LIBRO INMUNOLOGÍA

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PRIMERA EDICIÓN

INMUNOLOGÍA
INDICE
Introducción a la Inmunología................................................................................................4

Anatomía y Funciones de los Órganos del Sistema Inmune.................................................10

Celulas del sistema inmunitario y sus funciones primordiales: Fagocitos, Mastocitos,


Basofilos, Eosinofilos, Celulas presentadoas de antígenos, linfocitos.................................16

Inmunidad Innata: Elementos constitutivos, Barreras naturales de la piel y mucosas.........22

Inmunidad Adaptativa: Características, tipos, componentes celulares y humorales, citocinas


...............................................................................................................................................28

Sistema de complemento: vía clásica, vía alterna.................................................................34

Inmunogenos y antígenos......................................................................................................41

Anticuerpo y antígenos.........................................................................................................48

Moléculas de adherencia.......................................................................................................55

Activación de los linfocitos T...............................................................................................61

Celulas Natural Killer, Activación y Funciones....................................................................68

Activación del linfocito B y producción de anticuerpos.......................................................74

Caracteristicas generales de las respuestas inmuniatrias humorales.....................................80

Reconocimiento del antígeno y Activación del linfocito B inducida por el antígeno y


respuestas de anticuerpos dependientes e independientes del linfocito T cooperador..........86

Inflamación: Generalidades, Mecanismos de inflamación...................................................91

Inmunidad Órgano-específica...............................................................................................98

Tolerancia............................................................................................................................110

Candidiasis..........................................................................................................................117

BIBLIOGRAFIA................................................................................................................122
Prologo

La inmunología, como disciplina científica, ha sido fundamental para comprender los

mecanismos que nuestro cuerpo utiliza para defenderse de una vasta gama de patógenos.

Desde su aparición como campo de estudio hasta sus aplicaciones más avanzadas en la

medicina moderna, la inmunología ha evolucionado de ser un conjunto de teorías y

observaciones dispersas a convertirse en una ciencia central que toca todos los aspectos de

la biología y la medicina.

Este libro, Inmunología Básica, nace con la intención de ofrecer una comprensión clara,

accesible y detallada de los principios fundamentales de la inmunología. A través de sus

páginas, los lectores encontrarán una explicación de los procesos que permiten al cuerpo

reconocer y responder ante amenazas como bacterias, virus, hongos, parásitos, e incluso

células tumorales. Desde los complejos mecanismos de la respuesta inmune innata, hasta

las sofisticadas respuestas adaptativas mediadas por células y anticuerpos, este texto cubre

los principios clave que fundamentan nuestra inmunidad.

En la actualidad, los avances en inmunología han permitido desarrollar terapias

innovadoras, desde vacunas hasta tratamientos de inmunoterapia contra el cáncer. Sin

embargo, aún queda mucho por descubrir. La ciencia continúa avanzando y desentrañando

las complejas interacciones entre el sistema inmune y los patógenos, así como su papel en

enfermedades autoinmunes, infecciosas y otras condiciones clínicas. La inmunología no es

solo una disciplina de laboratorio, sino que impacta directamente en la salud global, en la

medicina preventiva y en la personalización de los tratamientos.


Este texto está diseñado para estudiantes, profesionales y cualquier lector que desee

adentrarse en los principios de la inmunología. Si bien la inmunología es una ciencia

profunda y a menudo desafiante, hemos procurado presentar los conceptos de forma

didáctica, con ejemplos y explicaciones claras, que permitan comprender tanto los aspectos

más básicos como aquellos más complejos.

Nos encontramos en una era en la que el entendimiento de nuestro sistema inmune no solo

mejora la atención clínica, sino que también abre nuevas puertas a la medicina de precisión

y a tratamientos más efectivos. Al leer estas páginas, el lector será testigo de cómo la

inmunología sigue transformando nuestra capacidad para tratar, curar y prevenir

enfermedades. En última instancia, esperamos que este libro inspire a nuevas generaciones

de científicos, médicos e investigadores a seguir explorando los misterios del sistema

inmunológico, con el objetivo de mejorar la salud y el bienestar humano.

Bienvenidos al fascinante mundo de la inmunología, donde la defensa del cuerpo humano

es tan compleja y dinámica como la vida misma.

Introducción a la Inmunología

La inmunología es una disciplina científica que se dedica al estudio del sistema inmune, un

complejo conjunto de células, tejidos y moléculas que interactúan para proteger al


organismo contra infecciones y enfermedades. Este campo de estudio comenzó a

desarrollarse en el siglo XVIII, cuando Edward Jenner descubrió la vacuna contra la

viruela. Más adelante, en el siglo XIX, Louis Pasteur y Robert Koch realizaron aportes

fundamentales para entender los mecanismos de las enfermedades infecciosas y la

inmunidad. El sistema inmune desempeña un papel crucial en la defensa del organismo y

en la regulación de procesos fisiológicos esenciales.

El Sistema Inmune y su Respuesta

Definición de la Respuesta Inmune

La respuesta inmune es el conjunto de mecanismos biológicos que el organismo pone en

marcha para identificar y neutralizar agentes dañinos como microorganismos, toxinas y

células anormales. Se clasifica en dos tipos principales:

 Inmunidad innata: Es la primera línea de defensa del organismo, caracterizada por

ser inespecífica, rápida y carente de memoria. Proporciona una protección inicial

que, aunque limitada, es crucial para contener infecciones mientras se activa la

inmunidad adquirida.

 Inmunidad adquirida: También conocida como adaptativa, se activa más

lentamente pero es altamente específica y tiene memoria inmunológica. Esta

capacidad permite una respuesta más eficaz en exposiciones repetidas al mismo

agente patógeno.

Componentes de la Inmunidad Innata


Barreras Naturales

El cuerpo humano cuenta con barreras físicas, químicas y biológicas que dificultan la

entrada de patógenos:

 Barreras físicas: La piel actúa como un muro protector, mientras que las mucosas

de las vías respiratorias, gastrointestinales y genitourinarias atrapan

microorganismos y partículas extrañas.

 Secreciones químicas: Sustancias como el sudor, las lágrimas y el ácido gástrico

contienen enzimas y compuestos antimicrobianos que inhiben el crecimiento

bacteriano.

 Microbiota: Las bacterias beneficiosas que habitan en nuestro cuerpo compiten con

los patógenos, dificultando su colonización.

Factores Celulares y Moleculares

 Células fagocíticas: Los macrófagos y neutrófilos son capaces de fagocitar y

destruir microorganismos invasores.

 Moléculas séricas: El sistema del complemento juega un papel clave en la

opsonización de patógenos, facilitando su eliminación por los fagocitos.

 Inflamación: Este proceso es una respuesta inmediata que moviliza células

inmunes y moléculas hacia el sitio de infección, conteniendo el daño y promoviendo

la reparación tisular.

Inmunidad Adquirida
Características

La inmunidad adquirida es altamente específica, orientada hacia antígenos particulares, y

tiene la capacidad de recordar encuentros previos con agentes infecciosos. Esto se traduce

en una respuesta más rápida y potente ante exposiciones subsecuentes.

Tipos de Inmunidad

1. Activa: Resulta de la exposición directa a un patógeno o de la vacunación, lo que

estimula al sistema inmune a generar una respuesta protectora.

2. Pasiva: Se adquiere mediante la transferencia de anticuerpos, como ocurre en la

lactancia materna o a través de tratamientos con inmunoglobulinas.

Células Clave

 Linfocitos T: Estos linfocitos desempeñan funciones esenciales como la destrucción

de células infectadas y la regulación de otras células inmunitarias.

 Linfocitos B: Son responsables de la producción de anticuerpos y de la generación

de células de memoria, fundamentales para una protección prolongada.

Órganos del Sistema Inmune

El sistema inmune está organizado en diversos órganos que cumplen funciones

especializadas:

Órganos Primarios
 Médula ósea: Es el lugar donde se producen todas las células inmunitarias y donde

maduran los linfocitos B.

 Timo: Órgano encargado de la maduración de los linfocitos T antes de que sean

liberados al torrente sanguíneo.

Órganos Secundarios

 Ganglios linfáticos: Filtran la linfa y concentran células inmunitarias, promoviendo

la interacción con antígenos locales.

 Bazo: Detecta antígenos en la sangre, facilita respuestas inmunes y elimina células

sanguíneas envejecidas.

 Tejidos asociados a mucosas (MALT): Como las amígdalas y las placas de Peyer,

protegen las superficies mucosas contra patógenos.

Órganos Terciarios

Estos se desarrollan durante infecciones crónicas o enfermedades autoinmunes,

contribuyendo a respuestas inmunes locales prolongadas.

Células del Sistema Inmune

Línea Mieloide

 Neutrófilos: Especializados en fagocitar microorganismos y responder rápidamente

a infecciones bacterianas.
 Monocitos y macrófagos: Participan en la fagocitosis y en la regulación de la

inflamación.

 Células dendríticas: Presentan antígenos a los linfocitos T, iniciando la respuesta

inmune adaptativa.

 Eosinófilos y basófilos: Están implicados en la defensa contra parásitos y en

reacciones alérgicas.

 Mastocitos: Liberan histamina y otras moléculas que medían la inflamación y las

reacciones alérgicas.

Línea Linfoide

 Linfocitos T: Son fundamentales para la inmunidad celular.

 Linfocitos B: Generan anticuerpos y memoria inmunológica.

 Células NK: Actúan destruyendo células infectadas o tumorales sin necesidad de

activación previa.

Moléculas Clave del Sistema Inmune

Receptores

 PRR (Pattern Recognition Receptors): Detectan patrones moleculares asociados a

patógenos (PAMPs).

 MHC (Complejo Mayor de Histocompatibilidad): Permite que las células

presenten antígenos a los linfocitos T, coordinando la respuesta adaptativa.


Citoquinas e Interleuquinas

Son moléculas señalizadoras que orquestan la activación, proliferación y diferenciación de

las células inmunitarias.

Anticuerpos

Proteínas producidas por los linfocitos B que se unen específicamente a antígenos,

neutralizándolos y marcándolos para su eliminación

Mecanismos de Defensa

1. Fagocitosis: Las células inmunes engullen y destruyen microorganismos o

partículas extrañas.

2. Inflamación: Proceso esencial para atraer células inmunitarias al sitio de infección

y reparar tejidos dañados.

Enfermedades Relacionadas con el Sistema Inmune

1. Alergias: Reacciones inmunitarias exageradas frente a sustancias no dañinas como

el polen, los alimentos o medicamentos.

2. Autoinmunidad: Enfermedades donde el sistema inmune ataca tejidos propios,

como ocurre en el lupus eritematoso sistémico y la artritis reumatoide.

3. Inmunodeficiencias: Condiciones en las que el sistema inmune no funciona

adecuadamente, como en el caso del VIH/SIDA, aumentando la susceptibilidad a

infecciones y cáncer.
Anatomía y Funciones de los Órganos del Sistema Inmune

Los órganos que componen el sistema inmune se pueden clasificar en primarios y

secundarios. Los órganos primarios son los sitios donde se desarrollan y maduran las

células inmunitarias, mientras que los secundarios son aquellos donde estas células se

activan y entran en contacto con los patógenos.

Órganos Linfoides Primarios

Médula Ósea: La Fábrica de Células Sanguíneas y del Sistema Inmune

La médula ósea es el tejido esponjoso ubicado dentro de los huesos largos del cuerpo, como

el fémur, la pelvis y las vértebras. Su función principal es la hematopoyesis, que es el

proceso de producción de todas las células sanguíneas, incluyendo glóbulos rojos, plaquetas

y las células del sistema inmune. La médula ósea contiene células madre hematopoyéticas,

las cuales son células multipotentes capaces de diferenciarse en diferentes tipos celulares.

En el contexto del sistema inmune, la médula ósea produce linfocitos, tanto los linfocitos B

como los linfocitos T, aunque estos últimos se originan en la médula ósea y maduran en el

timo. Los linfocitos B son fundamentales para la respuesta inmune adaptativa, ya que son

responsables de la producción de anticuerpos que neutralizan patógenos. Por su parte, los

linfocitos T desempeñan funciones clave en la inmunidad celular, como la eliminación de

células infectadas o cancerosas.

La médula ósea también cumple un papel en la respuesta inmune innata, al generar células

como los macrófagos y los neutrófilos, que son esenciales para la fagocitosis y eliminación
de patógenos. Además, la médula ósea actúa como un reservorio de células madre que

pueden ser activadas en situaciones de emergencia para reemplazar células dañadas o morir.

El Timo: Maduración de Linfocitos T y Selección Inmunológica

El timo es un órgano linfoide primario que se encuentra en el mediastino superior, justo

detrás del esternón. Su función principal es la maduración de los linfocitos T, que son

fundamentales para la respuesta inmune celular. Los linfocitos T tienen un papel crucial en

la inmunidad frente a infecciones virales, bacterianas intracelulares, y también son

responsables de la vigilancia contra células tumorales.

En el timo, los linfocitos T inmaduros (o timocitos) provenientes de la médula ósea se

someten a un proceso de maduración en dos fases principales: la selección positiva y la

selección negativa. En la selección positiva, los linfocitos T son seleccionados si pueden

reconocer las moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad (MHC), un tipo de

proteína que presenta fragmentos de patógenos. Si un timocito no puede reconocer el MHC,

es eliminado. En la selección negativa, aquellos linfocitos T que son capaces de reaccionar

contra las células del propio organismo, lo que podría causar enfermedades autoinmunes,

son también eliminados. Este proceso garantiza que solo los linfocitos T que no atacan al

propio cuerpo sean liberados al sistema.

El timo está estructurado en dos áreas principales: la corteza y la médula. En la corteza,

los timocitos proliferan y sufren la selección positiva, mientras que en la médula finalizan

su maduración y se convierten en linfocitos T maduros, listos para salir al torrente

sanguíneo y ser distribuidos a los órganos linfoides secundarios.


Órganos Linfoides Secundarios

Sistema Linfático: Red de Transporte y Filtración de Linfa

El sistema linfático es una red de vasos que transportan linfa, un fluido que contiene

linfocitos, anticuerpos, desechos celulares y otros elementos. Este sistema permite que las

células inmunitarias se distribuyan por todo el cuerpo y entren en contacto con patógenos o

células dañadas. El sistema linfático incluye una serie de órganos y estructuras, como los

ganglios linfáticos, el bazo y las amígdalas, que son esenciales para la activación de la

respuesta inmune.

Los vasos linfáticos tienen la función de recoger el líquido intersticial que se acumula en

los tejidos y devolverlo al torrente sanguíneo. Además, transportan las células

inmunológicas desde los tejidos hacia los ganglios linfáticos y otras estructuras linfoides.

Esta red de transporte es vital para el correcto funcionamiento del sistema inmune

adaptativo y de la respuesta inmunológica en general.

Ganglios Linfáticos: Los Filtros Inmunitarios

Los ganglios linfáticos son órganos pequeños, de forma ovalada o redondeada, distribuidos

a lo largo de los vasos linfáticos. Están situados en puntos estratégicos del cuerpo, como el

cuello, las axilas, la ingle y el abdomen, y su función principal es filtrar la linfa que circula

a través de ellos. Los ganglios linfáticos son esenciales en la respuesta inmune adaptativa,

ya que proporcionan un ambiente en el que las células inmunológicas pueden interactuar

con los antígenos y activarse.


Cada ganglio linfático está formado por dos regiones principales: la corteza, que contiene

folículos linfoides llenos de linfocitos B, y la médula, que está llena de linfocitos T y

macrófagos. Los linfocitos B en los ganglios linfáticos, al detectar un patógeno, se activan

y comienzan a producir anticuerpos que pueden neutralizar el agente patógeno. Los

linfocitos T, por su parte, participan en la destrucción de células infectadas directamente, a

través de la citotoxicidad. La activación de estas células en los ganglios linfáticos es

esencial para una respuesta inmune eficaz.

Los ganglios linfáticos también son puntos de control en la respuesta inmunológica.

Cuando un ganglio linfático se inflama, es una señal de que el cuerpo está luchando contra

una infección o respuesta inmunitaria activa. Esto ocurre porque los linfocitos y otras

células del sistema inmune se acumulan en el ganglio, aumentando su actividad.

El Bazo: Filtración de la Sangre y Respuesta Inmunológica

El bazo es el órgano linfoide más grande del cuerpo y se encuentra en el cuadrante superior

izquierdo del abdomen, cerca del estómago y el páncreas. Su función principal es filtrar la

sangre, eliminando células sanguíneas viejas y patógenos que circulan en la sangre.

Además, el bazo tiene un papel en la respuesta inmunológica, ya que contiene linfocitos B

y T que responden a los antígenos presentes en la sangre.

El bazo se divide en dos áreas funcionales: la pulpa roja y la pulpa blanca. La pulpa roja

está involucrada en la eliminación de glóbulos rojos envejecidos y otros componentes

sanguíneos, mientras que la pulpa blanca está especializada en la respuesta inmunológica.


En la pulpa blanca, los linfocitos B y T interactúan con los patógenos, activando respuestas

inmunológicas como la producción de anticuerpos y la destrucción de células infectadas.

El bazo también actúa como un reservorio de células inmunológicas, como los linfocitos y

los macrófagos, que pueden ser movilizados rápidamente en caso de una infección aguda.

Además, el bazo está involucrado en la regulación de la homeostasis inmunológica y la

eliminación de células dañadas o infectadas.

Órganos Linfoides Asociados a Mucosas (MALT)

Tejido Linfoide Asociado a Mucosas (MALT)

El MALT es un sistema de tejido linfoide presente en las mucosas que recubren las vías

respiratorias, el tracto gastrointestinal y las vías genitourinarias. Este tejido desempeña un

papel crucial en la defensa del organismo contra infecciones que ingresan a través de las

mucosas. El MALT incluye estructuras como las placas de Peyer, las amígdalas y el

BALT (tejido linfoide asociado a los bronquios).

El MALT contiene linfocitos B y T que se activan cuando entran en contacto con patógenos

presentes en las mucosas. Estos linfocitos producen anticuerpos, como la IgA, que son

esenciales para neutralizar patógenos antes de que puedan causar daño en los tejidos. El

MALT es, por lo tanto, una línea de defensa crucial en la protección de las mucosas.

Las Amígdalas: Defensa de la Vía Respiratoria Superior

Las amígdalas son estructuras linfoides situadas en la garganta, en puntos estratégicos de la

faringe, donde el aire y los alimentos ingresan al cuerpo. Existen tres pares de amígdalas
principales: las amígdalas palatinas, las amígdalas faríngeas y las amígdalas linguales.

Estas estructuras filtran los patógenos que ingresan a través de la boca y la nariz, activando

respuestas inmunológicas locales.

Las amígdalas contienen linfocitos B y T que se activan al detectar microorganismos

patógenos. Los linfocitos B producen anticuerpos como la IgA, que neutraliza virus y

bacterias. Además, los linfocitos T eliminan directamente las células infectadas. Las

amígdalas, por lo tanto, desempeñan un papel crucial en la protección contra infecciones

respiratorias y orales.

Placas de Peyer: Vigilancia del Tracto Digestivo

Las placas de Peyer son agrupaciones de tejido linfoide situadas en la mucosa del intestino

delgado, especialmente en el íleon. Estas placas son importantes para la defensa

inmunológica del tracto gastrointestinal, una de las principales puertas de entrada de

patógenos al organismo.

En las placas de Peyer, los linfocitos B y T reconocen y responden a los antígenos que

atraviesan la barrera intestinal. Estos linfocitos producen anticuerpos, principalmente IgA,

que ayudan a neutralizar los patógenos antes de que puedan ingresar al torrente sanguíneo.

Además, las células inmunológicas en las placas de Peyer ayudan a mantener la

homeostasis intestinal y a prevenir enfermedades inflamatorias intestinales.


Celulas del sistema inmunitario y sus funciones primordiales: Fagocitos, Mastocitos,

Basofilos, Eosinofilos, Celulas presentadoas de antígenos, linfocitos.

Fagocitos: Neutrófilos y Macrófagos

Fagocitosis: El Proceso de Defensa

La fagocitosis es uno de los mecanismos más importantes en la inmunidad innata, y tanto

los neutrófilos como los macrófagos son cruciales para la eliminación de patógenos. Este

proceso comienza cuando las células fagocíticas identifican y se adhieren a los patógenos a

través de receptores específicos en su membrana, tales como los receptores de

reconocimiento de patrones (PRRs), que reconocen patrones moleculares asociados a

patógenos (PAMPs). Tras la identificación del patógeno, la célula extiende su membrana

para engullir al microbio, formando una vesícula llamada fagosoma.

Una vez que el patógeno es internalizado, el fagosoma se fusiona con gránulos lisosomales

que contienen enzimas hidrolíticas, rosas (especies reactivas de oxígeno) y moléculas

antimicrobianas, creando un ambiente hostil para el patógeno. En este entorno, las bacterias

son destruidas por la acción de estas moléculas, lo que asegura que los patógenos no

puedan replicarse o diseminarse en el cuerpo.

Este proceso de fagocitosis, junto con la liberación de citoquinas, también genera una

respuesta inflamatoria, que tiene como objetivo aislar el patógeno y atraer más células

inmunitarias al sitio de la infección.

