Me imagine una fila de hombres (sobre todo) elegantes, fuertes, bien equipados, en apretada formación e inmediatamente detrás a otros (hombres también), los de la segunda fila, intentando hacer algo para asomar al menos una parte de sí mismos a ese escaparate de figuras, quizá esperando que alguna ráfaga, alguna muerte o algún despiste les permitiera un sitio allá.
De hecho, a los de la primera fila se les veía cansados, aguantando el peso de los cuerpos de la segunda fila. Sonreían amablemente a pesar del sufrimiento.
Pero no me quedé ahí. En mi convencimiento de que todo es infinito, detrás vi otra fila y otra y otra más, formando una marea de gente leyéndose poemas entre sí. Y más allá, otra fila de eternos alumnos; y más allá otra de buenos estudiantes y redactores; y más lejos, al fondo del fondo, la gente normal que construye de vez en cuando algún verso sin saberlo.
Por ejemplo, ayer la enfermera dijo: vapor para su seno.
Imagino también una primera fila de ingenieros de telecomunicaciones. Y yo con mi destornillador.
Foto: muchedumbre de botas de fútbol en mi sótano.
LA POESÍA ES UN ATENTADO CELESTE
Yo estoy ausente pero en el fondo de esta ausencia
Hay la espera de mí mismo
Y esta espera es otro modo de presencia
La espera de mi retorno
Yo estoy en otros objetos
Ando en viaje dando un poco de mi vida
A ciertos árboles y a ciertas piedras
Que me han esperado muchos años
Se cansaron de esperarme y se sentaron
Yo no estoy y estoy
Estoy ausente y estoy presente en estado de espera
Ellos querrían mi lenguaje para expresarse
Y yo querría el de ellos para expresarlos
He aquí el equívoco el atroz equívoco
Angustioso lamentable
Me voy adentrando en estas plantas
Voy dejando mis ropas
Se me van cayendo las carnes
Y mi esqueleto se va revistiendo de cortezas
Me estoy haciendo árbol
Cuántas cosas me he ido convirtiendo en otras cosas...
Es doloroso y lleno de ternura
Podría dar un grito pero se espantaría la transubstanciación
Hay que guardar silencio Esperar en silencio.
Vicente Huidobro, Últimos poemas, 1948
13 comentarios:
¿Y qué opinarán las botas de la segunda fila?
Me ha gustado la anécdota. Efectivamente, entre esas filas, apretados, andamos muchos. Qué bien que en Internet nos encontramos.
Qué grande eres.
Y digo yo:si hay filas,¿quién las ordena?
Mejor el desorden de las botas,jeje.
Leo, lo bueno de las botas de segunda fila es que ya tuvieron su gloria.
Clau: ah, jejej
MTo, mejor el desorden, sí.
Vapor para su seno. Y se quedó tan ancha, supongo.
se untetaron estrechar las apreturas
y el hueco que se iba abriendo apenas daba para un alfiler de corbata.
Unos a otros se iban tapabdo las bocas,
yo, ingenuo, pensé que era para no contagiarse...
y tan sólo era para marcar el terreno
del mismo modo que lo hace un gato en celo
cuidadoso y fiero para no dejar ni un resquicio por donde pueda introducirse quien no sabe quien maneja la batuta de esta orquesta.
No quedan sino los gatoa atropellados.
Un beso muy grande para ti amiga de un titiritero que se salió hace tiempo de las filas.
mi esqueleto se va revistiendo de cortezas
me estoy haciendo árbol.
Preciosísimo
C.T.
Tu anécdota y el título de la poesía de Huridobro, me sugieren la idea de que la poesía es un "ATENTADO" contra todo tipo de ordenamiento y jerarquías.
Cuando es verdadera poesía, ese "atentado celeste" persigue la expresión y la comunicación, colocándonos a todos en un mismo nivel, sin inexistentes "filas".
Saluditos
Merce
Rubén: si te digo lo que leí ayer en un informe de urgencias!
Enrique: pobres gatos!
Anónimo TC: sí
Merce: no creas, yo soy de las que piensan que no hay terreno llano.
Gracias a todos
Qué bien lo cuentas, Amparo. Yo también he oído alguna vez la expresión "poetas de segunda división". Suena despectivo tal vez. ¿Quién establece las jerarquías?
La foto de las botas de fútbol es un auténtico poema visual.
Be(r)sos
Gracias Ana. Creo, de todos modos, que no he sido capaz de transmitir lo que quería: el poeta que hablaba de los de segunda fila, era sin duda, uno de ellos, sólo que él no lo sabía.
Abrazo
Rompan filas, dijo una rana y se fue saltando como un sargento.
Ah, me pilla desprevenida.
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