EL SUEÑO DE LA REINA DEL DESIERTO
Texto y maquetación:
Mario Agudo Villanueva
Fotos: Mar Moragues,
Nacho San Marcos, Zaid ElHoiydi y Dirección General
de Antigüedades y Museos
de Siria (DGAM)
Portada: vía columnada en un amanecer del mes de septiembre de 1989. Autor: Nacho San
Marcos. En memoria de Luis Argüelles Arabia (DEP) y Sirio, un perro pastor de Canaán.
PALMIRA: EL SUEÑO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterráneo Antiguo | 1
Cuando el viajero francés Constantin-François Chassebœuf de La
Giraudais, qué paso a la historia como el conde de Volney, se
encontraba recorriendo las tierras del imperio Otomano -allá por el
año 1787- se topó con las ruinas de una legendaria ciudad, cuya
fama ya era por entonces excelsa: Palmira. Su evocadora
descripción ha quedado grabada en el imaginario colectivo,
convirtiéndose en el paradigma de la historia del Oriente más exótico,
el de los desiertos, los oasis y las caravanas, el de un enorme y
cautivador pasado y su legado, todavía hoy visible.
La ciudad aparece citada ya en las tablillas de Ebla, en el 2250 a.C.,
y en las de Mari, del segundo milenio. Su primera denominación fue
Tadmor, que en lengua local significaba “la ciudad de los dátiles”.
Algunos autores consideran que es la Tamar o Tadmor que la Biblia
nos dice que fue reedificada por Salomón (Reyes I, 9-18; Crónicas
II, 8-4), aunque parece más lógico pensar que estamos ante otra
ciudad, quizás próxima al Mar Muerto. Su nombre latino es el que ha
quedado grabado para la posteridad: Palmira, “lugar de palmeras”.
Ya vemos, por tanto, una característica fundamental de este enclave,
su vinculación con el oasis de Efca, cuyos manantiales hacen fluir la
vida en pleno desierto sirio.
Esta privilegiada posición permitió que Palmira se convirtiera desde
los albores de la civilización en un punto de referencia fundamental
en las rutas comerciales que unían Oriente con Occidente, la puerta
de Europa para las caravanas asiáticas y la puerta de Asia para los
puertos del Mediterráneo oriental. Un intercambio continuo de gentes
y de mercancías que derivó en una riquísima mezcla cultural, en un
sincretismo de pueblos y tradiciones que todavía hoy podemos
adivinar entre sus milenarios vestigios. Un ejemplo de esta bulliciosa
actividad es la famosa Estela de los Impuestos, en la que constan
las tasas que debían pagar los comerciantes por sus transacciones,
“…Así llegué a la población de Hems, sobre las riberas del Oronto; y hallándome
cerca de Palmira, situada en el desierto, resolví reconocer por mí mismo sus
ponderados monumentos: al cabo de tres días de marcha en las soledades más
áridas, habiendo atravesado un valle lleno de grutas y de sepulturas, observé
repentinamente, al salir de este valle, una inmensa llanura con la escena más
asombrosa de ruinas colosales; era una multitud innumerable de soberbias
columnas derechas, que, como las alamedas de nuestros jardines, extendíanse
hasta perderse de vista en filas simétricas y hermosas. Entre estas columnas
había grandes edificios, los unos enteros, los otros medio destruidos. Por todas
partes estaba el terreno cubierto de cornisas, de capiteles, de fustes, de pilastras
todo de mármol blanco, y de un trabajo exquisito. Después de tres cuartos de
hora de camino sobre estas ruinas, entré en el recinto de un vasto edificio, que
fue antiguamente un templo dedicado al Sol; admití la hospitalidad de unos
pobres campesinos árabes, que habían establecido sus chozas sobre el
pavimento mismo del templo y resolví detenerme allí algún tiempo, para
considerar atentamente la belleza de tantas y tan suntuosas obras.
Todos los días salía a visitar alguno de los monumentos que cubrían la llanura;
y una tarde, que, ocupado mi espíritu en serias reflexiones, me había adelantado
hasta el Valle de los Sepulcros, subí a las alturas que le rodean y desde las
cuales a un mismo tiempo domina la vista la totalidad de las ruinas y la
inmensidad del desierto... Acababa de ponerse el sol, y una zona rojiza marcaba
todavía su curso en el horizonte lejano de los montes de Siria; la luna llena se
levantaba por el oriente, sobre un fondo azulado, en las riberas planas del
Éufrates; el cielo estaba despejado, el aire en calma; la luz moribunda del día
aminoraba el horror de las tinieblas; la frescura de la noche calmaba el fuego de
la abrasada tierra, y los pastores habían retirado sus camellos; la vista no
percibía ya movimiento alguno sobre la llanura monótona y sombría; un silencio
profundo reinaba en el desierto, y sólo a intervalos remotos oíanse los lúgubres
acentos de algunos pájaros nocturnos y de algunos chacales…” -.
