Necropsia de Cuyes

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Necropasia en cuyes

By: Yomaira Zurita Chumacero


Introducción
La necropsia es una herramienta muy importante y útil para determinar la posible causa de
muerte de los cuyes en una granja, mediante la observación de las lesiones internas y
externas, el diagnóstico de la enfermedad y la toma de muestras para laboratorio. Esto
luego nos permitirá tomar decisiones adecuadas con respecto al tratamiento y control que
se debe implementar en la granja para reducir y prevenir las muertes por dicha enfermedad.
Es necesario realizar un procedimiento correcto de la necropsia en cuyes para obtener
mejores resultados y un diagnóstico más preciso.
Procedimientos de la necropsia

Inspeccion interna
El primer paso es evaluar el cadáver externamente en busca de signos que nos
indiquen el estado sanitario del cuy previo a la muerte, como, por ejemplo, una
baja condición corporal, heridas abiertas o abscesos en la piel, secreciones en
las aberturas naturales, condición del pelaje, hematomas, etc.

El cuy se posiciona decúbito dorsal (1) para iniciar con el procedimiento de la


necropsia, para lo cual se recomienda el uso de una tijera o bisturí, y una pinza
para facilitar la manipulación

El cuy se posiciona decúbito dorsal (1) para iniciar con el procedimiento de la


necropsia, para lo cual se recomienda el uso de una tijera o bisturí, y una pinza
para facilitar la manipulación.
Incisión Primaria
La primera incisión se inicia levantando la piel con una pinza en el punto medio entre los pezones (2) y
cortando de forma recta por la línea media hasta la sínfisis mandibular (3), con la precaución de no
penetrar la cavidad abdominal, especialmente en casos de distención del ciego por presencia de líquido
o de gas.
Luego, se desuella al cuy separando manualmente la piel del músculo y debridando con
ayuda de la tijera (4 y 5).
Esta etapa de la necropsia tiene el propósito de evaluar el estado del tejido subcutáneo y
los órganos presentes en esta zona. Se observa el color del tejido subcutáneo, el cual
puede mostrar ictericia, congestión o palidez, como también hematomas, abscesos,
deshidratación o heridas abiertas severas. Además se puede observar el
agrandamiento de algunos ganglios, en el cuy sano se puede reconocer con facilidad
los ganglios submandibulares (6) y prefemorales, mientras que los axilares se harán
evidentes en casos de hipertrofia por infección. Finalmente se evalúa la acumulación
de grasa del tejido subcutáneo tomando en consideración que el cuy solo acumula
grasa en la zona axilar, inguinal y submandibular (7).
Incisión secundaria
La segunda incisión se realiza en la capa muscular, en la misma dirección y
disposición que la incisión primaria, levantando el músculo con la pinza para
facilitar el corte (8 y 9) y evitar la punción de los órganos internos,
especialmente el ciego y el estómago.
Al llegar a la apófisis xifoides (esternón) se realizan dos cortes del músculo
de forma perpendicular a cada lado de la línea media y paralelos al
arco costal (10 y 11), con el fin de exponer el contenido del abdomen y
observar los órganos in situ.
Es importante observar la posición de los órganos antes de manipularlo y evaluarlos
individualmente, ya que de esta forma podremos identificar con claridad los casos de torsión
gástrica, uterina o cecal, los cuales son comunes en cuyes, al igual que la presencia de
líquido en la cavidad, rupturas o desgarros en diferentes órganos. La manipulación
anticipada de los órganos puede producir rupturas, sangrados o vaciado del contenido
digestivo, lo cual podría alterar la percepción de las verdaderas lesiones.
Una vez expuesta la cavidad abdominal se procede a incidir en la cavidad torácica, iniciando el
corte junto a las apófisis xifoides y continuando paralelo al esternón donde se insertan las
costillas (12).
Se puede optar por retirar el esternón por completo para facilitar la manipulación y
observación. Mediante esta incisión es importante observar el estado general del
interior del tórax, identificando la presen-cia de líquidos, adherencias u otros
contenidos (hidropericardias, hemopericardias, fibrina, pus). Al concluir el corte de la
caja torácica se prosigue cortando el músculo esternohioideo hasta llegar a la
mandíbula y debridar para exponer la tráquea (13).
Extracción y evaluación de los organos
Extracción del tracto respiratorio

