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Una familia de la elite argentina. Los Senillosa, 1810-1930

UNA FAMILIA DE LA ELITE ARGENTINA: LOS SENILLOSA, 1810-1930 3 Roy Hora y Leandro Losada Una familia de la elite argentina: los Senillosa, 1810-1930 5 ©De esta edición, Prometeo Libros, 2015 Pringles 521 (C11183AEJ), Ciudad de Buenos Aires, Argentina Tel.: (54-11) 4862-6794 / Fax: (54-11) 4864-3297 [email protected] www.prometeoeditorial.com Corrección: Liliana Stengele ISBN: 978-987-574Hecho el depósito que marca la Ley 11.723 Prohibida su reproducción total o parcial Derechos reservados Índice Introducción.....................................................................................................9 Nota sobre el Archivo Senillosa...........................................................................13 Advertencia editorial........................................................................................15 Capítulo I.........................................................................................................17 De Barcelona al Plata...............................................................................17 La construcción de una fortuna.................................................................24 Fotografías capítulo 1...............................................................................36 Capítulo II .......................................................................................................39 Terratenientes modernizadores..................................................................39 Felipe B., señor de El Venado...................................................................46 Pastor y sus dilemas.................................................................................53 Fotografías capítulo 2..................................................................................68 Capítulo III.......................................................................................................71 Familia y mundo privado en el cambio de siglo...........................................71 El universo masculino.................................................................................73 El mundo femenino.....................................................................................85 Convenciones y autopercepciones .............................................................91 Ilustraciones capítulo 3............................................................................93 Capítulo IV........................................................................................................95 La vida social, del Ochenta al Centenario...................................................95 Escenarios y pasatiempos.........................................................................100 Los Senillosa en la vida social..................................................................106 Identidades familiares y posición social.....................................................110 Los Senillosa y su lugar en la elite social argentina del Centenario...............119 Imágenes capítulo 4.................................................................................122 7 Roy Hora y Leandro Losada Capítulo V......................................................................................................123 Cuesta abajo..........................................................................................123 El ocaso de la fortuna familiar.................................................................134 La autopercepción del declive................................................................139 Imágenes capítulo 5..............................................................................145 Conclusiones..................................................................................................147 El itinerario de los Senillosa en perspectiva...............................................147 Fuentes y Bibliografía......................................................................................161 I. Fuentes..............................................................................................161 II. Bibliografía general............................................................................163 8 Introducción La elite que imprimió su sello a la sociedad argentina durante el largo período que se extiende entre la Revolución de Mayo y la Década Infame nos resulta familiar. Su historia nos parece, a grandes rasgos, muy conocida. Tras la independencia, los grupos dominantes de origen colonial vieron mermado su poder y su prestigio, y en el curso de pocas décadas fueron desalojados