Rodrigo Fresán
15/6/11
Agítese y vuelva a servir
La lectura es un don que no se queda sólo en eso: si se agita una y otra vez y se usa con frecuencia, tarde o temprano se alcanza ese placer tanto más sofisticado y exquisito que la lectura. Me refiero a la relectura. De algún modo, la primera lectura (misterio, incertidumbre, sorpresa) nos escoge a nosotros. Pero somos nosotros quienes escogemos lo que vamos a releer. Y, de acuerdo, ya no hay novedad. Sabemos cómo empieza y termina; aunque en ocasiones, cada vez más seguido, descubramos que no recordamos nada del cuerpo de la trama y que nos hemos quedado, apenas, con un perfume inolvidable. Pero el placer de volver allí es el mismo del retornar al sitio de unas vacaciones inolvidables.
15/2/11
Fractura
El postrero, quizá debilitado pero viviente estentor de una vida que apenas se quiere asomar a una vejez estoica -soy medio dramático con los desfalleceres del cuerpo- me resquebraja los días.
Una escápula...no, no, sino un esfenoides...tampoco, sino una clavícula, eso, una clavícula fracturada, me enturbia las mañanas.
No tengo demasiada sapiencia respecto a los resquebrajos internos, pero en algún momento siento que algo que desde el nacimiento estaba ahí, sólido, peremne, inalterable, de repente pierde su perpetuidad. Como si todo el ser debiera ser continuo hasta el final, pero reconociendo que raramente es así. Y más: habiendo estropeado -ocupado por chuparle a la vida hasta el caracú- algunos órganos interiores, de esos que todos tenemos pero que rara vez nos ponemos a recordar como propios.
Hoy... no se si volveré a ser el que era ayer.
Pero puede que sea un renacer...
Hoy.
El
parto
me
duele.
(Más por dentro que en la clavícula)
Una escápula...no, no, sino un esfenoides...tampoco, sino una clavícula, eso, una clavícula fracturada, me enturbia las mañanas.
No tengo demasiada sapiencia respecto a los resquebrajos internos, pero en algún momento siento que algo que desde el nacimiento estaba ahí, sólido, peremne, inalterable, de repente pierde su perpetuidad. Como si todo el ser debiera ser continuo hasta el final, pero reconociendo que raramente es así. Y más: habiendo estropeado -ocupado por chuparle a la vida hasta el caracú- algunos órganos interiores, de esos que todos tenemos pero que rara vez nos ponemos a recordar como propios.
Hoy... no se si volveré a ser el que era ayer.
Pero puede que sea un renacer...
Hoy.
El
parto
me
duele.
(Más por dentro que en la clavícula)
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