martes, 28 de julio de 2009

¡YO TAMBIÉN HE CONTINUADO LA CADENA DE FAVORES!

Hoy tengo una entrada completamente distinta a las que he hecho hasta ahora y que me hace una ilusión especial, estoy emocionada y ¡ni sé por dónde empezar!


Bueno, todo empieza con Max.




Como muchos de vosotros sabéis, Max es el gatito “que me permite vivir con él” y al que adoro. Parafraseando a Antonio Burgos, se ha convertido en imprescindible a pesar de su absoluta inutilidad. Inutilidad como animal doméstico, claro, porque vaya si me da y si recibo… Él llegó a mi vida de casualidad: unos amigos lo encontraron recién abandonado y casi recién nacido, aterrorizado, enredado en las rejas de la verja del hueco de ventilación de una casa delante del parque de Santa Margarita de A Coruña al que si llegaba a cruzar tendría dos opciones: o morir atropellado en una avenida en la que pasan los coches a toda velocidad a pesar de estar casi en pleno centro de la ciudad, o morir maltratado sin saber sobrevivir, pues Max tiene la cola rota de nacimiento, y no puede saltar como los demás gatos. Eso no lo sabíamos entonces; pensamos que era una herida o algo así; es sólo una tara que le han transmitido sus progenitores. Eso si no lo envenenaba algún malnacido como tantos que hay que se dedican a “erradicar” las poblaciones y colonias así… Digo yo que con el dinero que cueste el veneno podían comprar vacunas o esterilizar a los animales, o desparasitarlos, y que se controlasen las colonias de un modo más racional,,,

Max, además, es negro; una preciosa panterita con un pelo lustroso y brillante y ojos amarillos, que muchos supersticiosos ven como una superchería signo de mala suerte (aunque en los países nórdicos un gato negro en casa es considerado signo de prosperidad y fortuna), y con su cola rota, a pesar de ser hijo de siamesa -como supe más tarde- su destino fue ser otro caso más de “animal no deseado y abandonado“, como otros tantos que mueren en contenedores de basura o abandonados en medio del monte o de las carreteras cuando aún necesitan la leche materna para sobrevivir, o como los que se regalan en Navidades y luego se abandonan en vacaciones porque "estorban"...


Siempre digo que cuando me lo ofrecieron ni me lo pensé, pero miento. La verdad es que lo primero que dije fue NO. ¡Cómo iba yo a tener un gato! ¡si no sabía ni cómo se cuidaban! No tenía ni la más remota idea, además ¡yo siempre fui “de perros“!. Pero algo en mi interior me lo removió todo y en el fondo sabía perfectamente que ese no sería un sí, y ya os imagináis qué pasó. Su “salvadora” se ofreció a explicarme todo, insistiendo en que era muy sencillo; me regaló los elementos imprescindibles; la cuidadora me enseñó mucho también y me ofreció y regaló de todo también; yo me empapé de todo lo que pude preguntando a más gente, leyendo libros, buscando en internet y hablando con el veterinario. Y Maxito también colaboró, y me fue enseñando lo que quería y necesitaba…. El día que lo encontraron no me localizaron, y después menos porque estuve de viaje (¡en Florencia! Qué maravilla…) así que ese tiempo lo pasó en casa de una amiga suya y cuidadora, y a la vuelta fue cuando me lo dijeron; la pareja que lo había encontrado acababa de adoptar un perro y se les hacía demasiado todo; así que su segunda salvadora lo tuvo en su propia casa y lo crió y sacó adelante; se trata de una experta en gatos que dijo que jamás había visto un gato más aterrorizado, y eso que sabe “demasiado“ de gatos aterrorizados; temíamos que tuviera algo de corazón o así pero nada, estaba sanísimo y lo sigue estando.



(Max y yo el primer día en casa, al cabo de unas horas de llegar de casa de B. y cuando ya nos queríamos tanto. Qué pequerrechiño era, y eso que en unos días había crecido el doble de su tamaño...)


Fui un domingo a recogerlo a su casa y desde entonces Max forma parte de mi vida; hasta me parece un tiempo perdido todo el anterior; la relación que se tiene con los gatos es muy especial y fue todo un descubrimiento para mí. Es una pena que tanta gente la desconozca pensando que son tan independientes y que no se interrelaciona con ellos tanto y también que desconozcan la verdadera situación en que se encuentran los gatos abandonados (los gatos callejeros son gatos abandonados, es terrible) y la actitud pasiva de las autoridades competentes que se limitan a prohibir alimentarlos y a mirar hacia otro lado si son miembros de protectoras los que se acercan a darles medicamentos y comida, etc. Sin meterme demasiado en ese tema por ahora (quizás en otra entrada), os diré que los gatos se han convertido no sólo en mi pasión y adoración, sino en uno de mis puntos flacos, y el desterrar tantísimos falsos mitos como hay sobre ellos en una obsesión que no sé cómo realizar (¡qué bien huelen! Seguro que muchos se asombrarán al leer esta frase…) pero en ello estoy.



(Gozando de la nueva librería a la que puede subir escalando por la esquina, una nueva habilidad descubierta recientemente que le hace inmensamente feliz).

Por eso cuando ví en un foro en el que participo un artículo en un blog que me hizo seguir leyendo la web y encontrar esta otra entrada

http://www.lifestyleamanda.com/2009/02/yo-he-continuado-la-cadena-de-favores.html


-cuya lectura recomiendo encarecidamente-, esta vez no lo dudé ni un instante, e inmediatamente me puse en marcha.

Lo primero que hice fue ponerme en contacto con la Asociación Protectora de Animales GATOCAN,

http://gatocan.com

que es un refugio coruñés para perros y gatos, como su propio nombre indica, al que siento especial apego ya que, aparte de ser un sitio estupendo con unas instalaciones magníficas y que tiene verdadera pasión por sus animales, los cuida con esmero y les da una vida digna y se preocupa por encontrar la casa adecuada para cada uno de ellos, hay un detalle personal que me hace tener especial predilección y cariño hacia ellos: su “jefa” es la persona que sacó adelante a mi chiquitín ¡en su propia casa! Sí, la amiga de mi amiga que lo tuvo antes que yo, y lo hizo con un cariño y una dedicación que así está de sano y feliz, y siempre le estaré agradecida y en deuda.


Les pregunté si le parecía bien que hiciera esta entrada, siguiendo la “CADENA DE FAVORES” y tanto ella como su equipo estuvieron de acuerdo. Es una bonita forma de poner en conocimiento de más personas el funcionamiento de las protectoras y además una buena manera de animar a todos a aportar un granito de arena, cada uno según sus posibilidades, pues muchos pocos son un gran mucho, y hay muchísimas maneras posibles de ayudar.

Y siguiendo las instrucciones del reto -ya sabéis que no me gusta la palabra meme, ¡me parece una memez! (pero cada uno que lo diga como quiera, ¡libertad!), le pregunté qué necesitaban, y que a mí en particular me gustaría ayudar a los gatos.

