Tema 7

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Tema 7

ABRIENDO LAS
VENTANAS DEL
CIELO

Aniel Barbe
Director Asociado de Mayordomía en la Asociación
General

INTRODUCCIÓN
Recientemente, en un almuerzo de sábado, estábamos
disfrutando de nuestro plato favorito: una buena discusión teológica.
Después de algún tiempo, la conversación giró hacia el tema de las
recompensas y las bendiciones. ¿Actualmente recompensa Dios a
los fieles, o las recompensas de Dios están reservadas para el
futuro? ¿Cuál es la naturaleza de la recompensa de Dios? ¿espiritual,
material o ambas? Si hay una recompensa presente, ¿cuál es el
propósito? Curiosamente, varias posiciones emergen entre nosotros.
Los cristianos están divididos sobre el tema de la recompensa de Dios.
Para algunos, se trata de obedecer a Dios para disfrutar de una
bendición mayor, mientras que otros hacen una completa abstracción
de una recompensa presente. Esta situación me llevó a revisar
Malaquías 3:10-12; un pasaje citado regularmente como la recompensa
de Dios para aquellos que practican el diezmo fiel.
1. DESBORDAMIENTO DE
BENDICIONES
Malaquías usa lenguaje figurado, “os abro las ventanas de los
cielos”,(Mal 3:10) para describir el resultado de devolver un diezmo
completo al Señor. Anteriormente, Moisés usó la expresión “las ventanas
de los cielos fueron abiertas” (Génesis 7:11) para describir la fuerte lluvia
que se produjo durante los cuarenta días del diluvio. En otro lugar, usa
una expresión casi similar, “haré llover pan del cielo” (Éxodo 16:4), para
referirse al maná, la subsistencia diaria de Israel durante cuarenta años.
“Os abro las ventanas de los cielos” transmite la idea de la iniciativa
divina, la abundancia y las cosas materiales.
Malaquías 3:10 proporciona más precisiones sobre el resultado
para los diezmantes fieles: “Derramo sobre vosotros bendición”. Esta
enseñanza está en armonía con la promesa de Dios que se encuentra
en Deuteronomio 28. La línea introductoria informa sobre los
destinatarios de la promesa, aquellos que “oyen atentamente la voz de
Jehová su Dios, para guardar y poner por obra todos sus
mandamientos” (vers. 1). Más adelante, se describe la bendición: “Te
abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en
su tiempo, y para bendecir toda la obra de tus manos” (vers. 12).
Si bien el amor y las bendiciones de Dios preceden al diezmo,
es bíblicamente sensato reconocer que Dios agrega abundantes
bendiciones materiales a los que diezman fielmente.
Elena G. de White confirma esta comprensión: “Si hubiesen
reconocido con plenitud y voluntariamente los requerimientos de Dios y
si los hubiesen satisfecho, su bendición se habría manifestado
aumentando la producción de la tierra. Las cosechas habrían sido más
abundantes. Las necesidades de todos habrían sido ampliamente
satisfechas. Cuantos más demos, tanto más recibiremos”. La
recompensa presente y futura de los fieles es la verdad bien establecida.
Las abundantes bendiciones de Dios no vienen en paquetes
uniformes. Varían de un individuo a otro. Algunos no mendigarán pan
(Salmo 37:25), mientras que otros producirán abundantes riquezas.
Elena
G. de White explica esta realidad diversa: “Algunos tendrán cien veces
tanto en esta vida y en el mundo venidero la vida eterna. Pero no todos
recibirán cien veces tanto en esta vida, porque no podrían soportarlo”.
Tengamos confianza en la sabiduría de Dios.
De acuerdo con la versión de la Biblia The Message, Lucas
16:10- 13 dice: “Si no eres honesto en los trabajos pequeños, ¿quién te
pondrá
a cargo de la tienda?”. La fidelidad en el diezmo muestra que podemos
manejar más de las bendiciones de Dios.

Actualmente, estamos transitando a través de territorios


desconocidos. Muchos se enfrentan a nuevas circunstancias de la vida
para las que no tienen la experiencia ni los recursos. En tales
situaciones, la tentación de pausar los diezmos suele ser alta. Sin
embargo, ¿no será más sabio y tranquilizador tener abiertas las
ventanas de los cielos sobre nosotros?

