Carolina Lema
como irmes anclajes de las memorias, evidencia
Waterscapes / Paisajes de Agua / J. Hernández & E. Cofré / 2013
E. Cofré / 2009
Guafo
La isla de los colmillos
Guafo -
Ando recopilando relatos antiguos / Ñimituyuwün kuiike nütxam lof
La isla de los colmillos
Máil. Retratos de la memoria. / Mª Inés Gutiérrez / 2013
Carolina Lema
Compilador
Guafo
La isla de los colmillos
Carolina Lema
Compilador
CRÉDITOS
Dirección Editorial: Jaime Hernández Ojeda
Coordinación y 1ª edición de obra: Carolina Lema
Diseño Editorial: Daniela Díaz Gallardo
Fotografías: Carlos Johnson Veillon, Iñaki Moulian Jara
Textos: Carolina Lema, Iñaki Moulian Jara, Héctor Pavés Hernández y
Francisco J. Muñoz Sanhueza.
Editado por: www.artesonoroaustral.com
1ª edición 2016
Impreso en Chile / Printed in Chile
ISBN:
RPI:
Proyecto FONDART Nº 90396
Financiado por:
Proyecto inanciado por el Fondo Nacional de la Cultura y las Artes Regional,
convocatoria 2015, del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
2
3
ÍNDICE
Presentación
06
Los autores
09
De mares a bosques, patrimonio natural de isla Guafo
12
Héctor Pavés Hernández / Francisco J. Muñoz Sanhueza/ Carolina Lema
Historias y paisajes de isla Guafo
38
Carolina Lema
Saberes y memorias locales
52
Iñaki Moulian Jara
El devenir de Guafo
80
Carolina Lema
4
Bibliografía
88
Agradecimientos
91
Descripción del contenido del DVD
92
5
PRESENTACIÓN
En noviembre de 2013 se puso en contacto con nosotros
Héctor Pavés Hernández, estaba preocupado… Nuevamente
se escuchaban rumores sobre la puesta en marcha de una
explotación minera carbonífera en isla Guafo.
Héctor es un biólogo marino que hace más de una
década dedica su tiempo y esfuerzos a estudiar y proteger
a los lobos marinos, en especial al lobo ino austral que
habita isla Guafo. Durante todo este tiempo recorrió la
isla, conoció sus especies animales y vegetales, colaboró
con múltiples investigaciones, por lo que poco a poco
fue apreciando el complejo ecosistema de bosque y mar
que hace de Guafo un lugar único y especial. De allí su
fundada y honda preocupación ante la perspectiva de las
consecuencias que una explotación minera podía causar en
la isla; tala, deforestación, contaminación de ríos y costas.
El ecosistema en conjunto sufriría el impacto: ¿qué pasaría
entonces con los lobos, nutrias, fardelas y pingüinos que
durante tanto tiempo los biólogos habían estudiado? ¿qué
pasaría con esos bosques profundos que aún resistían el
paso de los siglos? ¿con los pescadores y buzos que año
tras año encontraban en isla Guafo los recursos para su
6
economía familiar? ¡Algo debía hacerse! No en contra de
un proyecto en particular, sino a favor de isla Guafo. Hacer
algo por su belleza, por su constancia, por su gente y sus
memorias. Así fue como Héctor nos invitó a acompañarlo en
sus viajes. Así surgió este trabajo, resultado de las estancias
que a partir de entonces realizamos anualmente, y que ahora
compartimos con ustedes.
En este libro presentamos información sucinta acerca
del patrimonio natural y cultural de isla Guafo, ilustrada
por el trabajo fotográico realizado por Iñaki Moulian Jara y
Carlos Johnson Veillon. Además, a la contratapa se adjunta
un DVD con la serie de micro-documentales “Waufün
colmillos”, realizado gracias al inanciamiento de la Dirección
de Extensión y Vinculación con el Medio de la Universidad
Austral de Chile.
Decidimos llamar a este libro “Guafo, la isla de los
colmillos” para no dejar fuera de esta historia la memoria
de aquellos de los que hoy menos sabemos, su historia prehispánica ¿De dónde proviene pues el nombre Guafo? Esta
es una pregunta que tal vez no alcance nunca una respuesta
“Huayun o Wafun,
que referiría a colmillo”
certera dado que el conocimiento e interpretación de los
signiicados de los topónimos está fuertemente ligado a la
comprensión de las lenguas indígenas. En el caso particular
de Guafo, los investigadores se encuentran frente a un
problema complejo que ha sido abundantemente discutido:
la posibilidad de reconocer un idioma/dialecto “Chono”.
Actualmente el origen más aceptado del término, indicaría
que proviene de una variación del mapudungun williche:
huayun o wafun, que referiría a colmillos. Latorre (1998),
ilólogo de la Universidad Austral de Chile, lo consideró
como un claro ejemplo de imposición de voces nativas,
en este caso una castellanización del complejo sustrato
lingüístico mapuche-williche regional. De acuerdo con él,
podríamos considerar que la designación de la isla como
Guafo responde a un conocimiento local del espacio, que
se construye y difunde entre exploradores coloniales y
actividades misionales a partir de sus guías o informantes
indígenas, prevaleciendo en este caso el conocimiento local
sobre el proyecto colonial español que intentó inicialmente
renombrar la isla de acuerdo al calendario católico español.
Wafun, ese nombre ancestral que sobrevivió a la conquista
y pervive hoy castellanizado, vincula este trabajo con sus
7
historia más profunda y menos conocida, pero que no
quisimos quedara ausente; la profunda existencia histórica
de sus habitantes originarios.
Carolina Lema
Iñaki Moulian Jara
Valdivia, septiembre de 2015.
8
SOBRE LOS AUTORES
Carolina Lema. Antropóloga con formación en
arqueología, Dra. en Ciencias Humanas.
Mi interés, a diferencia de otros arqueólogos, no ha estado
puesto en descubrir el pasado más remoto de las poblaciones
americanas, sino más bien en aquellos momentos más
cercanos. El pasado que se mezcla con nuestras historias;
del país, de las ciudades y los pueblos que habitamos cada
día y que hace a las historias compartidas, que aún perviven
en las memorias, familiares y cercanas.
Iñaki Moulian Jara. Historiador y documentalista, Ma.
en Historia y Dr. (c) en Antropología. Trabajo en la oicina
de Educación Patrimonial de la Dirección Museológica,
Universidad Austral de Chile.
Me interesa poder escuchar las historias y registrar
las prácticas sociales porque entiendo son parte del
patrimonio cultural. Estoy seguro que las memorias
individuales y colectivas nos entregan datos muy interesantes
para comprender la historia y los imaginarios sociales
contemporáneos. Creo que los procesos históricos no
son simplemente una construcción hecha por líderes sino
más bien la suma de movimientos colectivos, de fuerzas y
emociones socializadas. Así, mientras eso pasa, yo observo
con la cámara, en este contexto, un ojo atento que ve
movimientos, escucha las palabras y captura las emociones
que construyen la historia.
Héctor Pavés Hernández. Biólogo marino, Dr. en
Ciencias mención Sistemática y Ecología, observador
cientíico internacional y especialista en estudios sobre
biología y conservación de mamíferos marinos.
Trabajo en el Departamento de Ciencias Básicas de la
Universidad Santo Tomás, sede Osorno. Me he dedicado
a estudiar los mamíferos marinos, su ecología, problemas y
amenazas. En este camino he visto que no sólo estas especies
están bajo riesgo sino también otros animales y plantas,
otros ambientes y ecosistemas. Es por eso que he tenido
la necesidad de transmitir mi deseo de conservación entre
colegas y amigos, para que uniendo múltiples esfuerzos
podamos acercar lo desconocido, lo poco valorado, lo
poco amado a la comunidad, a in de fomentar un cambio
valórico que ayude a mejorar la relación que tiene nuestra
sociedad con su entorno, su naturaleza, su cultura… en
síntesis, con su vida.
Francisco J. Muñoz Sanhueza. Médico Veterinario de
la Universidad Austral de Chile.
Me he dedicado al trabajo con fauna silvestre desarrollando
proyectos de investigación de mamíferos marinos. Para mí,
observar los animales en su entorno natural es algo increíble;
9
y poder fotograiarlos, un privilegio.
10
N
Chile
MAPA
Puerto Montt
Ancud
3
4
2
1
Castro
8
5
Argentina
Isla Guafo
Quellón
6
7
1
2
3
4
5
6
7
8
Punta Weather
Caleta Rica
Punta Norte
Caleta Arrayán
Caleta Samuel
Punta Caleta
Punta Sur
Caleta D
Isla Guafo
Isla Guafo se ubica sobre la costa pacíica de la Patagonia Septentrional. Exactamente
o
a los 43Isla
61’ S;
74o75’ se
W, ubica
a 120 km
del la
continente
y 40 km
TieneSeptentrional.
una supericieExactamente a
Guafo
sobre
costa pacíica
dede
la Chiloé.
Patagonia
total estimada de 213.7 km2 con 71.6 km de línea costera.
los 43º61’ S; 74º75’ W, a 120 km del continente y 40 km de Chiloé. Tiene una supericie total
estimada de
km2
con 71.6 km de línea
costera.
