BIENVENIDA ADOLESCENCIA

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 2

ADOLESCENTES EN EL CAMINO

Es sin duda un infortunio que el comienzo de una nueva etapa educativa coincida
con el comienzo de la adolescencia. Nuestros hijos, en plena pubertad, están
experimentando cambios importantes. Uno de esos cambios que pesan fuertemente
sobre sus hombros es el que tiene que ver con asumir responsabilidades importantes a
nivel académico. Se trata de implicarse plenamente en su propia formación con todo lo
que acarrea este compromiso social.

Ellos, antes o después, van asumiendo que el camino es difícil y que no pueden
renunciar a este derecho, el derecho a la educación, que lleva aparejado una serie de
obligaciones. Poco a poco, van descubriendo que su papel en la sociedad es rendir en su
trabajo, como si de un adulto se tratara, y así es como están obligados a crecer de una
forma, a veces, un tanto abrupta.

Frecuentemente, se vierten opiniones sobre ellos, los adolescentes, que cuesta


trabajo digerir, se hacen comparaciones con la situación de los jóvenes de otras épocas
en las que debían trabajar sin derecho a poder ir a la escuela, sin poder decidir sobre sus
vidas. Pues bien, quizás esta visión no es demasiado justa y ni cercana a la realidad de
nuestros adolescentes de hoy. Ellos tampoco han sido preguntados sobre si están
dispuestos a ejercer esa responsabilidad que se les presupone. Me explico para todos
aquellos que no tengan esa realidad próxima. Nuestros jóvenes acuden a sus jornadas
escolares (en el instituto), para asistir a seis clases diarias maratonianas que luego
continúan en casa, con deberes, trabajos prácticos y estudio rutinario (hay que llevar las
materias al día para lograr resultados óptimos). El fin de semana consiste en más de lo
mismo, para ellos no hay descanso.

Y, qué pasa por esas cabezas, alguien se ha preguntado cómo se sienten, cómo
están integrando sus cambios físicos y emocionales con toda esa rutina de trabajo. Por
qué damos por supuesto que una fase, ampliamente reconocida por todos como difícil y
compleja, se va a desarrollar según lo previsto sin que les pase factura a nivel emocional.
Son cuestiones que como padres nos hacemos y que deberían obligar a la reflexión por
parte de la comunidad educativa en su conjunto.
No es fácil entrar en sus pensamientos, detectar sus necesidades, sus carencias,
sus inquietudes... Pero es necesario hacerlo y dar respuesta a todo ello, porque esa es la
prioridad, ese sí debería ser un derecho fundamental, el derecho a ser tratado como un
adolescente que comienza a abrirse camino en un mundo de adultos que, a veces, se
olvidan de que los cambios deben ser progresivos, no forzados, y de que en ese proceso
debemos siempre acompañar.

El derecho a la integridad física y moral se vulnera cuando permitimos que nuestros


adolescentes vivan esta época con excesivos miedos, peso en sus mochilas,
frustraciones y sensación de desamparo.

Hablar por ellos es quizás una osadía, dada la distancia que nos separa de su
forma de ver la vida, de sentir, de pensar, de reaccionar, de vivir en definitiva. Pero hay
algo que está claro, y es que nos necesitan, necesitan ser tenidos en cuenta (no
ninguneados), necesitan que se les tienda una mano y se les guíe en el camino.

Sería un fracaso, como sociedad, dejar adolescentes en el camino, adolescentes


desencantados que no consiguen conectar con la sociedad porque no sabemos tenerlos
en cuenta, porque no reciben el apoyo necesario para superar las dificultades. Necesitan
una red de apoyo y nosotros, los adultos, estamos obligados a ofrecérsela.

Así que vamos a acompañarles, a ayudarles a ejercer su autonomía, su libertad y


su responsabilidad con coherencia, implicación y compromiso con las nuevas
generaciones. Por una sociedad mejor en la que centremos la atención en el desarrollo
de la inteligencia emocional como base de una educación de calidad.

También podría gustarte