2008 México Francia Memoria de Una Sensibilidad Común

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México Francia

Memoria de una sensibilidad común; Siglos XIX-XX. Tomo III-IV

Javier Perez-Siller y David Skerrit (dir.)

DOI: 10.4000/books.cemca.1643
Editor: Centro de estudios mexicanos y centroamericanos
Año de edición: 2008
Publicación en OpenEdition Books: 24 abril 2013
Colección: Historia
ISBN electrónico: 9782821828018

http://books.openedition.org

Edición impresa
ISBN: 9786077519812
Número de páginas: 256

Referencia electrónica
PEREZ-SILLER, Javier (dir.) ; SKERRIT, David (dir.). México Francia: Memoria de una sensibilidad común;
Siglos XIX-XX. Tomo III-IV. Nueva edición [en línea]. Mexico: Centro de estudios mexicanos y
centroamericanos, 2008 (generado el 03 mai 2019). Disponible en Internet: <http://
books.openedition.org/cemca/1643>. ISBN: 9782821828018. DOI: 10.4000/books.cemca.1643.

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© Centro de estudios mexicanos y centroamericanos, 2008


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1

"Fue hacia fines de 1826 cuando el ministro de la guerra, Gómez Pedraza, pudo hacer maniobrar,
en la plaza de armas de México, el primer batallón completamente armado y equipado según el
gusto moderno o el modelo francés". Así califica Claudio Linati, en su libro Costumes Civils,
Militaires et Religieux du Mexique, la organización del ejército a cinco años del nacimiento de
México, como país independiente. Esa observación autoriza preguntar sobre el papel que jugó
francés" -hombres, ideas, mercancías y capitales- en la modernización del país, y a indagar su
contribución en el tránsito de la sociedad novohispana a la nacional. Fruto de dos coloquios del
provecto "México Francia", esté libro reúne veinticinco estudios, articulados en cinco ejes
analíticos (El inmigrante: imagen y realidad; De lo privado a lo público; La República de las letras;
El medio de la Medicina; y Élites, familias e individuos), donde historiadores mexicanos y
franceses abordan esa problemática. Además de utilizar la perspectiva mundializadora y la
reflexión sobre las sensibilidades, ellos ponen a prueba una escala pequeña de análisis, la historia
de vida, cuyos alcances cuestionan la historia tradicional que excluye la participación de actores
extranjeros en la construcción de la nación.
2

ÍNDICE

Presentación
Javier Pérez Siller
Ver la historia desde lo social
Un cambio de escala: la historia de vida
Los inmigrantes como actores
El afrancesamiento:¿actitud, representación o creencia?
Construcción de representaciones
Los saberes y las técnicas: ¿transferencia o recreación?
Historias de vida y modernidad
Extranjeros: actores en la construcción del México nacional?

El inmigrante: imagen y realidad

El perfil del migrante francés de mediados del siglo XIX


Chantal Cramaussel
El registro consular
El ritmo de la migración y sus causas
Edad, estado civil y profesión
Origen geográfico de los migrantes
Conclusión

Los pirinenses en México a mediados del siglo XIX. Contribución al estudio de la inmigración
francesa
Ariane Bruneton y Michel Papy
Una nueva fuente de información acerca de la inmigración francesa a mediados del siglo XIX
Las características de la migración vasca, bernesay bigordana
Algunos apuntes para armar una conclusión provisional

Radiografía de franceses en las urbes mexicanas: tránsito del modelo virreinal al nacional
Javier Pérez Siller
El número de franceses: un problema de fuentes
Los flujos migratorios: hacia una tipología
Emigración que cambia en el tiempo
Inmigración influyente en las urbes
Reflexiones: ¿una contribución al modelo urbano?
Perspectiva para la investigación

Franceses en el estado de Veracruz


David Skerritt y Bernardo García Díaz
Las ideas
Los negocios
La tierra
Reflexiones finales
3

Franceses en Sonora: el decreto de expulsión de 1865


Zulema Trejo Contreras
El Segundo Imperio en Sonora
Franceses en Sonora
La orden de expulsión
El financiamiento de la resistencia
Aplicación de la orden de expulsión
Camou Hermanos y la orden de expulsión
Conclusiones preliminares

Capitanes, mercaderes, inmigrantes: mediadores de la cultura francesa en la Alta California


hispana (1786-1846)
Annick Foucrier
La Francia del Siglo de las Luces
Los franceses: ejemplo de buenos modales y de buen gusto
La influencia de las ideas francesas mediante la lengua y la música
¿Cuáles visiones de Francia?

De lo privado a lo público

Lo francés tras la mirada de una fiesta: la jura de Fernando VII en Xalapa (1808)
Adriana Gil Maroño
Rey cautivo... rey jurado
Representaciones de lo francés en la fiesta de Xalapa (1808).
La construcción del otro. El francés como el enemigo
El cabildo xalapeño rinde tributo al rey de España en 1808
Epílogo. ¿Ideas revolucionarias francesas en la independencia de México?

El afrancesamiento de la danza en México en la primera mitad del siglo XIX


Montserrat Galí Boadella
Introducción
Los Pautret en México. Repertorio de la primera etapa
La escuela francesa académica. Noverre y el ballet d’action.
La década de 1840 y la introducción del ballet romántico en México. Adéle et Hypolite Monplaisir.
El ballet romántico
Reflexiones finales

El testamento arquitectónico de los barcelonnettes –el gran almacén, la mansión y la capilla


funeraria– o el triunfo del eclecticismo
Hélèn Homps
1870-1890. Primeros almacenes, mansiones y tumbas
1890-1914. La Edad de Oro del régimen arquitectónico. Advenimiento del gran almacén, de la
mansión-castillo y las tumbas de prestigio.
Entreguerras. Caída del régimen arquitectónico. Disminución y empobrecimiento del proyecto
arquitectónico

Correspondencia y biografía. El viaje de Louis Gasquet por México: de Francia a California


(1843-1847)
Annick Foucrier
Louis Gasquet a través de las publicaciones norteamericanas
De Sommieres a Veracruz: en los orígenes de una misión diplomática
Un representante francés en México
Conclusión
4

La república de las letras

La acogida de Carlota en Saint-Nazaire en 1866 y su reinterpretación ficcional: los


desencuentros de la historia y los rescates de la ficción
Jean-Marie Lassus
La prensa local, ¿reflejo de una sensibilidad común?
Reinterpretación biográfica y ficcional del acontecimiento
Perspectivas:

Las representaciones de Maximiliano en los libros de texto mexicanos: ¿un reencuentro


histórico?
Yves Robin
Introducción
Estudio de un cuadro representando a Maximiliano
Análisis de la representación en el contexto de las páginas del libro «Historia Sexto grado»
Análisis de la representación en el contexto de las páginas del libro de Historia de cuarto grado
Análisis del texto que acompaña al cuadro
Análisis del montaje iconográfico de la doble página
Análisis del texto
Conclusión y perspectivas

Emile Chabrand (1843-1893): viajero, actor y testigo de la emigración francesa a México


Hélèn Homps
Émile Chabrand: actor de la migración (1864-1878)
Émile Chabrand, testimonio de la emigración
El viaje alrededor del mundo (1882-1883)
A manera de conclusión
Elementos para una biografía

Pierre Loti y José Juan Tablada en busca del Japón: un estudio comparativo
Adela Pineda Franco

El medio de la medicina y la salud pública

El afrancesamiento de la botica poblana durante la primera mitad del siglo XIX


Ana María Dolores Huerta Jaramillo
La presencia francesa en la academia

Los dentistas franceses en el inicio de la odontología en México


Martha Díaz de Kuri
El inicio de la dentistería
Llegada de los dentistas franceses
Primer examen para obtener el título de dentista
Consolidación del gremio dental

Juan F. Fenelon: un médico entre la pasión y la práctica


Rosalina Estrada Urroz
Juan F. Fenelon ¿Un francés mexicano o mexicano francés?
Su preocupación por las pelvis y los instrumentos
La Gaceta Médica de México y su cercanía a la Academia Nacional de Medicina
La Dosimetría, un nuevo rumbo de su pensamiento
La Medicina Científica, un campo de batalla
Para concluir
5

Un héroe francés en el silencio: Eduardo Huet y la conformación de la identidad sorda en


México
Christian Jullian
El Eduardo Huet histórico
El otro Huet
El imaginario sordo y su contexto histórico
Comentarios finales
Fuentes.

Taras, estigmas, degeneración. Los científicos sociales de finales del XIX frente a la
prostitución
Fernanda Nüñez
Prostitución, locura y degeneración
El fin de la familia, irremediable catástrofe

El “sistema francés” y el registro de prostitutas: el caso de Puebla, 1880-1929


Rosalina Estrada Urroz
Vigilar y controlar para civilizar
El Registro en México, una necesidad de controlar los oficios
El registro en Puebla
Una clasificación subjetiva
Las distintas miradas
La entrada y salida del mundo de la prostitución
Los criterios de ubicación
Para terminar

Élites, familias y asociaciones

El cocinero masón, la Inquisición y los franceses


Guy Rozat

Venus sobre el disco del sol en la memoria de Francisco Díaz Covarrubias, un segundo Le
gentil
Adela Pineda Franco

Luis Olivier: hacendado e industrial en Puebla


Sergio Moisés Andrade Covarrubias
Introducción
Los primeros pasos. Luis Olivier en Tehuacán
En búsqueda de nuevos aires. Luis Olivier en Puebla
Comentarios finales

Un proyecto de afrancesamiento: Olegario Molina y la ciudad de Mérida


Raquel Ofelia Barceló Quintal
Introducción
Adolescencia y juventud: la ciudad colonial
Construyendo las bases de la modernidad: educación y política
Las primeras redes sociales, 1860-1880
Las relaciones de parentesco
Las redes sociales y el comercio internacional
Molina gobernador de Yucatán y ministro de Fomento: la tendencia a la mundialización
En síntesis
6

La Compañía Minera de San Francisco del Oro y Anexas


Roberto Baca
I. Antecedentes
II. Los dueños de la Compagnie minière de San Francisco del Oro et annexes
III. Adelantos tecnológicos
Conclusión

Lista de Autores

Índice Onomástico de lugares e instituciones


7

Presentación
Javier Pérez Siller

La France a-t-elle exercé une influence bienfaisante ou


funeste sur la destinée des hommes de nos jours?
L’avenir seul le fera connaître. Mais nul ne saurait
douter que cette influence n’ait existé et qu’elle ne soit
grande encore.
Alexis de Tocqueville
L’ancien régime et la révolution, 1856
1 Fruto de dos coloquios internacionales del proyecto México Francia: presencia, influencia
sensibilidad –Xalapa, 2001, y Puebla, 2003–, este libro presenta los resultados de una
aventura intelectual que inició en la primavera de 1997 y que ha dado ya muchos frutos:
seminarios, conferencias, coloquios, la publicación de libros, documentos y videos; un
Laboratorio virtual, acuerdos internacionales y, sobre todo, la formación de alumnos de
posgrado que continúan la propuesta.
2 La originalidad del proyecto radica en la creación de un espacio de reflexión y de un
campo de investigación que no existían como tales, aunque ya estaban aflorando.1 Los
franceses en México no habían sido tomados como objeto específico de estudio. Pero las
virtudes no radican en el objeto, sino en el ojo que ve; en la propuesta teórica y
metodológica, basada en la conjugación entre una perspectiva, la mundialización, y una
problemática, la construcción de sensibilidades que derivan de la presencia de un
elemento extraño en una sociedad.
3 El éxito del proyecto también radica en mantener un estilo de trabajo donde cada
investigador es reconocido como autoridad en el objeto que estudia, comparte libremente
sus hallazgos y se libra a una reflexión sin barreras. Eso presupone un profundo respeto,
una gran libertad creativa y un ambiente cordial y solidario, el mejor de los mundos
posibles en un medio académico cada vez más asediado por una competitividad más
burocrática que eficiente.
8

Ver la historia desde lo social


4 A estas virtudes se agrega una dimensión original dada por las preguntas abordadas en
cada coloquio. Sabíamos que desde la época de la Ilustración y de la Gran Revolución,
hasta bien entrado el siglo XX, Francia se convirtió en el faro de los modelos políticos,
sociales y culturales del Occidente latino. Que el “afrancesamiento” fue el curso más
idóneo que adoptaron las élites mexicanas e iberoamericanas para acompañar la
Independencia, encaminar los jóvenes países hacia el “progreso” y alcanzar lo que
llamaron “civilización”.2 Pero existían, y existen aún muchas preguntas: ¿de qué manera
los inmigrantes, las mercancías, los capitales, las técnicas y saberes venidos de Francia
favorecieron a modernizar la sociedad mexicana?, ¿qué vías utilizaron para ello?, ¿en qué
sectores de lo social se aprecia?, ¿qué obstáculos enfrentaron?, ¿qué circunstancias
ayudaron?
5 Para responder, en el Coloquio de Xalapa los investigadores no se limitaron a hacer un
inventario del “afrancesamiento” en las distintas regiones del país, en los diversos
estratos, clases sociales y periodos, fueron más allá en sus indagaciones y aportaron una
profunda reflexión sobre “el sentido de esa presencia”, constataron que el
afrancesamiento no sólo influenció o sirvió de guía, sino que favoreció al tránsito de la
sociedad novohispana a la nacional.
6 Verdadero aporte historiográfico, ese gesto escapa a la visión “nacional” o “nacionalista”
de una historia pensada desde el centro y escrita desde la perspectiva de “la unidad
nacional”, una visión que se convirtió en hegemónica a lo largo del siglo XX y que se fue
imponiendo desde la ciudad de México a toda la República. Una versión que,
desgraciadamente, aún se cultiva en universidades y, lo que es peor, se enseña en escuelas
elementales. Para esa vieja historia, la pregunta que este libro propone es malinchista;
ella sólo valora al “mexicano”, al “mestizo” como actor de la historia patria, y ve con
desconfianza al extranjero.
7 En ese sentido, este libro logra tocar las raíces y subvierte el orden de los factores
históricos. En lugar de pensar el pasado desde el Estado –léase, desde la voluntad de crear
una nación uniforme y homogénea, o desde la hegemonía de una historia tradicional–,
propone pensarlo desde la sociedad, desde los grupos que la componen; desde la
presencia de una minoría de inmigrantes franceses o mexicanos afrancesados y, sobre
todo, desde lo que significó para la época esa presencia –con sus prácticas, valores e
imaginarios– y la sensibilidad que ella generó.

Un cambio de escala: la historia de vida


8 Pero eso no es todo. Además de ofrecer una problemática novedosa y radical para la
historiografía mexicanista, los investigadores se libran a explorar un objeto de análisis
tradicional, la biografía, revestido de una problemática que lo trasciende. Para el coloquio
internacional de Puebla, se propuso cambiar de escala de investigación.3 En lugar de usar
las escalas habituales – geográfica, sociológica, política, temática, grupal– preferimos
investigar a los individuos, indagar sobre su historia de vida.
9 Eso suponía aplicar a la nueva escala la perspectiva de la mundialización y la
problemática de construcción de sensibilidades que hemos venido alimentando y, sobre
9

todo, saltar los obstáculos inherentes al tradicional enfoque dado a la biografía, cargado
de pretensiones éticas –historias de santos, de hombres ilustres, de héroes– y tejido de
pasiones, deseos y fantasías, que han convertido la biografía, desde Las Vidas de Plutarco,
en un genero para cronistas, narradores o hagiógrafos, muy socorrido por los creadores
de novelas históricas.
10 El desafío de la biografía, siguiendo a François Dosse, no consiste en desnudarla de la
cotidianidad –pensamientos, actitudes, pasiones, sueños–, ni en evacuar toda pretensión
literaria –una historia bien contada ilustra más que una buena razón mal enunciada–, sino
de comprender su sentido en una época determinada.4 La intensión de ver una época a
través de una historia de vida, solicita del historiador mucha creatividad para
problematizar una existencia, para observarla como signo, consecuencia y causa de la
transformación de las sociedades en el tiempo. En nuestro caso específico, verla en un
momento de la mundialización y, al mismo tiempo, como partícipe en la recreación y
reproducción de una sensibilidad: verla como actor en la construcción del
afrancesamiento.
11 En suma, la pregunta clave de este libro es: ¿de qué manera esos actores (individuos,
capitales, mercancías, ideas, modelos, saberes, técnicas) participaron en la construcción
de una sensibilidad que favoreció el tránsito de una sociedad virreinal –articulada en
estamentos y bajo el derecho absoluto de los reyes– a una sociedad nacional con vocación
igualitaria y bajo el derecho ciudadano?

Los inmigrantes como actores


12 En cinco apartados, el libro ilustra bien estas problemáticas y, más que aportar certitudes,
ofrece fuentes novedosas, métodos renovados y dudas que revelan espacios de oscuridad
y sombras a los que los investigadores debemos enfocarnos.
13 Si los actores son nuestro objeto de estudio privilegiado, justo es preguntar ¿qué imagen
tenemos sobre los migrantes franceses?, ¿de dónde vienen?, ¿cuál es su capital cultural y
humano?, ¿a dónde llegan?, ¿qué prácticas desarrollan para ganarse la vida? La
historiografía, muy escasa sobre los flujos migratorios, ha repetido sin cesar falsas ideas
sobre el origen de los pocos franceses –una comunidad no mayor a las doce mil almas–
que llegaron a México.5 La más coreada es la que afirma que la “colonia francesa” estaba
formada por una mayoría de barcelonnettes, imagen que los capítulos del primer
apartado, “Inmigrantes: imagen y realidad”, desmienten y ubican en el tiempo y en el
espacio.
14 En ellos, Chantal Cramaussel, Arian Bruneton y Michel Papy demuestran que una tercera
parte de los migrantes de mediados del siglo XIX provenía del sudoeste de Francia y que
sólo una quinta parte salió de los Alpes. Cramaussel pone énfasis en las causas de la
migración: esos serranos fueron duramente golpeados por el declive de la artesanía rural
y la baja productividad agrícola. Mientras que Bruneton y Papy, conocedores de los
Pirineos, ponen de manifiesto que los berneses fueron más numerosos que los vascos y
bigordanos, pero que la mayoría era justamente de artesanos y campesinos.
15 ¿Cómo entender que los migrantes franceses, en su mayoría artesanos y campesinos, se
hayan convertido en un factor de modernidad al llegar a México? Esta aparente paradoja
es pensada a la luz de la comparación del perfil cultural de los inmigrantes en tres
momentos (1849, 1891 y 1917), al examinar el lugar donde se instalaron en México y,
10

sobre todo, al observar la influencia de sus prácticas profesionales. La mayoría se instala


en las capitales o grandes ciudades del país, con el objeto de hacer fortuna. Su “capital
cultural” –educación, actitudes, valores y virtudes– les permite aventajar a los
“mexicanos” y a otros extranjeros en ciertos negocios y triunfar en el comercio de ropa,
de sombreros, de la moda, la restauración, la hotelería, la panadería y, claro está, en la
enseñanza del francés y en la educación. El caso de la “expulsión” de la familia Camou,
originaria de los pirineos, por un gobernador republicano durante la Intervención
(capítulo presentado por Zulema Trejo), es más que ilustrativo de esta realidad y de
aquella en que una autoridad se ve obligada a “respetar intereses” para “pedir favores” a
familias acomodadas.
16 El afrancesamiento de las elites, basado en una representación que ubica a Francia como
faro de la civilización, no siempre corresponde a las prácticas y valores de los colonos
galos. Así lo muestran Bernardo García y David Skerritt en su estudio sobre los franceses
en Veracruz, al describir el ejemplo de aquellos que se asentaron en las márgenes del Río
Nautla (Jicaltepec y San Rafael). Esos colonos –originalmente campesinos venidos de
Borgoña– formaron una mayoría que les permitió consolidar una comunidad rural, con
valores, representaciones y una identidad distinta a la del “afrancesamiento” urbano. Esa
identidad no eliminó su rol modernizador ni su contribución al aprendizaje de prácticas y
comportamientos muy alejados a los ejercidos por comunidades rurales, sometidas al
pago de tributos y a las relaciones serviles.
17 El afrancesamiento encuentra diferentes contenidos. Así se aprecia en el comportamiento
de los franceses de California, analizado por Annick Foucrier. Cuando California
pertenecía al mundo hispano, los galos eran vistos como extraños, conquistadores o
enemigos, al igual que rusos, ingleses o estadunidenses, pero cuando California fue
invadida por el ejército de Estados Unidos, los franceses –católicos y latinos– se
convirtieron en aliados de los hispanos frente a los anglos. No basta con indagar el
contenido, atribuido o propio, del afrancesamiento, aún hay que pensar su sentido y
significado para una época determinada.

El afrancesamiento:¿actitud, representación o
creencia?
18 En el segundo apartado, “De lo privado a lo público”, el afrancesamiento se exhibe en la
calle como exteriorización de un sentimiento. Ya sea en la adopción de un estilo
arquitectónico para los palacetes de los ricos comerciantes barcelonnettes –caso
presentado por Hélèn Homps–, cuyo sentido es la ostentación, ante sus paisanos y el
mundo entero, del éxito alcanzado, o en las fiestas de adhesión a Fernando VII, que en
realidad fueron protestas públicas contra la invasión de España por Napoleón y la
usurpación del trono del Imperio hispano. Investigado por Adriana Gil Maroño, este caso
trata de un sentimiento de rechazo, de un ejercicio de “construcción del francés como
enemigo” con el objeto de lograr la unidad de sentimientos y acciones.
19 La exhibición del afrancesamiento se ve en las técnicas de danza y en el contenido de los
espectáculos que se ejecutaron después de la Independencia. Como lo muestra Montserrat
Galí, el estilo de fines del siglo XVIII y principios del XIX fue impuesto en España por la casa
Borbón y de ahí transitó al Imperio, donde disputó terreno al hegemónico estilo italiano.
Sin duda, las actuaciones en teatros mexicanos de artistas como los Pautret o los
11

Monplaisir fueron las que afianzaron el romanticismo francés en la danza y transmitieron


una sensibilidad que se alejaba de la que imperó en la Nueva España.
20 La escala de investigación escogida, la historia de vida, es muy reveladora y apasionante.
Sobre todo cuando se puede acceder a la mirada del biografiado y percibir su mundo
interior y su temperamento. Desde hace más diez años, Ariane Bruneton ha mostrado la
riqueza de las huellas epistolares y ha compartido toda una metodología para
recuperarlas y sacarles el mejor provecho.6 En el capítulo sobre el viaje de Gasquet en
California, Annick Foucrier acude a esas fuentes, considerándolas testimonios de una
mirada que “sufre la conquista angloamericana de California, pero no la derrota
mexicana”, y se transforma en signo del mundo en el que ella se construye: las
ambiciones imperialistas de Francia por un territorio poco poblado. El afrancesamiento
puede ser una actitud, pero también creencia... “el destino manifiesto a la francesa”.

Construcción de representaciones
21 El afrancesamiento es un sentimiento unido a un sistema de representaciones y creencias.
La recepción de Carlota en Saint Nazaire en 1866 –exhibida por Jean-Marie Lassus–, revela
la confrontación entre sentimientos de indiferencia popular y de expectativa por parte de
la prensa local y la política imperialista. Lassus subraya la fragilidad del estatus de los
individuos o de los eventos sociales, y revela los mecanismos que los transforman en
históricos. El afrancesamiento es aquí una “manera de ver”, de representar, de valorar y
ubicarse en lo social.
22 ¿Cómo se construye un personaje en la memoria colectiva?, ¿qué mecanismos se usan
para resaltar virtudes o vicios que lo presenten como éroe o villano? El caso de la imagen
de Maximiliano en los libros de texto de historia mexicanos aporta algunas respuestas.
Yves Robin analiza la imagen del Emperador y revela cómo es transformado en el
protagonista más representativo de la Intervención, en la figura que encarna el
afrancesamiento deseado por las elites mexicanas y portador de la política de Napoleón
III, representación que transmiten los libros de texto para poblar el imaginario de los
escolapios y de muchos historiadores, a pesar de que Maximiliano era un austriaco.
23 A diferencia de la construcción de las dos figuras emblemáticas del segundo Imperio
mexicano –Carlota y Maximiliano–, en el capítulo sobre Émile Chabrand –suerte de esbozo
biográfico– y en el estudio comparativo de Loti y Tablada vemos la construcción de una
representación a partir de las relaciones que el actor establece consigo mismo y con el
mundo. Chabrand pasa casi desapercibido, a pesar de haber sido un activo viajero y gran
coleccionista de recuerdos, imágenes y objetos que hoy forman parte del Musée de la
Vallé, en Barcelonnette. Mientras que Loti y Tablada, por su práctica literaria, irradiaron
una imagen sobre su tiempo, aún vigente. Adela Pineda demuestra que, inspirado en la
mirada que Loti construyó sobre el Japón, la representación orientalista de Tablada es una
crítica al rol del arte y la poesía, una mirada radical que desnuda las contradicciones del
porfirismo.
12

Los saberes y las técnicas: ¿transferencia o


recreación?
24 La transferencia de representaciones, saberes o de tecnología se convierte aquí en objeto
privilegiado de estudio: la vida de las ideas y las técnicas, su circulación, su adaptación, su
recreación, así como las prácticas de los actores y los mecanismos que las hacen posibles,
encuentran un espacio especial en los capítulos del tercer apartado, “El medio de la
medicina y la salud pública”.
25 Ahí se analiza el rol de los inmigrantes franceses en dicha transferencia. Así, leemos en el
capítulo preparado por Martha Díaz que el dentista Eugéne Crombé, instalado en México
desde la década de 1830, y su hijo Ricardo, no sólo arregló la dentadura de numerosos
mexicanos, sino que también creó instituciones médicas como el Consultorio Nacional de
Enseñanza Dental, antecedente de la hoy Facultad de Odontología de la UNAM. Por su
parte, Jean François Fenelón, oaxaqueño, hijo de franceses y formado en París, participó
activamente en el proceso de cambio de paradigmas científicos que experimentó la
medicina a fines del siglo XIX. El tercer actor, presentado por Christian Jullian, es
Edouardo Huet: “héroe francés en el silencio” y fundador de escuelas para sordomudos en
Francia, Brasil y México. A principios de 1867, después de un célebre concurso, Huet logró
que las autoridades imperiales establecieran una Escuela Municipal para Sordos, primera
en México. A la caída de Maximiliano fue transformada en Escuela Nacional de
Sordomudos.
26 Los productos y métodos venidos de Francia también participaron en el proceso de
modernización de la medicina. Así lo muestra Ana María Dolores Huerta Jaramillo, en el
capítulo dedicado a la botica poblana de la primera mitad del siglo XIX. Con ojo clínico,
Huerta Jaramillo observa cómo se adaptaron ideas ilustradas en el antiguo Hospital de
San Pedro, de qué manera sensibilizaron a la comunidad médica para colaborar con la
Junta de Sanidad y con la Academia, y desde cuándo los boticarios poblanos empezaron a
incorporar fórmulas reconocidas en Europa, venidas principalmente de Francia.
27 Una concepción moderna de la salud y la enfermedad, del diagnóstico y la terapéutica
también se aprecia en la actitud de esa novel comunidad médica frente a las autoridades
públicas y al ejercicio de la prostitución. El primer obstáculo fue la mirada que se tenía y
los juicios sobre la mujer desde posiciones moralistas, clasistas y hasta racistas, aquí
examinadas por Fernanda Núñez. Otro problema a resolver fue el de la salud pública. Más
allá de la ideas higienistas –que también fueron adoptadas por las autoridades
porfiristas–, el método de registrar a las prostitutas para certificar su buena salud
(inaugurado por la administración de Maximiliano y que se aplicó en Puebla hasta 1929),
permite apreciar las actitudes frente al problema, así como acercarnos, por las fotos y los
datos de filiación asentados en los registros, al rostro de esas mujeres, apreciar sus
miradas, estilos y poses... todo un mundo poco explorado por los historiadores, que nos
descubre Rosalina Estrada. Un mundo que alimentó la sensibilidad de artistas y poetas de
la época y que calificaron de “Santa” liberación creativa...
13

Historias de vida y modernidad


28 La vida de cualquier individuo, como la de nosotros mismos, tiene luces y sombras. Luces
dadas por las huellas y testimonios que dejamos en el transcurso del tiempo y que
pacientemente el historiador recupera y hace accesibles, y sombras impenetrables que
sólo pueden atenuarse con preguntas, sospechas o mediante la intuición. Los últimos
cinco capítulos de este libro se ocupan de re-construir historias de vida de “Elites,
familias e individuos”.
29 Individuos como los hermanos Pierre y Martin Elissague, fundadores en 1853 de la
Compagnie Minière de San Francisco del Oro, y pioneros de relaciones mundializadas que
unieron la aldea de Espelette, en los Pirineos Atlánticos, con el pueblo de Parral, en
Chihuahua. El mismo modelo se repite en el capítulo de Sergio Andrade, dedicado al
estudio del empresario Luis Olivier, hijo de franceses que llegaron a Tehuacan durante la
primera mitad del siglo XIX, fundador de una pequeña fábrica de cerveza, en la que
participaron algunos paisanos. El capítulo demuestra que esa y otras iniciativas sirvieron
para articular varios negocios (agricultura, ganadería) y diversas propiedades.
30 ¿Cómo no ver en esas historias de vida las aristas de una economía que se moderniza al
golpe de la mundialización y de las prácticas de los inmigrantes galos? El caso de Olegario
Molina –profesor de francés, hombre de negocios, activo gobernador y ministro de
fomento–, es la golondrina que anuncia la sensibilidad moderna y autoritaria de las elites
porfiristas. A través de la historia de vida de Molina y de su familia, el capítulo de Raquel
Barceló nos ayuda a observar el afrancesamiento de la economía, la sociedad y la vida
urbana de Yucatán. Revela la sensibilidad de una elite que, hay que recordarlo, no se
detuvo en usar la deportación de indígenas y el control militar de sus pueblos para
eliminar los obstáculos que a su juicio frenaban el progreso y “la civilización”.
31 Si el afrancesamiento –elitista, familiar o campesino– fue la sensibilidad que se trató de
imponer a la sociedad, ¿cuál sería la sensibilidad de la sociedad novohispana? El capítulo
de Guy Rozat sobre el cocinero francés del virrey Revillagigedo ofrece algunas respuestas.
A pesar de trabajar para la más alta autoridad de la Nueva España, la Santa Inquisición
acusó al cocinero de ser masón y le armó un proceso. Rozat demuestra que el proceso
encarna la prioridad política de la época: controlar a los franceses que pudieran hacer
proselitismo de las ideas revolucionarias y dar un escarmiento a sus adeptos. Así,
descubre la sensibilidad oscurantista y fanática de la Inquisición, muestra la fractura en el
imaginario novohispano producida por las ideas y modelos galos, y revela el abismo que
se abrió entre los conservadores y las elites ilustradas.
32 El capítulo de Adela Pineda Franco sobre el viaje del astrónomo Francisco Díaz
Covarrubias nos muestra un extremo de ese abismo. Imitando a las potencias europeas, el
gobierno de Lerdo de Tejada envió una Comisión al Japón para observar el paso de Venus
por el disco solar. En su recuento, Covarrubias transmite los sueños modernos de la
imaginación técnica y del propio gobierno mexicano. Sueños y prácticas, anclados en la fe
en el progreso científico, que distan mucho de los móviles –fanatismo religioso, lucha
contra el fantasma de la autoridad de los pueblos, muerte de los reyes– que movieron a la
Inquisición contra el pobre cocinero.
14

Extranjeros: actores en la construcción del México


nacional?
33 A lo largo de las cinco secciones del libro, el lector cae en la cuenta de que la presencia de
elementos franceses en México –individuos, modelos, capitales, ideas, técnicas y saberes–
contribuyó, mal que bien, al tránsito de la sociedad novohispana a la nacional. Sin
embargo, ante la seductora “historia común” aprendida desde la escuela, ante las
representaciones de una “comunidad imaginaria”, y ante la fuerza de una historia
hegemónica que en lugar de pensar nos hace creer, esas evidencias no perecen suficientes
y desautorizan pensar libremente en el aporte y la contribución de los extranjeros, no
sólo franceses, sino de todos los que no son “mexicanos”, a la historia y la cultura
nacionales.
34 De aquí se desprenden al menos tres actitudes frente a la investigación. La primera es
fomentar una historia comparativa sobre las prácticas de los extranjeros con el fin de
mesurar los aportes de las distintas minorías extranjeras y su originalidad. La segunda, es
evaluar ese impacto en momentos históricos clave, es decir, en coyunturas que por su
importancia han marcado la historia mexicana o mundial, con el fin de descubrir la
transformación misma de esas minorías, conocer los mecanismos y evaluar la capacidad
de adaptación, transformación y adopción realizada por la comunidad de recepción.
35 En fin, la tercera actitud es repensar el pasado a partir de la ventana de las minorías,
extranjeras o étnicas. Ver su aporte y su transformación, descubrir su sensibilidad e
integrar su memoria en la historia colectiva. Ello permitiría saldar la deuda histórica con
los pueblos indígenas, comprender los límites del rol de los mestizos y entender así la
complejidad de una historia que es fruto de un país diverso y multicultural. Este libro
ofrece pistas, problemáticas y metodología para ello. A los estudiosos y al público lector le
toca juzgar su pertinencia.

NOTAS
1. Ver J. Pérez Silier, “Historiografía general sobre México Francia: 1920-1997”, en México
Francia Memoria de una sensibilidad común, siglos XIX-XX, México, BUAP/CEMCA/ El Colegio de
San Luis, 1998.
2. Samuel Ramos, El perfil del hombre y la cultura en México, México, Imprenta Mundial, 1934.
3. Ver Jacques Revel, Jeux d’échelles. La mico-analyse a l’expérience, Paris, Gallimard, 1996.
4. Parafraseando a Walter Benjamín, Dosse se pregunta ¿cómo una vida puede contener una
época...? Ver: F. Dosse, Le pari biographique. Écrire une vie, París, La Decouverte, 2005.
5. Ver mi artículo “Historia e historiografía”, Amérique Latine Histoire et Mémoire. Les Cahiers
ALHIM, 17/2009 [En línea], Puesto en línea el 25 de febrero de 2010. URL: http://alhim.revues.org/
index3138.html.
15

6. A. Bruneton ver: “Une vaste et riche entreprise: recueillir, rassembler et « lire » des lettres
d’émigrés (XIXe-XXe siècles)”, in L’émigration basco-béarnaise aux Amériques au XIX siècle, Pau,
Ediciones Gascogne, 2006, pp. 291-309.

AUTOR
JAVIER PÉREZ SILLER
Javier Pérez Siller. Sociólogo por la UNAM, doctor en historia por la Universidad de París-I
Sorbonne, donde se especializó en la historia económica de México, siglo XIX, y en el estudio de la
reescritura y enseñanza de la historia. Ha publicado varios artículos en revistas nacionales e
internacionales. Entre sus obras más recientes destacan los libros: L’hégémonie desfinanciers au
Mexique sous le porflriat. L’autre dictature (2003) y El sueño inconcluso de Émile Bénard y su Palacio
Legislativo, hoy monumento a la Revolución (2009). Fue articulista en el Cd-Rom Le Mexique en France
(2003), realizó el dvd: Entre memoria e identidad. Testimonios de descendientes de franceses en México
(2009) y editó el Registre de la population Françoise au Mexique, 1849 (2003). Ha sido profesor invitado
en la École des Hautes Études en Sciences Sociales y en las universidades de Rennes-2 y Paris-8.
Desde 1996 es profesor investigador en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la
BUAP, donde dirige el cuerpo académico: “México-Francia: presencia, influencia, sensibilidad”. Es
miembro del SNI.
16

El inmigrante: imagen y realidad


17

El perfil del migrante francés de


mediados del siglo XIX1
Chantal Cramaussel

Portada: Hasta muy entrado el siglo XIX los barcos se impulsaban por el viento. Se
distinguían por el número de mástiles y, los de guerra, por el de cañones. Barco de primer
rango.
Fuente: Dibujo de Morel-Fatio, en Les gens de mer. Vus au XIXème siècle, Paris, Ed. Errance,
1982.

1 Jean Meyer fue el primer investigador que intentó medir, en 1980, el flujo de migrantes
franceses hacia México en el siglo XIX.1 Para estimar su número a mediados de ese siglo,
analizó el padrón levantado en México por el consulado de Francia en 1845, en él se
18

registran 1 800 franceses, número que equivaldría, según fuentes de la época citadas por
el mismo autor, a alrededor de una tercera parte del total de los residentes franceses en
México. Vamos a tratar aquí de proseguir con esta investigación al estudiar la lista de los
956 franceses que se matricularon en el consulado francés en México entre 1845 y 1852. 2
2 Nuestro objetivo es definir el perfil del migrante francés de mediados del siglo XIX en
México. Evaluaremos, en primer lugar con toda precisión el tipo de fuente que sirve de
base para el presente artículo, es decir, los registros consulares de los residentes.
Enseguida, tomaremos en cuenta para nuestro análisis todos los datos que comprende el
mencionado documento: fecha del registro, edad, oficio y estado civil del interesado,
lugar y fecha de expedición de su pasaporte o certificado de nacionalidad, procedencia
geográfica y, eventualmente, lugar de destino o de residencia. Gracias al estudio de toda
la información proporcionada creemos poder adelantar algunas hipótesis acerca de los
posibles orígenes de la corriente de migración francesa hacia México a mediados del siglo
XIX.

El registro consular
3 Los registros que consideraremos a continuación no incluyen desde luego, a todos los
franceses que llegaron a México entre enero de 1845 y diciembre de 1852, sino solamente
a los que se matricularon voluntariamente en el consulado: 956 en total.3
4 Podemos dividir a esos migrantes en tres grupos: primero, los que se registraron poco
tiempo después de haber llegado para poder contar con una eventual ayuda consular y ser
tomados en cuenta como parte de la comunidad francesa residente en México; segundo,
aquellos que se matricularon para regularizar su situación, como es el caso de los
franceses que salieron de Francia sin contar con el debido pasaporte de viaje que
expedían generalmente las prefecturas. Un tercer grupo está conformado por los que
estaban por salir de México y querían que se les expidiera un pasaporte en el que se
indicara su nuevo destino, para disponer de un documento oficial acreditando su
nacionalidad.4
5 Independientemente de las razones por las que llevan a cabo el trámite, la mitad de los
inmigrantes se inscribieron en las listas consulares antes de un año pero el porcentaje
aumenta a las dos terceras partes antes de cumplir dos años en México. Entre los que se
presentaron con prontitud ante el agente consular, la mayoría lo hizo en invierno, ya que
éste era el periodo del año más propicio para llegar a México. Los migrantes evitaban así
ser contagiados en Veracruz por el temible vómito negro (fiebre amarilla) que asolaba el
puerto en el verano y causaba una gran mortandad entre los extranjeros y recién llegados
(los nativos de la región se habían vuelto inmunes después de contraer en algún momento
de su infancia esta enfermedad).
6 No todos los franceses registrados contaban con su respectivo pasaporte, documento que
se solicitaban cada vez que se pretendía realizar un viaje, y los ciudadanos precavidos lo
pedían incluso para desplazarse dentro del mismo país. Equivalía a una especie de
salvoconducto en el que se anotaba el destino del interesado. El pasaporte confería cierta
honorabilidad a su portador, quien al enseñarlo podía demostrar que no era perseguido
por la justicia en su pueblo natal y que había cumplido con la obligación del servicio
militar. A mediados del siglo XIX sólo las dos terceras partes de los viajeros que iban a
trasladarse a México solicitaron su pasaporte en la prefectura que correspondía a su lugar
19

de residencia. Los demás lo hicieron en la capital francesa o en el puerto de salida (la


quinta parte de las personas de nuestra lista se encuentran en ese caso) o bien,
regularizaron su situación ya llegados a América. Como veremos a continuación, estos
datos indican, de entrada, tendencias interesantes para nuestro estudio.
7 Podemos dividir a los 810 migrantes que contaban con pasaporte en varios contingentes.
El primero transitaba por París y salía de Francia después quizá de un fracaso al querer
mejorar su modo de vida en la gran urbe (15 % del total), mientras que otros se dirigían al
puerto sin previa autorización de su prefectura de origen porque suponían que podían
obtener allí mejor información para escoger su destino (los que están en este caso
representan un 5 % adicional). Las personas que solicitaron pasaporte en París, sin haber
nacido allí, provenían en su mayoría de los departamentos vecinos, pero encontramos
también a muchos individuos de zonas más lejanas, casi toda Francia está representada
(aparecen 55 diferentes departamentos de origen).
8 El prefecto de la Gironde, cuya cabecera está en el puerto de Burdeos, expidió también
pasaportes a individuos oriundos de otras circunscripciones. Constatamos el mismo
fenómeno que en el caso de París: la mayoría llegó de la región circundante, pero hay
personas que provenían de otros de departamentos más distantes (del sur de Francia,
sobre todo). Unos cuantos más obtuvieron su documento de viaje en El Havre, el segundo
puerto en importancia de la fachada atlántica, después del de Burdeos. 5 Si sumamos a
estos migrantes que solicitaron su pasaporte en los puertos (Burdeos o El Havre) o en la
capital, los originarios de París y de las ciudades portuarias, tenemos a cerca de una
tercera parte de los colonos que estaban por establecerse en México.
9 Entre las personas que llegan a México sin contar con su respectivo pasaporte, es
relativamente alta la cantidad de individuos que declaran haberlo perdido (fueron 36 en
total); aunque quizá debamos dudar de la veracidad de esta afirmación, ya que estos
extravíos eran demasiado recurrentes como para ser siempre ciertos. En algunos casos
más, los interesados decían haber sido víctima de robo o bien no tener pasaporte porque
las autoridades mexicanas se los habían confiscado al llegar al país; otros pocos
naufragaron y perdieron todas sus pertenencias y en un solo caso tenemos a un desertor
del ejército francés, quien fungía originalmente de cañonero en Brest. Este último había
salido de su país ilegalmente y no tenía, desde luego, pasaporte.
10 La mayoría de los franceses sin pasaporte provenía de Estados Unidos o de Cuba, países
desde donde decidieron trasladarse a México; algunos migrantes estuvieron
particularmente en Nueva York o en Brownsville. Aparecen igualmente menciones sueltas
acerca de islas como la Martinica, Guadalupe, Santo Tomás y Santa Martha, es decir los
puntos del Caribe en los que los viajeros solían hacer escala. Las personas que arreglan su
situación legal en América representan el 15 % de las que asientan sus nombres en los
registros del consulado de Francia en México entre 1845 y 1852. En 1847 se registraron
también dos mercenarios franceses desertores del ejército norteamericano.
11 Entre los individuos que transitaron por Estados Unidos o Cuba, algunos no avisaron al
consulado francés correspondiente de su intención de cambiar de residencia, sino que
únicamente pidieron autorización al consulado mexicano para ingresar a la república;
una parte de ellos informó a su vez a las autoridades de Francia acerca de su traslado al
llegar a la primera ciudad mexicana que contaba con representación consular. La mayoría
de los que se encontraron en ese caso dieron parte de su situación en el consulado francés
de Veracruz (el principal puerto mexicano del momento), pero otros lo hicieron en
viceconsulados de puertos atlánticos más pequeños como Matamoros, Tampico y Ciudad
20

del Carmen o Campeche; aparecen también ciudades portuarias del Pacífico como
Guaymas, Mazatlán y Acapulco; de las del interior sólo se mencionan Tepic y Zacatecas. El
resto regularizó su situación en el consulado de la capital, donde sólo exhiben la
autorización del gobierno mexicano para internarse al país; en este caso se encuentran,
por ejemplo, franceses ya asentados en Guanajuato y San Luis Potosí. Para registrarse sin
contar con pasaporte previo, los inmigrantes presentaron a testigos franceses (dos o tres)
o se hicieron recomendar por algún residente en México bien conocido de las autoridades
(como lo fue el Dr. Dujat, de Puebla); algunos más presentaron referencias de miembros
de otras legaciones extranjeras (de Gran Bretaña, de España, etc.). Hubo otros que
mostraron un pasaporte antiguo expedido para otro destino, como por ejemplo, un viaje
interior en Francia o a ciudades de otros países europeos; con ello intentaban demostrar
que habían cumplido con el servicio militar y no habían delinquindo.6 También hubo
individuos que exhibían un certificado de buena conducta expedida por algún consulado
de Francia. Entre los pocos que presentaron su acta de nacimiento, se hallaban los que
habían nacido de padres franceses en el extranjero, o en territorios que alguna vez
pertenecieron a Francia y que, con base en esas circunstancias, reclamaban que se les
reconociera la ciudadanía. Por otro lado, 61 extranjeros no franceses solicitaron también
“la protección de la bandera francesa” (“protection du pavillon français”) y fueron
registrados en las listas consulares junto con los migrantes franceses. Entre ellos tenemos
a 33 personas del reino de Piemonte-Cerdeña, así como a ocho originarios de Saboya,
región que no formaba todavía parte de Francia. Un antiguo miembro de la Legión
Extranjera, originario del Senegal, buscó también esta protección. Los demás extranjeros
que se acogieron a las autoridades francesas fueron los siguientes: 10 “italianos” (de los
estados de Roma, Luca, Milanés y Nápoles), siete argelinos, seis polacos, tres belgas, dos
prusianos, un bávaro y un suizo de Ginebra. La mayoría de ellos había solicitado
previamente su pasaporte ante un agente consular de Francia en alguna ciudad de
Europa.
12 Cabe señalar, para terminar este pequeño análisis de la fuente considerada en el presente
estudio, que las mujeres y los niños se solían anotar en el pasaporte de su padre o esposo
respectivamente y junto con éste podían figurar igualmente, tanto en el pasaporte como
en el registro consular, otros parientes cercanos (hermanos menores o sobrinos). Sin
embargo, los registros que cuentan con esta información son muy pocos. Por otra parte,
tenemos únicamente a dos mujeres solteras registradas en el consulado francés de México
entre 1845 y 1852.7

El ritmo de la migración y sus causas


13 La cifra global de 956 inmatriculados entre 1845 y 1852 hace parecer verosímil el número
total estimado de franceses residentes en México a mediados de la centuria (entre 6 000 y
7 000).8 Si suponemos que el ritmo anual de la migración (120 individuos en promedio
entre 1845 y 1852) fue constante desde 1 800, tendríamos a 6 000 personas inmigradas
durante la primera mitad del siglo. Aunque, ciertamente, con la Independencia se facilitó
la llegada de extranjeros a México, no olvidemos que a finales del periodo virreinal se
había establecido ya una cierta corriente de inmigración francesa. Jacques Houdaille
documentó que en 1800 se habían enlistado 700 franceses en México9 y podemos añadir
que después de la derrota de Napoleón llegaron a América ex soldados y partidarios del
emperador. Durante los turbulentos años de la guerra de Independencia mexicana
21

disminuyó el número de los inmigrantes individuales.10 En la década de 1830 se


organizaron las primeras empresas de colonización hacia Coatzacoalcos y Jicaltepec. 11 En
las décadas siguientes las cifras de las personas que se registraron en el consulado de
México fueron elevadas, 250 migrantes realizaron este trámite en 1841 y, a pesar de la
prohibición del comercio al menudeo, otros 190 lo hicieron en 1844.

Los viajes duraban de dos a tres meses. Los pasajeros convivían durante ese tiempo. El único lugar
común y amplio era el puente, donde se encontraban oficiales, marinos y toda clase de pasajeros.
Fuente: Dibujo de Morel-Fatio, en Les gens de mer. Vus au XIXème siécle, Paris, Ed. Errance, 1982.

14 Si bien el número de personas matriculadas no corresponde, al total de los inmigrantes,


puesto que no todos los franceses que llegaron a México se registraron en el consulado ni
lo hicieron tampoco de manera inmediata,12 las listas anuales revelan de todas formas el
ritmo general del movimiento migratorio. Incluso resulta posible detectar algunas de las
razones a las que obedecieron los altibajos en la corriente migratoria de los franceses
hacia México, según aparecen reflejados en los registros consulares.
22

Número de personas registradas en el consulado de Francia en México

15 Como se ilustra en la gráfica anexa (en la que reportamos cifras anotadas por Jean Meyer 13
además de las nuestras) 90 franceses fueron matriculados en 1828, 250 en 1841, 80 en
1842, 180 en 1843, 190 en 1844, 79 en 1845, 86 en 1846, 70 en 1847, 24 en 1848, 86 en 1849,
140 en 1850, 236 en 1851, más de 235 en 185214 y 250 en 1853. En la siguiente década, se
registraron 400 en 1866 y de 15 a 105 por año entre 1867 y 1888.
16 La prohibición del comercio al menudeo para los extranjeros, en 1842 y 1843, 15 causó una
baja significativa de la oleada migratoria (se constata un repentino descenso en 1842 y
una disminución progresiva del número de migrantes entre 1844 y 1848), ya que esta
actividad era una de las favoritas entre los franceses que se dirigían a México en esa
época, como vamos a ver más adelante. Al efecto de esa medida se añade la atracción que
ejerció en toda Europa el descubrimiento de importantes yacimientos de oro en California
en 1848 y 1849. En esos años, los migrantes prefirieron irse al oeste de Estados Unidos que
a México. El boom californiano tuvo una gran influencia en la escasa llegada de franceses a
México en 1848, y sobre todo, en 1849. Las bajas cifras de personas enlistadas en el
consulado francés durante 1848 y 1849 incluyen también a individuos que se matricularon
para solicitar enseguida su pasaporte para California, algunos acababan de llegar, otros
estaban desde hacía varios años en México. Partieron desde este país hacia el norte para
buscar minas de oro 26 personas en total, lo cual equivale al 3 % del total de los
matriculados. Entre 1849 y 1851, es notable la cantidad de franceses que presentaron en
México un pasaporte expedido por prefecturas francesas en 1848 o 1849; tal vez formaban
parte de los que al enterarse de las crecientes dificultades de sus paisanos en California
cambiaron de rumbo porque crecía el interés de los migrantes por el norte de México. A
partir de 1851 arribaron a Sonora migrantes mexicanos, norteamericanos y franceses que
pensaban descubrir en ese estado filones de oro tan ricos como en California. 16 Bien
pudiera pensarse también que ese grupo migrante se nutrió de gente afectada por la crisis
23

económica en la que se debatió Francia entre 1846 y 1848. De 1852 a 1854 se registraron
también tres franceses que, habiendo probado suerte en California, decidieron volver a
México.
17 Hacia 1850, al terminarse el auge del oro en la costa del Pacífico del vecino país, la
cantidad de migrantes que se dirigió a México aumentó nuevamente, como se puede
constatar en nuestra gráfica. En 1854, el gobierno mexicano expidió 511 cartas de
seguridad a franceses que pasaron a residir en el país, éstos conformaban entonces el
contingente de migrantes extranjeros más nutrido.17 Si comparamos esta cifra
proporcionada por el gobierno mexicano con la de las personas registradas en el
consulado de Francia en 1853 (250 en total), podemos suponer que en realidad se
presentaban ante el agente consular sólo la mitad de los inmigrantes franceses. No
tenemos estadísticas para los años siguientes, pero parece que esta tendencia ascendente
y durable alcanzó su punto culminante en 1866 (400 enlistados en el consulado) para ser
brutalmente interrumpida al año siguiente y por varias décadas, al caer el segundo
imperio.18 Tenemos registrados varios casos de franceses establecidos desde hacía décadas
en México que volvieron a su patria en febrero de 1866 ante la inminente derrota de las
fuerzas de la Intervención y, al parecer, por temor también a represalias generales en
contra de los residentes franceses. Estas anotaciones posteriores acerca de las partidas de
los franceses matriculados se encuentran en el margen de los registros del documento
estudiado.19
18 En todo el periodo estudiado, alrededor de un 10 % de los migrantes parece haber
regresado definitivamente a Francia, ya que no vuelven a presentarse posteriormente
ante el agente consular de México. La gran mayoría de los que partieron lo hicieron antes
de haber cumplido cinco años de residencia en México, este lapso tan corto para probar
suerte en el extranjero sugiere que los que dejaron el territorio mexicano eran
emigrantes rápidamente desengañados; al no hacer fortuna con facilidad estimaron más
prudente volver a su patria.
19 Desafortunadamente, los destinos o lugares de residencia de los franceses que se
registraron en el consulado de México no aparecen con regularidad en nuestras listas.
Este dato se especifica sólo en 139 casos. La mitad de los migrantes cuyo registro cuenta
con esta anotación se estableció en México (53) o Puebla (24); un segundo grupo de
ciudades atrajo a cantidades menores de colonos, éstas fueron Guanajuato, Tampico,
Guadalajara, Acapulco y Mazatlán. Encontramos con menos frecuencia aún, menciones
acerca de residentes en Orizaba, Veracruz, Tabasco, San Luis Potosí, Aguascalientes,
Zacatecas, Real del Monte, Morelia, Zamora, Toluca, Lagos, Colima, Tepic, Durango,
Chihuahua y Guaymas. Si comparamos estos datos con los del censo de 1845, notamos un
marcado subregistro en las listas consulares de personas que habitaban Veracruz,
Zacatecas, Oaxaca, Tabasco y Durango. La distancia es, al parecer, la causa de la
deficiencia de nuestra fuente; los franceses que vivían lejos de la capital se registraban
menos o lo hacían después de varios años.
20 Cabe señalar, finalmente, que la primera mitad del siglo XIX corresponde a una fase de
depresión económica en Francia con pronunciadas crisis en 1825, 1837 y 1846-49. Es
también durante ese medio siglo que se aceleró la expansión colonial y que Francia sufrió
graves turbulencias políticas y cambios de regímenes que obligaron a los perseguidos
políticos a autoexiliarse.20 Aunque el fenómeno se verificó con mucha mayor fuerza en
otros países europeos, también en Francia la emigración pasó a ser parte de las opciones
posibles para los que no corrieron suerte en su propio país.21 En este contexto, la
24

corriente de migrantes hacia México fue muy modesta si comparamos los 6 000 franceses
instalados en el país con los 13 765 que zarparon hacia Uruguay entre 1835 y 1842; los
20 000 que alcanzaron la Alta California en un par de años a mediados de siglo, o los
40 000 vascos y bearneses ya instalados en Argentina en 1860. 22 Sin embargo, cabe
recordar también que los franceses conformaban la colonia extranjera más numerosa en
México, después de la española, a mediados del siglo XIX.23

Edad, estado civil y profesión


21 La edad de los migrantes está indicada en 945 registros. El 75 % de los enlistados tienen
menos de 40 años, de los cuáles 60 % tiene entre 20 y 40 años, y la edad promedio es de
31.3 años.24 A pesar de esta edad promedio relativamente alta, al parecer sólo 10 % de los
migrantes estaban casados y la mayoría de los que estaban en este caso viajaban con su
esposa, pero muy pocos tenían más de dos hijos. No aparecen, de hecho, familias
numerosas en los registros revisados. Estos datos concuerdan a grandes rasgos con los
obtenidos por Jean Meyer a partir del censo de 1845. El emigrante francés es casi siempre
soltero. Las mujeres matriculadas son excepciones a la regla; en nuestros registros
tenemos únicamente a dos de ellas: una es maestra y la otra hace encajes, ambas eran
solteras y no estaban acompañadas por algún familiar.
22 Entre los migrantes que declararon ejercer algún oficio o profesión, tenemos que 5 % eran
mineros, horticultores y agricultores; 22 % aparecieron como rentistas, fabricantes, o
practicantes de alguna profesión u oficio gracias al cual podían prestar algún servicio a la
población; 30 % dijeron ser comerciantes y el 43 % restante, artesanos.25 Un poco más del
10 % de los enlistados parece no tener profesión alguna, aunque no podemos descartar
que en algunos casos la ausencia de profesión anotada pudiera resultar de un simple
olvido por parte del agente consular; sin embargo, notemos que esta proporción de gente
sin oficio corresponde también a la del censo de 1845. Examinemos ahora más de cerca las
cuatro grandes divisiones anteriormente mencionadas.26
23 Primer grupo: mineros, horticultores y agricultores (42 individuos). No hay mucho que
decir acerca del primer grupo, de lejos el más reducido. De ellos 18 eran agricultores y
provenían en su mayoría de los Pirineos y de los Alpes, 13 eran horticultores y jardineros,
y 11 trabajaban de mineros. Estos datos confirman, una vez más, los del censo de 1845:
entre los migrantes hay muy pocos agricultores a pesar de que la gran mayoría de los
franceses llegados a México, como veremos a continuación, procedían del medio rural.
24 Segundo grupo: rentistas o practicantes de profesión u oficio (184 individuos). La quinta
parte del segundo grupo estaba conformada por profesionistas que tuvieron que estudiar
en alguna universidad. La mitad de éstos eran médicos (20 en total), los demás eran
arquitectos, dentistas, farmacéuticos, veterinarios, químicos e ingenieros y unos cuantos
no habían terminado sus estudios. Otra quinta parte de ese segundo grupo eran artistas:
la mayoría pintaba o dibujaba, pero había también escultores, músicos y escritores.
Encontramos también, aunque en menor cantidad, a maestros de escuela, profesores de
idiomas, así como impresores, encuadernadores y litógrafos. Siete migrantes declararon
ser eclesiásticos, la mayoría de ellos provenientes de Córcega. Otros 23 más afirmaban ser
“rentistas” o “propietarios” (de fundos urbanos o rurales). Había 13 fabricantes de armas,
hilos, cuerdas, telas, sedas, rebozos, paraguas, ladrillos, productos químicos, jabón y hasta
de mesas de billar. La tercera parte de ese segundo grupo estaba compuesta por
25

individuos menos privilegiados, los más trabajaban como cocineros y peluqueros, otros
eran cocheros y domésticos, unos más dijeron ser floristas, marinos, soldados, cirqueros
malabaristas o gimnastas.
25 Tercer grupo: comerciantes (249 individuos) de los que clasificamos como
“comerciantes”, 40 % declararon ser en realidad “commis”, lo que equivaldría a
“mandadero” en México, es decir que no poseían ninguna calificación ni siquiera en la
rama comercial. En cambio, encontramos a unos cuantos negociantes que afirmaban ser
especializados y vender quesos, sedas, hierro o perfumes. Los “commis” eran, en general,
muy jóvenes y pudieron haber laborado alguna vez al servicio de algún comerciante sin
adquirir por ello los conocimientos de un negociante establecido. No debe haber existido
mayor diferencia entre ellos y los que no tenían ninguna profesión.
26 Cuarto grupo: artesanos (369 individuos). En esta categoría tenemos una gran variedad de
especializaciones. El 75 % del conjunto se componía de carpinteros y herreros; 27 10 % más
estaban dedicados a la vestimenta, otro 10 % elaboraba algún tipo de comida.28 Entre el
50 % restante distinguimos a grupos nutridos de mecánicos, cerrajeros, relojeros y
joyeros; artesanos que encontraban empleo en la construcción de casas o carretas y
coches, así como molineros. Incluimos igualmente en este mismo grupo a los que se dicen
“obreros” antes de indicar el tipo de artesanía propia de su oficio; entre un “obrero
zapatero” y un “zapatero” la diferencia pudo haber consistido en que el obrero no era
propietario del taller en donde ejercía, ya que por la edad mencionada en el registro
consular de los “obreros” sabemos que estos no eran aprendices. Unos cuantos declararon
ser “maestros” en alguna de las artes mecánicas, por ser quizás reconocidos dentro de la
corporación y haber pasado todas las pruebas correspondientes. En general, pocos
migrantes desempeñaban oficios propios de la sociedad industrial, salvo excepciones,
como lo podría ser el pulidor de acero, el “étendeur de verres a vitres” (extendía el
material para hacer vidrios) o los “torneros” que aparecen en nuestros registros. Su
escasa presencia refleja la situación particular de Francia, en la que la gran industria
tardó mucho en desplazar a los talleres artesanales, todavía ampliamente mayoritarios en
1850. Cabe añadir también que en esta época las dos terceras partes de los talleres de la
incipiente industria francesa estaban ubicados en el medio rural.29
27 En conclusión, si bien la mayor parte de los migrantes parece haber sido de origen
modesto, la gran mayoría contaba con una profesión, un oficio o rentas que le permitían
sobrevivir; y cuando menos la décima parte del total estaba conformada por hombres que
tenían una preparación profesional superior al promedio. No se trataba entonces de una
migración del hambre, pues después de la crisis de subsistencia general que sufrió Francia
en 1846, no constatamos la llegada de un mayor número de migrantes en México, por
ejemplo.30 A la luz de los datos anteriormente expuestos, podemos afirmar que muchos de
los enlistados hubieran podido tener expectativas de empleo en Francia, al menos en
principio. En contraste, en los registros se encuentran pocas personas que pudieran
considerarse como practicantes de los oficios artesanales que más sufrieron de la
competencia de establecimientos surgidos de la revolución industrial. En el consulado de
Francia en México, entre 1845 y 1852, se registraron únicamente cinco tejedores, cuando
los obreros textiles representaban la mitad de la clase obrera francesa. 31
28 Logramos notar también algunas diferencias regionales: mientras que la mitad de los
vascos y de los bearneses eran comerciantes, éstos no representaban más que la tercera
parte de los migrantes originarios de los Alpes Bajos. En general, el origen social de los
emigrantes de los Pirineos parece haber sido bastante modesto. Por el contrario, de París
26

provenía la cuarta parte de los rentistas o propietarios; solamente la quinta parte del total
trabajaban en el comercio y, como era de esperarse por ser la capital francesa el principal
centro intelectual, los profesionistas eran un poco más numerosos que en otras zonas. Sin
embargo, no hemos podido afinar más nuestro análisis y apreciar otras diferencias
regionales en razón del carácter exiguo de nuestra base de datos.
29 Corroboramos aquí lo que ya se sabía de manera general. Los franceses que se establecen
en México no pueden responder a las expectativas del gobierno mexicano, el cual
esperaba colonizar nuevas tierras con campesinos europeos. Aunque originarios en su
mayoría de asentamientos pequeños, los inmigrantes de Francia contaban con
profesiones y oficios que los llevaban a vivir en las ciudades, de preferencia en las más
grandes –como México y Puebla– donde se conformaron comunidades francesas de
importancia en el transcurso del siglo XIX.

Origen geográfico de los migrantes


30 El resultado de nuestra investigación en cuanto a la proveniencia geográfica de los
migrantes (con base en 930 registros) no es siempre semejante al que ofrece Jean Meyer al
estudiar el censo de los 1 800 residentes en 1845. Creemos que las diferencias se derivan,
sobre todo, del hecho de que este autor propone una regionalización excesivamente
simplificada del origen de los migrantes que aparecen en su censo, y se deben también a
la falta de precisión de ese documento, en el que no se indica el departamento al que
pertenecía el 20 % de los lugares de procedencia de los residentes en México. La gran
mayoría de los individuos registrados en ambas fuentes es oriunda de pueblos pequeños
(80 % en los registros consulares, contra 90 % en el censo de 1845), con la excepción de un
apreciable contingente de parisinos (7.5 % del total contra 7 % en 1845). 32 París es la
ciudad más grande de Francia y estaba entonces en plena expansión gracias, en buena
parte, a migraciones internas, pasó de 550 000 habitantes en 1800 a un millón en 1850.
Cabe remarcar aquí que en las listas consulares el contingente de personas procedentes
de ciudades, corresponde exactamente al de la proporción de la población citadina en la
Francia de entonces, evaluada en un 20 % del total a mediados del siglo XIX.33 Aunque las
tres primeras ciudades más pobladas del país están muy presentes en los registros
analizados (París, Lyon, Burdeos) notamos la virtual ausencia de Marsella, así como una
sobre representación de algunas ciudades medias como Angouléme y Toulouse, por citar
dos de las más importantes. El análisis de la fuente indica entonces que no todos los
migrantes que nacieron en ciudades pueden clasificarse como “excedentes demográficos”
citadinos, es decir: gente expulsada por falta de oportunidades y de un lugar propio en la
sociedad. Las razones del destierro son otras y deben ser analizadas regionalmente.
27

ORIGEN DE LOS MIGRANTES REGISTRADOS EN EL CONSULADO DE FRANCIA EN MÉXICO


(1845-1853)

Chantal Cramussel 2001, dibujó Salvador Álvarez.

31 El hecho de que en el censo de 1845 apareciera una mayor proporción de franceses


originarios del medio rural puede deberse a un tipo de emigración puntual y momentánea
de colonos destinados a regiones específicas, como lo fue en aquellos años el caso de
borgoñeses y los migrantes del sur de Francia. Su presencia, en cambio, es menor en
nuestros registros, quizá porque estas cadenas migratorias se habían interrumpido o
porque los residentes de Veracruz no acostumbraban registrarse en el consulado.
Notamos en especial una ausencia de personas procedentes de la Drome y del Vaucluse,
departamentos sureños que proveyeron varios centenares de emigrantes para la
colonización fracasada de la región de Coatzacoalcos entre 1829 y 1834; 34 o bien no se
registraron en el consulado o tal amarga experiencia resultó disuasiva para la gente de
aquellos terruños. Tampoco encontramos huella en la lista consular estudiada acerca los
campesinos de Borgoña que se dirigieron hacia Jicaltepec entre 1833 y 1850, tenemos a
sólo cuatro personas originarias de Champlitte,35 pueblo desde el cual partieron la
mayoría de esos colonos. Suponemos que los habitantes franceses de Jicaltepec omitieron
presentarse en el consulado.
32 Entre 1845 y 1852 hay, sobre todo, dos departamentos que expulsan gente hacia México:
el departamento llamado “Basses Pyrénées” (Pireneos Bajos), es decir el país vasco
francés, y el Béarn; juntos proveyeron el 13 % del total de los enlistados. 36 Por su parte, el
segundo departamento más representado es el de los “Basses Alpes” (Alpes Bajos), con
11 % del conjunto de los migrantes. Hemos elaborado un mapa en el que aparecen los
departamentos de la época junto con Saboya y el Piemonte (que no formaban parte de
Francia, pero cuyos habitantes reciben en México protección de las autoridades
28

consulares de esa nación), y en el cual dibujamos tramas en función del número de


personas registradas.37 En la carta distinguimos de manera muy nítida dos zonas
principales de emigración: la primera se ubica en el suroeste y comprende los Pirineos
centrales y occidentales, así como la región de Burdeos, la cual provee 280 individuos
(30 % del total); la segunda se sitúa en los Alpes, la Saone y el Jura, región sureste que
aportó 208 individuos, es decir, el 22 % del total. Si bien alrededor de la mitad de los
migrantes franceses que se establecieron en México a mediados del siglo XIX eran
oriundos de estas dos regiones, el norte de Francia no deja de jugar un papel de
importancia, ya que el 30 % de las personas registradas provenían de la porción
septentrional del país. El resto de los migrantes nació en el Massif Central o en los
departamentos que se encuentran en la costa del Mediterráneo.
33 Obtener conclusiones definitivas y generales acerca de la migración francesa a partir de la
representación geográfica anexa no deja de ser complejo.38 Observamos, sin embargo, que
los principales departamentos de origen de los migrantes tenían a menudo rasgos
comunes: o contaban con la cercanía de puertos importantes39 o eran montañosos.
34 En el caso del Suroeste así como en el de los departamentos situados en la Mancha, la
presencia de los principales puertos desde los cuales se comerciaba con América
(Burdeos, El Havre) parece haber ejercido una influencia notable en los movimientos
migratorios. En cambio, los puertos que no tenían gran importancia en el tráfico
comercial con México, como Nantes o Marsella no parecen haber influido, desde ese
punto de vista, en la migración;40 y en cuanto a Bretaña, desde cuyos puertos sí se
comerciaba en pequeña escala con el nuevo continente, notamos que se halla casi
totalmente ausente del movimiento.41
35 En la zona suroeste hubo muchos migrantes de departamentos alejados de la fachada
atlántica, como lo son los Pirineos Altos, el Gers y la Haute-Garonne. En estos casos la
influencia de la geografía sobre la migración parece haber sido de un tipo diferente, dado
que se trata de departamentos que se caracterizan por su orografía montañosa y
condiciones de vida más difíciles que las de otras regiones. En esa época en Francia se
limitaron los derechos de pastoreo en tierras comunales, mientras que particulares
adquirían la propiedad de los bosques, los cuales eran considerados anteriormente como
bienes de la comunidad. Estas medidas provocaron la ira de los aldeanos, casi todos
endeudados y con la imposibilidad de comprar la leña para calentarse en el invierno así
como la madera para construir sus casas. Las protestas fueron vanas y a los afectados no
les quedó más remedio que abandonar el terruño.42 De hecho, el éxodo rural definitivo
comenzó a principios de los años cuarentas en las sierras, una década antes de que éste se
verificara en las zonas más bajas.43
36 Una situación del mismo tipo se percibe en el caso de los migrantes originarios de la zona
de emigración situada en el sureste, donde destacan los poblados de zonas alpinas,
también muy agrestes y que sufrían problemas similares. Sin embargo, la pobreza de los
habitantes de las zonas montañosas no debe ser considerada tampoco como un factor
determinante en las corrientes migratorias hacia América. La Saone y el Rhone no son
departamentos montañosos y ambos están bien representados. Mientras que el Massif
Central, una de las regiones más montañosas y tradicionales de la Francia de entonces,
envió, en contraste, una cantidad muy menor de migrantes.44
37 Existen, además, diferencias notables entre los posibles patrones migratorios de los
habitantes de nuestras zonas del suroeste y del sureste que impiden hacer
29

generalizaciones. Mientras que en el sureste más de la mitad de los migrantes de los Alpes
Bajos provenían de Jausiers y del vecino poblado de Barcelonette,45 en el Suroeste los
lugares de procedencia son mucho más diversos. Además, en los departamentos alpinos,
los migrantes partían de asentamientos muy pequeños, en el Suroeste, en cambio, y a
pesar del patrón de asentamiento fundamentalmente disperso que caracteriza a el Béarn
y el País Vasco, el 25 % de los originarios de estas regiones provenían de las ciudades más
pobladas del momento: Bayonne, Pau y Oloron. El mismo fenómeno se verifica, y con
mayor amplitud aún, en la mayoría de los departamentos que pertenecen a nuestra zona
suroeste: 65 % de los migrantes de la Charente nacieron en Angoulême; 50 % de los de La
Gironde, en Burdeos; 40 % de los de los Pirineros Altos, en Tarbes, su cabecera
departamental; y 30 % de los de la Haute Garonne, en la capital regional, Toulouse. En esta
región suroeste, cuando menos la mitad de los migrantes provenían de ciudades, aunque
éstas fueran modestas. Debemos recordar en este renglón que en la primera mitad del
siglo XIX la notable expansión de las grandes ciudades se nutre de contingentes
provenientes del campo que sufre de un grave problema de sobrepoblación, así como de
ciudades de tamaño más reducido, cuyo número de habitantes tiende a decrecer de
manera significativa.46 Los movimientos de emigración se alimentaban también de esos
campesinos sin tierra y de los vecinos de estas pequeñas ciudades en decadencia. Como
afirma Albert Soboul al describir el éxodo rural de esos años: “Los que se van no son los
campesinos propiamente dichos sino los que trabajan en la industria rural y luego los
obreros agrícolas a los que el campo ya no asegura el sustento”.47 En el transcurso de la
segunda mitad del siglo XIX, en los departamentos situados cerca de las grandes ciudades
que absorben la población de los asentamientos cercanos desparece por completo la
artesanía rural.48 En ese contexto, artesanos y profesionistas eran los que más sufrían del
descenso demográfico de los poblados pequeños y medianos en los cuales se encontraban
establecidos, y no debe sorprendernos encontrar a muchos de ellos probando suerte en
México. Resulta muy interesante percatarse que los contingentes de migrantes franceses
hacia Perú, según los registros consulares de Lima, eran originarios en su mayoría de los
mismos departamentos; en América del sur, los vascos, bearneses y girondinos ocupaban
también un lugar preponderante.49
38 Otro caso de migración más moderna, aunque perteneciente esta vez a la zona sureste,
podría ser la de Lyon, ya que las personas procedentes de la cabecera regional
representaban las tres cuartas partes de los migrantes del departamento del Rhone. Lyon
era la segunda urbe de Francia y una de las ciudades con una industria en desarrollo (en
especial de la seda) que más había crecido en razón de movimientos de población
regionales; pero a pesar de la industrialización no todos los que se establecieron en Lyon
tuvieron la posibilidad de encontrar un trabajo que correspondiera a sus expectativas.
39 Nuestro mapa revela, finalmente, una cierta presencia de buena parte de los
departamentos del noreste y del este, en donde la historiografía local ha hecho notoria la
salida de migrantes hacia Estados Unidos, como sucedió con todos los poblados de las
regiones situadas a lo largo del Rin. Estas regiones conocieron grandes problemas debido
a su crecimiento demográfico sostenido y a la falta de empleos en las nacientes ciudades
industriales de la zona.50 Allí también la variedad en los poblados de origen de los
franceses registrados en el consulado de Francia en México es la norma.
30

Conclusión
40 Se ha exagerado el peso de las corrientes migratorias de los Alpes franceses, 51 así como el
carácter arcaico general de esa migración, cuando menos en lo que toca a la época aquí
estudiada. En el suroeste de Francia, región que provee la mayor parte de los migrantes
asentados en México a mediados del siglo XIX, la cercanía con el Atlántico y la crisis en las
pequeñas ciudades parecen haber sido los factores más importantes para explicar el
fenómeno de partida hacia América; por encima de las cadenas migratorias de tipo más
antiguo que construían los individuos provenientes de los Alpes, con parientes, amigos y
conocidos. Me parece, a la luz de lo anteriormente expuesto, que el caso de Jausiers-
Barcelonette fue más bien excepcional y representó un fenómeno minoritario tanto en lo
demográfico como en lo social, en la época estudiada. Es en estos patrones peculiares de
comportamiento donde se encontrarán, quizás, algunas de las claves del éxito económico
de los colonos procedentes de los Alpes, el cual se prolongó hasta finales de la centuria. En
el siglo XIX eran todavía muy importantes las relaciones de dependencia personal y
ciánicas, así como la conformación de grupos cerrados que tendían a monopolizar
determinadas ramas de la actividad económica.
41 Los franceses que pasaron a residir en México no eran en su mayoría de los Alpes, ni
contaron siempre al llegar con el apoyo de verdaderos “paisanos”, es decir, de gente
originaria del mismo terruño; eran más bien personas aisladas que tenían un oficio con el
cual esperaban hacer fortuna. Esto no quiere decir que las solidaridades locales no se
recrearan en América como fue, al parecer, el caso de los vascos en la ciudad de
Chihuahua,52 pero éstas no fueron duraderas. Esta tendencia a reagruparse era más fácil,
desde luego, tratándose de ciudadanos franceses cuyo idioma cotidiano era de por sí
distinto del francés oficial, como sucedía con los vascos y con la mayor parte de los
habitantes de los pueblos pequeños del sur de Francia,53 pero a la larga, al no forjarse una
verdadera cadena de migración entre México y su región natal, a estas personas no les
quedaba más remedio que fundirse con la sociedad mexicana.
42 Hemos intentado distinguir aquí los factores que más influyeron en las corrientes
migratorias, como pudieron ser la cercanía de los puertos que mantenían un comercio
activo con América, las dificultades por las que pasaban los habitantes de las montañas,
así como la disminución de la actividad económica para profesionistas y artesanos de
ciudades pequeñas y su frustración al intentar establecerse en las grandes urbes. Sin
embargo, no cabe duda de que, paralelamente a los factores socioeconómicos
anteriormente mencionados, se fue creando poco a poco una cultura de la migración en la
que se privilegiaron algunos lugares de destino, al magnificarse localmente el fácil éxito y
la bonanza alcanzada por los ya emigrados. La documentación aquí analizada no nos
permite evaluar justamente esta cultura de la migración, aunque estamos seguros de que
fue muy importante, en particular, en el caso de los barcelonettes.
31

BIBLIOGRAFÍA

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NOTAS
1. “Los franceses en México durante el siglo XIX”, Relaciones 2, 1980, pp. 5-54.
2. Este documento se encuentra en el archivo del Ministère des Affaires Etrangères, Nantes,
Francia: Legation de France à México, Serie C, vol. 10, “Registre des matricules des Français
venant au Mexique. Janvier 1845-décembre 1852. No. 4”. Comienza con la siguiente aclaración:
“El presente registro contiene 190 fojas [...] firmados por nosotros cónsul canciller de la Legación
de Francia en México y destinado a inscribir a los franceses que llegan a México conforme a lo
estipulado en el artículo primero de la real ordenanza del 28 de noviembre de 1833. México, a
primero de enero de 1845. François B. Champeaux” (la traducción es nuestra). En Nantes se
concentraron los archivos consulares que estaban originalmente depositados en las diferentes
legaciones francesas del mundo, pero el acervo principal del archivo del Ministère des Affaires
Etrangères está en París.
3. El documento registra a 969, pero son en realidad 956 los matriculados en razón de los
registros repetidos y los números salteados. Parece que también faltan los documentos
correspondientes a los meses de agosto, septiembre y octubre de 1852.
4. Aparentemente que el agente consular anota los datos comprendidos en el acta de nacimiento
de los que la pueden exhibir, pero estos son muy pocos.
5. Annick Foucrier en Le rêve californien. Migrants français sur la côte Pacifique ( XVIIIè-XXè siècles),
París, Belin, 1999, pp. 114-121, quien ha realizado un estudio de los registros de 1 722 pasajeros
que se dirigían a California desde El Havre entre 1849 y 1851, llega a conclusiones muy similares a
las nuestras.
6. En este caso mientras más reciente era el pasaporte, mejor.
7. Annick Foucrier, (op. cit., p. 118), constata también que las mujeres migrantes fueron muy
pocas (8.6 % del total de los migrantes a California entre 1846 y 1851).
8. Jean Meyer, op. cit., p. 15.
9. Jacques Houdaille, “Frenchmen and Francophiles in New Spain: 1760-1810”, The Americas, 1956,
pp. 1-29.
10. Jean Meyer precisa que en Veracruz se registraron 17 franceses en 1826, 39 en 1827, 71 en
1829 y 99 en 1830, op. cit., p. 7.
11. Para un resumen de todos los trabajos disponibles sobre la migración francesa, ver: Javier
Pérez Siller, “Historiografía general sobre México-Francia, 1920-1997)”, México-Francia. Memoria
de una sensibilidad común, siglos XIX-XX (Javier Pérez Siller, coord.), BUAP, El Colegio de San Luis,
CEMCA, México, 1998.
12. Hemos dicho en el apartado anterior que las dos terceras partes de los inmigrantes se
registraban antes de haber pasado dos años en México.
13. Op. cit., pp. 15-16.
14. Faltan los registros de los meses de agosto, septiembre y octubre de este año.
15. Jean Meyer, op. cit., p. 9.
16. Lawrence Taylor, “La fiebre del oro en Sonora durante la década de 1850 y sus repercusiones
diplomáticas con Estados Unidos”, Revista del Colegio de Sonora, no. 12, año VII, jul.-dic. 1996, pp.
107-141; ver también mi artículo intitulado “Francia y el norte de México”, El sentido de la
presencia francesa en México, siglos XIX y XX, (Javier Pérez Siller y Chantal Cramaussel, eds.), CEMCA,
33

BUAP, El Colegio de Michoacán, 2004, pp. 425-449. Para las expediciones de filibusteros ver: Delia
González de Reufels, Siedler und Flibuster in Sonora. Eine mexikanische Region im Interesse
ausländischer Abenteuer und Mächte (1821-1860), Colonia-Weimar, Böhlau, 2003.
17. Jesús Herrera, Manual de geografía y estadística de la República Mexicana, París, Rosa Bouret,
1857, p. 553.
18. Ibíd., p. 8.
19. Así como la fecha de muerte de algunos de los migrantes que fallecieron en México más tarde,
en el siglo XIX. La anotación más reciente es la de 1886. En otras ocasiones se indican los viajes
que realizaron las personas inmatriculadas. Estas precisiones que se hicieron en fechas muy
diversas muestran que los cónsules en turno se esforzaron por tener un registro lo más completo
posible.
20. Nancy Barker, The French Experience in México, 1821-1861. A History of Constant
Misunderstanding, Chapel Hill, The University of North Carolina Press, 1979, pp. 16 y 17.
21. Acerca de las conyunturas económicas, ver: J. A. Lessourd y C. Gérard, Nouvelle histoire
économique. T. I. Le XIXème siècle, Armand Colin, París. 1976. Francia, cuya población total era de
35.500.000 en 1846 (Albert Soboul, Problemas campesinos Je la revolución, 1789-1848, Madrid, Siglo XXI
, 1980, p. 158), tuvo 4 000 emigrantes al año en promedio durante la segunda mitad del siglo XIX
(Guy Palmade, La época de la burguesía, México, Siglo XXI, 1986, p. 66). Dos millones y medio de
ingleses e irlandeses habían emigrado a América entre 1825 y 1850; en 1852, se decía que partían
40 000 alemanes cada año hacia Estados Unidos (Charles Lavallée, “L’émigration européenne dans
le Nouveau-Monde”, Revue des Deux Mondes, 1852, pp. 92-130).
22. Pascal Riviale, “L’émigration française au Pérou au XIX ème siècle, étude d’un cas exemplaire:
splendeur et décadence de Félix Dibos”, Migrantes y viajeros franceses a América en el siglo XIX
(Chantai Cramaussel y Delia Gonzalez, eds.), en curso de edición en El Colegio de Michoacán.
23. Es lo que se desprende de las cifras proporcionadas acerca de la ciudad de México en 1843, en
la que se registraron 2600 franceses, 150 ingleses, 150 alemanes y 40 estadounidenses: Jacques
Heers, “Les relations commerciales entre la France et le Mexique au lendemain de
l’Indépendance (1821-1837)”, Revista de Historia de América, no. 48, 1959, p. 452.
24. Promedio de edad muy parecida al mencionado por Annick Foucrier, op. cit., p. 115, de 32.5
años.
25. Nancy Barker, op. cit., llega a resultados semejantes en cuanto a la proporción de artesanos
(42 %) quienes llegaban a representar el 48 % de la comunidad en la ciudad de México; en cambio
calcula un porcentaje mayor de comerciantes (40 %), quienes se concentraban en los puertos de
Veracruz, Tampico y Mazatlán. En el censo de 1845 estudiado por Jean Meyer (op. cit., p. 13), los
comerciantes, en cambio, no conforman más de la cuarta parte de la colonia francesa, pero es
probable que en este censo levantado por las autoridades consulares falten muchos asentados en
puertos distantes.
26. Las divisiones ofrecidas por Jean Meyer, op. cit., p. 13, son diferentes pero los resultados
obtenidos a partir del censo de 1845 parecen corresponder en general a los nuestros.
27. La proporción de estas categorías de artesanos en nuestras listas corresponde a la cantidad de
carpinteros y herreros en el conjunto de los artesanos franceses: Guy Palmade, op. cit., p. 142.
28. Como lo hace notar Annick Foucrier para el caso de California (op. cit., p. 120), la alta
proporción de franceses que se dedican a la gastronomía y la hotelería es resultado de la
adaptación al mundo americano por parte de personas que aprenden esos oficios al establecerse
en él.
29. Ibid., pp. 140-142.
30. Albert Soboul, op. cit., p. 141.
31. Ibid., p. 142.
32. Jean Meyer, Op. cit., p. 14.
34

33. Jean Luc Pinol, Le monde des villes au XIXème siècle, Hachette, París, 1991, p. 18. La tasa de
urbanización en 1850 en Francia es de 19 %, o 25 % si consideramos a todos los asentamientos
mayores de 2 000 personas, que corresponde al criterio de la época.
34. Jean Meyer, op. cit., p. 7. Aparecen dos personas de la Drome y otras dos del Vaucluse entre
1845 y 1852.
35. Nuestros datos no coinciden por lo tanto con los que analizó Jean Meyer (Ibíd.), en el censo de
1845, los borgoñeses representaban el 7 % del total y los que provenían del Mediterráneo, otro
tanto. En las listas consulares aquí consideradas, dos de los nacidos en Champlitte eran
carpinteros, dos más agricultores y el ultimo jardinero. Entre los demás migrantes de la Haute
Saone estaban dos carpinteros, un ebanista y un carretero; en proveniencia del Jura no
encontramos a ningún agricultor. Los 17 campesinos registrados eran originarios de los
siguientes departamentos: cinco de los Pirineos Bajos, dos de los Pirineos Altos, cuatro de los
Alpes Bajos, uno de Bélgica, uno del Bas Rhin, uno de Charente, uno de la Seine, uno del Rhone.
36. Representaban 15 % de los residentes en 1845.
37. Omitimos representar Córcega que estaría en el último rango (seis migrantes en total).
38. El fondo de carta es tomado de Hermann Kinder, Werner Hilgemann, Harald y Ruth Bukor,
Atlas historique. de l’apparition de l’homme sur la terre á l’ère atomique, France Loisirs, Perrin, 1987,
carta p. 334, en la que aparecen los resultados de las elecciones del 13 de mayo de 1849 por
departamento. La división actual en departamentos del territorio francés es un poco diferente.
Además, en esa época la Saboya no formaba parte de Francia. No representamos Córcega,
departamento que proveyó sólo un contingente menor de migrantes.
39. Annick Foucrier, op. cit., p. 117 muestra una nítida influencia del departamento del Havre en
la emigración por ese puerto.
40. Al igual que Burdeos, El Havre y Marsella, Nantes contaba con un cónsul mexicano, quien
fungía como inspector general de comercio al llegar barcos mexicanos a su puerto: Araceli Ibarra,
El comercio y el poder en México, 1821-1864. La lucha por las fuentes financieras entre el Estado central y
las regiones, FCE, México, 1998, p. 123. En principio, no había más que estos cuatro puertos
habilitados para comerciar directamente con México. Según la misma autora (p. 129) Burdeos
acaparaba más de la mitad del tráfico con México, el Havre menos de la cuarta parte; en cuanto a
la participación de Marsella y Nantes no llegaba ni al 5 % del total. A mediados del siglo XIX,
después de Estados Unidos, México era el principal país americano al que se exportaban
mercancías francesas (p. 127).
41. Encontramos a un solo bretón originario de Lorient; en cambio en los residentes franceses
consignados en el censo de 1845 aparecen 28 bretones (que Jean Meyer pone junto con las
personas nacidas en El Havre). Fueron más los bretones que migraron a California: Annick
Foucrier, op. cit., p. 117.
42. Albert Soboul, op. cit., pp. 166-169.
43. J. A. Lessourd y C. Gérard, op. cit., p. 120; el éxodo rural estacional data de principios de siglo:
en el invierno los campesinos ofrecían sus servicios como artesanos en las ciudades cercanas.
44. En cambio llegaron muchos migrantes del Puy de Dome a California: op. cit., p. 117.
45. Arnaud, uno de los primeros inmigrantes franceses provenientes de Barcelonette, era
propietario de una fábrica de seda en Jausiers.
46. En 1811, había nueve ciudades que contaban entre 50 000 y 100 000 habitantes, contra ocho
en 1851; las que tenían entre 50 000 y 20 000 pasan de 17 a 15 y las de 20 000 a 3 000 de 56 a 49:
Jean Luc Pinol, op. cit., p. 43, el cuadro es retomado de Georges Dupreux, Atlas historique de
l’urbanisation de la France, 1811-1975, París, CNRS, 1981.
47. Albert Soboul, op. cit., p. 163.
48. Ibíd.
49. Pascal Riviale, op. cit. La migración de los franceses hacia Perú se asemeja a la que se verificó
hacia México, es un poco menor en número pero tienen características similares.
35

50. François Roth, Encyclopédie illustrée de la Lorraine. L’époque contemporaine. De la Révolution a la


seconde guerre, Editions Serpenoises, Presses Universitaires de Nancy, 1992, pp. 81-82. La ola
migratoria hacia América que se verifica en el Este de Francia entre 1820 y 1875 se atribuye a la
miseria y al desempleo en plantas de fundición. En el mapa presentado por Annick Foucrier, op.
cit., p. 117, la presencia de los franceses del este entre los pasajeros a California es notoria.
51. Tanto Jacques Heers, (op. cit., p, 450), como Nancy Barker (op. cit., p. 58), sostienen que la
mayor parte de los integrantes de la colonia francesa en México provenían de Barcelonette.
52. Philippe Rondé, “Voyage dans l’Etat de Chihuahua (Mexique), Le TOUR du Monde. Nouvelle
Revue des Voyages, 1867, pp. 129-160: “El número de los franceses que residían en la ciudad cuando
yo la visité [en 1849] era de 20, generalmente comerciantes, casi todos vascos, que yo supiera sólo
dos de ellos estaban casados” (p. 141).
53. Al sur del río Loire, es decir, en la mitad sur de Francia, se hablaba y se habla todavía en el
campo un idioma llamado en la actualidad “occitano” (lengua de “oc”, vocablo que significa “sí”).
Esta lengua se divide en muchos dialectos, uno de los cuales es el del Piemonte (ahora en Italia).
El occitano se parece mucho más al catalán que al francés.

NOTAS FINALES
1. Una versión de este capítulo, presentado en el IV Coloquio Internacional “México Francia...”,
Xalapa 2001, fue publicada en Cahiers des Amériques Latines N° 47, París, IHEAL, 2006, pp. 133-159.

RESÚMENES
Con base en los registros consulares, se reconstruye el perfil sociológico del migrante francés de
mediados del siglo XIX, de se precisa el ritmo general de la migración y se determinan sus causas.
La mayor parte de los migrantes eran hombres jóvenes y solteros y entre ellos destacaban los
artesanos. Se trata, por lo tanto, de personas con oficios que provienen de una gran cantidad de
ciudades pequeñas, aunque una buena porción de ellos transitó por la capital francesa. La tercera
parte de los migrantes es originaria del suroeste de Francia, en especial del Bearn y del país
vasco, y una quinta parte de los Alpes. Todos esos serranos habían sido duramente golpeados por
el declive de la artesanía rural y la baja productividad de las tierras montañosas. Burdeos,
principal ciudad del suroeste de Francia, era entonces el puerto comercial que más atracción
ejercía sobre los migrantes a México.

En se fondant sur les registres consulaires, on a reconstitué le profil sociologique du migrant


français au milieu du XIXe. Après une analyse détaillée des sources, on précise le rythme général
de la migration en pointant ses causes. La majorité des migrants étaient de jeunes hommes,
célibataires, en priorité des artisans. Ces individus disposent d’un métier et sont originaires de
bon nombre de petites villes de France, même s’ils sont fréquemment passés par Paris. Un tiers
des migrants provient du Sud-Ouest de la France, particulièrement du Béarn et du Pays basque,
un cinquième des Alpes. Le déclin de l’activité artisanale et la faible productivité de leurs hautes
terres avaient durement éprouvé ces montagnards. C’est Bordeaux, la ville la plus importante du
Sud-Ouest qui offrait à nos émigrants vers le Mexique le port de commerce le plus attractif.
36

AUTOR
CHANTAL CRAMAUSSEL
Chantal Cramaussel. Licenciada en antropología social por la Escuela Nacional de Antropología e
Historia de México, doctora en Historia por la École des Hautes Études en Sciences Sociales de
Paris (Francia) y doctorando en historia del arte de la UNAM. Labora en el Centro de Estudios
Históricos del Colegio de Michoacán. Especialista en la historia colonial del norte de México,
trabaja actualmente sobre la obra gráfica que legaron viajeros y científicos franceses del siglo XIX,
después de recorrer el septentrión de la república. Ha publicado muchos artículos acerca de la
Nueva Vizcaya y en especial la región del Parral; participó también en obras colectivas entre las
que podemos citar el libro coordinado por Clara Bargellini, Arte y Sociedad en un pueblo rural. San
Bartolomé, hoy valle de Allende, Chih. (México, UNAM, 1998). Su tesis doctoral, “Poblar la frontera.
La provincia de Santa Bárbara durante los siglos XVI y XVII”, se encuentra en curso de edición.
37

Los pirinenses en México a


mediados del siglo XIX. Contribución
al estudio de la inmigración
francesa
Ariane Bruneton y Michel Papy

Portada: Mapa del antiguo Departamento de Bajos Pirineos, hoy Pirineos Atlánticos.
Fuente: Jean-Louis Maffre, Le Béarn à la Belle Epoque, Pau, Edition du Hédas, 1981.
38

1 Las notas que aparecen a continuación intentan ser un esbozo acerca de un aspecto poco
estudiado de la inmigración francesa en México, fenómeno posterior a la Independencia y
a la “Guerra de los pasteles”, momento en el que el pais se redujo a sus fronteras actuales
por la pérdida de Texas y de la Alta California, a su vez, anterior a la intervención
francesa y al Imperio. En su mayoría, los trabajos sobre la inmigración francesa en México
se ocupan de la segunda mitad del siglo XIX, cuando el rol de los franceses fue importante
en la vida económica del país a pesar de ser un grupo poco numeroso. Las publicaciones
concernientes al periodo anterior trabajan sobre todo las relaciones económicas o
diplomáticas, la presencia de algunas personalidades excepcionales: militares, refugiados,
aventureros, viajeros u otros.1
2 Existe un balance estadístico algo antiguo: en un artículo de 1974 sobre los franceses en
México en el siglo XIX,2 Jean Meyer analiza un “Registro de la población francesa en
México” redactado por la Legación de Francia, con fecha del 30 de abril de 1849. 3 En él
están registradas aproximadamente 1 800 personas que corresponderían a menos de un
tercio de los franceses presentes en esa época, que –calcula Meyer– eran
aproximadamente 6 000 ó 7 000 hombres para mediados del siglo. El número de franceses
había bajado después de la Guerra de los pasteles, aunque pronto recuperó la importancia
de antes. Entonces, ¿en qué medida refleja este censo la realidad? Salta a la vista que el
99 % de las personas registradas son hombres, así que es muy probable que en el caso de
que una pareja inmigrara sólo el marido fuese registrado. El número real de franceses es,
superior a lo que sugiere esta cifra. Sin embargo, ésta no puede ser muy grande, dado que
el 90 % de los registrados son solteros y 75 % tienen entre 20 y 40 años. La inmigración
resulta preponderantemente masculina.

Además de ser una región muy poblada, los Bajos pirineos eran una región pobre y con buena
producción rural.
Fuente: Jean-Louis Maffre, Le Béarn a la Belle Époque, Pau, Edition du Hédas, 1981.

3 Algunos son campesinos, sobre todo algunos colonos borgoñones de Jicaltepec y San
Rafael. Los artesanos y los obreros son, junto con los sastres, el grupo más representativo,
seguido por el de los comerciantes y empleados. Se trata, como dice Meyer, de una
inmigración de la vieja Francia sobrecargada de artesanos y maestros. El 75 % reside en la
ciudad de México; 30 % en el Estado de Veracruz, 10 % en Tamaulipas y el resto está
disperso por el territorio mexicano.
4 El estudio de las regiones de origen de los inmigrantes revela una gran disparidad.
Enfaticemos en un dato que sorprende a Jean Meyer: el porcentaje tan bajo de
barcelonnettes, él sólo registra a 40 personas originarias del valle de Ubaye, apenas un
39

2 %, y comenta lo siguiente: “¿Falta de registros o nos encontramos más bien antes de la


gran partida?” Efectivamente, algunas investigaciones posteriores acerca de los
Barcelonnettes confirman estos datos, pues el regreso a Barcelonnette de dos empleados
de los hermanos Arnaud en 1845, con una fortuna de 200,000 francos cada uno –enorme
para ese país-, fue el detonante de la migración de las personas de los Bajos Alpes hacia
México.4 Pero lo más llamativo es la proporción altamente preponderante del suroeste de
Francia, ya que los Vascos y los Aquitanos, tomando los términos de Jean Meyer, proveen
el 35 % del total.5 Curiosamente, el autor destaca el hecho sin prestarle demasiada
atención; empero, no se sorprende del elevado número de personas que se incluyen en la
categoría de Vascos, en la que apunta 270 personas, cuando el conjunto de personas
originarias de la villa aquitana no sobrepasa las 208 personas.

La tradición de la región, tanto en Béarn como en el país Vasco, era dar la herencia a los
primogénitos, el resto de hijos tenía que salir a buscarse un futuro. Esto fue un impulso
para la emigración.
Fuente: Jean-Louis Maffre, Le Béarn a la Belle Époque, Pau, Edition du Hédas, 1981.

5 Nos hemos remitido al documento original y hemos notado que, según el registro de las
comunidades de origen de los inmigrantes, en realidad el registro de 1849 contiene 101
vascos y 174 berneses. Éstos últimos son mucho más numerosos que sus vecinos cuando se
trata de venir a instalarse en México. Parece, entonces, que Jean Meyer apuntó como
vascos a todos los provenientes de los Bajos Pirineos. Esto no debe sorprendernos, pues la
raíz vasca está tan arraigada en los espíritus que, tanto en Francia como en América, el
país Vasco ha sido asimilado como parte del antiguo departamento de los Bajos Pirineos –
hoy Pirineos Atlánticos– conformado, en realidad, por Berna y el País Vasco. La confusión
acerca de la región no la tienen sólo los extranjeros, sino también las personas cuyos
ancestros son de este departamento, y con el tiempo terminan por asimilarse como
vascos. Hemos percibido, por ejemplo, que en la Argentina de hoy casi todos los
descendientes de berneses se creen de origen vasco, de tal suerte que ni las
40

investigaciones genealógicas los han hecho descubrir el verdadero origen de sus


ancestros.
6 La continuación del trabajo de Jean Meyer, que se ocupa de la segunda mitad del siglo y
aborda la participación de los Franceses en la revolución industrial y comercial, entonces
experimentada por México, se centró, naturalmente, en los barcelonnettes. A diferencia
de las personas provenientes de los Bajos Alpes, parece que aquellas que venían del
suroeste estuvieron notoriamente ausentes de esta fase de la historia de México tan
marcada por el progreso económico. Más exactamente, podemos suponer que una vez que
las personas se naturalizaban como mexicanas, ya no eran identificadas como
inmigrantes franceses. Quizá es por esta razón que el lugar preponderante del suroeste en
la primera etapa de la inmigración está notoriamente ausente de los trabajos sobre la
inmigración francesa, y ésta es relativamente poco conocida. Por tanto, es de sumo
interés, tanto para la historia regional francesa como para la de las relaciones entre
ambos países, regresar a los hechos o, por lo menos, a lo que podemos saber de ellos dado
el estado actual de las investigaciones.

La actividad agrícola y artesanal se articulaban en los mercados, al momento de vender sus


productos.
Fuente: Jean-Louis Maffre, Le Béarn a la Belle Époque, Pau, Edition du Hédas, 1981.

7 En las siguientes líneas, nuestro propósito es corregir el balance que hemos expuesto con
la relectura del registro de 1849, complementándolo con datos nuevos. El artículo de Jean
Meyer data de 1974. En 2003 Javier Pérez Siller, del Instituto de Ciencias Sociales y
Humanidades de la Universidad de Puebla, capturó la información y la publicó. 6 Gracias a
que Javier nos solicitó corregir los inevitables errores de lectura referentes a los nombres
de lugares, Jeanne Soust y Michel Papy conocieron esa información. El balance que
proponemos, basado en dicho Registre, está destinado, sobre todo, a esbozar algunas pistas
que no pueden ser más que eso, dado que siguen apareciendo nuevas fuentes que no han
terminado de explorarse.
41

Una nueva fuente de información acerca de la


inmigración francesa a mediados del siglo XIX
8 Disponemos de otro documento con información referente a la época del registro descrito
por Jean Meyer. Se trata del “Registro de las matrículas francesas provenientes de
México, n° 4, 1845-1852”, que proviene de la cancillería consular.7 A decir verdad, este
documento no contiene tantos nombres como el registro de abril de 1849: 970 contra
1 780. Es legítimo preguntarnos acerca de esta representatividad, aunque no tenemos
respuesta concreta a la interrogante. Es seguro que, cualesquiera que hayan sido las
razones, la mayoría de los franceses no se registraron. De cualquier forma, la misma
incertidumbre pesa en el registro estudiado por Jean Meyer. Contentémonos con analizar
este documento como si se tratara de un sondeo en el mar, una exploración en las capas
geológicas cuya realidad y complejidad aún se nos escapan.

Algunos emigrantes de los Bajos Pirineos fueron muy exitosos en el comercio. El caso de Adoue,
originario de Pau, fue tan conocido que una calle de su ciudad natal lleva su nombre.
Fuente: Foto de Arianne Bruneton.

9 Este registro de matriculación 1845-1852 indica los nombres y apellidos de las personas
involucradas, su comunidad originaria, profesión, estatura, edad al momento de la
matriculación (estos datos siempre han sido señalados); el lugar y fecha de la expedición
de su pasaporte (precisada en casi todos los casos, aunque en algunos se apunta también
la pérdida de éste); en fin, algunos datos breves acerca de la residencia en México,
precisando si era necesario hacer varias residencias de manera sucesiva ya fuese aquí o en
un país vecino –incluso en Francia en caso de retornar– o algunos datos biográficos. Todo
esto con enormes lagunas en la información.
10 En la siguiente exposición, trataremos de forma paralela los datos brindados por el
registro de matriculación y el registro de 1849, ya con las correcciones que hemos
aportado desde Francia.
11 Un primer acercamiento al registro de 1845-1852 permite ver la participación de las
diferentes regiones francesas en la inmigración. Con el procesamiento de la información
42

calculamos un total de 850 personas y no 970, dado que algunos de los inscritos provienen
de un país distinto, como Argelia o, en su mayor parte, de estados que después
conformarían a la nueva Italia.8 La razón de su inscripción generalmente está señalada
así: bajo protección del pabellón francés o también pudo deberse a la existencia de
“padres franceses”, aunque hay también casos particulares, como el de un refugiado
polaco o un “negro que viajaba en el navio Les deux Clémentines que naufragó”. En general,
los resultados coinciden completamente con los que Jean Meyer proporcionó después de
leer el registro de 1849; aunque los Bajos Alpes, –departamento de origen de los
barcelonnettes– fueran más representativos con más del 10 % del total, contra el 3 % que
había propuesto Meyer en su estadística. Esto confirma que los barcelonnettes
comenzaron a emigrar en masa en los años que siguieron a 1845.