Muerte de Neutrófilos y Formación de Pus


Una característica interesante de los neutrófilos es su vida útil limitada en el sitio de

infección. Después de realizar la fagocitosis, los neutrófilos experimentan apoptosis, un

tipo de muerte celular programada que previene la liberación descontrolada de sus

contenidos y la inflamación excesiva. Los neutrófilos muertos se agrupan en el sitio de la

infección junto con restos de patógenos y células descompuestas, formando lo que

conocemos como pus. Este fenómeno es especialmente evidente en infecciones bacterianas

purulentas, como aquellas causadas por bacterias como Staphylococcus aureus.

Sin embargo, los neutrófilos también pueden formar trampas extracelulares de neutrófilos

(NETs), que son redes de ADN y proteínas antimicrobianas liberadas al espacio extracelular

para atrapar y eliminar patógenos. Este mecanismo tiene como objetivo evitar que los

patógenos se diseminen y permite su captura en el sitio de la infección.

Macrófagos y su Papel en la Resolución de la Inflamación

Los macrófagos tienen una función crucial no solo en la eliminación de patógenos, sino

también en la resolución de la inflamación. Después de que los neutrófilos han cumplido su

función y mueren, los macrófagos se encargan de limpiar los restos celulares y la remoción

de residuos en el sitio de la infección. Este proceso, denominado eferocitosis, es esencial

para prevenir una inflamación crónica y promover la reparación de los tejidos dañados.

Durante esta fase, los macrófagos secretan citoquinas antiinflamatorias, como IL-10 y

TGF-β, que regulan y disminuyen la intensidad de la respuesta inmune.


Además de su capacidad para presentar antígenos y activar células T, los macrófagos

también participan en la remodelación de los tejidos, un proceso en el que colaboran con

otras células, como los fibroblastos, para restaurar la función de los órganos dañados.

Mastocitos y Basófilos (Continuación)

Mastocitos en la Inmunidad Innata y Alergia

Los mastocitos son células clave en la respuesta inmune frente a parásitos y en las

reacciones alérgicas. En los casos de infección parasitaria, como la invasión de helmintos,

los mastocitos actúan liberando citoquinas proinflamatorias y mediadores lipídicos, como

los leucotrienos y prostaglandinas, que amplifican la respuesta inmunitaria en el sitio de la

infección. Estos mediadores también facilitan la contracción de los músculos lisos, lo cual

es importante en la expulsión de los parásitos del cuerpo, como en el caso de la

bronquoconstricción que ocurre en las reacciones alérgicas.

A nivel de las reacciones alérgicas, los mastocitos juegan un papel fundamental en la

hipersensibilidad tipo I, donde la exposición a un alérgeno provoca la liberación masiva de

histamina y otros mediadores inflamatorios. Esto resulta en la clásica respuesta alérgica,

que incluye síntomas como ronquera, dificultad para respirar y urticaria.

Basófilos en la Defensa contra Parásitos y Alergias

Los basófilos, aunque menos abundantes que los mastocitos, tienen un papel similar en las

respuestas alérgicas y en la defensa contra parásitos. Se activan cuando los anticuerpos IgE

se unen a los receptores de su superficie, lo que provoca la liberación de histamina,

citoquinas y heparina, una proteína anticoagulante. La liberación de estos mediadores


facilita la dilatación de los vasos sanguíneos y la llegada de más células inmunitarias al

sitio de la infección. Además, los basófilos liberan IL-4 e IL-13, que promueven la

activación de linfocitos T y la respuesta Th2, que es fundamental para las enfermedades

alérgicas.

Eosinófilos (Continuación)

Respuesta contra Parásitos

Los eosinófilos están particularmente involucrados en la defensa contra infecciones

parasitarias, especialmente aquellas causadas por helmintos. Cuando los eosinófilos se

encuentran con parásitos, liberan gránulos citotóxicos que contienen proteínas tóxicas,

como la proteína básica mayor (MBP), que tiene la capacidad de dañar y destruir las

membranas de los parásitos. La liberación de estos mediadores también puede

desencadenar la desgranulación de mastocitos, lo que amplifica la respuesta inmunitaria en

el sitio de la infección.

Además, los eosinófilos contribuyen a la respuesta inflamatoria crónica al liberar citoquinas

que atraen más eosinófilos, basófilos y mastocitos al área afectada. Este proceso puede ser

problemático cuando está involucrado en enfermedades alérgicas o trastornos

autoinmunitarios, donde la acumulación de eosinófilos y otros mediadores contribuye a la

inflamación y daño tisular, como se observa en el asma.

Regulación de la Inmunidad Humoral

Los eosinófilos también desempeñan un papel en la modulación de la respuesta inmune. A

través de la liberación de IL-5, un factor que estimula la producción de eosinófilos en la


médula ósea, y otras citoquinas, los eosinófilos contribuyen al desarrollo de una respuesta

inmune de tipo Th2. Esto resulta crucial no solo para la defensa contra parásitos, sino

también para la regulación de la producción de anticuerpos IgE en respuesta a alérgenos.

Células Presentadoras de Antígenos (CPA) - Continuación

Células Dendríticas y Su Papel en la Inmunidad Adaptativa

Las células dendríticas son las células encargadas de iniciar la respuesta inmunitaria

adaptativa. Una de las principales características de estas células es su capacidad para

migrar desde los tejidos periféricos hacia los ganglios linfáticos, donde pueden presentar

los antígenos a los linfocitos T naïve. En los ganglios linfáticos, las células dendríticas usan

sus moléculas MHC clase II para presentar los fragmentos de los antígenos a los linfocitos

T CD4+, lo que les permite activar las respuestas inmunitarias específicas.

Una vez que los linfocitos T CD4+ son activados por los antígenos presentados por las

células dendríticas, estos linfocitos secretan citoquinas que, a su vez, activan otras células

inmunitarias, como los linfocitos B y los linfocitos T CD8+, fomentando una respuesta más

potente contra el patógeno.

Células Dendríticas Plasmacitoides y Respuesta a Virus

Las células dendríticas plasmacitoides (pDC) son un subtipo especializado que juega un

papel esencial en la respuesta a infecciones virales. Estas células son capaces de detectar

ARN viral a través de receptores de reconocimiento de patrones y de activar la producción

de interferones tipo I, como el IFN-α y IFN-β. Estos interferones tienen efectos antivirales
directos e indirectos, al interferir con la replicación viral y al activar otras células

inmunitarias.

Macrófagos y Su Papel en la Presentación de Antígenos

Los macrófagos, como mencionamos anteriormente, también son células presentadoras de

antígenos. Sin embargo, a diferencia de las células dendríticas, los macrófagos tienen una

capacidad menor para activar linfocitos T naïve en comparación con las células dendríticas.

A pesar de ello, los macrófagos desempeñan un papel fundamental en la presentación de

antígenos durante la fase de resolución de la infección, y su capacidad para liberar

citoquinas puede influir en la polarización de la respuesta inmune, favoreciendo una

respuesta Th1 o Th2 según sea necesario.

Linfocitos B como Células Presentadoras de Antígenos

Además de su función en la producción de anticuerpos, los linfocitos B también actúan

como células presentadoras de antígenos. Una vez que un linfocito B ha captado un

antígeno específico a través de su receptor de antígeno (BCR), lo procesa y lo presenta en

su superficie a los linfocitos T CD4+. Esto es crucial para la activación de la respuesta

inmune humoral, en la que los linfocitos B se diferencian en células plasmáticas

productoras de anticuerpos.
Inmunidad Innata: Elementos constitutivos, Barreras naturales de la piel y mucosas

Linfocitos 5-V: Células Inmunitarias de Defensa Innata

Origen y Distribución de los Linfocitos 5-V

Los linfocitos 5-V son un tipo especializado de linfocitos que desempeñan una función

fundamental dentro del sistema inmunológico, específicamente en la defensa del cuerpo

contra infecciones y patógenos. Se originan a partir de los timocitos dobles positivos (DN),

que son células inmaduras que residen en la médula ósea antes de emigrar a otros tejidos.

Aunque estos linfocitos tienen una presencia relativamente baja en la sangre periférica

(aproximadamente del 1% al 5% de los linfocitos circulantes), su concentración es mucho

mayor en los tejidos mucosos del cuerpo, como los tractos digestivo, respiratorio y

genitourinario. También se encuentran en la piel, el hígado y, de manera significativa, en el

cordón umbilical. Es importante mencionar que estos linfocitos se clasifican dentro de un

grupo llamado ILC-3 (células linfoides innatas tipo 3), que está compuesto por células que
juegan un papel crucial en la respuesta inmune innata, contribuyendo a la protección de las

barreras mucosas y la regulación de las respuestas inflamatorias.

Moléculas de Membrana y Receptores Inmunitarios

Una de las características clave de los linfocitos 5-V es la variedad de receptores que

presentan en su superficie celular. El más destacado de estos receptores es el TCR (receptor

de células T), que está compuesto por cadenas γδ, a diferencia de los linfocitos T

tradicionales, que poseen cadenas αβ. Esta diferencia estructural es significativa porque los

linfocitos 5-V no reconocen antígenos peptídicos clásicos, sino moléculas CD1 que son

capaces de capturar inmunógenos lipídicos. Los lipídicos incluyen fosfolípidos,

glucolípidos y oligonucleótidos fosforilados, que no son procesados de la misma manera

que los antígenos peptídicos. Además, estos linfocitos 5-V poseen receptores adicionales,

como la dectina-1 y los receptores de muerte natural (NKRs), que les permiten reconocer y

responder a una amplia gama de patógenos.

Funciones Principales de los Linfocitos 5-V

El papel principal de los linfocitos 5-V dentro del sistema inmunológico es actuar como

células centinelas del cuerpo, detectando de manera rápida y eficiente la presencia de

infecciones sin la necesidad de un procesamiento previo de los antígenos. En comparación

con otras células inmunitarias, los linfocitos 5-V responden con rapidez ante la invasión de

patógenos, ya que no requieren de la intervención de células presentadoras de antígenos

como los macrófagos, linfocitos B o células dendríticas. Cuando se activan, liberan diversas

citoquinas, siendo la IL-17 una de las más importantes. Esta citoquina es fundamental para

iniciar la respuesta inflamatoria y coordinar la defensa contra microorganismos,


principalmente bacterias y hongos. Los linfocitos 5-V también secretan interferón gamma

(IFN-γ), una molécula clave que refuerza la capacidad microbicida de otras células del

sistema inmunológico, como los macrófagos. De este modo, su acción contribuye a la

eliminación de patógenos a través de procesos como la fagocitosis y la generación de

especies reactivas de oxígeno.

Estos linfocitos juegan un papel crítico en la protección contra patógenos específicos, tales

como bacterias intracelulares (por ejemplo, Nocardia, Listeria y Mycobacterium), parásitos

como Plasmodium (que causa la malaria), y virus como el virus de Epstein-Barr y el

citomegalovirus. Al reconocer patrones moleculares asociados a patógenos (PAMPs), los

linfocitos 5-V pueden actuar de forma autónoma, activando una respuesta rápida y eficaz

contra los microorganismos invasores. Además, se ha demostrado que estos linfocitos 5-V

no dependen de señales coestimuladoras adicionales, lo que significa que pueden actuar

mucho más rápidamente que los linfocitos T αβ tradicionales.

Células Inductoras de Tejidos Linfoides (LTi)

Origen y Función en el Desarrollo del Sistema Linfoide

Las células inductoras de tejidos linfoides (LTi) desempeñan un papel fundamental en la

inducción y el mantenimiento de los órganos linfoides secundarios durante el desarrollo

embrionario. Durante la embriogénesis, las células LTi interactúan con las células

mesenquimatosas, especialmente aquellas que rodean los capilares endoteliales,

promoviendo la formación de estructuras clave del sistema inmune, como los ganglios

linfáticos, las placas de Peyer en el intestino y los folículos linfoides. Sin estas
interacciones, los órganos linfoides no se desarrollarían adecuadamente, lo que afectaría

gravemente la capacidad del organismo para montar una respuesta inmune eficaz.

Después del nacimiento, las células LTi continúan teniendo un papel crucial en la

inmunidad, no solo en la formación de estos órganos, sino también en la producción de

inmunoglobulina A (IgA), un anticuerpo clave en la defensa de las mucosas, especialmente

en las vías respiratorias y digestivas. La producción de IgA se produce gracias a la

cooperación entre linfocitos B-1 y las células LTi, las cuales ayudan a iniciar las respuestas

inmunitarias en los tejidos mucosos.

Producción de Citoquinas y Regulación de la Respuesta Inmune

Una de las características distintivas de las células LTi es su capacidad para producir

citoquinas inflamatorias como la IL-17A y la IL-22. Estas citoquinas tienen un papel

fundamental en la respuesta inmune frente a patógenos, ya que inducen la inflamación local

y la activación de otras células inmunitarias, como los neutrófilos y los macrófagos. La IL-

17A es especialmente importante para proteger las mucosas y la piel, ayudando a coordinar

una respuesta eficaz frente a infecciones fúngicas y bacterianas. Por otro lado, la IL-22

actúa principalmente en tejidos epiteliales, promoviendo la regeneración de la barrera

epitelial y fortaleciendo las defensas contra las infecciones.

Las células LTi responden a señales como la IL-23 y la IL-1, que son producidas por

células inmunitarias residentes en los tejidos, tales como las células dendríticas. Estas

señales actúan como un activador de la cascada de respuestas inmunitarias, que incluye la

producción de citoquinas inflamatorias y la activación de otras células inmunitarias, como

los linfocitos T. A pesar de no producir interferones ni TNF, las células LTi son esenciales
para la regulación de la memoria inmunitaria y la coordinación de las respuestas innatas y

adquiridas del sistema inmune.

Linfocitos B-1: Defensores Inmunitarios de Primera Línea

Características y Funciones de los Linfocitos B-1

Los linfocitos B-1 son un subgrupo especializado de linfocitos B que juegan un papel

crucial en la defensa del cuerpo contra infecciones bacterianas y virales. Estos linfocitos se

originan en el hígado fetal y tienen una distribución en varias partes del cuerpo, incluyendo

la pleura, el peritoneo y las placas de Peyer. Su función principal es producir anticuerpos de

clase IgM de manera rápida y eficiente en respuesta a una infección. Los linfocitos B-1

tienen la capacidad de reconocer y reaccionar ante una amplia gama de antígenos, incluidos

los polisacáridos de bacterias patógenas comunes, como Streptococcus pneumoniae y

Haemophilus influenzae.

A diferencia de los linfocitos B convencionales, los linfocitos B-1 no requieren una

activación compleja para producir anticuerpos. Esto los convierte en una parte crucial del

sistema inmunológico innato, ya que pueden responder de manera inmediata ante una

amenaza sin necesidad de un proceso de activación previo. Su función primordial es

generar una respuesta inmune rápida antes de que el sistema inmune adaptativo, que

incluye a los linfocitos T, pueda activarse.

Producción de Anticuerpos y Respuesta Inmunitaria

Los linfocitos B-1 producen principalmente anticuerpos de clase IgM, que son de baja

afinidad pero extremadamente efectivos para la defensa inicial del organismo. Estos

anticuerpos son importantes en las primeras etapas de una infección, cuando el cuerpo aún
no ha tenido tiempo de generar una respuesta más específica y de alta afinidad. Aunque los

anticuerpos IgM producidos por los linfocitos B-1 son menos específicos que los generados

por los linfocitos B convencionales, su rapidez en la producción y su capacidad para

reconocer antígenos comunes hacen que estos linfocitos sean una primera línea de defensa

muy eficaz.

Además de su papel en la respuesta inmune contra patógenos externos, los linfocitos B-1

también son capaces de regular la producción de anticuerpos para evitar la autoimmunidad,

un proceso en el cual el sistema inmune ataca tejidos propios del cuerpo. De esta manera,

los linfocitos B-1 no solo participan en la defensa contra las infecciones, sino que también

ayudan a mantener la tolerancia inmunológica.

Interacción con Otras Células del Sistema Inmune

Los linfocitos B-1 no actúan de manera aislada; interactúan constantemente con otras

células del sistema inmune, como las células dendríticas, los macrófagos y los neutrófilos.

Estas interacciones permiten una respuesta inmune más coordinada y eficaz. Por ejemplo,

en las placas de Peyer, los linfocitos B-1 se activan por señales proporcionadas por las

células dendríticas foliculares (FDCs) y los macrófagos. Estas células de apoyo ayudan a

promover la producción de anticuerpos y a garantizar una respuesta inmune adecuada ante

los patógenos que invaden el organismo.


Inmunidad Adaptativa: Características, tipos, componentes celulares y humorales,

citocinas

Inmunidad Adaptativa: Definición y Características Generales

La inmunidad adaptativa, también conocida como inmunidad adquirida o específica, es una

parte fundamental del sistema inmune que permite al organismo defenderse contra

patógenos específicos de manera precisa. Esta forma de inmunidad se diferencia de la

inmunidad innata por su capacidad de reconocer y recordar a los invasores específicos, lo

que permite una respuesta más eficaz y rápida en encuentros posteriores con el mismo

patógeno. La inmunidad adaptativa es flexible y altamente especializada, lo que la

convierte en una herramienta clave para la protección del organismo frente a una amplia

gama de infecciones.
Una de las características esenciales de la inmunidad adaptativa es su especificidad, es

decir, la capacidad del sistema inmune de reconocer moléculas (antígenos) presentes en los

patógenos que invaden el cuerpo. Cada tipo de patógeno, como bacterias, virus u hongos,

tiene una estructura única que puede ser identificada por el sistema inmunológico. Además

de la especificidad, la inmunidad adaptativa se distingue por su memoria inmunológica,

que permite que el cuerpo "recuerde" a los patógenos con los que ha estado en contacto

anteriormente. Esta memoria permite que el sistema inmune responda de manera más

rápida y eficiente si el mismo patógeno intenta invadir nuevamente.

Tipos de Inmunidad Adaptativa

La inmunidad adaptativa se clasifica en dos tipos principales, cada uno con mecanismos

específicos de acción: inmunidad mediada por células e inmunidad mediada por

anticuerpos.

Inmunidad Mediadas por Células

La inmunidad mediada por células está principalmente asociada con los linfocitos T, un

tipo de célula del sistema inmune que se origina en la médula ósea y madura en el timo.

Los linfocitos T tienen la capacidad de reconocer células infectadas o anormales que

presentan antígenos en su superficie. El reconocimiento de estos antígenos provoca la

activación de los linfocitos T, lo que desencadena una serie de respuestas que ayudan a

eliminar las células infectadas o anormales.

Dentro de los linfocitos T, se encuentran dos tipos principales con funciones específicas:

1. Linfocitos T citotóxicos (CD8+): Estos linfocitos tienen la capacidad de destruir

directamente las células infectadas por virus o bacterias, así como las células
tumorales. La activación de los linfocitos T citotóxicos ocurre cuando estos

reconocen un antígeno presentado en la superficie de una célula infectada. Una vez

activados, los linfocitos T citotóxicos liberan sustancias que inducen la muerte

celular programada (apoptosis) en las células infectadas.

2. Linfocitos T auxiliares (CD4+): Los linfocitos T auxiliares desempeñan un papel

crucial en la activación de otras células del sistema inmune, como los linfocitos B y

los linfocitos T citotóxicos. Estos linfocitos no destruyen directamente las células

infectadas, sino que liberan citocinas que coordinan la respuesta inmune. Los

linfocitos T auxiliares se dividen en subtipos, como los Th1, Th2 y Th17, cada uno

con funciones especializadas en la activación de diferentes componentes del sistema

inmune.

Inmunidad Mediadas por Anticuerpos

La inmunidad mediada por anticuerpos está asociada con los linfocitos B. Cuando un

linfocito B encuentra un antígeno que coincide con su receptor específico, se activa y

comienza a proliferar, diferenciándose en células plasmáticas. Estas células plasmáticas son

responsables de producir grandes cantidades de anticuerpos, también conocidos como

inmunoglobulinas, que circulan en la sangre y otros fluidos corporales.

Los anticuerpos son proteínas altamente especializadas que se unen de manera específica a

los antígenos de los patógenos. La unión de los anticuerpos con los antígenos tiene varios

efectos, entre los que se incluyen:

1. Neutralización de patógenos: Los anticuerpos pueden unirse a los patógenos,

bloqueando su capacidad para infectar las células del cuerpo.


2. Opsonización: Los anticuerpos marcan a los patógenos para que sean reconocidos y

fagocitados (engullidos) por células inmunitarias, como los macrófagos y

neutrófilos.

3. Activación del sistema del complemento: Los anticuerpos también pueden activar

el sistema del complemento, una serie de proteínas plasmáticas que ayudan a

destruir los patógenos directamente o facilitan su eliminación.

Existen varios tipos de anticuerpos, conocidos como inmunoglobulinas (Ig), que incluyen:

 IgM: Son los primeros anticuerpos en producirse en respuesta a una infección y

están presentes en las fases iniciales de la respuesta inmune.

 IgG: Son los anticuerpos más abundantes en la sangre y ofrecen una protección a

largo plazo, siendo responsables de la memoria inmunológica.

 IgA: Se encuentran en las mucosas y en las secreciones corporales, como la saliva y

las lágrimas, y protegen las superficies mucosas de las infecciones.

 IgE: Están implicadas en las reacciones alérgicas y la defensa contra parásitos.

 IgD: Participan en la activación de los linfocitos B.