“Las ruinas de Palmira o Meditaciones sobre las revoluciones de los imperios”,
conde de Volney, 1791.
EN PLENO DESIERTO
Tras tres días de marcha por el desierto, Volney debió de encontrarse con un
paisaje parecido al que muestra la foto. El castillo de Qal’at Ibn Ma’n sobre la
colina, con las ruinas de dos de las torres del valle de las tumbas. Foto: Nacho San
Marcos.
PALMIRA: EL SUEÑO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterráneo Antiguo | 2
preocupación para ambos en tiempo de conflictos” (Historia Natural,
V-25).
Del helenismo a Roma
Con la campaña de Alejandro Magno en Asia, Palmira ve
incrementada, si cabe, su importancia estratégica. La creación de la
Decápolis -en el siglo III a.C.- supone un espaldarazo para la región,
que encuentra en la ciudad del desierto un núcleo comercial de
primer orden. Durante el Imperio seléucida, la urbe comienza a
adquirir una dimensión monumental y empieza a impregnarse de
carácter griego, aunque no hay vestigios arqueológicos de ello.
Algunos historiadores afirman que la mayor parte de edificios
construidos en época helenística debían de situarse en la explanada
del templo de Bel.
por el consumo de agua o por sus momentos de ocio. Cargamentos
de seda, jade, especias, marfil, mirra, perlas, piedras preciosas,
perfumes, ébano, así como cerámicas, estatuas de mármol y figuras
de bronce transitaban por las calles de la ciudad, que imaginamos
angostas y sinuosas, con apenas espacios públicos, polvorienta y
sometida a los rigores del calor del desierto, poblada en su mayoría
por gentes de origen arameo y árabe.
Su otra característica es su posición en zona fronteriza, lo que le
confirió un papel de bisagra que fue destacado por el propio Plinio
“El Viejo”: “Palmira, ciudad notable por su emplazamiento, por las
riquezas de su suelo y por sus agradables aguas, tiene sus campos
rodeados por desiertos de arena en un dilatado contorno y, como
aislada por la naturaleza del resto de la tierra, se encuentra por una
suerte particular en medio de los dos imperios más poderosos, el de
los romanos y el de los partos, siendo siempre la principal
Pese a su importancia comercial, la ciudad no alcanzará relevancia
política hasta la llegada de Roma. Durante el gobierno de Tiberio,
entre el año 14 y el 37 d.C., Tadmor se incorpora a la provincia
romana de Siria y toma el nombre de Palmira. En el año 106, Roma
anexiona a sus dominios el reino nabateo y la ciudad asume el
liderazgo comercial de la zona por encima de Petra. En el 212 recibió
el título de colonia romana. Como vimos, Palmira se convirtió en zona
de frontera pero, lejos de convertirse en una amenaza, este hecho
constituyó una gran oportunidad de desarrollo, puesto que ni a los
romanos ni a los partos interesaba quebrar el pujante intercambio
comercial que allí tenía lugar. Con la Pax Romana esta red salió más
beneficiada, su intensidad se vio favorecida por las calzadas y las
vías de comunicación construidas por los romanos. La ciudad
comienza a crecer hasta alcanzar los 6 kilómetros cuadrados. Los
ingresos y la exención de tasas se dejan notar en grandes
construcciones, que van conformando poco a poco el perfil que
PALMIRA: EL SUEÑO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterráneo Antiguo | 3
A la izquierda, áureo que representa al malogrado emperador Valeriano. 253-260 d.C. Fuente: http://www.cngcoins.com. A su derecha, retrato figurado de Septimio Odenato, procedente del
"Promptuarii Iconum Insigniorum", de 1553. Le sigue una moneda que representa a Zenobia, datada en el 271-272 d.C. Fuente: http://www.cngcoins.com. Finaliza la serie una moneda con el
rostro de Vabalato. Fuente: http://www.hjkrenzer.de/
conocemos hoy en día y que analizaremos más adelante. En el año
129 recibió el status de ciudad libre de la mano de Adriano.
Llegamos así hasta el siglo III, momento en el que el Imperio se ve
sacudido por diferentes problemas, uno de los cuales se manifiesta
a las puertas de Palmira. El Imperio persa sasánida, de la mano de
Sapor I, emprendió una serie de campañas en la frontera romana
que se saldaron con la humillante derrota del emperador Valeriano,
que incluso fue hecho prisionero. Lactancio nos cuenta que fue
utilizado por el rey persa para subir al carro o montar a caballo
apoyándose en su espalda, lo que le convirtió en motivo de mofa
entre los “bárbaros”. Tras su muerte en cautiverio, fue despellejado
y su piel teñida de rojo para exhibir en el templo de los dioses como
conmemoración del triunfo obtenido (Sobre la muerte de los perse
guidores, I-5). No sabemos hasta qué punto este hecho fue exagera-
do por el apologeta cristiano, pues en su interés estaba el de dejar
patente el trágico final de todos los que osaron perseguir su religión,
pero parece claro que, cuando menos, el destino de Valeriano no fue
agradable. Pasó a la historia como el primer emperador romano
apresado por el enemigo.