Los emigrantes con destino México (1845-1852)


43

Regiones originarias de los inmigrantes franceses

Note 99
Note 1010
Note 1111
Note 1212

12 Podemos constatar una correspondencia real entre los datos proporcionados por las dos
fuentes, sobre todo si tenemos en cuenta el número tan pequeño de casos censados, esto
es, poco menos de 1 400 en el primer documento y 850 en el otro, lo cual nos sugiere la
disparidad con que se censaban las diferentes regiones del país.
13 Cuando estudiamos los registros en detalle, vemos que casi todos los departamentos
aparecen, aunque algunos de ellos no tengan un peso importante. Entre los menos
representados figuran La Mancha, Siena Marítima, Aisne, el Bajo Rhin, Maine y Loire,
Yonne y la Alta Saona, de donde vienen las personas de Champlitte que se instalan en
Jicaltepec. Este tipo de geografía sugiere la existencia de ramificaciones.
14 Pero los dos hechos más importantes son el lugar predominante de las ciudades y la
preponderancia neta del suroeste, que en ambas fuentes es responsable de más de un
tercio del conjunto de partidas. En 1845-1852, en lo referente a las ciudades, París está a la
cabeza con 76 inscritos para Sena, Burdeos le sigue con 48 registrados originarios de La
Gironda y después está Lyon con 28 inscritos de Rhône. Este hecho no sorprende, más
bien ha sido constatado en varias ocasiones, ya que las ciudades son lugares con una
movilidad intensa y ésta no se refiere sólo a una inmigración proveniente de regiones
rurales, sino a la redistribución que las propias ciudades hacen de la población. Éstas son
tanto receptoras como expulsoras de personas. En cuanto al rol de las regiones francesas
en este movimiento, si bien el sureste alpino está bien representado con los Bajos Alpes
(89 matriculados) y los Alpes Altos e Isére (con 11 matriculados cada uno), queda
ampliamente opacado por el suroeste que, comprendido como la región que se extiende
desde los dos Charentes hasta el Ariége, corresponde al valle aquitano de manera general.
Sobre todo, en el interior del conjunto aquitano, el polo esencial está constituido por los
44

Pirineos Occidentales, los Altos Pirineos con 31 matriculados, y más aún, los Bajos
Pirineos con 126 inscritos. Este departamento solo representa el 15 % del total de los
franceses matriculados entre 1845 y 1852. Finalmente, cabe precisar que los berneses son
más numerosos que los Vascos, 64 contra 58.13 En el registro de 1849 que nosotros
releímos, los datos son siempre similares, salvo algunas diferencias sutiles. Notamos que
la preponderancia de los berneses sobre los vascos es aún más marcada, pues hay más de
170 de los primeros contra un centenar de los segundos.
15 El estudio de la profesión de los inmigrantes franceses nos deja entrever un poco acerca
de la naturaleza de esta migración. Pero no podemos saber con certeza si la profesión
señalada es la que los inmigrantes ejercen en México o la que tenían antes de su partida.
Nuestra hipótesis es que se trata de la profesión ejercida en México, más adelante
explicaremos por qué. No debemos olvidar que el registro de 1849 vuelve a censar a las
personas que desde hace algún tiempo viven en el mismo sitio.

Una de las calles de Pau lleva el nombre de Adoue, negociante que emigró a México.
Fuente: Foto de Ariane Bruneton

16 En el documento de 1845-1852, los agricultores son, poco numerosos, constituyen menos


del 4 % de los franceses establecidos en México. La información no apunta hacia una
migración de colonización –con excepción de la Compañía franco-mexicana de Haute-
Saóne instalada en Jicaltepec y San Rafael–, sino a una inmigración de los sectores
secundario y terciario. Artesanos y obreros de diferentes profesiones conforman casi la
mitad del total (49 %) y las profesiones relativas al comercio una cuarta parte (26 %), el
resto está constituido por profesiones diversas que, en general, indicaban cierto nivel de
estudios. Se trata de profesiones liberales, como las practicadas por médicos, profesores,
artistas, miembros del clero o los propietarios-rentistas, que eran casi tantos como los
agricultores. Estos porcentajes se aproximan a los del censo de 1849, que, por su parte,
dan 47 % de obreros y artesanos, y 36 % de comerciantes y comisionados. Estas
45

actividades representan, como dijo Jean Meyer, las artes y las profesiones de la vieja
Francia que emigran a través del Atlántico.

Las características de la migración vasca, bernesay


bigordana
17 La inmigración proveniente de la llanura de los Pirineos Occidentales se distingue
claramente. En principio, su originalidad radica en su importancia cuantitativa pero es
notable también por su naturaleza que enseguida analizaremos. Se tomará el conjunto de
los Bajos Pirineos que reunía a vascos y berneses, y el departamento vecino de los
Pirineos Altos que, en general, corresponden a la antigua Bigorra.
18 El estudio será manejado de forma conjunta a partir de dos fuentes. Para los
departamentos de los Altos y los Bajos Pirineos hemos buscado, de antemano, los nombres
de los inmigrantes presentes en las dos listas examinadas anteriormente. Después de
apartar las matriculaciones posteriores a 1850 y las que no tienen una fecha declarada del
registro de 1845-1852, quedan 59 nombres. 51 figuran en el registro de 1849, lo cual nos
deja relativamente satisfechos. Aparte, las indicaciones de edad, proveniencia, residencia
y profesión coinciden en casi todos los casos. Tal constatación sugiere la validez de estos
censos, pero deja latente la pregunta de su representatividad.
19 Según el registro de 1849-1852, el sector agrícola está un poco más presente que en el
promedio nacional (con 8 % del total) y la última categoría, la de las profesiones liberales
o que requerían cierto nivel de estudios, está representada en menor medida. Es
particularmente notable que el comercio ocupa al 51 % de las personas y el artesanado
sólo al 30 %, por tanto, las proporciones son opuestas en el promedio de los inmigrantes
franceses. Esta es una originalidad propia de la región, la parte de los comerciantes es
superior a la que se observa en los Bajos Alpes (42 %), la segunda región de migración. El
hecho amerita atención y sugiere que esta migración es una continuación de la migración
tradicional desde los Pirineos hacia la vecina España, caracterizada por los especialistas
del comercio.
20 El registro de 1849, mucho más detallado, confirma estas impresiones. De los 347 casos,
205 (59.1 %) están empleados en el comercio y 125 (36 %) en el sector artesanal. En esta
actividad, los dos sectores más representados son los oficios dentales y de la construcción,
los cuales ocupan, cada uno, casi el 30 % del total del artesanado. El lugar preponderante
de los hombres de negocios en la sociología de los desplazamientos humanos es, quizá,
una vieja originalidad local. En todo caso, tenemos aquí una pista clara a seguir.
21 Un sondeo rápido, efectuado sobre la base de otra fuente, sugiere que en los documentos
administrativos elaborados en México, la profesión registrada es la que se ejerce aquí.
Esta otra fuente es la sub-serie F7 de los Archivos Nacionales referente a la Policía
general,14 que proporciona una lista nominal de los pasaportes de 61 emigrantes a México
provenientes de los Bajos Pirineos para los años de 1847, 1849 y 1851. En 49 de ellos se
indica la profesión. Dentro de este lote, constatamos a 15 comerciantes o empleados y a 15
trabajadores o cultivadores, o sea cerca del 30 % del conjunto de cada uno de los dos
grupos. Con 30 % de trabajadores de la tierra, estamos muy por debajo de los porcentajes
observados en los dos registros estudiados. Podemos pensar que se trata de la profesión
ejercida en Francia, pues cierto número de agricultores, por ejemplo, se orienta hacia
otras profesiones distintas de las de la tierra cuando llegan a México.
46

Los emigrantes con destino México. Según los registros de matriculación (1845-1852)

22 El estudio de las zonas de partida muestra que el papel de las ciudades es importante con
respecto a la migración, quizá aún más que el conjunto nacional que, en todo caso, no se
compara con la parte que le corresponde en la población total. El porcentaje de citadinos
realmente no es el reflejo de la tasa de urbanización. Esta preponderancia real de
emigración de origen urbano reproduce en escala local el fenómeno observado a nivel
nacional. Según las matriculaciones de 1845-1852, las ciudades proporcionaban el 38 % de
emigrantes y hasta 45 % de acuerdo con el registro de 1849. En realidad esto no concierne
más que a cuatro ciudades: las dos capitales de departamento, Pau y Tarbes Bayona,
cabecera del país Vasco, y Oloron-Sainte Marie,15 la única ciudad de importancia
secundaria que expulsaba tantos migrantes. Si observamos con más cuidado, el aporte de
las demás ciudades de la región, Saint-Jean-de-Luz, Orthez y Bagnéres-de-Bigorre, se
revela innegable. El caso de Oloron genera un problema de otra naturaleza, porque ambas
fuentes arrojan datos muy diferentes sobre el tema migratorio. En 1845-1852 no se
registraron más que ocho migrantes contra 48 en 1849. En este último censo, Oloron
sobrepasa ampliamente a Pau, Bayona y Tarbes. No hemos logrado aún puntualizar la
razón de esta diferencia en los resultados.
23 Cualquiera que haya sido la causa, el papel de Oloron parece excepcional considerando su
población, ya que con 10 000 habitantes a mediados del siglo está estancada y
ampliamente superada por las otras tres ciudades, las cuales pasan por un crecimiento
demográfico sensible. Pau yTarbes son ya capitales de departamento, Pau comienza a
atraer numerosos invernantes y Bayona está en auge gracias a su función portuaria. En
cambio, el rol de Oloron en las migraciones trasatlánticas refleja fielmente su importancia
en una época aún marcada por los intercambios con España, que generaban viajes largos.
47

Esto significa que la gente de Oloron se instalaba en las ciudades de Aragón, así como en
todo el resto de España, en particular en Valencia y en el Levante, en Cádiz y Andalucía.
24 Es más bien una Francia vieja la que emigra a México, una Francia cuya economía estaba
dominada por una clase mercader que controlaba un mundo artesanal preindustrial.
Ahora bien, Oloron y sus alrededores eran los elementos más vivos de este tipo de
economía en la región que, a pesar del dinamismo de los comerciantes, en lo sucesivo no
seguiría el ritmo de la revolución industrial que se dibuja en Francia desde la década 1830.
Cabe precisar que entre las zonas rurales de la llanura pirenaica generadora de
emigrantes, el valle bajo de Aspe, al salir de la montaña a partir de Asasp, y el valle del
Gave de Oloron, más abajo de la ciudad, se adelantan a las otras en cuanto a la expulsión
de migrantes. Ahora bien, esto corresponde a los pueblos en que los artesanos dependían
de los negocios de Oloron. La emigración es indicio de la crisis de esta economía y las
direcciones que ésta toma recuerdan hasta dónde estaba orientada hacia España, pues el
antiguo imperio colonial de ésta, es el que genera los sueños de ahí en adelante.
25 A pesar del lugar destacado de las cuatro ciudades citadas más arriba, cuya importancia
demográfica no tiene comparación, las provincias dominan el panorama de migración. No
hay nada de sorprendente en ello, ya que éstas representan la esencia de la población.
Este hecho no refuta la preponderancia de las profesiones del comercio y del artesanado.
Por provincias se debe entender no solamente los pueblos, sino también algunos enclaves
rurales que son centros de comercio y de artesanado activos. Además, los pueblos son en
este momento un mundo diversificado donde pueden encontrarse todos los sectores de la
economía, así que muchos de los paisanos practican alguna otra actividad en beneficio
suyo o de los mercaderes de los enclaves comerciales o la ciudad vecina. Un individuo así
es considerado como artesano al momento de registrarse en un documento oficial. Esta
flexibilidad profesional explica, sin lugar a dudas, que muchos de ellos cambien de
actividad cuando emigran.
26 Casi todas las zonas rurales del País Vasco, Berna y la Bigorra son representadas, aunque
de manera bastante desigual. Desde este punto de vista, ambos documentos son valiosos.
48

Lugares de origen de los inmigrantes vascos, berneses y bigordanos

Note 1616
Note 1717
Note 1818
Note 1919
Note 2020
49

Punto de llegada de los emigrantes franceses (1845-1852)

27 Observando con atención el caso de los Altos Pirineos, no destaca ninguna región de la
llanura, y la montaña está casi completamente ausente. En Berna sucede lo contrario;
mientras que el noroeste, el Vic-Bilh vitícola, casi no alimenta la emigración. A su vez,
emergen tres zonas: los ya mencionados alrededores de Oloron más abajo de la ciudad
pero, sobre todo, más arriba del Gave de Aspe a la salida de la montaña; las costas al norte
y al sur de Gave de Pau de una y otra parte de Orthez y, finalmente, la región paloise. En el
País Vasco, el número de emigrantes aumenta a medida que nos aproximamos a la costa,
pues es muy reducido en Soule, luego más elevado en la baja Navarra hasta llegar al
máximo en el Labourd. Sin embargo, la costa casi no aparece. El hecho más destacable es
la quasi ausencia de la montaña. Ausencia total, como hemos visto, en los Altos Pirineos,
así como también en el alto valle de Ossau. Algunos inmigrantes aparecen en el alto valle
de Aspe, el Barétous, la alta Soule y, sobre todo, en la parte montañosa de la baja Navarra,
alrededor de Saint-Etienne-de-Báïgorry.
50

El Padre Salanueva, originario de Pau, fue padrino, protector, y educador de Benito


Juárez.
Fuente: Foto de Ariane Bruneton

28 En todo esto podemos captar, sin duda, uno de los rasgos más interesantes de la evolución
de la migración en la región. Sabemos que la migración terminó entre finales del siglo XIX
y principios del XX hasta la llegada de la Primera Guerra Mundial. Esta migración es un
poco más conocida que la que le precedió. Ahora bien, difiere notoriamente de lo que
hemos constatado aquí, puesto que no es el resultado de una migración de origen citadino
y las ciudades de la región no fungen como albergues. La gente parte directamente hacia
los grandes puertos, así que parece tratarse de una práctica más bien “campesina” y la
montaña se vacía más rápido que la llanura. La dirección de los migrantes también
cambia un poco, ya que los jóvenes del suroeste dejan de lado a México y parten hacia
otros destinos, particularmente los países de La Plata. Vemos, entonces, que ya no
estamos a mediados del siglo XIX.
29 El lugar de residencia en México no siempre se indica en el registro, tal como ocurre en 68
de los 157 casos de inmigrantes de 1845-1852. Además, no podemos distinguir claramente
el lugar de residencia o de emisión de los pasaportes. Efectivamente, se asigna un rubro al
lugar de emisión del pasaporte; otra a los movimientos de la persona registrada, y uno
más que corresponde a diversas indicaciones no precisadas. Ahora bien, el primero de las
firmas no siempre se encuentra y cuando sí está, es frecuente que aparezca la prefectura
de los Pirineos Altos o Bajos (existen por ejemplo 29 matrículas en Pau), o bien, se
muestra que las matrículas fueron hechas “bajo testimonio”, sin más explicación, o “en
correspondencia con el acta de nacimiento y de un certificado de buena conducta”.
30 En ocasiones se menciona algún consulado situado en el continente americano, lo mismo
que en Europa. También ocurre que el único dato geográfico registrado es el lugar de
emisión del pasaporte o de matriculación. Cuando éste aparece señalado, los rubros
51

consagrados a los movimientos o a las otras indicaciones raramente están presentes.


Podríamos suponer que los individuos son registrados en su lugar de residencia, pero es
dudoso porque la matriculación se hace, comúnmente, en los puertos –sobre todo en
Veracruz y Tampico– y nada indica que el inmigrante se haya establecido ahí
definitivamente. Si no tomamos en cuenta estos casos, llevaríamos nuevamente el lugar
de los puertos a dimensiones más verosímiles. Tres regiones serían las más importantes:
primero, la región central que retiene más de la mitad de las personas, de las cuales sólo
la mitad vive en la ciudad de México y la mayor parte restante en Puebla; a continuación
le siguen las zonas mineras21 con la cuarta parte de los inmigrantes (Zacatecas, Lagos,
Aguascalientes y Guanajuato); por último están los puertos, principalmente en Veracruz,
pero están presentes enTampico, Campeche y en el sur del océano pacífico, en Acapulco y
Mazatlán.
31 En principio, el registro de 1849 es el más confiable, pues indica el lugar de residencia y,
de entrada, no tenemos razones para dudar de estos datos. En ellos constatamos una
polarización real entre México y Veracruz, los cuales cobijan a una cincuentena de
habitantes cada una. Zacatecas les sigue con una decena, al igual que Tampico, que parece
ser el puerto de llegada de la gente atraída por las zonas mineras (Aguascalientes, San
Luis Potosí, Guanajuato). El resto se reparte entre regiones diversas, principalmente
regiones mineras, y algunos centros del sureste de México, como Puebla, Matamoros,
Oaxaca, Orizaba, Córdoba e, incluso, Jalapa. El oeste está representado sólo por
Guadalajara, Tepic y Mazatlán.
32 Es interesante que haya agrupaciones con originarios de comunidades vecinas en un
mismo sector. Si bien los que se establecen en la capital vienen de todas partes, dos
tercios de los que se instalan en Zacatecas son originarios del Labourd interior,
particularmente de las comunidades de Ainoa, Ixtassou y Ustaritz, y los que llegan a
Puebla provienen en su mayor parte de la planicie de Adour, alrededor de Tarbes. Estos
datos confirman la existencia de ramificaciones de migración.
33 Finalmente, podemos también dar cuenta de algunos itinerarios en el registro de las
matrículas de 1845-1852, dado que, como hemos dicho, en él se señalan más lugares. El
lugar en el que se obtiene el pasaporte, que no es sistemáticamente el departamento de
origen, corresponde a veces a algún puerto extranjero del que partió el migrante, como
Cádiz, Londres, Nueva York, pero con mayor frecuencia La Habana y Nueva Orléans. Estos
lugares son prueba fehaciente de instalaciones anteriores a las definitivas, de las cuales
existen pruebas por doquier.
34 Podemos observar algunos ires y venires a Francia, así como la continua atracción de la
Alta California durante la llamada fiebre del oro y de la anexión de ésta región a los
Estados Unidos. Un miembro de una importante familia paloise de negociantes, Françoise
Meillon, recibió su pasaporte en Londres en 1826 a la edad de 22 años; llegó a Guadalajara
en febrero de 1827 y ahí residió durante los siguientes 20 años. Otro personaje
proveniente del mismo lugar, Ernest-Victor Daran, llegó a México a la edad de 23 años y
regresó a Francia después de una larga estancia en Veracruz. Un carpintero de Hasparren
llegó a México vía Cádiz, pero dejó a su mujer y cuatro hijos en Francia. Un comerciante
de Bayona, que obtuvo su pasaporte en París, llegó a México, regresó a sus dos hijos a
Francia en junio de 1850, partió hacia la Alta California en agosto de 1851 y regresó
finalmente a México. Estas indicaciones anexas son bastante extrañas como para dilucidar
conclusiones claras. No tomamos este caso como una microhistoria cuantitativa, sino
como una anécdota. Las bases de ésta pueden ser potencialmente indispensables para
52

delimitar, con mayor precisión, fenómenos tan complejos como las migraciones o, bien,
pueden ser pistas para la elaboración de biografías y tipologías concernientes a este tema.

Algunos apuntes para armar una conclusión


provisional
35 No hay duda de que el tema de la inmigración francesa en el periodo que precedió a la
instalación de los Barcelonnettes es una cuestión bastante nueva todavía. De todas
formas, México no ha sido uno de los destinos preferidos por los franceses, ni fue un país
con gran inmigración europea, no ofrecía la posibilidad de que las tierras pudiesen ser
ofrecidas para su colonización.
36 El poder económico de los barcelonnettes a partir de 1850 a veces nos hace olvidar que la
presencia francesa en México es anterior y que también incluye a los hombres del
suroeste. Este relativo olvido aqueja también a la realidad de la época ulterior, en la cual
los vascos, los berneses y los bigordanos –que emigran entonces más que nunca– se
desvían de su camino a México para ir hacia la California y los países de La Plata.
37 No obstante, algunos indicios surgen de esta presencia migratoria. ¿No sería éste el caso
de un bernés, el “padre Salanueva”, el franciscano que albergó y educó al joven Benito
Juárez en su casa de Oaxaca? También está el caso del general Miguel Miramón –que fue
presidente de la República y más tarde uno de los tristes apoyos de Maximiliano–, cuyo
abuelo era un gentil hombre de Berna nacido en Jurançon, un lugar cerca de Pau, y
originario de Izeste, en el valle de Ossau. En la misma Berna, algunos hombres que
hicieron fortuna en México y se hicieron benefactores de su ciudad natal, dejaron un
recuerdo a sus compatriotas, como el banquero y comerciante Adoue que tiene los
honores de una calle que llega hasta San Martín, la iglesia principal de Pau. El “castillo
Ribère” en Oloron, de la familia del comerciante, conocido por los ancianos como la casa
del “mexicano” ¡albergó durante algún tiempo a Bazaine! Pero hay otros casos que hace
falta identificar con precisión, ya sea en los cementerios o en los nombres de las ciudades.
38 La relativa debilidad numérica de la inmigración puede ser un objeto de análisis para los
investigadores, dado que el número restringido de personas involucradas permite un
seguimiento, si no de cada uno de ellos, por lo menos de un porcentaje suficientemente
alto para dar una idea concreta del desarrollo de este fenómeno. La biografía es, como
opina Javier Pérez-Siller, una de las vías de la investigación histórica. Por lo tanto, en un
caso como el de la inmigración, podemos tratar de esbozar una biografía “de masa”;
empero, es una tarea compleja que supone el entrecruzamiento de fuentes diversas y el
acoplamiento de los datos que éstas proporcionan. Esta operación resulta por demás
delicada, como bien saben los historiadores dedicados al estudio de los orígenes y los
movimientos demográficos.
53

NOTAS
1. Javier Pérez Siller (coord.), «Historiografía general sobre México Francia: 1920-1997», en:
México Francia. Memoria de una sensibilidad común. Siglos XIX-XX, México, BUAP/ CEMCA/El Colegio
de San Luis, 1998, pp. 21-83. Y Patricia Arias, «Los franceses en México: una mirada desde la
historiografía regional ”, Ibíd., pp. 85-101.
2. Jean Meyer, «Les Français au Mexique au XIXe siècle “, en Cahiers des Amériques latines, 9-10,
1974, pp. 44-71.
3. Archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores, Quai d’Orsay, Mémoires et Documents, Tomo 7,
Legación de Francia en México, 1849.
4. Leticia Gamboa Ojeda, Au-delà de l’Océan. Les Barcelonnettes a Puebla, 1845-1928, Mexique, BUAP,
ICSyH, 2004, p. 29.
5. De las 1 780 personas inscritas, muchas fueron clasificadas por el autor bajo la rúbrica de
varios pueblos de Francia, sin duda porque no pudo identificar al departamento correspondiente
y hay otras que no provienen realmente de Francia. 1 394 personas sirvieron de base para estas
estadísticas.
6. Javier Pérez Siller (Ed.), Registre de la population française au Mexique au 30 avril 1849, Puebla,
ICSyH, Col. Fuentes y documentos para la historia, Los franceses en México, Vol. 1, 2003, 97 p.
(ISBN: 968 863 649 5).
7. Centro de Archivos Diplomáticos de Nantes, serie C, Cancillería consular n° 10, «Registre des
matricules français venant au Mexique. N° 4. 1845-1852», Registro 2 213.
8. Señalamos la matriculación de 10 saboyanos que aún no son ciudadanos franceses, pero que
tanto en la carta como en las estadísticas hemos incluido como franceses.
9. Hemos retomado los sectores geográficos utilizados por Jean Meyer. Los porcentajes están
calculados sin tomar en cuenta a las personas cuyo lugar de procedencia no está señalado o no
pudo ser precisado. Tampoco están incluidas las personas provenientes de Luisiana y Argelia.
10. Nuevamente, el porcentaje no incluye a las personas cuyo lugar de procedencia no está
señalado o no pudo ser precisado, ni a las personas provenientes de Saboya, que no era una
colonia francesa a mediados del siglo XIX.
11. Esto corresponde a lo que Jean Meyer denominó “vascos”.
12. El departamento de los Altos Pirineos está incluido en esta rúbrica.
13. Cuatro comunidades del departamento de los Bajos Pirineos no han sido señaladas, pues su
mención incompleta permite que varias localizaciones sean consideradas.
14. Renée Thomas, “Émigration basco-béarnaise vers le nouveau continent au XIXe siècle”, clasificación
por patronímicos en: Emigrante des Pyrénées-Atlantiques et régions limitrophes au XVIIIe et au XIXe
siècles, Pau, Centre généalogique des Pyrénées-Atlantiques, 1991. Esta lista se toma del estudio de
los archivos F7 –12 203, F7-12 206 y F7-12 221. En ella se señala el destino de la emigración, lo cual
permite seleccionar los casos de los individuos que partieron a México.
15. En ambos documentos, Oloron y Sainte-Marie se distinguen claramente, dado que no forman
aún una misma comunidad y no lo harán hasta varios años más tarde. Empero, forman una sola
aglomeración.
16. Fueron incluidas las comunidades limítrofes de Mouguerre y Saint-Pierre d’Irube.
17. Fueron incluidas las comunidades limítrofes de d’Escout et Soeix.
18. Fueron incluidas las comunidades limítrofes de Billère, Gelos, Jurançon et Lesear.
19. Se incluyó la comunidad de Séméac.
54

20. La inclusión de las ciudades de Saint-Jean-de Luz, Orthezy Bagnères-de-Bigorre es


prescindible. Con su aportación llegamos sólo al54 (45,2 %) en 1849 y 58 (37,7 %) en 1845-1852.
21. Para un análisis de la presencia francesa en las zonas mineras véase: Isabel Monroy Castillo,
“Una forma distinta de mirar. Los franceses en San Luis durante la primera mitad del siglo XIX,
en: Javier Pérez Siller (coord.), op. cit., pp. 145-169.

RESÚMENES
El capítulo es un esbozo sobre la inmigración francesa en México durante la primera mitad del
siglo XIX. Se basa en dos registros: uno de 1849, que incluye poco menos de 1800 individuos, y otro
de 1845-1852, con 970. Sin embargo, ambas fuentes revelan la importancia de los inmigrantes del
suroeste, los pirenaicos, frente a la imagen, muy difundida, de la “preponderancia” de los
barcelonnettes. De la misma forma, los datos sugieren que los berneses son más numerosos que
los vascos. También se analizan las profesiones entre las que encontramos una mayoría de
artesanos y obreros, contra una tercera parte de comerciantes. Y, finalmente, se detiene en
analizar la originalidad de la emigración bernesa, vasca y bigordana.

Le chapitre propose une ébauche de l’immigration française au Mexique pendant la première


moitié du XIXe siècle. Pour ce faire, deux registres, l’un de 1849, qui inclut un peu moins de 1800
individus; l’autre, de 1845-1852, avec 970, sont analysés. Toutefois, les deux sources révèlent
l’importance de la présence des immigrants du sud-ouest, les Pyrénéens, face à l’image très
diffusée et «omniprésente» des Barcelonettes. De la même manière, les données dévoilent la
supériorité numérique des immigrants béarnais sur celle des Basques. Sont étudiées également
les professions dominantes telles que les artisans et ouvriers qui s’opposent à un troisième
groupe: celui des commerçants. Enfin, l’originalité de l’émigration béarnaise, basque et
bigourdane est examinée en détail.

AUTORES
ARIANE BRUNETON
Ariane Bruneton. Francesa, doctora en etnología, museógrafa, especialista en el estudio de la
correspondencia privada de emigrantes franceses hacia las Américas. Ha sido maestra auxiliar en
la Universidad de Pau et des Pays de l’Adour. Es miembro fundador y secretaria de la Association
pour la Maison de la Mémoire de l’Emigration, de Pau. Y ha escrito varios artículos y libros –teóricos,
metodológicos y de casos-sobre la correspondencia privada de los emigrantes como: Letrtes
d’Amérique, (Pau 2001). Actualmente dirige “Le Courier de l’A.M.M.E” y la revista Partir.

MICHEL PAPY
Michel Papy. Francés, doctor en historia por la Universidad de Pau, donde se especializó en el
estudio de la región de los Pirineos Atlánticos: demografía, migración, urbanismo y desarrollo
económico. Es profesor honorario de Historia en la Universidad de Pau et des Pays de 1’ Adour.
Miembro fundador y presidente de la Association pour la Maison de la Mémoire de l’Emigration, de
Pau. Ha escrito varios artículos y libros sobre la historia de los berneses.
55

Radiografía de franceses en las


urbes mexicanas: tránsito del
modelo virreinal al nacional
Javier Pérez Siller

Portada: La venta de ropa contribuyó a modificar el estilo de vida y la cultura urbanos.


Almacén de las Fabricas de Francia, en los portales de la ciudad de Oaxaca.
Fuente: foto de Waite, ca. 1905, colección privada. 74 Franceses en las urbes mexicanas

1 Existe la creencia generalizada de que la Independencia fue una ruptura que cambió
completamente la trayectoria de la sociedad al crear una nueva o hacer renacer una
antigua. En realidad, el proceso que conduce a la sociedad nacional fue largo y
accidentado, llevó mucho tiempo y se realizó a ritmos diversos con avances y retrocesos.
Por ello es válido preguntar ¿a partir de qué momento la sociedad dejó de tener la forma
56

y cultura que adquirió en el virreinato?, ¿desde cuándo la sociedad mexicana comenzó a


tener rasgos propios y originales? Y, si consideramos a cada uno de los elementos que
conforman la sociedad, hay que pensar ¿hasta dónde participaron los extranjeros en el
tránsito de la sociedad virreinal a nacional?
2 Estas preguntas atentan contra la visión del pasado creada desde la Revolución y
difundida desde la ciudad de México; una perspectiva “nacionalista” o “nacional” que ha
penetrado las prácticas de los historiadores, y ha terminado por ensombrecer –y hasta
satanizar– los aportes que vienen del exterior. Tal vez por ello los problemas que esas
preguntas elevan no han sido estudiados –la transferencia cultural, la recepción de
influencias, la adaptación de modelos, la construcción de identidades múltiples, o la
coexistencia de etnias y culturas diferentes en una misma nación, por mencionar los más
evidentes–, ya que esa perspectiva cuestiona la “visión mestiza” y mexicocentrista del
pasado.
3 La problemática de la construcción de sensibilidades y la perspectiva de la mundialización
–que venimos alimentando desde hace varios años– permiten abordar estos problemas y
saltar las barreras impuestas por la historiografía dominante. Con esas herramientas, me
propongo reflexionar en este capítulo sobre la participación de los franceses en el
tránsito de la sociedad novohispana a la nacional. Para ello partiré de un análisis
geohistórico sobre el flujo migratorio: el número de inmigrantes, las regiones de origen,
el territorio donde se implantaron, el perfil socioprofesional que tenían y las prácticas
que desarrollaron; con el fin de pensar su impacto y sentido en las comunidades de
recepción y evaluar así su contribución a la formación de la sociedad nacional.
4 Debo advertir que, a pesar de los estudios recientes sobre las comunidades de Jicaltepec y
San Rafael o de los barcelonnettes, poco se conoce sobre el flujo migratorio de franceses
al país.1 Esos casos no representan la totalidad de galos que formaron lo que se consideró
como “colonia francesa” –de cuyas cifras incluso hay dudas– y, a excepción del clásico
estudio de Jean Meyer sobre la inmigración gala a mitad del siglo XIX –retomado en este
libro en los capítulos de Chantai Cramaussel, de Ariane Bruneton y Michel Papy– aún no
contamos con una idea precisa sobre el origen de los galos, sus edades, su instalación en
las diferentes ciudades del territorio, las actividades que desempeñaban y los negocios o
empresas en las que participaron a lo largo de los siglos XIX y XX. No existe aún un balance
demográfico completo y confiable, y esto se debe, en mucho, a la ausencia de fuentes.
5 El hallazgo de tres tipos de padrones –el Registre de la population française au Mexique 1849, la
liste des français au Mexique 1889 y 1891 y el Album d’Honneur–2 nos permite pintar, por
primera vez, una radiografía simplificada pero ilustrativa sobre las tendencias y cambios
del flujo de franceses, así como su implantación en las grandes ciudades y capitales
mexicanas. Y facilita evaluar su impacto –a partir de sus prácticas profesionales– en las
ciudades y regiones donde se instalaron. Si esos datos no autorizan hacer la historia, al
menos serán las bases para iniciar una reflexión sobre su contribución al tránsito de la
sociedad novohispana a la nacional.

El número de franceses: un problema de fuentes


6 Desde fines del siglo XVIII el número de franceses en Nueva España era muy reducido. A
pesar de la llegada de los Borbones al trono de España, la tradición de impedir la llegada
de “extranjeros” a las colonias del Imperio siguió siendo muy viva. Los pocos galos que
57

llegaron fueron sobre todo invitados para colaborar en la corte virreinal en la


administración pública, los placeres culinarios, la moda y la cultura. Para 1800 apenas
había 700 franceses.3 Con la Independencia y la voluntad gubernamental de animar la
inmigración para “colonizar el territorio y mejorar la raza india”, el número de franceses
se duplicó, pero venían más por motivos externos –guerras, revoluciones, exilios, etc.–
que por una atracción hacia el proyecto de nación que se estaba construyendo.
7 Su número durante el siglo XIX y mediados del XX aún es relativo. Las cifras que
encontramos en algunos registros, los cálculos emitidos por diplomáticos franceses, por
viajeros o los balances de autoridades mexicanas mediante censos o listas de cartas de
seguridad, no ofrecen datos fiables sobre la totalidad de inmigrantes, ni autorizan hacer
una serie para conocer el ritmo de su llegada. Sólo contamos con datos fragmentados de
diversas fuentes, que hemos integrado en un cuadro con el fin de tener una idea
indicativa de su monto y evolución.

Franceses en México, 1800-1950. (Según diferentes fuentes)

Note +1
Note *2

8 Esas cifras indican que para 1832 la población francesa había llegado a un máximo de
“seis mil almas” que, según Jacques Penot, “la colocaba en primer lugar entre los
extranjeros de México”,4 dado que los españoles “peninsulares” –que siempre fueron los
más numerosos– se redujeron a menos de 3 500, debido a las leyes de expulsión de que
fueron objeto.5
9 Sin embargo, esa cifra y el lugar que ocupan los franceses frente a los demás extranjeros
merece una explicación, ya que refleja fluctuaciones extremas, entre 1800 y 1849, que son
poco comprensibles y difíciles de explicar. Si bien este lugar no es el espacio para entrar a
profundidad en ello, baste decir que para 1832 México era el cuarto socio comercial de
Francia y, de acuerdo a fuentes diplomáticas, se registra la presencia de más de 1 200
comerciantes encargados de 450 negocios,6 lo cual ofrece una idea de la importancia de la
“colonia francesa” de México y ayudaría a comprender el por qué de la “Guerra de los
pasteles” de 1838.7
58

10 Otro elemento a considerar, y no de menor importancia, es el número de franceses


radicados en Texas, Nuevo México y California, muchos de ellos en San Francisco;
territorios y población que después de la guerra con Estados Unidos, 1847-48, ya no figura
en los registros mexicanos. No debemos olvidar que muy pocos franceses se molestaban
en registrarse en sus consulados o sacaban su “carta de seguridad”, además de que sólo
eran tomados en cuenta los “jefes de familia”.
11 Así lo señala J. Levasseur, diplomático autor del Registre de la population française au
Mexique au 30 avril 1849.
Muchos franceses cuando llegan a México no se presentan a las agencias de su
nación y, por consecuencia, no se inscriben. Se instalan en granjas o pequeños
pueblos en los que viven ignorados del mundo, dejan sus mujeres e hijos en Francia,
y viven con mujeres que las hacen pasar por esposas legítimas. [...] No hay que
perder de vista que muchos de nuestros compatriotas se casan con mexicanas y
envían sus mujeres e hijos a Francia, sin dar aviso a las autoridades francesas [...]
Restando las personas que murieron o que partieron durante la redacción de este
trabajo, encuentro que en la República mexicana hay 1737 franceses, jefes de
familia. Esta cifra no representa, según mi opinión, ni la mitad del número de
nuestros nacionales que viven aquí.8
12 Las cifras habría que multiplicarlas por dos o tres, lo que resultaría una población gala de
un máximo de 4 000 individuos, que no es nada desproporcionada, ni descabellada, frente
a las “seis mil almas” avanzadas por Penot.9
13 En todo caso, entre 1840 y 1850 el número de galos, “chefs de famille”, oscila según las
fuentes de dos mil –cifra que avanza Miguel Lerdo de Tejada de acuerdo a las cartas de
seguridad expedidas por el gobierno de Santa Anna–10 a “entre 12 mil y 14 mil franceses”,
cantidad que el embajador francés en México, Alexis de Gabriac, anunció a su Ministro de
Relaciones Exteriores en un informe del 6 de julio de 1855.11 Lo cierto es que el
diplomático exagera, pero también es cierto que las cifras de dos mil, más sólidas por
estar confirmadas, tampoco son reales. Si consideramos que no todos se inscribían en la
legación o solicitaban carta de seguridad, y que sólo eran “jefes de familia”, como dice
Levasseur debemos multiplicarlas por dos o por tres.
14 Cuarenta años después, en la era de la estadística oficial, el primer censo nacional de 1895
arroja un monto de 3 897 franceses en el territorio mexicano. Cifra que aumenta un poco
hacia 1910, cuando se contabilizan casi 5 000 personas. ¡El máximo para el siglo XX! Ese
número disminuirá antes y durante las Primera y Segunda guerras mundiales, cuando
numerosos galos residentes o nacidos en México respondieron al llamado de la Patria
para enlistarse en el Ejército y viajaron a Europa. Eso explicaría los fuertes descensos que
se aprecian en 1921 –menos de cuatro mil– y, sobre todo, en 1950, menos de dos mil.
Fecha límite del cuadro y, en general, momento de declive de la influencia y presencia
francesa en México.12
15 En síntesis, los franceses en México crearon una comunidad de entre seis mil y ocho mil
personas, número que resulta muy modesto frente a otros grupos de extranjeros.13 Y que
muestra las deficiencias de los datos, además la necesidad de descubrir o construir
fuentes más fiables sobre este flujo migratorio, pero que nos invita a preguntar sobre los
ritmos en que fueron llegando, sus origenes, su perfil socioprofesional y sobre los lugares
donde se instalaron en México.
59

Los flujos migratorios: hacia una tipología


16 Sin meterme a reflexionar sobre las razones por las cuales esa población emigra y busca
una tierra de “refugio”, de “promesa” o de “oportunidades”, tema amplio que merece un
estudio detallado, me gustaría responder a la pregunta ¿cómo llegan los franceses a
México? y, sobre todo, identificar algunas características propias de ese flujo humano que
autorice imaginar y proponer casos tipo.14 Los antecedentes, como vimos, fueron la
invitación de la administración virreinal a fines de la colonia, pero ya en la época
Nacional podemos identificar cuatro tipos diferentes de inmigrantes según la forma de
llegada a México: los militares, los colonos organizados en compañías, los barcelonnettes
(o prototipo de la inmigración en cadena de “paisanos y parientes”), y los que llegaron
“por la libre”.
17 El primer tipo es el de militares que llegaron al país durante la Independencia, 1815-1820,
y durante la Intervención, 1862-1865.15 Aquellos, curiosos por cierto, fueron militares
bonapartistas que al término de las guerras napoleónicas, vencidos en Waterloo, huyeron
de la persecución y emigraron hacia Nueva York acompañando a José Bonaparte. Se trata
de más de diez mil personas que llegaron a Estados Unidos en 1815, se instalaron en
Nueva Orleáns y, bajo las órdenes del general Rigau, establecieron un Champ d’Asile en
Texas. Su objetivo fue luchar contra los Borbones en América y liberar a Napoleón de
Santa Elena. Crearon así la Confédération napoléonienne y organizaron una milicia de 900
hombres, bien armados y equipados, bajo el nombre de “Soldados independientes de
México”, que debería ocupar los territorios del norte de la Nueva España y cooperar con
los insurgentes para derrocar el poder español16. En 1818, después de año y medio de
lucha, los franceses del Champ d’Asile fueron derrotados por las tropas del virrey Juan Ruiz
de Apodaca. Algunos de ellos se esparcieron muy probablemente en la franja del norte del
país: de Tamaulipas a Coahuila hasta llegar a Durango, Zacatecas y San Luis Potosí. Pero
poco se sabe de esta primera inmigración y de sus consecuencias.

Dado el reudicido monto de los inmigrantes franceses a México ocila entre 2 mil y 8 mil, la llegada y
permanencia de miles de soldados galos en 1816-1818yen 1862-1867, fue un factor de inmigración.
El mismo Bazaine se casó con una mexicana.
Fuente: Antonio Arriaga, La Patria recobrada, México, FCE, 1967, p. 203.
60

18 También se sabe muy poco sobre los soldados que llegaron con las tropas francesas de
Intervención, entre 1862 y 1867, que se quedaron en el país y que tuvieron descendencia
con mexicanas. Se trata de un fenómeno muy mencionado en varias regiones, pero poco
documentado. Se dice que, durante esos años, numerosos soldados franceses, belgas y
austriacos no sólo tuvieron hijos con mexicanas, sino que algunos desertaron –Meyer da
cifras que oscilan de 100 a 400–, otros, al término de su contrato con el Ejército,
solicitaron a las autoridades militares permiso para quedarse –Jean Avenel menciona 90
oficiales y 438 soldados,17 un total de 528– y no fueron repatriados durante la evacuación
de principios de 1867. Así, entre desertores y autorizados, seguramente más de 900
jóvenes se instalaron en regiones de Durango, Jalisco, Michoacán, Aguascalientes, Oaxaca,
Tehuantepec, las Huastecas, Veracruz, Estado de México, entre otras partes; fundaron
familias y se integraron a las comunidades mexicanas. El libro de Jean Meyer, Yo, el
francés, no autoriza reconocer este fenómeno ni mesurarlo, pero sí da pistas para su
estudio.18
19 El segundo tipo migratorio, esta vez en grupos organizados por compañías, surgió entre
los años 1820 y 1830. En esa época el gobierno estaba muy interesado en animar un flujo
de colonos europeos hacia el país. Para ello envió varios comisionados a Europa en
particular aTadeo Ortíz de Ayala– y subvencionó a compañías extranjeras que desearan
contribuir a ese objetivo. Estimulados por las fabulosas riquezas descritas en el libro de
Humboldt19 y por la política mexicana, en Francia hubo varios intentos por crear
compañías colonizadoras. La primera que se conoce fue organizada en 1828, por François
Giordan y el diputado (futuro cónsul francés, 1838) Laisné de Villelévêque, que se propuso
llevar un centenar de familias a Coatzacoalcos. Al año siguiente, llegaron más de
seiscientas personas para ganar un fracaso rotundo; ya sea por naufragio, por el clima,
por enfermedad o cubiertos por los desbordamientos del río, la mayoría murió –como lo
asienta Mathieu de Fossey quien fue testigo de la catástrofe– y algunos se dispersaron en
Veracruz, Oaxaca, Tehuantepec, Acayucan y Minatitlán.20 La segunda experiencia corrió
con mejor suerte. En 1828, Stéphane Guénot, antiguo pagador del ejército y –se afirma–
conocedor del socialismo utópico de Charles Fourier compró un predio en las riveras del
río Nautla, en Jicaltepec, Veracruz; regresó a Francia, fundó la Compañía Franco-
Mexicana, y en 1833 organizó el desplazamiento de 80 colonos de la Haute-Saóne a
Jicaltepec. Crearon ahí un asentamiento que prosperó y, durante todo el siglo XIX se
convirtió en puerto de llegada de numerosos inmigrantes venidos principalmente de la
Bourgogne y de la Franche-Comté.
61

La política de atraer a familias europeas, a quienes se les ofrecían terrenos y subvenciones, rindió
muy pocos frutos. Sin embargo, hubo varias experiencias en Francia.
Fuente: Portada de la Compagnie Agricole Européo-Mexicaine, creada en Francia en 1832. Tomada de
J.C. Demard, Río Nautla. Mexique. Étapes d’une intégration française au Mexique 1833-1925, Dominique
Guéniot, 2002, p. 10.

20 Este tipo de inmigración, que inició con las compañías de colonización en los años 1830,
abrió la puerta a un flujo ininterrumpido de “colonos” que llegaron en cadena durante
todo el siglo XIX, y cuya originalidad no sólo es que procedan de la misma región, sino que
se dedican principalmente a las labores del campo; se trata de una inmigración rural. Así,
la particular forma que encontraron para adaptarse a un medio muy complejo poblado
por totonacas, españoles y criollos– ha atraído la atención de algunos estudiosos como el
abate Jean-Christophe Demard,21 Carlos Ernesto Bernot, 22 el historiador inglés, radicado
en Veracruz, David Skerritt23 y el infatigable etnohistoriador Patrick Lafarge con su
colega José Jiménez.24
62

Los testimonios de los descendientes de franceses de Jicaltepec y San Rafaél aportan mucha luz
sobre la originalidad de esta migración.
Fuente: Portada del DVD Bajo los Techos de Jicaltepec, de Patrick Lafarge y José Jiménez, 2003.

21 El tercer tipo migratorio es el que llega en cadena con los barcelonnettes y se caracteriza
por ser eminentemente urbano. Se trata de una migración que inicia desde principios del
siglo XIX, con la llegada de Couttolenc y de los hermanos Arnaud. A éstos últimos se les
atribuye un mito movilizador que se ha difundido en relatos y publicaciones a lo largo de
dos siglos. Todos repetirán la historia que se transformó en leyenda: que los pioneros
fueron los hermanos Arnaud (Jacques, Marc-Antoine y Dominique), que llegaron a México
en 1821, que se asociaron a un tal Maillefert, el cajón de ropa Las Siete Puertas, que con
sacrificios y economías lograron labrar una fortuna y llamaron a sus paisanos, que éstos
también triunfaron y que con ese ejemplo se desató en el Valle un flujo migratorio hacia
México, con el tiempo fundaron varias tiendas de ropa y novedades en la capital y las
principales ciudades del país, que así arrebataron a los alemanes el dominio del comercio
de ropa, que luego compraron industrias textiles y de otro tipo, que lograron introducirse
en los principales bancos del país y que –por su honradez, empeño y trabajo constante– se
convirtieron finalmente en financieros del Estado.25 Así, para fines del porfiriato esta
inmigración toma un vuelo inusitado, al grado de construir la imagen de ser el grupo más
numeroso de la “colonia” y de que a los franceses de México, en ciertos sectores sociales,
se les calificaba de “barcelonnettes”.
63

El culto al mito de los tres fundadores de la emigración bajo alpina está muy presente en Francia.
Placa en la calle Manuel colocada por las autoridades de Barcelonnette.
Fuente: Foto de Javier Pérez Siller, 2000.

22 La originalidad de esta migración no es la de haber creado el mito, ni haber logrado un


brillante éxito, ambos aspectos son complementarios. Ella radica, por un lado, en que la
mayoría proviene de la misma región, el Valle del Ubaye. Y, por otro lado, en el éxito que
alcanzaron en los negocios de comercio y la industria textil. Aspectos que le dieron
continuidad en el tiempo –para resolver los problemas de la penuria y falta de
oportunidades en una región de montaña– y le imprimieron la forma de una
“peregrinación” en cadena, con el culto a sus mitos, a sus valores, a sus prácticas;
terminaron por generar una identidad propia que les confirió una fisonomía distinta a la
de los otros franceses y de los extranjeros, y que les facilitó establecer una relación,
también peculiar, con la sociedad de recepción.
23 Esta inmigración ha sido la más estudiada por autores que provienen del propio Valle, y
por universitarios franceses y mexicanos.26 Las relaciones de colaboración y amistad que
se han tejido entre los guardianes de la memoria de ésta comunidad –asociaciones locales
y autoridades de museos – con investigadores mexicanos, ha permitido la realización de
un coloquio en Puebla, a fines de noviembre del 2004, consagrado exclusivamente a ellos:
“Los barcelonnettes en México: miradas regionales”, cuyo fruto tangible es un
voluminoso libro.27
64

Por su importancia a fines del porfiriato, los barcelonnettes han sido la minoría francesa más
estudiada en Francia y en México.
Fuente: portadas de los libros: Les barcelonnettes au Mexique. Récits et témoignages, Barcelonnette, 3e
édition, 1994, y Leticia Gamboa Ojeda, Au-delà de l’Océan. Les Barcelonnettes à Puebla, ¡84S-1928,
Barcelonnette, ICSyH-BAUP/Sabença de la Valéia, 2004.

24 Además de esos tres tipos de inmigración existen otras formas que no han sido estudiadas
o que son francamente desconocidas. Se trata de individuos aislados que, al igual que
muchos de sus compatriotas, tomaron la ruta de la emigración para labrarse un futuro.
Muchos de ellos fueron “forzados” por la coyuntura política –Restauración, Las jornadas
de 1830, la Revolución de 1848, el golpe de Estado de Louis Napoleón en 1852, la guerra
franco-prusiana de 1870–, “empujados” por la situación económica –desertificación del
campo por la industrialización, crisis agrícolas, comerciales o financieras-, o
“conducidos” por sus propios sueños. Pero todos partieron con el ánimo de encontrar una
mejoría, una oportunidad, un lugar donde desarrollarse. Ellos forman el “grueso” de la
comunidad gala en México y, paradójicamente, no son precisamente ellos los miembros
de lo que se denominó “la Colonia francesa”. Se trata de individuos que buscaron una
manera propia para integrarse a su nueva sociedad, se adaptaron a los mexicanos y no
alcanzaron grandes triunfos que les permitieran tener una voz, o al menos dejar
testimonios para poder conocerlos. Entre ellos destaca el ejemplo, también poco
conocido, de la inmigración del sudoeste de Francia que, como veremos más adelante, fue
la más importante durante la primera mitad del siglo XIX. Y que, hasta la fecha, a pesar de
los esfuerzos que se realizan en la Universidad de Pau por estudiar la emigración Vasco-
bernesa, se sabe muy poco sobre este grupo de los Pirineos Atlánticos. 28 En fin, este grupo
de inmigrantes tan diverso y variado comparte una característica que lo distingue de los
tres tipos anteriores: no haber desarrollado una identidad grupal que le diera su
originalidad entre las demás comunidades y lo singularizara al interior de la sociedad
mexicana: se trata, pues, de “extranjeros de origen francés”.
65

Emigración que cambia en el tiempo


25 Uno de los rasgos más salientes de la inmigración francesa hacia México es la simbiosis –
que se ha alimentado y difundido en varias publicaciones o afirmado por los estudiosos–
entre el origen Barcelonnette y la totalidad de miembros de la Colonia. Varios autores
repiten la idea de que los barcelonnettes fueron el grupo más numeroso y llegan a
afirmar, como lo hice hace algunos años, que éstos forman casi las dos terceras partes del
total. Auguste Génin señala en su libro que “constituent les huit dixième de la Colonie
Française” (constituyen ocho decimos de la Colonia francesa),29 idea desproporcionada
que revela el poco conocimiento que se tiene sobre la estadística de inmigrantes galos y,
en particular, sobre su origen regional, lo cual se debe a la falta de datos fiable y de series
de larga duración.
26 Con Base en dos registros de la población gala en México elaborados por la Legación
francesa en 1849 y en 1886-1891, estamos en condiciones de hacer una radiografía sobre el
origen de esa inmigración y sus cambios en cuarenta años. Los registros cuentan con
información sobre un universo de 1 700 individuos, para cada uno: su lugar de
nacimiento, sexo, profesión, estado civil, edad, ocupación y lugar de residencia. El
primero lo edité en 2003, en el marco del V Coloquio internacional del proyecto México
Francia... dedicado a Los actores de una sensibilidad común, siglos XIX y XX.30 Y el segundo es
inédito, pero formará parte de una publicación que estoy preparando donde se integrarán
datos de cuatro registros más sobre la población francesa en México entre 1833 v 1917.

Son muy escasos los censos de extranjeros publicados en México. Este Registre... se hizo en ocasión
de la reducción del territorio mexicano a la mitad, fruto de la invasión de Estados Unidos en
1846-1848.
Fuente: “Registre de la population française au Mexique au 30 avril 1849”, Puebla, ICSyH, Los
Franceses en Mexico, Vol. 1, 2003.

27 Hay que prevenir que el segundo padrón no cuenta con la información de los franceses
que radicaban en la ciudad de México. Esto se debe al azar: podemos intuir que al mover
66

los expedientes, están parcialmente clasificados en los archivos, la carpeta que contiene
los datos sobre la ciudad de México quedó fuera del expediente original y por el momento
no es accesible. Así es que esos datos, que según un cuadro recapitulativo se elevan a más
de seis mil individuos, no formaran parte de nuestro corpus. En todo caso, como dicen los
sociólogos especialistas en encuestas, se trata de una muestra que puede darnos
tendencias de la inmigración con alto grado de confiabilidad.

28 Una de esas tendencias es el número de franceses que nacieron fuera del territorio
francés, que de una fecha a la otra se multiplica por cuatro; más de 10 % del total. Esto
sugiere un aumento de los franceses que antes de llegar a México su familia ya cuentan
con una experiencia de migración. Pero más significativo resulta observar el crecimiento
acelerado –¡en treinta veces!– de los franceses que señalan haber nacido en México, ¡casi
6 %! Eso indica que estamos frente a un nuevo fenómeno: la existencia de “criollos
franceses de México”, que no necesariamente representan a la primera generación nacida
en el país, puesto que ya para 1849 se registraron tres individuos nacidos en el país. ¿Se
tratará de la segunda generación? Habría que investigar más, pero su presencia sugiere
una inmigración que no sólo se adapta, sino que se aclimata en el país.
29 Otro dato significativo lo aporta el número de franceses nacidos en Estados Unidos. Si
bien no son muchos, su presencia evoca una vía de llegada que vincula a los dos países. En
general, el número de franceses nacidos fuera del hexágono, sugiere que las vías de la
inmigración no son necesariamente directas, que aumentan las experiencias previas en
buscar una forma de vida en otro país.
30 A estos datos básicos se agrega el lugar de origen de los que nacieron en el hexágono, dato
que permite adentrarnos en las particularidades regionales de esa inmigración. La
comparación entre los años extremos es también muy ilustrativa.
31 En el cuadro podemos detectar cuatro tendencias fuertes: la primera es la concentración
de los emigrantes en ciertos polos, en detrimento del conjunto del país –el rubro otros
disminuye casi 20 puntos–. La segunda es que en 1849 el principal grupo de emigrantes
proviene del sudoeste, en particular, de los Pirineos Atlánticos. La tercera es que en el
periodo 1886-1891 los barcelonnettes se transformaron en el polo más importante. La
última es que a pesar del cambio de polo de una fecha a la otra, los inmigrantes
originarios de los Pirineos Atlánticos mantuvieron su importancia relativa y constituyen
el segundo grupo minoritario de franceses hasta 1891. ¡Algo que los investigadores
ignorábamos!
67

32 Esas tendencias son más visibles en la representación cartográfica de los datos. Hemos
utilizado un mapa de Francia con las fronteras actuales de los departamentos. Las
variaciones de los departamentos –ausencia de Alsacia y Lorena después de 1870 por estar
en posesión alemana, y el cambio de Saboya– nos parece que no modifican la
representación de los datos. Con esa advertencia veamos los mapas separadamente:

Origen de los franceses residentes en México por Departamento, 1849

33 En el primer mapa, correspondiente a 1849, se perciben cuatro polos de la emigración. El


primero y más importante es el del sudoeste, que va desde La Rochelle hasta Pau, pasando
por Tarbes y Toulouse. Comprende los departamentos de los Pirineos Atlánticos, la
Gironde y los Altos Pirineos. Ese polo concentra el 30 % de los emigrantes. El segundo polo
tiene centro en París y llega hasta Rouan, en la Alta Normandía, y concentra el 13 %. El
tercero es el que va desde Dijon y Champlitte –lugar de origen de los fundadores de
Jicaltepec y San Rafael, en el norte de Veracruz– hasta la frontera con el este, incluye
Alsacia y Lorena. El cuarto polo es el que se concentra en torno de Barcelonnettes y llega
hasta Montpellier, alcanza apenas el 6 % del total.
68

Origen de los franceses residentes en México por Departamento, 1886-1891

34 En el segundo mapa se ve un cambio en los polos de la emigración: el primero es el de la


región de los barcelonnettes, que ahora concentra más del 30 % de los inmigrantes. El
segundo, el de los Pirineos Atlánticos, se mantiene en importancia, aunque se reduce la
emigración de la Gironde y los Altos Pirineos. Los otros dos polos disminuyen
enormemente: el de París, mantiene su estructura; mientras que el de Dijon-Alsacia-
Lorena se reduce.
35 La comparación de los dos mapas es ilustrativa del cambio de polo y de un fenómeno que
inicia y crece antes de la Primera Guerra mundial: la concentración del origen de la
emigración en polos bien definidos y la desaparición de los puntos intermedios.
36 En casi medio siglo ha cambiado la estructura de origen de la inmigración francesa a
México: termina la diversificación que existía en 1849 –más de la mitad salía de pequeñas
localidades distribuidas en casi toda Francia–, desaparece la hegemonía de los Pirineos y
se abre paso una inmigración biregional donde los barcelonnettes son mayoría. Dado que
los datos sólo cubren de 1849 a 1891 es pertinente dejar asentadas unas preguntas:
¿estamos en el inicio o en el fin del cambio en la estructura de la inmigración? ¿Qué
cambios habrá antes de la Primera Guerra Mundial? ¿Los barcelonnettes se convirtieron
en los “ocho décimos” de los inmigrantes galos?
37 Por ahora, aún no contamos con cifras que nos permitan responder a esas preguntas,
aunque sí podemos observar un hecho: en las dos fechas extremas inicia un cambio en el
tipo de inmigrante. Los pioneros ya se asentaron y crece el número de sus descendientes,
los “criollos franceses”. Esto refuerza la hipótesis que vimos en la comparación de las
cifras generales. Si los barcelonnettes se han multiplicado por siete y tienen fama de ser
endogámicos –porque su sueño es regresar para casarse una vez lograda la fortuna–, los
franceses de otras regiones multiplican los matrimonios con mexicanas, lo cual nos invita
69

a considerar los problemas de adaptación y asimilación a la sociedad de recepción que


ellos vivieron, a pensar en sus descendientes. Los datos que conocemos sobre el número
de franceses que partieron a la Primera Guerra mundial y su origen, principalmente del
polo barcelonnette, confirman estas reflexiones. En todo caso, habría que analizar el
comportamiento de los inmigrantes en los lugares donde radicaron y sus prácticas de
acuerdo a la profesión que ejercieron, para conocer la solidez de su implantación en el
país.

Inmigración influyente en las urbes


38 Si la inmigración francesa a México es poco numerosa y poco conocida, en las urbes
resulta ser familiar y, en algunos casos, logró tener gran influencia. Hay que considerar
que para el siglo XIX la población urbana era muy reducida, en 1900 apenas llegaba al 29 %
de la población total del país, esto aumenta la proporción de franceses a casi uno por cada
mil citadinos.31 Y si a esta realidad se suma el problema de la edad, donde la población de
menos de 14 años era más de la mitad, el número de franceses –que en su mayoría está en
edad de trabajar¬se multiplica por dos: uno por quinientos habitantes mexicanos mayores
de edad. Cifra promedio y general que invita a observar los lugares de “implantación” de
los franceses en el país para conocer su real proporción y descifrar su impacto.

Su contenido de datos sobre más de 600 franceses de México que fueron a la Gran Guerra, hace del
Album d’Honneur una fuente importante para la historia de la emigración. Portada.
Fuente: Album d’Honneur de tous les français résidant au Mexique partis pour la France 1914.1919,
Barcelonnette, Sabença de la Valeia-Asociación franco mexicana, suiza y belga de beneficencia, 2005.

39 Para ello, hemos elaborado dos mapas que indican el lugar de residencia de los franceses
en 1849 y fue en 1914.32 Este último tomado del Album d’honneur donde se registran
franceses de México que partieron a la Primera Guerra Mundial.33 Veamos el primera
mapa de 1849 donde se incluye la residencia de 1 470 individuos.
70

Residencia de inmigrantes en México 1849 (Universo de 1470 individuos)

40 A mediados del siglo XIX los inmigrantes se distribuyen en ciudades localizadas en tres
zonas geográficas: en la metrópoli de la ciudad de México, que concentra una tercera
parte; en los principales puertos (Tampico, Veracruz y Tabasco, en el Golfo, y Guaymas en
el Pacífico). Y, por último, en las ciudades capitales de regiones mineras o comerciales que
van desde Oaxaca hasta Chihuahua, pasando por Hidalgo, Guanajuato, San Luis Potosí,
Zacatecas, Durango y la industriosa Perla Tapatía.
41 Como vemos, el perfil de residencia tiene mucho que ver con los puntos de tránsito
obligado de las mercancías y, en particular, de la principal mercancía que el país exporta:
la plata. Son esas regiones mineras y portuarias –donde se incluye el corredor México-
Puebla-Veracruz que concentran dos terceras partes de los inmigrantes– las que
sostienen la economía exterior y siguen aún la lógica virreinal; es decir, los inmigrantes
vienen a ejercer el comercio e introducir mercancías de sus metrópolis, pero también
vienen a explorar, a conocer la riqueza natural y los recursos, a apreciar la producción y
las artesanías. Este perfil de inmigrantes dependientes de la economía local, cambia con el
tiempo hasta distanciarse por completo durante el porfiriato.
42 Nuestra tercera fuente, el Album d’Honneur, es un valioso documento para conocer a los
actores de la inmigración francesa y aporta excelentes datos sobre el lugar de residencia.
En efecto se trata de un álbum que rinde homenaje a 626 individuos, parte de los 1 300
franceses residentes en México, que viajaron a Europa para participar en la Primera
Guerra Mundial.34 A pesar de sus limitaciones –están presentes sólo la mitad de los que
dijeron sí a la guerra y hay regiones ausentes porque el patriotismo no logró
movilizarlos–, los más de 600 soldados que contiene el Album son una muestra
representativa del Conjunto de la colonia que para entonces se calcula en no más de cinco
71

mil personas. Con esa base metodológica –superior al 10 % del total– diseñamos el
segundo mapa.

Trabajadores del almacén “El nuevo París” en la ciudad de Guadalajara.


Fuente: Album d’Honneur, op. cit., p. 107

FRANCESES MOVILIZADOS POR ESTADOS, 1914-1918. (UUNIVERSO DE 580 individuos)


72

43 En el segundo mapa observamos que se acentúa la concentración de galos en la ciudad de


México, ¡más de la mitad! Y que los inmigrantes radican principalmente en la parte
central del país entre Veracruz y Guadalajara. Así se delinean dos polos: el del corredor
Veracruz-Puebla-México y el de Morelia-Colima-Guadalajara Aguascalientes. También
vemos que algunos radican en el sur: Oaxaca y Chiapas, hasta en Yucatán. Y los menos se
distribuyen en todo el norte, centrados en Coahuila.
44 Al pasar nuestra mirada de los estados a las ciudades, podemos hacer un análisis más fino
y detectar las originalidades de la distribución de los franceses en el territorio. Por
ejemplo, si el estado de Veracruz concentra 12 % de los individuos, ellos se distribuyen en
las regiones textileras de Orizaba (el corredor de Río Blanco-Santa Rosa), en ciudades
como Córdoba y Jalapa, en explotaciones agrícolas como el Ingenio Azucarero del Paraíso
Novillero, o en el asentamiento agrourbano de Jicaltepec y San Rafael. Y, por supuesto, se
ve la presencia de los comerciantes y comisionistas en el puerto. Así, nos damos cuenta
que la inmigración hacia ese estado –como lo es hacia los demás– tiene un carácter
original, en este caso un carácter polifacético, orientado a ramos económicos muy
diversos: rural, industrial, empresarial y comercial. Originalidad bien estudiada en el
capítulo de David Eskerritt y Bernardo García.
45 En cambio, en el polo de Occidente y, en general, en el resto del país, constatamos que la
inmigración se dirige principalmente hacia las capitales y las grandes ciudades de los
estados. Así lo vemos en el siguiente cuadro:

Principales ciudades de residencia de los inmiqrantes 1914-1918

46 La mayoría de los franceses que viajaron a Europa para pelear en la Guerra, provienen de
cinco de las ciudades más importantes del país. Ellas concentran casi cuatro quintas
partes de la totalidad, lo que resulta sorprendente. Si bien el Album no registra a todos los
que fueron sólo a la mitad los clasifica por empresa o negocio, lo cual liga el individuo a su
lugar de trabajo y, por lo tanto, al de residencia. En todo caso, lo cierto es la tendencia a la
concentración de los franceses en algunas capitales y en las principales ciudades de los
estados. Esto sucede también en Saltillo, Tulancingo, Aguascalientes, Chihuahua,
Monterrey, León y Oaxaca.
47 Al comparar los dos mapas, el de 1849 y el de 1914-1918, se constata con mayor nitidez el
cambio en la geografía de la inmigración: los franceses abandonan los puertos y las zonas
mineras para concentrarse en las urbes del centro-occidente, y en general, aunque en
menor número, en las principales ciudades del país. ¿La inmigración gala –y la de los
extranjeros en general– se ha convertido en un fenómeno urbano? Ciertamente. Esa
tendencia puede verse como signo, y consecuencia del proceso de urbanización que se dio
a fines del porfiriato, cuando las capitales y principales ciudades de los estados
73

abandonaron el ordenamiento que tenían en el virreinato y crearon uno “propio”; su


traza, arquitectura y estilos de vida cambiaron.35 Un cambio que fue acompañado por el
nacimiento de una nueva cultura urbana.

Los barcelonnettes llegaban a trabajar en alguna tienda de sus paisanos, recorrían ciudades y
pueblos vendiendo productos y, cuando tenían suficientes ahorros, instalaban su propio negocio.
Fuente: Album d’Honneur, op. cit., p. 139.

48 Esa geografía de la inmigración nos lleva a preguntar ¿de qué manera y hasta dónde los
galos participaron en ese proceso? y a indagar si se trata de una particularidad de los
galos o corresponde a una actividad común a los extranjeros. Problemas que merecen ser
estudiados en detalle mediante monografías por estados o comparaciones del perfil de
diferentes grupos de extranjeros. Esto nos remite a las prácticas y tipo de actividades que
realizaban los inmigrantes galos.

Reflexiones: ¿una contribución al modelo urbano?


49 La característica de la inmigración francesa es dirigirse hacia las urbes y el tipo de trabajo
que ejercieron nos habla ya de la contribución e influencia que tuvieron en esos lugares.
Los tres registros asientan la profesión que poseían los inmigrantes, lo cual no significa
mecánicamente que esa fue su ocupación, pero nos orienta un poco sobre sus actividades.
¿Cuál es el perfil socio-profesional de los inmigrantes franceses?
50 En 1849 el abanico de profesiones y oficios es muy extenso aunque podemos agruparlos en
áreas que permitan hacer comparaciones con los datos posteriores. Así, tenemos que los
comerciantes y comisionistas forman una tercera parte. Otra tercera parte se compone de
artesanos (carpinteros, ebanistas, cerrajeros, joyeros, orfebres, grabadores, pintores,
vinateros, zapateros, entre otros, pero también sastres y modistas que son los más
numerosos). El resto confiesa tener un oficio que va desde agricultor (campesinos casi el
10 %) y obreros (de la seda), hasta un nutrido grupo dedicado a labores de alimentación
74

(panaderos, pasteleros, restauranteros) y muy pocos que cuentan con una profesión (tres
profesores de escuela, un dentista). Retengamos esa imagen donde hay campesinos y
obreros, así como una cantidad importante de artesanos. Entre ambas categorías socio-
profesionales hacen casi la mitad de los inmigrantes. Un perfil equilibrado con el tercio
que declara dedicarse al comercio.
51 Esa estructura socio-profesional cambia para los otros periodos. En 1891, y más acentuado
en 1914-1918, la cantidad de inmigrantes dedicados al comercio aumenta
considerablemente. En efecto, el número de negociantes, empleados, comisionistas o
vendedores aumenta en el primer registro a más de 50 %, mientras que para el segundo ya
representan dos terceras partes. Y en este último aparecen con fuerza nuevas categorías
como: dueños de casas comerciales, socios o fundadores. A las que debemos agregar las de
jefes, directores o gerentes de establecimiento. Categorías que indican un fenómeno
nuevo: la multiplicación de establecimientos comerciales e industriales. Se trata de la
transformación de los cajones de ropa fundados en las décadas de 1840-1850 en tiendas de
importación y novedades entre las décadas de 1860 y 1870. Y de éstas a los grandes
almacenes o catedrales del consumo, edificadas entre 1890 y 1910; mutación comercial
que marcó a la época y en la que los franceses, y en particular los barcelonnettes,
contribuyeron de manera notable.36
52 Para 1910 las casas comerciales francesas distribuidas en todo el país llegan a más de 300,
de las cuales 240 pertenecen a los famosos barcelonnettes. Los nombres se repiten en la
metrópoli como en las principales ciudades: Al Puerto de Liverpool, El Palacio de Hierro,
Fábricas de Francia, El Nuevo Mundo, Fábricas Universales, La Ciudad de México, La Parisiense, La
Ciudad de Londres, etc. Y ellas no están solas, forman parte de una red de negocios que
tiene su propia lógica. Se trata de industrias y oligopolios de productos de consumo
masivo –textiles, seda, cerveza, tabacos, cemento, dinamita, entre otras–, así como bancos
nacionales y regionales, donde los capitales franceses controlan más del 60 % de las
acciones. Una red de establecimientos complementarios que alimentan la economía de las
urbes.37

Algunos de los grandes almacenes que se levantaron a partir de los años 1890 en los centros
históricos de las ciudades del país, tenían sus propias fábricas.
Fuente: Centre des Archives Diplomatiques de Nantes, CADN, Mexique, Serie B, carton 63.

53 Todo ello nos remite a la originalidad de la contribución de la inmigración gala en la


construcción del modelo urbano propiamente nacional. Éste comprende la creación de los
grandes almacenes, nuevas catedrales del consumo, sus fábricas que los nutren con
mercancías y los bancos que les ofrecen dinero fresco. Pero también, y sobre todo,
75

comprende la cultura de consumo que ellos transmiten, reproducen y expanden. Para


medir su contribución al modelo urbano habría que investigar la historia de vida de
algunos inmigrantes –entre los propietarios, empleados, comisionistas y obreros–, así
como la de los establecimientos que fundaron y hacer un seguimiento de las estrategias
comerciales y publicitarias para evaluar su impacto entre los consumidores. Estudios que
no son legión en la historiografía, pero que ya inician como lo vemos en el caso de Puebla
y de algunas ciudades del país.38 En fin, adentrarse en las prácticas asociativas y en los
lugares de sociabilidad en el que también participan las elites mexicanas.

Perspectiva para la investigación


54 A lo largo del ensayo he sugerido aspectos o problemas que merecen la atención de los
investigadores para pensar históricamente la contribución de los franceses en el tránsito
de la sociedad novohispana a nacional. Pero no basta considerarlos, es necesario aún
renovar la mirada y enriquecer la perspectiva. Sugiero:
1. Abrir el estudio del fenómeno migratorio al impacto de los hombres, pero también de sus
mercancías, capitales, ideas y hasta de los modelos y formas de vida en la sociedad o comunidad de
recepción. Dar importancia al desarrollo de estudios regionales y locales, en las ciudades donde se
asentaron.
2. Esto se sostiene en una perspectiva que debe tomar en cuenta la recepción de influencias, es decir,
una mirada que viene del otro, del que recibe los elementos extranjeros y que vive los procesos de
alteración con su presencia.
3. Una perspectiva que debe tomar en cuenta los momentos de mundialización y, para el caso
mexicano, el tránsito de sociedad.

55 Enriquecer los estudios sobre la migración con métodos que permitan:


1. Comparar los orígenes de los inmigrantes de un mismo país, por ejemplo Barcelonnettes y pirenaicos
o alsacianos.
2. Comparar las maneras de llegada: en cadena, familiar, paisanos, regionales, por oficios o hasta
étnicas.
3. Comparar las trayectorias de los inmigrantes después de insertarse en la sociedad de recepción: los
sectores, los grupos, las clases y, sobre todo, los éxitos y fracasos obtenidos.
4. Comparar las redes creadas por los mismos inmigrantes en el país de origen y en el país de recepción
5. En fin, comparar estos niveles con las historias de vida de inmigrantes de orígenes distintos:
españoles, franceses, guatemaltecos, norteamericanos, etcétera.

56 Sólo así se podrá evaluar, verdaderamente, el impacto de la presencia francesa en la


historia y la cultura mexicanas y su sentido en los rostros de la sociedad nacional.

NOTAS
1. Ver el capítulo “Historiografía general sobre México y Francia: 1920 – 1997”, en México Francia:
memoria de una sensibilidad común, siglos XIX -XX, México, BUAP-CEMCA-El Colegio de San Luis, 1998,
pp. 44-52.
2. Las dos primeras, que contienen información sobre más de 1 600 individuos cada uno, son
padrones elaborados por los diplomáticos galos con base en las listas de inscripción de los
76

franceses residentes en México. El tercero contiene 600 individuos, es un álbum editado en 1918
para rendir homenaje a los franceses de México que participaron en la. Primera Guerra Mundial.
3. Esta cifra la dan tanto Génin como Penot y Meyer en sus estudios, asi como J. Houdaille,
“Frenchmen and Francophilies in New Spain: 1760-1810”, The Americas, Julio 1956.
4. Jacques Penot, Primeros contactos diplomáticos entre México y Francia, México, SER, 1975.
5. Para el monto de españoles en México ver: Clara Lida, “El perfil de una inmigración:
1821-1939”, en Una inmigración privilegiada. Comerciantes, empresarios y profesionales españoles en
México en los siglos XIX y XX, Madrid, Alianza Editores, 1994, p. 28.
6. Informe del Barón Deffaudis, AMAE, Correspondence commerciales Mexique, vol. IV, f. 162,
(México 30 de enero de 1834) R. Deffaudis a MAE, citado por Jacque Penot, Les relations entre la
France & le Mexique de 1808 a 1840, These, Université de Paris X, T. I, 1976, p. 339.
7. Podemos avanzar que la reducción de las “seis mil almas” a la mitad se debe, entre otras
causas, a dos factores: 1. la misma guerra, la expulsión de franceses y la galofobia que desató y 2.
el interés de los franceses se concentró en Argelia y en su expansión en África.
8. J. Pérez Siller (Ed.), Registre de la population française au Mexique au 30 avril 1849, Puebla, ICSyH,
Los Franceses en Mexico, Vol. 1, 2003, p. 15.
9. Ídem.
10. Miguel Lerdo de Tejada en su Cuadro sinóptico de la República Mexicana en 1856...., México, I.
Cumplido, 1856 (cifras que fueron retomadas por J. Hermosa en su Manual de geografía y estadística,
México, 1857), ver: J. Covo, “LeTrait d’Union. Periódico francés de la ciudad de México. Entre la
Reforma y la Intervención”, Historia Mexicana, Vol.35:3, 1986.
11. Lilia Díaz, Visión francesa de México, informes diplomáticos (1853-1858), México, El Colegio de
México, 1863, p. 190.
12. Actualmente el número de franceses radicados en el país no pasa de los 8 mil, según las cifras
de los censos mexicanos y del propio Consulado de Francia en México. Sin embargo, muchos
mexicanos, descendientes de franceses, se han inscrito y alcanzado la doble nacionalidad: la cifra
llega a casi 15 mil personas.
13. Según los periodos, para la primera mitad del siglo XIX, en cuanto a número, los franceses
fueron el segundo o tercer grupo de extranjeros, los españoles fueron ligeramente más
numerosos. Mientras que para la segunda mitad, vemos aumentar el número de inmigrantes
estadunidenses y guatemaltecos, y los galos se convierten en el quinto o sexto grupo en
importancia. Ya en el siglo XX son desplazados por otras minorías extranjeras.
14. No se trata de crear una tipología, sino de encontrar regularidades que permitan estudiarlos
como unidades y compararlos entre sí.
15. Es cierto que introducir a los militares al interior del flujo migratorio puede causar muchos
problemas de definición, ya que no se trata de personas que llegan de forma libre, sino en una
misión especial. Sin embargo, en un país con muy poca inmigración, debe tomarse en cuenta a los
cientos de soldados que se quedaron y tuvieron numerosa descendencia, contribuyendo así al
mestizaje de la sociedad. Y en algunas regiones este fenómeno fue significativo.
16. Ver: Plan de la “Confédération napolénienne” citado por J. Penot, “Les relations entre la
France & le Mexique de 1808 à 1840”, Paris, Thèse doct. Université de Paris-X, 1976, T. 1, p. 169,
así como el articulo de Guadalupe Jiménez Condinach, “Confédération Napoléonnie. El
desempeño de los conspiradores militares y las sociedades secretas en la Independencia de
México”, Historia Mexicana, vol. XXXVIII: 1, julio-sept. 1988, pp. 43-67.
17. Se trata de los soldados que obtuvieron permiso, a éstos hay que sumar los desertores que
fueron un número similar o mayor. De forma conservadora podemos calcular en más de 900
individuos, lo que para una comunidad de 3500 franceses su incorporación fue muy importante.
Ver J. Avenel, La campagne du Mexique (1862-1867), París, Económica, 1996, p. 104.
18. J. Meyer, Yo, el francés. Biografías y crónicas, México, Tusquets, 2002.
77

19. El original fue escrito en francés, su presentación tiene fecha del 8 de marzo de 1808 y se
publicó en París en 1811. Entre 1825 y 1827 Humboldt rehízo la primera edición tomando en
cuenta la Independencia. Esas dos obras impactaron al público. Ver la reedición, con prefacio de
F. Chevalier. A. Humboldt, Essai politique sur le royaume de la Nouvelle-Espagne du Mexique, Paris, Utz,
1997, 2 vols.
20. Mathieu de Fossey, Viaje a México, México, Conaculta, 1994.
21. De J.-C. Demard ver: Aventure extraordinaire d’un village franc-comtois au Mexique. Champlitte,
Jicaltepec-San Rafael, 1832-1888, Langres, Dominique Guéniot éditeur, 1982; Jicaltepec, terre d’argile.
Chronique d’un village franc-comtois au Mexique, Paris, les éditions du Porte-Glaive, 1987; Émigration
française au Mexique. 1. Les communautés agricoles (1828-1900), Langres, Dominique Guéniot éditeur,
1995; Une colonie française au Mexique 1833-1926. Rio Nautia étapes d’une intégration, Langres,
Dominique Guéniot éditeur, 2000; Rio Nautia Mexique. Étapes d’une intégration française au
Mexique 1833-1925, Langres, Dominique Guéniot éditeur, 2002.
22. C. E. Bernot, Datos sobre la colonización de Jicaltepec, jalapa, spi, 1970.
23. D. Skerritt Gardner, Colonos franceses y modernización en el Golfo de México, Xalapa, Universidad
Veracruzana, 1995.
24. Desde hace casi dos décadas el profesor Patrick Lafarge y José Jiménez animan una
investigación etnohistórica sobre la tradición oral de la comunidad francesa del río Nautia y sus
vínculos con la región del Caribe. Ver: Bajo los techos de Jicaltepec. Vigencia y fin de tradiciones orales
en las riberas del río Nautia, Estado de Veracruz, Puebla, Conaculta, VHS, 50 min, 2003.
25. La tercera edición del libro Les Barcelonnettes au Mexique, de 1994, revela por vez primera la
actividad anterior de los hermanos Arnaud en Luisiana, gracias a los documentos guardados por
sus descendientes y difundidos en 1993. Una cuarta edición, corregida y aumentada, acaba de
aparecer con un artículo de Hélèn Homps donde se hace un recuento historiográfico de la
emigración barcelonnette. Les Barcelonnettes au Mexique. Récit et témoignages, Barcelonnette,
Sabença de la Valeia, 2004, pp. 166-181.
26. Entre otros ver los trabajos de P. Gouy, P. Martin-Charpenelle, Maurice Proal, el libro reciente
de Hélèn Homps, Villas en Ubaye. Retour du Mexique, Aix-en-Provence, L’Inventaire, 2002, y
recordar, sobre todo, que los propios herederos de esa “epopée” se han preocupado por conocer
su pasado. Esa ha sido la tarea de la Asociación Sabença de la Valeilla (conocimiento del Valle)
que ha publicado varias investigaciones.
27. Celebrado del 24 al 26 de noviembre del 2004, en el Instituto de Ciencias Sociales y
Humanidades de la Universidad Autónoma de Puebla. Participaron 21 investigadores de
diferentes partes del país y de Francia. La publicación es: Leticia Gamboa Ojeda (coord.), Los
Barcelonnettes en México. Miradas regionales, siglos XIX-XX, México, BUAP-UJED, 2008.
28. Del 29 al 31 de mayo del año 2000 se realizó un coloquio en la Universidad de Pau sobre
“L’emigratíon Basco-bernaise vers Amérique” donde sólo se habló de Canadá, Estados Unidos,
Uruguay y, sobre todo, Argentina. México no aparecía aún en el horizonte de las preocupaciones
de los estudiosos o de los descendientes de emigrantes, situación que empieza a cambiar.
29. A. Génin, op. cit., p. 368.
30. El coloquio tuvo lugar en Puebla, en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la
BUAP, en abril del 2003 y reunió a 22 investigadores de México y Francia. En cuanto al Registre...
debo advertir que, dada la complejidad de la fuente cuenta con numerosos errores, en particular
sobre la identificación del lugar de origen y, a veces, del nombre y apellido de los individuos,
errores que fueron identificados y corregidos por colegas de la Universidad de Pau y de la
Asociation pour la Maison de la Mémoire de l’Émigration, con el objeto de hacer una segunda edición
que formará parte de un libro sobre la inmigración francesa a México.
31. Si se compara el número de franceses de 1900 con el total de la población, su presencia
resulta ridicula, 0.03 %. Pero si se considera que la mayoría llegó a las urbes, y se compara con la
78

población urbana, pasamos a 0.1 %. Para los diferentes años, ver el cuadro de la Población total
urbana y rural por sexos, en las Estadísticas Históricas de México, Op. cit., p. 33.
32. Advertiré que la división política de los Estados (México y Puebla, sobre todo) es la actual.
33. El Album d’Honneur fue publicado en Puebla en 1919 por el editor Silvio Greco Conti, del cual
acaba de salir una edición facsimilar en Barcelonnette, editado por la Sabença de la Valeia y la
Asociation franco belge et suisse de bienfaisance du Mexique.
34. Ver el estudio introductorio al Album d’Honneur en el modulo de publicaciones de nuestro
sitio: www.mexicofrancia.org.
35. Sobre los cambios en el ordenamiento urbano ver los trabajos de Federico Fernández
Cristlieb, “La influencia francesa en el ordenamiento de la ciudad de México: 1775-1910”, en J.
Pérez Siller (coord.) México-Francia: memoria de una sensibilidad común, siglos XIX-XIX, México, BUAP-
CEMCA-El Colegio de San Luis, 1998, pp. 227-265, y “Lectura de una geometría de la sensibilidad.
Urbanismo francés y mexicano de los siglos XVIII y XIX”, en J. Pérez Siller y Ch. Cramaussel, México
Francia: memoria de una sensibilidad común, siglos XIX y XX, Vol. II, México, BUAP/CEMCA/E1 Colegio
de Michoacán, 2004, pp. 133-158.
36. Ver el amplio panorama que ofrece el libro de Leticia Gamboa Ojeda (coord.) Los barcelonnettes
en México: Miradas regionales, siglos XIX-XX, México, BUAP-UJED, 2008.
37. Ver J. Pérez Siller, “Inversiones francesas en la modernidad porfirista”, en México-Francia. Vol.
II, op. cit., p. 81-129.
38. Me refiero a tos trabajos de Leticia Gamboa, “Los comercios de los barcelonnettes y la cultura
del consumo entre las élites urbanas. Puebla, 1862-1928” y de Julieta Ortiz Gaitán, “La ciudad de
México: “el París de América”, aparecidos en J. Pérez Siller y Ch. Cramaussel (coord.), México-
Francia, op. cit.

NOTAS FINALES
1. son cifras conservadoras, pues se trata de jefes de familia o personas con “carta de seguridad”,
se omite a los residentes y a los que no la tienen. Para una idea aproximada hay que multiplicar
por dos o tres, dependiendo del año.
% porcentaje del total de extranjeros en el país.
2. Lugar: antes o después de españoles, norteamericanos, guatemaltecos, ingleses....

RESÚMENES
La historiografía mexicanista ha tratado con mucho detenimiento los momentos de ruptura,
como la Independencia, y ha propagado la imagen de un cambio completo de sociedad. Sin
embargo, el proceso de transición de la sociedad novohispana –organizada en estamentos y
castas, con privilegios y fueros– a la nacional –con vocación igualitaria y una identidad cultural
propia– se extendió por más de medio siglo. Podemos preguntar entonces ¿cuál fue la aportación
de los inmigrantes en ese tránsito y en específico, la de los inmigrantes franceses? A partir del
análisis de tres registros de franceses en México: 1848, 1891 y 1914-1917 (que aportan
información sobre su origen, su profesión, estado civil, número de hijos, lugar de implantación en
el territorio mexicano y sus prácticas socio profesionales), este capítulo se pregunta sobre su
79

impacto en las principales urbes mexicanas y su contribución a la formación de la sociedad


nacional.

L’historiographie mexicaniste a mis 1’attention sur les moments de rupture, comme


l’Indépendance, et a propagé l’image d’un changement complet de société. Toutefois, le processus
de transition de la société coloniale – organisée en corps et chastes, avec des privilèges et des fors
– à la société nationale – avec une vocation égalitaire et une identité culturelle propre – s’a
étendu pendant un demi-siècle. Nous pouvons alors demander quelle a été la contribution des
immigrants dans ce transit? Et, en particulier, celle des immigrants français? A partir de l’analyse
de trois registres de l’immigration française au Mexique: 1848, 1891 et 1914-17 (qui offrent une
information sur leur origine, sa profession, état civil, nombre de fils, lieu d’implantation dans le
territoire mexicain et ses pratiques professionnels), ce chapitre évalue son impact dans les
principales villes mexicaines et sa contribution à la formation de la société nationale.

AUTOR
JAVIER PÉREZ SILLER
Javier Pérez Siller. Sociólogo por la UNAM, doctor en historia por la Universidad de París-I
Sorbonne, donde se especializó en la historia económica de México, siglo XIX, y en el estudio de la
reescritura y enseñanza de la historia. Ha publicado varios artículos en revistas nacionales e
internacionales. Entre sus obras más recientes destacan los libros: L’hégémonie desfinanciers au
Mexique sous le porflriat. L’autre dictature (2003) y El sueño inconcluso de Émile Bénard y su Palacio
Legislativo, hoy monumento a la Revolución (2009). Fue articulista en el Cd-Rom Le Mexique en France
(2003), realizó el dvd: Entre memoria e identidad. Testimonios de descendientes de franceses en México
(2009) y editó el Registre de la population Françoise au Mexique, 1849 (2003). Ha sido profesor invitado
en la École des Hautes Études en Sciences Sociales y en las universidades de Rennes-2 y Paris-8.
Desde 1996 es profesor investigador en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la
BUAP, donde dirige el cuerpo académico: “México-Francia: presencia, influencia, sensibilidad”. Es
miembro del SNI.
80

Franceses en el estado de Veracruz


David Skerritt y Bernardo García Díaz

Portada: El puerto de Veracruz fue la única puerta de entrada para los extranjeros
durante la Colonia. En el siglo XIX, a pesar de la apertura de otros puertos y de aduanas
fronterizas, la mayoría siguió entrando por ese bello puerto.
Fuente: Tarjeta postal editada por Latapi y Bert a principios del siglo XX, colección
particular de Javier Pérez Siller.

1 La temática de este capítulo nos llama a centrar la atención en torno al concepto del
afrancesamiento (y su relación con la modernidad) en las relaciones México-Francia. Desde
este momento, habrá que dejar en claro que esta contribución también llamará la
atención sobre el “no afrancesamiento” o, en su caso, los alcances de los intercambios
suscitados dentro de los confines del estado de Veracruz. [Pensamos que considerar un
conjunto social de cierta amplitud –como es un estado–, nos permitirá problematizar
(aunque sea de manera muy preliminar) las distintas calidades de inmigrantes y/o
importaciones que hubo a nuestras tierras y la manera en que pudieron tener impacto en
81

las sensibilidades que rebasan lo meramente caricaturesco, si los habitantes locales


fuesen a convertirse en un personaje ávido de la cultura de Moliere]. El estado de
Veracruz tiene una geografía muy diferenciada en términos de climas, suelos, productos,
demografía y, también en cuanto los procesos de recepción de personajes, grupos e
influencias galas. En estos breves renglones intentaremos proporcionar una especie de
radiografía de lo frncés en Veracruz, y con la placa en mano, a trasluz, diagnosticar sus
impactos en sus respectivos espacios específicos1 –una metáfora médica parece adecuada,
ya que en este libro tenemos una sección dedicada a la salud–.
2 De antemano, postulamos tres tipos de migración con posibilidades de influenciar o
propiciar un intercambio que desemboque en el proceso de afrancesamiento. Dos de estos
tipos tendrían pasaporte y nombre en calidad de inmigrantes de alguna especie; el tercero
se encuentra en la esfera de las ideas y valores; es decir, esa cosa amorfa y enorme que
llamamos la cultura. Cada uno de estos elementos tendría potencial para ejercer una
influencia sobre las sensibilidades en tierras veracruzanas, pero sostenemos que esas
influencias tendrían diferentes intensidades y, tal vez lo más importante, distintas
durabilidades.

Las cifras

3 Una revisión somera de los datos censales y los reportes sobre el movimiento y/o estancia
de extranjeros en Veracruz durante el siglo XIX, nos señala que los franceses ocupaban el
segundo lugar, después claro de los españoles, no obstante, podemos pensar que durante
esa centuria los franceses representaron una influencia de mayor consideración en
territorio veracruzano, más allá de lo que nos indica la frialdad de las cifras.
4 Los datos sobre esta presencia a principios del siglo XIX son muy escuetos; sin embargo,
nos dan cierta idea de la importancia cuantitativa de la presencia gala en el estado. Una
indicación nos la dan las cifras que registran a los extranjeros que entraban y salían por el
82

puerto de Veracruz. De un total de 451 extranjeros que llegaron en 1830, 99 fueron


franceses; de salida, 65 de 254 fueron originarios del hexágono. De este simple dato
podemos deducir una inmigración neta; fueron más los que se quedaron que los que
regresaron.2 Claro es que las cifras no nos dicen cuántos de estos inmigrantes
permanecieron en Veracruz, aunque sin duda en gran parte Veracruz simplemente era la
puerta de entrada para que estas personas siguieran su peregrinar por distintas partes del
país.
5 En la segunda mitad de esa centuria la información disponible se vuelve más precisa; por
ejemplo, los censos efectuados en 1871 y 1886 arrojaron las siguientes cifras:

Población 1871

Blásquez, op. cit., tomo II, censo 1871, tablas que siguen, p. 1144.

6 Estos datos representados en mapas, nos permiten apreciar claramente la concentración


de los habitantes franceses en los cantones del centro del estado, con la excepción
importante de Misantla y Jalacingo –caso que comentaremos más adelante–. En esos
cantones se concentraba la población en general, al igual que en las principales ciudades
de la entidad: el puerto y ciudad de Veracruz; la capital de la entidad, Xalapa; el centro
agroindustrial de Córdoba; el valle industrial de Orizaba. En los extremos norte y sur del
estado son pocos los registros: en el norte, Tuxpan –puerto importante en el sistema de
cabotaje del Golfo– figura como el único espacio con presencia francesa; en el sur, Los
Tuxtlas y Acayucan tenian unos pocos ciudadanos galos.
83

Las ideas
7 Si tomamos en cuenta el ambiente en que suceden las migraciones de franceses a nuestras
tierras, es de importancia señalar el lugar que ocupaban los franceses como personas y,
más aún, Francia como nación, dentro de las ideas de los mexicanos y veracruzanos. En
ese sentido, podemos decir que había una especie de predisposición al afrancesamiento
en ciertos ámbitos. En el campo del imaginario y de la ideología se encuentra el tercer
tipo de migración que mencionamos anteriormente, aquella que no necesita pasaporte.

8 Note 33

Población 1886

Blásquez, op. cit., tomo V, censo 1886, tabla 45, p. 2611.


84

9 Desde finales del siglo XVIII, Francia era una especie de faro para las fuerzas progresivas
en el país. Cuando México adquirió su independencia, Francia fue loada como una de las
guías principales en este proceso de emancipación: aquel país y su revolución
representaban un ejemplo a seguir para los buenos republicanos. “Los primeros franceses
que llegaron a México al comenzar la Independencia [...] ‘fueron recibidos y tratados por
los Mejicanos como una especie de héroes de novela’”. Como comenta Claude Dumas, “el
grupo de intelectuales con acceso a la cultura hacía de Francia y de los franceses una
imagen heróica y revolucionaria”.4 A lo largo del siglo XIX, esta imagen experimentó
modificaciones: de ser héroes populares, los franceses pasaron a ser los portadores de
todo valor superior, mismo que fue apropiado por la élite político-cultural en México.
Veracruz no quedaba ajeno a este proceso.
10 No obstante que el territorio veracruzano había recibido varias incursiones poco
amigables de parte de Francia en el transcurso del primer medio siglo de independencia –
la Guerra de los Pasteles y la Intervención/Imperio de Maximiliano–,5 los franceses y
Francia seguían gozando de un alto prestigio en el estado, especialmente en las esferas de
la élite política. Citemos dos casos que ilustran este prestigio y la forma en que un
imaginario se externaba a través de declaraciones. En el informe de gobierno que rindió
Juan de la Luz Enríquez en 1888, éste dijo a la Cámara de la Legislatura:
Como sabéis, la República Francesa se prepara á celebrar con una Exposición
internacional el centenario de la magna revolución de 1789, y habiendo sido
invitada nuestra Patria á tomar participio (sic) en esa gran fiesta de la libertad y del
progreso, el Ciudadano Presidente de la República invitó á su vez al Estado de
Veracruz, para que lleve su contingente al concurso de naciones en París.” (las
nuestras).6
11 Con estas palabras, Enríquez construía la noción de los valores de una Francia que se
suponía un elemento de unidad entre naciones que aspiraban a la modernidad. Así, por lo
menos para la élite política del estado, Francia ponía los objetivos a alcanzar. En otro
momento de su informe, Enríquez anunció el proyecto para la construcción de una red de
agua potable para la ciudad de Córdoba, el cual tendría que compararse con los
respectivos sistemas de Marsella, Bordeaux y París.7 No obstante, hay que matizar las
palabras y el sentido del mensaje del gobernador, ya que, a la vez que ponía a las
principales ciudades de Francia como modelos, también mencionó ciudades de Estados
Unidos, como Boston, por ejemplo. Con esta reserva deberíamos poner entre comillas la
extensión del posible afrancesamiento: entre lo superficial y lo profundo, pasajero y
duradero.
12 La pleitesía rendida a Francia por la clase política de fines del siglo XIX se reproducía en el
plano cultural. La Escuela Normal Veracruzana, que marcaba las pautas de la educación
en el estado, recogía la última palabra en la pedagogía reuniendo el pensamiento de
Herbert Spenser, Pestalozzi, Fróbel, entre otros. Los normalistas tendrían que dominar
dos idiomas extranjeros para terminar sus estudios: inglés y francés; para nuestros fines
es importante señalar que la lengua francesa ocupaba un lugar previo al inglés en el
orden del plan de estudios de este plantel.8 Los aparatos empleados en los laboratorios
para ensayar en la química y la física provenían de París, los logaritmos podrían
aprenderse en el tomo de Tables portatives de Logaritmes, de François Callet, esto gracias a
la donación de este libro que hizo a la biblioteca de la Normal don Eduardo Jáuregui. 9
13 Todavía la biblioteca del Colegio Preparatorio en Xalapa, por ejemplo, contiene una gran
colección10 de tratados científicos y filosóficos, herencia de ese siglo XIX. Sin embargo, la
85

lengua francesa no se enseña en ese plantel,11 y los tomos no se mueven de su lugar


asignado, simplemente sirven para que los anaqueles no se empolven. Esta simple
manifestación es, pensamos, amplio testimonio de la fragilidad de un supuesto
afrancesamiento, aunque fuese a nivel nominal, de la élite política y cultural del estado.
Tanto las reconfiguraciones de esa élite a raíz de la revolución, como la presencia en el
imaginario del mundo moderno de modelos alternativos –en particular, el caso de los
Estados Unidos–, condenaron la influencia de la buena y avanzada cultura gala a una
condición pasajera.

Los negocios
14 Si los franceses asumían una gran importancia en el estado como portadores de ideas y de
buenos valores, también hay que contemplar a aquéllos de carne y hueso que pisaron
nuestro territorio y figuran en los censos. En el renglón del comercio, los intereses de
Francia en el estado estaban manifiestos durante todo el siglo XIX. Aun cuando ese país no
alcanzaba acuerdos firmes sobre el comercio con México,12 desde principios del periodo
independiente notamos un movimiento fuerte de bienes que provenían de Francia y de
embarcaciones con su bandera. En los primeros ocho meses de 1826 atracaron en
Veracruz 27 buques franceses, descargando bienes de varios tipos, especialmente vino,
tanto corriente como fino.13 De regreso, esas embarcaciones llevaban vainilla y plata entre
otras cosas. Los movimientos marítimos centrados sobre el puerto de Veracruz se
vinculaban con las casas comerciales francesas en territorio mexicano, con
representaciones en el puerto mismo; en 1833 se calculaba que el capital de estos
mercaderes alcanzaba un monto de 20 millones de francos franceses. 14
15 Aun cuando el comercio entre Francia y México se refiere a un aspecto que rebasa los
límites particulares del estado, habrá que subrayar la importancia que el gobierno francés
concedía al desarrollo de sus intereses en Veracruz, como una parte del desenvolvimiento
de la competencia entre las potencias europeas y la naciente de Estados Unidos. Este
puerto ocupaba un lugar especial dentro de una visión geopolítica del Caribe, como punto
focal de los sistemas de comunicación entre las costas del continente y con las islas.
16 Un grupo de comerciantes fue particularmente importante para Veracruz: los llamados
barcelonnettes. En Francia eran artesanos y comerciantes itinerantes, cuyas actividades se
veían afectadas por la modernización de la industria. En 1821 un tal Arnaud emprendió el
viaje a México para fundar una tienda de ropa; esto fue el comienzo de un proceso que se
autoalimentaba, como dice un estudioso de los barcelonnettes, “Los primeros que
llegaron allanaron el camino de los que vendrían después”.15 Todos llegaban al puerto de
Veracruz; algunos se quedaban, otros se mudaron para alcanzar a sus parientes
establecidos en otras ciudades. Para finales del siglo XIX era difícil encontrar una ciudad o
poblado de consideración, en México entero, que no tuviese un barcelonnette entre sus
comerciantes.
17 Los barcelonnettes representaban un grupo de importancia general en el país, pero para
Veracruz esta importancia se veía además en el aspecto de la modernización de la
estructura económica del estado, con el desarrollo de modernas fábricas textiles en el
valle de Orizaba. Hacia la década de 1880, y en el contexto de la integración vertical de la
industria textil –de la fábrica hasta la tienda–, los barcelonnettes compraron la fábrica
Cerritos, cerca de Orizaba. Con base en los primeros éxitos en la manufactura, estos
86

inversionistas en la región de Orizaba se aliaron con otros capitalistas para emprender la


expansión de sus actividades y construir nuevas fábricas de mayores dimensiones –Río
Blanco (1892) o Santa Rosa (1899), por ejemplo–, mismas que transformarían el paisaje del
valle de Orizaba, a la vez que disparaban un proceso de cambio social de una enorme
profundidad y consecuencia para el estado.
18 En efecto, a partir de la creación de las fábricas Río Blanco y Santa Rosa nacerían
alrededor de ellas dos poblaciones con sus mismos nombres, que se nutrirían con el arribo
de centenares de inmigrantes. Sin duda gracias a estas fábricas –y a la modernización de
otras también con capital francés– la región de Orizaba se convertiría en una de las más
modernas del Golfo de México. No por casualidad en la zona nacería uno de los
movimientos laborales más organizados y de más avanzada lucha sindical en todo el país
en la segunda década del siglo XX.
19 Tal vez el desarrollo de la industria textil es el caso de mayor relevancia en cuanto la
participación de franceses en la modernización de Veracruz, pero, también tenían
intereses en el crecimiento de los ingenios azucareros del estado. Paraíso Novillero se
desarrolló con capitales franceses, también vemos la presencia de los barcelonnettes. Por
ejemplo, un informe de gobierno presentado en 1888 informó que:
Los señores Carrua y Arnaud, de Orizaba, obtuvieron del Ayuntamiento de aquella
ciudad, con autorización del Gobierno, en Marzo del año próximo pasado, el
derecho de usar toda el agua del manantial de Escamela, (sin alteración de la cuota
que actualmente pagan por la cantidad de agua de que están disponiendo) para
establecer una fábrica de hilados y tejidos al lado de la que ya tienen fundada para
la elaboración de azúcar y aguardiente.16
20 La presencia de los comerciantes de origen francés en Veracruz se sentía en todo el
estado, pero con obvias concentraciones principalmente en las ciudades de Veracruz,
Córdoba y en el valle de Orizaba. Esta presencia era resultado de un proceso largo de
inmigración por goteo y a través de las redes familiares.
21 A la vez que reconocemos la importancia de esta presencia, nos parece necesario poner
este proceso en cierta perspectiva. En primer término, la importancia e impacto
inmediato de este grupo comercial/industrial se ubicaba dentro del mismo periodo de
ascenso de la imagen elitista que de los franceses se tenía en el estado; aún cuando el
producto de las fábricas perdurara después de la revolución, no fue necesariamente como
parte inseparable de la última moda venida de tierras galas, principalmente de París. En
segundo lugar, es menester considerar movimientos y una inserción de este tipo de orden
más amplio: por ejemplo, sería tal vez difícil distinguir las trayectorias de comerciantes
barcelonnette en Veracruz de los libaneses/sirios que se establecieron en México. Tal vez
las temporalidades varían de barcelonnettes a los entonces subditos del imperio turco –
éstos últimos huyendo de la represión y la pobreza de las tierras altas del Líbano hacia
finales del siglo XIX y hasta la década de 1940, más o menos–; no obstante esa diferencia,
distinguimos trayectorias similares. Una descripción de las estrategias de inmigrantes
libaneses, hecha por Carlos Martínez Assad y Martha Díaz de Kuri, nos sirve para
ejemplificar el proceso de llegada / asimilación/ crecimiento; contando con la ayuda de
un familiar o conocido ya establecido, se podía comenzar:
Mi hermano se presentó con él [Elias Nasar] y le pidió trabajo, pero no de empleado
sino que le propuso que le pusiera una tienda, para convencerlo le dijo: ’Mira, yo ya
aprendí a trabajar y ahora quiero comenzar mi nuevo negocio’. El señor Nasar
aceptó y le dijo que le haría un balance mensual, la tienda estaba en Tuxpan y se
87

llamaba El Refugio. El negocio se fue para arriba, bien administrado, con crédito
abierto y pocos gastos, le empezó a ir muy bien.17
22 Este patrón establecido de ayuda a inmigrantes, que diera el primer empujón al recién
llegado, se repetía en otros espacios nacionales –tal vez uno de esos espacios notables
sería el caso del ascenso de una élite económica libanesa en Puebla durante el siglo XX– e
incluso en varias partes de América Latina, como fue el caso de Ecuador. 18 Aun cuando se
puede postular una singular importancia de este tipo de comerciante –barcelonnette o
turco–, especialmente en cuanto a sus aventuras en pueblos aislados, su impacto sería
mucho más del orden de la construcción de ciertas redes económicas y el establecimiento
de determinados sistemas de intercambio, que de procesos de transferencia / intercambio
cultural.