de la cumbre de la sociedad por una nueva clase propietaria cuya primacía económica se afirmó sobre la propiedad de la tierra y la actividad ganadera. Los contornos de esta elite comenzaron a perfilarse desde los tiempos de Rivadavia y Rosas, para terminar de definirse hacia 1880, cuando Roca llegó al poder. En las últimas décadas del siglo XIX se aceleró el proceso paralelo de formación de una clase dominante más visible y poderosa, residente en Buenos Aires pero cuyo influjo se hizo sentir en todo el territorio. Acaudalados terratenientes bonaerenses y hombres de fortuna, individuos y familias del interior arribados a la ciudad capital gracias a la nacionalización del sistema político, e integrantes de las viejas elites porteñas, se vincularon cada vez más estrechamente a través de distintas instancias de la vida social y familiar, dando forma a una elite que, por la composición de sus filas y por la proyección de su poder, riqueza y prestigio, tenía una estatura propiamente nacional. Las dos décadas a cada lado del año 1900 fueron la etapa de mayor esplendor de esta elite del poder. Al comienzo de ese período, hacia 1880, los sectores encumbrados dejaron definitivamente atrás el austero pasado criollo que todavía los caracterizaba al atravesar el umbral de mediados del siglo XIX, para abrazar el consumo conspicuo y la sofisticación de conductas y comportamientos como nuevas marcas identitarias. Al compás de la europeización de gustos y aficiones, se forjó una elite social cuya riqueza no tenía parangón en América Latina, y que aspiraba a ser reconocida por el refinamiento y la sofisticación. Esta orgullosa elite alcanzó en su tiempo un considerable influjo político, y su estilo de vida fue objeto de curiosidad y emulación, pero también de crítica. La denuncia de los poderosos creció al compás de la democratización de la vida social y política y el cambio económico. La estrella de este grupo lentamente comenzó a opacarse desde los años de la Primera Guerra Mundial, para apagarse en el nuevo mundo nacido tras la Gran Depresión. El recuerdo de su paso por la vida argentina ha quedado grabado en la memoria colectiva a través de las estampas que pintan el comportamiento encorsetado y los modales solemnes de sus integrantes, así como también a través de los monumentos que sus exponentes más notorios erigieron 9 Roy Hora y Leandro Losada en homenaje a sus propias glorias: las ostentosas mansiones del Barrio Norte, las residencias rurales que remedan las grandes casas de campo de la aristocracia europea, el fastuoso palacio del Jockey Club, el gran Hipódromo de Palermo. Estos gruesos trazos delinean el perfil y los contornos de los grupos dominantes argentinos del largo siglo XIX. Como no sucede con ningún otro grupo social de ese período, las investigaciones históricas han concebido a los hombres de fortuna y posición como un actor cohesionado y consciente de sí mismo. Así, por ejemplo, en el período mejor conocido, el que se abre hacia 1880, gran parte de los estudios centrados en estos sujetos ha puesto el acento en cuestiones que hacen a la dimensión pública de su accionar, y que enfatizan aquellos elementos que contribuyeron a forjar un universo de relaciones y experiencias comunes entre los integrantes del alto mundo social. Incluso los trabajos que detienen su atención en figuras singulares, sobre todo si se trata de protagonistas de la vida política, tienden a concebir a los sujetos bajo examen como exponentes característicos del clima de ideas y los patrones de conducta predominantes en la cumbre de la sociedad. Algo similar se observa en las investigaciones que se proponen reconstruir aspectos propiamente sociales de la vida del alto mundo social, pues muchas veces estas exploraciones le asignan atributos hegemónicos a los valores y prácticas que sirven como objeto de análisis. En síntesis, y salvo en lo que se refiere a la cuestión religiosa, que en su momento introdujo una fisura entre los integrantes del alto mundo social, la imagen dominante que nos ofrece la literatura histórica nos presenta a una clase dirigente compacta, cuya cohesión no era producto de las amenazas externas a su supremacía sino, más bien, de la adhesión de este grupo a un conjunto de ideas, usos y costumbres de amplio arraigo en la cumbre de la sociedad. Liberalismo autoritario y desarrollista en el campo de las ideas y las prácticas políticas, europeísmo y francofilia como notas dominantes en el terreno de la vida social y cultural, patriarcalismo y subordinación femenina como rasgos centrales de la organización familiar: tales son algunas de las matrices que uniforman valores, conductas y estilos de vida en el mundo de los