Por motivos personales no puedo colaborar como voluntaria y en vez de ir de compras como hizo Amanda (si aún no habéis leído su entrada ya estáis tardando…) o donar una cantidad de dinero, o adoptar un animal, o hacerse socio, o ayudar a pasear a los perros, o ayudar a limpiar las instalaciones, o ayudar a encontrar hogar para algún animal… lo que yo hice fue de lo más fácil del mundo: busqué páginas en internet en la que hubiera ofertas de comida para gatos, y eso es lo que yo les envié: pienso.

La cuestión monetaria es tan relativa… pensad en lo que gastáis en llamadas y mensajitos desde el móvil, o en tabaco o en copas o en pizzas y comidas preparadas, o en ropa y complementos que ni necesitáis… Todo es cuestión de prioridades.

Os pongo un par de páginas sin ánimo de hacer propaganda sino solamente como ejemplo:

http://www.zooplus.es/
http://www.mascotaplanet.com
http://www.lacasadelasmascotas.com

Compré el tipo de pienso que me recomendaron en Gatocán porque les hacía mucha falta, y lo hice en zooplus porque al anotarme para recibir la Newsletter recibí un código para una oferta de descuento de un 10%, además de que hay ofertas en las que los piensos están un 10% más baratos que a su precio normal comprando "2x1", así que hice mi pedido en un santiamén (a veces el tiempo es oro…) y con un 20% de descuento ;-).

Ese es mi pequeño granito de arena para la cadena ;-).


Además, he decicido hacerme socia de Gatocán -en cuanto imprima el documento para ello (¡ya compré la tinta, milagro!): con una pequeña cantidad de euros al mes podemos ayudar mucho, sobre todo y obviamente cuantos más seamos.

Y quizás vaya pronto otra vez con un amigo que, teniendo ya un perro, un pájaro y peces, quiere adoptar un gato o una gata, y/o con mi prima, que está pendiente de adoptar una perra.

Y la repanocha: si algún día me decido… (¡qué ganas tengo!) me liaré la manta a la cabeza e iré a buscar allí otro gatito o gatita para que Max tenga compañero/a de su especie para disfrutar y retozar juntos. Y que sea tan feliz como Maxi y que deje su hueco libre para otro gatito en Gatocán.

Así que no me digáis que no os he dado ideas…

Ahora os hablaré de la Protectora de Animales de A Coruña GATOCAN:

Lo primero de todo, su URL: http://gatocan.com (también tienen un foro, para los que gustan de estas cosas). En la web podéis ver las formas de colaborar y también los animales que tienen esperando ser adoptados por una familia o persona que realmente se merezcan (¡no vale cualquiera!).
Gatocán tiene unas preciosas instalaciones. En este caso en concreto y a mi modo de ver son especialmente interesantes las dedicadas para los gatos, que no están (como suelen) en trasportines y cuartuchos, sino así de felices y contentos en el campo, mientras esperan un hogar que les merezca y les quiera, porque no hay que olvidar que la decisión de tener un animal en casa va a cambiar nuestras vidas durante muchos años y nos va a obligar a tener una serie de cambios y responsabilidades (mayores o menores dependiendo del animal) para satisfacer todas sus necesidades de todo tipo y que pueda vivir feliz y sano; y que es un compromiso durante toda la vida por lógica ¡y por ley! A los animales hay que tratarlos bien, y alimentarlos, y vacunarlos, y esterilizarlos para evitar camadas indeseadas (este también es otro tema en el que no me voy a alargar.
Aquí tenéis fotos de la protectora para que veáis qué bien cuidados están mientras os esperan:









Si queréis más información, sólo tenéis que mirar en la web o pedirla directamente.

En fin, creo que sólo me queda por cumplir el hecho de retar a otras personas a continuar la cadena de favores, cuestión difícil donde las haya, pues ni quiero comprometer a nadie ni quiero dejarlo en blanco… así que lo que he decidido es pensar en los amigos blogueros que creo que más gustarán de esta iniciativa y que, por supuesto, con entera libertad decidan si quieren continuarla o no, al igual que dejo abierta la puerta a que me secunde quien le apetezca sin necesidad de estar nombrado, como he hecho yo libremente con la entrada de Amanda, a la que, a pesar de ser de Coruña también, no conocía -ni a ella ni a su blog- hasta que vi ese enlace sobre la hierba gatera, ¡quién me iba a mí a decir!

Así que me gustaría muchísimo que hicieran algo, lo que sea, por los animales, o nos cuenten algo que han hecho o que harán, y cumplieran este reto y continúen esta cadena cuando puedan o quieran:

Mi amigo Cornelivs (blog: Diario de Cornelivs)

Mi amigo Silvano (blog: El Arte de Vivir )

Mi amigo y maestro Ralph (Blog: RALPH ALBA ARTS,CATS&PARTS )

Y mi queridísimo querido Agustín Romero Barroso (blog: Poeta en Llerena )

Para que luego digan que todos los "animalistas" son mujeres, yo he decidido retar a hombres... (bah, es mera casualidad).

Y aprovechando lo mucho que me gusta hacer trampitas y saltarme las reglas estrictas, reto también a:

mi queridísima y adorada enemiga Eponine (blog: Bajo los efectos de...)


Y a mi alter ego pero en guapa, joven, inteligente y encantadora BLAS (Blog: Blas sin epi)

Así que ahora, aparte de sentirme feliz por este pequeño granito de arena, me siento encantada de estar divulgándolo, porque es otro granito más para que tú, que estás leyendo esto, hagas algo, lo que sea, lo que puedas, lo que te apetezca, por ayudar a los animales.

Ahora voy a enviar un mail a la dirección
continua.la.cadena.de.favores(arroba)gmail.com
con los datos:

Link de la entrada ya realizada: http://fauvelapetitesauvage.blogspot.com/2009/07/yo-tambien-he-continuado-la-cadena-de.html
Mi nombre o seudónimo: Fauve, la petite sauvage
Y decir: Yo también he continuado la Cadena de Favores.
Para así poder ser incluída en el blog
:

http://continuacadenadefavores.blogspot.com

Y con todo el orgullo y la alegría del mundo creo que puedo colgar el cartelito que certifica que he cumplido el reto y continuado la CADENA DE FAVORES:




Por último quiero decir a los que sientan las típicas reacciones -que personalmente me parecen pura demagogia porque no implican en absoluto incompatibilidad alguna- de “con la de niños que pasan hambre en el mundo” (mi otro punto flaco) y cuestiones así, que personalmente no voy a decir con quién colaboro ni con quién no, pues que eso lo dejo para la esfera personal, aunque quizás me anime a hacerlo porque pensando lo que está consiguiendo esta cadena de favores y con otros manifiestos, etc., puede que haya llegado el momento en que internet realmente colabore no sólo a cambiar nuestra visión de muchos temas y a relacionarnos de una manera antes impensable, sino también a darnos una información de la que a veces no disponemos y poner los medios al alcance de los demás y permitirnos contribuir así mucho más que ayudando “en secreto” o sin hacerlo por no saber cómo.

