Entro en la cuenta de este blog en una especie de estado de gracia.
Y lo que me frena, ahora por momentos, no es el miedo a la página en blanco.
Tengo la sensación diáfana de estar soñando despierta, los sentidos en estado de irrealidad, la realidad, sin embargo, a mi lado, sin alterarse lo más mínimo. Todo sucede dentro, nada hay de extraño en las creencias sobre el mundo, en las hipótesis, en las interpretaciones. No es un delirio. Es mejor que eso. Y sin embargo no sé explicarlo, me cuesta avanzar con las palabras, pero me llena de satisfacción estar escribiendo esto. De nuevo es debido a que quizá haya alguien que pueda sentirse igual, y sólo alcance a decir "sí" o "creo que sí" apenas con la mente, sin saber, como me sucede a mi ahora mismo, explicarlo con palabras. Si estás leyendo esto y te pasa algo parecido, celebra la vida cada segundo, conócete y sigue adelante. (No son órdenes, ni siquiera consejos, son palabras rápidas) Buena suerte.
Ya está, no tengo pensado seguir demasiado tiempo con circunloquios, mucho menos haciéndome la misteriosa. Me siento muy agradecida con un amigo, con más, con todxs.
No , no es del todo sincero, está incompleto. Sí voy a seguir escribiendo, no tendría sentido dejarlo ahora. No hay más truco en un deliro que la relación que se establece. Truco para iniciarlo, para llevarlo y para detenerlo. El problema no es simple, ya que el quid de la cuestión no es la naturaleza física de la realidad vista o percibida, la cuestión no es si lo que se piensa es real o no es real. Estas son dudas ontológicas, metafísicas, las tiene cualquiera sobre un montón de cosas (el amor, la propia sinceridad, las emociones, los recuerdos...) Cuando hablo de relación, me refiero a que lo complicado es saber entre qué partes se establece la relación, quienes son los invitados a conocerse, y por supuesto, llevarse bien. ¿Podemos pensar en que los invitados sean la realidad y la creencia? ¿la realidad y la ficción? ¿la confianza y la desconfianza? ¿la física y la metafísica? ¿Por qué una relación sólo de dos?
Precisamente, descubrir quién o qué se está poniendo en relación, quiénes o qués deberán llevarse bien, al menos al punto mínimo de comprenderse sin agredirse, de negociar espacios de cohabitación, aunque sea efímera, etérea y complejísima. Pero ha de intentarse hacerlo posible. Hasta la amistad cómplice, llegar es posible, y tanto que sí. Nada más. Es el espíritu de Hearing Voices. Ahora entiendo por qué en la época en que más escribía sobre delirios, más delirios tenía, había que pillarlos, comprenderlos, darles unas cuantas vueltas, hacerse amiga de tales extraños compañeros de viaje, para poder confiar en que no me hiciesen daño. Y así nos pasamos la vida, buscando querer y que nos quieran.
Una relación posible consiste en nombrar y que nos nombren. Alguien nombra a algo o a alguien. Yo nombrador, tú nombrado. O viceversa. Toma relación. Pasamos a tres bandas: el que nombra, lo nombrado, el nombre. Se complica, ¿verdad? Bueno, dejo a Derrida para otro momento, pero nos quedamos con que, para empezar, no es fácil saber exactamente entre quién o qué ha de construirse la relación que se convertirá en una de amistad. Pero nadie ha dicho que lo sea. Hacerse preguntas es muy eskizo, hay que aprovechar esa ventaja.. ¿de serie? Buenas noches.
domingo, 25 de agosto de 2013
domingo, 11 de agosto de 2013
Un lugar decente en un corazón de andar por casa
Existen formas extrañas de gestionar el miedo, los conflictos, las pérdidas y los desencuentros. También aquello que no se entiende, que duele demasiado, que no encuentra acomodo en los cauces autorizados de la angustia.
Vale canalizar el dolor con rabia, con llanto, con irascibilidad y baja laboral.