sectores encumbrados. Este modo de concebir a las elites argentinas tiene el mérito de ofrecer una imagen sólida y coherente del alto mundo social. Pero al enfatizar la unidad de trayectoria y perspectiva, deja en un segundo plano las fuerzas que tornaron más plural y diversa la experiencia social de los integrantes del alto mundo y, por tanto, simplifica más allá de lo aconsejable el retrato de un actor fundamental de la historia de nuestro país. Incluso grupos pequeños, como la elite de fines del siglo XIX, poseían una considerable complejidad interna, cuyo reconocimiento y estudio es imprescindible para alcanzar una imagen más acabada de este grupo social. En este sentido, antes que impugnar lo que sabemos sobre las elites de nuestro país, necesitamos nuevos estudios que nos permitan poner de relieve estas singularidades, a fin de otorgarle mayor relieve y densidad a nuestra imagen de conjunto de la trayectoria y las características de los grupos dominantes. Para captar las peculiaridades de este universo más complejo es necesario un cambio en la perspectiva de análisis, que este libro se propone encarar a partir de un estudio en profundidad de una familia de elite. Las historias de familia constituyen un abordaje ampliamente recorrido por la historiografía latinoamericana sobre elites, 10 Una familia de la elite argentina: los Senillosa, 1810-1930 sobre todo entre las décadas de 1960 y 1980.1 Sin embargo, esta perspectiva ha sido poco ensayada en las investigaciones sobre el pasado argentino. Los estudios sobre familias prominentes realizados en nuestro país suelen caracterizarse por el afán de elogio o la voluntad de satanización y, en consecuencia, por sus modestas ambiciones analíticas. Tomando distancia de esa literatura, este libro se propone abordar en toda su complejidad la trayectoria de una importante familia de la elite argentina a través de más de un siglo de vida, desde la Revolución de Mayo hasta la Gran Depresión. Para alcanzar este objetivo, analiza un amplio abanico de dimensiones: públicas y privadas; posicionamientos políticos y decisiones empresariales; dinámicas familiares y convenciones culturales. Las páginas que siguen ofrecen al lector un análisis detallado de la trayectoria de la familia Senillosa, centrado en el contrapunto entre los aspectos más generales de la experiencia colectiva de la elite decimonónica y la manera en que esta se refractó en este caso particular. Felipe Senillosa, un inmigrante catalán arribado a Buenos Aires poco después de la Revolución de Mayo, fundó un linaje que ocupó una posición muy conspicua en el seno de las elites de Buenos Aires a lo largo de un siglo. Desde el rosismo al Centenario, los Senillosa no solo fueron protagonistas sino también testigos de la vida del alto mundo social. Las razones de la elección de este grupo familiar como vía de entrada para una investigación sobre los sectores encumbrados remiten, en primer lugar, a la excepcional calidad de los recursos documentales disponibles para encarar esta tarea. En efecto, el archivo que los Senillosa coleccionaron a lo largo de muchas décadas, y que a fines de la década de 1930 cedieron a la consulta pública, constituye la fuente más sofisticada y más completa hoy disponible en repositorios públicos de nuestro país para introducirse en el análisis de una familia de la elite social argentina. La consulta de esta valiosa colección de documentos –hasta el momento nunca explorada de manera sistemática– nos permite analizar las grandes cuestiones que hacen a la vida de una familia de elite. A primera vista, la historia de los Senillosa se enmarca en los grandes parámetros que hemos señalado al comienzo de esta introducción. Poseían una gran estancia y una elegante residencia urbana, participaban de la vida social frecuentada por familias de poder, riqueza y prestigio, eran reconocidos como miembros plenos de este universo social. Sin embargo, apenas se presta atención a las voces que surgen de su nutrida correspondencia, un arco de nuevas cuestiones se impone a la atención del observador. La documentación reunida en el archivo familiar nos permite adentrarnos en territorios ignotos referidos a la dimensión privada –tanto individual como familiar– de la experiencia de esta poderosa red de parientes. Allí podemos explorar cómo estos hombres de fortuna organizaban y administraban sus negocios, qué valor le asignaban a sus triunfos económicos, y de qué modo incidían las solidaridades familiares en la definición de sus iniciativas en este terreno. 1 Cfr. Kuznesof, Anne, "The History of the Family in Latin America: A Critique of Recent Work", en Latin American Research Review, vol. 24, nro. 2, 1989. 