Article - Masoneria y 7a Arte
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1, Mayo-Noviembre 2016/71-86 71
DOI: http://dx.doi.org/10.15517/rehmlac.v8i1.24287
Palabras claves
Cine, Masonería, películas y series, cine masónico en España
Keywords
Films, Freemasonry, movies and series, Masonic cinema in Spain
Resumen
Hemos abordado la cuestión de si existe o no un cine masónico, y nos hemos centrado luego en el examen de
varias películas emblemáticas extranjeras que todos conocemos e incluso hemos podido ver y disfrutar, como
por ejemplo El hombre que pudo reinar, dirigida por John Huston. A continuación afrontamos el panorama
del cine español en su relación con el hecho masónico, resaltando varios filmes de nacionalidad española en
los que aparece este asunto de un modo más o menos claro. Sería el caso, entre otras películas, de Bearn o La
sala de las muñecas, con guion y dirección de Jaime Chávarri, o El olivar de Atocha, dirigida por Carlos
Serrano. En este último caso, la Francmasonería y sus ritos son protagonistas de interesantes pasajes.
Abstract
We have addressed the question of whether there is a Masonic cinema, and we have then focused on the
examination of several renown foreign iconic films that we may even have seen and enjoyed, such as The
Man Who Would Be King, directed by John Huston. Then we are facing the panorama of Spanish cinema
relationship with Freemasonry, by highlighting several films from Spain in which this matter in a more or less
clearly displayed. This is the case, amongst other films, of Bearn o La sala de las muñecas _(Bearn or the
Dolls’ Room), written and directed by Jaime Chavarri, or El olivar de Atocha, the family saga The Olive Tree
of Atocha, directed by Carlos Serrano. In the latter case, Freemasonry and its rituals are cast in interesting
passages.
El tirón de lo masónico
Los asuntos relacionados, clara o veladamente, con las logias francmasónicas han
tenido y siguen teniendo -al menos en España y otros países europeos y americanos-, un
considerable atractivo. En el caso español, este fenómeno se debe sin duda a que, desde el
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Esta es una cuestión que no admite dudas: de igual manera que no existe una
filosofía, una música, una arquitectura o una literatura propiamente masónicas, tampoco
hay un cine masónico1. Hay que reconocer que todavía hoy se debate en foros residuales
mal informados si hay o no unas determinadas artes o disciplinas que sean netamente
masónicas. La cuestión está clara y no se presta a debate serio de ningún tipo: no existe en
absoluto un cine masónico. El profesor José Antonio Ferrer Benimeli escribe en este
sentido que “así como la masonería no tiene, ni puede tener religión propia, ni filosofía, ni
doctrina política, sociológica, económica o científica propias, ni una música o arquitectura
propias, de igual modo no tiene, por supuesto, una específica y vinculante poética o
narrativa”2. La Masonería se sirve de unos determinados elementos culturales que le
resultan afines para implementar sus necesidades estéticas y de contenidos. Es una
tendencia natural que llevan a cabo, de una forma u otra, casi todas las organizaciones y
colectivos.
Comprobamos que literatura y cine son dos tipos de expresión artística que tienen
lazos de conexión cercanos y especiales. En el campo de la literatura, hallamos autores que
han escrito obras en las que se nota una clara inspiración masónica. Lo mismo sucede con
algunos guionistas de cine. En sus obras salen a colación a veces -las menos- los valores
que predicaba la histórica Francmasonería tradicional, como la fraternidad, la filantropía, el
auxilio mutuo, la libertad de conciencia o la compasión humana. A decir verdad, lo que más
abunda entre guionistas de cine no son precisamente los argumentos de fondo en los que se
habla de principios, sino las imágenes de la más popular simbología masónica.
Resulta complicado resumir las líneas de influencia rigurosamente masónicas
sumidas en obras literarias o en guiones de cine, dada la universalidad de los valores
aludidos. La presencia de esos rasgos o la aparición de simbología masónica, poco o nada
tiene que ver con el hecho de que el autor del libro o del guion sea o no un iniciado masón.