Espero que os haya agradado esta entrada que tan feliz he realizado y que tan bien me siento por haber hecho, y no es ningún lava-conciencias, os lo aseguro... Desde aquí envío muchos ánimos a los que estéis dubitativos; no os arrepentiréis, ¡doy fe!.



(Las reglas del reto están en el blog del que continúo la cadena, pero para poner las cosas más fáciles las copio aquí:

.REGLAS

Regla nº 1: Contactar con una protectora de animales, informando en el blog sobre ella y preguntándoles en qué se les puede ayudar.

Regla nº 2: Colaborar con la protectora 1 día de tu vida (voluntariado o llevando algo que necesiten), o si no encuentras ninguna protectora en la que colaborar, ayuda a algún animal que lo necesite.

Regla nº 3: Hacerles algunas fotos a los animales del Refugio para ayudarles a encontrar hogar.

Regla nº 4: Copiar las reglas del meme y pegarlas en la entrada.

Regla nº 5: Enviar un email a [continua.la.cadena.de.favores(arroba)gmail.com]dando los datos: tu nombre, el link del meme ya realizado en tu blog y comentando que tú también has continuado la cadena de favores, para así ser incluido/a en el blog http://contiinuacadenadefavores.blogspot.com .

Regla nº 6: Pasar el meme a 4 blogueras/os para que se conviertan en eslabones de la cadena.

Regla nº 7: Colocar en tu blog tu merecido premio.)



Y como colofón apoteósico, os pongo fotos de cachorros que están esperando en Gatocán... ¿quizás por ti? ;-)










sábado, 25 de julio de 2009

Viaje en el tiempo en un trole coruñés

"Viaje en el tiempo en un tranvía

Un vídeo filmado en las décadas de los 60 y 70, sobre los troles y tranvías de la ciudad, permite ver como era la ciudad herculina hace 40 años



El documental, que está circulando como la espuma por los blogs de los barrios (Cornunópolis, Barrio de los Rosales,...), fue subido a Youtube con la siguiente explicación:

"Es un documental grabado en España en la década de los 60 y 70 por un grupo de ingleses y que estaba patrocianado por " The London Trolleybus Preservation Society" y se titula "The Q1`s in Spain", Q1 es el modelo del autobús mas concretamente era un "BUT-AEC-Leyland-Q1" fabricado y carrozado por The Britsh Leyland para operar en Londres, y que fueron comprados de segunda mano en varias ciudades de España, entre ellas la Compañía de Tranvías de Coruña".
Al margen de los detalles técnicos de los autobuses y tranvías que aparecen en el vídeo, las diferentes vistas de la ciudad que ofrece no tienen desperdicio. Cantones, Juan Flórez, San Roque,... ofrecían un aspecto muy distinto al que tienen actualmente, y permiten soñar con un pequeño viaje en el tiempo desde el propio ordenador.



Ya manda carallo, que tengan que ser los ingleses los que conserven nuestra historia..."



Coruña is different!!!!!!



lunes, 20 de julio de 2009

"Cero no ser"


Julián Ríos

“España lo importa todo en literatura, sin ningún control de calidad”


( 31/01/2008 )



Como él mismo escribió parodiando a Hamlet, “Cero no ser”. Y él, Julián Ríos (Vigo, 1941), que renovó con Larva (1983) la narrativa española contemporánea, cero no es. Menos aún estos días, en los que presenta Cortejo de sombras (Galaxia Gutenberg), un libro inédito de relatos, escrito en 1968, que ya anticipaba al genio del idioma que es.


Pregunta: Después de 40 años de olvido, ¿qué le ha hecho publicar Cortejo de sombras ahora?
Respuesta: En realidad no hubo olvido sino aplazamiento. En el prólogo detallo las razones que me llevaron a ir aplazando la publicación del libro. La principal fue que poco después de Cortejo, me metí en el cortejo de damas e idiomas de Larva, que iba para larga, y pensé que era mejor dar a conocer antes ese nuevo proyecto, que me parecía más ambicioso.
P: ¿Y luego?
R: Luego se interpusieron otras obras y finalmente reservé Cortejo para el momento en que pudiera encajar, como una pieza que le faltaba al puzle, en el conjunto de mi obra. Ahora abre la publicación de todos mis libros, antiguos y nuevos, con mi nuevo editor.
P: ¿Por qué prefiere no someterse a un cotejo con esa sombra de hace 40 años ?
R: Porque no tengo nada que añadir ni que quitar. Lo escrito escrito está. Ahora sólo puedo ser, y no es poco, su curioso lector.
P: ¿Qué es lo que más va a sorprender de este libro al lector del Ríos de hoy?
R: La persistencia de ciertos temas y obsesiones, el cortejo constante de la forma, la necesidad de contar y de meterse en la piel de unos personajes.
P: ¿Se reconoce en el autor del libro o, definitivamente, “yo es otro, otro autor”?
R: Sí, me reconozco. Un reconocimiento no exento de reconocimiento, de gratitud, porque escribir en España entonces era bastante ingrato.
P: ¿Y no siente nostalgia del escritor que fue?
R: Podría sentir nostalgia de la juventud que se fue; pero creo que el dicho francés “Il faut que jeunesse se passe” es cierto sobre todo para artistas y escritores. El escritor exigente aspira a llegar a ser perro viejo.
P: ¿Qué haría falta para que volviese a Tamoga, el pueblo en el que transcurren los relatos, siente que aún Te ahoga?
R: Tamoga es un país del pasado y sólo puedo volver a él en la lectura o con la imaginación. Ya no ahoga porque es agua pasada…
P: ¿Galicia es quizá su ítaca particular?
R: Cavafis explicó muy bien qué significan las ítacas: ante todo un largo viaje. Confío en que mi particular camino de Compostela sea muy largo…
P: ¿Cuándo terminará su exilio?
R: No hay exilio porque la España que amo, así como nuestra lengua y la literatura que me interesa, las llevaré siempre dentro.
P: ¿Cómo explica la ausencia de enternecimientos y de seudomasoquismos expiatorios por el libro?
R: Porque respeté al joven que lo escribió y no me puse en pose paternalista.
P: ¿Y por qué el libro es tan desolado, tan triste?
R: Porque el país era así de triste, no estaba para demasiadas alegrías.
P: Ya sabemos que no siente saudade del libro, pero ¿cómo el escritor convencional de Cortejo de sombras se convirtió en el demiurgo del lenguaje de Larva?
R: Convencional no me parece el término justo. Tal vez clásico sea más exacto. Pero ese lado “cortés” no quita lo valiente de otras experiencias como Larva. Y Larva sólo es una fase de la metamorfosis.
P: ¿No asoma el Ríos de hoy en expresiones como cuidamaba, o gocespasmos?
R: Sí, efectivamente, en una de las vertientes del Ríos de hoy. Esas expresiones pertenecen a un capítulo, “Palonzo”, en el que la escritura aspira a ser creativa para decir lo indecible.
P: ¿Sigue siendo la subversión del lenguaje la mejor aspirina para el mal de los Pirineos?
R: Ya no hay Pirineos, a lo sumo: picos pardos de Europa. Y mal haya quien mal piense...
P: Por cierto, ¿cuál es hoy ese mal?
R: No soy doctor, que ausculten los especialistas.
P: ¿Y en nuestra literatura?
R: Que se importa todo, sin ningún control de calidad, y que con frecuencia se prefiere el sucedáneo al auténtico original.
P: ¿Es Larva el libro más libre de nuestro siglo XX?
R: No sé si el más libre; pero a lo mejor el más “libro” porque no nos deja olvidar que estamos leyendo.
P: ¿Cómo ha conseguido dejar de estar considerado un joyceano enfermo de retruécanos y calambures?
R: Retruécanos y calambures son el tuétano, la “sustanciosa médula” de nuestra literatura más clásica...Todo autor suele evolucionar con los años. En mi caso me parece que con el tiempo he aprendido a disimular las dificultades, a parecer más fácil; pero probablemente los críticos y los lectores también han evolucionado y aprendido a ver facetas que se les escapaban.
P: Es el maestro de muchos de los autores jóvenes más interesantes (Fernández Porta, Ferré): ¿Qué relación tiene con ellos, los lee, los comprende o aconseja?
R: Los leo con mucho interés, intento comprenderlos; pero nunca me permitiría darles un consejo. El único que me parece válido en literatura es el lema de la rabelesiana abadía de Thélème: “Haz lo que quieras”.
P: Acostumbra a dar giros radicales a su obra... ¿En qué está trabajando ahora?
R: Son los giros de la espiral, mi figura favorita. Acabé recientemente un nuevo libro de ensayo, Quijote e hijos, subtitulado Una geneología literaria, que saldrá esta primavera, y estoy a punto de entregar al editor mi novela Puente de Alma.
Nuria AZANCOT
http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/22309/Julian_Rios/

