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La Murcia de Nicolás de Bussy
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Emilio Estrella Sevilla
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e hace difícil imaginar la estructura urbana de una
ciudad como Murcia allá por los finales del siglo
XVII y comienzos del XVIII, momentos en los que
Nicolás de Bussy vivió en ella1. La configuración
urbana ha variado tanto, que edificios tan emblemáticos como el mismísimo Palacio Episcopal actual, o la
fachada barroca de la Catedral, no pudieron ser captados por la retina del genial artista, simplemente porque
no habían sido construidos aún.
No obstante, antes de realizar la ‘fotografía’ que
pretendemos de la ciudad de Murcia en aquellos años,
es necesario puntualizar que la citada instantánea quedaría borrosa si entendiéramos a la ciudad como una
simple agrupación de viviendas, de edificios más o
menos emblemáticos y de plazas públicas. Una ciudad
es mucho más que eso.
Para entender una ciudad hay que comprender su
relación con el territorio que la circunda, la idiosincrasia de sus habitantes, sus infraestructuras tales como
caminos, redes de abastecimiento de agua, alcantarillado, trazado callejero, economía, industria y comunicaciones. Si bien es cierto que la Murcia que nos ocupa
aquí prácticamente identifica comunicaciones con caminos, ya que nos situamos a caballo entre los siglos XVII
y XVIII.
Servicios e infraestructuras
Así pues, en aquellas fechas el sistema de alcantarillado prácticamente no era otro que el utilizado desde los últimos momentos del dominio musulmán; es
decir, arbellones que se conectaban en varios puntos
con la cárcava de la muralla de la ciudad. De ellos, el
1. Nicolás de Bussy vivió en Murcia entre 1688 y 1704.
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2. Antes calle Cadenas.
3. Antiguamente llamada de Caravija, por discurrir por ella la citada acequia y la Aljufía.
principal era el que nacía en la actual calle Mariano
Girada2, entroncando con la cárcava de la calle Sagasta, y por ella discurría pasando por el antiguo adarve
o callejón del Miedo (hoy plaza de la Faz), calle de
Verónicas (en el barrio de San Pedro), discurriendo
por la fachada del actual Almudí (el mismo que vio
Bussy), hasta lo que hoy es el edificio de Centro Comercial Hotel Victoria, en cuya esquina más próxima al río
había un desagüe hacia el Segura, para el caso de saturación de su capacidad de evacuación. Desde el Hotel
Victoria el colector abandonaba el foso de la muralla,
tras pasar por el Alcázar Nuevo de Enrique III, y ya
intramuros discurría por la calle San Patricio, actual
Plaza de Belluga, Plaza Apóstoles y Calle San Antonio, saliendo de la ciudad por las inmediaciones de la
Puerta de Orihuela y desaguando en el antiguo meandro de La Condomina.
Una vez fuera de la muralla, y antes de llegar al río,
el colector de El Cigarral conectaba con él. Este colector (El Cigarral) no era otra cosa que la cárcava de la
muralla del este, en su último tramo, y tenía su origen
en las proximidades de la puerta de Las Almunias de la
Arrixaca del Norte, en el extremo este de la actual calle
de Enrique Villar3. Este colector del El Cigarral tenía una
enorme importancia en caso de avenida del río, ya que
servía para desaguarla cuando la riada quería recuperar su antiguo cauce de avenida.
Otros colectores importantes eran el de San Loren-
zo, que desembocaba en la Aljufía, cerca de la actual
calle de San Ignacio de Loyola, y el val de San Antolín, que entroncaba en el colector principal antes citado, en el tramo sur de la calle de Sagasta, muy próximo a la Puerta de Vidrieros.
El sistema general de alcantarillado se completaba
con el Val Hondillo (calle Barahundillo), en el antiguo
Alcázar Nasir, que enlazaba con el Val de la Lluvia (foso
de la muralla que discurría por la actual calle de Cánovas del Castillo), desembocando en el Segura en el extremo sur de la calle de Correos.
Hasta aquí el trazado de los grandes colectores; el
resto de la red secundaria de vertido doméstico se realizaba, o bien directamente al terreno mediante pozos
filtrantes, o simplemente a la calle, formando atarjeas y
regatos, más o menos improvisados, que vertían a los
colectores descritos o a las acequias, como Caravija o
la Aljufía.
En cuanto al agua potable no existía alguna red para
el abastecimiento. Los aguadores llevaban a domicilio
el agua, procedente de la Aljufía en la mayoría de los
casos, desde la Plaza del Agua y la cercana calle Aguadores (hoy Gómez Cortina). Con los aljibes y pozos
domiciliarios se completaba el sistema.
