 32 ENM, en el 2019 en la ciudad de La Plata se propone,
aunque no de manera oficial ni unánime, reemplazar “nacional” por “plurinacional”, y “mujeres”
por “travestis, transexuales, bisexuales, lesbianas, no binares, etc.” en respuesta a un reclamo
que va tomando cuerpo en cada ENM que es el de incluir todas las identidades sexo genérico
identitarias. Lo que demuestra que, si bien el movimiento que da origen al Encuentro, tiene
bases sólidas, existe una permeabilidad que atiende a los reclamos vigentes además de una
discusión permanente.
El lenguaje de la performance en los ENM
Los ENM desde su consolidación continua como movimiento social, que Herrera
apunta sucedió desde el año 2001 (María Isabel Herrera, 2016) son el epicentro de
expresiones artísticas variadas y multicolores. El impacto mediático que tienen y el seguimiento
de las redes es aprovechado desde la organización para marcar la agenda de temas de
discusión y plantear posiciones. Las redes sociales y los medios masivos son actores
fundamentales en tanto van generando una trama tensa de sentidos y ecos sobre la ciudad de
realización y los posibles incidentes o destrozos que la cantidad de asistentes podría provocar
junto a las discusiones que se dan en los talleres. Las discusiones siempre, heterogéneas y
polémicas, amplían los impactos y generan expectativas para el sentido común de la opinión
pública. Esos factores, junto a la militancia activa, consolidan un clima sugerente que trae a la
agenda los temas que las organizaciones de mujeres están discutiendo:
«[…] la opresión de las mujeres, la liberación femenina, la
emancipación del mandato de la heterosexualidad obligatoria, la
apropiación soberana del propio cuerpo, aparecen como hitos en las
luchas que se actualizan y resignifican. Su mera enumeración resulta
insuficiente para abarcar toda la multiplicidad de hechos, palabras y
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sinergias que componen este fenómeno multifacético.» (Herrera,
2016, p. 7)
En ese marco de impacto propiciado por el ENM, es que las organizaciones feministas
fueron optando por las manifestaciones artísticas y políticas como las expresiones creativas
por excelencia de sus demandas. Hay un trabajo innovador en los lenguajes, que distingue a
cada agrupación y que se efectiviza como performance durante la marcha de cierre. Esta
marcha abarcó en Resistencia la totalidad de 3,8 km. y fue pensada en su recorrido, como en
todos los ENM, para que atraviese la ciudad completa y converja en un parque donde se
monta un escenario en el que actúan bandas locales y nacionales, grupos artísticos etc. Los
ENM se convierten entonces en una muestra que aúna arte callejero, performance, música,
teatro junto a las reivindicaciones sociales y la discusión sobre políticas públicas para los
sectores sociales más subalternizados: las mujeres y las disidencias sexo
genérico
identitarias.
Uno de los lenguajes más usados por las agrupaciones es la performance. Esta
expresión, que nace como un reclamo por la ausencia del cuerpo vivo en el arte, surge
inicialmente como producto de la intersección de disciplinas como la antropología, el teatro, la
lingüística, la sociología y las artes visuales y en su vertiente antropológica se enfoca
principalmente en el estudio del comportamiento humano, sus prácticas corporales, actos,
rituales, juegos y enunciaciones. Este lenguaje parece el más apropiado dado que «la
performance viene a construir una provocación y un acto público casi por definición, aunque lo
político se pueda entender a veces más como ruptura y desafío que como posición ideológica
o dogmática» (Diana Taylor, 2012, p.18).
En el presente trabajo reservamos el uso del término performativo para las prácticas
culturales y performance para aquellas que incluyen elementos teatrales y dramáticos, aunque
este énfasis en el aspecto artificial limita su concepto a lo construido, cuando en lecturas más
complejas es reconocida como “co-partícipe de lo real”. La performance es teatralidad, en
tanto es una acción o trama estructurada, controlada y consciente, por lo tanto política. El o la
performer conoce el discurso que está elaborando a través de su cuerpo y sus acciones y las
incidencias, recibiendo y proyectando posicionamientos sobre su entorno físico y hacia
quienes cumplen la función de espectadoras y espectadores. Su construcción vale por su
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eficacia, la performance no se juzga en términos de ser/aparecer, sino de efectividad. (Taylor,
2012).
Si bien el cuerpo es el protagonista en toda performance y es posible evadir al lenguaje
oral, no significa que éste no juegue un rol importante. Las palabras hacen algo, más que una
mera descripción de un hecho, las enunciaciones performáticas, funcionan dentro de un
contexto con circunstancias y convenciones específicas. De esta manera decir que un sujeto es
performativo o performático no implica que posea cualidades dramáticas, sino que es producto
de una serie interminable de enunciaciones y actos disciplinarios que influyen en la
construcción del mismo. Es por esto que la performance en los ENM viene a subvertir
mandatos sobre el territorio del cuerpo, siempre en disputa cuando de feminidades se trata.