Pero si no trabajas, si no cuentas para nadie, si tus dolores insoportables no están recopilados en políticas públicas... entonces es probable que lo que sientas, simplemente, sea terror a la exclusión social. Yo sé de una forma terrible, y a la vez extraordinariamente creativa, de canalizar el miedo a la exclusión social: imaginarte que existes para todo el mundo. Contra el ninguneamiento nuestra mente inventó las ideas autorreferenciales. Contra nadie que nos atiende, nos atienden todos, nos persiguen, nos espían, nos controlan, nos rehacen y nos bloquean. La increíble venganza ficticia de los invisibles. La ausencia de protagonismo se convierte en borrachera de protagonismo. No inventamos nosotros la necesidad de protagonismo, sino el mundo que te dice que debes tener éxito, contar, figurar, "estar en el candelabro". Poca gente lo está, y no por mucho tiempo, pero el capitalismo insaciable pide éxito insaciable, y será culpa tuya si no lo consigues. Así que, para aquellas personas conscientes del dolor de no existir para casi nadie, se inventarán una isla mental en la que existen para todo el mundo. Si topan con un psiquiatra, serán los protagonistas de su recetario una vez cada tres meses. Pero si topan con un amigo, serán el amigo más dificil, pero habrán tenido suerte, porque la buena gente se preocupa de quien sufre, de quien está perdido. Un amigo buena gente es mucho mejor que un psiquiatra, sí que lo es.
Si tú eres ese amigo, no tengas miedo a hablar de aquello que para ti es la verdad. Tu amigo con "esquizofrenia" no es idiota, a fuerza de hacerle ver que para ti existe con toda la fuerza de una vida humilde, con todo el protagonismo que cuenta para ocupar un lugar decente en un corazón de andar por casa, tu amigo sembrado de ideas autorrefenciales pasará un duelo en el que perderá importancia para los servicios secretos, para la policía, para el estado o para la iglesia (paranoias que vienen, desde hace un par de siglos, a sustituir a las encarnaciones clásicas del jesucristo y el napoleón, ya que las paranoias también están históricamente situadas). Pasado ese duelo, se descubrirá en un espejo humano, demasiado humano, y verá a sus amigos sin filtro, a su corazón sin límite, a su enorme suerte, y a su existencia pequeñita rodeada de dignidad.
Un poquito de esto, es muchísimo.
Vale canalizar el dolor con rabia, con llanto, con irascibilidad y baja laboral.
Pero si no trabajas, si no cuentas para nadie, si tus dolores insoportables no están recopilados en políticas públicas... entonces es probable que lo que sientas, simplemente, sea terror a la exclusión social. Yo sé de una forma terrible, y a la vez extraordinariamente creativa, de canalizar el miedo a la exclusión social: imaginarte que existes para todo el mundo. Contra el ninguneamiento nuestra mente inventó las ideas autorreferenciales. Contra nadie que nos atiende, nos atienden todos, nos persiguen, nos espían, nos controlan, nos rehacen y nos bloquean. La increíble venganza ficticia de los invisibles. La ausencia de protagonismo se convierte en borrachera de protagonismo. No inventamos nosotros la necesidad de protagonismo, sino el mundo que te dice que debes tener éxito, contar, figurar, "estar en el candelabro". Poca gente lo está, y no por mucho tiempo, pero el capitalismo insaciable pide éxito insaciable, y será culpa tuya si no lo consigues. Así que, para aquellas personas conscientes del dolor de no existir para casi nadie, se inventarán una isla mental en la que existen para todo el mundo. Si topan con un psiquiatra, serán los protagonistas de su recetario una vez cada tres meses. Pero si topan con un amigo, serán el amigo más dificil, pero habrán tenido suerte, porque la buena gente se preocupa de quien sufre, de quien está perdido. Un amigo buena gente es mucho mejor que un psiquiatra, sí que lo es.
Si tú eres ese amigo, no tengas miedo a hablar de aquello que para ti es la verdad. Tu amigo con "esquizofrenia" no es idiota, a fuerza de hacerle ver que para ti existe con toda la fuerza de una vida humilde, con todo el protagonismo que cuenta para ocupar un lugar decente en un corazón de andar por casa, tu amigo sembrado de ideas autorrefenciales pasará un duelo en el que perderá importancia para los servicios secretos, para la policía, para el estado o para la iglesia (paranoias que vienen, desde hace un par de siglos, a sustituir a las encarnaciones clásicas del jesucristo y el napoleón, ya que las paranoias también están históricamente situadas). Pasado ese duelo, se descubrirá en un espejo humano, demasiado humano, y verá a sus amigos sin filtro, a su corazón sin límite, a su enorme suerte, y a su existencia pequeñita rodeada de dignidad.
Un poquito de esto, es muchísimo.
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