domingo, 19 de julio de 2009

Conversación por azar con desconocido


_ Buenas noches _dice el hombre, apenas le parece escuchar al otro lado del teléfono la voz de la mujer_, perdone usted mi atrevimiento. Puede que ya no se acuerde de mí. Han pasado bastantes días desde la última vez que hablamos. Me llamo Armando Duvalier. Sí, Duvalier, con V de victoria. ¿Me recuerda ahora? ¿Le dice algo mi nombre? (Establece una pausa y su mirada se posa sobre los polvorientos claveles de plástico puestos sobre la mesita del teléfono.) Armando Duvalier, el cazador de leones. ¿Sigue sin acordarse de mí? ¿No recuerda que hace cosa de tres meses estuvimos hablando por teléfono cerca de una hora y que en un primer momento usted me confundió con un tío suyo, hermano de su padre, del que no sabe nada desde hace años? ¿No? ¿Cómo es posible, señorita? Vamos, vamos, haga memoria. Fue, como le digo, hace unos tres meses, día más, día menos. A esta misma hora. Y también estaba lloviendo. Yo tenía que llamar al consulado de la República de Bolongo por un problema de pasaporte, pero equivoqué el número, o hubo uno de esos extraños cruces que de vez en cuando se producen y me salió usted. Me dijo que no tenía nada que ver con Oblongo y que ni siquiera había oído hablar de ese país. Entonces le pedí disculpas y, sin saber cómo, nos enredamos hablando. Le dije que yo era cazador y que estaba a punto de regresar a África. Usted aceptó gentilmente mis disculpas y me preguntó dónde estaba Bolongo. Yo le dije que era uno de esos estados de nuevo cuño, ubicado en el corazón del Africa Ecuatorial. ¿Va recordando ahora? Usted me dijo que siempre había deseado conocer África y yo empecé entonces a hablarle de algunos paisajes africanos que conozco bastante bien. Usted me contó luego que aquella misma mañana había comprado un décimo de lotería, y que si le tocaba el primer premio pensaba gastarse la mitad dando la vuelta al mundo porque viajar era algo que le chiflaba. ¿Se acuerda ahora, señorita? ¿No recuerda que mientras estábamos hablando se le quemó lo que tenía puesto en el fuego? ¡Ah, por fin! ¡Por fin se acuerda! ¡Claro que sí, era imposible que lo hubiese olvidado! ¡Sí, sí, Armando Duvalier! Al fin y al cabo, los cazadores de leones no abundamos tanto. EN fin, señorita, prometí que volvería a llamarla a mi regreso de Oblongo y aquí me tiene. Soy hombre que cumple lo que dice. Llegué ayer por la mañana, pero hasta esta tarde no he tenido ni un solo momento libre. Así que aquí estamos otra vez. Dígame ahora cómo van sus cosas. ¿Le tocó la lotería? ¿Va a decirme que estoy hablando con una millonaria que está preparando sus maletas para dar la vuelta al mundo? ¿No le tocó? ¿No tuvo usted suerte? No se preocupe, otra vez será. Ya sabe usted lo que dice el refrán: de nada sirve madrugar si la suerte no te acompaña. Consolémonos pensando en que, por lo menos, gozamos de una salud excelente. La salud, como dijo alguien, es la primera de las libertades. Claro está que no todo se reduce a la salud del cuerpo, está también esa otra salud, tan importante como la primera, la salud del alma… ¡Ah, sí! ¡Le aseguro que la nostalgia y la pesadumbre son mjuy malas enfermedades! ¡Conozco bien sus efectos! Pero, en fin, no vaya a pensar tampoco que soy uno de esos nostálgicos impenitentes que se pasan la vida suspirando. Nada de eso. Soy, por el contrario, un hombre de acción, no puedo permitirme el lujo de suspirar. Lo que sucede, eso sí que lo reconozco francamente, es que, cada vez que regreso de uno de mis viajes africanos, me siento solo en esta gran ciudad. Hubo una época en la que la tenía llena de amigos. Gente divertida y amable con la que me sentía profundamente identificado. Personas que medidas con el baremo de la burguesía puede que no fuesen demasiado ortodoxas en sus ideas y en su comportamiento (quiero decir en su forma de afrontar los problemas que la vida en sociedad plantea a todos los hombres), pero que precisamente por eso tenían para mí un encanto especial. Recuerdo, por ejemplo, a T. P., que componía hermosos poemas a base de números primos, dormía sobre la piel de una boa y enamoraba a las adolescentes describiéndoles el rojo escarlata de las amapolas. Recuerdo también a J. J., que un día, viendo un partido de baloncesto en su televisor, descubrió maravillado que todos los jugadores negros proyectaban sobre el parquet largas sombras blancas. Y sobre todo, recuerdo a R. R., vivía también solo (todos mis amigos, en realidad, vivían solos), en un piso de trescientos metros cuadrados rodeado de gatos con mirada humana que le reconocían como padre y le amaban apasionadamente. ¡Ah, sí, muchas veces pienso todavía en mi inefable y queridísimo R. R.! ¡Si usted supiese cuántas noches nos hemos pasado en blanco hablando sobre Dios y sobre el infinito! ¡Si usted supiese cuántas confidencias nos hicimos en el centro de aquel círculo de ronroneantes y solícitos felinos, mientras fuera, en las calles, resonaban las sirenas y los silbatos de la policía! R. R., señorita, amaba profundamente a los animales y descubrió que esas incomprendidas criaturas, privadas del don de la palabra, sienten también la necesidad de ser amados por los hombres. ¿Por qué crees Armando, me preguntaba, que los pulpos viven cerca de la costa, a un tiro de piedra del pequeño pueblo de pescadores? ¿Por qué crees que en las noches de plenilunio se encaraman a las rocas y proyectan sus grandes ojos fosforescentes hacia los hombres que pasean por el malecón? Aquel dulce amigo, señorita, amaba incluso a los insectos (por los que casi todos los hombres sienten una repugnancia invencible), y más de una vez me confesó que por las noches, al regresar a su casa, las cucarachas acudían en procesión a recibirle a la puerta, agitando las antenas con tanto alborozo como los perros mueven la cola. En fin, l que quiero decirle es que todos aquellos amigos desaparecieron, se esfumaron en sus respectivas magias, y me dejaron solo. Si, claro, no murieron todos, algunos consiguieron casarse, pero ésos dejaron de importarme. Y yo dejé de interesarles a ellos. ¿Cómo? ¿Qué dice usted? ¿Cree que envidio a los amigos que consiguieron casarse? No, no, nada de eso. La envidia es un sentimiento que nace de la contemplación de la felicidad o de un bien del prójimo, pero yo no creo (y se lo digo con el corazón en la mano), que el simple hecho de estar casado sea, por sí solo, motivo de envidia. En fin,, sea como sea, lo cierto es que esta ciudad se despobló de amigos y que, cuando regreso aquí, después de pasarme tres meses en la selva, empiezo a sentirme solo antes de que acabe de deshacer las maletas. (…)