2.ESQUEMA DE PROTECCIÓN DE DIOS


Los siguientes dos versículos, Malaquías 3:11-12, amplían el
versículo 10. Malaquías 3:11 dice: “Reprenderé también por vosotros al
devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el
campo será estéril”. Aquí, Malaquías elabora sobre las medidas
protectoras de Dios.
La vida nos ha enseñado que no basta con ser bendecidos, sino
que hay que conservar y disfrutar nuestras bendiciones. El profeta
Miqueas describe una consecuencia de la infidelidad: “Sembrarás, mas
no segarás; pisarás aceitunas, mas no te ungirás con el aceite; también
uvas, mas no beberás el vino” (Miqueas 6:15). Estos son escenarios de
vida frustrantes. Cuando los hijos de Israel subían a Jerusalén durante
las tres fiestas de peregrinación, cantaban su profunda aspiración:
“Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus
caminos. Cuando comas el trabajo de tus manos, serás feliz, y te irá
bien” (Salmo 128:1-2). Esto sucede cuando nuestro Dios reprende,
literalmente inutiliza y paraliza al devorador.
Jesús menciona la presencia de un devorador y nos recuerda su
plan protector: “El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir, yo
he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”
(Juan 10:10). El “tengan” en este versículo se refiere a “sus propias
ovejas”, a aquellos que “conocen su voz” y “lo siguen” (Juan 10:4). Él
asegura protección y vida abundante para aquellos que lo reconocen
como Dueño. En la época de Malaquías, el pueblo no reconoció a Dios
como Padre y Señor (Malaquías 1:6), y como resultado, sus bendiciones
fueron malditas (Malaquías 2:2). En contraste, el diezmo es una
declaración de reconocimiento de la propiedad de Dios sobre
nosotros y sobre todo. Como tal, le permite a Jesús inscribirnos en su
plan de protección.
La protección de Dios es muy necesaria para nuestro tiempo
inestable: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en
las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea
removida y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen
y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza”
(Salmo 46:1- 3). En un mundo donde el mercado de valores está
oscilando, la guerra está en su apogeo, la COVID-19 y la viruela del
mono son una amenaza, y el costo de vida se está disparando, ¿no es
mejor ponernos a nosotros mismos y a todo lo que tenemos bajo el
cuidado del Dios todopoderoso? Al diezmar, nos inscribimos en el plan
de protección de Dios.

3. MÁS BENDICIONES CON UN


PROPÓSITO
Leemos en Malaquías 3:12 “Y todas las naciones os llamarán
bienaventurados, porque seréis tierra deseable”. Este versículo usa dos
expresiones para la reacción de otros a los fieles que diezman: “los
llama bienaventurados” y “tierra deseable”.
La expresión “os llamarán bienaventurados” se aplica a la mujer
virtuosa de Proverbios 31. Sus hijos y su esposo la llaman bendita (vers.
28). Estas alabanzas no son por su hermosura ni por lo que ha
adquirido, sino por sus obras, que fueron de bendición para ellos y para
los demás: el hacer muy bien, el fruto de sus manos y sus obras.
María, la madre de Jesús, también fue llamada bienaventurada porque
a través de sus acciones sacrificiales, el mundo sería bendecido (Lucas
1:48). Uno es llamado bienaventurado cuando se convierte en una
bendición especial para los demás. Este es el propósito de las
abundantes bendiciones adicionales.
El apóstol Pablo profundiza en este concepto: “Y poderoso es
Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que
teniendo siempre en todas las cosas todo lo necesario, abundéis para
toda buena obra” (2 Corintios 9:8). Para Pablo, si tenemos más
bendiciones es para que las usemos para un propósito altruista, para
hacer un buen trabajo.
El creyente abundantemente bendecido no vive de acuerdo con
el estándar de esta era, sino por un principio superior. No ganar más
para gastar más en nosotros mismos, sino ganar más para
convertirnos en una mayor bendición para los demás. Adquirir más
bendiciones no es la finalidad del diezmo fiel, ¡sino convertirse en un
canal más grande de bendición!
La expresión “tierra deseable” habla de un aumento en la capacidad
del testimonio de los hijos de Dios, de que se vuelven deseables.
Mientras disfrutaba de abundantes bendiciones, Israel se volvería
atractivo y deseable. Muchos querrían ser como ellos y ser parte de
ellos. Israel podría entonces cumplir más fácilmente el plan de Dios
para ella: “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra”.
Y esto sucedería cuando “hayas obedecido mi voz” (Génesis 22:18). La
recompensa abundante del diezmo fiel no es para satisfacer nuestros
deseos egoístas, sino para servir como testimonio de la bondad y
fidelidad de Dios. Cuando somos abundantemente bendecidos, tenemos
oportunidades adicionales para señalarle a las personas la Fuente de
todas las bendiciones.

CONCLUSIÓN
Elena G. de White dice: “Debemos aceptar la palabra de Dios, y
con fe sencilla avanzar confiando en la promesa, y dar al Señor lo que
es suyo”. Los que diezman fielmente son recompensados ahora y en el
gran día de Dios (Malaquías 4:2-3). Como el Señor de los ejércitos,
capitán y comandante de los ejércitos angelicales, ninguna de sus
promesas deja de cumplirse. Sin embargo, el diezmo no es una
transacción de negociación entre la humanidad y Dios. No se trata de
volver a conseguir más. Así como un espíritu altruista conduce a
diezmar fielmente, el mismo espíritu nos ayudaría a utilizar nuestras
bendiciones adicionales para bendecir a otros y testificar acerca del
Proveedor de todas las bendiciones.

MI COMPROMISO:
Devolver fielmente el diezmo del Señor
(10% de mis ingresos)

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