viernes, 19 de febrero de 2010

Mercado laboral.

El sujeto R sabe que hay problemas para encontrar trabajo. Está cansado de ir de aquí para alla con el curriculum en la mano, trabajando sólo a ratos y llegando sólo a veces a fin de mes. Es por eso por lo que ha ingresado en el seminario para ser sacerdote. El sueldo es modesto, pero te ofrecen un sitio en el que vivir y tampoco R tiene grandes pretensiones económicas. Sólo quiere una vida tranquila y estable. El trabajo es llevadero; un par de oficios diarios, eventualmente bodas, bautizos, comuniones y funerales, tareas docentes en catequesis y cursillos prematrimoniales, y asistencia al prójimo. R no cree en Dios, pero no considera eso un problema. No es la primera vez que miente en el curriculum. Tampoco es la primera vez que vende las bondades de algo en lo que no cree. El año pasado sin ir más lejos ofrecía puerta por puerta un tratamiento capilar anticaída. El único inconveniente que le encuentra a su nueva orientación laboral es Benita. Ahora tendrá que verla a escondidas.
El sujeto C, por el contrario, va a misa a diario. Eleva sin pudor la voz en los cánticos y se emociona en las partes álgidas de las eucaristía. Enlaza fuertemente sus manos en las plegarias mientras dice con devoción, gracias, gracias, gracias. C tiene formación en teología y probada piedad cristiana en misiones y campañas de ayuda. Al sujeto C le encantaría ser sacerdote, pero no puede. El sujeto C es mujer.
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lunes, 15 de febrero de 2010

Dicotomía entre el querer y las ganas.

Hacemos encaje de bolillos para vernos. Lo poco o mucho que nos permiten las agendas. Nos besamos con ternura. Paseamos la ciudad de punta a punta y gastamos el tiempo que compartimos en abrazos y carantoñas. Cómo estás. Háblame de tu vida. Beso. Nos miramos a los ojos. Beso. Nos sonreímos. Beso. Nos olemos. Beso. Me busca los lunares y yo le acaricio la nuca. Cuánto le quiero. Nos despedimos como si temiéramos perdernos entre vez y vez. Apretándonos fuerte. Luego me voy y fantaseo con nuestro próximo encuentro. Acércate, debiera decirme con voz firme y parca apenas me viera, sin siquiera un hola. Y ahora arrodíllate. Y abre la boca. Así, eso es.


miércoles, 10 de febrero de 2010

Una de cine negro.

No quiero morir. Tirado en el suelo se agarra con fuerza el pecho. Una mancha oscura de sangre se extiende en su gabardina gris. La calle gris. La noche gris. La chica, rubia ella, lo sostiene en su regazo. No le quiere. Sólo lo finge para que él no muera solo. Le llora, eso sí. No vas a morir. Sé valiente, te pondrás bien. Mentira. Él no es ni noble ni honrado. Ella de mujer fatal sólo tiene lo angosto de su cintura. Pero qué importa eso; la fotografía es espléndida. Él se estremece en sus brazos y van pasando los minutos. Aún respira. Ésto se está alargando más de la cuenta, piensa ella.
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(Esta semana, Retroback 2010)

jueves, 4 de febrero de 2010

Celos.

Diana se levanta a mediodía. Toma café muy cargado que encuentra preparado en la cocina y un ibuprofeno que saca del bolso; la noche de anoche se hizo larga. Enciende el móvil. Cinco llamadas perdidas. Cuatro de ellas de Andrés. Un mensaje. También de Andrés. A veces se pone de un pesado insoportable. Bnos dias cari, cd leas sto dame un tk. Tq. Marca la tecla de llamada con desgana. Andrés es el primero de la lista. Durmiendo, Andrés. Estaba durmiendo. Sabías de sobra que ayer salía con las chicas. Ni preocupado ni leches. Siempre estás igual. Pues beber. Beber mucho. Eso es lo que hicimos. Y follar. Aproveché que tú no estabas para follar mucho y bien. ¿Es eso lo que quieres que te diga? Joder Andrés, entonces para qué preguntas. Bueno, ya hablamos luego, que voy a meterme en la ducha y a comer algo. Que aún estoy en pijama. Yo también. Un beso.
Apura su vaso de café, vuelve a meter el móvil en el bolso y, desnuda como está, entra en la habitación y se recuesta sobre el bulto que hay arrebujado bajo el nórdico. Me tengo que ir, le dice al oído. El bulto gruñe y le regala una caricia que acaba en la entrepierna. Ella responde con un gesto de dolor. Después de lo de anoche, hoy le escuece hasta el alma.