Septimio Odenato
La situación de Roma en la frontera siria se tambaleaba. Los persas
acentuaron su presencia en Siria, Cilicia y Capadocia, que fueron
devastadas. Ciudades como Bosra o Apamea sucumbieron ante las
campañas de Ardashir y Sapor. Ante este panorama, emergió la
figura de Septimio Odenato, noble de Palmira, afín al emperador
Galieno, que llegó a hacerse con el poder de su ciudad e, incluso,
pudo haber llegado a ser gobernador de una de las provincias sirias
y alcanzar el rango senatorial. No se sabe si su familia se enriqueció
PALMIRA: EL SUEÑO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterráneo Antiguo | 4
gracias a las rutas de caravanas o a otro motivo. No hay pruebas de
que su linaje fuera muy antiguo. Fue ascendido a su cargo por
Valeriano. Los magistrados en jefe de la ciudad recibían el nombre
de strategoi, antiguo título de origen griego, habitual todavía para
designar a algunos funcionarios, pero que en Palmira aún tenía
implicaciones militares, pues allí se mantenían importantes
contingentes de tropas cuyo cometido era proteger las rutas
comerciales. Había palmirenos sirviendo en el ejército romano, como
la cohorte de Dura Europos. Las unidades militares más importantes
eran los catafractos, una temida caballería pesada, pero también
debieron disponer de caballería ligera y de camellos.
Combinando estos efectivos con refuerzos romanos, Odenato lideró
la resistencia contra los sasánidas, a los que venció en varias
ocasiones hasta provocar su retirada. No contento con eso, en el 262
lideró una campaña que llegó hasta Ctesifonte, para luego
emprender una segunda, en el año 266, que, a pesar de quedarse
solo en escaramuzas, sirvió para alejar la amenaza persa y restituir
el prestigio romano. Sapor se mantuvo a la defensiva desde
entonces. Galieno le otorgó a Odenato diferentes honores, recibió
los títulos de dux, Corrector Totius Orientis e, incluso, se hizo llamar
“rey de reyes”, denominación que ostentaban los monarcas persas.
No parece que Odenato aspirase al título imperial, le bastaba con
dominar, como lo hizo, buena parte de la frontera oriental. En 267, él
y su hijo Herodes fueron asesinados por Meonio, supuestamente
por una disputa de caza, a la que eran muy aficionados, o por un
arrebato derivado de alguna humillación pública. El caso es que este
magnicidio supuso un cambio en la proyección futura de la ciudad,
que pasará de su mayor esplendor al ocaso en apenas unos años,
los que duró la regencia de su segunda esposa.
Zenobia
Con la muerte de Odenato, el poder pasó nominalmente a su hijo
Vabalato, pero como era solo un niño, ejerció de regente su madre,
Septimia Bathzabbai Zainib, que pasó a la posteridad como
Zenobia. Los títulos que su padre había recibido no eran
hereditarios, habían sido otorgados por sus servicios a Roma, pero
esta situación excepcional fue permitida por Galieno, que andaba
con otros problemas más importantes en aquel momento.
Zenobia provenía de la aristocracia de Palmira y tenía la ciudadanía
romana. Las fuentes nos dicen que instruyó a sus hijos en latín,
aunque no debía de utilizar mucho esta lengua. Hablaba también
griego, egipcio y tenía nociones de siríaco. Le gustaba compararse
con Cleopatra, de hecho solía afirmar que descendía de las casas
reales ptolemaicas y seléucidas. Se trataba de una mujer astuta,
decidida, culta y bien asesorada por el filósofo Casio Dionisio
Longino, de Emesa, que había enseñado retórica en Atenas.
También se mantuvo próxima a Pablo de Samósata, a quien
rehabilitó en el cargo tras ser expulsado de su sede.
Zenobia se permitió el lujo de despreciar al emperador Galieno, a
quien su marido había sido fiel, y a Claudio II Gótico, que estaba
empeñado en la guerra contra los godos y alamanes. Una inscripción
del año 271 describe a Vabalato como el “restaurador de todo
Oriente”. Hasta el ascenso de Aureliano al trono imperial todas las
monedas acuñadas en las zonas controladas por Zenobia y su hijo
siguieron unos patrones estándar. Se empezaron a producir
monedas con dos caras: un Aureliano con barba y corona aparecía
con sus títulos imperiales; al otro lado, el niño Vabalato, llamado “el
hombre más distinguido” (senador), “rey” de Palmira, “general
victorioso” (imperator) y líder de los romanos (dux romanorum). Es
PALMIRA: EL SUEÑO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterráneo Antiguo | 5
difícil precisar si estamos ante una maquinaria propagandística
orquestada por Zenobia para presentar a su hijo como el
coemperador de Aureliano. Lo cierto es que a medida que Roma
dejaba de intervenir directamente en la zona, los dominios de
Zenobia se iban incrementando. Emprendió campañas hacia el sur,
hacia Arabia. En el año 270, una parte del ejército llegó a Egipto,
donde derrotaron a un contingente liderado por el gobernador
provincial. La composición mixta del ejército palmireno, liderado por
Septimio Zabda y Septimio Zabdai, ambos originales de la ciudad
del oasis, permitió a Zenobia que Roma no le diera importancia, de
momento, a sus escaramuzas, que llegaron a extender sus dominios
hasta gran parte de Asia Menor –fue rechazada en Bitinia-, Siria,
Egipto y parte de Arabia.