Componentes Celulares del Sistema Inmune Adaptativo

El sistema inmune adaptativo no solo depende de los linfocitos T y B, sino que también

involucra a otras células clave que facilitan la respuesta inmune.

Linfocitos T
Los linfocitos T son esenciales para la respuesta inmune mediada por células. Maduran en

el timo y, una vez activados, pueden diferenciarse en varios subtipos, como los linfocitos T

citotóxicos, los linfocitos T auxiliares y los linfocitos T reguladores, cada uno con una

función específica en la inmunidad adaptativa.

Linfocitos B

Los linfocitos B son responsables de la producción de anticuerpos en la respuesta inmune

mediada por anticuerpos. Estos linfocitos también tienen la capacidad de actuar como

células presentadoras de antígenos, lo que les permite iniciar la activación de los linfocitos

T.

Células Dendríticas

Las células dendríticas son las principales células presentadoras de antígenos en el cuerpo.

Estas células capturan y procesan los antígenos de los patógenos, los presentan a los

linfocitos T en los ganglios linfáticos, y desencadenan así la respuesta inmune adaptativa.

Macrófagos

Los macrófagos son células fagocíticas que engullen y digieren los patógenos. También

desempeñan un papel crucial en la presentación de antígenos a los linfocitos T, y ayudan a

coordinar la respuesta inmune mediante la liberación de citocinas.

El Papel de las Citocinas en la Inmunidad Adaptativa

Las citocinas son proteínas pequeñas que sirven como señales entre las células

inmunitarias. Actúan como mensajeros, permitiendo que las células inmunitarias se


comuniquen y coordinen su respuesta a la infección. Existen varios tipos de citocinas que

tienen diferentes funciones dentro de la inmunidad adaptativa.

Interleucinas

Las interleucinas son un tipo de citocina que facilita la comunicación entre los linfocitos T,

los linfocitos B y otras células del sistema inmune. Por ejemplo, la interleucina-2 (IL-2) es

crucial para la proliferación de los linfocitos T, mientras que la IL-4 y la IL-5 son

importantes en la activación de los linfocitos B y la producción de anticuerpos.

Quimiocinas

Las quimiocinas son un tipo de citocina que actúa como un sistema de navegación para las

células inmunitarias. Estas guían a las células inmunitarias, como los linfocitos T y los

neutrófilos, hacia las áreas de infección o inflamación, lo que mejora la capacidad del

cuerpo para responder a las amenazas.

Factor de Necrosis Tumoral (TNF)

El factor de necrosis tumoral (TNF) es otra citocina clave en la inmunidad adaptativa,

que tiene un papel importante en la regulación de la inflamación y la muerte celular. El

TNF puede inducir la apoptosis en células infectadas y también amplifica la respuesta

inflamatoria en el sitio de la infección.

Memoria Inmunológica y Vacunas

Uno de los logros más importantes de la inmunidad adaptativa es su capacidad para generar

memoria inmunológica. Esto significa que, después de una primera exposición a un

patógeno, el sistema inmune "recuerda" cómo combatirlo y responde mucho más


rápidamente si se encuentra nuevamente con el mismo patógeno. Esta memoria

inmunológica es la base de la efectividad de las vacunas, que entrenan al sistema inmune

para reconocer y destruir patógenos específicos sin necesidad de enfermarse. Las células de

memoria, tanto los linfocitos T como los linfocitos B, permanecen en el cuerpo durante

años, proporcionando una defensa duradera contra enfermedades

Sistema de complemento: vía clásica, vía alterna

Proteínas Reguladoras del Complemento

El sistema del complemento es una parte crucial del sistema inmunológico innato,

compuesto por un conjunto de proteínas plasmáticas que trabajan juntas para defender al

organismo contra patógenos. Este sistema también participa en la eliminación de células

apoptóticas y en la regulación de las respuestas inflamatorias. Las proteínas del

complemento pueden ser activadas de forma secuencial, generando una cascada de eventos

moleculares que conducen a la eliminación de microorganismos o a la destrucción de

células dañadas. Sin embargo, una regulación estricta es necesaria para evitar la activación

excesiva del complemento, que podría dañar los tejidos sanos del cuerpo. Las proteínas

reguladoras del complemento juegan un papel esencial en este proceso.


C4BP: Proteína que regula C4 y C2

C4-binding protein (C4BP) es una proteína reguladora que se une al fragmento C4b del

complemento, impidiendo su interacción con la proteína C2. Esta proteína desempeña un

papel importante en la regulación de la vía clásica del complemento, que es una de las

principales vías de activación del sistema. El C4BP forma un complejo con la proteína S, o

vitronectina, la cual a su vez se une a la fosfatidilserina en las membranas de las células que

están en proceso de apoptosis. Esta unión es crucial para evitar que el complemento ataque

a las células del propio organismo, lo que podría provocar daños a los tejidos. De esta

manera, el C4BP actúa como un "freno" en la activación del complemento, asegurando que

solo se active cuando sea necesario y evitando la destrucción de las células sanas.

Factor I: Proteasa reguladora

El factor I es una proteasa de serina que tiene un papel esencial en la regulación de las

convertasas del complemento. Este factor degrada los fragmentos C3b e iC3b y C4b, de

modo que interrumpe la formación de la convertasa de C3 y reduce la propagación de la

cascada del complemento. Este proceso es crucial porque la acumulación de C3b en las

superficies celulares puede inducir la lisis celular, lo que puede ser dañino si no se regula

correctamente. Para que el factor I funcione de manera óptima, necesita la presencia de

varios cofactores, como el CD46 (también conocido como MCP) y el factor H. Además de

su actividad reguladora, el factor I también tiene efectos antiinflamatorios, ya que

disminuye la producción de anafilotoxinas, que son moléculas proinflamatorias que pueden

causar daño a los tejidos.

Factor H: Regulación de la vía alterna


El factor H es una proteína reguladora que juega un papel fundamental en la vía alterna del

complemento. Esta vía, que se activa en respuesta a la presencia de patógenos o superficies

extrañas, depende de la interacción entre el factor B y C3b. El factor H previene la unión

excesiva de C3b al factor B, inhibiendo la formación de la convertasa de C3 y, por lo tanto,

limitando la activación del complemento. Esta regulación es vital, ya que la activación

descontrolada de la vía alterna puede provocar hipocomplementemia, lo que aumenta la

susceptibilidad a infecciones. Además, se ha encontrado que el factor H tiene la capacidad

de inactivar las anafilotoxinas C5a, C3a y C4a, lo que también contribuye a la regulación

de la inflamación en el cuerpo.

CD46 o Cofactor Proteico de Membrana (MCP)

El CD46, conocido también como cofactor proteico de membrana (MCP), es un receptor de

membrana que se encuentra en las células del huésped. Este receptor desempeña un papel

esencial en la regulación de la actividad del complemento a nivel celular. El CD46 se une a

los fragmentos C3b y C4b depositados en las membranas de las células, facilitando la

acción del factor I, lo que resulta en la degradación de estos fragmentos y la prevención de

la formación de la convertasa de C3. La deficiencia de CD46 está asociada con varias

patologías, entre ellas el síndrome hemolítico urémico, una enfermedad renal grave que se

caracteriza por la destrucción de los glóbulos rojos y la insuficiencia renal. De este modo,

la función del CD46 es esencial para prevenir la activación inapropiada del complemento

en las células del cuerpo.

Proteína S o Vitronectina: Inactivación del C5b


La proteína S, también conocida como vitronectina, es una proteína que desempeña un

papel crucial en la regulación del sistema del complemento, al evitar la formación del

complejo de ataque a la membrana (MAC, por sus siglas en inglés). Este complejo es el

responsable de la lisis de las células mediante la perforación de su membrana. La proteína S

actúa inhibiendo la unión de C5b a las membranas celulares, impidiendo así que se forme el

MAC. Esta regulación es vital para proteger las células del cuerpo de la destrucción

mediada por el complemento. En este sentido, la proteína S contribuye a evitar daños

innecesarios a las células durante la respuesta inmune.

CD59: Inhibición del Complejo de Ataque a la Membrana

El CD59 es una proteína anclada a la membrana que desempeña un papel clave en la

inhibición de la formación del complejo de ataque a la membrana. Este complejo se forma

cuando las proteínas C5b, C6, C7, C8 y C9 se ensamblan en la superficie de las células,

provocando la formación de poros que permiten la entrada de agua y la lisis celular. El

CD59 actúa impidiendo la unión de C9 al complejo C5b-8, bloqueando así la formación de

los poros y la lisis celular. La deficiencia de CD59 se asocia con la hemoglobinuria

paroxística nocturna, una enfermedad rara en la que los glóbulos rojos se destruyen

prematuramente debido a la activación excesiva del complemento, lo que lleva a la

liberación de hemoglobina en la orina.

CD55: Factor Acelerador del Catabolismo

El CD55, también conocido como factor acelerador del catabolismo (DAF), es un receptor

de membrana que desempeña un papel fundamental en la regulación de la activación del

complemento. El CD55 actúa interfiriendo con las convertasas de C3 y C5, evitando la


formación de la convertasa de C3 y la activación del complemento en las superficies

celulares. Esta proteína es especialmente importante en los leucocitos y las células

endoteliales, que están expuestas a una activación constante del complemento debido a su

función en la respuesta inmune. La deficiencia de CD55 puede provocar una mayor

activación del complemento, lo que conduce a daño tisular y se ha asociado con diversas

enfermedades autoinmunes, como el síndrome hemolítico urémico y el lupus eritematoso

sistémico.

Clusterina (SP-40): Inhibición del Complejo de Ataque a la Membrana

La clusterina, también conocida como SP-40, es una proteína reguladora que inhibe la

formación del complejo de ataque a la membrana. Esta proteína es especialmente

importante en la protección de las células del huésped contra la lisis mediada por el

complemento. Al igual que otras proteínas reguladoras, la clusterina actúa limitando la

activación del complemento, lo que previene el daño a las células normales del cuerpo.

Defensinas β-2: Regulación del Complemento

Las defensinas β-2 son péptidos antimicrobianos que juegan un papel clave en la respuesta

inmune innata. Además de su capacidad para destruir patógenos, las defensinas β-2 también

tienen un papel regulador sobre el sistema del complemento. Estas defensinas se unen a la

proteína C1q, impidiendo su activación y, por lo tanto, inhibiendo la activación de la vía

clásica del complemento. Esta acción permite que las defensinas β-2 modulen la respuesta

inmune y eviten la activación excesiva del complemento durante la lucha contra

infecciones.

Complemento e Infección
El sistema del complemento es fundamental para la defensa contra patógenos, y juega un

papel crucial en la destrucción de microorganismos. Sin embargo, la activación del

complemento también puede ser aprovechada por algunos patógenos para invadir al

huésped y evadir la respuesta inmune.

Microorganismos que Evasión del Complemento

Varios microorganismos tienen la capacidad de eludir el sistema del complemento. Por

ejemplo, el gonococo y el meningococo pueden ser destruidos por el complemento sin la

participación de los neutrófilos, gracias a sus capacidades para activar directamente la vía

clásica del complemento. Además, algunas cepas de Staphylococcus aureus también

activan la vía alterna, permitiendo que las bacterias sean fagocitadas incluso en ausencia de

anticuerpos. Sin embargo, otras cepas de Streptococcus pneumoniae, como las de los tipos

1, 4 y 25, no activan la vía alterna del complemento y, por lo tanto, pueden eludir la

respuesta inmunitaria en ciertas circunstancias.

Inmunoevasión a Través de la Cápsula

Escherichia coli K1 tiene una cápsula rica en ácido siálico, lo que la hace parecerse a las

células del huésped y le permite evitar la activación del complemento. Esta capacidad de

evasión del complemento es crucial para la supervivencia de la bacteria dentro del cuerpo

humano, ya que impide la lisis mediada por el sistema del complemento.

El Complemento y los TLRs

Los receptores tipo Toll (TLRs) son una parte integral del sistema inmune innato y están

involucrados en la detección de patógenos. Los TLRs pueden activar la respuesta inmune

tanto a través de la estimulación directa de los leucocitos como mediante la interacción con
el sistema del complemento. Cuando la regulación del complemento es deficiente, la

actividad de los TLRs aumenta, lo que conduce a una mayor producción de citoquinas

inflamatorias, como IL-6, TNF e IL-1β, lo que a su vez puede generar una respuesta

inmune más agresiva.

Microorganismos que Usan el Complemento para Ingresar a las Células

Algunos patógenos aprovechan las proteínas del complemento para facilitar su entrada en

las células del huésped. Por ejemplo, el virus de Epstein-Barr entra en los linfocitos B a

través del receptor CR2, que se une al fragmento C3d del complemento. De manera similar,

las micobacterias pueden sintetizar moléculas que imitan al C4 y activan la vía clásica,

facilitando la opsonización de la bacteria y su posterior fagocitosis.

Complemento y Respuesta Inmune Adquirida

El sistema del complemento también juega un papel crítico en la activación de la respuesta

inmune adquirida, especialmente en la producción de anticuerpos. Sin la presencia de C3,

los linfocitos B no pueden producir suficientes anticuerpos, lo que compromete la respuesta

humoral. La interacción entre el C3d y su receptor CD21 en los linfocitos B incrementa la

producción de anticuerpos y favorece la memoria inmunológica.

Inmunidad Mediadas por Linfocitos T

El complemento también afecta la inmunidad mediada por linfocitos T. La presencia de

ciertos factores del complemento puede facilitar la diferenciación de linfocitos T en células

reguladoras (Treg), que son esenciales para la supresión de la inflamación y la producción

de citoquinas antiinflamatorias como IL-10.

Complemento y Eliminación de Células Apoptóticas


La eliminación de células apoptóticas es esencial para la homeostasis del cuerpo y previene

la liberación de contenido celular que podría inducir una respuesta inmune inapropiada. Las

proteínas del complemento, como el C1q, facilitan la eliminación de estas células sin causar

inflamación. Sin embargo, cuando la regulación del complemento falla, las células

apoptóticas pueden acumularse, lo que aumenta el riesgo de enfermedades autoinmunes

como el lupus eritematoso sistémico.

Inmunogenos y antígenos

MICA y MICB: Moléculas del Sistema Inmunológico

Las moléculas MICA (MHC class I chain-related gene A) y MICB (MHC class I chain-

related gene B) son proteínas que se expresan en fibroblastos y células epiteliales de la

mucosa gástrica, especialmente bajo condiciones de estrés. Estas moléculas tienen una

estructura similar a las de las moléculas HLA-I, sin embargo, se diferencian en que no se

asocian a la β-2 microglobulina, lo que les confiere una función particular en el sistema

inmune. MICA y MICB actúan como ligandos para las células NK (Natural Killer),

facilitando su activación para destruir células que han sufrido alteraciones físicas o están

comprometidas por estrés.


La expresión de estas moléculas aumenta en condiciones de inflamación o estrés celular, lo

que las convierte en un marcador para detectar y eliminar células que puedan estar dañadas

o infectadas. En total, se han identificado 51 alelos para MICA y 13 alelos para MICB, lo

que sugiere una amplia diversidad genética en las poblaciones humanas. Este amplio

espectro de alelos podría influir en la eficiencia del sistema inmune en diferentes

individuos, ya que la variabilidad genética de estas moléculas puede afectar la respuesta

inmunitaria a infecciones o incluso a ciertos tipos de cáncer.

M10: Función en Especies Animales

La molécula M10, aunque no se expresa en humanos, desempeña un papel importante en

diversas especies animales. En estos animales, M10 está involucrada en la captura de

ferohormonas, compuestos que regulan los comportamientos sociales y sexuales de estos

seres. Las ferohormonas son señales químicas que permiten la comunicación entre

individuos de una misma especie, y M10 facilita este proceso al interactuar con ellas y

regular comportamientos que son cruciales para la supervivencia y la reproducción. En los

humanos, aunque esta molécula no tiene un rol directo conocido, su función en otras

especies subraya la importancia de los sistemas químicos de señalización en la regulación

del comportamiento animal.

ZAG (Zinc-α2-glycoprotein): Papel en el Metabolismo de Lípidos

El ZAG es una proteína que juega un papel crucial en el metabolismo de los lípidos. Se

encuentra en el plasma sanguíneo y se encarga de estimular la degradación de los lípidos

almacenados en los adipocitos (células de grasa). Este proceso tiene implicaciones en la

regulación del peso corporal y en el balance energético, por lo que ZAG podría ser un
objetivo de investigación importante en el tratamiento de la obesidad y otros trastornos

metabólicos. Además, investigaciones recientes han sugerido que ZAG puede tener un

papel en enfermedades relacionadas con el metabolismo, como la diabetes tipo 2, en la cual

la acumulación de grasa y el desbalance en el metabolismo de lípidos son factores clave.

HFE y la Hemocromatosis: Implicaciones para el Almacenamiento de Hierro

La proteína HFE tiene una función esencial en el metabolismo del hierro. Esta proteína es

responsable de regular la cantidad de hierro que se absorbe desde el tracto intestinal hacia

la circulación sanguínea. Cuando el gen HFE presenta mutaciones, puede causar

hemocromatosis, una enfermedad caracterizada por el almacenamiento excesivo de hierro

en varios órganos, especialmente en el hígado. Esta acumulación de hierro puede causar

daño hepático, diabetes, enfermedades cardíacas y otras complicaciones graves. La

mutación más común del gen HFE, la mutación C282Y, está asociada con un mayor riesgo

de desarrollar hemocromatosis, lo que resalta la importancia de este gen en la regulación

del metabolismo del hierro.

Butirofilinas: Moléculas Inmunorreguladoras

Las butirofilinas son un grupo de moléculas inmunorreguladoras que están codificadas por

nueve genes ubicados en el cromosoma 6, cerca del complejo MHC. Estas moléculas tienen

un papel clave en la regulación de la respuesta inmunitaria, especialmente en la modulación

de la interacción entre las células T y los queratinocitos (células de la piel). Además, las

butirofilinas pueden ayudar a atenuar las respuestas inflamatorias y son esenciales en la

prevención de enfermedades autoinmunes y reacciones alérgicas. Los polimorfismos en


algunos de estos genes están relacionados con enfermedades como sarcoidosis, colitis,

tuberculosis, artritis reumatoide y lupus eritematoso sistémico, lo que sugiere que las

butirofilinas desempeñan un papel fundamental en la regulación de la inflamación y la

respuesta inmunitaria.

FcRn: Receptor Neonatal para Anticuerpos IgG

El FcRn es un receptor neonatal que se encuentra en el intestino, hígado y placenta, y su

función principal es capturar los anticuerpos IgG que son transferidos al recién nacido a

través de la leche materna. Este proceso es fundamental para proporcionar inmunidad

pasiva al recién nacido, ya que los anticuerpos IgG pueden ofrecer protección contra

infecciones durante los primeros meses de vida. El FcRn facilita la trancitosis, un

mecanismo que permite la transferencia de estos anticuerpos desde el intestino hacia el

torrente sanguíneo del bebé. Esta transferencia es crucial para que el recién nacido pueda

contar con una protección inmunológica hasta que su propio sistema inmune se desarrolle y

pueda generar respuestas específicas frente a patógenos.

HLA y la Resistencia a Infecciones

Las características genéticas de los antígenos HLA (antígenos leucocitarios humanos) son

determinantes clave en la resistencia de un individuo a diversas infecciones. La variabilidad

genética de los HLA influye en la capacidad del sistema inmune para reconocer y eliminar

patógenos. En un futuro cercano, se espera que el perfil HLA de cada individuo sea

utilizado para predecir su susceptibilidad o resistencia a ciertos microorganismos. Por

ejemplo, se sabe que algunas variantes del HLA están asociadas con una mayor resistencia

a infecciones como la tuberculosis, mientras que otras están relacionadas con una mayor
susceptibilidad a enfermedades como el VIH. Este conocimiento podría llevar al desarrollo

de terapias personalizadas y estrategias de prevención basadas en el perfil genético de cada

individuo.

Importancia de HLA en los Trasplantes

La tipificación HLA es crucial para el éxito de los trasplantes de órganos, ya que la

compatibilidad entre el donante y el receptor en los antígenos HLA puede influir en el

rechazo o aceptación del injerto. Los trasplantes de médula ósea requieren una

compatibilidad HLA mucho más estricta que otros tipos de trasplantes, debido a la

importancia de estas moléculas en la respuesta inmune. Sin embargo, aunque la

compatibilidad HLA es fundamental, no garantiza el éxito del trasplante en todos los casos.

A veces, la falta de correlación absoluta entre la supervivencia del injerto y la

compatibilidad HLA sugiere que existen otros factores inmunológicos que todavía no se

han identificado completamente, y que podrían ser cruciales para la aceptación del injerto.

Transfusiones de Plaquetas y Granulocitos

Las transfusiones de plaquetas y granulocitos también se ven afectadas por las

características del sistema HLA. Las plaquetas son ricas en moléculas HLA, por lo que la

tipificación de los donantes de plaquetas puede ayudar a mejorar la supervivencia de los

pacientes que reciben transfusiones. En los pacientes que han recibido múltiples

transfusiones de plaquetas, puede ocurrir la formación de anticuerpos contra las plaquetas

del donante, lo que puede hacer que futuras transfusiones sean menos efectivas. De manera

similar, la transfusión de granulocitos también está influenciada por la compatibilidad


HLA, lo que subraya la importancia de esta tipificación en los procedimientos de

transfusión.

