Las horas fugaces.
La
inutilidad del lamento
nunca
queda tan manifiesta
como
cuando nos sumimos en el desánimo
por no
haber aprovechado nuestro tiempo.
A lo ya
desperdiciado
añadimos
otro poco,
pues
nada vendrá a devolvernos
lo que,
en su día, perdimos.
Pero si
persistimos en la queja,
si
continuamos regodeándonos en ese superfluo pesar,
más
oportunidades se escapan;
tal vez;
para no volver nunca.
Esas horas
que…,
como
hojas en otoño, ya han caído,
no
lucirán más en el árbol de nuestras vidas,
pero servirán
de sustrato a las raíces que lo sustenta;
alimentándose
del pasado
sin
renunciar al futuro,
preparando
nuevos brotes
para
una próxima primavera.
Toca sentir
el ahora;
disfrutarlo
en el justo instante en que se produce;
pues,
apenas pase un segundo,
ya lo
habremos dejado atrás
y, a
esa inexorable fugacidad,
no cabe
oponer recurso.
Estas palabras reflejan a la perfección ese pensar Tuyo que tantas lagrimas me ha costado aprender, que tantos lamentos y tiempo me han hecho perder, para llegar a comprender porque querías que dejara el tiempo en el lugar que le corresponde y fuese capaz de ver que en alhora hay mucho por sentir, que el ayer ya no volverá y no debo dejar que me atormente y que el mañana es incierto y mejor esperar a que sea presente...
ResponderEliminarMucho he avanzado en la comprensión de este bien, pero aún mi Señor mi camino es largo, pues hay momentos que el pasado aun me atrapa y el futuro me asusta...aun tengo que empaparme de Ti, de Tus enseñanzas y creer porque sé el bien que me hacen...
Gracias mi Señor por Tu paciencia.
A Tus pies
Besines dulces