Hoy , de vuelta al parque, he oído
el susurro de una fuente
de no sé qué nostalgia olvidada, y
he querido repartir en cada glorieta
las nieblas cruzadas
de los sueños.
Por los caminos,
veneros de pequeños recuerdos
mágicos,
el poeta escribe sobre el silencio,
chicharras y pavos
reales.
Me deshago y me regreso,
y pienso, como sin pensar,
que cualquier día de aquellos,
sin verdadero amor, fue un día perdido.
Como único suelo las hojas,
como único cielo el Gurugú, un joven pasea
con tilde aristocrática y absurda
en el aire versallesco de los jardines.