En el Ciclo Formativo de Grado Superior en Gráfica Publicitaria, hay una materia llamada "Técnicas de Expresión Gráfica" que está dedicada al aprendijaze básicamente del dibujo artístico y la ilustración y, en menor medida, de las artes plásticas en general.
Se sobreentiende que un diseñador gráfico - o multimedia - tiene que tener un conocimiento no extenso pero sí razonable de técnicas como el carboncillo, pastel, acrílico o acuarela. Yo estoy de acuerdo a grandes rasgos con esto - y pienso, sobre todo, que un diseñador gráfico no puede serlo si no sabe dibujar medianamente bien -.
El sistema educativo español no tiene ninguna herramienta de control sobre el personal docente; esto significa que no hay manera humana a nivel administrativo de determinar si un profesor está haciendo su trabajo - esto es, enseñar su materia - o si está gastando los días en tumbarse a la bartola.
Una Escuela de Arte es un entorno empapado de bohemia de baratillo, que da lugar a la aparición de profesionales que se valen de esta atmósfera general para no trabajar diciendo cosas como "las reglas están para romperlas" o "hay que experimentar", dejando a los alumnos el desarrollo de la clase mientras ellos miran su Facebook en el portátil que el Estado les proporciona.
El año pasado me tocó una profesora de este tipo y recuerdo que solía mandar trabajos basados en técnicas plásticas, diciendo simplemente un concepto - por ejemplo, la soledad - y pasaba las horas muertas tomando café o mirando su ordenador mientras nosotros debíamos conseguir, solos y sin ayuda, realizar x número de acrílicos, acuarelas o sanguinas.
Cuando alguien se quejaba de esta situación y pedía que se le explicase la técnica, la profesora se limitaba a decir: "yo no puedo explicároslo todo", o "esto ya deberíais saber hacerlo, estáis en un Ciclo Superior".
Esto es una gran falacia en la que se escudan muchos docentes usurpadores para no hacer su trabajo. El Ciclo Formativo de Gráfica Publicitaria tiene dos vías de acceso según la legislación vigente: con Bachillerato o sin él, esto es, a través de una prueba de acceso para mayores de 19 años.
Esto significa que un alumno de Gráfica Publicitaria no tiene por qué saber pintar en acrílico o en acuarela, al igual que no tiene por qué saber manejar Photoshop o Illustrator ni tantas otras cosas, a menos que se lo hayan exigido en la prueba de acceso. Si ha superado dicha prueba sin recibir estas exigencias, a partir de ahí, empieza un minuto cero en el que todas las materias, a nivel legal y oficial, son desconocidas para él y por lo tanto deberían enseñárselas.
Este detalle legislativo tan básico es obviado, como digo, por gran cantidad de supuestos profesionales que pretenden hacer de la Escuela una especie de lugar de encuentro en el que no se viene a aprender, sino a desarrollar lo ya aprendido, básicamente porque es una excusa perfecta para dar rienda suelta a la vagancia que inunda nuestra sociedad.
El resultado final es que la gente sale de la Escuela sin saber prácticamente nada, conociendo lo mismo que cuando entró. De lo que la empresa vaya a exigir a los futuros profesionales nada van a saber éstos, y yo ya he conocido casos en los que un Técnico Superior, al ser preguntado sobre sus conocimientos en 3D, diseño multimedia o ilustración por un empresario, ha tenido que responder: "no tengo ni idea".
En definitiva, los títulos, por este y otros motivos incontables, se vuelven algo simbólico y al final es la empresa la que, si le conviene y le da la gana, tiene que enseñar a los profesionales en qué consiste su profesión, ya que la Escuela de Arte se halla reducida a un inmenso cibercafé para unos, campamento de verano para otros, y sala de tortura mental para la mayoría.
Se sobreentiende que un diseñador gráfico - o multimedia - tiene que tener un conocimiento no extenso pero sí razonable de técnicas como el carboncillo, pastel, acrílico o acuarela. Yo estoy de acuerdo a grandes rasgos con esto - y pienso, sobre todo, que un diseñador gráfico no puede serlo si no sabe dibujar medianamente bien -.
El sistema educativo español no tiene ninguna herramienta de control sobre el personal docente; esto significa que no hay manera humana a nivel administrativo de determinar si un profesor está haciendo su trabajo - esto es, enseñar su materia - o si está gastando los días en tumbarse a la bartola.
Una Escuela de Arte es un entorno empapado de bohemia de baratillo, que da lugar a la aparición de profesionales que se valen de esta atmósfera general para no trabajar diciendo cosas como "las reglas están para romperlas" o "hay que experimentar", dejando a los alumnos el desarrollo de la clase mientras ellos miran su Facebook en el portátil que el Estado les proporciona.
El año pasado me tocó una profesora de este tipo y recuerdo que solía mandar trabajos basados en técnicas plásticas, diciendo simplemente un concepto - por ejemplo, la soledad - y pasaba las horas muertas tomando café o mirando su ordenador mientras nosotros debíamos conseguir, solos y sin ayuda, realizar x número de acrílicos, acuarelas o sanguinas.
Cuando alguien se quejaba de esta situación y pedía que se le explicase la técnica, la profesora se limitaba a decir: "yo no puedo explicároslo todo", o "esto ya deberíais saber hacerlo, estáis en un Ciclo Superior".
Esto es una gran falacia en la que se escudan muchos docentes usurpadores para no hacer su trabajo. El Ciclo Formativo de Gráfica Publicitaria tiene dos vías de acceso según la legislación vigente: con Bachillerato o sin él, esto es, a través de una prueba de acceso para mayores de 19 años.
Esto significa que un alumno de Gráfica Publicitaria no tiene por qué saber pintar en acrílico o en acuarela, al igual que no tiene por qué saber manejar Photoshop o Illustrator ni tantas otras cosas, a menos que se lo hayan exigido en la prueba de acceso. Si ha superado dicha prueba sin recibir estas exigencias, a partir de ahí, empieza un minuto cero en el que todas las materias, a nivel legal y oficial, son desconocidas para él y por lo tanto deberían enseñárselas.
Este detalle legislativo tan básico es obviado, como digo, por gran cantidad de supuestos profesionales que pretenden hacer de la Escuela una especie de lugar de encuentro en el que no se viene a aprender, sino a desarrollar lo ya aprendido, básicamente porque es una excusa perfecta para dar rienda suelta a la vagancia que inunda nuestra sociedad.
El resultado final es que la gente sale de la Escuela sin saber prácticamente nada, conociendo lo mismo que cuando entró. De lo que la empresa vaya a exigir a los futuros profesionales nada van a saber éstos, y yo ya he conocido casos en los que un Técnico Superior, al ser preguntado sobre sus conocimientos en 3D, diseño multimedia o ilustración por un empresario, ha tenido que responder: "no tengo ni idea".
En definitiva, los títulos, por este y otros motivos incontables, se vuelven algo simbólico y al final es la empresa la que, si le conviene y le da la gana, tiene que enseñar a los profesionales en qué consiste su profesión, ya que la Escuela de Arte se halla reducida a un inmenso cibercafé para unos, campamento de verano para otros, y sala de tortura mental para la mayoría.