El cazador de leones. Javier Tomeo.

sábado, 18 de julio de 2009

Defensa Animal

De: DefensAnimal.org
Asunto: Nueva REVISTA - 'DefensAnimal'
Para: [email protected]
Fecha: viernes, 17 julio, 2009 10:41

Os informamos de que ya podeis descargar el numero 1 de la Revista ‘DefensAnimal’.
Esta revista tendra una periodicidad semestral, y la ofreceremos online en formato pdf.
Como podreis ver, la revista constara de algunas secciones fijas y de otras que iran variando.
Esperamos que sea de vuestro agrado y os agradeceriamos que le dierais maxima difusion entre vuestros contactos

Os la podeis descargar desde este enlace (pesa 25 Mb):

http://www.defensanimal.org/Revista_DefensAnimal_01.pdf



…………………………………………………………………………………………
Necesitamos tu ayuda para seguir defendiendo los intereses de TODOS los animales no humanos:

+ Puedes ser socio/a de DefensAnimal.org desde solo 5 euros al mes:
http://www.defensanimal.org/socios
+ Puedes hacer un donativo:
- 2100-2787-57-0200034429
- ES59-2100-2787-5702-0003-4429) (CAIXESBBXXX)

……………………………………………………………………………………………

Videos recomendados:
+ Por todos ellos…:
http://www.defensanimal.org/videos/por_todos_ellos.htm
+ Entrevista en TV-TMVA:
http://www.defensanimal.org/videos/entrevista-TVMA_140708.htm
+ Debate con un torero en UPV-TV:
http://www.defensanimal.org/videos/debate_taurino.htm


……………………………………………………………………………………………

DefensAnimal.org
http://www.defensanimal.org
[email protected]
Tfno.(+34)630152401

viernes, 17 de julio de 2009

Crónicas Marcianas, II





Los niños uruguayos del 2009.




“Ser feliz” parece ser una buena propuesta de vida.
Alcanzar nuestra felicidad y la de los nuestros, no deja de ser un buen destino para el ómnibus que resolvimos tomar.

Sí, ya sé…es mejor proponerse la paz y la justicia mundial; pero a esta altura eso se parece demasiado a un deseo de Miss Piriápolis.

- Admiro a la madre Teresa de Calcuta, al Papa y quiero la paz mundial.

Ser felices, ayudar a nuestros gurises a que encuentren su felicidad y desde ese estado de privilegio sumarse a los deseos de Miss Simpatía.
Eso está mejor.

Sin embargo lo raro de esta historia que quiero contar, es que me parece que últimamente hemos estado buscando la felicidad con muy poca puntería.
Hemos dedicado buena parte de nuestro tiempo a encontrar un lugar donde subirnos para intentar divisar la felicidad desde lejos y no hemos advertido que muchas veces nos paramos justo encima de ella.
Por eso no la encontramos.
Porque hay que buscar más cerca.
“La vida es eso que pasa mientras hacemos planes” decía John Lennon hace unos años.
“Quien busca la felicidad fuera de sí es como un caracol caminando en busca de su casa” escribía Constancio Vigil.

Entonces las primeras preguntas que se me ocurren son:



Texto completo en http://marcianoduran.com.uy


Marciano Durán - 2009- Julio

Este material es de libre distribución para fines no lucrativos.
Para su difusión por cualquier vía se solicita especialmente la no alteración de sus contenidos

martes, 14 de julio de 2009

FINAL INFELIZ (Microrrelato)

FINAL INFELIZ



Fecha de subida:
26-04-2009
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Nada más verte aquel verano, te deseé. De vuelta a casa regresé, sentí la necesidad imperiosa y obsesiva de encontrarte, pero se acercaba la hora de cerrar y no estabas ya en ninguno de los stands.

Apareciste en el último, como si fuera la suerte o el destino, la casualidad o la magia o un presagio. Después te fui amando despacio, cada vez más, en la playa, escuchando al mar, sintiendo el sol y la arena, oliéndote; y con la luna pasaste a ser parte de mi vida.

Años después te fui infiel y te perdí, probablemente para siempre.

Podré comprar uno igual que tú cuando quiera, pero siempre será una copia de ti mismo; nunca tú, mi querido libro: maldigo el momento en que te presté.


Autor: Fauve (es decir, esta menda lerenda).

Microrrelato escrito de carrerilla y sin siquiera repasar, como bien se puede observar (y qué pena; podría haber quedado bastante pasable) y con el que participé en el segundo concurso de Microrrelatos la "Factoría Fnac", por el que obtuve once votos, once (xDDDD) y un cheque regalo de seis euros que, final infeliz, no me descontaron del pedido que hice ni respondieron a ninguno de mis mensajes pidiendo explicaciones dejando en muy mal lugar, a mi modo de ver, el nombre de la FNAC que tan en serio me tomaba yo, ilusa de mí; seis míseros euros por los que han perdido al menos a una socia clienta que a pesar de dejarse allí su nómina (estaba pensando en domiciliarla directamente) tenía a la FNAC por un sitio, cuando menos, más serio.

El caso es que, tras incidencias varias que os ahorro, os traigo el cuentito a ver si os hace, al menos, reír (a mí me hace llorar, porque es verídico, lo juro) y ya que como participo en los Premios 20 Blogs del 20Minutos en las categorías Personal y Diseño (¡ya me estáis votando! :P), ya que de diseño no tengo nada y de personal menos, pues para que esto sea un poco más eso: personal.

