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ORUETA, R. de. La escultura española de los siglos XI y XII

07-Recensiones y Bibliografía:Maquetación 1 29/02/16 11:17 Página 95 ARCHIVO ESPAÑOL DE ARTE, LXXXIX, 353 ENERO-MARZO 2016, pp. 95-106 ISSN: 0004-0428, eISSN: 1988-8511 RECENSIONES Y BIBLIOGRAFÍA ORUETA, Ricardo de. La escultura española de los siglos XI y XII, (Edición de Miguel CABAÑAS BRAVO y María BOLAÑOS). Valladolid: Museo Nacional de Escultura, 2015, 317 pp. y 460 figuras en CD adjunto. [ISBN: 978-84-606-7579-2] Este trabajo se enmarca dentro de las actividades organizadas para recuperar la memoria y la obra de Ricardo de Orueta (1868-1939), historiador del arte y político pionero en la gestión del patrimonio cultural español1. El libro arranca con una serie de estudios que contextualizan su figura y dan cuenta de los avatares sufridos por el manuscrito, cuya publicación póstuma compone el núcleo de un volumen que estaba llamado a ser el primero de una Historia de la Escultura Española2. Entre otros valiosos datos, los artículos introductorios nos descubren cómo el deseo del autor por ver publicado el trabajo se topó con multitud de obstáculos, incluida la escasez de papel en un Madrid asediado y amenazado por las bombas. Setenta y seis años después, con el apoyo de dos de las instituciones que jalonaron su trayectoria científica y política3, el trabajo ve por fin la luz. Así pues, esta reseña debe concentrarse obligatoriamente en aspectos poco habituales ya que, ni el interés científico, ni el grado de actualización de la obra, ni el eco de la misma en trabajos posteriores tienen sentido aquí. Tampoco se detendrá en el importante –aunque secundario para nuestro propósito– papel de Orueta como político y gestor. Atenderá, por el contrario, a aspectos de los que adolece la edición: la trayectoria del autor en el análisis de la escultura medieval, las fuentes y métodos utilizados y, en última instancia, a su posicionamiento dentro de los importantes debates que, por aquellos años, centraban el interés de los estudiosos del arte románico. Orueta ejerció el papel de nexo entre los historiadores del arte del 98 y la generación de jóvenes que éstos formaron. Su edad le aproximó a Gómez-Moreno y Tormo, mientras que su vocación tardía le emparentó con colegas en el CEH como Camps o Sánchez Cantón. Aunque se valió de medios auxiliares novedosos, como el uso riguroso y sistemático de la fotografía4, lo cierto es que, tanto el método utilizado como la hipótesis de la que arranca este estudio, se ajustan a la concepción de la historia propia de los intelectuales noventayochistas. Al mismo tiempo, la segmentación en el estudio de las manifestaciones artísticas 1 Se suma a la exposición en torno a su figura celebrada en el Museo Nacional de Escultura a finales de 2014. Sus contenidos complementan lo expuesto en el catálogo (M. Bolaños y M. Cabañas Bravo, dirs. En el frente del arte. Ricardo de Orueta (1868-1939). Madrid: Acción Cultural Española, 2014). 2 Finalizado en su mayor parte entre 1928 y 1930, la redacción se prolongó hasta pocos meses antes de su muerte. 3 El CCHS-CSIC (heredero del CEH-JAE) y el Museo Nacional de Escultura. 4 Fue el impulsor del Fichero de Arte Antiguo en el Centro de Estudios Históricos. 07-Recensiones y Bibliografía:Maquetación 1 29/02/16 11:17 Página 96 96 RECENSIONES Y BIBLIOGRAFÍA fomentada desde el CEH auspicia un análisis que, como el que nos ocupa, deja al margen de manera inexplicable la estrecha relación escultura-arquitectura en el arte románico5. Su conocimiento de la práctica escultórica le sirve para formular exhaustivos análisis técnicos que sustentan la base de un método formalista y comparativo que prescinde de aproximaciones contextuales o iconográficas. En el marco positivista que Orueta maneja, esta combinación de técnica y forma alumbraría productos artísticos con peculiaridades inequívocamente nacionales6. Con el firme propósito de caracterizar lo “español” en la