Aplicaciones en Estudios Antropológicos

El sistema HLA también es fundamental en los estudios antropológicos, ya que la presencia

de determinados alelos HLA varía significativamente entre los diferentes grupos étnicos.

Por ejemplo, el alelo HLA-Bw54 es común en los japoneses, mientras que el alelo HLA-

Bw46 es más frecuente en los chinos, y el HLA-A1 es predominante en la población

caucásica. El análisis de estos alelos y sus distribuciones geográficas ha sido útil para

comprender los orígenes y las migraciones de las poblaciones humanas. Estos estudios

también permiten identificar vínculos genéticos entre diferentes grupos y ayudan a

reconstruir la historia evolutiva de las especies humanas.

HLA en Determinación de Paternidad

La determinación de la paternidad se puede realizar mediante el análisis de los antígenos

HLA. Este método tiene una alta tasa de precisión, ya que en aproximadamente el 90% de

los casos es posible confirmar la paternidad mediante el estudio de los antígenos HLA. Si

se combinan los análisis de los grupos sanguíneos, la probabilidad de certeza aumenta al

98%. Este enfoque se utiliza tanto en investigaciones legales como en la resolución de

disputas familiares, demostrando la utilidad del sistema HLA más allá de su rol en la

inmunología y las enfermedades.

Asociación de HLA con Enfermedades

El sistema HLA también está estrechamente vinculado a una variedad de enfermedades

autoinmunes, infecciosas y genéticas. Algunas enfermedades muestran una fuerte


asociación con alelos específicos del HLA. Por ejemplo, el alelo HLA-DR2 está asociado

con la narcolepsia, mientras que el HLA-B27 está fuertemente relacionado con la

espondilitis anquilosante. En este último caso, los individuos que expresan HLA-B27

tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar esta enfermedad en comparación

con aquellos que no lo expresan. De igual manera, la enfermedad celíaca se ha asociado

con el alelo HLA-DQ2, mientras que la artritis reumatoide muestra una fuerte asociación

con los alelos DRB1*0401, 0404, 0405 y 0408. La investigación continúa para identificar

más asociaciones entre HLA y enfermedades, lo que podría llevar a tratamientos más

personalizados y eficaces en el futuro.

Grupos Sanguíneos y Sus Relaciones con Enfermedades

Los grupos sanguíneos, especialmente aquellos relacionados con los antígenos de los

eritrocitos, también tienen implicaciones en la susceptibilidad a diversas enfermedades. Por

ejemplo, la presencia del grupo sanguíneo O en Europa antes de la peste negra sugiere que

este grupo sanguíneo estaba asociado con una mayor susceptibilidad a la infección por

Yersinia pestis, lo que resultó en una alta mortalidad entre las personas del grupo O durante

la peste. La relación entre los grupos sanguíneos y la susceptibilidad a ciertas enfermedades

infecciosas y cánceres se ha estudiado ampliamente, y se continúa investigando la

interacción entre los antígenos de los eritrocitos y la resistencia a patógenos específicos.


Anticuerpo y antígenos

Antígenos Polivalentes y su Interacción con Anticuerpos

El sistema inmune se enfrenta constantemente a una gran variedad de amenazas, desde

infecciones bacterianas y virales hasta células cancerosas. Para combatir estas amenazas, el

organismo utiliza anticuerpos, que son proteínas capaces de reconocer de manera específica

las sustancias extrañas, conocidas como antígenos. Los antígenos pueden ser moléculas

completas o fragmentos de organismos patógenos que desencadenan una respuesta inmune.

Uno de los aspectos más importantes de la respuesta inmune es la capacidad de ciertos

antígenos de ser polivalentes, lo que significa que pueden interactuar con varios
anticuerpos a la vez. Esta característica tiene un papel fundamental en el sistema inmune,

ya que aumenta la probabilidad de una defensa eficaz.

Cuando un antígeno polivalente entra en contacto con el sistema inmune, este puede inducir

una respuesta mucho más potente debido a su capacidad para interactuar con múltiples

sitios de unión de anticuerpos. Este fenómeno ocurre principalmente en la interacción entre

antígenos y anticuerpos en lo que se conoce como la zona de equivalencia, donde los

antígenos y anticuerpos se encuentran en una proporción tal que pueden formar complejos

estables. En esta zona, los anticuerpos se unen a los antígenos formando complejos,

conocidos como inmunocomplejos, que pueden activar otras respuestas inmunológicas.

En esta interacción, si la concentración de antígeno y anticuerpo es equilibrada, se forman

complejos grandes que pueden ser eliminados fácilmente del organismo por fagocitosis. Sin

embargo, si hay un exceso de antígenos o anticuerpos, se pueden formar complejos de

tamaño más pequeño que no son eficientemente eliminados, lo que puede resultar en la

formación de depósitos de inmunocomplejos en diversos tejidos, dando lugar a la

inflamación y posibles enfermedades autoinmunes. En este contexto, la capacidad de los

anticuerpos para reconocer antígenos de manera específica y su interacción con los mismos

es un proceso de gran relevancia en la inmunología.

Estructura de los Anticuerpos y su Reconocimiento de Antígenos

Los anticuerpos, también llamados inmunoglobulinas, son proteínas cuya principal función

es reconocer y neutralizar antígenos específicos. Están formados por dos cadenas pesadas y

dos cadenas ligeras, que se estructuran en forma de una Y, donde las regiones superiores

son responsables del reconocimiento específico de los antígenos, mientras que las regiones
inferiores son responsables de las funciones efectoras, como la activación del complemento

o la unión a los fagocitos.

Regiones Variables

La especificidad de los anticuerpos se encuentra en las regiones variables de sus cadenas,

que son las responsables de reconocer y unirse a los antígenos. Estas regiones tienen una

gran diversidad estructural, lo que permite a los anticuerpos reconocer millones de

antígenos diferentes. La variabilidad de estas regiones se debe principalmente a un proceso

de recombinación genética que ocurre en los linfocitos B. A través de este proceso, se

producen combinaciones únicas de genes que codifican para las regiones variables de los

anticuerpos, asegurando una respuesta inmune específica y adaptable.

Cada antígeno tiene un sitio específico de unión, conocido como determinante antigénico

o epítopo, que es reconocido por un anticuerpo. Los anticuerpos tienen la capacidad de

unirse a estos epítopos de manera altamente específica, lo que asegura que el sistema

inmune pueda responder con precisión a diversas infecciones o patógenos. Es importante

destacar que esta especificidad se logra gracias a las interacciones entre los átomos

presentes en el antígeno y el anticuerpo, como enlaces de hidrógeno, interacciones

hidrofóbicas y enlaces iónicos.

Especificidad y Reacción Cruzada

Un concepto fundamental relacionado con la especificidad de los anticuerpos es el de

reacción cruzada, que ocurre cuando un anticuerpo, producido para un antígeno

específico, se une a un antígeno diferente pero similar. Aunque los anticuerpos son

extremadamente específicos, pueden reconocer estructuras antigénicas que comparten


características estructurales, lo que a veces puede generar respuestas no deseadas, como en

el caso de enfermedades autoinmunes, donde el cuerpo puede atacar sus propios tejidos

debido a la similitud estructural entre los patógenos y las células del organismo.

El fenómeno de reacción cruzada tiene un impacto directo en las patologías inmunológicas,

ya que anticuerpos generados contra patógenos pueden, en ocasiones, atacar proteínas

propias. Un ejemplo de esto es la fiebre reumática, en la cual los anticuerpos contra una

bacteria (como el estreptococo) reaccionan contra las proteínas del corazón, lo que genera

inflamación y daño en este órgano.

Diversidad y Generación de Anticuerpos

Una de las características más sorprendentes del sistema inmunológico es su capacidad para

generar una increíble diversidad de anticuerpos. Esta diversidad es esencial para que el

sistema inmune pueda reconocer una gama casi infinita de patógenos diferentes. La

diversidad de anticuerpos se logra a través de un proceso denominado recombinación

genética, en el cual los linfocitos B producen millones de combinaciones únicas de

anticuerpos.

Proceso de Recombinación

La recombinación genética de los anticuerpos ocurre en los linfocitos B en los ganglios

linfáticos y otras estructuras del sistema inmune. Durante este proceso, se recombinan

segmentos específicos de los genes que codifican para las cadenas pesadas y ligeras de los

anticuerpos. Esta recombinación no solo permite una diversidad estructural, sino que

también aumenta la afinidad del anticuerpo por el antígeno a través de un proceso

denominado mutación somática. Las mutaciones en las regiones variables de los


anticuerpos incrementan su capacidad de unirse al antígeno, lo que refuerza la respuesta

inmune.

Además de la recombinación genética, los linfocitos B también participan en un proceso de

hipermutación somática, que permite una mayor diversificación de los anticuerpos en la

respuesta inmune. Este proceso, combinado con la selección de anticuerpos de mayor

afinidad, resulta en una generación de anticuerpos con características más especializadas

que aumentan la eficacia de la respuesta inmune frente a los patógenos.

Maduración de la Afinidad

La maduración de la afinidad es un proceso que ocurre en las respuestas inmunológicas a

largo plazo, particularmente en las respuestas de memoria. A medida que el sistema inmune

responde a una infección, los anticuerpos inicialmente producidos por los linfocitos B

tienen una afinidad relativamente baja por el antígeno. Sin embargo, a medida que se lleva

a cabo la mutación somática y la selección, los anticuerpos adquiridos incrementan su

afinidad por el antígeno, lo que mejora la eficacia de la respuesta inmunológica.

Este proceso es crucial para el desarrollo de respuestas inmunológicas más fuertes y

duraderas. A través de la maduración de la afinidad, los anticuerpos que tienen una mayor

capacidad de unión al antígeno se seleccionan, y aquellos con baja afinidad son eliminados.

Este mecanismo asegura que la respuesta inmune sea más eficiente y capaz de eliminar

patógenos con mayor rapidez en futuras exposiciones.

Funciones Efectoras de los Anticuerpos

Los anticuerpos tienen funciones más allá de simplemente unirse a los antígenos. La

porción Fc de los anticuerpos es responsable de activar diversas funciones efectoras que


eliminan patógenos. Estas funciones incluyen la activación de la fagocitosis, la activación

del sistema del complemento y la desgranulación de mastocitos. La interacción entre el

anticuerpo y las células del sistema inmune facilita la eliminación de patógenos y la

resolución de infecciones.

Fagocitosis

La fagocitosis es uno de los mecanismos más importantes a través de los cuales el sistema

inmune elimina patógenos. Los anticuerpos IgG, por ejemplo, se unen a los patógenos y

luego interactúan con los receptores Fcγ en células fagocíticas como los macrófagos y

neutrófilos. Esta interacción facilita la ingestión y destrucción del patógeno, lo que es

esencial para eliminar infecciones bacterianas y virales.

Sistema del Complemento

Los anticuerpos también pueden activar el sistema del complemento, un conjunto de

proteínas plasmáticas que ayudan a destruir los patógenos. Cuando un anticuerpo se une a

un antígeno en la superficie de un patógeno, activa una cascada de reacciones en el sistema

del complemento, que resulta en la formación de complejos que perforan la membrana del

patógeno, causando su lisis. Este proceso también aumenta la fagocitosis de los patógenos y

atrae células inmunes al sitio de la infección.

Desgranulación de Mastocitos
Los anticuerpos IgE son fundamentales en la defensa contra parásitos y en la respuesta a

alérgenos. La unión de IgE a los mastocitos provoca la desgranulación de estos, liberando

histamina y otras sustancias que tienen efectos inflamatorios. Esta reacción es clave en las

respuestas alérgicas, pero también es importante en la defensa contra parásitos

extracelulares, como los helmintos.

Cambio de Isotipo de los Anticuerpos

Un proceso fundamental en la respuesta inmune es el cambio de isotipo o clase de los

anticuerpos, un mecanismo que permite que los anticuerpos realicen funciones más

especializadas. Los linfocitos B pueden cambiar el tipo de anticuerpo que producen,

pasando de IgM a IgG, IgA o IgE, dependiendo de la respuesta inmune y las señales

recibidas.

El cambio de isotipo es crucial para adaptarse a las características específicas de cada tipo

de patógeno. Por ejemplo, en una infección viral, los anticuerpos IgG son esenciales para

neutralizar el virus y eliminarlo del cuerpo. Por otro lado, en infecciones parasitarias, la IgE

juega un papel más destacado al activar la respuesta de mastocitos. Este proceso permite

una respuesta más eficaz y dirigida a cada tipo de patógeno.

Distribución y Secreción de Anticuerpos

Los anticuerpos no solo están presentes en la sangre, sino que también se secretan en otros

fluidos del cuerpo, como las secreciones respiratorias y gastrointestinales. IgA es la

principal clase de anticuerpo en las mucosas, donde protege contra infecciones al impedir

que los patógenos se adhieran a las células epiteliales. IgA también se encuentra en la leche

materna, proporcionando protección al recién nacido contra infecciones.


Además, IgG es capaz de cruzar la placenta, proporcionando al feto protección

inmunológica durante el embarazo. Esta transferencia de IgG se realiza mediante un

receptor especializado, el FcRn, que asegura que los anticuerpos IgG sean transportados

eficientemente desde la madre al hijo. Esta transferencia es crucial para la protección del

recién nacido en los primeros meses de vida, cuando su sistema inmune aún está

madurando.

Moléculas de adherencia

Migración de Linfocitos B en el Sistema Inmunológico

La migración de los linfocitos B es un proceso esencial para la correcta función del sistema

inmunológico, ya que permite que estas células sean transportadas a lugares clave donde

pueden interactuar con los antígenos y desencadenar respuestas inmunitarias específicas.

Este proceso es fundamental para la protección del organismo frente a patógenos. La

migración de los linfocitos B, tanto en su forma inmadura como madura, está regulada por
una serie de señales moleculares y quimiocinas que guían su movimiento a través de los

tejidos y órganos linfáticos.

1. Migración de Linfocitos B Inmaduros: Del Bazo a los Tejidos Linfáticos

Secundarios

Los linfocitos B inmaduros, después de su formación en la médula ósea, salen de este lugar

a través de la sangre y se dirigen a la pulpa roja del bazo. Desde allí, migran hacia la

periferia de la pulpa blanca del bazo, donde inician su proceso de maduración. Durante esta

migración, los linfocitos B comienzan a expresar el receptor para quimiocinas CXCR5, lo

cual les permite seguir la señal de la quimiocina CXCL13 producida por las células del

bazo. Este receptor, una vez en la pulpa blanca, facilita su desplazamiento hacia las áreas

donde los linfocitos B pueden completar su maduración. Este proceso es crucial para

asegurar que los linfocitos B estén preparados para responder a infecciones o antigenos que

puedan encontrarse en diferentes lugares del cuerpo.

Una vez que los linfocitos B se han madurado dentro de la pulpa blanca del bazo, regresan

a la circulación, preparándose para dirigirse a los ganglios linfáticos de los tejidos linfáticos

mucosos. Esta migración es facilitada por un mecanismo complejo en el que las

interacciones entre las quimiocinas y sus receptores guían a los linfocitos B hacia los

ganglios linfáticos.

2. Interacciones con las Venas Endoteliales Altas (HEV) y el Alojamiento en los

Ganglios Linfáticos

El proceso de migración hacia los ganglios linfáticos implica interacciones específicas entre

los linfocitos B y las venas endoteliales altas (HEV). Estas interacciones son esenciales
para que los linfocitos B puedan rodar, adherirse y detenerse de manera estable en el

endotelio de los ganglios linfáticos. Al igual que los linfocitos T vírgenes, los linfocitos B

vírgenes deben utilizar un sistema de rodadura mediado por quimiocinas que actúan sobre

sus receptores específicos para facilitar su adhesión y posterior entrada en el ganglio.

Para que este proceso ocurra de manera efectiva, los linfocitos B vírgenes expresan los

receptores CXCR4 y CCR7, que interactúan con sus respectivos ligandos CXCL12 y

CCL19/CCL21. Estos ligandos están presentes en las HEV y en el tejido linfático, guiando

a los linfocitos B a través de las zonas de rodadura y facilitando su transito hacia los tejidos

linfáticos. Una vez que los linfocitos B alcanzan el estroma de los órganos linfáticos

secundarios, migran a los folículos, que son las áreas donde los linfocitos B se pueden

encontrar con los antígenos y comenzar su activación.

3. Migración hacia los Folículos Linfáticos

Los linfocitos B tienen que llegar a los folículos para poder encontrar los antígenos que

activarán su respuesta inmune. Esta migración está mediada por una quimiocina conocida

como CXCL13, que es producida por células dendríticas foliculares no hematopoyéticas

localizadas en los folículos linfáticos. CXCL13 se une al receptor CXCR5, el cual se

encuentra en los linfocitos B vírgenes, y de esta manera guía el movimiento direccional de

estas células hacia los folículos.

El CXCL13 también es crucial en la organización de los tejidos linfáticos, ya que se

localiza tanto en las áreas de los linfocitos T como en los conductos de las células

dendríticas foliculares dentro de los folículos. Estas interacciones permiten una migración
precisa, lo que es fundamental para que los linfocitos B puedan realizar su función de

vigilancia inmunitaria de manera eficiente.

4. Migración en los Tejidos Linfáticos Asociados a Mucosas (MALT)

Los linfocitos B vírgenes también migran a los tejidos linfáticos asociados a las mucosas,

como las placas de Peyer en el intestino. En estos tejidos, los linfocitos B se encuentran

expuestos a los antígenos provenientes del entorno mucoso, lo que permite la activación

específica de estas células. Este proceso está mediado por moléculas de adhesión y

quimiocinas específicas, como el receptor CXCR5 y la integrina α4β7.

En los tejidos mucosos, las quimiocinas y las moléculas de adhesión guían a los linfocitos

B vírgenes a través de la zona marginal y hacia los folículos, donde las células productoras

de IgA pueden diferenciarse para proporcionar protección en las barreras mucosas. De esta

forma, se optimiza la respuesta inmunitaria frente a infecciones en áreas clave como el

intestino y las vías respiratorias.

5. Cooperación de Linfocitos B y T para la Respuesta Inmunitaria

Una parte crucial de la activación de los linfocitos B es la cooperación con los linfocitos T

cooperadores, especialmente durante las respuestas frente a antígenos proteínicos. Para que

los linfocitos B puedan llevar a cabo su función de producir anticuerpos, necesitan

interactuar directamente con los linfocitos T. Estas interacciones son altamente reguladas, y

se produce una migración conjunta de ambos tipos celulares dentro de los órganos

linfáticos secundarios.

Los linfocitos T cooperadores proporcionan señales importantes para la activación de los

linfocitos B, y esta cooperación es facilitada por un movimiento coordinado en los órganos


linfáticos. El adecuado posicionamiento de los linfocitos B y T en las zonas

correspondientes dentro de los ganglios linfáticos o bazo es esencial para una respuesta

inmune eficiente.

6. Salida de los Linfocitos B de los Órganos Linfáticos Secundarios

Una vez activados por los antígenos, los linfocitos B deben salir de los órganos linfáticos

secundarios para continuar su función inmunitaria en otras partes del cuerpo. La salida de

los linfocitos B es un proceso regulado por la esfingosina-1-fosfato (S1P), que permite la

movilización de estas células hacia la circulación sanguínea.

Los linfocitos B foliculares, que han sido activados por antígenos, migran desde los

folículos en el bazo y otros órganos linfáticos hacia la circulación. Este proceso es crucial

para que las células plasmáticas secretoras de anticuerpos se distribuyan en el cuerpo y

lleguen a los lugares donde se necesita la producción de anticuerpos. Sin embargo, los

linfocitos B vírgenes que no han sido activados por antígenos tienden a regresar a la

circulación de manera similar a los linfocitos T vírgenes.

7. Subgrupos de Linfocitos B y Producción de Anticuerpos

Los linfocitos B, una vez activados, se diferencian en subgrupos especializados en la

producción de diferentes tipos de anticuerpos, lo que es esencial para responder a distintos

tipos de patógenos. Los linfocitos B que se diferencian en células plasmáticas secretoras de

anticuerpos pueden producir varios isotipos, como IgG e IgA, cada uno con características

funcionales específicas.

Las células plasmáticas secretoras de IgG, por ejemplo, migran a la médula ósea, donde

secretan anticuerpos que se distribuyen a través del torrente sanguíneo para proporcionar
inmunidad sistemática. Por otro lado, las células plasmáticas secretoras de IgA se dirigen a

las mucosas, donde proporcionan protección en las barreras mucosas, como el intestino y

las vías respiratorias.

8. Mecanismos de Migración Específica de los Subgrupos de Linfocitos B

Los diferentes subgrupos de linfocitos B tienen perfiles de migración específicos según el

tipo de anticuerpo que producen. Por ejemplo, las células plasmáticas secretoras de IgG,

localizadas en la médula ósea, expresan los receptores VLA-4 y CXCR4, que les permiten

unirse a moléculas como VCAM-1 y CXCL12 en el endotelio de la médula ósea. Por otro

lado, las células plasmáticas secretoras de IgA que se encuentran en las mucosas expresan

receptores como α4β7, CCR9 y CCR10, que interactúan con ligandos específicos en las

células endoteliales mucosas, como MadCAM-1, CCL25 y CCL28.