Son muchos los prosistas que han dado su nombre a la Masonería; en cambio, guionistas de
cine hay menos. Y en cualquier caso, abundan más fuera de España que en nuestro país,
dado que las circunstancias históricas de los siglos XIX y XX marcaron el territorio español
como zona resbaladiza para el desarrollo de ciertas proposiciones y conductas.
El soplo de la Francmasonería lo hallamos en microcosmos tan dispares como el de
las ciencias, la filosofía, la política, el periodismo, la literatura y hasta el cómic. En la
creación cinematográfica también, aunque como decimos habrá que buscarlo mejor en otros
1
Ricardo Serna Galindo, “Masonería y literatura, dos ámbitos en confluencia”, Revista La Página 77, no. 1
(2009): 27-45.
2
José Antonio Ferrer Benimeli, “Prólogo” a Masonería y Literatura. La Masonería en la novela emblemática
de Luis Coloma de Ricardo Serna Galindo (Madrid: Fundación Universitaria Española FUE, 1998), 11.
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países alejados del caso español. Reiteramos que no existe un cine masónico, pero vemos
una literatura cinematográfica con ciertas influencias masónicas en la que se puede
reconocer la presencia de ese hálito particular.
En el mundo del espectáculo cinematográfico hay figuras irrepetibles que fueron
iniciados en las logias, como el famoso director Cecil B. de Mille, iniciado en la R.L.
Prince of Orange nº 16, de Nueva York, y actores de la talla de Douglas Fairbanks, al que
iniciaron en la R.L. Beverly Hills nº 528 de California; Glenn Ford, miembro de la R.L.
Palisades nº 637 de California; Stan Laurel y Oliver Hardy, iniciado éste en la R.L.
Solomon nº 20 de Jacksonville, Florida; Clark Gable, iniciado en el mismo taller
californiano que Fairbanks; Harold Lloyd, quien solicitó la entrada en la R.L. Alexander
Hamilton nº 535 de California; Harpo Marx, afiliado sin duda a la R.L. Algonquin Round
Table de Nueva York; John Wayne, que fue Maestro de la R.L. Marion McDaniel nº 56 en
Tucson, Arizona; o Peter Sellers, que fue Maestro en la R.L. Chelsea nº 3098 de Londres, y
que desempeñó el indecible papel del inspector de policía Clouseau en al menos media
docena de ocasiones3.
Los podríamos citar por docenas. Pero hay que tener en cuenta que, igual que el cine
norteamericano es punto y aparte dentro del conjunto del cine mundial, la Masonería
estadounidense también lo era y lo sigue siendo si la comparamos con la del viejo
continente europeo. Una y otra no tienen casi nada que ver, especialmente en lo tocante a la
aceptación social que tienen las logias por parte de la sociedad donde se ubican, y en la
proyección del trabajo social que realizan los masones en bien de la comunidad.
3
Ricardo Serna Galindo, “La Masonería en el cine”, en Revista Cultura Masónica, Año VII nº 21, abril,
Masonica.es (Ediciones del Arte Real), Oviedo (2015): 21.
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Imagen 1
Peter Sellers (1925-1980) en su casa en Belgravia, Londres, 1973
El actor británico fue maestro en la logia Chelsea nº 3098 de ciudad de Londres
Fuente: Wikimedia.com, “Retrato de Peter Sellers por Allan Warren” (1973 [citado el 3 de
enero de 2016]): disponible en
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Peter_Sellers_Allan_Warren.jpg
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Al hacer memoria para confeccionar un listado mental de las películas con asunto
masónico que conocemos, nos damos cuenta enseguida de que no pasan de media docena.