La tierra
23 Hay un tercer aspecto de la presencia francesa en Veracruz que se diferencia tanto de la
imagen elitista como del renglón del comercio y la industria: la colonización. La principal
diferencia, argumentamos, radica en que se trata de figuras de estructuras agrarias,
rústicas vaya, que no fácilmente cabrían dentro del imaginario que rodeaban a los
supuestos portadores de la cultura francesa, o por lo menos de una serie de valores
convertidos en ideología de élite. No obstante esta ausencia de cultura en el caso de
inmigrantes campesinos (excluyendo a un tipo de colono malogrado que comentaremos
más adelante), sostenemos que su presencia en Veracruz ha resultado en impactos mucho
más duraderos que en el caso de las ideas y de los comerciantes; pero –y es un pero muy
importante– se trata de un proceso de impactos que tiene que entenderse como una serie
de interacciones, y no como una implantación de una cultura en detrimento de otra u
otras.
24 ¿Cómo se dio este proceso? Fueron dos los intentos por establecer colonias de franceses
en territorio veracruzano: uno fue un fracaso lamentado en todos los círculos sociales
mexicanos y franceses; el otro fracasó en primer término en cuanto a sus objetivos
explícitos, para luego convertirse en una especie de modelo a seguir en el estado durante
el último tercio del siglo XIX y hasta la revolución, momento en que ser francés se volvió
mala noticia.
25 Desde los primeros momentos de la vida independiente de México se inició el debate
sobre cómo modernizar a la sociedad. Una de las vetas sugeridas –y a fin de cuentas,
puesta en operación– fue estimular la inmigración de extranjeros industriosos para formar
colonias que actuarían como centros para el impulso a la modernización productiva y
social: es decir, que colonias de extranjeros participarían positivamente en la transición
del México de antiguo régimen a la modernidad. Aunque este deseo no nos remite
directamente a un proceso de afrancesamiento, sí nos está hablando de los imaginarios
construidos por las clases superiores en la sociedad mexicana sobre las virtudes
extranjeras.
26 En este contexto de las esperanzas sucedió el primer experimento con franceses en
Veracruz. En 1828 se fraguó un contrato de colonización entre el gobierno de México –
todo indica que las autoridades de Veracruz fueron dejadas a un lado– y los señores
Giordan, Laisné de Villavêque, y Baradère.19 El año siguiente arribaron los primeros
franceses a la barra del río Coatzacoalcos, con rumbo a tierras de la zona de Sarabia en el
88

Istmo de Tehuantepec. Desafortunadamente los integrantes de esta expedición no estaban


equipados para enfrentar el terreno inhóspito de tierra caliente, y desde el principio la
empresa fue un fracaso. Como comenta Jean Meyer, entre las filas de los futuros colonos
habían políticos y profesionistas, pero brilló por su ausencia gente humilde que tuviera
experiencia en la vida del trabajo manual.20 Ante lo improvisado de la expedición, muchos
colonos murieron, la mayoría huyó hacia la civilización –el gobierno francés envió un
buque de guerra para recoger a los sobrevivientes que desearan su repatriación–21 y
algunos cuantos se movieron más al sur, hacia el estado deTabasco, donde darían pauta a
la formación de grupos comerciales importantes durante el siglo XIX. Las tablas de la
población extranjera presentadas arriba, dan testimonio del completo fracaso de esa
primera empresa colonizadora, anotándose una sola persona francesa residente en el
cantón de Minatitlán en 1871, y apenas tres en 1886.
27 A poco tiempo de ese intento frustrado por fincar colonias francesas en territorio
veracruzano, fue iniciado el segundo proyecto –más exitoso y duradero–. En 1833,
Stéphane Guénot, exmilitar napoleónico y adepto de las ideas utópicas de Charles-Marie
Fourier, desembarcó los primeros 80 colonos para la formación de un centro moderno de
producción de caña de azúcar y alcohol en el poblado de Jicaltepec, a 12 kilómetros al
oeste de Nautia. Aunque se tratara de un proyecto fraguado por un miembro de una élite
urbana francesa, estos colonos tenían un perfil mucho más adecuado para el medio en que
se iban a insertar: fueron fundamentalmente campesinos y artesanos.22 Todo indicaba que
esta colonia seguiría el mismo derrotero que el experimento fallido de Coatzacoalcos:
nunca se construyó el emporio cañero moderno; el director de la compañía colonizadora
desapareció dejando deudas y promesas incumplidas; hubo decesos y deserciones. No
obstante las adversidades y con el paso de unos treinta años, la colonia floreció en la
ausencia de su autor intelectual. La inmigración continuó con varios grupos más: los
originales venían principalmente del centro-este de Francia; grupos subsecuentes
llegaron de la Savoya, de los Bajos Pirineos y, para no escapar de la tendencia
generalizada en México, arribaron barcelonnettes para establecer sus casas comerciales
en Jicaltepec, principalmente en el nuevo asentamiento formado a partir de la década de
1870 en la actual congregación de San Rafael.23 Las tablas de población extranjera
registran a esta colonia en el cantón de Misantla (Jicaltepec, 1871) y en el de Jalacingo
(San Rafael, 1886). Además de grupos, llegaban individuos aislados, como sería el caso de
un médico proveniente de Louisiana, quien trataba toda dolencia con su pildora negrita:
con una se curaba, con dos moría el paciente.24
28 Este experimento se trata de algo cualitativa y cuantitativamente diferente: los
portadores de las buenas ideas y los libros de texto, o los comerciantes que a la postre se
conviertirtieron en industriales, siempre representaban grupúsculos; pero en este caso de
colonización –no obstante las dificultades para cuantificarlos– los migrantes llegaron a
ser la mayoría de la población local durante algunos años. Aquí se logró conformar una
verdadera comunidad capaz de promover su desarrollo: hasta 1916, contaba con un
agente consular para registrar nacimientos, casamientos y defunciones; llegaron los
colonos con su propio cura y luego asistieron profesores de Francia para asegurar la
continuidad de las buenas costumbres del viejo mundo; se emprendieron formas de
organización de la producción y la comercialización sustentados en su experiencia previa
de cultivadores de la vid; buscaron nuevas técnicas de producción de la vainilla que a la
vez lograron exportar a otras zonas del estado.25 Los indicios de sus comienzos galos
todavía se ven en esa parte de la tierra caliente veracruzana; de igual manera, hay
89

testimonios del poderío económico y social que los franceses construyeron alrededor de
Jicaltepec-San Rafael y de ese proyecto que a primeras fracasó.
29 Aunque se podría ahondar mucho más en este grupo, es preciso subrayar un aspecto
importante de esta experiencia en tierras veracruzanas: la consolidación material y social
de esa comunidad de franceses en la costa del Golfo de México no se logró estrictamente
con base de una importación/imposición de un paquete cultural, sino que se tuvieron que
aprender, adaptar, y construir nuevas formas de cultivar, comercializar, edificar. Más que
ser un afrancesamiento, la cuestión radica en la construcción compartida (no decimos
igual) entre colonos, indígenas y rancheros mestizos de la zona de las llanuras costeras.

Reflexiones finales
30 Los tres aspectos de la presencia francesa comentados aquí han tenido distintos impactos
y derroteros. Las ideas y cultura francesas, como la expresión eurocéntrica de una élite en
el país y en el estado, fueron eclipsadas por la revolución y su versión sui generis de
nacionalismo; luego el mundo anglosajón se impuso como un valor externo. Así, las
posibilidades de afrancesamiento en el contexto del imperialismo fueron de una duración
corta. El comercio y la industria han asumido caminos que han diluido la importancia de
los franceses en el estado, esto se debe a la reorientación de las relaciones del comercio
internacional y el declive importante de las dos ramas productivas en que se involucraban
los inversionistas franceses del siglo XIX. No obstante, sus huellas quedan impresas en el
paisaje industrial del valle de Orizaba y en los entornos de las zonas cañeras del el centro
del estado, y su importancia se remonta al proceso de industrialización de finales del siglo
XIX en México. Finalmente, la colonización agrícola dio pauta a la formación de un
boyante núcleo de producción agropecuaria con tintes modernos, mismo que actuó como
un disparador para la apertura de una franja considerable del territorio veracruzano que
hoy conforma el municipio de Martínez de la Torre. Si bien solemos limitar la
comprensión del afrancesamiento a los terrenos de las élites, habría que ver que, en el
caso de Veracruz, el afrancesamiento más duradero se experimentó en el proyecto de
colonización en Jicaltepec y su entorno. En lugar de la alta cultura urbana, se implantaron
valores de modernización agrícola en un proceso de integración de la población de origen
francés en esa zona de la entidad, mediante la formación de una clase dominante en los
ámbitos económico y social. El peso de ese origen francés se puede ver, incluso
recientemente, en el entorno político también.

NOTAS
1. Este texto retoma un breve articulo de divulgación publicado anteriormente, pero ahora con el
objetivo de lograr su problematización provisional: véase, David Skerritt. “Los franceses
modernizadores”, en Alberto Tovalín Ahumada (coord.), Veracruz: Puerto de llegada. Ayuntamiento
de Veracruz, 2000, pp. 139-150.
90

2. Carmen Blázquez (Comp.), Estado de Veracruz: informes de sus gobernadores, 1826-1986, Xalapa,
Gobierno del estado de Veracruz, 1986, omo I, p. 270.
3. En 1871 existía el cantón de Tampico de Veracruz (hoy Tampico elAlto), que para 1886 había
sido absorbido por Ozuluama. Para simplificar los mapas, Tampico de Veracruz ha sido incluido
dentro del espacio delimitado para Ozuluama.
4. Claude Dumas, “Sur quelques aspects du mythe de la France et de Paris dans la Littérature et
dans la presse mexicaines au 19ème siècle”, Les mythes et leur expression du XIXème siècle dans le monde
hispanique et ibéro-américain, Lille, Presses Univérsitaires de Lille, 1988, p. 325.
5. El fin del Imperio dejó una buena cosecha de desertores que engrosaron las filas de los
residentes franceses en el estado. En particular, se comenta una derrota de las fuerzas
conservadoras enTlapacoyan lo cual dio lugar a deserciones y la integración de varios apellidos
nuevos (Moncouquiol, por ejemplo) a la colonia francesa en Jicaltepec-San Rafael.
6. Blázquez, op. cit., tomo VI, p. 3074.
7. Ibíd., p. 2967.
8. Ibíd., Informe de Juan Enríquez, 1890, tomo VIII, p. 4041.
9. Ibíd., tomo VIII, p. 3993. Este documento enlista una serie de donaciones de distintos
personajes de México y Veracruz, incluyendo una proporción considerable de textos en francés.
10. Alumnos de antaño nos aseguran que la colección existente es una pobre sombra de lo que
había allí reunido; los roedores de biblioteca han causado muchas bajas.
11. Si hiciéramos una comparación entre la oferta de enseñanza privada de idiomas, seguramente
Harmon Hall –para bien o mal– superaría a la Alianza Francesa.
12. Archivos Nacionales de París (ANP), F7. 9334, Affaires étrangéres / BIII/455. Desde la década
de 1820, potencias como la Gran Bretaña consolidaron acuerdos comerciales con México. Francia
no logró tal nivel de concreción sino hasta el último tercio del siglo. Mientras, las mejores
condiciones alcanzadas consistían en una cláusula de ’país más favorecido’, entre 1839 y 1868. En
1826, no obstante la situación más favorable acordada para el comercio de Gran Bretaña
comparado con la de Francia, 32 barcos británicos tocaron tierra en Veracruz contra 27 galos.
13. Ibíd., AE/BIII/452.
14. Ibíd., AE/BIII/455, informe de agosto 1833.
15. Bernardo García Díaz, Un pueblo fabril del porfiriato: Santa Rosa, Veracruz, 2 a edición, FOMECA,
Veracruz, 1997, p. 27.
16. Blázquez, op. cit., tomo VI, p. 3067.
17. Carlos Martínez Assad y Martha Díaz de Kuri, “Los libaneses, un modelo de adaptación”, en:
Tovalín, Veracruz: puerto de entrada, p. 74.
18. Véase, por ejemplo: Lois Crawford de Roberts. The Lebanese Immigrants in Ecuador: a History of
Emerging Leadership, Boulder, Westview Press, 1999.
19. ANP, “Précis historique sur la colonie française a Goazacoalco (Mexique), avec la réfutation
des prospéctus publiés por Mr. Laisné de Villavêque, Giordan et Baradère”, por Hippolyte
Mansion, manuscrito, Veracruz, 1831.
20. Jean Meyer, “Les français au Mexique au XIXème siècle”, Cahiers des Amériques Latines,? 9-10,
1974, p. 45.
21. ANP, MAR/BB/4/541, expediente de la expedición de La Dore. El capitán reportó que en
octubre del 1831, encontró a 38 de sus connacionales en el puerto de Veracruz y, con los que
estaban en camino, esperaba que la cifra ascendiera a 70 u 80 pasajeros.
22. Jean-Christophe Demard, Terres d’argile: Jicaltepec, un village français au Mexique, Editions du
Porte-Glaive, Paris, 1987, y Meyer, “Les français au Mexique”.
23. David Skerritt, Colonos franceses y modernización en el Golfo de México, Universidad Veracruzana,
Xalapa, 1995, cap. IV, pp. 119-167.
24. Entrevistas a Arturo Theurel, El Ojite, 1992.
91

25. Véase Carlos Ernesto Bernot, Datos sobre la colonización de Jicaltepec-San Rafael, sin pie de
imprenta, 1970.

RESÚMENES
Estas líneas se ocupan de esbozar las causas y consecuencias in¬mediatas de la inmigración
francesa en México en la región de Veracruz. Comienza con una descripción geográfica de la zona
que se estudia, rescatando su importancia geopolítica como puerto de entrada al país. Sigue con
algunos apuntes acerca del asentamiento francés en el área veracruzana, abarcando desde las
estructuras político-económicas que se mantenían para su ordenamiento hasta algunos ejemplos
de aculturación, en los que no siempre –dicen los autores predomina el afrancesamiento como
forma de vida impuesta y dominante, sino que se deja ver una mezcla crítica y pragmática entre
lo local y lo foráneo. Cierra con algunas reflexiones acerca del contexto en el que se inserta este
artículo, para dar al lector una perspectiva más amplia acerca del tema que compete a esta obra
en su totalidad.

Le propos est ici de cerner les causes et conséquences immédiates de l’immigration française au
Mexique, dans la région de Veracruz. On propose d’abord une description géographique de la
zone considérée pour lui redonner toute son importance géopolitique en tant que port et porte
d’entrée principaux du pays. Suivent quelques considérations sur l’implantation française dans le
périmètre véracruzain, en partant des structures politico-économiques maintenues pour son
organisation jusqu’à certains exemples d’acculturation: d’après les auteurs, en effet, la
«francisation» ne s’impose pas systématiquement dans le mode de vie dominant; on observe
plutôt un croisement à la fois critique et pragmatique entre le local et l’étranger. L’étude
s’achève par quelques réflexions sur le contexte dans lequel elle s’inscrit pour fournir au lecteur
une perception élargie du sujet qui est celui de l’ouvrage tout entier.

AUTORES
DAVID SKERRITT
David Skerritt. Inglés de nacionalidad mexicana, historiador, realizó sus estudios de historia
moderna en la Universidad de Oxford, donde se especializó en la historia rural, migraciones y la
formación de nuevas comunidades. Ha dado cursos en diversas instituciones del país y del
extranjero. Entre sus publicaciones destacan los libros: Rancheros sobre tierra fértil (1993) y Colonos
franceses y modernización en el Golfo de México (1995). Coautor de Migración internacional, crisis
agrícola y transformaciones culturales en la región central de Veracruz, mención honorífica de los
premios INAH, 2009. Miembro del SNI, actualmente es profesor investigador en el Instituto de
Investigaciones Histórico-sociales de la Universidad Veracruzana.

BERNARDO GARCÍA DÍAZ


Bernardo García Díaz. Mexicano, historiador, realizó estudios de maestría en la Universidad
Veracruzana, una especialidad en historia y geografía, en la Universidad de Turín, y doctorado en
historia en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP, donde se especializó en
92

historia local. Ha publicado numerosos artículos y libros entre los que destacan: Un pueblo fabril
del Porfiriato: Santa Rosa (1997); La terminal ferroviaria deVeracruz (1998); y participó como coautor
en Sol de Plata: Joaquín Santamaría (1999); y La Industria textil en Puebla, Tlaxcala y Veracruz, (2000). Es
fundador del Museo histórico de Santa Rosa. Actualmente es investigador de tiempo completo en
el Instituto de Investigaciones Histórico-sociales de la Universidad Veracruzana.
93

Franceses en Sonora: el decreto de


expulsión de 1865
Zulema Trejo Contreras

Portada: Plaza de Armas, Hermosillo, 1884.

1 La expulsión de los franceses residentes en Sonora fue una medida local enmarcada en el
proceso de adhesión de la entidad al Segundo Imperio y, como sucedió con casi todos los
decretos de última hora expedidos ’por el gobernador Ignacio Pesqueira, (que ordenó la
expulsión), pasó casi inadvertido en su momento.
94

El Segundo Imperio en Sonora


2 El proceso de adhesión de Sonora al imperio dio comienzo los primeros días de mayo de
1865, con la invasión de Guaymas por tropas francesas al mando del General Alexandre de
Castagny. Las fuerzas republicanas que defendían el puerto se retiraron a un punto
cercano a la ciudad, denominado “La Pasión”, ahí fueron atacadas y derrotadas por
fuerzas franco-mexicanas el 22 de mayo. A partir de esta derrota, el gobernador Ignacio
Pesqueira comenzó su retirada hacia el interior del estado. El Imperio fue reconocido
formalmente el 6 de julio mediante acta firmada por un grupo de notables.
3 Una vez reconocido el Imperio, e instalado el gobierno que lo representaba, en Ures,
capital del estado, dejaron de registrarse disposiciones republicanas que intentaban
frenar el proceso de adhesión. De hecho, Pesqueira y sus seguidores se habían retirado al
distrito de Arizpe, en donde el 11 de agosto el gobernador entregó el mando civil y militar
del estado al general Jesús García Morales y cruzó la frontera, permaneciendo en el
territorio de Arizona hasta mediados de 1866.
4 Entre las últimas medidas dictadas por Ignacio Pesqueira antes de abandonar la
gubernatura se encontraron órdenes tales como el embargo de bienes a las personas que
estaban colaborando con el Imperio, préstamos forzosos y la expulsión de los franceses
residentes en el estado.

Lic. Hernesto Camou Camou.


Fuente: Mauro Esteban Barrón, La familia Camou: Historia de una familia francesa residente
en el estado Mexicano de Sonora, Trabajo inédito, Guaymas, 2000.
95

Franceses en Sonora
5 No hay forma de saber con exactitud la cantidad de franceses residentes en Sonora al
momento de la orden de expulsión dictada por Pesqueira, sólo se pueden hacer
inferencias con base en datos que aparecen en los Protocolos de Instrumentos Públicos en
los meses previos e inmediatamente posteriores al establecimiento del gobierno imperial
en el estado.
6 En 1865, a juzgar por las numerosas transacciones en las que estaban involucrados, el
número de franceses era considerable en relación a la década de 1850. Los Protocolos
pertenecientes al distrito de Guaymas en los primeros años de la década de 1860 registran
gran cantidad de operaciones llevadas a cabo por súbditos franceses residentes en el
puerto. Destacan en estos documentos los otorgamientos de poder, así como los contratos
de compra venta.1
7 En los primeros meses de 1866, en los Protocolos correspondientes al distrito de Ures 2 se
registran numerosos documentos, en los cuales los franceses que se encontraban en
Sonora solicitaron su carta de residencia, primeramente al coronel Garnier y
posteriormente al prefecto Campillo. La comunidad francesa debió ser, si no lo
suficientemente numerosa para representar una amenaza real al gobierno republicano, sí
lo suficientemente importante para que Pesqueira tomara la decisión de expulsarla de
territorio sonorense.

La orden de expulsión
8 La orden de expulsión fue dictada en una circular que se giró a las prefecturas del estado
el 27 de mayo de 1865, es decir, apenas cinco días después de la derrota de “La Pasión”. En
la circular se expresaba:
Dispone el Gobno que tan luego como resiba U la presente notifique á todos los
subditos del Gobierno francés, residentes en esta ciudad, la orden para que á las 24
horas de notificados se pongan en marcha llevando ocho dias de término para estar
fuera del Territorio del Estado.3
96

Desusa Loubbert de Camou.


Fuente: Mauro Esteban Barrón, op. cit.

9 Esta disposición fue emitida en Hermosillo y adjunto a ella iba un mensaje en el que se
indicó al prefecto que notificara de su contenido a los habitantes de la cabecera del
distrito y demás pueblos que lo componían.
10 ¿Representaban los franceses una amenaza real para el gobierno republicano?, de ser así,
¿por qué esperó Pesqueira hasta después de la derrota de “La Pasión” para decretar su
expulsión? Al primer cuestionamiento puede dársele una respuesta negativa, los súbditos
franceses no debieron representar una amenaza real puesto que de haberlo percibido así
el gobierno, la orden de expulsión hubiera sido dictada meses atrás, quizá conjuntamente
con medidas como la disolución del Congreso, de los tribunales y autoridades
municipales, así como con la declaración de Sonora en estado de sitio. 4
11 Sin embargo, los franceses sí podían representar una amenaza en el imaginario de los
sonorenses. El recuerdo de las invasiones filibusteras encabezadas por el Conde Raousset
de Boulbon nueve años antes, aún estaba presente en la mente de los sonorenses,
principalmente porque el gobierno mismo se había encargado –mediante la prensa– de
mantener vivo el recuerdo, ya que el argumento favorito de éste para atacar al grupo de
notables que le disputaban el poder, era acusarlos de haber favorecido, en su momento,
los ataques filibusteros.
97

Plaza de Armas de Hermosillo, 1880.


Fuente: Mauro Esteban Barrón, op. cit.

12 Mas este hecho no debió constituir un factor de peso, puesto que no se reflejó en ninguna
medida de índole práctica para evitar que los franceses residentes en el estado apoyaran a
sus compatriotas.
13 Se descarta, asimismo, que el lineamiento para la expulsión haya venido de las
autoridades centrales, ya que la única medida que el gobierno juarista dictó antes de la
invasión a Guaymas fue la de declarar a Sonora en estado de sitio. Posteriormente, y dada
la instalación de un gobierno imperial en territorio sonorense, los decretos de Juárez no
fueron aplicados en Sonora hasta fines de septiembre de 1866.
14 La razón más lógica para emitir una orden de expulsión está en la intención de restar un
posible apoyo al ejército interventor que estaba avanzando desde Guaymas hacia el
interior del estado. Sin franceses que pudieran apoyarlos de alguna forma durante su
marcha, desaparecía uno de los muchos factores que hubieran propiciado un rápido
triunfo de las armas francesas. Este razonamiento parece confirmarse al analizar los
plazos tan cortos que se dan para abandonar el estado: veinticuatro horas para iniciar la
partida y ocho días para salir por completo de su territorio.
15 Considerando que Guaymas era la vía más rápida para dejar Sonora y que ésta estaba
ocupada por el ejército enemigo, los plazos caen casi en el absurdo, puesto que los
expulsados sólo tenían como alternativas para dejar el estado: el cruzar la frontera con
Estados Unidos, o pasar al vecino estado de Chihuahua. Ambas vías presentaban serias
dificultades, ya fuera por la falta de caminos adecuados o por la amenaza de los apaches,
que para esas fechas mantenían en constante peligro los poblados sonorenses de la
frontera. Estos obstáculos sin duda hacían poco probable que los súbditos franceses
salieran de Sonora en el plazo estipulado en la circular.
16 Por otra parte, de acuerdo a los datos obtenidos en los Protocolos, parece ser que la
mayor parte de los afectados por la circular tenían su residencia en Guaymas, y el puerto
estaba siendo ya administrado por autoridades imperiales, por tanto, no había posibilidad
de que ahí se diera cumplimiento a la orden girada por el gobernador. Si los franceses
establecidos en Guaymas deseaban ayudar a sus compatriotas, lo podían hacer,
98

independientemente de que el gobierno republicano –que estaba en retirada– hubiera


ordenado su salida del estado.

Puerto de Guaymas, Sonora, 1867.


Fuente: Mauro Esteban Barrón, op. cit

17 Estas consideraciones llevan a buscar en otra parte el origen de la circular.

El financiamiento de la resistencia
18 La circular en sí misma contiene lo que pudiera ser la razón que llevó al gobernador a
emitirla, en ella se hace la aclaración a los prefectos que, de solicitar los expulsos un plazo
mayor de las veinticuatro horas estipuladas para la puesta en marcha, la prefectura
estaba autorizada a conceder una ampliación, siempre y cuando el solicitante pagara una
fianza que el mismo prefecto debía fijar a su libre arbitrio. Se aclaraba también que el
pago de la misma no significaba que quien lo solicitara podía permanecer
indefinidamente en el estado; además se reafirmaba que el término para abandonar tierra
sonorense seguía siendo de ocho días.5
19 Es factible considerar que la circular tuviera por objeto, más que la verdadera expulsión
de los súbditos de Napoleón III, el recolectar fondos que ayudaran a la resistencia. Los
argumentos que apoyan esta afirmación son dos principalmente: en primer lugar se
encuentra el hecho de que a lo largo de todo su periodo, el gobierno pesqueirista había
estado prácticamente en bancarrota. Cada vez que necesitó emprender campañas ya fuera
contra los apaches, las sublevaciones de yaquis y mayos así como para hacer frente a los
levantamientos de los notables que se le oponían, había recurrido a los préstamos
forzosos y las contribuciones extraordinarias.
99

La señora A. Camou de Camou.


Fuente: Mauro Esteban Barrón, op. cit.

20 El mecanismo seguido en la recolección era asignar una determinada suma a cada uno de
los nueve distritos en los que estaba dividida la entidad, en cada distrito la cantidad
correspondiente a su vez era dividida entre los vecinos más acaudalados. A lo largo de la
administración del general Pesqueira, los distritos a los que les correspondía aportar la
mayor parte fueron, en orden decreciente, Hermosillo, Guaymas y Ures.6 Cuando
solicitaba estos préstamos o contribuciones, el gobernador no distinguía entre ciudadanos
mexicanos o extranjeros avecindados en el estado, el cobro se hacía por igual a mexicanos
que norteamericanos, ingleses o franceses.
21 Para organizar la defensa del estado, el gobierno decretó préstamos forzosos en forma de
“donaciones” para ayudar a la defensa de la patria; sin embargo la derrota en “La Pasión”
con el consiguiente abandono de armamento y la deserción de soldados, dejó al gobierno
republicano de nuevo con problemas financieros, de tal manera que se dictó un nuevo
préstamo, en el cual las cantidades más fuertes fueron aportadas por comerciantes como
Francisco J. Aguilar, Antonio Carrillo y Jesús Quijada, todos ellos residentes en el distrito
de Ures o el de Hermosillo.
22 Pero no eran estos los comerciantes más acaudalados de la entidad, el puesto le
correspondía a la casa comercial Camou Hermanos, súbditos franceses con residencia en la
ciudad de Hermosillo. Los hermanos Camou no estaban incluidos en el préstamo
decretado a la par de la orden de expulsión, lo cual da pie para plantear la posibilidad de
que el gobierno planeara obtener recursos económicos de ellos valiéndose de la orden de
expulsión.
100

Cristina Camou Camou con sus amigas en 1900.


Fuente: Mauro Esteban Barrón, op. cit.

23 Por otra parte, hay que considerar que de los nueve distritos, sólo, Alamos y Guaymas,
estaban en poder de los imperialistas, lo que hada factible la obtención de recursos, por
mínimos que fueran, de los siete restantes. En este sentido el gobierno Pesqueirista
contempló lo que consideró todas las posibilidades de obtenerlos, esto es, mediante el
préstamo y el recurso de la expulsión. Aquí hay que hacer la aclaración de que muchos de
los franceses residentes en el estado estaban dedicados al comercio y a la minería en
menor grado, también habían contraído matrimonio con sonorenses, como el caso de los
Camou,7 por mencionar los más importantes; por lo tanto, estos dos factores los
convertían en candidatos casi perfectos para proporcionar recursos al gobierno
republicano: tenían fondos, negocios y familias que les harían prácticamente imposible
abandonar Sonora en los plazos estipulados en la circular.
24 Dejar en manos de los prefectos la fijación del monto que debían pagar así como su
recolección, es una señal de la debilidad y desintegración en que se encontraba el
gobierno republicano. Ignacio Pesqueira no contaba ya con un aparato administrativo que
hiciera posible la recaudación y centralización de lo recaudado, de ahí que la
responsabilidad recayera en los prefectos. Esta medida también tuvo su lado práctico, por
una parte se quitaba a los funcionarios que rodeaban al gobernador la responsabilidad de
fijar y cobrar las fianzas a los franceses que solicitaran ampliación de plazos, además de
que permitía a cada distrito disponer de fondos para organizar la defensa en contra del
ejército interventor.
101

Aplicación de la orden de expulsión


25 Por los datos de que se disponen, se puede ver que la orden de expulsión fue puesta en
práctica al menos en Ures, el prefecto de este distrito giró la circular a los pueblos que lo
componían y no tardó en recibir respuestas. El 5 de junio el comandante militar de la villa
de Rayón le respondió: “Enterado de la Sup Circular del Gob del Estado fha 27 del ppdo
Mayo y que V se sirvió transcribirme en 31 del mismo en contestacion digo á V que, por
fortuna, no hay en la Jurisdiccion de mi cargo ningun subdito Frances”.8 En los mismos
términos respondió el comandante militar del pueblo de Batuc.

Eugenio Camou Camou en 1896.


Fuente: Mauro Esteban Barrón, op. cit.

26 El caso de la Villa de Horcasitas fue diferente. Telésforo Telles, su comandante militar,


respondió que ya había notificado a los franceses residentes en el lugar la orden de
abandonar el estado y que de todos ellos (no menciona cuántos fueron los notificados),
únicamente Eduardo Legler había solicitado la ampliación del plazo de veinticuatro horas
establecido en la circular, ya que en ese momento guardaba cama debido a una fiebre que
le hacía imposible montar a caballo.9
27 El comandante de Horcasitas informó al prefecto que esperaba sus órdenes en relación al
tiempo que debía conceder al señor Legler, así como la cantidad en que debía fijarse la
fianza de que hablaba la circular. Desafortunadamente no se ha conservado la
contestación del prefecto y no se sabe en qué terminó este caso. Sin embargo, de esta
comunicación se puede inferir que no eran muchos los franceses que vivían en el distrito,
por otra parte los que ahí habitaban, no opusieron –aparentemente al menos resistencia a
la orden de abandonar el estado.
102

28 A primera vista resulta extraña esta falta de oposición, pero no lo es si se toma en cuenta
que, al momento en que fueron notificados, ya dos de las cuatro ciudades principales del
estado estaban en poder del imperio (Alamos y Guaymas), los yaquis y ópatas se habían
pronunciado a favor de Maximiliano, lo mismo que los distritos de Altar, Moctezuma y
Sahuaripa. Únicamente Ures, San Ignacio y Arizpe permanecían fieles a la república. Era
más conveniente no oponerse a la orden de expulsión y aguardar el resultado de las
batallas que se libraban en toda la entidad para actuar acorde con los resultados de las
mismas.

Guillermo Camou Méndez.


Fuente: Mauro Esteban Barrón, op. cit.

29 Es posible que en Hermosillo también se aplicara la orden puesto que ahí fue dictada, sin
embargo hasta el momento no se ha encontrado documentación que pueda corroborar
esta hipótesis.

Camou Hermanos y la orden de expulsión


30 La familia Camou, originaria del Departamento de Los Bajos Pirineos en Francia, comenzó
a llegar a Sonora a principios de la década de 1830. El primero de los hermanos Camou en
arribar a tierra sonorense fue Jean Camou Candaudap, quien contrajo matrimonio en 1835
con María Guadalupe García de Noriega. Diversos miembros de la familia siguieron
llegando en el transcurso de las décadas de 1830 y 1840; el último en arribar fue Vicente
Camou Bascou y lo hizo en tiempos del Segundo Imperio.10
31 Desde su arribo al estado los Camou se dedicaron al comercio, y no pasaron muchos años
para que estuvieran establecidos como los principales comerciantes de la entidad. Hacia
la década de 1860 sus actividades de negocios se habían diversificado, poseían haciendas,
tierras de cultivo y ganado, sin por ello dejar de operar su casa comercial, que seguía
103

siendo el principal negocio de la familia.11 Fue precisamente su calidad de comerciantes la


que hizo de ellos integrantes infaltables en las listas de préstamos forzosos y
contribuciones extraordinarias dictadas por Ignacio Pesqueira.
32 ¿Fueron los hermanos Camou afectados por la orden de expulsión?, en la documentación
consultada aparecen dos versiones totalmente opuestas. La primera de ellas dice que sí lo
fueron, que todos ellos salieron del estado en tiempos del Imperio, que sus propiedades
les fueron confiscadas y que no regresaron a Sonora hasta el año de 1869. Barrón Robles
basa esta versión en una información legal presentada por José, Juan Pedro, Pedro
Andrés, Pascual y Juan Francisco al reclamar sus bienes en 1869. 12

Familia Camou.
Fuente: Mauro Esteban Barrón, op. cit.

33 Los Protocolos contradicen esta versión, pues en ellos se registran diversas operaciones
llevadas a cabo por miembros de la familia tanto en el distrito de Guaymas como en el de
Hermosillo. Por otra parte, el Capitán Guillet, en la memoria que escribió hacia fines de
1865, señaló que los hermanos Camou seguían radicando en la ciudad de Hermosillo y que
sus simpatías estaban del lado republicano. La afirmación de este soldado francés se
corrobora por una cláusula que se encontró en el testamento de José V. Sandoval:
Declaro que en el año de 1865 cuando las fuerzas francesas invadieron nuestro
Estado, siendo yo Prefecto de Hermosillo y teniendo con tal carácter la obligación
de hacer contribuir en proporción a todos los comerciantes de dicha ciudad de
Hermosillo para atender a las necesidades de las fuerzas que se hallaban en
campaña contra los invasores, entre otros contribuyeron con algunos recursos los
Señores Camou Hermanos de Hermosillo, cuya cuenta permití se llevara en los
libros de dicha casa de comercio bajo mi nombre, por súplica de mi antiguo y buen
amigo don Juan P. Camou, para evitar que los franceses... no los llamasen traidores
por haber proporcionado recursos a sus enemigos que éramos los mexicanos. 13
34 Es contradictorio suponer que el gobierno republicano hubiera expulsado del estado a
esta familia, que no sólo eran los comerciantes más acaudalados, sino que apoyaban a la
república. Es probable que, a la derrota del Imperio en la entidad, Ignacio Pesqueira haya
104

girado orden de confiscación de bienes para la familia Camou, ya que ésta fue una medida
que tomó en contra de todos los ciudadanos prominentes que habían sido partidarios del
Imperio o habían adoptado una actitud neutral, sin embargo hasta el momento no han
aparecido documentos que apoyen esta suposición.

José V. Sandoval Prefecto de Hermosillo durante la invasión de las tropas imperiales.


Fuente: Mauro Esteban Barrón, op. cit.

35 Los datos de que dispongo me dicen que al menos una parte de la familia permaneció en
Sonora durante los quince meses de gobierno imperial y siguieron activos en su comercio,
sin que los haya afectado la orden de expulsión dada en mayo de 1865. Más tampoco se
puede reputar de falso el documento en el cual afirmaron haber salido del estado en 1866,
puesto que esta información estaba siendo usada para recuperar propiedades
aparentemente confiscadas por el gobierno pesqueirista.
36 Es probable que estos bienes pertenecieran a algún miembro de la familia que hubiese
mostrado simpatías por el Imperio, lo cual no sería extraño si se toma en cuenta que los
hermanos Camou no fueron molestados por republicanos ni imperialistas, esta familia
salió del episodio imperial con la misma influencia social y poder económico que había
tenido antes.

Conclusiones preliminares
37 La orden de expulsión que el gobernador Ignacio Pesqueira dictó en contra de los súbditos
de Napoleón III fue, más que una medida destinada a coartar la posible colaboración de
éstos con el ejército interventor, un medio para obtener recursos que permitieran al
bando republicano seguir sosteniendo la defensa del estado.
105

38 Sin embargo, fue un recurso dictado a destiempo, cuando ya la tropa francesa ocupaba
Guaymas, lugar en el que residían –hasta donde se ha podido investigar– el mayor número
de franceses y también los más acaudalados; en este sentido, no es aventurado darle a esta
circular el calificativo de recurso desesperado y de última hora.
39 En cuanto a los efectos prácticos de la orden de expulsión, no pudieron ser muchos. Para
el mes de junio en todo el estado se habían levantado diversos jefes apoyando al Imperio,
los republicanos en realidad sólo dominaban el terreno que pisaban, iban en retirada
hacia la frontera con Estados Unidos y no tenían capacidad para hacer cumplir la orden
por la fuerza, en caso de que realmente se hubiera querido que los súbditos franceses
salieran de la entidad.
40 Las solicitudes de cartas de residencia, así como los diversos documentos de negocios que
se encuentran en los protocolos de los distritos de Ures y Guaymas, son una prueba de que
los franceses no salieron de la entidad cuando fueron expulsados. En estos documentos no
se aprecia ninguna ruptura, hay una continuidad que lleva a pensar que los efectos de la
circular fueron prácticamente nulos.
41 Finalmente, sólo deseo señalar la importancia de este acontecimiento para entender el
funcionamiento del gobierno republicano en Sonora antes de desintegrarse. A través de él
es posible ver que, contrario a lo que ha planteado la historiografía tradicional, el
gobierno pesqueirista no se desintegró inmediatamente después de la derrota de “La
Pasión”, sino que siguió funcionando y dedicó sus últimos esfuerzos a la consecución de
recursos económicos que le permitieran hacer frente a las fuerzas interventoras.
42 Expulsar a los franceses fue, a la vez que una medida destinada a recolectar fondos para la
defensa, también una manera de levantar la moral de los derrotados en “La Pasión” y
alentar a los pobladores de Sonora a la defensa de su territorio.

NOTAS
1. Protocolos de Instrumentos Públicos en Archivo General del Estado de Sonora (en adelante
AGES), libros 190, 191 y 192, Distrito de Guaymas.
2. Protocolos de Instrumentos Públicos en AGES, libro 101, Distrito de Ures.
3. “Circular que dispone la expulsión de los subditos franceses residentes en el estado de Sonora,
27 de mayo de 1865” en AGES, Fondo del Ejecutivo, Ramo sin especificar, tomo 388, año 1865.
4. ZulemaTrejo Contreras, “De La Pasión a Guadalupe”, El Segundo Imperio en Sonora 1865-1866, tesis
de licenciatura, 1999, p. 88.
5. “Circular que dispone la expulsión de los subditos franceses residentes en el estado de Sonora,
27 de mayo de 186S” en AGES, Fondo del Ejecutivo, Ramo sin especificar, tomo 388, año 1865.
6. Listas de préstamos forzosos en Colección Fernando Pesqueira: Documentos para la historia de
Sonora, tomo VII, Ia Serie; en Archivo Histórico del Congreso, tomo 29, caja 14, año 1868,
expediente 981; también se encuentran estas listas en AGES, Fondo del Ejecutivo, Tomo 388, Ramo
sin especificar.
7. Mauro Esteban Barrón, Lafamilia Camou: historia de una familia francesa residente en el Estado
Mexicano de Sonora, Trabajo inédito, Guaymas, 2000.
106

8. “Carta del comandante militar de Rayón al Prefecto y comandante militar del distrito de Ures,
fecha 5 de junio de 1865” en AGES, Fondo del Ejecutivo, Tomo 388, ramo sin especificar, año 1865.
9. “Carta del Comandante militar de la Villa de Horcasitas al Prefecto y Comandante militar del
distrito de Ures, fecha 5 de junio de 1865”, Ibíd.
10. Mauro Esteban Barrón, op. cit., pp 28 y 31.
11. Mauro Esteban Barrón, op. cit., p. 25.
12. Mauro Esteban Barrón, op. cit., p. 58.
13. Testamento de José V. Sandoval, en AGES, Fondo Supremo, Tribunal de Justicia, Ramo Civil,
Distrito de Hermosillo, vol. 2, año 1884.

RESÚMENES
Entre mayo y junio de 1865, el ejercito intervencionista invadió Sonora y una “Junta de Notables”
estableció la administración Imperial. Ante ello, el gobernador Ignacio Pesqueira decretó la
confiscación de bienes de las personas que colaboraban con los imperialistas y la expulsión de
todos los franceses, en su mayoría asentados en Hermosillo, Ures y, sobre todo, en el puerto de
Guaymas. Ambas medidas estuvieron encaminadas a obtener recursos para financiar la
resistencia del gobierno republicano, pero no afectaron por igual a los subditos de Napoleón III,
ni pudieron aplicarse en todo el territorio. El caso de la familia Camou, originaria de las Bajos
Pirineos, comerciantes acaudalados con varios negocios, es ilustrativo de las actitudes que los
actores –republicanos, conservadores, militares, comerciantes y franceses-tuvieron frente a la
administración imperial y a la resistencia republicana.

Entre mai et juin 1865, l’armée d’intervention envahit la Sonora et une «Junte de notables» y
installa l’administration impériale. Auparavant, le gouverneur Ignacio Pesqueira avait décrété la
confiscation des biens des citoyens qui collaborèrent avec les impérialistes de même que
l’expulsion de tous les Français, en grande majorité établis à Hermosillo, Ures et surtout dans le
port de Gaymas. Ces deux mesures visaient à financer la résistance du gouvernement républicain,
mais elles ne touchèrent pas également les sujets de Napoléon III, pas plus qu’elles ne purent
s’appliquer sur l’ensemble du territoire. Le cas de la famille Camou, originaire des Basses
Pyrénées, commerçants enrichis dans les affaires, illustre bien l’attitude des protagonistes –
républicains et conservateurs, militaires ou commerçants, des Français – face à l’Administration
impériale et à la résistance républicaine.

AUTOR
ZULEMA TREJO CONTRERAS
Zulema Trejo Contreras. Egresada de la licenciatura en historia por la Universidad de Sonora,
maestra y doctora en Historia por El Colegio de Michoacán y licenciada en psicología clínica por
la Universidad de Sonora. Es profesora-investigadora en El Colegio de Sonora, ha participado en
Simposios de Historia y Antropología, pertenece al SNI, y posee el reconocimiento de perfil
deseable por parte de PROMEP. Ha publicado artículos y reseñas en numerosas revistas
profesionales. Recientemente publicó el artículo “Constituyentes y constitución, Sonora
107

1857-1861” en Historia Mexicana; con José Marcos Medina, coordinó el libro Historia, Región y
Frontera. Perspectivas teóricas y estudios aplicados, y con colegas de la Universidad de Sonora y el
Centro INAH-Sonora coordina el libro Religión, nación y territorio en los imaginarios sociales indígenas
de Sonora, 1767-1940, de próxima aparición.
108

Capitanes, mercaderes, inmigrantes:


mediadores de la cultura francesa
en la Alta California hispana
(1786-1846)
Annick Foucrier

Portada: Vista del puerto de Monterey.


Fuente: Eugène Duflot de Moflas, Exploration du territoire de l’Orégon, des Californies et de la mer Vermeille,
exécutée pendant les années 1840, 1841 et 1842, Paris, Arthus Bertrand, 1844. BNF.

1 No es sino hasta la segunda mitad del siglo XVIII que los españoles, inquietos por el avance
de los rusos en el norte del golfo de Alaska, comienzan a colonizar las costas de California.
Los misioneros franciscanos fundan misiones para evangelizar a los indios, los soldados
son puestos en los presidios y algunos colonos se instalan en los pueblos de San José, Los
109

Ángeles o Branciforte. En esta marcha pionera del imperio español, la Alta California
permanece aislada al abrigo de las montañas y los desiertos, y es por el mar que anuda los
contactos con el resto del mundo. Observadas con impaciencia o inquietud, las velas
anuncian la llegada de los navios que aportan nuevas noticias y abastecimiento. 1
2 Ver a Francia y a los franceses con ojos de los californianos no es una tarea fácil. Los
dirigentes han dejado declaraciones oficiales, a veces algunas memorias, pero estos son
testimonios que ellos escribieron o dictaron un buen tiempo después de los sucesos a los
que asistieron y participaron. En cuanto a la mayoría de la población, indios y mestizos, el
único discurso en el que se inscriben es el que los viajeros tienen de ellos. También hay
que intentar apreciar sus reacciones a través de la palabra del otro.2
3 Situados en la avanzada del imperio español, los primeros habitantes europeos de
California están perfectamente informados de los reportes de fuerza europeos y
mundiales. En caso de dificultades, saben que pueden apoyarse en el poder de la
metrópoli. Desconfían particularmente de sus rivales ingleses y rusos, pero el paso de los
visitantes, se aprecia, porque les permite mantenerse en contacto con el mundo que
dejaron por los márgenes de la civilización. Muy aislados, se encantan al ver llegar a los
viajeros que les aportan nuevas noticias del mundo exterior y dan una oportunidad de
romper con la monotonía de la vida cotidiana. Con más razón, los sujetos de la potencia
amiga que es Francia son bienvenidos.
4 Las Californias del segundo periodo, después de 1821 y la Independencia, permanecen
aisladas y ávidas de visitas y novedades. Con el desarrollo del comercio, los franceses –
mercaderes, agricultores, marinos– se establecieron en los pueblos y en los campos,
aportando diversas imágenes de Francia, jugando a veces un rol en las luchas políticas
internas. Los habitantes de California son también sensibles a las demostraciones de
fuerza destinadas a impresionar a los pueblos desprovistos de medios de defensa. Se
dibuja lentamente una identidad regional y nacional.

La Francia del Siglo de las Luces


5 En septiembre de 1786, la expedición de exploración del océano Pacífico dirigida por Jean-
François Galaup de Lapérouse hace escala en Monterey. Estos primeros viajeros franceses
vienen de una Francia mutante, en donde las ideas nuevas remiten contra los viejos
dogmas, en particular religiosos. Pero no es bajo esta perspectiva que los habitantes de
California los miran. Los españoles, exiliados, quieren reencontrar entre los franceses
todo lo que pueda hablarles de España, todo lo que pueda recordarles a su patria.
Aprecian entre los franceses a los aliados del Pacto de Familia (1761), a los
correligionarios, y a los hombres de buenas costumbres.
110

Vista de Monterey, en Alta Californie, tomada desde la rada.


Fuente: Auguste Bernard Duhaut-Cilly, Voyage autour du monde principalement ... à la Californie et aux
Iles Sandwich pendant les années 1826, 1827, 1828 et 1829, Paris, 1834-1835. Coll. J. Perilhou.

6 Aislados en la punta del mundo, los españoles de California están felices de recibir nuevas
noticias de Europa. Los primeros dirigentes, gobernadores y misioneros, tienen
conocimiento personal de Francia y de los franceses. En 1786, Lapérouse y los oficiales de
sus navios se encuentran por su parte con un acogimiento caluroso. El gobernador había
recibido la orden de “hacerles el mismo recibimiento que a los navios de su nación”. 3
Estas instrucciones se cumplen con prontitud. Los misionarios de San Carlos los reciben
en su sitio “como señores de parroquia que hacen su primera entrada en sus tierras”,
escribe Lapérouse.4 Si bien la expresión no se sigue al pie de la letra, sí es claro que los
misioneros como el gobernador tienden a poner el máximo empeño de solemnidad en su
recepción, lo cual no es fácil, dado que California aún está lejos de parecerse a la imagen
que los europeos pueden tener de un país civilizado.
7 Para las pocas damas españolas, la vida en California se vuelve monótona y, en ocasiones,
incluso lúgubre, en medio de espacios inmensamente vacíos, entre el mar y la montaña.
La oportunidad de combatir el hastío generado por la sucesión de días inflexiblemente
idénticos, apenas conflictuados por las devociones obligadas al lado de los padres
misioneros, es inpensable. La aristocracia francesa tiene una reputación de elegancia y
cortesanía refinada, ideal para hacer girar las cabezas y latir los corazones. Desde mucho
tiempo atrás y muchos años después del paso de los navios, la pequeña colonia saborea
sus deliciosos momentos.
8 Era frecuente en las ideas de los europeos de la Época de las Luces, pensar en aportar a los
pueblos recién descubiertos las herramientas e instrumentos que les permitieran
prosperar y participar en el progreso de las sociedades europeas. Lapérouse introduce en
California “diferentes semillas”,5 entre las cuales están las peras, los melocotones y las
ciruelas; según dice Alejandro Melaspina, capitán de una expedición española de
circunnavegación que hace escala en Monterey en septiembre de 1791, justo cinco años
después del paso de Lapérouse.6 El jardinero de la expedición ofrece también patatas
111

traídas desde Chile a los misioneros, en donde Lapérouse escribe justamente: “creo que no
es uno de nuestros presentes menores, y que está ración se adaptará perfectamente en las
tierras ligeras y muy-vegetales del área de Monterey”.7
9 Por fin el vizconde de Langle intenta un traspaso de tecnología proveyendo a los
misioneros de uno de sus molinos para aligerar el trabajo fastidioso de las mujeres. Pero
Lapérouse se ilusiona cuando concluye que “es difícil rendirles un servicio más grande:
cuatro mujeres harán hoy el trabajo de cien, y quedará tiempo para desfilar la lana de los
rebaños, y para fabricar algunos tejidos gruesos”.8 Esta vez, la escribanía no lo toma, por
razones más ideológicas y sociales que intelectuales. Langsdorff, el naturalista alemán que
acompaña a Rezanov en 1806, plantea perfectamente el problema: “como los padres
deben ocuparse de más hombres y mujeres de lo que pueden emplear constantemente
durante todo el año, tienen miedo de volverlos ociosos con la introducción de molinos”. 9
La abundancia de la mano de obra, y el lugar preferencial asignado al trabajo –aún al
menos interesante posible–, para “civilizar” a los Indios, conduce a rechazar
mejoramientos técnicos, debido a que no hay, una actividad de reemplazo.
10 La aristocracia española es sensible a la civilidad, a la urbanidad y a la cultura que
prestigian a la aristocracia francesa. Está ciertamente menos abierta a las criticas que
expresa Lapérouse sobre la condición de los Indios y a las remisas a causa de los
monopolios económicos que preconiza. De igual forma, es sorprendente que este “hombre
de las Luces”10 cuando hace referencia al gobernador, Pedro Fages, no encuentre algo más
qué decir sino que “le pareció un militar leal”; reservando a su predecesor, Felipe de
Neve, el calificativo de “filósofo cristiano”.11

Indigena de Alta California.


Fuente: Abel Aubert Dupetit-Thouars, Atlas pittoresque du Voyage autour du monde sur la frégate la
Vénus pendant les années 1836-1839, Paris, Gide, 1846. Coll. priv.

11 Con el estallido del movimiento revolucionario en Francia se instala la desconfianza y las


relaciones franco-españolas se envenenan. Durante el conflicto de la bahía de Nootka que
112

oponía a Inglaterra y España,12 el primer ministro Floridablanca prefiere ceder ante las
exigencias inglesas sobre la opción de recurrir a la ayuda de Francia. Las tensiones se
hacen sentir también en las colonias de América, cuando los franceses luchan por
mantener los movimientos de independencia. El 28 de octubre de 1808, el virrey de
México da la orden al gobernador de California de apoderarse de todo navio francés que
apareciera sobre las costas. Durante las guerras de independencia, a fines de 1818, un
corsario al servicio de Argentina, Hippolyte Bouchard, ataca y saquea los establecimientos
españoles desde Monterey hasta San Juan Capistrano.13

Los franceses: ejemplo de buenos modales y de buen


gusto
12 Después de la Independencia, se constituye en California una nueva sociedad. La
Independencia y la secularización de los bienes de las misiones marcan el declive del
poder de los funcionarios y misioneros españoles. Pero los franceses conservan su
prestigio duradero entre los californianos y las Californias. La consecuencia más evidente
del cambio social y político es el surgimiento de la clase social de los rancheros, portadora
de nuevos valores, más cercanos al modo de vida de la población y a las aspiraciones de
las clases superiores.
13 Francia también cambió. La Revolución y el Imperio redujeron el poder de la aristocracia
tradicional y, sin renegar totalmente de un pasado prestigioso, la clase ascendente, –la
que era iniciadora de los nuevos contactos con los mundos lejanos– está preocupada sobre
todo por los beneficios materiales. Se han reunido las condiciones para que se sean
posibles y valorados algunos nuevos encuentros pero, esta vez, entre mercaderes y
rancheros.
14 Auguste Bernard Duhaut-Cilly es el primer viajero que refleja los cambios culturales. A
través del relato que dejó de su estancia en 1827 y 1828, dibuja el modelo del francés que
podían imaginar y apreciar los californianos del periodo poscolonial: sabe dedicar halagos
bien formados a las damiselas, ama las festividades y ofrece un gran baile desde el
momento de su llegada a Monterey. Buen católico, era apreciado por los misioneros a
quienes traía noticias de Europa, un poco adaptadas –según atestigua– en función de los
deseos supuestos de los interlocutores.
15 Sobre todo, sabe asistir como amateur ilustrado en los combates de animales, y llega a
organizar uno de estos eventos, tan apreciados en California. Se acomete con gran placer
a la caza en las planicies y los bosques abundantes de la provincia. Practica también la
equitación14 con mucha menos reticencia que los otros navegantes. Reconoce la
superioridad total de los Californianos en este campo, que les permite mantener un
galope agotador durante un largo tiempo y tomar caminos vertiginosamente escarpados
en los que él se ve ya, con el menor traspié, “rodar con su caballo hasta el borde de la
ribera, y de ahí, llegar de un solo salto al mar”.15 Empero, su práctica con los broncos
californianos no está del toda la repuesta y, viniendo de San Diego al puerto, el 12 de
octubre de 1827, le ocurre una caída y termina con una clavícula rota.16 Pero representa
para los californianos la imagen que probablemente les complace más del Francés, la que
suscita su simpatía, en tanto es la más acorde a sus propias costumbres.
113

Hombre de Alta California y dama de Monterey.


Fuente: Abel Aubert Dupetit-Thouars, Atlas pittoresque du Voyage autour du monde sur la frégate la
Vénus pendant les années 1836-1839, Paris, Gide, 1846. Coll. priv.

16 La galantería francesa es la menos efímera de las cualidades que los Californianas


reconocen en los franceses. Espirituales, llenos de gracia y gallardía, son amables y
encuentran ellos mismos mucho carisma entre las señoritas. Auguste Duhaut-Cilly
aprovechaba cada oportunidad para hacerle un saludo halagador a una damisela. Desde su
arribo a San Francisco, es recibido por el comandante Don Ignacio Martínez. Él hace el
relato de su entrada al puerto y de un peligro del cual apenas escapó, mientras que las
hijas del comandante se alistan para preparar y servir refrescos.
El relato que venimos de contar ante ellas acerca del peligro que corrimos tan cerca
del puerto, las ha llenado de horror: una de ellas, sobre todo, que se encontraba
delante de mí, palideció de golpe de manera asombrosa. –Piense usted, le dije– ¿que
fuera demasiado comprar el placer de comer tortillas amasadas con sus bellas
manos? Ella bajó los ojos, y la palidez obtuvo entonces una intensidad mucho más
pronunciada.17
114

Retrato del Admirante Abel Aubert Dupetit-Thouars.


Fuente: Col. priv

17 Un halago como éste, que una francesa seguramente habría encontrado banal, no pudo
más que impresionar fuertemente a las jóvenes californianas acostumbradas a maneras
menos corteses, y daba una reputación de ingenio y consentimiento muy ventajosa.
18 Eugène Duflot de Mofras trae a su regreso un testimonio de la excelente reputación de los
franceses entre las damas. Durante un baile en Santa Bárbara, las canciones evocan los
últimos sucesos políticos, particularmente la partida de la expedición científica de
Estados Unidos alrededor del mundo, desde San Francisco, comandada por el teniente
Charles Wilkes.
“El improvisador era un soldado;
comenzaba así una copla de tono hiriente:
“¡Ay! Si vienen los ingleses, ¡Ay!
“¡California está perdida!
Y una carismática hija española terminaba así el cuarteto:
“Mas si vienen los Franceses, ¡Ay!
“La mujer está rendida!”18
19 Como en tiempos de Lapérouse, los franceses de paso por California parecían jugar el
papel de embajadores de la distinción francesa, de esta cultura de corte que contribuyó a
la “civilización de las maneras”;19 cortesía especialmente hacia las damas, arte de la
conversación y dignidad de porte en la mesa. Eugéne Duflot de Mofras diseñó el modelo
del comportamiento del hombre honesto, a los ojos los habitantes de California. A Nathan
Spear, un americano nativo de Boston llegado en 1823, y que tenía una tienda en Yerba
Buena, le gustaba mucho citarlo como un ejemplo de buenas maneras, según confirma su
sobrino William H. Davis.20 Durante una comida, una sirvienta tambaleó su vaso al estar
pasando un plato a la mesa, y esto provocó un sonido agudo, que el huésped francés
115

detuvo inmediatamente poniendo el dedo por sobre el vidrio. El gesto fue apreciado en su
justo valor en un país en donde tanta delicadeza no parece frecuente.
20 Los franceses son siempre bien recibidos en California.21 En 1837, después del paso del
Venus, del cual Abel Aubert Dupetit-Thouars fue el capitán, la hospitalidad ofrecida a los
oficiales franceses por la sociedad de Monterey es particularmente calurosa. Un baile se
prepara especialmente: “los preparativos de esta fiesta duran 8 días”. Se escogió un
depósito vasto para ser el lugar de las celebraciones: “todos los habitantes concurren con
entrega a componer la mobiliaria [...]. No se olvidó nada pues en la consagración de esta
reunión brillante y agradable, en toda la extensión de la palabra. Toda la sociedad,
fundida en un mismo pensamiento, rivalizaba con el celo, y se esmeraba por hacer algo
nuevo para recibirnos bien”.22 Como en los tiempos de Lapérouse, la sociedad de
Monterey busca acoger magníficamente, y hacer honores a la reputación prestigiosa de
los huéspedes de manera digna. Podríamos pensar que esto de trata una visión idílica
fomentada por los viajeros, pero sus testimonios se corroboran con el de los californianos
mismos. En sus memorias, Angustias de la Guerra Ord menciona la visita de “Mons. Duflot
de Mofras” en 1840, y se acuerda que él fue “el objeto de atenciones del gobierno y de la
sociedad, que hacían de ésta la mejor acogida”.23
21 Franceses y californianos comparten tradiciones cristianas, el gusto del buen parecido y
del buen vivir. La fiesta los acerca. El 16 de septiembre de 1835, Gustave Duboc, el médico
de un navio ballenero de escala por Monterey, reporta que “estos amables californianos”
le han repetido continuamente que “su carácter alegre no simpatiza más que con el
humor franco y jovial de los franceses”.24 Eugéne Duflot, bastante crítico, consideró
también al comercio de los habitantes “agradable y fácil”.25 Los oficiales de la Marina Real
son particularmente bien recibidos, los habitantes se aplicaban a proponerles
entretenimientos dignos de su estatus social. En lo que se refiere a combates de animales,
bailes o bodas, los viajeros franceses viven alegremente lo que posiblemente rechazarían
116

en Francia.26 Las ceremonias indias, por su parte, sirven de botador, y son criticadas tanto
por los franceses como por los californianos.

Vista de la mision de San Luis Rey.


Fuente: Eugène Duflot de Mofras, Exploration du territoire de l’Orégon, des Californies et de la
merVermeille, exécutée pendant les années 1840, 1841 et 1842, Paris, Arthus Bertrand, 1844. Col. priv.

22 Se percibe una evolución en los orígenes sociales y los comportamientos de los viajeros.
Los aristócratas son sustitiudos por los miembros de las clases medias, cuyas
preocupaciones son menos científicas y prestigiadas, inclinadas hacia fines comerciales.
En California, ya no es prioridad la cuestión de la conversión de los indios y la defensa del
imperio español, sino más bien la del enriquecimiento personal. La sociedad refleja los
cambios dados y responde con el surgimiento de nuevos valores.
23 Las principales mercancías traídas a estas regiones por los navios mercaderes franceses
son los vinos, el aguardiente, y las sedas. La comida francesa, por su variedad y su gusto,
tiene ya una reputación excelente. Philippe de Morineau recalca en 1829 que “los criollos
no servían en sus fiestas más que aguardientes; desde hace poco les hemos hecho conocer
nuestros vinos, y las damas prefieren el frontignan, y los hombres el bordeaux”. 27 Añade más
adelante: “Los californianos acostumbran amasar su pan en grasa, pero después del paso
del navio el Bordelais,28 sirven a los extranjeros pan Français.”29
24 Otros productos franceses consiguen el favor de los californianos, a medida de que su
prosperidad aumenta. La champagne es uno de estos gastos de lujo. El capitán americano
Faxon Dean Atherton se indigna en su diario de que en la fiesta ofrecida el 16 de
septiembre de 1836 por el nuevo gobernador, el coronel Nicolás Gutiérrez,30 las botellas
de champagne se destapan “en una ración de veintiséis docenas, como si no costaran
nada”.31 La cocina francesa tiene un gran prestigio, incluso se rumora que el gobernador
Juan Bautista Alvarado habría sido un cocinero francés.
25 El gusto francés llega hasta California en forma de las modas parisinas. En escala en el
pequeño poblado de Yerba Buena, en 1839, el capitán Laplace destaca que las
californianas portan “vestidos de gran ramaje, de talla larga, decorados con hileras de
falbalas, tal cual se portan en los salones de París”.32 Tiene a bien deplorar que estas
117

prendas estupendas, traídas por “pacotilleros franceses o americanos” y vendidos en un


precio caro, sean usados a destiempo, y sirvan incluso para los trabajados domésticos; su
apunte no es menos revelador de la influencia que podía ejercer la moda parisina sobre la
coquetería de las californianas.

La influencia de las ideas francesas mediante la


lengua y la música
26 La cultura francesa, el arte de vivir “a la francesa” siguen apreciándose en California. Los
franceses continúan trayendo a California los productos y las ideas de Europa. En este
mundo cosmopolita, el español es la lengua oficial, y el inglés es una lengua de comercio.
En cuanto al francés, la lengua diplomática internacional, juega un papel tanto político
como cultural. “El punto de comunicación de todos los pueblos de Europa”,33 o al menos
con sus dirigentes. Esto constituye cierta ventaja para los jóvenes migrantes talentosos y
ambiciosos, como Victor Prudon y José María Covarrubias,34 llegados a California en 1834
con la Compañía Higar y Padres para convertirse en profesores ahí.
27 Un número significativo de notables saben hablar francés, sean españoles, suizos, belgas,
canadienses, rusos, ingleses o americanos. Es el caso de los miembros de las principales
familias de California. Un sueco, G. M. Waseurtz af Sandels, viajero en 1842 y 1843, destaca
que Mariano Guadalupe Vallejo “hablaba bien francés, e inglés de manera aceptable”. 35 Lo
mismo pasaba con Juan Bautista Alvarado.
28 Los dirigentes de las colonias rusas vecinas de La Bodega y de Sitka hablan y escriben
francés,36 lo que ofreció a Duflot de Morras, agotado por semanas de viaje en las regiones
de difícil acceso, un verdadero confort. Declara haber recibido ahí una “hospitalidad
verdaderamente imperial”, los maestros habían puesto a su disposición una biblioteca
selecta, vinos de Francia, un piano y una partitura de Mozart.37 Ya en 1806, Nicolaï
Rezanov, venido a buscar provisiones a California, con el interés de los establecimientos
de la Compañía Ruso-Americana, había conseguido conversar con el gobernador Arillaga
gracias al francés.38 Un primer intento de intercambio de latín entre el naturalista y los
padres misioneros había alegrado a estos últimos, pero no había satisfecho a Rezanov. En
agosto de 1838, es también en francés que Pierre Kostromitinoff informa a su interlocutor
–probablemente Mariano G. Vallejo– de la presencia del “gobernador de las colonias rusas
de América” en el fuerte de La Bodega.39 En fin, el inventario de los bienes vendidos a
Sutter (contrato de venta de la Bodega) el 19 de diciembre de 1841, también se redacta en
francés.40
118

Mapa de la bahia de Monterey.


Fuente: Jean-François Galaup de Lapérouse, Voyage de La Pérouse autour du Monde, publié,
conformément au décret du 22 avril 1791, et rédigé par M. L. A. Milet-Mureau, Paris: Imprimerie de la
République, an V. BNF

29 El francés constituía un medio de comunicación cómoda y no sólo con los rusos. En 1837,
durante los conflictos entre el norte independentista y el sur leal a México, Auguste
Janssens, nacido en Bélgica, ayuda a Juan Bandini, uno de los dirigentes del sur, a
controlar Los Ángeles. Para reforzar sus fuerzas, Juan Bandini le encarga contactar un
grupo de indios presentes en los alrededores: los chaguanosos, cuyo jefe, Chalifoux, es un
Canadiense francófono.41 Michel Laframboise, otro canadiense-Francés y uno de los jefes
tramposos de la Compañía de la Bahía de Hudson, se expresa en francés o en inglés cuando le
escribe a Mariano G. Vallejo, y le pide que le responda de la misma forma42 porque, dice,
ni él ni sus hombres comprenden español.
30 En 1865, el francés es aún de uso común en Los Ángeles. El alcalde, José Mascarel, es un
inmigrante francés. Si bien se expresa habitualmente en francés y en español, también es
capaz de hacerlo fluidamente en inglés. En mayo de 1865, la visita a Los Ángeles del
general Irwin McDowell causó recelo por las de grandes dificultades de comunicación.
Todo se arregló porque, como muchos niños de las clases superiores americanas, el
general llevó estudios en Francia y habla fluidamente el francés.43 Padres de familia
californianos también envían a sus hijos al extranjero para que se beneficien de una
educación a la francesa. Antonio Suñol, catalán de nacimiento pero residido un tiempo en
Francia, envía a su hijo Narciso al bachillerato en Burdeos para la fase final de su
educación.44 Mariano G. Vallejo inscribe en 1843 a su hijo José en el colegio de Jesuitas
francés en Valparaíso.45
31 El francés también tiene su lugar en la enseñanza en California. William Petty Hartnell, un
inglés llegado como comerciante, lo hablaba muy bien y servía, si había necesidad, de
intérprete. El primero de enero de 1834, abre una pensión en su rancho, cerca de
Monterey. La enseñanza del francés figura en un buen lugar en el programa ofrecido a los
estudiantes, aún las niñas jóvenes, cuya educación frecuentemente superficial y
119

descuidada, se enorgullecen de tener algunas nociones. Brigida Briones46 relata en sus


memorias que muchas de sus amigas hablaban bien el inglés, y que la mayoría sabía un
poco de francés, –sin duda algunas expresiones selectas, aprendidas en ocasión de un
encuentro con oficiales o viajeros franceses–.
32 En esta provincia excéntrica, los californianos tenían pocos libros a su disposición, y se
traba casi siempre de obras religiosas. Los misioneros mantenían un control muy estricto
sobre la difusión de libros, y el acceso a la cultura laica a veces podría requerir la astucia
de contrabandistas. En 18 31, la Leonor, comandada por el capitán Fitch, se encuentra en
San Francisco. Por vías de una denuncia, los padres misioneros aprenden acerca de la
presencia de un gran número de libros prohibidos por la Iglesia a bordo del navio. Estos
libros son propiedad de un negociante de México, un alemán de origen francés, Henri
Virmond. La información llegaba también a los oídos del joven comandante del presidio,
Mariano Guadalupe Vallejo; éste compra todos los libros y, con la ayuda de sus sobrinos
José Castro y Juan Bautista Alvarado, se los lleva con él. No sabemos en qué idioma
estaban escritos estos libros, pero algunos jóvenes son sorprendidos leyendo textos tan
peligrosos para su moral como Télémaque o Jean Jacques Rousseau, lo cual les vale una
excomunión. Finalmente el padre Narciso Durán levanta la excomunión, ganando
indulgencias con los jóvenes lectores.47
33 Los libros disponibles eran pocos y eran leídos, releídos, prestados, entregados, y
preciadamente salvaguardados. El 16 de agosto de 1841, la germano-parlante suiza Johann
Sutter le escribe al catalán Antonio Suñol para pedirle prestados algunos libros franceses,
de los cuales acusa de recibo el primero de septiembre, y promete devolverle en cuanto
los haya leído.48 Las publicaciones francesas están representadas dignamente. El
historiador Théodore Hittell, habiendo logrado reconstituir algunos inventarios,
menciona que en la misión Dolores de San Francisco hay un ejemplar de una obra de
Chateaubriand; en la misión de San Luis Obispo, veinte volúmenes de la Histoire naturelle
de Bufón; y en la misión San Gabriel, Julie de Jean-Jacques Rousseau. 49 En la misión de San
José, bajo el dominio del padre Mercado, Charles Wilkes por su parte, recalca la presencia
de una buena cantidad de libros de autores franceses, de los cuales desafortunadamente
no da los títulos.
34 Los libros no son los únicos vehículos por los que se ejerce la influencia de las ideas
francesas, los diarios y gacetas juegan un rol parecido. Jules Dudoit, representante
consular de Francia en Honolulu, escribe el 4 de noviembre de 1841 una carta en francés a
Juan Bautista Alvarado, entonces gobernador de California, en la cual le dice: “Mi amigo
portador de esta carta le hará llegar al mismo tiempo algunos números de una gaceta
francesa publicada en la ciudad de México que tal vez podrían serle agradables,
brindándole algunas noticias de Europa”.50 Louis Gasquet, gerente del consulado de
Francia en Monterey en 1845 y 1846, por su parte, tiene la oportunidad de leer el Journal
des Débats,51 no obstante un ligero retraso.
35 Las ideas expresadas en el siglo XVIII por los filósofos, y popularizadas por la Revolución
francesa fueron conocidas y ampliamente reivindicadas por jefes políticos listos para
levantarse en nombre de la libertad. Empero, existen pocos indicios que permitan
suponer una influencia francesa que no sea literaria. Si bien Victor Prudon, desde que es
elegido a la cabeza del Tribunal Popular de Los Ángeles en 1836, llena su discurso de
referencias a la Revolución francesa y a la independencia de México, 52 los migrantes
franceses raramente expresan sus posiciones ideológicas, aunque a veces sean incitados a
intervenir en las luchas políticas para salvaguardar sus intereses.
120

36 La música es también un vehículo privilegiado de la cultura, en particular, la francesa. En


1827, en Santa Bárbara, después de la misa del Domingo de Ramos, los músicos indios de
la misión dan una serenata al comandante general, Don José María Echeandía, y Duhaut-
Cilly reconoce algunos aires franceses e italianos en las piezas ejecutadas. 53
37 Rápidamente una canción, “La Marsellesa”, fue sistemáticamente asociada a Francia y a
los franceses. Eugène Duflot de Mofras –de convicciones realistas– relata como, durante
su viaje en 1841, es literalmente perseguido por el himno revolucionario. Mientras que
descansa en la quinta rusa de Klebnikoff, habiendo pedido papel para escribir, un soldado
le trae “un cuaderno en el que, entre diferentes ejercicios de la lengua francesa, se
encontraba la Marsellesa”. En la misión de Santa Cruz, el 14 de septiembre de 1841, los
músicos indios, venidos desde la misión de Santa Clara, que estaban arreglados con
uniformes franceses comprados a un ballenero, en un bello ejemplo de sincretismo
involuntario, tocan “La Marsellesa”,54 himno de la revolución francesa, y el aria de “Vive
Enrique IV”, con los realistas. Atónito, el viajero pregunta por la forma en que los indios
pudieron haber conocido estas arias francesas, uno de los monjes le responde que su
predecesor había comprado, sin duda a un ballenero,55 un pequeño “órgano”56 venido de
Francia, en el cual los Indios arreglaron las arias.57
38 La experiencia no es sorprendente, como lo muestra una visita entre oficiales de
balleneros que describe Gustave Duboc, doctor sobre El Gange durante su campaña de 1834
y 1835. Después de haber compartido noticias, comida e incluso bebido champagne, el aria
se escurre en la fiesta, levantando la emoción general:
“La Marsellesa, La Marsellesa, con la que nuestras madres nos arrullaron.
Entonamos pues el himno nacional cuyo refrán mágico, traído por la brisa hasta la
rivera, reanimarán los dorsos de un Francés si lo han enterrado en esta isla.” 58
39 Más o menos en este mismo tiempo, en una tarde de despedidas sobre la playa de San
Diego, descrita por Richard H. Dana, cada marinero se pone a cantar un aria de su país.
Entonces –dice– los tres franceses presentes en el grupo “rugían la Marsellesa”.59

¿Cuáles visiones de Francia?


40 La imagen de Francia evoluciona en el espíritu de los habitantes de California en función
de las relaciones franco-hispano-mexicanas, de los ensayos de independencia de la
provincia, y del paso episódico de navios de guerra que se presentan ante las costas.
41 Después de haber recibido la visita de Duflot de Mofras, en septiembre de 1841, Johann
Sutter, instalada en el valle de Sacramento, amenaza con izar la bandera francesa y llamar
a los buques de guerra si los dirigentes californianos no le dejan manejar sus asuntos a su
antojo.60 Haciendo esto, atestigua que Francia tiene, en estas regiones alegadas, una
reputación de poder temible.
121

Recibimiento de Lapérouse en la misión de San Carlos Borromeo.


Fuente: Copia de una acuarela de Gaspard Duché de Vancy por un artista español, 1791.
Col. priv.

42 Pero en los inicios de la década de 1840, Francia parecía menos amenazante que Estados
Unidos, cuyos proyectos de anexión de California no podían ser ignorados. Las
embarcaciones de Lapérouse habían sido recibidas como navios españoles. Los franceses
continúan siendo tratados como “nacionales” cuando en 1840 el gobierno da la orden de
detener a todos los extranjeros sospechosos de querer fomentar problemas; ellos no se
inquietan, e incluso dos de ellos, Victor Prudon y José María Covarrubias, participan en
los arrestos, como oficiales, Eugéne Duflot de Mofras, que relata el asunto, declara: “los
rancheros, pasando de las casas de nuestros nacionales, se contentan con decirse “No hay
extranjeros aquí, estos son Franceses”, reservando el nombre de extranjeros para
designar a los Ingleses y Americanos”.61
43 La estima en la que se tiene a Francia explica las actitudes de franco-españoles que,
pudiendo evocar una u otra nacionalidad, prefieren reclamar la de francesa. Así, Antonio
Suñol, al encontrarse con el estadunidense Charles Wilkes en 1841, simula ser francés. Es
también la actitud que adopta José María Covarrubias, que, aunque nacido en Cádiz y de
padre francés, declara haber nacido en Francia, lo que le evita sufrir los rigores de la
expulsión de los españoles por orden de México en 1938.
44 Para los navios mercaderes, gubernamentales y migrantes, California estaba en contacto
con Inglaterra, Rusia, Francia, y Estados Unidos, de los que recibe mercancías,
informaciones e ideas. Pero después de 1848 la conquista de Estados Unidos impone su
organización política, social y cultural.
122

NOTAS
1. Richard H. Dana, Two Years Before the Mast, New York: Airmont Books, 1965, p. 126, describe la
revuelta que se da en la playa, el grito de “Sail ho!”, anunciando la llegada de “dos velas en el
horizonte”. Algunas páginas más adelante, p. 162, relata cómo la nueva falsa de una guerra
franco-americana llega a Santa Bárbara a través del Ayacucho.
2. Annick Foucrier, La France, les Français et la Californie avant la ruée vers l’or (1786-1848), tesis de
doctorado de l’EHESS, 4 vol., 937 p., más la bibliografía e indice, 1991.
3. “Le voyage de Lapérouse”, op. cit., t. II, p. 259.
4. Ibíd, p. 261.
5. Le voyage de Lapérouse autour du monde, Imprimerie nationale, an V, t. II, p. 255.
6. Citado por Gilbert Chinard, Le voyage de Lapérouse sur les cotes de l’Alaska et de la Californie (1786),
introducción y notas de Gilbert Chinard, Baltimore: John Hopkins Press, 1937, Introducción p.
xliii.
7. Le voyage de Lapérouse, op. cit., t. II, p. 281.
8. Ibíd, p. 267.
9. Langsdorff, citado por H.H. Bancroft, History of California, San Francisco: History company, 7
volúmenes, 1886-1890, t. II, p. 76.
10. Jean-François de Lapérouse, Voyage autour du monde sur l’Astrolabe et la Boussole (1785-1788),
Selección de textos, introducción y notas de Hélène Minguet, Paris: Maspero, 1980, Introducción,
p. 23.
11. Le voyage de Lapérouse, op. cit., t. II, p. 265.
12. Annick Foucrier, “Rivalités européennes dans le Pacifique: l’affaire de Nootka Sound
(1789-1790)”, Annales Historiques de la Révolution Française, n°307, enero-marzo 1997, pp. 17-30.
13. Peter Uhrowczik, The burning of Monterey: the 1818 attack on California by the privateer Bouchard,
Los Gatos, CA: Cyril Books, 2001.
14. Este fenómeno de surgimiento de valores nuevos, con las tensiones que acarrea, se expone
claramente en los recuerdos de Guadalupe Vallejo, sobrino del general, a propósito del Padre
Real, que amaba ir a cazar osos o gamos con los jóvenes del país. “Su caballo, uno de los más
bellos que hayamos visto jamás en el valle, estaba fuertemente protegido”. Y añade: “Cuando los
sacerdotes más viejos y solemnes se lo reprochaban, él les respondía con una sonrisa que él no
era más que un Franciscano mexicano, y que fue puesto sobre una silla”. “Ranch and Mission
Days in Alta California”, in Sketches of Early California. A Collection of Personal Adventures, Compiled
by Donald DeNevi, Introduction and Commentaries by Oscar Lewis, San Francisco: Chronicle
Books, 1971, p. 3-24.
15. Auguste Bernard Duhaut-Cilly, Voyage autour du monde principalement à la Calfornie et aux îles
Sandwich pendant les années 1826, 1827, 1828 et 1829, 2 vol, Paris, 1834-1835, t. I, p. 335-336. J. Perillon
“Auguste Duhaut-Cilly cet cec frères, marins malouins méconnus de la première moitié du XIX e
siècle”, Société de ’histoire de Saint-Malo, 1999, pp. 1-20.
16. Duhaut-Cilly, op. cit., t. II, p. 1 37-1 38.
17. Duhaut-Cilly, op. cit., t. I, pp. 313-314.
18. Eugène Duflot de Mofras, Exploration du territoire de l’Orégon, des Californies et de la mer Vermeille,
exécutée pendant les années 1840, 1841 et 1842, 2 tomos, Paris: Arthus Bertrand, 1844, t. II, p. 31.
Duflot precisa que los californianos a menudo confunden a los ingleses con los americanos, y que
la población tiene miedo de que la escuadra de Estados Unidos haya venido con la intención de
apoderarse del país.
123

19. Norbert Elias, La civilisation des moeurs, Paris: Presspocket, 1989.


20. W.H. Davis, Seventy-FiveYears in California, San Francisco:John Howell, 1929, p. 40.
21. Como lo eran también los ingleses o los americanos, sí, aunque quizá un poco más, porque
vienen de una sociedad culturalmente más cercana, en particular en su dimensión religiosa.
22. Abel Aubert Dupetit-Thouars, Voyage autour du monde sur la frégate la Vénus pendant les années
1836-1839, Paris: Gide, 1840-1864, t. II, p. 111.
23. Angustias de la Guerra Ord, Occurrences in Hispanic California, Translated and Edited by Francis
Price and William H. Ellison, Washington: Academy of American Franciscan History, 1956, p. 54.
24. G. Duboc, op. cit., p. 189.
25. E. Duflot de Mofras, op. cit., t. I, p. 33.
26. Yves-Marie Bercé, Fêtes et Révolte, Des mentalités populaires du XVI e au XVIII e siècles, Paris:
Hachette, 1976, muestra la obstinación de los notables de luchar contra las fiestas agrarias,
acusadas de favorecer la embriaguez y el libertinaje.
27. P.A. de Morineau, “Nouvelle-Californie”, Bulletin de la Société de Géographie, vol. 100, 1831, p.
56.
28. En 1818.
29. P. A. de Morineau, op. cit., p. 56.
30. Gobernador del 2 de enero al 3 de mayo de 1836 y del 6 de septiembre al 4 de noviembre de
1836.
31. The California Diary of Faxon Dean Atherton, 1836-1839, San Francisco, Los Angeles: California
Historical Society, 1964, p. 28.
32. Amiral Cyrille Pierre, Théodore Laplace, Campagne de circumnavigation de lafrégate l'Artémise
pendant les années 1837, 1838, 1839, 1840, Paris: Arthus Bertrand, 6 vol., 1841-1854, t. VI, p. 257.
33. Bayle, “Les Nouvelles de la République des Lettres, en 1685”, citado en Albert Soboul, Guy
Lemarchand, Michèle Fogel, Le siècle des Lumières, t. I, L’Essor (1715-1750), Paris: PUF, col. Peuples et
Civilisations, 1977, p. 597.
34. Annick Foucrier, “José Maria Covarrubias et Henri Cambuston, deux Béarnais à la conquête de
la Californie”, Revue de Pau et du Béarn, No 20, 1993, pp. 239-271.
35. A Sojourn in California by the King’s Orphan in 1842-43, editado con una introducción de Helen
Putnam Van Sicklen, San Francisco: Grabhorn Press for the Book Club of California, 1945, p. 84.
36. Se pueden encontrar más cartas en los Vallejo Papers, en la Bancroft Library (BL), por ejemplo
una carta de Pierre Kostromitinoff, datada del 3/14 de agosto de 1838, C-B 5:138.
37. E. Duflot de Mofras, op. cit., t. II, p. 20.
38. H.H. Bancroft, op. cit., t. II, p. 70.
39. BL Vallejo Papers C-B 5:138.
40. Copia del original, Contrato entre Pierre Kostromitinoff y Johann A. Sutter, BL C-B 631 v.2.
41. A. Janssens, The Life and Adventures in Calfornia of Don Agustín Janssens, 1834-1856, edited by
William H. Ellison and Francis Pride, Los Angeles: Huntington Library, 1953, p. 74-75.
42. B.L. Vallejo Papers C-B 5:186.
43. Harris Newmark, Sixty Years in Southern California, 1853-1913, Los Angeles: Zeitlin & Ver Brugge,
1970, p. 341.
44. Idem.
45. History of Alameda County, Oakland, California: M.W. Wood, 1883.
46. Brigida Briones, “A Glimpse of Domestic Life in 1828” in Sketches of Early Calfornia, compiled by
Donald DeNevi, San Francisco: Chronicle Books, 1971, p. 44.
47. R.D. Wyatt, Days of the Dons, Redwood City, California: San Mateo County Title Company, 1949,
p. 17; W. Strobridge, “Book Smuggling in Mexican California”, American Neptune, Vol. 32, 1972,
pp. 117-122.
48. California State Library, Sutter-Suñol Correspondence, Ms.
49. R.D. Wyatt, op. cit., pp. 17-18.
124

50. BL Vallejo Papers C-B 33:239.


51. Carta del 25 de marzo de 1846, à T. Viger, Papiers Viger, Archives Départementales Gard.
52. BL Vallejo Papers C-E 93 (1).
53. A. Duhaut-Cilly, op. cit., t. I, p. 396.
54. E. Duflot de Morras, op. cit., t. II, p. 28.
55. Quizá el ballenero Gange, que se detiene en California en 1835.
56. Sin duda un órgano bárbaro, o limonero.
57. E. Duflot de Mofras, op. cit., t. I, p. 417.
58. G. Duboc, Les nuées Magellaniques, t. I: Voyages au Chili, au Pérou et en Californie a la pêche de la
baleine, Paris:Amyot, 1853, p. 97.
59. R.H. Dana, op. cit., p. 127.
60. BL Vallejo Papers C-B 11: 270 p. 571.
61. E. Duflot de Mofras, op. cit., t. I, pp. 305-306.

RESÚMENES
A partir de 1769, les Espagnols installent en Californie missions, presidios et pueblos, pour
convertir les Indiens et occuper le territoire. Avec l’indépendance, la frontière espagnole devient
une province de la république mexicaine. Du fait de son caractère périphérique et de sa faible
densité de population, la participation à la formation de la Nation s’y opère différemment des
autres provinces. Isolée sur la côte ouest du continent, éloignée du pouvoir central, la population
de Californie reçoit les influences des navires qui y relâchent et des immigrants qui s’y installent.
Les Français y sont bien reçus. Ils bénéficient du prestige de la culture et de la puissance militaire
et politique de la France. Ils y apportent les idées du siècle des Lumières et de la révolution
française, aussi bien que les modes et les produits français dont sont avides des notables
prospères et conscients de leur identité californienne.

A partir de 1869, en California los españoles instalan misiones: presidios y pueblos, para convertir
a los indios y ocupar el territorio. Con la Independencia, esa frontera española se transforma en
una provincia de la república mexicana. Por tener un territorio periférico y débil población, su
participación en la formación de la nación tiene un carácter diferente al de las otras provincias.
Aislada en la costa oeste del continente, alejada del poder central, la población de California
recibe las influencias de los navios que desembarcan y de inmigrantes que se instalan. Los
franceses son bien recibidos: ellos aportan las ideas del Siglo de las Luces y de la Revolución
francesa, así como modas y productos muy solicitados por los prósperos notables que son
conscientes con su identidad californiana.

AUTOR
ANNICK FOUCRIER
Annick Foucrier. francesa, es doctora en historia por la Ecole des Hautes Études en Sciences
Sociales de Paris (Francia). Su tesis doctoral, titulada“La France, les Français et la Californie avant
la ruée vers l’or (1786-1848)”, recibió dos premios. Es especialista en historia de America del
125

Norte, particularmente California, y de las migraciones en Estados Unidos. Ha publicado diversos


artículos sobre el oeste de Norte America, el mar Pacifico, exploradores y emigrantes. Entre sus
principales libros se encuentran: Le rêve californien. Migrantsjrançais sur la côte Pacifique, XVIIIe-XXe
siècles, (Paris, 1999); edicion, The French and the Pacific World, 17th-19th centuries: Exploration,
Migrations and Cultural Exchanges, (Aldershot, UK 2005). Es miembro del CENA (Centro de Estudios
Norteamericanos) EHESS/CNRS, del MASCIPO UMR 8168. Actualmente es profesora, investigadora
y directora del Centre de Recherches en Histoire Nord-Américaine en la universidad de Paris 1-
Sorbonne.
126

De lo privado a lo público
127

Lo francés tras la mirada de una


fiesta: la jura de Fernando VII en
Xalapa (1808)
Adriana Gil Maroño

Portada: 1. “Fernando VII, Rey de las Españas, desconsolado en su prisión en Francia, oye
los consejos de su tío y las dolorosas quejas de su carísimo hermano don Carlos,
prisioneros con él.” Hecho en Querétaro. Año de 1819.

1 Para aludir a la incidencia de lo francés en el tiempo y espacio novohispanos,


particularmente en las últimas décadas del siglo XVIII y la primera del XIX, es pertinente
128

incursionar en el complejo y enmarañado ámbito de lo cultural, desmembrando y


distinguiendo algunos de los múltiples y diversos territorios que lo atraviesan; el
territorio de la moda y el gusto, del arte y la estética, el territorio de las mentalidades, de
los valores y del imaginario político, entre muchos otros. Si observamos el influjo de lo
francés en la moda y el gusto de los novohispanos hacia fines del siglo XVIII, se nos revela
la franca adhesión que éstos mostraron por “los vestidos y hebillas a la Chartre” a los que
se refirió Hipólito Villaroel para ilustrar la intensa propagación de artículos franceses en
el mercado novohispano,1 las pelucas blancas, las caras polveadas, etc. Sin embargo, el
que los novohispanos afrancesaran su apariencia, es decir su modo de vestirse, de
peinarse, de maquillarse, etc., o el que hubiera una inclinación por la estética
afrancesada, no son razones suficientes como para afirmar que cundiera un generalizado
afrancesamiento y menos aún en el ámbito de las ideas y del imaginario político. Por el
contrario, en muchos discursos enunciados y propagados hacia los últimos años del siglo
XVIII y primeros del XIX por grupos privilegiados de diversas localidades novohispanas
podemos descubrir la condena, repudio y rechazo a ideas y acciones políticas de los
franceses. Discursos que toman un sentido y un matiz muy especial justo en un año que es
crucial para el mundo hispánico, el de 1808. ¿Cómo habrá sido visto, percibido y
representado lo francés justo en un momento en que las huestes napoleónicas invaden
España y usurpan el trono de quien en ese entonces era considerado el legítimo Padre de
la gran familia que era la monarquía española, la Cabeza del cuerpo social, el Señor de los
fieles vasallos,2 es decir, del rey de España? Para comprender las imágenes que sobre lo
francés fueron construidas en este momento (1808) en el mundo hispánico y la
propagación que de ellas hicieron los grupos en el poder de las múltiples localidades del
reino, hay que abundar en lo que significaba la figura real en el imaginario político y
social de la época.

Rey cautivo... rey jurado


2 Situémonos en la América hispánica de 1808 y observemos la gran cantidad de prácticas
culturales que emergieron en gran parte de las localidades con el fin de expresar la
adhesión, lealtad, fidelidad y amor profesados al cautivo rey Fernando VII y el rechazo e
indignación que provocó en los subditos del reino la usurpación a manos de los franceses
del trono real. François Guerra refiere las rogativas, los actos religiosos diversos, los
cortejos alegóricos y las ceremonias de juras reales que con intenso fervor se celebraron
para este fin en múltiples ciudades en honor a Fernando VII: “La jura de la ciudad de
México fue especialmente espectacular, pero también lo fueron las de Puebla, Guadalajara
y Guanajuato. Esta última, riquísima ciudad minera, gastó en estas ceremonias la
exorbitante cantidad de 100.000 pesos”.3 Asimismo, Guerra alude a cómo el retrato real, es
decir el de Fernando VII, “sale de su lugar ceremonial habitual al ser reproducido en
millares de ejemplares” y cita como ejemplo la jura celebrada en la ciudad de México en
donde el retrato del soberano se multiplicó a la vista del público al colocarse
repetidamente en balcones y fachadas de las casas e incluso en los sombreros de la
multitud.4 Estudiosos del imaginario monárquico como Landavasos Arias, sostienen que
ante el vacío del poder real, ante la destitución del soberano legítimo español, ante la
crisis de la monarquía hispánica por la intromisión francesa, emerge y se expande por
todo el reino el “fenómeno del fernandismo”5. Así, prácticas culturales tradicionales y
añejas como las juras reales intensificaron más que nunca en su forma y contenido la
129

propagación de valores como la lealtad, fidelidad y amor que debía profesarse hacia la
soberanía del legítimo rey español.
3 Y es que si retrocedemos en el tiempo al anterior a 1808 y observamos la multiplicidad de
prácticas culturales que desde siglos anteriores fueron instituidas por el Estado para
insertar y publicitar en el imaginario colectivo valores que sacralizaban a la monarquía y,
por ende, a la familia real, podemos comprender el fervor y adhesión expresados en 1808
por múltiples ciudades del reino al cautivo rey Fernando VII.6 Así, el uso y la costumbre, el
poder y la perdurabilidad de añejas tradiciones que sacralizaban la figura real arraigaron
durante siglos en millones de conciencias la veneración y el respeto por el rey español; de
ahí que no sólo el vacío del poder, sino también el haber tenido que ceder la corona a un
extranjero y el cautiverio en territorio francés del legítimo soberano español fueron en su
momento durísimos golpes para sus vasallos, además de hechos sin precedentes, ya que
nunca antes, ni en España ni en Europa se había visto la cesión de la Corona a un
extranjero.7 Sin embargo, lo que para los fines de esta ponencia es pertinente destacar, es
que fue precisamente un francés el que encabezó lo que en el reino español fue
considerado un latrocinio, una ignominia. Un francés era quien se había atrevido a
usurpar el trono español, luego entonces, Francia, Napoleón, lo francés y los franceses
siempre están presentes en muchos de los múltiples discursos visuales, verbales y escritos
que se enuncian dentro de esta “fiebre fernandista”. Ante esto es indispensable advertir
cuáles son algunas de las imágenes con que se representó lo francés en este momento
histórico en ciudades del mundo hispánico e indagar por qué se representaron así y
quiénes fueron –a un nivel local– los productores y promotores de las mismas. Pasemos al
estudio de las imágenes que representaron lo francés en el convulsionado 1808.

Burla a José Bonaparte, rey del Imperio español impuesto por Napoleón Bonaparte.
Élestribillo dice: “Cada cual tiene su suerte, la tuya es de borracho hasta la muerte.”
Fuente: Representación de José Bonaparte en un grabado del Museo Municipal de Madrid.
130

Representaciones de lo francés en la fiesta de Xalapa


(1808).
La relación de la fiesta como evidencia del pasado

4 Con el fin de precisar las afirmaciones a las que se podría llegar a través de esta reflexión
y evitar generalidades, decidí particularizar nuestro estudio concentrándome en una
práctica cultural específica acontecida en una ciudad concreta: La jura de Fernando VII en
Xalapa en 1808, acontecimiento que se inserta dentro del llamado “fenómeno del
fernandismo”. Es indispensable mencionar que la fuente fundamental que hemos
utilizado para el estudio de las representaciones de lo francés en dicha fiesta es una
relación de la misma: “Festivas aclamaciones de Xalapa en la inauguración al trono del
Rey Nuestro Señor Don Fernando VII”, cuyo autor fue don Josef María Villaseñor
Cervantes.8
5 Aún hoy, dicha relación podrá parecerles a muchos historiadores una fuente poco
confiable para “hacer historia” por ser una obra perteneciente a un género histórico
literario9 y podrán considerarla repetitiva, carente de datos de interés histórico, un
panegírico plagado de exageraciones; sin embargo, la emergencia de nuevas metodologías
para el estudio del pasado ha contribuido a la revalorización de las relaciones de fiesta en
tanto evidencias, huellas o “trazos cargados de sentido” que por haberse producido en
otro momento histórico pueden aproximarnos al estudio de ese pasado.10 En este sentido,
si en vez de buscar datos y “hechos verdaderos” en las relaciones de fiesta, nos avocamos
a observar las miradas del autor del texto, es decir a analizar lo que para él no sólo fue
visible, sino también digno de destacar en su escrito, nos estaremos situando en la visión
del mundo de un hombre de aquella época11 y con ello es factible comprender otro
horizonte cultural.
6 Por otro lado, recordemos que muchas relaciones de fiestas –como es el caso de ésta– se
imprimían y se hacían circular para difundir el contenido de las mismas. Así, tanto las
juras reales como las relaciones que las describen eran propaganda política
institucionalizada por el estado monárquico. De ahí que si analizamos las
representaciones implícitas en dichos textos, podemos aproximarnos al estudio de
valores y antivalores que al estado español le interesaba arraigar en sus súbditos en un
tiempo en que algunas monarquías europeas estaban en crisis –como el caso de España– o
en franca decadencia –como el caso de Francia–.12
7 Villaseñor Cervantes –secretario contador de la Intendencia General de los reales
ejércitos acantonados en Xalapa y, además, autor de la relación de la jura de Fernando VII
ahí celebrada, y de muchos de los actos, versos y alegorías que se representaron durante
la fiesta se preocupó por describir minuciosamente en la relación cada acto de la
celebración, destacando en cada momento la lealtad y fidelidad que la ciudad de Xalapa le
profesó a su cautivo rey a través de la fiesta. No escatimó en referir cómo adornaron sus
casas cada uno de los señores capitulares y oficiales del ejército, aludiendo
constantemente al sentido del discurso implícito en dichos adornos: honrar y sacralizar al
rey. Así también, describió detalladamente los carros alegóricos que fueron presentados e
integró en el mismo expediente la transcripción de los sermones, dramatizaciones y
versos que se presentaron durante los días de fiesta.
131

“Bonaparte, ciego de soberbia, no sabe qué potencia ha de coger.”


Fuente: Grabado del Museo Municipal de Madrid.

8 Gracias al cuidado que puso el autor de la relación para transcribir discursos visuales,
verbales y escritos presentados durante la fiesta es que hoy podemos aproximarnos al
estudio de las representaciones que sobre lo francés se construyeron en la jura de
Fernando VII en Xalapa. Discursos que, como a continuación veremos, se encargaron de
construirle una imagen sacra y magna al cautivo rey español, así como de fabricar las
caras que le dieron una imagen a los usurpadores del trono real, es decir a los franceses, a
lo francés.

La construcción del otro. El francés como el enemigo


9 Como en un juego de contrapesos, o más bien de contracaras, los discursos transcritos por
el autor de la relación –y que según él se pronunciaron durante la fiesta– nos presentan
en un dualismo maniqueo la imagen de un Fernando augusto, grande, joven, amable,
español nato, dador de bienes, en contraposición de la imagen de un Napoleón envidioso,
protervo, intrigoso, cobarde, tirano, traicionero, causante de males y extirpador de
majestades. Por ejemplo, atendamos al poema que –de acuerdo a Villaseñor– pronunció
un niño desde lo alto de un carro alegórico en uno de los desfiles de la fiesta:
“porque al augusto FERNANDO,
vuestro joven Rey amable,
hizo presa de su envidia
al protervo Bonaparte,
valiéndose de la intriga,
propia de pechos cobardes,
contra el español su aliado,
contra una nación galante
a quien debe tantos bienes
a quien causa tantos males.
Vosotras en fin, ciudades,
Villas, pueblos y lugares,
Y en particular Xalapa,
donde hoy la lealtad renace:
ya que aclamais a Fernando
132

con júbilos generales....”