9. Migración hacia Zonas de Inflamación Crónica

Además de su migración a los tejidos linfáticos y las mucosas, los linfocitos B también

pueden ser reclutados hacia áreas de inflamación crónica. Este fenómeno está mediado por

la interacción entre CXCR3 y VLA-4 en los linfocitos B y sus ligandos en las zonas de

inflamación, como CXCL9, CXCL10 y VCAM-1. Estos patrones de migración permiten a

los linfocitos B participar en respuestas inmunitarias en sitios de inflamación crónica y en

enfermedades autoinmunes.
Activación de los linfocitos T

Coestimulación y Activación de las Células T

La activación de las células T es un proceso complejo y fundamental en la respuesta

inmune adaptativa, que requiere la interacción específica entre el receptor de células T

(TCR) y el complejo mayor de histocompatibilidad (MHC) que presenta el antígeno. Esta

interacción inicial, conocida como señal 1, es indispensable para que la célula T reconozca
y se active en respuesta al patógeno o a una célula infectada. Sin embargo, esta señal no es

suficiente por sí sola para inducir una respuesta inmune completa, y es aquí donde entra en

juego la coestimulación.

La coestimulación, proporcionada por las moléculas coestimuladoras, es crucial para que la

activación de las células T sea eficaz y no conduzca a la tolerancia o la anergia, un estado

en el cual las células T no responden al antígeno. La interacción de la proteína CD28, que

se expresa en la superficie de las células T, con los ligandos CD80 y CD86 en las células

presentadoras de antígenos (APC) provee esta segunda señal necesaria. La señal 2 es

esencial para la proliferación de las células T, la producción de citoquinas como la IL-2, y

la expansión clonal, eventos que permiten una respuesta inmune eficaz frente a la infección.

Una vez que las células T han recibido tanto la señal 1 como la señal 2, comienzan a

proliferar y a diferenciarse en diversas subpoblaciones funcionales. Este proceso de

activación es altamente regulado y depende de múltiples señales adicionales que incluyen

factores de transcripción y citoquinas específicas, lo que permite una respuesta inmune

adaptada a las características del patógeno o la amenaza presente.

Diferenciación de las Subpoblaciones de Células T

Las células T CD4+ son una de las principales subpoblaciones en la respuesta inmune

adaptativa y pueden diferenciarse en diferentes subtipos funcionales dependiendo de las

señales que reciben durante su activación. Estas subpoblaciones tienen roles especializados

en la defensa contra diferentes tipos de patógenos, la regulación de la respuesta inmune y la

prevención de enfermedades autoinmunes. La clasificación de estas subpoblaciones


incluye, entre otras, las células Th1, Th2, Th17, Th22, TFH y Treg, cada una con funciones

únicas.

Células Th1

Las células Th1 juegan un papel fundamental en la defensa contra patógenos intracelulares,

tales como ciertos tipos de bacterias y virus. Durante su activación, estas células producen

la citoquina interferón gamma (IFN-γ), que es crucial para la activación de macrófagos, lo

que facilita la destrucción de patógenos que se encuentran dentro de las células. El IFN-γ

también favorece la activación de células T citotóxicas (CD8+), fortaleciendo la respuesta

frente a infecciones virales. Además, IFN-γ tiene la capacidad de inhibir la diferenciación

de otras subpoblaciones, como las Th2 y Th17, contribuyendo a que la respuesta inmune se

enfoque adecuadamente en el patógeno.

Las células Th1 están asociadas con la mediación de diversas enfermedades autoinmunes,

como la artritis reumatoide y la esclerosis múltiple, donde la respuesta inmune frente a

tejidos propios se desregula. Por lo tanto, la regulación de estas células es crucial para

evitar daños autoinmunes.

Células Th2

Las células Th2, por otro lado, son esenciales en la defensa contra patógenos extracelulares,

como parásitos y algunos tipos de bacterias. Estas células producen principalmente IL-4,

IL-5 e IL-13, citoquinas que son cruciales en la activación de células B, la producción de

anticuerpos de tipo IgE y la activación de eosinófilos, células especializadas en la defensa


contra parásitos. La IL-4 también tiene un papel destacado en la regulación de la respuesta

inmune, promoviendo la diferenciación de las células Th2 y limitando la activación de las

células Th1.

Además, las células Th2 están involucradas en la mediación de respuestas alérgicas, como

la rinitis alérgica, el asma y otras enfermedades atópicas. En este contexto, la respuesta

inmune Th2 se desregula, lo que lleva a una hipersensibilidad frente a alergenos

ambientales.

Células Th17

Las células Th17 son especialmente relevantes en la defensa contra infecciones fúngicas y

algunas bacterias extracelulares. Estas células se caracterizan por la producción de la

citoquina IL-17, que tiene un papel clave en la inducción de respuestas inflamatorias y la

activación de neutrófilos. IL-17 también facilita la producción de otras citoquinas

proinflamatorias, como IL-6 y TNF-α, que aumentan la actividad de las células del sistema

inmune para eliminar los patógenos.

Sin embargo, la producción excesiva de IL-17 está asociada con enfermedades autoinmunes

inflamatorias crónicas, como la psoriasis, la artritis psoriásica y la enfermedad inflamatoria

intestinal. La regulación de la actividad de las células Th17 es esencial para prevenir la

inflamación crónica y los daños tisulares.

Células Th22
Las células Th22, aunque menos conocidas que las otras subpoblaciones, desempeñan un

papel importante en la respuesta inmune de la piel y en la reparación de tejidos. Estas

células producen principalmente IL-22, una citoquina que activa la producción de proteínas

antimicrobianas y promueve la proliferación de queratinocitos en la piel. La IL-22 también

está involucrada en la regulación de la función de las mucosas y en la protección contra

infecciones cutáneas.

En enfermedades cutáneas, como la psoriasis, las células Th22 contribuyen a la inflamación

crónica de la piel. Por lo tanto, el estudio de estas células es relevante para entender y tratar

trastornos inflamatorios cutáneos.

Células TFH (Foliculares)

Las células T foliculares (TFH) son cruciales para la activación de las células B en los

órganos linfoides secundarios, como los ganglios linfáticos y los bazo. Estas células, al

interaccionar con las células B, inducen la formación de centros germinales y la producción

de anticuerpos, que son esenciales para la defensa frente a infecciones. Las células TFH son

especialmente importantes en la respuesta inmune humoral, y su disfunción puede llevar a

una respuesta inmunitaria ineficaz o a enfermedades como la hipogammaglobulinemia.

Células T Reguladoras (Treg)

Las células T reguladoras (Treg) son una subpoblación clave en la regulación de la

respuesta inmune y en el mantenimiento de la tolerancia inmunológica. Su función

principal es suprimir la actividad de las células T efectoras, evitando respuestas excesivas

que puedan llevar a daños en los tejidos. Las células Treg se dividen en dos tipos: las Treg
naturales (nTreg), que se desarrollan en el timo, y las Treg inducidas (iTreg), que se

generan en la periferia en respuesta a señales específicas.

Una de las características distintivas de las Treg es la expresión del factor de transcripción

FOXP3, que es esencial para su desarrollo y función. Las células Treg ejercen su función de

supresión mediante la producción de citoquinas antiinflamatorias como IL-10 y TGF-β, que

inhiben la activación de otras células inmunitarias. Además, las Treg pueden inducir la

apoptosis de células T autorreactivas y reducir la coestimulación de las APC, lo que impide

una activación inmunitaria excesiva.

Las Treg son fundamentales para prevenir enfermedades autoinmunes, en las cuales el

sistema inmunológico ataca los propios tejidos del cuerpo. Su disfunción o insuficiencia

puede dar lugar a trastornos como la diabetes tipo 1, la esclerosis múltiple y la artritis

reumatoide.

Células T de Memoria

Las células T de memoria son un componente esencial de la respuesta inmunitaria a largo

plazo. Después de una infección o una vacunación, las células T de memoria se desarrollan

a partir de las células T efectoras, pero permanecen en un estado de reposo durante mucho

tiempo. Estas células están preparadas para responder rápidamente a un segundo encuentro

con el mismo patógeno, lo que permite una defensa más eficiente y rápida en caso de

reinfección.

Existen dos tipos principales de células T de memoria: las células T de memoria central

(Tcm) y las células T de memoria efectoras (Tem). Las Tcm se localizan principalmente en
los ganglios linfáticos y son capaces de proliferar y diferenciarse rápidamente en células

efectoras cuando se enfrentan nuevamente al antígeno. Las Tem, por su parte, se encuentran

en los tejidos periféricos y están preparadas para responder de inmediato a una infección.

El mantenimiento de las células T de memoria depende de las citoquinas IL-7 e IL-15, que

son necesarias para su supervivencia y recambio. Estas células T de memoria tienen una

vida útil mucho más larga que las células T efectoras y proporcionan una protección

duradera contra las infecciones. Este mecanismo es fundamental para la eficacia de las

vacunas, que estimulan la producción de células T de memoria que protegen al organismo

en el futuro.

Regulación Negativa de la Respuesta Inmune

La regulación de la respuesta inmune es esencial para evitar respuestas incontroladas o

autoinmunes que puedan dañar los tejidos del cuerpo. La regulación negativa está mediada

por varios mecanismos, incluidos las células Treg, los receptores inhibitorios en las células

T y la modulación de las señales de coestimulación.

Uno de los mecanismos más importantes de regulación negativa es la expresión de CTLA-4

(antígeno de superficie similar a CTLA), un receptor inhibitorio que compite con CD28 por

la unión a CD80/CD86 en las APC. A diferencia de CD28, que promueve la activación de

las células T, CTLA-4 inhibe la coestimulación y, por lo tanto, limita la activación de las

células T. Esto contribuye a la prevención de respuestas inmunitarias excesivas y a la

tolerancia.
Otro receptor inhibitorio importante es PD-1, que se encuentra en la superficie de las

células T y que, al unirse a sus ligandos PD-L1 o PD-L2, bloquea la función de las células

T y reduce su proliferación y producción de citoquinas. Este mecanismo es crucial para

prevenir la activación de células T en tejidos periféricos donde la respuesta inmune no es

necesaria, y se ha implicado en la tolerancia a los trasplantes y en la regulación de

enfermedades autoinmunes.

Celulas Natural Killer, Activación y Funciones

Células iNKT (Células T Asesinas Naturales Invariantes)

Las células iNKT, conocidas también como células T asesinas naturales invariantes, son

una subpoblación de linfocitos T con características únicas en el sistema inmunológico. A


pesar de que las células T convencionales presentan una alta diversidad en sus receptores de

antígenos (TCR), las células iNKT tienen un TCRαβ que se forma de una manera

restringida, es decir, no presenta la variabilidad habitual observada en la mayoría de los

linfocitos T. Este TCR, que se genera a partir de una recombinación limitada de segmentos

de genes α y β, permite a las células iNKT reconocer un conjunto muy limitado de

antígenos, en su mayoría derivados de moléculas lipídicas. Este mecanismo de

reconocimiento las coloca en un lugar único entre los linfocitos T.

TCR de Baja Diversidad

Una característica esencial de las células iNKT es su receptor de células T (TCR) de baja

diversidad genética. A diferencia de otras células T convencionales, que tienen un TCR

capaz de reconocer antígenos peptídicos de diversas proteínas, las células iNKT poseen un

TCR que está constituido principalmente por un solo gen de la cadena alfa y un número

muy reducido de genes en la cadena beta. Esto limita considerablemente la diversidad

antigénica que estas células pueden reconocer. Sin embargo, esto también les permite ser

muy eficientes en su respuesta a antígenos lipídicos presentados por las moléculas CD1d,

lo que es clave para su función.

Reconocimiento de Antígenos Lipídicos

El reconocimiento de antígenos por las células iNKT ocurre de manera muy diferente al

de las células T convencionales. En lugar de reconocer antígenos peptídicos presentados en

moléculas MHC, las células iNKT reconocen antígenos lipídicos presentados en


moléculas CD1d. Estas moléculas de presentación de antígenos son estructuras

especializadas que tienen la capacidad de unirse a lípidos derivados de bacterias, hongos,

virus y otros microorganismos, lo que permite a las células iNKT actuar como una primera

línea de defensa contra infecciones.

Origen y Desarrollo de las Células iNKT

Desarrollo en el Timo

El origen de las células iNKT se encuentra en el timo, donde se desarrollan a partir de

células progenitoras dobles positivas (DP). Estas células progenitoras son incapaces de

reconocer antígenos específicos de manera eficiente debido a la falta de madurez en sus

receptores. En el timo, las células iNKT sufren un proceso de selección, durante el cual se

afinan sus capacidades de respuesta ante los antígenos específicos. Aunque no todas las

células T atraviesan este proceso de selección, las células iNKT tienen una vía especial de

maduración debido a su reconocimiento de antígenos lipídicos en lugar de proteínas.

Migración a la Periferia

Una vez maduras, las células iNKT migran desde el timo hacia diversos tejidos periféricos

en el cuerpo. Se encuentran en varios sitios importantes como el hígado, el omentum (un

pliegue del peritoneo), el tejido adiposo, y en menor cantidad en los pulmones. Su función

es esencialmente proteger contra patógenos en estos tejidos y ayudar en la resolución de la

inflamación.
Abundancia en Órganos Específicos

Aunque representan solo un pequeño porcentaje de los linfocitos T circulantes en la sangre

(aproximadamente el 0,1% al 0,2%), las células iNKT se encuentran en cantidades mucho

mayores en ciertos órganos, como el hígado. En el hígado, las células iNKT se asocian con

las células de Kupffer, una clase especializada de macrófagos que juegan un papel clave

en la eliminación de patógenos y la regulación de la respuesta inmune. Este sitio también es

clave para la defensa del organismo frente a patógenos que entran a través del sistema

portal hepático.

Activación de las Células iNKT

Factores de Activación

Las células iNKT se activan principalmente a través de la interacción de su TCR con los

antígenos lipídicos presentados por las moléculas CD1d. Además, su activación también

requiere de la presencia de citoquinas específicas. La citoquina IL-15 es crucial para su

maduración, mientras que IL-12 es esencial para la activación completa de las células

iNKT, sobre todo en el contexto de infecciones bacterianas. Esta activación desencadena

una serie de respuestas inmunológicas rápidas, lo que les permite actuar como una línea de

defensa temprana.

Producción de Citoquinas

Una de las características más relevantes de las células iNKT es su capacidad para producir

una gran cantidad de citoquinas de manera rápida. Esto les permite influir en las respuestas

Th1, Th2 y Th17. La producción de IFN-γ y TNF-α les otorga propiedades de células
asesinas naturales (NK), lo que les permite destruir células infectadas por virus y

patógenos intracelulares. Además, la liberación de interleucinas como IL-4, IL-5, IL-13 y

IL-10 permite la modulación de la respuesta inmune, contribuyendo a la activación de otras

células del sistema inmune.

Impacto en la Inmunidad Adaptativa

Una función crucial de las células iNKT es su capacidad para modular la inmunidad

adaptativa, especialmente a través de la activación de células B. Estas células pueden

ayudar a las células B en la zona marginal del bazo y en las criptas de las amígdalas a

producir anticuerpos, especialmente IgM e IgA, que son importantes en la respuesta a

infecciones bacterianas.

Células Linfoides Innatas (ILC)

Las células linfoides innatas (ILC) son un grupo diverso de células que también

desempeñan funciones cruciales en la defensa contra infecciones. A diferencia de las

células T, las ILC no tienen un receptor específico para antígenos, lo que significa que su

respuesta es más rápida y generalizada, y no requiere una activación previa por parte de

células presentadoras de antígenos.

Subtipos de Células ILC

Existen varios subtipos de células linfoides innatas, que incluyen ILC1, ILC2 e ILC3,

cada una con funciones y características distintas. Las ILC2, en particular, están asociadas
con las respuestas inmunológicas mediadas por Th2, y juegan un papel central en

enfermedades alérgicas y otras condiciones inflamatorias.

Origen y Diferenciación de las ILC

Las células ILC se originan en la médula ósea a partir de células progenitoras que carecen

de un receptor específico para antígenos. Estas células se diferencian en subtipos

funcionales bajo la influencia de factores transcripcionales como RORα y GATA3. La

activación de las ILC2, en particular, requiere de citoquinas específicas como IL-2, IL-7,

IL-25, IL-33 y TSLP, las cuales favorecen su diferenciación y activación en los tejidos.

Función de las ILC2 en el Pulmón

En los pulmones, las ILC2 tienen un papel clave en la regulación de las respuestas

alérgicas y en la defensa contra infecciones virales. La activación de las ILC2 por

citoquinas como IL-25 e IL-33 lleva a la producción de IL-5 y IL-13, citoquinas cruciales

en la inflamación bronquial. La IL-5 es responsable de la generación de eosinofilia, un

aumento en los eosinófilos en los pulmones, mientras que la IL-13 contribuye a la

hiperplasia de las células goblet, lo que provoca un incremento en la producción de moco

y la contractilidad de los músculos lisos bronquiales. Esto se observa en enfermedades

como el asma.

Regulación de las Respuestas Inmunológicas


Las ILC2 también están involucradas en la resolución de la inflamación y la reparación

de tejidos. A través de la producción de proteínas como amfiregulina, las ILC2 pueden

influir en la acción supresora de las células T reguladoras (Treg), promoviendo la

reparación del tejido y limitando la inflamación excesiva. Sin embargo, su desregulación

en enfermedades alérgicas puede contribuir a la fibrosis pulmonar y a la exacerbación de

los síntomas asmáticos.

Implicaciones Terapéuticas en Asma y Otras Enfermedades

Dado su papel central en la inflamación de los pulmones, las ILC2 han sido un foco de

investigación en el tratamiento de enfermedades respiratorias, especialmente el asma. Los

enfoques terapéuticos que buscan bloquear IL-25, IL-33, o TSLP, o inhibir la función de

las ILC2, podrían representar estrategias innovadoras para controlar los procesos

inflamatorios en el asma y otras afecciones respiratorias.


Activación del linfocito B y producción de anticuerpos

La activación de los linfocitos B y la posterior producción de anticuerpos son eventos clave

en la respuesta inmune adaptativa. Los linfocitos B, cuando se encuentran con un antígeno

específico, se activan, proliferan y se diferencian en células plasmáticas que producen

anticuerpos, los cuales son esenciales para eliminar los patógenos. Este proceso está

regulado por señales que provienen tanto de la interacción directa entre el linfocito B y el

antígeno, como de la interacción con células T cooperadoras foliculares (TFH) y otras

moléculas inmunológicas.

1. Activación Inicial del Linfocito B

1.1 Encuentro del Linfocito B con el Antígeno

La activación del linfocito B comienza cuando este encuentra un antígeno específico en su

superficie. Los linfocitos B poseen receptores de células B (BCR), que son

inmunoglobulinas (anticuerpos) ancladas a su membrana. Estos receptores reconocen y se

unen a los antígenos específicos, ya sea en su forma nativa (como proteínas, polisacáridos o

lípidos) o presentados por otras células.

Cuando un antígeno se une al BCR, el linfocito B experimenta una señalización intracelular

que inicia su activación. Sin embargo, este primer paso de activación generalmente no es

suficiente para desencadenar una respuesta inmune robusta; el linfocito B necesita una

segunda señal, la cual se obtiene a través de la interacción con las células T.

1.2 Presentación del Antígeno a las Células T

Una vez que el linfocito B ha reconocido y internalizado el antígeno, lo procesa y lo

presenta en su superficie mediante moléculas del Complejo Mayor de


Histocompatibilidad (MHC) de clase II. Esta presentación es crucial para la activación de

las células T cooperadoras (CD4+). Los linfocitos T, al reconocer el antígeno en las

moléculas MHC II del linfocito B, emiten señales co-estimuladoras que promueven la

activación completa del linfocito B.

Esta interacción entre el linfocito B y la célula T ocurre en los centros germinales, que son

estructuras especializadas dentro de los ganglios linfáticos y el bazo, y son fundamentales

para la selección de células B de alta afinidad.

Interacciones de Coestimulación entre Linfocitos B y T

El Papel del CD40 y CD40L

Una de las interacciones más importantes entre los linfocitos B y T en el proceso de

activación es la señalización mediada por la molécula CD40 en los linfocitos B y CD40L

(CD154) en los linfocitos T. CD40 es una proteína que pertenece a la familia del TNF

(factor de necrosis tumoral) y está expresada en los linfocitos B y en otras células del

sistema inmune. El ligando CD40L, que se encuentra en los linfocitos T cooperadores

(TFH), se une a CD40 en los linfocitos B, promoviendo una serie de respuestas celulares

que son esenciales para la activación completa de los linfocitos B.

La interacción CD40/CD40L no solo facilita la activación de los linfocitos B, sino que

también es crucial para la diferenciación de los linfocitos B en células plasmáticas

productoras de anticuerpos y para la indución de la maduración de la afinidad de los

anticuerpos, proceso en el cual los linfocitos B seleccionan aquellos con mayor afinidad

para el antígeno.
ICOS y su Papel en la Activación de Linfocitos B

Otro punto clave en la coestimulación de los linfocitos B por las células T es la interacción

de ICOS (Inducible T-cell Co-Stimulator) en los linfocitos T con su ligando ICOSL en los

linfocitos B. La señalización a través de ICOS y ICOSL es esencial para la expansión

clonal de los linfocitos B y para la producción de anticuerpos de clase superior (como IgG,

IgA, o IgE) en lugar de solo IgM.

Además, la IL-21, producida por los linfocitos T en respuesta a la estimulación a través de

ICOS, desempeña un papel crucial en la expansión y diferenciación de los linfocitos B.

