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18 de agosto de 2015

El día del fin del mundo (RBS)


Microrrelato con banda sonora basado en: El mundo se va a acabar- Pauline en la Playa

Ese día amaneció con mucho calor. La anciana preparó un cuenco de leche tibia con unos mendrugos de pan duro que encontró en el fondo del cajón de la vitrina. Se sentó en su habitual silla, frente al televisor. Todos los canales emitían lo mismo, el fin del mundo llegaría en unas horas. Metió los trozos de pan en los bolsillos descosidos de su roída chaquetilla y decidió marcharse sin desayunar al parque para dar de comer a las palomas.  Se sentó fatigada en el banco del estanque; sacó los trozos de pan y comprobó que allí todo seguía igual.

10 de febrero de 2015

Un minuto de gloria (REC)


-Le faltarán, al menos, un par de centímetros para alcanzar la barra del trapecio.
-Justo lo que mide las dos falanges que le has cortado a cambio de su minuto estelar.
-Es lo que quería ella. Yo le pedí a cambio su corazón. Pero me dijo que le pertenece a un joven que está sentado abajo, en primera fila.
-Espero que ese joven haya comprado la entrada a cambio de sus vísceras, porque no las necesitará cuando la vea esclafarse contra el suelo.
-¿Hoy vas tú a comprar pan? Pues que no te arranquen el pelo, que lo tienes muy mono hoy.

9 de febrero de 2015

¿A qué sabe Cantabria?


¿A qué sabe Cantabria? Escuché decir el otro día a dos turistas que deambulaban por estos lares. Uno decía que a queso y a pan, el otro que a anchoas y a orujo. Como era de imaginar esos foráneos no tenían ni idea; si me hubieran preguntado a mí les hubiera dicho que Cantabria sabe a verdes pastos salpicados con agua de mar. Aunque no sé si les hubiera podido contestar, porque rumiar con la boca abierta es de muy mala educación.

25 de julio de 2012

Mientes


Me quiere. Veinte años a su lado, conviviendo bajo el mismo techo, tiene que quererme. Yo ya lo quiero, me atrevería a decir que desde los siete. Hoy le pediré, mirándole a los ojos, que me deje salir a la calle, aunque sólo sea para ir a por el pan. La gente no se acordará de mí, no me reconocerán; he cambiado mucho, tiene que entenderlo, tiene que entenderme.

4 de junio de 2012

Hambruna universal

No trabajó ni la mitad que la noche anterior y llegó a casa derrotado, como últimamente, sin nada que traer para comer. Le esperaban en la mesa de la cocina para desayunar juntos, pero era fin de mes y no había nada que llevarse a la boca. Abrió la alforja y vació “la nada” que llevaba dentro. Pensó, mientras miraba a su pequeño, cómo explicarle que ni hoy, y, quizás mañana, tampoco comerían; cómo explicarle lo dura que podía llegar a ser la vida. Empezó el bebé a llorar desesperado, angustiado, hambriento... La madre le susurró una nana a la oreja para que no llorase; que pronto pasaría el hambre. El hermano mayor, nervioso, como si estuviera arrepentido de algo, sacó del bolsillo un mendrugo de pan duro y se lo dio a su hermanito diciéndole que la vida era muy dura, como el trozo de pan que le había dado; que tenía que acostumbrarse. Éste empezó a chuparlo y chuparlo; y, con su diente, su único diente, a roerlo y roerlo. Entonces sonrió y parpadeó dos veces con su ojo, su único gran ojo. La familia sonrió al verlo tan feliz, y no dudaron en reír abiertamente, enseñando todos su diente, su único y afilado gran diente.

17 de mayo de 2012

Ha dejado de quererme (REC II)

Y al otro lado de la ventana, nada de nada. Me pongo nerviosa, ¡no hay nada! Picoteo el alféizar en busca de alguna migaja que haya podido dejar olvidada el día anterior, pero nada. Meneo la cabeza; vuelvo a mirar por un lado, por el otro... nada. Tengo hambre y arrullo quejicosa, enfadada, indignada... ¡ya es hora de comer!  Picoteo el cristal porfiadamente. Consigo verla; está sentada, donde siempre, con su cuenco de sopa y sus... ¡mis trocitos de pan! No aguanto esta situación. Ella permanece sentada impasible, con el televisor encendido. No la veo con ganas. Su mano está agarrando fuerte la cuchara, la cuchara que ya no tiembla.