Un término vinculado a la performance como herramienta artística es: artivistas, un
juego entre las palabras artistas y activistas, que se utiliza para definir a quienes usan la
performance para intervenir en los contextos o debates políticos en que viven. Durante y
posteriormente a las dictaduras militares en América Latina, estas fusiones entre el arte y la
militancia sucedían de manera recurrente, naciendo así distintos grupos artísticos y
organizaciones feministas como por ejemplo Polvo de Gallina Negra en México, 1983,
integrado por Mónica Mayer y Maris Bustamante; las Guerrilla Girls en Nueva York, 1985, entre
otros, quienes usaban el arte para hacer política y reconocían a la política como una forma de
arte (Taylor, 2012).
El activismo político tuvo una fuerte influencia sobre las y los artistas, y viceversa, a
pesar de las tradiciones, la performance es siempre un brote in-situ (Diana Taylor & Marcela
Fuentes, 2011) que cobra fuerza local, evidenciando el carácter histórico de los cuerpos, es
decir «el conjunto de relaciones vivas, [...] las condiciones infraestructurales y ambientales, de
su vida y su actuación.» (Judith Butler, 2017, p. 69). En este sentido la performance funciona
también como una herramienta para cuestionar e irrumpir las normas establecidas, explorando
nuevas formas de hacer arte y política. El cuerpo de la o el artista es la materia prima de toda
performance (Taylor & Fuentes, 2011) y sus límites son explorados de muchas maneras. El
cuerpo se convierte en un espacio que se vive de forma intensamente personal y
autoconsciente; siendo productor y copartícipe de fuerzas sociales que lo visibilizan o
invisibilizan a través de las nociones de género, sexualidad, raza, clase, o pertenencia. Se
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convierte de esta manera en espacio político como mediador entre el arte y la sociedad, hay
una conciencia que se clarifica sobre esta visión del cuerpo como un territorio y esto se retoma
conceptualmente desde la expresión performática.
María Luz Galarza (2011) define a los cuerpos como un conjunto articulado de
ideologías, representaciones, actitudes, técnicas y conductas encarnadas socialmente, desde
una configuración política, en este caso, feminista, que pueden funcionar como herramientas
para contestar y denunciar un amplio abanico de opresiones y desigualdades individuales y
colectivas. Los cuerpos se constituyen en las normas que afectan a la construcción como
sujetos, susceptibles a su acción. Y por eso la performance es una herramienta privilegiada
para esta expresión. Siguiendo a Butler podemos afirmar que las mujeres se ven forzadas a
representar, por ejemplo, el género que ha sido asignado desde el nacimiento, pero existe un
espacio indecidible dentro de lo normativo donde se puede innovar y representar otro género y
otros cuerpos con otras normas que no son necesariamente las atribuidas en esa primera
instancia (Butler, 2017).
A pesar de las normas que rigen lo cotidiano, a través de la performance es posible recontextualizar, re-significar, reaccionar, clasificar, parodiar, performar y re-performar de
maneras diferentes una idea. Pensándolo como acto estético y como una intervención política
posibilita que los cuerpos encaren nuevas realidades y supongan una tensión crítica frente a
ellas, «son agentes de contestación, transgresión y cuestionamiento de estereotipos, valores y
asignaciones diferenciales de espacios, poderes y tiempo» (Galarza, 2011, p. 76). Ni los
cuerpos ni el espacio performático están vacíos, sino que cargan, dentro de sí las historias de
todas las acciones e intervenciones antes realizadas. Ngũgĩ wa Thiong'o en Estudios
avanzados de Performance (Taylor & Fuentes, 2011) llama no-lugar a la capacidad de poder
suceder en cualquier momento y espacio, sin necesidad de un escenario delimitado, todo es un
posible espacio de performance, donde quien performa podrá experimentar, construir y
reconstruir las políticas del mismo. El objetivo de la obra y también su eficacia dependen tanto
de los cuerpos, como su acción, su discurso y su contexto. El autor define que hay tres
espacios de performance, el primero está constituido por las relaciones internas de la obra que
conforman la escena y la relación entre quienes performan. Sus elementos sonoros y visuales,
la escenografía, el público, etc. donde la performance incorpora en sí misma el espacio
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arquitectónico de paredes materiales o inmateriales. Otro espacio lo constituyen la totalidad de
relaciones externas con esas relaciones internas, es decir, «[...] la política del espacio de la
performance bien puede residir en el campo de sus relaciones externas; en su compromiso
conflictivo o real o potencial con todos los demás santuarios de poder [...]» (Wa Thiong’o, en
Taylor & Fuentes, 2011, p. 374). Taylor (2012). Un tercer espacio se conforma en relación al
tiempo de lo que fue y hace a su historia, de lo que puede venir, los recuerdos que alberga ese
lugar y los anhelos que puede generar. El espacio de la performance es siempre un lugar de
fuerzas físicas y psíquicas en la sociedad, que forman parte de la conciencia instintiva. El
Estado tiene poder sobre todas las áreas de performance que se encuentran en su territorio,
mientras que las artistas, para nuestro caso, sólo pueden ejercer este dominio mediante la
performance, es decir en el momento en que sucede la acción, pero ambos comparten el
público lo que resulta en una lucha entre las artes y el Estado, una batalla por el espacio, su
definición, delimitación y regulación entre las representaciones de poder.
