domingo, 15 de diciembre de 2024

Irrepetible paripé

Una bella catedral ha renacido de sus cenizas. Numerosos dirigentes de todo el mundo han sido invitados a su reapertura. Hay indignación por algunas ausencias, pero nadie se cuestiona ninguna de las presencias.

En el interior del templo, rebosante de almas y de algún que otro desalmado, se suceden los discursos de las autoridades competentes, duchos en llenar el tiempo con palabras vacías. Pero cuando el arzobispo de la ciudad habla de paz entre los pueblos, la cámara enfoca al mandamás de los altos mandatarios, que con sus manos enlazadas en actitud beatífica escucha impertérrito el sermón. Él, que ha prometido expulsar de su país a todos los delincuentes sin papeles, se siente sin embargo muy cómodo en su papel de delincuente. Aun teniendo varias causas pendientes con la justicia, sus incondicionales lo han vuelto a sentar en el sillón presidencial.

Una bella catedral ha renacido de sus cenizas. No muy lejos de allí, con el beneplácito de algunos de los que hoy contemplan embelesados el resurgir de Notre Dame, las guerras siembran cada día la tierra de cadáveres. ¿Quién los hará renacer?


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Escrito por Juana Igarreta para ENTC - Propuesta: Nepakartojama o irrepetible.

jueves, 12 de diciembre de 2024

Rituales

A primera hora, Bernardo tuvo que dar el callo en un entierro de excesiva pompa para tan efímera circunstancia, pensó emulando la ácida socarronería de Eustaquio, su antecesor en el cargo. Él le había enseñado a relativizar la transcendencia de su oficio. Amén de a liar un cigarro, como si fuese un ritual.

Precisamente hoy se cumplían dos años de su defunción. Qué mejor manera de honrar su memoria que liando un pitillo con aquella actitud suya, casi sacramental.

Al pie de su tumba, Bernardo sacó la picadura y un librillo Abadie, moldeó una hojita entre sus dedos y distribuyó las hebras en el nicho de papel. Después las envolvió con él, ensalivó su borde engomado y selló el canuto. Una vez compactado lo colocó en sus labios y activó el chisquero. Al segundo intento afloró una llamita agonizante, suficiente para cebar el cigarro. La primera calada le llegó al alma. Bernardo retuvo el humo hasta el límite de su capacidad. Cuando sus alveolos pulmonares detectaron la mordida de la nicotina, lo fue expulsando. Voluta a voluta, el humo debió de alcanzar el más allá. En medio del sepulcral silencio se escuchó un lejano carraspeo.


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viernes, 8 de noviembre de 2024

Efectos secundarios

Cuando Paquita se levantó y percibió que las paredes de la casa lucían de color verde, lejos de llenarse de alegría viéndose rodeada de su color preferido, se sintió presa de un desconcierto que fue en aumento al contemplar cómo Chispas, su gato, salvaba la distancia entre el suelo y la ventana de la cocina, no mediante el brinco matutino que tenía por costumbre, sino con una extraña y ralentizada ascensión más propia de un vuelo que de un salto.


Confundida y sudorosa salió al rellano de la escalera y llamó al timbre de la vecina de enfrente, mientras con un sincopado hilo de voz pronunciaba su extenso nombre: “¡Her...me...ne...gil...da!”.

Hermenegilda abrió, pero no pudo evitar que Paquita se desplomara ante sus ojos.

En urgencias concluyeron que el tratamiento indicado a la paciente para paliar sus vértigos, no era tolerado por la misma. Ante el relato pormenorizado de Paquita explicando sus impresiones en aquella mañana caótica, resolvieron sumar a la lista de efectos secundarios del medicamento “posible alteración en la percepción de los colores y los movimientos”. Paquita pensó que también podrían haber añadido “favorece las relaciones sociales”.


Paquita y Hermenegilda llevaban diez años sin hablarse.




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jueves, 24 de octubre de 2024

Profundidad de campo

“El campo siempre estará abierto a todas las posibilidades”, repetía constantemente la megafonía. “Incluso a la de cerrarse”, apostilló un resentido, que gesticulaba escenificando la ampulosidad del eslogan.