En 271 los acontecimientos comienzan a precipitarse. Vabalato
sustituye a Aureliano por completo en las monedas que se acuñan
desde este momento en lugares tan significativos como Alejandría
o Antioquía. El emperador romano es reemplazado, a veces, por la
propia Zenobia. La provocación no quedó ahí, sino que madre e hijo
se otorgaron el título de Augustos. No parece que aspiraran a
gobernar todo el Imperio, pero sí a que Vabalato fuera el corregente
de Aureliano.
En 272 Aureliano marchó sobre Asia Menor. El primer encontronazo
con los palmirenos fue cerca de Antioquía, en Immae. Una maniobra
de retirada del ejército romano provocó la carga de los soldados
sirios, que quedaron luego atrapados al producirse la reagrupación
de las legiones. El ejército de Zenobia se retiró a Emesa. El
emperador romano continuó la marcha hacia allí, donde derrotó por
segunda vez a los palmirenos. Poco después, tras la reconquista de
Egipto por Probo, y animado por la muerte de Sapor, se presentó en
las puertas de Palmira, que asedió hasta que Zenobia, sin ninguna
esperanza, trató de escabullirse. Su huida no duró mucho, pues fue
apresada cerca del río Éufrates. Las tropas de la ciudad se rindieron.
Aureliano no saqueó Palmira, fue generoso con Zenobia, pero no con
Casio Longino, su filósofo asesor, que fue ejecutado. De Vabalato no
sabemos nada, lo que hace suponer que su peso real en todo este
asunto era más bien reducido.
Moneda en la que aparece Aureliano, personificación del sol, derrotando al
Imperio de Palmira y celebrando el ORIENS AVG, el sol naciente Augusto.
Fuente: http://www.cngcoins.com http://www.cngcoins.com
En 273, una vez que Aureliano retiró sus tropas de Palmira, estalló
otra rebelión. Ahora sí, no hubo piedad. La ciudad fue saqueada y
comenzó el principio de la decadencia. Las rutas comerciales se
desviaron, probablemente hacia Dura Europos y Aureliano regresó
a Roma para celebrar un gran triunfo, datado en el año 274, en el
que cuentan las fuentes que se hizo desfilar a Zenobia cargada de
oro. Sobre su futuro posterior, algunos apuntan a que fue ejecutada,
mientras que otros aseguran que se casó con un senador romano y
vivió hasta sus últimos días en paz, retirada en una villa que mandó
Castillo de Qal’at
Ibn Ma’n, que se
alza sobre la
ciudad de
Palmira y desde
el que se
obtienen unas
maravillosas
vistas del
conjunto y el
paisaje
circundante.
Foto: Mar
Moragues.
PALMIRA: EL SUEÑO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterráneo Antiguo | 6
ciudad no consiguió recuperar su esplendor. Palmira va cayendo
poco a poco en el olvido hasta que en el año 636, con la llegada del
Islam, recupera su nombre original, Tadmor. Las iglesias se
convirtieron en mezquitas y el templo de Bel fue fortificado. Más tarde
se edificó el castillo de Qalʿat Ibn Maʿn, que todavía hoy se alza
sobre las ruinas de la vieja urbe. Desaparecido el comercio, la ciudad
fue ocupada por los beduinos, que se establecieron en los
alrededores del templo, hasta ya bien entrado el siglo XX.
El yacimiento en la actualidad
construir el propio Aureliano.
Resulta más factible la opción de que recibiera un trato favorable, al
igual que en el caso de Tétrico, proclamado emperador en la Galia.
Tanto uno como otro no eran vistos como líderes nacionalistas que
trataran de separarse de Roma, sino usurpadores que pretendían
alcanzar el poder de una manera moderada, sin atacar a los propios
romanos de forma abierta, pero buscando controlar zonas concretas
del Imperio. Tanto Tétrico como Zenobia mantuvieron un grado de
gestión que Roma no estaba en condiciones de garantizar. Las
instituciones romanas no dejaron de funcionar y esto permitió que el
debilitado gobierno central no acabara por desintegrarse antes.
Suponían un peligro para la autoridad Imperial, pero significaban una
garantía para el control del territorio bajo el manto de Roma.
