-¿Sabías que el teatro X es una obra famosa del arquitecto Fulano de Tal?
-No, que curioso, siempre voy a ese teatro a ver obras pero nunca reparé en el edificio…
Antesala
( me quedo varios minutos afuera, luego despacio ingreso al hall… )
Al edificio de la ilustración, el Walt Disney Concert Hall de Los Angeles diseñado por Frank Gehry, debo reconocerle la motivación –aunque con retardo- para escribir esta nota. Nada se referirá específicamente a él, pero confieso que en todo lo escrito ha tenido algo que ver. Apelaré frecuentemente al uso de paralelos comparativos. Se que toda reducción es una simplificación arbitraria; la realidad, caótica y tridimensional, casi nunca se manifiesta en opciones excluyentes, pero imaginarlas es un buen ejercicio que ayuda a la comprensión de algunas ideas; todo se explica mejor imaginando por un minuto que hay un pasillo y la posibilidad de acceder a un universo diferente a cada lado de él.
Para informar de algún marco de referencia, me limitaré a expresar que imagino a la arquitectura como la mismísima naturaleza de la realidad perceptible puesta en una serie diferentes de envases. Apenas unos recipientes articulados para que quepan en ellos el aire, la luz y todos los demás accesorios, incluidos nosotros mismos. Siempre me ha parecido inapropiado escoger un sentido para definir la experiencia de la arquitectura: “percibirla” suena muy visual, “experimentarla” sugiere algo muy de laboratorio, los trillados “sentirla”, “vivirla” o “vivenciarla” quizá se ajusten más a lo real pero parecieran dirigidos sólo a gente especialmente sensible. La clave de la arquitectura es que tiene valores por si misma para enriquecer cualquier instancia del acto de vivir y esa condición debiera ser honrada por cada edificio que decida merecer su nombre.
Ambientes principales
( Desarrollo los argumentos mientras camino, para acá y para allá)
Los edificios manifiestan actitudes ante la realidad. Según su forma de ser, demuestran una postura, un modo de ser en el mundo del espacio y el tiempo.
Hay edificios solidarios, humildes y protectores. Son aquellos que ponen en evidencia tan sólo su vocación de servicio; no nos proponen nada más que ser nuestro soporte, renuncian a toda exhibición personal, se conforman con un reconocimiento más moral que artístico.
Hay edificios ambiciosos, yoicos, yo no diría egocéntricos porque suena fuerte, pero casi, casi. Como un artista, luchan por entregarnos de si mismos su pura potencia expresiva; son física y psicológicamente activos, necesitan manifestarse, ser protagonistas y en lo posible no pasar desapercibidos.
Hay edificios a los que no iríamos jamás sino fuera porque nos obliga alguna circunstancia relativa a su uso. Y a los que volveríamos sólo por esa misma razón.
Hay edificios que convocan por si mismos, independientemente del uso que les de identidad genérica. Si bien convengamos que a un hospital o casa mortuoria no iríamos ex profeso salvo que seamos amantes de la arquitectura, existe una personalidad de algunos edificios que los hace distinguirse más allá del cual sea su destino específico.
Hay edificios que sólo son música ambiental, decorando lo que sucede con un distante murmullo de segundo plano.
Hay edificios que son música de pie en el escenario, que llama a detenerse y ser oída independientemente de lo que está sucediendo.
Hay edificios que minimizan los riesgos y prefieren esconderse detrás de una normalidad que de tan previsible y acostumbrada resulta indiferente.
Hay edificios que corren riesgos por el hecho de hacer ostensible sus intenciones y contenidos. Riesgos mayores de desagradarnos, de perturbarnos, de complicarnos en nuestra simplicidad, o tal vez de simplificar nuestra complejidad. No se conforman con ser envases inertes de la realidad que contienen, pretenden ganarse el respeto de ser la realidad misma.
Hay edificios en los cuales estamos como si estuviéramos en cualquier otro.
Hay edificios que nos hacen sentir una inédita felicidad de descubrimiento.
Hay edificios que ceden sus derechos.
Hay edificios que los ejercen.
Hay edificios concebidos para pasar desapercibidos ante el usuario a causa de ser ejemplos de su propio estereotipo.
Hay edificios concebidos para provocar en el ser humano que lo experimenta un llamado de atención acerca de si mismos.
Terraza
(Concluyo con vaso de cerveza en mano mirando las estrellas )
A unos, los someto a la condena de un mero reconocimiento moral. Gracias por su desinteresada actitud y por los servicios prestados a la normalidad del mundo. Pero también les dedico la profunda indiferencia de mi corazón.
A otros, les regalo el agradecimiento infinito de la pasión. A veces un gesto de rechazo visceral o una molestia profunda, y otras veces una devoción estruendosa por la agitación excelsa de los sentidos que me lleva a creer que la arquitectura puede ser esa zona intermedia entre volar y estar sobre la tierra.