La filosofía se caracteriza por la visión. A través de la filosofía se logra una nueva y más amplia forma de ver las cosas, rompiendo con las tradiciones y preconcepciones heredadas. La filosofía permite atravesar la "costra muerta de la tradición" y alcanzar nuevas formas de comprensión.
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La filosofía se caracteriza por la visión. A través de la filosofía se logra una nueva y más amplia forma de ver las cosas, rompiendo con las tradiciones y preconcepciones heredadas. La filosofía permite atravesar la "costra muerta de la tradición" y alcanzar nuevas formas de comprensión.
La filosofía se caracteriza por la visión. A través de la filosofía se logra una nueva y más amplia forma de ver las cosas, rompiendo con las tradiciones y preconcepciones heredadas. La filosofía permite atravesar la "costra muerta de la tradición" y alcanzar nuevas formas de comprensión.
La filosofía se caracteriza por la visión. A través de la filosofía se logra una nueva y más amplia forma de ver las cosas, rompiendo con las tradiciones y preconcepciones heredadas. La filosofía permite atravesar la "costra muerta de la tradición" y alcanzar nuevas formas de comprensión.
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“La filosofía es muchas cosas y no hay una fórmula que las
satisfaga a todas, pero si se me pidiera que expresara en
una sola palabra su característica más esencial, diría sin titubeos: la visión. En el fondo de toda filosofía digna de este nombre hay una visión y es de ahí de donde surge y toma su forma visible. Lo característico de la filosofía es atravesar esa costra muerta de la tradición y lo convencional, romper las cadenas que nos unen a preconcepciones heredadas, para lograr un modo nuevo y más amplio de ver las cosas”. (Waismann) Otros casos de conceptos que han presentado problemas y que han requerido de fontanería filosófica 1) El concepto de “Ilustración”:
“La ilustración es la salida del hombre de su condición de
menor de edad de la cual él mismo es culpable. La minoría de edad es la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la dirección de otro. Uno mismo es el culpable de esta minoría de edad, cuando la causa de ella no radica en la falta de entendimiento, sino de la decisión y el valor para servirse de él con independencia, sin la conducción de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! es pues la divisa de la ilustración. La pereza y la cobardía son las causas de que la mayoría de los hombres, después que la naturaleza los ha librado desde tiempo atrás de conducción ajena (naturaliter majorennes), permanecen con gusto como menores de edad a lo largo de su vida, por lo cual le es muy fácil a otros el erigirse en tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad! Si tengo un libro que piensa por mí, un pastor que reemplaza mi conciencia, […], y así sucesivamente, no necesitaré esforzarme. Si solo puedo pagar, no tengo necesidad de pensar: otro asumirá por mí tan fastidiosa tarea”.
Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la ilustración?
Berlinische Monatsschrift, Dezember 1784. Inmanuel Kant 2) El concepto de “trabajo”:
“¿En qué consiste, entonces, la enajenación del trabajo?
Primeramente, en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo. Su carácter extraño se evidencia claramente en el hecho de que tan pronto como no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de una peste. El trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo de autosacrificio, de ascetismo. En último término, para el trabajador se muestra la exterioridad del trabajo en que éste no es suyo, sino de otro, que no le pertenece; en que cuando está en él no se pertenece a sí mismo, sino a otro. Así como en la religión la actividad propia de la fantasía humana, de la mente y del corazón humano, actúa sobre el individuo independientemente de él, es decir, como una actividad extraña, divina o diabólica, así también la actividad del trabajador no es su propia actividad. Pertenece a otro, es la pérdida de sí mismo. De esto resulta que el hombre (el trabajador) sólo se siente libre en sus funciones animales, en el comer, beber, engendrar, y todo lo más en aquello que toca a la habitación y al atavío, y en cambio en sus funciones humanas se siente como animal. Lo animal se convierte en lo humano y lo humano en lo animal. Comer, beber y engendrar, etc., son realmente también auténticas funciones humanas. Pero en la abstracción que las separa del ámbito restante de la actividad humana y las convierte en fin único y último son animales”. El trabajo enajenado (XXII) Manuscritos: economía y filosofía Karl Marx 3) El concepto de “conocimiento”:
“En algún apartado rincón del universo centelleante,
desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la <<Historia Universal>>: pero, a fin de cuentas, solo un minuto. Tras breves respiraciones de la naturaleza, el astro se heló y los animales inteligentes hubieron de perecer. Alguien podría inventar una fábula semejante pero, con todo, no habría ilustrado suficientemente cuán lastimoso, cuán sombrío y caduco, cuán estéril y arbitrario es el estado en el que se presenta el intelecto humano dentro de la naturaleza. Hubo eternidades en las que no existía; cuando de nuevo se acabe todo para él, no habrá sucedido nada, puesto que para ese intelecto no ninguna misión ulterior que conduzca más allá de la vida humana. No es sino humano, y solamente su poseedor y creador lo toma tan patéticamente como si en él girasen los goznes del mundo pero, si pudiéramos comunicarnos con la mosca, llegaríamos a saber que también ella navega por el aire por el mismo pathos, y se siente el centro volante de este mundo. Nada hay en la naturaleza, por despreciable e insignificante que sea, que, al más pequeño soplo de aquel poder de conocimiento, no se infle inmediatamente como un odre; y del mismo modo que cualquier mozo de cuerda puede tener su admirador, el más soberbio de los hombres, el filósofo, está completamente convencido de que, desde todas partes, los ojos del universo tienen telescópicamente puesta su mirada en sus obras y pensamientos”. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral Friedrich Nietzsche 4) El concepto de “emoción”:
“Todas las sociedades están llenas de emociones. Las
democracias liberales no son ninguna excepción. El relato de cualquier jornada o de cualquier semana en la vida de una democracia (incluso las relativamente estables) estaría salpicado de un buen ramillete de emociones: ira, miedo, simpatía, asco, envidia, culpa, aflicción y múltiples formas de amor. Algunos de esos episodios emocionales poco tienen que ver con los principios políticos o con la cultura pública. Pero otros son distintos: tienen como objeto a la nación, los objetivos de la nación, las instituciones y los dirigentes de esta, su geografía, y la percepción de los conciudadanos como habitantes con los que se comparte un espacio público común […] Todas esas emociones públicas, a menudo intensas, tienen consecuencias a gran escala para el progreso de la nación en la consecución de sus objetivos. Pueden imprimir a la lucha por alcanzar esos objetivos un vigor y una hondura nuevos, pero también pueden hacer descarrilar esa lucha, introduciendo o reforzando divisiones, jerarquías y formas diversas de desatención o cerrilidad. A veces, suponemos que sólo las sociedades fascistas o agresivas son intensamente emocionales y que son las únicas que tienen que esforzarse en cultivar las emociones para perdurar como tales. Esas suposiciones son tan erróneas como peligrosas. Son un error porque toda sociedad necesita reflexionar sobre la estabilidad de su cultura política a lo largo del tiempo y sobre la seguridad de los valores más apreciado por ella en épocas de tensión. Todas las sociedades, pues, tienen que pensar en sentimientos como la compasión ante la pérdida, la indignación ante la injusticia, o la limitación de la envidia y el asco en aras de una simpatía inclusiva[…] Todos los principios políticos, tanto los buenos como los malos, precisan para su materialización y su supervivencia de un apoyo emocional que les procure estabilidad a lo largo del tiempo, y todas las sociedades decentes tienen que protegerse frente a la división y la jerarquización cultivando sentimientos apropiados de simpatía y amor”. Emociones políticas Martha C. Nussbaum