El fin de la edad de oro de Palmira
Diocleciano construyó un campamento militar muy próximo a la
ciudad, lo que la convirtió en una posición de defensa fronteriza como
las muchas que se levantaron por la zona. En época cristiana, los
bizantinos edificaron algunas iglesias sobre antiguas ruinas, pero la
La Palmira original, previa a la llegada de griegos y romanos, debía
de ser una ciudad sin trama urbanística definida, una amalgama de
viviendas e instalaciones vinculadas con su actividad principal: el
comercio. Se trataba, por tanto, de una ciudad de tipo oriental, que
fue adquiriendo poco a poco una fisonomía romana. En palabras de
la escritora inglesa Vita Sackville-West: “Palmira es una beduina,
que llora porque está vestida como una mujer romana” (1928). Este
hecho es perceptible si observamos el trazado de su famosa vía
columnada, que hace un ligero escorzo para adaptarse a la planta
de la antigua ciudad.
Otro factor reseñable es que, aunque Palmira presenta algunos
edificios característicos de una ciudad romana, como el teatro, no
dispone de otros que sí tienen el resto de urbes importantes: templos
de culto imperial, anfiteatro, gimnasio o baños, aunque Diocleciano
construyó unas termas ya en el ocaso de la urbe. Esta peculiaridad
puede deberse al mayor peso de la tradición local y helenística frente
a la dominación romana, que debió de quedar más reducida al
ámbito administrativo.
PALMIRA: EL SUEÑO
DE LA
REINA DEL
DESIERTO
| Mediterráneo
Antiguo | 7 Antiguo | 7
PALMIRA:
EL SUEÑO
DE LA
REINA DEL
DESIERTO | Mediterráneo
PALMIRA: EL SUEÑO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterráneo Antiguo | 8
Por otro lado, los templos más importantes estaban consagrados a
tríadas de origen semítico, representadas con un estilo híbrido entre
oriental y grecorromano: la de Bel-Aglibol-Yarhibol y la de
Baalshamin-Aglibol-Malakbel. Esta manera de agrupar las
divinidades recuerda a las tríadas sumerio-acadias y babilonias, de
carácter astral, que muy posiblemente ejercieron una importante
influencia sobre las gentes de la ciudad. Cabe recordar, en este
sentido, que también existe en Palmira un templo consagrado al dios
Nabu, de origen babilónico. Pero el panteón palmireno era amplio y
complejo. A través de las abundantes inscripciones funerarias que
nos ha dejado su necrópolis, conocemos también dedicaciones a las
diosas árabes preislámicas Al-Lat –identificada con Minerva- y
Manat, que junto con Al-Uzzaa, formaban una trinidad relacionada
con la vida y la muerte. También encontramos inscripciones a Asthot
(la diosa Astarté) y a Arsu y Azizu, divinizaciones del amanecer y
anochecer de sexo masculino. Poco más sabemos, pues muchas de
las dedicatorias son genéricas, como las que rezan al “dios bueno”,
“señor del mundo”, “gran diosa” u otros semejantes. No faltan
tampoco las representaciones mitológicas de origen griego, como el
Izquierda: exterior de la cella del templo de
Bel. Foto: Zaid El-Hoiydi. Derecha: interior
de la cella. Foto: Mar Moragues. Abajo:
bajorelieve con una dedicatoria de Ba’alay a
Bel, Baalshamin, Yarhibol y Aglibol.Fuente:
Museum of Fine Arts, Lyon.
mosaico de Aquiles en Skyros, de la llamada “casa de Aquiles”,
conservado en el Museo de Palmira o la representación de
Casiopea en la casa del mismo nombre, que ahora se conserva en
el Museo Nacional de Damasco. Todo ello es una muestra evidente
del hervidero cultural, mezcla de gentes de diversos orígenes, que la
actividad comercial aportó a la ciudad. Como ejemplo, basta con
analizar el nombre del propio Vabalato, hijo de Zenobia, para
desentrañar esta maraña: Lucius Iulius Aurelius Septimius
Vaballathus Athenodorus, los primeros nombres son romanos,
Vaballathus viene del árabe Wahb Allat (regalo de la diosa Al-lat) y
Athenodorus, del griego (nombre relativo a la diosa Atenea).
El templo de Bel
Bel era la divinidad más importante de Palmira, de ahí que el templo
en el que se le rendía culto fuera el de mayor tamaño. Fue erigido en
el año 32 d.C. sobre una colina muy estratificada, en la que se han
localizado los restos más antiguos de la ciudad, que se remontan al
tercer milenio. Bajo el templo hubo un “primer templo de Bel” y luego
un “templo helenístico”, de los que no se ha conservado nada.
PALMIRA: EL SUEÑO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterráneo Antiguo | 9
pavimentada hay un podio sobre el que se ubica la cella, que está
rodeada por completo de columnas corintias, interrumpidas para
abrir el acceso que a través de una escalinata procede del exterior.