“aquí teneis a Fernando
de Borbón, Príncipe grande,
Español nato, y tan joven,
Desgraciado, como amable:
Defendedle del tirano
Napoleón, que intenta infame,
Del solar de vuestros Reyes,
Extirpar las Magestades”13
10 Más que el dualismo maniqueo propio de discursos moralistas, donde siempre se
construye la cara de un bueno para contraponerla a la construcción de la de un malo con
intenciones adoctrinantes, lo que parece ser más significativo para los fines de esta
ponencia es la amplia propagación que se hizo de imágenes de la perfidia y la soberbia
como los antivalores que movieron a los franceses a emprender acciones políticas en
contra del rey de España y del latrocinio e ignominia que ello debían significar para sus
súbditos. Por ejemplo, el autor del texto refiere cómo en uno de los carros alegóricos
presentados en la jura se dispuso una colosal figura que representaba a la soberbia, la
cual, empujada por otra figura que representaba a la perfidia, se agachaba a besar los pies
de un rey justo –para representar la justicia del rey le pusieron unas balanzas en las
manos– que había sido víctima de una gran traición –para representar la traición al rey le
colocaron un puñal en la espalda. Veamos cómo se describe en la relación de la fiesta
dicha representación alegórica:
En un pedestal que se colocó en el medio del plano, se rendía al empuje de la
Perfidia, el Coloso de la soberbia... No es este libro para mancharse con su nombre,
sin embargo de que cupo en el carro y en alguna otra demostración para desprecio
de su ignominia. Cogíalo la Perfidia por el hombro, y haciéndole besar las Reales
plantas de un verdadero Rey, ¿a qué un puñal que ocultaba en la espalda, ni las dos
caras que sin vergüenza descubría? Solo acertó en presentar a un Soberano justo las
balanzas en que los cielos pesan con la más acendrada inocencia sus engaños, y una
espada en cuya hoja tiene ya la justicia escritos sus castigos. Muchas palabras e
insultos merecía del concurso aquel abominable retrato; pero estaban muy
ocupadas las voces que festejaban el del dulce Fernando sus aclamaciones y vivas. 14
11 Así, de acuerdo al fragmento anterior, las nociones que se utilizan para ilustrar lo que
había movido a los franceses a emprender tales acciones son principalmente la perfidia, la
soberbia –representada de manera colosal –, además de las “dos caras”, el engaño, la
traición, etc. Sin embargo, más que abundar en lo que se representó, considero más
importante insistir en por qué se representó así, es decir, porqué escoger justamente
representar a la soberbia y la perfidia para promover en el público los antivalores que a
su juicio habían empujado a los franceses a ejecutar lo que los vasallos del rey español
consideraron un latrocinio. ¿Por qué esos y no otros?, ¿qué habrán significado en la época
dichas nociones?
12 De acuerdo a un diccionario de 1780 se definía como perfidia el “quebrantamiento de la fe
debida”15 y como soberbia la “elación del ánimo, y apetito desordenado de ser a otros
preferido”.16 Y es que si nos apegamos al imaginario de la época, a cómo en este momento
los españoles concebían a la figura real y por ende a la monarquía, sólo un
quebrantamiento de la fe debida, una elación del ánimo, un apetito desordenado, podían
ser los causantes de que los otros, los franceses, se hubieran atrevido a usurpar un trono
real haciendo prisionero al heredero legítimo, a esa figura sacra que era el rey. En este
sentido, la construcción del otro, el diseño que se hizo de lo francés con la faz de enemigo,
soberbio y pérfido, va en estrecha relación con lo que de acuerdo al imaginario de este
133

momento de histórico debía de significar para los súbitos del rey de España, su
destitución y cautiverio en territorio francés.
13 Dichas acciones desquebrajaban lo que para ellos era un orden establecido por ley divina
desde tiempos inmemoriales, donde el rey era cabeza de un gran cuerpo, por lo que su
ausencia ocasionaba la acefalía del reino. La figura real como cabeza del reino legitimaba,
vivificaba y unificaba al plural y diverso conjunto de pueblos, villas y ciudades que
integraban el basto reino, de manera que la destitución del legítimo heredero a favor de
un extranjero hacía tambalear el orden jerárquico de los múltiples y variados cuerpos que
lo integraban. De ahí que el discurso debía de pintar al otro, al invasor, al extranjero
usurpador, como el pérfido, el soberbio y traicionero causante de tantos males.
14 Así, la figuración de la soberbia y la perfidia para representar lo francés ante los miles de
asistentes que presenciaron los actos de la fiesta, y ante otro tanto de lectores que leyeran
la relación, obedecía a la intención de propagar al público el desprecio, desaprobación y
rechazo con que debían ser recibidas las acciones políticas emprendidas por los franceses
en contra de España: “No es este libro para mancharse con su nombre [con el de la
perfidia y la soberbia] sin embargo, de que cupo en el carro y en alguna otra
demostración, para desprecio de su ignominia”.17 Desprecio y rechazo al intruso que
reiteradamente refería el autor de la relación al citar diversos discursos que, según él,
resonaron en la fiesta en diferentes espacios y bajo distintos tonos. Por ejemplo,
atendamos al tono con que uno de los muchos regimientos acantonados en Xalapa
expresó su rechazo a las acciones de los franceses en una representación teatral titulada
“Las aguas de la lealtad en la fuente del amor”, cuando uno de sus personajes dijo:
Regocijo. – ”...contemplando en el trono a aquel Monarca
Que tanto contratiempo a padecido,
Solamente ¿por quién? Por la perfìdia
¿De quien diremos? De un traidor iniquo,
que si yo entre mis manos lo cogiera,
no es mentira, lo hiciera picadillo,
y sacando muy buenos chorizones,
se los diera a comer a los cochinos,
pero pienso que aún estos, con ser puercos,
los habían de arrimar con el hocico.”18
15 El que los discursos promovieran rechazo y desprecio hacia el que estereotiparon como el
traidor inicuo y promovieran la adhesión y fidelidad hacia Fernando VII, obedecía a la
intención de afirmar una legitimidad contraria a la del invasor extranjero: la legitimidad
del heredero español.
16 Así, en otro tono y con otros argumentos, desde lo alto del pulpito de la iglesia, el cura
Josef Joaquín de Pedreguera expresó públicamente su desprecio a la usurpación del trono
real a manos de los franceses durante el sermón de la misa celebrada en el marco de los
festejos en honor a Fernando VII en Xalapa, al afirmar que esos “abominables crímenes”
atentaban en contra de la ley de Dios:
jurando amor y lealtad a nuestro legítimo Soberano cumplimos la ley de Dios, en la
parte que nos prescribe la fidelidad a los Reyes, y que justificando esta obligación
nuestra causa nos acarrea el favor del cielo y singular bondad de Dios, que ha fijado
sobre nosotros las divinas influencias de su visita para protegernos, haciéndonos
victoriosos de las armas enemigas, las que por el contrario, se han echado sobre sí
toda la indignación del cielo, por haber irritado la justicia divina con tan
abominables crímenes como son los que origina la guerra tan injusta que nos hacen,
por solo dar pábulo a las ambiciosas ideas de un particular engrandecimiento
134

contra todo derecho divino y humano, usurpando no sólo el trono de una


monarquía que se ha sacrificado por mantener en su seno las delicias de la paz, sino
también el honor y buen nombre de una familia Real, a quien ha infamado con las
más negras calumnias que puede abrigar un ánimo corrompido y producir un
corazón ambicioso: motivos todos de abominación, a los que contrapuestos los
sentimientos de piedad, honor y religión, de que está animada toda la nación
Española, nos prometen una esperanza cierta del éxito más feliz en el empeño en
que nos hallamos.19
17 Así, parafraseando al cura, usurpar el trono de una monarquía y sacrificar el honor y
buen nombre de una familia real eran abominables crímenes producto de ambiciosas
ideas, de un particular engrandecimiento, de un ánimo corrompido y de un corazón
ambicioso. Crímenes que además iban contra todo derecho divino y humano.
18 Estas imágenes que le otorgaron a lo francés la faz del malo, del criminal, del corrompido,
del infractor de la ley divina, del extirpador de majestades, son las que circularon
reiteradamente a través de discursos visuales, verbales y escritos en el mundo hispánico
de 1808; discursos que en muchos casos se enmarcaron dentro de fiestas que, como la
escenificada en Xalapa, eran presenciadas por miles de individuos. Así, considerando la
fiesta como un espacio público idóneo para la difusión de valores a los cuales había que
adherirse –como la lealtad y fidelidad al rey legítimo español– y de promoción de
antivalores que merecían el total rechazo y desprecio –como la soberbia, la perfidia y la
traición que había empujado a los franceses a cometer tales crímenes– se hace pertinente
indagar quiénes fueron los principales promotores, en las múltiples y diversas
localidades, de que fiestas con este contenido se llevaran a cabo. Así, retomando el caso
específico de Xalapa, ¿quiénes fueron esas personalidades que, residentes en una ciudad
alejada nudos de distancia de la península, se organizaron para escenificar en ella una
fiesta con la que se expresaba apoyo y adhesión a Fernando VII y rechazo a las acciones de
los franceses?, ¿quiénes fueron los encargados de promover en Xalapa la lealtad a la
monarquía y al legítimo heredero español y la condena hacia el proceder de los franceses
135

mediante la organización de una jura real? Vayamos a la escritura de la relación de la


fiesta en Xalapa.

Alegoría que representa a Napoleón aturdido sin poder consolidar su sueño de hegemonía
continental.
Fuente: Grabado del Museo Municipal de Madrid.

El cabildo xalapeño rinde tributo al rey de España en


1808
Y tú, Xalapa dichosa, y a tu monarca constante, a quien ese can ofrece de tus
lealtades la llave, y cuyos indios humildes, agricultores leales, a la Patria, a Dios y al
Rey sirven con virtud tan grande...20
136

La cólera de Napoleón.
Fuente: Grabado del Museo Municipal de Madrid.

19 Es por demás interesante insertarnos en las trayectorias organizativas de la fiesta en


Xalapa que nos refiere el autor de la relación, porque a través de las mismas es posible
observar cómo la realización de la jura en honor a Fernando VII en dicha ciudad, con la
mayor opulencia, fue gracias a la iniciativa e insistencia de sus autoridades políticas, es
decir, del cabildo. Y es que no sólo dicho cuerpo insistió repetidamente a las máximas
autoridades del virreinato para que se le permitiera ejecutarla con gran ostentación sino
que, además, los señores capitulares se repartieron los gastos que se erogaron en la
misma y pagaron la fiesta de sus propios bolsillos, lo cual era un hecho inédito si tenemos
en cuenta que por tradición las juras reales siempre se pagaron con el dinero de propios
de una ciudad y con la aportación que donaba el alférez real en turno.
20 En el mes de julio de 1808, el procurador general de Xalapa, don Diego Leño, fue en
representación del cabildo xalapeño ante el Señor virrey y, según lo escrito en la relación,
le expresó “el fervoroso amor y deseos ardientísimos con que los xalapeños todos
suspiraban por aquel feliz día en que habían de humillar gustosos sus servicios a las reales
plantas de un joven, su único nuevo dueño y legítimo soberano”.21 Es decir, el procurador
se dirige personalmente al virrey para solicitar su autorización para que la jura real en
honor a Fernando VII en Xalapa pudiera efectuarse. El documento prosigue refiriendo
cómo pronto llegó a Xalapa la resolución que autorizaba la real proclama, pero al parecer
los xalapeños la recibieron con cierto desaire:
Poco tardó la resolución Superior que apetecían pero aún tuvo el ilustre
Ayuntamiento el dolor de no recibirla con toda la extensión que deseaba: se le
prevenía desde luego procediese a la proclamación; pero se le ataron las manos para
que no pudiese echar con ellas todo el resto de sus efectos, a causa de que no
permitían las actuales criticas circunstancias efundir los caudales en otras
atenciones que en las muy justas de libertar a su cautivo rey, socorrer a su madre
España y ocurrir a todas las otras necesidades urgentísimas de la causa más grande
que siglos han visto.22
137

Napoleón derrotado.
Fuente: Grabado del Museo Municipal de Madrid.

21 Ante esto, los regidores xalapeños –en especial Diego Leño y Josef Antonio de la Peña,
quien ese entonces fungía como alférez real-siguieron insistiendo23 ante el virrey para
que éste autorizara el que Xalapa hiciera no sólo una sencilla ceremonia de real proclama
en honor a Fernando VII, sino una fiesta con la “mayor pompa y circunspección” que se
costearía con los caudales de los señores capitulares y también con el notable apoyo del
ejército ahí acantonado,24 con el fin de no afectar el dinero de propios que se estaba
destinando para apoyar a la península en este momento de crisis política. Finalmente el
virrey dio su aprobación y el 30 de agosto los señores capitulares en cabildo
extraordinario se repartieron las tareas y los gastos correspondientes a cada uno:
“Repartiéronse en efecto los cargos con proporción al tino, capacidad y ocupaciones de
cada uno”.25
22 Así, fueron los integrantes del cabildo de la ciudad de Xalapa quienes, en el año de 1808,
insistieron al virrey el que les autorizara organizar y costear de sus propios caudales una
fiesta, uno de cuyos sus fines prioritarios era promover a la multitud la reverencia debida
a la monarquía, así como la fidelidad y lealtad obligada a la figura real encarnada en el
legítimo heredero español. Ante esto, es pertinente preguntarnos hasta dónde es posible
sostener que el afrancesamiento fue el medio que condujo a las élites novohispanas a la
independencia; a qué afrancesamiento se alude y a qué elites se hace referencia cuando se
hace tal afirmación, si de acuerdo con este pequeño y parcial estudio, las imágenes que
para este momento se construyen y propagan en el mundo hispánico, o más
específicamente las imágenes que construyen y propagan las autoridades políticas de
Xalapa –y que además son vistas y escuchadas por casi la ciudad entera– para ilustrar las
acciones políticas de los franceses toman la forma de latrocinio, ignominia y sacrilegio.
138

Epílogo. ¿Ideas revolucionarias francesas en la


independencia de México?
La revolución es una mutación cultural:
en las ideas, en el imaginario, en los valores,
en los comportamientos, en las prácticas políticas,
pero también en los lenguajes que los expresan:
en el discurso universalista de la razón,
en la retórica política,
en la simbólica, en la iconografía
y en los rituales, e incluso en la estética y en la moda.
Nuevos lenguajes que manifiestan
una nueva visión del hombre y de la sociedad,
pero que son también una pedagogía.26
23 Sólo formulo la pregunta ¿ideas revolucionarias francesas en la independencia de
México?, la cual por el momento no me atrevo a responder. Más bien propongo que
revisemos el despliegue de ciertas prácticas culturales en el ámbito social para que ello
nos aproxime a estudiar el contenido de esas “ideas” que hoy tanto proclamamos. Por
ejemplo, Guy Rozat alude a la multiplicidad de panfletos, libelos y pasquines que
circularon en Francia desde muy temprano en el siglo XVIII, en donde se ridiculiza
reiteradamente a la figura real, de tal forma que para unos años antes de 1789, Luis XVI es
representado como un cerdo, como cornudo e impotente. Estas representaciones revelan
el paulatino proceso de desacralización que sufrió la figura real en Francia, el cual vio su
climax con la decapitación de los reyes a manos del pueblo francés en 1793. 27 Por su parte,
Mona Ozouf explica cómo mucho antes de la desaparición física del rey de Francia ya se
festejaba su muerte expresando así el deseo “de desaparición de la monarquía” y
menciona entre varios ejemplos “la fiesta del justo castigo del último rey de los
franceses”.28
24 Estas prácticas eran inconcebibles en el imaginario político del mundo hispánico de 1808,
ya que la irreverencia al rey o el atentar en su contra iba como ya hemos visto– en contra
de las leyes divinas y humanas. No hay fuentes, textos, huellas o vestigios que revelen
algún proceso de desacralización de la figura real en lo que respecta al espacio
novohispano, como sí hay muchas evidencias que así lo demuestran para el caso de
Francia. Por el contrario, en casi todos los discursos enunciados y propagados en el
mundo hispánico de la primera década del siglo XIX hay una continua propaganda
destinada a consolidar en la cúspide del imaginario a Dios y al Rey, y en muchos casos son
justamente las autoridades políticas de las múltiples ciudades y villas las que se encargan
de hacerlas circular en el ámbito local mediante la organización y ejecución de fiestas
que, como la jura de Fernando VII en Xalapa, eran presenciadas por multitudes. Es más,
recordemos cómo aún 1810, los mismos insurgentes de la Nueva España eran quienes
vitoreaban a la figura real gritando: ¡viva el rey, muera el mal gobierno!
25 Así, considerando las enormes diferencias observadas en las formas como se representó la
figura real en Francia y como se representó en la Nueva España, es posible comprender el
también diferente sistema de valores o imaginario político prevaleciente entre los
revolucionarios franceses y los insurgentes novohispanos. Entonces ¿no sería pertinente
revisar afirmaciones como la de que las ideas revolucionarias francesas penetraron en
América y provocaron la independencia, o tal vez matizar dicha afirmación explicitando
139

cómo germinaron ciertos ideales proclamados por la revolución francesa –libertad,


igualdad, soberanía, que además son valores universales– en el tiempo histórico que
vivían los insurgentes novohispanos? Es decir, habría que darle contenido a esas ideas
estudiando prácticas culturales en tiempos y espacios específicos y concretos y
formularnos preguntas como ¿qué serían la libertad, la igualdad, la soberanía y la nación
para los revolucionarios franceses? y ¿cómo concebirían la libertad, la igualdad, la
soberanía y la nación los insurgentes novohispanos?29
26 Respecto a si la penetración y circulación en Nueva España de libros franceses prohibidos
en los que se imprimieron las ideas ilustradas de Rousseau, Voltaire, Montesquieu o
Diderot pudieron haber inspirado el pensamiento libertador de 1810, es obligado
detenerse en un profundo y minucioso estudio en el que se analice el ámbito de recepción
de los enciclopedistas franceses en Nueva España, preguntándonos cuántos habrán
podido leer los llamados libros prohibidos franceses, y a partir de ello indagar cómo
habrán recibido dichos lectores el contenido de los libros con adhesión, rechazo, simpatía,
incomprensión, escándalo, etc; ya que tal y como lo sostiene Roger Chartier, la lectura no
lleva directa y forzosamente a la comprensión, a la adhesión y a la credulidad, porque el
contenido de un libro no se calca tal cual como la cera en la mente y espíritu de sus
lectores.30
27 No porque encontremos en los archivos de la Inquisición documentos como la denuncia
en contra de un padre franciscano radicado en Veracruz por haber dicho en el año de
1794: “que si los franceses no hubieran pasado a matar o destronar al Soberano [al de
Francia] no podía ser mejor el gobierno que el que habían ellos adoptado”,31 o se localicen
procesos criminales como el emprendido contra un francés que osó en haber “alabado y
celebrado con particular complacencia [...] el gobierno actual de Francia”,32 vamos a
afirmar que son prueba contundente de que la ideas revolucionarias francesas
germinaron en el territorio novohispano y dieron como fruto la independencia. Casos
como éstos, aislados, se llegan a observar, pero tal y como lo sostiene Guerra, no por ello
vamos a dar como hecho que se estuviese ejerciendo una verdadera acción de propaganda
política en la Nueva España con vínculos directos con la Francia revolucionaria o
tentativas de complot.33
28 Para ponerle punto final a esto concluyo, con el mismo Guerra, que fueron los liberales de
la segunda mitad del siglo XIX quienes construyeron una idílica interpretación de la
independencia hispanoamericana como “hija de la Revolución Francesa y consecuencia de
la difusión en América de sus principios. [Pero] Contra esta versión liberal de finales de
siglo XIX, va a surgir progresivamente una escuela revisionista, que insiste al contrario
sobre el carácter <hispánico> –identificado a lo tradicional– de las revoluciones de
independencia...”34

NOTAS
1. Ver: Hipólito Villarroel, Enfermedades políticas que padece la capital de esta Nueva España, México,
Consejo Nacional para la Cultura y la Artes. Cien de México, 1994, pp. 178 y 267-269.
140

2. Ver: Marco Antonio Landavazo Arias, “Fernando VII en México. Imaginario monárquico y
actitud mítica en una época de crisis (1808-1822)”, tesis para optar al grado de doctor en historia
en el Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México, Director de la tesis: Dr. Andrés Lira,
p. 88.
3. François Guerra, “Modernidad e independencias”, en Ensayos sobre las revoluciones hispánicas,
México, Editorial Mapfre, Fondo de Cultura Económica, 1993, p. 155.
4. Ibíd., p. 156.
5. Landavasos, op. cit., p. 8.
6. Por ejemplo, desde el siglo XVI en la América hispánica se juró por vez primera a un rey
español, Carlos V, ceremonia que se repitió invariablemente al paso de los años en todas las
ciudades americanas cada vez que un nuevo heredero se coronaba como rey de España. Estas
juras reales tenían como finalidad representar, promover y reafirmar la majestuosidad de los
reyes y el carácter sagrado de la figura real y de la monarquía mediante la presentación de
discursos visuales y orales que estarían a la vista y al oído del público de una ciudad. Así, se
acostumbraba celebrar la ceremonia de real proclama, acto en el que se proclamaba y legitimaba
públicamente a) nuevo rey, se efectuaban misas y Te Deums a su nombre y a su gloria, se
iluminaban con hachas y velas las calles, y se adornaban las fachadas de las casas con colgaduras,
letreros y emblemas en los que no faltaban retratos y efigies de los nuevos soberanos y escudos
que simbolizaban a la corona española. También desfilaban carros alegóricos en los que se
representaban las virtudes del monarca o se mostraba mediante alegorías la estirpe de la casa
reinante, entre otros muchos temas en los que se promovía la veneración a la grandeza de los
soberanos monarcas. Sin embargo, no sólo el ascenso de un nuevo rey era motivo de festejo;
durante siglos, el Estado español también se encargó de institucionalizar el que en todo el reino
se celebrasen con colgaduras, repiques, luminarias y misas, los nacimientos, bautizos,
matrimonios, aniversarios, etc, de príncipes, infantes y miembros en general de la familia real, o
se mandaba que se cantaran misas por los beneficios recibidos por la monarquía. Festejos
oficiales institucionalizados por el Estado con el fin de disciplinar la mente y los corazones de
todos los subditos del basto reino para que ahí tuvieran siempre presentes a los distantes reyes
españoles; se trataba de arraigar en el imaginario colectivo la lealtad, amor y fidelidad que
debían de profesarse al rey y a la monarquía española.
7. Además, Landavasos dice: “Según Antonio Annino la historiografía ha subvaluado la naturaleza
de esta crisis, pues lejos estuvo de ser un mero episodio de las guerras napoleónicas y fue algo
más que el inevitable ocaso del imperio español: nunca antes se había visto, ni en España ni en
Europa, la cesión de la Corona a un extranjero, por parte de toda una dinastía, en una situación
que no era de guerra, ni de formación de alianzas familiares. Agrega el historiador italiano que
desde la baja Edad Media todas las doctrinas regalistas enfatizan la imposibilidad del parte del
rey de enajenar su reino a su voluntad; el hecho era indiscutible hasta el punto que en las Siete
Partidas de Alfonso X no se consideraba esa posibilidad. La ausencia del poder regio en 1808 no
tenía antecedentes en los anales de las monarquías europeas y de ahí que no tuviese solución
doctrinaria legítima alguna. La crisis política de 1808 había sido, pues, el resultado de una
situación totalmente inédita.” Landavasos. Op. cit., pp. 66 y 67.
8. Don José María Villaseñor Cervantes llegó a Xalapa hacia 1807 para ocupar el cargo de
secretario y contador de Intendencia General del Ejército acantonado en dicha ciudad. Además de
su profesión como contador, Villaseñor destacó por su afición a la poesía. Fue alumno del célebre
colegio de San Juan de Letrán en México y posteriormente fue catedrático de filosofía en el
mismo y examinador de teología. Escribió varias obras poéticas como “Cantos de las musas
mexicanas” editada en 1804, así como “El Ejercitante o Pecador Arrepentido”, “Poesías a la
estatua de Carlos IV”, “Colección de poesías. En ocasión de la jura de Fernando VII”, “La América
afligida por la ausencia del virrey Conde de Revillagigedo”, “Poesías dedicadas al día de la jura de
la Constitución. 1820”, etc. Por otro lado, la relación de la fiesta refiere que fue el mismo
141

Villaseñor el comisionado por el ayuntamiento para que escribiese muchos de los discursos que
contendrían las representaciones que se desplegarían durante la Jura de Fernando VII en Xalapa:
“La forma que debía darse a los templetes, las alegorías con que correspondería levantarlos, y las
poesías que habían de describirlos; los oficios y convites para promover la concurrencia general
del público y el ejército; el ceremonial de cuanto había de practicarse para la formalidad esencial
de los actos, y últimamente la descripción de todos estos, y demostraciones festivas con que
Xalapa deseaba al fin acreditar que había cumplido en quanto supo promover ...” Esta relación la
reeditó en 1959 la Editorial Citlaltepetl en la Colección Suma Veracruzana, Serie Historiografía,
con un prólogo de Leonardo Pasquel; es esta reedición la que se consultó para apoyar el presente
trabajo.
9. “Las afinidades temáticas y formales –panegírico, historia, descripción, informe, etc.– comunes
a un grupo de obras que se autodenominan relaciones de fiestas permite establecer con toda
confianza un género”. Dalmacio Rodríguez Hernández, Texto y fiesta en la literatura novohispana
(1650-1700), México, UNAM, 1998, pp. 129-168.
10. “Las llamadas fuentes para la historia son, antes que nada, textos de cultura, dicho de otro
modo el historiador trabaja con la escritura en el sentido amplio, es decir con enunciados de todo
tipo: vestido, comida, arquitectura y escritos...” Desde esta perspectiva, la relación de la fiesta, en
tanto comunicación o escritura producida en la sociedad a estudiarse, es una fuente que nos
aproxima al estudio de ese pasado. Ver: Alfonso Mendiola y Guillermo Zermeño, “De la historia a
la historiografía. Las transformaciones de una semántica”, en Historia y Grafía, México, Revista de
la Universidad Iberoamericana, no. 4, 1995, p. 257.
11. Alfonso Mendiola sostiene que la historiografía contemporánea plantea la necesidad de
asumir un giro historiográfico que consiste en observar en los textos del pasado las miradas de su
autor o narrador: “lo que debe hacerse es observar al observador, y de esta manera determinar la
realidad que se constituye por medio de la operación de observar”. Además Mendiola plantea
que: “la realidad sólo es tal en tanto que es observada. Por medio de este postulado se destaca, en
la actualidad, que no existe una “realidad en si”, ya que una “realidad en sí”, sería aquella que se
expresaría por sí misma, sin la necesidad de un observador”. Ver Alfonso Mendiola, “El giro
historiografíco: la observación de las observaciones del pasado”, en Historia y Grafía, México,
Revista de la Universidad Iberoamericana, No. 15, 2000, p. 181-210.
12. Sin embargo, es imprescindible destacar que mientras que la monarquía francesa estaba
decadente por un proceso de maduración interna –desacralización de la monarquía y la figura
real–, la monarquía española estaba en crisis por la destitución y cautiverio del rey a manos de
los franceses y no porque sus súbditos hubieran perdido reverencia a la sacralidad de la realeza.
13. Villaseñor Cervantes, op. cit., pp. 88 y 89.
14. lbíd., p. 86.
15. Diccionario de la Lengua Castellana compuesto por la Real Academia Española, reducido a un tomo
para su más fácil uso, segunda edición, Madrid, por Don Joaquín Ibarra impresor de la cámara de
S.M. y de la Real Academia, 1780, p. 726.
16. Ibíd., p. 859.
17. Villaseñor Cervantes. Op. cit., p. 86.
18. “Las Aguas de la Lealtad en la Fuente del Amor”. Generosa demostración y Melodrama
ejecutados en Xalapa la noche del dos de octubre de 1808 por el Regimiento de Infantería
Provincial de Valladolid, en Ibíd., p. 141.
19. Sermón que en la jura del Rey Amado el Señor D. Fernando VII (que Dios Guarde) dijo en la
Santa Iglesia Parroquial de Xalapa D. Josef Joaquín Pedreguera, cura por S.M. del pueblo de
Coatepec, el día 30 de septiembre de 1808, en Ibíd., pp. 57-58.
20. Ibíd., pp. 88-89.
21. Ibíd., p. 4.
22. Ibíd.
142

23. Es importante destacar que otra razón que explica la insistencia de las autoridades políticas
de Xalapa ante el virrey para que éste autorizara la ejecución de la fiesta a todo lujo es que ésta
sería la primera vez que Xalapa organizaría y celebraría una jura real, tras haber sido recibido el
título de villa, título y escudo de armas que le fueron concedidos en 1791. Antes se habían
celebrado en el pueblo de Xalapa las juras de Luis I, Fernando VI y la de Carlos III en 1761. Ibíd, pp.
3 y 4.
24. Hay que subrayar las alusiones que reiteradamente hace el autor de la relación para destacar
la presencia, contribuciones y demostraciones con que se lució –en la fiesta en honor a Fernando
VII– el ejército que desde hacía cuatro años se encontraba acantonado en Xalapa. Villaseñor no
reparó en describir las demostraciones que presentaron: el regimiento de dragones de España, el
regimiento de infantería de la Corona, el real cuerpo de Artillería, el regimiento de infantería de
la Nueva España, el regimiento de infantería provincial de Toluca y el regimiento de infantería de
Valladolid.
25. Por ejemplo, el alférez real José Antonio de la Peña y el procurador general Diego Leño unidos
absorbieron el costo de los tablados para las reales proclamas y la elaboración de monedas
conmemorativas, ademas de los convites para el señor general, jefes y oficiales del ejército
acantonado en la villa. Al presidente subdelegado D. Ramón María de Villalba se le encomendó la
dirección y costo de “dos carros magníficos en que presentasen al público [... ] la reverente
lealtad de los pueblos”. El síndico del común D. Juan Esteban de Elias asumió la responsabilidad
de los fuegos artificiales y de diversos adornos y vestidos, y al escribano Juan Francisco Cárdena
correspondió la preparación, repartimiento y vigilancia de la iluminación general. Ibídem, pp. 5-7.
Aunque dichas fiestas siempre se patrocinaban con el dinero de propios y con el donativo
aportado por quien fungía como alférez real, en este momento de crisis política en el que los
propios de las ciudades y villas debían destinarse para apoyar la causa del rey, los capitulares de
Xalapa se organizaron para repartirse los gastos que una jura real implicaba y pagarlos de sus
propios bolsillos. Esto con el fin de que la fiesta con que se tributaría al cautivo rey fuera de la
mayor opulencia posible.
26. Guerra. Op. cit., p. 31.
27. Ver el artículo de Rozat Guy. “Del cuerpo real al cuerpo de la nación. Metáfora y
representación en la Revolución francesa”, en Historia y Grafía, Revista de la Universidad
Iberoamericana, no. 4, México, 1995, pp. 39-80.
28. Mona Ozouf, “La fiesta bajo la Revolución Francesa”, en Nora Pierre Jacques Le Goff, Hacer la
Historia. Volumen III. Historia/Papel 451/Barcelona, Editorial LAIA, 1980, pp. 261-282. “La fiesta
del 21 de enero, o más exactamente la llamada, en una cascada de genitivos henchida de varios
sentidos a la vez, <la fiesta del justo castigo del último rey de los franceses>. Pues hablar de <justo
castigo> equivale sin duda a reivindicar la condonación en un proceso mal clausurado, pero
también tomar el rodeo eufémico que mantiene a distancia imágenes demasiado brutales; y
designar a este rey como el <último>, puede ser simple constatación (en el orden neutro de la
sucesión es, en efecto, el último), pero también puede ser un deseo y, mejor aún, un programa: el
machete de la designación ordinal garantiza que será efectivamente el último”.
29. Al respecto Guerra explica “la ambigüedad de un lenguaje político común que remite a
imaginarios diferentes. Al hablar de libertad, los unos [revolucionarios franceses] la entienden
como la de los individuos iguales bajo una misma ley; los otros [mundo hispánico] la refieren a las
libertades privilegios de los antiguos cuerpos. Por nación, los primeros entienden el pueblo, un
ente homogéneo –el conjunto de los individuos asociados por un pacto social– y los segundos, el
reino, una realidad heterogénea producto de la historia –los pueblos-. [...] En lo que ambos están
de acuerdo es, si queremos emplear términos modernos, en la necesidad de una representación
de la sociedad ante el Estado; en lo que difieren es en la imagen de la sociedad representada:
nación moderna formada por individuos para unos, nación antigua, o reino, formada por cuerpos
para otros”. Guerra, Op. cit., pp. 28-29.
143

30. Es interesante cómo Chartier critica la hipótesis que concibe “la fabricación
prerevolucionaria de la opinión como la interiorización por parte de los lectores de ideas cada
vez más numerosas, de imágenes y críticas existentes en los textos filosóficos,” En su texto
“Representaciones y prácticas. Revolución y lectura en la Francia del siglo XVIII”, sostiene cómo:
“Desde 1750, por lo menos, se multiplicaron los “discursos malos” que acusan al rey, a su persona
y a su autoridad, a su cuerpo físico al igual que a su cuerpo político. En París, cronistas y policías
recogen en gran número las frases espontáneas, los carteles manuscritos pegados en las paredes,
los gestos rebeldes que testimonian que las antiguas representaciones del rey sagrado y
reverenciado han perdido su eficacia. El proceso de desencanto simbólico de la monarquía,
enganchado al seno de las emociones de que es presa la ciudad [...] nutrido por la palabra
jansenista, ha degradado progresivamente la figura del rey [... ] ¿Por qué no pensar entonces que el
éxito de los “libros filosóficos” sólo ha sido posible porque previamente se había consumado la ruptura
afectiva entre el pueblo y su rey, que los hacía aceptables y esperados? Lejos de ser los creadores de esta
ruptura, serían por tanto producto de ella. Hay ahí una primera razón para dudar de la eficacia a menudo
atribuida al impreso filosófico” Ver Roger Chartier, Sociedady Escritura en la Edad Moderna. La cultura
como apropiación, México, Instituto Mora, Colecc. Itinerarios, 1995, pp. 109-110. Las cursivas es mío.
31. Es interesante esta denuncia para percibir las diversas caras con que fueron vistos los
franceses en una ciudad novohispana una vez que se tuvieron noticias de las decapitaciones de
Luis XVI y María Antonieta. Por un lado el denunciado –un cura franciscano recién llegado de
España– dijo con respecto a los mismos que: “los franceses eran muy humanos, y otras
expresiones de elogio a ellos, añadiendo que aunque había algunos malos pero que los más eran
muy católicos”, y por su parte el denunciante dijo: “que estaban ya declarados por herejes y
cismáticos por el Romano Pontífice”. Además, es importante destacar para los fines de esta
ponencia, la reacción que dijo tener el denunciante cuando oyó al padre denunciado proferir las
afirmacion es hechas en contra de la monarquía en Francia: “esto oí a dicho Padre y aunque
bastante me escandalizaron semejantes proposiciones, motivo porque procuré cortar la
conversación y no enterarme a fondo de la intención con que las profería [...] porque las
circunstancias de los tiempos las hacen sospechosas”. A.G.N. Grupo documental: Inquisición, vol.:
1374, exp.: 13, fojas: 348-373.
32. Francisco Abrespino, natural de la provincia “del Ruergue en los reynos de Francia” y de
oficio silletero, fue apresado en 1793 en la cárcel de Veracruz por: “incontinente, escandaloso y
provocativo”. A.G.N. Grupo documental: Criminal, Año 1793, vol. 387, exp. 1, hojas 1-72.
33. Guerra. Op. cit., pp. 40-41.
34. Ibíd., p. 16.

RESÚMENES
La influencia francesa en México fue tan sobresaliente en algunas regiones que, como aparece en
este apartado, refundó aspectos inesperados de la vida cotidiana. Entre los múltiples cambios que
detonó la cultura francesa sobresalen las prácticas culturales que se dan para mostrar lealtad al
Rey Fernando VII. En este escrito se revisan varios textos que hablan de este caso, como ésta una
ceremonia importante por su alcance regional.

L’influence française au Mexique s’est révélée si remarquable dans certaines régions qu’elle a
refondé des aspects inattendus de la vie quotidienne, comme l’établit cette contribution. Parmi
144

les nombreux échanges où se distingue la culture française, on souligne dans ces lignes les
pratiques culturelles mises en œuvre pour prêter serment de fidélité au roi Ferdinand VII. Il est
intéressant de relire différents écrits qui relatent l’événement car cette cérémonie eut une
portée considérable au niveau régional.

AUTOR
ADRIANA GIL MAROÑO
Adriana Gil Maroño. Doctorando en historia de América Latina Contemporánea por el Instituto
Universitario José Ortega y Gasset, adscrito a la Universidad Complutense de Madrid. Maestra en
Historiografía de México por la UAM-Azcapotzalco y licenciada en Historia del Arte por la
Universidad Cristóbal Colón. Desde 1993 es investigadora de tiempo completo en el Instituto
Nacional de Antropología e Historia, donde se ha dedicado al estudio de las prácticas culturales y
las representaciones sociales en el Veracruz virreinal, con el fin de entender la construcción de
identidades sociales. Ha producido numerosos artículos, ensayos, capítulos de libros, ponencias y
conferencias. Como tesis doctoral investiga las pervivencias y mutaciones en la transición del
antiguo régimen al liberalismo, con el fin de profundizar y problematizar la idea de construcción
de ciudadanía en México.
145

El afrancesamiento de la danza en
México en la primera mitad del siglo
XIX
Montserrat Galí Boadella

Portada: En esta escena de L, Ombre (coreografía de Filippo Taglioni, padre de Maria), la bailarina, con
puntas, parece flotar mientras que el hombre luce ya el atuendo romántico del maillot. La escena
refleja el papel secundario que el bailarín tendrá en la danza romántica.

Para Graciela Henríquez


146

Introducción
1 Desde la segunda mitad del siglo XVIII la vida teatral en la Nueva España, con sus altibajos,
había seguido las novedades que marcaban los teatros peninsulares. Estas consistían en la
italianización de los gustos musicales y operísticos, así como en el desarrollo de un
aparato escenográfico “moderno” que se alejaba de las normas del sainete y el teatro
clásico españoles.
2 La italianización de la vida teatral y musical peninsular se debía en gran medida a los
gustos de las reinas de la casa de Borbón, quienes procedían en su mayoría de casas
italianas y solían llevarse a España sus compositores e intérpretes favoritos. Como era de
esperar, estas modas pasaron a la Nueva España y la danza, que, como se sabe, se
desarrollaba principalmente en el marco de los intermedios teatrales o como entreactos
operísticos, quedó bajo la influencia de la escuela italiana. A pesar de este predominio de
las modas italianas es muy probable que en los últimos años de la Colonia empezaran a
llegar coreografías pertenecientes al repertorio clásico francés, ya que los nombres de
algunos ballets que se representaron en aquellos años pertenecen a las grandes
creaciones de los maestros franceses de la segunda mitad del siglo XVIII. Por el momento,
debido a que no se ha investigado este periodo de la danza mexicana, todo queda como
hipótesis basada en la coincidencia de los títulos de algunas obras representadas en la
ciudad de México en los años finales de la dominación española.1
3 En el momento de proclamarse la Independencia, no obstante la crisis general que
también afectaba a los espectáculos, el público mexicano tenía una enorme afición al
teatro, lo cual explica que en las primeras décadas de vida independiente, y a pesar de
todos los inconvenientes que afectaron la vida social, los empresarios y aun el gobierno se
esforzaron para que no fallara la temporada teatral. Ésta empezaba en Pascua y
terminaba con el Carnaval en febrero. Las compañías se dividían en cuatro secciones:
verso (teatro), canto (ópera), baile y orquesta. La mayoría de sus integrantes eran de
origen español, aunque durante el siglo XVIII no faltaron italianos y franceses.
4 En el momento de proclamarse la independencia actuaba en la capital una compañía de
danza dirigida por los hermanos Medina (españoles emparentados con los famosos
Viganó) quienes, aunque adscritos a la escuela italiana, tuvieron que adaptarse a los
nuevos tiempos, incorporando obras del repertorio francés y colaborando con la
compañía francesa que pronto se instalaría en nuestro país.
5 Los primeros franceses en llegar a México tras la independencia fueron los Pautret,
quienes entre 1820 y 1824 habían estado actuando en La Habana. La escala en La Habana
era casi obligatoria para la mayoría de los actores y compañías que llegaban a México, no
sólo por ser una etapa obligada en la navegación, sino por el renombre y calidad de su
teatro, uno de los más prestigiosos del mundo hispánico. En algunos casos, sobre todo
tratándose de franceses e ingleses, otra escala previa obligada era Nueva Orléans, incluso
Nueva York, antes de llegar a Veracruz, en donde con frecuencia se daban las primeras
representaciones en territorio mexicano. Así, como se verá, el puerto y la ciudad de
Xalapa –incluso la ciudad de Puebla–, vieron antes que la propia capital, las últimas
novedades teatrales y dancísticas. Este es el caso de la actuación con zapatillas de punta,
que se dio por primera vez en el puerto de Veracruz.
147

6 Regresando a nuestros personajes, en 1824 Andrés Pautret, bailarín y coreógrafo francés,


decidió pasar a México. En La Habana quedaron su esposa María Rubio de Pautret y sus
dos pequeñas hijas, Joaquina y Aurora, quienes habrían de destacar más tarde como
bailarinas y actrices de la escena mexicana. Aunque no se ha podido reconstruir la
trayectoria de Pautret en Europa antes de su arribo a La Habana, por su estilo y por el
repertorio que manejaba se puede asegurar, sin lugar a dudas, que pertenecía a la escuela
académica francesa, constituida principalmente sobre las teorías de Noverre, escuela que
dominaría los escenarios franceses y aun los europeos hasta por lo menos bien avanzada
la década de 1820.
7 Vale la pena señalar que en México existió la crítica teatral desde que apareció la prensa
periódica, lo cual fortalece la idea de que hubo también un público aficionado que no se
contentaba con cualquier espectáculo. Así, en 1823 el cronista del Semanario Político y
Literario exigía una reforma general en el teatro y en los bailes. “Su esencia –escribía– no
consiste en dar saltos y brincos sin objeto alguno: ellos son unos poemas como otro
cualquiera, y por consiguiente deben tener un argumento expresado por medio del gesto
y de la pantomima, y aunque se ejecuten algunos de esta clase, los quintetos y sextetos
que vemos diariamente son las composiciones más monstruosas y chocantes del mundo”. 2
Curiosamente, el anónimo cronista del Semanario, demostraba conocer el rumbo
moderno de la danza en Europa cuando reclamaba “un argumento expresado por medio
del gesto y de la pantomima”, en lugar de cabriolas y saltos sin sentido. Se expresa de una
manera que incluso hace sospechar que conocía las teorías revolucionarias de Noverre,
como se verá más adelante. Pautret y su grupo llegarían pues en el momento preciso en
que los esfuerzos de los Medina por mantener un cuerpo de baile aceptable habían
fracasado y también en México se exigía un cambio en el estilo y el repertorio.

Los Pautret en México. Repertorio de la primera etapa


8 La primera presentación de Pautret en México fue a mediados de agosto de 1824, como
bailarín y coreógrafo. El 3 de septiembre se volvió a presentar y la prensa se hizo eco de
los planes del ayuntamiento, dispuesto a elevar el nivel la actividad escénica:
Acerca del departamento de baile nada se puede decir todavía porque apenas hay
cuatro profesores de este ramo en México, pero si la compañía instada por el ilustre
Ayuntamiento trata de fomentarla, no necesita hacer otra cosa para conseguir
ponerla en un estado famoso que proporcionar un partido al señor Pautret a fin de
que traiga a su esposa y a algunos bailarines, aunque para efectuarlo se aumentase
el precio de las entradas y abonos, pues es bien conocido el mérito del referido
Pautret, director y compositor del ramo en La Habana y en la Europa, y cuya
maestría se ha experimentado en esta ciudad en el hermoso cuarteto que ensayó
para la función dedicada al Excmo. Señor Nicolás Bravo. 3
9 Andrés Pautret llegó en un momento ideal, ya que tanto las autoridades como los
empresarios, y también una parte del público, consideraban la necesidad de una
renovación del ballet y Pautret, heredero de los grandes bailarines y coreógrafos
franceses y europeos de la segunda mitad del siglo XVIII, estaba en condición de ofrecerles
dicha renovación.
10 La primera mitad del año de 1825 Andrés Pautret lo pasó entrenando el cuerpo de baile,
esperando la llegada de su esposa. Se trata de aprovechar a los jóvenes bailarines
formados por los Medina y entrenar a estos y a los candidatos en las nuevas técnicas y el
148

nuevo repertorio traído por Pautret. Los bailarines principales de la nueva compañía
serían su esposa María Pautret y Antonio del Águila, quien había actuado con ellos en La
Habana, así como Manuela García Gamborino,4 segunda bailarina, quien procedía también
del grupo de Pautret en La Habana. En el grupo de niños heredados de los Medina
figuraba la niña Soledad Cordero, quien se convirtió con el tiempo en la primera actriz
romántica del teatro mexicano.5
11 El día 14 de agosto de 1825 inició la temporada 1825-1826 con el estreno de Hossing y
Obang, o Los hermanos enemigos, con un éxito enorme.6 El primero de septiembre se
presentó la obra Los amores de Rosina y Floricour, mientras que para el día 16 de
septiembre se hizo una representación especial dedicada al Grito de Dolores.
12 Aunque no sea posible reconstruir este ballet patriótico, vale la pena decir algo de lo que
pudo significar en términos de la época y en términos del tema que nos ocupa: el
afrancesamiento de la danza. Se trataba de un espectáculo con argumento patriótico a la
manera de los que Francia había montado después de la Revolución. Como señala Serge
Lifar, la caída de la monarquía no tuvo repercusiones inmediatas sobre la danza y la
ópera. Simplemente, el 13 de septiembre de 1791 cambió el nombre de Académie Royale
de Musique et de Danse por el de Opera Nationale. Sin embargo, en los días del Terror
treinta de sus artistas fueron detenidos bajo la acusación de no hacer un arte republicano.
Fue así como los coreógrafos tuvieron que adaptarse a los nuevos tiempos y Pierre Gardel
resultó ser el encargado de “la délicate mission de veiller aux destinées de la danse en ces
années troubles”.7 Si bien es cierto que no se cambió la técnica ni el espíritu de la danza,
cuya revolución se había dado unos años antes con Noverre y sus seguidores, también lo
es que los bailarines y coreógrafos participaron y aun crearon grandes espectáculos
destinados a inflamar el espíritu ciudadano.
13 Este es el tipo de espectáculo montado por Pautret para celebrar la Fiesta de la
Independencia de México, a juzgar por el argumento publicado por el Águila Mexicana:
Acto I:Templo de la Gloria: héroes Hidalgo, Allende, Aldama, et.
Acto II: Alegoría de América: aparecen las figuras de la Libertad, Marte y el Amor.
Acto III: Aparecen las alegorías de la Fama, el Despotismo, la Discordia, la Envidia,
etc..
“Finalizando con un grupo en donde el Amor se eleva de la Tierra para coronar el
Águila mejicana, que estará al lado de la América y demás genios alegorizados”. 8
14 Unos días después, el 23 de septiembre, se bailó La fille mal gardée (Jean Dauberval,
Burdeos: 1789) una de las obras más famosas de la danza moderna. El libreto, adaptado
para el público mexicano por Pautret, se conserva en la Colección Lafragua.9 No sabemos
hasta que punto la adaptación de Pautret seguía la coreografía de su autor, el gran
Dauberval,10 sin embargo podemos decir de esta obra que siempre se consideró una buena
aplicación de las teorías del ballet d’action propuesto por Noverre, de quien Dauberval fue
alumno.
15 El día 8 de octubre se ofreció al público una pieza de tema mitológico que llevaba ya años
en los escenarios europeos, siempre con éxito: Jasón en Corinto o Los encantos de Medea,
que se anunciaba como “gran baile heroico-pantomímico en tres actos”. Dicha obra se
basaba en el Medée et Jason de Noverre, estrenada en Stuttgart en 1763. El argumento fue
publicado por el Águila Mejicana y sigue la versión original de Noverre. 11 Es interesante
saber que durante las primeras semanas del año 1827 esta obra fue representada en el
puerto de Veracruz. El periódico El Mercurio de Veracruz la estuvo anunciando en
repetidas ocasiones; tenemos que lamentar que no se informe de la compañía de baile que
149

la puso en escena pero podemos suponer que se trataba de los mismos Pautret, quienes en
varias oportunidades salieron a dar funciones en provincia. Nos permitimos dar este dato
como una forma de llamar la atención acerca de la necesidad de desarrollar una historia
de las artes en México que contemple la vida artística en las provincias.

Retrato de Jean George Noverre (1727-1809), realizado por Sherwin.


Fuente: edición mexicana de sus Cartas sobre ¡a danza y sobre los bailes.

16 Volviendo a la ciudad de México, durante la temporada 1825-1826 todavía se bailaron Los


celos del serrallo, también de Noverre (1758), así como La flauta mágica o Los bailarines
involuntarios (1a versión en la Scala de Milán, en 1809), una más de la larga serie de
flautas mágicas. El 8 de noviembre se ofreció un estreno memorable: se trataba de La
danzomanía o El fanático por el baile,12 una obra de Pierre Gardel, estrenada en París en
1800, que no agradó a todo el público, a pesar de tratarse de una obra importante del
repertorio europeo.13
17 Para terminar con esta revisión del repertorio inicial de los Pautret cabe decir que en
1826 siguieron ofreciendo novedades al público mexicano, en primer lugar Céfiro y Flora
(de Charles-Luis Didelot), una de las obras más gustadas del repertorio de danza
académica francesa;14 Psiquisy Cupido (basado en Psyché de Pierre Gardel, Paris: 1790), 15
así como El carnaval de Venecia o El amante firme, de Louis – Jacques Milon (Paris: 1816).
16
Céfiro y Flora narraba las aventuras amorosas entre dos personajes mitológicos: Céfiro
ama a Flora y consigue su favor a través de Cupido, pero la inconstancia de Céfiro, quien
corteja a otra ninfa, hace que reciba el castigo de los dioses y pierda sus alas, que le son
entregadas a Flora. Esta vuela y se eleva, lo que da pie al uso de la tramoya. Finalmente
Céfiro se arrepiente y recobra sus alas. Su unión se celebra con nuevos alardes de
tramoya, elevándose por los aires. La puesta en escena implicó resolver grandes
problemas técnicos, ya que los aparatos y los tramoyistas mexicanos no estaban a la
altura.
150

En ese ballet Didelot realizó importantes aportaciones, innovando y enriqueciendo


el vocabulario técnico del pas de deux y logrando una danza que expresaba estados
de ánimo y sentimientos más sutiles y privados que heroicos y grandilocuentes.
Otra reforma importante afectó tanto a la técnica de danza como a la tramoya. Se
diseñaron nuevos alambres, prácticamente invisibles, y una maquinaria levantaba a
los bailarines no sólo verticalmente para ascender o descender, como era corriente
desde el siglo XVII, sino para desplazarse “volando en varios sentidos y desde
diversos puntos del escenario. En uno de los momentos más impresionantes del
ballet, Céfiro levantaba el vuelo llevando en sus brazos a Flora”. 17
18 La expectación el día del estreno fue enorme; algunos se sintieron defraudados, entre
ellos Heredia, quien escribió en El Iris que no era el mejor baile de Pautret y que las
decoraciones eran muy mezquinas.18 El Sol defendió a Pautret, pero en resumidas cuentas
podemos considerar que fue el primer fracaso de la compañía.
19 El 2 de marzo de 1826 Andrés Pautret ofreció un estreno importante: Don Quijote y
Sancho Panza en las bodas de Camacho, conocido también como Las bodas de Camacho. La
primera coreografía se debe, otra vez, al genio de Noverre, quien la estrenó en Viena en
1768; otra versión anterior a la de Pautret sería la de Milon (París, 1801). No sabemos a
cual de las dos se acercaría más la de Pautret, pero en cambio nos ha llegado una crítica
de la pluma del cubano José María Heredia quien, aunque alababa el desempeño de los
bailarines, se mostraba descontento con la puesta en escena. Reproducimos el texto como
una muestra de la crítica de la época:
Su ejecución correspondió al concepto que se ha adquirido la compañía de baile (...)
La sra. Pautret se escedió á si misma en los pas-de-deux en los actos primero y
segundo, en que la acompañó dignamente el sr. Águila.
Mas no podemos dejar de notar que el sr. Pautret hubiera desempeñado mejor el
papel de Sancho que el de D. Quijote (...)
Asimismo deben notarse los anacronismos del manteo de Sancho y el
apedreamiento de su señor, introducidos en Las bodas de Camacho, con el combate
del caballero de los Espejos. No se diga que D. Quijote es una obra de imaginacion y
que por eso no se le deben las consideraciones que á la historia (...) 19
20 Cabe señalar que fue precisamente en este mismo número de El Iris donde José María
Heredia publicó su célebre poema a la esposa de Pautret. El poema se titula A la Señora
María Pautret y entre sus versos merecen destacarse aquellos que hacen alusión a su
estilo y técnica:
Hija de la beldad, ninfa divina, (...)
La orquesta suena, y al compás de sus ecos presurosos de florida beldad y gracias
llenate lanzas tú veloz ...
¡Oh! ¿quien podría tu elegancia y viveza inimitable y tu hechizo pintar? (...)
(...) Cuando serena
Vuelas girando como el aura leve,
¡cual me arrebatas...! Trémulo, suspenso,
me embriago en la sonrisa
de tu rosada boca (...)
De la danza fugaz reina y señora,
El himno escucha que mi voz te canta:
Vuela, ninfa gentil, vuela y encanta
Al pueblo que te aplaude
y que te adora.-H.20
21 Es interesante saber que en el mismo año de 1826 Andrés Pautret realizó una adaptación
de un baile-pantomima de tema americano. Se trataba de Inkle y Yariko o La heroína
americana, que inicialmente narra los amores de un soldado inglés y una joven indígena
151

norteamericana, quienes logran vencer los obstáculos que se oponen a su amor. Pautret
adaptó la obra trasladándola a la Guerra de Independencia, algo que no gustó a los críticos
ni al público pero que demuestra que el maestro Pautret era sensible a la historia reciente
de México. Entre 1827 y 1829, además de repetir los éxitos presentados anteriormente, se
estrenaron El desertor francés (25 de febrero de 1827),21 La muerte de Agamenón, en la
que María Pautret hizo el papel de Casandra (una obra original de Noverre) y La llegada
de Telémaco a la isla de Calipso (Pierre Gardel, 1790 y Jean Dauberval, 1791). 22
22 En aquellos años el teatro en general y aun la danza sufren una nueva crisis debido a los
sentimientos antiespañoles que se van fraguando. Aunque los Pautret se salvaron por su
condición de franceses, no olvidemos que María Rubio era de origen español y que
algunos miembros de la compañía como Antonio del Aguila y la Gamborino eran también
peninsulares. Esta circunstancia influyó sin duda en la rivalidad que se desató entre la
bella María Pautret, estrella indiscutible de la escena dancística, y la recién llegada
bailarina francesa Caroline Artaud. La joven francesa era capaz y cautivó al público por su
gracia y desenvoltura en escena. El público se dividió entre españolistas y afrancesados y
estos últimos exigían que se diera más protagonismo a la Artaud. El pleito se resolvió con
el tiempo y aun los partidarios de la Artaud tuvieron que reconocer la superioridad
expresiva y técnica de la señora Pautret. Además la Artaud resultó altanera y
desconsiderada fuera de escena (se rumoraba que la protegía alguien muy poderoso) y
poco a poco sus mismos fanáticos le volvieron la espalda. Es evidente que todo esto no
hubiera ocurrido sin el trasfondo político de aquellos años, que como sabemos culminó
con la expulsión de los españoles.23
23 Dicha medida política afectó a la danza y en la década de 1830 se observa una decadencia
creciente en este ramo. Parece que del Aguila y los Medina abandonaron el país. Aquellos
cinco años de éxitos espectaculares de la compañía de los Pautret quedaron sólo como un
bello recuerdo. Resulta significativo que en el año de 1829 sólo se estrenara una obra, Las
ruinas de Palmira. Las demás funciones de la temporada 1829-1830 se cubrieron con el
consabido repertorio. Además, en 1831 estalló un conflicto conyugal entre Andrés Pautret
y su esposa, que acabó con la separación y la huida de María con un joven y mediocre
bailarín. Más tarde María regresaría a La Habana con la intención de establecerse allí,
pero a la postre fue perdonada por el marido y se reintegró a la compañía en la ciudad de
México.
24 Vale la pena recordar que en 1626 Pautret había abierto una escuela de baile de enorme
trascendencia para el tema que nos ocupa, ya que fue a través de dicha escuela que se
difundieron las técnicas y el repertorio francés académicos a las nuevas generaciones de
bailarines mexicanos. Se trataba de una escuela gratuita, para jóvenes de ambos sexos de
entre ocho y doce años. La respuesta a esta primera invitación parece que fue nula (El Sol,
5 de enero de 1826), por lo que unos días después apareció un artículo defendiendo a la
escuela y a la danza, de gran interés para conocer las opiniones acerca de esta disciplina. 24
De esta escuela salieron los bailarines que durante las dos décadas siguientes dieron
continuidad al teatro y la danza mexicanos prolongando las enseñanzas de Noverre y la
escuela clásica francesa en tierras americanas. De esta escuela saldría además la salvación
de Pautret y de la danza en México.
25 En efecto, en 1831, tras los desastres que ya hemos comentado (expulsión de los españoles
y huida de la Pautret), el incansable maestro francés resolvió poner todas sus energías y
esperanzas en la formación de una compañía infantil. Esta debutó el día 31 de septiembre
de 1831 con el ballet en dos actos El nido de amor o El pimpollo y la rosa, ejecutado por 32
152

jóvenes alumnos del Conservatorio Mexicano en el Ramo de Baile.25 El éxito de la que se


llamó compañía de liliputienses fue enorme y garantizó no solamente las siguientes
temporadas sino que confirmó el arraigo de la escuela de Pautret en México. Olavarría y
Ferrari en su Historia del teatro en México reproduce una crónica de El Sol que atestigua
el reconocimiento del público mexicano hacia la labor de Pautret:
No sólo nos promete las más lisonjeras esperanzas respecto de nuestros jóvenes y
nos da a conocer de cuánto son capaces los talentosos mexicanos, sino que nos
presenta a Pautret como a un hombre que tanto se interesa por los adelantos de
nuestra patria, y que siendo digno de la protección del supremo gobierno se hace
también acreedor al amor y al reconocimiento de todos los mexicanos. 26
26 Poco después del estreno la compañía fue homenajeada con un banquete en el Café de
Veroli, un café en el que se servían “helados franceses y almuerzos al estilo de Francia”,
banquete en el que se pronunciaron discursos y se leyeron poemas laudatorios. Cabe
destacar que entre los niños que tomaron parte en las funciones se encontraban los dos
grandes futuros bailarines de México de la década siguiente: María de Jesús Moctezuma y
Angel Padilla, así como las hijas de Pautret y María Rubio, Aurora y Joaquina.
27 No podemos dar más detalles de las presentaciones de aquella joven compañía de danza,
pero sí señalar que durante la temporada 1831-1832 las condiciones fueron mejorando y
al coronel Barrera, por decisión del ayuntamiento, mandó contratar en París a dos
bailarines para que figuraran como principales en la compañía de Pautret (recordemos
que del Águila y María Rubio habían abandonado México en 1829). Los contratados fueron
Aimée Guenot, que en México será conocida como la “señorita Amada” y el bailarín
Crombé, llamado siempre Crombé a secas.27
28 Manuel Mañón, en su Historia del Teatro Principal nos cuenta con cierto detalle las
circunstancias de la contratación de los bailarines franceses a través de dos documentos:
el primero es un decreto del 13 de febrero de 1831, mediante el cual el coronel Barrera se
comprometía a mejorar el ramo de danza con dos medidas fundamentales, la contratación
de bailarines en Francia y el sostenimiento de una escuela gratuita de baile, siguiendo con
la idea de la que Pautret había fundado en 1826; el segundo, de junio del mismo año hace
referencia a las proposiciones a la Sra. María Rubio de Pautret para que acepte el papel de
primera bailarina. Respecto a la contratación de los bailarines en París leemos:
El señor Pautret está comprometido para la composición de los bailes grandes, en
unión de otro compositor y autores de su ramo, que se esperan de Francia;
habiéndose escrito al señor don Tomás Murphi, Consul de nuestra República en
dicho país, para que ajustase y dirigiese a esta capital dos bailarinas primeras, dos
bailarines primeros y un segundo compositor y bailarín grotesco, cuyos actores,
unidos a los que aquí se hallan y a los alumnos de la escuela de Pautret para cuerpo
de baile, compondrán una compañía capaz de presentar espectáculos dignos del
pueblo mexicano.28
29 La presentación de los franceses tuvo lugar el 7 de junio de 183229 con dos recreos (o sea
divertissements) compuestos por Pautret, y un padedú (como se llamaba al pas de deux en
México) en el que los dos bailarines contratados se lucieron. A partir de ahí fueron
cosechando éxitos y parecía que los viejos tiempos regresaban. Se repusieron ballets
grandes como La fille mal gardée y Los celos del serrallo, y se estrenó una pieza clasicista
al estilo francés, Venus en Citerea, que Ramos Smith cree pudiera tratarse de Le siège de
Cythere, estrenada en Londres por Dauberval en 1791. Para la investigadora Ramos Smith,
sin embargo, lo más importante de la llegada de estos dos bailarines franceses sería la
renovación de la técnica, que en Francia ya estaba siendo transformada por el
153

romanticismo. Se trata de suposiciones, ya que la crítica mexicana no refleja esta


hipótesis y por otro lado, terminada la temporada 1832-1833 la danza volvió a sumirse en
un letargo del que no saldría sino con la renovación romántica. Los éxitos de Pautret y su
compañía ya no se repetirían. En una biografía dedicada a la bailarina mexicana María
Jesús Moctezuma,30 en 1849 leemos este párrafo nostálgico:
Durante la dominación española no recordamos que se diera ningún baile grande,
pero el año de 26 ecsistía ya un famoso Conservatorio de baile, dirigido por D.
Andres Pautret, frances de nacimiento, y ecselente maestro, á quien debe México
una notable mejora en el ramo. Muchas personas recordarán todavía los grandes
bailes de Jasón en Corinto y de Ossin y Obango. Aquella multitud de muchachas con
trages de oro y plata; aquellos giros variados; aquellos grupos vistosos de ninfas y
diosas, causaron un entusiasmo infinito, y los apasionados concurrentes de esa
época no tienen mas que cerrar los ojos para volver á gozar de esa ilusión mágica.
Entre esos grupos de niñas vestidas con cortas tunicelas resplandecientes, tenemos
que buscar á Doña María de Jesus Moctezuma, que hoy es un recuerdo vivo y
animado de aquellos tiempos bienaventurados.31

Los Monplaisir, Adela e Hipólito, en el célebre dúo de La zingarella (1847). Con este dúo,
inspirado por el folklore gitano, la pareja Monplaisir cosechó grandes éxitos en México y
Estados Unidos.
Fuente: El ballet en México en el siglo XIX, Maya Ramos Smith. La litografía procede de la
Biblioteca Pública de Nueva York.

30 Vistos la trayectoria y el repertorio de Andrés Pautret pasemos a revisar los aspectos


estilísticos, técnicos y temáticos de la danza implantada por este maestro francés en
México. En primer lugar debemos señalar que Pautret, a diferencia del baile cortesano,
vestía a sus bailarines con vestidos mucho más ligeros y vaporosos –elemento esencial
para lograr ciertos cambios técnicos– y, por supuesto, sin máscaras. En segundo lugar, la
danza que practicaba Andrés Pautret se adscribe a la llamada escuela francesa académica,
refiriéndonos con ello a que la danza, como la pintura, la música y la arquitectura, estuvo
en Francia regida por las normas académicas que buscaban la nobleza dentro de los
154

cánones clasicistas y la grandiosidad dentro de la simplicidad y el buen gusto. A las


complicadas alegorías cortesanas que solamente buscaban adular al gobernante, la nueva
danza preferirá la fuerza del argumento. El teórico de esta nueva escuela francesa de
danza, y el revolucionador de dicho arte en toda Europa fue Noverre, autor de la mayor
parte de coreografías presentadas por Andrés Pautret en México.

La escuela francesa académica. Noverre y el ballet


d’action.
31 En efecto, la danza moderna empezó en Francia, y por extensión en todo Occidente, con
Jean George Noverre (1727-1809). Hasta mediados del siglo XVIII dominaba en Europa la
forma danza-teatro, ligada especialmente a las cortes, y que llegó a su apogeo en la época
de Luis XIV, un rey apasionado de las artes teatrales que no dudaba en participar en las
representaciones como bailarín y actor. Se trataba de una danza de figuras geométricas
(no olvidemos que el siglo XVII es el de las matemáticas y que el propio Descartes habría
sido el autor de un libreto para la Reina Cristina de Suecia), de movimientos armoniosos
pero solemnes, zapatos y vestidos aparatosos y brazos estirados. Reinan en aquel siglo
Rameau, Moliere y sobre todo Lully, y se creó la Academie Royale para formar bailarines
cortesanos.
32 En este contexto apareció Noverre, reconocido por escritores y artistas de su época como
los Grimm, Diderot, Voltaire, Garrick, Lessing y Gluck, como el más grande coreógrafo y
teórico del siglo XVIII. Sus ideas acerca de la danza parecen haber influido en los
conceptos manejados en L’Encyclopedie. No podemos olvidar que entre los colaboradores
de esta magna obra se encontraban los Grimm, Diderot y Voltaire, entre otros. A pesar de
su prestigio sufrió las intrigas y el desprecio de sus colegas franceses, quienes le cerraron
el paso a la Ó pera y a la Academia Real de París, obligándolo a una vida errante que lo
llevaría a Lyon (donde concibió sus famosas Cartas, 1759), a Stuttgart, en donde pondría
en escenas sus principales coreografías y a Londres, en donde siempre fue admirado y
reconocido. Sin embargo, estos mismos artistas que intrigaron en su contra se apoderaron
de sus coreografías, siguieron sus teorías y adoptaron sus novedades, creándose así la
escuela francesa moderna. Es cierto que algunas de sus ideas ya estaban en el aire e
incluso habían sido ensayadas ocasionalmente, pero sólo Noverre pudo darles coherencia
en un todo teórico y práctico que revolucionó el ballet. Veamos algunas de estas ideas a
través de los propios escritos de Noverre:
33 “La Poesía, la Pintura y la Danza no son, señor, o no deben ser otra cosa que una copia fiel
de la belleza de la Naturaleza”32. Así iniciaba Noverre la primera de sus Cartas.
Convencido de que el arte, antes que nada, debe hablar al alma, rechazó la imitación
servil, el gesto vacío, la simetría hueca en boga y propuso un ballet d’action “en el cual la
danza tiene que hablar con fuego, con energía y donde las figuras simétricas y
acompasadas no pueden emplearse sin alterar la verdad, sin contrariar la verosimilitud,
sin debilitar la acción y sin enfriar el interés”.33 Y añade: “He ahí, repito, una escena que
debe ofrecer un bello desorden y donde el arte del compositor no debe mostrarse más que
para embellecer la naturaleza”.34 Principios que coinciden con aquellos preconizados por
la teoría de la pintura y la poesía de su época.
34 Y, más adelante, después de constatar que en los hombres las pasiones no tienen la misma
intensidad, concluye: “nada sería más verídico, en consecuencia, que diversificar las
155

actitudes y poner más matices en la expresión: desde este momento la acción


pantomímica de cada personaje dejaría de ser monótona”.35 Para ello propone que los
bailarines se expresen con libertad sin copiar “los movimientos, gestos y actitudes” del
maestro de baile, para que cada uno encuentre “el arte de pintar los movimientos del
alma por medio de los gestos”.36 Sin embargo, la condición sine qua non era abandonar la
traición, y en especial el uso de las máscaras. En la Carta 4 escribe: “Renunciad a las
cabriolas, a los entrechats, y a los pasos demasiado complicados; abandonad los gestos
frívolos para entregaros a los sentimientos, a las gracias ingenuas y a la expresión;
dedicaos a la pantomima noble; (...) dejad estas máscaras frías, copias imperfectas de la
naturaleza, que esconden vuestros rasgos y así decirlo, eclipsan vuestra alma, privandoos
de la parte más necesaria para la expresión37 y abandonad esas pelucas enormes y esos
peinados gigantescos que destruyen la proporción justa que debe guardar la cabeza en
relación al cuerpo; desechad el empleo de esos miriñaques rígidos y tiesos que anulan los
encantos de la ejecución de la danza,38 que desfiguran la elegancia de las actitudes y que
ocultan la belleza de líneas que el busto debe poseer en sus diferentes posiciones”. 39

Dos célebres bailarines de la Ópera de París, Mademoiselle des Chars y Jean Bailon
(grabado a partir de una obra de N. Bonnard, hacia 1700). Obsérvese el uso de máscaras.
Fuente: A history of ballet and dance in the Western World, de Alexander Bland.

35 Sería interesante analizar las demás cartas de Noverre, en especial la 13, dedicada a la
coreografía, en las que resume y critica las teorías de su época,40 pero dicha tarea
rebasaría los límites de nuestro ensayo. Por el momento, resumiremos sus ideas y
aportaciones por medio de las palabras de Andrés Levinson:
El ballet-pantomima, arte imitativo, es la pintura de las pasiones realizadas por la
danza de acción. Se la practica en todos los géneros que admite el teatro, a
condición de no mezclarlos. Tiene por cima el ballet trágico, cuyos temas conviene
buscar tanto en Esquilo como en Corneille.(...) El medio de expresión propio del
ballet-pantomima (...) es el gesto, no ya convencional, sino brotado del corazón y
creador de emoción. La sucesión de entrées seuls debe remplazarse por el
156

desarrollo de una acción que esté conforme con los caracteres de los personajes. El
cuerpo de baile, dejando de ser un fondo impersonal, toma parte en la acción, y su
función de coro que obra de acuerdo con un tema, excluye las alineaciones
simétricas. Las vestimentas de pura convención, deben reemplazarse por un traje
más verdadero, cuyos colores, dispuestos en armonía, deben contrastar con los del
fondo. Noverre exige la abolición de las máscaras, por ser el juego de la fisonomía el
principal medio de expresión.41
36 Esta somera revisión de las teorías de Noverre nos permite entender, por un lado, las
novedades introducidas en México por Andrés Pautret, pero también nos permitirá captar
las diferencias con el ballet romántico, un estilo que poco a poco se había ido
introduciendo y que había influido a la propia María Rubio de Pautret y a discípulas
mexicanas como María Jesús Moctezuma. Sin embargo no será sino hasta la década de
1840 cuando otros franceses, los Monplaisir, impongan definitivamente el nuevo estilo.

Fanny Elsler en “La cachucha” de la obra El diablo cojuelo. La bailarina viste atuendo andaluz y se
acompaña de castañuelas, siguiendo la escuela española de las boleras que el romanticismo adoptó.
Fuente: Semanario de ¡as señoritas mejicanas, 1841, imprenta de Vicente García Torres.

La década de 1840 y la introducción del ballet


romántico en México. Adéle et Hypolite Monplaisir.
37 Cabe señalar que aunque hay referencias al estilo romántico y a las novedades dancísticas
desde 1837, por lo menos, el ballet romántico no se introduciría propiamente en México
sino hasta la llegada de los Monplaisir.42 Al iniciarse la década de 1840, el público
mexicano ya sabía de la revolución romántica en la danza, conocía los nombres de las
grandes bailarinas del nuevo estilo, Marie Taglioni (difusora de las puntas) y Fanny
Elssler,43 e incluso abrigaba la esperanza de que ésta última ofreciera una temporada en la
capital mexicana. Ello debido que Fanny Elssler ya había actuado en Estados Unidos y La
157

Habana y había manifestado su deseo de viajar a México. Lamentablemente, una epidemia


de fiebre amarilla y el retraso en el buque inglés que la traería a Veracruz hicieron
fracasar el proyecto.
38 A pesar de que los Pautret habían introducido algunos rasgos de modernidad en sus
ballets faltaban los elementos fundamentales para que pudiéramos hablar de ballet
romántico en México: nos referimos a las puntas,44 así como a nuevas técnicas y nuevos
temas que veremos más adelante. Hubo también cambios significativos en el vestuario:
tutú para las mujeres, mallas pegadas para los hombres.
39 En la época del ballet romántico la ciudad de México contó con cuatro teatros, ya que
además del Principal (que decayó a partir de 1844) se construyó el de Santa Anna o
Nacional (inaugurado en febrero de 1844) y el Teatro de Nuevo México (mayo de 1841);
además se reformó el interior del llamado de los Gallos, Provisional o también de la
Ópera. En la década siguiente, en 1856, se inauguró el llamado de Iturbide. Aunque los
empresarios hacían esfuerzos por traer figuras y coreógrafos extranjeros, desdeñando la
escuela nacional que ya se había formado alrededor de los Pautret, hay que decir que todo
lo que se hizo en aquellos años descansaba, finalmente, en los bailarines formados en las
décadas de 1820 y 1830 en la escuela y con el ejemplo de los Pautret. México podía
enorgullecerse de contar con un cuerpo de baile estable, de calidad, que era el que en
última instancia garantizaba las temporadas y las puestas en escena. Este fenómeno era
único en toda América, incluida la del norte, en la que ninguna ciudad, ni siquiera Nueva
York, podía ofrecer un cuerpo de baile de calidad y estable. Este fenómeno explica que
todos los bailarines y compañías que pisaban el nuevo continente se sintieran atraídos
por trabajar en México; ello a pesar de la poca calidad técnica de los teatros (tramoya e
iluminación), de los malos caminos, de los bandidos que los asolaban y de las pestes que
periódicamente azotaban al país.
40 Mientras Andrés Pautret preparaba su temporada 1841-1842, llegó a la capital una
compañía española que presentó un programa que era ya romántico, en tanto su
repertorio y su estilo correspondían a la llamada Escuela bolera española modernizada.
Las danzas españolas, así como las danzas populares eslavas (czardas, mazurkas),
orientales e italianas (tarantelas), fueron integradas al repertorio romántico, movimiento
que como se sabe asimiló elementos del arte y la cultura popular.45 Por su parte la
compañía de Pautret, que siempre había tenido en su repertorio la danza española,
actuaba en el Teatro de la Ópera, en donde destacaban Ángel Padilla, Chucha Moctezuma
y los hermanos Castañeda.
41 En la temporada 1843-1844 recalaron en México los Pavía, otra compañía española que
presentaría boleras, pas styrien y paso tártaro y otras novedades románticas, como un pas
de deux de la “nueva escuela francesa”.46 La más pequeña de la familia, Pilar, presentó el
baile La smolenska, cuyo principal interés estribaba en que era “a imitación de la célebre
Fanny Elssler”. La compañía de Pautret no quiso quedarse atrás y presentó danzas de
origen popular como La manola, La jota aragonesa y el Jaleo sevillano. El regreso
sorpresivo de María Pautret en 1843 hizo que se repusiera un baile de gran aparato: el
baile pantomímico Los encantos de Medea o Jasón en Corinto, en el que la Pautret
demostró que seguía siendo la gran bailarina clásica de siempre. Sin embargo, como
expondremos más adelante, la parte medular de la revolución dancística todavía no se
había visto en México.
158

42 En agosto de 1844 la compañía de André Pautret llevó a cabo un estreno importante que si
bien no podemos calificar de romántico si resulta de gran interés para nuestro tema. Nos
referimos al baile heroico y pantomímico en tres actos titulado Napoleón en Egipto, o la
toma de Alejandría. La función se dio el domingo 18 de agosto de 1844 en el Teatro
Principal, y como muestra del interés por la figura de Napoleón en México, podemos decir
que en la misma página del periódico El Siglo XIX en que se anunciaba la función, se
publicitaba también la venta de la obra Historia de Napoleón, que se adquiría a través de
suscripciones.47 Cuatro días más tarde el mismo periódico traía una reseña de la obra (de
la pluma de Manuel Payno), misma que reproducimos en parte como muestra del estilo de
nuestros críticos de ballet y como testimonio de la admiración napoleónica en México:
En la tarde (del 18 de agosto de 1844) se repitió por tercera vez el gran baile titulado
Napoleón en Egipto. Desde la primera noche que lo vimos nos agradó infinito, no
solo á nosotros que á veces tenemos el gusto raro y esquisito, sino á la mayor parte
del público. El aparato y acompañamiento, que fue tan numeroso cuanto lo permitía
el foro del teatro; las hermosas vistas pintadas por el hábil artista Gualdi; lo diestro
que estaban los comparsas (...) y lo bien ideado y mejor ejecutado de los solos,
padedús y tercetos, hicieron que la función fuese lucidisima. Entre las cosas
perfectamente ejecutadas fue la escena en que el bajá y Napoleón descienden al
subterráneo e inmediatamente que se alza el telon aparecen los primeros escalones
de un alto caracol. La ilusión fue completa y aun muchos disputan todavía sobre si
son personajes dobles, ocultos detrás de aquellos peñascos que están al pie del
caracol, o si este es elástico (...) En cuanto a la ejecución material del baile, todos se
empeñaron en lucir; pero debe suponerse que las Sras Pautrets, madre e hija, y el
Sr. Castañeda, se distinguieron más que otras veces y arrancaron numerosos
aplausos. El terceto del último acto es magnífico (...)
En medio del gusto que nos causó tan bonita función, notamos que algunos trages
no correspondían al aparato y esplendor que debe tener la escena (...) Respecto á
Napoleon, espondremos un escrúpulo que podrá reputarse eminentemente francés.
Napoleón es un personaje muy respetable, muy grande, y sobre todo muy moderno
y por lo tanto ni forma ilusion representado en la escena, ni hasta ahora ha habido
actor ni autor que lo caractericen medianamente. Sentimos, pues, una especie de
escozor al ver parodiado por un farsante al hombre de Santa Helena (...) 48
159

Ejemplos de vestuario de la danza cortesana: tres bailarinas con el atuendo de las Tres Gracias, para
el ballet La Europa Galante, Obsérvese lo aparatoso de los vestidos y el movimiento.
Fuente: edición mexicana de las Cartas de Noverre.

43 En 1844 otra pareja de bailarines españoles bailó, quizás por primera vez en México, un
padedú de La Sílfide “a imitación de la célebre y encantadora Fanny Elssler”. Este
fragmento de La Sílfide49 entusiasmó al público por el donaire con que la bailarina dio las
vueltas “sobre las uñas de los dedos de los pies”, pero a los críticos el efecto técnico no
parece haberles impresionado demasiado. Durante la temporada 1845-1846 se unieron la
compañía Pautret, para ballet, y la de Pavía para el baile español. Tuvieron varias
temporadas conjuntas, en las cuales es muy probable que se fueran modernizando, es
decir, incorporando elementos del ballet romántico francés. Sin embargo fue Veracruz, y
no la capital, quien pudo ver por vez primera y en versión completa, la obra más
emblemática del nuevo estilo: Giselle.50 En efecto, en 1848 arribó al puerto la bailarina
francesa Aurélie Dimier, procedente de Estados Unidos, quien ofreció varias funciones
con un repertorio variado que incluía Giselle. Sabemos que en su repertorio figuraba la
otra gran obra romántica, La Sílfide, pero no parece haberla presentado en Veracruz.
Aunque el proyecto inicial era seguir camino hacia México, Mlle Dimier cambió el rumbo
y embarcó hacia Chile, de tal manera que solamente Veracruz pudo disfrutar de sus
aladas puntas.
44 El 12 de junio de 1848 las fuerzas norteamericanas que habían ocupado la capital salieron
definitivamente. En estos mismos días el matrimonio Pautret había abandonado también
la ciudad en donde cosecharon grandes éxitos durante más de 24 años. Dejaban como
grandes estrellas del ballet nacional a sus alumnos los Castañeda, Alejo Infante y la
popular Chucha Moctezuma. Durante la ocupación Chucha se había negado a bailar para
los invasores y ahora regresaba a la ciudad como una verdadera heroína. En agosto se
presentó con los números folklorizantes propios del romanticismo pero también presentó
unos fragmentos de Giselle, lo que indica que ya había integrado las novedades de la
160

nueva escuela y que había seguido trabajando para modernizar su repertorio. Su técnica
de puntas se consideraba bueno, fuerte y equilibrado. Sabemos que se hacía traer revistas
y grabados desde Europa para estar al día y aprovechaba inteligentemente las lecciones
de todos los bailarines extranjeros que pasaban por México. La biografía que se publicó en
1849 en El Album Mexicano ofrece muchos detalles de la vida de esta admirada artista
mexicana. Con ella se siguieron representado algunos de los grandes éxitos del repertorio
francés de los Pautret: Medea, Los celos del serrallo, La fille mal gardée, La flauta mágica y
Don Quijote o las bodas de Camacho. Mientras Chucha Moctezuma se encontraba en el
cénit de su carrera llegaron a México los célebres Hyppolite y Adele Monplaisir,
verdaderos representantes de la escuela romántica francesa. Contrariamente a lo que
muchos temían, su presencia no desbancó a la Moctezuma sino que estos la invitaron para
que formara compañía con ellos, dándole siempre un trato de preferencia. La Moctezuma
aprendió mucho de los Monplaisir, pero este gesto también demuestra que nuestro baile
no estaba tan mal como algunos pudieran pensar.

Retrato de Doña María de Jesús Moctezuma, ilustrando una biografía de la bailarina. La joven
bailarina viste túnica de muselina blanca y lleva un tocado de flores, siguiendo la moda romántica.
Fuente: El Álbum Mexicano, tomo II, 1849, publicación de Ignacio Cumplido.

45 Los Monplaisir llegaron a México precedidos de fama y de éxitos sonados en Estados


Unidos y Cuba. Habían dado sus primeras funciones en Veracruz y Puebla, y había gran
expectación en la capital en el momento de su llegada. Hyppolite (1821-1877) había
iniciado los estudios en Burdeos, su ciudad natal, pasando después de Bruselas, en donde
fue discípulo de Bartholomin, padre de Adele y más tarde su suegro. Con la compañía de
Bartholomin bailó en Barcelona y Madrid y de ahí Adele y su esposo pasaron a Milán en
donde tomaron cursos de perfeccionamiento con el gran bailarín Cario Blasis. Trabajaron
en La Scala entre 1844 y 1846 como “primeros bailarines de rango francés” al lado de las
grandes figuras del romanticismo dancístico: Marie Taglioni, Fanny Elssler y Jules Perrot.
En 1845 Bartholomin y sus hijos se lanzaron con una nueva compañía a la conquista de
161

América, en donde en efecto triunfaron bajo el nombre de “French Ballet Company”. 51 En


1848 Bartholomin regresó a Europa y los Monplaisir quedaron al frente de la compañía.

Maria Taglioni en La Sílfide, 1832. Vale la pena comparar el atuendo de la Taglioni con nuestra Chucha
Moctezuma (página anterior) para darnos cuenta de que a México llegaban todos los aspectos de la
danza romántica, en este caso el vestido de gasa o muselina blanco, la gargantilla y la corona de
flores. LaTaglioni calza zapatillas de punta, elemento fundamental del ballet romántico que esta
artista se encargó de difundir.
Fuente: litografía de J. S. Templeton según un dibujo de A. E. Chalon. Tomado de Alexander Bland, A
history of ballet and dance of Western World.

46 En México se contrataron numerosos bailarines para el cuerpo de baile, así como solistas,
entre ellos María Jesús Moctezuma, como ya se dijo. Por su parte la compañía traía un
buen número de bailarines europeos, la mayoría de ellos con experiencia en la Ópera de
París. Las primeras obras presentadas fueron el ballet cómico El spleen, la desesperación y
el vino de Champaña y L’almée o Un sueño de Oriente, típica obra de tema oriental,
compuesta por Bartholomin, en la que el plato fuerte era el pas de deux La zingarilla,
interpretado por los Monplaisir. El Monitor Republicano se deshacía en elogios, de los que
nos interesa el siguiente párrafo:
El baile de los Monplaisir es un lenguaje del deleite, de la sensualidad; pero de una
sensualidad delicada, exquisita, aérea. ¡Oh refinamiento europeo...! (...) Yo
comprendo que en París habrá algo mejor que esto; comprendo también que
Castañeda y Chucha hubieran podido ser lo que los Monplaisir con su escuela y su
estudio; empero todas estas comprensiones no bastan a apagar la impresión
causada por la novedad de ciertos movimientos, la imaginación con que están
concebidos ciertos grupos, la gracia y la explosión de un estilo no enteramente
desconocido, pero perfeccionado hasta cierto punto.52
47 El 26 de diciembre de 1849 se presentó el segundo programa compuesto por una
españolada, La maja de Sevilla y por la versión completa de La Sílfide, que se presentaba
como coreografía de Taglioni.53 La parte que correspondía a los bailarines se desarrolló
con toda brillantez y profesionalismo pero hubo numerosos defectos en la tramoya, que
162

estuvieron a punto de hacer fracasar la presentación. El crítico de El Siglo XIX reaccionó


románticamente a esta obra tan representativa del movimiento dancístico moderno y
escribió:
es una composición bastante poética; y en las últimas escenas, cuando muere aquel
ser encantador, se asoman las lágrimas a los ojos, por el enternecimiento que causa
la animada pantomima de los actores.54

Aurélie Dimier en Giselle. La litografía logra sugerir la idea del vuelo, un efecto sumamente apreciado
en el ballet romántico.
Fuente: foto tomada de Maya Ramos Smith, El ballet en México en el siglo XIX, quien a su vez la toma
de la Biblioteca de la Ópera de París.

48 Sin embargo resulta más interesante la crónica aparecida en El Universal, (9 de 28 de


diciembre de 1849) porque su autor demuestra conocimientos técnicos y estilísticos
superiores a los de otros periodistas mexicanos de la época. No podemos revisar todo el
repertorio ofrecido por los Monplaisir al público mexicano, pero haremos un breve
recuento de aquellas obras que representan la escuela romántica francesa. En primer
lugar El diablo a cuatro, estrenado en la Ópera de París en 1845 (coreografía de Leuven y
Mazilier), cuya acción se desarrolla en Polonia. El 19 de enero de 1850 se estrenó Aurora,
divertissement, en el que Chucha Moctezuma aparecía como primera bailarina, y que tuvo
un éxito enorme. Se trata de una creación del coreógrafo francés Jules Perrot. El Monitor
Republicano calificó a esta obra con adjetivos netamente románticos: lleno de poesía, de
vaguedad, de ilusiones, pintoresco.
49 El 23 de enero se ofreció otro de los grandes éxitos del romanticismo francés, obra
también de Perrot titulado La Esmeralda o Nuestra Señora de París, (estrenado en Londres
por el propio Perrot el 9 de mayo de 1844). Cabe señalar que la escenografía para esta
obra fue realizada por el pintor Edouard Riviere, recién llegado a nuestro país y
representante del romanticismo pictórico francés. La temporada terminó con un
beneficio para Adele Monplaisir y esta primera estancia terminó con un acontecimiento
163

familiar: nació el primogénito del matrimonio, que debido a esta circunstancia alargó su
permanencia en el país. Su partida fue impedida de nuevo por la peste del cólera, que se
desató en el mes de abril, poniendo en cuarentena barcos y viajeros. Los Monplaisir
tuvieron que quedarse en México y en junio Hyppolite, que había alquilado elTeatro
Principal, estrenó una obra típicamente romántica, La independencia de la Grecia, baile
dramático en cinco cuadros, de Alexis Blache. El éxito fue tan grande que El Daguerrotipo
(nuevo periódico afrancesado) escribió el 15 de junio de 1850 que el éxito de La
independencia de la Grecia había borrado el recuerdo de La Esmeralda. Cabe señalar que
en México, en la primera mitad del siglo XIX, el tema de la lucha de independencia de
Grecia interesaba enormemente a los mexicanos, que veían en la lucha de los griegos un
episodio histórico semejante al que ellos mismos acababan de vivir.

María de Jesús Moctezuma según una litografía publicada en El Anteojo, 1845. La


Moctezuma, quien todavía en aquellos años estaba bajo la influencia de los Pautret,
aparece calzando las zapatillas de puntas, lo cual indica que en 1845 éstas ya se habían
introducido en México.
Fuente: El ballet en México en el siglo XIX, Maya Ramos Smith, quien a su vez la toma de la
Hemeroteca Nacional.

50 Otro éxito de la compañía fue El triunfo de la Cruz, obra inmortalizada también en la


litografía de la época, en la que un diablo femenino tiene como misión perder el alma de
un hombre. Esta obra incluía dos pas de deux que enloquecían al público: el Paso de la
fascinación y el Paso de la gasa. Un crítico, en un lenguaje enteramente romántico,
reproducía el efecto que esta obra había causado:
El Triunfo de la Cruz encierra trozos de primer orden en su género, su sorprendente
equilibrio, de maravillosa audacia y de tierna y de sentidisima expresion (...).
51 Y refiriéndose a un dúo de los Monplaisir:
(...) es imposible que la imaginación pueda crear una serie de posiciones más bellas,
un conjunto de más poéticos pormenores. No le va en zaga el paso de la seducción
entre el Radjah y Urielle: el demonio de la voluptuosidad y el placer van a poner en
164

juego todos sus encantos (...) Adela estuvo sublime en toda la obra, pero
singularmente en este trozo; la sucesiva variación de trajes, de acuerdo con los
diferentes aspectos de la ilusión, estuvo admirablemente hecha. La compañía
Monplaisir está formada por verdaderos artistas.55

Adela e Hipólito Monplaisir, en uno de los clásicos del repertorio folklorizante, en este caso austríaco,
del romanticismo: el pas styrien.
Fuente: El ballet en México en el siglo XIX, la litografía se fecha alrededor de 1842 y procede del Museu
del Teatre de Barcelona. Maya Ramos Smith.

52 Los Monplaisir se ausentaron de la capital mexicana durante casi dos años. En 1852
reaparecieron. Durante este tiempo ocurrieron bastantes acontecimientos dancísticos. En
primer lugar llegó a México una pareja de bailarines formados en la escuela de Blasis, de
la Scala de Milán, que contribuyeron a mantener el gusto por el ballet romántico y
también el buen nivel al que ya estaba acostumbrado el público mexicano: se trataba de
Celestina Thierry y Oscar Bernardelli, quienes entusiasmaron al público con su técnica y
su buen gusto. Por otro lado, a principios de 1852 reapareció María Rubio de Pautret,
anunciando lecciones de baile, tanto para las damas que querían practicar los nuevos
bailes de salón como para aquellas jóvenes que querían instruirse “en las reglas
principales del baile de teatro, para las que gusten seguir tan gloriosa carrera”.
53 Así las cosas, en agosto regresaron a México, procedentes de Nueva Orléans, los
Monplaisir. A pesar de algunos inconvenientes del país, la actividad teatral mexicana era
más estable que la norteamericana, en donde se trabajaba siempre por contratos cortos.
Además, como ya hemos visto a lo largo de este trabajo, la afición a la danza era muy
superior a la que se tenía en Estados Unidos. En un primer momento se asociaron con la
compañía de ópera de Max Maretzek para poner en escena, al completo, la famosa ópera
Roberto el diablo, de Meyerbeer. Ello implicaba reponer el Ballet de las monjas, del III
acto de dicha ópera, una de las obras pioneras del ballet romántico. 56 La obra, y en
especial el ballet, daba rienda suelta al más desaforado romanticismo. García Cubas en sus
165

memorias evoca la escena del ballet en el que se levantan las losas de los sepulcros y “los
cadáveres se animan, transformándose en encantadoras y juguetonas huríes que
convierten los fúnebres sudarios en vestiduras vaporosas (...) la ejecución de tan delicioso
bailable fue perfecta por la elegante y simpática Adela Monplaisir.”57
54 Los Monplaisir, al igual que años antes los Pautret, impulsaron una escuela o
conservatorio de danza y formaron bailarines. Para el acto III de Roberto el diablo, Adela
había preparado a 32 niñas que causaron admiración, como tres décadas antes lo hiciera
la compañía “liliputiense” de Pautret. Poco después los Monplaisir salieron de tournée
por la república y en Veracruz se les unió una pareja de buenos bailarines italianos que
los Monplaisir habían contratado para reforzar la compañía. Citaremos solamente a la
bailarina, Giovanna Ciocca, porque pondría en escena varias veces La Sílfide, pieza
esencial del repertorio romántico. Por circunstancias que no cabe detallar, las
presentaciones no fueron siempre afortunadas, pero es importante constatar que se
insistía en mantener esta obra en cartelera, por considerársela fundamental en una
compañía que se preciara. A raíz de la primera función de La Sílfide, un crítico bastante
entendido hizo una elaborada descripción de su técnica, misma que nos permite entender
bien qué se esperaba de una bailarina romántica:
Nos gustó mucho su modo de trenzar, o como vulgarmente se dice tejer; eleva los
pies perfectamente verticales.
La srta. Ciocca fue muy aplaudida.58
55 No podemos entrar en detalles acerca de las últimas temporadas de los Monplaisir en
México. En términos generales cundió el malestar y disgusto debido a que ellos cada vez
bailaban menos y se limitaban a poner bailes ligeros y obras que no implicaban grandes
esfuerzos artísticos. El teatro tenía mala iluminación y malos servicios. Sin embargo, en
medio de este deterioro, los Monplaisir todavía hicieron algunos estrenos notables, entre
ellos La Gisela o Las wilis, ballet que junto con La Sílfide, constituye la base de la danza
romántica. La pieza, compuesta en colaboración entre Teófilo Gautier, St. Georges y
Coralli, con música de Adam, se había estrenado en la Ópera de París el 28 de junio de
1841. Aunque desde 1848 se habían presentado en México algunos fragmentos y pas de
deux, esta era la primera vez que se ofrecía completa al público mexicano. A pesar del
éxito de la obra, la compañía Monplaisir se estaba desmoronando (y el matrimonio
también). En el verano de 1853 se anunciaron los beneficios de las principales bailarinas
(Adela y Giovanna) con lo cual se cerraba la temporada. La Ciocca pasó con una parte de la
compañía a Puebla e Hipólito Monplaisir con otra parte del elenco se trasladó a
Querétaro. De allí pasaría a California y sabemos que murió en 1877 en Italia. Adela se
unió al bailarín cómico Espinosa y después de trabajar varios años con éxito en Estados
Unidos pasaron a Francia y Rusia.
56 Como señala Maya Ramos Smith, la estancia de los Monplaisir, al margen de las
satisfacciones que pudieran causar en el público, significaron una renovación para los
bailarines mexicanos. El nivel que alcanzaron se demuestra en el hecho de que pudieron
bailar con decoro las tres piezas fundamentales y más complicadas del repertorio
romántico francés: La Sílfide, Giselle y El Ballet de las monjas. Los jóvenes bailarines
mexicanos estuvieron durante varios años ensayando y aprendiendo bajo la dirección de
la célebre pareja de bailarines todas las novedades del ballet romántico. Pero, ¿cuáles
eran estas novedades? Y, sobre todo, ¿qué sensibilidad promovían? Por otro lado, hay que
distinguir, con relación a la técnica, el estilo, los temas y la sensibilidad, así como cuáles
166

serían las diferencias entre la escuela francesa académica del siglo XVIII y la romántica del
siglo XIX.

El ballet romántico
57 El romanticismo aparece en el ballet con cierto retardo, si lo comparamos con las demás
artes: la fecha oficial es 1832, en París. Una de sus primeras manifestaciones será la
creciente libertad del artista frente a la estricta codificación de los gestos del siglo
anterior. Por otro lado, al igual que ocurre en las demás artes, las fuentes de inspiración
temática se ampliarán al exotismo de países lejanos, a las ensoñaciones medievalistas y a
temas de mitologías no clásicas, en especial inglesa y alemana.
58 Desde el punto de vista técnico hay que señalar dos grandes cambios: el uso de las puntas
para la mujer,59 y el creciente protagonismo de ésta debido a las exigencias técnicas: la
necesidad de volar, de elevarse de manera etérea obliga a que el varón se convierta en un
mero soporte de las evoluciones y performances femeninas. Todo esto ocurría ya en gran
medida en el Ballet de las monjas de Roberto el Diablo de Meyerbeer; sin embargo no fue
sino en 1832 cuando, con el estreno de La Sylphide, quedó instaurado el nuevo estilo.

La célebre bailarina Fanny Elssler ejecutando la “Danza del Chal”, de La Sílfide, en una ilustración de
1832.
Fuente: A history of ballet and dance of Western World, foto tomada por Alexander Bland.

59 Basada en un tema escocés, esta coreografía narra los amores trágicos entre una sílfide y
un joven. El fragmento en el que la sílfide baila con el chal que le ha regalado el joven es y
fue uno de los momentos más famosos del repertorio romántico. La obra tenía todos los
ingredientes requeridos por el romanticismo: un mortal es amado por un espíritu, es
decir, la oposición –irreductible– entre lo material y lo espiritual. Con esta coreografía,
como escribió Theophile Gautier, empezaba una nueva era del ballet: se acabaron los
167

personajes de la antigüedad clásica y reinaron las ondinas y los elfos, los gnomos y las
peris. Se acabaron los Olimpos y se impusieron los bosques y selvas románticos y los
claros de luna. No más oro y plata; ahora reinará al blanco, el blanco de las muselinas y los
tules.60
60 En los años siguientes se repitieron estas características en bailes que no aportaron gran
cosa al nuevo movimiento. No fue sino hasta 1841 cuando Theophile Gautier, pensando en
la bailarina que amaba, Carlotta Grisi, escribió la obra maestra del ballet romántico:
Giselle. Giselle es una joven campesina cortejada por un príncipe. Éste, a pesar de que la
ama, está obligado a desposar a la princesa Bathilde. Giselle enloquece y muere. En el
segundo acto la joven es recibida en un bosque misterioso en donde viven las Willis,
muchachas muertas antes de consumar sus bodas. La reina de lasWillis condena al
príncipe a bailar sin descanso hasta que muera de agotamiento. En este acto Giselle, que
no lo puede redimir, remplaza a su amante para que este descanse hasta que asoma la
aurora y las Willis tienen que regresar a su bosque. Este baile desenfrenado se considera
uno de los pasajes más difíciles y a la vez más atractivos de toda la historia del ballet. En
1844, Theophile Gautier, recordaba la primera presentación de La Sílfide y hacía un
balance de los cambios efectuados en el ballet:
tandis qu’au dix huitième siècle le choréographe choisissait un sujet, une musique,
composait des pas, et alors seulement les enseignait a ses interpretes, á partir de la
Sylphide, tout fut réalisé en fonction de l’interprete féminine, élue au préalable – et
de façon á la mettre en valeur le mieux possible. Autre conséquence: quand elle se
trouve en équilibre sur les pointes, la danseusé a besoin de soutien. De ce fait, le
danseur devint progressivement un porteur plutot qu’un partenaire. Les ballets du
dix-neuvième siècle, au lieu d’offrir un développement harmonieux des deux
danses, féminine et masculine, ne se sont interessés qu’a la prima ballerine. 61

Reflexiones finales
61 En primer lugar queremos señalar que en México las corrientes dancísticas estuvieron
dominadas, desde el momento mismo de la Independencia, por la escuela francesa,
primero el ballet d’action académico de Noverre y más tarde por la escuela romántica
parisina.
62 Resulta interesante constatar en segundo lugar la gran afición del público mexicano que,
a pesar de la distancia con Europa y de las dificultades económicas y políticas de la época,
estaba al corriente de las tendencias dancísticas del momento. Como síntoma de la afición
del público, pero también de la calidad de nuestros bailarines, es interesante anotar que
en la década de 1850 se dieron en México funciones exclusivas de ballet, algo todavía
desconocido en la Europa de entonces. El entusiasmo de los mexicanos por el teatro, y de
manera especial por la danza, indicaría que en el México independiente arraigaron
formas de sociabilidad netamente modernas que, por otro lado, mantenían a un público
importante en contacto con la cultura europea, en especial la francesa.
63 Finalmente, que en la danza, a través de sus transformaciones y de las tendencias
expresivas, se manifiestan de una manera privilegiada los cambios de sensibilidad y gusto
de la época: el drama noble, trágico de la escuela dieciochesca clásica, que expresaba altos
y nobles sentimientos, que buscaba el orden dentro de la diversidad, la expresión dentro
de las reglas del “bon gout”, es sustituido por lo fantástico, por la levedad y el misterio,
por los contrastes y la variación inesperada, por lo exótico y nostálgico. A la disciplina del
ballet, según Noverre, en la que todos los elementos se conjugaban equilibradamente, se
168

opone el ballet que pone de relieve el virtuosismo técnico y expresivo de la prima


ballerina. Es decir, individualismo y protagonismo opuestos al ballet d’action en el que
todo cuenta por partes iguales: la música, la coreografía, la escenografía, el tema, la
capacidad de cada bailarín y no sólo del solista. La preponderancia de la figura femenina
corrobora lo que ya expusimos en otro lugar respecto del papel que la mujer adquiere en
las artes del romanticismo: tema, musa y destinataria. Lo femenino y sus cualidades
triunfan en cualquiera de las artes a través del ideal romántico.

BIBLIOGRAFÍA

Bibliografía
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SALAZAR, Adolfo, La danza y el ballet, México, Fondo de Cultura Económica, 1950.