Sin embargo, son cientos las que se han filmado a lo largo de los años y no hemos podido
ver por una u otra razón, sobre todo porque algunos de esos filmes son antiguos, o porque
no se hallan a disposición del público. Para un profano en la materia que quiera conocer la
realidad de la presencia masónica en el cine, es obligatorio acudir a fuentes fiables. Una de
ellas, inestable por hallarse en una plataforma de Internet, pero interesante por la
información que contiene, es el sitio web de la Gran Logia de la Columbia Británica y el
Yukon. Si buscamos fuentes más tradicionales, hay que acudir al libro Franc-maçonnerie et
le 7ème Art, de Harry Swerts, que es miembro del Gran Oriente de Bélgica. En este caso, el
ensayo analiza las complejas conexiones entre las producciones cinematográficas y la
realidad masónica4.
Gran parte de las películas en las que se alude a la Masonería no son películas sobre
la Orden ni sobre su historia o leyenda, sino filmes en los que observamos la simple
aparición de símbolos —especialmente la tan manida imagen de la escuadra y el compás
con el ojo de Dios en el centro— que a lo sumo identifican a un determinado personaje del
film. Podríamos definir estas apariciones esporádicas como guiños masónicos, y ahí se
queda todo, en la aparición en pantalla de unos símbolos esotéricos tras los que el
espectador medio intuye arcanos o tramas secretas. Es un plus de misterio que algunos
guionistas imprimen a los textos para potenciar sus posibilidades.
Lo masónico surge en películas de géneros bien diferentes, incluso en musicales o
hasta en comedias. Es el caso de la histórica y divertida Hijos del desierto (1933),
protagonizada por Stan Laurel y Oliver Hardy, basada en la pertenencia de sus
protagonistas a una sociedad masónica. La cinta se dobló en castellano bajo el peregrino
título de Compañeros de juerga. Fue el masón Oliver Hardy, mismamente, quien escribió
el guion de este film.
Hay presencia de lo masónico en películas más modernas en las que entran en juego
distintas artes escénicas, como en La flauta mágica (1975), de Ingmar Bergman, el genial
director sueco de Upsala. Se trata de una adaptación a la gran pantalla de la celebrada y
homónima ópera de Mozart. Pero habría que resaltar dos películas que muchos hemos visto
y en las que se trasluce igualmente lo masónico: El hombre que pudo reinar (1975),
dirigida por John Huston y protagonizada por Sean Connery y Michael Caine, una
formidable cinta de aventuras con guion basado en un relato de Rudyard Kipling; y La
búsqueda (2004), dirigida por Jon Turteltaub y protagonizada por Nicolas Cage.
4
Harry Swerts, Franc-maçonnerie et le 7ème Art (París: Dervy, 2005).
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5
Ricardo Serna Galindo, “Masones en el cómic. La Masonería y Corto Maltés, de Hugo Pratt”, en Ricardo
Serna, Estudios masónicos. Cinco ensayos en torno a la Francmasonería (Santa Cruz de Tenerife, Ediciones
Idea, 2008), pp. 159-214.
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Imagen 2
Cartel comercial de la película Fuerzas ocultas, dirigida por Paul Riche, un film que
desvela el rito de iniciación de manera fidedigna, como antes no había sido mostrado.
6
En 1956 apareció la primera edición en castellano, con una tirada de mil ejemplares. Salió acompañada de
un texto del insigne Camilo Cela titulado “Prólogo parabólico”, que incomodó bastante al autor mallorquín
porque en él se especula sobre su condición de judío.
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empezó a rodar en catalán, fue recompensada con el Premio de la Crítica en 1963, y en una
encuesta de Serra d' Or realizada en 1964 se la citaba como la segunda mejor novela de la
literatura catalana después de La plaza del Diamante, de Mercè Rodoreda.
Actualmente, Bearn o La sala de las muñecas está catalogada como uno de los clásicos
catalanes del siglo XX, y ha sido traducida a numerosos idiomas.