Dentro de la cella hay sendos adyton, al norte y al sur, en los que se
rendía culto probablemente a otras divinidades. En este lugar se
encontró una representación en bajorrelieve de los siete planetas
conocidos y de las constelaciones del zodiaco, así como una
representación de camellos y mujeres. La cella está iluminada por
sendas ventanas que se abren en la parte alta de los muros que la
delimitan. En las esquinas del edificio se ubicaron escaleras que
conducían a las terrazas. También se conserva una rampa,
probablemente a través de la que se conducían los animales que
iban a ser sacrificados. El exterior estaba rematado por una cornisa
de formas triangulares, de tipo oriental, algunas de las cuales se
conservaban hasta la actualidad. El templo fue fortificado y
convertido en mezquita en el período islámico, lo que permitió que
se mantuviera en un gran estado de conservación.
Tríada que representa a Baalshamin (centro), acompañado por Aglibol
(izquierda) y Malakbel (derecha). Divinidades orientales con
indumentaria militar de inspiración romana y reminiscencias astrales
babilónicas. Fuente: Museo del Louvre.
El edificio es una síntesis de estilo oriental y grecorromano. Está
rodeado por una serie de pórticos y es de forma rectangular. Se alza
sobre una base pavimentada, rodeado por una larga pared, de 205
metros de longitud, con un propileo. En el centro de la base
De origen semítico, Bel –el Señor o el Amo- aparece casi siempre
acompañado por Aglibol y Yarhibol. A Aglibol se le representa como
un joven coronado por un disco solar y un creciente lunar. Esta
iconografía ha hecho pensar a los estudiosos que se trata de un dios
lunar. Su nombre significa “ternero de Bel”, por lo que el creciente
lunar podría representar también a los cuernos del toro. Yarhibol
aparece representado de una manera muy semejante, pero
solamente con el disco radiado completo. Se ha considerado como
divinidad solar, sin embargo, la etimología de su nombre presenta un
problema. La raíz yarh es el apelativo sirio de la luna, por lo que
podría tratarse de un dios lunar en vez de solar.
Juan Antonio Belmonte, investigador del Instituto Astrofísico de
Canarias y arqueoastrónomo, ha planteado la interesante posibilidad
PALMIRA: EL SUEÑO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterráneo Antiguo | 10
de que estemos ante una trinidad y no ante una tríada. Los tres
dioses serían diferentes manifestaciones de una misma divinidad, el
gran dios lunar árabe. Bel podría ser la forma abstracta de la
divinidad; Aglibol, en su fase de luna nueva y Yarhibol en su fase de
plenilunio. Estamos acostumbrados a considerar el disco radiado
como el sol, pero la luna también genera luz y fue representada como
tal en algunos discos de la tradición “megalítica” (Belmonte, 1999).
El templo de Bel está orientado según los cuatro puntos cardinales
pero con la puerta principal de acceso abierta hacia el oeste. Es el
único templo que tiene esta orientación, pues los de Al-lat o
Baalshamin están orientados al sol naciente.
El templo de Baalshamin
Baalshamin era el “Señor de los cielos”, dios de origen cananeo
identificado con Zeus por los griegos. En algunos ciclos míticos
fenicios, Baal aparece relacionado con la lluvia y la vegetación, por
ejemplo en el mito de Baal, Aliyan y Mot, que explica el ciclo agrícola
o el mito en el que Baal caza a los ugarim, o demonios devoradores
de cuernos y rabos, que explica cómo la lluvia triunfa sobre la
sequedad del desierto y acaba generando los oasis. No debería
extrañarnos, pues, que el culto de Baalshamin pueda tener relación
en el contexto palmireno con la importancia que para la población
tenía el oasis de Efca.
Aparece, como Bel, acompañado de otros dos dioses. De nuevo
Aglibol, lunar; y Malakbel, un dios de la vegetación y la fertilidad
solarizado. Su templo es uno de los mejor conservados de Palmira,
erigido en el siglo II d.C., tal y como indica una inscripción del año
131 dedicada por el senado de Palmira a su benefactor, un oficial
palmireno llamado Agripa. Está flanqueado por un extenso pórtico
Foto superior: Vista exterior del templo de
Baalshamin, con el pórtico que rodeaba la
cella. Foto: Nacho San Marcos. Foto inferior:
evocadora imagen del interior del templo.
Foto: Mar Moragues. Izquierda: panorámica
de las ruinas. Autor: Zaid El-Hoiydi.
PALMIRA: EL SUEÑO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterráneo Antiguo | 11
Izquierda arriba: arco monumental / derecha arriba: vista general de la vía
columnada con el templo de Bel al fondo. Izquierda abajo: Tetrapylon / derecha
abajo: dovela del arco ligeramente desplazada. Fotos: Nacho San Marcos (1989).