169

NOTAS
1. Por el momento, además de las fuentes hemerográficas de la época, las dos principales fuentes
para conocer la danza en México son las obras de Enrique Olavarría y Ferrari, Reseña histórica del
teatro en México, 1538-1911, y Luis Reyes de la Maza en sus varios volúmenes sobre el teatro en
México en el siglo XIX. El trabajo de Maya Ramos Smith, El ballet en México en el siglo XIX, también
contiene gran cantidad de información valiosa, pero repite muchos de los datos de las dos obras
citadas anteriormente.
2. Citado por M. Mañón, Historia del Teatro Principal, p. 53.
3. Águila Mejicana, 17de agosto de 1824, cit. por Ramos Smith, p. 35.
4. Manuela García Gamborino, bailarina española, fue muy querida por el público mexicano,
entre otras cosas por su destacada interpretaciones de boleras, el estilo español tradicional que
gozaba de gran éxito en México desde la época virreinal y que más tarde, con el romanticismo, al
ponerse de moda lo español, se adaptaría al repertorio internacional de danza. La Gamborino
había debutado en La Habana en 1811 bailando boleras, pero en su repertorio se incluian, además
de las danzas españolas, obras del repertorio serio o de ballet: pas de deux, tercetos y piezas de las
obras más renombradas de la época: La fille mal gardée, Vygmalion y La estatua por amor. Hay que
señalar que Pygmalion fue bailada en 1734 por la gran Marie Sallé, y en ella por primera vez una
bailarina abandonaba la peluca y las vestidos con miriñaque para actuar con una túnica de
muselina a la griega.
5. Soledad Cordero, musa y amor platónico del escritor Ignacio Rodríguez Galván, nació en
México en 1816. Después de formarse con Pautret decidió dedicarse al teatro en donde cosechó la
admiración del público mexicano, más por su belleza y virtudes que por su talento como actriz. El
periódico teatral El Apuntador le dedicó una biografía, acompañada de un retrato (El Apuntador,
1841, pp. 3 y 4).
6. Se distribuyó el argumento el día de la función y hubo comentarios entusiastas en el Águila
Mejicana, 26 de agosto de 1825. El Iris le dedicó una breve reseña firmada por José María Heredia.
7. Serge Lifar, en su Histoire du Ballet, añade: “Soucieux de limiter les degats, la danse et le ballet
ayant plutot mauvaise presse, Gardel sut en quelque sorte accomoder Terpsichore á la sauce
républicaine: il la coiffa du bonnet phyrgien et lui fit exécuter la Carmagnole dans ses nouveau
ballets. En fait, tout en modifiant les livrets, les décors et les costumes, il ne touchait guére á la
danse, et Vestris, en sans-culotte, dansant un pas de trois avec deux nonnes dans La Rosiere
républicaine exécutait des figures qui n’étaient évidemment pas plus “républicaines” que celles
du Jugement de Paris! (op. cit., p. 76) Pierre Gardel nació en Nancy en 1758 y murió en Paris en
1840. Se le considera un cultivador del ballet d’action propuesto por Noverre y el más fiel seguidor
de sus teorías.
8. Ramos Smith, op. cit., p. 41.
9. Andrés Pautret, La niña mal guardada o El novio despedido. Baile joco – cómico en dos actos,
composición de Andrés Pautret, Director de este ramo; debiendo verificarse el 23 de Setiembre en
elTeatro Provisional, México, 1825.
10. Según Maya Ramos Smith, se trataría más bien de una adaptación que sigue no la coreografía
original de 1789 sino la que se puso en escena en Paris en 1803, op. cit., p. 43.
11. Águila Mejicana, 11 de octubre de 1825.
12. Hubo críticas adversas a la obra, que algunos consideraron poco seria. Sin embargo en un
artículo aparecido en El Sol se defendió la buena ejecución, el buen gusto del compositor y el
mérito en general de los bailarines (El Sol, 18 de noviembre de 1825, citado por Luis Reyes de la
Maza, op. cit., tomo I, p. 152).
170

13. Esta obra, junto con Psyché son las más famosas de Gardel. De esta última, en vida de Gardel se
hicieron 1 161 representaciones.
De su importancia Fernand Reyna escribe: “Le role exercé par Pierre Gardel fut extremement
important dans l’évoluction de 1’école de ballet en France. Il fut le maitre des meilleurs sujets de
son époque, et les meilleures danseuses de 1’Opera sortaient de son école. Celle-ci, strictement
classique, préparait déjà 1’école romantique qui allait naître, car la technique du temps de
Vestris s’était assouplie entre – temps et trés perfectionnée.” Fernand Reyna, Dictionnaire des
ballets, p. 138.
14. Esta coreografía sería la obra maestra de Charles-Louis Didelot (Estocolmo, 1762-Kiev, 1836),
quien la montó en Londres y en Rusia. Sabemos, por un anuncio aparecido en El Mercurio de
Veracruz, que también se representó en Veracruz, pero como no se dice qué compañía de baile lo
presenta podemos deducir dos cosas: que fuera la propia compañía de Pautret, o bien alguna
compañía viajera que recaló en el puerto sin atreverse a llegar al interior del país, algo muy
frecuente en aquellos años. Sobre la presentación de Pautret podemos leer unos comentarios en
El Sol del 12 de mayo de 1826, así como un breve comentario de Heredia en El Iris (10 de mayo de
1826).
15. Ballet-pantomima en dos actos, titulado originalmente Psyché, del Ciudadano Gardel. Se
representó por vez primera en el Théatre des Arts el 14 de diciembre de 1790. El libreto se
publicó en París en 1795. Sabemos, sin embargo, que en 1817 Juan Medina había presentado en la
ciudad de México una obra con este mismo nombre que se supone es adaptación de la de Gardel.
16. Louis Milon (Neuilly, 1765, muere en 1849) estudió e hizo su debut en 1790, en la Ópera de
París en donde fue maestro de ballet entre 1799 y 1829. Entre sus coreografías destacan, además
de El carnaval de Venecia, Nina ou la folie par amour (1813) y Clari (1820).
17. Maya Ramos Smith, op. cit., p. 62.
18. “Teatro”, por José María Heredia, El Iris, 10 de mayo de 1826, p. 24. Escribió Heredia: “Céfiro y
Flora no es el mejor baile de Pautret. Las decoraciones fueron muy mezquinas”.
19. El Iris, sábado 11 de marzo de 1826, p. 49.
20. Ibidem, pp. 55-56.
21. Sobre texto de Sedaine, Monsigny la convirtió en ópera en 1769. La primera versión para
ballet es de Gaspare Angiolini (Venecia, 1773) pero la versión más conocida es la Dauberval
(Londres, 1784). Medina la había ya presentado en el Coliseo de México en 1805.
22. Esta coreografía de Pierre Gardel tenía el título original de Télémaque dans I’île de Calipso, ballet
héroïque en trois actes. Se representó por vez primera en el Théatre de 1, Académie Royale de
Musique, el 23 de febrero de 1790.
23. Resulta significativa la lucha de artículos cruzados entre El Sol, pro español y defensor de la
Pautret, y El Correo de la Federación, anti español, que se convirtió en el paladín de la Artaud.
Después del Decreto de 26 de diciembre de 1827, Guadalupe Victoria todavía firmó un decreto
final de expulsión el día 20 de marzo de 1829.
24. El 24 de enero de 1826 apareció en el Águila Mejicana y dos días después, con ligeros cambios,
en El Sol. Ver el texto reproducido en El Sol, 26 de enero de 1826 en Reyes de la Maza, op. cit., pp.
165-166.
25. El Sol del día 8 de septiembre de 1831 escribió: “Anoche se presentó en el teatro de esta capital
el espectáculo más interesante y encantador (...) Ninguna ponderación es suficiente para elogiar a
estos niños tiernos respecto de sus adelantos en la inmadura edad en que se hallan, pues que el
mayor no pasa de diez años (...)”. Reyes de la Maza, op. cit., p. 279. Esta obra había formado parte
del repertorio de la Compagnie Les Grands Danseurs du Roi, en la Feria de Saint Germain, Paris,
1788, y ya se había presentado en algunos teatros de Estados Unidos. Estos datos los proporciona
Maya Ramos Smith, op. cit., pp. 92 y 93.
26. El Sol, citado por Olavarría y Ferrari, op. cit., vol. 1, p. 280.
171

27. Ramos Smith lo relaciona con dos bailarines de este apellido activos en Francia durante la
década de 1820: Francois Philippe Crombé “el Mayor” y Crombé “el menor”. Op. cit., pp. 99 y 100.
28. Manuel Mañon, op. cit., pp. 66-68. Thomas Murphy (Veracruz 1810?-1869), hijo de inglés, entre
1833 y 1842 fue cónsul de México en París.
29. Ver Olavarría y Ferrari, op. cit., vol. I, p. 289. Por su parte, Reyes de la Maza reproduce una
nota aparecida en El Sol (26 de junio de 1832), en la que se lee: ”...Habiendo llegado a esta capital
la señorita Amada Guenó (sic), escriturada para este teatro como primera bailarina por el señor
cónsul mexicano en París, don Tomás Murphi, deseando al mismo tiempo la empresa encargada
por el Supremo Gobierno manifestar al público mexicano los vivos deseos que le animan en varias
las funciones a tan ilustres espectadores (...) un padedú por la señorita Amada y el señor Crombé
(...) y un nuevo padedú por la señora Amada y el señor Crombé, concluyendo con un final
general” (op. cit., p. 294).
30. Cabe señalar que en este momento de eclipse de los Pautret, Chucha Moctezuma logró
mantener un nivel aceptable, trabajando sobre todo en teatros de provincia. Por ejemplo,
sabemos que entre 1837 y 1838 trabajó en el Teatro Principal de Puebla. Por otro lado las hijas de
Pautret, protegidas por Manuel Eduardo Gorostiza, pasaban a convertirse en actrices notables del
teatro mexicano.
31. El Álbum Mexicano, tomo II, 1849, p. 3.
32. Jean Georges Noverre, Cartas sobre la danza y sobre los ballets, Lyon, 1759, Carta 1, p. 45.
33. Ibidem, Carta 1, p. 48.
34. Idem.
35. Ibidem, Carta 2, p. 49. L’Encyclopedie define la pantomima de esta manera: “c, est aux
mouvements de l, ame les plus passionés que la pantomime est nécessaire: alors ou elle seconde
la parole, ou elle y suplée absolument. Chez les anciens, les acteurs sous la masque étoient privés
de l’expression du visage, qui chez nous est la plus sensible” (L’Encyclopedie, Suppl. IV, 231. a.).
36. Ibidem, Carta 2, p. 51. Es interesante leer la definición que L’Encyclopedie da de la danza:
“mouvements reglés du corps, sauts & pas mesurés, faits au son des instruments ou de la voix.
Les sensations ont été d, abord exprimées par les différents mouvements du corps & du visage.
Leplaisir & la douleur en se faisant sentir á 1, ame, ont donné au corps des mouvements qui
peignoient au-dehors ces différentes impressions: c, est ce qu, on a nommé geste”.
37. Ya en 1717 el bailarín y actor inglés John Webster había bailado desprovisto de máscara, pero
esto no se generalizó sino hasta después de Noverre.
38. Hay que decir que la primera actriz que bailó con una túnica a la griega fue la célebre Mlle
Sallé, amiga de Voltaire, en el papel de estatua del Pigmalión de Rameau (1743), pero al igual que
en el caso de la máscara, este atuendo tardó en imponerse.
39. Noverre, op. cit., carta 4, pp. 66-67.
40. Uno de los principales problemas teóricos era la distinción entre danza, ballet y pantomima,
que a veces el propio Noverre identifica. Sin embargo, de acuerdo con Levinson, para Noverre “la
danza es el arte de los pasos, de los movimientos graciosos y de las bellas actitudes. El ballet, del
cual la danza es ornamento, consiste en el arte de dibujar figuras. La pantomima es el arte de
expresar las emociones por medio de los gestos. (...) Estas tres cosas diferentes forman unidas el
ballet de acción, o de otro modo el ballet-pantomima-drama”, Levinson, op. cit., pp. 32-33.
41. Andrés Levinson, Introducción a las Cartas, op. cit., pp. 27-28.
42. Así, antes de la llegada de los Monplaisir, María Rubio ya bailaba el famoso baile del chal de La
Sílfide.
43. El Semanario de las Señoritas Mexicanas, tomo II, 1841, reproduce junto con un artículo sobre el
ballet en el mundo, una litografía de la famosa Fanny Elssler.
44. “Symbole meme du romantisme choréographique”, llama a las puntas Ferdinand Reyna, op.
cit., p. 211.
172

45. De este fenómeno comenta Maya Ramos Smith: “La aparición de la danza española, que a
través de la escuela bolera constituyó una importante faceta del romanticismo, no causó en
México una gran conmoción como en el viejo continente, pues se le conocía y se le practicaba en
el teatro –aunque en escala mucho menor– desde la época colonial. Sin embargo gustaba mucho
y, aunque en ocasiones se llegó a protestar por sus infinitas repeticiones, adquirió en México una
especie de carta de ciudadanía; se le consideraba como arte de lo “nacional” y se mantuvo en los
escenarios a lo largo de todo el siglo.” op. cit., p. 143.
46. Maya Ramos Smith, op. cit., p. 145.
47. El periódico anunciaba así la Historia de Napoleón: “Deseando complacer, si no á todos, á la
mayor parte de los señores suscriptores {a la Historia de Napoleón, y merced a la cortesía del Sr.
General Juan Miñón, quien ha proporcionado todos los documentos correspondientes, se
añadirán al segundo tomo de dicha obra cuatro entregas que contendran los testamentos y
codicilios del hombre grande, así como la relación de la traslación de sus cenizas al Hotel de los
Invalidos en Paris. Los cuadernos iran acompañados de unas estampas análogas al testo (sic)” (El
siglo XIX, 18 de agosto de 1844, p. 4).
48. El Siglo XIX, jueves 22 de agosto de 1844.
49. La Sílfide significa la aparición del romanticismo en la danza. Se representó por primera vez
el 12 de marzo de 1832, en la Ópera de París (coreografía de Filippo Taglioni). Unos años más
tarde Théophile Gautier, quien había asistido a la premiere escribió: Mlle. Taglioni a dansé la
Sylphide. C’est tout dire. Ce ballet commença pour la choréographie une ére toute nouvelle, et ce
fut par lui que le romantisme s’introduisit dans le domaine de Terpsichore. Après de la Sylphide,
les Filets de Vulcain, Flore et Zéphyre, ne furent plus possibles: l Opera fut livré aux gnomes, aux
ondines, aux salamandres, aux elfes, aux nixes, aux willis, aux péris et á tout ce peuple étrange et
mysterieux qui se prete si merveilleusement aux fantaisies du maitre de ballets” (Serge Lifar, op.
cit., p. 88).
50. Giselle ou les willis se estrenó en París el 28 de junio de 1841, con coreografía de Jean Coralli y
Jules Perrot. La idea fue precisamente de Théophile Gautier, a partir de un tema de la mitología
alemana tratado por Heinrich Heine.
51. La crítica norteamericana los aclamó como la mejor compañía que habían nunca visitado el
país. De ella se dijo que “baila con tanta gracia que ni siquiera Elssler se apresura a venirnos
celosamente a la memoria”. Citado por Ramos Smith, op. cit., p. 190.
52. El Monitor Republicano, 24 de diciembre de 1849, citado por Ramos Smith, op. cit., 194.
53. Según Olavarría y Ferrari, el estreno de La Sílfide en México tuvo lugar el domingo 23 de
diciembre. Este autor cita a un crítico de la época que escribió: “Las últimas escenas, sobre todo,
están llenas de poesía y conmueven el corazón como pudiera hacerlo una música llena de
melancolía” (Olavarría y Ferrari, op. cit., p. 491).
54. El Siglo XIX, 4 de enero de 1850. La trama de este ballet está inspirada por un relato de Walter
Scott, el más grande novelista romántico.
55. Olavarría y Ferrari, op. cit., p. 500.
56. El ballet de las monjas es en realidad el intermedio de la ópera Robert le diable, de Meyerbeer,
representado en Paris por primera vez en 1831. Para muchos autores, este ballet es el precursor
del ballet romántico. La escenografía, que consistía en un claustro en ruinas con tumbas
abandonadas que se abren para que salgan los fantasmas de las monjas corresponde al género del
romanticismo macabro. Marie Taglioni impresionó al público al transmitir la impresión de
inmaterialidad, en un estilo que Gautier calificó de poético, etéreo, lleno de gracia y suavidad,
produciendo un “efecto milagroso”, (citado por Bourcier, op. cit., p. 192).
57. Antonio García Cubas, El libro de mis recuerdos, pp. 209-210.
58. El Orden, 27 de enero de 1853, citado por Ramos Smith, op. cit., pp. 233-234.
59. En 1813-1816 la bailarina Genevieve Gosselin ya utilizaba las puntas en Flora y Céfiro. Muerta
prematuramente, alrededor de 1820, en Viena. Las practicaba Amalia Brugnoli, así como la rusa
173

Istomina. Sin embargo no fue sino hasta 1831 cuando, en el Ballet de las monjas de Roberto el Diablo
de Meyerbeer, la célebre Marie Taglioni sedujo a público y críticos con su aparición. Sin tocar
apenas el suelo, como si se tratara de un ser inmaterial, lograba dar la impresión de levedad y
espiritualidad que el romanticismo buscaba.
60. Ver Bourcier, Histoire de la danse en Occident, p. 194.
61. Citado por Serge Lifar, op. cit., p. 88 (“Mientras que en el siglo XVIII la coreografía escogía un
tema, una música, componía pasos, y sólo entonces el coreógrafo los enseñaba a sus intérpretes, a
partir de La Sílfide, todo se hizo en función de la intérprete femenina, elegida de antemano y de
manera que se la pusiera de relieve lo mejor posible. Y otra consecuencia: en el momento en que
ella está en equilibrio sobre sus puntas, la bailarina tiene necesidad de un apoyo, de tal manera
que el bailarín se convirtió, progresivamente, en sostén y no tanto un partenaire. Los ballets del
siglo XIX, en lugar de ofrecer un desarrollo armonioso de las dos danzas, la femenina y la
masculina, solamente se interesan en la prima ballerina” trad. de la autora).

RESÚMENES
La danza ha sido parte esencial de la cultura mexicana; representa nuestra cultura a un nivel tal
que le permite representarnos en el extranjero. Sin embargo, no todos sus componentes han
nacido propiamente en México: la danza mexicana es un arte influenciado por otras culturas.
Después de la Independencia y con la llegada de algunos franceses, se fueron adoptando técnicas
nuevas en la danza, y es precisamente todo este afrancesamiento el que se puede observar en este
apartado. El lector podrá apreciar el cambio de la danza en cuanto a técnicas y sentido mismo,
através de un recuento del montaje de obras con cierto argumento patriótico. También se pueden
encontrar los logros y grandes aportaciones a la danza hechos por importantes coreógrafos,
como Andrés Pautret o Jean George Noverre.

La danse a toujours été un élément essentiel du la culture mexicaine: elle représente si bien notre
culture qu’elle en est l’émissaire à l’étranger. Évidemment, toutes ses caractéristiques ne sont pas
nées sur le sol national: c’est un art influencé par d’autres cultures. Après l’Indépendance,
l’arrivée des Français a déterminé l’adoption de nouvelles façons de danser qu’explore cet article.
Le lecteur appréciera lui-même ces apports techniques, voire ces modifications de fond puisqu’on
y passe en revue des arrangements chorégraphiques dont l’argument est nettement patriotique.
Il est ainsi possible d’apprécier la contribution d’importants chorégraphes comme André Pautret
ou Jean Georges Noverre.

AUTOR
MONTSERRAT GALÍ BOADELLA
Montserrat Galí Boadella. Mexicana, icenciada en filosofía y letras por la Universidad le
Barcelona, maestra en historia del arte por la Universidad de Zagreb (Croacia) y doctora en la
misma especialidad por la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha dado cursos y
seminarios en diversas universidades, entre ellas la UNAM y la Universidad Iberoamericana. Fue
directora del Museo Universitario del Chopo, de la UNAM. Ha publicado artículos especializados
174

en diversas revistas y colaborado en catálogos y libros colectivos, tanto nacionales como


extranjeros. Entre sus principales obras destacan: El arte en la era de los medios de comunicación
(Madrid, 1988), Pedro García Ferrer, un artista aragonés del siglo XVII en ¡a Nueva España (Teruel, 1996);
Imatges de la memoria (Barcelona, 1999); Historias del Bello Sexo: la introducción del romanticismo en
México (México, 2002) y La estampa popular novohispana (México, 2008) Miembro del SNI,
actualmente es profesora e investigadora en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades
“Alfonso Vélez Pliego” en donde coordina el posgrado en historia del arte.
175

El testamento arquitectónico de los


barcelonnettes –el gran almacén, la
mansión y la capilla funeraria– o el
triunfo del eclecticismo
Hélèn Homps

Portada: Llegaron a sorprender tanto las “Mansiones” que se hicieron tarjetas postales de algunas de
ellas y circularon a partir de 1900.
Fuente: Colección del Musée de la Valle, Barcelonnette.

1 Por toda Europa, el (bien nombrado) siglo de la industria (1830-1914) 1 se provee de ciertos
programas arquitectónicos, verdaderos «monumentos-objetivo» que son emblemáticos
del advenimiento de una nueva cultura urbana y burguesa, tales como la estación de tren,
176

la fábrica, las vecindades, los hoteles, los almacenes, el museo, el motel, el teatro, la
mansión...
2 En México, tierra de sensibilidad europea, particularmente abierta a la cultura francesa, 2
el advenimiento de la era industrial se nutre de los mismos arquetipos bajo la influencia
de las comunidades extranjeras, entre las cuales la comunidad barcelonnette juega un
papel preponderante.3
3 Constituyéndose como los principales actores del desarrollo industrial y económico en el
territorio mexicano con la implantación de fábricas y sitios industriales, etc., 4 los
barcelonnettes van a ser también los promotores de una arquitectura moderna que
integrará todos los elementos de la exitosa alianza entre el arte y la industria.
4 En México, aunque también en el valle de Barcelonnette, los empresarios provenientes de
este lugar confiaron a la arquitectura un papel fundamental de representación, un
estatuto de excepcionalidad del poder industrial plasmado en los grandes almacenes o del
éxito social reflejado en la mansión y las tumbas. En ambos casos, se trata de una
arquitectura «de apariencia» o triunfo, algo a lo que podemos llamar el lenguaje del
eclecticismo.
5 Debido a que la edificación de las mansiones en el valle de Barcelonnette ocurre de
manera simultánea a las variaciones en la prosperidad económica en México, 5 nos parece
interesante abordar aquí los lazos que unían a las redes de comercio barcelonnette en
México con las construcciones de los «mexicanos»6 en Barcelonnette. En cada uno de los
casos se observa una evolución tipológica y un estilismo susceptible de comparación.

A continuación, se distinguen tres grandes periodos:

1870-1890. Primeros almacenes, mansiones y tumbas


6 Un patrón muralista marcado por la ordenanza horizontal, regularmente tramada y
simétrica, caracteriza la primera generación de almacenes edificados por los
barcelonnettes en México. Todavía no podemos hablar de las grandes bodegas, pues la
177

arquitectura no busca seducir entonces y, además, está lejos de la verticalidad triunfante


de los edificios comerciales construidos durante el Porfiriato. La fachada anónima, de
gran pobreza arquitectónica, no contiene más que dos niveles separados por una banda
en la que se inscribe, sin más, el nombre de la tienda. Las vitrinas, aún modestas, se
limitan al primer nivel.
Los cajones de ropa [...] difieren absolutamente de las tiendas francesas. Imagine
una gran sala en la planta baja rodeada de enormes puertas con marcos y barrotes
de hierro. Más allá de todas esas puertas, afuera, sobre una gran manta, el nombre
de la tienda se lee a lo largo del edificio en letras grandes [...]. Un mostrador largo y
amplio colocado, más o menos, a tres metros de las entradas recorre todo el ancho
de la tienda y separa a los clientes de los vendedores [...]. 7
7 El arquetipo de esta primera generación de almacenes se encuentra representado en Las
Fábricas de Francia de Aguascalientes, establecimiento dirigido por los hermanos Léautaud
de Jausiers. También están La Pasamanería Francesa en México, Al Progreso en Morelia, Al
Puerto de Veracruz en Pachuca, El Puerto de Liverpool en Oaxaca (Victor Audiffred), El Puerto
de Liverpool en México (Jean Desdier y Cía.), etc. Todas estas construcciones, sin excepción,
obedecen al mismo esquema estereotipado de un estilo homogéneo.
8 La Primavera de Paulin Richaud en México, con su decorado arquitectónico colocado en la
misma estructura horizontal en dos niveles, puede parecer una forma intermedia entre la
tienda sencilla y el advenimiento del gran almacén.
9 Del mismo modo, en el valle de Barcelonnette, las primeras villas edificadas por los
barcelonnettes que volvieron de México adoptan proporciones masivas y regulares, con
una sola fachada privilegiada marcada por un patrón de horizontalidad y simetría. Tienen
cinco columnas huecas, dos niveles y un ático (de media altura) y techados a cuatro tintas.
Las primeras mansiones son aún cercanas a las formas locales y a la sobriedad de la
construcción de las casas urbanas del siglo XVIII.
10 Los detalles son poco numerosos y, a menudo, se limitan a la implantación de un balcón
central. Los materiales, la piedra de sillería del país (cantera del Serenne y el Maurin) y la
madera del nogal para los detalles interiores, enfatizan el anclaje de la construcción a las
prácticas locales.
11 Sin rivalidad alguna entre las construcciones, la arquitectura se precia por reproducir el
modelo urbano local. Todos los maestros de obra son empresarios que han venido del
Piamonte y de Lombardía (la generación de los Lucchini, Tomasini-Civalero, etc.). El
término de batisse8 se refiere a esta primera generación de mansiones que fue
representada por la Sapinière (Reynaud Alexandre, Las Fábricas Universales en México), las
mansiones Ébrard y Jean-Baptiste Laugier en Jausiers, la mansión Le Verger (Henry Reynaud),
la mansión Puebla (Lions Eugène, La Ciudad de México en Puebla), etc.
12 Dos mansiones se distinguen por sus referencias a modelos menos comunes, la mansión de
Émile Chabrand (1883) y las Tourelles (Jean-Baptiste Signoret), las cuales habrían de ser
testimonio de la primera intervención de un hombre de arte en el valle de Barcelonnette,
a saber, la llegada de Lucien Coquet, quien era arquitecto en Lyon.
13 La arquitectura funeraria sigue la misma funcionalidad, la misma obediencia al canon
clásico que encabezaba el sastre local Antoine Armieux. Las primeras capillas, talladas
exclusivamente en piedra blanca con un pedestal calcáreo, forman un conjunto
estereotípico, «siguiendo un molde», con columnas jónicas canaladas y frentes
triangulados y almohadillados con testera. Estos rasgos pueden verse en la capilla de
Garcin-Argentin, la de Ricaud Brun y la de Henry Ricaud, en el cementerio de Barcelonnette.
178

1890-1914. La Edad de Oro del régimen


arquitectónico. Advenimiento del gran almacén, de la
mansión-castillo y las tumbas de prestigio.
14 Con la década de 1890 llegó un cambio de actitud. Se trataba de hacer notar el nuevo
estatus del propietario rentista. El viejo comerciante en México buscaba habitar un espacio
nuevo más rico, con una decoración más elaborada, con formas más actuales. Esta nueva
generación de industriales, advertidos del lenguaje de la modernidad y visitantes asiduos
de las exposiciones universales, no siempre esperó su regreso al valle de Barcelonnette
para pasar sus órdenes a un arquitecto, el cual, poco a poco, reemplazó al empresario en
el diseño de las edificaciones encargadas.
15 Jules Lions, comisionado en Manchester en 1893, se dirigió al arquitecto inglés John
Smith; Léon Rémussatd, asociado al Palacio de Hierro, pidió al arquitecto parisino Dubois,
quien estaba instalado en México y había sido solicitado por el gobierno de este país para
la construcción del Palacio Legislativo, los planos para su futura residencia en Maure (en
Los Alpes).
16 Las mansiones adoptan, entonces, el prototipo de las cuatro fachadas privilegiadas, y las
terrazas en Mansart acumulan, poco a poco, los elementos más complicados como el
pimentero o los tragaluces en las paredes delanteras. La arquitectura hace alusión a los
numerosos materiales de moda y a los productos manufacturados como las cerámicas, la
loza, el hierro forjado y el metal, la piedra amoldada, el uso decorativo de la madera, etc.
En el interior, la creación de vitrales que rodean el cubo de la escalera pone en práctica la
habilidad de numerosos maestros vidrieros, entre los que destaca Jacques Gruber, nombre
prestigioso de la escuela de Nancy...
17 Solicitados ahora más que nunca, los arquitectos provenientes principalmente de
Marseille, Grenoble, Lyon, París y Lugano (la Suiza italiana) multiplicaban modelos y
añadían detalles que complementaban las fachadas con nuevas aportaciones. La
arquitectura inventa, innova, y se ven exaltados sus aspectos decorativos. La de las
mansiones de los «mexicanos» de Barcelonnette adopta, así, la estructura pintoresca y
ecléctica que caracteriza, en ese momento y de la misma forma, a las mansiones de los
sitios de los balnearios o de las orillas del mar.
18 Posteriormente, el término de «mansión-castillo» reemplazó el de batisse que ya era
inapropiado. La mansión se había convertido en una especie de monumento urbano.
179

De los pequeños cajones, evolucionaron a las tiendas y de éstas a los grandes


almacenes. Las ganancias iban en aumento, como lo muestra el Palacio de Hierro.
Fuente: fotografía de Hélèn Homps, col. del Musée de la Valle, Barcelonnette.

19 Para el caso de Barcelonnette, citaremos las siguientes mansiones: Mon Plaisir (de Jules
Tron, El Palacio de Hierro, México), La Grande Epervière (de Auguste Ayé, comprada después
por Germain Béraud, El Correo Francés, México), François-Albert (de François Proal, El Puerto
de Liverpool, México), La Blanchière (de Jean-Baptiste Ollivier, El Palacio de Hierro, México),
La Rosa de los Alpes (de Jules Lions, La Ciudad de México, Puebla), Borelly (de Auguste Borelly,
La Francia Marítima., Durango), Signoret (de León Signoret, Al Puerto deVeracruz, México), Le
Castel (de León Faudon, El Gran Oriental, México), L’Abri (de Alphonse Michel, El Puerto de
Liverpool, México), Les Génévriers (de Jean-Antoine Gas, La Ciudad de México, Guadalajara), Le
Chatelet (de Joseph Jacques, Tiendas Clemente Jacques, México), etcétera.
20 En Jausiers, por ejemplo, estaban otras mansiones: Morelia (de Tron Jules, El Palacio de
Hierro, Morelia), San Carlos (de Eugène Fortoul, San Carlos, estado de Veracruz), Castillo de
los Magans (de Louis Fortoul, Las Fábricas de Francia, Guadalajara), Campesina (de Laurent
Bernardi, Las Fábricas de Francia, Guadalajara), etcétera.
21 El sector funerario conoció la misma explosión de formas. Las primeras capillas frontales
y simétricas dan lugar a nuevas combinaciones estilísticas, ambiciosas y decorativas, que
proveían los sastres y escultores asociados como Pierre Rossetto, Luigi Rinaldi y Ettore
Rizzi. Destacan la capilla monumental de columnas, «cerrada» o «abierta»; el pabellón
monumental con base inclinada; la capilla-pabellón (creación híbrida) notable por su
cubierta en carrizo, sus pilares angulares y su frontón-tímpano; el pórtico con seis
columnas de corinto canaladas, y los pilares monumentales con estelas de obelisco.
22 Todas estas obras, ejecutadas en materiales particularmente preciosos como el mármol
importado de Carrara (Italia) o la bella piedra negra de Queyras, reivindican una
estructura ecléctica que mezcla los estilos neogótico, neoclásico, neobarroco o, incluso,
180

las formas de una influencia orientalizante. Ejemplo de esto fue Émile Chabrand, viejo
negociante en México, que para su próximo proyecto tenía pensado copiar la tumba del
Taj Majal, la cual había descubierto en su viaje por el mundo.

En la década de 1890, los comerciantes comenzaron a contratar arquitectos para la


construcción de sus mansiones. Así lo hizo Eugène Lions, quien tenía negocios en la ciudad
de Puebla.
Fuente: Fondo de archivos de arquitectura moderna, Musée de la Valle, Barcelonnette.

23 Como prueba de esto, habría que citar todas las tumbas de los fundadores asociados de los
grandes almacenes de la edad de oro, es decir, de los propietarios-rentistas de las
mansiones señaladas anteriormente.
24 Al comienzo de esta explosión de formas y modelos, manifestada tanto en la arquitectura
doméstica como en la arquitectura funeraria privada, encontramos la vitalidad del
comercio barcelonnette en México que entra en su fase de éxito y alcanza su apogeo.
25 Nuevas construcciones ambiciosas y lujosas, verdaderos testigos del éxito industrial,
reemplazaron las edificaciones modestas y anónimas de la primera etapa. Las tiendas
cedieron su lugar a grandes almacenes que, hasta entonces, eran un programa
arquitectónico inédito y completamente novedoso en México.
26 A la construcción de El Palacio de Hierro, inaugurado en México el 1 ° de julio de 1891,
vendrá un gran número de edificios que, a su vez, responderá a los cánones parisinos y,
en especial, al estilo del Le Printemps del arquitecto Paul Sédille (1881-1885) y de La
Samaritaine, de Frants Jourdain (1890-1914).
27 Con armaduras de vidrio y acero; decoraciones repletas de esculturas; herrerías lujosas
sabiamente diseñadas (al gusto del Art Nouveau); siluetas firmes (de cinco pisos)
coronadas con una cúpula (o domo adornado con torrecillas); columnas anguladas;
explotación inteligente de los ángulos gracias al empleo de la rotonda; monumentalidad
de las grandes alineaciones (no se duda nunca en destruir cinco inmuebles para edificar
181

un solo gran almacén), se va definiendo el modelo urbano del gran almacén, el cual se
convertirá en el pontífice de las variaciones llevadas al infinito, desde el fin de siglo
(1890-1914) hasta la década de 1920.

Las villas comenzaron a ser más suntuosas, combinando motivos distintos y diversos
estilos en lo que se denominó eclecticismo. Villa Les Mélèzes, 1901.
Fuente: Fondo de archivos de arquitectura moderna, Musée de la Valle, Barcelonnette.

Era la catedral del comercio moderno, sólido y ligero, hecha para un pueblo de
clientes. Abajo, en la galería central [...], estaban las corbatas, los guantes, la seda; la
galería M. estaba ocupada por los blancos y la “rouennerie”; la galería M., por la
mercería, los géneros de punto, la pañería y las lanas. Después, en el primer piso,
estaban las confecciones, la lencería, los chalecos, los encajes y otras telas nuevas...
Un mundo estaba ahí, en la vida sonora de las altas naves metálicas”. 9
28 En este caso también domina el eclecticismo. La elección del orden colosal y la adopción
de los techos con balaustrada en el Centro Mercantil (Sébastien Robert y Cía., en México)
evocan la arquitectura del gran siglo representada por Versailles (uno de los grandes
referentes de la historia de la arquitectura europea). Por el contrario, el uso masivo de los
grandes desvanes y los pabellones cubiertos de pizarras, utilizados en Al Puerto de Veracruz
(Signoret y Honorat, México), y en El Puerto de Liverpool (Ébrard, Michel, Brémond,
México), recuerdan los movimientos de fachada de los grandes inmuebles parisinos,
cercanos también al gran hotel (otro gran modelo de la arquitectura contemporánea). En
todas las variaciones estilísticas del repertorio, la arquitectura evoca el «triunfo de
Occidente», el cual es detonado por las explosiones universales. Se trata de los grandes
festines de la industria regularmente imitados por todos los empresarios.
29 A esta segunda generación, que marca el apogeo del gran almacén, pertenecen las Fábricas
Universales (Alexandre Reynaud, México), La Ciudad de Londres (J. Ollivier y Cia, México), La
Ciudad de México (L. Gas y Cía., Guadalajara), Las Fábricas de Francia (Fortoul, Bec y Cía.,
Guadalajara) y, por supuesto, La Ciudad de México (Lions Hermanos y Cía, Puebla), a la que
Leticia Gamboa dedica una apasionante biografía.
182

Entreguerras. Caída del régimen arquitectónico.


Disminución y empobrecimiento del proyecto
arquitectónico
30 El periodo de entreguerras marcó en México, como en el valle de Barcelonnette, el declive
de las grandes edificaciones, la disminución y el empobrecimiento de las construcciones.

Louis Fortoul, propietario de Las Fábricas de Francia en Guadalajara, logró construirse un palacete en
Jausiers, entre 1903y 1914. Llamado “Le château des Magnans”.
Fuente: Hélèn Homps, Villas en Ubaye. Retour du Mexique. Alpes-de-Haute-Provence, Marseille,
L’inventaire, 2002, p. 60.

31 En el sector comercial, la reconstrucción del maravilloso El Tuerto de Liverpool en México


es un caso extraordinario. Ya no es tiempo de la multiplicación de la arquitectura de
prestigio. La modernización de las fábricas en el sector industrial y el rescate de las
actividades bancarias en el sector financiero, no reflejan el fin de una época que, en
realidad, manifestaba nuevas fracturas en vísperas de la segunda guerra mundial.
32 En el valle de Barcelonnette, la construcción de una mansión ya no es prioridad del
antiguo negociante que duda en construir y prefiere invertir o encargar más bien la
edificación de una casa de retiro. Todo espíritu de emulación entre los maestros de obra
ha desaparecido. La gente se conforma con reparar, modernizar, actualizar las viejas
construcciones (Villa Anita, familia Gastinel). Las últimas construcciones, mucho más
modestas, se distinguen por la simplificación y el empobrecimiento del proyecto
arquitectónico y decorativo: Villa Le Brec (1925, Jean-Baptiste Cogordan), Villa Dalette
(1931, Émile Léautaud) o incluso el Chalet Monique (1930), construido por Joseph Imbert,
asociado de La Francia Marítima en México.
183

33 Existen dos excepciones: La tapatía, construida en 1927 por Alfred Favier (Las Fábricas de
México en Guadalajara), que conserva el aspecto de las grandes residencias suburbanas y
de la impactante Villa bleue, edificada en 1931 por Camille Jean (fundador de La Francia
Marítima en México). Esta enorme mansión, diseñada por los arquitectos asociados
Hiriart-Tribout-Beau, luce emblemas de un programa doble: su fondo cúbico y su silueta
imponente que recuerdan a la arquitectura de los pabellones de exposición, mientras que
su distribución interior, con su gran corredor central, provocaba soñar con los espacios
de recepción de los grandes trasatlánticos de lujo. La referencia náutica era notoria por
los tragaluces que iluminaban la galería-pasillo. La estancia estaba iluminada al norte por
un ventanal enorme (8m x 2m). El paisaje industrial conmemorado con una vidriera
ofrecía un homenaje formidable al éxito de los «barcelonnettes» en México: al frente
podían verse las construcciones obreras, las fábricas con sus chimeneas altas, y en la
parte posterior se alcanzaba a ver la silueta emblemática del gran almacén que saltaba a
la vista ante el monte nevado del Popocatépetl.

En la construcción de los mausoleos para las tumbas, los comerciantes financieros también
mostraron su éxito.
Fuente: Hélèn Homps, Villas en Ubaye. Retour du Mexique. Alpes-de-Haute-Provence, Marseille,
L’inventaire, 2002, p. 24.

34 La arquitectura funeraria siguió la misma evolución tipológica y estilística, pues estuvo


marcada por la construcción de dimensiones y formas ambiciosas. Los modelos de
prestigio, capilla, tempietto, pabellón, el baldaquín a columnas..., cedieron su lugar al cenotafio
y, con él, quedó marcado el retorno de la arquitectura horizontal. El cenotafio erigido en
honor a la memoria del muerto, con frecuencia aparece acantonado con cuatro urnas
voladas (o vasijas forradas) y está elaborado con materiales locales, a veces –raramente–
está tallado en mármol luminoso de Carrara, siguiendo los lineamientos del Art Déco.
35 Así, a través de este breve recorrido, abordamos la presentación del ambicioso proyecto
arquitectónico de los barcelonnettes de México que, en el fondo, fue la mezcla de tres
184

programas: el almacén, la mansión y la capilla funeraria; tres programas indisociables en


la construcción de la imagen del éxito industrial y social barcelonnette.
36 Barcelonnette, 17 de abril de 2001.

NOTAS
1. François Loyer, Le Siècle de l’Industrie, Paris, Skira, Collection De architecture, 1983.
2. Federico Fernández-Christlieb, “La influencia francesa en el urbanismo de la ciudad de México,
1775-1910” en: Javier Pérez Siller (coord.), México-Francia, Memoria de una Sensibilidad Común. Siglos
XIX y XX. México, BUAP, CEMCA, El Colegio de San Luis A. C, 1988, pp. 227-265.
3. Leticia Gamboa Ojeda, “Los Barcelonnettes en la ciudad de Puebla: panorama de sus actividades
económicas en el profiriato”, en: Javier Pérez Siller, op. cit., pp. 171-193.
4. Bernardo García Díaz, Un Pueblo fabril del porfiriato: Santa Kosa, Veracruz, Cd. Mendoza, Veracruz,
FOMECA, 1997.
5. Patrice Gouy, Pérégrinations des «Barcelonnettes» au Mexique, Grenoble, Presses Universitaires de
Grenoble, 1980.
6. Nombre dado en el valle de Barcelonnette a los negociantes que han regresado al país de
origen después de haber estado en México. También se usa el término “americanos”.
7. Émile Chabrand, De Barcelonnette au Mexique, Paris, Plon, 1982, pp. 385 y 386.
8. Obra de albañilería de una construcción. N. del T.
9. Émile Zola, Au Bonheur des Dames, Paris, Biblioteca Charpentier, 1895, pp. 282-283. [La
«rouennerie» es una tela de algodón pintada, llamada así por fabricarse en Rouen, Francia]. N. del
T.

RESÚMENES
Este apartado aborda un ciclo evolutivo de los Barcelonnettes en México, tomando a la
arquitectura como rasgo fundamental de su legado en este país. Comienza esbozando el
desarrollo de la arquitectura francesa tanto en México como en el Valle de Barcelonnette a partir
de 1870, para seguir con algunos detalles de su crecimiento, la descripción de su época de apogeo,
y los comienzos de su caída en materia artística, práctica y económica. El ensayo pretende
bosquejar un esquema dual en el que se relacione la evolución arquitectónica en México con la de
la ciudad de origen de los migrantes: Barcelonnette, en la mayoría de los casos.

Cette contribution s’intéresse aux phases de l’implantation barcelonnette au Mexique,


considérant l’architecture comme le legs essentiel de ces migrants au pays. On pointe en premier
lieu l’essor de l’architecture française, tant au Mexique que dans la Vallée de l’Ubaye à partir de
1870, avec quelques éléments de précision jusqu’à son apogée, avant d’aborder les débuts de son
déclin dans les domaines artistique, pratique autant qu’économique. Il s’agit d’esquisser la
185

corrélation entre l’évolution architecturale au Mexique et à Barcelonnette, berceau de la plupart


de ces émigrants.

AUTOR
HÉLÈN HOMPS
Hélèn Homps. Francesa, terminó una maestría en literatura y una especialidad en historia del
arte, con la opción “Patrimoine et Muséologie” en la Universidad de Provence (Aix-Marseille-I).
Fue comisionada por el Servicio de Monumentos históricos (Ministère de la Culture, D.R.A.C
Provence-Alpes – Côte d’Azur) en Barcelonnette, para realizar el inventario y la identificación de
las villas construidas por los emigrantes a su regreso de México. En 1993 ganó el concurso para
ser reconocida como “Agregado de conservación del patrimonio” y desde 2003 ocupa la dirección
del Museo delValle, en Barcelonnette. Se interesa particularmente en el estudio del movimiento
migratorio del Ubaye hacia las Américas. Ha participado en los coloquios del proyecto “México-
Francia” y en la firma de la convención de “hermandad” entre el Museo comunitario de Ciudad
Mendoza (Santa Rosa) y el de Barcelonnette. Entre sus artículos y libros más recientes tenemos:
Villas en Ubaye. Retour du Mexique, (Aix, 2002) y 1000 petits chefs-d’oeuvre du Mexique à Barcelonnette
(Paris, 2006).
186

Correspondencia y biografía. El viaje


de Louis Gasquet por México: de
Francia a California (1843-1847)
Annick Foucrier

Portada: América septentrional


Fuente: A. Houzé, Atlas universel historique et géographique, Paris, 1841. Col. privada.

1 El 16 de marzo de 1844, la Primavera, una pequeña embarcación de 200 toneladas, zarpó a


San Diego, Alta California. A bordo iba Louis Gasquet, enviado por el ministro de Asuntos
extranjeros para asumir el cargo del consulado de Francia en Monterey, creado en
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septiembre de 1842. El 5 de mayo de 1844, al término de un viaje que había comenzado el


9 de agosto de 1843, alcanza Monterey, donde vive hasta el 28 de mayo de 1847.
2 El periodo de 1844-1847 es uno de los más importantes en la historia de California, ya que
presenció la revuelta local contra el gobernador Manuel Micheltorena, la guerra entre
Estados Unidos y México y en este contexto la conquista y la ocupación de la región por
las tropas de Estados Unidos en 1846. Después de una resistencia desesperada y falta de
armas, los californianos se rinden en enero de 1847. La victoria militar de las tropas
estadunidenses, completada el 2 de febrero de 1848 por el tratado de Guadalupe Hidalgo,
es su visión de la fiebre expansionista que anima las relaciones internacionales en el
mundo pacífico. En 1840, la victoria inglesa en la guerra del opio abre China a los
intereses británicos, además de a los franceses y norteamericanos. Inquieta por la
creciente superioridad de su rival, Francia instala bases navales en las islas Marquesas,
anexadas en 1842. De su propia autoridad, el almirante Dupetit-Thouars juega algunas
intrigas en el archipiélago de las islas de la Sociedad para conseguir una demanda de
protectorado sobre Tahiti algunos meses más tarde.
3 Estados Unidos develó su interés por las costas oeste del continente después de largo
tiempo: en 1803, el presidente Thomas Jefferson organiza una expedición de exploración
de las riveras de Missouri y Columbia para investigar el mítico “pasaje del Noroeste”. En
1835 el presidente Andrew Jackson intenta comprar la bahía de San Francisco. La
posibilidad de que otra gran potencia se apoderase de estas regiones es su gran inquietud.
No lo es sin fundamentos: efectivamente, Inglaterra espera intercambiar California por el
monto de las deudas que México tiene con ella. En octubre de 1842, creyendo que una
escuadra inglesa se dirige hacia California, el comodoro americano Thomas ap Catesby
Jones se encarga de izar la bandera estrellada sobre la aduana de Monterey. Convencido
de su error, debe presentar excusas, pero nada de esto prueba su inocencia. En 1845, un
periodista da una fórmula para este expansionismo: el “destino manifiesto” de Estados
Unidos para dominar todo el continente. Después de que Texas exige entrar en la Unión,
es California la que debe separarse de México.
4 Louis Gasquet está bien parado para informar al ministro de Asuntos extranjeros de estos
eventos que, aunque acontezcan bastante lejos de Francia, no son menos objeto de
atención. Su correspondencia consular fue publicada en 1949 por un historiador
norteamericano, Abraham Nasatir,1 con una introducción de la cual su perspectiva,
centrada en las relaciones diplomáticas, continúa siendo la de una autoridad. Una
problemática diferente, apoyada en investigaciones biográficas y nuevas fuentes, en
particular la correspondencia enviada por Louis Gasquet a su amigo Théodore Viger (21
cartas escritas entre el 26 de octubre de 1843 y el 11 de mayo de 1847), permiten escapar
de una visión que permanece marcada por los acentos del destino manifiesto de Estados
Unidos.2
5 Si bien el arte de la biografía ha reencontrado cierto auge, después de estar eclipsado por
un tiempo, la elección de Louis Gasquet amerita una explicación. El lugar que ocupa él en
estos meses decisivos bastaría para darle relevancia internacional. La historia de
California continúa escribiéndose sin más referencias a él. Lo queramos o no, Sloat,
Stockton, Fremont, Vallejo o Pio Pico tienen los honores más altos de esta reflexión
histórica. No obstante, su falta de celebridad no es razón suficiente para olvidarlo
definitivamente. La interpretación tradicional de este periodo es, como lo hemos dicho,
estadunidense. Es una historia de lo inevitable, que sigue la curva ascendente del ascenso
al poder de los Estados Unidos. Más recientemente, a ésta la ha relevado una historia que
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le da un lugar más importante a la acción de los vencidos. Louis Gasquet aporta un tercer
punto de vista, el de una población que no sufre en su orgullo la pérdida de parte
importante del territorio. Los franceses están pues en California en una situación
intermediaria, víctimas de la conquista, pero no de la derrota. Es así que Louis Gasquet
permite clavar una cuña en la lógica monolítica de la interpretación de la conquista de
California.
6 Desde un punto de vista más general, más teórico, la biografía de Louis Gasquet y el libro
de sus sentimientos personales en su correspondencia permiten poner en evidencia las
erratas de un itinerario, y evitar una coherencia falsa de la reconstrucción de una vida de
la cual ya conocemos el resultado. Asimismo, este análisis está más centrado en el rol del
individuo, más que en su representatividad eventual. Nos interesaremos en las influencias
que se ejercen sobre él, en sus dudas, en los eventos, y nos preguntaremos acerca de cómo
explicarnos sus acciones mediante un retorno a su pasado.

Louis Gasquet a través de las publicaciones


norteamericanas
7 Apoyándose principalmente en los archivos del Quai d’Orsay, Abraham Nasatir esboza en
su introducción una tabla de las actividades supuestamente sospechosas de los franceses
en California, supuestamente decididos, como los estadunidenses, a meter mano en
California. Citando al cónsul americano en Monterey, Thomas O. Larkin, (el 17 de abril de
1846) él presenta a Gasquet como un hombre de alrededor de 55 años, de apariencia
bastante respetable, que vive retirado y mantiene pocas relaciones con las autoridades
locales. Cita otra correspondencia de Larkin para el ministro americano de Asuntos
extranjeros, Buchanan (10 de julio de 1845), en la que Larkin afirma que Gasquet se
beneficiaba de un salario de alrededor de 4,000 dólares (o sea, más de 20,000 francos),
añadiendo “No hay ninguna nave inglesa o francesa haciendo negocios en esta cosa, ni lo
ha habido por años. Estos cónsules aparentemente no tienen nada que ver, entonces.
Respecto de por qué están en servicio, el gobierno sabe más, y el Tío Sam lo sabrá a su
debido precio”.3 No sorprende, pues, que se dé la ocasión para estas declaraciones del
cónsul de Estados Unidos: el gobierno francés se quiere apropiar de California y este
cónsul francés sobrepagado está ahí para preparar una toma de posesión.
8 Nasatir revive la historia del consulado, menciona la lista de los diplomáticos que fueron
nombrados y rehusaron rendirse. Gasquet, escribe Nasatir,
“era en este momento un caballero de unos cincuenta y cinco años de edad, muy
refinado en su apariencia y puntilloso en su modo de vida. De naturaleza latina
impetuosa, no estaba dotado de un sentido común demasiado grande. No era capaz
de adaptarse a las circunstancias con las que pasó a estar en contacto en su nuevo
puesto. Aunque sociable y agradable, le parece al escritor que se encuentra en una
posición demasiado grande para su mentalidad, y en general no parece haber
impulsado la reputación de Francia en las relaciones internacionales durante el
periodo crítico de su incumbencia en Monterey.”
9 Nasatir calcula que Gasquet llega a México entre el 27 de julio y el 18 de noviembre de
1843. Careciendo de fondos, retenido por el embajador de Francia en México, parte de
nuevo en 1844, y después “de múltiples dificultades” llega por fin a San Diego, pero sólo
para encontrarse “de lleno en medio de la guerra civil que se opone al gobernador
Micheltorena y las revueltas dirigidas por Pio Pico.” Nasatir menciona dos cartas de
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dimisión enviadas por Louis Gasquet desde México, argumentando la precariedad de su


salario, lo cual el historiador presenta en función de lo que él imagina del personaje:
“Debe permitirse algo, según él, por el sacrificio de tener que vivir tan lejos de los deleites
de París en esa costa solitaria americana; y renunció a su puesto en la más meliflua de las
charlas latinas”.4
10 Nasatir apunta que Gasquet multiplica los requisitos para el paso de una nave de guerra, a
fin de chasquear la administración de los estadunidenses pero subraya que el ministerio
no le envió más que una sola carta, “y en lugar de aclarar las instrucciones, meramente le
advirtieron no interferir con los asuntos interiores del país, y más bien mantener
informada a la oficina exterior y a la Legación Francesa en la Ciudad de México de los
eventos que fueran importantes para Francia”. Recordando las intervenciones de Gasquet
a favor de ciertos residentes franceses, Nasatir concluye que “Considerando todas estas
cosas, Gasquet parece haber sido bastante inefectivo”. Durante la conquista de California
por las tropas estadunidenses, Nasatir subraya que Gasquet aparentemente “objetó casi
todos los actos de los invasores, y se rehusó a reconocer cualquier autoridad de Sloat
como de Stockton”, comodoros norteamericanos, lo cual conllevó al problema con el
centinela, ubicado frente a su puerta y su asignación a residencia, impuesto por el
comodoro Stockton en agosto de 1846, contra lo cual Gasquet manifestó vivas protestas.
Éste se nos presenta como un individuo altamente excitable, que se agita
“frenéticamente”, de manera desordenada, y cuyas quejas fueron finalmente
desacreditadas tanto por los acomodadores estadunidenses como por las autoridades
federales. Nasatir termina diciendo: “Gasquet parece haber sido una persona que pensaba
mucho en sí mismo, y cuyo estatus consular le dio la oportunidad de pensar aún más en sí
mismo”. Su partida de California se efectúa todavía a costa de múltiples dificultades, y,
termina Nasatir, “Inepto e ineficiente como era, Gasquet también era un poco
desafortunado”. En su última carta conocida, datada el 3 de febrero de 1849, aconseja al
ministro frenar la migración debido a la avalancha hacia el oro. “Con esta carta la extraña
y un tanto patética figura de Louis Gasquet se esfuma de la escena”. A la vista de esta
ejecución, el personaje no parece tener mucho interés. Incapaz, bien pagado y
desafortunado, no representaba nada ante la fuerza y la determinación de los
estadunidenses. Por lo tanto, es entre otras cosas su actitud que funda la tesis de los
historiadores de Estados Unidos según la cual no solamente Inglaterra sino también
Francia mantienen visiones imperialistas respecto de California, intenciones por las
cuales se justifica la conquista, con el fin de adelantarse a sus rivales.
11 En este estudio de “relaciones internacionales”, Louis Gasquet aparece efectivamente
como un perdidoso. Sus sueños de la adquisición francesa de California fueron reducidos a
nada desde la conquista por las tropas de Estados Unidos, y su reputación destruida por
sus relaciones conflictivas con las autoridades de la ocupación. Empero, sí podemos
abordar la cuestión de manera diferente. Louis Gasquet se comporta representando a
Francia en California. Con este título, provoca reacciones tanto de parte de los nacionales
franceses como de los habitantes californianos mexicanos y los habitantes
norteamericanos. Si bien estas relaciones tienen una fuerte dimensión política y
diplomática, tienen también una dimensión cultural no menos importante. El
comportamiento de Gasquet puede explicarse en cierta medida por un temperamento
“latino” y por sueños destrozados, pero también es influido por lo que escuchó decir en
París sobre el país en el que se encuentra, por su estancia en la ciudad de México, y por su
experiencia personal a partir de su viaje por el país.
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12 La reconstitución de la biografía de Louis Gasquet permite comprender por qué y cómo se


convierte en canciller, cuáles influencias se ejercían sobre él y en qué contribuían éstas a
la interpretación que él hacía de los eventos en los que participaba. Las cartas urgentes y
sin rodeos que envía al amigo que le había ayudado a obtener el puesto revelan sus
esperanzas de convertirse en cónsul, describen las etapas de su viaje, y hacen aparecer
sus imágenes mentales de las regiones en las que se interna, y el futuro que prevé para
ellas, las percepciones de Francia, de México y de California. Cada carta aborda en cada
ocasión tres temas: su esperanza de convertirse en Cónsul de Monterey y los medios para
lograrlo; su situación financiera deplorable y la necesidad de ayudar a su familia; la
descripción del país que atraviesa, México y después California. Sus cartas expresan sus
preocupaciones personales (el puesto de cónsul, su situación financiera), y lo que él
considera susceptible al interés de su interlocutor (las regiones visitadas).

De Sommieres a Veracruz: en los orígenes de una


misión diplomática
13 Louis Gasquet nace el 27 de octubre de 1793 en Sommières, Gard.5 Como sus hermanos y
hermanas, es bautizado por el pastor Ribot. El padre, Simon Gasquet, fabricante de
muletones, es originario de las montañas protestantes de la región de Alès. Es un tiempo
en el que los muletones de Sommières se venden bien, “se usan para los chalecos de los
hombres, las batas para estar en casa, las levitas y los vestidos de las mujeres”. 6 Los
fabricantes, obligados por su educación religiosa al trabajo y al ahorro, forman un medio
solidario y vuelto sobre sí mismo. Sus ingresos son modestos en general. En la familia
Gasquet, la muerte de infantes es muy elevada. Los parientes de Louis Gasquet tenían por
lo menos diez niños, pero sólo Louis y su hermano menor Eugène sobreviven hasta la
edad adulta. Después de los estudios de derecho, Louis Gasquet se casa con la hija del
notario y se convierte en fabricante de muletones. La mortandad permanece alta. En 1830
se queda viudo con dos hijas. Ya ha perdido tres hijas y un hijo.
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Départemento francés du Gard


Fuente: Michel fils aîné, Atlas départemental: France et ses colonies, 1836. Col. privada.

14 En 1831, Sommières, como Lyon, es agitada por problemas sociales. Participante en la


guardia burguesa, Louis, según sus propias afirmaciones, jugó en ella un rol de
moderador. Elector en el sistema de censos de la Monarquía de Julio, tiene –comparado
con sus conciudadanos– cierta influencia que emplea en favor de la elección de su amigo
Guillaume Théodore Viger. Este último, abogado y magistrado, es sucesivamente
procurador general después de la corte real de Nîmes (1830-1833), abogado general y
consejero en la corte de casación (1834-1838), primer presidente de la corte real de
Montpellier en 1838, diputado de la circunscripción de Lodève (1842-1848), y consejero
general de Gard. Muere en 1849.
15 Louis Gasquet tiene a tiempo la oportunidad de pedir ayuda a su amigo. En 1837, la
industria de los muletones se enfrenta a algunas dificultades. Gasquet acaba de formar un
establecimiento de peinadura de lanas, y la crisis no le permite amortiguar sus gastos.
Solicita indemnizaciones en vano, porque no es más que despreciado. Para intentar salvar
su empresa busca préstamos e hipoteca todos sus bienes, sin éxito. Consigue apenas
rembolsar a sus acreedores, mientras solicita desesperadamente un puesto que le asegure,
igual que a su familia, algún ingreso. En París, François Guizot, originario de Nîmes y
protestante, se convierte en el primer ministro de Asuntos extranjeros. El 21 de
septiembre de 1842, un consulado de segunda clase se crea en Monterey, California, sobre
las costas del oeste de México. El 28 de octubre, François Guizot le escribe a Théodore
Viger: “Querido amigo: el Sr. Gasquet es nombrado canciller del consulado de Francia en
Monterey (América del Norte) con 4000 fr. de tratamiento. Es el máximo de una
chancillería de su tipo. Envíame en seguida los apellidos y cualidades del Sr. Gasquet, y
dile que esté listo para partir”. El 2 de noviembre de 1842, Louis Gasquet agradece a su
amigo el puesto que él le ha obtenido. Le pregunta si podrá llevar a sus hijas, y confiesa su
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precariedad financiera. Es pues con una mezcla de satisfacción e inquietud que acepta el
puesto. En realidad, no tiene mucha opción, el trabajo le hace ganar dinero. Pero a los
cuarenta y nueve años, un viaje así de largo lo inquieta. ¿Qué debe llevar? La perspectiva
de alejarse de su familia, de su país, a tierras desconocidas de las cuales quizá nunca
regrese, es un verdadero desgarramiento. Se las ingenia para retardar su partida, le
insiste a su amigo sobre la posibilidad de obtener más bien un puesto en un consulado en
Europa.
16 Esperando siempre obtener el puesto de cónsul, finalmente honrado de representar a
Francia y deseoso de ir en defensa de los intereses en las regiones menos conocidas, Louis
Gasquet se resigna a partir. El S de abril de 1843, a las cinco de la tarde, toma la diligencia
hacia Lyon. En París, baja al hotel de los Estados generales, en la calle de Ste Anne, y
multiplica las peticiones para obtener un consulado. El primero de julio reconoce sus
reticencias: “Partir a mi edad, en la que las dulzuras del hogar son así de preciadas, a un
lugar a mil leguas de mi país y de mis hijos, vivir bajo un clima peligroso y a menudo
mortal. No hablo de los peligros de la travesía, de las fatigas de un largo viaje por
México”. En vano. François Guizot lo recibe personalmente, le asegura su apoyo
financiero, lo hace valorar que si el puesto de canciller es mal pagado, es una residencia
tan alejada que ningún cónsul titular la aceptaría. Él, Louis Gasquet, se beneficiaría
entonces de las atribuciones del cónsul, y de la mitad de las remuneraciones
correspondientes a ese puesto.

Puerto de Veracruz visto desde el Castillo de San Juan de Ulúa.


Fuente: Atlas historique pour servir au Mexique en 1823 de Beulloch, traduit et publié en français,
Paris, À. Eymery, 1824. Coll. J. Perilhou.

17 El 9 de agosto de 1843 se embarca en el Bahía, un navio comerciante de 200 toneladas y,


después de 57 días de una navegación sin anécdotas, desembarca en Veracruz el 4 de
octubre, a las 11 de la mañana. El vomito, la terrible fiebre amarilla, ejerce sus estragos en
los extranjeros. Pero Louis Gasquet, a pesar de su moral afectada, escapa de sus
influencias perniciosas. Fatigado por la travesía, prefiere reposar antes de continuar un
viaje penoso pos caminos desgastados. Aprende la lengua casi inmediatamente: después
de tres semanas en el país, declara poder leer fluidamente en español.
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Un representante francés en México


18 Correspondencia y biografía se aclaran una a otra. Las cartas, enviadas a un amigo muy
cercano, aportan un suplemento de alma a los archivos públicos; dejan aparecer las
redecillas políticas, financieras y culturales sobre las que Louis Gasquet puede apoyarse.
Industrial cevenol protestante, está acostumbrado a una vida austera en la que la
economía es una necesidad. Culto, activo en la vida política local, juega la carta de sus
relaciones ya que, arruinado, debe encontrar una fuente de ingresos. La llegada al poder
de François Guizot le abre las puertas del ministerio de Asuntos extranjeros, pero lo
obliga a partir muy lejos de su familia y de sus costumbres. En París recibe su nominación
como canciller. Mientras progresa lentamente hacia su destino final, su viaje lo hace un
actor de la diplomacia francesa, un representante de Francia. Llegado a México, tanto en
Veracruz como en San Diego se conduce como el cónsul en el que espera convertirse.
Antes de su partida, Louis Gasquet recibió instrucciones muy claras: informar al gobierno
pero no tomar iniciativas.
19 Descubre México a través de las autoridades locales (en un principio, con la ayuda de un
intérprete), la comunidad francesa, la legación de Francia en México y su experiencia. En
función de encuentros y discusiones, las imágenes mentales que él se hace de California se
transforman. Sus cartas muestran la evolución de su actitud: en un inicio, constreñida y
forzada, ansiosa, confundida entre el miedo, la resignación, la curiosidad y la
anticipación. Su primera obsesión es la de rembolsar sus deudas y asegurar el futuro de
sus hijas. Entre sus preocupaciones financieras, se entreve una ambición más personal: el
deseo apasionante de convertirse en cónsul y favorecer la expansión francesa en el
mundo Pacífico. Al principio, está reticente a ver su futuro ligado a California, pero logra
encarar la imagen de un futuro de California ligado con el de Francia.
20 Para las oficinas del ministerio de Asuntos Extranjeros en París, California es la punta del
mundo. El gobierno la conoce a través de los reportes de Eugéne Duflot de Mofras y de la
legación francesa en México, así como por dos capitanes de naves estacionadas en el
Pacífico, que se presentan ahí en intervalos relativamente prolongados, y por la embajada
de Francia en Washington. La descripción que estas fuentes le hicieron a Gasquet es poco
alentadora. En su carta del 26 de octubre de 1843, enviada desde Veracruz, él escribe:
“Nada de lo que nos fue dicho en París relativo a este país era exagerado. Todo es
verdadero: privaciones, peligros, miseria, así es mi lote, si me dejan en la posición obscura
en la que me han puesto.” Describe Veracruz:
“la ciudad está bien horadada, las calles muy largas y derechas, las casas grandes,
cómodas y en las cuales el aire circula libremente. Tiene apenas un tercio de los
habitantes que podría alojar. La población está fuertemente mezclada: indios,
negros, mulatos, criollos y extranjeros de todas las naciones ofrecen una variedad
de colores que van del negro más oscuro al blanco mate de los ingleses. Esta mezcla
no se encuentra, según me han dicho, en el interior.”
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Vista panorámica de la ciudad de México.


Fuente: L’Univers pittoresque: Mexique et Guatemala – Perou, Paris, Firmin Didot, 1843. Coll. J.
Perilhou.

21 En California, la ciudad no parece más cercana que cuando la vio desde Paris: “Cuando
hablé de mi viaje a Monterey, todo el mundo pensó en la poca piedad de la idea de
mandar a un hombre de mi edad al extremo del mundo, en un país perdido y por ventajas
así de débiles.”
22 El 2 de noviembre de 1843 Gasquet escribe desde la cuidad de México, a la cual llegó dos
días antes, “molido y abismado de fatigas y contusiones ocasionadas por el mal estado de
la ruta”. México, dice él, “es una ciudad grande y bella, pero que ofrece pocos recursos y
distracciones a la gente ociosa”. Es decir, hay pocas distracciones tales como las que
pueden encontrarse en Francia. Detenido en la capital por la falta de fondos para
continuar su viaje, se queda ahí más de un año. Frecuenta la legación, a donde llega a
cenar, acompaña de vez en cuando a la esposa del ministro de Francia y su hija de paseo,
ve poca gente y a veces va al teatro o al concierto. Se aburre “hasta la muerte” y desea
partir lo antes posible.
23 Por lo tanto, el ministro de Francia, el barón Alleye de Cyprey, no es tampoco más
alentador en su descripción de California “en el extremo del mundo, en una comarca
perdida y sin recursos, donde la vida es miserable”. Monterey, le dice el barón, “es una
mala bicoca que no tiene casas edificadas. [...] No tendrá muebles más que los que se lleve
consigo, o que mande traer de Francia. Atendiendo este asunto, ocúpese de una cama
completa, porque corre el riesgo de acostarse con el sol envuelto en sus sábanas”. Pero la
frecuentación que Louis Gasquet tenía con los actores locales de la diplomacia francesa,
Alleye de Cyprey, Gloux, cónsul en Veracruz, y Goury du Rolan, secretario de la legación,
introdujo un cambio en sus perspectivas del futuro, como lo atestiguan sus cartas. No sólo
desea convertirse en cónsul por las razones financieras que había desarrollado
anteriormente, sino porque él mismo se cree capaz. Le escribió a Viger: “me creo capaz de
manejar un consulado, de manejarlo de forma satisfactoria para el gobierno. Desde que
puedo ver de cerca de algunos agentes consulares, esta opinión no ha hecho más que
confirmarse en mí, y modestia aparte, yo les haría un honor en querer quedarme con un
pie de igualdad con ellos”. Apoya esta convicción sobre su experiencia en cuestiones
comerciales, y en las descripciones poco halagadoras de los cancilleres locales.
24 Pero sobre todo la imagen que se hace de California evolucionó notoriamente. El 26 de
noviembre de 1843, escribe:
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Pues, tengo un ansia desmesurada de ver California, de explorarla, de hacerla


accesible al comercio y a la industria de mis compatriotas; todo lo que les escucho
decir a las personas que conozco aumenta este deseo. Tiene un buen clima exento
de enfermedades que diezman las poblaciones en casi todas las otras partes de
América; un sol admirable enmarcado por bellas riveras. Posee numerosas minas de
dinero, puertos magníficos; haría una colonia grande y bella, y como en algún
momento debe formar parte de alguno de los tres grandes poderes marítimos, yo
estaría feliz y ansioso de verla convertirse en francesa.
25 La diferencia entre esta descripción y la de la carta enviada hacía tres semanas, después
de su encuentro con el barón Alleye de Cyprey y el secretario de la legación, es
sorprendente. Por un lado, la opinión desfavorable del personal diplomático, por el otro,
una visión más optimista y más realista, que podemos suponer era la que tenían los
mercaderes franceses que frecuentaban el país y subrayaban las riquezas naturales de la
región.
26 El 28 de diciembre de 1843 retoma, como en cada carta sobre el tema, la insuficiencia de
su pago. Argumenta lo que le han aconsejado: “según la opinión del Sr. Barón de Cyprey,
de la legación, de los hombres que tienen el primer rango en el comercio mexicano, y de
todos los que, finalmente, han vivido en México, me sería imposible ir a California,
establecerme y vivir allá con los recursos que ha se han puesto a mi disposición”. Adjunta
una carta para Guizot en la cual le dice tener “deseo de hacer renacer la importancia de
California, los miedos de nuestros compatriotas de verla caer en manos de los americanos
o de nuestros eternos enemigos los ingleses”.

Carta de Louis Gasquet del 24 abril de 1844.


Fuente: Archives départementales du Gard.

27 Es también durante su estancia en la ciudad de México que aborda la cuestión de


numerosas revoluciones, de medidas arbitrarias aplicadas durante el encuentro con el
comercio francés y aconseja una intervención militar francesa, con la instalación de un
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régimen monárquico a la cabeza de México, y toma de una posesión francesa de Yucatán y


las Californias. La idea era entonces a favor de la legación de Francia en México, y
desarrollada en su correspondencia por el barón Alleye de Cyprey. El 24 de abril de 1844,
Gasquet escribe:
Con la posesión de las Californias, aseguraríamos y completaríamos el sistema de
nuestros establecimientos en el océano pacífico. Adquiriríamos una preponderancia
grande sobre este mar poco explorado hasta ahora, que debe bañar tierras
ignoradas más grandes y más ricas que los grupos de islas que hemos reconocido
hasta ahora. La gran extensión de las costas de California, la seguridad de sus
numerosos remojos, la abundancia de sus aguas, ofrecerían a nuestros balleneros
ventajas y facilidades inapreciables que los incitarían a venir en mayor cantidad
para tomar su parte de una pesca explotada casi exclusivamente por los Ingleses y
los Americanos. La fertilidad del sol, la temperatura del clima que se asemeja al de
Europa meridional, la ausencia de epidemias que causan estragos entre los
extranjeros que van a establecerse en otras partes de América, sus rutas navegables,
sus bosques abastecidos de bellos árboles apropiados para la construcción de navios
atraería en su momento, a este magnífico país, una población considerable y una
prosperidad inaudita. Habría también la ventaja para nosotros de poder pesar sobre
las ambiciones y empresas de los Estados Unidos, de naturaleza invasora, de frenar
sus proyectos de expansión, de tener y ejercer sobre las poblaciones francesas de
estos estados y de Canadá una influencia favorable para su bienestar, de proteger a
México en sí contra un vecino ambicioso en lo que nos sea posible, y, finalmente, de
tomar ante la cuestión de Oregon y las dificultades que ésta conlleva entre
Inglaterra y Estados Unidos la actitud que más convenga a nuestros intereses.
28 Ya son claras las convicciones en las cuales se apoya la conducta de Louis Gasquet desde el
inicio de su estancia en California. Influido por los círculos diplomáticos de México,
expresando una opinión poco halagadora de los mexicanos, criollos, mestizos e indígenas,
condenando la corrupción de sus gobiernos y el mal equipamiento de sus fuerzas
armadas, retoma la idea –muy difundida– de que México no podrá conservar su autoridad
sobre California por mucho más tiempo. Se inquieta por los manejos expansionistas de los
Estados Unidos, pero es Inglaterra, por haber sido aliado de Francia, contra quien expresa
una feroz hostilidad.
29 El curso de su viaje muestra una alternancia entre la aprehensión y el alivio. El 25 de
mayo de 1844 escribe:
Monterey está a mil leguas de aquí. Para llegar se debe recorrer cerca de cinco mil
leguas a caballo por caminos difíciles y peligrosos sobre los cuales no se hayan,
como en los países civilizados, albergues que ofrezcan un buen descanso y una
buena comida. Se está obligado a llevar provisiones alimenticias, una cama, y una
infinidad de precauciones que es inútil detallar. Hay que armarse hasta los dientes
por el miedo de malos encuentros que además son relativamente frecuentes. A
menudo no se tiene por albergue más que una deplorable y sucia cabaña de indio y
a veces sólo el sol o la bella estrella.
30 Desde que partió, el 25 de noviembre de 1844, fue con la idea de atravesar un país en vías
de insurrección. Por lo tanto, el 3 de febrero de 1845, llegado a Mazatlán, puede escribir
que su viaje ha transcurrido sin percances. Ha ido en diligencia de México a Guadalajara,
con una pausa de algunos días en San Juan de los Lagos para esperar su equipaje
transportado a lomo de mula. En numerosas ocasiones ha sido requerido por los
transportes militares, por cada uno de ambos bandos de guerra. La descripción que da de
su viaje de Guadalajara a Mazatlán esta marcado por mucha lírica:
Por fin pude partir de Guadalajara, esta vez a caballo, teniendo muías para el
equipaje y artículos domésticos montados y armados, que recordaban un poco a los
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Virreyes de Léon o de quienes hayan tomado posesión de su Vice Realeza. Hicimos


valientemente 20 y 22 leguas por día expuestos al ardor del sol de los trópicos, por
caminos horrorosos, por senderos en los que más valía dejarse llevar por el instinto
de nuestros caballos. He visto sitios magníficos, he atravesado inmensos bosques
viejos como el mundo, campos cubiertos de caña de azúcar, de cafetales y arbustos
que producen algodón. Por todos lados una vegetación vigorosa y de la cual nada
parecido en Europa puede arrojar una idea. Todo esto coronado por un cielo
deslumbrante del cual ni una nube viene a oscurecer la firmamento. Era bello a la
vista, y me en ocasiones me relevaba de las preocupaciones del espíritu así como del
sentimiento de fatiga. Pero la tarde de la llegada al albergue me hizo anhelar
nuestra Francia. Descendimos en dos miserables chozuelas donde no encontramos
nada para comer más que algunos guisados de un gusto y olor que harían huir a una
legión de diablos. Había que extender la cama en espacios abiertos y a veces bajo la
bella estrella, con las armas a la mano. Esta manera de viajar es pintoresca, debe
tener encantos para las imaginaciones románticas que mueren de aburrimiento
sobre nuestras bellas rutas y se ahogan en medio de todas las comodidades que una
civilización avanzada en Europa les brinda a cada. Para ellos, lo difícil, lo imprevisto
de estos países sería una maravilla. Gran bien les haría.
31 Impresionado por la belleza salvaje de los paisajes que atraviesa, Louis Gasquet no tiene,
sin embargo, nada de aventurero. En ocasión de una imperiosa necesidad, se decide a
emprender el largo viaje para encontrarse en un destino que no le promete ningún
confort. Sus largas conversaciones con el cónsul de Francia en Mazatlán lo confirman en
la idea de que él ya ha expresado que habría una gran ventaja en volver a plantear una
demostración de fuerza hacia México con represalias contra los maltratos sufridos por los
residentes franceses.
32 Después de un viaje de cinco a seis meses, Gasquet llega a San Diego el 16 de marzo, y el 5
de mayo a Monterey. Ahí, el 15 de junio de 1845, escribe: “el conjunto que encontré en
California fue el de los más distinguidos, por doquier hay autoridades y los hombres más
influyentes se presentaron ante mí; me colmaron de atenciones y respetos, y aplaudieron
por doquier la venida de un agente de Francia. En mis conversaciones, en mis reuniones
con ellos, supe inspirarles una buena opinión de mis maneras y mi carácter”. El 2 de
marzo de 1846, dice haberse formado “la existencia más dulce, si bien un poco monótona,
a veces triste y aburrida, pero dulce, mantengo el epíteto. Me acomodo al clima y a la
gente de Monterey, visito algunas casas, soy bienvenido en todos lados y por todos. Paso
horas enteras a charlar en castellano, estropeo un poco esta magnífica lengua, pero por
fin dejé de necesitar un intérprete para entender y darme a entender y esto ya es un gran
paso, de hecho. Con tal de no olvidar mi francés”. El 25 de marzo de 1846 evoca una
“posición de independencia, de honor y de consideración”.
198

Trajes de la costa oeste: hombre de San Blas y mujer de Acapulco.


Fuente: Abel Aubert Dupetit-Thouars, Atlas pittoresque du Voyage autour du monde sur la frégate la
Vénus pendant les années 1836-1839, Paris, Gide, 1846. Col. privada.

33 Pero estas buenas relaciones están en parte fundadas en un malentendido. Sus prácticas
están destinadas a impresionar a la población y a incitar a los jefes a pedir la protección
de Francia. Sueña con una California que será francesa:
Qué bella colonia podríamos crear, que puede prever los destinos que le esperan. Un
país inmenso puesto a la disposición de la actividad y el espíritu emprendedor de
los habitantes de Europa sufriría en pocos años necesariamente una transformación
de la cual no puedo calcular la importancia ni el alcance. Desde que busco
representármela, me imagino a un gran pueblo hablando nuestra bella lengua,
viviendo como nosotros, con quien se perpetuarían nuestras costumbres, nuestros
hábitos y nuestra ciencia y nuestra literatura, me apasiona un deseo violento de
poseer California y no puedo menos que llamar la atención de los gobernantes sobre
estos temas.
34 Alrededor de él, un grupo de franceses hacen lo mismo. Su presencia da seguridad a
quienes piensan que Francia debe interesarse más en estas regiones. Se constituye una
especie de “partido francés”, del que Henri Cambuston, maestro de escuela en Monterey y
con quien viajó en el Primavera, es activo partidario como también lo es Olivier de
Leysségues, un viejo capitán que tiene un café-billar, y en el cual los niños tienen por
padrinos a Louis Gasquet y José Castro, uno de los hombres más pudientes de California,
comandante y gran propietario. Sus movimientos, que el gobierno en París no prevé en lo
absoluto, explican en parte el maltrato que sufren de parte de los oficiales americanos
que se mofan particularmente de ellos durante la ocupación militar, con base en
informaciones que les ha cedido el cónsul de Estados Unidos, Thomas Larkin.

Conclusión
35 Frecuentemente escritas en la urgencia y la irregularidad, las cartas de Gasquet a su
amigo abordan, más de lo que lo haría con su familia, la cuestión de su porvenir. Hemos
199

visto las dudas del individuo, y seguimos sus tribulaciones. Su itinerario de vida es el
resultado de una negociación continua entre las posibilidades, a menudo con una
sumisión a las presiones que se le presentan. Puesto en situaciones que nunca habría
imaginado, encuentra en ellas la ocasión de formular nuevas ambiciones: quiere el
consulado o el regreso a Francia. Carta tras carta, busca los argumentos que convencerán
a su amigo a defender esta propuesta.
36 Lejos de Francia, en contacto con las poblaciones que descubre, compara, como lo hacen
los viajantes, lo que ve con el país de donde viene, Europa y sus infraestructuras cómodas.
Pero su frecuentación del cuerpo diplomático también le da argumentos que
corresponden a la sensibilidad monárquica, desconfiada de una sociedad mexicana
republicana dentro de una nación en construcción. En un periodo de expansionismo de
parte de Inglaterra, Francia y Estados Unidos, Gasquet retoma un discurso colonialista
que no era el del ministerio –cuidadoso de evitar todo con Inglaterra– pero que era
claramente apoyado por los agentes diplomáticos y los residentes franceses: aportar la
modernidad a favor de un cambio de régimen político y la instalación de un gobierno
garante de la paz civil y cuidadoso de desarrollar las infraestructuras (caminos,
comunicaciones, puertos). Estas ideas serían puestas en práctica bajo el Segundo Imperio,
con los resultados que ya conocemos.

BIBLIOGRAFÍA

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particulier “, en Serge Wolikow, (dir.), Écrire des vies. Biographie et mouvement ouvrier, XIXe-XXe
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WOLIKOW, Serge, (dir.), Écrire des vies. Biographie et mouvement ouvrier, XIXe-XXe siècles (Éditions
universitaires de Dijon, 1994).

NOTAS
1. Abraham Nasatir, French Activities in California: An Archival calendar-Guide, Stanford University
Press, 1949.
2. Sobre las Relaciones Francia-California, Annick Foucrier, “La France, les Français et la
Californie avant la ruée vers l’or”, tesis de doctorado en historia, EHESS, 1991.
3. Abraham Nasatir, op. cit., p. 24: Larkin a Buchanan, número 25, Monterey, 10 de julio, 1845,
impreso en Manning, Diplomatic Correspondence, VIII, pp. 735-736.
4. Nasatir, op. cit., pp. 24-25.
5. Esta biografía se apoya en las investigaciones hechas en los archivos del estado civil del
departamento de Gard, en Nîmes, en los archivos comunales de Sommieres, en minutas de
notarios, y en las cartas inéditas de Louis Gasquet dirigidas a ThéodoreViger, y conservadas en
los archivos departamentales de Gard.
6. Léon Dutil, Etat économique du Languedoc à la fin de l’Ancien Régime. 1750-1789, tesis de doctorado
en letras, Paris: Hachette, 1911, p. 429.

RESÚMENES
Louis Gasquet, encargado del consulado de Francia en Monterey, California, ocupó ese puesto
durante los años decisivos de la conquista por Estados Unidos. Sus objeciones a las medidas
201

tomadas por las autoridades militares de Estados Unidos, enunciadas en nombre del derecho de
gentes, le hicieron ganar la hostilidad de los comodoros Sloat y Stockton. Los juicios negativos de
estos fueron retomados por los historiadores norteamericanos. Sin embargo, nuevas fuentes, la
correspondencia que escribe a su amigo Théodore Viger durante su viaje a través de Francia y
México (1843-1845) y durante su estancia en California (1845-1847), permiten construir un
retrato más completo, sutil y complejo de este individuo y de sus motivaciones. Las 21 cartas
enviadas a su amigo revelan la vida privada, las emociones y aspiraciones de un hombre
injustamente tratado por la historiografía americana.

Louis Gasquet, chargé du consulat de France à Monterey, Californie, s’y trouve pendant les
années décisives de la conquête par les Etats-Unis. Ses objections, au nom du droit des gens, aux
mesures prises par les autorités militaires états-uniennes, lui ont valu l’hostilité des commodores
Sloat et Stockton, dont les jugements négatifs ont été repris par les historiens nord-américains.
Cependant de nouvelles sources, les lettres qu’il a écrites à son ami Théodore Viger pendant son
voyage à travers la France et le Mexique (1843-1845) et pendant son séjour en Californie
(1845-1847), permettent de dresser un portrait plus complet et plus nuancé de l’individu et de ses
motivations. Les 21 missives envoyées à son ami dévoilent la vie privée, les émotions et les
aspirations d’un homme injustement malmené par l’historiographie états-unienne.

AUTOR
ANNICK FOUCRIER
Annick Foucrier. francesa, es doctora en historia por la Ecole des Hautes Études en Sciences
Sociales de Paris (Francia). Su tesis doctoral, titulada“La France, les Français et la Californie avant
la ruée vers l’or (1786-1848)”, recibió dos premios. Es especialista en historia de America del
Norte, particularmente California, y de las migraciones en Estados Unidos. Ha publicado diversos
artículos sobre el oeste de Norte America, el mar Pacifico, exploradores y emigrantes. Entre sus
principales libros se encuentran: Le rêve californien. Migrantsjrançais sur la côte Pacifique, XVIIIe-XXe
siècles, (Paris, 1999); edicion, The French and the Pacific World, 17th-19th centuries: Exploration,
Migrations and Cultural Exchanges, (Aldershot, UK 2005). Es miembro del CENA (Centro de Estudios
Norteamericanos) EHESS/CNRS, del MASCIPO UMR 8168. Actualmente es profesora, investigadora
y directora del Centre de Recherches en Histoire Nord-Américaine en la universidad de Paris 1-
Sorbonne.
202

La república de las letras


203

La acogida de Carlota en Saint-


Nazaire en 1866 y su
reinterpretación ficcional: los
desencuentros de la historia y los
rescates de la ficción
Jean-Marie Lassus

L’histoire est un roman vrai.


Paul Veyne, 1971
La science historique nous laisse dans l’incertitude sur
les individus.
Marcel Schwob, 1896
204

Portada: El 12 de junio de 1864, acompañados del arzobispo de México, los generales Bazaine y
Neigri, llegó la pareja imperial a la ciudad de México, en un ambiente de júbilio y algarabía.
Fuente: La Pátria Recobrada, México, FCE, 1962, p. 192.

1 Los nuevos historiadores destacaron la importancia de un acercamiento a la historia desde


una perspectiva innovadora, recalcando por ejemplo la necesidad de prestarles más
interés a los anónimos que a las grandes figuras históricas para reconsiderar los
acontecimientos y las crisis en función de “los movimientos lentos y profundos de la
historia”, según la expresión de Jacques Le Goff.1 Con este nuevo enfoque, se trata de
fijarse más en las realidades concretas, materiales y mentales de la vida cotidiana que en
los sucesos efímeros que ocupan la primera plana de los periódicos o “la historia oficial”.
De ahí por ejemplo el interés por la historia de las mentalidades, la de los imaginarios
colectivos o la historia inmediata, para citar solamente algunas perspectivas entre las
muchas abiertas por los nuevos historiadores. Dentro de este marco se ha prestado una
atención particular al “acontecimiento”.2 Precisamente los comentarios suscitados en la
prensa local por la llegada de Carlota al puerto de Saint-Nazaire en 1866 constituyen un
caso interesante de historia inmediata, que despertó los sentimientos más variados, desde
la indiferencia y la curiosidad hasta el rechazo o la hostilidad, pero no el verdadero
entusiasmo esperado por la historia oficial. Una figura mayor de la política imperialista se
veía así reducida casi al anonimato, lo que le daba un relieve particular a su acogida. Por
eso abordaremos el tema de la reinterpretación biográfica y ficcional de este
“acontecimiento”, poniendo de entrada comillas a una palabra que en este caso y en
buena parte significó también lo contrario de una acogida oficial e incluso, visto desde
cierta perspectiva, constituyó en realidad un no acontecimiento. Partiremos del
presupuesto de la pertinencia de la figura de Carlota como “protagonista” de la historia,
susceptible de revelar las características, las carencias o el rechazo de una Sensibilidad
común: nos valdremos para ello de varias fuentes, periodísticas y biográficas,
confrontándolas después con su reelaboración ficcional: Rodolfo Usigli y Fernando del
Paso, para citar solamente dos ejemplos relevantes en el teatro y la novela. 3 Se llegará así
a un doble enfoque, prestando atención a la percepción que se tuvo de Carlota en una
205

actualidad histórica y geográfica precisa (el puerto de Saint-Nazaire y la ciudad de


Nantes) y a su imagen en las crónicas de agosto de 1866 del Phare de la Loire, para
ensanchar luego la perspectiva acudiendo a crónicas periodísticas más recientes sobre el
acontecimiento (Ouest France, 1970). Se abordará también la reinterpretación histórica del
acontecimiento en algunas biografías recientes publicadas sobre Carlota en Francia. A
partir de estos dos enfoques, local y “universal”, intentaremos cuestionar las propias
representaciones nacionales de México y Francia. Esta perspectiva global no pretende
mezclar los géneros sino, al contrario, delimitar las fronteras para intentar comprender
mejor, quizás, la repercusión de unos acontecimientos particulares en las biografías
oficiales y en el campo ficcional.

El 10 de abril de 1864, en Miramar, ante la junta mexicana de notables dirigida por Manuel Gutiérrez
de Estrada, y ante el obispo, Maximiliano hizo un juramento ante Dios y aceptó recibir el
nombramiento de Emperador de México.
Fuente: La Patria Recobrada, México, FCE, 1962, p. 181.

La prensa local, ¿reflejo de una sensibilidad común?


Noticias y rumores del Imperio

2 El viaje de Carlota Amalia de Bélgica a Europa se inscribe como se sabe en un marco


particularmente caótico: Napoleón acababa de tomar la decisión de retirar las tropas
francesas de México en el momento preciso en que Bazaine pensaba organizar una
operación de envergadura contra la guerrilla mexicana, en un contexto además en que la
presión de Estados Unidos se hacía cada vez más fuerte en favor de los patriotas
mexicanos: 1866 es el momento en que se manifiesta abiertamente el apoyo
estadunidense a la resistencia mexicana con la movilización de 50 000 soldados veteranos
de su guerra civil sobre Río Bravo.4
206

3 En este contexto bastante difícil, Carlota sale para Francia el 13 de julio de 1866 para
recordarle a Napoleón III su promesa inscrita en el tratado de Miramar de no retirar a las
tropas francesas. Quiere entrevistarse también con el Papa para arreglar la discrepancia
en la cuestión religiosa y política de los cultos en México. Pero la acogida de los franceses
es un verdadero “fiasco”: las autoridades oficiales multiplican las torpezas y la prensa no
tardará en manifestar sus dudas en cuanto a los verdaderos objetivos de su misión para
acabar por una actitud de franca hostilidad.5 En París, Carlota exigirá de Napoleón que
siga pagando el sueldo de las tropas auxiliares y que mantenga al ejército francés hasta
lograr la pacificación definitiva de las provincias mexicanas. No consigue convencer a los
ministros franceses, aunque logra obtener dinero, que manda a México. Sin renunciar a
su proyecto, decide volver a ver a Napoleón para reiterarle sus compromisos con México,
pero todo es inútil. Ante esta última y definitiva negativa, se refugiará en Miramar el 30
de agosto de 1866. A partir de entonces irá agravándose su estado psíquico, hasta
necesitar su posterior internamiento este mismo año. Mientras, habrá visitado al Papa Pió
IX para intentar solucionar la cuestión del concordato y presionar, en vano otra vez, a
Napoleón.

Visita de Maximiliano y Carlota al Emperador Napoleón III el 5 de marzo de 1864, donde


Francia se comprometió a apoyar con tropas y dinero al Imperio mexicano.
Fuente: La Pátria Recobrada, México, FCE, 1962, p. 180.

4 Este brevísimo recuerdo de la trayectoria de la esposa de Maximiliano por Europa


evidencia una inestabilidad a todos los niveles: se derrumban los sueños y las ilusiones de
la Emperatriz mientras va perdiendo todos sus apoyos políticos y religiosos y sus
referencias concretas con la realidad. En cierto modo, ha perdido también “su lugar en el
mundo”: fuera de México, sólo encontrará refugio en el castillo de Bouchout, después de
un progresivo alejamiento de la sociedad, entregada a los delirios de persecusión y a las
fantasías de la imaginación.
207

5 En realidad, lo que evidencian los artículos del periódico Le Phare de la Loire del 8 al 1 3 de
agosto de 1866 es que Carlota, desde su llegada a Francia en 1866 por el mismo puerto que
sirvió de embarcadero para las tropas francesas destinadas a México en 1862, ya no
pertenece ni a la sociedad mexicana ni a la europea y llega en medio de la indiferencia y la
desaprobación general.
6 El diario del jueves 9 de agosto incluye en su rúbrica titulada “Ultimas noticias del día 8
de agosto” un párrafo firmado por V. Mangin que retoma las informaciones de una hoja
suelta de Saint-Nazaire, según la cual entre los pasajeros del vapor de la Compañía
Transatlántica Impératrice-Eugénie oriundo de Veracruz se “encontraría” la emperatriz (sin
mayúscula) de México. Esta “gran noticia” que El Faro del Loira se prepara a anunciar a sus
lectores confirmaría los rumores “procedentes de Estados Unidos” de los que ya se había
hecho eco el mismo periódico, según los cuales Carlota se disponía a salir para Europa. Se
suponía que vendría a negociar un nuevo préstamo o que se alejaba de México “a causa de
los acontecimientos de que México iba a ser el teatro”.6 Se anuncia entonces la llegada de
la emperatriz a Nantes por el tren a las 6 horas con 33 minutos. Se prevé que dormirá en
el Hôtel de France.7 Las instrucciones dadas por el ministro mexicano Castillo señalan que
la emperatriz viaja como “humilde turista” sin el boato oficial que hubiera podido
acompañarla.8
7 El número del 10 de agosto vuelve sobre las noticias de la víspera en una rúbrica titulada
“Crónica local”, señalando la llegada puntual de la emperatriz a las 6 horas con 33
minutos, en la discreción general, ya que la noticia de su llegada se había difundido muy
poco, de modo que sólo algunos mirones se habían reunido en la estación de Nantes,
cuyos principales accesos habían sido prohibidos por las autoridades en virtud del
acontecimiento. Se precisa que las únicas personalidades oficiales que estaban presentes
eran el señor Bourlon de Rouvre, prefecto del Loira Inferior y su secretario general, el
barón de Girardot. El Faro del Loira dedica de paso unas líneas a la descripción detallada del
atuendo de Carlota, propia según él de una persona acomodada aunque sencilla,
añadiendo que la nieta de Luis Felipe denotaba un carácter resuelto. Rinde un homenaje
mesurado a su belleza, precisando que, por no caer en los tradicionales excesos de la
lisonja, “se contenta con decir que la esposa de Maximiliano es “más bien bella”. 9 Los
mirones que se habían reunido delante del Hotel de France no tardaron en dispersarse y
no hubo recepción oficial esa noche en Nantes. El periódico señala que esta misma
mañana del 10 de agosto el señor Bourlon de Rouvre vino a buscar a la emperatriz para
conducirla a la estación de Nantes, de donde se fue para París a las 7 horas de la mañana.
8 Luego, el periódico vuelve sobre la acogida de Carlota en Saint-Nazaire, para “completar
la historia de su paso por nuestro departamento”, dando la lista de las personas que
acompañaban a la esposa de Maximiliano y añadiendo que la Compañía había recibido
37 700 francos en pago de sus servicios, primera alusión apenas velada a los gastos
ocasionados por su visita, y que prepara el terreno para futuros comentarios críticos
sobre las cantidades de dinero ocasionadas por la aventura mexicana.10 Avisados por un
telegrama de La Habana de la llegada de la emperatriz, el general Almonte, ministro de
México en París, y su esposa, así como el señor Mora, antiguo ministro plenipotenciario y
antiguo gran maestro de ceremonias, habían acudido a recogerla.11 La emperatriz fue
acogida por el subprefecto de Savenay, por el señor Guilhouso, alcalde de Saint-Nazaire y
por el juez de paz. El diario critica el discurso del señor alcalde, calificado de “arenga a la
que perjudicó la emoción de su voz”, y que fue contestada por una sonrisa “que el señor
alcalde no pudo sino encontrar afable” y un saludo. Un carruaje ordinario llevó a la
208

emperatriz al hotel Bellay, adonde fue a reunírsele a pie su comitiva. Después de esta
acogida desastrosa, El Faro del Loira consigna con cierta ironía dos “incidentes” bastante
inesperados, ocurridos antes de abandonar el antepuerto, del que retendremos el más
extraordinario para la circunstancia: la falta de bandera mexicana oficial en el barco que
traía a Carlota, reemplazada por una bandera de Italia. Los términos en que se relata el
incidente son bastante significativos de la falta de consideración por la representante
oficial de México:
El pabellón mexicano sólo difiere del italiano por la corona imperial que lo remata y
por un águila con una serpiente en el pico –imagen de la anarquía, sin duda– que
está representado en él. “L’Impératrice-Eugénie estaba desprovista de esta bandera
nacional; la habían reemplazado por la de Italia.12
9 A continuación, Le Phare de la Loire cita un párrafo del Diario del Imperio de México del 7 de
julio que anunciaba el viaje de su majestad como una misión en beneficio de los intereses
de México y para el arreglo de determinadas cuestiones internacionales, recalcando el
sentimiento de “verdadero patriotismo” con que ésta la emprendía, y la prueba de
abnegación que manifestaba así el emperador con su nueva patria. Añadía que la
emperatriz se preparaba a emprender con valentía un viaje que iba a conducirla por la
región de Veracruz en la estación de las lluvias, con los consiguientes peligros de vómito
negro. Le Phare de la Loire no idealiza tanto a Carlota, y critica el falso tono de veracidad
con que el diario mexicano anuncia el viaje de la esposa de Maximiliano, subrayando que
los lectores mexicanos no tenían más información que los franceses sobre los verdaderos
motivos de su viaje.

La pareja imperial.
Fuente: La Pátria Recobrada, México, FCE, 1962, p. 135.

Criticas

10 Como se ve, los principales temas desarrollados en las páginas de Le Phare de la Lote entre
el 9 y el 10 de agosto de 1866 tratan en primer lugar de la dificultad de tener
informaciones exactas sobre la llegada de la Emperatriz: desde el principio, ésta crea
209

conflictos de interpretación sobre los verdaderos objetivos de su estancia, y da lugar a


comentarios a veces irónicos sobre la recepción que se le ofreció.
11 Pero poco a poco, a lo largo de los artículos, va subiendo el tono. Se considera a la
emperatriz como la actriz indeseable de una gestión que significaría nuevos sacrificios
para Francia. En su edición del 11 de agosto, el diario local observa que la vuelta
imprevista de la emperatriz a Francia da motivos para numerosas interpretaciones y se
hace el eco de polémicas con otros diarios “oficiales”, como Le Pays: éste había criticado el
artículo de Le Phare de la Loire que señalaba que Carlota (calificade par Le Phare como “hija
del rey de los Belgas”) se alejaba de México para ponerse a salvo de los futuros
acontecimientos del que el nuevo imperio podía ser algún día el teatro.13 En el mismo
número, A. de Rolland da el tono, recalcando que es muy probable que el gobierno francés
no hará nuevos sacrificios “para mantener a este trono exótico”:
Los mexicanos fueron vencidos por nuestras armas; hemos ido a Puebla y México;
los notables fueron obligados a cumplir con sus promesas; los belgas y los austriacos
se han alistado bajo esta nueva bandera; se ha hecho lo imposible para que el trono
imperial, tan codiciado por las poblaciones mexicanas, pueda echar profundas y
sólidas raíces en el país.
La experiencia ha sido larga y costosa para nosotros; se han prodigado la sangre y el
dinero de Francia, y a pesar de ello Maximiliano titubea, lo que prueba que unos
nuevos sacrificios serían completamente inútiles. Confiamos en que el viaje de la
emperatriz Cariota no nos ilevará a nuevos compromisos en esta tentativa de que
felizmente nos libra un convenio.14
12 Como si fuera poco, la noticia de la llegada de la Emperatriz a Saint-Cloud figura en la
misma hoja del 11 de agosto al final de una larga lista de sucesos, que empieza
refiriéndose a diversos asuntos relativos a pleitos, espectáculos, bodas de la alta sociedad,
cuestiones nacionales e incluso chistes, para acabar por fijarse por fin en las últimas
lineas en el destino de Carlota en París.15
13 En las ediciones del 12 y 13 de agosto, las críticas se hacen más directas: Le Phare de la Loire
rectifica un comentario sobre el supuesto motivo de la llegada de la esposa de
Maximiliano: los recursos necesarios para mantener al ejército después de la evacuación
del territorio por las tropas francesas y la cuestión de los empréstitos suscritos en
Francia. Comenta Le Phare de la Loire que L’Etendard es uno de los pocos diarios oficiales
que comienza a admitir que el viaje de la emperatriz tiene un objetivo, aunque se
equivoca sobre el principal objeto de su misión. El léxico y las expresiones utilizadas por
el periodista son bastante representativos del rechazo que suscita la aventura mexicana:
puntualiza en efecto que es inútil hacer creer que cuando se hayan ido las tropas
francesas subsistirá “el imperio improvisado mexicano” y que sólo se tratará de
“mantener a sus soldados indígenas”. El periódico recalca las dificultades cada vez
mayores con que tendrá que enfrentarse el “joven y frágil imperio” así como los
obstáculos políticos y materiales que siempre se opondrán a su “aclimatación”. Observa
además que el país es esencialmente republicano, como lo prueba desde hace cuatro años
la resistencia encarnizada de los mexicanos a las tentativas de Maximiliano. Rinde
homenaje a los guerrilleros mexicanos, recalcando que es un error tratar de “bandidos” o
de “salteadores” a unos hombres que siguen “manteniendo erguida la bandera
republicana en la tierra mexicana” y que incluso van ganando batallas contra “los
imperialistas”; hace observar también que si las tropas francesas evacúan “este territorio
regado con nuestra sangre”, ellos triunfarán sin dificultad.16 Dentro de este contexto, el
objetivo de la misión de Carlota no puede ser sólo conseguir dinero, sino también hacer
210

que se mantenga y prolongue la ocupación francesa, indispensable para la protección de


los emperadores. Sobre este particular el periodista A. de Rolland es tajante: la emperatriz
se ilusiona completamente, ya que el gobierno francés está cansado de “los sacrificios
enormes” que realizó para la entronización de Maximiliano, calificado por el periodista
de “aventurero archiduque austríaco”:17
Lo que la emperatriz de México vino a buscar en Francia, es un nuevo ejército que
alinear, es dinero que gastar para prolongar por algunos meses más a un régimen
que se derrumba. Ahora bien, Francia no tiene hombres ni dinero que sacrificar a
esta princesa, por más valiente que sea, y aunque lo tuviéramos, ¿de qué servirían
estos sacrificios? No cabe duda que si enviáramos cien mil hombres a México,
restableceríamos la paz por todas partes; pero, independientemente del convenio
que señaló el fin de nuestra intervención en México, hay algo que no debemos
perder de vista, y es que no bien hayan salido nuestras tropas, los republicanos
volverían a aparecer, y más poderosos que nunca.18

El 5 de febrero de 1867, el último destacamento de tropas francesas, dirigidas por el


Mariscal Bazaine, abandonan la ciudad de México para embarcarse en Vereracruz rumbo
a Europa.
Fuente: La Pátria Recobrada, México, FCE, 1962, p. 237.

