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Incontinencia urinaria

Pérdida involuntaria de orina demostrable en forma objetiva y que constituye un problema social e
higiénico para la paciente

Se presenta tanto en personas sanas como asociada a diferentes enfermedades, y puede ser
consecuencia de diversas causa

EPIDEMIOLOGÍA
La IU, o aparición de pérdidas de orina al menos una vez en los últimos 12 meses afecta al 5-69%
de las mujeres y al 1-39 % de los hombres

INCIDENCIA MAXIMA MUJERES En el embarazo

Un 25-30% de las mujeres de 60 años o mas padecen de IC.

En ancianos es do 5-10%.

MICCIÓN
Es una función del tracto urinario inferior mediante la cual se consigue el vaciado de la orina,
cuando la vejiga ha llegado a su capacidad fisiológica y los condicionamientos sociales y el lugar
son adecuados.

Dos fases

La fase de llenado

En la fase de majo vesical, la vejiga acomoda su tono al aumento continuo y paulatino de orina que
llega a través de los uréteres

Actuando como esfera hueca, de calidad elástica, de conducta pasiva y no consciente

La dretra mamienora cerrados: cuello vesical (esfinter interno), esfinter estriado de la uretra
(esfinter extermo) y músculo liso de la uretra funcional

La fase de vaciado vesical


Cuando la vejiga alcanza su capacidad fisiológica el momento es adecuado para producirse la fase
de vaciado vesical

El esfinter externo se relaja voluntariamente, se abre la uretra y se contrae el detrusor al tiempo


que se relaja el cuello vesical

Signos y síntomas
1. Pérdida involuntaria de orina:

Goteo o escape de orina sin control, que puede ocurrir al toser, reír, estornudar, levantar objetos
pesados o realizar actividad física (incontinencia de esfuerzo).

2. Urgencia urinaria:

Deseo repentino e intenso de orinar, con dificultad para llegar al baño a tiempo (incontinencia de
urgencia).

3. Aumento de la frecuencia urinaria:

Necesidad de orinar con más frecuencia de lo habitual, incluso durante la noche (nicturia).

4. Sensación de vaciado incompleto:

Sensación de que la vejiga no se vacía por completo después de orinar, lo que puede llevar a una
necesidad frecuente de ir al baño.

5. Escapes nocturnos:

Pérdida de orina durante la noche mientras se duerme (enuresis nocturna).

6. Goteo continuo:

Pequeñas cantidades de orina que se escapan de manera constante (incontinencia por


rebosamiento), a menudo asociado con una vejiga que no se vacía correctamente.

Causas
1. Debilidad del suelo pélvico: La pérdida de tono muscular en esta área, causada por el
envejecimiento, embarazos, partos o cirugías ginecológicas, puede provocar la incontinencia de
esfuerzo.

2. Problemas neurológicos: Enfermedades como el Parkinson, la esclerosis múltiple, el accidente


cerebrovascular o las lesiones de la médula espinal pueden interferir con los nervios que controlan
la vejiga.

3. Infecciones urinarias: Las infecciones del tracto urinario pueden causar irritación en la vejiga, lo
que provoca incontinencia temporal.

4. Obstrucción urinaria: Condiciones como el agrandamiento de la próstata en hombres,


estreñimiento o tumores en la zona pélvica pueden dificultar el vaciamiento normal de la vejiga,
llevando a una pérdida involuntaria de orina.

5. Medicamentos: Algunos fármacos, como los diuréticos o sedantes, pueden interferir en el


control de la vejiga.

6. Cambios hormonales: La disminución de estrógenos en mujeres postmenopáusicas puede


afectar los tejidos del tracto urinario y contribuir a la incontinencia.

7. Factores emocionales o conductuales: Estrés, ansiedad o ciertos hábitos como el consumo


excesivo de alcohol o cafeína pueden afectar el control de la vejiga.

8. Factores físicos: Obesidad, tos crónica o actividades que ejercen presión en el abdomen pueden
contribuir a la incontinencia urinaria.

Tratamiento
1. Terapias conductuales:

Ejercicios del suelo pélvico: También conocidos como ejercicios de Kegel, estos fortalecen los
músculos que controlan la micción y son efectivos para la incontinencia de esfuerzo.

Reentrenamiento vesical: Consiste en establecer un horario para orinar y aumentar


progresivamente el tiempo entre micciones, ayudando a mejorar el control de la vejiga.