Así que, ya puestos, saludos y besos a todos.

lunes, 13 de julio de 2009

LECTURA Y LIBERTAD II


El lector apasionado tiene cuatro libros sobre la mesa. Los cuatro por leer. Esta tarde hha ido a la librería y después de una hora paseando entre las mesas de novedades y repasando, en las estanterías, las cubiertas de los libros de aquellos autores que ma´s le gustan, ha escogido cuatro. Uno es un libro de cuentos de un escritor francés de quien le gustó mucho, hace años, una novela. La siguiente novela que publicó no le gustó tanto como aquella primera (de hecho, no le gustó nada), y ahora ha comprado este libro de cuentos con la esperanza de reencontrar todo lo que le había encantado años atrás. El segundo libro es una novela de un escritor holandés de quien intentó leer las dos novelas precedentes, pero sin mucho éxito porque, al cabo de pocas líneas, tanto la una como la otra se le cayeron de las manos. Curiosamente, eso no ha hecho que renuncie a intentarlo de nuevo. Curiosamente, porque de ordinario, cuando a un escritor no le aguanta veinte líneas de un primer libro, quizás lo vuelve a intentar con el segundo pero nunca con el tercero, salvo que los críticos en que confía sean especialmente elogiosos con él, o que algún amigo se lo haya recomendado fervorosamente. Pero en este caso no ha sido así. ¿Cómo es, por tanto, que ha accedido a intentarlo de nuevo? Quizá por el inicio. Ese inicio que dice. “el botones irrumpió gritando: “¡Señor Kington! ¡Por favor, señor Kington!” Kington estaba en el hall del hotel Ambassador, leyendo el periódico, y estaba a punto de levantar la mano cuando se le ocurrió que nadie, absolutamente nadie, sabía que estaba allí. Ni siquiera levantó la mirada cuando pasó el botones. Sería la decisión más inteligente que nunca hubiera tomado.”
El tercer libro es también una novela, la primera novela de un autor americano de quien no ha oído hablar nunca. La ha comprado porque, a pesar de la cita inicial (“Ah, cómo brillan sus tejas en la florida alborada, cuando los gallos con sus cantadas turban la calma del dormitar…”), la ha hojeado brevemente y le ha atraído. El cuarto libro es de cuentos, de un autor también holandés e inédito hasta aquel momento. ¿Qué le ha atraído del libro? Si ha de ser sincero, de entrada, la desmesurada abundancia de iniciales: hay tres de ellas (A., F., Th.) antes de las tres palabras que forman el apellido. En total, seis palabras: tres para el nombre y tres para el apellido. Además, la primera de las palabras del apellido es “van”. Adora los apellidos que empiezan por “van”.
¿Cómo es, por cierto, que de los cuatro libros que el lector apasionado tiene sobre la mesa, dos (el 50 por ciento exacto) son holandeses? Porque la celebración de la feria del libro de la ciudad, dedicada este año a la literatura neerlandesa, ha hecho, por un lado, que estas últimas semanas las editoriales hayan publicado más autores de aquella lengua y, por otro, que las principales librerías de la ciudad le dediquen mesas especiales, reuniendo en ellas tanto estas novedades como libros de autores holandeses y flamencos publicados años atrás y que, desde que dejaron de ser novedad, acumulaban polvo en el almacén de la distribuidora. El lector apasionado tiene los cuatro libros delante y no sabe por cuál empezar. ¿Por los cuentos del francés de quien le gustó una novela hace unos años? ¿Por la novela del joven americano de quien no sabe nada? Así, si (como hay grandes posibilidades) le decepciona inmediatamente, ya habrá eliminado uno de los cuatro y el dilema será sólo entre los otros tres. Claro que lo mismo puede pasarle con la novela del holandés que se le cayó de las manos, justo en la primera página, en dos ocasiones anteriores. El lector abre el segundo libro y lo hojea. Abre el tercero y hace lo mismo. Hace lo mismo con el cuarto. Podría decidirse a partir de la tipografía, el tipo de papel… Intenta que algún elemento del libro (alguna frase aislada, el nombre de algún personaje) le haga decidirse. La misma disposición de la página. Los párrafos, por ejemplo. Sabe que muchos autores luchan por abrir párrafos con regularidad, convenga o no, al texto, porque creen que así el lector, cuando vea la página poco apretada, se sentirá más atraído por ella. Pasa lo mismo con el diálogo. Un texto esponjado, con abundancia de diálogos, es (según la norma al uso) atractivo para la mayoría de la gente. Puede ser que4 en general sea así, pero a este lector en concreto le pasa exactamente lo contrario: la abundancia de puntos y aparte le da mala espina. Tiene un prejuicio contra ellos, simétrico al prejuicio que los amantes de la abundancia de párrafos tienen contra la escasez de puntos y aparte, que encuentran aburridísima o petulante.
¿Por cuál empezar? La solución sería, como hace a menudo, empezarlos todos a la vez. A la vez a la vez no, claro: pasando de uno a otro; igual que no se ven nunca seis canales de televisión a la vez, sino que pasas de uno a otro. Siempre, evidentemente, hay un libro que abre primero y del que lee un párrafo, un cuento, un capítulo, el 20 por ciento del las páginas, antes de pasar a otro. El problema, aquí, es que no se decide por cuál empezar. Se levanta y enciende un cigarrillo. ¿Por qué encender un cigarrillo es una solución para cuando no se sabe qué hacer? Encender un cigarrillo sirve para demostrar que estamos pensando, que meditamos intensamente, que recordamos, que esperamos a alguien (apartando de vez en cuando la cortina para echar una ojeada a la calle), que nos impacientamos (en la sala de espera de la maternidad, con el suelo lleno de colillas). Se enciende un cigarrillo después del coito; se enciende un cigarrillo para apagarlo en la ingle de la amante masoquista y excitarnos aún más. Se enciente un cigarrillo para buscar la inspiración, para que la nicotina nos ayude a no dormirnos, para no comer cuanto tenemos hambre y no podemos o no queremos hacerlo. El lector apasionado da la última calada y vuelve a la mesa. Los cuatro libros están allí y, al lado, la bolsa de plástico con el logotipo rojo de la librería. Cae la noche, pasa una moto, se oye una radio. ¿Se oyen muchas radios en las novelas? Si, de repente, los cuatro libros desapareciesen, desaparecería también el dilema: por cuál empezar. Coge la novela del americano. La abre por la primera página. Pasa el dedo con fuerza por la separación entre las dos hojas, para que se mantenga abierto, y lee: “Justo cuando la enfermera estira la sábana para cubrirle la cara, el muerto abre los ojos y musita alguna cosa incomprensible. La enfermera chilla, suelta la sábana, dice el nombre del paciente, le toma el pulso. Corriendo, sale al encuentro del médico. “¡Doctor, el enfermo de la 114 no está muerto!” “¿Cómo que no está muerto?” “No está muerto. Ha abierto los ojos, de repente. Le he tomado el pulso…” El médico intenta disimular la contrariedad que aquella noticia le provoca.”
El lector cierra el libro. El inicio es el mejor momento de un libro. La primera frase, el primer párrafo, la primera página. Las posibilidades son, siempre, inmensas. Todo tiene que ir viniendo aún, poco a poco, a medida que los caminos que hay al inicio vayan esfumándose y finalmente (es decir, al final) sólo quede uno de ellos, generalmente previsible. ¿Conseguirá el escritor mantenernos seducidos hasta la última página? ¿no habrá un momento, dentro de cinco, dieciocho o ciento sesenta y siete páginas, en que la seducción se romperá? Nunca un relato es tan bueno como el abanico de posibilidades que ofrece justo cuando empieza. No se trata, en ningún caso, de que el lector tenga que prever las continuaciones posibles, y encontrar alguna mejor que las que le ofrece el escritor. De ninguna manera. ¿Cómo continuaría él la historia del hombre uqe lee el periódico en el hall del hotel Ambassador y, cuando gritan su nombre, no contesta? No lo sabe ni le interesa encontrarle alguna continuación. Es aquel momento de indecisión, en el que se reparten las cartas, lo que le atrae. El planteamiento le recuerda vagamente aquella película de Hitchcock con un Cary Grant a quien confunden con otro hombre en el hall de un hotel. Pero no le interesa lo más mínimo pensar en ello. Escribir su continuación, sea cual sea, tiene que llevarlo a la imperfección.
Los escritores se equivocan cuando desarrollan los planteamientos iniciales. No deberían hacerlo. Deberían, sistemáticamente, plantear inicios y abandonarlos en el momento más sugerente. Es en ese momento del inicio cuando las historias son perfectas. ¿Es que no pasa igual con todo? ¡Claro que sí! No sólo en los libros, sino también en las películas o en las obras de teatro. Y en la política. Si eres tan inocente como para creértelo, ¿no es mil veces más interesante, positivo y entusiasmador el programa político de un partido que su ejecución una vez elegido para gobernar? En el programa todo es idílico. En la práctica, nada se respeta, todo se falsea; la realidad impone su crueldad erosionadota. Y (en l vida que está fuera de los libros) el inicio de un amor, la primera mirada, el primer beso, ¿no son más ricos que lo que viene después, que inevitablemente lo convierte todo en fracaso? Las cosas tendrían que empezar siempre y no continuar nunca. La vida de un hombre, ¿no es riquísima en posibilidades, a los tres años? ¿Qué será de ese chico que ahora apenas empieza? A medida que avance, la vida lo irá marchitando todo: de todas las expectativas cumplirá bien pocas, y eso si tiene suerte. Con los libros pasa exactamente lo mismo. Pero así como el lector apasionado no puede parar la vida si no es tomando la decisión de cortarla, los libros sí puede pararlos en el momento más esplendoroso, cuando las posibilidades son aún más numerosas. Por eso nunca acaba ninguno. Sólo lee los inicios, las primeras páginas como máximo. Cuando el abanico de bifurcaciones de la historia se va reduciendo y el libro empieza a aburrirle, lo cierra y lo coloca en la estantería, por orden alfabético del apellido del autor.
La decepción puede producirse en cualquier momento. En el primer párrafo, en la página 38 o en la penúltima. Una única vez llegó a la última página de un libro. A punto de empezar el último párrafo (un párrafo corto, de aproximadamente un tercio de página) sin que se hubiese producido la decepción, tuvo miedo. ¿Y si aquel libro no le decepcionaba ni en la última línea? Era del todo improbable; seguro que, aunque fuera en la última palabra, la decepción llegaría, como había llegado siempre. Per, ¿y si no? Por si acaso, apartó la vista rápidamente, a cinco líneas del final. Cerró el libro, lo colocó en su lugar y respiró a fondo; aquella demostración de firmeza le permite continuar fantaseando que, más tarde o más temprano, (el día menos pensado, en cuanto por fin se decida), tendrá el suficiente coraje para dejar de aplazar cada vez la decisión definitiva.

