Londres

Una semana en Londres. Esas han sido mis vacaciones. Mis vacaciones de no hacer nada, digo. El resto del tiempo, aunque no tenga clase, sigo sin parar del todo escribiendo textos pendientes cuya fecha de entrega venció hace mucho tiempo. Muy pocas veces me he ido de viaje sin acabar lo que tenía que hacer. Por lo general, los veranos anteriores me angustiaba hasta el último momento. Y cuando entregaba las cosas pendientes y terminaba el trabajo, entonces me planteaba descansar. Este año ha sido diferente. Sabía que no iba a haber manera de terminarlo todo. Así que decidí irme in media res, con las cosas a la mitad. Y ha tenido su gracia. Ahora las retomo con más gana después de la semana de desconexión.

Por alguna razón, Londres no me gustaba. No sé por qué, apenas había estado allí antes, pero tenía la sensación de que era una ciudad que me daba grima. Sin embargo, después de esta semana larga de relax, creo que me he enamorado de la ciudad. Casi, casi al nivel de París. Aunque sigue ganando Nueva York. Allí sí que me perdería.

En Londres hemos hecho turismo. Turismo al nivel de los turistas. Raquel no había ido nunca. Y yo, apenas dos días. Así que hemos cogido la guía Lonely Planet y hemos seguido a las masas. Aunque masas tampoco había tantas. Las justas y comprensibles de un agosto en Londres. Hemos seguido el patrón del turista clásico: National Gallery, British Museum, Tate Modern... Hyde Park, Westminster, London Tower, Tower Bridge... vamos, lo que hace la gente cuando va a Londres. Eso sí, lo hemos tomado con calma. Con mucha calma. Sin prisas y sin angustiarnos por ver nada. A nuestro ritmo. Parando casi en cada esquina para tomar un café o una cerveza. Y pasando de las millones de cosas que hay en los museos para centrarnos sólo en lo que nos interesa. 

De ese modo, en el British, por ejemplo, hemos disfrutado de los mármoles de Partenón y de poco más. Al resto le hemos echado un vistazo. Para saber que estaba allí, pero ya. Y lo mismo en la National Gallery, aunque allí era más difícil. Hay tantas obras maestras que es difícil concentrarse en pocas. Pero había que elegir con qué emocionarse. Y yo lo he hecho con El matrimonio Arnolfini, de Jan Van Eyck, y con Los Embajadores, de Holbein. Este cuadro ha sido de las mayores sorpresas –también Raquel se quedó a cuadros–. Siempre se lo imagina uno más pequeño. Pero te atrapa por completo. También, por supuesto, Velázquez, Caravaggio, Boticelli y más cosas. Creo que es el museo de arte del pasado que más he disfrutado en tiempo. Más que el Louvre y más que el Prado. 


Y como suele ocurrir, siempre se encuentra uno con cosas que no conocía de nada y que le sorprenden. Cosas que no tienen que ser necesariamente importantes o mejores que las demás; simplemente, que en ese momento concreto se muestran a nuestros ojos de modo distinto y nos llaman la atención. En la National, yo me he quedado prendado del rostro de una Susana en el baño, de Francesco Hayez, un pintor del XIX que confieso que no conocía. Un cuadro normal, casi kitsch, pero que, sin embargo, por alguna razón desconocida, a mí me ha enamorado. Bueno, el cuadro no; el rostro.

Francesco Hayez, Susana en el baño, 1850

Y por supuesto, en Londres, hemos ido de librerías. Eso que no falte. Foyles me ha conquistado. Y también el resto de librerías más pequeñas. Y algunas Waterstones, y Blackwell, y London Review  Bookshop. Me he venido cargadito de libros, aunque sin pasarme –viajar en turista con limitación de peso en el equipaje es lo que tiene–. Y me ha hecho mucha ilusión encontrar en Foyles, en el apartado de "New Spanish Fiction", Intento de escapada. Uno es así de crío y se emociona con estas cosas. 

En fin, que me ha encantado Londres y que quería escribirlo aquí aunque fuera así, de corrido, sin pensar demasiado y sin atender mucho a las formas. Ahora, toca volver a encerrarse. A leer y a escribir. En el aire acondicionado. No diré que me disgusta. 

Comentarios

  1. Sandía
    Melón
    Calamares a la romana
    Cerveza
    Aguas claras
    CLa nada
    El silencio
    Una lágrima
    Las piedras
    Se oyen las piedras
    Aire de fuego
    La noche
    La oscuridad
    El camino
    El resplandor de
    los coches
    La nada
    El silencio
    Una lagrima
    Lluvia de estrellas
    Meteoritos
    El león...

    M.

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  2. A mí también me encantó londres y tambíen me he currado una mini-guía de viajes....

    Os dejo el enlace, ya que supongo que le pueda venir bien a algún lector.

    Guía turística de Londres

    Saludos

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