Modificación del estilo de vida: Incluye cambios como la reducción de la ingesta de líquidos antes
de acostarse, evitar irritantes como la cafeína y el alcohol, y perder peso en caso de obesidad.

2. Tratamiento farmacológico:

Anticolinérgicos: Se utilizan para tratar la incontinencia de urgencia, ya que relajan la vejiga


hiperactiva.
Agonistas beta-3 adrenérgicos: Ayudan a relajar los músculos de la vejiga, aumentando su
capacidad de almacenamiento.

Estrógenos tópicos: En mujeres postmenopáusicas, la aplicación local de estrógenos puede


mejorar la incontinencia al fortalecer los tejidos de la uretra y la vejiga.

Duloxetina: Un antidepresivo que puede usarse en algunos casos de incontinencia de esfuerzo, ya


que aumenta el tono del esfínter urinario.

3. Dispositivos médicos:

Pesarios: Dispositivos que se colocan en la vagina para sostener el cuello de la vejiga y reducir la
incontinencia de esfuerzo.

Catéteres: Utilizados en casos graves cuando no se puede vaciar la vejiga de manera natural.

4. Tratamiento quirúrgico:

Colocación de cabestrillos (sling): Un procedimiento en el que se coloca una banda de material


quirúrgico para soportar la uretra y prevenir fugas de orina en la incontinencia de esfuerzo.

Inyecciones de agentes de relleno: Se inyectan sustancias en la pared de la uretra para


fortalecerla y mejorar el control de la micción.

Esfínter urinario artificial: Un dispositivo implantado que controla la liberación de orina en


pacientes con incontinencia severa.

Neuromodulación: Estimulación de los nervios que controlan la vejiga para regular su función.

5. Otras opciones:

Fisioterapia: Tratamientos como la estimulación eléctrica funcional del suelo pélvico pueden
ayudar a mejorar el control de la vejiga.

Botox: Se inyecta en la vejiga para relajar los músculos y reducir las contraccionesn ivoluntarias en
casos de vejiga hiperactiva.

Cuidados de enfermería
1. Evaluación y control regular:

Valoración inicial: Realizar una evaluación completa del estado de salud del paciente,
identificando el tipo de incontinencia, su frecuencia y factores desencadenantes.
Registro miccional: Llevar un diario miccional para registrar los patrones de micción, cantidad de
líquidos ingeridos, episodios de incontinencia y cualquier síntoma asociado.

Evaluación de la piel: Supervisar el estado de la piel en la zona perineal para detectar signos de
irritación, erupciones o úlceras, que pueden ser causadas por el contacto prolongado con la orina.

2. Intervenciones preventivas:

Cuidados de la piel: Limpiar y secar la piel del paciente de manera adecuada tras cada episodio de
incontinencia. Utilizar productos barrera, como cremas protectoras, para prevenir irritaciones y
dermatitis.

Cambio de ropa y pañales: Cambiar frecuentemente los dispositivos absorbentes (pañales,


compresas) para mantener la higiene y evitar infecciones o problemas cutáneos.

Hidratación y nutrición: Asegurar que el paciente mantenga una adecuada hidratación y


nutrición, evitando alimentos o bebidas que puedan irritar la vejiga (cafeína, alcohol, cítricos).

3. Entrenamiento y apoyo:

Ejercicios de Kegel: Enseñar y motivar al paciente para realizar los ejercicios del suelo pélvico, que
ayudan a fortalecer los músculos involucrados en el control de la vejiga.

Reentrenamiento vesical: Ayudar al paciente a establecer un programa regular de micción,


comenzando por ir al baño a intervalos frecuentes y extendiendo gradualmente el tiempo entre
micciones.

Educación del paciente y familia: Proporcionar información clara sobre las causas de la
incontinencia, el uso adecuado de dispositivos absorbentes y las estrategias para mejorar el control
vesical.

4. Prevención de complicaciones:

Infecciones del tracto urinario (ITU): Vigilar signos de infección, como fiebre, ardor al orinar o
cambios en el color o el olor de la orina. Promover una adecuada higiene perineal para prevenir
infecciones.

Monitorización de líquidos: Regular el consumo de líquidos según las indicaciones del médico,
evitando la ingesta excesiva durante la noche para prevenir incontinencia nocturna.

