Foto de la red
Pude verte al fin, la ternura
me embarga
y
la alegría por escucharte llena
mi
cuerpo de ansia por abrazarte.
¡Qué
ilusa!
Están
prohibidas las caricias
el
roce de la piel está en desuso,
bocas
tapadas en su amplio sentido,
sonrisas
ocultas que a los ojos desafían
poniendo
a prueba las palabras en ellos.
¡Estas
cambiada!
Te
miro, me duelen las entrañas
y
te vienes abajo. Asoma el miedo,
me
dices que te duele, que es muy fuerte
el
verme enmascarada.
Con
un quejido prendido en tu rota garganta
me
dices casi inaudible.
¡Cuánto me extrañas!
Y
me duele el alma al ver tus lágrimas,
tragué
el nudo, afiné la voz que salió
limpia
y serena remontando el momento.
Nos
prohibieron besarnos, tocarnos…
¡No
pudimos dejarnos!
Utilizamos
camisas, pusimos guantes
y
ladeando las cabezas con doble mascarilla
nos
fundimos en un abrazo intenso,
fueron
segundos, suficientes para grabarlo
a
fuego, un beso lanzado al aire
y
sin volverte desapareciste.
¡Qué
tristeza la mía!
Esta
vez fui yo quien se vino a bajo
cuando
giraste la esquina.
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Fini López