Actualmente
integra jurisdiccionalmente
Actualmente
se213.7
integra
jurisdiccionalmente
a la
comuna
de Quellón,seProvincia
de
a la comuna
Quellón,
sobre el límite sur de la Región de Los Lagos.
Chiloé,
sobre el de
límite
sur deProvincia
la Regiónde
deChiloé,
Los Lagos.
11
DE MARES A BOSQUES,
PATRIMONIO NATURAL
DE ISLA GUAFO
Héctor Pavés Hernández /
Francisco J. Muñoz Sanhueza /
Carolina Lema
12
13
DE MARES A BOSQUES, PATRIMONIO NATURAL DE ISLA GUAFO
Isla Guafo puede considerarse como un segmento
emergido de la plataforma continental, y al igual que la
Isla Grande de Chiloé, forma parte del sistema Cordillera
de la Costa (Melnik y otros, 2009). Por ello, presenta una
serie de cordones montañosos que llegan a alcanzar, en su
breve espacio, alturas de hasta 306 msnm (metros sobre
el nivel del mar).
Esas montañas, que descienden abruptamente hacia
el Océano Pacíico, han sido históricamente azotadas por
temporales y marejadas, las que a lo largo de las eras han
conigurado una impresionante y sobrecogedora topografía
de abruptos acantilados, largas plataformas, gigantescas
cuevas e islotes semi sumergidos.
El origen sedimentario de la isla, constituida por una masa
de arcilla o fango endurecido, es claramente observable en
los sectores expuestos por las mareas. En estas plataformas
costeras, un estudio paleontológico reconoció un total de 34
especies de fósiles, identiicando incluso 11 especies nuevas,
la mayoría de las cuales todavía se conocen solamente en
esta isla (Frassinetti, 1997). Entre los fósiles observables
destacan restos de ballenas y otros vertebrados marinos.
14
Vértebra fosilizada de ballena, isla Guafo.
Se estima que su antigüedad ronda los 5 millones de años
(Melnik y otros, 2009).
Los estudios paleontológicos indican también que esta
isla no fue afectada por el Último Máximo Glacial, lo cual
representa un hecho muy importante desde la perspectiva
histórica de los bosques templados, pues al no quedar
cubierta por el manto helado, podría haber actuado como
15
un refugio ecológico para plantas y animales de reducida
capacidad de desplazamiento.
Un dato poco conocido de isla Guafo, es que fue visitada
por Charles Darwin. Cuando en 1834 el HMS Beagle recorrió
explorando las costas de Chile, sus tripulantes hicieron
una breve escala en Guafo. Darwin descendió a observar
sus fósiles costeros e incluso recolectó muestras de éstos,
realizando luego una serie de dibujos y anotaciones que dio
a conocer en su obra “Geological Observations on South
America” publicada en 1846.
Allí destacó, la gran cantidad de Turritella chilensis que
observó en Guafo bosquejándolas con gran precisión.
Estos apuntes darwinianos nos permiten sugerir hoy que su
exploración reiere particularmente a caleta Samuel, donde
Turritella chilensis - Dibujos de las muestras recolectadas
en isla Guafo que acompañan el texto de Darwin.
16
17
18
los fósiles mencionados en su libro son muy abundantes y
visibles en las rocas del litoral costero.
Sobre la formación sedimentaria que constituye el núcleo
de la isla, se asienta una capa de tierra fértil que alcanza
hasta 1,5 m de espesor en algunas zonas, la cual permitió
el crecimiento de una densa cobertura vegetal, cuyas
abigarradas copas enfrentadas a los vientos oceánicos
conforman desde la distancia un alfombrado parche de
verdes matices.
Con temperaturas que varían entre una mínima y máxima
promedio de 6 a 12 Cº y precipitaciones de 1.670 mm
anuales, Guafo se caracteriza por sus exuberantes bosques
del tipo Selva Valdiviana. Entre las especies de árboles
observados se distinguen1:
Arrayán (Luma apiculata).
Arrayán Macho (Rhaphithamnus spinosus).
Coigüe (Nothofagus dombeyi).
Luma (Amomyrtus luma).
Notro (Embothrium coccineum).
Olivillo (Aextoxicom punctatum).
Pitra (Myrceugenia exsucca).
Tepa (Laureliopsis philippiana).
Tineo (Weinmannia trichosperma).
1 - Nomenclatura según (Hoffmann, 1998).
19
Debajo de ese manto protector se resguarda una serie de
especies arbustivas cuyas lores llenan de color el bosque,
entre los que destacan bellos coicopihues y gigantescos
chilcos con lores rosadas y blancas. Más abajo aún, se
despliega un mundo de enormes nalcas y exuberantes
helechos, así como una vasta variedad de hongos y líquenes
de diversos tamaños y colores. Importantes en la isla son
los musgos que, gracias a sus características morfológicas,
permiten retener importantes cantidades de agua de lluvia
y evitan la degradación del suelo.
Este intrincado sistema vegetal crea el refugio necesario
para un mundo interior de hongos, insectos, pequeñas
aves y anibios.
Típicas habitantes del suelo boscoso son las diversas
ranitas que pueden encontrarse entre la hojarasca húmeda,
entre las ramas o bien bajo troncos en descomposición. La
rana de hojarasca austral (Eupsophus calcaratus) es una de
las más comunes y se distribuye desde la Región de Los Ríos
a Aysén. Es de tamaño medio (31–36 mm de longitud), de
coloración variable, que habitualmente presenta un fondo
claro con manchas oscuras irregulares y sobre la cabeza una
mancha característica en forma de reloj de arena. En tanto
20 Rana de hojarasca austral (Eupsophus calcaratus).
Esa misma combinación de bosque y mar sirve de hogar
y refugio a una gran cantidad de aves, tanto marinas como
terrestres. Hasta el momento los biólogos han podido
registrar 33 especies de aves marinas oceánicas y costeras,
9 especies de aves litorales y 39 de ambientes ribereños
y boscosos.
Rayadito (Aphrastura spinicauda) Bulliciosa ave del
bosque, que se caracteriza por su cola que aparenta terminar
en ‘espinas’.
Colilarga (Sylviorthorhynchus desmursii) Puede observarse
entre los densos matorrales, se caracteriza por su larga cola,
conformada sólo por 6 plumas inas.
Rayadito (Aphrastura spinicauda).
Una de las especies migratorias más abundantes en la isla
lo constituye la fardela negra - Ardenna griseus -, pues en
Guafo está presente una de las colonias reproductivas más
grandes del mundo. Construye sus nidos bajo los árboles,
formando cuevas bien protegidas en las laderas y cerros
elevados cercanos al mar. Al atardecer puede observarse
las inmensas bandadas que sobrevuelan las costas buscando
alimento para las crías que aguardan en sus nidos.
21
Colilarga (Sylviorthorhynchus desmursii).
22
Fardela negra (Ardenna griseus).
23
Golondrina chilena o patagónica (Tachycineta
meyeni). Adulto alimentando a su polluelo
24
con larvas de las marismas de caleta Rica.
Gaviota austral (Leucophaeus scoresbii) Es una gaviota
poco común, observada únicamente en el extremo sur
de Chile. Generalmente se congrega junto a colonias de
mamíferos marinos, en este caso vinculada a las loberías
de punta Weather. Se alimenta de moluscos en las costas
fangosas o arenosas, o de carroña en las loberías.
Pilpilén negro (Haematopus ater) Característico de las
costas rocosas, pues se alimenta principalmente de moluscos
como choritos, caracoles y lapas, además de equinodermos
como los erizos de mar. En este caso se encuentra a la vera
del río de caleta Rica. Se registra desde la costa del Perú
hasta el Cabo de Hornos.
Gaviota austral (Leucophaeus scoresbii).
Quetru no-volador (Tachyeres pteneres) Es el más grande
y pesado de los patos chilenos y, como su nombre lo indica,
no puede volar. Característico de las costas e islotes del sur,
se alimenta de moluscos, crustáceos y peces. En la imagen
observamos una hembra con uno de sus polluelos en el
sector de muelle del faro, en punta Weather.
Pingüino de Magallanes (Spheniscus magellanicus) Es
una de las dos especies de pingüinos que vive en las costas
de Chile. La especie se distribuye desde Aconcagua a
Magallanes. Se caracteriza porque en la zona pectoral se
observan dos bandas de color negro, mientras el resto del
Pilpilén negro (Haematopus ater).
25
26
Quetru no-volador (Tachyeres pteneres).
Pingüino de Magallanes (Spheniscus magellanicus).
27
vientre es blanco. En Guafo es posible identiicar varias
colonias: punta Sur, caleta Toro, caleta Rica y punta Norte.
Cormorán de las rocas (Phalacrocorax magellanicus)
Forma colonias de cría en las rocas de los acantilados rocosos
en Punta Norte, donde arma sus nidos con algas y guano,
dándole forma de taza. Se alimenta de pequeños peces,
crustáceos, y en menor medida, de cefalópodos (pulpos).