5. Soporte emocional:

Apoyo psicológico: La incontinencia urinaria puede generar vergüenza, ansiedad o depresión en el


paciente. Brindar un ambiente de apoyo y comprensión, asegurando confidencialidad y respeto.
Fomentar la autonomía: Involucrar al paciente en su propio cuidado, alentándolo a utilizar
dispositivos de ayuda cuando sea necesario, como el uso de inodoros portátiles o dispositivos de
alarma para la incontinencia nocturna.

6. Colaboración interdisciplinaria:

Trabajar en equipo con otros profesionales de la salud, como fisioterapeutas, médicos y


nutricionistas, para garantizar un enfoque integral en el tratamiento y cuidado de la incontinencia
urinaria.

Recomendaciones
1. Realizar ejercicios del suelo pélvico:

Practicar ejercicios de Kegel de manera regular para fortalecer los músculos pélvicos, mejorando el
control sobre la vejiga. Estos ejercicios pueden ser beneficiosos tanto para hombres como para
mujeres.

2. Establecer un horario de micciones:

Programar visitas regulares al baño cada 2-3 horas, incluso si no se siente la necesidad urgente de
orinar. Esto ayuda a entrenar la vejiga y reducir los episodios de incontinencia.

3. Evitar irritantes vesicales:

Reducir o eliminar el consumo de cafeína, alcohol, bebidas carbonatadas, cítricos y alimentos


picantes, ya que pueden irritar la vejiga y aumentar la urgencia urinaria.

4. Mantener un peso saludable:

El exceso de peso aumenta la presión sobre la vejiga y los músculos pélvicos, por lo que mantener
un peso adecuado puede ayudar a reducir la incontinencia, especialmente en el caso de la
incontinencia de esfuerzo.

5. Controlar la ingesta de líquidos:

Beber cantidades adecuadas de agua durante el día, pero evitar el consumo excesivo de líquidos
antes de acostarse para prevenir la incontinencia nocturna.

6. Hacer uso de dispositivos absorbentes:

Utilizar pañales, compresas o protectores absorbentes según la necesidad, especialmente durante


viajes o en situaciones en las que no se pueda acceder fácilmente a un baño. Elegir productos
adecuados para garantizar comodidad y discreción.

7. Mantener una buena higiene:

Cambiar con frecuencia los dispositivos absorbentes y limpiar adecuadamente la piel para evitar
irritaciones o infecciones. El uso de cremas protectoras o productos barrera puede ser útil.

8. Evitar el estreñimiento:

El estreñimiento puede ejercer presión sobre la vejiga, por lo que es importante consumir una
dieta rica en fibra, beber suficiente agua y mantener una rutina intestinal regular.

9. Modificar el estilo de vida:

Evitar actividades que incrementen la presión intraabdominal, como levantar objetos pesados o
realizar ejercicios de alto impacto, especialmente en personas con incontinencia de esfuerzo.

10. Considerar el uso de tratamientos médicos o quirúrgicos:

Consultar con un profesional de salud sobre las opciones de tratamiento disponibles, que incluyen
medicamentos, dispositivos o intervenciones quirúrgicas. Seguir el plan de tratamiento
recomendado por el médico para un manejo eficaz de la incontinencia.

URETRITIS
La uretritis es la inflamación de la uretra, el conducto que transporta la orina desde la vejiga al
exterior del cuerpo. Esta condición puede estar causada por infecciones bacterianas, como las
transmitidas por contacto sexual (gonorrea, clamidia), o por irritaciones no infecciosas, como
traumatismos, uso de sondas, o reacciones a productos químicos. Los síntomas comunes incluyen
dolor al orinar, secreción uretral y sensación de urgencia o mayor frecuencia para orinar. La
uretritis puede afectar tanto a hombres como a mujeres y requiere diagnóstico y tratamiento
médico adecuado, generalmente con antibióticos.

Signos y síntomas
1. Dolor o ardor al orinar (disuria): Es el síntoma más común, causado por la inflamación de la
uretra.

2. Secreción uretral: Puede ser de color claro, blanco, amarillo o verdoso, dependiendo de la
causa, como una infección bacteriana (ej., gonorrea o clamidia).

3. Sensación de urgencia o frecuencia urinaria: Necesidad de orinar con más frecuencia o


sensación de urgencia para orinar.