14 En cuanto a la cuestión financiera, señala el periódico en su edición del 13 de agosto que


el presupuesto de los ingresos del gobierno mexicano no alcanza 100 millones de francos,
mientras que el de los gastos más imprescindibles se eleva a 150 millones, sin contar con
las deudas y los intereses de las mismas. Sería necesario entonces, para mantener en el
trono “al sucesor de Itúrbide”, regalarle cada año 50 millones, que sin duda serían mejor
empleados en otra parte. Todos estos sacrificios, hechos por un imperio que ya no tiene
ninguna razón de ser, sobre todo después de la reconstrucción de Estados Unidos, son
considerados inútiles por el periódico. Para corroborar estas críticas, Le Phare de la Loire
cita a otros periódicos, como La Liberté, que manifiestan la misma inquietud sobre el
destino final del imperio de Maximiliano, a pesar de todos los esfuerzos de la emperatriz:
recalcan la situación financiera catastrófica del país dando a entender que a no ser que “
211

los Estados Unidos compren a México y se encarguen de sus deudas”, el país no sería incapaz de
encontrar el dinero necesario para pagarlas. El tono con que el periodista A. de Rolland
del Phare de la Loire termina su artículo arremetiendo contra Maximiliano y Carlota es
duro y casi injurioso:
Podemos esperar a que muy pronto el Emperador Maximiliano deposite su corona
imperial y vuelva, como simple archiduque, a aquel castillo de Miramar que nunca
hubiera debido abandonar. Es posible incluso que la Emperatriz no vuelva a esta
tierra donde tuvo sueños de grandeza y de potencia, y donde sólo encontró amargas
decepciones19.
15 La prensa local parece pues bastante representativa de la sensibilidad despertada por la
“historia inmediata”: su crónica constituye una forma de aprensión directa de la realidad
y una evocación sin rodeos de las preocupaciones políticas y sociales del momento. Si en
un principio no pormenoriza las pésimas condiciones del desencuentro de Saint-Nazaire,
prefiriendo insistir en la acogida reservada a Carlota en Nantes los siguientes días,
recepción que tampoco fue excepcional, el diario no tardará mucho en hacerse el
portavoz de una polémica candente sobre la expedición mexicana. Las críticas llegan a
restarle a la emperatriz (por no decir negarle) toda dimensión política, reduciéndola a un
simple papel de representación, aniquilando de antemano sus futuras gestiones con
Napoleón III. La dama que vuelve a Europa en agosto de 1866 experimenta los sinsabores
de los vencidos políticos, dentro de un contexto tragicómico y feroz.
16 Por una ironía de la historia, además, el desencuentro de Saint-Nazaire recuerda los
sinsabores de su primera llegada a México el 25 de mayo de 1864, cuando el general
Almonte encargado de acogerlos había llegado con retraso y Carlota y Maximiliano
habían descubierto las calles desiertas de una Veracruz azotada por una epidemia de
vómito negro; parece que con la vuelta de Carlota a Francia en 1866 va cerrándose un
ciclo de incomprensión que había empezado en la indiferencia de los oficiales y la
ausencia del pueblo mexicano y termina con la hostilidad de la opinión pública francesa.

Reinterpretación biográfica y ficcional del


acontecimiento
Biografías

17 Las páginas precedentes querían definir un referente histórico susceptible de ser


reinterpretado por la ficción pero también por las biografías. Sin caer en el extremo del
escritor francés Marcel Schwob, contemporáneo de Carlota, quien en sus Vidas imaginarias
(1896), tan admiradas por Jorge Luis Borges, discutía la dimensión historiográfica de las
biografías e “inventaba” la de personajes de la historia más o menos conocidos, no
podemos dejar de observar el frágil límite que puede existir a veces entre biografía y
ficción literaria.20
18 En efecto, cuando nos fijamos en el estilo de ciertas biografías, por otra parte bien
documentadas, nos enteramos de que las fronteras entre la historiografía y la escritura
novelesca o folletinesca parecen a veces borrosas: André Castelot en su Maximilien et
Charlotte (1977), dedica por ejemplo el capítulo final de su biografía a “La Emperatriz
demente”, sin hacer caso del episodio de Saint Nazaire, prefiriendo detenerse en las
relaciones entre la pareja imperial. Se extiende en cambio sobre el hecho de que Carlota
estuviera embarazada a su llegada a Francia; apoyándose en las tesis de otros biógrafos,
212

sugiere que el malestar físico de la Emperatriz durante la larga travesía de Veracruz a


Saint Nazaire se debía en realidad a su embarazo.21
19 Para su biografía, publicada en 1998, Michel de Grèce escoge un título que acentúa la
dimensión dramática (al parecer inevitable) de la pareja imperial: La Emperatriz de ¡os
adioses, o el destino trágico de los soberanos malditos. Pero a diferencia de Castelot,
pormenoriza el episodio de Saint Nazaire acentuando la soledad, la rabia y la
desesperación de una Emperatriz que “Durante la travesía se había quedado horas en la
popa con la mirada vuelta hacia México” y que llega a un puerto lúgubre el 8 de agosto de
1866. Escribe que Carlota esperaba una recepción digna de su condición, pero que, al
contrario de lo que ocurrió en La Habana, nadie se manifestó. Cuando por fin una barca se
acerca a ella llevando a bordo al general Almonte y a su esposa, éstos le obsequian un
ramillete de rosas “ya marchitas”.22 Recordaremos que Le Phare de la Loire no mencionaba
el detalle de las flores y dramatizaba en cambio el momento de gran emoción del
reencuentro entre Carlota y la esposa del general, escena por lo demás digna de los
actuales procedimientos de “mediatización del acontecimiento”. Michel de Gréce recalca
también las circunstancias en que desde Saint-Nazaire Carlota le manda su primer
telegrama a Napoleón después de su llegada, y la respuesta descortés de éste. Además,
debe contentarse con un hotel de mediana categoría de la ciudad, adonde su comitiva
tiene que seguirla a pie. El autor se vale de un léxico bastante expresivo, reinterpretando
las palabras del Emperador, cuyos pretextos para no verla están presentados como un
verdadero insulto:
La respuesta del Emperador de los franceses no tarda y cae como un mazazo:
“Acabo de recibir ahora mismo el telegrama de Su Majestad. Como he vuelto
enfermo de Vichy, y tengo que guardar cama, no puedo ir a acogerla. Si como lo
supongo Su Majestad va primero a Bélgica, me dejará así el tiempo de reponerme”.
En dos palabras, no quiero recibirla y sobre todo no ahora. Vaya primero a visitar a
su familia, que iremos pensándolo después. Ante la afrenta, Carlota palidece. Ya, la
recepción, o mejor dicho la falta de recepción, es un insulto. Y ahora, aquel para
quien abandonó a su marido y cruzó el Atlántico, aquel que representa su última
esperanza, la mantiene a distancia. Y eso que tuvo que perder un día en una ciudad
sin el menor interés, en un hotel mediano, quemándose la sangre. 23
213

La archiduquesa Carlota: una joven alta, esbelta, llena de salud y de vida y que respira contento y
bienestar, elegantísima, pero muy sencillamente vestida, frente pura y despejada; ojos alegres
rasgados y vivos...
Fuente: La Patria Recobrada, México, FCE, 1962, p. 139.

20 El destino de la emperatriz de México suele prestarse a una reinterpretación de carácter a


veces melodramático, y el campo lexical y semántico de ciertas biografías prepara el
terreno para una rescritura ficcional. Una breve biografía disponible en Internet de Pierre
Brimbert y Cyrielle Goneau hace uso abundante de estas expresiones propias del
melodrama.24 No se dice nada en ella del episodio de Saint-Nazaire, pero la vuelta de
Carlota a Europa y los acontecimientos que la preceden están contados de un modo que
dramatiza y teatraliza todavía más su misión: frente a las dudas de su esposo sobre la
viabilidad del proyecto imperial en México, se dice que no quiere oír a Maximiliano
hablar de renuncia, asemejada por ella a una “cobardía” añadiendo que “la abdicación es
propia de los viejos y los imbéciles” y que “El imperio es la única manera de salvar a
México”.25 Otras expresiones de este tipo jalonan el texto: el viaje a Roma que precede su
salida para México está presentado como un triunfo, aunque en el momento de la
despedida para América, “Carlota está radiante mientras que Maximiliano está llorando a
lágrima viva”.26 Cuando muere su padre en diciembre de 1865, los autores puntualizan
que Carlota, “’[...] muy emocionada [...] no se preocupa para nada por la herencia, y sólo
pide el reloj y un gemelo pertenecientes a su padre”,27 etc. Toda la biografía presenta a
Carlota como una heroína ingenua, víctima de un destino trágico. Es interesante por otra
parte fijarse en los títulos de las biografías que sirvieron de fuente a los autores, dignos de
telenovelas para la mayor parte de ellas: La epopeya de los Habsburgos. Carlota, la emperatriz
fantasma,28 Maximiliano y Carlota de México, la tragedia de la ambición,29 Carlota, la pasión y la
fatalidad.30 Volviendo a su llegada a Francia, se resume así la visita de Carlota: “A su
llegada a Francia el 14 de agosto de 1866, se siente humillada por no recibir una acogida
214

digna de su categoría en París y en las ciudades que atraviesa. Mientras tanto, en México,
los juaristas van acercándose a la capital”.31
21 La confrontación de estas biografías en torno a un mismo acontecimiento es reveladora
de las “derivas” posibles del género biográfico hacia la dramatización o el lirismo. Sus
enfoques particulares contribuyen a despertar o a recalcar cierto tipo de “sensibilidad”,
pero con una diferencia esencial: ya no se trata de “historia inmediata” sino de una
historia vista con la distancia temporal que va acompañada a veces de una perspectiva
idealizante.

Novela y teatro

22 En el ámbito ficcional propiamente dicho, el cotejo de la obra de Rodolfo Usigli (Corona de


sombra, 1943) y de la de Fernando del Paso (Noticias del Imperio, 1987), señala también una
diferencia importante en el modo de tratar el acontecimiento: Usigli no dice nada de la
llegada de Carlota a Saint-Nazaire, considerándola sin duda de escaso interés
escenográfico, y pasa directamente de la despedida de Maximiliano (acto II, escena 2) a la
entrevista de Carlota con Napoleón en Saint-Cloud (acto II, escena 3). En estas escenas es
“positivo” el personaje de Carlota, muestra una gran personalidad y sabe encararse con
Napoleón III. De ahí quizás el “olvido” del desencuentro de Saint-Nazaire, que hubiera
perjudicado esta perspectiva positiva. Es interesante notar el enfoque de Usigli, tal como
lo expresa el subtítulo de su obra (“Pieza antihistórica en tres actos y once escenas”) y lo
pormenoriza en el prólogo de la misma.32 Pero resulta no menos interesante también
observar cómo el dramaturgo mexicano relaciona la temática escogida y el momento de la
creación de su obra con otra “historia inmediata”, la de la guerra que la Alemania nazi
está librando en Europa en 1943:
Reducida a sus términos estrictamente filosóficos o místicos, la tragedia se desnuda,
se reconcentra y se resuelve en dos actos: el acto del diablo y el acto de Dios. Carlota
lo define cuando grita que Napoleón III es el diablo y, sin saberlo, define a Europa
[...] Podría especularse más sobre la razón de la supervivencia de Carlota, pero me
parece inútil. Lo que, en todo caso, hay que desear, es que el diablo, que libra ahora
su batalla final en Europa, no aproveche su derrota para volver a México o para
instalarse en algún otro país de América.33
215

A su regreso a Europa, Carlota viaja a París para entrevistarse con Napoleón III y reclamar que cumpla
el apoyo prometido a Maximiliano I.
Fuente: La Patria Recobrada, México, FCE, 1962, p. 1234.

23 Va todavía más lejos Usigli cuando declara que Napoleón III es el verdadero inaugurador
del fascismo en Europa, aunque lo califica también de soberano de opereta (“el Marivaux
del fascismo y del imperialismo”), cuya tentativa de conquista de México es sólo el
experimento de laboratorio del imperialismo europeo moderno, tal como la guerra civil
española en 1936 fue el preludio de la segunda guerra mundial.34
24 Fernando del Paso, que cita al principio de su novela la frase atribuida a Malebranche
según la cual “La imaginación es la loca de la casa”,35 estableciendo así un vínculo directo
con el primer soliloquio demente de Carlota, tampoco hubiera rechazado esta afirmación
de Usigli según la cual”Sólo la imaginación permite tratar teatralmente un tema
histórico”.36
25 En Noticias del Imperio el episodio de Saint-Nazaire está incluido en el capitulo XVI,
titulado “Adiós Mamá Carlota”, que recoge los versos de la canción justo antes de su
llegada a Europa,37 como para mostrar que Carlota ya es personaje de folklore y que los
mexicanos se las han apropiado como tal: rechazada política e históricamente, pero
integrada por un proceso de carnavalización, pertenece a su modo a la historia mexicana.
En Saint-Nazaire, sin embargo, le espera otro tipo de folklore:
Fue mala suerte, por ejemplo, y no otra cosa, que al llegar a Saint-Nazaire, donde el
único personaje importante que la esperaba era Almonte, el alcalde fuera un
hombre despistado que ignoraba la existencia de Carlota y recurriera al despliegue
de una bandera peruana para recibir la inesperada visita de una Emperatriz que
venía del otro lado del Atlántico: para un funcionario provinciano era tal vez muy
difícil hacer distingos entre uno y otro de los países americanos. 38
26 No sin ironía, Fernando del Paso vuelve largamente sobre el episodio de la bandera,
relacionándolo con otro incidente semejante ocurrido a su salida de Veracruz: recuerda
que cuando Carlota se embarcó para Europa, se dio cuenta de que el vapor-correo
Impératrice-Eugénie no enarbolaba pabellón mexicano, sino francés. Indignada, ordenó que
216

se cambiara inmediatamente de bandera. Puntualiza que discrepan los historiadores


sobre si fue acatada la orden de la emperatriz o si sólo ondeó la bandera francesa en la
barcaza que debía conducirla al vapor. En todo caso, difieren las versiones de la prensa
local y la del novelista sobre la anécdota de la bandera, ya que, como recordaremos, Le
Phare de la Loire observa que la bandera italiana había reemplazado a la mexicana en el
vapor que llegó a Saint-Nazaire.
27 Al recordar el episodio en sus “Apuntes de una historia local”, publicados en 1970 en el
periódico Ouest France, el cronista Francois Gueriff no señala el detalle de las banderas. Se
extiende más que Le Phare de la Loire sobre la mala acogida de Carlota y las reacciones de la
“Emperatriz” (que como en la novela de Fernando del Paso recupera entonces la
mayúscula), señalando que el gobierno no había dado ninguna instrucción a las
autoridades locales y ni siquiera había contestado las llamadas telegráficas. El subprefecto
de Savenay no sabía qué actitud adoptar, ya que el propio prefecto, por no haber recibido
órdenes particulares, no dignaba moverse. En cuando al señor alcalde “lo ignoraba todo
de los usos diplomáticos” y trató de hacer frente a la situación: cuando se anunció la
llegada del vapor, convocó inmediatamente al Consejo Municipal (¡pero algunos
concejales llegaron en zuecos!).39 El alcalde se disculpó y le propuso visitar una calle en
construcción.
28 El acontecimiento acentúa todavía más la dimensión tragicómica de la emperatriz. Es
revelador además de la ignorancia mutua de unas naciones que “no tienen noticias” de sí
mismas y de la dificultad de Carlota para ser aceptada en una sociedad que no la
reconoce, pero cuyo orden ella es capaz de alterar –aunque fuera de manera inofensiva,
pero sí caricaturesca–: Fernando del Paso señala que en París, el edecán de Napoleón III
que estaba encargado de acogerla después de su llegada a Saint-Nazaire y Nantes, se había
equivocado de estación, esperándola en la de Orleáns en vez de la estación de
Montparnasse, adonde ella llegó efectivamente”(...) aunque esto pudo haberlo
interpretado la Emperatriz como un detalle calculado para humillarla”.40 En su análisis de
la novela de Fernando del Paso, Claude Fell señalaba que el autor-narrador de Noticias del
Imperio se negaba “a eludir totalmente la historia y a privilegiar lo simbólicamente
verdadero frente a lo históricamente exacto según la fórmula de Borges, añadiendo que “su
voluntad era globalizadora y sus perpectiva totalizadora”.41
29 Lo cierto es que este nuevo desencuentro hace de ella una persona ordinaria, casi
anónima, para cuya acogida Michel de Grèce precisa que nada había sido previsto: en
París sólo la esperaban algunos mexicanos, pero ninguna personalidad oficial de los
círculos de Napoleón, lo que significa también que no se hospedará en el palacio, sino en
un hotel:
Carlota se apea (del coche) en medio del barullo cotidiano de los coches, equipajes,
viajeros, mozos de equipajes. Pálida, con los labios apretados, apenas si contesta a
los saludos del solícito director que la conduce a los apartamentos que le han
reservado.42
217

A mediados del mes de enero de 1868, La Novara llega a Trieste con los restos de
Maximiliano.
Fuente: Fuente: La Patria Recobrada, México, FCE, 1962, p. 247.

30 Biografías y ficciones construyen así la imagen de una Emperatriz que ya no representa


ningún vínculo oficial entre México y Francia, pero que desempeña una función
importante al revelar las tensiones y el estado de las representaciones mutuas entre las
dos naciones.

Perspectivas:
31 La cuestión de una sensibilidad común entre México y Francia sigue siendo problemática
en 1866 y Carlota parece cristalizar en torno a su persona y a un acontecimiento hoy
relegado al nivel de “la pequeña historia” la animosidad y el cansancio de una opinión
pública harta de “la aventura” mexicana. Los equívocos de las banderas traducen además
visiones del mundo también problemáticas: la ignorancia mutua de los emblemas
nacionales contrasta con el énfasis patriótico de una soberana belga que quiere ser
considerada como mexicana y que acabará por mezclar todas las referencias identitarias.
Las crónicas de Le Phare de la Loire revelan desde Europa un doble vacío: el de la dimensión
histórica de Carlota y de su verdadero peso en los acontecimientos de la época, y el de un
desinterés cada vez mayor por los asuntos mexicanos “oficiales”. En cambio, la guerrilla
mexicana es el objeto de los elogios del diario.
32 En torno a un acontecimiento determinado, se han convocado varias fuentes: la novela, el
teatro, la biografía y la prensa. Dentro de cada ámbito, sería necesario comparar varios
tipos de producciones para determinar los diferentes enfoques susceptibles de “aclarar”
un acontecimiento, de valorar las huellas que dejó en el imaginario, o de cuestionar la
naturaleza misma de dicho acontecimiento: la llegada de Carlota a Saint-Nazaire se
inscribe en efecto dentro de un sistema que concierne varios polos interpretativos entre
la historia oficial y la anécdota, el “acontecimiento” o el “episodio” (dándole también a
este término su dimensión novelesca o folletinesca), la equivocación o el conflicto de
interpretación.
33 Hoy la historia de la intervención francesa en México no forma parte de las prioridades de
los manuales de enseñanza secundaria del español en Francia.43 Al nivel de los
imaginarios colectivos, Carlota Amalia de Bélgica ha sido marginada. La crónica de su
218

llegada a Saint-Nazaire constituye casi un ejemplo de “no mediatización” del


acontecimiento. A esto habría que añadir la dimensión de la recepción no –sólo de la
prensa sino también de las biografías y obras de ficción publicadas sobre ella– para ver
cómo puede evolucionar la sensibilidad en torno a esos momentos históricos.
34 Cabe subrayar, sin embargo, que al contrario de las biografías citadas, la novela y el teatro
no ahondan en el melodrama folletinesco sino que precisamente intentan devolverle a
Carlota una dimensión trágica e histórica a la vez: Usigli hace de Carlota un protagonista
de carácter romántico44 al mismo tiempo que establece un vínculo entre su obra y la
historia contemporánea. En cuanto a Fernando del Paso, hace oír en Noticias del Imperio las
diferentes versiones de los historiadores, brindándonos así varios enfoques de un mismo
acontecimiento. Aunque viene a constituir una polifonía a veces contradictoria, este coro
acaba por restituirle hoy a Carlota, desde la novela, la dimensión histórica que le negaban
la prensa de la época y el silencio de Napoleón.
35 Si los acontecimientos históricos pueden suscitar una reinterpretación ficcional, también
determinados géneros ficticios y biográficos, cuando recogen o recuerdan un momento
histórico y/o biográfico de un actor de la historia, crean a su vez nuevos acontecimientos,
por el uso reinterpretativo que hacen del protagonismo de éste. La ficción puede rescatar
así los vacíos y los desencuentros de la historia y revelar al mismo tiempo, partiendo de
varios enfoques, los mecanismos de apropiación o de rechazo de esta misma figura en
diferentes momentos de la historia.

NOTAS
1. Nos referimos aquí algunas de las ideas principales formuladas por Jacques Le Goff,
coordinador de La nouvelle histoire, Paris, editions Complexe, 1988, pp. 23-32.
2. Jean Lacouture recalcó la importancia de esta vuelta del acontecimiento que ahora “irrumpe
en la escena de la historia” tras haber constituido durante un siglo “la materia prima” de la
historia positivista y “objetiva” antes de verse cuestionado por la escuela de los Anales. Ibidem, p.
245.
3. El espacio de este capítulo no nos permitió examinar en detalle todas las biografías y obras de
ficción que hubiéramos querido. Considérese pues este trabajo como un primer acercamiento al
tema de la llegada de Carlota a Europa y a las reacciones y creaciones que suscitó.
4. Alicia Hernández Chávez, Breve historia contemporánea de México, México, Fondo de Cultura
Económica, 2000, p. 226.
5. Fernando del Paso en su novela Noticias del Imperio (1987) le da la palabra a Carlota desde el
primer capítulo. Su voz irrumpe entonces en la novela alardeando sus “títulos”: “Yo soy María
Carlota de Bélgica, Emperatriz de México y de América. Yo soy María Carlota Amelia, prima de la Reina de
Inglaterra, Gran Maestre de la Cruz de San Carlos y Virreina de ¡as provincias de Lombardo véneto acogidas
por la piedad y la clemencia austriacas bajo las alas del águila bicéfala de la Casa de Habsburgo”. México,
Editorial Diana, 1999, p. 13.
6. Le Phare de la Loire, Jueves 9 de agosto de 1866.
219

7. Este hotel sigue acogiendo hoy a personalidades políticas, pero se ubica ahora en lo alto de la
rue Crébillon, mientras que en aquella época se situaba en una esquina que daba a la Plaza
Graslin al lado del teatro principal de la ciudad.
8. El periódico precisa que sólo se reservó un pequeño apartamento para ella y su camarera, tres
señores con sus damas, acompañados de 8 criados. Le phare de La Loire, miércoles 8 de agosto de
1866.
9. “(...) nous nous bornerons à dire que la compagne de Maximilien est plutôt bien que mal”. El diario no
encomia excesivamente su belleza, pero señala que un ademán de la emperatriz –al apearse
echando para atrás el velo de encaje negro que cubría su sombrero de paja muy sencillo–, le
permitió a la gente contemplar sus facciones a su antojo: “Elle portait pour coiffure un chapeau
de paille fort simple, couvert d’un voile de dentelle noire qu’elle rejeta en arrière en mettant pied
à terre, ce qui permit au petit nombre d’assistants de contempler ses traits tout à leur aise.” Le
Phare de la Loire, op. cit., «Chronique locale “, jueves 9 de agosto de 1866.
10. Las personalidades a las que se refiere principalmente Le Phare de la Loire son: el conde del
Valle, su chambelán; el conde de Bombelle y el señor del Barrio, chambelanes del emperador; el
señor Castillo, intendente general de la casa imperial; el doctor Rohushawek, uno de los médicos
de la corte; la señora del Barrio, dama del palacio.
11. El periódico señala que al ver a la esposa del general, la emperatriz la había estrechado en sus
brazos. Ibídem.
12. Ibidem.
13. “Uno de estos (diarios), Le Pays, la emprende con nosotros esta mañana, porque hemos dicho
que, según ciertas versiones, la hija del rey de los Belgas se alejaba de México en previsión de los
acontecimientos de que el nuevo imperio puede ser algún día el teatro; el órgano se precipita
para exclamar que nada justifica “semejante suposición, tan injuriosa como gratuita”. A
continuación, el periódico ironiza más acerca de los verdaderos motivos de la emperatriz: “Es
pues evidente, según Le Pays, que el trono imperial mexicano no corre ningún peligro, y que la
emperatriz Carlota sólo vino a hacer un viaje de recreo en Europa. Esto era además lo que
manifestaba la cara compungida de la joven soberana, y resultaba de las conversaciones que
hemos oído entre los pasajeros y que no repetiremos.” Le Phare de la Loire, op. cit., viernes 10 de
agosto de 1866.
14. Ibídem.
15. Ibídem, Lista a cargo de un tal Mangin, corresponsal del periódico.
16. A. de Rolland, Le Phare de la Loire, op. cit., sábado 11 de agosto de 1866.
17. Idem.
18. Idem.
19. Le Phare de la Lore, 13 de agosto de 1866.
20. Escribe Shwob en el prólogo a sus Vidas imaginarias: “El arte del biógrafo consiste
precisamente en la elección. No debe preocuparse por ser verdadero [... ] Los biógrafos,
desgraciadamente, solían dárselas de historiadores. Y nos privaron de admirables retratos. Se
imaginaron que sólo la vida de los grandes hombres podía interesarnos. El arte es ajeno a estas
consideraciones. El arte del biógrafo consistiría en otorgarle tanta importancia a la vida de un
actor pobre como a Shakespeare.” Marcel Schwob, Vies imaginaires, Paris, Gallimard, Collection
«L’imaginaire ”, 2003, pp. 16-17.
21. El hijo a quien Carlota habría dado a luz “clandestinamente” sería el futuro general Maxime
Weygand. André Castelot, Maximilian Et Charlotte, Paris, Perrin, 2002, pp. 457-458.
22. «(La barque) amène le représentant de l’Empire mexicain, le général Almonte et madame, qui
tendent d’un air gêné à Charlotte un bouquet de roses déjà fânées». Michel de Grêce, L’Impératrice
des adieux ou le destin tragique des souverains maudits, Paris, Plon, 1998, p. 278.
23. Ibídem, p. 278.
220

24. Pierre Brimbert, Cyrielle Goneau, Biographie de Charlotte, impératrice du Mexique, disponible sur
Internet: http://www.ecoles.cfwb.be/arlesiness/Charlotte.html
25. Ibídem, p. 5.
26. Ibídem, p. 3.
27. Ibídem, p. 4.
28. Ibídem, p. 7. Se trata de un capítulo de la obra de René Goffin, L’épopée des Habsbourg, Charlotte,
l’impératrice fantôme, publicada en 1937 en las Editions de France (pp. 1-73).
29. Ibíd. Citado como la obra de M. (?) Castelot, Librairie Académique Perrin, Paris, 1977.
30. Ibíd. Obra de M. Kerckvoorde, Edition Document Duculot, Paris, Gembloux, 1980.
31. Ibídem, p. 5.
32. “Debo empezar por decir que la pieza que ofrezco ahora tiene un decidido carácter
antihistórico. Es hija de un impulso... Mi impulso obedeció, quizá, a una conciencia puramente
poética de que, hasta ahora, las figuras de Maximiliano y Carlota han sido mucho peor tratadas,
en general, por los dramaturgos, escritores y productores de cine mexicanos que por los liberales
y juaristas. Hay muchas cosas que poner en su punto, y la poesía es probablemente lo único que
puede hacerlo”. Rodolfo Usigli, Corona de sombra, México, Porrúa, 2002, p. 5.
33. Ibid., pp. 18-19.
34. “Dicho crudamente, Napoleón III es en realidad el inaugurador del fascismo en la Europa
moderna, sólo que es incapaz de ir más allá de un intento semejante a una opereta de aficionado.
Es el Marivaux del fascismo y del imperialismo y su conquista de México es sólo el preludio del
imperialismo europeo moderno, el experimento de laboratorio, tal como la guerra civil española
en 1936 es el preludio y el campo experimental de la presente guerra, a un ritmo bastante más
acelerado.” Ibíd., p. 14.
35. Fernando del Paso, Noticias del Imperio, México, Editorial Diana, 1999, p. 1 3.
36. Ibíd., p. 8.
37. Ibíd., pp. 462-464.
38. Ibíd., pp. 463-464.
39. Fernand Gueriff, «Notes d’histoire locale. Les lignes maritimes de 1864 à 1870», Ouest France, 29 de
mayo de 1970.
40. Ibídem, p. 464. También Michel de Gréce se extiende sobre el desencuentro en la estación
parisiense entre Carlota y el general de Genlis, edecán de Napoleón, op. cit., p. 280.
41. Claude Fell, “Historia y ficción en Noticias del Imperio de Fernando del Paso”, en: El imperio de
las voces: Fernando del Paso ante la crítica, México, ediciones UNAM/Era, 1997, p. 117.
42. Michel de Grèce, op. cit., p. 279.
43. Nuestra experiencia de profesor de español en las clases secundarias francesas hasta 1992
permite afirmar que la intervención francesa en México no figuraba en las páginas de enseñanza
de la lengua y de la historia españolas. La frecuencia con que se reproducía el cuadro de Goya de
los fusilamientos del 2 de mayo en comparación con el cuadro de Manet “La ejecución de
Maximiliano” (1867) es bastante significativa.
44. Rodolfo Usigli, op. cit., p. 10.
221

RESÚMENES
Los comentarios de la prensa local sobre la llegada de Carlota al puerto de Saint-Nazaire en 1866
constituyen un caso interesante de historia inmediata, ya que la esposa de Maximiliano despertó
entonces los sentimientos más variados, desde la indiferencia y la curiosidad hasta el rechazo y la
hostilidad, pero no el verdadero entusiasmo esperado por la historia oficial. Una figura mayor de
la política imperialista se veía reducida casi al anonimato, lo que le daba un relieve particular a
su acogida. Por eso se abordará la cuestión de la reinterpretación biográfica y ficcional de un
evento que constituyó en realidad un no acontecimiento. Este artículo parte del presupuesto de
la pertinencia de la figura de Carlota como “protagonista” de la historia, susceptible de revelar
las características, las carencias o el rechazo de una sensibilidad común, y se vale para ello de
varias fuentes, periodísticas y biográficas, confrontándolas con su reelaboración ficcional, por
ejemplo en la novela y el teatro. A partir de estos enfoques intentaremos cuestionar las propias
representaciones nacionales de México y Francia para ver cómo la ficción puede rescatar los
vacíos y los desencuentros de la historia, revelando al mismo tiempo los mecanismos de
apropiación o de rechazo de una misma figura en diferentes momentos históricos.

Les commentaires de la presse locale sur l’arrivée de Charlotte au port de Saint-Nazaire en 1866
constituent un cas intéressant d’histoire immédiate, car l’épouse de Maximilien a suscité alors les
sentiments les plus divers, de l’indifférence et la curiosité au rejet et à l’hostilité, mais pas le
véritable enthousiasme attendu par l’histoire officielle. Une figure majeure de la politique
impérialiste se voyait réduite à un quasi anonymat, ce qui devait allait donner un relief
particulier à son accueil. On abordera donc la question de la réinterprétation biographique et
fictionnelle de ce qui constitua en réalité un «non événement». Cet article part du présupposé de
la pertinence de la figure de Charlotte comme «protagoniste» de l’Histoire, susceptible de révéler
les caractéristiques, les carences ou le rejet d’une sensibilité commune, et s’appuie pour cela sur
différentes sources, journalistiques et biographiques en les confrontant à leur réélaboration
fictionnelle, par exemple dans le roman et le théâtre. Ces différentes perspectives nous
permettront de questionner les représentations nationales propres au Mexique et à la France
pour voir comment la fiction peut «racheter» les vides et les rendez-vous manqués de l’Histoire
tout en révélant les mécanismes d’appropriation ou de rejet d’une même figure à différents
moments de l’histoire.

AUTOR
JEAN-MARIE LASSUS
Jean-Marie Lassus. Profesor de literatura y civilización latinoamericanas en la Universidad de
Nantes y director del CERCI (Centro de investigación sobre los conflictos de interpretación) de
dicha universidad. Doctor por la Universidad de París III, ha publicado artículos sobre literatura e
historia latinoamericanas. Su investigación se centra fundamentalmente en la problemática de
las escrituras de la historia y de las representaciones de lo imaginario en América Latina en la
novela y las crónicas (s. XX y s. XVI). Se interesa más particularmente por las formas de la novela y
222

nueva novela histórica (s. XIX y XX) y también por las narraciones biográficas y autobiográficas
que implican al sujeto como actor y narrador. Ha prestado una atención particular a las
producciones relacionadas con los fenómenos migratorios del espacio atlántico, al análisis de los
discursos y a los “relatos de vida” y ha participado últimamente en una obra colectiva de
traducción de artículos inéditos sobre la historia de la esclavitud en Cuba. En la actualidad es
director de publicación de la CELCIRP (Centro de estudios sobre Literatura y Civilización del Río
de la Plata) y miembro del LIRA (Laboratorio Interdisciplinario de Investigación sobre las
Américas) de la universidad de Rennes y del CRLA (Centro de Investigaciones Latinoamericanas)
Archivos de la Universidad de Poitiers.
223

Las representaciones de
Maximiliano en los libros de texto
mexicanos: ¿un reencuentro
histórico?
Yves Robin

Portada: Maximiliano retratado por Velarde hacia 1866.


224

Introducción
1 En todos los países la enseñanza de la historia ha constituido el instrumento del cuál se
sirve el Estado para forjar una identidad nacional. Este proyecto tiene un impacto tan
fuerte que la enseñanza escolar se impone a los alumnos con toda la fuerza de principios
considerados como evidentes.
2 En este marco, los manuales escolares pueden contribuir a la formación de una memoria
colectiva que constituye el fundamento de la cultura y la identidad comunes.
3 Ahora bien, estos libros se caracterizan, entre otras cosas, por su abundante iconografía,
que participa de manera importante a dicho proceso: las imágenes, atrayentes y fáciles de
«leer» suprimen los obstáculos socioculturales de la lectura e impresionan el imaginario
infantil. En su libro sobre las imágenes de los héroes de la historia de Francia, Christian
Amalvi afirma que las ilustraciones contenidas en los manuales escolares impresionan la
imaginación de los niños.1
4 Además, la imagen es una representación cuya analogía con la realidad da un valor de
evidencia al acontecimiento o al personaje representado.
5 Por otra parte, las representaciones de los personajes históricos que se encuentran en el
discurso didáctico tienen un papel de anclaje del imaginario a la manera de los personajes
de las novelas que participan al fenómeno de identificación del lector que facilita la
memorización de la intriga. Según Jean Lecuir, los principales héroes de los manuales
escolares, asociados con un acontecimiento, marcan las grandes etapas de la historia
nacional y permiten organizar la memoria de los alumnos.2
6 La construcción de estos personajes se apoya sobre el trabajo de investigación de los
historiadores, particularmente las biografías. En este campo, los autores efectúan una
elección en relación con los objetivos de estos libros: socializar y transmitir unos valores
culturales.

Estudio de un cuadro representando a Maximiliano


7 Es una reproducción de un cuadro del pintor mexicano Velarde. No encontré datos a
propósito de él: puedo indicar que fue contemporáneo del gran pintor paisajista José
Maria Velasco (1840-1912). En aquellos tiempos, la pintura mexicana estaba dominada por
el realismo y el clasicismo importado de Europa.
8 Se trata de un retrato de Maximiliano a caballo. El título de la obra es “Maximiliano” y la
leyenda de la imagen del texto “Maximiliano. Retratado por Velarde hacia 1866”.
9 De la obra se desprende una impresión de tranquilidad y paz. Ningún aspecto oficial en
este cuadro: no lleva traje oficial o de etiqueta, se nota más un aspecto de “hacendado”,
evocado por el traje y el ambiente, que nos vincula directamente con la cultura mexicana.
10 El cuerpo del caballo materializa la horizontalidad y el cuerpo del jinete la verticalidad.
Las líneas que organizan el tema forman una estrella cuyo centro se ubica al nivel de la
espada de Maximiliano.
11 Es una pintura muy estructurada: el espacio del lienzo está definido rigurosamente por
planos: un sentimiento de tranquilidad y de quietud se destaca de esta construcción
equilibrada.
225

- En primer plano se encuentran el jinete y su montura.


- En segundo plano se divisan los detalles del paisaje: hierbas y árboles.
- Al fondo se perciben unas praderas, colinas y montañas que se borran poco a poco.
Este fondo evoca el sueño y lo imaginario dando un impresión de profundidad, que
pone de relieve el personaje.
- El sujeto aparece en un plano medio sin efecto de picado ni de contrapicado; el
enfoque es natural frente a un personaje de tres cuartos cuya mirada no se
encuentra directamente. Este personaje en postura invita, más que ordena, y parece
misterioso.
- La impresión de movimiento proviene de la postura del caballo, que avanza a paso
amblar: el paisaje parece desfilar detrás de él.

Las líneas que organizan el tema forman una estrella.


Fuente: Libro de Historia. Cuarto grado, México, Conaliteg-SEP, 1998, p. 49.

12 El jinete es bastante majestuoso y confiado, sereno casi sonriente. Tiene trajes elegantes y
adaptados a la situación de paseo, se viste al estilo de un ser del nuevo mundo. Al
contrario, la palidez de su piel (cara y manos), su barba, su caballo y su espada recuerdan
sin equívoco sus orígenes europeos. Esta combinación de mexicanidad y de europeidad
ofrece la imagen de un personaje híbrido cuya significación es incierta.
13 Por fin, se puede notar que el ambiente y el aspecto del personaje están lejos de la imagen
de un emperador (además, el título de la obra no indica su función). También es difícil
vincularlo con un contexto histórico determinado.

Análisis de la representación en el contexto de las


páginas del libro «Historia Sexto grado»
14 El cuadro de Velarde se inserta en una doble página (pp. 48 y 49) que forma parte de la
lección 4 titulada “La Reforma”.
15 Tenemos otras tres representaciones colocadas en los dos páginas:
16 1. La reproducción de un cuadro que representa la batalla del 5 de mayo en Puebla,
ubicada en la parte superior de la página 48.
226

17 2. Un medallón que representa al general Ignacio Zaragoza, vencedor de la batalla de


Puebla, en la parte inferior de la misma página.
18 Estas dos imágenes ilustran el texto que empieza desde la página 47, titulado «La
Intervención francesa».
19 3. la reproducción del cuadro de Velarde en la parte inferior de la página 49.
20 Esta imagen ilustra el texto de la misma página titulado “El Imperio de Maximiliano”.

Historia. Sexto grado

Portada del libro de texto gratuito Historia. Sexto Grado. Este manual fue publicado en
1994 por primera vez. Esta utilizado actualmente por los alumnos de sexto de primaria en
su quinta reimpresión publicada en 2000 por la Secretaría de Educación Pública.

21 Análisis de los campos relativos al léxico referente a los personajes en el texto que
acompaña la representación de Maximiliano:
22 1. Juárez y sus generales siempre estan asociados con valores dinámicas: el ánimo, la
lucha, la resistencia: “Juárez lucho...”; “... Juárez mantuvo una larga lucha contra la
intervención extranjera...”; “... una resistencia heroica y tenaz...” Estos personajes tienen
las cualidades tradicionales de los héroes.
23 También para calificar a Juárez: “Sin dinero, con pocas armas, viajando de un lugar a otro...”
Se encuentra aquí la imagen del héroe que debe enfrentarse con un mundo hostil con su
sola entereza.
24 2. Al contrario, Maximiliano parece a un personaje pasivo que no domina su destino: “El
escogido fue el archiduque Fernando Maximiliano de Habsburgo...”, quien “... fue fusilado...”
25 También, un personaje ambiguo: se compromete con los conservadores pero “...era un
hombre culto, de ideas liberales”, además de un personaje común, casi un turista: “Llegó a
México en 1864 con su esposa Carlota Amalia”.
227

26 Por fin, los autores le presentan como el instrumento de la política de Napoleón III en
América Latina “quería formar un gran imperio y frenar el crecimiento de los Estados Unidos.

Doble página 48 y 49. Libro de texto «Historia Sexto Grado» publicado por la SEP en 1994.

27 Este discurso, es decir el texto y las imágenes, no presenta a Maximiliano como un


emperador o un jefe de Estado. Está disociado de los acontecimientos históricos de un
manera visual y en el texto. La tranquilidad y el aspecto común de Maximiliano están
opuestos a la violencia de la batalla de Puebla y a la actitud marcial del general Zaragoza,
que aparece con sus medallas militares.

Análisis de la representación en el contexto de las


páginas del libro de Historia de cuarto grado
28 El cuadro de Velarde se inserta en una doble página (pp. 126-127) que empieza la lección
15 titulada «La Intervención y el Segundo Imperio».
29 Esta doble página se diferencia de la precedente principalmente por tres características
que provienen del uso de modos técnicos que amplían el discurso producido en el primer
manual.
30 1. Una ampliación de la batalla de Puebla por medio de un efecto de zoom sobre este
acontecimiento que ocupa la mitad de la doble página.
31 2. La superposición del cuadro de Velarde sobre la representación de la batalla de Puebla.
32 3. Una presencia más importante del medallón representando al general Zaragoza debido
a su posición central en la página.
228

Análisis del texto que acompaña al cuadro


33 La representación de Maximiliano se acompaña de un texto, ubicado al pié del cuadro,
que evoca esencialmente y de manera concisa los hechos políticos y militares de la época
poniendo de manifiesto la batalla de Puebla. Sobre todo, este texto establece una
distancia, incluso una ruptura entre el personaje representado y el enfrentamiento
político y militar. Aparece como un elemento extraño al movimiento de la Historia: “Más
tarde, Maximiliano...”.

Portada del libro de texto gratuito «Historia Cuarto Grado». Este manual fue publicado
en 1994 por pirmera vez. Está utilizado actualmente por los alumnos de Cuarto grado en
su edición de 1998 publicada por la Secretaría de Educación Pública.

34 Además se subraya el papel de los indios durante la batalla: “Los batallones de los indios
Zacapoaxtlas fueron una pieza clave en el combate” y después el texto estigmatiza sus
contradicciones y su aislamiento “resultó ser un hombre de amplia cultura e ideas
liberales, lo cual lo distanció de la Iglesia y de algunos conservadores”.

Análisis del montaje iconográfico de la doble página


35 El montaje de los imágenes (zoom y superposición) acentúa el contraste sorprendente
entre la impresión de tranquilidad encontrada en el cuadro de Velarde y la de violencia
que se destaca en la representación de la batalla de Puebla.
• Contraste de colores: los colores cálidos (amarillo, anaranjado y rojo) dominan en la representación
de la batalla de Puebla, mientras que los colores fríos dominan en el cuadro de Velarde.
• Contraste de formas: las líneas agudas del cuadro de Puebla (hojas de agave, espadas, fusiles, brazos
de los soldados) se oponen a las líneas curvas del cuadro que representa a Maximiliano (las colinas, el
sombrero, las patas, la grupa y el espinazo del caballo).
229

• Contraste de posturas: en el cuadro que representa la batalla de Puebla los cuerpos están alargados,
tendidos en el suelo, caídos, amontonados, dando una impresión de desorden y de tumulto; al
contrario la postura derecha y alta de Maximiliano da una impresión de quietud y de seguridad.
• Contraste de los “efectos de sonidos” sugeridos: el estrépito de la batalla se opone al silencio de la
naturaleza, la tranquilidad del paisaje y la serenidad de Maximiliano.

Páginas 126 y 127. Libro de texto «Historia Cuarto Grado» publicado por la SEP en 1998.

36 Los soldados parecen desesperados y sus miradas se dirigen hacia arriba, es decir hacia
Maximiliano. Este juego de verticalidad traduce la solicitud, la oración: los soldados están
implorando al emperador. Sin embargo, el paso del caballo y la serenidad del jinete nos
indica que no responderá al llamamiento de ellos.
37 Con estos juegos de posturas y de contraste, Maximiliano se aleja y parece indiferente a
los hechos políticos y militares que trastornan México.

Análisis del texto


38 El texto relata las circunstancias de la intervención francesa introduciendo a los
personajes Juárez, Napoleón III y al general francés Lorencez. En la dialéctica del texto,
Juárez se opone a Napoleón III, legitimando su estatura de jefe de Estado, mientras que el
general Zaragoza se opone a Lorencez.
39 Por un lado, la lucha política (Juárez/Napoleón III), por el otro la lucha militar (Zaragoza/
Lorencez). Y Maximiliano no aparece...
40 La presentación de las imágenes y de los textos es muy sutil porque en primer tiempo
asocia visualmente a Maximiliano con la derrota de las tropas francesas mediante la
superposición de su retrato en el cuadro de la batalla de Puebla, y en segundo lugar, la
lectura del texto sugiere una interpretación del montaje que aleja a personaje del
acontecimiento. Los autores disocian a Maximiliano de la intervención, simbolizada por
los soldados franceses, oponiendo la guerra y la violencia a la cultura y la tolerancia.
230

41 De ese modo, la lectura del texto nos impone una interpretación diferente de lo que se
desprende de la primera percepción. Eso nos confirma que la relación texto-imagen es
una de las características esenciales de los manuales escolares.
42 Por fin, el discurso didáctico minimiza el papel histórico de Maximiliano y anuncia su
destino trágico: se quedó solo cuándo Napoleón III dio la orden de la retirada a las tropas
francesas y fue fusilado en Querétaro.
43 Anunciando este destino trágico, las hojas de agave que rodean a Maximiliano
simbolizarían el fuego del infierno. El brazo del soldado ubicado a la derecha del cuadro
parece indicar una dirección opuesta hacia la cuál se dirige el jinete, rogándole que
regrese a Europa con el fin de escapar a la muerte.

Conclusión y perspectivas
44 Estamos en presencia de una representación inusual de un jefe de Estado.
45 En primer lugar notamos que esta representación se escapa de los estereotipos que
muestran al conquistador europeo dominador. Al contrario, esta imagen positiva aparece
como el resultado de un proceso de aculturación y la manifestación de la influencia de la
cultura mexicana sobre un representante de la civilización occidental.
46 Más que el aspecto político de la biografía, es el aspecto humano y cultural el que los
autores han escogido a través de la elección de este cuadro y de su presentación.
47 En cuanto a las dos funciones principales de los manuales escolares, socializar y
transmitir valores culturales, podemos decir que la negación del papel político de
Maximiliano corresponde a la primera y la puesta de manifiesto de su aspecto mestizado
corresponde a la segunda.
48 La negación del papel político de Maximiliano llama a la socialización del alumno porque
contribuye a la mitificación de Juárez y muestra de manera implícita que este episodio de
la historia de México no fue más que un “accidente”. De esa manera, los autores
presentan la Intervención como un avatar de la lucha entre los conservadores y los
liberales.3 Así, la historia puede seguir su curso “normal” y el joven mexicano construir
serenamente su memoria histórica, fundamento de su identidad nacional.
49 La puesta de manifiesto del aspecto mestizado de Maximiliano promueve la transmisión
de valores culturales porque muestra que la aculturación es un fenómeno que conduce a
la tolerancia y al rechazo de la violencia.
50 Por último quisiera evocar un artículo del periódico mexicano La Jornada de enero de
1996, dedicado a una exposición sobre Maximiliano en el Munal, en el cual el periodista da
sus impresiones a propósito del aspecto físico del emperador:
La conclusión que se infiere de la fisonomía de Maximiliano es que no era un
hombre muy guapo, como nos habían hecho creer ciertos grabados que
posiblemente muchos vimos desde niños...
51 Este ejemplo nos parece significativo en cuanto al impacto de las imágenes que se
encuentran en los manuales escolares.
52 Así, se puede formular la hipótesis de que el análisis de las representaciones de los
personajes históricos en los libros de texto es una de las llaves que podría entreabrir las
puertas del imaginario colectivo del pueblo mexicano.
231

NOTAS
1. Christian Amalvi, Les héros de l’histoire de France. Recherche iconographique sur le panthéon scolaire
de la Troisième République, Paris, Phot’œil, 1979, p. 28.
2. Jean Lecuir, “Manuels scolaires et mémoire historique. Réflexion autour d’un sondage”, en
Histoire de l’Education, Paris, n°58, mayo 1993, p. 221.
3. Para profundizar en esta perspectiva se puede consultar el libro de Jean-Françaois Lecaillon,
Napoleón III et le Mexique, Paris, L’Harmattan, Coll. Horizons Amérique Latine, 1994, p. 222.

RESÚMENES
Es sabido que los libros de historia escolares exaltan al “héroe” y se usan imágenes para
representarlo; en este capítulo se estudian todas las partes que componen este tipo de textos. Se
sugiere, por ejemplo, que las imágenes deben ser apropiadas, manifestar la confianza y valentía
que caracteriza a los héroes, en tanto que la portada del libro debe despertar el interés de los
niños con grandes ilustraciones. El contenido de las publicaciones debe estar cuidadosamente
organizado y editado; el texto debe ser ligero y con un lenguaje cotidiano, para que el interés de
los niños no se pierda.

Il est de notoriété publique que les manuels d’histoire célèbrent des «héros» en mettant au point
les images d’Épinal propres à les représenter; cette étude s’intéresse aux différentes parties qui
constituent ce genre d’écrit. Elle montre notamment que les illustrations doivent exalter leur
bravoure et la confiance dont ces héros sont dignes. Le but de telles publications étant de susciter
l’intérêt des enfants en s’adressant à leur imagination. D’où l’importance de la mise en forme du
contenu et de l’édition: c’est la légèreté du texte, rédigé dans un langage de tous les jours qui
s’emploie à ne pas ennuyer les chères têtes blondes.

AUTOR
YVES ROBIN
Yves Robin. Francés, antiguo alumno de la Escuela de Formación de los Maestros de Primaria de
Nantes, maestro de Francés de la Alianza Francesa, enseñó en el Colegio Franco-mexicano de
Guacíala jara, Jalisco, entre 199S y 1998, así como en la Alianza Francesa. Estas diversas
experiencias de enseñanza le permitieron confrontarse con la problemática de las
representaciones de Francia entre los alumnos mexicanos. Al volver a Francia, profundizó sus
investigaciones sobre este tema en la Universidad de Nantes en el marco del Diplomado de
Estudios Superiores Especializados “Identidades lingüísticas, imágenes nacionales y traslados
culturales”. Actualmente esta preparando una tesis, en el marco de una cotutela internacional
entre la BUAP y la Universidad de Nantes, bajo la dirección conjunta de los profesores Javier
232

Perez Siller y Jean-Marie Lassus, titulada: “Contribución de los manuales escolares a la formación
de una memoria colectiva: la interpretación de la imagen de Francia en los libros de textos
gratuitos mexicanos (1960-2000)”. En esta perspectiva, realizó una encuesta con 480 alumnos de
sexto de primaria, durante el año 2004, en varias escuelas mexicanas de las ciudades de Puebla,
Xalapa, México D.F., Querétaro y Guadalajara.
233

Emile Chabrand (1843-1893): viajero,


actor y testigo de la emigración
francesa a México
Hélèn Homps

Portada: Portada original del libro de viaje de Émile Chabrand publicado en 1892, por
Plon.
Fuente: Biblioteca particular de JPS.

1 Émile Chabrand (1843-1893) o “don Emilio” como se le conoció, fue un miembro de la


comunidad de «empresarios barcelonnettes –inmigrantes en México entre 1850 y 1950 y
arraigados en el negocio y la industria textiles–, que jugó un papel importante en la
234

inmigración, pero curiosamente, éste fue desconocido, ignorado durante mucho tiempo.
Este inmigrante de la primera fase, a la vez actor y testimonio de la migración francesa
hacia México, se diferenció de sus compatriotas por sus numerosas iniciativas y posturas
tanto públicas como privadas.1
2 Chabrand fue el autor de un diario de viajes realizados por el mundo que fue premiado
por la Academia Francesa (Premio Montyon) y se tituló De Barcelonnette a México (Plon,
1892) –un pretexto para regresar a México, su “país amado”–, también fue fotógrafo,
botánico, inventor de una máquina para volar, coleccionista y creador de un museo
abierto de las culturas del mundo, y candidato en las elecciones legislativas que
antecederían a su desaparición trágica y brutal. Tanto el hombre público como el privado
representados en Chabrand quedan aún en el misterio y el aislamiento. Él es el gran
ausente del panteón de Ubaye, en donde están personajes como Francois Arnaud, Adrien
Gassier, Jean Caire, Germaine Waton de Ferry, André Honnorat, Paul Reynaud, etcétera.
3 Para asir esta figura atípica y singular, el estudioso dispone de un diario, de la crónica de
un viaje empapado de raras confesiones autobiográficas, de un testamento ológrafo
(testamento espiritual de Émile Chabrand), de un inventario de su biblioteca personal
efectuado en 1992 y de algunas fotografías que son verdaderas puestas en escena en las
cuales se revela toda la fantasía y la ambigüedad del personaje.

Émile Chabrand: actor de la migración (1864-1878)


4 Poco se sabe acerca de los 18 años que Chabrand vivió en México, particularmente en
Cuernavaca, donde se instaló por razones de salud y trabajó en el negocio y el comercio
textiles entre 1860 y 1875 (el periodo que precede al porfiriato, considerado la edad de oro
del comercio barcelonnette en México).2
5 Su itinerario personal en México sigue siendo un misterio que Émile Chabrand quiso
conservar intacto. No se revela ninguna información en su escrito titulado De
Barcelonnette a México, crónica verdadera de su viaje realizado por el mundo y
particularmente por México entre 1882 y 1883, 19 años después de su llegada a México y
Cuernavaca.3
6 El texto es testimonio de la historia de sus compatriotas inmigrantes, como él, al México
de la industria textil y los negocios, por ello dedica “un capítulo especial sobre la historia
de los barcelonnettes”.4 Sobre su propio recorrido y su itinerario personal permanece
notoriamente callado, lo cual sugiere que prefirió situarse 20 años más tarde y
reconstruir el recorrido de uno de sus compatriotas que le precedieron en México.
7 Émile Chabrand también se reserva los intereses que lo llevaron a México y que después
debe dejar por “advertencia de los médicos”.5 No se conoce ni el nombre del almacén en el
que trabajaba (“en México me ocupé del comercio, como lo hicieron un gran número de
mis compatriotas de Barcelonnette”), ni el nombre de sus asociados. No conocemos casi
nada de su vida en Cuernavaca, “donde residí algunos años”,6 de donde recobra “los
recuerdos vividos de la ruta que recorría cientos de veces”. Este hombre a quien
llamamos “Don Emilio”, que en México se sentía como en casa y que se confesó un “viejo
mexicano”, no rescata ninguno de sus recuerdos personales.
8 La presencia de episodios personalizados es escasa, pero deja entrever la experiencia y la
vida de Chabrand con su entorno, sus amigos cercanos, su “gran amigo Aimé Gassier”,
235

Félix Fortolis –ambos comerciantes en México–, o incluso su “compatriota” André


Audiffred, comerciante en Chalco y Cuernavaca.

La foto en formato carte de visite sobre tipos mexicanos, fue un género que se popularizó en México
durante la década de 1860; sus principales exponentes fueron Antioco Cruces y Luis G. Campa. Esta
es una ilustración sacada de una foto de su autoría.
Fuente: Emile Chabrand, De Barcelonnette au Mexique, Paris, Plon, 1892, p. 254.

9 A lo largo de todo su escrito sobre México, (“país amado”), Chabrand no revela nada sobre
sus “largos años de emigración”. Una vez que hizo fortuna al término de su viaje en la
ciudad de Querétaro, “ciudad acogedora a donde llegué muy joven” y “donde pasé una
buena parte de mi vida”,7 en su diario guarda un silencio desesperante sobre los detalles
sobre su vida. A su llegada a León, ya no revelará el nombre de los “dos amigos de la
infancia” con los que se reencuentra después de tantos años. El único episodio en el que
Chabrand emplea el “yo” para referirse a sí mismo, insertándose directamente en el
relato, se trata de un pasaje «heroico» y contemporáneo de su viaje alrededor del mundo,
es decir, “su descenso en el cráter del volcán Popocatéped”,8 que es totalmente ajeno a su
relato de los años vividos en México. Émile Chabrand no nos deja conocer nada de su larga
vida como inmigrante en México a través de sus propias palabras.

Émile Chabrand, testimonio de la emigración


10 En el capítulo XXIV del diario, titulado “Los Barcelonnettes en México”, el viejo
inmigrante, que “entre muchos otros tenía el gran mérito de haber visto exacta y
prácticamente todo lo que relata al lector [y] de hablar sólo de lo visto y lo vivido”, 9 nos
regala su testimonio del fenómeno migratorio de los habitantes de Ubaye en México. De
entrada, Chabrand, que conocía profundamente la historia de México gracias a las
lecturas que había hecho antes de su migración, describe la ciudad de México tal como la
conocía, con su urbanidad, su población, sus comercios, sus costumbres. Se incluye
236

también una descripción detallada y documentada de la fachada de la catedral, por la que


siente una profunda admiración. Así comienza la historia de los barcelonnettes en
México, con la presentación de la “pequeña ciudad de Barcelonnette, bajo la prefectura
del departamento de los Alpes Bajos”.

Portada del libro de viaje de Émile Chabrand, que se publicó en París en 1892.

11 El autor se remonta al inicio del movimiento migratorio con la historia del pionero
Arnaud (que será permanentemente recordado en adelante) y el episodio de la instalación
del primer negocio barcelonnette en México, “El Cajón de Ropa de Las Siete Puertas”.
Chabrand cita el nombre de los primeros inmigrantes (Caire, Derbez y Jauffred) y
menciona el regreso a su país (con la fortuna hecha) de Caire y Jauffred, tal como lo había
escrito un año antes François Arnaud en su obra publicada en 1891.10 No hay nada
novedoso en la narración, ni la más pequeña precisión o anécdota acerca de los inicios del
movimiento migratorio barcelonnette en México. Émile Chabrand evoca las prácticas de
«los paisanos» (nombre con que se autodenominan los inmigrantes) a su llegada a México
y la importancia de “sus compatriotas”, lo cual facilitó su integración desde el inicio de su
instalación en el país que lo acogió.
12 Lo esencial del relato de Chabrand reside en la descripción extensa y rica del negocio (el
lugar) y su universo (las prácticas), hacia los cuales el autor se muestra particularmente
atraído. En sí, el viejo inmigrante se vuelca sobre la descripción física del lugar en el que
practicó durante largo tiempo. Nos presenta varios rostros de los diferentes elementos: el
mostrador, la tarima, la trastienda, los cuales describe gustosamente en español, y se
esmera en proyectar la naturaleza de sus mercancías. El lector se ve transportado al
universo del negocio y es espectador directo de la vida de sus empleados y de sus
comportamientos.
13 Émile Chabrand evoca su ascenso y su evolución en el nuevo oficio, el de la ropa. Lo que él
llama “el gran momento de la venta” constituye una pieza selectiva en la que el autor nos
237

muestra un mostrador vivo, animado, de un estilo naturalista, que descubre cierto júbilo
que alcanza su paroxismo en la sucesión de retratos de los distintos tipos de clientes.
14 Chabrand termina su relato con la enumeración de los negocios de la capital, que después
abarca también los de las demás ciudades de la república mexicana que llaman su
atención. Ahí se detalla la naturaleza de los negocios (hay más que sólo almacenes de
tejidos), y se llega a una cifra de 132 establecimientos barcelonnettes en México. Este viejo
inmigrante recurre a un tono circunstancial y muy elocuente para evocar el papel y la
importancia del comercio barcelonnette en México, basándose en cifras actualizadas
gracias a documentos precisos que le entregaron “dos patrones de casas comerciales de
México que recientemente llegaron a Paris (abril de 1892)”. Descubrimos también las
sumas extravagantes y el número de los “cuatrocientos cincuenta capitalistas
barcelonnettes, aproximadamente, que poseen fortunas que oscilan entre los cincuenta
mil y ochocientos mil francos”, quienes se diferencian de “los millonarios” ¡por sólo
treinta personas!11
15 La visión de Émile Chabrand sobre la migración y sobre el papel y el lugar de los
inmigrantes barcelonnettes en México, es fiel a lo que vivieron y relataron los
empresarios importantes acerca de su éxito social y económico. El viejo inmigrante traza
el panegírico de las acciones de la comunidad barcelonnette en México que “triunfaba” y
se adaptaba, a fuerza de trabajo y honestidad, gracias a “esta probidad sólida, que es
nuestra fuerza en esas tierras”. Admirador de la política de Díaz (“bajo la sagaz e
inteligente administración del general Porfirio Díaz”) que descubre a su regreso a México
en 1883, Chabrand se congratula del éxito de sus compatriotas.

En la Sala Émile Chabrand del Musée de la Vallé en Barcelonnette, se reúnen objetos que recuperó
durante su viaje alrededor del mundo.
Fuente: foto de Hélèn Homp Barcelonnette. Musée de la Vallé, Barcelonnette.

16 En esta visión algo idílica, con escenas pintorescas referidas constantemente al mostrador
de las ventas de ropa, encontramos un testimonio verdadero con un carácter etnográfico
que sobrepasa los relatos existentes sobre la historia de la migración barcelonnette en
México. Para Chabrand, la inmigración de los habitantes de la Vallée a México es
238

sinónimo de progreso y éxito. “Estando allá, sólo se hacen ricos”. 12 La migración


representa, entonces, una oportunidad para el valle de Barcelonnette. Una visión que no
comparte su contemporáneo (y amigo) François Arnaud (1843-1908).
17 Para el notario de Barcelonnette, autor de la primera obra referente a los barcelonnettes
en México, la migración constituye también (y sobre todo) un factor de pobreza y la
responsable directa de la hemorragia que vaciaba el valle: “algunas mansiones ricas en
medio de la provincia agonizante [...], ¡no hay más que tierras sin cultivar!, ¡casas
abandonadas! Sin los piamonteses, que vienen a reemplazar a los que emigran, el país
estará vacío en un siglo si sigue los mismos pasos”. François Arnaud va más allá y no duda
en hablar de “castración anual” y concluye diciendo: “Para morir, los brazos de una hija
adorada y amada son una almohada más dulce que un saco de piastras”. 13

El viaje alrededor del mundo (1882-1883)


18 “Émile Chabrand fue un escritor informado, ameno, curioso de la historia y de la
geografía nacionales, observador objetivo empeñado en cultivarse culturalmente, a su
manera, un enamorado de México”.14

Émile Chabrand gustaba vestirse con la ropa de los lugares a donde iba. Aquí lo vemos
con un kimono, en Japón.
Fuente: foto Hélèn Homps, Musée de la Valle de Barcelonnette.

19 Diecinueve años después “de desembarcar de un navio de velas”, Chabrand emprende la


tarea de viajar por el mundo en 324 días. Es un viaje que comienza en septiembre de 1882
y termina un año más tarde, en septiembre de 1883. Si contamos el número de páginas
dedicadas al “descubrimiento de México” –211 páginas, la mitad del relato–, podemos
preguntarnos sobre el verdadero objetivo de su viaje alrededor del mundo entero, el cual,
no lo olvidemos, decide nombrar “De Barcelonnette a México”. Realmente, el corazón del
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proyecto de viaje de Chabrand es México. Su viaje por el mundo es un pretexto para


regresar a él, “país amado y siempre novedoso”.
20 Chabrand se presenta como un “viajero de buena fe sin mayor ambición literaria, [con] el
espíritu más bien volcado sobre observaciones prácticas”. Lo que le interesa es el
humano, el hombre; mostrar “no solamente los monumentos, el país y su paisaje, sino al
habitante [y] las costumbres” para enfatizar que en “todos los climas, todas las latitudes,
es el hombre el espectáculo más atractivo, el sujeto más diverso de observación”. 15
Conforme avanzan sus peregrinaciones, el viejo inmigrante, al que Luis Everaert
Dubernard califica de “turista metido a sociólogo”, multiplica lo que él llama unas
“pinturas de la vida de las calles” en las cuales plasma su emoción y su interés por los
pueblos.
21 Habiendo residido 18 años bajo el sol mexicano, Chabrand propone un relato que se
acerca al de sus contemporáneos, simples viajeros y testigos extranjeros. La mirada desde
el interior del viejo inmigrante nos permite diferenciar su narración de la de sus
contemporáneos. Nos sorprende la similitud en el tono y los temas tratados (que
coinciden en las descripciones convencionales), los mismos pasajes ineludibles, como
aquellos consagrados a la historia antigua de México, incluso el mismo itinerario,
etcétera.
22 Chabrand se documentó y conoció muy bien los textos de sus contemporáneos y sus
predecesores, y los citó constantemente en su relato. Numerosas son las obras como éstas
que se encuentran inventariadas en su biblioteca personal.16

A manera de conclusión
23 ¿Cuál es la verdadera naturaleza del texto que venimos abordando? ¿Se trata de un
testimonio, de una crónica, de un diario de viaje, de una autobiografía disfrazada, de una
obra literaria o, incluso, de un documental etnográfico?
24 Podemos preguntarnos acerca de por qué este viejo inmigrante no escogió, claramente, el
relato autobiográfico para atestiguar sus largos años de migración y, así, utilizar su
experiencia personal. ¿Por qué, de modo contrario, prefirió ser testimonio de la aventura
colectiva de la comunidad barcelonnette, dejando en la sombra su itinerario personal?
25 ¿Por qué prefirió sacrificar su relato de viaje personal, con sus convenciones, sus
descripciones históricas “obligadas” y sus puntos de vista coincidentes con todos los
demás relatos de viaje de sus contemporáneos?
26 La mirada desde el interior del viejo inmigrante no permite distinguir el relato de viaje de
Émile Chabrand del de sus cronistas contemporáneos.
27 Ahora sólo nos queda lamentar la ausencia de una correspondencia, de un diario de vida,
en los cuales el autor habría confiado sus recuerdos, develado sus sentimientos... De esta
personalidad singular, ecléctica, olvidada antes de que pudiera dejar huella y alimentar la
memoria colectiva, tendremos sólo un misterio que haríamos mal en ultrajar.

Elementos para una biografía


28 El 21 de diciembre de 1993, la ciudad de Barcelonnette celebraba el centenario de la
muerte de Émile Chabrand (1843-1893), hijo de Hyacinthe-Émile Chabrand, encargado de
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aduana, y de Magdeleine Pinoncély, los dos originarios de Larche. Con una personalidad
fuera de lo común, Émile Chabrand es conocido, principalmente, por el museo edificado
en su honor en su villa ubicada en Barcelonnette, después de su regreso de México. No
obstante, su relato de viaje alrededor del mundo (De Barcelonnette au Mexique), coronado
por la Academia Francesa (Prix Moynton), es el que, hasta hoy, continúa transmitiendo el
recuerdo de este hombre singular y ecléctico.
29 Chabrand, como otros, también emigró hacia México y se instaló ahí entre 1863 y 1864. En
este país permanecería por 18 años. Aun cuando fue miembro de la colonia mexicana,
ignoramos casi todo de su itinerario en México.
30 Chabrand se casó por primera vez con Antoinette Caire, sobrina del abad Caire; recobró la
fortuna hecha anteriormente y se consagró al estudio de los animales. En México, el viejo
negociante se convirtió en “naturalista practicante” y, luego, compró al abad Caire (al que
se refería como el abad de los pájaros), su colección de pájaros mediante el pago de una
renta vitalicia anual de 500 francos-oro, dándole al abad la posibilidad de ocuparse de la
colección hasta su muerte.
31 Bajo la excusa de que Chabrand quería volver a ver México, su museo fue instalado en la
proximidad de su villa. Así, emprendió un largo viaje alrededor del mundo que comenzó
el 15 de octubre de 1882 en Marsella y acabó 11 meses más tarde, el 4 de septiembre de
1883 en Cherbourg. En principio, sus pasos lo llevaron hacia India, Birmania, China, Japón
y Estados Unidos y, al final, a México, “país amado donde viví”.
32 Al quedarse viudo, Chabrand desposó a Eugénie Trotabas de Beauvezer y a su lado
emprendió numerosos viajes por Europa del norte y África del norte (con estancias en
Marruecos). Después, se instaló definitivamente en Barcelonnette, en la villa dibujada por
el arquitecto originario de Lyon, Adolphe Coquet; persiguió sus sueños de explorador y
puso a punto una máquina de “navegación aérea sin globo”, cuya patente registró bajo el
sello de Digne.
33 Posteriormente, participó como candidato en la batalla de las elecciones legislativas de
1893, contra su cuñado Adrien Gassier. Al término de los agitados debates que se
sostuvieron, Chabrand decidió retirarse y el primero de septiembre de ese mismo año
puso fin a sus días. ¡Tenía cincuenta años!
34 Émile Chabrand fue enterrado en Larche de acuerdo a su deseo. Había soñado por tumba
“un monumento de cantería del país con cúpula que, al final, [tuviera] la forma de un
mausoleo oriental”; sin embargo, una tumba de estilo clásico resguardaría finalmente sus
restos mortales. En su testamento hológrafo atribuyó una suma generosa a los municipios
de Barcelonnette, Saint-Paul (donde nació) y Larche, la cuna de su familia, insistiendo,
una y otra vez, en que fueran recompensados los estudiantes que merecieran un premio
de lenguas extranjeras, “el inglés especialmente”. Esta actitud de Chabrand era una
manera de manifestar, nuevamente, su apertura al mundo y su interés por otras culturas,
que no dejó de cultivar durante su vida.
241

BIBLIOGRAFÍA

Referencias bibliográficas sobre Émile Chabrand


CHABRAND, Émile, De Barcelonnette au Mexique, Paris, Plon, 1892. [versión en español: Émile
Chabrand, De Barceloneta a la República Mexicana, México, Banco de México, 1987.]

DUBERNARD, Luis Everaert, “Traducción, estudio preliminar y notas”, en: É. Chabrand, De


Barceloneta a la República Mexicana, México, Banco de México, 1987, pp. 25-36.

GARCÍA DÍAZ, Bernardo, Veracruz y sus viajeros (textos de Bernardo García Díaz y Ricardo Pérez
Montfort), México, BANOBRAS, Gobierno del Estado de Veracruz, Instituto Veracruzano de
Cultura, Grupo Sansco, 2001, en especial el capítulo 2, p. 36.

GÉNIN, Auguste, Les Français au Mexique du XVI e siècle à nos jours, Paris, Nouvelles Editions Argos,
1933.

LAMEIRAS, Brigitte B. de, Indios de México y viajeros extranjeros, México, Sep-Setentas, núm. 74,
1973.

SILVA, Jorge, Viajeros franceses en Mexico, México, América, 1946.

NOTAS
1. El movimiento migratorio de Ubaye hacia México, mejor conocido como el periodo de “Los
barcelonnettes en México”, ha sido objeto de numerosos trabajos desde finales del siglo XIX hasta
nuestros días. Está disponible una bibliografía amplia sobre el tema en el Musée de la Vallée, el
centro de los Archivos de Migración. Musée de la Vallée-04400 Barcelonnette (Francia).
2. Émile Chabrand no pertenece a la generación del Porfiriato, la de los grandes patrones que, en
muchos casos, dejaron huella en los nombres de majestuosas tiendas, fábricas o bancos, sino a la
generación de la implantación, de la instalación de los primeros vendedores y de la constitución
de una red de comerciantes franceses en toda la naciente República Mexicana.
3. Émile Chabrand, De Barcelonnette au Mexique, Paris, Plon, 1892.
4. Ibíd., p. 261.
5. Ibíd., p. 396.
6. Ibíd., pp. 294-295.
7. Ibíd., p. 417.
8. Ibíd., p. 349.
9. Chartes Simond, prefacio a “Les Barcelonnettes au Mexique”, en: Charles Simond (coord.),
Biblioteca Ilustrada de losViajes por el mundo y por el mar, Pion, 1897.
10. François Arnaud, Les Barcelonnettes au Mexique, Boletín científico y literario de los Alpes Bajos,
Paris, Digne, 1891.
11. É. Chabrand, op. cit., p. 412.
12. Ibíd., p. 408.
13. F. Arnaud, op. cit. Arnaud matiza la cuestión de la emigración más de lo que parece en un
primer momento. Además, multiplicó las acciones a favor del movimiento migratorio de Ubaye a
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México al fungir, desde temprano, como testigo apasionado de los trabajos y los proyectos de los
migrantes, mismos que plasma en el Journal de Barcelonnette, fundado en 1882, mientras fue
redactor en jefe. Está por completarse un inventario de sus artículos publicados entre 1882 y
1932.
14. Luis Everaert Dubernard, traducción, estudio preliminar y notas, en Émile Chabrand, De
Barceloneta a la Republica Mexicana. México, Banco de México, 1987, pp. 25-36. [Versión en español
del libro de Émile Chabrand, De Barcelonnette au Mexique].
15. É. Chabrand, op. cit., p. 331.
16. Émile Chabrand cita constantemente las obras de Laplace, Humboldt, Bernai Díaz, Lucien
Biart, Charnay... También se inspira fuertemente en el texto de Michel Chevalier, Le Mexique
ancien et moderne, (Hachette, Paris, 1864), que resguarda en su biblioteca personal, así como en las
obras de Jules Leclercq, Voyage au Mexique, (Paris, Hachette, 1885) o el de Mathieu de Fossey, Le
Mexique, (Paris, Plon, 1857). Existe un inventario de su biblioteca personal realizado en 1992 por
Christine Merle y Hélène Homps. Archivo Émile Chabrand, Musée de la Vallée, Barcelonnette.

RESÚMENES
Miembro de la comunidad de “empresarios barcelonnette” emigrados a México entre 1850 y 1950
que desarrollaron el comercio y la industria textil, Émile Chabrand (1843-1893), “Don Emilio”,
ocupa un lugar privilegiado, curiosamente desconocido. Este emigrante de la primera hora, a la
vez actor y testigo de la emigración francesa a México, se distingue de sus compatriotas por sus
numerosas iniciativas y tomas de posición. Autor de un diario de viajes alrededor del mundo,
coronado por la Academia Francesa (Premio Montyon), De Barcelonnette au Mexique (Plon, 1892),
pretexto para regresar a México, el “país amado”, fotógrafo, naturalista (única profesión que
reivindica), inventor (de una máquina para volar), coleccionista, creador de un museo abierto a
las culturas del mundo y candidato a las elecciones legislativas que provocaron su trágica muerte,
tanto su vida pública como privada aún son un misterio. Para comprender esta figura atípica y
singular, disponemos del diario de viajes, de un testamento holográfico y del inventario de su
biblioteca, realizado en 1992, sin olvidar una serie de fotografías (o escenificaciones) que revelan
toda su fantasía y ambigüedad.

Membre de la communauté des «entrepreneurs barcelonnettes», émigrés au Mexique entre 1850


et 1950 et implantés dans le négoce et l’industrie textile, Emile Chabrand (1843-1893), «don
Emilio», occupe une place à part, curieusement méconnue. Cet émigrant de la première heure, à
la fois acteur et témoin de l’émigration française au Mexique, va se distinguer de ses
compatriotes par ses nombreuses initiatives et prises de position. Auteur d’un récit de voyage
autour du monde couronné par l’Académie Française (Prix Montyon), De Barcelonnette au
Mexique (Plon, 1892), prétexte pour retourner au Mexique, le «pays aimé», photographe,
naturaliste préparateur (la seule profession qu’il revendique), inventeur (machine à voler),
collectionneur et créateur d’un musée ouvert sur les cultures du monde, candidat aux élections
législatives qui entraînera sa disparition tragique et brutale, l’homme public comme privé reste
mystérieux et isolé. Pour appréhender cette figure atypique et singulière, nous disposons d’un
récit, d’un testament olographe et de l’inventaire de sa bibliothèque, effectué en 1992, sans
oublier une série de photographies (ou «mises en scène») où se révèle toute la fantaisie et
l’ambiguïté du personnage.
243

AUTOR
HÉLÈN HOMPS
Hélèn Homps. Francesa, terminó una maestría en literatura y una especialidad en historia del
arte, con la opción “Patrimoine et Muséologie” en la Universidad de Provence (Aix-Marseille-I).
Fue comisionada por el Servicio de Monumentos históricos (Ministère de la Culture, D.R.A.C
Provence-Alpes – Côte d’Azur) en Barcelonnette, para realizar el inventario y la identificación de
las villas construidas por los emigrantes a su regreso de México. En 1993 ganó el concurso para
ser reconocida como “Agregado de conservación del patrimonio” y desde 2003 ocupa la dirección
del Museo delValle, en Barcelonnette. Se interesa particularmente en el estudio del movimiento
migratorio del Ubaye hacia las Américas. Ha participado en los coloquios del proyecto “México-
Francia” y en la firma de la convención de “hermandad” entre el Museo comunitario de Ciudad
Mendoza (Santa Rosa) y el de Barcelonnette. Entre sus artículos y libros más recientes tenemos:
Villas en Ubaye. Retour du Mexique, (Aix, 2002) y 1000 petits chefs-d’oeuvre du Mexique à Barcelonnette
(Paris, 2006).
244

Pierre Loti y José Juan Tablada en


busca del Japón: un estudio
comparativo
Adela Pineda Franco

Portada: Julian Viaud (1850-1923), mejor conocido como Pierre Loti. Imagen proveniente de
un recorte de periódico pegado a la edición de Un oficial pobre, por el donador del libro a
la Biblioteca de la Universidad de las Américas, profesor Sarmiento. José Juan Tablada,
Retrato por el ilustrador de la Revista Moderna, Julio Ruelas, Revista Moderna, VI, 4 (15 de
febrero del903): p. 49.
245

1 En su libro de viajes Nikko,1 el escritor mexicano Efrén Rebolledo decide trazar un


itinerario que, a todas luces, sigue los pasos del orientalista francés Julian Viaud
(1850-1923), mejor conocido como Pierre Loti. Rebolledo no deja de idealizar la visión del
escritor galo, como para validar su paso por el Japón exótico y estético de la generación
modernista de fines de siglo XIX y principios del XX. Rebolledo no fue el único en rendir
este homenaje al francés. Antes que él, otro escritor mexicano, José Juan Tablada
(1871-1945), se jactó de viajar a Japón como corresponsal de la Revista Moderna (1898-1903)
2 con la sensibilidad de viajeros “a la Loti.” El estudio del recuento de este viaje, publicado

en varias crónicas de la Revista Moderna, ocupará gran parte de nuestro ensayo. Nos
cuestionaremos por qué Pierre Loti fungió como paradigma de modernidad para Tablada
y su generación. Observaremos los desplazamientos ocurridos en el paradigma de Loti al
ser asimilado por Tablada, para así señalar las peculiaridades de la visión del escritor
mexicano, una visión periférica, pero no por ello menos lúcida, una interpretacón de
Japón, pero también de la modernidad occidental. Para ello, analizaremos primeramente
los recuentos de Japón de Loti ubicándolos dentro del orientalismo occidental, siguiendo
los estudios de Edward Said, y después nos concentraremos en el análisis de las crónicas
de Tablada.
2 Loti reúne las características de un viajero europeo prototipo, ávido de Oriente, durante
el siglo XIX. Por tal motivo, sus recuentos sobre Oriente no pueden leerse de manera
aislada. Si retomamos la tesis de Edward Said dichas obras son parte de una red
intertextual; pertenecen a un gran discurso: el conformado por un conglomerado de
textos estéticos, económicos, históricos y filológicos en torno a una conciencia
geopolítica, la de la superioridad del Occidente sobre el Oriente, y que Said ha llamado
“orientalismo”.3 Dicho conjunto de valores, que enmarcarcó las nociones modernas
occidentales de Oriente, aunque también del propio Occidente, multiplicó sus formas
durante el siglo XIX y los comienzos del XX. El prestigio de este vasto campo de
conocimiento se acrecentó principalmente en Francia e Inglaterra, paralelamente a la
expansión de mercados, recursos y territorio. Según Said, el orientalismo moderno se
consolidó con la ola secular acarreada por el siglo XVIII, la cual trajo consigo el auge de
estudios lingüísticos y filológicos sobre Oriente, con intelectuales como Renan, y con la
creación de instituciones académicas como la Societé Asiatique de 1822. A este discurso
orientalista de corte científico, se sumó una literatura imaginativa y de viajes, producida,
en el ámbito francés, por escritores románticos como François René de Chateaubriand y
Victor Hugo; por parnasianos comoThéophile Gautier, autor de Emaus y Carnés (1852),
Laconte Lisie, autor de Poèmes Barbares (1862) y José María Heredia, autor de Les Trophés
(1893); por escritores simbolistas y decadentistas como Gerard de Nerval, Gustave
Flaubert, Paul Verlaine, Stéphane Mallarmé, Charles Baudelaire y Joris-Karl Huysmanns,
así como por numerosos cronistas, entre ellos Loti, Catulle Mendés y Judith Gautier.
3 La producción de Loti se sitúa entre la actitud científica de los filólogos y la vocación
existencial y estética de un Nerval o un Flaubert. El Oriente de Loti pretende asemejarse al
de estos escritores, al ser concebido como un espacio propicio para la imaginación y para
la elaboración de una mitología personal. No obstante, este Oriente se nutre también de
las clasificaciones y codificaciones establecidas por la tradición filológica. A pesar de que
su peregrinaje no tuvo intenciones científicas y fue animado por un deseo de exotismo,
Loti ingresa a Oriente asumiéndose como un viajero real, dentro de un espacio y un
tiempo igualmente reales. Su vasta obra constituye un conjunto de variaciones a su diario
íntimo, el cual traza el itinerario de este marino infatigable por una gran diversidad de
246

países orientales de Asia y Africa. En numerosas ocasiones, el propio Loti expresó


públicamente su calidad de hombre de acción y no de letras.4
4 No obstante, considerar a Loti como viajero y a su obra como la memoria verídica de sus
viajes, no presupone, sin embargo, que viajero y obra dejen de ser “textuales”. Los
géneros considerados como “de viaje” deben su “naturalidad” precisamente a que la
escritura disfraza las irresuliciones y los accidentes de la travesía mediante estrategias
discursivas que hacen del viaje una experiencia siempre colorida, placentera y coherente.
5 Emilio Vedel, en el prólogo a Un Oficial pobre, comenta cómo, a partir del inesperado

éxito literario de Loti, éste practicó una autocensura a varias páginas de su diario,
haciendo del recuento una composición menos espontánea.6 Esta engañosa corporealidad
de su aventura, no impide que, en su percepción de Oriente, Loti repase una serie de
conocimientos parciales, aprendidos de la tradición orientalista, para luego reconocerlos,
editarlos y reubicarlos al contacto con la “realidad”.
5 Cabe mencionar que las obras de Loti evidencian una diferencia en la percepción de los
países árabes y del Japón. La visión del Medio Oriente, el espacio geográfico más
rivalizado por Francia e Inglaterra durante el siglo XIX, conlleva, por un lado, la nostalgia
de Loti por la tierra prometida del cristianismo,7 por otro lado, también se trata de un
escenario donde Loti proyecta representaciones exóticas de sublime sensualidad y de
intensa energía, a pesar de hacerlo dentro de los límites de una prosa normada por ciertas
convenciones europeas.8 El Japón de Loti, en cambio, es más plano, menos vertiginoso,
más monótono.
6 Tal vez, dicha percepción se deba a la relación sociopolítica y económica entre Europa y
Japón. Éste nunca constituyó un territorio imperial ni se definió, para los orientalistas
europeos, en términos de posesión material. Fue Japón, en su misión occidentalizadora, el
que empezó, a leer el código del Occidente con un movimiento inverso.9 Con la apertura
de Japón, entre 1871 y 1880, alrededor de 500 académicos europeos, principalmente
británicos y alemanes, invitados por el gobierno de los Meidyi (1868-1911) contribuyeron
no sólo a la apertura que se proponía el propio Japón, sino también a traducir la cultura
japonesa en occidente.10 El interés occidental por Japón se acrecentó aún más después de
la guerra ruso-japonesa de 1904, debido al asombro que produjo este país al haber
derrotado a los rusos, convirtiéndose en la primera potencia no occidental en el mundo
moderno.
7 De aquí que viajeros franceses como Loti hayan llegado al Japón con una noción muy
libresca de sus secretos olvidados. La siguiente cita revela este sentido arqueológico del
Japón: “Experimento la misma impresión que si penetrase [...] en el muerto esplendor de
una civilización, de la cual son para mí completamente extraños e ignorados la
arquitectura, el dibujo y la estética”.11 No obstante, Loti también experimenta un
sentimiento de confusión ante la emergente modernización del país. Su viaje de 1885 12
está situado en una especie de coyuntura: en el momento en que se rompe la supuesta
inmovilidad del Japón para dar paso al vértigo de la modernización.
8 Los nueve capítulos de El Japón marcan un itinerario geográfico pero también ideológico:
el viaje se inicia en Kioto, “la Ciudad Santa”, y concluye con el encuentro, en el palacio
imperial de Yedo, entre Loti y la emperatriz primavera.13 Dicho itinerario inicia con una
reflexión, que recorre todo el libro, sobre la mencionada ola modernizadora: “Hasta estos
últimos años, (Kioto) era inaccesible a los europeos; ahora, se va en tren; esto es tanto
como decir que se ha vulgarizado, decaído, acabado”.14
247

9 En el recorrido, Loti privilegia la imagen preconcebida de Japón como misterioso. La


peculiar yuxtaposición de lo tradicional con lo moderno aparecerá como aberrante ante
los ojos del francés, quien distribuye sus juicios y jerarquías en torno a estos dos mundos.
El primero, el inmemorial, está representado primordialmente por los templos, el paisaje
natural y las artes industriales. El emblema más representativo de este Japón misterioso
es, sin duda, el de la emperatriz de Yedo. Loti le dedica un capítulo entero. La expectativa
ante el encuentro después de varias horas de espera, la minuciosa descripción de la
entrada triunfal de este personaje casi mítico, enmascarado bajo los polvos de arroz que
maquillan su rostro, y el detalle esgrimido para subrayar su realeza, son estrategias
retóricas que le otorgan una calidad emblemática. El otro Japón, el mermado por una
estridente y confusa occidentalización, aparece en el bullicio citadino de la fealdad
americana de Yedo y en “la gran Babilonia moderna”, Yokohama, así como en el
mercadeo constante de sus despreciados ciudadanos.

Ilustración de un poema de Tablada, “Musa japónica”, elaborada por Julio Ruelas.


Fuente: Revista Moderna III, 18 (15 Septiembre 1900), p. 276.

10 Diríase que la estructura narrativa del viaje de Loti se asemeja a la técnica musical del
contrapunto. Loti recorre innumerables templos y repetidos parajes remotos con el objeto
de develar sus misterios, para luego salir a flote en la algarabía de una calle citadina, un
arrabal, un teatro, una fiesta de etiqueta o un hotel. El contrapunto subraya la constante
decepción del viajero ante lo percibido. Dicha decepción también se percibe en la novela
Madame Chrisantéme. Antes de arribar a Nagasaki, aún desde el barco, el narrador Loti
subraya la imagen mágica del Japón, manifestada en el paisaje que se desvanece al
contacto con la ciudad: “Cuando apareció Nagasaki, la decepción fue grande para nuestros
ojos [...] ¡Pero Señor! ¡qué fea, qué grotesca, qué mezquina toda esta gente!”15 dicha
decepción constituye, según Said, un tópico del romanticismo, puesto que era difícil
igualar la vivencialidad de un Oriente heterogéneo y complejo con la versión idealizada
que la tradición estética europea le había atribuido a este sector. Al respecto, Said cita un
248

comentario de Nerval: “Para una persona que nunca ha visto el Oriente, una flor de loto es
todavía una flor de loto; pero para aquellos que, como yo, han estado allá, una flor de Loto
es algo parecido a una cebolla”.16 De aquí que el Oriente de los escritores decimonónicos
europeos se haya manifestado muchas veces como una desmitificación de imágenes
previamente acuñadas.17

Ilustración del texto de Tablada “Los pintores japoneses”.


Fuente: Album de Extremo Oriente, publicado en la Revista Moderna III, 9 (1 mayo 1900); p. 139.

11 No obstante, en Loti la distancia entre el Japón libresco de templos y ruinas milenarias y


el decepcionante país modernizado, no es tan grande. La técnica contrapuntual se torna
un tanto ilusoria si se observa la manera en que el narrador anula constantemente la
diferencia propuesta entre ambos mundos, el antiguo y el moderno, el sacro y el
mundano, el rico y el pobre, con una serie de generalizaciones que estandarizan y
degradan lo japonés, dándole el carácter monótono al que alude el autor. Veamos algunas
de estas generalizaciones:
12 El Japón como infantil. Este atributo es utilizado para describir un ferrocarril, que sirve de
base a una posterior generalización: “Un graciso ferrocarrilito que no tiene aspecto
formal, que parece de juego, como todas las cosas japonesas”.18
13 Son infantiles incluso los dioses, percibidos, a pesar de su aureola mística y milenaria,
desde una perspectiva plenamente secular. Sobre los iconos exhibidos en el templo de
Kio-Midzu en Kioto, Loti señala: “[...] hay infinidad de ellos de tierra y de yeso... muy
alegres y cómicos, para uso de los chiquillos. ¿Dónde acaba el dios y dónde empieza el
juguete? ¿Lo saben los mismos japoneses?”19
14 El Japón como grotesco. Los adjetivos en torno a este calificativo se relacionan
constantemente con lo misterioso, rasgo inseparable de los templos budistas y de la
realeza de la antigua sociedad nipona. En el templo de las “Ocho Banderas”, Loti describe
los objetos del museo con una sensibilidad romántica, que recuerda los caprichos de Goya
249

y las alucinantes pinturas de Odilón Redón, tan apreciados por Baudelaire y por algunos
artistas finiseculares en Francia y en Hispanoamérica.20
15 No obstante, esta fealdad también aparece, sin ningún sesgo de sacralidad o de exotismo
estético, pero sí con una marcada intensión realista en el ámbito cotidiano. Las citas
abundan y se extienden a lo largo de todo el texto. Esta fealdad es descrita a través de la
constante animalización del pueblo Japonés. Los djins,21 u “hombres-caballos” caen [...]
“como una bandada de cuervos”,22 las musmés y las geichas son “encantadoras muñecas
sin alma, mimosas como gatas.”23 La analogía más recurrida por Loti a lo largo del libro es
la del japonés como mono gesticulante. La mezcolanza de “telas inverosímiles, usadas,
desgarradas, sórdidas” y de trebejos de segunda mano que se exhiben en un tianguis
callejero, sirven como metáfora para enjuiciar al Japón en su totalidad: “todo esto
trasciende a raza amarilla, a moho, a muerte”.24
16 La inmovilidad de Japón, atribuida a su pasado legendario, aparece también,
paradójicamente, emparentada a una letárgica uniformidad y monotonía que provoca el
aburrimiento del viajero; así lo expresa al referirse al decorado de un templo:
17 Por lo demás se experimenta, a la larga, cansancio a fuerza de ver [...] tanta acumulación
de asombroso trabajo [...] Y si es fatigoso mirar, con mayor razón, sin duda, lo es leer las
descripciones que hago, y que no pueden ser sino especies de minucioso inventario de
riquezas, donde la palabra oro aparece fatalmente en cada línea.25
18 Efectivamente, el uso constante del circunstancial “siempre”, el abuso del plural que
estandariza la particularidad y la extrañeza, la ennumeración repetitiva de objetos,
construcciones, paisajes, hábitos y facciones humanas, contribuyen a que el aburrimiento
sea compartido por el lector. El texto carece de economía descriptiva y peca de extremada
meticulosidad. Es indudable que el narrador, en su papel de fidedigno informante,
subraya la veracidad de lo visto y así se lo trasmite a su audiencia europea, a pesar de su
falta de composición estética, hecho reconocido por el mismo narrador. En la dedicatoria
a la duquesa de Richelieu de la novela Madame Chrisantéme, Loti describe el carácter
efectista de su obra: “Por más que el papel principal sea, aparentemente, el de madama
Crisantemo, lo más cierto es que los principales personajes somos Yo, el Japón y el Efecto
que este país me ha producido”.26 Y es que el argumento de esta novela, que curiosamente
sería el primer eslabón de la cadena de adaptaciones de un tema clásico sobre Japón en la
tradición occidental, el de Madame Butterly, no es explotado por Loti como lo haría un
experimentado novelista; la intriga se diluye y se vuelve intrascendente ante el afán del
autor por vindicar su peregrinar despótico.
19 En su obra El Japón, este “efecto japónico” se manifiesta como un conjunto de impresiones
provenientes de una sensibilidad que se ha hecho cómplice de la democratización de su
siglo. Por ello, el narrador, además de informante, es un sensualista que recibe
impresiones como “agradables o desagradables a la vista”. En este sentido,
impermeabilizado por su asumida superioridad, Loti enjuicia y valora lo visto, sin jamás
exponer su subjetividad. Contados son los episodios que aluden a un contacto afectivo con
el otro. Loti pertenece ya a la sensibilidad del encuentro efímero, al reino de las
sensaciones y las tenúes melancolías. Así lo afirma el narrador de El Japón, al despedirse de
la emperatriz nipona:
ha concentrado uno toda su atención cautivada [...] en una mujer misteriosamente
simpática, y tiene que reconocer que aquello ha acabado para el presente y para lo
por venir; que no volverá a verla ni a saber nada de ella; que un velo ha ocultado su
rostro para siempre.27
250

Ilustración del texto de Tablada “Los pintores japoneses”.


Fuente: Álbum de Extremo Oriente, publicado en la Revista Moderna III, 9 (1 mayo 1900); p. 141.

20 Por las razones anteriores, el libro podría interpretarse como un diálogo ameno que
omite al japonés, porque su audiencia es la burguesía francesa de la segunda mitad del
siglo XIX.
21 Ahora es necesario dilucidar el papel del Japón y de Loti en las crónicas de Tablada. Sin
embargo, primero hay que ubicar a Tablada dentro del movimiento literario que le dio
prestigio: el modernismo hispanoamericano.28 Para este movimiento literario finisecular,
Oriente fue una estrategia de cosmopolitismo estético, y dicho cosmopolitismo era, en el
siglo XIX, sinónimo de afrancesamiento. En una especie de “aplanamiento sincrónico”, 29 el
modernismo hispanoamericano generó un ecléctico orientalismo vía la intermediación
francesa, cuyo radio abarcaba obras disímles de Chateaubriand, Hugo, Lamartine, Gautier,
Lisie, Heredia, Mendés, Verlaine, Mallarmé, Baudelaire, Huysmanns y, sin duda alguna, la
de los hermanos Goncourt, quienes suscitaron un amplio interés entre los
hispanoamericanos en el terreno del arte pictórico japonés con obras como Art Japonais de
XVIIle siecle; Outamoro, y Hokusai. Tablada participó de un gusto modenrista generalizado
por las japonerías y chinerías francesas, al lado del cubano Julián Casal, 30 del nicaraguense
Rubén Darío,31 y del guatemalteco Enrique Gómez Carrillo. 32 Por otra parte, el japonismo
de Tablada no se limitó al periodo modernista. De hecho, para este escritor,
posteriormente vanguardista, el Japón constituyó un proyecto estético central, amplio y
heterogéneo. Uno de sus críticos, Atsuko Tanabe, logró escribir todo un estudio sobre la
obra del autor mexicano, utilizando el tópico del japonismo exclusivamente. Tanabe
dividió la obra de Tablada en tres etapas que marcan una evolución estética. 33 Para
propósitos de este trabajo únicamente nos concentraremos en la segunda etapa señalada
por Tanabe; en ésta ubicamos las crónicas de la Revista Moderna (1898-1904), publicadas
con motivo del viaje de Tablada a Japón como corresponsal de esta publicación en 1900.
251

Detalle de la pintura “Deeply Concealed Love” de la serie Great Love Themes of Classical
Poetry (1792-1793) del pintor japonés Kitagawa Utamaro.
Fuente: Kobayashi, Tadashi. Ukiyo-e. trad. Mark A. Harbison, Tokyo, Kodansha
International Ltd., 1982.

22 En el periódico, taller ideológico y estético para la producción literaria modernista, el


orientalismo de Tablada se vino a sumar a una serie de discursos ligados al creciente
interés de México por Japón. El periódico dio cuenta del sueño porfiriano de ver
convertido a México en un país moderno que miraba hacia afuera e ingresaba al mundo
con una interpretación ideológica occidental de Oriente. Según José Emilio Pacheco,
Eliseo Reclus escribió en la Nouvelle Géographie Universelle que México estaba destinado a
ser el crisol en que se fundieran dos culturas, la occidental y la oriental, por hallarse
exactamente a medio camino entre el Este y el Oeste.34 Es imposible dar crédito a tal
aseveración, lo que sí es comprobable es que, a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX,
el interés político y geográfico de México por Japón se hizo patente con una serie de
acontecimientos como fue la expedición científica de 1875 para observar el paso de venus
frente al disco del sol, encabezada por Francisco Díaz Covarrubias, quien en 1876 publicó
Viaje de la comision astronómica mexicana al Japón para observar el tránsito del planeta venus por
el disco del sol el 8 de diciembre de 1874. Producto de la misma expedición fue el libro de
Francisco Bulnes publicado en 1875 bajo el título Sobre el hemisferio norte 11 000 leguas, por
países de fauna, flora y costumbres tan extrañas a las nuestras, más orientado a las
manifestaciones culturales que el de su coetáneo Díaz Covarrubias. La firma de un tratado
de igualdad entre México y Japón en 1888 y la apertura, en 1890, de un consulado
mexicano en Yokohama, así como el arribo de los primeros colonos japoneses a la ciudad
de México durante la primera década del siglo XX, vienen a sumarse a la lista de
acontecimientos que acrecentaron la relación entre ambos países. Periódicos como El Siglo
XIX y El Universal reportaron, a partir de 1854, sobre la expedición del Comodoro Perry, y
más tarde sobre el triunfo de Japón sobre Rusia en 1905.
252

Pintura de brocado “A Story of Love on the Veranda” (1767-1768) de Suzuki Harunobu. La


imagen revela el erotismo que atrajo a los escritores finiseculares de Francia e
Hispanoamérica.
Fuente: Kobayashi, Tadashi, Ukiyo-e. trad. Mark A. Harbison, Tokyo, Kodansha
International Ltd., 1982.

23 De aquí que no sea correcto suponer que el japonismo de Tablada provino exclusivamente
de nuestro marino francés. Él empieza a difundir su interés por Japón durante su labor
periodística en El Universal a partir de 1891, cuando traduce una novela japonista de Judith
Gautier y un estudio sobre el arte japonés de los Goncourt.35 No obstante, más que ningún
otro diario, fue la Revista Moderna el vehículo idóneo de su incursión en el japonismo y la
cuna de su proyecto modernista. Nos faltarían páginas para elaborar un poco en torno al
origen y al sentido de esta publicación, considerada por muchos como la más importante
en la difusión del modernismo y en la asimilación de las estéticas finiseculares europeas,
principalmente francesas, en México y en Hispanoamérica.
24 En el número 17, de la segunda quincena de mayo de 1900, la revista publica un anuncio
indicando la próxima corresponsalía en Japón de uno de sus fundadores, Tablada, con un
objeto muy preciso. La nota dice lo siguiente:
La Dirección de nuestro periódico, convencida de la trascendental importancia de
esos estudios sobre la estética36 cuyos cánones impresionan tanto hoy a la
inspiración del occidente [...] ha resuelto enviar al Japón a su apto redactor, el Sr.
Tablada, para que sobre el terreno recoja impresiones y emprenda estudios cuya
importancia no supliría la mejor documentación simplemente teórica. 37
25 Varios detalles llaman la atención: primero, el explícito propósito estético del viaje,
segundo, el vínculo de este propósito estético con Occidente: Japón es materia de estudio
para acercar la publicación, no tanto al Oriente, sino a la “inspiración” occidental actual;
tercero, el hecho de que el conocimiento teórico sobre el Japón no sea suficiente, de que
es necesario que uno de sus sensibles miembros recoja impresiones de primera mano.
Comencemos con este último punto. En primera, la presencia de Tablada en Japón daba a
253

la revista un prestigio internacional. Con este desplazamiento, se convertía en la primera


publicación mexicana que mantenía una corresponsalía en un punto estratégico para el
Occidente moderno, aunque solamente se tratara del aspecto estético. Las crónicas de
Tablada llevarían, pese a su vocación artística, la huella de una necesaria actualidad y se
estructurarían bajo el ritmo vertiginoso de lo momentáneo. Así lo indica el propio
Tablada, definiendo la naturaleza de sus textos:
En veinte horas de vida japonesa he almacenado sensaciones de arte que para ser
aquilatadas y depuradas necesitaríase otros tantos meses de labor benedicta. Pero
esa tarea regular y metódica es imposible para quien, como yo, tiene au jour le jour
que anotar sus sensaciones.38
26 En segunda, la estrategia editorial se relacionaba con el propósito personal de Tablada,
quien se presentaba al público como uno de los más aptos redactores, es decir, como un
viajero informado y, sobre todo, sensible para recoger impresiones. Es aquí donde el
enlace entre Tablada y Loti se hace evidente. Tablada se manifiesta en sus recuentos,
además, como un viajero ávido de oriente, aguerrido y aventurero, así lo demuestran sus
propias analogías: “Ni nuestro Leduc, ese lobezno de mar, hoy encallado en los arrecifes
periodísticos, hubiera podido colocar un episodio sobre los azogues desteñidos del mar de
mi travesía”.39

Pintura de brocado “Beneath the Waves of Kanagawa” de la serie Thirty-six Views of Mount
Fuji, (1831) del pintor japonés Katsushika Hokusai.
Fuente: Kobayashi, Tadashi, Ukiyo-e. trad. Mark A. Harbison. Tokyo, Kodansha
International Ltd., 1982.

