Allí estaban, sobre la cancha, los dos equipos antagónicos. A un lado los mejores jugadores, ayer mismo feroces guerreros en la enconada batalla, hoy orgullosos representantes del pueblo de los mexicas y de sus poderosos dioses Quetzalcóatl, Huitzilopochtli y Tezcatlipoca. Al otro lado los que vinieron por el mar, los destinados a hacer cumplir la profecía, soldados crueles e implacables en representación del rey de España y de la fe de Cristo. Todo se dirimiría en el juego de pelota; así lo habían acordado sus jefes supremos, el Malinche Hernán Cortés y, quién sabe si el último de los tlatoani, el joven Cuauhtémoc. En juego ni más ni menos que la prevalencia de un pueblo y de una raza o la llegada de una nueva era, pero también la oportunidad única de evitar la consumación inútil de un exterminio.
Se estableció previamente que los equipos competirían en dos modalidades diferentes de juego; el primer partido se disputaría a la manera del juego inventado en Francia llamado “jeu de paume” con pelotas de madera de boj revestidas de cuero y traídas desde Castilla por el capitán Gonzalo de Sandoval. El propio Sandoval junto con el capitán Cristóbal de Olid formarían pareja en el lado castellano. Enfrente dos de los más afamados jugadores mexicas que se habían ejercitado e instruido en los días previos acerca de las reglas y particularidades de un juego para ellos desconocido. A pesar de ello y después de tres horas de duro enfrentamiento, el punto definitivo cayó del lado de los españoles.
Ahora tocaba revancha porque, según lo pactado, el siguiente partido se jugaría siguiendo las reglas de los antiguos olmecas y utilizando las famosas pelotas hechas con la goma de látex exudado bajo la corteza del árbol del hule.
Allí estaban, sobre la cancha, los dos equipos antagónicos...
Los sucesos acaecidos ese día, que pudieron cambiar el curso de la historia, fueron borrados de las crónicas. Hoy sabemos, sin embargo, que los mejicanos consiguieron igualar la competición al alzarse con la victoria en el segundo de los partidos. Hubo, no obstante, un desempate. Un partido individual de frontón entre los líderes Cortés y Cuauhtémoc.
El resultado no debió satisfacer a una de las partes, prueba de ello es que la guerra se reanudó al día siguiente.
ÁRBOL DEL HULE
Castilla elastica
Hule, Lacú, Palo de hule, Árbol de la goma.
Familia: Moraceae
Etimología: El nombre genérico honra a Juan de Castillo (1744-1793), farmacéutico y explorador español que llegó a México en el año 1787.
Lugar de origen: México y Centroamérica.
Descripción:
Árbol monoico, perennifolio o caducifolio (los árboles, excepto en las zonas muy húmedas, pierden sus hojas entre enero y mayo), de 20 a 25 m (hasta 50 m) de altura de copa abierta y piramidal. Hojas alternas, simples, de 20 a 45 cm de largo por 10 a 20 cm de ancho, oblongas, gruesas, con el margen ondulado. Son de color verde oscuro por el haz y verde amarillentas con pelos sedosos en el envés. Posee ramas horizontales ondulantes y vellosas muy separadas entre sí. De tronco recto y corteza externa de color pardo grisáceo, lisa con ligeras estrías. Corteza interna de color crema claro a amarillento, muy fibrosa, con exudado blanquecino sumamente abundante. Las flores masculinas se presentan en forma racimos (generalmente en grupos de cuatro) en las axilas de las hojas caídas y poseen numerosos estambres; las flores femeninas aparecen en racimos solitarios en un receptáculo cóncavo, con cáliz carnoso y color amarillo-verdoso. Los frutos de 4 a 5 cm de diámetro, son drupas cónicas con cuatro ángulos, están rodeadas de un perianto persistente, de color anaranjado o bermellón. Son muy jugosos pero con poco sabor y ligeramente agrios. Contienen 1 ó 2 semillas oblongas de 8 a 10 mm de largo, rodeadas de una testa morena.
Cultivo: El Árbol del hule prefiere clima cálido y suelos planos y húmedos, incluso aguanta bastante bien los terrenos temporalmente inundados. En zonas secas se le puede encontrar en lugares más húmedos, como cerca de ríos y arroyos. Prospera en sitios perturbados, crece sobre suelos de origen volcánico, calizo y metamórfico. Tolera suelos arcillosos, pedregosos, calcáreos con humus y subsuelos arenosos.
Utilización: Poco representada en jardinería. Antiguamente en plantaciones destinadas a la extracción del látex. En la actualidad como ejemplares aislados de forma silvestre.
Propiedades medicinales: La medicina tradicional le atribuye propiedades para tratar dislocaciones y fracturas, así como cualidades para mejorar la vista, combatir los abscesos y la supuración. Es eficaz contra la ronquera, los cólicos y los constipados. Se le considera afrodisíaco y diurético.
Las hojas, tallo y exudado de látex se usan para combatir las hemorroides. El tallo y el látex para la disentería y quemaduras. La planta en general se registra como antiinflamatorio, y se utiliza para combatir la hemorragia estomacal.
Plagas y enfermedades: El fruto se fermenta con facilidad, lo que provoca la aparición de hongos. El exceso de incisiones en su tronco para la extracción del látex termina debilitando la planta.
Frases y refranes:
Frases como “Haber hule” o “Mandar al hule”, son empleadas en referencia a una pelea violenta o una riña con heridos. El origen de esta expresión parece provenir del mundo de los toros ya que cuando sucedían percances como alguna “cogida”, se decía que el toro había mandado al torero al hule pues de este material estaba forrada la mesa de operaciones en las enfermerías.
Curiosidades:
La civilización olmeca evolucionó durante el período Preclásico Inferior y Medio (1500 a.C. hasta el 100 d.C). El nombre de olmecas significa "habitantes del País del Hule", denominación que le fue dada en 1929 ya que no conocemos ni el nombre que se daban a sí mismos ni su lengua. Bajo este nombre se cobija la cultura desarrollada durante el Preclásico en el sur de Veracruz y el norte de Tabasco, en la actual República Mexicana.
Este nombre se nos antoja bastante apropiado pues los olmecas no sólo conocían la producción y usos del hule, sino que también desarrollaron procesos tecnológicos como la vulcanización mucho antes de que se emplearan en Occidente. Este efecto lo conseguían con la mezcla del látex extraído del Árbol del hule con la savia de una enredadera llamada Ipomoea alba, que contenía sulfuros y provocaba una reacción que daba resistencia y endurecía el látex, proceso similar al que descubrió en 1839 Charles Goodyear para la fabricación de sus neumáticos. Con esta masa blanca moldeaban pelotas y otros utensilios como bandas elásticas. Había dos técnicas para elaborar pelotas. Una consistía en embarrar el hule y dejarlo secar para posteriormente cortarlo en tiras pequeñas. La otra requería una técnica de cocción a altas temperaturas (por eso decimos que es un proceso de vulcanizado) con un molde en el que vaciaban la mezcla, dando lugar a una pelota totalmente redonda para el juego del “ulama”, juego que se puede considerar como el antecedente prehispánico del moderno juego del fútbol. Aunque se jugaba con las caderas algunos elementos son semejantes a los del fútbol contemporáneo, por ejemplo, el que se juegue en una cancha rectangular con gradas a las orillas, el uso de una pelota elástica de dimensiones semejantes a la del balón de fútbol, el enfrentamiento entre grupos de jugadores..., pero sobre todo la ritualización de ambos espectáculos.