Destruir
Este castillo por otra parte infame
de naipes construido para la supervivencia
en tiempos de mayorías absolutas
de delgadez extrema tan de moda
de la facilidad con la que uno puede sucumbir
a la nada
de la dificultad de enamorar con poemas
digan lo que digan
los sabios de todos los tiempos.
Cuando el silencio me ahoga, enciendo la radio y me llegan de un planeta lejano voces que apenas comprendo: ese mundo tiene su tiempo, sus horas, sus leyes, su lenguaje, preocupaciones, diversiones que me son radicalmente extraños.
Simone de Beauvoir.
Año 2007.
Lunes.
Vacío la pesada carga, después de hacer
estos viajes en balde
hasta tu casa hasta tus petunias hasta tu
engalanada sonrisa que pretende
orientales hasta la desgarrada cima de cualquier
edificio
ahí
entonces
miro hacia el sol.
Cegada pienso
No hay nada que decir, escritores
irlandeses en la pared de mi cuarto
pintura de un francés, alguna foto de Man Ray
dibujos de Jose, fotografías
otros
instantes
ahí entonces.
Un puño en el centro mismo
de mi barriga sacude las entrañas
es lunes
tú
no
me
quieres.
Es lunes.
Año 2007.
Por safrika señorita a las 12:29 p. m. 5 pulsaciones
Acaba de avanzar una caja roja.
Una caja roja ha venido, rápida.
He cerrado los ojos ahí estaba.
UN CHASQUIDO y
Anoche soñé que mi padre no era mi padre
sólo era un señor con perilla.
Anoche soñé que tus labios contenían cremas,
delicatessen para la piel,
organismos vivos,
estáticos,
pequeños cuadros de Vermeer
soliloquios
esa forma fría
de hacer hijos
práctica
advenediza.
Soñé
que el chico del pelo rizado compraba un collar
consumido en sus parafilias, practicaba
y practicaba
y practicaba
y practicaba
sin miedo me hacía estallar, ¿comprendes?
¿Si es el amor tenaz con el tiempo se traduce
en un resultado propicio?
Soñé con cámaras, soñé con acentos escapando
de las palabras
con mares dentro de un garaje
la vida consiste
en esquivar las olas,
olas de grasa,
aceite de
mecánico.
Soñé con grúas que se derriban, que asesinan
a niños a parejas de enamorados
son felices
son felices
es un instante
y fuera.
Soñé con el dedo encendido con un sinónimo para
suavizar el puño.
Soñé, se hacía de día, justo ese minuto en que
el mundo es violeta
y tiene esa frialdad
de los electrodomésticos
nuevos.
Soñé
con aquel momento aquel.......momento
nos estrellamos ¿te acuerdas?
nos estrellamos
algo giró para siempre.
Pequeños sucedáneos
niños
atrapados tumbados en un diván
tan triste, tan triste,
yo
quería morir.
Era tan triste.
Pero sigue, sigue.
La caja.
ESTÁ ABIERTA.
La jaula.
Está quieta, y no hay nada
que te retenga
aquí.
viernes, 18 de mayo de 2007 | Por safrika señorita a las 2:00 a. m. 2 pulsaciones
Ella husmeaba en los papeles del cartófago
que en ese momento engullía Centroamérica.
Dio una vuelta por el salón, recorrió
esquina a esquina cada telaraña,
y con las manos
cada grumo del estucado.
Salió favorecida en la fotografía
un pequeño lienzo archivado
para siempre.
- Eres muy atractivo por qué
tienes que ser
tan bajito- dijo mientras él
deglutía- (otra vez)
Costa Rica
viernes, 11 de mayo de 2007 | Por safrika señorita a las 2:04 p. m.
Tanteas el orificio, tanteas su espuma.
Elevas las piernas hacia el cielo, palmeas
flamenco, sentada en el banco.
Abres, la botella de agua
te retuerces en el césped refuerzas
tu identidad.
El árbol esta vez
vuelve a esconder secretos.
Abres un paquete de papas
das otro trago.
Sudas
en los columpios.
Por safrika señorita a las 1:58 p. m.
Hay un Leopoldo María Panero en mi barrio.
Tiene tatuajes en los brazos y también le faltan todos los dientes.
No creo que sepa escribir pero casi tengo ganas de invitarle a unas
coca colas
(Leopoldo María Panero bebe coca cola todo el tiempo)
En el parque he logrado piratear la señal.
Desde el parque puedes ver el sol y puedes ver la sombra
del hotel Hilton sobre Benicalap.
Puedes ver niños sentados en el césped
jugando a la nintendo
hay otro que se aproxima corriendo al grupo y dice
- ¡Atención, hay guerra!, ¡chicos contra chicas!
Aquí casi siempre hay incendios
alguien se duerme con el cigarrillo encendido
o arrima la estufa, demasiado, a una cortina.
Los pájaros descienden hasta las papeleras metálicas
se meten dentro de ellas
y comen.
Comen.
Por safrika señorita a las 1:15 p. m. 3 pulsaciones
El hombre del perrito. (X)
Julio, hace calor.
Estoy apoyado junto a la puerta del bar pequeño, el de la esquina. Un bar que siempre está abierto. Estefanía me mira con los ojos bizcos y apura una lata de cerveza. Está sudando. No está nada mal. Envejece con dignidad pero es cosa de la naturaleza. Hace unos años, cuando todavía no había manifestado sus adicciones era sin duda una mujer bellísima.