El abastecimiento a base de pozos sacando agua
del subálveo de la ciudad produjo, como es lógico, una
serie de históricas epidemias en Murcia, de las cuales
no tuvo que padecer ninguna Bussy. Antes de su lle-
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Nicolás de Bussy, un escultor europeo en España. Tercer centenario de su muerte (1706-2006)
gada (1688), la última se dio por concluida en octubre
de 1677, siendo los siguientes brotes epidémicos en
1706 (tifus exaltemático)4 y en 1708, (la llamada “peste de Sevilla”5).
Los barrios de los siglos XVII y XVIII
La población de la ciudad de Murcia, en 1694,
ascendía a 5.154 vecinos6, lo cual supondría un total de
unas 26.000 personas viviendo dentro del recinto amurallado, las Arrixacas, San Juan y el incipiente caserío
desperdigado del Partido de San Benito, que luego daría
lugar al actual Barrio del Carmen, de tanta vinculación
con la obra de Bussy.
Este caserío comenzó a tomar categoría de barrio
cuando se instalaron en él los Carmelitas Calzados
en 1586, tras cederles el Concejo la Ermita de San
Benito. No obstante, el convento “de cal y canto” no
se comenzó a construir hasta 1634, concluyéndose
en 1654. Pero lo único que queda hoy en pie y que
pudo ver Bussy es la Portería, situada inmediata a
levante de la actual iglesia, ya que ésta no se comenzó hasta 1721.
El actual Barrio del Carmen no era más que un
conjunto de casas desperdigadas por terrenos de labor.
Prueba de ello es la preocupación que las autoridades
eclesiásticas tenían al discurrir la procesión actual de
Miércoles Santo “entre la ciudad y el campo” por la
noche (“… a mas de las nueve de la noche pasando
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por paraje despoblado exponiendose a que se ejecuten algunas indezenzias…”) 7 .
El barrio más populoso a finales del XVII era, con
diferencia, el de San Antolín, seguido a bastante distancia por el de Santa María (Catedral), San Pedro, Santa
Catalina y Santa Eulalia. No obstante, el mayor poder
adquisitivo se concentraba en San Bartolomé, seguido
de Santa Catalina, San Pedro, San Nicolás y San Lorenzo, siendo los últimos San Andrés y San Antolín.
La Murcia barroca es de seda
En cuanto a la industria, la principal a finales del
XVII era, sin duda alguna, la derivada de la seda, ocupando algo más del 30% de la población activa, con
la lógica repercusión que esto tenía en la población de
la huerta cercana. Las tres mil y pico tahúllas que fueron repartidas entre los conquistadores en el momento de la toma de la ciudad se habían transformado en
setenta y tres mil ochocientas noventa y siete8, según
Cascales, algunos años antes de la llegada de Bussy a
Murcia.
Da idea de la capacidad de producción sedera que
el censo de moreras, a mediados del siglo XVII, ascendía a trescientas cincuenta y cinco mil quinientas. Es
decir, unas quince moreras por cada habitante de la ciudad. Toda la producción era controlada desde El Contraste, edificio situado en la plaza de Santa Catalina9,
donde se realizaban y fiscalizaban las transacciones
4. Melendreras Gimeno, María del Carmen: El Municipio de Murcia en
el Censo de Floridablanca. Murcia: Novograf. 1987.
5. Couchoud Sebastiá, Rafael: Hidrología histórica del Segura (Los Anales del Segura). 1984.
6. Chacón, Francisco: Los Murcianos del Siglo XVII. Evolución, Familia
y Trabajo. Murcia: Editora Regional. 1986.
7. Estrella Sevilla, Emilio: Archivo Histórico de la Archicofradía de La
Sangre. (Pleito entre la Archicofradía de La Sangre y el Convento de
Carmelitas Calzados de El Carmen. Epígrafe 705-30-X. 16 de septiembre de 1705).
8. Una tahúlla equivale a mil ciento dieciocho metros cuadrados. Según
Cascales, una tahúlla es un cuadrado de 40 varas, cuya superficie es
de 1.118 m2, con lo que una vara vendría a tener 83,6 cm.
9. La fachada de El Contraste se encuentra hoy en el Museo de Bellas
Artes, sito en el antiguo Convento de los Trinitarios.