Lo que al principio parecía un desaforado exabrupto, se transformó, de boca en boca, en un inquietante augurio. El campo, cuyos límites se perdían más allá del horizonte, podría ser acotado. Lejos de quedarse al margen, el inmenso terreno fue capaz de sobreponerse a sí mismo. En una sobreactuada redundancia campó a sus anchas por los más abruptos descampados. Para cuando llegó a aquella difusa masa verde ya había germinado en su seno una pregunta seminal: ¿Será esto el bosque? La inusitada contundencia del interrogante hizo mella en la frondosa espesura. Haciendo honor al dicho, los árboles se empeñaron en no dejar ver el bosque y cayeron uno tras otro en una insólita batalla campal. La terrible sarracina acarreó una ingente cantidad de leña. Los roces hicieron inevitables las chispas y el fuego, siempre a la que salta, se dejó seducir. Arrasada la masa boscosa, sólo quedó tierra quemada. Como un ave Fénix, el campo resurgió de sus cenizas y volvió a las andadas.


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domingo, 15 de septiembre de 2024

La casa de Marina


Marina está frente al espejo. Escudriña su rostro generoso en arrugas. Ayudándose de ambas manos, estira su cara y, por un momento, rescata a la joven que fue. Luego se detiene en la cicatriz de su mejilla izquierda, y su imagen hecha niña la conduce hasta la casa donde nació. Una casa que nunca fue de su familia, pero a la que Marina siempre ha pertenecido. Porque cuando mandan los sentimientos el concepto de propiedad no coincide con lo escriturado por un notario.

Nunca ha olvidado el día que su familia decidió abandonar aquel primer hogar. Encerrados en sus paredes quedaron sus primeros pasos, sus primeros juegos, sus primeros sueños. Los mayores hablaban de futuro, pero los ojos de una niña de siete años no alcanzan a ver tan lejos. También oyó comentar a su madre que los abrazos de don Cosme, el dueño de la casa, eran demasiado largos; pero una niña de siete años no sabe medir un abrazo.

Desde que Marina supo que la casa ahora yace bajo las aguas de un pantano, lo mismo dormida que despierta, vuelve a ella. Se niega a que las sombras del olvido la borren para siempre de su memoria.


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Escrito por Juana Igarreta para ENTC - Propuesta: Saudade o sentimiento próximo a la melancolía.

viernes, 6 de septiembre de 2024

Un cúmulo de circunstancias

Para sobrellevar la vida de recluso era conveniente mantener rituales y rutinas. Intentar hacer un pacto con el tiempo. En definitiva, estrategias para matarlo. Como cada tarde, Mortimer se encaramó a las rejas de su celda para contemplar la puesta del sol. Un privilegio de veterano, condenado sine die a la pena capital. Dadas las circunstancias, aquellos momentos constituían una sus escasas posibilidades de evasión. O de caer preso de la nostalgia. Pese a todo todavía podía rescatar algún recuerdo feliz.

Mortimer había tenido una infancia difícil. Los años de reformatorio le llenaron de rabia y resentimiento. Su escasa empatía, unida a una extrema meticulosidad, conformarían su particular modus operandi. Pagado de sí mismo, cobraría por objetivos. Alérgico a los escrúpulos de conciencia, lo importante era mantener la distancia. Entre su punto de vista y el punto de mira sólo había un problema de balística. En cierta ocasión se cruzó en su trayectoria un imprevisto. Un lamentable daño colateral.

Ahora que su sentencia estaba al caer, la mortecina luz del atardecer parecía empeñada en recordarle aquel muerto, y la imagen largamente encriptada del niño que aquel día se puso a tiro, le dio de lleno.


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Escrito por Javier Igarreta para ENTC - Propuesta: SAUDADE o sentimiento próximo a la melancolía.

viernes, 9 de agosto de 2024

Compañera de batalla

Al fin ha llegado el día. Desde que recibió la llamada, Bruno es otra persona. Tras sufrir mucho tiempo una esperanza con intermitencias, la alegría de la certeza ilumina su interior y se desborda a menudo en sus ojos.

Antes de marcharse, se asoma una última vez a su habitación. Bajo la funda acolchada se adivina la silueta de la que ha sido su compañera de batalla durante los dos últimos años. Aunque al principio le costó adaptarse a sus exigencias, sin ella no habría podido llegar hasta aquí.

Sentado en el autobús que lo lleva al hospital, siente al mismo tiempo ilusión e incertidumbre ante la nueva vida que le espera. Esta mezcla de emociones deriva de pronto en cierta desazón. Ahora, lejos de la euforia del primer momento, toma conciencia de que su golpe de suerte proviene del infortunio de otro.