Esta citocina también es fundamental para la maduración de la afinidad y la selección de

linfocitos B de alta afinidad dentro de los centros germinales.

Proceso de Diferenciación y Cambio de Isotipo de los Linfocitos B

El Cambio de Isotipo: Proceso Fundamental para la Respuesta Inmunológica

Una vez activados por las células T, los linfocitos B experimentan un proceso denominado

cambio de isotipo o reemplazo de cadena pesada. Este proceso permite que un linfocito

B produzca anticuerpos de diferentes clases (IgG, IgA, IgE) sin perder la especificidad para

el antígeno inicial. El cambio de isotipo se produce mediante un mecanismo de

recombinación genética en la región constante de la cadena pesada del anticuerpo, lo que

permite que el mismo linfocito B produzca un anticuerpo diferente pero con la misma

especificidad para el patógeno.

Este proceso es regulado por citocinas específicas, como IL-4, IFN-γ, y TGF-β, que

inducen el cambio hacia diferentes isotipos dependiendo del tipo de respuesta inmune que
se requiera. La citocina IL-4, por ejemplo, favorece la producción de IgE (importante para

la defensa contra parásitos), mientras que IFN-γ promueve la producción de IgG, que es

clave para la defensa frente a virus y bacterias.

AID: La Enzima Clave en el Cambio de Isotipo

El cambio de isotipo es mediado por la acción de la enzima AID (Activation-Induced

Cytidine Deaminase). Esta enzima actúa sobre las regiones de cambio del ADN en los

linfocitos B, lo que facilita la recombinación entre los genes que codifican las cadenas

pesadas de anticuerpos. AID induce la desaminación de citosinas en estas regiones, lo que

permite la unión de las secuencias que codifican las diferentes clases de anticuerpos,

asegurando que los linfocitos B puedan cambiar de isotipo en respuesta a señales

específicas del microambiente inmune.

Maduración de la Afinidad en el Centro Germinal

En los centros germinales, los linfocitos B pasan por un proceso de maduración de

afinidad, en el cual aquellos que tienen anticuerpos con una mayor afinidad por el antígeno

son seleccionados para proliferar y diferenciarse en células plasmáticas. Este proceso está

facilitado por la interacción con los linfocitos T cooperadores foliculares (TFH) y las

citocinas que producen, especialmente IL-21, que promueve la proliferación y la expansión

de las células B de alta afinidad.

Producción de Anticuerpos: De Linfocito B a Célula Plasmática

Diferenciación a Células Plasmáticas

Después de la activación y el cambio de isotipo, los linfocitos B se diferencian en células

plasmáticas, que son los efectores de la respuesta inmune adaptativa. Estas células
plasmáticas son responsables de la producción y secreción masiva de anticuerpos. Los

anticuerpos secretados tienen la capacidad de neutralizar patógenos, opsonizar

microorganismos para su eliminación por parte de los fagocitos y activar el sistema de

complemento para la destrucción de patógenos.

Funciones de los Anticuerpos en la Defensa Inmunológica

Los anticuerpos tienen múltiples funciones cruciales en la defensa contra infecciones:

 Neutralización: Los anticuerpos pueden unirse a virus y toxinas, impidiendo que

estos interactúen con las células del huésped.

 Opsonización: Los anticuerpos recubren los patógenos, facilitando su ingestión y

destrucción por los fagocitos.

 Activación del Sistema del Complemento: Los anticuerpos activan la cascada del

complemento, que lleva a la destrucción directa de los patógenos por lisis.

 ADCC (Cito-toxicidad celular dependiente de anticuerpos): Los anticuerpos

pueden marcar las células infectadas para ser destruidas por células citotóxicas

como los linfocitos NK.

Implicaciones Clínicas de la Activación de Linfocitos B y Producción de Anticuerpos

Deficiencia de Anticuerpos: Inmunodeficiencias

Las deficiencias en la activación de los linfocitos B o en la producción de anticuerpos

pueden dar lugar a inmunodeficiencias, como en el caso de la deficiencia de IgA, que es


la causa de infecciones recurrentes en las mucosas, o la deficiencia de IgG, que puede

llevar a una mayor susceptibilidad a infecciones bacterianas.

Terapias Dirigidas: Inmunoterapia y Vacunas

La comprensión detallada de la activación de los linfocitos B y la producción de

anticuerpos también tiene importantes aplicaciones terapéuticas. Las vacunas estimulan la

producción de anticuerpos específicos contra patógenos, mientras que las inmunoterapias

utilizan anticuerpos monoclonales para tratar enfermedades como el cáncer y enfermedades

autoinmunes.
Caracteristicas generales de las respuestas inmuniatrias humorales

La respuesta inmune humoral es un mecanismo fundamental en la defensa del organismo

frente a una amplia variedad de patógenos, tales como bacterias, virus, hongos y parásitos.

Esta respuesta se lleva a cabo principalmente a través de la acción de los anticuerpos (o

inmunoglobulinas) producidos por las células B, un tipo de linfocitos. Además de la

producción de anticuerpos, la respuesta inmune humoral incluye la activación del sistema

del complemento y diversos mecanismos que permiten eliminar o neutralizar los patógenos.

A continuación, se presenta un análisis detallado de las características y mecanismos

implicados en la respuesta inmune humoral.

El Sistema Inmunitario Adaptativo: Un Resumen General

El sistema inmunitario adaptativo se distingue por su capacidad de reconocer, recordar y

eliminar patógenos específicos a través de la acción de linfocitos T y B. A diferencia del

sistema inmune innato, que ofrece una respuesta generalizada ante cualquier patógeno, el

sistema adaptativo se activa cuando el cuerpo encuentra un agente infeccioso que no puede

controlar por sí solo. En la respuesta inmune humoral, las células B juegan un papel

fundamental, ya que son las encargadas de reconocer antígenos y, tras su activación,

producir anticuerpos que específicamente se dirigen a dichos antígenos.

Función de los Anticuerpos en la Respuesta Humoral

Los anticuerpos, también conocidos como inmunoglobulinas, son proteínas producidas por

las células B plasmáticas en respuesta a la presencia de antígenos. Existen varios tipos de

anticuerpos, entre los que se incluyen IgG, IgA, IgM, IgE e IgD, cada uno con funciones

particulares en la defensa inmunitaria. Los anticuerpos pueden neutralizar patógenos de


diversas maneras, como mediante la inhibición de la entrada de virus a las células, la

promoción de la fagocitosis (proceso por el cual los fagocitos ingieren los patógenos) y la

activación del sistema del complemento.

Las Células B: Iniciadoras de la Respuesta Humoral

Las células B son linfocitos que se originan en la médula ósea y desempeñan un papel

central en la respuesta inmune humoral. Cada célula B tiene un receptor específico en su

superficie que es capaz de reconocer un antígeno particular. Cuando la célula B se

encuentra con su antígeno específico, se activa y, en algunos casos, recibe señales de los

linfocitos T helpers para diferenciarse en células plasmáticas, que son responsables de la

producción de grandes cantidades de anticuerpos.

Mecanismos de Activación de las Células B

La activación de las células B se puede producir de dos formas principales: de manera T-

dependiente o T-independiente. La activación T-dependiente requiere la interacción de la

célula B con los linfocitos T helper (CD4+), que proporcionan señales adicionales a la

célula B para que se active y se diferencie en una célula plasmática productora de

anticuerpos. En contraste, la activación T-independiente ocurre en respuesta a antígenos que

no requieren la ayuda de células T, como ciertos polisacáridos de la superficie bacteriana.

Sin embargo, la activación T-dependiente tiende a generar una respuesta inmune más

robusta y duradera.

Diferenciación de las Células B en Células Plasmáticas y Células de Memoria


Una vez que las células B han sido activadas por un antígeno, algunas se diferencian en

células plasmáticas, que son responsables de la producción de anticuerpos específicos

contra ese antígeno. Otras células B se diferencian en células de memoria, que son capaces

de "recordar" el antígeno y proporcionar una respuesta más rápida y eficiente en futuras

exposiciones al mismo patógeno.

El Proceso de Producción de Anticuerpos

La producción de anticuerpos por parte de las células plasmáticas es un proceso altamente

especializado. Las células B inicialmente generan anticuerpos de clase IgM en respuesta a

la exposición a un antígeno. Posteriormente, a través de un proceso denominado cambio de

clase (isotipificación), las células B pueden producir anticuerpos de otras clases, como IgG,

IgA o IgE, dependiendo del tipo de patógeno y la localización de la infección. Cada clase

de anticuerpo tiene características y funciones específicas, como la capacidad de cruzar la

placenta (IgG) o de actuar en las mucosas (IgA).

El Sistema del Complemento: Un Componente Clave de la Respuesta Humoral

El sistema del complemento es un conjunto de proteínas plasmáticas que se activan en

respuesta a la presencia de patógenos, y que juegan un papel fundamental en la respuesta

inmune humoral. El complemento tiene diversas funciones, como la opsonización (marcaje

de los patógenos para su destrucción por células fagocíticas), la lisis de células patógenas y

la inflamación. El sistema del complemento se activa a través de tres vías principales: la vía

clásica, la vía alternativa y la vía de la lectina.

Vía Clásica del Complemento


La vía clásica del complemento es activada por la unión de anticuerpos (principalmente

IgG o IgM) a antígenos en la superficie de los patógenos. Una vez que los anticuerpos se

han unido al antígeno, la proteína C1 del complemento se activa. Esta activación

desencadena una cascada de eventos que culmina en la formación de un complejo

enzimático llamado C3-convertasa. Esta enzima escinde la proteína C3 en sus fragmentos

C3a y C3b, los cuales tienen efectos biológicos significativos en la respuesta inmune.

Vía Alternativa del Complemento

La vía alternativa del complemento se activa de manera espontánea, sin necesidad de

anticuerpos. En esta vía, pequeñas cantidades de C3 se escinden en el plasma, generando

C3b, que se une directamente a las superficies de los patógenos. El complejo C3bBb,

formado por C3b y factor B, actúa como C3-convertasa y amplifica la activación del

complemento.

Vía de la Lectina del Complemento

La vía de la lectina del complemento es iniciada por la unión de proteínas de

reconocimiento de patrones (como la lectina de unión a manosa) a estructuras presentes en

la superficie de los patógenos. Este proceso es similar a la vía clásica, pero no depende de

la presencia de anticuerpos, lo que la convierte en un mecanismo de defensa innato

importante.

Efectos Biológicos del Complemento

El complemento tiene una serie de efectos biológicos cruciales en la respuesta inmune. Uno

de los efectos más importantes es la opsonización, un proceso mediante el cual los


fragmentos del complemento, como C3b, se adhieren a las superficies de los patógenos.

Esto facilita la fagocitosis de los patógenos por células fagocíticas como los macrófagos y

neutrófilos, que tienen receptores para C3b. Además, el complemento promueve la

inflamación a través de la liberación de C3a y C5a, que actúan como anafilotoxinas y

aumentan la permeabilidad vascular.

Complejo de Ataque a la Membrana (MAC)

La activación del complemento también puede resultar en la formación del Complejo de

Ataque a la Membrana (MAC), que es responsable de la lisis directa de las células

patógenas. El MAC se forma cuando los fragmentos C5b, C6, C7, C8 y C9 se ensamblan en

una estructura que perfora la membrana celular, causando la muerte del patógeno por lisis

osmótica.

Regulación del Complemento

El sistema del complemento está estrictamente regulado para evitar daños a las células del

anfitrión. Existen varias proteínas reguladoras del complemento, como la proteína C1

inhibidora, que previenen la activación incontrolada del sistema y limitan su acción a las

superficies microbianas. Sin una regulación adecuada, el complemento podría inducir

inflamación excesiva o daño en los tejidos del propio cuerpo, contribuyendo a

enfermedades autoinmunes.

Respuesta Humoral en la Memoria Inmunológica

Una de las características más importantes del sistema inmune adaptativo es la memoria

inmunológica. Después de una infección o vacunación, las células B de memoria


permanecen en el organismo durante años o incluso toda la vida, proporcionando una

defensa rápida y eficiente si el patógeno vuelve a invadir. Esta memoria es la base de la

inmunidad adquirida y es aprovechada en las vacunas, que estimulan la producción de

células de memoria sin causar la enfermedad.

Interacciones entre la Respuesta Humoral y la Respuesta Celular

Aunque la respuesta humoral es fundamental en la defensa contra patógenos extracelulares,

la respuesta inmune celular también juega un papel crucial. Los linfocitos T, especialmente

los linfocitos T helper, son esenciales para la activación de las células B y la producción de

anticuerpos. Además, las células T citotóxicas pueden eliminar células infectadas por virus,

complementando la respuesta humoral al asegurar que los patógenos intracelulares también

sean eliminados.
Reconocimiento del antígeno y Activación del linfocito B inducida por el antígeno y

respuestas de anticuerpos dependientes e independientes del linfocito T cooperador.

El sistema inmunológico cuenta con células especializadas en detectar y combatir

patógenos invasores, entre ellas los linfocitos B, que son cruciales en la respuesta inmune

humoral. La función principal de los linfocitos B es reconocer antígenos específicos y

generar anticuerpos para neutralizar estos agentes extraños. Para comprender cómo los

linfocitos B responden a los antígenos, es necesario analizar los diferentes mecanismos de

activación y cómo las interacciones con los linfocitos T cooperadores juegan un papel

fundamental en este proceso.

El Receptor BCR: Mecanismo de Reconocimiento del Antígeno

El proceso comienza cuando los linfocitos B se encuentran con un antígeno. El linfocito B

tiene un receptor especializado en su membrana, denominado BCR (Receptor de Células

B), que es una forma de anticuerpo. Este receptor se une de manera específica a los

antígenos. En cuanto un linfocito B reconoce un antígeno, se desencadena una serie de

señales intracelulares que activan la célula, lo que lleva a su proliferación y diferenciación.

Es importante señalar que los antígenos pueden tener una estructura variada, como

proteínas, polisacáridos o incluso lípidos, pero los linfocitos B tienen la capacidad de

reconocer diferentes tipos de antígenos gracias a la diversidad de sus receptores BCR.

Proceso de Activación de los Linfocitos B por Antígenos Proteicos


Cuando los linfocitos B encuentran antígenos proteicos, el reconocimiento y la captación

del antígeno se acompaña de su procesamiento y presentación en la superficie celular

mediante las moléculas del Complejo Mayor de Histocompatibilidad (MHC) de clase II.

Este proceso permite que los linfocitos B presenten fragmentos del antígeno en su

superficie para ser reconocidos por los linfocitos T cooperadores CD4+. Esta interacción es

esencial para la activación completa del linfocito B, ya que los linfocitos T proporcionan

señales coestimuladoras que son necesarias para iniciar la respuesta inmune humoral.

Una vez que el linfocito T reconoce el complejo MHC-antígeno en el linfocito B, se activa

y libera citocinas como la interleucina-4 (IL-4), que desempeña un papel crucial en la

activación y diferenciación del linfocito B en células plasmáticas productoras de

anticuerpos.

Interacción entre el Linfocito B y el Linfocito T Cooperador

La interacción entre el linfocito B y el linfocito T cooperador es una de las piedras

angulares de la respuesta inmune adaptativa. Este proceso se facilita por el contacto de

moléculas coestimuladoras como CD40, en el linfocito B, y CD40L, en el linfocito T

cooperador. La activación de CD40 en el linfocito B no solo incrementa su proliferación,

sino que también facilita su migración hacia los centros germinales en los ganglios

linfáticos, donde se lleva a cabo la maduración de la afinidad de los anticuerpos.

En los centros germinales, los linfocitos B experimentan una selección y proliferación

intensa, donde los linfocitos B con mayor afinidad por el antígeno son seleccionados para
sobrevivir y diferenciarse en células plasmáticas. Este proceso asegura una respuesta

inmune de alta calidad, capaz de eliminar eficientemente los patógenos invasores.

Antígenos Dependientes de T: Activación del Linfocito B Mediado por Linfocitos T

Cooperadores

Los antígenos dependientes de T (TD) son aquellos que requieren la ayuda de los

linfocitos T para inducir una respuesta inmune efectiva. Estos antígenos, generalmente

proteínas, son procesados y presentados por los linfocitos B en asociación con moléculas

MHC II, lo que facilita la interacción con los linfocitos T cooperadores CD4+. En respuesta

a esta activación, los linfocitos T liberan citocinas, como la IL-4, IL-5 e IL-21, que son

fundamentales para la diferenciación de los linfocitos B en células plasmáticas productoras

de anticuerpos.

Un aspecto importante de la respuesta inmune dependiente de T es el cambio de isotipo o

switch de isotipo que ocurre en los linfocitos B. Este proceso permite que un linfocito B

produzca diferentes clases de anticuerpos, como IgM, IgG, IgA o IgE, dependiendo de las

señales de citocinas que reciba. Por ejemplo, en presencia de IL-4, los linfocitos B cambian

hacia la producción de anticuerpos IgE, lo cual es crucial para las respuestas contra

parásitos y para la activación de la respuesta alérgica.

Cambio de Isotipo y Diversificación de Anticuerpos

El cambio de isotipo permite que los linfocitos B produzcan anticuerpos de diferentes

clases (IgM, IgG, IgA, IgE) sin cambiar su especificidad hacia un antígeno determinado.

Este proceso es crucial porque cada isotipo tiene funciones específicas. Por ejemplo, IgM
es el primer anticuerpo producido durante una respuesta inmune primaria y es muy efectivo

para activar el sistema de complemento. Mientras tanto, IgG es más eficiente en la

opsonización de patógenos y la activación de células inmunes como los macrófagos y

neutrófilos. IgA, por su parte, juega un papel clave en la protección de las mucosas.

Antígenos Independientes de T: Características y Mecanismo de Activación de

Linfocitos B

A diferencia de los antígenos dependientes de T, los antígenos independientes de T (TI)

no requieren la intervención de linfocitos T para inducir una respuesta inmune. Los

antígenos TI son típicamente polisacáridos, glucolípidos o nucleótidos que poseen

estructuras repetitivas o multivalentes, lo que permite que los receptores BCR de los

linfocitos B se activen de forma directa al unirse a estas estructuras.

El mecanismo de activación por antígenos TI depende del cruzamiento del BCR, lo que

genera una señalización intracelular suficiente para activar el linfocito B. Además, la

activación de los linfocitos B por antígenos TI también se ve potenciada por otras señales

proporcionadas por receptores de complemento como CR2 o por la activación de

receptores tipo Toll (TLRs), que refuerzan la respuesta inmune.

Respuestas de Anticuerpos en Antígenos Independientes de T

La respuesta de anticuerpos frente a antígenos TI está dominada por la producción de

anticuerpos IgM, que son los primeros en ser generados. Aunque la producción de IgM es

rápida y eficiente, la afinidad del anticuerpo en respuesta a antígenos TI es relativamente

baja en comparación con las respuestas dependientes de T. Esto se debe a la falta de


maduración de afinidad y selección de linfocitos B de alta afinidad en ausencia de la ayuda

de linfocitos T.

En algunos casos, los antígenos TI pueden inducir un cambio de isotipo limitado, como

ocurre en la respuesta a los polisacáridos capsulares de bacterias. Sin embargo, este proceso

no es tan eficiente como en las respuestas dependientes de T, lo que limita la diversidad y

afinidad de los anticuerpos generados.

Regulación de la Respuesta Inmunitaria por Retroalimentación Inmunológica

Una vez que los linfocitos B se activan y comienzan a generar anticuerpos, la respuesta

inmune está sujeta a mecanismos de regulación para evitar una sobreproducción de

anticuerpos o una respuesta inapropiada. Uno de estos mecanismos es la retroalimentación

negativa mediada por el receptor FcγRIIB, que se encuentra en la superficie de los

linfocitos B. Este receptor se activa cuando los anticuerpos generados se unen al antígeno,

lo que inhibe la señalización adicional de los linfocitos B y limita la respuesta.


Inflamación: Generalidades, Mecanismos de inflamación

La inflamación es un proceso biológico complejo y fundamental para la protección del

organismo ante diversos tipos de agresiones, como infecciones, lesiones tisulares o

sustancias nocivas. Es una respuesta fisiológica que tiene como objetivo eliminar el agente

agresor y reparar el daño en los tejidos afectados. Sin embargo, cuando este proceso se

desregula o persiste más allá de lo necesario, puede llevar al desarrollo de enfermedades

crónicas y autoinmunes. En este contexto, la inflamación se clasifica principalmente en dos

tipos: inflamación aguda e inflamación crónica, cada una con características y mecanismos

distintos.

Características Generales de la Inflamación

La inflamación, aunque generalmente es beneficiosa para el organismo, puede ser

perjudicial si se prolonga o no se controla. En términos generales, la inflamación es una

respuesta de defensa del cuerpo que se activa cuando los tejidos son dañados por una

lesión, infección o irritación. Los síntomas clásicos de la inflamación incluyen

enrojecimiento, calor, hinchazón, dolor y pérdida de función en el área afectada. Estos

síntomas son causados por una serie de eventos moleculares y celulares que se

desencadenan para enfrentar la agresión.