PALMIRA: EL SUEÑO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterráneo Antiguo | 12
de columnas de orden corintio. La cella está precedida por un
pronaos de cuatro columnas del mismo orden, con estilizados
acantos de influencia egipcia. Sus muros están decorados con
pilastras. El interior presenta tres capillas formadas por elegantes
columnas de fuste estriado y capiteles corintios dispuestas a modo
de exedra. Se ilumina por dos ventanas abiertas en los muros. En
época cristiana, fue utilizado como iglesia.
aguantan el equilibrio de los siglos de una forma frágil, aunque
cautivadora.
El tetrapylon marcaba la unión de las dos vías principales. Está
formado por cuatro pabellones de columnas de granito rosa erigidas
sobre un podio, dentro de los cuales se elevaba una estatua.
Solamente una de las columnas es original, el resto está
reconstruido.
El templo de Nabu
El templo de Nabu se asienta sobre un podio de grandes sillares.
Solo se conservan las columnas que rodeaban la cella rectangular.
Estaba consagrado al dios babilonio de la escritura y la sabiduría,
Nabu, patrón de los escribas, que los griegos identificaron
posteriormente con Apolo, pero también con Hermes, pues la
astrología tardía de Babilonia atribuyó a este dios el planeta
Mercurio.
La vía columnada
La vía columnada es uno de los iconos de Palmira. Desde la lejanía,
el bosque de columnas parece emular al bosque de palmeras del
oasis cercano. Se prolonga más de un kilómetro y realiza un ligero
escorzo para adaptarse al entramado urbano, que cruza de este a
oeste. Cuenta con más de 200 columnas corintias que conservan las
peanas de las estatuas de quienes las sufragaron, según las
inscripciones en griego y palmireno. Originalmente estaba porticada.
El arco monumental y el tetrapylon
La planta triangular del arco monumental le permite orientar la vía
columnada hacia el templo de Bel. Está decorado con relieves de
formas vegetales. Las dovelas están ligeramente desplazadas, pero
Templo de Nabu. Foto: Mar Moragues
PALMIRA: EL SUEÑO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterráneo Antiguo | 13
PALMIRA: EL SUEÑO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterráneo Antiguo | 13
PALMIRA: EL SUEÑO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterráneo Antiguo
| 13
Escena del teatro de Palmira. Conservada en
fabuloso estado. Foto: Zaid El-Hoiydi
PALMIRA: EL SUEÑO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterráneo Antiguo | 14
El teatro
La plaza oval
El grado de conservación del teatro es excepcional. Permanecen
todos los nichos y columnas originales de la escena. Los asientos –
cavea- están separados del espacio escénico –orchestra- por una
barrera de losas verticales. Al parecer, quedó inacabado.
Solo queda un tramo de columnas con capiteles corintios en forma
de arco y enlazaba la vía columnada con una de las puertas de la
ciudad. A su lado se levantó el campamento de Diocleciano. Las
columnas estaban unidas por un arquitrabe decorado con refinadas
cenefas y recuerda, salvando las distancias, las plazas ovales de
ciudades como Gerasa, Jordania.
Otros edificios
En Palmira se encuentran también los restos del Senado, que
dispone de un pequeño patio peristilado al lado de los asientos de
los senadores y se encuentra próximo al teatro. También allí se
encuentra el Ágora, lugar de reunión, centro de la vida pública, que
estaba decorado con estatuas. Próximo a uno de los lados de la vía
columnada se encuentran las Termas de Diocleciano y un ninfeo.
Son reconocibles por las cuatro columnas de granito rosa traído de
Egipto que aún se alzan en pie. Contaba con las tres salas típicas de
estas instalaciones: caldarium, tepidarium y frigidarium. De esta
época es también el conocido como Campo de Diocleciano, un
fuerte romano donde destaca el Templo de los estandartes, el lugar
donde se custodiaban las insignias y los estandartes. Fue levantado
por el gobernador de Siria, Sosianus Hierocles, en el mismo lugar
sobre el que se alzaba el palacio de Zenobia.
Las necrópolis
Termas de Diocleciano, situadas en la zona del llamado Campo de Diocleciano, muy
probablemente sobre el antiguo emplazamiento del palacio de Zenobia. Foto: Nacho
San Marcos (1989)
Existen cuatro grandes áreas de tumbas en Palmira: las del sureste,
las del suroeste, las del noroeste y las del conocido Valle de las
Tumbas.
PALMIRA: EL SUEÑO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterráneo Antiguo | 15
Arriba: vista
general del valle
de las tumbas.
Derecha vertical:
tumba-torre de
Elhabel. Autor:
Nacho San
Marcos (1989).
Planta del
hipogeo de
Yarhai, uno de
los más
importantes de
Palmira. Foto:
DGAM.
PALMIRA: EL SUEÑO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterráneo Antiguo | 16
El valle de las Tumbas, el más conocido, está formado por tumbastorre e hipogeos, que son auténticos mausoleos que podían acoger
a cientos de difuntos. Los interiores acumulan una gran cantidad de
obras de arte, pues están decorados con pinturas, relieves y estatuas
de los muertos.