El 32º ENM generó, particularmente en la marcha de cierre, pero también durante el
desarrollo del evento, un espacio que expone en los distintos escenarios aquello que no suele
ser admitido o aceptado, no sólo a través del desnudo femenino y la escritura en el cuerpo,
sino también, a través de las denuncias y reclamos expuestos de diversas maneras en los
espacios públicos de la ciudad, disputando sentidos hegemónicos. El recorrido visual que nos
permite el registro trae esa disputa frente al lente.
El abordaje de las fotografías
Para la concreción del trabajo se recolectaron 424 fotografías de las cuales se eligieron
22 imágenes (5). Al momento de seleccionarlas se tuvo en cuenta en una primera instancia que
el desnudo femenino esté presente en cualquiera de los planos de la imagen, ya sea en
primera línea o inclusive fuera de foco, dándole importancia a la variedad tanto de cuerpos
como de estilos fotográficos. En segundo lugar se intentó seleccionar aquellas fotografías en
las que se observe la performatividad de la acción y las frases sobre el cuerpo. Se agruparon y
distinguieron según los cuerpos pintados que presenten palabras, símbolos o expresiones
escritas, según de qué manera y dónde. Por ejemplo aquellos que posan y son conscientes de
la mirada de la fotógrafa y los otros que son captados espontáneamente; aquellos que
participan más activamente y los que hacen otras acciones dentro de la marcha de cierre.
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En cuanto a la metodología de análisis se recopilaron archivos fotográficos y
audiovisuales tomados por las y los mismos participantes de la marcha y luego se los
seleccionó para formar un conjunto de datos concretos que sirvieron para la investigación. Se
observó y analizó cómo habitan esos cuerpos el registro, si se presentan individualmente entre
los demás, o marchan en conjunto con otros; si están escritos o pintados, su comportamiento
durante la marcha, etc. Se tuvo en cuenta no solo la manera de accionar, sino también cómo
influye y se transforma el espacio público sobre el cual están operando. Las imágenes fueron
analizadas de forma individual, y también en su totalidad, es decir ordenadas en categorías,
para poder narrar el o los sentidos que reúnen a todos esos elementos. Luego del visionado del
material audiovisual seleccionado fue posible ordenar tres categorías que aparecen en las
expresiones artísticas retratadas, en tanto son las temáticas que ordenan las presentaciones y
performances llevadas a cabo de manera colectiva. Los principales ordenamientos se
realizaron en referencia a: discusiones en torno a público y privado, legalización de la
interrupción voluntaria del embarazo y disidencias sexo genérico identitarias.
Cuerpos privados en la calle
En Cuerpos y políticas feministas, María Luz Galarza (2011) define a los cuerpos
denominados
políticos
como
un
conjunto
articulado
de
convicciones
ideológicas,
representativas, actitudes, técnicas y conductas encarnadas. Una configuración desde el
movimiento social – en este caso el feminismo- que se concreta individual y colectivamente
interactuando tanto con los pares, como con el resto de la sociedad para dialogar y
problematizar, denunciando un amplio abanico de situaciones de opresión y desigualdad. En
este sentido el cuerpo va ser una superficie regulada políticamente que se comporta de manera
performativa en un determinado tiempo y espacio. Una superficie grabada de sucesos (Michel
Foucault, 2004). Las acciones mediante las cuales se forma la identidad son públicas y
variables, y por lo tanto la construcción misma es frágil, más aún en los grupos
subalternizados. El cuerpo físico en las mujeres encarna esa encrucijada entre lo público y lo
privado. Las regulaciones normativas y legales, que lo pautan difieren entre varones y mujeres
y hay algunas de ellas (como la capacidad reproductiva) que está directamente intervenida y
normada por las leyes del estado. El territorio del cuerpo de las mujeres se establece así como
un cruce de batallas donde la intimidad se debate.
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En todas las épocas y sociedades, lo público y lo privado poseen diferentes
connotaciones, son las invariantes estructurales que articulan las sociedades jerarquizando los
espacios. Las actividades socialmente más valoradas, las del prestigio, constituyen el espacio
de lo público, allí es donde se adquiere el reconocimiento, el espacio de lo que se ve y está
expuesto a la mirada pública (Celia Amorós Puente, 1990) en cambio el espacio de lo privado
es donde se encuentran las actividades menos valoradas socialmente, ya que son las que no
se ven, y no permiten (o permitían) ser jerarquizadas. Centralmente nos referimos a las tareas
cíclicas reproductivas y de cuidado. De esta manera configurado, el espacio privado es
indiscernible, todo puede ser aceptado puertas adentro según el criterio propio de cada uno,
pero no es posible establecer pautas homologables que trascienden sus límites, por el
contrario, en el espacio de lo público, al existir jerarquización e instituciones hay distinción y
grados de competencias. Uno de los objetivos de las corrientes feministas será hacer aparecer
en el espacio público a aquellos sujetos que no figuran en los parámetros de lo aceptable, que
sean admitidos y logren participar como ciudadanas y ciudadanos de las decisiones que rigen
en los escenarios sociales. Así como también cuestionar lo privado destruyendo los sistemas
de opresión que rigen dentro de los hogares, irrumpiendo en la vida cotidiana externa con la
presencia de otras identidades antes consideradas indiscernibles (Butler, 2017).