Cualquier otra en su situación estaría sin duda estropeada y horrible.
Ella mantiene todavía unos grandes ojos azules, cada vez menos curiosos, a veces bizcos, pero azules. Y el vestido de lunares le sienta estupendamente. Eso pienso mientras la miro.
Un hombre calvo que lleva un perro negro y pequeño agarrado con una correa se aproxima a nosotros. Nos mira a través de las gafas y en su oreja hay pinchado un pendiente de plata que brilla bajo la implacable luz del sol. Está buscando a alguna achica guapa que quiera trabajar en su oficina. Tiene un taller de reparación de coches, nos dice y debe ser cierto, porque sus uñas son negras y él parece cansado. También parece tener dinero. No mucho pero tal vez de sobra para vivir holgadamente. Estefanía se entusiasma, él se dirige a ella muy amablemente y le explica en qué consistirá el trabajo. Poca cosa: atender a algunos clientes, preparar facturas, mantener limpio el despacho, hacer el café.
Ella acepta, está contenta porque hace tiempo que quiere rehacer su vida. Le parece una buena oportunidad. Yo no digo nada, me limito a mirar y a entornar los ojos como si estuviera de vuelta de todo. Entro al bar y pido otro par de latas. Extiendo la mano hacia Estefanía una vez fuera con una de ellas, quiero invitarla y ella hace un terrible gesto, arruga el morro y con la mano parece decir NO, NO. Me mira de soslayo, con cara de pocos amigos como si yo estuviera de algún modo interfiriendo en su futuro profesional. Supongo que quiere parecer santa casta y pura y no se lo reprocho. Las cosas no le han ido bien. El tipo parece algo grasiento pero no mala gente.
El perro es feo y pequeño.
Quisiera darle una patada pero siempre he sido amigo de los animales.
No sé por qué quiero darle una patada.
Creo que tiene que ver con el ladrido agudo que casi no me deja oír la conversación de Estefanía y el hombre calvo.
El perro ladra y ladra, ha visto una perra más allá o qué.
Qué coño quiere el puto perro.
Decido volver dentro del bar.
Dentro hay un ventilador. Me pongo delante del ventilador.
Miro a través del cristal.
El hombre bosteza, estira de la correa del perro que parece querer largarse de allí cuanto antes. Gotas caen de su lengua, dando en el suelo y formando unas pequeñas estrellas de saliva de muchas puntas. El hombre lo mira, mira a Estefanía. Se ríen y no sé de qué hablan.
Ahora oigo al perro ladrar, el ladrido solapado por la cristalera. Estefanía se toca el cabello largo, se coloca las tetas bajo el vestido. Sonríe. El tipo entra de pronto al bar y yo continuo mirándola a ella, que hace un gesto con las manos, levanta los hombros y sonríe de nuevo como queriendo decir, vaya no me lo esperaba y aquí empieza el resto de mi vida.
El hombre pide un refresco de naranja y una cola y sale fuera con las latas, le ofrece una a ella, ella la bebe deprisa. Me mira, esta vez de reojo.
Salgo afuera. El perro ha dejado de ladrar. Puto perro.
El hombre mueve al perro. Lo arrastra del cuello el perro es pequeño no pesa apenas el hombre lo maneja a su antojo. El perro suda, suda por su lengua rosa. Creo que voy a desmayarme, estoy borracho y prefiero no abrir la boca. No quiero estropear esto del trabajo de Estefanía. Se que ella quiere una nueva vida.
Apoyado en la puerta del bar, veo como el tipo saca de una pequeña carpeta que lleva en el bolsillo del pantalón unos papeles en blanco. Le pregunta entonces a Estefanía.
- Nombre.
Y Estefanía responde su nombre pero ha olvidado sus apellidos. Yo no puedo ayudarla, pues no los sé, nunca hablamos de esas cosas. Ella se queda atascada, abre mucho los grandes ojos azules. Hace un esfuerzo.
Creo que quiere inventárselos.
El hombre la mira sorprendido.
Ella quiere inventárselos, pero duda. Y ese instante es suficiente para que el hombre guarde los papeles que siguen blancos, de nuevo en su carpetita, apriete el botón que esconde la punta del bolígrafo y lo introduzca todo de nuevo en su bolsillo.
Tira de la correa del perro, que ha vuelto a ladrar. Hace calor. Todos sudamos.
El tipo se marcha, nos mira mal. A ella con cara de decepción, ladeando un poco la cabeza, chasqueando los labios, la mira de arriba abajo. No sé qué piensa. A mi me mira como si me culpara de todo. Y se marcha bajo el sol. A seguir buscando, supongo.
Estefanía entra al bar, se sienta frente al viejo ventilador, la veo desde fuera. Su cara es triste, y se ilumina cuando por fin parece recordar sus apellidos. Deja de fruncir el ceño, así está mucho mejor. Pide otra cerveza. Muy fría, insiste.
- Sabes qué creo..?
Me lo dice cuando entro para sentarme a su lado, y la miro de cerca. Es guapa, aunque a veces, si bebe mucho bizquea. Pero es hermosa, y lo suelta así, muy claramente, como algo que ya está decidido aunque ella haga como que duda..
- Creo que voy a comprarme un perro.
Vaya, y yo creo que la odio por ello.
lunes, 7 de mayo de 2007 | Por safrika señorita a las 11:32 a. m. 10 pulsaciones
Palabras que no nos gustan.
Dime tus palabras odiadas pinchando aquí, voy añadiendo las que me enviais.
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