Respuesta Inflamatoria Aguda

La inflamación aguda es la respuesta inicial del cuerpo ante una lesión o una invasión

microbiana. Se caracteriza por una rápida activación y una corta duración, cuyo objetivo

principal es eliminar el agente agresor y restaurar la homeostasis. La inflamación aguda

puede ocurrir en cualquier tejido vascularizado del cuerpo. En esta fase, se produce una
vasodilatación de los vasos sanguíneos y un aumento en la permeabilidad vascular, lo que

permite que los leucocitos y las proteínas del plasma lleguen rápidamente al sitio afectado

para neutralizar el agente nocivo.

Respuesta Inflamatoria Crónica

La inflamación crónica es una respuesta inflamatoria prolongada que puede durar semanas,

meses o incluso años. Este tipo de inflamación suele estar asociada con enfermedades

autoinmunes, infecciones persistentes, o la exposición prolongada a agentes dañinos como

el humo del tabaco o productos químicos. En la inflamación crónica, los mecanismos de

defensa del cuerpo no logran resolver completamente la causa de la inflamación, lo que

lleva a un daño constante en los tejidos y una cicatrización anormal.

Mecanismos de Inflamación

El proceso inflamatorio está mediado por una serie de señales moleculares y células

especializadas que trabajan en conjunto para desencadenar, amplificar y resolver la

respuesta inflamatoria. Estos mecanismos incluyen la liberación de mediadores químicos, la

activación de diversas células inmunológicas y la interacción de los sistemas de defensa del

cuerpo.

Activación de los Mediadores Químicos

Los mediadores químicos son moléculas que juegan un papel crucial en la activación y

regulación de la inflamación. Los principales mediadores son las citoquinas,

prostaglandinas, leucotrienos, y el sistema del complemento. Cada uno de estos mediadores

tiene una función específica en las distintas fases de la inflamación.


1. Citoquinas: Son proteínas pequeñas que actúan como señales entre las células. Las

citoquinas proinflamatorias, como el factor de necrosis tumoral (TNF), la

interleucina-1 (IL-1) y la interleucina-6 (IL-6), son fundamentales para iniciar y

amplificar la inflamación. Estas citoquinas activan las células endoteliales,

promueven la vasodilatación y aumentan la permeabilidad de los vasos sanguíneos,

permitiendo que los leucocitos y proteínas del plasma lleguen al sitio de la

inflamación.

2. Prostaglandinas y Leucotrienos: Los ácidos grasos poliinsaturados en la

membrana celular pueden convertirse en mediadores lipídicos como las

prostaglandinas y los leucotrienos a través de la acción de las enzimas

ciclooxigenasa (COX) y lipoxigenasa (LOX), respectivamente. Las prostaglandinas

tienen un papel clave en la vasodilatación, la sensibilización del dolor y la fiebre,

mientras que los leucotrienos son potentes quimiotácticos y participan en la

contracción de los músculos lisos.

3. Sistema del Complemento: El sistema del complemento es una serie de proteínas

plasmáticas que se activan en cadena para atacar a los patógenos invasores. Los

componentes del complemento también participan en la inflamación, ayudando a la

opsonización (marcado) de los patógenos para su eliminación y en la activación de

otras células del sistema inmune.

Fase de la Respuesta Inflamatoria

El proceso inflamatorio se desarrolla en varias fases, que se describen a continuación:


1. Fase Inicial: La inflamación se inicia cuando las células del tejido dañado liberan

mediadores como la histamina, la serotonina y las prostaglandinas, que provocan la

vasodilatación y aumentan la permeabilidad de los vasos sanguíneos. Esto permite

la salida de plasma y células inmunológicas hacia el sitio de la lesión.

2. Fase de Amplificación: A medida que la inflamación progresa, se reclutan más

células inmunológicas, como los neutrófilos, macrófagos y linfocitos. Estos células

participan en la eliminación del patógeno mediante fagocitosis, y liberan más

citoquinas que amplifican la respuesta inflamatoria. Además, se activa el sistema del

complemento, que promueve la destrucción de los patógenos y la liberación de más

mediadores inflamatorios.

3. Fase de Resolución: Una vez que el agente agresor ha sido eliminado, el cuerpo

debe comenzar a resolver la inflamación para evitar daño tisular. Esto incluye la

eliminación de células dañadas y la restauración de la barrera tisular mediante la

regeneración celular. Los mediadores de resolución, como las resolvinas y

protectinas, desempeñan un papel fundamental en la terminación de la inflamación.

4. Fase de Reparación y Cicatrización: Durante esta fase final, las células del tejido

lesionado, como los fibroblastos y las células endoteliales, trabajan para reparar la

estructura tisular dañada. Esto puede implicar la formación de nuevo tejido

conectivo y la restauración de la integridad del tejido epitelial o endotelial.

Mecanismos de Resolución de la Inflamación

La resolución de la inflamación es tan crucial como su inicio, ya que una inflamación no

resuelta puede llevar a daño crónico en los tejidos. La resolución es un proceso activo,
mediado por moléculas antiinflamatorias y mecanismos de eliminación de residuos

celulares. Entre los mediadores más importantes en la resolución de la inflamación se

encuentran:

1. Resolvininas y Protectinas: Estos son mediadores derivados de los ácidos grasos

omega-3 que ayudan a detener la inflamación y promueven la regeneración del

tejido dañado. Su acción incluye la inhibición de la producción de citoquinas

proinflamatorias y la facilitación de la eliminación de células apoptóticas.

2. TGFβ (Factor de Crecimiento Transformante Beta): Esta citoquina

antiinflamatoria desempeña un papel crucial en la resolución de la inflamación al

inhibir la producción de mediadores proinflamatorios y promover la reparación

tisular.

3. Interleucina-10 (IL-10): La IL-10 es una citoquina antiinflamatoria que inhibe la

producción de otras citoquinas proinflamatorias, lo que contribuye a la resolución

de la inflamación y la prevención de la fibrosis.

Inflamación Crónica y Enfermedades Asociadas

Cuando la inflamación no se resuelve de manera adecuada, puede dar lugar a una

inflamación crónica, que se asocia con una serie de enfermedades graves, como la artritis

reumatoide, la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), la aterosclerosis y algunos tipos de

cáncer.

Artritis Reumatoide
La artritis reumatoide es una enfermedad autoinmune caracterizada por una inflamación

crónica en las articulaciones, que da lugar a dolor, hinchazón y daño articular. En esta

enfermedad, el sistema inmunológico ataca erróneamente el revestimiento de las

articulaciones, lo que genera una inflamación persistente y la destrucción del cartílago y

hueso.

Enfermedad Inflamatoria Intestinal

La enfermedad inflamatoria intestinal (EII), que incluye la colitis ulcerosa y la enfermedad

de Crohn, es otra patología vinculada a la inflamación crónica. En esta condición, el

sistema inmune ataca las células del tracto digestivo, lo que resulta en una inflamación

prolongada y en la aparición de úlceras y otros daños en la mucosa intestinal.

Aterosclerosis

La aterosclerosis es una enfermedad cardiovascular caracterizada por la acumulación de

placas de grasa, colesterol y otras sustancias en las paredes de las arterias. Esta

acumulación está acompañada por una inflamación crónica en los vasos sanguíneos, lo que

puede llevar a la obstrucción de los vasos y aumentar el riesgo de eventos cardiovasculares,

como infartos o accidentes cerebrovasculares.

Fibrosis y Cicatrización Tisular

Una de las consecuencias de la inflamación crónica no resuelta es la fibrosis, un proceso en

el cual el tejido normal es reemplazado por tejido cicatricial. La fibrosis es común en

enfermedades crónicas como la cirrosis hepática y la fibrosis pulmonar idiopática. Este


proceso implica la acumulación de colágeno y otras proteínas de la matriz extracelular, lo

que altera la función del órgano afectado.


Inmunidad Órgano-específica

Tracto Genital Masculino (Testículo)

El testículo es un órgano que presenta características inmunológicas únicas, siendo

considerado un órgano inmunoprivilegiado. Esta particularidad se debe a los mecanismos

que controlan las respuestas inmunes dentro del testículo para proteger la producción de

esperma y mantener la fertilidad. A pesar de estar expuesto a células espermáticas que

expresan antígenos desconocidos para el sistema inmune, el testículo logra evitar

reacciones inmunológicas que podrían dañarlo.

Las células de Sertoli, que son células especializadas en la regulación de la

espermatogénesis, no solo tienen la función de producir testosterona, sino que también

secretan una serie de moduladores que inhiben la respuesta inmune local. Esto se convierte

en un mecanismo clave que permite la tolerancia frente a las células espermáticas, que por

sus características antigénicas son reconocidas como extrañas por el sistema inmunológico.

Sin embargo, a pesar de esta tolerancia, se ha observado que ciertas citoquinas

proinflamatorias como la IL-1α e IL-6 y moléculas como activina A se expresan en

abundancia en el testículo y cumplen una función paradójica: en lugar de inducir una

inflamación, promueven la formación de espermatozoides. Este fenómeno resalta un

aspecto fascinante del sistema inmunológico del testículo, que combina tanto la protección

contra la inflamación como la producción de células reproductivas.

Dentro del testículo, se encuentran macrófagos (Møs) que, además de participar en la

defensa contra infecciones, ayudan en la producción de 25-hidroxicolesterol, precursor de

la testosterona, en las células de Leydig. Aunque no hay linfocitos B (LsB), sí se


encuentran linfocitos T (LsT) y células natural killer (NK), las cuales tienen funciones de

vigilancia. El testículo también alberga algunas células dendríticas (DCs) y macrófagos

adicionales, que cooperan en el mantenimiento de la inmunidad local.

Barrera Sangre-Testículo (BTB)

Una de las características más destacadas del testículo es la existencia de la barrera

sangre-testículo (BTB). Esta barrera está formada por las células de Sertoli que, como

células epiteliales, crean una estructura que protege a los espermatozoides de cualquier

ataque del sistema inmune. La BTB actúa como un sistema de protección extremadamente

eficiente, evitando la entrada de moléculas inmunológicas y células del sistema inmune que

podrían dañar las células germinales. No obstante, esta barrera tiene mecanismos de

entrada selectiva, lo que permite que, en condiciones normales, solo las células de

vigilancia inmunitaria puedan acceder al testículo.

Cuando el testículo sufre un trauma o una infección, la barrera BTB se vuelve más

permeable, lo que facilita la entrada de células inmunitarias para combatir la agresión. Sin

embargo, esta capacidad de adaptación sigue estando controlada de manera estricta para no

desencadenar un proceso inflamatorio dañino.

Inmunidad Externa al Testículo

Fuera del testículo, los espermatozoides pueden convertirse en inmunógenos cuando entran

en contacto con el cuerpo femenino, especialmente en el tracto reproductivo. Esto se debe a

la posibilidad de que el sistema inmune femenino genere anticuerpos contra los antígenos

presentes en los espermatozoides. La formación de estos anticuerpos puede interferir con la


movilidad de los espermatozoides a través del cuello uterino, su migración por las trompas

de Falopio o su capacidad para penetrar el óvulo, lo que podría generar infertilidad.

Las orquitis (inflamación de los testículos) pueden ser causadas por varios factores, como

infecciones virales (por ejemplo, el virus de las paperas), bacterias como Neisseria

gonorrhoeae, o enfermedades autoinmunes. Cualquiera de estos factores puede alterar la

función testicular e incluso causar infertilidad si no se controla adecuadamente la

inflamación.

Riñón: Un Órgano de Filtración y su Respuesta Inmunológica

El riñón, siendo un órgano de filtración, está especialmente expuesto a los efectos de los

complejos inmunes. Estos complejos, que se forman cuando los anticuerpos se unen a los

antígenos en circulación, pueden depositarse en el glomérulo, una de las estructuras claves

del riñón, e inducir la activación del complemento, lo que provoca una serie de respuestas

inflamatorias. La acumulación de estos complejos inmunes puede dañar las estructuras

renales y alterar la función del riñón, dando lugar a enfermedades como la

glomerulonefritis.

Mecanismos de Glomerulonefritis

Existen varios mecanismos que explican cómo los complejos inmunes causan inflamación

en los riñones:

1. Precipitación de complejos inmunes circulantes: Estos complejos pueden

depositarse en el glomérulo y activar el complemento por la vía clásica,


desencadenando una respuesta inflamatoria que daña los vasos sanguíneos y los

tejidos del riñón.

2. Unión de anticuerpos y antígenos: Los anticuerpos presentes en el glomérulo

pueden unirse a los antígenos que circulan en la sangre, lo que también activa la

cascada del complemento.

3. Producción de anticuerpos contra antígenos atrapados en el riñón: En algunos

casos, los antígenos atrapados en el riñón pueden inducir la formación de complejos

inmunes in situ. Estos complejos pueden activar el complemento por la vía alterna,

lo que también contribuye al daño renal.

4. Infiltración de linfocitos T (LsT) y macrófagos (Møs): Estas células inmunitarias

tienen actividad citotóxica y pueden atacar directamente las estructuras del riñón,

causando daño adicional.

La glomerulonefritis es una enfermedad compleja que puede tener múltiples formas,

dependiendo del tipo de complejos inmunes involucrados y la respuesta inmunitaria del

organismo. Esta condición puede llevar a una alteración significativa de la función renal si

no se trata adecuadamente.

Sistema Nervioso: Integración de Inmunidad y Respuestas Inflamatorias

El sistema nervioso juega un papel fundamental en la regulación de la respuesta inmune.

Este sistema no solo actúa como el centro de control del cuerpo, sino que también se

comunica constantemente con el sistema inmune para garantizar que las respuestas

inflamatorias sean apropiadas y no perjudiciales para los órganos.


El sistema nervioso central (SNC) está protegido de agentes externos por estructuras

duras como el cráneo y la columna vertebral, que lo aíslan de los traumas y

microorganismos. A su vez, las meninges que rodean el SNC participan en la formación de

barreras que controlan la entrada de sustancias inmunológicas.

Barreras Vasculares del Sistema Nervioso

Existen tres barreras vasculares que protegen al SNC:

1. Blood-Brain Barrier (BBB): Esta barrera está formada por un endotelio

especializado que impide la entrada de células inmunitarias, como los linfocitos T, y

de muchas moléculas inflamatorias bajo condiciones normales. Sin embargo, en

situaciones de inflamación, la BBB se vuelve más permeable, permitiendo que

linfocitos T de tipo Th1 entren en el cerebro.

2. Blood-Cerebrospinal Fluid Barrier (BCSFB): Esta barrera se encuentra en los

plexos coroides y regula el paso de células inmunitarias, permitiendo en condiciones

de reposo que linfocitos T de memoria puedan acceder al SNC para realizar una

vigilancia constante.

3. Blood-Leptomeningeal Barrier (BLMB): Esta barrera también es una forma de

protección, localizada en las meninges, que regula el paso de células inmunitarias

hacia el espacio subaracnoideo.

Órganos Circunventriculares y el Sistema Inmunológico


El OVLT (organum vasculorum laminae terminalis) es una región del SNC donde la BBB

no es tan estricta, permitiendo el paso de ciertos agentes inmunológicos, como pirógenos

(TNF, IL-1), que pueden inducir fiebre y otras respuestas inflamatorias. Este mecanismo

resalta cómo el SNC, a pesar de estar altamente protegido, mantiene vías de comunicación

con el sistema inmune para coordinar una respuesta sistémica cuando es necesario.

Nervios Periféricos y Sistema Nervioso Autónomo

El sistema nervioso periférico y el sistema nervioso autónomo (SNA) también tienen una

función relevante en la regulación de la respuesta inmune. Los nervios periféricos sirven

de comunicación entre el SNC y todos los órganos y tejidos, transmitiendo mensajes que

regulan la función de los órganos y la respuesta inmunitaria.

El SNA tiene componentes como el sistema simpático, el nervio vago y el sistema

entérico autónomo, que influyen en la actividad inmune de los órganos linfoides. La

norepinefrina y otros neurotransmisores del sistema simpático pueden estimular la

activación de linfocitos T y B, facilitando así la respuesta inmune frente a patógenos.

El nervio vago, por su parte, también juega un papel crucial al transmitir señales de

inflamación al SNC y de vuelta a los órganos periféricos, modulando la respuesta del

sistema inmune.
Inmunología de la cavidad oral

La cavidad oral, que incluye estructuras como los dientes, encías, lengua, paladar y faringe,

no solo cumple funciones mecánicas, sino que también está equipada con un sistema

inmune altamente especializado. Este sistema de defensa protege al organismo de los

microorganismos patógenos que pueden ingresar al cuerpo a través de la ingesta de

alimentos, bebidas o el contacto con el aire. A lo largo de este informe, se explorarán los

diferentes componentes del sistema inmunológico de la cavidad oral, su estructura, función,

mecanismos de defensa y su interacción con otros sistemas del cuerpo humano.

Componentes del Sistema Inmunológico Oral

El sistema inmune de la cavidad oral está compuesto por una serie de componentes que

incluyen células especializadas, órganos linfáticos, tejidos y mecanismos biológicos que

trabajan en conjunto para proteger el organismo de infecciones. Entre los componentes más

importantes se encuentran las células presentadoras de antígenos (APCs), linfocitos y

células efectoras.

1. Células Presentadoras de Antígenos (APCs)

Las células dendríticas (DCs) son una parte fundamental del sistema inmune oral. Estas

células actúan como los "centinelas" del sistema inmune, capturando antígenos que

provienen de los patógenos presentes en la cavidad oral. Las DCs tienen la capacidad de

presentar estos antígenos a los linfocitos T, lo que activa la respuesta inmune adaptativa.

Además de las células dendríticas, las células de Langerhans en la epidermis también

juegan un papel crucial en la captura y presentación de antígenos.

2. Linfocitos en la Cavidad Oral


El sistema inmunológico de la cavidad oral incluye varios tipos de linfocitos que tienen

funciones clave en la respuesta inmune. Los linfocitos T y B son los principales encargados

de coordinar la defensa frente a infecciones:

 Linfocitos T: Existen diferentes subgrupos de linfocitos T en la cavidad oral, entre

ellos los LsCD4, LsCD8, LsTreg, Th1, Th2, Th17. Cada uno tiene una función

específica en la defensa contra infecciones. Los linfocitos T son responsables de

reconocer y destruir las células infectadas por patógenos o de ayudar a coordinar la

respuesta inmune de otros linfocitos.

 Linfocitos B: Los linfocitos B son esenciales en la producción de anticuerpos, que

son proteínas que ayudan a neutralizar y eliminar los patógenos. Los linfocitos B en

la cavidad oral pueden diferenciarse en células plasmáticas que secretan IgM, y, en

ciertos casos, en linfocitos B de memoria que producen IgA, un anticuerpo que

tiene un papel crucial en la protección de las mucosas.

Anillo de Waldeyer: El Centro del Sistema Inmunológico Oral

El Anillo de Waldeyer es un conjunto de tejido linfático especializado que se encuentra en

la nasofaringe y orofaringe, incluyendo las amígdalas nasofaríngeas, palatinas y

linguales. Este anillo es fundamental para la defensa inmunológica de las vías respiratorias

superiores, actuando como una barrera inicial contra los microorganismos que ingresan a

través de la boca o la nariz.

1. Estructura de las Amígdalas y su Función en la Respuesta Inmunitaria


Las amígdalas linguales y palatinas son órganos linfáticos no encapsulados que se

encuentran por debajo del epitelio escamoso estratificado de la mucosa. Estas amígdalas

están formadas principalmente por folículos linfáticos, estructuras que contienen centros

germinales donde los linfocitos B se activan y proliferan para generar anticuerpos.

Las amígdalas están atravesadas por múltiples criptas (invaginaciones profundas en su

superficie epitelial), que permiten que las células presentadoras de antígenos (como las

células dendríticas) interactúen con los antígenos de los microorganismos presentes en la

cavidad oral. La función de estas criptas es facilitar la captura y presentación de antígenos a

los linfocitos, iniciando así la respuesta inmune.

2. Diferencias entre las Amígdalas y Otros Órganos Linfoides

Aunque las amígdalas forman parte del sistema GALT (Tejido Linfoide Asociado al

Intestino), tienen características únicas en comparación con otros órganos linfáticos. A

diferencia del intestino, donde las células epiteliales intestinales se encargan de la captación

de antígenos, las amígdalas están separadas de la cavidad oral por múltiples capas de

células epiteliales escamosas. Esto proporciona una capa adicional de protección contra

los patógenos.

3. Respuesta Inmunitaria de las Amígdalas

En respuesta a infecciones, las amígdalas pueden aumentar de tamaño, un fenómeno

conocido como hipertrofia amigdalina. Este aumento de tamaño se debe a la activación de

los linfocitos B y T, que producen anticuerpos, particularmente IgA, para neutralizar los
patógenos. Las infecciones más comunes que inducen este aumento incluyen infecciones

estreptocócicas y Epstein-Barr, ambas frecuentes en niños.

Mecanismos de Defensa de la Cavidad Oral

La cavidad oral está constantemente expuesta a patógenos debido a su contacto con el aire

y los alimentos. Para protegerse, dispone de varios mecanismos de defensa que incluyen

tanto barreras físicas como respuestas inmunitarias activas.

1. Barreras Físicas: La Mucosa Oral

La mucosa oral sirve como una barrera física que protege los tejidos subyacentes de la

cavidad oral. Está compuesta por epitelio escamoso estratificado que proporciona una

primera línea de defensa contra la entrada de microorganismos. Además, la saliva, que

contiene lisozima y proteínas antimicrobianas, contribuye a la eliminación de patógenos.