28
Cormorán de las rocas (Phalacrocorax magellanicus).
El mar circundante a Guafo, sus costas rocosas y sus
praderas marinas, están pobladas de una rica vida propia:
erizos, caracoles, lapas, chitones, locos, estrellas de mar,
anémonas, corales de aguas frías, jaibas, pulpos y multiplicidad
de pequeños peces que son visibles durante la baja marea.
Todos ellos hacen que el área en su conjunto se presente
como hábitat de importancia para predadores marinos como
la estrella común clara rayada (Stichaster striatus) y la gran
estrella espinosa (Meyenaster gelatinosus), ambas fácilmente
visibles en las costas de punta Weather y punta Norte. Así
se evidencia que no solo el bosque templado presenta
una rica diversidad que mantiene un intrincado ecosistema
sino también las costas rocosas de isla Guafo, que albergan
una variedad de especies de algas marinas, la que a su vez
mantiene a los herbívoros (caracoles, chitones), carnívoros
(locos, estrellas de mar, peces y pulpos) y descomponedores
marinos (crustáceos).
los ojos son de color negro, con la porción superior del iris
dorado y la pupila horizontal.
Esta diversidad y riqueza de recursos marinos fue también
históricamente explotada a lo largo de los siglos por las
poblaciones locales a través del marisqueo, la pesca y el
buceo.
Estrella común clara rayada
(Stichaster striatus).
29
Por otro lado, la presencia de éstas y otras especies, como
el langostino de los canales, permite a su vez que una serie
de especies marinas migratorias y residentes ocupen estas
áreas para alimentarse y aprovechar así los recursos del sector.
Esto convierte a la isla Guafo en un sitio de importancia
para la biodiversidad de la zona costera, destacándose
el sector por ser una importante área de observación de:
ballena azul (Balaenoptera musculus); ballena jorobada
(Megaptera novaeangliae); ballena franca austral (Eubalaena
australis); ballena de aleta (Balaenoptera physalus) y para
otros mamíferos marinos que la visitan ocasionalmente
como el delfín nariz de botella (Tursiops truncatus); delfín
austral (Lagenorhynchus australis) y orca (Orcinus orca). La
presencia de éstas últimas se está produciendo de manera
más habitual al inicio de las temporadas estivales. Es así
como su observación ha ido aumentando en los últimos
años, desde 3 ejemplares vistos en 2012; a 7, vistos en 2014.
Según las observaciones preliminares, las orcas estarían aquí
alimentándose de lobos inos australes.
Isla Guafo es hogar de múltiples colonias de mamíferos
marinos costeros, principalmente concentradas sobre la
mitad oriental de la isla, donde la actividad humana es más
restringida: lobo marino común (Otaria lavescens); lobo
ino austral (Arctocephalus australis) y chungungo o nutria
de mar (Lontra felina) son las especies que aprovechan esta
30
relativa tranquilidad. Algunos ejemplares de esta última
especie también han sido observados en el sector de caleta
Arrayán, al norte de la isla. Este es un hecho destacable,
ya que el chungungo está categorizado actualmente como
una especie ‘vulnerable’, tanto a nivel nacional como
internacional, lo que motiva fuertes medidas de protección
para la especie en sí y el lugar donde habita.
Lobo marino común o león marino sudamericano (Otaria
lavescens). Es la especie de mamífero marino más común
en las costas de Chile, observándoseles cerca de muelles y
puertos. Se le llama león marino debido a que los machos
presentan una melena muy marcada y de color amarillento,
semejante a la de un león africano. Su hocico es corto y
ancho. Su pelaje tiene coloración variada desde pardo oscuro
a amarillo pálido en adultos, pero los cachorros, hasta el
tercer mes de vida, tienen pelaje negro. Poseen una sola
capa de pelo y una importante capa de grasa subcutánea.
Las hembras pueden medir hasta 2 m; y los machos, 3 m.
Se alimenta de peces, pulpos, calamares y ocasionalmente
aves (pingüinos y otras), además de crustáceos. Se distribuye
en las costas de América del Sur hasta las islas Malvinas. Las
hembras tienen una cría anual, siendo amamantadas durante
8 a 12 meses. En isla Guafo existen cuatro apostaderos de
descanso, más conocidos como “paraderos”, ubicados en
Punta Weather, caleta Toro, puerto Laguna y punta Norte.
Lobo ino austral o lobo ino sudamericano (Arctocephalus australis).
31
Elefante marino del sur
(Mirounga leonina).
32
Lobo ino austral o lobo ino sudamericano (Arctocephalus australis).
La principal área reproductiva o “paridero” se encuentra en
Punta Sur, donde se congregan más de 5.000 ejemplares.
Por lo general, tanto al paridero como a los paraderos de
lobos marinos, se les denomina típicamente “loberías” o
“loberas”.
El Lobo fino austral o lobo fino sudamericano
(Arctocephalus australis). Su nombre se debe a la forma
de su hocico, que es similar a la de un lobo. Tiene pelaje
suave, conformado por dos tipos de pelos: una capa interior,
constituida por pelos inos y cortos distribuidos en forma
compacta y suaves al tacto; y otra capa externa, de pelos
gruesos, cerdosos, largos y bicolores. La coloración varía
desde gris, pardo oscuro a amarillo pálido en adultos, aunque
al nacer y hasta el tercer mes de vida, los cachorros tienen
pelaje negro. Las hembras pueden medir hasta 1.4 m y
los amchos 2 m. Se alimenta de peces, pulpos, calamares
y langostinos de los canales. Es la segunda especie de
mamífero marino más común en las costas de Chile, aunque
sólo se le observa en el extremo sur del país, siendo la
colonia de Guafo una de las más importantes de Chile.
Sus agrupaciones reproductivas se encuentran en el litoral
rocoso, en roqueríos abruptos, plataformas y sectores de
difícil acceso para el ser humano. Se reproducen en verano,
cuando las hembras se congregan en torno a un macho
adulto territorial. Las hembras paren una cría anual entre
noviembre y diciembre de cada año. Un macho puede
congregar entre 4 a 10 hembras.
Elefante marino del sur (Mirounga leonina). Es la especie
de mamífero marino cuadrúpedo más grande de Chile. Los
machos llegan a medir hasta casi 6 m de largo. A esta foca se
le llama “elefante” debido a que en los machos adultos se
observa una prominente nariz en forma de trompa. Presentan
una piel gruesa y de tonalidad rojiza, de apariencia rugosa
en los lados y en la parte inferior del cuello. Su hocico es
corto y romo. Su pelaje es corto, de color marrón, negro,
gris o plata, dependiendo de la edad del animal y época del
año. Se alimenta de peces y calamares. Se reproducen una
vez al año, teniendo una sola cría. En Chile, las agrupaciones
reproductivas se encuentran en la Antártica y Tierra del
Fuego, pero es posible observar ejemplares juveniles en
periodo de muda de piel, como en la foto, en distintas partes
de Chile, incluyendo isla Guafo. Éstos no pueden doblar
sus patas traseras bajo su cuerpo y sus patas delanteras
son cortas, lo que impide que puedan trotar o correr, por
lo que para desplazarse, realizan movimientos ondulatorios
del cuerpo, es decir, reptan.
Toda la rica biodiversidad que alberga isla Guafo está
siendo sometida constantemente a algún tipo de amenaza
que puede afectar su permanencia, y con ello, la estabilidad
33
de sus ecosistemas. Por ello, son múltiples los peligros
que enfrenta la conservación del patrimonio natural de isla
Guafo. En el plano de su biodiversidad, la introducción de
especies asociadas a los asentamientos humanos, es decir,
introducción de especies exóticas a estos ecosistemas, es
considerada la principal causa de problemas. Las ratas,
ratones, guarenes, gatos y ganado originan daños y grandes
riesgos para las demás poblaciones insulares debido a que
transmiten enfermedades, depredan a las especies nativas,
o bien, compiten por el alimento y refugio que ofrece la
isla. En los sitios de reproducción de aves y lobos marinos
que existen en Guafo, se registra una población variable
de especies invasoras (ratas, ratones) que atacan a nidos,
huevos, polluelos, crías y adultos en busca de alimento. Sin
embargo, las heces, orina y mordeduras de estos invasores,
también fomentan la transmisión de enfermedades para las
cuales las especies locales no están adaptadas, y por tanto,
pueden ser causantes de disminución de sus poblaciones
o la aparición de una epidemia.
Otras amenazas que se ciernen sobre el patrimonio
natural de la isla están vinculadas a la sobreexplotación
de sus recursos. Algunas especies, antaño desprotegidas,
fueron fuertemente afectadas por esto: ejemplo de ello lo
constituyen la explotación ballenera y lobera que existió en
la zona a inicios del siglo XX. Sin embargo, las acciones de
34
protección aplicadas luego por las autoridades nacionales
en el marco de los convenios internacionales, han permitido
limitar, controlar y eliminar la captura de estas especies,
promoviendo actualmente una protección total. Esta situación
ha sido fomentada gracias a la creciente preocupación de la
sociedad por la naturaleza, buscando velar por su protección
y conservación.