“Los libros”, en Ochenta y seis cuentos. Quim Monzó.
Compactos Anagrama, 11,00 euros precio editor.

domingo, 12 de julio de 2009

Comienzo

Entre fiebres y mareos he terminado este magnífico libro -que ya forma parte de mis favoritísimos- del que os traigo su comienzo; si no hubiera tenido la fiebre yo misma, ya me la habría dado el libro -con su genialidad.
Millones de gracias y tarros bien grandes de dulce de leche a todos los que me habéis recomendado que conociera a Manuel Puig.




CAPÍTULO UNO

_ A ELLA se le ve que algo raro tieene, que no es una mujer como todas. Parece muy joven, de unos veinticinco años cuanto más, una carita un poco de gata, la nariz chica, respingada, el corte de cara es… más redondo que ovalado, la frente ancha, los cachetes también grandes pero que después se van para abajo en punta, como los gatos.
_ ¿Y los ojos?
_ Claros, casi seguro que verdes, los entrecierra para dibujar mejor. Mira al modelo, la pantera negra del zoológico, que primero estaba quieta en la jaula, echada. Pero cuando la chica hizo ruido con el atril y la silla, la pantera la vio y empezó a pasearse por la jaula y a rugirle a la chica, que hasta entonces no encontraba bien el sombreado que le iba a dar al dibujo.
_ ¿El animal no la puede oler antes?
_ No, porque en la jaula tiene un enorme pedazo de carne, es lo único que puede oler. El guardián le pone la carne cerca de las rejas, y no puede entrar ningún olor de afuera, a propósito para que la pantera no se alborote. Y es al notar la rabia de la fiera que la chica empieza a dar trazos cada vez más rápidos, y dibuja una cara que es de animal y también de diablo. Y la pantera la mira, es una pantera macho y no sabe si es para despedazarla y después comerla, o si la mira llevada por otro instinto más feo todavía.
_ ¿No hay gente en el zoológico ese día?
_ No, casi nadie. Hace frío, es invierno. Los árboles del parque están pelados. Corre un aire frío. La chica es casi la única, ahí sentada en el banquito plegadizo que se trae ella misma, y el atril para apoyar la hoja del dibujo. Un poco más lejos, cerca de la jaula de las jirafas, hay unos chicos con la maestra, pero se van rápido, no aguantan el frío.
_ ¿Y ella no tiene frío?
_ No, no se acuerda del frío, está como en otro mundo, ensimismada dibujando a la pantera.
_ Si está ensimismada no está en otro mundo. Esa es una contradicción.
_ Sí, es cierto, ella está ensimismada, metida en el mundo que tiene adentro de ella misma, y que apenas sí lo está empezando a descubrir. Las piernas las tiene entrelazadas, los zapatos son negros, de taco alto y grueso, sin puntera, se asoman las uñas pintadas de oscuro.(...)

El beso de la mujer araña. Manuel Puig.

domingo, 5 de julio de 2009

LECTURA Y LIBERTAD I

Foto: encontrada en internet.

