Editorial: Valenciana
Año: 1943
Ejemplares: 14+1
Dibujos: Manuel Gago
Guión: Manuel Gago
Tamaño: 21 x 32 cm.
Páginas: 16 + cubiertas
Precio: 1,50 pts.
Ejemplares: 14+1
Dibujos: Manuel Gago
Guión: Manuel Gago
Tamaño: 21 x 32 cm.
Páginas: 16 + cubiertas
Precio: 1,50 pts.
La vocación aventurera de Valenciana quedó patente apenas
iniciada su actividad tebeística, siendo Selección
Aventurera su colección más emblemática en esos inicios, si excluimos a la
mítica Roberto Alcázar y Pedrín que
también sumó lo suyo. Por diferentes razones, incluida la gran acogida que
estaba alcanzando esta colección de colecciones que fue Selección Aventurera, la editorial decidió editar una segunda
cabecera a la que dio en llamar Las Grandes Aventuras.
En realidad estos nuevos cuadernos eran títulos
destinados en un principio a engrosar la lista de la primera. Pero en ese
tiempo la dirección a seguir por el sector, tanto comercial como temática, la
señalaba Hispano Americana con su catálogo de héroes yanquis y formatos de gran
tamaño. Tebeos que abarcaban el doble del cuadernillo normal y cuyo precio seguía
esa misma dirección.
Todo hace indicar que Valenciana decidió competir en ese
formato y, entre otras creaciones, puso en circulación este epígrafe de Las Grandes Aventuras. El objetivo era
doble: de una parte tratar de apoderarse de una porción de ese segmento de
ventas, y, de paso, prestigiarse, realzar su imagen como editora, no en vano la
vistosidad e imagen que proyectaban estos cuadernos era muy superior a la del
cuadernillo habitual.
Cuadernos que, como apuntábamos, por sus características
(grafismo de portada, temática y autores) bien podían haber engrosado la lista
de Selección Aventurera, pero las razones antes señaladas los
desviaron finalmente en esta dirección. Los veinticinco ejemplares aparecidos hoy están
catalogados por los coleccionistas en dos series: los llamados monográficos (once cuadernos) y la creación de Manuel Gago
protagonista de esta entrada titulada Niño Gonzalo, que fueron catorce.
Niño Gonzalo es una colección que hoy tiene su intríngulis. Porque
ni fueron catorce los cuadernos, ni tampoco era la primera vez que el personaje
visitaba el tebeo. En realidad fueron quince o dieciséis, según se mire. Manuel
Gago había dejado listo y entregado el cuaderno Nº 15 (La Rendición de los Indios), aunque éste nunca llegaría a
publicarse. Pero lo verdaderamente curioso --algo que quizás muchos aficionados
desconozcan--, es que la primera aparición del personaje, su origen, no tuvo
lugar en la presente cabecera, sino en la hermana pobre de ésta que fue Selección Aventurera.
Quien quiera y pueda comprobarlo que eche un vistazo el
cuaderno monográfico titulado Fuego a
Bordo y verá que está protagonizado por un hidalgo llamado Diego de Acuña y
por el criado de éste, Gonzalo: personajes principales de Niño Gonzalo. La
historia narrada por este primigenio cuaderno se inicia en el año 1500, en
España, cuando los ecos de las riquezas que atesora la tierra
americana “han despertado la ambición de
nobles y plebeyos. También en los hidalgos de linaje rancio y de bolsa
escuálida. El nombre de la tierra de promisión es como un paraíso realizado”.
Portada y página interior del cuaderno de Selección Aventurera, Fuego a bordo,
donde hizo por primera vez su aparición el personaje
En ese contexto se inician las andanzas del arruinado hidalgo Diego de
Acuña, quien cansado de una despensa mísera, que sólo le permite alimentarse de
judías, y acuciado por las deudas, decide hacer las américas. Una aventura en
la que le acompaña su fiel criado Gonzalo, que a la postre será quien se lleve
el mayor protagonismo de tan hispánica y colonizadora empresa. El cuaderno
termina con los supervivientes del naufragio del barco en el que viajan llegando
a la nueva tierra. Con la cruz por bandera, procederán a bautizar el recién
pisado territorio como Nueva España en nombre de los reyes de Castilla y León,
como si de Hernán Cortés y sus hombres se tratara. El cuaderno contó con
Eduardo Vañó y Martínez Marzo en la parcela gráfica, portada e interiores,
respectivamente.
RECUPERACIÓN
DE LOS PERSONAJES
Valenciana
debió pensar que en ese argumento de conquistadores había un filón patriótico
de indudable tirón comercial --de hecho aún estaban recientes los cuadernos que
Hispano Americana había dedicado a Pizarro y Hernán Cortés--. O quizás fue cosa
del propio Manuel Gago, dibujante sobre el que recaería el encargo de dar
continuidad a las aventuras del joven Gonzalo y Diego de Acuña.
Sea
como fuere, el caso es que las aventuras de la pareja continuaron adelante de
forma decidida, pero mutando su tamaño y su cuna inicial. El siguiente
cuaderno, el supuesto primer número que en realidad era el segundo (Los Devoradores de Hombres), pasó ya a
pertenecer Las Grandes Aventuras. Y
así siguió hasta sumar catorce entregas: todas huérfanas de pistas o vínculos
nominativos que facilitaran su identificación. Tan sólo el estilo inconfundible
de Gago, así como sus fragmentadas portadas plagadas de indígenas, la hicieron
relativamente identificable.
Dibujo original de una de las portadas
Este
primer cuaderno asociado a Las Grandes
Aventuras iniciaba la narración de manera inequívocamente continuista, como
se podía comprobar con sólo leer la introducción: “El hidalgo Diego de Acuña y su fiel criado Gonzalo, en unión del
capitán y dos tripulantes del barco que les transportaba a México, se
encuentran en una terrible situación a causa de haber naufragado el buque y de
haber sido arrojados por las olas a una playa desconocida”.
Si el
guión del primer cuaderno (Selección
Aventurera) giraba en torno a una peligrosa travesía de los protagonistas
en busca de su dorado particular, la continuación de Gago no podía ser más fiel
al universo narrativo del autor. Aventura en estado puro, con selvas infectadas
de peligros e indígenas con vocación caníbal. El espíritu de conquista pasaba a
un segundo lugar para dar paso a otro tipo de espíritu, el de salvar el pellejo
a toda costa, aunque el peregrinaje del reducido grupo de españoles seguiría
teniendo como objetivo dar con el paradero de Hernán Cortés y unirse a su
cruzada particular por tierras aztecas. En esa travesía se irán sucediendo
algunos prodigios, como la evangelización de poblados indígenas a manos de
Diego de Acuña. Pero quizá el más importante fuese la maravillosa evolución
experimentada por Manuel Gago, idéntica a la que tuvo lugar en los primeros
quince o veinte cuadernos de El Guerrero
del Antifaz.
Cuaderno núm. 2 del formato 21 x 32 cm.
Página interior del cuaderno núm. 1, una vez reanudadas las
aventuras del personaje en el formato 21 x 32 cm.