Pese a que la consciencia y el cuidado ambiental van
en crecimiento, existen algunas especies que aún siguen
desprotegidas, ya sea porque no son suficientemente
carismáticas para nuestra sociedad, o bien, porque no se
regula su captura al no tener importancia comercial. Todo
ello las afecta negativamente ya que su existencia no es
debidamente apreciada, y por tanto, su situación poblacional
va en desmedro. Estas especies “sin importancia para
la sociedad”, se transforman en organismos invisibles, y
por lo tanto desechables cuando se requiere intervenir el
territorio y sus recursos en nombre del crecimiento, progreso
o desarrollo. Sin embargo, cada una de estas especies de
plantas y animales que habitan la isla tiene un rol que no
logramos observar a simple vista y en toda su magnitud, pero
que sin duda es de gran importancia, y permite mantener
el funcionamiento de este ecosistema insular único.
En la actualidad, la mayor amenaza al ecosistema de
Guafo en su conjunto proviene directamente de proyectos
de explotación minera y forestal que podrían borrar de un
plumazo el complejo ecosistema forjado durante millones
de años, y junto con él, la rica diversidad biológica y cultural
que sostiene. Por ello, isla Guafo y sus aguas adyacentes
debieran ser protegidas para mantener su rica biodiversidad
y con ello los servicios ecosistémicos que nos entrega y
que probablemente entregará a la futuras generaciones
si tomamos en el presente, las medidas de protección y
conservación necesarias.
Quetru no-volador (Tachyeres pteneres).
35
36
37
HISTORIAS Y PAISAJES
DE ISLA GUAFO
Carolina Lema
38
39
HISTORIAS Y PAISAJES DE ISLA GUAFO
No sabemos exactamente cuándo ni cómo las poblaciones
humanas comenzaron a hacer uso de la isla Guafo y sus
recursos. Sin embargo, sí disponemos de información
actualizada acerca de la posible antigüedad de las
ocupaciones humanas en islas cercanas. En el caso de Chiloé
y las Guaitecas, los estudios indican que fueron ocupadas
por poblaciones de cazadores-recolectores costeras desde
hace un poco más de 5.000 años AP2 (Lira y Legoupil, 2014).
En isla Guafo, el registro más antiguo de posible ocupación
humana proviene de un hallazgo ocasional realizado por un
grupo de geólogos que dieron con un potencial conchal
en caleta Rica. Un conchal es una acumulación de restos de
conchas de especies comestibles resultado del uso intensivo
y repetido de un área de descarte. Ante la identiicación
de un posible sitio arqueológico, los geólogos tomaron
muestras que posteriormente dataron por el método de
Carbono 14 (C14), con un fechado estimado de 3.300 años
AP (Melnik y otros, 2009). Sería este el dato más temprano
de ocupación en Guafo, aunque debieran realizarse estudios
arqueológicos especíicos para conirmarlo. Si posteriores
investigaciones lo confirmaran, tendríamos evidencias
2 - Antes del Presente.
40
también en isla Guafo de presencia humana desde el período
de cazadores-recolectores.
El registro histórico
Los viajes de exploración iniciados en los albores de
la colonización española de América, tales como el de
Francisco de Ulloa (1553-1554) y el de Juan Ladrillero
(1557-1558), dieron cuenta y registro de la abundancia
de islas y archipiélagos del extremo sur, entre ellas Guafo.
Si bien existen algunas dudas entre los especialistas, nos
inclinamos a pensar que la siguiente descripción, podría ser
la primera referencia escrita acerca de la isla, que con afán
conquistador, nombran como ‘San Martín’.
“El miércoles 21 de setiembre [de 1558] salimos de
las bayas de Jhus é fuimos la buelta del nornordeste
é surgimos en una Isla en la cual hallamos un bohio é
chacarras viejas de papas é de aqui salimos por entre
islas grandes en cuyo paraje cesa asi toda la costa é
fuimos asurgir entre ellos en un puerto que está en
44 grados que está al nornorueste de la isla de San
Martin é pusimosle nombre Puerto de San Mateo que
está la isla de San Martin en 43 grados.
Detalle del mapa de Alonso de Ovalle
"Carta de la Costa de Chili del 41º a 46"
de 1644 (Guarda y Moreno 2008:56).
Desde el puerto de San Mateo á la punta de Sta.
Clara [Quilan] va la rota al Norte é hay trece leguas,
hacese en medio un golfo de 5 leguas de boca el
cual entra la vuelta del leste 15 leguas hasta que
llega á un balcon agudo pusímosle nombre golfo de
San Martin porque es esta hoeste con la Isla de San
Martin cinco leguas” (Cortés de Hojeda 1879: 513).
Los posteriores planes colonizadores de la región se
concretaron a partir de 1567 con la fundación de San Antonio
de Castro en la isla de Chiloé, concentrándose luego en
explorar y reconocer desde allí la multitud de islas y canales
interiores de los archipiélagos cercanos. En tanto que las
costas del mar del sur quedaron en un segundo plano, dada
su peligrosidad para la navegación.
El primer mapa del tiempo de la colonia que identiica
Guafo por su nombre es el de Ovalle (1644), donde se
dibuja la isla y se la llama ‘Huaf’.
A partir de ese momento, Guafo y Guamblin (ubicada
más al sur), comienzan a ser representadas de forma casi
constante en los mapas coloniales (Lema y Moulian, 2015),
pues en las largas travesías oceánicas, fueron puntos de
referencia para la navegación y posibles refugios, con
alimento, madera y agua dulce siempre disponibles.
41
Una vez descubiertos los pasos australes del Cabo
de Hornos y el Estrecho de Le Maire a ines del s. XVI y
comienzos del s. XVII, comienzan a llegar a estas regiones,
uno tras otro, corsarios ingleses y holandeses en busca de las
riquezas de la Corona Española. Defender sus territorios de
ellos se convirtió a partir de entonces en una preocupación
constante para la administración colonial, sobre todo después
de las noticias de que los holandeses trataran de formar
un asentamiento permanente en Valdivia hacia 1643.
Sin embargo, la protección de las rutas australes, resultó
particularmente difícil, como lo ejempliica la tragedia de
La Galizabra.
La Galizabra era una nave a vela que envió la Armada
Real para reforzar las fortiicaciones de Chiloé. Zarpó de
Concepción el 14 de Junio de 1602. Por lo avanzado del
invierno las condiciones de navegación eran muy malas,
especialmente para una nave a vela, por lo que un temporal
de viento norte la arrastró hacia el sur, hasta hacerla chocar y
embarrancar sobre la costa norte de la isla Guafo la noche del
22 de junio. El barco se destruyó por completo, perdiéndose
casi toda su carga, que incluía armas y cañones, pereciendo
en el acto 36 de los 56 viajeros. Los que lograron sobrevivir,
lo hicieron gracias a la ayuda prestada por indígenas de la
zona, que dieron aviso de lo ocurrido a las autoridades en
Castro, quienes desde allí organizaron su rescate.
42
Ese naufragio, doloroso para la Armada Real, fue el
primero que ha entrado en los registros, aunque otros
pueden haber ocurrido sin supervivientes que pudieran
narrar los hechos. Bascuñan, Eicholz y Hartwig en su libro
“Naufragios en el Océano Pacíico Sur” dan cuenta de
otros naufragios posteriores en la zona de isla Guafo, no
menos trágicos:
1853 La barca Marie Jusrie de Liverpool naufraga el 23
de junio. Se sospecha que puede haber sucedido en las
cercanías de Guafo. Sin sobrevivientes.
1891 La barca Teresa Garnham colisiona el 20 de febrero
con los roqueríos al norte de isla Guafo. Los sobrevivientes
logran llegar a Quellón.
1895 La barca Ociola naufraga el 18 de julio tras colisionar
con los roqueríos al norte de isla Guafo. De acuerdo a restos
encontrados, 2 de los náufragos sobrevivieron un par de
meses en Guafo, pero fallecieron antes de ser rescatados.
1923 La goleta a motor Eleonora se va a pique en algún
momento del año, con pérdidas totales.
1938 El vapor Magallanes, que había zarpado de Quellón,
emite señales de auxilio el 1 de mayo, tres días más tarde
fueron encontrados vivos, en los botes salvavidas, las 66
personas que iban a bordo. El barco se había hundido al sur
de Guafo, tras chocar con los roquedales de punta Caleta.
1942 El vapor Tal-Tal se comunica por radio la noche del
11 de julio e informa que avanza con fuerte de viento norte.
Sin posteriores noticias, dos días más tarde se informa
del hallazgo de sus restos sobre la costa norte de punta
Weather. No hubo sobrevivientes.
Recordatorio permanente de los peligros de Guafo, el mar
oculta y expone, al ritmo de las mareas, las anclas perdidas
cerca de punta Norte.
1905 La goleta Castheton naufraga el 24 de marzo en
las costas de Guafo. Sin sobrevivientes, sólo se recuperan
restos.
43
44
El Faro de isla Guafo
El aumento del tráico marítimo en la zona, debido al
intercambio comercial y la creciente instalación de industrias
(balleneras, forestales, etc.), sumado a la serie de tragedias
ocurridas a ines del 1800 y comienzos del 1900, inluyó en
la decisión de Estado chileno de instalar un faro permanente
en Guafo, el cual comienza a construirse en 1903 y es
habilitado en 1907.