Estas obras están a medio camino entre el realismo romano y la
idealización asiática. La primera familia enterrada solía
representarse en un gran grupo escultórico, con el padre y la madre
reclinados sobre un diván y los hijos de pie, detrás. El resto de
miembros de la familia iban colocándose en nichos decorados con
sus bustos, lo que cubría las paredes al completo, al estilo de una
galería de retratos.
La torre de Elhabel es la de mayor altura. Se compone de tres
plantas. Su interior está decorada con elegantes pilastras coronadas
por capiteles corintios. En los espacios entre pilastras se abren los
nichos con los bustos de los miembros de la familia que reposa allí
para siempre. Dada la envergadura del enterramiento, la tumba
parece pertenecer una rica familia de la ciudad. Las otras tumbastorre son las de Kithoth, Iamliku y Atenatán, todas ellas de
estructura semejante a la de Elhabel, pero de dimensiones más
reducidas.
Entro los hipogeos más destacados destaca, por ejemplo, el de los
Tres Hermanos, que cuenta con más de 400 enterramientos y su
decoración recrea escenas de la Ilíada. Se trata de uno de los
enterramientos con la decoración pictórica más hermosa de la
ciudad.
En el área sureste destaca la tumba de Artaban, un hipogeo formado
por una gran galería subterránea adornada por pilastras y
Decoración interior de la tumba de Yarhai, actualmente en el Museo Nacional de
Damasco. Se observa la acumulación de bustos de los miembros del linaje que yacía
enterrado en este hipogeo. Foto: DGAM 2004.
PALMIRA: EL SUEÑO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterráneo Antiguo | 17
estructurada en nichos de diferentes tamaños en los que se alojaban
los bustos de los fallecidos. En esta zona se encuentra también la
tumba de Tybul, de las mismas características que la anterior. En
ella se halló un hermoso busto de una mujer palmirena que fue
expoliado y posteriormente recuperado por las autoridades sirias.
Otra tumba de esta zona es la tumba de Ibn Bulha Nabushori, que
mandó construir en el año 88 para él y sus hijos.
Una de las tumbas más grandes es la de Yarhai, cuya decoración
fue trasladada, en parte, al Museo Nacional de Damasco cuando la
tumba fue reconstruida en los años 30.
Arriba: otro detalle de la tumba de Yarhai. Foto: DGAM 2004.
Izquierda, parte superior: interior de la tumba de los Tres
Hermanos. Foto: DGAM 2004. Derecha, parte inferior: relieve
funerario palmireno conservado en el MET de Nueva York. Foto:
MET
Interior de la tumba de los Tres Hermanos. Foto: DGAM 2004.
IN MEMORIAM
KHALED AL-ASAAD
(1932-2015)
PALMIRA: EL SUEÑO DE LA REINA DEL DESIERTO | Mediterráneo Antiguo | 18
BIBLIOGRAFÍA
Fuentes Clásicas
Epitomé Historion. Zonaras (12, 24-28).
Fragmenta Historicorum Graecorum. Juan de Antioquía (Frag. 155).
Historia Augusta. Los treinta tiranos (12-22; 13-14; 15, 1-8; 30, 1-27);
Aureliano (18, 3-4; 21, 1-3; 22, 1-25; 27-3; 30-3; 33-1 a 34; 37-1);
Galieno (10, 1-8; 12-1; 13-1); Probo (9-5), Claudio (11, 1-2), Tácito
(13, 2-5).
Cid y Riu (2003). Historia de las Religiones.
Gibbon, Edward (ed. 2010). Historia de la decadencia y caída del
Imperio Romano.
Goldsworthy, Adrian (2011). La caída del Imperio Romano.
Hernández de la Fuente, David (2013). Palmira. La capital de la reina
Zenobia, en Historia National Geographic, nº 110.
Stoneman, Richard (1994). Palmyra and Its Empire: Zenobia's Revolt
Against Rome.
Historia Eclesiástica. Eusebio de Cesárea (7.10-11).
Páginas web
Historia Natural. Plinio El Viejo (V-25).
http://www.dgam.gov.sy/
Historia Nueva. Zósimo el Historiador (I, 39-73).
http://www.metmuseum.org/TOAH/hd/palm/hd_palm.htm
Líber de Caesaribus. Aurelio Víctor (36).
http://www.viatorimperi.com/palmira
Sobre la muerte de los perseguidores. Lactancio (I, 5; I, 48-49; I, 59;
I-63.1, I-69; I-73).
Fuentes contemporáneas
Belmonte, Juan Antonio (1999). Las leyes del Cielo.
Blánquez, Carmen (2008). Palmira. La ciudad de las caravanas, en
Historia National Geographic, nº 48.
Blázquez, José María (2007). Arte y religión en el Mediterráneo
Antiguo.
Browning, Iain (1979). Palmyra.
Cheikhmous, Alí (2015). Palmyra. Heritage Adrift.