«[…] Que todos seamos candidatos al poder, al poder público, a la
administración colectiva, a tomar las decisiones que efectivamente
rigen la vida humana y hacerlo de forma constatable, por ese tipo de
canales públicos que existen, que se formalizan en uno de sus
aspectos en las instituciones de la política, pero que están en todos
los ámbitos de la vida: en la cultura, en las relaciones sociales, en
todo. » (Amorós Puente, 1990, p. 50)
La expresión artística cuando es visiblemente política, halla en la performance su lugar
en tanto efímera y anti institucional. Traduce a lenguajes físicos y sensoriales las ideas e
intenta llevar el arte a otros espacios para que sea accesible a aquellos que no forman parte de
esas instituciones, la performance política en la calle irrumpe en lo cotidiano y genera otros
discursos, diferentes a los ya reconocidos públicamente proponiendo nuevos regímenes de lo
aceptado en el espacio público. En tal sentido la performance colectiva de los ENM reúne la
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discusión con el lenguaje artístico y creativo, actuando el arte fuera de los espacios clásicos del
mercado del arte e instrumentalizando su utilización política.
Lo privado por antonomasia es la sangre menstrual, objeto de la intervención
performática central del 32 ENM. El sábado 14 de octubre del 2017, el primer día del
encuentro, luego del acto de apertura, frente a la Iglesia Catedral de Resistencia, vallada por la
policía local, por iniciativa de las Socorristas (6) junto a organizaciones activistas por el aborto
legal, seguro y gratuito en Argentina (CNALSG) se realizó una intervención performática que
consistió en adherir toallitas higiénicas, sobre las vallas, pintadas de rojo en el frente simulando
sangre menstrual. Los apósitos estaban acompañados de etiquetas en las que estaban escritos
relatos sobre abortos, conversaciones por teléfono o testimonios de los sentires de quienes
habían abortado ilegalmente. La intervención se inició en la esquina de la Iglesia Catedral de la
ciudad de Resistencia y ocupó todo el frente de la cuadra, incluyendo una escuela y las
esculturas emplazadas en la vereda. Culminó al final del día con visuales proyectadas sobre la
iglesia, que mostraban titulares de diarios y portales de noticias sobre violaciones, corrupción
de menores y manejo de la justicia por parte de la institución eclesiástica, además de llamas
simulando fuego sobre el frente. Durante todo el día, en las cercanías de la iglesia, se
interceptó a las y los transeúntes mostrando representaciones sobre menstruaciones y abortos,
dos temas que se mantienen en la privacidad y que para la escena pública son inaceptables e
innombrables.
En la Figura 1 se puede observar la instalación performática sobre la Iglesia Catedral
de Resistencia, ésta es sólo un ejemplo de las múltiples y diversas intervenciones artísticas
que sucedieron durante los tres días que duró el ENM, y que reúne las categorías de análisis
desarrolladas anteriormente y resume el concepto general del corpus. La exposición de las
experiencias individuales son anclajes de representaciones colectivas. La modalidad de acción
y el escenario seleccionado para la intervención interpela directamente a la iglesia, los
patrimonios públicos, como las esculturas, y también a las y los transeúntes, trayendo un tema
personal al espacio de lo discernible. Fuera de las sutilezas la acción resultó disruptiva y los
medios hablaron de ella durante semanas.
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Figura 1, Intervención de Socorro Rosa, 2017, Socorro Rosa Córdoba (Resistencia, Chaco)
Aborto legal
La consigna “mi cuerpo es mío” aparece de manera masiva el 28 de marzo de 1970, en
Manhattan, Estados Unidos en una manifestación que reunió a distintas agrupaciones
feministas para demandar la legalización del aborto. Desde entonces hasta hoy el reclamo por
la autonomía del cuerpo está íntimamente relacionado con el derecho a la interrupción
voluntaria del embarazo, dado que se lo entiende no solo desde su perspectiva biológica, sino
también desde una política (7). En la Figura 2, una mujer joven posa de manera relajada
mirando la cámara, está escrito “mi cuerpo mi territorio”, en todo el frente de su torso desnudo;
también hay otros dos signos que aparecen y acompañan a las palabras: el símbolo femenino,
que refiere al género, y la peluca rosada. Esta última es una característica que comparten las
integrantes de Socorro Rosa, para identificarse, además de cubrirse el rostro con pañuelos y
lentes que las ayudan en su propósito de permanecer en el anonimato. Con esto refuerzan el
auxilio que realizan, dada la clandestinidad en el país de la práctica de abortar (al momento de
la realización del 32 Encuentro). La peluca fucsia es un accesorio que utilizan para reconocerse
entre la multitud y a lo lejos, las socorristas siempre andan en grupos numerosos como una
manera de protegerse, ya que por las actividades políticas que realizan, asistir y acompañar
durante abortos, en la mayoría de los casos fueron perseguidas y hasta a veces denunciadas.