Recupera el ánimo al observar a Tomás esperándolo en la puerta del centro médico. Un amago de sonrisa se cuela en sus labios al recordar las palabras de su amigo en la última de sus visitas: “Esta amiga a la que te conectas todas las noches tiene que valer un riñón”.

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Escrito por Juana Igarreta para ENTC - Propuesta: Voorpret o emoción previa de lo bueno que está por suceder.



domingo, 4 de agosto de 2024

Así en la tierra como en el cielo

La hermana Imelda, postulante en el convento de las carmelitas de Villamaluenga, tortura sus torneadas rodillas postrada ante el altar, donde un exultante San Sebastián, asaeteado hasta la extenuación, sonríe entusiásticamente. Por más que Grijelmo, su joven confesor, trata de explicarle la peculiar idiosincrasia de los mártires, Imelda no acierta a despejar aquella patente contradicción tallada con saña en madera policromada. Le resulta difícil asociar la viva expresión de felicidad del rostro del santo, con el doloroso aspecto de sus sangrientas heridas. La verdad es que tampoco tiene muy clara la naturaleza de los gozos que, según Grigelmo, la esperan en la otra vida, como premio a las privaciones y sacrificios que tiene que soportar día a día en el convento. Aunque para Imelda, el mero hecho de dejarse acariciar los oídos por su melodiosa voz, ya es una bendición. Si, además, tiene ocasión de intuir tras la rejilla del confesionario el sensual aleteo de sus labios, miel sobre hojuelas. Más de una vez se ha sentido embargada en momentos así por un dulce arrebato. Incluso ha llegado a pensar si no será un atisbo del paraíso. Cuánto le gustaría saber qué diría Grijelmo.


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Escrito por Javier Igarreta para ENTC - Propuesta: Voorpret, emoción previa de lo bueno que está por suceder.

domingo, 23 de junio de 2024

Tiempo de contemplación

A Sabina le gusta su casa como está. Con los suelos salpicados de arañazos y quejumbrosos bajo las pisadas. “A esta casa y a mí nos sucede lo mismo: que somos viejas”, suele comentar a las escasas visitas que recibe. Sus sobrinos no entienden cómo puede vivir rodeada de tantas antiguallas. Pero ella, octogenaria y avezada en soledad, percibe en cada cosa el aliento de los que se fueron. Contemplando los ajados tapetes trabajados a ganchillo, rememora las hábiles y laboriosas manos de su madre; reconoce todavía en cada cuadro la pericia de su hermano con los pinceles; presiente, dormidos sobre la gran mesa del viejo comedor, los ecos bulliciosos de las prolongadas comidas familiares de antaño.

Hoy Sabina se ha levantado temprano. Tiene que reencontrarse con una amiga muy especial. El deseo de volver a verla aumenta tras cada tormenta.

Al llegar, fatigada y sudorosa, observa con alivio y deleite que su amiga centenaria sigue conservando su magnífico porte. Consciente de que puede ser la última vez que la contempla, le dedica un abrazo largo y efusivo, mientras se lamenta de parecerse a ella únicamente en el nombre.


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Escrito por Juana Igarreta para ENTC - Propuesta: Wabi Sabi - Nada dura para siempre, nada es perfecto.

sábado, 22 de junio de 2024

La última morada de Kenzo


Kenzo hacía tiempo que no visitaba aquel lugar. Motivos de trabajo le habían llevado por todo el mundo, pero al perder a Masumi sintió la necesidad imperiosa de poder volver a la pequeña casa de la montaña. Allí esperaba encontrar ecos de su voz serena y reminiscencias de sus pasos quedos. No en vano todo aquello era obra suya y pese al relativo abandono conservaba en cada detalle huellas de su sensibilidad zen.

Cuando llegó, la luz invernal del atardecer entraba atenuada bajo los amplios voladizos y, filtrándose a través de los khojis, envolvía la estancia en una suave sombra. En un lateral destacaba el sobrio Tokonoma, realzado por un desplegable de estilo Nihonga. En medio de un tatami, restos de adornos florales componían en un casual Ikebana un elogio a la decadencia.

Una mañana Kenzo quedó ensimismado viendo el sol insinuándose tras los carámbanos que colgaban del alero. Poco a poco su gélida dureza comenzó a fluir en un constante tintineo de gotas de agua. Acompasado con aquel metrónomo, Kenzo perdió la noción del tiempo. Antes de que el sol alcanzara su zenit, Kenzo se disolvió en el Tao.


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Escrito por Javier Igarreta para ENTC - Propuesta: wabi sabi o nada dura para siempre, nada es perfecto