escultura románica, Orueta estructura su obra en diez apartados que obedecen a criterios temporales y técnicos/materiales. No le merece el mismo interés el siglo XI que el XII, ocupando el primero un mayor número de capítulos (7) y páginas (155) por ser entonces cuando, en su opinión, nuestra escultura se dotó de los rasgos distintivos respecto de lo importado en la siguiente centuria (3 capítulos y 60 páginas). Simplicidad, verismo, sinceridad y fuerte expresión caracterizan la escultura española a lo largo del tiempo. Nuestros escultores altomedievales hallaron soluciones técnicas genuinas para su adecuada representación: talla a bisel, superficies cubiertas con lo que llama “técnica tubular”, plegados arremolinados, arcos de herradura y pupilas con trépano para recibir azabache. Su documentación garantiza la presencia del “alma española” que, inevitablemente, languidece en el XII con la introducción de fórmulas ultra pirenaicas plagadas de convencionalismos y limitadas al plagio servil del pasado clásico. Nada pueden ofrecer que no hayan mostrado ya en el XI el primer maestro de Silos, el taller del panteón de San Isidoro en León o el maestro de Platerías en Santiago de Compostela. Con la exposición de estas ideas Orueta se posiciona en el intenso debate que, desde comienzos del siglo XX, se venía desarrollando entre investigadores franceses y estadounidenses a propósito del origen del arte románico. En la discusión, abierta por Mâle y continuada por Kingsley Porter, Deschamps, Gaillard y Schapiro7, entraban en juego algunos de los monumentos que el estudio recoge (Compostela, León, Silos y Jaca), tenidos entonces por hitos fundamentales para el esclarecimiento de este dilema. Ni qué decir tiene que nuestro autor trata de sustanciar con su método la postura de quienes defendían la antigüedad de Compostela sobre Toulouse y la de Silos sobre Moissac, llegando a afirmar en la página 237 que: “(…) el románico es nuestro arte, (…) creado por nosotros desde que nacimos en el mundo de los sentimientos estéticos,…”. Soterrado el manuscrito en los archivos del CEH, la visión forzadamente nacionalista del arte románico por parte de quien con tanto afán se ocupó de la protección de nuestro patrimonio pasó inadvertida8. Esta publicación ofrece un modelo para la recuperación de memorias ultrajadas como lo fue la de Orueta, al tiempo que le permite recuperar el lugar que le corresponde en la historiografía del arte medieval español9. FRANCISCO J. MORENO MARTÍN Universidad Complutense de Madrid 5 Algunos autores han puesto de manifiesto la necesidad de volver a reconsiderar el problema de los “orígenes” del románico a partir de análisis escultóricos al margen del debate en torno al “origen” de la arquitectura románica (A. Quintavalle: “Reforma Gregoriana y orígenes del Románico”, Compostela y Europa. La historia de Diego Gelmírez. Milán: Skira, 2010, pp. 204-231). 6 Desde presupuestos muy similares Orueta emprendió el estudio monográfico de la escultura española de los siglos XVI y XVII (M. Arias: “Ricardo de Orueta y la historia de la escultura española, en su tiempo y en su legado”, en M. Bolaños y M. Cabañas Bravo, Op. cit. pp. 113-130). En cierto modo, continuadora del libro de M. Gómez-Moreno (Iglesias Mozárabes. Arte español de los siglos IX a XI, Madrid: CEH, 1919). 7 Un sucinto pero muy aclarador estado de la cuestión en E. Valdez del Álamo: “Ortodoxia y heterodoxia en el estudio de la escultura románica española: Estado de la cuestión”, Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, Vols. IX-X, 1997-1998, pp. 9-33. 8 Como también se ocultó, ésta sí intencionadamente, toda su labor pública. 9 La cuidada edición además de numerosos elogios, merece un pequeño reproche ya que, dado el tema, no hubiera sobrado un trabajo introductorio que situara esta obra dentro del panorama del estudio del arte románico en el primer tercio del siglo XX. Arch. esp. arte, LXXXIX, 353, ENERO-MARZO 2016, 95-106 ISSN: 0004-0428, eISSN: 1988-8511