Imagen 3
Llorenç Villalonga y Pons (1897-1980), autor de la novela Bearn o La sala de las muñecas
Vayamos con una síntesis del argumento. El narrador de la novela, Joan Mayol, a la
sazón capellán de la casa y posible hijo natural del señor de Bearn, escribe a Miquel
Gelabert, un antiguo compañero suyo de seminario que ostenta el cargo de secretario del
cardenal primado. La carta está fechada en Bearn en 1890, transcurridos dos meses desde la
muerte de los señores. Mayol desea someter a la consideración de sus superiores
eclesiásticos si debe o no obedecer la última voluntad del difunto señor de Bearn, que
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consiste en la publicación de sus memorias. Mayol adjunta para ello un manuscrito (el
grueso de la novela, en realidad), donde relata su vida en Bearn y la fascinación que sintió
por la personalidad de don Antonio. En los capítulos agrupados en el epígrafe “Bajo el
influjo de Faust” se cuenta, en veinte capítulos, que igual que el personaje de Goethe vende
su alma al diablo para conseguir la perseguida eterna juventud, el protagonista de Bearn la
vende también cuando decide abandonar a su esposa y huir a París con su sobrina Xima, de
dieciocho tiernos años, para asistir precisamente al estreno de la ópera Fausto, de Gounod,
el 19 de marzo de 1859. Después de medio año en danza por esos mundos, don Antonio
regresa de París, mientras que Xima decide quedarse allí alternando en la corte con las
figuras más descollantes y vividoras del Imperio. A la vuelta de don Antonio a Bearn, su
esposa se separa de él. En “La paz reina en Bearn”, se narra la vida de los señores en sus
posesiones, interrumpida por un viaje a París y Roma. En esta etapa, don Toni se dedica a
escribir sus memorias. Al final regresa Xima, pobre y mayor, y los tres personajes mueren
en extrañas circunstancias. En el epílogo, Joan Mayol es visitado por unos investigadores
de la Masonería que pretenden conocer los secretos que esconde la llamada ‘sala de las
muñecas’, habitación siempre cerrada a cal y canto y que debe su nombre a la afición de un
antepasado de los Bearn por la que había sido expulsado del ejército. Mayol quema el
contenido de la habitación para preservar indemne la memoria del señor de Bearn.
El relato literario fue adaptado para la televisión en el año 1976. Y posteriormente,
en 1982, el archiconocido director madrileño Jaime Chávarri de la Mora estrenó una
adaptación cinematográfica de la novela, muy conseguida por cierto. La película fue
protagonizada por el magnífico e inolvidable actor Fernando Rey y otros compañeros de
profesión de la talla de Alfredo Mayo, Ángela Molina, Amparo Soler Leal e Imanol Arias.
Imagen 4
La escritora Lola Salvador Maldonado (1938-), guionista de El olivar de Atocha
Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Y en julio de 2014 le fue concedido el
Premio Nacional de Cinematografía.
8
Ignacio del Valle, Caminando sobre las aguas (Madrid: Páginas de Espuma, 2013); Busca mi rostro
(Barcelona: Plaza y Janés, 2012); Los demonios de Berlín (Madrid: Alfaguara, 2009); El tiempo de los
emperadores extraños (Madrid: Alfaguara, 2006); El arte de matar dragones (Madrid: Algaida, 2003); Cómo
el amor no transformó el mundo (Barcelona: Espasa, 2005); El abrazo del boxeador (Oviedo: KRK
Ediciones, 2001); y De donde vienen las olas (Alicante: Aguaclara Ediciones, 1999).
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Imagen 5
Cartel comercial de la película Silencio en la nieve
El filme está dirigido por Gerardo Herrero. La cinta tiene un ritmo premioso y
parece buscar la senda del best-seller, al tiempo que denuncia los horrores de la guerra.
Entre los actores vemos a Juan Diego Botto, Carmelo Gómez y Víctor Clavijo.