El faro de Guafo fue instalado sobre las estribaciones
del cordón montañoso que desciende hacia punta Weather.
Desde allí pueden observarse, adentrándose en el mar,
los peligrosos islotes y aloramientos rocosos que fueran
tan temidos en la navegación de la zona. De acuerdo
a la Armada de Chile ‘es uno de los faros de más difícil
acceso’. De hecho, para poder llevar los materiales para
su construcción, debió abrirse un camino ladera arriba, y
ya que las laderas de la cara norte de punta Weather eran
demasiado empinadas, se construyó sobre la cara sur, que
daba acceso a la proyectada como caleta de desembarco:
‘caleta D’. El camino se planiicó con el ancho suiciente
para un carro tirado por una yunta de bueyes. Con el paso
de los años y cumplida su misión inicial, este camino fue
abandonado, porque la costa sur y la caleta son demasiado
riesgosas. Sobre la cara norte de punta Weather se construyó
Casa original del faro que se
destruyó hacia 1982.
un embarcadero que, conectado a un andarivel, servía mejor
al propósito de carga y descarga de insumos y personas. Se
instaló además una empinada escalera de madera unida al
acantilado, de la cual hoy perviven algunos tramos.
45
46 Vista de caleta D.
Ese primer andarivel se perdió por el colapso de parte del
acantilado y fue reemplazado por otro, que se proyectaba
hacia un nuevo embarcadero con un galpón de aduana.
Este muelle es el que aún sigue en uso, no así el andarivel,
que fue abandonado tras su última rotura. Actualmente el
aprovisionamiento se realiza por medio de helicópteros.
En tanto que la vieja escalera de madera fue reemplazada
por una senda escalonada que desafía el acantilado hasta
alcanzar los 144 m de altura y quita el resuello hasta a los
más entrenados.
La casa inicial del faro, que fue planificada para la
ocupación del farero con su familia, era de dos plantas
y perduró hasta 1982. Ese invierno un fuerte temporal
derrumbó el piso superior obligando a la construcción
de una nueva, de una sola planta, que es la que puede
verse aún hoy en día. La torre del faro, una torreta circular
íntegramente de hierro, de unos 3 m de diámetro y que se
eleva sobre los 8,33 m de altura, no fue afectada. La que
observamos es la construida hace más de un siglo para
funcionar con aceite, hoy adaptada a las tecnologías solares
y despertar automatizado.
Torre del faro Guafo
47
La ballenera de caleta Samuel
El faro no fue la única construcción moderna de isla Guafo.
Como la isla se encuentra cercana al área de alimentación más
importante de ballena azul en Chile (Hucke-Gaete, 2004), a
comienzos del siglo XX se instaló en Guafo, más precisamente
en caleta Samuel, una pequeña planta ballenera.
Planta ballenera de isla Guafo, fotografía
de F. Oettinguer (Quiroz 2014:99)
Poco queda en la actualidad que delate a la distancia
la existencia de la ballenera. Sin embargo, una mirada más
cercana permite observar los restos de las viejas estructuras.
Ganados hoy por el bosque implacable, sobreviven restos de
caídas chimeneas, los ladrillos especiales para las calderas,
traídos desde Máil3, dispersos aquí y allá, así como los
cimientos de muros hoy fantasmales, que delatan la posición
de los invisibles ediicios. E inmutables quedan las tallas
realizadas en las plataformas rocosas, para construir sobre
ellas muelles y amarraderos.
Su historia fue recientemente reconstruida por el
investigador Daniel Quiroz (2014), gracias a lo cual podemos
saber que la misma comenzó a operar a ines de 1922 y fue
propiedad de distintas sociedades comerciales, que unían,
desunían y renegociaban constantemente la relación y forma
de partición de diversos capitales chilenos y noruegos. En
1924 se venden las instalaciones a la ‘Sociedad Ballenera de
3 - Ubicado en la Región de Los Ríos, a cientos de km al norte de Guafo.
48
Corral’ que, gerenciada desde Valdivia por Carlos Anwandter,
mantuvo activas las plantas de San Carlos y Guafo hasta
1936, cuando la vende a su vez a la ‘Compañía Industrial de
Valparaíso’ (luego INDUS S.A.). El proyecto de esta última
era desarrollar la caza en mar abierto con buques factoría,
por lo que luego de un corto plazo cierra y desmantela la
planta de isla Guafo.
Las memorias locales, por su lado, han transformado
la historia de la ballenera en un saber que narra las malas
costumbres y las consecuencias que éstas acarrean. Don
Jorge G. Ruedlinger Vera escribió, a partir de las memorias
de su abuelo marino, ballenero y habitante de Guafo: don
Aureliano Vera Subiabre, el relato del “Ratón de Isla Guafo”,
del cual compartimos un fragmento.
Planta ballenera de isla Guafo, fotografía
de F. Oettinguer (Quiroz 2014:100)
49
El ratón de Guafo4
“Por el año 1910 y en un lugar costero cercano al actual
del muelle, faro y estación meteorológica de la armada, la
sociedad Ballenera AS Paciic, liderada por dos hermanos
noruegos, August y Soren Christensen, instaló una planta
faenadora, una ilial de la que ya tenían en la isla de San
Pedro, al nororiente. Era gente dura en un clima hostil, en
donde la mano de obra se recibía sin hacer demasiadas
preguntas. La actividad depredadora no sólo alcanzó a las
ballenas, sino también a las loberías, en donde la presa
favorita eran los lobeznos, por su piel. Eran ultimados a
golpes. Los viejos marinos chilotes contaban que las lobas
gemían igual que una mujer a la que le masacraban sus hijos.
Había pocas diversiones allí, y en las largas noches y
domingos de lluvia y frío sólo el vino, el aguardiente y los
naipes amenizaban el ocio. En los barcos habían llegado
ratones, y los capturaban en aquellas antiguas jaulas de
compuerta donde el animal quedaba atrapado por conseguir
una carnada, le envolvían en la cola una tela impregnada
en combustible, la prendían y los soltaban. Si luego se
salvaba de los puntapiés, el pobre animal iba a morir lejos.
Tal fue el destino de un ratón en una noche de verano de
1912. Luego del jolgorio, la gente se fue a acostar. Ese
fue el último ratón.
Se presume que fue a morir bajo la leña adosada a la
cocina. Cuando alguien alertó del incendio, apenas pudieron
salvar con vida. Las grandes construcciones eran de madera,
unas junto a otras o unidas por pasadizos de madera para
capear el clima. El devastador incendio acabó con todo, y
la empresa decidió no reconstruir.
¿A cuántos cientos o miles de ballenas y lobos salvó
ese incendio?
Ciertamente, si algún día esos animales forman un
sindicato, lo primero que deberían hacer es levantarle un
monumento a ese ratón.”
4- Extracto de https://revistaliterar1.wordpress.com/2013/01/31/el-raton-de-guafo/
50
Caleta Samuel
fotografía, año,autor
fotografía, año,autor
51
SABERES Y MEMORIAS
LOCALES
Iñaki Moulian Jara
52
53
SABERES Y MEMORIAS LOCALES
La vida en el faro
El faro de isla Guafo es una instalación dependiente de
la Armada de Chile y es de las primeras construcciones de
este tipo establecidas en nuestro país. Ellas han tenido, y
tienen aún como misión principal, ayudar en la navegación
y establecer control sobre las aguas territoriales chilenas.
En la actualidad el faro cuenta con una dotación rotativa
de cuatro a seis personas, la que se renueva cada cuatro
meses por medio de barcos y helicópteros que aprovechan
la ocasión para dejar pertrechos para la estadía. Los senderos
abiertos en el área y utilizados por los fareros son escasos.
La isla tiene, al menos en su parte costera, una serie de
acantilados que hacen que su recorrido sea complejo y
peligroso. No existen caminos que se internen al centro de
la isla, preiriendo los fareros habitualmente permanecer
resguardados al interior de las instalaciones.
La vida en el faro en la actualidad no dista mucho de la
que pudiera existir en cualquier ciudad. En el contexto de
la isla, ingresar al faro es ingresar a la modernidad: Tv cable,
Internet, teléfono, sistemas completamente automatizados,
54
calefacción y amplias dependencias que permiten un estado
de confort que contrasta con la naturaleza que lo rodea. El
faro es una isla en una isla.
El espacio del faro es un enclave del Estado que vigila
el recorrido de las embarcaciones y reporta información
sobre condiciones climáticas. Su rol garante de las costas,
y el imaginario asociado a ello, hace que la comunicación
entre las embarcaciones artesanales (que viven allí parte del
año) y las autoridades locales, sea esquiva y contradictoria.
La inestable situación legal de algunas lanchas resulta en
una constante desconianza hacia la autoridad de parte de
sus tripulantes, lo que hace que la condición de aislamiento
se acreciente al evitar la comunicación con el faro. Sin
embargo, el rol más importante del personal y del cual más
se enorgullecen ha sido su colaboración en el salvataje de
algunos naufragios y urgencias que se han producido en la
isla, para lo cual han actuado como ente coordinador en el
traslado de los elementos técnicos necesarios: helicópteros,
buzos especializados y barcazas de la armada.