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En otra imagen (Figura 3) Julieta Bisordi captura a dos mujeres con el torso desnudo. La de la
derecha tiene prendido al cuello el pañuelo de la Campaña Nacional por el Aborto Legal,
Seguro y Gratuito (CNALSG), en el frente completo de su torso están pintadas llamas naranjas,
y en su pecho se lee “Que arda”. La mujer de la izquierda tiene dibujado en sus pechos dos
ojos grandes y debajo una boca abierta con un gesto de grito, abajo a la derecha está escrito
“Che rete che mba’e”, frase en guaraní que significa “mi cuerpo es mío”. La frase expresa una
queja que es contra el dictamen de que la biología es destino, la idea de que los cuerpos
gestantes tienen la única función biológica de engendrar y dar vida. La práctica del aborto pone
en discusión esta dominación de la maternidad, desobedeciendo los mandatos impuestos
(Mabel Bellucci, 2014). En una transposición, así como desde la teoría de la performance el
arte le disputa al estado el espacio público (Wa Thiong’o (2011) si el Estado controla y regula
su territorio, las mujeres también pretenden tener esa autonomía sobre el suyo, poder decidir
sobre lo que pasa en sus cuerpos. En este caso ese cuerpo/territorio que reclamaba el derecho
al aborto, la anticoncepción y la educación sexual integral, pero también que denuncia los
femicidios, las violaciones, el acoso y todo aquello que se entrometa en él sin ser deseado.
No es sólo la performatividad del desnudo femenino en el 32 ENM lo que pone en
discusión las nociones de público y privado, la práctica del aborto es algo “que se sitúa en la
frontera entre lo prohibido y lo permitido, lo público y lo privado” (Bellucci, 2014, p. 149).
Exponer en el ámbito político y público una práctica clandestina es exigir el derecho a la
misma, dar testimonio, cuestionar el estigma de la invisibilidad, colmar las calles de pañuelos
verdes y pelucas rosadas, es dar cuenta de que cada una es propietaria y puede establecer
sus propios límites y leyes sobre ese territorio; un “derecho vivo” como lo llama Bellucci,
interdisciplinario y trascendental, un cuerpo desobediente no sujeto al derecho formal.
En la insistencia de ser reconocidas en el espacio público habitándolo de manera
masiva y colectiva, utilizando al cuerpo desnudo como herramienta performática, se exige
constantemente ¡Aborto legal ya!, que se puede ver pintado en letras grandes por toda la
espalda de la Figura 4, de fondo una bandera verde con el logo de la CNALSG, mientras
aguardan para iniciar la marcha. En la Figura 5 vemos como en el mismo momento previo a
partir la marcha, dos jóvenes con el pañuelo verde y pelucas fucsias se pintan en el pecho
corazones violetas, en la espalda de una de ellas se repite “Aborto legal”. Nombrar
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constantemente y exponer públicamente, una realidad que sucede en el ámbito privado,
clandestino y prohibido evidencia como la performance es co-partícipe de lo real (Taylor &
Fuentes, 2011) y funciona en estos casos como una política de subversión, poniendo los temas
en discusión, en todos los ámbitos posibles, políticos y estatales, significa salir del espacio de
las idénticas y pasar al ámbito del reconocimiento desde el ejercicio de derechos.
Fotografía frontal de una mujer con el torso desnudo y pintado en la marcha de cierre del 32°
ENM.
Figura 2, Julieta Bisordi, 2017.
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Fotografía frontal de una mujer con el torso desnudo y pintado en la marcha de cierre del 32°
ENM.
Figura 3, 2017, Julieta Bisordi
Fotografía frontal de una mujer con el torso desnudo y pintado en la marcha de cierre del 32°
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Figura 4, 2017, Gisela Sanabria
Fotografía frontal de una mujer con el torso desnudo y pintado en la marcha de cierre del 32°
ENM.
Figura 5, 2017, Julieta Bisordi
Cuerpos disidentes
En la noche del primer día del 32 ENM se realizó una marcha bajo la consigna
“Orgullosamente torta”, convocada por el colectivo feminista chaqueño Horda de Lesbianas, las
manifestantes partieron desde la peatonal del centro de la ciudad de Resistencia hasta la Plaza
Belgrano donde se culminó con un festival artístico. Durante esta manifestación multitudinaria
las disidencias lésbicas dijeron presente en un evento colorido, multitudinario y diverso.