Para desprender la lengua de la cavidad oral es necesario hacer cortes horizontales en


las comisuras labiales (14) para poder abrir la cavidad oral y cortar los pliegues
que adhieren a la lengua. (15)
Finalmente se continúa el corte por la parte inferior de la mandíbula hasta lograr retraer la
lengua y jalar para extraer todo el paquete que incluye tráquea, esófago, pulmones y corazón
(16 y 17), cortando el esófago y la vena cava en el extremo caudal para desprenderlo del
diafragma.
Extracción del tracto Digestivo
Luego de realizar una inspección general de los órganos abdominales se procede a la
extracción de cada uno de ellos para su evaluación individual. En este caso, el tracto
digestivo se extrae en su totalidad junto con el hígado y el bazo y luego éstos se
separan. Primero se debe ubicar el hiato diafragmático por donde la vena cava inferior,
que une el hígado al corazón, atraviesa el diafragma (18), y mientras se sujeta el hígado
con una mano, cortar la vena cava para desprender el hígado. Detrás de la vena cava se
podrá ubicar al esófago abdominal (19), el cual también se cortará mientras se jala el
paquete conformado por el hígado y el estómago.
Se van cortando los ligamentos, grasa y demás tejidos que sostienen al tracto digestivo y el
hígado (20). El bazo podrá ser extraído junto con el estómago ya que se encuentra adjunto
en la parte dorsal. Al continuar retirando el tracto digestivo, éste saldrá con facilidad en su
totalidad hasta llegar al recto donde se hará el corte final (21)
En la cavidad abdominal solo deben quedar los riñones con sus respectivas glándulas
suprarrenales y el tracto reproductor con la vejiga (22). En esta etapa se puede observar con
mayor facilidad el nivel de engrasamiento y la condición corporal del cuy, ya que siempre
debe encontrarse grasa alrededor de los riñones y parcialmente rodeando el músculo Psoas
mayor en ambos lados.
Después de evaluar el tracto digestivo (23) externamente, se debe abrir los intestinos de forma
longitudinal y vaciar el contenido, de esta forma se podrá determinar su textura, color e
incluso el olor, y se podrá identificar la presencia de parásitos intestinales en su forma
adulta. El contenido digestivo en el estómago y en el ciego debe tener una consistencia
pastosa y un color marrón verdoso, los cambios en la textura del contenido digestivo pueden
ser indicadores de enfermedad o de una alimentación inadecuada. El contenido en el
intestino delgado es generalmente viscoso y espeso, si éste se torna acuoso, gaseoso o
compacto se debe sospechar una disfunción intestinal por infección, intoxicación o
malnutrición. El colon y el recto deben contener heces compactas y formadas, de lo
contrario el cuy estaría presentando diarrea. Los ganglios mesentéricos o nódulos linfáticos,
ubicados en la parte central del mesenterio, tendrán un diámetro de aproximadamente 1cm
en cuyes adultos sanos y una coloración rosada pálida. Estos ganglios reaccionan ante las
infecciones gastrointestinales aumentándose de tamaño, presentando congestión, hiperemia,
edema y/o acumulación de pus, por lo tanto, son un importante indicador de enfermedad
intestinal durante la necropsia, especialmente en casos de Salmonelosis.
Otros órganos abdominales

Otros órganos abdominales

El hígado (24) debe tener un color rojo vinoso liso y uniforme, con bordes suaves y definidos, y
una textura firme al tacto. Es normal encontrar grietas en la cara visceral del hígado. La
vesícula, ubicada en el lóbulo medial izquierdo, debe mostrar paredes lisas y transparentes, y
el contenido debe ser amarillento verdoso claro y transparente.
El bazo (25) es un órgano alargado ubicado en la cara dorsal del estómago que debe tener
color rojo vinoso uniforme, superficie lisa, bordes suaves y definidos. El tamaño
promedio del bazo en un cuy adulto sano es de 5 - 6 cm de largo y 2 - 3 cm de ancho,
dependiendo del tamaño del cuy.
Los riñones (26) deben tener un color rojizo oscuro y, al realizar un corte longitudinal, se
debe observar claramente la diferencia entre la médula y la corteza renal, donde la
corteza posee un color más oscuro que la médula. La superficie debe ser lisa y no deben
presentarse quistes ni cálculos.
Finalmente, se evalúa el tracto reproductor según el sexo del cuy analizado. En las hembras se puede
observar el útero en forma de “Y”, donde, en condiciones normales, presenta un color rosado,
simetría entre los dos cuernos y un diámetro no mayor a 1 cm (27). El útero de una hembra
preñada puede presentar congestión de los vasos sanguíneos y dilatación de los cuernos uterinos,
sin embargo, no es normal observar hemorragias, pus, adherencias o maceración. En machos, los
testículos se ubican en la zona inguinal del abdomen, generalmente albergados en el
pseudoescroto, presentan un color rosado, superficie lisa y un paquete de grasa en su extremo
craneal (28). Las glándulas seminales conservan un aspecto transparente claro.
Registros de los hallazgos
Las lesiones observadas a la necropsia deben registrarse y evaluarse en conjunto
con la historia clínica disponible del cuy, incluyendo edad, etapa productiva,
sistema de crianza, número de partos, o cualquier otra información acerca de
lo que está ocurriendo en la granja: cambios de alimento, visitas recientes,
introducción de nuevos animales, plagas, mortalidades anteriores, etc., ya
que todos estos factores pueden influenciar en la aparición de una
enfermedad, nos permitirán deducir la causa de muerte del cuy y obtener un
diagnóstico presuntivo.

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