4. Irritación o picazón en la uretra: Sensación de molestia en la zona uretral.

5. Dolor durante las relaciones sexuales: Dolor o malestar al eyacular en hombres, o durante las
relaciones sexuales en mujeres.

6. Sangrado o manchado en la orina o semen: En algunos casos, puede haber presencia de


sangre en la orina o el semen.

Causas
1. Causas infecciosas:

Infecciones de transmisión sexual (ITS): Son la causa más frecuente de uretritis. Entre los
agentes infecciosos más comunes se encuentran:

Gonococo (Neisseria gonorrhoeae): Provoca uretritis gonocócica.

Chlamydia trachomatis: Causa uretritis no gonocócica.

Mycoplasma genitalium y Ureaplasma urealyticum: Otras bacterias asociadas a uretritis no


gonocócica.

Virus del herpes simple (VHS): Puede causar uretritis viral.

Infecciones bacterianas no relacionadas con ITS: Algunas bacterias intestinales, como


Escherichia coli, pueden causar uretritis, especialmente tras el uso de sondas o prácticas
inadecuadas de higiene.

2. Causas no infecciosas:

Traumatismo o irritación: La introducción de sondas urinarias, procedimientos médicos o


prácticas sexuales que involucren la uretra pueden irritar y causar inflamación.
Productos químicos: El uso de jabones fuertes, espermicidas, lubricantes o productos de higiene
personal que irritan la uretra.

Reacciones alérgicas: Algunas personas pueden desarrollar uretritis debido a reacciones alérgicas
a productos como preservativos de látex o medicamentos tópicos.

3. Otras causas:

Síndrome uretral: Condición en la que se presentan síntomas similares a la uretritis, pero sin una
causa infecciosa evidente.

Condiciones inflamatorias: Enfermedades autoinmunes o inflamatorias, como la artritis reactiva,


pueden estar asociadas a uretritis.

Tratamiento
1. Tratamiento antibiótico:

Si la uretritis es causada por una infección bacteriana, como las infecciones de transmisión sexual
(ITS), los antibióticos son el tratamiento de elección. Los antibióticos se seleccionan según el
microorganismo responsable:

Uretritis gonocócica (causada por Neisseria gonorrhoeae):Se recomienda una dosis única de
ceftriaxona (500 mg por vía intramuscular), combinada con azitromicina para tratar posibles
coinfecciones.

Uretritis no gonocócica (causada por Chlamydia trachomatis, Mycoplasma genitalium,


Ureaplasma urealyticum):

Doxiciclina (100 mg dos veces al día durante 7 días) o azitromicina (dosis única de 1 g por vía oral)
son los antibióticos más comunes.

Infecciones por Mycoplasma genitalium: Se utilizan macrólidos, como azitromicina, o, en casos


resistentes, moxifloxacino.

2. Tratamiento antiviral:

En casos de uretritis causada por infecciones virales, como el virus del herpes simple (VHS), se
administran antivirales:

Aciclovir, valaciclovir o famciclovir son medicamentos efectivos para reducir los síntomas y
controlar la infección.
3. Tratamiento para causas no infecciosas:

Si la uretritis es provocada por irritantes químicos, traumatismos o productos de higiene:

Eliminar el irritante: Se recomienda evitar el uso de productos agresivos, como jabones,


lubricantes o espermicidas.

Antiinflamatorios: Los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) pueden ser utilizados para reducir
la inflamación y el malestar asociado a la uretritis no infecciosa.

4. Medidas complementarias:

Hidratación adecuada: Beber abundante agua para ayudar a eliminar bacterias y reducir la
irritación de la uretra.

Evitar relaciones sexuales: Se aconseja evitar las relaciones sexuales durante el tratamiento para
prevenir la transmisión de la infección a la pareja.

Tratamiento de la pareja sexual: En caso de uretritis por ITS, se debe notificar y tratar a la pareja
para evitar la reinfección y la propagación de la enfermedad.

5. Seguimiento médico:

Después del tratamiento, es importante realizar un seguimiento médico para asegurar que la
infección se ha curado por completo y prevenir complicaciones, como la diseminación de la
infección o el desarrollo de uretritis crónica.

Cuidados de enfermería
1. Evaluación del paciente:

Historia clínica completa: Recoger información sobre síntomas, historial médico, posibles
exposiciones a infecciones de transmisión sexual (ITS) y tratamientos previos.