Gerardo Herrero es un director, guionista y productor nacido en Madrid en 1953. Su
trayectoria en el mundo del cine es dilatada y notoria. Licenciado en Derecho por la
Universidad Complutense de Madrid, fundó en 1987 la productora Tornasol Films, con la
que ha producido medio centenar de películas. Su debut como director fue en la cinta
titulada Al acecho (1987). También ha dirigido Malena es un nombre de tango (1996),
basada en un relato novelesco de Almudena Grandes, Territorio comanche (1997), Las
razones de mis amigos (2000), El misterio Galíndez (2003), Una mujer invisible (2007),
Silencio en la nieve (2012), y La playa de los ahogados (2014). Entre los años 1993 y
1994, presidió la Academia Española de Artes y Ciencias Cinematográficas y es miembro
fundador de la Escuela de Cine de Madrid.
El argumento de la película nos sitúa en el frente ruso durante el invierno de 1943.
Un batallón de la División Azul se topa con un soldado español muerto en extrañas
circunstancias. El cuerpo presenta una hendidura que le atraviesa el cuello, y en el hombro
lleva una misteriosa inscripción grabada a cuchillo: “Mira que te mira Dios”. Al soldado
Arturo Andrade, exinspector de la policía, se le encarga la investigación del caso, en la que
se relaciona el asesinato con la sociedad secreta de la Masonería.
Breves conclusiones
No vamos a negar que llama la atención la enorme cantidad de películas en las que,
sin más ni más, aparecen los símbolos más populares de la Francmasonería; ocurre sobre
todo en el cine americano, pero ya vamos viendo películas europeas con esa misma
tendencia. Es como si el hecho de embutirlos en el guion aportase un plus de misterio o
aventura al argumento de la película donde se encajan. Son muy pocas, por el contrario, las
cintas que tratan de verdad alguno de los aspectos de la sociedad.
A la vista de lo dicho, nos podemos preguntar de qué manera aparece reflejada la
Masonería en los guiones de cine y en los desarrollos cinematográficos. Y en este sentido,
observamos que las logias aparecen asociadas fundamentalmente a tres asuntos: la aventura
misteriosa, el crimen oscuro y la conspiración en la sombra. De lo primero, nada que
añadir; de lo demás anotar que estos argumentos, sin ser puramente antimasónicos, no
benefician en nada la imagen corporativa de la Masonería. Ya sabemos que el cine es solo
cine y que la ficción es la dueña y señora de guiones y producciones, pero habría que
preguntarse el porqué de la relación argumental -exitosa, por cierto- entre lo criminal y la
orden, que siempre se perfila con rasgos de complot y secretismo.
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Bibliografía
Díaz, Susana. Modos de mostrar. Encuentros con Lola Salvador, Getafe, Grupo de
Investigación “Televisión-Cine: memoria, representación e industria”. Madrid:
Universidad Carlos III, 2012.
Ferrer Benimeli, José Antonio. “Prólogo” a Masonería y Literatura. La Masonería en la
novela emblemática de Luis Coloma de Ricardo Serna Galindo. Madrid, Fundación
Universitaria Española FUE, 1998.
Serna Galindo, Ricardo. “Masones en el cómic. La Masonería y Corto Maltés, de Hugo
Pratt”. En Estudios masónicos. Cinco ensayos en torno a la Francmasonería.
Editado por Ricardo Serna Galindo. Santa Cruz de Tenerife: Ediciones Idea, 2008.
Serna Galindo, Ricardo. “Masonería y literatura, dos ámbitos en confluencia”. Revista La
Página 77, no. 1 (2009): 27-45.
Serna Galindo, Ricardo. “La Masonería en el cine”. Revista Cultura Masónica VII, no. 21
(2015): 21.
Swerts, Harry. Franc-maçonnerie et le 7ème Art. París: Dervy, 2005.
Valle, Ignacio del. El tiempo de los emperadores extraños. Madrid: Alfaguara, 2006.