Cada vez más escasos, los fareros de carrera han ido
perdiendo espacios ante el uso masivo de la tecnología de
automatización, siendo muchas de sus antiguas actividades
reemplazadas por aparatos. El uso de Internet, los avances
respecto de las cartografías satelitales, el fácil acceso a los
sistemas de posicionamiento global (GPS) y las actuales
plataformas de proyección del clima, hacen cada día más
fácil la navegación y, al mismo tiempo, que las tareas propias
de un farero sean cada vez menores.
Es difícil hablar de una memoria histórica de los fareros de
Guafo dado el alto grado de rotación que tienen en la isla.
Aun así, las historias trasmitidas de los más antiguos a los
más jóvenes relatan viejas aventuras y algunas experiencias
traumáticas que forman parte del imaginario del habitar el
faro de isla Guafo.
Importante para el imaginario local es la existencia de un
extraño elemento que evidencia un hecho desconcertante.
Luego de un trayecto de 1 km por medio de senderos que
atraviesan la espesura del bosque se llega a uno de los
hitos importantes para los fareros: una tina de loza blanca
dispuesta en una planicie al borde de un arroyo. Según la
tradición oral esta tina habría llegado allí producto de la
gran tormenta que destruyo las antiguas instalaciones del
faro, aunque entre los fareros también existen dudas sobre
la autenticidad de este relato. Lo concreto es que en la
actualidad la tina forma parte de una ruta habitualmente
55
visitada, transitada y ocupada como un punto de relajo y
distención.
La peligrosidad de la isla se evidencia también por medio
de la memoria trasmitida oralmente. Han habido varias
muertes por accidentes en este espacio cuando algunos
marinos han querido traspasar los límites, cruzando el
umbral del enclave. Algunos se han desbarrancado, otros
ahogado o incluso desaparecido, lo que se señala por la
existencia de algunas animitas e hitos conmemorativos
dispersos en el lugar. Entre ellas, destaca la historia de la
traumática muerte de dos marinos en las cercanías del río de
caleta Rica, un lugar habitualmente visitado para mariscar,
ubicado a 7 km del faro y donde en la actualidad puede
verse el recordatorio de los que allí perdieron la vida. Estas
muertes traumáticas marcan el paisaje material e inmaterial
de este espacio en la isla.
56
57
Los lugueros
Isla Guafo ha sido ocupada tradicionalmente por
pescadores y buzos mariscadores del sur de Chile como
un lugar de extracción de múltiples recursos marinos.
En las últimas décadas esta actividad se ha concentrado
principalmente en la extracción de erizos y alga luga roja,
siendo esta última su principal explotación en la actualidad.
La mayor parte de las embarcaciones que hoy operan
en Guafo son pequeñas lanchas de madera, de entre 8 y
12 m de eslora, que provienen de la ciudad de Quellón.
Desde allí los patrones de lancha organizan las campañas
que los llevan a estar en la isla entre noviembre y marzo
de cada año.
Desde Quellón parten las frágiles embarcaciones
enfrentado una difícil ruta que irá bordeando la costa sur
de Chiloé con sus múltiples islotes, hasta alcanzar la isla
Guapiquilán, frente al extremo sur de Chiloé. A partir de
allí inician el cruce de la ‘Boca del Guafo’, punto noroeste
e inicio del Golfo de Corcovado. En total, y variando de
acuerdo a las condiciones del clima y la potencia de las
lanchas, arribar a la isla Guafo les demanda entre 8 y 12
horas de navegación. Es así como todos los días llegan
decenas de embarcaciones a caleta Arrayán, el fondeadero
58
59
lotantes que han llegado a superar algunos años las 120
embarcaciones. Estos poblados se ordenan a su vez en
alineaciones que responden a diversos factores: amistad,
agrupaciones de trabajo, orden de llegada y tamaño,
reuniéndose las de mayor calado –generalmente pesqueras
o de acarreo- un poco más lejos de la línea de costa.
Alga luga roja
más seguro de la isla y donde se concentra la mayoría de
las faenas. Caleta Samuel es el otro surgidero importante
para las embarcaciones lugueras, no obstante es menos
protegido de los vientos del norte y noreste.
Todas las tardes en caleta Arrayán se agrupan las lanchas
que vuelven de sus labores, formando verdaderos poblados
60
Los lazos de los quelloninos con Guafo tienen una gran
profundidad histórica, heredada de las tradiciones de los
pueblos canoeros que habitaron el área, la tradición colonial
española y al sistema de explotación moderno (Moulian
y Lema, 2013). Un punto central en ello es, sin duda, la
instalación de la ballenera en caleta Samuel. Luego, el cierre
deinitivo de ésta, conllevó una baja en la actividad hasta
la década de 1950 cuando comienzan a masiicarse los
motores fuera de borda, el sistema de buceo de escafandra
y luego el de rana, lo que ayuda a mejorar la comunicación
y generar mayor rentabilidad extractiva. Pero no será hasta
los años ‘80 cuando la isla cobre una sustancial importancia
de la mano de la “iebre del loco”.
Actualmente en Guafo se vive la etapa descendente de
lo que fue una nueva “iebre”, esta vez por el alga luga roja.
Esta se encuentra en abundancia en las costas de la Isla,
y sus extractos son altamente valorados por las industrias
química y farmacéutica (Altamirano, 2009).
61
El uso de recursos locales estuvo tradicionalmente
presente entre los quelloninos y habitantes de sectores
cercanos. Nos cuenta Aladino Águila que él arribó por
primera vez a Guafo en los años ‘80 para trabajar en
la extracción de locos en la lancha ‘Queen Elizabeth’,
pero recuerda que ya existía gente trabajando en la
isla “Don Juan Chiguay, de los Chiguay que hay en
Quellón, venía con un chalupón a buscar loco, de ahí que
conversaban del loco y un tal Juan Rana que le decían.
Venían por la temporada del loco”. También venían
desde otras islas, fundamentalmente a la caza: “Desde
Laytec dicen que igual venían a la vela, venían la caza
de lobos”. Así también es como pervive el recuerdo de
ver gente de las Guaitecas que venía a la isla a cazar
el “gato guillín” -o chungungo- por su piel, prácticas
que han sido prohibidas para resguardar las especies.
Sin embargo, a pesar de la gran cantidad de productos
asociados a la isla, la imagen que existía de ella era más
bien negativa, pues “todos le tenían miedo, diciendo
que Guafo era malo, que el tiempo era muy malo acá”.
62
63
En Guafo cada lancha funciona como un núcleo productivo
y de convivencia. Son herramientas de trabajo y hogar
para todos los tripulantes durante el tiempo de la travesía.
Generalmente concentran el espacio doméstico en un sector
cubierto adosado a la cabina de proa y que, dependiendo
del tamaño de la embarcación, puede variar entre 6 y 8
m2. Al interior de este pequeño espacio existen camarotes,
cocinas a leña y todos los implementos necesarios para
vivir cómodamente: radios, televisión, vajilla y utensilios
de cocina, despensas con provisiones e incluso muchas
veces una pequeña mesa. Es el sector de la comida, la
socialización y descanso. El lugar siempre cálido, donde el
fuego se expresa y donde se reponen los cuerpos cansados
luego de las extenuantes jornadas de trabajo.
64
apodera de la caleta y los primeros rayos del sol pintan
las laderas. Las puertas de las cabinas se abren y desde el
interior los tripulantes salen a mirar el cielo. Los vientos son
los que rigen este pueblo lotante y determinarán cuál será
el destino de la jornada laboral que se avecina.
Este espacio protegido es central en las dinámicas
de grupo, pues las condiciones climáticas habitualmente
imposibilitan salir de las embarcaciones. Todas las tardes
vemos cómo allí también reciben a los colegas, amigos y
vecinos de ocasión, para bromear, jugar a las cartas y tomar
aquel mate amargo de costumbre.
Todo buen patrón de lancha tiene sus propias formas
de interpretar los vientos y las mareas, pero en general,
con predominio viento norte o noroeste se preiere buscar
suerte en el sector sur y sureste de la isla; mientras que
cuando hay predominio de viento sur muchos eligen el sector
norte. Es normal en la isla el cambio brusco del clima y, por
ende, de las condiciones de navegación, lo que hace que
la experiencia del navegante sea muy valorada a la hora de
formar los equipos de trabajo. Entre las lanchas vecinas se
conversa sobre las condiciones climáticas y se comparten
los planes para el día, antes de que cada embarcación tome
rumbo a sus labores. Basta que el primer bote se desate de
esa urbe lotante para que, cual ruptura en cadena, todos
los demás comiencen a desarmar el poblado. En minutos
todos parten, cada uno dibujando sus estelas.
