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Cuando
Daniel nació llevaba un gorrito verde. Es mi primera imagen de mi sobrino,
llevado a toda prisa por una enfermera desde el paritorio a la sala de
incubadoras. Le vi la carita y fue evidente que era Daniel. Tan pequeño. Daniel
nació prematuramente. Casi le podías sostener con una mano. Luego vinieron las
semanas de la incubadora. Le pregunté a mi hermano, su padre, si podría decir
que me dejaran entraren la sala algún rato a estar con él. Fui una cuantas
veces. Desde el comienzo ese impulso de empatía, unión, no sé bien cómo
llamarlo, con Daniel estuvo ahí. Sé que para bastante gente, incluso personas
que estuvieron cercanas a mí, ha sido algo difícil de comprender. Puedo
entender esas reacciones, al fin y al
cabo sólo soy la tía paterna del chaval y entiendo que mi implicación en muchas
ocasiones va más allá de lo habitual para las tías. Pero las cosas y los
sentimientos son los que son.
Hoy,
15 de julio de 2018, Daniel ha cumplido diecinueve años. Diecinueve años desde
que lo vi por primera vez con su gorrito verde. Y de alguna manera también es
un cumpleaños para mí, porque su llegada, las circunstancias de la vida de
Daniel han influido directamente en mi vida, en mi perspectiva ante muchas
cosas, en la priorización de necesidades, de valores, etc. Gracias a Daniel he
aprendido cómo construyes tus propios recursos para luchar, cómo se crean
caminos si no existían antes, cómo abres
puertas que ni conocías, en fin, cómo se
reivindica y se construye vida desde cualquier margen. Por resumir de alguna
forma, la vida de Daniel ha hecho la mía mucho más rica, más capaz de entender
que hay muchas formas de vivir. No digo que sea fácil, ni muchas veces
agotador. Pero, la tómbola es la tómbola, a cada cual le toca lo que le toca, y, como diría Virgilio, el amor todo lo puede, al menos el amor de
tía … ja, ja.
Estas
dos fotografías de Daniel a caballo son tan reales como metafóricas del camino
realizado por él hasta casi hoy, porque ya es tan mayor que ahora ya no puede
subir al caballo con el entrenador, y le han asignado tareas de cuidado,
cepillado y esas cosas. Así que ahí estamos, preparándonos para nuevas etapas y
nuevos retos.
¡Feliz
cumpleaños, jefe Daniel! (tú, ya me entiendes)