Evanescencia.
Existencias disipadas
nutridas en lo superfluo;
sin trascendencia
ninguna
más allá de lo
inmediato;
ilustran la
enciclopedia
de los saberes baldíos
aspirando a
convertirse
en ilustres
referencias.
Mecenas de lo vacío,
conferenciantes del
bulo,
aduladores perpetuos
de una cómoda
inconstancia,
surgen a bote pronto
en un terreno abonado
por los detritos que
vierte
una deidad correosa.
Aspirantes bien
sobrados
de arrogancia y de soberbia
que se visten con el
humo
que desdibuja su
trazo
para así…, cuando se
tercie,
desdecirse sin
problema
disfrazando sus
miserias
como virtudes de
santo.
Todos ellos…
marionetas;
inermes peleles de
trapo;
manejados al antojo
de unos entes
invisibles
que determinan las
pautas
de sus cambiantes
criterios
y ponen voz al
embuste
que vomitan sin
descanso.
¡Lo peor es cuando la estupidez se convierte en doctrina!
ResponderEliminarEsos entes invisibles que manejan marionetas...
ResponderEliminarY no creo que la marionetas tengan alma... a no ser que se produzca un milagro...
Muy buena reflexión arropada en el poema...
Besos.
De nuevo vuelvo a leer unas palabras que no quisiera que salieran de Tu mano, vuelvo a sentir a través de ellas lo que no anhelo que experimentes pero que sé que, por desgracia, todos nos enfrentamos a ello.
ResponderEliminarAun así le confieres a ellas una belleza que creo no se merecen porque todo cuanto tocas adquiere magia y, confieso que por ello siento envidia de tu musa.
Besines dulces
A Tus pies