Todos los días se inicia la jornada de trabajo entre las 7 y
las 8 de la mañana. De las chimeneas de las embarcaciones
lentamente comienzan a salir hilillos de humo que evidencian
que las cocinas a leña ya están prendidas. La bruma se
Para la extracción de luga roja es necesario internarse
en las profundidades del mar entre 10 y 18 m. Cada lancha
cuenta por lo general con 2 ó 3 buzos, más 1 ó 2 asistentes.
Estos últimos tienen la fundamental tarea de velar por el
65
66
buen funcionamiento de los compresores que alimentan
de aire a los buzos, además de maniobrar la lancha. Se
preocupan de resguardar la disposición de las mangueras,
mantenerlas desenredadas y lejos de los motores, además
de preparar el almuerzo, generalmente una rica cazuela.
Trabajar bajo el mar es habitar otro espacio, estar en
otro paisaje. En las profundidades los buzos están atentos
a códigos diferentes, se rigen por normas y lógicas propias.
Se dejan caer desde los botes con sus mangueras amarillas,
que les entregan aire y los sujetan a la embarcación. Los
asistentes se comunicaran con ellos a través de una serie de
“toques” de manguera, con los cuales les dan información,
órdenes y advertencias. Los buzos trabajan largas jornadas
diarias bajo el mar, aunque algunos preieren hacer en medio
una pausa para almorzar, dividiendo así el día en dos etapas.
En las profundidades las aguas turquesas generalmente
permiten tener buena visibilidad de las amplias praderas de
luga. Entre ellas, se distinguen pequeños pulpos, distintos
tipos de peces y erizos dispersos. Las manos rascan las rocas
sacando la cosecha que depositan en su “quiñe”, una malla
con boca anillada, que los buzos siempre llevan enganchada
al cinturón. Una vez llena, esta malla se amarra a la manguera
y se sube a la embarcación. Cada quiñe cargado pesa fuera
del agua entre 20 y 25 kilos. En la lancha la luga extraída se
traspasa a bolsas más grandes llamadas “perras”, las que
por lo general contienen 4 quiñes, unos 90 a 100 kilos, que
luego serán entregados a las embarcaciones de acarreo.
El sistema de trabajo existente se basa en grupos de
lanchas vinculadas a una embarcación de acarreo sostenida
por una empresa. Cada una establece un pacto de venta
con ésta a cambio de un préstamo inicial que sirve como
inversión en la adquisición de diversos materiales. Las lanchas
de acarreo sirven también para proveer a las tripulaciones
de diversos tipos de alimentos que hacen más llevadera la
estancia. Pollo, harina, yerba mate, azúcar y refrescos son
altamente apreciados en la isla. Las empresas acarreadoras
depositan la luga en las bodegas y vuelven a Quellón donde
revenderán el producto a otras empresas dedicadas al secado
y enfardado para la venta inal a las plantas faenadoras.
Existen también las lanchas independientes, que no
establecen compromisos de ventas y que ofrecen su
mercadería al mejor postor. Ellos, sin embargo, deben
costear toda la inversión necesaria para operar.
Todas las tardes las pequeñas embarcaciones emprenden
el regreso a caleta Arrayán para hacer la respectiva entrega
del alga, cruzando lentamente la bahía, decenas de ellas se
disponen a un costado de la embarcación de acarreo. Este es
67
un momento muy importante dentro de la dinámica diaria del
trabajo. Todo el personal inicia una danza cientos de veces
repetida, manos y ganchos que cruzan las mallas, poleas
que hacen subir las perras, brazos que dirigen las bolsas
para ser pesadas antes de vaciarlas, llenando las bodegas.
Se anotan los kilos, se sacan los cálculos, se negocian
mercancías, se descuentan préstamos y adelantos, y recién
entonces se hacen cuentas sobre lo ganado. Los mejores
días las sonrisas se dibujan en las caras de los tripulantes; los
malos, el desgano e impaciencia se apoderan de las lanchas.
Ya la tarde cae sobre la caleta y los cuerpos de los buzos
muestran el cansancio de la jornada. Las lanchas prenden
nuevamente los motores para ir a ocupar su atracadero,
sueltan las amarras y fondean como de costumbre. Pero
todavía no es tiempo de descanso. Distintas tareas son
fundamentales para el funcionamiento del grupo, entre
ellas; revisar y reparar los motores, hacer pan, acarrear
agua y leña desde la costa a la lancha. Es normal ver una
danza de botes y remos, yendo y viniendo a la playa para
sacar agua del arroyo y llenar los grandes estanques. Otros
partiendo leña con hachas y ruidosas sierras eléctricas. Una
vez concluidas las tares comunes, comienzan unos a lavar
sus ropas, otros a tomar la once.
68
En la ciudad lotante las personas caminan entre las
cubiertas de las embarcaciones, conversan con el vecino
sobre la jornada, juegan a las cartas, escuchan música y
toman un rico mate mientras encienden el DVD para ver la
película prometida. Otros se ocupan de sacar de la lancha
un largo cable blanco que conectan a la antena que espera
en la orilla. Es normal ver todas las tardes a tres o cuatro
personas luchando por dirigir en forma correcta esa antena
parabólica dispuesta sobre la tarima de palos. La noche
ya ha caído, adentro de la lancha algunos pocos miran
tv cable, mientras la mayoría ya duerme bajo un inmenso
cielo de estrellas.
69
70
71
La animita
En isla Guafo existe un espacio que es muy respetado y
querido por pescadores y lugueros que excede el ámbito
de la vida diaria. Un lugar de recogimiento, memoria y
oración emplazado al interior de una gran gruta ubicada
en la margen este de caleta Samuel. Allí se encuentra una
animita que conecta la vida de los vivos y de los muertos.
El concepto de ‘animita’ designa una tradición funeraria
chilena que se asocia a espacios populares de veneración
y petición a almas penitentes de aquellos que han sufrido
una muerte violenta o dolorosa. El espacio es marcado por
la construcción de un pequeño altar-casa donde habitará la
animita y se producirá la interacción con ella (Benavente,
2011). Es también un lugar de materialización de la memoria
colectiva.
La animita de caleta Samuel forma parte de esa tradición,
reconociéndose como componente trascendental de los
paisajes culturales de isla Guafo e hito importante dentro de
la memoria colectiva de buzos y pescadores. Está emplazada
en una gran gruta natural de unos 25 m de altura y 6 m
de ancho que tiene tres túneles, uno frontal de unos 50 m
de profundidad y dos laterales más pequeños. La animita
ocupa gran parte del frontis de la gruta, con diversos objetos
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entregados como ofrendas, extendiéndose por una de las
cavidades laterales más pequeñas, donde se disponen un
ataúd pintado de celeste y blanco y una pequeña casita de
ierro llena de vírgenes y rosarios. Sobre el ataúd destacan
cientos de cajas de fósforos, distintas miniaturas de barcos,
muñecas, diversos objetos tallados y muchos cuadernos que
funcionan como bitácoras. En estos cuadernos se registran
los diversos visitantes y sus tripulaciones, pidiendo cada uno
distintos favores a la animita, principalmente protección en
las labores desarrolladas en la isla y el buen regreso a sus
casas. Cientos de poleras se disponen en las paredes de la
gruta escritas con el nombre de las lanchas y su tripulación.
Dibujos coloreados sobre madera, cartas de los hijos pidiendo
el pronto regreso de los padres, cigarrillos ya enmohecidos
por el paso del tiempo, pequeñas fotos carnet incrustadas en
las paredes, distintos cruciijos. También en el lugar vemos
restos de antiguas embarcaciones naufragadas, trozos de
trajes de buzos, remos dispuestos como barandas de acceso.
Según cuenta la tradición oral esta animita data de los
años de la ballenera siendo reconstruida fruto de un hallazgo
ocurrido en la década de los ‘80, cuando se encuentran allí
los restos óseos de lo que sería una mujer y su pequeña
guagüita.
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Según nos cuenta don Juan Torrealbo, cuando ellos
llegaron a isla Guafo en la Queen Elizabeth ya sabían de
la existencia de la animita gracias al abuelo de uno de los
tripulantes que había trabajado allí… “por eso nosotros
supimos que había una animita y un día fuimos a ver en qué
estado estaba, cómo estaba, así que un día nos decidimos,
porque estaban desparramados los huesitos (…) Así que
entre todos empezamos a deducir, uno primero, los más
grandes sobre todo, a ver cómo lo podíamos armar y lo
empezamos a armar. Supuestamente, por lo que contaba
el abuelo del amigo decía que era una señora con su hijito.
Nosotros cuando encontramos el cráneo tenía pelo largo,
y bastante todavía. Así que de ahí, cuando lo empezamos
a armar, lo armamos completito, lo dejamos juntito todo
ahí donde estaba, pero más bien arregladito. Y de ahí
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empezamos a armar, supuestamente era una guagüita por
el tamaño del cráneo, pero ya tendría varios meses porque
era harto grandecita. Igual lo reconstruimos completo,
encontramos todas sus partecitas, huesitos, todo, todo,
todo, no nos quedó nada fuera. Y de ahí (...) decidimos
hacer como un ataúd poh, un cajoncito ahí algo bien bonito.