El concepto de orgullo es algo recurrente cuando se habla de sexualidades e
identidades de género, al igual que las mujeres los grupos LGBT+ es considerado una minoría
política, a fines de los años ‘60 y principios de los ‘70, mediante este modelo de práctica
militante lucharon por sus derechos civiles. Se apropiaron de palabras como “gay” y
“lesbianas”, así como también “marica”, “torta”, “loca”, etc., como modos de afirmación y
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contestación pública, reactivando una política de visibilidad (Mabel Bellucci & Flavio Rapisardi,
1999). “Orgullosamente Torta” festejó la sexualidad y reivindicó su identidad mediante una
marcha masiva para visibilizarse y distinguirse entre la multitud del 32 ENM, este mismo
espíritu se mantuvo vivo durante los tres días del encuentro. “Lesbiana Visible”, “Resistencia
Torta”, “Torta Abortera” y “Potencia Tortillera”, son frases escritas en los cuerpos de las
mujeres retratadas, por ejemplo en la Figura 6, para poder identificarse ante las demás, y
nombrarse de la manera en que más se perciben representadas.
« […] Pero ¿qué sucede cuando en el campo de la aparición pública,
muy regulado, no se admite a todas las personas y se imponen
zonas de las que muchos están excluidos o directamente vetados
desde el punto de vista legal? ¿Por qué se regula esta área de
manera que solamente ciertas clases de individuos pueden aparecer
en escena como sujetos reconocidos? De hecho, esta imposición
sobre los modos de aparición funciona como una precondición que
actúa sobre toda persona cuando quiere presentarse en público. »
(Butler, 2017, p.42)
La visibilidad lésbica fue la segunda consigna más vista en las imágenes, después del
reclamo por el aborto legal. En la Figura 7, una mujer con el torso desnudo está parada sobre
algo que le da altura, no se llega a ver en la fotografía qué es, sostiene un cartel que dice en
letras rojas “Dejame besar a mi novia en paz!”. La comunidad LGBT+ vive en muchos casos
una discriminación en el espacio público por exponerse, visibilizarse es hasta ilegal en algunos
países, la protagonista de la Figura 7 busca sobresalir un momento por encima de sus pares
para que su reclamo pueda ser visto también por las personas que están por fuera de la
marcha, en respuesta a los acosos constantes que reciben por expresar su verdadera identidad
política.
La participación de mujeres lesbianas, transexuales, bisexuales, y no binarias, es
relevante en estos encuentros. Recordemos que en los ‘70, las mujeres transexuales, travestis
y transgénero no eran mencionadas ni incluidas, al contrario, eran rechazadas en el
movimiento feminista por ser “biológicamente hombres”, la mayoría de las integrantes
pertenecían a la clase media, media alta, eran blancas y se reconocían como heterosexuales.
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Las marchas del orgullo, por ejemplo, forman parte de las políticas de visibilidad para la
comunidad LGBT+, pero es necesario que estas estrategias de crítica y creación de nuevos
patrones sociales de representación, interpretación y comunicación se amplien tanto dentro
como fuera del movimiento feminista, porque inclusive en la actualidad siguen existiendo este
tipo de discriminaciones desde algunos sectores, particularmente hacia las mujeres trans
(Bellucci & Rapisardi, 1999).
Sobre masculinidades transgénero hay un solo registro, la Figura 8 de Julieta Bisordi,
donde en un plano medio que toma desde la cabeza hasta la cadera, en un torso desnudo se
observan cicatrices de una mastectomía y escrito debajo la frase “Nadie nace cis” escrito, este
cuerpo trans-masculino entre los demás cuerpos cis femeninos, cuestiona a sus compañeras
con esa frase y afirma que nuestro género no siempre responde al sexo con el que nacemos, y
que hay otros más allá de hombre o mujer.
« Las normas de género intervienen todo lo relativo a los modos y
grados en que podemos aparecer en el espacio público, a los modos
y grados en que se establecen las distinciones entre lo público y lo
privado, y a cómo estas diferencias se convierten en un instrumento
de la política sexual. Cuando me pregunto qué personas serán
criminalizadas por el hecho de aparecer en público, lo que quiero
decir es qué personas van a ser tratadas como delincuentes y
presentadas como tales. » (Butler, 2017, p. 41)
Los grupos LGBT+ han sido uno de los primeros en cuestionar las nociones de sexo,
sexualidad y género, reconociéndolos como valores asignados arbitrariamente por la cultura y
la sociedad, basados en relaciones de poder, jerárquicas y desiguales, el movimiento de las
diversidades sexuales elaboró nuevas teorías que contradicen estas estructuras (Linda
McDowell, 1999). “Nadie nace cis” es una de ellas y contradice a aquellas mujeres que
discriminan a las transexuales dentro del feminismo con la acusación de que son
“biológicamente hombres” y por lo tanto no pueden pertenecer al movimiento. Esta fotografía
es la más llamativa dentro de nuestro corpus no sólo porque presenta un cuerpo transmasculino, sino que también demuestra otras maneras de romper con lo público y lo privado,
exhibe en su torso desnudo las cicatrices de su operación de reasignación de género y es un
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testimonio de varones transgéneros en un encuentro que se presenta como exclusivamente de
mujeres, un desnudo diferente a los de las mujeres cis género que venimos observando.
