Camaleón:
1) m.
reptil escamoso de unos 30 cm. de longitud, cola prensil y ojos de movimiento independiente. Animal mimético, su piel cambia de color para adaptarse al de los objetos que le rodean.
2) col.
Peter Sellers.
Aunque no podría asegurarlo, puesto que no he vivido épocas pasadas (no soy ni
H. G. Wells ni
Rip Hunter), estoy absolutamente convencido de que la primera vez que se asoció el término “camaleón” a un actor fue gracias a él. Y si no fue así, lo habría merecido.
Peter Sellers difícilmente formará parte de una lista de mejores actores, poca gente lo incluirá entre sus actores favoritos; pero aquí su seguro servidor no tiene ninguna duda de que el actor-showman-genio británico ha sido uno de los
talentos más indiscutibles que ha parido madre en la historia del cine. O quizás habría que especificar que ha sido uno de los mayores talentos ARTÍSTICOS, y que se plasmó en la cinematografía como podía haber sido en cualquier otro
ámbito. Por desgracia, el cine no supo exprimir todo el jugo que Sellers llevaba dentro, y su carrera se hubiera quedado a la altura de un
Martin Lawrence cualquiera si no hubiese sido por Blake Edwards (quien le dio la celebridad) y, en particular,
Stanley Kubrick (quien le regaló prestigio a borbotones, luego mal aprovechado). Su filmografía está trufada de filmes fallidos, de fracasos en taquilla y de frustraciones, aunque su popularidad se mantuvo muy cerca de las
nubes durante los cincuenta y sesenta, tanto en la Pérfida Albión como en los Yuesei. Era un personaje a la búsqueda permanente de sí mismo, una personalidad difuminada entre imitaciones, impostaciones, parodias e interpretaciones; una entrega tan absoluta a la investigación de las debilidades y los tics ajenos que se olvidó de los suyos, hasta tal punto que llegó a olvidar quién y qué era Peter Sellers.
Richard Henry Sellers comenzó a hacerse famoso en Gran Bretaña a raíz de un programa de
radio llamado “
The Goon Show” en la BBC, junto a unos coleguitas comediantes, que acabó siendo trasladado a la TV (¿alguien ha dicho “
Monty Python”?). De aquí al cine tan sólo había un paso, y Sellers, ávido de éxito y reconocimiento, no dudó en darlo. Sus comienzos en la comedia británica son irregulares artísticamente (aunque hay buenas películas como “
El quinteto de la muerte”), pero su fama crece imparablemente, hasta llegar a compartir cartel con la divissima
Sofia Loren en la mediocre “
La millonaria” (interpretando a un psicólogo hindú: su carrera está plena de orientales...). Y entonces llega cierto director barnizado de grandilocuencia hasta en la barba, un tal Kubrick, que está preparando una bomba de relojería llamada “
Lolita”, y se le ocurre que Sellers podría dar vida al esquivo y perverso Clare Quilty. Stan, que de tonto no tenía ni un pelo, le dio plena libertad a Peter, hasta tal punto que permitió que su personaje creciera en importancia y presencia. Peter Sellers borda un Clare Quilty elegante, snob, retorcido y decadente, en un trabajo para la historia. Así que Kubrick le recluta para su primera comedia oficial, “
Dr. Strangelove”, y le ofrece, en un primer momento, cuatro papeles, que finalmente se convierten en tres, siendo el más recordado el propio Dr. Strangelove, ese científico germanoide de brazo saltarín y gafitas marca Auschwitz. Kubrick y Sellers no volverían a repetir juntos (dos personalidades demasiado difíciles para permitir una convivencia artística duradera), pero ya habían hecho historia. Entre medias, un director,
Blake Edwards, que decide quedarse a mitad de camino entre el hieratismo británico y el slapstick, pergeñando lo que sería el ying y el yang de la carrera de Sellers: “
La pantera rosa”. Aunque más bien habría que personificar en el disparatado, torpe, absurdo y mezquino inspector Closeau, un secundario de lujo en esta primera entrega, y que fagocitaría la secuela, “
El nuevo caso del inspector Closeau”, apenas un año después. Mientras “
Casino Royale” o “
What’s new, pussycat?” acrecientan su cuenta corriente, de la mano de Blake Edwards, de nuevo, llega su gran momento protagonista, la que se podría considerar película definitiva del rey de la comedia Sellers: “
El guateque”. Edwards y Sellers, sin más apoyo que unas pocas páginas de guión, y embriagados de todo el poder de improvisación que les han entregado los dioses, bordan un slapstick disparatado rebosante de las situaciones más
esperpénticas a un ritmo insólitamente pausado. Los setenta no son buena época para Sellers, ni en lo personal ni en lo artístico, como prueba el hecho de que acepte a regañadientes volver al personaje que le instaló en la leyenda, a pesar de sus diferencias con mr. Edwards. Y por triplicado: tres “
panteras” en poco más de tres años... Sin embargo, aún habría tiempo de un último gran papel, el jardinero discapacitado de “
Bienvenido, Mr. Chance”, interpretado con enorme delicadeza y recato por Sellers, quien perdió su última oportunidad de ganar un Oscar a manos del
Dustin Hoffman de ese telefilme con ínfulas llamado “
Kramer contra Kramer”. Peter Sellers nos
dejó a los 54 años, presa de su casquivano ritmo de vida (vida que mereció un curioso biopic hace poco, “
Life and death of Peter Sellers”), dejando un aura de incomprensión e irritable genialidad, y una carrera en dientes de sierra pero salpicada de retazos de historia cinéfila.
Siempre nos quedará Hrundi V. Bakshi...