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10. Archivo Municipal de Murcia, Actas Capitulares de 23 de noviembre
de 1748 (folio 218v) y 22 de enero de 1765 (folio 12v).
sederas según las ordenanzas existentes al efecto.
La importancia de esta industria, a todos los niveles, desde la crianza del gusano hasta la elaboración
de los distintos tejidos, fue de capital importancia para
la economía murciana desde el siglo XVI hasta comienzos del XIX. Su peso, dentro de la economía, fue tal
que me atrevería a decir que toda la Murcia monumental barroca que hoy podemos contemplar “está
hecha de seda”.
Nicolás de Bussy vino a Murcia en gran medida
por el florecimiento económico que esta industria producía, y que permitió a cofradías y conventos aumentar su patrimonio artístico, como fue el caso de la
Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, primera que
en Murcia contrató a nuestro artista, siguiéndole después los encargos de la Archicofradía de La Sangre,
de la Cofradía de la Misericordia de Lorca, de la Hermandad de Nuestra Sra. de los Dolores y los Santos
Pasos de Murcia, los encargos para la iglesia de Santo Domingo y San Bartolomé de esta misma ciudad,
etc., amén de otros encargos como sospechamos fueron hechos por el Cabildo Catedralicio, parroquias de
poblaciones próximas, como Bullas, o fachadas en
casas nobiliarias de la vecina Lorca. Pero esto no es
el objeto del presente apartado; continuemos pues
con la Murcia en que vivió Bussy.
En el Archivo Municipal de Murcia, dentro de las
Actas Capitulares de 23 de noviembre de 1748 y en la
de 22 de enero de 176510, se cita “una plazuela que llaman de Bussi”, situándola en la “collación” de San
Bartolomé, y próxima a la calle que iba al Convento
de las Capuchinas desde la muralla principal de la ciudad. Este Convento se encontraba ocupando parte de
la actual Gran Vía, extendiéndose al este de la misma. Dando fachada, y a lo largo, de la actual calle
Maestro Alonso hasta las proximidades del Arco de
la Aurora. Se grafía en las citadas actas “Busi” en la
primera, mientras que en la segunda se escribe “Bussi”, forma esta segunda que suele ser como los escribanos de finales del XV y principios del XVI solían
escribir el nombre de nuestro escultor. Por ello consideramos que sería factible situar el taller, o casa, de
Nicolás de Bussy en la cercanía de la actual plaza de
Santa Gertrudis, entre el actual Banco de España –plaza de los Gatos– y Maestro Alonso. No obstante, si
nos fijamos en el trazado viario, la calle Albacete actual,
teniendo en cuenta que ésta se encuentra en prolongación de Calderón de la Barca, con la muralla interceptando su trazado, es muy probable que la calle que
nombran las actas capitulares referidas y que llevaba
desde las Capuchinas a la “plazuela que dicen de Bussi” (donde hay una boquera que desagua en la cárcava de la muralla) no sea otra que una antigua calle
que debió de haber con el trazado Capuchinas-c/
Albacete-portillo de muralla-Santa Gertrudis-Calderón de la Barca.
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Planta y alzado del Puente Viejo del proyecto de Toribio Martínez
de la Vega (1703). Museo de Bellas Artes, Murcia.
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Trazado viario
11.
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14.
15.
Desaparecido como tal en los primeros años del siglo XIX.
Antes Descabezados y después Ochando.
Antes Tiro Alto.
Actualmente rectificada y sin adarves, recibe el nombre de Frutos Baeza.
Sevilla Pérez, Alberto: Temas Murcianos. Murcia: Academia Alfonso
X el Sabio. 1955.
16. Roselló Verger, Vicente M./ Cano García, Gabriel M.: Evolución urbana de la ciudad de Murcia. Murcia: Ayuntamiento. 1975.
17. El Alcázar Viejo o Nasir se derribó en gran medida en 1748 cuando
se construye por el Obispo Mateo el Palacio Episcopal, obra de Baltasar Canestro. La Torre de Caramajul se destruyó entre 1745 y 1782
para construir el hospital de San Juan de Dios.