REPORTAJE: IDA Y VUELTA
Libertad de la novela
ANTONIO MUÑOZ MOLINA


Una novela es la libertad. El acto físico de abrirla es tan simple, tan rotundo, tan cargado de sentidos posibles, como el de abrir una puerta, una puerta de salida y una puerta de entrada. Hasta la tapa del libro parece una puerta que se abre. Salimos de algo y entramos en algo, cruzamos un umbral que se despliega entre nuestras manos, y al principio, como en algunos lugares misteriosos, nos encontramos en la sombra, y sólo gradualmente se acostumbran los ojos a la nueva claridad que irradia del interior del libro. En la casa de veraneo de sus abuelos Proust se encerraba a leer en un retrete con una pequeña ventana desde la que veía el campanario del pueblo. Juan Carlos Onetti leía de niño encerrado en un armario, a la luz de una linterna, acompañado por un gato al que acariciaba tan silenciosamente como pasaba las páginas, y decía que la causa de su mala vista era haber gastado los ojos leyendo en aquel refugio. Muchas tardes de verano yo he leído en un granero lleno de trigo recién cosechado, y en el tacto del papel había residuos del polvo de la trilla.


Empezar a leer se parece mucho a empezar a escribir: es encontrar un hilo y seguirlo, escuchar una voz y dejarse hechizar

Pero no siempre logra uno ese estado de encierro gustoso, de inmersión en aguas muy profundas, ese fervor de libertad en el interior de una novela. Tan necesarias como el libro en sí son las circunstancias: muchas páginas y mucho tiempo por delante, sin distracciones, sin estorbos, con un grado de concentración que según nos dicen cada vez es más difícil, pero sin el cual la experiencia integral de la novela no llega a cumplirse. A lo largo de dos viajes sucesivos en tren y de las ocho horas de un vuelo transatlántico yo he tenido esa oportunidad de lectura perfecta, y también la suerte de haber hallado el libro preciso para satisfacerla, una novela recién publicada que un amigo me trajo de Londres justo cuando preparaba el equipaje, The Winter Vault, de Anne Michaels.

Yo no sabía nada de esta autora. Tan sólo recordaba el título de una novela anterior, Piezas en fuga, que tuve en casa y no leí cuando se publicó hace años en español. Después he sabido que no es partidaria de dar demasiada información sobre su propia vida para que ese conocimiento no interfiera en el encuentro del lector con el libro, que debería ser lo más limpio posible. "De verdad creo que leemos de manera distinta un libro cuando sabemos incluso los detalles más banales de la vida de su autor", ha dicho. Es verdad que yo me he beneficiado de mi ignorancia: el deseo de la lectura lo despertó el título de la novela, La bóveda de invierno, y también un indicio sobre el argumento: en 1964 un ingeniero recién casado viaja con su mujer a la región del Alto Nilo para trabajar en el salvamento del templo de Abu Simbel, que habría sido anegado por las aguas de la presa de Asuán. Nada más. La libertad de la novela es también nuestra potestad de entrar en ella sin obligaciones ni prejuicios y decidir soberanamente si seguiremos leyendo o la dejaremos al cabo de unas páginas, porque en ese reino privado no obedecemos a nadie ni nos dejamos coaccionar por la opinión de otros que parezcan saber más y ni siquiera por la presión inmensa de lo que parece gustarle a todo el mundo. De nuestras preferencias o rechazos soberanos no tenemos que dar cuenta a nadie. La novela existe para nosotros en ese espacio de intimidad que nos protege tras la puerta cerrada de la lectura.

En el fondo, empezar a leer se parece mucho a empezar a escribir: es encontrar un hilo y seguirlo, escuchar una voz y dejarse hechizar y guiar por ella. La voz de Anne Michaels, despojada de biografía, de información, de prejuicios a favor o en contra, empecé a escucharla con una claridad singular cuando abrí su novela junto a la ventanilla del tren que me llevaba al norte, y luego me acompañó en la habitación de un hotel y en otra travesía de vuelta por los verdes cantábricos que se disolvían después en los ocres y amarillos de las llanuras de Castilla. Subí al avión y en cuanto me abroché el cinturón de seguridad ya abrí la novela para que la voz me acompañara, y mi viaje sobre el Atlántico se correspondía con los que emprenden los personajes de la novela, el ingeniero Avery y su mujer, Jean, sus idas y vueltas entre Canadá y Egipto, entre el dulce amor compartido y la desgracia y el remordimiento, y también los viajes que se cuentan el uno al otro, los que se enredan con sus vidas y los que les dieron origen y permitieron que se encontraran. La voz de la novela está hecha en realidad de muchas voces que se escuchan también en ella, y que no se pierden en el clamor general, tan poderoso sin embargo como el de los ríos que alimentan literalmente el fluir de la trama, el San Lorenzo, en Canadá, el Nilo, y de golpe -con esa sorpresa de la lectura que sólo es plenamente efectiva cuando se carece de información previa- el Vístula, el río de Varsovia. En 1945, al otro lado del Vístula, las tropas soviéticas permanecían detenidas mientras los alemanes aplastaban sanguinariamente la sublevación de los polacos y mientras metódicamente minaban y demolían una ciudad entera ya convertida en cementerio.

"No hay dos hechos tan apartados entre sí que no puedan juntarse", dice uno de los héroes de la novela, otro ingeniero, el padre de Avery, que alentó en su hijo desde que era niño el amor por las máquinas y por las grandes obras públicas, por la capacidad humana de comprender y transformar el mundo. La nieve de las cumbres que se ven a lo lejos desde el interior de una selva africana será luego el agua del gran río que fluye por el desierto. El empeño colosal de domar su corriente para que haga fértiles campos de cultivo y produzca la electricidad que mejorará las vidas de millones de personas también traerá consigo una escala de destrucción formidable: paisajes, aldeas, formas de vida, mundos enteros arrasados, miles o centenares de miles de otras personas que son despojadas de todo sin que se les pida su opinión en nombre de un progreso del que ellas no se benefician. Los ingenieros desmontan piedra por piedra el templo de Abu Simbel y lo reconstruyen en otra parte, pero el templo ya es una falsificación. Terminada la guerra la Ciudad Vieja de Varsovia es levantada de nuevo por los supervivientes, pero cuando más se parece a la que fue destruida más mentiroso resulta el simulacro.

La novela es la libertad: Anne Michaels acumula en la suya vidas inventadas, hechos históricos, informaciones sobre ingeniería y sobre botánica, exactitudes de la poesía y de la ciencia, y en esa acumulación hay un desbordamiento de abundancia y un rigor de arquitectura sin peso. La puerta de la novela da a las latitudes del mundo y a las bóvedas más secretas de la experiencia humana.

Piezas en fuga. Punto de Lectura. Madrid, 2001. 400 páginas. 7,60 euros.

http://www.elpais.com/articulo/semana/Libertad/novela/elpepuculbab/20090704elpbabese_5/Tes

sábado, 4 de julio de 2009

PARA LUZ DE GAS

(Creo que no queda nadie más que no conozca a Leopoldo Abadía y su teoría Ninja)

viernes, 3 de julio de 2009

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