A pesar de que, como mencionamos, la visibilidad lésbica fue una de las consignas
más vistas en nuestro corpus, no es el mismo caso el de los cuerpos trans en relación a las
mujeres cis género, su presencia es evidentemente menor, después de más de 50 años de
lucha siguen siendo una minoría dentro del feminismo, aunque cada año es notable un
incremento en su participación en los ENM.
Fotografía frontal de una mujer con el torso desnudo y pintado en la marcha de cierre del 32°
ENM.
Figura 6, 2017, Julieta Bisordi
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Fotografía frontal de una mujer con el torso desnudo y pintado en la marcha de cierre del 32°
ENM.
Figura 7, 2017, Julieta Bisordi.
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Fotografía de frente de un varón trans con el torso desnudo y pintado en la marcha de cierre
del 32° ENM.
Figura 8, 2017, Julieta Bisordi.
Cierre y conclusiones
Luego de un breve recorrido histórico y teórico podemos observar como los Encuentros
Nacionales de Mujeres y los diferentes espacios que existen y existieron para el crecimiento del
movimiento feminista, generan nuevos paradigmas, perspectivas y saberes. Comparando el
contexto de los inicios de la performance y el feminismo en los años ‘70 con la actualidad
vemos como ambos han crecido y se han reconstruido constantemente trayendo consigo la
conquista del espacio público que nos permite nuevos debates, desarrollo y experimentación
tanto en el ámbito artístico como el político.
Desde la clasificación planteada se observó la modalidad en que arte y política se
entrecruzan con público y privado manifestando la militancia. La conquista del espacio y del
cuerpo se vincula, no solo con aparecer en esos espacios de asambleas, talleres y marchas,
sino también con la acción a través de la performatividad de los cuerpos presentes que inscribe
en el espacio nuevos valores.
El análisis de las fotos seleccionadas, nos permitió observar como la militancia
feminista se erige como un cuerpo masivo y colectivo, marchando, caminando, bailando,
gritando y cantando. Dejando en la última marcha, marcas a su paso, no solo con grafitis y
afiches en las paredes y las calles, sino que principalmente reconstruyendo un nuevo espacio
público. Expusieron desnudas contradiciendo las leyes y los cánones estéticos, sociales y
artísticos, buscando una nueva identidad política desde lo performático.
Muchas de ellas se ausentaron de sus hogares por tres días o más, salieron de esos
lugares privados, todavía relacionados con algunas opresiones y con el trabajo no reconocido
(en todos los casos) para intercambiar saberes, buscar nuevas estrategias de subversión,
conocerse a sí mismas y a otras realidades, y principalmente, dejar de ser idénticas amas de
casa, para ser reconocidas en la escena pública como cuerpos políticos.
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Observamos en el análisis de las imágenes y videos los distintos discursos que se
generan mediante la performatividad del desnudo femenino, en una búsqueda constante por
conquistar ese espacio público que transitan. Ordenarlo a reivindicaciones que se dan en
slogans particulares, segmentados aunque con aires de familia, pero no homogéneos. Para
entender la teoría desarrollada por Taylor y Fuentes que se utilizó como uno de los principales
conceptos rectores del trabajo, es necesario recordar que el surgimiento de las artes
performáticas así como la llamada segunda ola del feminismo, concuerda con el período
histórico posmoderno que, como señala Matei Calinescu (1987) a diferencia de las vanguardias
modernas, no destruye, niega ni rechaza, sino que renueva, innova y reconstruye mediante un
diálogo vivo con el pasado. El posmodernismo, la performance y el feminismo coinciden en
este último punto, dado que indagaron en otros espacios por fuera de lo institucional y de los
ámbitos privados de aceptación, e hicieron pública una nueva perspectiva histórica,
proponiendo nuevas maneras de ver y hacer arte y política. Los Encuentros Nacionales de
Mujeres brindan una agenda cultural para promover artistas feministas del país, show
musicales, cine, talleres artísticos, obras de danza y teatro, circense, varieté, etc., durante los
días en que se desarrolla el evento. Existe un interés por generar y fomentar otras formas de
hacer política.
En el análisis del corpus se pudo observar como el desnudo femenino en el espacio
urbano pone en cuestión las nociones de público y privado y funciona como un mediador entre
el arte y la sociedad, en tanto plantea discusiones puntuales. Siguiendo con el ejemplo de las
primeras performers que han llevado el cuerpo al límite, nos han demostrado que son amplias y
variadas las denuncias y maneras en que pueden comportarse, pensando al arte, no como
mera una herramienta política, sino como una manera de hacerla efectiva, abandonando la
actitud pasiva que observamos en las representaciones clásicas de los artistas masculinos
sobre los desnudos femeninos, y confrontando desde la acción performativa, una mirada desde
dentro del fenómeno por quienes han sido parte y no una ajena a él.