Aquella Murcia por la que deambuló Bussy estaba compuesta por un sinfín de pequeñas callejuelas
intrincadas y adarves del más puro estilo moruno,
herencia de su pasado islámico. Prueba de ello son las
actuales calles de La Montera, el callejón de Cortés, la
Calle Aitor, Brujera o Julián Calvo en el extremo oriental del recinto amurallado, o las calles de la Sémola,
Vitorio, Sancho o el adarve Marengo11, la calle Torreta, la de la Herradura, la de Siervas de Jesús12 o Luisa
Aledo13 en la zona de levante de la ciudad; mientras
que, por el centro, tuvo que caminar también por las
famosas Trapería y Platería (cuyo trazado era el mismo que el actual), por la antes tortuosa calle de Madre
de Dios, o por la del Trinquete14, la calle Gavacha, Posada de Santa Catalina, Lencería (hoy Baeza), el adarve
de Ntra. Sra. de los Desamparados, y un tan largo etcétera con que llenaríamos varias páginas. Aquella Murcia de Bussy no era tan distinta a la nuestra en la zona
antigua actual, si sabemos ver lo que miramos.
Entre las plazas más importantes citaremos en primer lugar la de Santa Catalina, centro neurálgico del
núcleo de población, donde como antes dijimos se
encontraba El Contraste, las escribanías y un porche
en la misma puerta de la iglesia donde se realizaban
las subastas públicas, tanto para contratación de obras
como de otros géneros.
En la actual plaza de Las Flores, en su centro, se
encontraba la Carnicería, una de las siete que dio Alfonso X en privilegio a la ciudad, y que estuvo en funcionamiento hasta bien entrado el siglo XIX.
La Plaza de Santa Catalina, sin duda alguna la más
importante de la ciudad en tiempos de Bussy, era utilizada también en aquellos años como plaza de armas,
y en una de las dos torres de la iglesia estaba el reloj
de la ciudad. Desde estas torres se llamaba a a rebato con las campanas cuando arribaban berberiscos a
la costa, mediante un sistema de atalayas15. La torre
del reloj fue construida en 1579 por Miguel Gutiérrez,
en aquella época era la más alta de la ciudad y en ella
se colocaba un centinela para dar la alarma cuando
desde las torres de la costa del Mar Menor se daba el
aviso a la torre del Albujón, y de ésta a la del Puerto
de la Cadena, desde la cual se avisaba a la de Santa
Catalina16.
La actual Plaza de Belluga17 no existía en tiempos
de Bussy, ya que el Palacio Episcopal ocupaba parte
de la misma en la zona norte de ella, mientras que en
el solar que hoy ocupa la sede Episcopal estaba el
Palacio del Adelantado Mayor del Reino. Por ello la
espaciosa plaza actual no era más que el cruce de dos
calles, siendo el Obispo Mateo quien reorganizó la
plaza para darle la forma actual a mediados del siglo
XVIII.
Otra importante plaza era La Carretería (hoy Plano de San Francisco), o la del Mercado, situada en la
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Azud de la Contraparada (1739).
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actual de Santo Domingo, en la Arrixaca del Norte,
entre los conventos de Santo Domingo, las Claras y las
Anas, pues el solar sobre el que se realizaba, los jueves
por privilegio de Alfonso X, era mucho mayor que el
de la actual plaza, llegando desde la Puerta del Mercado hasta la de las Almunias, derribadas ambas en 1732.
La plaza de San Julián, próxima a la iglesia de San
Pedro, también era en aquella época un punto neurálgico de la ciudad, pues cerca de ella se encontraba la
reja del pescado que venía a la ciudad procedente de
Mazarrón, la Encañizada y las playas del Mar Menor. En
esta plaza estuvo el antiguo hospital de San Julián, desaparecido ya en tiempos de Bussy, en cuyo solar estaba
la Posada del Lebrel durante su estancia en Murcia.
Restos de la muralla
18. Sánchez Medrano, Francisco: El Palacio de los Saavedra (Metamorfosis de un edificio del siglo XVII). Murcia. 1997.
Nicolás de Bussy también pudo contemplar, aunque ya bastante maltrecha en muchos de sus puntos,
la muralla de la ciudad y algún lienzo de la cerca que
defendía las Arrixacas. Así pues, la puerta de Santa
Olalla tuvo que ser vista por el genial artista, aunque
no con su grandiosidad inicial, así como la de Orihuela, la del Mercado, como citamos antes, la Puerta del
Porcel, el Portillo de Santo Domingo, la del Azoque,
la de Vidrieros, de la Aduana, la del Puente, la del Sol,
etc., es decir, la mayoría de puertas y portillos tanto de
cerca principal como las Arrixacas, aunque muchas de
ellas se encontraban en estado semi-ruinoso.
Cruzando el río
Justo el año en el que Bussy abandonó Murcia
(1704) se proyectó el actual Puente Viejo por su amigo y socio Toribio Martínez de la Vega, aunque las
obras se iniciaron en 1717 y concluyeron en 1742.