Valoración de signos y síntomas: Evaluar la presencia de disuria, secreción uretral, urgencia y


frecuencia urinaria, así como cualquier signo de complicaciones.

2. Manejo del dolor y malestar:

Administración de analgésicos: Proporcionar medicamentos según prescripción para aliviar el


dolor y la incomodidad (por ejemplo, AINEs).
Aplicación de compresas tibias: Pueden ayudar a reducir la irritación en la zona genital y
proporcionar alivio.

3. Educación al paciente:

Instrucciones sobre el tratamiento: Explicar la importancia de seguir el tratamiento antibiótico o


antiviral según lo prescrito y completar el curso completo, incluso si los síntomas mejoran antes.

Consejos sobre higiene: Enseñar prácticas de higiene adecuadas para prevenir la irritación, como
el uso de jabones suaves y evitar productos químicos irritantes.

4. Prevención de la propagación de infecciones:

Consejos sobre relaciones sexuales: Recomendar la abstinencia de relaciones sexuales durante el


tratamiento y la importancia de notificar a las parejas sexuales para que también sean evaluadas y
tratadas si es necesario.

Promoción de prácticas sexuales seguras: Instruir sobre el uso de preservativos y otras medidas
de prevención para evitar la reinfección y la transmisión de ITS.

5. Hidratación adecuada:

Fomentar la ingesta de líquidos: Recomendar al paciente que beba suficiente agua para ayudar a
diluir la orina y minimizar la irritación uretral.

6. Seguimiento y monitoreo:

Controlar los síntomas: Monitorear la evolución de los síntomas y cualquier efecto secundario del
tratamiento, informando al médico sobre cualquier cambio significativo.

Citas de seguimiento: Programar visitas de seguimiento para evaluar la respuesta al tratamiento y


asegurarse de que la infección se ha resuelto.

7. Apoyo emocional:

Brindar apoyo psicológico: La uretritis puede causar ansiedad o vergüenza, por lo que es
importante ofrecer un entorno de apoyo, confidencialidad y comprensión.

Involucrar al paciente en su cuidado: Fomentar la autoeficacia y la participación del paciente en


su tratamiento, animándolo a expresar preocupaciones o dudas.

Recomendaciones
1. Cumplir con el tratamiento:

Seguir el régimen de antibióticos o antivirales según lo prescrito por el médico. Es crucial completar
el tratamiento, incluso si los síntomas mejoran antes de finalizarlo.

2. Prácticas de higiene:

Mantener una buena higiene personal para prevenir la irritación de la uretra. Usar jabones suaves
y evitar productos químicos irritantes, como desodorantes íntimos o espermicidas.

3. Abstinencia sexual:

Evitar relaciones sexuales durante el tratamiento para prevenir la propagación de la infección y


permitir que la uretra se recupere. Además, notificar a las parejas sexuales para que también sean
evaluadas y tratadas si es necesario.

4. Hidratación adecuada:

Beber abundante agua para ayudar a diluir la orina y reducir la irritación de la uretra. Esto también
facilita la eliminación de bacterias del sistema urinario.

5. Identificar y evitar irritantes:

Evitar el uso de productos que puedan irritar la uretra, como jabones perfumados, detergentes o
productos de higiene íntima agresivos.

6. Monitorear los síntomas:

Prestar atención a cualquier cambio en los síntomas y buscar atención médica si hay un aumento
del dolor, fiebre, secreción inusual o si los síntomas no mejoran con el tratamiento.

7. Prácticas sexuales seguras:

Promover el uso de preservativos durante las relaciones sexuales para reducir el riesgo de
infecciones de transmisión sexual (ITS) y protegerse a sí mismo y a la pareja.

8. Control regular de salud:

Realizar chequeos regulares con el médico, especialmente si se tiene un historial de uretritis o ITS,
para monitorear la salud sexual y urinaria.

9. Educación sobre ITS:

Informarse sobre las infecciones de transmisión sexual, sus síntomas y prevención para reducir el
riesgo de futuras infecciones y comprender mejor la uretritis.
10. Cuidado emocional:

Reconocer que la uretritis puede generar ansiedad o vergüenza, y buscar apoyo emocional si es
necesario. Hablar abiertamente con profesionales de la salud sobre cualquier preocupación
relacionada con la salud sexual.

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