BIENVENIDA ADOLESCENCIA
BIENVENIDA ADOLESCENCIA
BIENVENIDA ADOLESCENCIA
Es sin duda un infortunio que el comienzo de una nueva etapa educativa coincida
con el comienzo de la adolescencia. Nuestros hijos, en plena pubertad, están
experimentando cambios importantes. Uno de esos cambios que pesan fuertemente
sobre sus hombros es el que tiene que ver con asumir responsabilidades importantes a
nivel académico. Se trata de implicarse plenamente en su propia formación con todo lo
que acarrea este compromiso social.
Ellos, antes o después, van asumiendo que el camino es difícil y que no pueden
renunciar a este derecho, el derecho a la educación, que lleva aparejado una serie de
obligaciones. Poco a poco, van descubriendo que su papel en la sociedad es rendir en su
trabajo, como si de un adulto se tratara, y así es como están obligados a crecer de una
forma, a veces, un tanto abrupta.
Y, qué pasa por esas cabezas, alguien se ha preguntado cómo se sienten, cómo
están integrando sus cambios físicos y emocionales con toda esa rutina de trabajo. Por
qué damos por supuesto que una fase, ampliamente reconocida por todos como difícil y
compleja, se va a desarrollar según lo previsto sin que les pase factura a nivel emocional.
Son cuestiones que como padres nos hacemos y que deberían obligar a la reflexión por
parte de la comunidad educativa en su conjunto.
No es fácil entrar en sus pensamientos, detectar sus necesidades, sus carencias,
sus inquietudes... Pero es necesario hacerlo y dar respuesta a todo ello, porque esa es la
prioridad, ese sí debería ser un derecho fundamental, el derecho a ser tratado como un
adolescente que comienza a abrirse camino en un mundo de adultos que, a veces, se
olvidan de que los cambios deben ser progresivos, no forzados, y de que en ese proceso
debemos siempre acompañar.
Hablar por ellos es quizás una osadía, dada la distancia que nos separa de su
forma de ver la vida, de sentir, de pensar, de reaccionar, de vivir en definitiva. Pero hay
algo que está claro, y es que nos necesitan, necesitan ser tenidos en cuenta (no
ninguneados), necesitan que se les tienda una mano y se les guíe en el camino.