Nuestro artista, cuando se desplazaba hacia el Convento del Carmen, sede de la Archicofradía de La
Sangre, lo hacía salvando el río mediante un puente,
también de piedra, construido en 1579 y que fue destruido por una riada en 1701, que se encontraba exactamente en el mismo lugar en el que hoy se encuentra el de Toribio.
Otros puentes que pudo atravesar para ir de una
margen a otra del Segura en la ciudad de Murcia fueron los de madera de Matías Marfil (1701), el de Baltasar Galera (1702), el de Andrés Parra (1704) y el de la
Plaza de la Barcas (1686).
Por la escasez de espacio que el artículo impone, nos
hemos puesto como meta realizar un sucinto repaso (en
modo alguno exhaustivo) de aquella Murcia de Bussy. En
el tintero quedan muchas infraestructuras sin tan siquiera
mencionar. El lector será benevolente con estas líneas.
La nobleza murciana
Del mismo modo pasemos una rápida ojeada
sobre los grandes edificios que pudo contemplar el
estraburgués, como fue el palacio de Gregorio de Saavedra18, en la antigua calle de la Rambla del Cuerno
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Azarbe de Monteagudo. Melchor Luzón (1697).
Archivo Histórico Provincial de Murcia.
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19. Roselló Verger, Vicente M./ Cano García, Gabriel M.: Evolución urbana de la ciudad de Murcia. Murcia. Ayuntamiento. 1975.
20. Sevilla Pérez, Alberto: Temas Murcianos. Murcia: Academia Alfonso
X el Sabio. 1955.
21. En el “Pueblo Español” de Barcelona hay una réplica.
22. Como nota curiosa diremos que José de Echegaray vivió en la Puxmarina siendo niño.
(hoy calle Rambla a secas), cuya primera traza inicial
data del siglo XVII.
El Palacio de los Fontes, en la actual Plaza de Fontes, obra también del siglo XVII y hoy sede de la Confederación Hidrográfica del Segura. En la misma plaza se alza todavía el antiguo Palacio de los Pacheco,
quienes tuvieron otro en las proximidades de Espinardo.
En la Plaza de las Balsas, muy cerca de la antigua
judería, se construyó el Palacio de Pérez Calvillo
(1409), y que con las lógicas remodelaciones ha llegado hasta nosotros.
El Matadero de la ciudad, construido en 1622,
se encontraba en la actual calle Matadero Viejo, en
la bajada del Puente Viejo en la zona del Barrio del
Carmen.
También pudo contemplar el Palacio de los Riquelmes que se encontraba en la calle de Jabonerías y fue
desmontado en 196819.
El palacio de los marqueses de Beniel, que se apellidaban Celdrán, se encontraba exactamente donde
hoy está el Banco Español de Crédito en la Trapería.
Tras la demolición de este magnífico edificio, y antes
de la ubicación en su solar de la citada entidad bancaria, hubo un famoso hotel denominado Padrón20
que evidentemente no pudo ver Bussy.
La casa de los Celdranes, que no el palacio de los
marqueses de Beniel, ha desaparecido completamen-
te21. Este magnífico palacio se alzaba en el Cantón de
San Cristóbal (prolongación de la Platería desde las
Cuatro Esquinas), con su extraordinario balcón plateresco y el magnífico artesonado del salón principal,
bajo el que se celebraban saraos fastuosos, en aquellos tiempos en que la aristocracia murciana competía en lujos y derroches. Pasados los años, en esta casa
de los Celdranes tuvo Sucesores de Hijos de Nogués
su taller de imprenta.
La casa de los Puxmarín, fundadores de La Raya
y del Monasterio de los Jerónimos, estaba en la plaza de la Puxmarina22, llegando su jardín a la calle de
Polo de Medina, más conocida por el nombre de Callejón del Cabrito en tiempos de Bussy.
El Palacio de los Fajardo ocupaba, durante la
estancia en Murcia de Nicolás de Bussy, el solar del
actual Palacio Episcopal, y fue más tarde, cuando el
Obispo Mateo acometió la demolición de la antigua
sede Episcopal, que éstos trasladaron su residencia
entre los conventos de las Claras y las Anas, cerrando lo que hoy es el comienzo del Paseo de Alfonso
X. Pero esto ocurrió años después de la marcha del
estrasburgués.
En la calle Madre de Dios, cuyo trazado era muy
distinto del actual, como ya se ha dicho, vivían los
Zarandonas y los Aguados, descendientes, estos últimos, de López de Ayala, Adelantado Mayor del Reino en el segundo tercio del siglo XIV.