27 Nuestro aventurero lleva además su monóculo francés. Algunos personajes y


circunstancias en el viaje de Tablada presentan un sorprendente parecido con los
descritos por Loti. Los djins, por ejemplo, aparecen en el escenario sin la dosis de racismo
que les aplica el francés, pero dentro de similares situaciones. Según Tanabe, el uso
equivocado del vocablo djinrichi por Loti y también por Tablada, que debe ser dyniriki, es
254

prueba de la intertextualidad entre ambos escritores.40 En ocasiones, Tablada hace


explícita tal empatia, como en su descripción de los bebés nipones: “¡Ah los bebés
japoneses! Loti los ha admirado con Regamey y con el poeta Arnold”,41 o como en su
incursión por Yoshivara, que inicia con una explícita afinidad a la voz de su epígrafe,
proveniente de El Japón: “Y si alguen dudara de la sinceridad que me anima al
abroquelarme en este epígrafe”.42
28 Tablada establece además analogías similares a las de Loti para describir Japón de manera
generalizada; el atributo infantil, por ejemplo, es aplicado también a un ferrocarril: “La
locomotora suena su silbato, como de juguete también, y el tren se lanza alcanzando
pronto los arrabales extramuros de Yokohama”.43 Otro rasgo en común es la dicotomía
establecida por Loti entre el Japón tradicional y el moderno, la cual es reformulada por
Tablada en su primera impresión de Yedo: “En la gran plaza desolada desembocan
callejuelas llenas de híbridos comercios y las casas de madera que ostentan como muestra
bicicletas y paraguas europeos, hacen el efecto de un baratillo de arrabal”.44

Autoetrato de Julio Ruelas, ilustrador de la Revista Moderna, a quien Tablada le dedica


varias de sus composiciones.
Fuente: Revista Moderna VI, 6 (15 marzo 1903); p. 81.

29 Otro parecido aún más intrigante tiene que ver con la manera de presentar el azar y la
espontaneidad, factores propios de situaciones vividas. Hay varios episodios de las
crónicas de Tablada en los que el narrador escenifica situaciones paralelas a las narradas
por Loti. Pareciera que el narrador de Tablada le estuviera usurpando al hablante de Loti
una situación vivencial. Tablada “altera” el espacio-tiempo del evento, pero no la posición
del hablante, ni tampoco el telón de fondo. Veamos un ejemplo. Loti recibe dos
invitaciones exclusivas, una para asistir al baile imperial de Yedo y otra para visitar el
jardín del palacio de Akasaba.45 Tablada recupera el episodio apropiándoselo. En la
crónica “Un entierro en el Japón”,46 el mexicano señala, utilizando un vocabulario que se
aproxima mucho al del francés:
255

Me disponía a reintegrar la bella pintura en su funda [...] cuando un criado nipón,


risueño y reverencioso, entra a mi cuarto y me entrega una carta. A la luz del día
que declinaba descifro el mensaje: el Conde Kuroda, presidente del Consejo privado
del Emperador, había muerto, y Mr. L., un distinguido amigo mío cuya posición le
daba acceso a todas las ceremonias de la Corte, me invitaba graciosamente a las
honras fúnebres, que debían celebrarse la mañana siguiente en uno de los templos
de la Shiba”.47
30 En la crónica titulada “En el país del sol”,48 Tablada anuncia al director de la revista, Jesús
Valenzuela, que ha recibido otra invitación de corte similar, se trata de una visita especial
al palacio imperial. En el templo de Shiba, Tablada atraviesa los mismos jardines que Loti.
También presencia la misma parsimoniosa salmodia de los bonzos, y se jacta, al igual que
Loti, de poseer una autoridad política para participar en tales eventos. No obstante,
Tablada no posee la misma autoridad narrativa; el francés revela en su discurso su
condición imperial al no asombrarse de tener acceso a tales eventos de élite. En cambio, el
mexicano enmascara el tono y nos brinda un género casi teatral.

Pintura de brocado “Itsutomi” del tríptico Geisha of the Yoshiwara in Rivalry, del pintor
japonés Chõbunsai Eishi. Segunda mitad del siglo XVIII.
Fuente: Tadashi Kobayashi, Ukiyo-e. trad. Mark A. Harbison, Tokyo, Kodansha International
Ltd., 1982.

31 Que Loti haya sido invitado al palacio imperial, que haya tenido sirviente y contactos
europeos, como lo anuncia varias veces en su novela Madame Chrisantème, es un hecho
creíble dada su actitud de oficial naval de un poderoso imperio; que se haya dado a
entender con una limitada competencia en japonés también es posible dadas las
recurrentes referencias a su confrontación con situaciones linguísticas y a sus
observaciones sobre la escritura japonesa de la invitación recibida. Que Tablada haya
tenido criado en su corta estancia japonesa como corresponsal de un periódico mexicano
es dudoso, más inverosímil es su competencia lingüística en japonés, desmentida por
algunos de sus compañeros de la redacción de la Revista Moderna; casi increíble es que
256

haya tenido un amigo en Japón, cuyo misterioso nombre se escondiera bajo la inicial L,
una inicial coincidente con el apellido de su mecenas mexicano, Jesús Luján, quien
patrocinó el supuesto viaje a Japón.
32 De aquí que nos atrevamos a lanzar una arriesgada especulación: que Tablada nunca viajó
al Japón. No tenemos pruebas históricas de ningún tipo, pero notamos que el itinerario de
Tablada no es claro cronológicamente si se estudian las doce crónicas, aparecidas entre
julio de 1900 y marzo de 1901.49 Estas no tienen fecha precisa y son pocos los
desplazamientos trazados así como los puntos geográficos identificables. 50 De éstos
destacan solamente tres: la ciudad de San Francisco, California, donde permanece 20 días
antes de iniciar la travesía, y las ciudades de Yokohama y de Yedo. El propietario de la
revista, Valenzuela, asegura en sus memorias que Tablada le mandaba crónicas desde
Japón, pero que, debido a la exacerbada nostalgia del escritor, hubo de mandarle dinero
para su regreso a México después de algunos meses. No obstante, el mismo Valenzuela
también comenta lo siguiente: “Un día me desayuné con la noticia de que Don Jesús Lujan
mandaba aTablada al Japón por cuenta del mismo periódico [...] Aunque Ruelas opinaba
que no había pasado de San Franciso”.51 El ya citado crítico de Tablada, Tanabe, no duda
del viaje, pero sí de que el mexicano haya visitado las regiones occidentales de Japón;
según Tanabe, aunque se mencionen sitios como el lago Biwa cerca de Kioto, Tablada
nunca hace referencias concretas a este lugar.52
33 Otro punto a favor de esta teoría es la actitud de Tablada frente a lo observado. El
mexicano no sufre de la decepción que se produce cuando la experiencia vivida desmiente
las expectativas nutridas por la tradición orientalista europea, decepción interpretada
por Said como un topos romántico. En Tablada no se produce desmitificación alguna. La
flor de loto que encuentra en los campos a orillas de la Shiba sigue siendo “la rosa mística
de las regiones orientales, la flor milenaria de cuyo cáliz suntuoso emerge el divino
Budha”. Unicamente deja de ser ideal, cuando es cortada para “aprovechar sus virtudes
farmacéuticas”.53 Tablada desplaza la decepción a otro campo: el de la escritura misma.
Nuestro cronista establece una analogía entre el acto mercantil practicado en contra de
su idealizada flor, con el quehacer utilitario de la escritura periodística: “¿Cuando podrá
el poeta [...] vivir incondicionalmente su vida? Cuándo en el áureo anzuelo de la gloria se
clavará un laurel en lugar de un pedazo de pan?”54 Y es que en las crónicas de Tablada, la
superioridad del narrador no se formula en relación al Japón, como en el caso de Loti, sino
en relación a su papel como artista finisecular. Superior es él, narrador esteta frente a
“los opulentos de México”, refiriéndose a la burguesía porfiriana, y frente al pópulo
ignorante del arte, identificado por Tablada con el atraso mexicano que sólo sabe de
cebollas y nada de lotos. Dicha actitud revela la preocupación del modernismo
hispanoamericano sobre el papel del arte y de la literatura durante un periodo en que el
escritor se profesionalizaba quedándose sin público para su quehacer literario. Esta
reflexión es presentada por los escritores modernistas mediante una actitud
torremarfilista. En sus memorias, Tablada reitera este egoísmo finisecular del esteta
hispanoamericano, al describir su regreso a México:
En el camino veía yo con desdén a los transeúntes que no se percataban de la
importancia de un poeta mexicano, el primero entonces, que hubiera visitado las
antípodas...!Pobres y sedentarios burguesillos –pensaba yo in mente–, que en el
cacahuatal o en la Candelaria de los Patos, nada saben del Lago Biwa y de
Yoshiwara.55
257

Retrato de Jesús E. Valenzuela, propietario de la Revista Moderna, elaborado por Julio


Ruelas.
Fuente: Revista Moderna, VI, 9(1 de mayo de 1900); p. 128.

34 Las crónicas de Tablada no son entonces “realistas” como las de Loti, pero sí forman parte
de un proyecto estético importante. En estas crónicas, el escritor reflexiona sobre el papel
de la escritura poética mediante un registro proveniente del arte: la pintura. Con un
pintor, que es el propio Tablada, un contexto, que es la percepción occidental y moderna
del arte japonés, y una audiencia selecta, constituida por sus allegados y empáticos
amigos de la Revista Moderna, opuesta a la despreciada burguesía, Tablada articula un
discurso crítico desde el arte y por el arte.
35 El narrador de sus crónicas es en realidad un pintor de mirada bidimensional; éste trata a
individuos, construcciones y paisajes como elementos del arte pictórico, al integrarlos a
una composición balanceada por la perspectiva y el manejo del color. La siguiente cita
ilustra esta labor pictórica emprendida por la escritura:
Luego parten dos cohetes; el primero, que es color de oro, finge al detonar un
bosque de bambúes; el otro, que es de plata, engendra cuando estalla, el blanco
perfil de dos garzas, y durante algunos instantes, sobre el negro cielo, las garzas
llueven sus plumones de plata junto a bambúes que se deshojan en lágrimas de oro.
56

36 El recurso de la metáfora a partir de la utilización de los verbos fingir, engendrar, estallar,


llover y deshojar, acentúa el registro pictórico del texto, complicando una lectura literal
de la descripción. Este interés colorista de Tablada se evidencia en otras de sus
colaboraciones de la propia Revista Moderna. En algunos números anteriores al viaje, la
revista publicó una breve sección, conformada por dos crónicas de Tablada, bajo el título
de “Album de Extremo Oriente”, las cuales tratan de la pintura japonesa.57 Esta
producción, paralela a las crónicas de viaje, demuestra que Tablada estaba provisto de un
arsenal de fuentes francesas, principalmente, las de Gonse, Rosny y los Goncourt,
258

referentes a Utamaro y Hokusai, dos pintores japoneses cultivadores del Ukiyo, un género
de pintura, cuya acepción literal significa “mundo flotante y melancólico”, el cual floreció
en la época Edo, cuando el sistema feudal japonés empezó a decaer ante el auge de una
nueva clase mercantil. El Ukiyo se nutrió de un teatro popular, el Kabuki, y de escenas
prostibularias, como reacción a las escuelas tradicionales de pintura japonesa, más
identificadas con la clase militar de los samurai. El pintor más destacado en este arte fue
Utamaro, conocido por la sensualidad de sus mujeres, tan comentada por Rosny, Edmond
de Goncourt, y Gomez Carrillo.58 Cuenta José Emilio Pacheco que lo bohemios escritores
iniciales que conformaron la Revista Moderna le pagaban al millonario Jesús Lujan con
textos y dibujos pornográficos, justamente como hacían los pintores japoneses del género
ukiyo.59 Durante este mismo periodo, Tablada publicó algunos poemas representativos de
una idea muy en boga, la de la correspondencia de las artes que el parnasiano Théophile
Gautier había popularizado con su poema “El Arte”.60 Dichos poemas recrean
literariamente alguna estampa japonesa, tal es el caso de “El despertar de musmé”,
basada en una estampa de Kunisada”, publicado en la Revista Azul en 1894 y “La elección
del vestido”, publicado en la Revista Moderna en 1899. En dichas escenas, se aprecia un
cromatismo evocador del erotismo decadente de un barrio como el Yoshivara.
37 Si se leen con atención las crónicas de viaje al Japón, es posible percibir el guiño que
Tablada le hace al lector para sugerirle que se trata de un viaje imaginado. Repetidas
veces el narrador alude al proceso de creación, al espacio recogido que suscita el
nacimiento de un pensamiento creativo o de una alucinación. Tablada resalta una
percepción doble, recordando las técnicas baudelerianas de poemas como la “Cámara
doble” de sus Flores del mal, en donde se contrasta un exterior afectado por la contingencia
de nuestra vida cotidiana con la evocada por estados mentales hipersensibles: “Al volver
de mi halucinación la hojarasca del fin de otoño había caído sobre mi libro de poesías y
como único vestigio del ensueño desvanecido, un grupo de bambúes allá a lo lejos sacudía
sus plumones de esmeralda”.61
38 En los textos de Loti, como se vio anteriormente, no existe un interlocutor japonés
trascendente, debido, por una parte, a su posición de superioidad frente a la cultura
nipona y, por la otra, a la audiencia apelada por Loti, constituida por la burguesía europea
de su tiempo. En los de Tablada tampoco existe un interlocutor japonés verosímil en
términos realistas. Sin embargo Tablada construye un personaje japonés con quien
dialogar; se trata de Miyabito, un pretendido cónsul japonés, demasiado idealizado para
ser verídico, ya que “aprendió en París la ciencia del savoir vivre y es un delicado
anfitrión”.62 Después de una comida refinada, Miyabito y Tablada discuten sobre el origen
del thé y envuelven sus sentidos con sublimes referencias artísticas y culturales de Japón.
Este interlocutor no es otra cosa que la representación que elabora Tablada de una
audiencia ideal: la constituida por artistas incontaminados por la vulgarización de su
siglo. Muchas veces este interlocutor aparece con la máscara de su amigo, el poeta
Valenzuela, director de la revista, a quien dirige las crónicas a manera de cartas
personales, otras se trata del genial ilustrador Julio Ruelas, a quien Tablada dedica una
serie de “naturalezas muertas”. El interlocutor más recurrido por Tablada es la propia
Revista Moderna personalizada: “Pero algo mitiga el doloroso sacrificio de mi egoísmo
artístico: la idea de que esta prosa irá a las columnas cada vez más brillantes de nuestra
Revista querida”.63 Mediante esta ficcionalización del interlocutor, nos damos cuenta que
Tablada, más que hacer la crónica de su visita al Japón, reflexionaba en torno a la
coyuntura de su generación: los modernistas se ubicaron precisamente al margen de una
259

oligarquía literaria aferrada a las formas anquilosadas del romanticismo español y en la


periferia de una sociedad que devaluaba la función del arte en aras del progreso material.
39 Que Loti estuvo en el Japón es indiscutible. Que el Japón que percibió estaba determinado
por una gran dosis de snobismo, proveniente de una conciencia geopolítica, también lo es.
Que Tablada no haya ido al Japón y que haya escenificado “defectuosamente” el itinerario
de Loti, es irrelevante, porque el proyecto de Tablada era otro: se trataba de reflexionar
sobre la pertinencia del artista moderno en el México de 1900, a través de un Japón
libresco y artificial, aún más libresco que el de Loti por sus variadas y enriquecedoras
referencias culturales.

NOTAS
1. Efrén Rebolledo, Nikko, México, Tip. de la Vda. de F. Díaz de León, 1910.
2. La revista, agrupada en 16 tomos de seis números cada uno, tuvo dos épocas: la primera cubrió
del primero de julio de 1898 al 15 de agoso de 1903, y la segunda de septiembre de 1903 a junio de
1911, convirtiéndose en un “magazine mensual”, ilustrado y con variadas secciones, y su nombre
sería: Revista Moderna de México. En ambas épocas Jesús E. Valenzuela fungió como director,
sumándosele, en la segunda, Amado Nervo.
3. Orientalism, New York, Vintage Books, 1978, p. 12.
4. En el discurso que presentó para su ingreso a la Academia Francesa en 1891, al tomar el lugar
del entonces aclamado Octave Feuillet, y al ser elegido en contra del reconocido Emile Zolá, Loti
sorprendió a su audiencia al confesar que no le gustaba leer. Admitió, además, que nunca
construía una novela y que él estaba presente en la mayoría de sus textos como actor principal.
5. Consultar Edward Said, op. cit., p. 93.
6. La cita de Vedel se lee como sigue: “Y numerosas serán también las páginas destruidas de
golpe, por un incomprensible escrúpulo cuando la notoriedad del joven maestro hubo hecho de
sus cuadernos un documento que convenía poner al abrigo de ciertas indiscreciones” Prólogo. Un
oficial pobre: fragmentos de diario intimo de Pierre Loti. Recopilados por su hijo Samuel Viaud; trad.
de la cuadragésima edición francesa de Vicente Diez de Tejada. Barcelona, Editorial Cervantes,
1926, p. 7.
7. Véanse sus referencias a Jerusalem en su libro El desierto. 4 ed. Barcelona, Editorial Cervantes,
1937, p. 8.
8. Un ejemplo es su descripción de la ciudad de Suez, la cual invita a la excesiva y promiscua
sensualidad que Europa le había asignado al mundo árabe. Véase Diario intimo, 1882-1885.
Publicado por su hijo Samuel P. Loti Viaud. Trad. de la primera edición francesa de Vicente Diez
de Tejada. Barcelona, Editorial Cervantes, 1930. p. 66.
9. Más que Francia, fueron Estados Unidos y la Gran Bretaña quienes jugaron un papel
considerable en el Extremo Oriente al convirtirse en rivales por la hegemonía del territorio
japonés en el ámbito comercial. Animado con la política del destino manifiesto, el Comodoro
Matthey Perry inició el intercambio comercial con Japón en 1853. Dicho evento acarreó un
drástico cambio político por parte de los Meidyi, quienes dieron entrada a la modernización de
Japón. Un ejemplo de las expediciones japonesas a Occidente es un curioso recuento japonés,
Kaigai Ibun (noticias extrañas del extranjero), escrito por un náufrago japonés en tierras mexicanas
en 1841. El narrador, Hatsutarõ, cuenta a sus conciudadanos sobre los hábitos y las costumbres de
260

los mexicanos. Comps. Maekawa Bunzõ y Sakai Junzõ. Trad. al inglés de Richard Zumwindle y
Tadanobu Kawai, Los Angeles, Dawson’s Book Shop, 1970.
10. Entre éstos destacan: Basil Hall Chamberlain, quien llegó al Japón en 1873 y escribió Classical
Poetry of the Japanese (1880), y Japanese Poetry (1911); Lafcadio Hearn, quien arrivó a Japón en 1891,
adoptando la cultura japonesa; Yakumo Koizumi, quien escribió Exotics and Retrospectives en 1898;
Sir Ernest Mason Satow, quien publicó Japanese Literature en 1870, y Sir William George Aston,
interpréte de Satow, quien publicó varios libros, considerados fuentes bibliográficas de Tablada;
entre éstos, citamos The Nihongi de 1899 y A History of Japanere Literature, de 1899. Consultar el
libro de Atsuko Tanabe El japonismo de José Juan Tablada, México, UNAM, 1981.
11. El Japón, trad. Vicente Clavel, Barcelona, Editorial Cervantes, 1910. p. 27.
12. Loti viajó a Japón en 1885 y, posteriormente, en 1900. De estas estancias nacieron, entre otros
textos, Japonerías de Otoño, después traducido como El Japón, la novela Madame Chrysantéme, ambos
de 1887 y 1900, y La tercera juventud de Madama Endrinna. Se trabajó con la traducción de El Japón,
hecha por Vicente Clavel en 1910, y con la traducción de Madama Cristantemo de Vicente Diez
Tejada de 1925.
13. Con ayuda del mapa, el viaje se distribuye, cronológicamtne, de la siguiente manera:
a) De Kobe, viaja en ferrocarril a Kioto, donde visita el templo Kio-Midzu, el Palacio Taiko-Sama,
el Palacio Gos-Sho, las fábricas de porcelana, el templo del Dai-Butsu, un barrio prostibulario, el
templo sintoísta del Buey, algunos teatros, el templo de los 33 lotos.
b) Sale de Yokohama en tren hacia Yedo para asistir a un baile. Sale de Yokohama a la isla Nifón
recorriendo las campiñas japonesas.
c) Sale de Yokohama hacia la ciudad perdida de Kamakura donde está el templo de las ocho
Banderas.
d) Sale de Yokohama en ferrocarril hasta Utsunomya, de ahí, con djins, a la ciudad santa de
Nikko.
e) Recorre Yedo: el arrabal Shinawa, el sitio de peregrinación Saksa, el parque Uyeno y la zona
prostibulariaYosjivara.
f) Visita el palacio de la Emperatriz Primavera en Akasuba, cerca de Yedo.
14. El Japón, op. cit., p. 5.
15. Madama Crisantemo, op. cit., p. 18.
16. Orientalism, op. cit., p. 101. Traducción mía.
17. Ibíd., p. 101.
18. El Japón, op. cit., p. 7.
19. Ibíd., p. 19.
20. Ibíd., p. 124.
21. Corredores encargados del transporte público. Llevaban a trote un cochecito de un asiento.
22. Ibíd., pp. 71-72.
23. Ibíd., p. 59.
24. Ibíd., p. 26.
25. Ibíd., p. 205.
26. Madama Crisantemo, op. cit., p. 5.
27. El Japón, op. cit., p. 318.
28. Ubicamos este movimiento, considerado por muchos críticos como una sensibilidad epocal,
heterogénea en sus propuestas estéticas, pero que evidenció la profesionalización del escritor
latinoamericano, entre 1870 y 1910. Los estudios sociocríticos justifican la fecha de apertura con
la incorporación de América Latina al mercado mundial como sector de manufactura y mano de
obra, y con la instauración de gobiernos liberales pero oligárquicos. La desaparición del
movimiento está ligada a cambios políticos y económicos, como las primeras revoluciones del
siglo XX, y el surgimiento de las vanguardias europeas.
261

29. El término es del crítico uruguayo Angel Rama. Consultar las obras de este autor citadas en la
bibliografía, en especial su estudio Las máscaras democráticas del modernismo, Montevideo,
Fundación Ángel Rama, 1985.
30. El primero en introducir el japonismo estético en Hispanoamérica, según Pedro Henríquez
Ureña (consultar: Literary Currents in Hispanic America, Cambridge, Massachussets, Harvard
University Press, 1945), fue el cubano Julián Casal, quien en 1891, en el periódico La Habana
elegante, publicó “Kakemono”, poema compilado en Nieve (1893) e inspirado por una muchacha
cubana de origen chino, María Cay.
31. Darío, el escritor más representante del modernismo, fue un prolífico orientalista. Su relato
“El rey burgués”, aparecido en Azul en 1888, el poema “Divagación”, aparecido en Prosas Profanas
de 1896 y otros poemas, tales como “Para una cubana” inspirado también en María Cay, son
algunos ejemplos de su producción orientalista.
32. Publicó diversos textos con temas: De Marcella a Tokio, 1906; El alma japonesa, 1907; El japón
heróico y galante, 1912, y La vida errante, 1919. Carrillo fue el único entre los escritores modernistas
que viajó a Japón. Los demás deben su inspiración japónica a la literatura francesa.
33. De 1890 a 1900, la producción de Tablada, según Tanabe, concentra una serie de imágenes
exóticas del Japón influidas por la sensibilidad francesa. Según este crítico, el viaje de Tablada a
Japón durante el verano de 1900, constituye un cambio en la percepción del Japón por Tablada.
Gracias a este viaje, el japonismo se manifiesta con imágenes más concretas. En 1911 Tablada
viaja a París y no es sino hasta 1920 cuando el autor retoma los temas japoneses con la
publicación de LI PO y otros poemas, dicho libro marca un acercamiento más serio a la estética
japonesa a través de la técnica del haikai. Consultar la obra de Tanabe, ya citada.
34. Citado por Tanabe, op. cit., p. 35.
35. Diversas publicaciones con tema japonés de Tablada aparecieron, entre 1890 y 1900, en
periódicos como El Siglo XIX, El Mundo, la Revista Azul, y la Revista Moderna. Muchos de estos textos
fueron reproducidos en su primer libro importante, El Florilegio.
36. Se refiere a los iniciados por el propio Tablada en la misma publicación, en específico de las
artes industriales y la pintura japonesa.
37. Revista Moderna III, 10 (15 mayo 1900); p. 154.
38. Revista Moderna III, 17 (1 septiembre 1900); p. 258.
39. Ibíd.
40. Tanabe, op. cit., p. 56.
41. Revista Moderna III, 17 (1 septiembre 1900); p. 260.
42. El epígrafe dice lo siguiente; “suplico encarecidamente que no se indigene nadie; en primer
lugar, mis intenciones son puras; voy sólo a visitar aquellos lugares. Y, además, el Yoshivara es en
el Japón una de las más respetables instituciones sociales[...] Es un lugar de paseo y de
ostentación frecuentado hasta por las familias; no sólo lujoso y espléndido, sino también casto en
lo posible, casi litúrgico, casi religioso”. Revista Moderna III, 17 (1 septiembre 1900); p. 257.
43. Revista Moderna III, 19 (1 octubre 1900); p. 291.
44. Ibíd. Curiosamente, Yedo es estridente para Tablada, no por la fealdad americana, sino por la
presencia del comercio europeo. Además, en Tablada la dicotomía entre el Japón libresco y el
Japón actual es débil. Jamás saltan calificativos de desagrado, decepción o de superioridad como
en el caso de Loti.
45. El Japón, op. cit., capítulos 3, y 9.
46. Revista Moderna III, 21 (1 noviembre 1900); pp. 333-336.
47. Ibíd., p. 333.
48. Revista Moderna III, 19 (1 de octubre de 1900): pp. 290-293.
49. En 1919, fueron compiladas en forma de libro bajo el título En el pais del sol. Las crónicas
aparecen con los siguientes títulos: Yankilandia. En el país del sol. Sitios. Episodios Impresiones.
Bacanal china, fechada julio 1900. En el país del sol, fechado en Shiba-Tokio en agosto de 1900, y
262

publicado en octubre de 1900. Los templos de Shiba. Un entierro en el Japón. Un Matzuri. El


castillo sin noche. Cha-No-Yu. Praderas de otoño. Un teatro popular. En el país del sol.
50. Según Tanabe, es posible situar el viaje alrededor del día 10 de junio, fecha probable de su
arribo aYukohama, porque en septiembre se publica una crónica sobre la celebración del 4 de
julio, fiesta cívica norteamericana en la mencionada ciudad. Deja el Japón alrededor de octubre
de 1900, y regresa a México haciendo una estancia en Chihuahua.
51. Citado por Tanabe, op. cit., p. 70.
52. Según Max Henríquez Ureña y Marie-Josephine Faurie (citados porTanabe, p. 45), Tablada
viajó dos veces a Japón. En una conversación con la Dra. Belem Clark de Lara, supe que un
investigador de la UNAM realiza un estudio, el cual nunca he visto, con la tesis de la
improcedencia de este viaje.
53. Revista Moderna III, 19 (1 de octubre de 1900); p. 290.
54. Idem.
55. José Juan Tablada, 1937, Laferia de la vida. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes,
1991, p. 312.
56. Revista Moderna III, 17 (1 de septiembre de 1900); p. 259.
57. “A Hyoshio Furukava”, Revista Moderna III, 8 (15 de abril de 1900); p. 114 y “Los pintores
japoneses”, Revista Moderna 111,9(1 de mayo de 1900); pp. 139-141.
58. Sobre el tema, consultar el libro ilustrado de Tadashi Kobayashi, Ukiyo-e. trad. Mark A.
Harbison, Tokyo, Kodansha International Ltd., 1982.
59. “Libros, libros. Retrato de un desconocido: JJ Tablada en el cincuentenario de un día |...]”en El
Heraldo de México, México 19 de oct. de 1969, pp. 14-15.
60. Gautier y otros autores representantivos del credo del arte por el arte suponían que la mejor
manera de hacer crítica era a través de la recreación de una forma artística mediante la técnica
de otra. Otros ejemplos se deben a Baudelaire; muchos de sus poemas fueron inspirados por la
pintura de Delacroix y de Goya.
61. Revista Moderna III, 9 (1 de mayo de 1900); p. 91.
62. Revista Moderna III, 24 (15 de diciembre de 1900); p. 370.
63. Revista Moderna III, 19 (I de octubre de 1900); p. 290.

RESÚMENES
Este capítulo estudia la percepción del Japón en dos escritores, el orientalista francés Julian
Viaud (1850-1923), mejor conocido como Pierre Loti, y el modernista mexicano José Juan Tablada
(1871-1945). A partir de la lectura de El Japón de Loti y de las crónicas que el mexicano escribió
como corresponsal de la Revista Moderna en 1900, se discuten las peculiaridades literarias e
ideológicas de ambos escritores y de sus contextos geopolíticos respectivos. Se analizan
primeramente los recuentos de Loti como ejemplos del archivo europeo sobre Oriente
(orientalismo) siguiendo las hipótesis de Edward Said, y después, las del mexicano, en tanto
visiones periféricas de este orientalismo. Se elabora una reflexión sobre los desplazamientos
ocurridos en el paradigma orientalista de Loti al ser asimilado por Tablada. Se concluye que la
mirada orientalista de Tablada constituye una crítica al lugar del arte y la poesía en el México
porfiriano.
263

Cet article est consacré à l’image du Japon dans l’œuvre de deux écrivains, l’orientaliste français
Julien Viaud (1850-1923), plus connu sous son pseudonyme de Pierre Loti et le Mexicain José Juan
Tablada (1871-1945). A partir de la lecture de Le Japon de Loti et des chroniques que le Mexicain y
consacra en tant que co-directeur de la Revista Moderna en 1900, on dégage les particularités
littéraires et idéologiques des deux auteurs dans leur contexte géopolitique respectif. La vision de
Loti tout d’abord peut être intepretée comme un échantillon de la représentation européenne de
l’Orient (orientalisme), si l’on se fie aux hypothèses d’Edward Said, et celle du Mexicain comme
une version périphérique de cet orientalisme. La réflexion porte dès lors sur les déplacements
qu’opère au sein du paradigme oriental son assimilation par Tablada et conduit à cette
conclusion que sa perspective orientaliste lui permet de construire une critique artistique et
politique du Mexique porfirien.

AUTOR
ADELA PINEDA FRANCO
Adela Pineda Franco. Nació en Puebla. Realizó estudios de posgrado en la Universidad de Texas en
Austin, donde concluyó un doctorado en Literatura Comparada. Entre sus publicaciones destacan
Geopolíticas de la cultura finisecular en Buenos Aires, París y México, un estudio sobe las prácticas
literarias trasatlánticas de los escritores latinoamericanos del modernismo, una co-edición sobre
la crítica en torno a la obra de Alfonso Reyes titulada Alfonso Reyes y Los Estudios Latinoamericanos y
una antología sobre viajeros norteamericanos en México, financiada por el Fondo para la Cultura
México-Estados Unidos. Ha difundido ensayos diversos sobre literatura y cultura
latinoamericanas en publicaciones como Revista Iberoamericana, Revista de Crítica Literaria
Latinoamericana y La Palabra y El hombre. Es miembro fundador del grupo México-Francia. Ha sido
profesora visitante en Brown University y el Massachussets Institute of Technology. Actualmente
es catedrática de literatura hispanoamericana en la Universidad de Boston.
264

El medio de la medicina y la salud


pública
265

El afrancesamiento de la botica
poblana durante la primera mitad
del siglo XIX
Ana María Dolores Huerta Jaramillo

Portada: Retrato de Antoine-Laurent y Marie-Anne Lavoisier (detalle)


Fuente: Jacques-Louis David. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York

1 Para la botica tradicional, el siglo XIX representó la era de la producción industrial de


medicamentos. El farmacéutico fue desapareciendo poco a poco frente al medicamento
que no confeccionaría y no controlaría más; su papel se reduciría al de un simple
266

depositario. Antes de ese proceso, los boticarios pasaban lasrgas horas etiquetando,
envasando, clasificando; las farmacias se encontraban llenas de utensilios, de materias y
objetos, no eran un simple negocio, sino un santuario donde se producían milagros que se
elaboraban con las manos, pues todo tipo de píldoras, tisanas, lociones y pociones
alentaban la celebridad de quien las producía.
2 Indudablemente la gran transformación se produjo bajo las influencias de la gran
revolución científica de finales del siglo XVIII, compañera esencial de la revolución
francesa. Las ideas ilustradas arribaron a Nueva España en un contexto político científico
propiciado en parte desde la Metrópoli y que consistió en la creación de instituciones
diferentes de la Universidad; en la salida de estudiosos al extranjero, así como la
contratación de científicos y técnicos foráneos para provocar la asimilación de la ciencia
moderna en España. También se militarizaron las instituciones de nuevo cuño; se
concentraron funcional y administrativamente las profesiones científicas a través de un
proceso complejo y paradójico que implicó por un lado la búsqueda de uniformidad
rectora cercana a la monarquía y por otro la necesidad de instituciones periféricas,
estrechamente vinculadas a la Corte que hicieran realidad los planes de la corona. La
Ciencia y sus practicantes, comprometidos con complejos procesos de profesionalización,
se desarraigaron de antiguos poderes gremiales, comprendiendo y adaptando las nuevas
ciencias.1
3 El Borbón que estableció las bases de la ilustración fue Felipe V, y con Carlos III alcanzó su
grado máximo de madurez y esplendor. Sin embargo, se debe considerar que España no
fue el único factor externo presente en la actividad científica de Nueva España. Las
lecturas en las bien provistas bibliotecas privadas, el contacto con científicos de otras
nacionalidades que recorrían América, los viajes de los criollos a Europa y su
correspondencia con instituciones científicas extranjeras fueron caminos por los que la
ilustración novohispana se aproximó a otras vertientes del pensamiento moderno. 2
4 En Puebla, el Hospital de San Pedro fue un escenario fundamental para la penetración de
ideas ilustradas; su comunidad médica interactuaría más adelante con la Junta de Sanidad
y con la Academia Médico Quirúrgica de Puebla. En 1790 arribó a la institución
hospitalaria en calidad de comisario, el barcelonés Ignacio Antonio Doménech, doctor en
cánones y médico militar, quien entre otras importantes reformas consolidó la botica del
nosocomio, desde donde se planteó la creación de un Jardín Botánico Poblano que
contribuyera a la liberalización de la profesión farmacéutica y a la enseñanza de la
química bajo la nueva nomenclatura de Lavoisier y de la botánica de acuerdo con la
clasificación linneana.3 En la construcción de la nueva nomenclatura, Lavoisier (lámina 1)
siguió de cerca los lineamientos propuestos por Linneo en su denominación botánica. En
el nuevo lenguaje, cada nombre químico debía llevar, por un lado, el nombre de la clase o
del género para describir la propiedad común a un gran número de sustancias (por
ejemplo, ácido) y, por otro, el de la especie para recordar la propiedad particular de
ciertas sustancias (por ejemplo, nítrico, fosfórico, sulfúrico). Sobre estas bases unificó la
nomenclatura de los ácidos, álcalis, óxidos, sales y cuerpos combustibles provenientes de
los reinos animal, vegetal y mineral que formaron los cimientos para la nomenclatura
química ulterior.4
267

Antoine, conde de Fourcroy (1755-1809), químico francés.


Fuente: Wikipedia, the free encyclopedia.

5 Más tarde, en 1810, Mariano José Cabofranco figuraba como sucesor de Doménech, y en
1813, debido a la epidemia de fiebres que azotó a la ciudad, junto con el ayuntamiento,
contribuyó de manera importante en la instalación de la primera Junta de Sanidad
poblana. Era la época en que cuajaban las ideas del político y químico francés Antonio
Francisco Conde de Fourcroy (1755-1809),5 quien para poner orden al caos resultante de la
revolución francesa propuso, en 1794, la formación de médicos de sanidad a partir de
nuevas instituciones con nuevos planes de estudio. En México progresaron sus
planteamientos a raíz de la presencia de ideas políticas de origen francés, que entre otras
cuestiones animaron la revolución de independencia. Con la Junta de Sanidad de 1813 se
produjo en Puebla el arranque formal para la institucionalización de las ciencias médicas
a nivel regional. Tanto Doménech como Cabofranco, este último en 1826, invirtieron
grandes sumas monetarias en instrumentos médicos y libros procedentes de varias
capitales europeas, principalmente de París.
6 La normatividad para el ejercicio farmacéutico poblano requiere un análisis particular en
comparación con la reglamentación francesa.

La presencia francesa en la academia


7 Institucionalmente, se puede medir la presencia francesa en la formación académica de
los profesionales de la salud a través de las características de la vida activa de quienes
participaban en la Academia Médico Quirúrgica de Puebla de los Ángeles creada en 1824,
antecedente de la Escuela de Medicina poblana. El objeto de la creación de dicha
Academia fue integrar un cuerpo de doctrinas por las que se pudieran adquirir a nivel
local las profesiones de médicos, farmaceutas y parteras; este proyecto tuvo el sello
268

distintivo de los inicios del siglo XIX, cuando la vida científica organizaba además de sus
profesiones, sus laboratorios. En Puebla se llegaron a conocer las primeras ediciones de la
obra de Lavoisier,6 la cual alcanzó una gran difusión a partir de la primera traducción al
castellano del tomo primero hecha por Vicente Cervantes, primer catedrático del Real
Jardín Botánico de México, entre los años 1796 y 1797. A través de los informes
académicos de los catedráticos es posible conocer cuáles autores, que continuaron la línea
de Lavoisier, eran estudiados en las materias relacionadas con el manejo de las sustancias.

François Magendie (1783-1855) médico francés.


Fuente: Epónimos médicos. Biografías Médicas: www.historiadelamedicina.org

8 Un aspecto central en el desarrollo de la nueva comunidad médica fue la traducción de


textos, lo cual pudo ser posible gracias a los contactos culturales universales que
individualmente se habían establecido. Las exposiciones en la Academia, desde sus inicios,
eran en general traducciones realizadas por los mismos socios. Entre los libros tratados
destacaban los escritos franceses de Collin, de Richón, Lobstein,7 quien nació en
Estrasburgo y escribió sobre el fósforo; de Olivier8 un médico y naturalista formado en
Montpellier. De Tifer leyeron las Tablas Anatómicas, la Anatomía de Boyer, los Elementos de
Botánica de Candolle,9 el Formulario de Magendie.10 Las disertaciones eran presentadas y
presenciadas por todos los socios sin importar la especialidad, el objetivo era el manejo
comunitario de teorías y de lenguajes. Los fenómenos naturales de orden local se
conectaban con las leyes reconocidas como generales. La Academia Médico Quirúrgica
poblana creaba así la historia del desarrollo médico de la nueva nación mexicana. Se hacía
un análisis crítico sobre Lobstein y paralelamente se estudiaba un poco de historia
natural, describiendo al pez conocido como “mojarra de Puebla” y haciendo una memoria
sobre el uso de los “temascales” o baños calientes de origen prehispánico.
269

Antonio de la Cal y Bracho (1764-1833), profesor de botánica y boticario mayor del


Hospital de San Pedro en Puebla desde 1795.
Foto: Raúl Cortés.

9 En el caso de la química, Mariano de la Cal, hijo del célebre botánico Antonio de la Cal,
traducía en 1827 el Formulario de Magendie y los socios proponían organizar una
suscripción para que las traducciones se imprimieran. Mientras esto sucedía, se
producían los primeros intentos entre Francia y México por reglamentar las relaciones
comerciales.11
10 Hacia 1828, la Academia adquirió la obra de Orfila,12 su Tratado de Venenos y los Elementos de
Química. También obtuvo la obra de Francisco Carbonell, Elementos de Farmacia, que se
fundaba en los principios de la química moderna. Carbonell fue farmacéutico botánico
colegial de la ciudad de Barcelona y doctor en medicina de las universidades de Huesca y
Montpellier, entre otros cargos. Ese texto es particularmente importante pues enuncia y
justifica las disciplinas que deben intervenir en la formación académica del farmaceuta.
270

Guillaume Olivier (1756-1814), uno de los más grandes naturalistas y entomólogos


franceses.
Fuente: www.museum.unl.edu

11 Como resultado del interés por producir textos de referencia colectiva sobre el
conocimiento farmacéutico, Antonio de la Cal, miembro de la Academia, se propuso la
integración de una Materia Médica Mexicana. El ensayo resultante fue publicado por la
Academia en 1832; en él se registran alrededor de 116 plantas con su nombre vulgar en
mexicano o castellano y el genérico o específico en latín. Cal, célebre botánico que llegó a
atender la botica del Hospital de San Pedro en 1796, refiere en su escrito a autores de
quienes tomó la información del registro botánico de las especies. La influencia francesa,
que es la predominante, se halla representada por el explorador botánico Carlos Plumier
(1646-1704), el médico y biólogo Juan Luis Alibert (1766-18 37), el botánico Miguel Felix
Dunal (1777-1856), el biólogo y médico Francisco Magendie, el botánico Augusto Nicasio
Desveaux (1784-1856), el biólogo Antonio Jacobo Luis Jourdan (1788-1848), el químico y
farmacéutico José Amado Caventou (1792-1877) y el médico y botánico Adriano de Jussieu
(1797-1863).13
12 En Puebla, el Reglamento publicado el 28 de julio de 1832 dio origen a la Escuela de
Medicina. Para 1844 el gobierno ordenó que se incluyeran en la Escuela las cátedras de
Química médica, Historia natural y Farmacia. En el año de 1845 en la cátedra de Química
médica se estudiaba el libro de Julián Fontenelle, adicionado de las doctrinas de Orfila,
Olivier y Tenhard. Fontenelle, en su Manual de Química Médica, el cual iniciaba con la
afirmación de que los cuerpos elementales están formados por moléculas y átomos,
explicaba que con el fin de colocar su obra al nivel de los descubrimientos más modernos
de entonces, había incorporado los textos necesarios acerca del asunto, cuyos autores
eran Lavoisier, Berthollet, Fourcroy, Thomson, Chaptal, Berzelius, Ure, Davy, Chevreul y
sobre todo Thenard, de quien se conocieron en Puebla varias ediciones con diferente
número de volúmenes. Berthollet y Fourcroy fueron miembros de la Academia Real de
271

Ciencias de París y Lavoisier colaboró con ambos en el sistema de la nomenclatura


química.14

Guillaume Olivier (1756-1814) uno de los más grandes naturalistas y entomólogos franceses.
Fuente: www-museum.unl.edu

13 El plan de estudios de 1848 para los aspirantes a profesores químico-farmacéuticos,


dentro de la ya creada Escuela de Medicina de Puebla, incluye las matemáticas,
principalmente la aritmética, el álgebra y la geometría inferior, consideradas como
necesarias para el estudio de la física experimental que debía conocer el farmaceuta. Y de
modo más específico, de establecía el estudio de la Historia natural, particularmente la
que trata de los vegetales, llamada botánica; la física experimental, que se ocupa de las
propiedades generales de los cuerpos y de los instrumentos físicos que sirven en las
operaciones de farmacia; y la química, concebida “como la ciencia que por medio del
análisis y síntesis nos enseña a conocer los principios constitutivos y propiedades de los
cuerpos naturales, y la mutua e íntima reacción de los mismos”. Se había llegado a la
conclusión de que debería establecerse una diferenciación entre los profesores químico-
farmacéuticos y los oficiales de farmacia. A los primeros se les exigiría, además de la
gramática española y latina, los estudios de francés, elementos de matemáticas, física,
química orgánica e inorgánica, botánica, operaciones mecánicas, teorías farmacéuticas,
farmacia práctica oficinal y magistral, conservación de los preparados, reglas de
rectificación, conocimientos de pesas, medidas y utensilios. A los segundos, además de
gramática española y latina, sólo se les requeriría física básica y elementos de geometría y
aritmética.
14 Se puede constatar el impacto de la nueva química en la formación de los profesionales de
la salud, particularmente de los farmacéuticos, a través de las fórmulas medicamentosas
empleadas como camino terapéutico, en donde no sólo participarían nuevos elementos o
materias, sino también se irían adoptando nuevas denominaciones.
272

15 Un formulario de 1849, procedente de la botica del Hospital de San Pedro, integrado por
el farmacéutico Carlos Brito15 con 225 fórmulas distribuidas bajo 45 grupos diferentes, es
un ejemplo de cómo la farmacia práctica poblana de mediados del siglo XIX se hallaba
influido por farmacéuticos franceses. Si bien la recopilación es un manuscrito, son
interesantes los resultados si se compara con formularios impresos de diferentes épocas y
procedencias, pues entre otras cosas incluye fórmulas contenidas en el Nouveau traite de
pharmacie théorique et pratique de 1840 (París).
16 La manera de designar a los propios ingredientes revela por una parte la incorporación de
conceptos asociados a la nomenclatura química posterior a Lavoisier y por otro, la
permanencia de sustancias mucho más vinculadas con el mundo de la medicina
hipocrática; participan, por ejemplo, los ácidos muriático, sulfúrico, nítrico puro, o el
hidroclorato de calmuriato de cal, al lado de cortezas de cuerno de ciervo filosófico, de
estiércol de vaca o de oveja, de cochinillas, lombrices terrestres secas, enjundia de víbora,
ojos de cangrejo. Eso mismo ocurría en otras boticas poblanas de la época, por ejemplo en
la de Juan Tamborel, en donde también entre los enseres se localizaba un areómetro,
balanzas, gasógenos, tubos de seguridad de diferentes formas.16
17 Los títulos de algunas fórmulas del manuscrito de Brito evocan las designaciones con que
se les reconocía en formularios internacionales como: Agua Histérica de Lemort, Bálsamo
astringente de Lobb, Bálsamo Nervino de Baumé, Poción laxativa de Leroy, Elixir de Fremourt,
Jarabes Antitísicos de Rocier y de Leroy; Polvos Antisépticos, Solución Mineral y Ungüento
Estomacal de Euller, Polvos Solutivos de la Matr, Linimento de Ratania de Plenes.
18 De los nombres anteriores destacan particularmente dos: Antonio Baumé y Juan Jacobo
Leroy. El primero, célebre químico francés, nació en Senlis el 26 de febrero de 1728 y
murió en París el 15 de octubre de 1804, fue miembro de la Academia de Ciencias de París
en 1772, del Instituto en 1796 y de la Sociedad de Medicina en 1798. A él se le deben, entre
otras cosas, el modo de purificar el salitre y de extraer el principio amargo contenido en
la fécula de la castaña de Indias. Baumé obtuvo la sal de amoniaco por primera vez en
Francia, inventó el pesa-líquidos que lleva su nombre y sirve para determinar la riqueza
alcohólica de los vinos y aguardientes, construyó también sus pesa-ácidos, pesa-sales y
pesa-jarabes, además de publicar varios tratados de química. El segundo, el cirujano Juan
Jacobo Leroy (1798-1860), mejor conocido como Leroy d’Etiolles, fue uno de los primeros
urólogos modernos, inventor de los instrumentos para operar la litotricia. Dio a conocer
además varios procedimientos para la curación de la parálisis de la vejiga y la estrechez
de la uretra, además de la cura radical de las hernias. También publicó diversos libros
médicos especializados.17
19 Los títulos de los libros de la época que deberían tenerse en la oficina farmacéutica se
anotaban en el reglamento para la mejor administración de las boticas emitido por la
Junta de Sanidad de Puebla en el año 1845,18 estos eran: la Farmacopea Hispana, la
Framacopea Universal, el Formulario de Magendie y el de Richard, el Manual Farmacéutico de
Chevalier; como de supernumerarios, la Farmacopea Matritense, la del Virrey, la Palestra
chímico Galénica de Félix Palacios, la Farmacopea Extemporánea de Fuller, el Formulario
Magistral de Blanco, y la Farmacología de Plenck.19
20 Así se fueron conociendo los nuevos nombres de los medicamentos a través de la clientela
del boticario.
21 Con la incursión de profesionales de origen francés en las ciencias de la salud se
estrecharían todavía más las relaciones internacionales. En el año de 1856, en Puebla, el
273

boticario Pedro Beguerisse, quien tenía su establecimiento, la botica La Guadalupana, en la


calle del costado de la iglesia de San Pedro, se anunciaba como agente del periódico Le
Trait D’Unión, que se publicaba dos días a la semana en la ciudad de México y que a partir
del mes de junio aparecería todos los días con excepción de días festivos. El aumento de
ediciones permitiría a El Trait seguir día por día la política del país, dando pronta y
extensivamente las noticias extranjeras, dedicándose de un modo especial a los proyectos
de las artes y de las ciencias, a insertar todos los documentos útiles al comercio, teniendo
siempre una parte literaria cuidadosamente separada de la parte informativa.20
22 Hacia 1865 la prensa local difundía la existencia en las boticas poblanas de medicamentos
de origen francés, como el aceite de hígado de bacalao, desinfectado ferruginoso de
Chevrier y las pildoras y el jarabe de ioduro doble de hierro y quinina de Rebillon. El
primero de ellos se anunciaba como el mejor medio para administrar el hierro, ya que el
ioduro de hierro asociado al aceite de hígado de bacalao ayudaba a la acción eficaz de este
último, se disolvía fácilmente en los líquidos de las vías digestivas y no provocaba
constipación. El segundo remedio combatía al raquitismo, entre otras enfermedades, y su
utilidad era proclamada por el Boletín de Terapéutica Médica y Quirúrgica de 1860, a donde se
remitía al lector interesado. El depósito general del aceite de Chevrier se hallaba en la
botica del mismo nombre en París, ubicada en 21 Rue du Tanboury, en Montmartre, desde
ahí se distribuía.21
23 Así se fue incrementando a nivel regional el reconocimiento del prestigio de perfumistas
y boticarios franceses que encontraría uno de sus mejores momentos al finalizar el siglo
XIX.

NOTAS
1. Francisco Javier Puerto Sarmiento, La ilusión quebrada. Botánica, sanidad y política científica en la
España ilustrada. España. SERBAL/CSIC. 1988, pp. 10-11.
2. Patricia Aceves Pastrana. Química, Botánica y Farmacia en la Nueva España a finales del siglo XVI11,
México, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, 1993, p. 40 (Biblioteca Memoria
Mexicana 2).
3. Ana María Huerta Jaramillo. El Jardín de Cal. Antonio de la Cal y Bracho, la botánica y las ciencias de
la salud en Puebla, 1766-1833, Puebla, Gobierno del Estado de Puebla/Secretaría de Cultura, 1996,
120 pp. (Colección Catalejos 14).
4. Patricia Elena Aceves Pastrana, “Estudio introductorio” en A. L. Lavoisier. Tratado elemental de
Chimica (edición facsimilar), México, Universidad Autónoma Metrópolitana-Xochimilco, 1990, pp.
16-17.
5. En 1777 apareció la obra de Bernardino Ramazzini: Essai sur les maladies des artisans, un acucioso
estudio sobre el impacto de las sustancias en el cuerpo de los artesanos de acuerdo con sus
especialidades. La traducción del latín al francés la realizó Fourcroy, quien le agregó notas y
comentarios; en ese año se presentaba como maestro en artes y estudiante de medicina en la
Universidad de París. La obra fue impresa por Chez Moutard-Imprimeur-Libraire de la Reine, por
orden de la Real Sociedad de Medicina Francesa.
274

6. M. Lavoisier, Traite elémentaire de Chimie. Tome Premier. Presenté dans un ordre nouveau et d’apres
les decouvertes modernes, Paris, Chez Cuchet Libraire, MDCCLXXXIX, p. 322. Tome Second, pp. 326.
7. Jean F. M. Lobstein (1777-1835), médico francés, profesor de la Facultad de Medicina de
Estrasburgo, famoso por acuñar el término “arteriesclerosis” en 1833, concepto que se generalizó
después para significar endurecimiento de las paredes arteriales. En su libro Traité d’anatomie
pathologique, publicado en París encontramos la denominación de “artériosclérose” (“nom
composé d’artère et de sclerose”) Lobstein también presentó en esa obra un anáfisis químico de
las placas arteriales calcificadas. Alfredo Buzzi, “Etiología de la Arterioesclerosis o
Ateroesclerosis”, Revista Argentina de Cirugía Cardiovascular, versión on line, Vol. II-No. 3/
septiembre-octubre de 2004.
8. Guillaume Olivier (1756-1814), naturalista y entomólogo francés, recolector en Europa y
durante seis años en la gran expedición francesa a Persia. En 1798 regresó a Francia con la mayor
colección de historia natural de Turquía, Asia Menor, Persia (Irán), Egipto y algunas islas
mediterráneas. Gran amigo de Fabricio y protector de Latreille durante el período revolucionario
de 1810 a 1814. Su amplia colección se encuentra en el Museo Nacional de Historia Natural de
Paris. Essig, E. O. A history of entomology, New York, Hafner Publishing Co., 1972.
9. Augustin Pyrame de Candolle (1778-1841). Alumno de René Desfontaines. En 1807, ya como
doctor en Medicina, fue nombrado catedrático de Botánica en la Universidad de Monpellier como
sucesor de Pierre Marie Auguste Broussonet. Consideró como carácter taxonómico fundamental
la complejidad del aparato vegetativo, dividiendo a las plantas en vasculares y celulares (Théorie
élémentaire de la Botanique, 1813).
10. François Magendie (1783-1855). Su actividad se sitúa en el origen de la fisiología
experimental, la patología experimental y la farmacología experimental modernas. En 1821
apareció el Formulaire pour la préparation et l’emploi de nouveaux médicamens... en el que se trata,
según el autor, de la acción y preparación de un gran número de drogas que en ese momento
eran nuevas, algunas consideradas como venenos. Entre estas figuran la estricnina, la morfina, el
opio, el ácido prúsico, el aceite de crotón, y el cianuro de potasio, la narcotina, la narceína, la
codeína, la veratrina, la quinina y la cinconina, entre otras. Este texto se reeditó varias veces y en
varios idiomas. Al castellano fue vertido en 1827 por José Luis Casaseca.
www.historiadelamedicina.org
11. Faustino A. Aquino Sánchez, Intervención Francesa 1838-1839. La diplomacia mexicana y el
imperialismo del librecambio, México, INAH, 1997, p. 41 (Serie Historia).
12. Mateo José B. Orfila Roiger (1787-1853). Nació en Baleares. Desde 1806 permaneció en la
capital francesa. El Traité des poisons ou toxicologie général (1814-1815) recoge por primera vez los
resultados de los trabajos de Orfila. El libro fue traducido al inglés, castellano, italiano y alemán.
La cercanía de su trabajo experimental con el de la naciente farmacología es muy evidente, sobre
todo en el escenario donde se produjeron los cambios que cambiarían el rostro de estas dos
disciplinas. Instituto de Historia de la Ciencia y Documentación López Piñero. Centro mixto de la
Universitat de Valencia y el CSIC. http://www.uv.es/IHCD/
13. Ana María Huerta Jaramillo, “The first Materia Medica of Independent México”, en Gérard
Emptoz y Patricia Elena Aceves Pastrana, Between the natural and the artificial. Dyestuffs and
Medicines. Proceedings of the XXth International Congress of History of Science (Liège, 20-26 July 1997),
Bélgica, Brepols Publishers, 2000, pp. 181-190 (De Diversis Atribus Tome 42).
14. Bernadette Bensaude-Vincent, “Lavoisier: una revolución científica”, en Michel Serres, (ed.)
Historia de las Ciencias, Madrid, trad. Ma. José López y Jerónima García. Ed. Cátedra, 1989, p. 414.
15. “Formulario del uso del Señor Don Carlos Brito para la Botica que administra y es a su cargo
en el Hospital General de San Pedro de Puebla del año 1849”, libro manuscrito de 160 hojas útiles,
y que contiene 225 fórmulas oficinales.
16. Archivo Judicial del Estado de Puebla. Microfilm del Instituto de Ciencias Sociales y
Humanidades BUAP, Balance de la Botica de la Calle de Victoria, por el cual don Juan Tamborel su
275

dueño, vende y entrega al cura J. Mariano Garía Méndez que compra y recibe. Hecho por los
profesores de Farmacia don Miguel Moreno por parte del primero, y don Manuel Martínez por
parte del segundo y concluido en Puebla a 18 de diciembre de 1859”, rollo 39.
17. Enciclopedia Universal Ilustrada Europea Americana, t. VII y t. XXX, Madrid, Espasa Calpe, pp.
1235-1236, p. 159.
18. Archivo Junta de Sanidad. Biblioteca José María Lafragua BUAP. Borrador del Reglamento de
Boticas, Año de 1845. “Reglamento para la mejor administración de las boticas así de la Capital
como de las foráneas, y orden con que deben visitarse”. Caja 6. Asunto: Expediente de exámenes,
acusaciones, visitas a botica, correspondencia. Años: 1845-1848. Carátula: Legajo no. 14-13.
19. Las referencias bibliográficas que se proporcionan en el Reglamento de 1845 son ambiguas,
para su identificación nos hemos auxiliado del trabajo de Patricia Aceves Pastrana, Bibliografía
médico-farmacéutica del siglo XVIII novohispano, Construyendo las ciencias químicas y biológicas. México.
Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Xochimilco. 1998, pp. 99-120 (Serie Estudios de
historia social de las ciencias químicas y biológicas 4).
20. El Interés General. Diario del Pueblo, tomo I, Puebla, 5 de junio de 1856, núm. 10, p. 4.
21. La Idea Liberal, Periódico bisemanal político y literario, núm. 73, Puebla, 26 de agosto de 1865,
p. 4.

RESÚMENES
Durante el siglo XIX el papel del farmacéutico se fue transformando. Poco a poco dejo de
confeccionar los medicamentos para convertirse en simple depositario de ellos. Esos cambios se
produjeron bajo las influencias de la gran revolución científica de finales del siglo XVIII,
compañera esencial de la revolución francesa. Las ideas ilustradas arribaron a Nueva España
enmarcadas en un contexto político científico propiciado por una parte desde la Metrópoli y por
otra por las necesidades de los grupos novohispanos que buscaban la profesionalización de
prácticas sanitarias. En Puebla una institución fue escenario fundamental para la penetración de
ideas ilustradas: el Hospital de San Pedro, cuya comunidad médica interactuaría más adelante
con la Junta de Sanidad y con la Academia Médico Quirúrgica de Puebla. En Puebla se conocieron
las primeras ediciones de la obra de Lavoisier, así como diversos textos de farmacia de autores
franceses. La nueva nomenclatura química y las nuevas teorías se institucionalizaron a través de
la enseñanza, y muy pronto los títulos de algunas fórmulas de medicamentos que evocaban
autores de origen galo, reconocidos en formularios internacionales, se fueron difundiendo a
través de la clientela del boticario.

Le rôle du pharmacien s’est peu à peu transformé au cours du XIX e: il cesse d’élaborer lui-même
les remèdes pour se contenter de les commercialiser. Modifications héritées de la grande
mutation scientifique qui, à la fin du XVIIIe, accompagna la Révolution française. Les idées des
Lumières sont parvenues en Nouvelle-Espagne dans un contexte politique et scientifique rendu
propice par l’influence de la Métropole, mais aussi par l’impérieux désir des élites locales
d’œuvrer à la professionnalisation des pratiques sanitaires. Il y eut à Puebla une institution qui
contribua puissamment à la pénétration des idées nouvelles: l’hôpital de San Pedro dont la
communauté médicale devait plus tard collaborer avec la «Junte de Santé» et l’Académie Médico-
chirurgicale de l’endroit. C’est à Puebla que furent divulguées les premières éditions de l’œuvre
de Lavoisier ainsi que divers autres traités médicaux français. La nouvelle terminologie chimique
276

et les plus récentes théories furent officialisées grâce à l’enseignement, tandis que les noms de
préparations médicinales évoquant des auteurs d’origine française consacrés dans les recueils de
recettes internationaux, se vulgarisèrent par le biais des clients du pharmacien.

AUTOR
ANA MARÍA DOLORES HUERTA JARAMILLO
Ana María Dolores Huerta Jaramillo. Mexicana, licenciada en historia por la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla, maestra en Historia de México y doctora en Historia por la
Universidad Nacional Autónoma de México. Profesora investigadora en el Área de Historia del
Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades Alfonso Vélez Pliego de la BUAP, donde participó en
la fundación del Seminario de Historia y Filosofía de la Medicina. Se ha especializado en Historia
de la Farmacia. Dentro de sus proyectos se encuentra el de “Las construcciones del concepto de
salud en la historia regional poblana”, y dentro de él desarrolla el tema sobre “La limpieza
corporal en la historia de Puebla”. Ha publicado diversos artículos y libros sobre la Historia de la
Farmacia en Puebla, así como sobre historia de las ciencias químicas y biológicas, entre los que
figuran: Los boticarios poblanos. 1536-1825. (1994); El Jardín de Cal. Antonio de ¡a Cal y Bracho, la botánica
y las ciencias de la salud en Puebla. 1766-1833 (1996); Salus et Solatium. El desarrollo de las ciencias
médicas en Puebla durante el siglo XIX, (2001); y el Formulario del maestro de farmacia don Carlos
Brito... Hospital General de San Pedro. Puebla 1849. (2006). Es miembro del SNI.
277

Los dentistas franceses en el inicio


de la odontología en México
Martha Díaz de Kuri

Portada: Anuncio del famoso cirujano dentista Eugène Crombé


Fuente: Maillefert, Directorio del Comercio del Imperio Mejicano, 1867, México, Ed. Facsimilar,
I. Mora, 1992, p. 215.

1 Alo largo de toda la Colonia, las personas que sufrían problemas dentales tenían las
siguientes opciones: atenderse con un barbero-flebotomiano-sacamuelas, acudir con un
practicante de la medicina indígena o intentar remedios caseros.
2 Una nueva opción surgió, a principios del siglo XIX, con la llegada a México de dentistas
extranjeros, que trajeron al país una profesión desconocida hasta entonces. Por varias
278

décadas, las dentistas convivieron con los barberos-flebotomianos-sacamuelas, personajes


que ejercían un oficio medieval llegado a la Nueva España desde los inicios de la Colonia.
En Europa este oficio fue quedando obsoleto ante los adelantos científicos generados
principalmente en Francia, y terminó por desaparecer definitivamente.

El inicio de la dentistería
3 El inicio formal de la dentistería, como una practica seria e independiente de otras
actividades, se inicia en 1728 con la publicación del libro Le Chirugien Dentiste escrito por
Pierre Fauchard. El autor, nacido en Bretaña, se tituló como médico en la Escuela de
Medicina de París, y después de dedicarse varios años a la cirugía como médico de la
armada francesa, dedicó su tiempo a recopilar todos los conocimientos sobre dentistería y
al ejercicio de esta disciplina. Su actitud respecto al conocimiento fue excepcional, pues
mientras la mayoría de los practicantes de las llamadas artes dentales guardaban
celosamente sus conocimientos y técnicas, el eminente maestro hizo públicos los suyos.
Seguramente su trabajo se debió a que el área de la salud dental había sido por muchos
años terreno de todos y de nadie, pues los médicos muy poca importancia le daban a los
problemas dentales enviando a los sufridos pacientes con los barberos flebotomianos,
charlatanes avezados en los procedimientos de extraer las piezas dentales.

En las farmacias, además de los alemanes, los franceses mantuvieron una gran variedad
de productos y drogas para la salud y uso industrial. Surtían a los médicos y barberos.
Fuente: E. Maillefert, Directorio del Comercio del Imperio Mejicano, 1867, México, Ed.
Facsímil, I. Mora, 1992, p. 205.

4 La obra de Fauchard se resume en los dos volúmenes de su libro, terminado en 1723 v


Dublicado cinco años después, debido a la poca confianza de las casas editoriales que
dudaban acerca de la venta de este ejemplar. Esta obra alcanzó tres ediciones y más tarde
se tradujo al inglés y al alemán; fue sin duda el libro de dentistería más completo del siglo
279

XVIII, marcando el comienzo de una nueva era en la profesión dental. Fauchard investigó
la patología oral tanto como se lo permitieron sus rudimentarios implementos, citando en
su libro varios casos clínicos y el tratamiento que debería seguirse para la curación. El
autor cubrió todos los campos de la dentistería, algunas de sus ideas son aún vigentes.
Describió aspectos de anatomía dental, patología, el deterioro de los dientes, sus causas y
prevención y refutó la antigua teoría de la existencia de los gusanos destructores de los
dientes. Una buena parte de esta obra está dedicada a las operaciones dentales. Ahí
explicó su sistema para remover la caries y obturar después las cavidades con estaño y
plomo. Fauchard prestó especial atención a la construcción de las prótesis dentales,
describiendo cómo se deben hacer los puentes y las dentaduras completas. Propuso usar
dientes humanos o dientes de marfil de hipopótamo, toro o elefante debidamente
tallados. Ideó un sistema para retener los dientes postizos uniéndolos a los dientes del
paciente con resortes o pequeños alambres. Fauchard pensó, para la elaboración de las
prótesis, en la función y no sólo en la estética.
5 Fauchard dedicó su vida a encontrar nuevos caminos para la dentistería, a la enseñanza
de estas artes y ayudó a cambiar el sentido del egoísmo que privaba entre los dentistas de
su época. Insistió también en la necesidad de que el cirujano dentista se preparara en
conocimientos básicos de medicina, como anatomía y medicina. De esta forma se estaría
en el camino de elevar el nivel del dentista y éste empezaría a ser reconocido como un
especialista en afecciones de la boca, y no como un simple artesano. A Fauchard se le
puede considerar como el enciclopedista de la odontología y constituye un claro ejemplo
del pensamiento vanguardista ilustrado que se desarrolló en la Francia del siglo VIII.
6 Estimulados por el nuevo espíritu personificado en Fauchard, a finales del siglo XVIII,
surgieron en toda Europa publicaciones dentales con aportaciones en todas sus áreas.
Estados Unidos no se quedó atrás, a la llegada de dentistas ingleses y franceses la
dentistería norteamericana empezó su proceso de crecimiento.
7 En España la dentistería se desarrolló un poco después y no se conoce ninguna traducción
al español del libro de Fauchard. Durante los siglos XVIII y XIX se siguieron editando
manuales de flebotomía como el de Ricardo Le Preaux, publicado también en México en
1824.

Llegada de los dentistas franceses


8 México recibió, a partir de la segunda década del siglo XIX, gran cantidad de extranjeros
atraídos por las noticias de una joven nación que ofrecía posibilidades de hacer buenos
negocios: inversionistas británicos, comerciantes franceses y aventureros estadunidanses
entre muchos otros. También llegaron a establecerse algunos dentistas, principalmente
franceses. Los recién llegados adaptaron sus gabinetes dentales y empezaron a ejercer la
dentistería de importación. La sociedad mexicana acogió con beneplácito a estos
sofisticados personajes que realizaban tratamientos hasta entonces desconocidos, como
dentaduras parciales y totales y obturaciones de oro, además de preparar dentífricos en
varias presentaciones.
9 El primero en anunciarse en un periódico, como fue la costumbre de médicos y dentistas a
lo largo del siglo XIX, fue el profesor Guillermo Parrot. Un anuncio aparecido en El Águila
Mexicana el 3 de abril de 1823, comunica que en el domicilio de don Guillermo Parrot,
280

cirujano dentista, San Francisco número 6, frente a la Iglesia de la Profesa, se vendía un


medicamento para blanquear y conservar sana la dentadura.
10 Muy pronto a los anuncios de Parrot se unieron los del profesor Guillermo Gardette, quién
publicitaba un remedio infalible para el dolor dental. Estos primeros dentistas se
llamaban a sí mismos profesores, según la moda francesa. Más adelante se empezarían a
nombrar doctores, título que los prestigiaba y les daba imagen.
11 Para la tercera década del siglo XIX el número de dentistas extranjeros había aumentado,
razón por la cual los anunciantes se comprometían a ejecutar tratamientos cada vez más
complejos. Y para ser más convincentes, mencionaban poseer diplomas y
reconocimientos de los gobiernos de Francia y Estados Unidos. Ejemplo de lo anterior es
el anuncio publicado el 6 de febrero de 1830 en El Sol, en el que el profesor Santiago
Nankin, quien aseguraba haber estudiado en Francia y Estados Unidos, se comprometía a
realizar “todas las operaciones de cirugía con gran destreza y habilidad”, además de
poner dientes artificiales, emplomarlos, limar los defectuosos y extraer los que dolieran.
Fabricaba también un elíxir que anunciaba como “aprobado por varias sociedades
médicas” y afirmaba que servía para curar las encías. Al final del anuncio, Nankin
prometía curar a los pobres gratis, entre siete y ocho de la mañana.
12 Los dentistas extranjeros, enterados seguramente de que en México podrían ejercer sin
obstáculos, y que la competencia era escasa, seguían llegando a establecerse a la capital y
en algunas ciudades de provincia. La sociedad mexicana fue aceptando de buen grado los
tratamientos reconstructivos que vinieron a mejorar el aspecto de la población
desdentada. La odontología de importación fue desplazando poco a poco al oficio
flebotomiano, que terminó por desaparecer, al no encajar dentro de la medicina con bases
científicas que se generaba principalmente en Francia. Muy pronto la profesión dental fue
rentable y los dentistas ganaron prestigio y reconocimiento. Aunque no sabemos con
certeza cuanto cobraban por sus servicios estos primeros dentistas, mencionaban en sus
anuncios que sus precios eran cómodos, pero suponemos de ninguna manera accesibles
para el grueso de la población. El primero en hacer públicos sus precios fue el profesor
Pierre Boisson, de quin gracias a sus anuncios en El Siglo XIX sabemos que cobraba:
Dientes montados en oro: 3 pesos.
ídem no montados: 2 pesos.
Limpiar la dentadura: 2 pesos.
Emplomar muelas y dientes de oro: 1 peso.
Elixir para conservar la dentadura: 4 reales el pomo.
Dentaduras completas: 50 pesos.
Extracciones sin dolor: 1 peso.
13 Estas cifras cobran sentido si recordamos que por aquellos días un ciento de pastelitos
contaba un peso.

Primer examen para obtener el título de dentista


14 Durante estas primeras décadas, los dentistas ejercieron con toda libertad y sin que nadie
cuestionara su competencia. En 1840 el Consejo Superior de Salubridad decidió ordenar
esta situación, exigiendo que todos los dentistas extranjeros tuvieran que pasar un
examen en la Escuela Nacional de Medicina en el que demostraran tener los
281

conocimientos mínimos para ejercer la profesión. El 4 de enero de 1841 se promulgó un


bando en el cual se estipulaban los requisitos necesarios para presentar exámenes:
1. Solicitud de examen dirigida al presidente del Consejo.
2. Tres cartas de testigos que certificaran que el aspirante era persona decente y moral.
3. El pago de 100 pesos.

La mayor parte de los dentistas se educaron en Estados Unidos y en Francia. Algunos mexicanos
también fueron a estudiar en esos países. Es el caso de Eugenio M. Gutiérrez quien para 1867 ya tenía
catorce años de práctica en Cuba y Estados Unidos.
Fuente, E. Maillefert, Directorio del Comercio del Imperio Mejicano, 1867, México, Ed. Facsimil, I. Mora,
1992, p. 213.

15 Después de que el Consejo superior de Salubridad publicó la convocatoria se presentaron


varias solicitudes de dentistas extranjeros que llevaban años ejerciendo en México y
deseaban regularizar su situación. Encabezó este grupo el señor Eugenio Crombé; su carta
dice lo siguiente:
Eugenio Crombé, natural de París y residente hace nueve años en esta ciudad de
México, casado con mexicana, y dos hijos mexicanos de nacimiento ante la
justificación de V.S.S. con el debido respeto digo: que deseando ejercer legalmente
para poder ser admitido en el referido arte. Por tanto suplico se sirvan acceder a mi
solicitud por ser justicia.
16 El señor Crombé presentó como testigos a tres personas y la carta de un cuarto testigo, la
cual transcribimos a continuación:
Certifico y juro que Dn. Eugenio Crombé, natural de París, ejerce en esta ciudad el
arte de dentista desde hace más de seis años, y me consta que tiene toda la
instrucción necesaria para desempeñar bien las operaciones confiadas a los
dentistas, a su pedimento doy esta en México, a 6 de mayo de 1841.
17 Después de cubrir todos los requisitos, Eugenio Crombé presentó y aprobó el examen ante
un jurado integrado por cuatro maestros de la Escuela Nacional de Medicina,
convirtiéndose así en el primer dentista titulado en México. El Dr. Crombé llegó a tener el
gabinete dental de mayor prestigio en el país, reunió una gran fortuna y fue conocido por
sus obras filantrópicas.
18 El mismo año en que se tituló Crombé lo hicieron cinco dentistas más: José María Magnin,
George Gardiner, Antonio Labully, Francisco Lacoste y Eugenio del Cambré. Cuatro de
ellos de nacionalidad francesa y un estadunidense. En los primeros trece años fueron
examinados nueve dentistas más, todos ellos extranjeros.
19 En 1854, con la titulación de Mariano Chacón y Benito Acuña, se inició la incorporación de
jóvenes mexicanos a la profesión dental. Estas personas aprendieron las artes dentales en
el gabinete de los dentistas extranjeros. Por varias décadas más, al no existir todavía
282

escuelas dentales en México, los aspirantes a dentistas tenían que empezar como
aprendices de algún profesional ya titulado, proceso que duraba cuando menos dos años.

Consolidación del gremio dental


20 En la década de 1880, en medio de un gobierno estable, la odontología había alcanzado un
nivel aceptable, a pesar de que en México todavía no existían escuelas dentales, como las
que proliferaban en Europa y Estados Unidos. Existían en la ciudad un poco más de 30
dentistas y varios más distribuidos en provincia, la mayoría de ellos mexicanos. Algunos
habían estudiado en escuelas extranjeras y deseaban establecer la enseñanza de la
odontología.
21 Para las últimas décadas del siglo XIX los dentistas mexicanos habían alcanzado logros tan
importantes como la publicación de una revista y la creación de una sociedad dental que
el mismo Porfirio Díaz presidía. Lo único que hacía falta era una escuela en donde se
pudiera aprender la profesión.
22 El Estado mexicano desempeñó una parte importante en el proceso de profesionalización
de la odontología, pues la difundió y ayudó a crearle una imagen. La idea de instituir la
enseñanza partió del gremio dental y fue apoyada por el presidente Díaz y por varias
instituciones, como la Escuela Nacional de Medicina y la Secretaría de Justicia e
Instrucción Pública.
23 El Consultorio Nacional de Enseñanza Dental, nombre que llevó la primera escuela, fue
planeado a imagen y semejanza de la Escuela Dental de París, visitada por un delegado
especial del gobierno de México cuando acudió al Tercer Congreso Dental Internacional,
en 1900.
24 En la calle de la Escondida números 1 y 2, actualmente calle de Ayuntamiento, quedó
instalado el Consultorio Nacional de Enseñanza Dental. El programa de estudios fue
sometido y aprobado por la Cámara de Diputados. El 10 de julio de 1903 fueron nombrados
los seis maestros que debían inaugurar los cursos: Ricardo Crombé, Juan Falero, Ricardo
Figueroa, José J. Rojo, Alfredo Reguera y Teófilo Valdés. Los dos primeros habían cursado
la carrera en Estados Unidos, mientras que los cuatro restantes eran dentistas autodidactas
que se recibieron en la Escuela Nacional de Medicina. Por cierto, el Dr. Ricardo Crombé, hijo
de aquel famoso dentista francés Eugenio Crombé, primer titulado en México, fue el
primer director de esta escuela.
283

El Antiguo almacén de productos químicos y medicinas, fundado por Eugenio Maillefert en


1845, fue un gran importador de productos de París, Londres y Nueva York.
Fuente: E. Maillefert, Directorio del Comercio del Imperio Mejicano, 1867, México, Ed.
facsimilar, I. Mora, 1992, p. 232.

25 El 19 de abril de 1904 fue la solemne inauguración del Consultorio Nacional de Enseñanza


Dental, iniciándose así la odontología escolarizada en nuestro país.

RESÚMENES
En el virreinato, los encargados de atender de problemas dentales eran los barberos
flebotomianos, personajes que ejercían un oficio de corte medieval en vías de extinción. A
principios del siglo XIX esta situación fue cambiando con la llegada de los dentistas franceses que
trajeron a México una profesión en pleno desarrollo en Europa y en los Estados Unidos. Estos
dentistas publicaban en los periódicos novedosos anuncios en donde explicaban todo lo que
sabían hacer: extracciones dentales, restauraciones de oro, dentaduras esmaltadas, el costo de
estas operaciones y el de los dentífricos que ellos mismos preparaban. Eugenio Crombé, sin duda
el más trascendente de estos personajes llegados de Francia, fue el primer dentista que se
examinó en la Escuela Nacional de Medicina; se estableció en México desde la tercera década del
siglo XIX, se dedicó también a obras filantrópicas y fue padre de Ricardo Crombé, cuyo mérito
principal fue el haber fundado y dirigido la primera escuela de odontología del país, el
Consultorio Nacional de Enseñanza Dental, antecedente de la Facultad de Odontología de la
UNAM.

Du temps des vice-rois, les affections dentaires étaient du ressort des barbiers ’phlébotomiste’
qui exerçaient un office de cour médiéval en voie de disparition. La situation va évoluer au
commencement du XIXe s. avec la venue de dentistes français qui introduisirent au Mexique une
profession en plein essor aussi bien en Europe qu’aux Etats-Unis. Ces praticiens publiaient dans
les journaux des petites annonces où il faisaient l’article de leur art: arrachage de dents,
284

réparations en or, dentiers en céramique, précisant le prix de ces opérations comme des pâtes à
dentifrice qu’ils élaboraient eux-mêmes. Eugène Crombé, sans aucun doute la figure saillante
parmi ces Français, fut le premier dentiste diplômé de l’Ecole Nationale de Médecine; il se fixa au
Mexique dès les années 1830 et se consacra à des œuvres philanthropiques. Son fils, Ricardo
Crombé, sera le fondateur de la première école d’odontologie du pays: le Cabinet National
d’Enseignement Dentaire, ancêtre de la Faculté d’Odontologie de l’UNAM.

AUTOR
MARTHA DÍAZ DE KURI
Martha Díaz de Kuri. Mexicana, cirujana dentista y licenciada en historia por la Universidad
Nacional Autónoma de México. Profesora investigadora en el Área de Historia de la Odontología
de la Facultad de Odontología. Jefa del Departamento de Historia de la Odontología, fundado en
1998. Ha publicado diversos libros entre los que figuran: Nacimiento de una profesión (1994);
Capitulo Chávezy su paso por el Hospital General de México, en Ignacio Chávez (1997) y Margarita Chornéy
Salazar (1998). Y ha sido coautora de otros tantos como: 50 años de la Asociación Dental Mexicana
(1992); Historia del Hospital General de México (1994); Yólotl. Historia de la cardiología mexicana (1996) y
Bahía de Juglares y antología de cuentos (1996); De Líbano a México, Crónica de un pueblo emigrante
(1996); capitulo “Libaneses en Veracruz” en Historia del Puerto de Veracruz (2000); “Historia del
Hospital Infantil de México” (2001). “De Líbano a México. La vida alrededor de la mesa” (2002).
“Que dios te haga grande México” (2005). Ha publicado diversos artículos en revistas nacionales y
extranjeras, entre los que destaca: “La Mujer en la Productividad” (1973), “La Práctica Dental en
el Siglo XIX” (1997); “Women in Dentistry” (2001), “Historia de la Odontología” (2002) e
Inauguración de la Primera Escuela para Dentistas” (2004).
285

Juan F. Fenelon: un médico entre la


pasión y la práctica
Rosalina Estrada Urroz

Creo en los microbios y a su importancia, siento no


poder dedicar más horas al microscopio, y aun más
siento haber empezado a estudiar cuando todavía
no había dado lugar a las maravillosas pesquisas de
nuestro tiempo. Creo en Mr. Pasteur y Mr. Koch
como en sus obras; aun el descubrimiento de las
contraguerrillas hecho por el ultimo excita
vivamente mi interés, y quisiera estar siempre
sentado junto al ocular del microscopio para ver
los combates que van a tener lugar entre el bacilo
tuberculoso y su formidable enemigo; pero la
práctica exige otras atenciones menos divertidas y
entre ellas la de saber si siempre es preciso
envenenar a los sujetos a quienes se sospecha la
presencia de microbios nocivos.1
286

Portada: Fuente: Portada de la tesis de doctorado de Jean François Fenelon, defendida en


la Universidad de Medicina de París, el 13 de agosto de 1860.

1 Este acto de fe de Jean François Fenelon, producido seis años antes de su muerte, podría
ser interpretado como una simple ocurrencia, sin embargo, leer detrás de sus líneas nos
permite reconocer la trayectoria de su pensamiento y el lugar que ocupa en el desarrollo
de la medicina. Jean François me sedujo por su pasión y capacidad de réplica, una
cualidad que en los tiempos actuales es cada día más extraña. Cuando inicié este trabajo
pensé que me movía el capricho, al profundizar pude realizar que la intuición me había
situado ante un hombre que poseía tres cualidades para ser estudiado: era heredero de los
conocimientos médicos prevalecientes en la primera mitad del siglo XIX; vivió el relevo
generacional desde la perspectiva científica y poseía una personalidad contestataria y con
un gran afán polémico.
2 Los datos que me acercan a su vida son todavía parciales; no obstante al brindarnos su
escritura nos deja ver parte de su alma. Fenelon muestra su ímpetu a través de sus
artículos, reseñas y polémicas. Es posible que no conozcamos sus primeros pasos, su
relación con sus padres o su vida amorosa, pero sabemos de sus dos actos solitarios, el de
leer y escribir, tareas que lo llevan a construir sus armas en el mundo de la medicina y del
saber. Lo llaman “el médico de los pobres”, los episodios de su vida como médico
practicante pueden descubrirse a través de su producción, develamos su pensamiento por
medio de su intervención en los órganos de información médica. La Gaceta Médica de
México, La Independencia Médica y La Medicina Científica nos posibilitan esta apropiación. Los
archivos del estado de Oaxaca permiten rastrear sus dos actos fundamentales, nacimiento
y muerte, el Archivo de Notarías nos introduce en su vida económica.
3 Fenelon aparece ligado desde edad temprana a la Academia Nacional de Medicina, en
cuyo seno se enfrentan viejas y nuevas generaciones y distintas adhesiones científicas. A
lo largo de su presencia en este organismo muestra desavenencias con la organización y
287

con algunos de sus miembros, diferencias que se sitúan en los ámbitos político y
científico. En un momento de su vida, este galeno, acompañado de otros médicos como
Fernando Malanco, expresa una distancia crítica hacia el poder de la Academia,
acreditándose como una de las voces que disiente de la medicina alópata.

Juan F. Fenelon ¿Un francés mexicano o mexicano


francés?
4 Juan Francisco Fenelon de Uvillos, nace en Oaxaca el 13 de enero de 1836 2 y muere en este
mismo estado en la Hacienda de Mexía, Zimatlán, el 13 de septiembre de 1893, a
consecuencia de una encefalitis. De padre francés, Emilio Fenelón, y madre mexicana,
Soledad Uvillos y Manero. Según sus biógrafos a los cinco años es enviado a París, lo más
probable es que desde su arribo a ese país se haya instalado en Burdeos, en la Gironde de
donde procede su padre.3 Ahí efectúa sus estudios de párvulo y parte de los universitarios.
Fenelon es un apellido ilustre en la historia francesa, lo encontramos también ligado a la
historia colonial de este país. El General François Louis Fenelon Marqués de Salignac, es
gobernador de La Martinica en 1722, tenía dos hijos y una hija y muere en Las Antillas.
Emilio Fenelon podría ser su descendiente o proceder de algunos de las olas de
inmigrantes que llegaron antes de 1836, año en que nace Jean François o, mejor, Juan
Francisco. Oaxaca ha sido una de las regiones mexicanas visitadas tempranamente por los
franceses, Nicolas Thiery S. Menonville realiza este intento en 1777 antes de la
independencia. Se trata de un viaje clandestino.4

Imagen del Dr. Juan Francisco Fenelon, a la edad de 52 años


Fuente: Revista La Escuela de Medicina, tomo XIX, núm. 12, México, 30 de junio de 1904.

5 ¿Cómo es la vida de Fenelon antes de ingresar a realizar sus estudios en la Facultad de


Medicina de París? Conocemos poco de ello, pero podemos imaginar una vida de
288

provincia en la que lo más importante es el juego y la construcción de un carácter, que


más tarde sus biógrafos caracterizarían de enteramente francés. Obtiene su título de
bachiller en ciencias el 6 de mayo de 1854 en Burdeos, donde permanece hasta 1856, año
en que inicia sus estudios de medicina para terminar sus cursos en 1858. Parte de su
práctica y formación la realiza en Burdeos, donde es alumno del 15 de noviembre de 1855
hasta el 15 de agosto de 1856.5 Como educando parece tener un buen aprovechamiento. Es
Lauréat de la Escuela de Medicina y Farmacia de Burdeos y las calificaciones que obtiene
en su mayoría oscilan entre el très satisfait y el bien satisfait, aunque no deja de existir el
pasablement satisfait y el satisfait en los seis exámenes que presenta para graduarse. 6 En
este momento en la Facultad de Medicina de París los jurados son médicos prominentes
como Broca, Grisolle y Valepeau. Ante los jurados Piorry, Follin y Reveil, con la
presidencia de Paul Dubois obtiene su título de Doctorat en Médicine el 13 de agosto de
1860,7 el cual revalida a su llegada a México en 1861. 8 Ello le permite ejercer su profesión
sin limitante alguna.

Firma de Fenelon.
Fuente: Expediente académico de Juan Francisco Fenelon, Archivo de laAcademia Nacional
de Medicina, México, D.F.

6 Su vida en París se realiza alrededor de la Escuela de Medicina, vive en la calle del mismo
nombre en el número 48 y también en la Rue Racine No. 16. Es un hombre de la Rive
Gauche y presencia las grandes transformaciones de esta ciudad. Es precisamente en esos
años que los proyectos de Haussman se ponen en práctica alrededor de los lugares en que
él habita. Napoleón I había comenzado a agrandar el eje este oeste, abriendo la calle de
Rivoli. Su sobrino traza una ruta de derivación en la rive gauche, la rue des Écoles.
Haussman, sin respeto por lo que se había realizado, abre otras vías más cercanas al
centro: el bulevar Saint German. La rue des Écoles permanece en estado de embrión y
desemboca en las calles de L’Ecole de Medicine y Racine.9
7 Es ahí donde Fenelon desarrolla su vida. Son los años de auge de la medicina francesa,
sobre todo de un momento en que La Convención decide fundir en una sola disciplina la
medicina y la cirugía, la cual introduce “una nueva gestualidad, las prácticas de
exploración manual del cuerpo, prohibidas a los médicos hasta ese momento”. 10 Los
estudiantes aprenden a examinar un tumor, a apreciar su forma y volumen, “sus
conexiones, su lazos con los tejidos vecinos, su movilidad, el aspecto de la piel que lo
cubre, su temperatura, etcétera”.11 No podemos olvidar tampoco que en estos momentos
la cirugía de Guerra se revela como muy importante, amputaciones, gangrenas y muerte
están estrictamente relacionadas. Dominique Larrey (1766-1842) participa en la Campaña
de Egipto y es distinguido por Bonaparte.12 Existe también una inquietud por los
289

instrumentos utilizados en la cirugía que vamos a encontrar presente en las


preocupaciones de Fenelon. Son los años de Recamier, Malgaigne, Dupuytren y otros.

Carta del gobernador del Distrito Federal al Doctor Fenelon-Septiembre de 1877.


Fuente: Centre des Archives diplomatiques de Nantes, CADN, Mexique, Serie B, carton 27.

8 Pero una de las influencias más importantes que recibe Fenelon viene de la obra de
Baudelocque (1746-1810). El arte de ¡os alumbramientos, despreciado por las antiguas
facultades de medicina, empieza a ser parte de la enseñanza de la medicina y de la escuela
de parteras, la que todavía goza de una gran reputación.13 En estas enseñanzas se inserta
Fenelon al elaborar su tesis sobre los vicios de la conformación de las pelvis. Además se
sitúa en un momento disciplinario en que los higienistas incorporan entre las causas de la
enfermedad una multiplicidad de factores. Los miasmas pútridos exhalados por la tierra,
por animales, hombres, etc., se consideran como parte de los elementos que explican el
origen de las enfermedades. Miasmas y microbios no tienen una especificidad, se agregan
a las causas de los padecimientos, en una mezcla de la herencia disciplinaria y el
imaginario colectivo.
9 Cargado de estos conocimientos, Fenelon retorna a México, ante el llamado de su padre,
quien fallece días después de su llegada. Su vida familiar está ligada al Dr. Julio Clement,
pues contrae nupcias con su hija Leontina. Clement ejerce también una gran influencia en
el camino que sigue su vida profesional, no sin razón admira la cirugía que realiza su
suegro. Clement goza de buena reputación como cirujano en los círculos médicos, llega a
México en 1849 y se instala en Guadalajara. En 1859 retorna a Europa y se establece en
París, es muy posible que en este año Fenelon y Clement hayan trabado contacto y
razones amorosas hayan apresurado su retorno.14
10 Fenelon ejerce su profesión primero en Oaxaca, después en Guadalajara y en 1864 se
instala de manera definitiva en la ciudad de México. Este mismo año forma parte del
grupo de médicos que integra la Academia Nacional de Medicina. Se especializa en
290

ginecología y en cirugía general. Es médico del Hospital Francés y del Hospital González
de Echeverría y llega en ambos lugares a ocupar el cargo de director. Sus trabajos en
cirugía, ginecología y dosimetría son reconocidos. Es redactor de La Escuela de Medicina,
“publicó en este periódico algunos importantes artículos científicos o de combate”, llenos
de sprit. Es conocido como “médico de los pobres”. Muere en la Hacienda de Mexía,
Zimatlán, Oaxaca, a los 57 años. Escribe más de treinta trabajos en La Gaceta Médica de
México y es autor de la biografía del doctor Julio Clement, su padre político. En 1887 forma
parte de la planta de la Escuela de Medicina. Para sus contemporáneos, “su carácter era
enteramente francés y en sus labios siempre se dibujaba la espiritual sonrisa gala”. “Era
hombre extraordinariamente simpático de conversación amenísima, salpicada siempre de
fina sátira, y de carácter muy vivo y arrebatado, y de muy clara inteligencia”.15
11 Es difícil determinar la filiación política de Fenelon, sus artículos llenos de espíritu nos
muestran un hombre comprometido con su práctica. Está ligado con la Academia
Nacional de Medicina y con la intervención francesa, sin embargo, como muchos otros no
está de acuerdo con ella y considera la creación de la academia como una obligada
retribución a la ciencia en México. Al referirse a los aportes del Dr. Eherman, médico en
jefe del ejército expedicionario, y promotor de la fundación de la Academia Nacional de
Medicina expone:
Séanos permitido, al renovar el recuerdo del nacimiento de esta joven Academia,
hacer revivir también hasta donde sea posible para los que lo conocieron, o
presentar á lo que no tuvieron esta dicha la noble figura de nuestro fundador. Hijo
de Alsacia, su opulento desarrollo daba idea de una constitución inagotable; su
expresión bondadosa, de una conciencia satisfecha. Su fisonomía risueña y afable
llena de franqueza, inspiraba confianza. Servía a su país y á la humanidad con afán,
anhelaba en medio de los horrores de una guerra vergonzosa, hacer amar el
nombre francés, y compensar como médico y como sabio los males que
especuladores políticos imperdonables sembraban sin pudor. 16
12 Al lado de su vergüenza por la intervención, encontramos su cercanía con la fe católica,
en la biografía del Dr. Julio Clement se suma a su pesar por la decisión de las autoridades
liberales de expulsar del país de las hermanas de la caridad, cuestión que califica como
“ejecución impropia”.17 Dónde se ubica Fenelon, es difícil determinarlo, sin embargo
encontramos su profunda fe en los aportes y la renovación de la ciencia y su capacidad
para situarse con convicción al lado de lo que considera verdadero.

Su preocupación por las pelvis y los instrumentos


13 Fenelon es premiado por la Facultad de Medicina y Farmacia de Burdeos, su tesis se titula
Vices de conformation du bassin.18 En este escrito muestra ya sus preocupaciones
posteriores, en lo que se refiere a partos y cirugías. Reconoce, mide y precisa las pelvis
con el fin de poder determinar sus alteraciones y su influencia sobre el embarazo y el
parto, además establece las medidas de prevención para evitar los accidentes.
14 Una de las preocupaciones fundamentales de la época se refiere al problema de los partos
y su relación con las anomalías pelvianas. La tesis de Fenelon no deja de ser actual, en su
trabajo señala los problemas que traen las deformaciones pelvianas para el embarazo, el
parto y el aborto y también destaca la utilización de instrumentos para la medición.
Recorre la tecnología utilizada para resolver los problemas de malformación, y destaca los
instrumentos de medición. Entre los pelvímetros que menciona se encuentra el de
Baudelocque,19 el de Coutouly, el de Mme Boivin.20 Sobre la preocupación por la medición,
291

que no es exclusiva de Francia, la Gaceta de la Academia de Medicina, condensa en sus


páginas varios artículos que coinciden en fecha. Me refiero al de su propio maestro Julio
Clement, publicado como “Distocia ocasionada por el estrechamiento extraordinario de la
pelvis”,21 o un texto como el del Dr. Ignacio Capetillo, “Consideraciones acerca del valor
diagnóstico de la pelvimetría externa”.22
15 El mismo nombre de la tesis publicada por Fenelon revela la profunda influencia que
recibe de L’Art des accouchemts de Baudelocque, 23 sobre todo en la parte específica que le
concierne y que el autor denomina: Des vices de conformation du bassin, dimenmsions
naturelles, en la que este galeno también se refiere al pelvímetro de Coutouly y a su
compás de espesor.24 La pelvimetría es una de las preocupaciones de Fenelon y destaca
también el uso del pelvímetro de Baudelocque que prefiere llamar de espesor. 25
16 Establece los estándares en la medición pelviana, señalando tres grados: la más cercana al
estado normal, que tiene como límite inferior nueve centímetros y medio de diámetro
sacro-pubiano; el grado siguiente que comprende todas las pelvis que tienen menos de
nueve centímetros y medio de diámetro, sacro-pubiano y más de seis centímetros y medio
y el tercer grado comprende todos aquellos en los que este diámetro es menor a seis
centímetros y medio. Por debajo de ocho centímetros se considera que el nacimiento
natural sería imposible para un feto en término y debidamente desarrollado, pero puede
suceder que un feto pequeño pueda salir bien, cuando todas las otras condiciones son
favorables. También señala las dificultades que presenta la colocación del feto como uno
de los problemas a resolver en el parto. Aquí plantea otro problema, la utilización del
fórceps, bastante común en la época y hasta por lo menos la década de 1850. El texto de
Fenelon termina señalando la importancia de la operación cesárea, después de realizar un
sinnúmero de conjeturas sobre el tamaño de la pelvis. Con respecto a las anormalidades
pelvianas y las dificultades que representan para los partos, la medición es una
preocupación que se repite. También se insiste en que el defecto principal de esta cavidad
es el exceso o defecto de tamaño.26
17 Sin duda se trata de una tesis no experimental, sino teórica, en la que Fenelon recobra los
aportes de varios autores en cuanto a la pelvimetría y trata de dar una coherencia a los
diferentes textos. Con posterioridad vamos a encontrar que Fenelon desarrolla un
especial interés por los problemas derivados de la obstetricia, cuando muestra como
práctico una serie de casos en los que tiene intervención.

La Gaceta Médica de México y su cercanía a la


Academia Nacional de Medicina
18 Fenelon tiene una basta producción científica, sus artículos se publican en distintas
épocas en la Escuela de Medicina, La Gaceta Médica de México, La Independencia Médica, La
Medicina Científica y otras revistas de su especialidad. Es a través de la Gaceta Médica de
México que es posible seguir un primer momento en sus intereses médicos, lapso que se
extiende a lo largo de dieciséis años. A través de este órgano reconocemos sus
preocupaciones como teórico, pero sobre todo como práctico.
19 La producción en La Gaceta es continua y abarca de 1874 a 1890, sólo tres años antes de
morir deja de escribir en ella. A través de sus artículos tenemos una muestra de su
práctica terapéutica y quirúrgica. La importancia que la revista da a sus contribuciones se
puede constatar por el lugar que ocupan sus artículos: de manera aproximada el 50 % de
292

ellos se encuentra en portada. El alcance de sus aportaciones no ofrece duda, se trata de


34 artículos, más de dos por año. El año más prolífico es 1878, con nueve artículos, en los
demás su producción oscila entre uno y cuatro. Corresponden también a una variedad de
temas: cirugía, ginecología y obstetricia, etcétera.27 En el período en que publica en La
Gaceta Médica de México, podemos observar dos momentos. El primero, que abarca de 1874
hasta 1880, en el cual su preocupación recae en la cirugía, de 20 artículos el 50 %
corresponde a este tema, mientras el segundo lugar lo ocupan los textos que versan sobre
obstetricia y terapéutica. En el segundo momento, que parte de 1880, su interés en la
cirugía decae y se especializa en ginecología. De los 14 artículos publicados entre 1882 y
1890, el 50 % corresponde al tema anterior, aunque produce dos artículos dedicados a
medicina operatoria. Durante los años de su producción, se observa una preocupación por
la terapéutica. Sobre este tema publica un total de cinco artículos.28

Artículos publicados por Fenelon en la Gaceta Médica de México, 1874-1890


293

20 Seguir la producción de Fenelon, no es una cuestión sencilla, la variedad de tópicos que


aborda es de una amplitud que no está en mis posibilidades analizar, sin embargo
podemos observar en sus escritos una serie de tendencias que más tarde van a
desembocar en posiciones definidas. Su amplio horizonte lo lleva a incursionar en temas
peculiares, por ejemplo el que denomina “Observación relativa a un accidente debido al
rayo sobrevenido á un garrotero del Ferrocarril Central durante la marcha del tren”.29

Artículos por año y tema publicados por Fenelon en la Gaceta Médica de México

21 En los artículos que abarcan estos 17 años podemos notar ciertas constantes y una
variedad de intereses. Desde sus primeros escritos, y aún integrado a la Academia
Nacional de Medicina, existe de su parte una actitud polémica que se manifiesta ante las
mínimas diferencias que observa con los miembros de su comunidad. Fenelon está lejos
del relativismo, es un hombre de convicciones y toma posiciones. Se asienta en sus
conocimientos médicos, tejidos de manera particular, sátira y sarcasmo son armas que
blande con destreza.
22 Mientras con respecto a algunas cuestiones se limita a dar su opinión, en otras se muestra
su estilo incisivo. Señala los beneficios del Koumis (albúmina), para la nutrición de
enfermos, y a los detractores de esta sustancia los ataca con furia: “¿Qué fundamentos
habrán tenido entonces para acusarlo de ser nocivo? Se sostiene que es nocivo por ser
ácido y por contener grandes cantidades de caseína; vimos anteriormente qué poco
fundada está la primera acusación...” Pero no sólo se refiere a las cualidades de la
albúmina sino también a aquellos que la rechazan, adoptando su tono característico:
Si nos preguntamos ¿a que enfermedad mental atribuimos estos desvarios?
Diríamos que pertenece a la megalomanía (delirio de grandezas, disposición a
emprender tareas desproporcionadas con la aptitud del que las emprende); y en
efecto, este señor farmacéutico declara que los médicos deben ser positivistas.
Después de afirmaciones tan mal fundadas, es de extrañarse tal opinión; mas,
impaciente nuestro enfermo de manifiestas que no se satisface con el estudio de la
material médica y del Codex, nos viene citando a Claude Bernard como para
sorprendernos. Hemos dicho con Moliere, y escribiendo para un periódico político,
que el opio hace dormir porque tiene la virtud dormitiva; nos declara atrasados y
triunfante, nos anuncia que el fisiologista francés enseña que esa acción la tienen
294

los narcóticos sobre la celdilla nerviosa: no fue noticia para nosotros, y no cambia
gran cosas a la burla de Moliere.30
23 Fenelon combina dos preocupaciones: la condición social de sus pacientes y las técnicas
utilizadas para la curación. Se distancia de cualquier aporte que considera ineficaz; así, en
uno de sus escritos de 1874, en un caso de muerte por hidrocefalia, muestra sus
diferencias con la homeopatía:
Pudimos creer que esa distensión fue la causa de la muerte, y que se hubieran
vaciado los senos atravesando la pulpa cerebral con la aguja, tal vez se habría
logrado salvar al niño. Es preciso, sin embargo tener en cuenta que se encontraba
en condiciones higiénicas pésimas, en cuanto a su origen y asistencia, siendo su
madre una pobre en la más humilde posición y de la más deteriorada constitución.
No sería inútil tal vez indicar que la contusión observada en la frente de ese
desgraciado, había sido producida por la cuchara de un fórceps, aplicado por un
homeópata, sin dilatación ninguna.31
24 A diez años de distancia y siendo parte del Hospital González Echeverría, se refiere a la
paciente en los siguientes términos:
Dicha enferma vino a la consulta del Hospital “González Echeverría,” el día 2 de
Abril. Su aspecto general indicaba la edad crítica, y una demarcación considerable
debida a privaciones frecuentes y trabajos excesivos. Refería que se mantenía
haciendo tortillas y fregando suelos; pero añadía que sus padecimientos ya no le
permitían entregarse a estar tareas.32
25 Incursiona también en la oftalmología. Como discípulo de su padre político Clement, se
atreve a escribir una “Nota sobre un caso de extracción de cataratas” en el apartado de
cirugía. El método que utiliza lo denomina clásico “modificado por las instrucciones de mi
mejor maestro el Dr. Clement”. Lo más importante que resalta es que la cicatriz es
delgada y no molesta al ojo y la visión del paciente.33
26 Es difícil aislar su pensamiento médico de su pasión política, y nos preguntamos si es un
médico haciendo política o un político haciendo medicina. Los instrumentos son para él
un reto y un avance. En su artículo dedicado a la utilización de la isquemia a través de la
aplicación del procedimiento de Esmarch, considera el método de este científico “como
uno de los más importantes descubrimientos que se pueden hacer a favor de la
humanidad doliente” y afirma que “justo era que un prusiano trajera esta compensación a
los males que causó ya y causará todavía la nación más bien organizada para derramar
sangre humana”.34 En 1878, seguía hablando de las ventajas de este procedimiento, el cual
utiliza en el caso de periostitis difusa supurada; resección sub-perióstica. Regeneración.
Curación.35 El termocauterio de Paquelín y la venda de Esmarch son dos elementos
empleados en sus operaciones. El primer instrumento llegado a México en 1877 es
utilizado en múltiples intervenciones:
Se aplicó por primera vez en San Cosme el termo cauterio el día 15 de marzo
próximo pasado para una traqueotomía por ulceraciones sifilíticas de la laringe, en
un convaleciente de tifo. Los motivos de inquietud que trae esta práctica, por la
lentitud con que es necesario realizarla de manera clásica, quedaron suprimidos
reconocido el punto correspondiente al cartílago cricoidéo, se aplicó el cuchillo de
platina por su punta, y penetró en la piel con una presión muy moderada; la
atravesó, así como el tejido céluloi, muscular Petraqueal.36
27 La traqueotomía parece ser una de sus preocupaciones, pero no desaprovecha la ocasión
para arremeter contra los que en su momento son sus enemigos principales, señalando
que esta práctica es muy difícil, pues existen grandes dificultades para extraer un cuerpo
extraño flotante en la traquea, para él “es una práctica digna de la homeopatía, pues es
295

agregar un cuerpo extraño, dentro de un órgano absolutamente intolerante, a otro


cuerpo extraño”.37
28 Fenelon dedica varios artículos al Termo cauterio, artefacto que el mismo trae por
primera vez a México y señala sus inconvenientes y ventajas. Sus argumentaciones se
derivan de la práctica de diferentes tipos de cirugía, sin embargo no se reduce a reseñarla,
sino que narra también la experiencia de los médicos con quienes labora en diferentes
instituciones. Muestra también su entusiasmo por los instrumentos quirúrgicos de la
siguiente manera:
En la asociación para el progreso de las ciencias, en la sesión última del Havre,
presentó Mr. Courty unos cuchillos termo-caústicos con formas adecuadas a la
amputación del cuello uterino; ese desideratum teníamos, y esperamos con ansia la
venida de tales instrumentos.38
29 Muestra su adhesión a la cirugía señalando, con respecto al cáncer, los principios que hoy
rigen su tratamiento:
Hay una expresión usada por los cirujanofobos, que consiste en comparar la
extirpación del cáncer a una poda; esta expresión es más elocuente y pintoresca que
verdadera; sobre todo, es muy propia para asustar al paciente y hacerlo esperar
hasta que su mal sea inaguantable e insuperable; si creemos que será una poda una
extirpación incompleta; por esto mismo conviene hacerla cuando menos ha de ser
la mutilación, es decir, al principio del mal. Poda será la extirpación del cuello
uterino, cuando ya el mal haya alcanzado al cuerpo.39
30 La cirugía es para el uno de sus campos fundamentales, y se adhiere a Lister cuando
utiliza “un pulverizador que estuviera limpiando con vapores fenicados el aire en que
íbamos a operar”.40 La morfina está también entre sus preocupadones, hace una serie de
conjeturas sobre las dosis. Fenelon considera que el momento de la cirugía es un
momento en que hay que “dejarse llevar por su intuición”, su experiencia en este sentido
lo lleva a magníficos resultados.
31 En sus últimos escritos en La Gaceta podemos observar su interés por la medicina
operatoria. En 1883 ofrece el artículo “Amputación del cuello uterino hipertrofiado por la
presencia de varios fibromas”.41 Insiste en el empleo de instrumentos que facilitan las
operaciones. En este caso señala la utilización de la “cadena del constrictor de
Chassaignac, modificado por Mr. Verneuil: esto, con una facilidad excepcional...”42
32 En lo que respecta a la obstetricia y el papel de las parteras, Fenelon se manifiesta en
contra de médicos que pretenden ocupar su lugar, podríamos decir que muestra una
influencia de Baudolocque en el sentido que este se constituye un defensor del oficio de
“le sage femme”.

