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Cuauhtémoc entre la tradición y el progreso

La traza urbana de Cuauhtémoc, Colima es el resultado de la ideología positivista implementada en el Gobierno de Porfirio Díaz, la tradición urbanística de una nación que aún mantenía fuertes lazos con el pasado y las novedades de un siglo XIX. Los componentes fueron; calles rectas, la plaza principal símbolo de una tradición urbana mesoamericana y reproducida en la colonia, medidas basadas en ordenanzas del siglo XVI, amplitud de calles que permitan un importante intercambio comercial, infraestructura para la educación, el ornato y la higienización son elementos que se conjugaron en el último cuarto del siglo XIX para conformar el pueblo de Guatimotzin.

Resumen La traza urbana de Cuauhtémoc, Colima es el resultado de la ideología positivista implementada en el Gobierno de Porfirio Díaz, la tradición urbanística de una nación que aún mantenía fuertes lazos con el pasado y las novedades de un siglo XIX. Los componentes fueron; calles rectas, la plaza principal símbolo de una tradición urbana mesoamericana y reproducida en la colonia, medidas basadas en ordenanzas del siglo XVI, amplitud de calles que permitan un importante intercambio comercial, infraestructura para la educación, el ornato y la higienización son elementos que se conjugaron en el último cuarto del siglo XIX para conformar el pueblo de Guatimotzin. Cuauhtémoc, entre la tradición y el progreso. La investigación es sobre Cuauhtémoc, Colima, la cabecera del municipio del mismo nombre ubicada al norte del estado. La tesis que se busca comprobar es que: los ideales de “orden y progreso” del positivismo, generaron y definieron el desarrollo urbano-arquitectónico de Cuauhtémoc. A principios del primer cuarto del siglo XIX aparece en mapas como Ranchos de San Gerónimo o Congregación de San Gerónimo, ubicado a los costados del Camino Real de Colima o Camino Nacional de Colima (Luna. 2000, p. 31). Dada su ubicación sus residentes provenientes de varios lugares se dedican además de la agricultura y ganadería a prestar servicios a los transeúntes del Camino Nacional (Luna.2000, p.36). En 1879 los habitantes solicitan al gobierno del estado se eleve a pueblo su congregación, atribuyendo la cercanía con la capital del estado, el buen clima y la ubicación sobre el Camino Nacional. (AHEC, Caja 423-A Legajo 34, foja 621) Su solicitud es aprobada por medio del decreto n° 176 en el cual además de dársele el nombre de Guatimotzin al recién decretado pueblo se enlistan nueve artículos relacionados con las funciones de la junta municipal, el fundo legal y la planeación del pueblo. (EC. 1 de Julio de 1879, p. 212) Se menciona que “el fundo legal será de seiscientos metros por cada viento, partiendo del centro del pueblo, frente a la plaza principal del nuevo pueblo se reservara una manzana de solares para el estado, las manzanas serán de cien metros por cada costado y las calles tendrán veinticinco metros de latitud” (EC. 1 de Julio de 1879, p. 212) Las disposiciones anteriores referentes a la planeación del pueblo responden a la tradición urbanística que México había acumulado, por un lado el espacio abierto central y las calles rectas propias de las ciudades mesoamericanas, por otro la reproducción de la ciudad precolombina en el periodo de la colonia, además del reforzamiento mediante documentos escritos como la ordenanza del virrey Mendoza y las ordenanzas de Felipe II. Sin embargo la propuesta urbana de Guatimotzin no solo respondió a tradiciones urbanísticas, también tuvo adecuaciones que respondían al momento que se vivía. Un momento en la historia dominado por el régimen de Porfirio Díaz, cuya ideología adoptada fue el positivismo. En concordancia con el pensamiento positivista se buscó conservar la paz social y lograr el progreso material. Por tal motivo se propuso que las calles tuvieran “veinticinco metros de latitud”, tal amplitud solo comparable con las nuevas y amplias avenidas de la capital del país. Tales medidas eran inusuales para la época y para la región, pues la mayoría de las trazas eran coloniales y estas se caracterizaban por calles estrechas. O por lo menos como se establecía en las ordenanzas de Felipe II “las calles debían ser anchas en lugares fríos y en los calientes angostas” (Altamira citado en Carbó. 