2. La Flora Bacteriana Oral y su Relación con el Sistema Inmune

La cavidad oral alberga una compleja flora bacteriana que desempeña un papel crucial en

la inmunidad local. Se han identificado más de 800 especies bacterianas que habitan la

boca, y aunque su composición varía entre individuos, existen ciertas especies prevalentes,

como Streptococcus, Haemophilus, Prevotella y Veillonella.

La presencia de estas bacterias en la boca ayuda a mantener un equilibrio que previene la

colonización de patógenos invasores. Además, algunas de estas bacterias son capaces de

estimular una respuesta inmune protectora, ayudando al sistema inmunológico a estar alerta

ante posibles infecciones.


3. El Papel de la Saliva en la Defensa Inmunológica

La saliva juega un papel fundamental en la protección de la cavidad oral. No solo actúa

como un lubricante, sino que contiene diversas moléculas antimicrobianas, como lisozima,

defensinas y anticuerpos IgA. Los anticuerpos IgA secretados en la saliva pueden

neutralizar patógenos en la superficie de la mucosa oral, evitando su penetración y

propagación.

Relación entre la Cavidad Oral y Otros Órganos Linfoides

El sistema inmune de la cavidad oral no funciona de manera aislada. Está interconectado

con otros órganos linfáticos del cuerpo a través de una red de ganglios linfáticos y vasos

sanguíneos. Esta interconexión permite que la respuesta inmune en la cavidad oral esté

coordinada con el resto del cuerpo, proporcionando una defensa inmune más eficaz.

1. Conexiones Linfáticas de las Amígdalas

Las amígdalas linguales y palatinas están conectadas con varios ganglios linfáticos

cervicales, submaxilares y yugulares internos. Estos ganglios reciben el drenaje linfático

de la cavidad oral y nasal, facilitando la distribución de las células inmunológicas y las

respuestas de anticuerpos en todo el cuerpo.

2. La Comunicación entre los Ganglios Linfáticos y el Sistema Inmunológico

Corporal

A través de las conexiones linfáticas, las amígdalas pueden influir en las respuestas

inmunitarias sistémicas, lo que asegura que las infecciones orales no se limiten solo a la

cavidad oral, sino que el sistema inmune esté preparado para responder a infecciones en

otras áreas del cuerpo.


MALT: Tejido Linfoide Asociado a las Mucosas

El MALT (Tejido Linfoide Asociado a las Mucosas) es una red de tejidos linfoides

distribuidos por diversas partes del cuerpo, incluidas las mucosas de la cavidad oral,

intestinos, bronquios y nasofaringe. Este sistema proporciona defensa contra los patógenos

que ingresan a través de las vías mucosas. En la cavidad oral, el MALT trabaja en conjunto

con el anillo de Waldeyer para proteger las mucosas orales y nasofaríngeas.


Tolerancia

La tolerancia inmunológica es un mecanismo fundamental que permite al sistema inmune

reconocer las propias células y moléculas del organismo como "no extrañas", evitando una

respuesta inmunológica contra ellas. Sin este mecanismo de tolerancia, el sistema inmune

podría atacar de manera inapropiada los tejidos del propio cuerpo, lo que daría lugar a

enfermedades autoinmunes. Este proceso es crucial para mantener la homeostasis

inmunológica y la salud general del organismo.

Conceptos Fundamentales de la Tolerancia Inmunológica

La tolerancia inmunológica puede entenderse como el proceso por el cual el sistema

inmune se “entrena” para distinguir entre lo propio y lo extraño. A través de la tolerancia, el

sistema inmune evita atacar las células y tejidos del cuerpo mientras mantiene su capacidad

para defenderse de infecciones y otros patógenos. Este proceso ocurre principalmente en

dos fases:

 Tolerancia Central: Ocurre en los órganos linfoides primarios, como el timo y la

médula ósea. En estos órganos, los linfocitos en desarrollo (linfocitos T y B) se

exponen a una variedad de antígenos del propio organismo. Aquellos linfocitos que

reaccionan fuertemente a los antígenos propios son eliminados mediante un proceso

llamado selección negativa.

 Tolerancia Periférica: Esta tolerancia ocurre en los órganos y tejidos periféricos

fuera de los órganos linfoides. La tolerancia periférica es fundamental para la

prevención de respuestas inmunes inapropiadas y garantiza que los linfocitos que

escaparon a la tolerancia central no provoquen autoinmunidad. Los linfocitos


autorreactivos son suprimidos o eliminados en la periferia mediante varios

mecanismos, como la anergia (inactivación) o la supresión por células T reguladoras

(Tregs).

Mecanismos de Tolerancia en el Sistema Inmune

El sistema inmune tiene múltiples mecanismos para evitar respuestas autoinmunes. Estos

incluyen:

 Selección negativa en el timo y la médula ósea: Durante el desarrollo de los

linfocitos T en el timo, aquellos que muestran alta afinidad por los antígenos

propios son eliminados. De manera similar, en la médula ósea, los linfocitos B que

reconocen autoantígenos son eliminados.

 Células T reguladoras (Tregs): Las Tregs juegan un papel esencial en la tolerancia

periférica. Estas células son capaces de suprimir la actividad de otras células

inmunitarias que podrían atacar al propio organismo. Las Tregs actúan mediante la

secreción de citocinas inmunosupresoras como la IL-10 y el TGF-β, y también por

contacto directo con otras células inmunes.

 Anergia de células T autorreactivas: Si una célula T autorreactiva no recibe las

señales adecuadas de coestimulación, entra en un estado de anergia, lo que la

inactiva. Esto evita que las células T reacciones contra los antígenos propios del

cuerpo.

 Muerte celular programada (apoptosis): Las células autorreactivas que no son

eliminadas mediante otros mecanismos de tolerancia son finalmente eliminadas por


apoptosis, un proceso que lleva a la muerte celular programada de las células

defectuosas.

El Papel de los Estrógenos en la Regulación de la Respuesta Inmune

Los estrógenos son hormonas sexuales femeninas que tienen un impacto significativo sobre

el sistema inmunológico. Los efectos de los estrógenos sobre la inmunidad son complejos y

pueden tener efectos tanto beneficiosos como perjudiciales, dependiendo de los niveles

hormonales y del contexto biológico.

Mecanismo de Acción de los Estrógenos en el Sistema Inmune

Los estrógenos ejercen sus efectos inmunomoduladores a través de su interacción con los

receptores de estrógenos (ESR1 y ESR2), que están presentes en diferentes células del

sistema inmune. Estos receptores se encuentran en células como linfocitos T, linfocitos B y

macrófagos, y su activación puede influir en la expresión de varios genes involucrados en

la respuesta inmune.

Efectos de los Estrógenos en las Células del Sistema Inmune

Los altos niveles de estrógenos en mujeres, particularmente durante la fase reproductiva del

ciclo menstrual, pueden influir en la función de las células inmunes. En particular, los

estrógenos aumentan la expresión de los receptores CCR5 y CCR1 en los linfocitos T, lo

que favorece su respuesta ante las quimioquinas CC. Estas quimioquinas son esenciales

para la migración y activación de los linfocitos en sitios de infección o inflamación.

El Efecto de los Estrógenos en la Respuesta Inmune de las Mujeres


Gracias a los estrógenos, las mujeres tienden a tener una respuesta inmune más robusta en

comparación con los hombres. Esto puede explicar por qué las mujeres en general tienen

una mayor protección contra ciertas infecciones. Sin embargo, esta mayor respuesta inmune

también puede hacer que las mujeres sean más susceptibles a enfermedades autoinmunes,

como el lupus eritematoso sistémico, donde el sistema inmune ataca erróneamente sus

propios tejidos.

El Sistema Linfoide como Órgano Endocrino

Además de su papel en la respuesta inmune, el sistema linfoide también actúa como un

órgano endocrino, regulando no solo las funciones inmunológicas sino también otras

funciones fisiológicas clave en el cuerpo. Un ejemplo de esto es la secreción de hormonas

como las timosinas, que son producidas por el timo y que actúan sobre los linfocitos T en

desarrollo, las células madre de la médula ósea y el hipotálamo.

El Timo y las Timosinas

Las timosinas son un grupo de hormonas producidas por el timo que regulan la maduración

y diferenciación de los linfocitos T. Además, estas hormonas también afectan la producción

de hormonas hipotalámicas e hipofisiarias, lo que establece un vínculo entre el sistema

inmunológico y el sistema endocrino.

Las Hormonas Producidas por los Linfocitos T

Los linfocitos T, al ser activados por estímulos antigénicos, pueden producir una variedad

de hormonas y neuropéptidos, tales como ACTH, beta-endorfinas, encefalinas, prolactina,

hormona del crecimiento, oxitocina y vasopresina. Estos mediadores no solo influyen en la


respuesta inmune, sino que también tienen efectos sobre otros sistemas del organismo,

incluidos el sistema nervioso y el sistema endocrino.

Interacción Entre el Sistema Inmune y el Sistema Nervioso

El sistema nervioso central (SNC) y el sistema inmune están estrechamente

interconectados. A través de la neuroinmunología, el SNC modula tanto la activación como

la inhibición del sistema inmune, ayudando a regular la intensidad de las respuestas

inmunológicas.

El Eje Hipotálamo-Hipófisis-Adrenal

El eje hipotálamo-hipófisis-adrenal es una vía crucial que conecta el sistema nervioso con

el sistema inmune. Cuando el cuerpo experimenta estrés, el eje hipotálamo-hipófisis-

adrenal activa la liberación de hormonas como los glucocorticoides, que tienen efectos

inmunosupresores. Estos glucocorticoides ayudan a reducir la inflamación y a moderar la

respuesta inmune, evitando una sobreactivación que podría dañar los tejidos del cuerpo.

Efectos de la Adrenalina y el Sistema Nervioso Simpático en la Respuesta Inmune

La adrenalina, que es producida por la glándula adrenal, también tiene efectos importantes

sobre el sistema inmune. La activación del sistema nervioso simpático en respuesta al estrés

agudo puede inducir una mayor producción de adrenalina, lo que a su vez modula la

actividad de las células inmunes. En ciertos contextos, como en la inflamación, la respuesta

inmune puede ser amplificada, mientras que en otros casos, el sistema nervioso puede

suprimir la actividad inmune para evitar reacciones excesivas.


Memoria Inmunológica: Un Mecanismo de Protección Permanente

La memoria inmunológica es un proceso que permite al sistema inmune recordar patógenos

previos y responder más rápido y de manera más efectiva si estos patógenos vuelven a

ingresar al cuerpo.

Memoria del Sistema Innato

La memoria del sistema inmune innato se caracteriza por la capacidad del sistema para

reconocer patrones comunes de patógenos a los que ha estado expuesto previamente. Este

tipo de memoria es estático y no se actualiza con el tiempo, pero proporciona una defensa

rápida y eficiente contra una variedad de patógenos.

Memoria del Sistema Adquirido

A diferencia de la memoria innata, la memoria del sistema inmune adquirido se actualiza

constantemente con cada exposición a nuevos patógenos. Los linfocitos B y T de memoria

juegan un papel clave en esta memoria. Los linfocitos T de memoria pueden migrar a los

sitios de infección para ofrecer una respuesta inmediata si el patógeno vuelve a invadir el

organismo.

Ritmo Circadiano y Respuesta Inmune

El ritmo circadiano, también conocido como el reloj biológico, es el ciclo de 24 horas que

regula diversas funciones fisiológicas, incluidas la producción hormonal y la respuesta

inmune.

Regulación Circadiana de la Respuesta Inmune


El ritmo circadiano influye en la expresión de genes que afectan la función del sistema

inmune. Durante el día, la respuesta inmune puede estar más activa debido a los niveles

más altos de glucocorticoides, mientras que durante la noche, cuando los niveles de estas

hormonas disminuyen, la inflamación y la actividad inmune pueden ser más bajas.

Relación Entre el Ritmo Circadiano y Enfermedades Inflamatorias

En enfermedades como la artritis reumatoide, se ha observado que los síntomas como el

dolor y la rigidez en las articulaciones son más intensos en las primeras horas del día. Esto

se correlaciona con un aumento en los niveles de citocinas inflamatorias como la IL-6 y

TNF, que son moduladas por el ciclo circadiano.


Candidiasis

Mecanismos de Evasión Inmunológica de Candida albicans

Candida albicans es un hongo comensal que forma parte de la microbiota normal de los

humanos, especialmente en áreas como la boca, el tracto gastrointestinal y la piel. Sin

embargo, en condiciones de inmunosupresión o alteraciones en la microbiota, Candida

albicans puede convertirse en un patógeno oportunista, causando infecciones que van desde

la candidiasis superficial hasta infecciones sistémicas invasivas graves. La capacidad de

Candida para evadir el sistema inmune del huésped es uno de los factores más importantes

que contribuyen a su virulencia. Esta evasión inmunológica involucra varios mecanismos

complejos que permiten al hongo sobrevivir, proliferar y diseminarse sin ser reconocido y

eliminado por las defensas del cuerpo. A continuación, se describen algunos de los

mecanismos más destacados mediante los cuales Candida albicans evade la respuesta

inmune.

1. Enmascaramiento de PAMPs

Los patógenos, como Candida albicans, son reconocidos por el sistema inmune

innato a través de estructuras moleculares características conocidas como PAMPs

(patrón molecular asociado a patógenos). Uno de los mecanismos más importantes

que utiliza Candida para evitar el reconocimiento por el sistema inmune es el

enmascaramiento de estos PAMPs. En su fase de hifa, Candida reemplaza los

glucanos, que son componentes clave de su pared celular, por mananos. El manano,

al ser estructuralmente diferente del glucano, no activa eficientemente los receptores

Dectin-1 en los macrófagos y otras células inmunológicas que normalmente

reconocen y responden a los glucanos. Al disminuir el reconocimiento de su pared


celular por parte de estos receptores, Candida evita una activación temprana de la

respuesta inmune, lo que le permite persistir en el organismo sin ser eliminado

rápidamente.

2. Inhibición del Proceso Inflamatorio

Además de evitar el reconocimiento de sus componentes por parte del sistema

inmune, Candida albicans tiene la capacidad de inhibir directamente el proceso

inflamatorio. Este hongo induce señales inhibitorias que bloquean la activación de

las rutas inflamatorias mediadas por el receptor TLR-4. Este receptor es crucial para

la detección de patógenos, como bacterias y hongos, y desencadena la liberación de

citoquinas proinflamatorias que alertan al sistema inmune sobre la presencia de una

infección. Candida induce la activación de los receptores CR3 y FcγRII/III, que son

conocidos por bloquear la activación del receptor TLR-4, suprimendo así la

respuesta inflamatoria. Este mecanismo de evasión es fundamental, ya que al

reducir la respuesta inflamatoria, Candida puede evitar la activación de otras células

inmunológicas, como los neutrófilos y los macrófagos, que son esenciales para la

eliminación de patógenos.

3. Producción de Enzimas Inactivadoras de RNI

Una de las defensas más poderosas del sistema inmune contra Candida albicans es

la producción de especies reactivas de nitrógeno (RNI), como el óxido nítrico (NO).

Estas moléculas son tóxicas para los patógenos y juegan un papel crucial en la

eliminación de Candida. Sin embargo, Candida ha desarrollado estrategias para

resistir los efectos de estas moléculas. El hongo produce una proteína llamada

flavohemoglobina Ynb1p, que le permite convertir el NO en nitratos inofensivos.


Esta conversión evita que el NO cause daño celular en Candida, permitiendo al

hongo sobrevivir en el interior del hospedero sin ser destruido por las especies

reactivas de nitrógeno generadas por el sistema inmune.

4. Síntesis de Moléculas con Efecto Antiinflamatorio

Candida albicans no solo evita la activación de la respuesta inmune, sino que

también produce moléculas que tienen un efecto antiinflamatorio. Estas moléculas,

que son similares a las resolvinas, ayudan a resolver la inflamación y reducen la

activación de la respuesta inmune frente al hongo. Las resolvinas son mediadores

lipídicos derivados de ácidos grasos omega-3 que tienen la capacidad de inhibir la

inflamación sin comprometer la defensa del organismo contra los patógenos. Al

sintetizar estas moléculas, Candida previene que la respuesta inmune se

descontrole, lo que de otro modo podría causar daño tisular al hospedero, mientras

asegura su supervivencia.

5. Escapatoria de la Fagocitosis

La fagocitosis es un proceso clave en la respuesta inmune que permite a los

fagocitos, como los macrófagos y neutrófilos, capturar y destruir a los patógenos.

Sin embargo, Candida albicans ha desarrollado mecanismos que le permiten evadir

esta defensa. El hongo utiliza proteínas superficiales, como las N-caderinas, para

inducir su internalización por las células endoteliales, un proceso que facilita la

entrada del hongo dentro de las células y evita su destrucción por fagocitos. Este

mecanismo de evasión es particularmente eficaz, ya que permite que Candida

escape de la acción de los fagocitos y persista dentro de un ambiente intracelular

donde es más difícil de eliminar.


6. Persistencia en Ambientes Intracelulares

Algunas cepas de Candida albicans tienen la capacidad de resistir la muerte dentro

de los fagocitos. Estas cepas desarrollan hifas que permiten escapar de la

fagocitosis, invadir y colonizar otros tejidos del hospedero. Las hifas también están

implicadas en la evasión de las defensas inmunológicas, ya que su crecimiento

intracelular les permite estar protegidas de las especies reactivas de oxígeno y

nitrógeno generadas por el sistema inmune. Esta capacidad para persistir en

ambientes intracelulares es una característica clave que permite a Candida albicans

causar infecciones crónicas y persistentes.

7. Evasión del Sistema del Complemento

El sistema del complemento es una parte crucial de la respuesta inmune innata. Está

compuesto por proteínas que se activan para destruir patógenos, marcar células

infectadas para su eliminación y promover la inflamación. Candida albicans ha

desarrollado mecanismos para evitar la activación del sistema del complemento.

Una de las estrategias más importantes es la presencia de CRASP (Complement

Regulator Acquiring Surface Proteins) en la superficie celular del hongo. Estas

proteínas se unen a los componentes del complemento, inhibiendo la formación de

los complejos de ataque a la membrana que normalmente destruirían las células

infectadas. De esta forma, Candida puede evitar la eliminación mediada por el

sistema del complemento y persistir dentro del hospedero.

Terapia Inmunomoduladora en la Candidiasis

El tratamiento de la candidiasis invasiva, especialmente en individuos

inmunocomprometidos, es un desafío clínico debido a la capacidad de Candida albicans


para evadir el sistema inmune. La inmunomodulación, que busca modificar la respuesta

inmune del hospedero para mejorar su capacidad para combatir la infección, ha surgido

como una estrategia terapéutica prometedora. Además del uso de antimicóticos, la

inmunomodulación puede contribuir significativamente al control de la infección por

Candida.

1. Citoquinas con Potencial Terapéutico en la Candidiasis

Las citoquinas son moléculas señalizadoras clave que regulan la respuesta inmune.

Algunas citoquinas tienen un gran potencial terapéutico en el tratamiento de la

candidiasis. Entre ellas se encuentran:

o GM-CSF (Granulocyte-Macrophage Colony-Stimulating Factor): Esta

citoquina acelera la hematopoyesis y mejora la actividad fagocítica de los

neutrófilos, lo que incrementa la capacidad del sistema inmune para eliminar

Candida.

o G-CSF (Granulocyte Colony-Stimulating Factor): Similar al GM-CSF, esta

citoquina estimula la producción y activación de granulocitos, en particular

neutrófilos, los cuales son cruciales para la defensa contra Candida.

o M-CSF (Macrophage Colony-Stimulating Factor): Favorece la

hematopoyesis y la activación de los macrófagos, las células que juegan un

papel fundamental en la eliminación de patógenos intracelulares.

o IFN-γ (Interferón gamma): Estimula la respuesta inmune tipo Th1, lo que

aumenta la capacidad de los fagocitos para destruir a Candida.


o TNF-α (Factor de Necrosis Tumoral alfa): Aumenta la producción de

especies reactivas de oxígeno (ROI) por parte de los neutrófilos, mejorando

su capacidad de eliminar Candida.

o IL-8 (Interleucina 8): Es una citoquina clave para la quimiotaxis de los

neutrófilos, que facilita su desplazamiento hacia el sitio de infección y activa

su capacidad para destruir Candida.

Uso de Anticuerpos Monoclonales en Candidiasis Invasiva

Los anticuerpos monoclonales han sido identificados como una posible herramienta

terapéutica en la lucha contra la candidiasis invasiva. Mycograb, un anticuerpo monoclonal

recombinante dirigido contra la proteína de choque térmico HSP-90 de Candida albicans,

ha demostrado eficacia en modelos animales y en estudios in vitro. HSP-90 es una proteína

crucial para la supervivencia y virulencia del hongo, y al inhibirla se aumenta la capacidad

del sistema inmune para eliminar la infección. Este anticuerpo monoclonal ha sido

administrado en combinación con anfotericina B liposomal en pacientes con candidiasis

invasiva, pero aún se necesita más evidencia clínica para confirmar su efectividad en la

inmunoprofilaxis y tratamiento de Candida albicans.

BIBLIOGRAFIA

Abul K. Abbas, m. b. (2015). Inmunología celular y molecular . Barcelona: Elsevier.

H., W. R.-M. (2015). Inmunología de Rojas. Medellín: Corporación para investigaciones

biológicas.

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