2
Puente de las Ovejas sobre el río, cerca de la Contraparada. Juan Bautista Balfagón (1655). Archivo Histórico Provincial de Murcia.
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En la época que nos ocupa los Manueles debieron tener casa en el Arenal y la Plaza del Mercado
(Plaza Martínez Tornel y Plaza de Santo Domingo)23.
Instituciones religiosas
23. Frutos Baeza, José: Bosquejo histórico de Murcia y su Concejo. Murcia: Academia Alfonso X el Sabio. 1988.
24. Junto al Palacio de Vinader actual.
25. Hoy las Capuchinas se encuentran en el Paseo del Malecón.
26. Los agustinos debieron llegar al Reino de Murcia en 1397, pero al
monasterio de San Ginés de la Jara (próximo a la actual localidad de
La Unión), y en 1514 se fundó el que tuvieron en la ciudad de Murcia
(extramuros).
27. Franciscanos Descalzos.
La mayor parte de la obra de Nicolás de Bussy
en tierras murcianas la realizó para asociaciones de
tipo religioso. Demos pues un rápido repaso a los conventos que pudo ver durante su residencia en nuestra ciudad.
Las madres Capuchinas vinieron a Murcia en 1645,
y construyeron convento fuera de la muralla, entre el
portillo de Santo Domingo24 y la del Porcel, junto a las
acequias de Caravija y Aljufía25.
El convento de franciscanas de Santa Isabel, hoy
desaparecido, estaba en la actual plaza del mismo nombre, que debió ser una zona con trazado de viario especialmente alambicado en tiempos de Bussy. El convento fue fundado por Dña. Juana Perea, esposa de D. Juan
Porcel, en 1443.
En 151426 se funda el Convento de San Agustín entre
la puerta de Molina y la ermita de San Antón, y allí estuvo hasta 1579, cuando los agustinos se trasladaron dentro de la Arrixaca, junto a la ermita de Nuestra Señora
de la Arrixaca. Hoy sólo queda, del convento que pudo
visitar Bussy, la iglesia y la capilla privativa de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús, que fue terminada en 1696,
según su primitiva traza.
Sin duda alguna que Nicolás de Bussy visitó el Convento de San Diego (los Diegos27) cuando realizó en
1700 contrato para esculpir un Calvario para la Hermandad de Ntra. Sra. de los Dolores y los Santos Pasos
con sede allí, que desgraciadamente hoy ha desaparecido. Se encontraba en las inmediaciones de la actual
calle de San Diego, próxima a la ermita de San Antón,
entre el jardín de la Seda y la carretera de la Ñora.
Los Mercedarios, que tanto intervendrían posteriormente en los pleitos por la propiedad de las tallas
de Bussy que sostuvo la Archicofradía de La Sangre,
comenzaron a construir iglesia y convento nuevo (concluido en julio de 1560) cerca de la puerta Nueva (o
de Santo Cristo), donde actualmente todavía existe su
iglesia y claustro.
El convento de Santa Catalina del Monte lo fundaron los franciscanos, por donación de Juan Mercader,
el 26 de agosto de 1441. Todavía se mantiene en su primitiva ubicación.
Otro importante convento, desaparecido hoy, fue
el de los Capuchinos (bajo la advocación de San Antonio), situado en el Partido de San Benito, en las inmediaciones de la calle que hoy llamamos Alameda de
Capuchinos. Efectivamente se plantó una alameda para
dar acceso al convento, pero de todo aquello sólo nos
ha llegado el nombre.
También nuestro D. Nicolás pudo contemplar la
hermosura, tanto material como espiritual, del conven-
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to de San Antonio de Padua28, del que hoy sólo queda
la iglesia y muy retocada. Se localizaba entre la actual
calle San Antonio y la conocida calle de Correos, “cabe
la Rambla del Cuerno” 29. Las populares Antonias eran,
y son, desde antes de 1704 las camareras perpetuas del
Cristo de La Sangre, obra maestra del genial artista, y
hoy tienen su convento en la cuesta que desde Algezares da acceso al Santuario de la Fuensanta.
El convento de Santa Ana comenzó a construirse
en 1490. Se estableció como comunidad con el apoyo del deán don Martín de Selva, pero las religiosas
no admitieron las condiciones que éste imponía, por
lo que se pusieron bajo la obediencia del padre prior
de Santo Domingo, de ahí que hoy sea un convento
dominico.
