Los griegos eran unos tipos valientes. Miraban de frente a la vida. Y cara a cara entre ellos. No le tenían miedo al sol. Sus dioses eran muchos. Contemplaban sin miedo la diversidad de las cosas...El mundo que les mostraba Homero. Ese mundo contradictorio... tan magnífico, y a la vez tan terrible y tan brutal.
Aquellas épocas entreveradas en dos situaciones...unas detrás de otras. Primero, la época de los héroes y semidioses de Troya y de Tebas, tal y como eran recordadas por las familias nobles que veían en en ellas a sus antepasados: y segundo, la edad de bronce, tal y como era visto ese mismo mundo por parte de los descendientes, de quienes habían sido sometidos, saqueados, maltratados...deportados y vendidos para esos tales de esa edad de bronce. Dura, fría, cruel, exenta de sentimientos y de conciencia, de una edad que todo lo aplastaba y lo salpicaba de sangre...
Si fuera cierto lo que hoy se tiene por "verdadero", esa historia del hombre guerrero y que la "cultura" consiste en hacer de ese animal una persona dócil, civilizada y doméstica. ¿Y si todos esos "instrumentos" de cultura como la educación y la domestificación no hubiera servido para nada? Sí, claro, ahora todo es más sofisticado, o al menos de otra manera. Pero "El hombre es un lobo para el hombre". (Esta frase fue creada por Plauto, para su obra: "Asinaria", y que luego fue popularizada por Thomas Hobbes) y eso, hasta la fecha de hoy, sigue siendo así para los estudiosos antropólogos. ¿Es ésto una fatalidad nuestra, que suscita una aversión de nosotros hacia nosotros?
Y...
Al hilo de esto, pienso yo, que todas las torres, son La Torre de Babel ¿Y si Europa empieza a gangrenarse y todo se viene abajo...y tengamos que empezar de cero?
Pidamos a los dioses un poco de fe...
Nota al pie.
Toda la humanidad antigua está repleta de delicadas atenciones para con el "espectador", dado que su mundo era esencialmente público y estaba hecho para los ojos, y no era capaz de concebir la felicidad sin espectáculos ni fiestas... y también los grandes castigos contienen elementos festivos.
Nietzsche