11 Roy Hora y Leandro Losada Asimismo, el archivo nos permite estudiar sus ideas sobre el estado y la política, y evaluar la relevancia que poseía esta dimensión en la vida de una gran familia propietaria del siglo XIX. Finalmente, la documentación también invita a analizar el conjunto de prácticas e ideas asociado al matrimonio y la familia, y a los roles desempeñados por las distintas generaciones, así como por hombres y mujeres. Y, por supuesto, también nos invita a observar de qué manera los Senillosa percibían su lugar en el seno de la elite argentina, y de qué modo juzgaban su mundo social. En síntesis, el estudio de la trayectoria de esta familia permite reconstruir aspectos centrales de la vida de una familia de elite a lo largo de más de un siglo, ofreciendo una exploración de valor inestimable para avanzar en la comprensión de una historia tan central a la Argentina moderna como poco conocida: la de sus grupos social y económicamente predominantes. 12 Nota sobre el Archivo Senillosa El Archivo Senillosa se compone de dos conjuntos de documentos, el Fondo Felipe Senillosa y el Fondo Julio Senillosa. El primero consta de más de veinte legajos, y reúne cartas, recortes de diarios, planos, papeles comerciales y un sinnúmero de documentos relativos a la actuación pública y privada de Felipe Senillosa y sus descendientes. Este fondo documental cubre el extenso período que va desde fines del siglo XVIII hasta cerca de 1940. El material fue reunido a lo largo de la vida de tres generaciones: primero por Felipe (1790-1858), y luego por uno de sus cuatro hijos, Pastor (1841-1910), y por los hijos de este. En gran medida, pues, el contenido del archivo que sirve de base a este libro recrea las vicisitudes de la vida pública y privada de esta rama de la familia Senillosa. La etapa mejor servida es la que transcurre entre 1880 y 1910. Para ese período, contamos con cientos de cartas intercambiadas entre los Senillosa domiciliados en Buenos Aires y los que estudiaban en universidades de Estados Unidos, que paseaban por Europa, o que trabajaban o descansaban en San Felipe, la gran estancia familiar. La atención que este libro presta a la experiencia familiar en esas décadas de apogeo de la elite argentina es producto, en primer lugar, de la abundancia y densidad de la documentación sobre esa etapa. El Fondo Julio Senillosa, por su parte, reúne la documentación atesorada por Julio Senillosa, uno de los once hijos de Pastor, entre 1905 y 1936. La parte más sustancial de esta sección del archivo está compuesta por las cartas remitidas a Julio por sus padres y hermanos. Este fondo también posee documentación referida a la actuación profesional de Julio, pero de un valor muy menor en relación con la correspondencia familiar. En síntesis, los dos fondos se caracterizan por el papel dominante del intercambio epistolar entre los miembros de la familia. Es significativo que los Senillosa asignaran tanta relevancia a la preservación de este registro íntimo, al que consideraban mucho más importante que el resguardo de la correspondencia intercambiada con figuras externas a su universo de parentesco. Reflejo de la intensidad de los lazos de amor filial y fraternal existente entre los Senillosa, y de la consecuente importancia asignada al cultivo de las relaciones entre ellos, esta correspondencia posee un valor singular. Además de referencias a cuestiones de actualidad, allí se exploran temas referidos a la suerte de los negocios familiares, y se exponen con particular franqueza las tensiones y conflictos propios de las relaciones entre parientes, así como los dilemas referidos al desarrollo personal y los desafíos de la vida en sociedad. Y como corresponde a una 13 Roy Hora y Leandro Losada familia de la elite argentina, también se abordan cuestiones referidas al status y la reputación del grupo familiar, su anclaje en el pasado y su proyección hacia el futuro. Ambos fondos documentales fueron cedidos por Juan Antonio Senillosa y sus hermanos al Archivo General de la Nación en 1937. La donación se produjo pocos meses después del fallecimiento de Julio y en ocasión de la mudanza que la familia debió encarar, ese mismo año, desde la gran mansión que habitaban en el sector más exclusivo del Barrio Norte a una residencia más pequeña, además de alejada del barrio aristocrático. En ese nuevo domicilio, el voluminoso archivo familiar ya no podía ser fácilmente alojado. Declinación familiar y ocaso de la vida personal fueron el marco en el que Juan Antonio Senillosa, que fallecería poco después, tomó la decisión de legar al Estado y abrir a la consulta pública la documentación reunida por su familia a lo largo de más de un siglo. 14