A buen seguro que Bussy visitaría también el Monasterio de los Jerónimos de La Ñora, cuya factura se inició en 1579, merced al testamento del Capitán Alonso
Bozmediano de Arróniz.
Pocos años antes de la llegada a Murcia del estrasburgés se inició la construcción del Convento de Santa Teresa, en la actual calle del mismo nombre, cercano a la puerta de Santa Florentina30.
San Esteban fue fundado por el Obispo Almeida en
1568, donde se instaló la Compañía de Jesús. Bussy tuvo
contacto con él, dada su especial devoción con la regla
de San Ignacio, y para el que hizo varias imágenes.
El Convento de Madre de Dios, que se encon-
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2
Plano plaza Belluga antes reforma (1717).
traba en la calle de tal nombre, fue fundado por el
deán Martín de Selva en 1490 para las monjas de
San Laurencio Justiniano. Se localizaba frente a los
baños musulmanes que desaparecieron al construir
la Gran Vía, y hoy podemos encontrarlas en el Polígono Infante Juan Manuel, muy cerca de edificio de
la Policía Municipal.
28. Fundado en su casa por Dña. Antonia Mercader y su hija Dña. Rosenda Rodríguez, en 1428. El 7 de agosto de 1435 recibió la confirmación
por bula del Papa Eugenio IV.
29. Fuentes y Ponte, Javier: La Murcia que se fue. Murcia. 1953.
30. La licencia para ser fundado se dio el 20 de febrero de 1680.
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31. Momento en el que el rey musulmán, satélite de Castilla, abandona
definitivamente el alcázar (o palacio) del norte de la ciudad.
32. Navarro, Julio/ García, Alejandro: “Aproximación a la cultura material de Madïnat Mursiya”. En: Murcia Musulmana. Murcia: Ayuntamiento. 1988.
33. Sevilla Pérez, Alberto: Temas Murcianos. Murcia: Academia Alfonso
X el Sabio. 1955.
El Convento de Verónicas, del que hoy sólo queda la iglesia, lo fundó doña Isabel de Alarcón y se
construyó en el año 1529, junto a la Aduana del
Almojarifazgo Real.
Del casamiento de doña Brígida Pinelo (de familia genovesa) con D. Pedro Fajardo nacieron seis hijas,
y debido a la muerte de una de ellas (María Fajardo
de Mendoza) fundaron el convento de las Madres
Agustinas, comenzándose su construcción en 1610 y
terminándose en 1634. Todavía hoy podemos contemplar este impresionante edificio.
Santa Clara la Real, que afortunadamente ha
llegado hasta nuestros días, se fundó en el Alcázar
Seguir para las monjas de San Francisco, llamadas
las Menoretas. Éste fue concedido (en parte o en
un lugar próximo al Alcázar Seguir) por el Rey Don
Alfonso X a los franciscanos, teniendo privilegio
real de 13 de agosto de 1322, y 30 de julio de 1403
como “Seguro y salvaguardia Real”. El proceso
para la llegada de las Clarisas, en resumen, fue el
siguiente: inicialmente el Rey Sabio, como antes
dijimos, dio un trozo o un solar próximo al Alcázar Seguir a los franciscanos; pues desde 127231 el
Alcázar Seguir perteneció a la Corona, siendo en
1367 cuando Pedro I lo cede a las Clarisas “Casas
y palacios reales que tenía en esta ciudad, con todas
sus entradas y salidas, y pertenencias, edificios,
aguas y riegos”.
Enrique II confirma la cesión del Alcázar Seguir
(o parte) según el privilegio de Pedro I, en documento donde recuerda que fueron casas del rey
Alfonso y se dieron a estas monjas por estar “çerca
de dicho monesterio”. No obstante, fray Pablo Manuel
Ortega (en 1740) comenta que las Clarisas, previamente a 1365, se asentaron en la puerta de Orihuela, llegando a su actual convento cuando ese lugar
fue abandonado por la rama masculina de los franciscanos, los cuales tenían posesión del mismo por
un privilegio rodado de 5 de mayo de 1272 dado por
el Rey Alfonso X32. Aunque, seguramente, el traslado de las monjas debió ser anterior al privilegio de
Pedro I.