La desnudes del cuerpo de las mujeres en los ENM no deja de ser gozosa, de formar
parte del festejo comunitario, es también recreativa. Posibilita las pocas veces en que algunas
mujeres pueden circular en la calle con los pezones al aire, usufructuando un privilegio
masculino, en un ambiente relativamente protegido y habilitado. Todo esto disrumpe y trae más
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o menos conceptualmente esta disputa a la calle; y lo hace, en la mayoría de las veces, con
algunas expresiones artísticas, con el lenguaje más polifacético y metafórico que se tiene a
mano: el arte. Que no es violencia ni agresión, pero que genera estados de cosas y plantea
escenarios y discusiones, que tendrán su continuación, en las propuestas y luego en las
políticas públicas, instalando de a poco los cambios sobre las posibles nuevas e incipientes
maneras de habitar lo público y lo privado. Pudimos observar recientemente cómo, por
ejemplo, el derecho al aborto legal, seguro y gratuito fue conquistado, en gran parte, por la
incansable lucha feminista en las calles, pero también por una participación activa de las
mujeres tanto fuera como dentro del Congreso de la Nación, sin estos cambios políticos, otra
vez el proyecto sería desaprobado.
Finalmente y como interrogantes que podría propiciar otras investigaciones, nos
preguntamos ¿Sería posible pensar para los espacios institucionales públicos y privados una
perspectiva de género que contemple y respete las diversidades y manifestaciones corporales,
de género y sexualidad?, ¿Serán sólo los encuentros feministas los espacios libres y seguros?,
podemos ver diariamente como atacan y repudian a mujeres y personas LGBT+ en las calles,
¿Cuándo serán realmente parte del espacio de lo de discernible?
Referencias bibliográficas
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Unidos: Instituto Hemisférico de Performance y Política, Tisch School of the Arts, New York
University. Fondo de cultura económica, 1ra. Edición.
Notas
(1)El presente artículo retoma la reflexión iniciada en una tesis de grado de la Licenciatura en
Artes Combinadas de la Facultad de Artes, Diseño y Ciencias de la Cultura de la Universidad
Nacional del Nordeste, Resistencia, Provincia del Chaco, Argentina.
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(2) “[...]Este taller significa para nosotras la posibilidad de seguir construyendo redes […] que
puedan intensificar la tarea que venimos desarrollando muchas mujeres, bisexuales y lesbianas
cis y trans en torno a nuestras gorduras, especialmente en torno a la violencia y discriminación
que vivimos diariamente en el acceso a la salud, el empleo, la vivienda y otros derechos
humanos fundamentales, violencia que experimentamos en la circulación por el espacio y el
uso del transporte público, en las relaciones sexo afectivas y en el territorio sociocultural en el
que nos movemos”
Extracción de la argumentación para la incorporación del taller. Texto
completo disponible en https://www.facebook.com/1057677217701782/photos/queremos-laapertura-del-taller-activismo-gordo-en-el-32-enm-la-gordura-no-es-un/1109752362494267/
(3) El lunes 16 de octubre, cuando finaliza el Encuentro, luego del acto de cierre, un grupo de
personas autodenominadas “autoconvocados” comenzaron a perseguir a las participantes, que
estaban en la Plaza 25 de mayo del centro de la ciudad de Resistencia. Estos grupos extremos
comenzaron a agredir verbal y físicamente a las mujeres que se encontraban esperando sus
autobuses para volver a sus ciudades, aprovechando la desconcentración y la ausencia de los
operativos de seguridad. Estos grupos estaban vinculados a componentes religiosos de
Iglesias Evangélicas locales y fueron convocados a través de las redes sociales. La comisión
organizadora del ENM acudió rápidamente para atender a las víctimas y denunciar lo sucedido.
(5) Las autoras de las fotografías son oriundas de las provincias argentinas de Chaco,
Corrientes y Formosa, y residen en la ciudad de Resistencia, Chaco. Pertenecen a un rango
etario entre los 20 y 30 años, la mayoría de ellas son estudiantes universitarias. Madrassi,
Sanabria, Lavia y Bisordi son fotógrafas profesionales, en tanto Valor pertenecía al equipo
documental de la comisión organizadora del Encuentro junto a Madrassi.
(6)
Es una red de mujeres autoconvocadas que brindan un servicio de información y
acompañamiento para quienes deseen interrumpir su embarazo.
(7) En la República Argentina, la interrupción voluntaria del embarazo es legal hasta la semana
14 de gestación inclusive. La ley 7.610 fue aprobada en la cámara de senadores el 30 de
diciembre de 2020 y promulgada el 14 de enero de 2021, es una norma vigente válida en todo
el territorio argentino desde el 24 de enero del mismo año.
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