Oficiantes.

 


Sobre el altar del delirio

se disponen energías

que se vislumbran capaces

de franquear las fronteras

del común discernimiento.


Se consagran voluntades

como un exvoto al empeño

de alcanzar cotas más altas 

en los etéreos confines

de la fe que es profesada.


Ante la llama encendida,

que perfila los reflejos

de lo apenas advertido,

aparece la respuesta

a la cuestión demandada.


Recios son los oficiantes

cuya encomienda es patente 

a tan honesto sentido

sin caer en el perjurio

por temor a involucrarse.

Comentarios

Entradas populares