Con probabilidad, las franciscanas (Clarisas)
debieron llegar a su actual emplazamiento hacia
1290, pues ese mismo año Sancho IV concede a la
orden de San Francisco (rama masculina) un solar
“que es entre la Puerta de la Puente e la Puerta de
la Arrejaca, para facer su monesterio”, es decir: en
el Plano de San Francisco, donde hasta hace pocos
años estaban todavía. En este monasterio, que se
encontraba inmediato a las escaleras actuales del
acceso principal al Malecón, el Conde de Floridablanca vivió sus últimos años, y desde él escribió la
carta de la Junta de Murcia a las demás Juntas del
Reino en defensa de España contra la invasión napoleónica33.
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Nicolás de Bussy, un escultor europeo en España. Tercer centenario de su muerte (1706-2006)
2
Obispado de Cartagena
(1724).
Emilio Estrella Sevilla
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2
Croquis de la muralla de la Arrixaca del oeste,
realizado por Juan Bautista Balfagón (1653).
Archivo Histórico Municipal de Murcia.
Otro importante convento que contempló Bussy
fue el de los Trinitarios, que ocupaba el solar del
actual Museo de Bellas Artes y Escuelas Graduadas,
del cual solamente nos queda como recuerdo hoy el
nombre de la calle que llevaba hasta su puerta, la
calle Trinidad.
Mucho más podríamos seguir comentando aque-
lla Murcia de Bussy en el momento de mayor florecimiento económico, que aumentó considerablemente con el advenimiento de la dinastía borbónica
tras la Guerra de Sucesión, del cual fue privilegiado
actor el Cardenal Belluga, pero nuestro artista ya no
residía en Murcia, y a los pocos años falleció en un
convento mercedario de Valencia.
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Nicolás de Bussy, un escultor europeo en España. Tercer centenario de su muerte (1706-2006)
Calles de gremios
Tratando de identificar la Murcia de Bussy con la
actual, un elemento importante es la propia denominación de las calles, nombres que corresponden generalmente al gremio o función que se desarrollaba en
ella por los artesanos correspondientes.
Comentaremos muy sucintamente estas vías públicas, encuadrándolas en los barrios donde se ubican,
que no son otros que las parroquias existentes en tiempos de nuestro artista.
En la parroquia de Santa María, es decir, la jurisdicción de la Catedral, se situaban, y sitúan, las famosas calles de Trapería y Albeiteros. En San Bartolomé están Platería, Jabonerías y la Plaza del Esparto34; en San Lorenzo la calle Granero35; en San Juan,
la de Escopeteros; en el Carmen, la de Aladreros y
la plaza de la Paja; en Santa Eulalia la calle de Toneleros; en San Antolín, la de Turroneros y la de Carniceros y en la parroquia de San Andrés se encuentran las calles de Yesqueros y la de Alfareros. La
actual calle de Sagasta se llamó Calderería, mientras que recibió el nombre de Espaderos y de Campaneros la actual calle del Pilar. La Bolsería era la
calle de San Pedro, mientras que la calle Jiménez
Baeza recibía el nombre La Lencería. La Carretería
se denominaba al actual Plano de San Francisco.
Calle de La Pescadería se denominó a la plaza de
San Julián, que hoy podemos recorrer. La Frenería,
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donde estaban los artesanos fabricantes de frenos
de carros, sigue hoy recibiendo el mismo nombre.
En la actual parroquia de San Juan Bautista se
encontraban los sastres (c/ Pocotrigo y c/ Alta), mientras que en la de Enmedio situaban los tejedores y
cordoneros. Los pasteleros se concentraban en Santa Catalina y San Pedro. Los zapateros y sus “adoberías” estaban próximos al Cigarral, cuyo nombre hoy
se conserva, extramuros de la ciudad.
Muchas cosas quedan en el tintero, como por
ejemplo las riadas que Bussy pudo contemplar durante su estancia en Murcia36, las fortificaciones de la ciudad con sus murallas y alcázares, los caminos de la
huerta y las comunicaciones con los reinos limítrofes, la labor constructora del Cabildo Catedralicio,
hospitales, seminarios, el Concejo… Pero como decíamos al comienzo de este artículo, no pretendemos
ser exhaustivos, simplemente dar una pincelada sobre
lo que fue aquella Murcia de entre 1688 y 1704, la
Murcia de Bussy.
34. Si bien en tiempos de Bussy en Murcia esta plaza (actual de Romea)
estaba ocupada en su mayor parte por los huertos del Convento de
los Dominicos.
35. Allí estaba el antiguo granero eclesiástico.
36. La Borrasca de Santa Catalina (24 de noviembre de 1694), que afectó principalmente a Cartagena. La riada de San García (25 de septiembre de 1701), que derribó el puente de piedra de Murcia, y la de San
Leovigildo (26 de agosto de 1704).