Así que después de ese viaje ya trajimos un ataudcito y ahí
lo colocamos bien ordenadito, bien bonito lo pintamos. Y
al siguiente viaje ya trajimos, para prender velitas hicimos
unos cositos de ierro, para prender velitas. Y de ahí quedo
eso bien ordenadito. Y de ahí nosotros mismos le traíamos
coronas, le traíamos lores y lo cuidamos harto. Luego los
mismos pescadores empezaron a cuidarlo.”
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buzos se acercan al área para observar en qué condiciones
estaban los restos y plantean protegerlos. Es a partir de
este momento cuando la animita de caleta Samuel se hace
conocida y comienza a ampliarse la peregrinación a este
espacio de culto. Los mismos buzos deciden poner libros
de bitácoras y una alcancía para que depositen dinero para
su mantención. Todos los años, antes de comenzar la rutina
extractiva, pasan por la animita los pescadores que vienen
a trabajar en el área. También es paso obligado para los
buques bacaladeros que llegan a la isla para resguardarse
de los temporales, muchos de ellos procedentes del centro
y norte de Chile. Según cuentan los mismos buzos, son
ellos los que han integrado a la animita la tradición de dejar
poleras y otro tipo de vestimentas como ofrenda. Al interior
de la gruta habita el silencio, fugazmente roto por el canto
de algunos colibríes y del mar a los lejos; la gente ingresa
en silencio y con respeto hacen sus peticiones antes de
seguir su navegación.
Bitácora de puerto con las solicitudes de las
tripulaciones a la animita de caleta Samuel.
Cuenta la tradición oral que esa madre a quien se reiere
don Juan era una trabajadora de la ballenera de caleta
Samuel que tuvo problemas en el parto, y que dado el
aislamiento, no recibió atención médica por lo que muere
en la isla. Basándose en esta tradicional historia es que los
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Esta animita tiene sentido dentro del espacio de memoria
ocupado por la antigua ballenera dispuesta en la caleta
Samuel. Para muchos de los buzos la historia de la ballenera
es quizás el hito más signiicativo de la isla. La mayoría ha
escuchado de su existencia producto de la transmisión oral
hecha por los antiguos trabajadores de la planta. Otros saben
por los restos que quedan dispersos por la caleta. Según
Aladino Águila “Se sabía que había una ballenera aquí,
pero nadie venía. Nosotros cuando llegamos aquí todavía
estaba toda la huesería, estaban los rieles…”.
En general existe un gran respeto de parte de buzos y
pescadores por la isla. Basta una mínima posibilidad de mal
tiempo para que las embarcaciones se queden en caleta
Arrayán donde encuentran un mejor anclaje. Cuando se
ve el cielo marcando señales de tormenta todos preieren
alejarse cruzando la Boca del Guafo hasta Guapiquilán
para guarecerse. Allí capearán los vientos del noreste, que
son los más peligrosos pues llegan en forma directa contra
las caletas de las bahías. Caleta Samuel no es un buen
fondeadero, las anclas en este lugar no tienen buen agarre y,
con viento o algún temporal, quedarse en ese lugar puede
ser fatal. Allí abundan los trozos de embarcaciones dispersos
en las orillas, mangueras amarillas entre las piedras, trozos
de tasas, ierros retorcidos y oxidados. Entre un bosque
nativo abundante y prístino surgen cada cierto tiempo
nuevas animitas. Compañeros, amigos, familiares, juntan
los trozos de la embarcación, las pertenencias dispersas,
las herramientas de trabajo y las colocan allí, recordando a
los compañeros desaparecidos que no serán olvidados, y a
sí mismos, los rigores que conlleva el trabajo en isla Guafo.
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EL DEVENIR DE GUAFO
Carolina Lema
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EL DEVENIR DE GUAFO
dando cuenta de que han estado ahí, que allí han vivido y
sufrido, como irmes anclajes de las memorias, evidencia
de culturas y formas de vida que Guafo supo sostener en
el tiempo. Con nuestro esfuerzo sólo alcanzamos a captar
algunos trazos de un retrato imponente. No obstante,
creímos importante dejar un registro de aquellos mensajes
que Guafo contiene entre la bruma que invade el bosque:
vidas, actos, historias, memorias.
El carácter patrimonial de Guafo es el mensaje.
El del océano encontrándose con el bosque en los
acantilados rocosos que incluyen, como evidencia de su
propia vejez, los restos petriicados de seres extintos.
El del ‘Huaf’ inscrito en los mapas coloniales, que casi
inaudible nos hace llegar las voces que antes inundaban
el aire.
Mediante este libro hemos querido acercar a los lectores
imágenes de isla Guafo, mostrando parte de la abundante
vida que habita sus costas y sus boques, su historia, las
marcas que el paso de las personas han dejado en ella,
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El del haz de un faro que alumbra ya por más de un
siglo a aquellos navegantes que se arriesgan a la travesía;
y el recordatorio disperso en las costas, de aquellos que
no lo lograron.
Los mensajes del recuerdo de quienes aún los piensan,
guardados en las animitas en las que nunca falta una vela.
Los mensajes que se ofrecen a la animita de Guafo para
que interceda en la protección de aquellos que bucean las
profundidades para sustento de sus familias.
Ese es el patrimonio de Guafo en todas sus formas. La
exuberancia de la isla a veces nos confunde, y la imaginamos
como un territorio invicto, de naturaleza incontaminada, y
nuestro lente, la mirada primera. Pero están allí sus mensajes
para narrarnos otra historia. La selva, que aún no termina
de devorar los restos de la antigua ballenera, delata que
hasta una industria feroz se aposentó en ella por un tiempo.
Pero las calderas que se alimentaron de la selva, hoy son
devoradas por ella.
Guafo no es prístina, allí vivieron y murieron inasibles
cantidades de personas a lo largo de los siglos y la marcaron.
Y esas marcas son mensajes que la isla mantiene para
recordarle a todos que, como hoy, antes hubo otros: otros
seres, otras vidas, otras lenguas, otros trabajos, otras historias.
No hizo falta devorarla, perforarla ni destruirla, la riqueza de
Guafo dio cuanto pudo y aún comparte sus riquezas y sus
refugios a todos aquellos que buscan cada verano sustento
en sus costas. ¿No es acaso suiciente?
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y XVII. Ediciones Universitarias de Valparaíso, Valparaíso.
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AGRADECIMIENTOS
Este libro pudo realizarse gracias al inanciamiento del
Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Región de Los
Lagos, a través del Proyecto FONDART Nº 90396, Fondart
Regional, línea de Conservación y Difusión de Patrimonio
Cultural 2015.
También se expresan aquí algunos resultados de 3 años
de viajes a isla Guafo, que no hubieran sido posibles sin el
apoyo inanciero de la Universidad Austral de Chile a través
del proyecto de la Dirección de Extensión 2013 “Breves
visuales del patrimonio en isla Guafo” y el proyecto de la
Dirección de Investigación y Desarrollo 2014 “Historia y
memoria de los paisajes culturales de isla Guafo”.
y 2015. Su apoyo, que sin duda excedió por mucho sus
obligaciones, fue de suma importancia.
Por último, y el más importante, un agradecimiento muy
especial a los lugueros, pescadores, buzos y quelloninos
que colaboraron con nosotros en los traslados hacia la isla
y en Guafo mismo; que compartieron con nosotros tanto
su alimento y saberes, cuanto su tiempo de trabajo y de
descanso, siempre cordiales y con una sonrisa. Incluso aun
cuando seguramente molestábamos. Por ello, a todos,
¡muchas gracias!
Agradecemos también a Daniel Quiroz, quien nos facilitó
las fotografías históricas de la planta ballenera de isla Guafo.
Debemos agradecer también la ayuda del personal del
faro de isla Guafo que, a través del convenio que mantiene
la Armada de Chile, Distrito Naval Chiloé con la Universidad
Austral de Chile, colaboró de múltiples maneras con nuestras
estadías y recorridos de la isla en los veranos 2013, 2014
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DESCRIPCIÓN DEL CONTENIDO DEL DVD
Este libro integra a continuación el trabajo audiovisual
“Wuafün colmillos” de 35 minutos compuesto por 5 capítulos
sobre isla Guafo. Cada uno es una “vista” que se introduce
a una temática tratando de mostrar cómo la isla contiene
un riquísimo y complejo patrimonio natural y cultural. El
medio metraje comienza con “Isla”, primera parte que nos
lleva al territorio y nos muestra, desde la perspectiva de los
cientíicos, cuales son las riquezas y las actuales amenazas
que existen en este espacio. A continuación veremos “Alga
Luga”, centrado en la vida y trabajo de los buzos que extraen
luga roja, que se enlaza con “Animita de caleta Samuel”, el
tercer capítulo dedicado a la animita más importante de la
isla. Luego podrán ver “El faro y los habitantes” dedicado
a la vida de los fareros que habitan punta Weather, para
inalizar con “Aves” donde apreciamos parte del patrimonio
natural existente. Este conjunto pretende entregar una
perspectiva compleja, multidimensional y sincrónica de los
paisajes culturales de isla Guafo. Así pues, los invitamos a
adentrarse nuevamente en los paisajes de esta isla.
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