2004, p. 19) La junta municipal envió el acta n° 102 al gobierno donde se solicita “reformar la medidas de las calles” (EC. agosto, 29 de 1879, Tomo XIII, Folio 274) La junta municipal aclara que la legislatura supuso que con el tiempo el “incremento de población, la altura de sus edificios, su comercio requerirá calles amplias y ventiladas con suficiente espacio para el tráfico.” (AHEC, Caja 423-A Legajo 34) Para la comisión, Guatimotzin solo será un pueblo de retiro, que no alcanzara a ser centro mercantil, y que los únicos que habitaran el pueblo serán los habitantes de siempre sumándose algunos de la capital y de las cercanías que tendrán sus casas de campo, consideran que pueden tener calles más anchas de lo acostumbrado. Por lo que proponen 20 varas de ancho (16.76 m) que es en promedio el doble de las de la capital del estado. (AHEC, Caja 423-A Legajo 34) Durante el siglo XIX hubo cambios y novedades en diversos aspectos, y en casi todos Guatimotzin se iba poniendo al día, procurando que la población tuviera acceso a todas bondades que el progreso pudiera brindar. Para el gobierno de Díaz era imperante que la población se educara, pues solo de ese modo se podría lograr el progreso. En 1888 se construyó un inmueble dedicada para el uso exclusivo de escuela, hecho raro pues comúnmente se acondicionaban casas habitación. Se improvisó una cárcel y unos tejabanes para que sirvieran de mercado. Guatimotzin tampoco fue ajeno a la moda de sembrar árboles en la plaza principal y colocar faroles de petróleo para iluminar las calles más transitadas o de higienizar mediante entubación de aguas negras, empedrado de calles y la puesta en funcionamiento de un panteón. Uno de los mayores símbolos de modernidad del siglo XIX sin duda fue el ferrocarril, bandera que tomo Porfirio Díaz para lograr la comunicación con todo el país y principalmente el movimiento de mercancías. Por más de treinta años se anunció varias veces la construcción del ferrocarril, durante esos años la sociedad colimense no perdió la esperanza de alcanzar el progreso. Los primeros intentos para que el tren llegara a Colima “venían incluso desde 1872”. (Romero. 2010, p. 133) Para 1878 Isaac Banda representante del Gobierno de Colima y la Secretaria de Fomento firmaron un contrato para construir un ferrocarril entre el Puerto de Manzanillo y la Barranca de Tonila. (AGN. Comunicaciones y obras públicas. Caja 236 N° de volúmenes 5 Años: 1875-1876 Serie SCOP Fiscal DGC Colima) Con esta ruta, se garantizaba que la población de Guatimotzin se beneficiaría. Sin embargo en 1889 se abandonaron los planes de esta ruta. Guatimotzin había sido beneficiado económicamente por su ubicación sobre el Camino Real, pero en el tema ferroviario quedaría fuera. Durante todo el siglo XIX el Camino Nacional de Colima no perdió importancia pues la vía del ferrocarril se concluyó a principios del siglo XX. Bibliografía. Beuchot, M. (2008). Filosofía mexicana del siglo XX. México, D.F: Torres asociados. Beuchot, M. (s.f.). La filosofía en México en el siglo XIX. Obtenido de http://www.google.com.mx/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&frm=1&source=web&cd=1&ved=0CCsQFjAA&url=http%3A%2F%2Fwww.journals.unam.mx%2Findex.php%2Facel%2Farticle%2Fdownload%2F31724%2F29322&ei=PUGQUruCJOnC2gXO-IG4BQ&usg=AFQjCNFnIf3Mf62figtnKyIN7FotHN06ZA&bvm=bv.569 Braford, B. E. (1979). La miseria del Progreso. California. E.U: EUPAN. Chanfón, O. C. (1998). Historia de la arquitectura y el urbanismo mexicanos. Volumen III El México independiente Tomo II Afirmación del nacionalismo y la modernidad. México, D.F.: UNAM Fondo de cultura económica. Jiménez, H. 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