Nuestro camino de baldosas amarillas lleva a la reconciliación con nuestro yo interior y todo el rencor que guardamos dentro por lo que nos ha ocurrido o le ocurre a gente querida que vamos conociendo a nuestro alrededor. Lleva a encontrar el corazón que se nos cayó por el camino. Lleva a conseguir el valor para mantenernos de pie pese al riesgo de recaer.
Nuestro camino de baldosas amarillas lleva a un reino donde las risas lo regentan. Donde las brujas y los fantasmas de las sombras se disuelven envueltos en confitura de fresa.
Nuestro camino de baldosas amarillas lleva a un salón de baile donde Eva yo bailamos en un sin fin “Heaven, I´m in heaven” cantada por Fred Astaire, mientras una niña risueña con coletas no para de dar saltos alrededor y un querubín con rizos rubios se mete entre nuestras piernas bloqueando nuestros giros.
Nuestro camino de baldosas amarillas tiene dientes de león que vuelan con mensajes de alegría y esperanza al resto del planeta.
Nuestro camino de baldosas amarillas, termina en un lugar donde Guzmán crece sin volver a estar enfermo, en el que Hugo está curado después del transplante que espera, mientras los dos juegan en un parque con toboganes de purpurina junto a Kike, Unai, Miguel, Alex… Lucas, Leo… completamente recuperados y en el que los Pelones, Elías, Ainara, Maricarmen… más sanos y felices que una perdiz, con Janire a la cabeza saltan y bailan al ritmo de la vida de coldplay y en el que Miguel se hace mayor y mayor ante la mirada de Mónica y Dimas.
Nuestro camino de baldosas amarillas lleva a un lugar en el que quienes esperan un trasplante de médula lo han conseguido gracias a que este país le haya dado la vuelta a la estadística actual y a que un día el sistema nacional de transplante de médula cambió por un modelo mejor.
Nuestro camino de baldosas amarillas lleva a un reino en el que las injusticias, las preocupaciones, las crisis, los temores, los miedos, las insatisfacciones... se deshacen como si fueran mantequilla.
Pero lo mejor y la mayor alegría de ese camino de baldosas amarillas no es la felicidad que se adentra en los poros cuando uno llega, sino la cantidad de gente que vamos conociendo y a la que uno se abraza mientras seguimos avanzando a nuestro reino de Oz.
Nuestro camino de baldosas amarillas lleva a un reino donde las risas lo regentan. Donde las brujas y los fantasmas de las sombras se disuelven envueltos en confitura de fresa.
Nuestro camino de baldosas amarillas lleva a un salón de baile donde Eva yo bailamos en un sin fin “Heaven, I´m in heaven” cantada por Fred Astaire, mientras una niña risueña con coletas no para de dar saltos alrededor y un querubín con rizos rubios se mete entre nuestras piernas bloqueando nuestros giros.
Nuestro camino de baldosas amarillas tiene dientes de león que vuelan con mensajes de alegría y esperanza al resto del planeta.
Nuestro camino de baldosas amarillas, termina en un lugar donde Guzmán crece sin volver a estar enfermo, en el que Hugo está curado después del transplante que espera, mientras los dos juegan en un parque con toboganes de purpurina junto a Kike, Unai, Miguel, Alex… Lucas, Leo… completamente recuperados y en el que los Pelones, Elías, Ainara, Maricarmen… más sanos y felices que una perdiz, con Janire a la cabeza saltan y bailan al ritmo de la vida de coldplay y en el que Miguel se hace mayor y mayor ante la mirada de Mónica y Dimas.
Nuestro camino de baldosas amarillas lleva a un lugar en el que quienes esperan un trasplante de médula lo han conseguido gracias a que este país le haya dado la vuelta a la estadística actual y a que un día el sistema nacional de transplante de médula cambió por un modelo mejor.
Nuestro camino de baldosas amarillas lleva a un reino en el que las injusticias, las preocupaciones, las crisis, los temores, los miedos, las insatisfacciones... se deshacen como si fueran mantequilla.
Pero lo mejor y la mayor alegría de ese camino de baldosas amarillas no es la felicidad que se adentra en los poros cuando uno llega, sino la cantidad de gente que vamos conociendo y a la que uno se abraza mientras seguimos avanzando a nuestro reino de Oz.