Ahí atrás, a escasos decímetros de mi espalda, Bajofondo dibuja sobre una baldosa toda una coreografía lastimera a punta y taco. No puedo escucharlo sin dejar de rememorar aquella premonición que Santaolalla llamó Agitor Lucens V, mientras otro par de ñatos preguntaba al vulgo “para quién canto yo entonces..?” entibiando amaneceres y calenturas adolescentes.
“La milonga es hija del tango, así como el tango en hijo de la milonga."
Recorriendo un barrio habitado por un fantasma silenciado a patadas, pero que quiere mantener su orgullo de viejo fantasma de barrio de tango, pienso: ¿cómo puede ser que personas que unos 10 o 15 años más que yo sigan escuchando a los clásicos? ¿Dónde estaban cuando Chuck Berry hacía hervir las suelas de zapatos, Hendrix erizaba los pelos de la nuca, o el Mayo francés incitaba a creer que orden establecido sí podía ser cuestionado? por decir algo.
¿Quienes estuvieron/vimos en Vélez el 4/12 comprendiendo que dios es sólo, inconcebible y mágicamente, la fémina tibieza de un ojo que no mira al magma, aunque suena perfecto así.
Sí, sí. Ya se que el mundo se resemantiza a cada minuto, que cada acto privado, individual, furtivo, cambia el devenir de lo que acontecerá. Ya lo sé. Así sea un senegalí ebrio y trasnochado que tira una cañita voladora en Villa Caraza. Lo cambia.
Entonces?
“Se debería escribir con caracteres lo suficientemente grandes como para que uno solo cubriera toda la hoja, con suficiente vigor como para rasgarla” reza el Hagakure.
Para qué escribo yo entonces...?
17/1/10
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