La Dosimetría, un nuevo rumbo de su pensamiento


33 En el marco de las discusiones científicas que se realizan durante el porfiriato se
manifiestan una serie de corrientes médicas que debaten sobre la enfermedad y sus
consecuencias. Entre alopatía y homeopatía tiene presencia aquella propugnada por
Chateaud y Burggraeve que aborda la enfermedad desde la perspectiva dosimétrica. Es a
través de la revista La Medicina Científica, cuyos representantes más destacados son los
doctores Fernando Malanco y Juan F. Fenelon, que tenemos conocimiento de esta teoría.
Aunque la polémica que se realiza en este órgano aborda tópicos de carácter
estrictamente médico, no dejan de sobresalir en sus páginas las pugnas entre miembros
296

de la comunidad y las instituciones que los agrupan. En los debates, cada uno desde su
trinchera, descalifica al otro con las leyes de la “civilización” y con el “debido respeto”.
34 Esta corriente, de paso breve, muestra consistencia en lo que respecta a la sustentación de
sus ideas y a sus planteamientos innovadores, pues llama la atención de los efectos
secundarios que provoca la medicina alópata, sobre todo por la administración de altas
dosis. Médico y biólogo belga, padre de la medicina dosimétrica, es Adolph Burggraeve,
quien nace en Gante en 1806 y muere después de 1886; es cirujano del hospital de dicha
ciudad y uno más de los propagandistas de esta corriente. Sus obras versan sobre una
variedad de temas, pero sin duda su producción más importante en lo que se refiere a la
dosimetría se realiza en la década de 1870. Dicho sistema curativo se basa en el uso de
medicamentos activos con uniformidad en su forma farmacológica y en nuevas
concepciones farmacodinámicas.43
35 El burggraevismo y sus principios animan muchas de las discusiones que se realizan sobre
la enfermedad. Para Malanco, representante de esta escuela, la ambición del médico no
debe ser más que “sanar”, “que curar” y “esto por inexorable que la enfermedad
aparezca”.44 Critica los efectos de múltiples específicos que tienen como único fin aliviar,
sin embargo se “disparan sobre los pacientes... haciendo en no pocas ocasiones lo que un
ciego que por herir a la enfermedad” y lesiona al paciente que se quiere defender. 45
Malanco insiste sobre la imperfección de la medicina en boga y citando a Amadeo de
Latour señala: “La medicina actual ha desviado de su camino natural pues habría perdido
su objetivo de aliviar y curar”. Para ello examina las tres formas por excelencia, alopatía,
dosimetría y homeopatía.46
36 La controversia que realiza la medicina alópata con la dosimétrica se manifiesta por lo
menos en tres aspectos: la pureza de los elementos administrados, el tamaño de las dosis
y el momento de administración de los remedios. A su vez los médicos alópatas acusan a
los dosímetras de “emplear sustancias ilusorias”, señalando que los granulos nada
contienen.
37 Como pudimos ver dentro de la Academia, los artículos de Fenelon destacan los avances
de la instrumentación y la cirugía, a la vez que se inclina por dar el lugar que corresponde
a las parteras, con argumentos siempre salpicados de sarcasmo. Este afán de debatir años
más tarde va a desembocar en ruptura. Su disidencia no obedece a razones
administrativas ni se presenta de manera violenta; a través de sus escritos podemos
tomar su tendencia a ser contestatario con relación a los tratamientos empleados por la
medicina alópata. En 1882 se manifiesta contrario al conservadurismo en la práctica de la
histerectomía y la ovariotomía al plantear:
Pero desgraciadamente la humanidad está dividida en dos campos: unos desean
adelantar, y otros aborrecen el progreso; los primeros llegan a ser considerados
como enemigos por los segundos, no les perdonan su amor al progreso y les
suscitan todos los obstáculos que pueden para la cirugía: estos obstáculos son
infinitos, el temor natural a empresas que parecen atrevidas y la mala voluntad de
consejeros que no ven con gusto hacer lo que ellos no se atreverían a emprender,
los multiplican indefinidamente.47
38 Seis años más tarde una franca actitud de ruptura, cuando propone el artículo
“Consideraciones prácticas médico quirúrgicas”.48
No hay progreso posible sin lastimar algunos intereses: las situaciones establecidas
exigen la estabilidad en las opiniones; los triunfadores de todas clases quisieran que
el día de su triunfo fuera eterno; de allí su oposición a todo lo nuevo. Napoleón, que
hubiera podido sacar tan buen partido de la aplicación del vapor, lo despreció como
297

a una puerilidad. Thiers, que ha dado pruebas evidentes de vasta inteligencia,


consideró el primer ferrocarril establecido entre París y San German como un
juguete sin importancia.
La única vez que habló de dosimetría Mr. Dujardin Baumetz en la Academia de
Medicina de París, fue para probar que ignoraba absolutamente sus fundamentos, y
dijo que no era posible que hubieran dado, sin mal éxito, la cantidad de granulos de
aconitina prescrita por el fundador del método, si era que contuvieran dichos
granulos, fabricados por la casa de Chanteaud, la proporción de principio activo que
previene la fórmula.
Cuanto más bien inspirado hubiera sido el profesor de la facultad de París, si antes
de hablar tan a la ligera, como hablan los profetas y los infalibles, hubiera mandado
analizar los granulos para saber que realmente contienen lo convenido, como se
hizo aquí en México...49
39 Fenelon plantea la medicina dosimétrica por lo menos desde 1888, y al parecer la había
adoptado años antes, cuando atacado por el paludismo por vivir en zonas húmedas50
“armado con un arsenal dosimétrico”, se traslada con familia numerosa a esta zona, y
puede permanecer más de un año sin “resentir la influencia palustre para sí ni para la
familia”. Al llegar a esta propiedad se encuentra con una epidemia de tifo incipiente y
experimenta en gran escala la efectividad del nuevo método:
Para todos estos enfermos fue el tratamiento sintomático, teniendo como base el
uso del arseniato de estricnina, puesto que en todos la postración era grande;
contra el elemento infeccioso se usaron hidro-ferro-cianato de quinina, sufuro
calcium, yodoformo y sulfato de sosa como purgante. Estos éxitos trajeron
enfermos, algunos desde lejos, y que necesitaban un tratamiento prolongado; se
improvisó para recibirlos un pequeño hospital en las ruinas de la labor de San
Diego.51
40 De alguna manera entre 1882 y 1883, en su viaje a Francia, Fenelon conoce y abraza la
dosimetría como una posibilidad de la terapéutica. En este artículo de 1888, insta a la
comunidad médica a conocer el método en los siguientes términos:
Cuando se sepa combatir con certeza cada síntoma con medios apropiados
impidiendo su desarrollo, no se sentirá tanto el deseo de formalizar siempre el
diagnóstico de la enfermedad, puesto que se sabrá prevenir su desarrollo, y
entonces la terapéutica estará realmente más cerca de llenar su misión y se
aproximará a la perfección deseada durante tantos siglos.
Errare humanum est: tanto el fundador de la dosimetría como sus discípulos
pueden estar equivocados, deber es de quienes se han constituido guardianes de la
tradición en las escuelas de medicina, demostrarles sus errores para bien de la
humanidad, o si no están realmente equivocados, estudiar sus doctrinas y no seguir
sosteniendo una práctica que cuadra mal con los conocimientos modernos.
La conspiración del silencio observado por las escuelas oficiales, hasta prueba de lo
contrario, es una confesión de impotencia, porque si tuvieran argumentos buenos
preferirían producirlos a guardar tan desairado silencio. 52
41 Fenelon sostiene que en oposición a la escuela clásica que consideraría la enfermedad
como “un fantasma” –pues es necesario que se muestre sintomáticamente para poder
combatirla–, la dosimetría estima necesario el tratamiento temprano del padecimiento
con el objeto de no permitir que se desarrolle o instale en el organismo. El galeno insiste:
“Evidentemente mientras más temprano llegue el auxilio más eficaz será”. 53
298

La Medicina Científica, un campo de batalla


42 El primer número de La Medicina Científica se publica en 1888. Desde su inicio este órgano
se plantea el lema de Laboulbère: “Liberté entière de discussion, mais sincère et courtoise,
ayant alors pour seules limites, el respect des autres et de soi même”, efectivamente en su
corta vida podemos observar la reproducción de polémicas de variada naturaleza, así
como el afán de dar cabida a opiniones diversas. Este órgano, cuyo director es Fernando
Malanco, tiene como redactores a Juan F. Fenelon, Juan D. Campuzano, Francisco Álvarez
y Enrique L. (abogado). La aparición de la revista es saludada por la comunidad, en las
páginas de El Observador Médico se comenta:
La dosimetría ha recibido el bautismo de la moda, está a la orden del día y es de
congratularse que personas tan entendidas y competentes como las que escriben en
Medicina Científica vengan a ocuparse ante nosotros, de un asunto que reclama
seriamente la atención de cuanto se interesen por lo que significa adelanto, y que
nunca debe ni adoptarse ciegamente, ni relegarse al olvido sin haber hecho antes de
ello un estudio concienzudo, detenido y sobre todo desapasionado. 54
43 A pesar del beneplácito con el que la revista es acogida, nace con el sino de la
controversia. Un año después de su fundación El Universal del 26 de junio publica: “Varios
profesores de la Escuela de Medicina van a fundar un periódico que sostendrá polémicas
con los partidarios de la dosimetría”. Esta aseveración provoca de inmediato la reacción
del apasionado Fenelon quien señala:
¡Bien venidos sean estos buenos amigos y valientes campeones! Hace cinco años que
pedimos la discusión; hace año y medio que la provocamos en Medicina Científica.
Pueden estos estimados compañeros ahorrarse el gasto de su fundación periódica;
la columnas de Medicina Científica están abiertas; desde luego, se publicarán sus
artículos de controversia de preferencia a los nuestros.55
44 La historia de Fenelon está ligada en la última etapa de su vida a Fernando Malanco. Este
médico, también con una larga trayectoria, puede considerarse como su compañero de
empresa. Se le denomina “gladiador de la ciencia”, se recibe en la Facultad de Medicina el
28 de abril de 1872, y entra como titular de la Academia el 21 de abril de 1875. Apóstol de
la terapéutica dosimétrica y fundador de La Medicina Científica, de la que publica once
tomos como director, también colabora en El Observador Médico a través de su comité de
redacción, como encargado de Estadística, Revista de la Prensa Médica Nacional y
Correspondencia.56 Su laboriosidad en la Academia Nacional de Medicina fue notoria, pero
más se da a conocer en el campo del “escrito científico”. Su trabajo para entrar a la
Academia se titula “Estudio higiénico sobre los Panteones, Cementerios y Muladares de
México”. Es Inspector General de Vacuna del D.F. en 1875. Muere en San Antonio, Texas,
el 29 de agosto de 1898. Con su desaparición termina el periodo de auge de la revista que
dirige, cuyo significado hasta ahora no ha sido evaluado de manera suficiente. 57 Las
diferencias que muestra Malanco con la Academia parecen ser posteriores a la fundación,
en 1888, de La Medicina Científica.
299

Portada de la gaceta La Medicina Cientifica, en cuyas páginas se dio la discusión entre los
galenos.
Fuente: La Medicina Cientifica, colección de la Academia Nacional de Medicina, México, D.F.

45 Durante el porfiriato los órganos informativos de las sociedades médicas muestran la


presencia de alópatas, homeópatas y dosimétricos en la discusión sobre la enfermedad en
general; su pertenencia a una u otra corriente está presente en todas sus intervenciones y
se pone en evidencia cuando se trata de discutir la utilización del mercurio en el
tratamiento de la sífilis.
46 Dos órganos informativos reproducen estas discusiones, La Gaceta Médica de México y La
Medicina Científica.58 La primera nos da una visión amplia de la posición de los miembros
de la Academia, así como de las pugnas que existen en su seno. La Medicina Científica tiene
la gran virtud de ofrecer la polémica entre las diferentes corrientes que muestran
presencia en la comunidad médica del país. La divergencia entre alópatas, homeópatas y
dosimétricos no se puede menospreciar, en cada ocasión, ante una aseveración de una u
otra corriente, se cae en la provocación de debatir. Aunque La Gaceta Médica nos ofrece la
visión oficial, la publicación de actas, discusiones y dictámenes nos permite ver las
diferencias existentes entre los miembros de la Academia, así como la posición del grupo
en el poder.
47 El extenso debate que se realiza en torno a la medicina homeopática se reproduce en La
Medicina Científica en 1890. En él intervienen médicos de toda la república que se
manifiestan a favor o en contra de las distintas corrientes. En la práctica existe un gran
celo por defender lo que propugna cada una. El doctor Amafio Romero, en carta dirigida a
su colega Ruperto Zamora, de Silao, Guanajuato, puntualiza las diferentes aportaciones de
Hanneman y Burggraeve,59 insistiendo en las copias o plagios de una u otra teoría.60
48 A pesar de las diferencias que separan a los representantes de la medicina dosimétrica de
la homeopática, la distancia de los primeros con la alópata parece ser mayor, sobre todo
300

cuando el poder de la Academia Nacional de Medicina se impone a la comunidad. Las


espadas se blanden de un lado y otro, y el doctor Malanco, al opinar sobre homeopatía,
señala:
Apenas puede creerse, sólo la Homeopatía concurre al foco de luz a enseñar,
mientras la Alopatía Ortodoxa que tantos generales invictos cuenta, que tantos
guerreros esforzados numera, retrocede amedrentada o pusilánime, se esconde en
refunfuños, blande el chisme, y esto dentro del más vergonzoso tusiorismo...
Adelante señores, la pereza y el miedo no son de este lugar; se trata de nuestro
deber; está confiada a nosotros la salud y la vida; vamos a conseguir el acierto, o,
cuando menos, a conquistar la tranquilidad, en el ejercicio de nuestra profesión. 61
49 La pugna entre los que escriben en La Medicina Científica, representantes de la medicina
dosimétrica, y aquellos que están más ligados a la institución que representa la Academia
Nacional de Medicina, es evidente a través de los dos órganos mencionados. En el seno de
las reuniones ordinarias y extraordinarias de esta Academia se manifiestan las posiciones
encontradas de algunos de sus miembros más destacados, entre los que figuran alópatas y
dosimétricos. Las diferencias que muestran Fenelón y Malanco son múltiples y en especial
reflejan una crítica a la institución. El primero, en respuesta a la invitación de la
Academia para que realice la lectura correspondiente y presente después de su viaje a
Francia “observaciones dignas de interés”, contesta que está consciente de la poca
acogida que podría despertar la presentación de un método “respecto del cual muchos de
nuestros colegas tienen prevenciones infundadas, puesto que lo acusan de alguna
conexión con la homeopatía”; sin embargo señala que le hubiese gustado no aparecer en
esa respetable organización “como un revolucionario escandaloso”, pues se había
propuesto esperar a: “que se formara la mayoría de los socios una idea más exacta del
burggraevismo” y encontrarse presto para contribuir “con una conferencia para preparar
el cambio de opinión y poder concurrir después a sus sesiones sin aparecer como
disidente herético y chismático”.62
50 Fenelon, aun dentro del marco de la Academia, sigue mostrándose con una posición de
distancia crítica hacia ésta. En sesión de dicho organismo del 12 de enero de 1892, el
galeno no sólo señala la poca importancia de la lectura ahí realizada, –pues los socios
“dijeron que estaban recibiendo una clase de botánica y estaban aburridos”–, sino que
también hace la siguiente caracterización:
La Academia jamás ha puesto en claro un punto oscuro de la ciencia, se concreta
únicamente a exigir a sus socios, que presenten trabajos de mayor o menos
importancia, y luego, o no les hace caso, o bien, si los discute y estudia, es sólo por
un momento, para mandarlos en seguida al Archivo y no volverse a acordar de ellos.
En términos claros: la Academia es una agrupación de médicos que pierden el
tiempo. Un médico de la Academia es un hombre vestido de negro que introduce
sustancias que conoce poco, en un Cuerpo que no conoce.
51 La actitud de Fenelon no es recibida con beneplácito por todos los miembros de la
Academia. Mientras el doctor Bandera estima que la carta que propone como trabajo debe
ser discutida, el médico Lavista opina que su misiva encierra “una crítica sangrienta” y la
parte científica que condensa es “insignificante”. A esta última consideración se suman
los doctores Gaviñó y Hurtado. El último manifiesta que debería contestarse a Fenelon
con frases duras, porque sus palabras son un insulto para los miembros de la
organización. Sometida a votación la propuesta de lectura, se decide que el escrito no sea
admitido en calidad de trabajo y por lo tanto no se dé a luz.
301

52 Estos hechos trascienden el ámbito de la organización, y en El Universal se publica una


nota señalando la actitud irrespetuosa del galeno hacia la Academia. Fenelon aclara que
su comportamiento responde al deseo de ver a la organización “más honrada y más útil” y
que es conveniente modificar las costumbres académicas de México. Además, señala que:
Unos jóvenes entusiastas afiliados a la familia constituyente de la Academia
Nacional de Medicina, proponen que se me dediquen frases duras; pero no creo a la
Asociación que estimo, capaz de seguir tal consejo, inspirado por un amor filial
demasiado entusiasta, y si lo siguiera daría lugar para creer que la nueva
generación no sigue las tradiciones de cortesía que nos han transmitido nuestros
antecesores.63
53 El doctor Fenelon continúa con sus diferencias respecto a la Academia y las discute en ese
espacio. Ante la comunicación del organismo referente a que el día 19 de diciembre tiene
que realizar la lectura reglamentaria, en su carta que denomina “La Rutina y el Arte”
señala que se “hacía la ilusión de que no se acordaría de un socio eclipsado, y cuyos
trabajos últimos tuvieron tristísima acogida en su seno”. Se refiere a su último trabajo
que daba respuesta a las proposiciones prácticas del doctor Semeleder, y que fue devuelto
a su autor sin haber sido publicado debido a que el destinatario se negó a responder.
Fenelon insiste en que “se huye a la discusión y se prefiere dejar a un colega creer que sus
trabajos no merecen atención a contestar sus proposiciones con objeciones fundadas. La
rutina es enemiga del arte.” Reitera que se toman recetas que vienen del exterior, sin a
cada momento redoblar la atención de los enfermos, la que debería constituirse en guía
de los galenos.
54 Se convierte en un defensor de la medicina dosimétrica al insistir en el desconocimiento
que la alópata tiene de los medicamentos y el abuso que se hace de las dosis:
En mi antigua práctica, mientras usé la quinina en dosis altas, conforme lo
aconsejan algunos maestros para moderar la calentura en el tifo, he tenido que
lamentar algunas muertes repentinas, al iniciar la convalecencia. Desde que, mejor
informado, he renunciado a práctica tan imprudente, no he vuelto a tener tan
penosas impresiones ¿No le parece a Ud., apreciable colega, que esta observación
merecía ser conocida y aún discutida?
55 Aunque las críticas de Fenelon puedan llegar a ser exageradas, lo cierto es que los
expedientes de los miembros de La Academia muestran un ausentismo constante
ocasionado por diversos motivos, sobre todo cuando se encuentran programadas las
lecturas reglamentarias. Además del carácter rutinario que en algunos casos adquirieron
las sesiones:
Como anteriormente, como ahora y como es probable siga sucediendo en el futuro
había socios que poco asistían a las reuniones, quizás porque su intenso trabajo
profesional no les permitía hacerlo con regularidad, otros por simple indolencia...
hubo “memorias” publicadas en la Gaceta de escaso interés científico; pero un
valioso nicho constituía el alma de una de las más nobles y fecundas empresas de
México y numerosos de sus trabajos representan honrosas prioridades. 64
56 Dentro de la polémica que se desarrolla en relación a la utilización del mercurio
encontraremos estas mismas posiciones enfrentadas, la medicina homeopática tiene sólo
una ligera presencia. La corriente dosimétrica participa en variadas polémicas sobre la
enfermedad y su curación. En aquella que versa sobre la utilización del mercurio en el
tratamiento de la sífilis es posible recoger el punto de vista de esta corriente basado en
sus principios relativos a la prudencia de las dosis y la pureza de los medicamentos
administrados.
302

57 La mayoría de los médicos que intervienen en este debate posee un amplio conocimiento
de los aportes de la sifilografía francesa y de la medicina europea en general. Sin
embargo, en la polémica sobresalen algunos que no sólo muestran gran erudición, sino
afiladas plumas para debatir con sagacidad. Podríamos decir que dos de ellos llevan la voz
cantante e imponen el ritmo al debate: Fenelon, representante de la medicina
dosimétrica, y Gaviño, representante de la bacteriología. No es muy difícil distinguir los
grupos que se manifiestan alrededor de la discusión: Malanco, Fenelon y Hernández por
un lado, y los miembros destacados de la Academia de Medicina, Gaviño, Altamirano,
Parra, etc., por el otro. Este debate de considerable alcance reproduce la diversas
posiciones de la comunidad médica en lo que se refiere a la enfermedad.
58 Los adeptos a la corriente dosimétrica se presentan junto a los homeópatas como los
disidentes en el campo médico formal de la medicina mexicana, al controvertir el camino
tradicional seguido por esta ciencia. Fenelon critica a aquellos galenos, representados
sobre todo en la Academia Nacional de Medicina, que se “proponen seguir toda su vida los
pasos de sus maestros y no salir nunca del carril marcado por la escuela”. 65 Y señala:
Los progresistas, habiendo perturbado la paz de los tradicionalistas, quienes han
formado asociaciones para sostener mutuamente su apego a las ideas añejas, han
cosechado la guerra; se les culpa de imprudentes, de atrevidos, de revolucionarios,
y se sacrifican su fama y reputación en aras de la diosa rutina. 66
59 Esta corriente muestra su presencia activa en la medicina mexicana durante más de
quince años, y se constituye en un cuestionamiento importante de la medicina
predominante, a la vez que llama la atención sobre uno de los grandes problemas por los
que ha atravesado esta ciencia: las dosis, los medicamentos y sus efectos secundarios.
Aunque su existencia fue breve merecería ser tomada en cuenta.

Para concluir
60 En su número del primero de octubre de 1893, La Gaceta Médica de México da a conocer la
muerte de Juan F. Fenelon, acaecida el 15 de septiembre de 1893 en la Hacienda de Mejía
del Estado de Oaxaca. En esta esquela consta que el galeno fue nombrado socio titular de
la Academia Nacional de Medicina el 31 de mayo de 1864. 67
61 Cinco años después, el 28 de agosto de 1898, en San Antonio Texas moriría su compañero
Fernando Malanco.68 En su compañía protagoniza arduas polémicas en contra de los
organismos académicos constituidos y con poder.
62 Existen hombres con historia y que dejan grandes trazos de su vida, pero también existen
aquellos que dejan pocas huellas, una tumba, sus escritos, su título que se han constituido
en una guía. Es la personalidad de un contestatario de vocación, léase disidente, que tiene
la capacidad de cuestionar a la autoridad y lo que dicen los demás, que no acepta verdades
absolutas. Estos rasgos los notamos temprano, son sus experiencias, su vida y sus afanes.
63 Fenelon no era un marginado, gozaba de autoridad; sin embargo, rompe con la academia
en un momento de su vida, en el que cuestiona los mecanismos de su funcionamiento y a
la vez se distancia por abrazar una nueva corriente médica, la dosimetría. Estas
diferencias no son explicables por sólo este hecho. Fenelon es miembro de prominente de
la comunidad médica que empieza a ser desplazada por los jóvenes e innovadores galenos
que realizan sus estudios con posterioridad y que insisten en los aportes de Pasteur y de
la bacteriología. Fenelon pertenece a otra generación, hay que tomar en cuenta que la
303

primera histerectomía vaginal se practica en México por su amigo Banderas en 1878 y


para el los aportes de Claude Bernard son todavía una novedad.

Lápida de la Familia Fenelon en el cementerio.


Fuente: Fotografía de Rosalina Estrada, Panteón Municipal de Oaxaca, Oaxaca, 2000.

64 En Europa la bacteriología está en el centro de las discusiones, nuevos médicos pueblan el


ambiente, nuevas teorías se discuten. En los debates muestra más distancia con los
personajes y la arrogancia con que exponen sus ideas sobre las nuevas teorías. No es por
casualidad que uno de sus principales oponentes en la discusión de la utilización del
mercurio para el tratamiento de la sífilis, sea el exitoso y apasionado joven Gaviño.
65 Para Fenelon, la bacteriología no es su preocupación, la práctica y su éxito es lo
fundamental, le interesa la utilización de todo tipo de técnicas quirúrgicas, por ello los
aportes de Lister le obsesionan mucho más y utiliza los vapores fenicales para mantener
la asepsia en las operaciones. En su artículo de ruptura con la medicina alópata, Fenelon
revela su sensibilidad social y la mezcla de su formación cultural cuando señala que las
enfermedades tienen dos series de causas, exteriores e interiores:
Las causas exteriores son los miasmas, microbios, substancias tóxicas, infecciosas,
traumatismos. En medio de los microbios y los miasmas vivimos todos, a cada
inspiración introducimos cantidades análogas de gérmenes morbígenos... La
observación lo demuestra: el herido, la recién parida, que es una herida también, el
desgraciado debilitado por mala alimentación, cansancio, o vida en aire confinado e
impuro, son los expuestos a la influencia nociva de miasmas y microbios. 69
66 El historiador que busca las rupturas y continuidades, que busca las ideas que se imponen,
debe también tener cuidado de encontrar en la disidencia un signo del pensamiento de un
grupo que no acepta las ideas predominantes. Las polémicas que desata Fenelon lo
reflejan como un hombre importante de su época. Aparecería como el “vencido”, pero
representa ese personaje que decepcionado de la medicina alópata, que ha practicado
toda su vida, transita por otros caminos que le permitan combatir la enfermedad. No es
304

un detractor de la bacteriología, pero la profesa como credo, no como convicción. Es que


este galeno proviene de otra escuela, la de los higienistas que buscan la cura y prevención
en las causas múltiples.

Esquela del Dr Juan F. Fenelon aparecida en La Gaceta Médica de México


Fuente: La Gaceta médica de México, tomo XXX; núm. 7, México, 1 de octubre de 1893.

67 ¿Nos apropiamos de los personajes que estudiamos, o ellos se apropian de nosotros? En el


Cementerio General de Oaxaca, el aire del discrepante Fenelon y su sonrisa gala no estuvo
ausente.

NOTAS
1. “Carta Abierta al Dr. Agustín Barido Winter, de Juan Francisco Fenelón”, El Universal, 30 de
agosto de 1887.
2. Dossiers des étudiants en médecine ayant soutenu leur thèse en 1860, No. AJ 16 6795. Archives
Nationales (CARAN), Paris, 1860.
3. Javier Pérez Siller (editor), Los franceses en México, vol. I, Registre de la population Fran’ceaise au
Mexique au 30 Avril 1849, Fuentes y documentos para la historia, Instituto de Ciencias Sociales y
Humanidades, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, 2003.
4. Voyage a Guaxaca par Thiery de Monanville, Archives Nationales, Col F3 1 31 1777.
5. Carta emitida por el Dr. Cozic Linauguer, 15 de noviembre de 1856, No. AJ 166795. Archives
Nationales (CARAN), 1860.
305

6. Cuadernos de los estudiantes de medicina que presentaron su tesis en 1860, No. AJ 16 6795.
Archives Nationales (CARAN), Paris, 1860.
7. Idem.
8. Presenta examen en la Escuela de Medicina de México para revalidar su título obtenido en la
Universidad de París, Fondo Escuela de Medicina y Alumnos, Legajo 37, Expediente 17, foja 1-5,
Archivo de la Antigüa Escuela de Medicina.
9. Bernard Marchand, Paris, histoire d’une ville, XIX-XX Siècle, Points, Editions Seuil, Paris, 1993, pp.
76-77.
10. Jean Charles Sournia, Histoire de la médicine, La Découverte, Paris, 1997, pp. 207-209.
11. Idem.
12. Idem.
13. Idem.
14. J. F. Fenelon, “Biografía del Doctor Clement”, La Gaceta Médica de México, tomo XVII, No. 21,
México 1 de noviembre de 1882.
15. Los datos biográficos provienen de una variedad de fuentes: Diccionario Porrúa, Archivo de la
Academia Nacional de Medicina y La Escuela de Medicina, tomo XIX, No. 12, 30 de junio de 1904.
16. J. F. Fenelon, “Biografía del Doctor Clement”, La Gaceta Médica de México, tomo XVII, No. 21,
México 1 de noviembre de 1882.
17. Idem.
18. Jean François Fenelon, Thèse pour Le Doctorat en Médecine, Presentée et soutenue le 13 août
1860, para Jean François Fenelon, né á Oajaca (Mexique), Lauréat de l’École de Medecine et
Pharmacie de Bordeaux, DesVices de Conformation du Bassin, Paris, Rignoux, Imprimeur de la
Faculté de Médicine, 1860.
19. Louis-Auguste Baudelocque, Nouveau moyen pour délivrer les femmes contrefaite à terme et en
travail, substituté à l’operation appelée césarienne, 8vo. Paris: chez l’auteur, 1824. Nuevo
procedimiento para practicar la operación de cesárea; tesis presentada y financiada por la
Facultad de Medicina de Paris, 19 de agosto de 1823. 4to. Paris: Didot, 1823.
20. Marie Anne Victoire Gillain Boivin, Mémorial de l’art des accouchements. E. H. 8vo. Paris:
Mequignon, 1812. Memoires d’Obstetrique et de Gynécologie, 1, 2. « Investigación sobre una de las
causas más frecuentes y menos conocidas del aborto; seguimiento de una memoria ... sur l’intro-
pelvimètre ou mensurateur inteme du bassin ». 8vo. Paris: Baillière, 1828. Memoires d’Obstétrique
et de Gynécologie, 1, 1.
21. Gaceta Médica de México, tomo IV, 1869, p. 239.
22. Ibíd., tomo XIV, 1879, p. 2.
23. Baudelocque, L’Art des accouchemts. Tome Premier, Chez Méquignon l’Aîne, Librraire, Paris,
MDCCLXXXI, pp. 38-42.
24. Ibíd., p. 84.
25. Jean François Fenelon, Les vices... op. cit. p. 3.
26. Baudelocque, L’Art..., op. cit., pp. 38-39.
27. Ver Cuadro y Gráfica No. 1, Artículos publicados por Juan F. Fenelon en La Gaceta Médica de
México, 1874-1890.
28. Ver cuadro No. 2, Artículos por año y tema publicados por Fenelon.
29. La Gaceta Médica de México, tomo XVIII, México, 1 de febrero de 1883, No. 3, pp. 42-48.
30. Gaceta Médica de México, tomo XI, No. 17, 1 de septiembre de 1876.
31. Gaceta Médica de México, tomo IX, México, 1 de septiembre de 1874 No. 17, pp. 317-323.
32. Ibíd., tomo XVIII, México 15 de marzo de 1883, No. 6, pp. 93-95.
33. Ibíd., tomo XII, No. 14, 15 de julio de 1877.
34. Ibíd., tomo X, No. 8, 15 de abril de 1875, pp. 145-149.
35. Ibíd., tomo XIII, No. 19, 1 de julio de 1878, pp. 361-364.
36. Ibíd., tomo XII, No. 11, 1 de junio de 1877. pp. 197-205.
306

37. Ibíd., tomo XII, No. 16, 15 de agosto de 1877. pp. 301-305.
38. Ibíd, tomo XIII, No. 1, 1 de enero de 1878. pp. 3-14.
39. Idem.
40. Idem.
41. Ibíd., tomo XVIII, México 15 de marzo de 1883, No. 6, pp. 93-95.
42. Idem.
43. En primer término requiere la aplicación de un purgante para limpiar las vías digestivas y
facilitar la absorción de los granulos Sedlitz Chanteaud. Este sistema da preferencia a los
alcaloides, a los que se les atribuye mayor facilidad y rapidez de acción y se recomienda también
la aplicación en dosis fraccionadas para impedir cualquier tipo de intoxicación. La prudencia y la
precisión en la dosis son los principios que esgrime la dosimetría en su combate contra de
medicina alópata. Las dosis mínimas se recomiendan sobre todo en la medicación de niños para
evitar la toxicidad. El sistema de Burggraeve y preconizado por Chanteaud, representa
históricamente una tentativa interesante para la introducción de los alcaloides en terapéutica.
44. La Medicina Científica, 1888, tomo I, núm. 1, pp. 4-7.
45. Idem.
46. Idem.
47. Ibíd., tomo XVII, No. 6, marzo 15 de 1882, pp. 88-93.
48. Ibíd., tomo XXIII, No. 2, 15 de enero de 1888.
49. Idem.
50. Suponemos que Fenelon se refiere a su estancia en la Hacienda de Mexía, situada en Zimatlán,
Oaxaca, dónde se establece años antes de su muerte y presta sus servicios de médico en la labor
de San Diego. Son los años de su retorno a Oaxaca, las ruinas de labor de San Diego están situadas
en las inmediaciones de la Hacienda de Mexía en Zimatlán.
51. Gaceta Médica de México, tomo XXIII, No. 2, 15 de enero de 1888.
52. Idem.
53. Ibíd., pp. 7-12.
54. La Medicina Científica, tomo I, No. 8, pp. 113-125, 1888.
55. Ibíd., tomo II, No. 14, 15 de julio de 1889, p. 213.
56. El Observador Médico, tomo V, No. 10, 1 de febrero de 1880.
57. La Medicina Científica, Tomo XI, entrega 18, 15 de septiembre de 1898.
58. La Medicina Científica se funda en 1888, su director y fundador es el Dr. Fernando Malanco,
quien abraza la medicina dosimétrica. Su comité de redacción está formado por Juan F. Fenelon,
Juan D. Campuzano y Francisco Álvarez.
59. Por lo general, las obras obligadas de referencia en relación a esta discusión son: Samuel
Hanneman, Exposition de la doctrine medicale Homeopathique ou organon de l’art de guérir, traducido
del alemán en su primera edición por el doctor A. J. L. Jourdan. Cuarta edición aumentada y
precedida por un comentario sobre la vida, los trabajos y la doctrina del autor, por M. León
Simón Père, doctor en Medicina de la Faculté de Paris de la Universidad de Cleveland, Ohio,
miembro titular de la Société Gallicane Homeophatique de Paris, Correspondant de la Société des
Sciences et des Lettres de Blois, de la Société Homeopathique Britanique de Londres, de la Société
Hahnemannienne de Madrid, de l’academie homepathique de Palerme y de la de Brasil. Paris, J. B.
Ballière, Librairie de L’academie Impériale de médecine, Rue Hautefeuille, 19, Londres, New York,
1856 y Dr. Burggraeve, Nouvel Organon ou instrument de médecine dosimetrique, fondé sur les faits
cliniques consignés dans Le repertoire Universel de médécines dosimetique, 1885-1886, Pantec Humanine,
Paris, G. Carré, Librarie Editeur, 3 rue Racine, 1894, Bruxelles.
60. La Medicina Científica, tomo II, entrega 20, 15 de octubre de 1889.
61. Fernando Malanco, “La Homeopatía”, La Medicina Científica, tomo I. Entrega 6a, 15 de marzo de
1888.
307

62. Carta dirigida al Dr. Miguel Cordero por Fenelon, Archivo de la Academia Nacional de
Medicina, noviembre de 1888.
63. La Medicina Científica, tomo V, entrega 6, 15 de marzo de 1892.
64. Francisco Fernández del Castillo, Historia de la Academia Nacional de Medicina, Editorial
Fournier, S.A., México, D.F., 1956, p. 59.
65. La Medicina Científica, tomo I, No. 1, 1888, pp. 7-12.
66. Idem.
67. La Gaceta Médica de México, tomo XXX; núm. 7, México, 1 de octubre de 1893.
68. Ibíd., tomo XXXV, No. 18, México 15 de septiembre de 1898.
69. Ibíd., tomo XXIII, No. 2, 15 de enero de 1888.

RESÚMENES
Entre los médicos que sobresalen durante el porfiriato encontramos a Juan F. Fenelón, quien por
sus convicciones y su formación se encuentra inserto en un período de transición en la medicina.
Sus conocimientos prácticos y su formación francesa marcan en gran medida su participación y
aporte en el campo de la medicina. Este médico asiste al proceso de cambio en los paradigmas
científicos a la vez que es participe del relevo generacional que se da a finales del porfiriato.

Parmi les figures saillantes de médecins durant le porfiriat se distingue celle de Jean F. Fenelón,
qui par ses convictions et sa formation se trouve impliqué dans une période de transition
décisive pour la médecine. Ce sont ses connaissances pratiques et sa formation française qui
conditionnent en grande partie sa participation de premier plan dans le domaine médical. Ce
praticien contribue fortement aux mutations qui touchent les paradigmes scientifiques dans la
mesure où il appartient à la relève générationnelle de la fin du porfiriat.

AUTOR
ROSALINA ESTRADA URROZ
Rosalina Estrada Urroz. Mexicana, es doctora en historia social por la Universidad de Paris VIII
(Saint Denis, Francia). Investigadora titular del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la
BUAP, y miembro de SNI, es especialista en historia del trabajo. Es miembro fundador del
seminario “México Francia” y dirige en la maestría en Historia del Instituto de Ciencias Sociales y
Humanidades un seminario de historia cultural y de las mentalidades. Dentro de su proyecto
general, “Cultura y vida privada en Puebla en el siglo XX”, desarrolla el tema “la influencia de la
medicina francesa en las concepciones sobre salud pública e higiene en México”. Ha publicado
diversos artículos sobre patrimonio industrial e historia de la tecnología, así como el libro Del
telar a la cadena de montaje. La condición obrera en Puebla, 1940-1976 (Puebla, 1997), y recientemente:
Espacio fabril, máquinas y trabajadores: La preservación del Patrimonio industrial (Puebla, 2003).
308

Un héroe francés en el silencio:


Eduardo Huet y la conformación de
la identidad sorda en México
Christian Jullian

Portada: Eduardo Adolfo Huet Merlo un poco antes de su muerte, en 1882.


Fuente: Archivo particular de la Familia Huet Herrera.

1 Al menos de dos formas diferentes Eduardo Huet fue un héroe francés en el silencio. En
primer lugar, su existencia transcurrió en el silencio debido a que era sordo y dedicó su
vida a educar a otros sordos. Primero en Francia y luego en Brasil y México, fundó
309

escuelas dedicadas a atender a esa minoría en ciudades en donde no existían antes,


introduciendo la enseñanza especial en esas regiones y difundiendo con su trabajo y
ejemplo la idea de que los sordos sí podían ser instruidos. No obstante, más significativo
que ese silencio material que siempre le envolvió, existe otro silencio, originado por el
olvido en que han caído su obra y su nombre en los libros de historia oficial, 1 a pesar de
ser, junto con Benito Juárez, la base de las historias que sobre su propio origen cuenta la
Comunidad Sorda de México.2 De hecho, hablar de Huet, de Juárez y de la creación de la
Escuela Nacional de Sordomudos es un prefacio casi obligado en cualquier acontecimiento
oficial de los clubes de Sordos de la ciudad de México,3 lo que de inmediato nos sugiere la
importancia simbólica que este hombre tiene para ellos. En ambos casos, por su vida y el
mito que se ha construido en torno a él, puede considerársele un héroe.4
2 Teniendo eso en cuenta, este trabajo intenta hacer pública la obra del maestro francés
Eduardo Huet en nuestro país y el efecto que ésta tuvo en los Sordos de México, a la vez
que permite lanzar una mirada a la historia aún poco investigada de dicha minoría. Para
conseguirlo, el artículo está dividido en tres secciones. En la primera, se considera la vida
de ese personaje desde una base documental. Se trata, por así decirlo, de una
investigación biográfica tradicional que sirve de sustento para el resto del texto. En un
segundo apartado se presentan algunas reflexiones sobre cómo puede reconstruirse, así
sea parcialmente, la historia de los Sordos en México desde su interior, es decir, a través
de sus propias narraciones. En esa otra historia definitivamente Eduardo Huet tuvo un
papel significativo, de ahí que su vida, según es contada por algunos Sordos de la ciudad
de México, adquiera características míticas, casi mesiánicas. La idealización de la que ha
sido objeto permite además formular algunas propuestas sobre la importancia simbólica
que llegó a tener para la comunidad a la que pertenecía, al grado que podemos
considerarlo el eje articulador de la identidad Sorda. La manera en la que eso ocurrió y su
posible explicación, partiendo del contexto histórico y educativo e intentando integrar
ambos relatos a través de éste, se analiza con más detenimiento en el tercer apartado, que
es seguido de una breve conclusión. Al mismo tiempo, aunque no se dedique particular
cuidado a ello, a lo largo de todo el texto se hace evidente la relación entre México y
Francia, aún en los caminos poco explorados de la historia de la Educación Especial.

El Eduardo Huet histórico


3 Nacido en París entre 1820 y 1822,5 Eduardo Adolfo Huet Merlo descendía, al parecer, de
una familia noble.6 La primera dificultad que enfrentamos con respecto a él, tiene que ver
con la polémica pregunta de si era sordo de nacimiento o no. A primera vista, eso pudiera
parecer poco relevante. Sin embargo, poniendo más atención, nos daremos cuenta que no
se trata de un detalle insignificante, sino de la esencia misma de la caracterización del
personaje. En otros términos, podemos decir que si Huet era sordo de nacimiento, ello
implicaba que el francés, o cualquier otra lengua oral, si fuera el caso, no era su lengua
materna, lo que nos llevaría a percibirlo como un individuo con una cosmovisión y
ordenamiento mental diferente a la del resto de la gente que le rodeaba. Por otro lado, si
hubiera perdido el oído en su adolescencia, como algunos argumentan,7 habría quedado
sordo en la etapa post-lingüística, y su situación sería completamente diferente:
podríamos hablar de un discapacitado, en vista de que habría perdido una capacidad con
la que nació, la facultad de escuchar, y eso significaría que su forma de entender el mundo
310

sería como la de cualquier normo-oyente.8 Vale la pena insistir en que esta discusión
conlleva importantes sesgos ideológicos, por lo que regresaremos a ella más adelante.
4 Sobre su infancia y juventud no tenemos muchos datos. Sabemos que estudió en el
Instituto Nacional de Sordomudos de París, y al egresar de él se mudó a Bourges, en la
Francia central, donde fundó, aproximadamente en 1848, una escuela similar, la cual
dirigió por un poco menos de diez años.9 Considerando el tiempo en que Huet vivió y
estudió no debería sorprendernos el hecho de que fuera políglota y que además pudiera
hablar con claridad, en vista de que muchos sordos de la época habían conseguido logros
similares, particularmente en la escuela de París, que si bien consideraba las señas como
el centro de su enseñanza, ya para ese momento también aceptaba la desmutización de
los sordos que reunieran las condiciones apropiadas y desearan hacerlo. 10 En el caso de
Huet, llegó a hablar francés, alemán, portugués y español.11 De hecho, Juan de Dios Peza,
quien lo conoció personalmente poco antes de que muriera, comentó sobre él: “admira no
sólo oír hablar al Señor Huet, que nació sordomudo, sino la precisión con que marca el
acento francés en la conversación y en la lectura”.12
5 Todavía en Francia, Eduardo Huet contrajo matrimonio en 1851 con Catalina Brodeke, una
normo-oyente alemana, quien, con el paso del tiempo, también se convirtió en maestra de
sordos. Físicamente, fue descrito como “un señor pelirrojo, de tez blanca, amplia frente,
ojos azules, de enérgico y dulce mirar; llevaba lentes sobre la nariz aguileña, con largos
mostachos y barbilla a la Boulanger”.13
6 Algunos años después emigró a Brasil, en donde fundó el Instituto Imperial de
Sordomudos en Río de Janeiro, a instancias del emperador Don Pedro II, donde laboró
como director y maestro hasta 1865. En esa ciudad nacieron los dos hijos de ese
matrimonio, María, en 1854, y Adolfo Pedro, en 1856.14 En algunas fuentes brasileñas y al
menos en una mexicana se sugirió una relación amistosa entre dicho emperador y la
familia Huet, señalando que Adolfo Pedro Huet era “ahijado” de Don Pedro, y que
probablemente de ahí venga su segundo nombre,15 aunque este dato no puede
confirmarse.
7 Hasta este punto, la reconstrucción de la vida de Eduardo Huet es compleja, a causa de la
escasez de fuentes para su estudio. Sin embargo, con su llegada a nuestro país a principios
de 1866, la información de primera mano se hace abundante. A pesar de eso, nuevamente
hay que ser cuidadosos con el manejo de tales fuentes, en vista de la enorme cantidad de
imprecisiones que contienen, por ejemplo, las relativas a la razón por la que el
matrimonio Huet decidió venir a México. Según algunos, Eduardo Huet vino a México por
la invitación directa de Benito Juárez, quien envió a Luis G. Villa Alcázar hasta Brasil para
convencerlo, ofreciéndole además de la creación de la escuela y el puesto de director, un
muy buen salario que el francés rechazó.16 Tal explicación es altamente improbable, dadas
las dificultades que Juárez y su gobierno enfrentaban en ese momento por la presencia de
los ejércitos franceses invasores y el trato que, como veremos después, recibió el maestro
Sordo por parte del gobierno juarista una vez restablecida la República. Por otro lado,
aunque Luis G. Villa Alcázar efectivamente fue un destacado maestro mexicano de sordos,
no fue contemporáneo de Eduardo Huet, sino de su hijo Adolfo.17 Tal confusión tiene un
porqué, y será analizada más adelante. Otras explicaciones sobre la razón por la que Huet
vino a México aseguran que, guiado por el interés de extender la educación de los sordos
a otros países que fomentaban la escuela francesa, por su propia iniciativa se mudó a
México con el único deseo de ayudar a más sordos.18 La verdadera razón, según el informe
que se presentó a la emperatriz Carlota para el establecimiento de una escuela para
311

sordomudos en la ciudad de México, fue menos espectacular: “El señor Huet dejó Brasil
porque la salud de su mujer no podía soportar el clima caluroso de Río de Janeiro”. 19
Podemos concluir entonces que, quizá estando aún en Brasil, los Huet se enteraron de
alguna manera de la ley promulgada por Juárez en abril de 1861 en la que se esbozaba el
deseo de crear una escuela especial para sordos,20 y al saber que el nuevo gobierno era
apoyado por Napoleón III y probablemente por haber conocido a Maximiliano cuando éste
visitó a Pedro II en Brasil, tomaron la decisión de mudarse a México.
8 Una vez en nuestro país, a principios de 1866, Huet se puso en contacto con las
autoridades de la ciudad de México, particularmente con Urbano Fonseca e Ignacio
Trigueros, quienes eran respectivamente el alcalde municipal y el gobernador de la
capital. Gracias a su intercesión, Huet consiguió que su proyecto escrito sobre la creación
de una escuela para sordos, que reproducía por completo la estructura del Instituto
Nacional de Sordomudos de París en la época en que Eduardo estudió ahí, llegara a manos
del secretario particular de la esposa de Maximiliano, quien después de revisarlo y hacer
las anotaciones que le parecieron pertinentes, se encargó de presentarlo personalmente a
Carlota. La emperatriz, famosa por el apoyo que brindó a los desprotegidos, solicitó más
información sobre tres cuestiones fundamentales antes de aprobar el proyecto.

Eduardo Adolfo Huet Merlo en 1867, recién llegado a México.


Fuente: Archivo particular de la familia Huet Herrera.

9 La primera cuestión era saber si había suficientes sordos en México, pregunta difícil de
responder en vista de que no había cifras disponibles. Sin embargo, a título personal, el
secretario señaló que:
En mi concepto, cualquiera que sea el número de sordos mudos, toca a un gobierno
tan ilustrado y liberal como el del emperador introducir en México una institución
cuyos beneficios quedarán ligados con su nombre de manera indisoluble... En una
palabra, es una de las mejoras que reclaman las luces de nuestro siglo y que ya es
tiempo de plantear aquí... Es de preverse que en los principios habrá pocos
312

alumnos, pero el ejemplo no tardará en dar sus frutos, y pronto concurrirán al


instituto los infelices que quieran aprovechar las facultades del entendimiento y del
habla.21
10 La segunda pregunta de Carlota era si el método a través del cual enseñarían los maestros
extranjeros era aplicable también en el idioma español, a lo cual el secretario respondió lo
siguiente: “No cabe duda que el sistema se aplica del todo al idioma castellano, puesto que
su alfabeto es el mismo que el francés. Por otra parte, es una combinación de señas que
permite a todos los sordos del mundo entenderse”.22
11 La última interrogante tenía que ver con la propia habilidad docente del matrimonio
Huet. ¿Estaban ellos realmente capacitados para hacerse cargo de dicha empresa? A fin de
resolver esa cuestión se acordó que los Huet instruirían a tres jóvenes sordos durante seis
meses para que mostraran sus cualidades como maestros. Si tenían éxito, el proyecto se
llevaría a cabo en mayor escala. De esa forma, entre junio de 1866 y enero de 1867,
Eduardo y Catalina se hicieron cargo de los jóvenes sordos, realizando sus actividades en
el ex-convento de San Juan de Letrán.23 Al vencerse el plazo, se organizó un gran evento
público para evaluar los avances que habían tenido los alumnos. El resumen que presentó
Juan de Dios Peza sobre el resultado fue muy claro: “Estos niños [...] presentaron un
examen tan lucido, dieron tales muestras de inteligencia y adelanto, y conmovieron de tal
suerte a sus sinodales, que no dejaron la más ligera duda acerca de las aptitudes de su
maestro ni de los provechos que en bien de los desgraciados podrían obtenerse”. 24
12 Una vez superada la prueba, las autoridades encargadas del proyecto, encabezadas por
Ignacio Trigueros y Urbano Fonseca
se dieron prisa para la realización de un hermoso pensamiento, y pudieron lograrlo,
pues por Acuerdo Superior de 14 de febrero de 1867 se mandó establecer en el
extinguido Colegio de San Gregorio una escuela de sordomudos, en que se
mantuvieran y educaran 6 niños y 6 niñas; debiendo hacerse los gastos por cuenta
de los fondos municipales, y mientras no los tuviera propios el establecimiento, las
empresas de diversiones y espectáculos públicos que se verificaran por paga,
quedaban obligados a ceder los productos líquidos de una función. 25
13 Esta escuela, llamada Municipal para Sordos, fue sustituida a la caída del Segundo Imperio
por la Escuela Nacional de Sordomudos, aunque en realidad, salvo el cambio de sede, el
mayor número de alumnos y la inclusión de “aprendices” normo-oyentes de maestro, el
funcionamiento del establecimiento no se modificó, al menos en un primer momento. No
obstante, con el paso de los meses vinieron cambios lentos pero profundos, que
involucraron directamente al director sordo. Por la sobrecarga de trabajo y tal vez por
una animadversión contra Huet por su origen francés y sus tratos con el Segundo
Imperio, fue relevado de la dirección de la escuela, permaneciendo sin embargo en sus
funciones de profesor general.26 Los problemas que enfrentó en el período en que se
mantuvo en la Escuela Nacional de Sordomudos podemos agruparlos en tres niveles, que
se analizan a continuación.
14 A nivel personal, el problema más grande tuvo que ver con el abandono de su esposa
entre los últimos días de 1870 y los primeros de 1871. Catalina se mudó a Nueva York
probablemente acompañada por sus hijos, aunque Adolfo regresó después de algunos
años con su padre y trabajó para la Escuela Nacional de Sordomudos incluso después de la
muerte de Eduardo, hasta finales de la década de 1920.27 Por otro lado, una enfermedad
grave –que jamás se especifica– lo obligó en varias ocasiones a separarse temporalmente
de la escuela.28 Según testigos de la época, a partir de entonces su carácter se hizo más
313

duro y su eficiencia como maestro disminuyó sensiblemente, aunque nunca dejó de ser
considerado “sobradamente entendido y laborioso”.29
15 En el segundo nivel encontramos los problemas al interior de la escuela. A pesar del
respeto que recibió por parte del nuevo director, Ramón I. Alcaraz, el Ministerio de
Justicia e Instrucción Pública cuestionaba frecuentemente la pertinencia de su estancia en
el establecimiento. De la misma forma, Luis Jiménez, su segundo discípulo graduado en
nuestro país, ambicionaba el puesto de profesor general, ocasionando múltiples intrigas
en contra de Huet, al grado de acusarlo abiertamente de incompetencia y maltrato a los
alumnos y empleados del plantel.30 Por último, dadas las limitaciones del erario público,
casi desde su llegada a nuestro país debió enfrentar una difícil situación económica,
retrasándose su pago en muchas ocasiones, y negándosele completamente en otras. 31
16 Como tercer nivel, estuvieron los conflictos internacionales. Después del Congreso de
Milán, en septiembre de 1880, los maestros para sordos de prácticamente todo el mundo
adoptaron el sistema alemán, también conocido como método oral, que por sus
características impedía que un sordo pudiera enseñar a otros sordos, rechazando, por
obsoleto –según decían–, el método mímico o francés.32 Debido a su enfermedad, Eduardo
Huet no pudo realizar el viaje a Milán y participar activamente en el trascendental
evento, pero al conocer sus resultados, comenzó a preparar una audaz respuesta, que se
materializaría en un libro, que además de exponer argumentos contundentes a favor del
método manual, recuperaría un amplio repertorio de las señas empleadas para la
comunicación entre los Sordos de la ciudad de México.33 Lamentablemente, la muerte lo
sorprendió antes de concluir esta obra, durante la madrugada entre el 9 y 10 de enero de
1882.34 Su entierro fue discreto, y ningún homenaje recibió por su labor, ni por el
gobierno ni por las autoridades de la escuela, siendo enterrado en el panteón de Dolores
de la ciudad de México.35
17 ¿A cuántos sordos instruyó Huet en su estancia en México y a cuántos maestros de
sordos? En los 16 años que vivió y trabajó en México no tuvo más de 60 alumnos sordos, y
se debe tomar en cuenta que el grado de deserción era muy elevado. En cuanto a los
aprendices de maestro, aunque 17 estuvieron inscritos, la mayoría sólo permanecieron
uno o dos años, siendo únicamente tres los que consiguieron graduarse.36 Es obvio
entonces que la importancia de Huet no hay que buscarla en los aportes concretos, como
la instrucción que impartió y la cantidad de personas que se beneficiaron directamente
con ella, por lo tanto, echemos un vistazo al plano simbólico, que es donde el personaje
tomó las dimensiones por las que se le recuerda.

El otro Huet
18 Para entender la importancia simbólica de Eduardo Huet, es preciso conocer un poco más
de la comunidad a la que perteneció y sirvió. Sin embargo, la simple propuesta de una
investigación que pretenda dar cuenta del desarrollo histórico de la Comunidad Sorda
mexicana parece abrumadora. ¿A qué fuentes podemos acudir? ¿Qué planteamiento sería
capaz de abarcar en toda su complejidad los diferentes ámbitos de la creación,
reproducción y desarrollo de una minoría como ésta, que tiene una visión del mundo
propia basada en la espacialidad, una lengua manual-visual ágrafa con una enorme
cantidad de variantes dialectales, que comparte la ubicación geográfica con los normo-
oyentes que les rodean y, no obstante, la influencia que recibe de ella es parcial y
distorsionada con relación a la mayoría? ¿Cómo rescatar un tipo de tradición oral, o
314

manual-visual si se prefiere, si los lazos de sociabilidad que se establecen entre los Sordos
están, en menos de un 10 %, basados en la consanguinidad?37 ¿En qué momento y de qué
manera adquieren conciencia de su existencia como grupo los sordos y cuándo comienzan
a trabajar por sus intereses comunes y a vincularse con las Comunidades Sordas de otras
regiones? Estas son algunas de las cuestiones que deben ser resueltas para llevar a buen
término un trabajo de esta naturaleza.
19 Aunado a lo anterior resulta indispensable conocer la lengua de señas que emplea la
comunidad objeto de nuestro estudio. Para presentarlo de una manera llana, se trata de
una historia investigada en una lengua que no es la nuestra. Por otro lado, esto significa
enfrentarnos a una visión no necesariamente occidental del mundo, el tiempo y la
historia, pero sí occidentalizada, como las historias de los pueblos indígenas. Lo anterior
precisa una consideración cuidadosa de elementos que en apariencia no tienen mucho
que ver con la disciplina histórica tal como estamos acostumbrados a representarla. Esto
conlleva toda una serie de dificultades técnicas importantes que pueden ser resueltas a
través de un tipo de historia oral, que por las mismas características de la lengua
empleada requiere su captura en video. A esta forma de historia video-oral podemos
denominarla historia visual señada, en vista de que, a diferencia de otras historias en video,
la información es presentada en alguna lengua de señas. Las siguientes palabras de Prins,
sobre la historia oral tradicional, parecen aplicar cabalmente en este caso: “las cuestiones
en disputa son reales y se hallan estrechamente relacionadas con las funciones de la
memoria y los fines de la historia en sociedades con modos diferentes de comunicación. Se han
de aplicar otros criterios diferentes a los utilizados por Ranke”.38
20 En otro orden de ideas y desde una perspectiva psicoanalítica, particularmente de corte
junguiano, se pueden rastrear algunos indicios sobre el proceso de mitificación de
personajes como Eduardo Huet y Benito Juárez. ¿Cómo se establece un imaginario
colectivo? ¿Pueden los arquetipos junguianos ayudarnos a distinguir algunos elementos
culturales y psicológicos de la propia comunidad que se ponen de manifiesto en los
relatos que mitifican a algunos personajes históricos? Hasta el momento, en esta
investigación todo apunta a una respuesta afirmativa. Eduardo Huet cubre cabalmente
con el arquetipo del “héroe”, tal como ha sido caracterizado por Joseph Campbell. 39 Por
último, antes de describir algunas de las historias que se cuentan sobre Huet, cabe señalar
que, dadas las características de difusión del conocimiento y las tradiciones entre la
Comunidad Sorda mexicana, no existe una sola versión de esa historia, sin embargo, nos
concentraremos a continuación en una de las más populares entre los Sordos de más edad
del Distrito Federal.
21 En el recuerdo de los Sordos de la ciudad de México, Eduardo Huet es visto de forma muy
distinta de lo que dicen los libros o documentos sobre él. Para empezar, la mayoría de los
Sordos atribuyen la creación de la propia lengua de señas mexicana a Eduardo Huet, 40
atribución que evidentemente es errónea. La explicación que nos proporciona Carol A.
Padden sobre un fenómeno similar ocurrido con el abad Charles Michel de L’Epée, primer
maestro de sordos en valerse de una lengua de señas para la enseñanza, la lengua de señas
francesa, nos ayuda a comprender por qué: “Si bien el crédito es excesivo –ningún
individuo puede crear una lengua, sólo las generaciones de hablantes pueden hacerlo–
L’Epée es, simbólicamente, el catalizador de la formación de una comunidad de sordos
que se mantiene hasta hoy día”.41 El caso de Huet es semejante: ser un sordo instruido,
proveniente de Francia, el país dominante en la época en lo que a educación especial se
refiere, y haber fundado la primera escuela para sordos de todo el país, fueron elementos
315

significativos en la conformación de la Comunidad de Sordos mexicana, por lo que


también podríamos hablar de la función catalizadora que tuvo su presencia en México.
22 No obstante, algunos rasgos del Huet histórico se perdieron o modificaron en el recuerdo
simbólico, particularmente los relacionados con su familia, lo que favoreció el
engrandecimiento de su figura heroica. Por ejemplo, su esposa Catalina jamás es
mencionada, y si alguien insiste en preguntar si Huet era casado, la respuesta siempre es
negativa. Esto no se refiere a ningún tipo de discriminación de género o al hecho de que
ella abandonó a su esposo o se marchó de México después de muy poco tiempo de trabajo
con los Sordos, por lo que alguien pudiera suponer que no logró establecerse en el
recuerdo de la Comunidad. Más bien, Catalina posiblemente fue olvidada porque
interfería con una de las imágenes mitificadas más valiosas de su esposo: Eduardo Huet
estaba tan concentrado en la enseñanza, que su única preocupación era su obra
benefactora... ¿Cómo podría este “apóstol”42 compartir su tiempo con una mujer, si vino a
México con el único fin de ayudar a otros sordos?43
23 Íntimamente relacionado con esto, el recuerdo de Adolfo Pedro, su hijo, también ha
desaparecido, o más bien, ha sido fusionado con el de Eduardo.44 Como ya se mencionó, a
pesar de que Adolfo no era sordo, manifestó tanto interés en ese grupo que desde su
juventud viajó por el extranjero para complementar sus estudios, y al volver a México,
trabajó alrededor de 30 años en la Escuela Nacional de Sordomudos en diversos cargos,
alcanzando incluso, aunque sólo por cortos periodos y de manera interina, el puesto de
director de dicho establecimiento. Finalmente Adolfo murió en la ciudad de México el 23
de diciembre de 1927. Sin embargo, ¿Cómo es que estos dos hombres son recordados
como uno solo?

Portada del número inicial de la revista Compañerismo, correspondiente al 2 de abril de


1934. Fue la primera publicación hecha por Sordos en México y el artículo principal
estuvo dedicado a Eduardo Huet.
316

24 En primer lugar, tal vez por su apariencia física y el enorme conocimiento que poseía, 45
Adolfo Pedro siempre destacó entre los demás profesores de dicha Escuela y quizá de ahí
se derivó la identificación con su padre, de quien seguramente seguía hablándose con
admiración.46 Por otro lado, cabe mencionar que en lengua de señas mexicana, la seña
empleada para referirse a Adolfo Pedro es casi idéntica a la de su padre, lo que quizá
favoreció la confusión.47 Como resultado de esa percepción, algunos creen que Huet
enseñó a más Sordos y por mucho más tiempo del que efectivamente trabajó en México y
por eso en algunas narraciones se presenta a Eduardo Huet en contextos posteriores a su
muerte como, por ejemplo, cuando se supone que en la Escuela Nacional de Sordomudos
en donde Eduardo enseñaba había más de cien alumnos inscritos al mismo tiempo, lo que
es un grave anacronismo, porque el maestro francés nunca tuvo más de 24 alumnos en un
mismo periodo.48 Finalmente, esta asimilación entre Adolfo y su padre podria explicar por
qué muchos creen que Luis G. Villa fue enviado a Brasil para invitar a Eduardo a que
viniera a México, cuando, como ya dijimos, no fue contemporáneo suyo, sino de su hijo.

Docentes de la Escuela Nacional de Sordomudos en 1895. Adolfo Pedro Huet Brodeke es el


sexto, contando desde cualquier lado, de pie.
Fuente: Archivo particular de la Familia Huet Herrera.

25 En cuanto a su obra, además de la fundación de la Escuela Nacional de Sordomudos, que


algunos han llamado “la meca de los Sordos de México” y que ya era suficiente mérito
como para que Huet ocupara un sitio de honor en estas historias,49 existe otro elemento
interesante cargado de significados: aquel libro que escribió para la defensa de las señas y
del método francés. Para algunos Sordos, el hecho de que ese libro se hubiera ocultado,
con un propósito o simplemente que se encontrara perdido, es la causa de todas las
desgracias de esa comunidad; si se hubiera conocido su contenido, el método oral jamás
habría triunfado en nuestro país.50 Tal conclusión exalta a Huet y su conocimiento a un
nivel casi mesiánico, pero no toma en cuenta el contexto histórico que llevó al método
oral a ser el sistema dominante en casi todo el planeta.51
317

Adolfo Pedro Huet Brodeke en 1925.


Fuente: Archivo particular de la Familia Huet Herrera.

26 Por último, otro elemento fundamental del relato que resulta particularmente
interesante tiene que ver con la relación entre Eduardo Huet y Benito Juárez. Cuentan
algunos Sordos que era tal el vínculo amistoso entre ellos que “Huet está enterrado al
lado derecho de la tumba de Benito Juárez”,52 e incluso, la propia Escuela Nacional de
Sordomudos que Huet fundó, es conocida, más comúnmente, como “La Escuela de Juárez”.
Esta escuela era visitada regularmente por aquel insigne presidente para que no le faltara
nada ni a Huet ni a sus Sordos, y el tiempo que pasaba ahí lo aprovechaba charlando con
el maestro francés o ayudando a los jóvenes a aprender algo.53 Sin embargo, Maximiliano
ha sido eliminado del relato. ¿Cómo podría uno de los villanos de la historia oficial tener
algo que ver con los dos principales héroes de su historia?54
27 Ahora bien, aunque existen muchos otros relatos y detalles sobresalientes de este
personaje, conviene intentar una explicación del por qué de tales variaciones. En realidad,
por alejados que parezcan el Eduardo Huet que puede ser reconstruido con documentos y
el que recuerdan los Sordos, sus diferencias pueden ser esclarecidas si se observan con
atención algunos de los principales problemas que ha enfrentado la Comunidad de Sordos
Mexicana desde sus inicios.
318

Fachada de la Escuela Nacional de Sordomudos, en el callejón de Corpus Cristi. Ha sido


llamada “la meca de los Sordos de México”.
Fuente: Algunas ideas y datos recogidos con motivo de la organización de las Escuelas de
Ciegos y Sordomudos que tiene en estudio la Beneficencia Pública del Distrito Federal, México,
Tipografía de la Escuela Industrial, 1928.

El imaginario sordo y su contexto histórico


28 Regresemos al problema de la perspectiva ideológica y cómo ésta tiene un profundo
impacto en la manera de presentar a Eduardo Huet. Para comprender el asunto, es
pertinente señalar que durante la estancia de Huet en México, el conflicto entre los dos
métodos de enseñanza para sordos se recrudeció. Por un lado, la escuela alemana, que
insistía en que era posible conseguir que el sordo aprendiera a hablar, y basaba su método
en años de terapia fono-articulatoria y de labio-lectura. Por el otro, la escuela francesa, a
la que Huet pertenecía, que ponía el énfasis en aprovechar las señas usadas por los sordos
para comunicarse e instruirlos de esa manera. Para esta escuela los discípulos que
tuvieran las condiciones necesarias para aprender a hablar lo harían, como lo hizo Huet,
pero siempre considerando esto como un elemento secundario en su instrucción, que
facilitaría su comunicación con aquellos que no conocieran ninguna lengua de señas.55 El
conflicto entre ambas corrientes educativas, que surgió desde mediados del siglo XVIII
encerraba en el fondo una elección: ¿Qué se prefería? ¿Desarrollar la inteligencia del
sordo desde los cruciales primeros años de vida, aunque estos no pudieran comunicarse
tan fácilmente con los normo-oyentes, o bien, dedicar esos años a “hacer hablar” a los
sordos para “normalizarlos”, en posible detrimento de su inteligencia?56
29 A ciencia cierta, ambos métodos lograron resultados significativos. Entre los
“manualistas” de la escuela francesa, existieron casos, durante los siglos XVII, XVIII y XIX,
de sordos capaces de leer y escribir hasta en cinco lenguas diferentes, además de que
319

algunos autores reconocen que “los ex-discípulos del abad L’Epée llegaron a desarrollar
una gran cultura”.57 Del lado de los oralistas, en el Congreso de Milán se presentaron
varios sordos que hablaban tan claramente y eran tan hábiles para leer los labios, que era
difícil reconocerlos como sordos.58

Tumba de Eduardo Adolfo Huet Merlo, en el panteón de Dolores de la ciudad de México.


Fuente: Archivo particular de la Familia Huet Herrera.

30 Después de 150 años de lucha entre ambos sistemas, con argumentos que intentaban
demostrar la inutilidad del rival, por cuestiones más bien culturales, sociales y políticas
resultó vencedor el método alemán.59 Como consecuencia inmediata, las señas se
proscribieron casi en el mundo entero y los que empleaban el método manual fueron
apartados de los sitios de enseñanza.60 No obstante, el sistema oralista no contemplaba
algunas cuestiones elementales, como que sólo unos cuantos sordos pueden aprovecharlo
plenamente; el resto de ellos era sistemáticamente relegado en las sesiones de enseñanza
y ocultado del mundo exterior, achacándoseles en muchas ocasiones otros males, a fin de
justificar el fracaso en su aprendizaje. En segundo término, tan importante como lo
anterior, estaba el hecho de que muchos Sordos jamás vieron la situación como una
elección de métodos educativos, sino como un ataque a su persona, a su legado cultural y
a su propia identidad, como individuos y como comunidad.61
31 ¿Cómo tomaron los Sordos estas medidas? Como ocurre tradicionalmente entre las
comunidades que por fuerza se ven obligadas a abandonar su lengua, su tradiciones o
cualquier otra herencia cultural, los Sordos del mundo resistieron tenazmente al método
alemán. Así las cosas, no era extraño que, aunque existían duros castigos para los sordos
en educación oral que fueran sorprendidos comunicándose por medio de señas en sus
respectivas escuelas, en todos los países podía observarse la misma tendencia: al salir del
colegio, se marchaban conversando en señas con sus amigos sordos. Esta situación es uno
de los factores más importantes para entender la mayoría de los problemas psicológicos
320

de aislamiento de los sordos individuales, y arroja luz sobre el surgimiento de la identidad


sorda.62
32 Por último, la controversia sobre la sordera de Huet, si ésta fue de nacimiento o adquirida
por una enfermedad en su juventud, también está mediada por la discusión referente al
sistema de enseñanza: los maestros oralistas de las primeras décadas del siglo XX, que
sabían que era casi imposible que un sordo pudiera enseñar a hablar a otro, quisieron
introducir en sus alumnos la idea de que el fundador de su Escuela Nacional en realidad
no había nacido sordo y por eso podía hablar, justificando con ello que el método que
Huet usaba era oralista.63 Los Sordos, desde luego, se negaron a aceptar tal argumento, y
lo usaron como prueba de la mala intención que aquellos docentes tenían contra los
Sordos.64
33 Para sintetizar todo lo anterior consideramos que la clave para enfrentar con éxito el
problema de la reconstrucción de la historia de los Sordos y particularmente el proceso
de mitificación experimentado por Eduardo Huet, Benito Juárez y la propia Escuela
Nacional de Sordomudos, radica en prestar profunda atención al método de enseñanza
que se puede seguir para instruir a un sordo. Es decir, no únicamente distinguir entre las
opciones pedagógicas, sino comprender las implicaciones que acompañan a cada una.
Eduardo Huet es recordado porque trajo a México el sistema francés que, como dijimos,
utilizaba la misma lengua de los Sordos. Para una persona que desde el nacimiento está
condenada a la incomunicación con la mayoría, la llegada a su vida o a su ciudad o país de
alguien que le enseña en su propio idioma, es enormemente apreciada. Por el contrario, el
recuerdo de maestros como José María Márquez o Luis Jiménez se ha perdido para los
Sordos,65 quizá porque intentaban enseñar en el idioma oral de la mayoría, en este caso, el
español.

Comentarios finales
34 Aunque en este trabajo sólo se ha esbozado de manera muy general la vida y obra de
Eduardo Huet, es evidente que su labor fue determinante en la vida de un sector muy
amplio de mexicanos. Más allá de las atribuciones idealizadas que sobre él cuentan los
Sordos de mayor edad en la ciudad de México, un hecho queda claro: la presencia de un
Sordo exitoso, capaz de realizar una empresa tan compleja como el establecimiento de
una escuela que funcionó por más de 100 años y en donde se forjaron tanto la propia
Comunidad de Sordos mexicana como los líderes de ésta, hizo patente a los sordos de
nuestro país la posibilidad que tenían de ser educados y alcanzar el nivel de habilidad e
inteligencia suficiente para sobresalir en la sociedad. En pocas palabras, Eduardo Huet
fue, ante todo, un ejemplo a imitar para los jóvenes de la Comunidad, y la manifestación
contundente de que, con la educación adecuada, estaban en la posibilidad de realizar
cuanto se propusieran.
35 Más aún, la lucha por conseguir y mantener los derechos más elementales de la
Comunidad Sorda, como el respeto y reconocimiento para su lengua de señas, el derecho
a la educación y la comunicación, etcétera, tomó no pocos elementos de este personaje, de
ahí que siga siendo admirado aún ahora, a más de 120 años de su muerte, por incontables
dirigentes Sordos. Por otro lado, a los normo-oyentes también nos muestra cómo un
inmigrante extranjero, a pesar de formar parte de una minoría que en nuestro país ni
siquiera era contemplada, y desde luego la limitación social que implicaba su sordera,
321

supo hacer conciente a una parte de la sociedad e incluso a buena parte del gobierno de su
época, que los sordos estaban ahí, que eran capaces de ser instruidos y requerían de
atención, dejando con esto un legado que, por mucho, ha sobrevivido a su propia persona.

Fuentes.
Archivos:

36 AHSS: Archivo Histórico de la Secretaría de Salud.


37 AGN: Archivo General de la Nación.
38 AHDF: Archivo Histórico del Distrito Federal.
Vídeo-entrevistas en lengua de señas mexicana usadas para este artículo
Entrevista a ANA MARÍA VARGAS (Sorda), por Christian Jullian (intérprete: Gicelle Barajas)
México DF, 19 agosto de 2001, duración aproximada 18 minutos.

Entrevista a ESTELA GONZÁLEZ (Sorda), por Boris Fridman (Intérprete: Daniel Maya) México DF,
5 julio de 2001, duración aproximada 23 minutos.

Entrevista a FIDIAS GUZMÁN DÍAZ (Sordo), por Boris Fridman (intérprete: Daniel Maya) México
DF, 5 julio de 2001, duración aproximada 37 minutos.

Entrevista a MANUEL VERGARA PINEDA (Sordo), por Christian Jullian (intérprete: Gicelle
Barajas) México DF, 19 agosto de 2001, duración aproximada 15 minutos.

Entrevista a MARIO GUZMÁN DÍAZ (Sordo), por Christian Jullian (intérprete: Gicelle Barajas)
México DF, 29 julio de 2003, duración aproximada 115 minutos.

Entrevista a ROBERTO REYES (Sordo), por Christian Jullian (intérprete: Gicelle Barajas) México
DF, 12 agosto de 2001, duración aproximada 35 minutos.

Entrevista a VICENTE CASTILLO (Sordo), por Christian Jullian (intérprete: Gicelle Barajas)
México DF, 12 agosto de 2001, duración aproximada 25 minutos.

BIBLIOGRAFÍA

Bibliografía y Hemerografía

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NOTAS
1. No sólo son pocas las referencias a este hombre en los libros de historia, sino que algunas de
éstas contienen diversos errores al indicar su nombre, registrándolo como Eduardo Huert o
Enrique Huet. Ver: La educación pública en México. A través de los mensajes presidenciales, de la
consumación de la independencia hasta nuestros días, pról. de J. M. Puig, México, SEP, 1926, p. 369 y
Juan de Dios Peza, La beneficencia en México, México, Imprenta de Francisco Díaz de León, 1881, p.
101. Cfr. con Thomas Smith, La lengua manual mexicana, investigación inédita, México, Colmex,
Centro de Estudios lingüísticos y literarios, 1986. Otros errores tienen que ver con su obra, como
los textos que señalan a un inexistente Adolfo Huet, supuestamente hermano de Eduardo, como
fundador del Instituto para Sordos de Río de Janeiro, o los que consideran a Ignacio Trigueros el
verdadero fundador de la Escuela Nacional de Sordomudos de México. Ver Harían Lane, When the
mind hears. A history of the deaf, New York, Random House, 1984, p. 448; The Grande Encyclopédie
323

Delta Larousse, Río de Janeiro, 1978, y Erika Pani, Para mexicanizar el Segundo Imperio. El imaginario
político de los imperialistas, México, El Colegio de México/Instituto Mora, 2001, entre otros.
2. Por “Comunidad Sorda” se hace referencia al grupo de personas no oyentes de cierta región
que comparten algunos elementos culturales entre los que destaca el uso de una lengua de señas.
“Sordo”, con mayúscula, se usa cuando se habla de algún individuo particular perteneciente a
alguna de estas comunidades y “sordo” con minúscula, cuando se refiere simplemente a la
condición auditiva de los no oyentes. Christian Jullian, Génesis de la Comunidad Silente en México. La
Escuela Nacional de Sordomudos (1867-1886), México, 2002, tesis de licenciatura, Facultad de Filosofía
y Letras-UNAM, pp. 5 y 6; cfr. con Boris Fridman, “La Comunidad silente de México”, en Viento del
sur, México, 14, marzo de 1999, pp. 25-40.
3. Resulta interesante que en otros países las Comunidades de Sordos tienen sus propios
“héroes”, por ejemplo, el abad Charles Michel de L’Epée en Francia, Laurent Clerc y Thomas
Hopkins Gallaudet en Estados Unidos, y el mismo Eduardo Huet en Brasil. Todos ellos fueron
piezas clave en la creación de la primera escuela para sordos de la región a la que pertenecían y
en líneas generales se sigue el mismo patrón para hablar de ellos y rendirles homenaje como
benefactores.
4. Algunas de las definiciones que la Real Academia de la Lengua Española ha presentado sobre la
palabra héroe son las siguientes: “1. Varón ilustre y famoso por sus hazañas o virtudes. 2. El que
lleva a cabo una acción heroica”. Madrid, RAE, 2001, 22 ed., Tomo I, p. 789. Sin embargo, para este
trabajo en particular, se ha decidido emplear el término “héroe” en vista de que ése es el usado
por el mitólogo Joseph Campbell al referirse a cierto tipo de personajes, reales o ficticios, que son
cruciales en la construcción del imaginario simbólico de alguna comunidad. Ver: El héroe de las mil
caras. Psicoanálisis del mito, 8a reimp., México, FCE, 2001.
5. A ciencia cierta las dos fechas son viables, en vista de que se han determinado por el conteo
hacia atrás a partir de los años que tenía Eduardo cuando nacieron sus dos hijos, y la edad en que
murieron estos, de tal forma que ambas son igualmente probables. Para una explicación más
detallada, ver Christian Jullian, op. cit., p. 61.
6. Susana Huet Herrera, Datos biográficos del profesor Eduardo Huet Merlo (1822-1882), Mecanuscrito
inédito. Cuernavaca, Morelos, 2001. Algunos sordos brasileños han señalado que descendía de un
conde, sin que esto pueda ser confirmado.
7. En realidad sólo Alfredo Saavedra, el famoso eugenista mexicano del segundo tercio del siglo
XX, Susana Huet Herrera, bisnieta de Eduardo Huet pero de clara tendencia oralista y el lingüista
Thomas Smith, quien se apoyó en ella en ese punto, registran que la sordera de Eduardo no era de
nacimiento. Todos los demás autores señalan lo contrario, incluidos todos los que le conocieron
personalmente. Para más información sobre esta discusión y por qué se ha optado por la versión
de que Huet nació sordo, puede consultarse Christian Jullian, op. cit., p. 60 y ss.
8. El término normo-oyente es el más usado en las conferencias y publicaciones especializadas en
problemas de audición. Esto se debe a que algunos sordos alcanzan a escuchar ciertos sonidos,
pero no los suficientes como para poder comunicarse oralmente, es decir, son oyentes, pero no
funcionales. En otras palabras, el poder comunicarse de forma oral tiene que ver más con una
norma de audición.
9. Archivo Histórico de la Secretaría de Salud (AHSS), Fondo: Beneficencia Pública (BP), Sección:
Establecimientos Educativos (EE), Serie: Escuela Nacional de Sordomudos (ENSM), Legajo, 1,
Expediente 41, fojas 5v y 6. cfr. con Archivo Histórico del Distrito Federal (AHDF), Ramo: Consejo
General de Beneficencia (CGB), año: 1866, legajo 3, expediente 125.
10. Pueden leerse algunos ejemplos de Sordos capaces de hablar en tres idiomas en Charles
Michel de L’Epée, La veritable maniere d’instruire les sourds et muets: confirmée par une longue
experience, París, Fayard, 1984.
11. Susana Huet, op. cit., p. 1.
12. Juan de Dios Peza, op. cit., p. 101.
324

13. Alfredo Saavedra, “La sordomudez en México hasta el año 1918”, en Medicina, Revista
mexicana, 25 de septiembre de 1958, suplemento, p. 146.
14. Aunque Susana Huet, op. cit., p. 1, llama a su abuelo Pedro Adolfo, en el documento en el que él
solicita se le paguen los sueldos adeudados a sus padres, firma como Adolfo Pedro. Ver AHSS, BP,
EE, ENSM, Leg. 2, exp. 27, manuscrito sin foliar entre las páginas 2 y 3. Por tratarse de un
documento oficial y porque en el resto de los libros y documentos en los que terceros hacen
referencia al hijo de Eduardo como Adolfo, creemos plausible que éste fuera su primer nombre, o
por lo menos aquel que prefería o empleaba más.
15. Alfredo Saavedra, op. cit., p 146.
16. El relato de la bisnieta de Huet dice lo siguiente: “En 1865 el gobierno del presidente Juárez
envió a la ciudad de Río de Janeiro al Señor Luis G. Villa Alcázar para invitar al profesor Eduardo
Huet, director de la Escuela de Sordomudos de esa ciudad, a que se trasladara a la Ciudad de
México, ofreciéndole toda clase de facilidades y apoyos con objeto de organizar y dirigir una
escuela para sordomudos”. Susana Huet, op. cit., p. 2. Otras explicaciones pueden encontrarse en
Christian Jullian op. cit., pp. 58 y 59.
17. Probablemente esta confusión tenga su origen en el parecido que existe entre el apellido de
Ramón Isaac Alcaraz, segundo director de la escuela y buen amigo de Eduardo Huet y un joven
que quizá era sobrino del primero, llamado Luis G. Villa Alcázar, quien fue aprendiz de maestro a
partir de 1881, luego ayudante general, profesor de sordos e incluso director, durante la segunda
década del siglo XX. Sin embargo, este joven no podía tener más de seis años en 1865. Para ver
una explicación detallada de esto, puede consultarse Christian Jullian, op. cit., pp. 83, 104 y 107.
18. Entrevista a Roberto Reyes (sordo), por Christian Jullian (intérprete de lengua de señas
mexicana: Gicelle Barajas) México DF, 12 agosto de 2001. cfr. con Christian Jullian op. cit., pp. 58 y
59.
19. “monsieur Huet a quitte’ de Bresil parce que la sant’e de la femme ne pourait supporter le
climat brulans de Rio Janeiro”. Ver AHDF, CGB, 1866, leg. 3, exp. 125.
20. Juan de Dios Peza, op. cit., p. 97.
21. En el proyecto con anotaciones entregado a Carlota, se narraba lo ocurrido en Río de Janeiro,
en donde también se había dudado de la existencia de suficientes sordos para que fuera necesaria
la creación de una escuela para ellos. El documento dice: “...respecto de la primera pregunta, el
Sr. Huet hace advertir que en el Brazil no halló más que tres sordos mudos después de 6 meses de
investigaciones; se le dijo al principio que no había ninguno, pero al año siguiente se le trajeron
18”. AHDF, CGB, 1866, leg. 3, exp. 125.
22. Idem. Las cursivas son nuestras y sirven para señalar el grado de desconocimiento que sobre
el tema tenían las personas encargadas de tomar las decisiones en nuestro país. En realidad,
jamás ha existido un conjunto de señas único para todos los sordos del mundo, más bien, cada
región cuenta con su propia lengua de señas, porque se trata de lenguas naturales y no de códigos
artificialmente establecidos.
23. Christian Jullian, op. cit., pp. 63-65.
24. Juan de Dios Peza, op. cit., pp. 98 y 99.
25. Idem.
26. Según el reglamento, el profesor general estaba encargado de “preparar el programa de todos
los cursos que se impartirían anualmente” en la Escuela para Sordos, además de “dirigir y vigilar
diariamente la enseñanza” y el aprendizaje de los alumnos sordos, “dando a cada profesor y
profesora aspirante [aprendices de maestro encargados de las clases] el tema de las lecciones,
haciéndoles indicaciones claras y precisas sobre el modo de darlas”. Asimismo, debía dar clases a
los propios aspirantes a maestro cuando las clases a los niños sordos habían terminado. Para más
detalles, ver Ramón Isaac Alcaraz, Reglamento interior de la Escuela Nacional de Sordomudos, México,
Tipografía literaria de Filomeno Mata, 1882.
325

27. Susana Huet, op. cit., p. 7. Es probable que los hijos no hayan estado entre 1866 y 1870 en
México, en vista de que nunca fueron mencionados y algunas fuentes sugieren que desde Brasil
fueron enviados directamente a Francia, para estudiar.
28. AHSS, BP, EE, ENSM, Leg. 2, Exp. 23, f 3v, entre otros.
29. Idem.
30. AHSS, BP, EE, ENSM, Leg. 1, Exp. 40, ff lv y 2; también Leg. 1, Exp. 41, ff 5v y 6.
31. Desde el año de 1869, Eduardo reclamó el sueldo de dos años (1866 y 1867) que jamás le fue
entregado. Tal solicitud continuó incluso varios años después de su muerte, por parte de su hijo,
sin que tengamos noticias de un resultado favorable. Puede verse, entre otros AHSS, BP, EE,
ENSM, Leg. 1, Exp. 16, ff 4v y 5.
32. Christian Jullian, op. cit., pp. 150-157.
33. Este trabajo era muy importante, en vista de que las señas habían sido prohibidas por el
método oral, con el argumento que entorpecían la aplicación de aquél. Este diccionario se
preparó para ser presentado en el Congreso Mundial de Sordos programado para 1882 en
Inglaterra. Con la muerte de Huet, “el libro pasó a la posesión de la conserje de la Escuela
Nacional de los Sordomudos, Eleonora Contla, y de ella a su sobrino, Padre Eduardo Dávila, actual
patriarca y arzobispo de la Iglesia Católica Mexicana, donde aparentemente se desbarató por el
mal efecto de la humedad y el tiempo”. Según la hija de Adolfo Pedro, Catalina Huet Bobadilla,
quien lo vio en la casa del padre Dávila, “el libro era muy bien ilustrado, forrado con piel verde, y
con filos dorados”. Thomas Smith, op. cit., p. 63.
34. Susana Huet, op. cit., p. 6.
35. Idem. Parece significativo el hecho de que los Sordos de la ciudad de México no conmemoren
la fecha de la muerte de Huet sino que más bien se le recuerde el 28 de noviembre, día en que fue
nacionalizada la Escuela Municipal para Sordos y surgió la Escuela Nacional de Sordomudos.
36. AHSS, BP, EE, ENSM, Leg. 2, Exp. 23, f 2v.
37. Boris Fridman, op. cit., p. 33.
38. Gwyn Prins, “Historia Oral”, en Peter Burke (ed.), Formas de hacer historia, Madrid, Alianza
Editorial, 1993 (Alianza Universidad, 765), p. 152. Las cursivas son nuestras. Asimismo, la
siguiente pregunta del especialista en historia oral Jorge Aceves es pertinente en este tema e
incluso cobra nuevas dimensiones: “¿De qué manera podrían ustedes interrogar y conocer sobre
la vida cotidiana de los grupos humanos que no dejan registro escrito? No sólo hablamos de los
grandes sectores populares, sino particularmente de las minorías sociales, étnicas y sexuales, en
quienes los tiempos y los espacios de la vida cotidiana son ámbitos más propicios para emplear la
historia oral en sus niveles y escalas locales y regionales, en sus problemas y significados”. Jorge
Aceves, “Sobre los problemas y métodos de la historia oral”, en Graciela de Garibay (coord.),
Historia con micrófono, México, Instituto Mora, 1994, pp. 45-46.
39. En este trabajo quedan de manifiesto sólo algunas de esas características, que corresponden a
subtítulos en el libro del famoso mitólogo: la llamada de la aventura, el cruce del primer umbral,
el camino de las pruebas, la reconciliación con el padre, la negativa al regreso, el fin del
microcosmos, entre muchas otras que no son analizadas en nuestro texto. Para más información
ver Joseph Campbell, op. cit. pp. 53-61, 77-88, 94-104, 119-139, 179-182, 324-331.
40. Luis Luna Guzmán y Juan Carlos Miranda [Sordos], Lenguaje de manos para sordomudos,
México, s.e., 1990, p. 3. cfr. con Entrevista a Vicente Castillo [Sordo], por Christian Jullian
(intérprete de lengua de señas mexicana: Gicelle Barajas) México DF, 12 agosto de 2001.
41. Carol A. Padden, “La explicación popular en la supervivencia de una lengua”, en David
Middleton y Derek Edwards (Coords.) Memoria Compartida, la naturaleza social del recuerdo y del
olvido, Barcelona, Paidós, 1992, p. 211.
42. La seña “apóstol” se puede traducir igual que en español, y es interesante que en varios textos
escritos y publicados por sordos a lo largo de los años, y en innumerables conversaciones, se ha
empleado de manera consistente ese término para referirse a Huet. Una prueba contundente de
326

la importancia simbólica de Huet y el empleo del término “apóstol” para referirse a él se


encuentra en el articulo inicial del número uno de la primera revista hecha por Sordos de la
ciudad de México, editado en 1934, e intitulado “Reminiscencias de un apóstol y maestro de
sordo-mudos”. No sobra decir que la portada de esa revista tiene una fotografía de Eduardo Huet.
Ver Ignacio Sierra [Sordo], “Reminiscencias de un apóstol y maestro de sordo-mudos” en
Compañerismo, México DF, año 1, núm. 1, 2 de abril de 1934. Por otro lado, es frecuente que los
“héroes” de otras comunidades de Sordos en el mundo, como L’Epée en Francia o Clerc en Estado
Unidos, sean llamados “apóstoles”.
43. Entrevista a Roberto Reyes (sordo), por Christian Jullian (Intérprete de Lengua de Señas
Mexicana: Gicelle Barajas), México DF, 12 agosto de 2001. Algunas implicaciones de esa pregunta
pueden observarse en “La mujer como tentación”, en Joseph Campbell, op. cit., pp. 114 a 119.
44. Thomas Smith, op. cit., p. 63.
45. Según sus descendientes, desde que Eduardo y Catalina salieron de Brasil, Adolfo Pedro y su
hermana María fueron enviados a Francia para estudiar “con los padres maristas en su plantel de
Catean Rouge a orillas del río Ingre”. Después del divorcio de sus padres, Adolfo alcanzó a
Eduardo en la ciudad de México, donde estudió la carrera de leyes en la Real y Pontificia
Universidad de México, aunque nunca la ejerció, porque prefirió trabajar en la misma escuela que
había fundado su padre. Sin embargo, es probable que estando ya en dicho establecimiento,
llevar el mismo apellido que su fundador fuera un obstáculo para su carrera, debido a que
muchos todavía recordaban a Eduardo como partidario del método francés, que en el momento
en que Adolfo estuvo vinculado con la institución ya no era aceptado.
46. Esta fusión entre los recuerdos de ambos personajes fue a todas luces un gran impulso para la
mitificación de Eduardo: si hubo al menos un Huet durante los primeros cincuenta años de
funcionamiento de la Escuela, y éste siempre fue hábil en el manejo de las señas y destacado por
su conocimiento, no es extraño que los Sordos se sintieran identificados con él. Por otro lado, la
cantidad nada despreciable de alumnos que tuvieron en conjunto Eduardo y Adolfo fue de más de
600 Sordos, incluidos todos los que llegarían a ser posteriormente los líderes de la Comunidad.
47. En lengua de señas mexicana cada individuo tiene una seña personal que lo identifica dentro
de la Comunidad, que por lo regular es diferente de su nombre legal deletreado. Esta seña, que
algunos consideran un “apodo” o “firma visual”, sirve para evitar las confusiones entre
homónimos. Sin embargo, la “firmas” usadas para referirse a Eduardo Huet y a su hijo Adolfo son
tan parecidas que si no se observan con atención, pueden parecer idénticas. Tal confusión puede
apreciarse claramente en Entrevista a Vicente Castillo [Sordo], por Christian Jullian (intérprete
de lengua de señas mexicana: Gicelle Barajas) México DF, 12 agosto de 2001.
48. Entrevista a Ana María Vargas [Sorda], por Christian Jullian (Intérprete: Gicelle Barajas)
México DF, 19 agosto de 2001, cfr. con Entrevista a Mario Guzmán Díaz [Sordo], por Christian
Jullian (intérprete: Gicelle Barajas) México, 29 julio de 2003.
49. En realidad, los mitos sobre la fundación de esa escuela y el papel que desempeñó Benito
Juárez son tan ricos como los del propio Huet, y las implicaciones que tienen son tan grandes que
podrían escribirse varios artículos sobre el tema y su correspondencia con otros arquetipos
jungianos. En vista de esa situación, hemos preferido no ahondar en ellos por el momento y
concentrarnos sólo en el papel del “héroe” Eduardo Huet.
50. Entrevista a Roberto Reyes [Sordo], por Christian Jullian (intérprete de lengua de señas
mexicana: Gicelle Barajas) México DF, 12 agosto de 2001.
51. Jorge Perelló, Lenguaje de signos manuales, Barcelona, Editorial Científico-Médica, 1987,
(Audiofoniatría y logopedia, 10), p. 3.
52. Entrevista a Roberto Reyes [Sordo], por Christian Jullian (intérprete de lengua de señas
mexicana: Gicelle Barajas) México DF, 12 agosto de 2001.
53. Entrevista a Manuel Vergara Pineda [Sordo], por Christian Jullian (intérprete: Gicelle Barajas)
México DF, 19 agosto de 2001. El papel de Juárez es importante porque en las narraciones es
327

presentado como el “buen” presidente normo-oyente interesado en los Sordos, que contrasta
notoriamente con los “malos” normo-oyentes (presidentes o no) que los ignoran. Desde esta
perspectiva, es tan importante que Juárez fuera presidente, como que fuera normo-oyente,
porque al ser un personaje destacado de la historia de México, subrayaba la convivencia que
podía haber entre ambos grupos. En otras palabras, es una manifestación del anhelo de
aceptación que tienen los Sordos y el deseo de no ser discriminados.
54. En contraste, Maximiliano no podía ser el “buen” presidente normo-oyente, porque no tenía
prestigio entre la población, y recordar el interés de él por los Sordos no tendría tanto impacto
como el atribuirle lo mismo a Juárez.
55. Charles Michel de L’Epée, op. cit., p. 198.
56. Álvaro Marchesi, Desarrollo cognitivo y lingüístico de los niños sordos, Madrid, Alianza, 1991
(Alianza Psicología, 17), p. 182.
57. Jorge Perelló, op. cit., p. 5. Charles Michel de L’Epée, op. cit., narra el examen sobre
conocimientos religiosos que hicieron muchos de sus estudiantes, los cuales respondieron en
francés, latín e italiano a las preguntas que algunos teólogos especialmente enviados desde Roma
les hicieron.
58. Álvaro Marchesi, op. cit., pp. 182-184. Cfr. con Jorge Perelló, op. cit., p. 3.
59. Christian Jullian, op. cit., pp. 150-157.
60. Boris Fridman, op. cit., p. 34.
61. Idem. Esta situación se agravó todavía más con la irrupción en el plano internacional de las
ideas eugenésicas y con la creencia de que el problema de los sordos era principalmente médico y
no educativo.
62. Idem.
63. Ver Alfredo Saavedra, op. cit., p. 146.
64. Los Sordos, por su parte, se fueron al otro extremo al señalar que hubo muchos maestros
Sordos en los primeros años de la escuela. Esta idea también es errónea: Eduardo Huet fue el
único maestro sordo del que se tenga registro, al menos hasta la cuarta década del siglo XX. Ver:
Boris Fridman, op. cit., p. 34 y Christian Jullian, op. cit., p. 136.
65. Es interesante en particular el caso de José María Márquez, que sí es mencionado en muchos
libros de historia de la Educación Especial, como el “introductor del método oral puro en
México”. De tal forma que muchos educadores lo conocen mejor que a Huet, pero con los Sordos
ocurre a la inversa. Ver, entre muchos otros, La Educación Pública en México, op. cit., p. 369 y
Francisco Larroyo, Historia comparada de la educación en México, 3a ed., México, Porrúa, 1952, p.
393.

RESÚMENES
Eduardo Huet, personaje interesante, de historias innumerables, es el centro de atracción de este
capítulo. Debido a su incapacidad auditiva, él se propone crear varias escuelas en las que
destaque el trato especializado hacia personas con su misma deficiencia. Primero lo hace en
Francia y Brasil y posteriormente se enfoca en México. Este apartado trata de él y de sus logros.
Se expone una pequeña biografía en la que se pueden conocer algunas cosas que le afectaron y a
la vez lo impulsaron a crear estas escuelas.
328

Edouard Huet, personnage haut en couleurs, protagoniste d’innombrables anecdotes est la


vedette de cette contribution. Du fait de sa surdité, il fut le promoteur de plusieurs écoles qui
s’illustrèrent par un traitement pour les malentendants comme lui. Il commence en France et au
Brésil, puis se fixe au Mexique. L’étude s’intéresse à sa personne et à ses succès à la manière
d’une petite biographie qui aidera à comprendre aussi bien son état d’esprit que les motivations
qui le poussèrent à créer ces écoles.

AUTOR
CHRISTIAN JULLIAN
Christian Jullian. Licenciado y maestro en historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la
UNAM. Se ha especializado en la historia y mitología de las comunidades de sordos y ciegos en
México durante los siglos XIX y XX, así como en el surgimiento de las nociones de anormalidad y
discapacidad, temas sobre los cuales ha realizado diversas publicaciones e impartido conferencias
y cursos en distintas instituciones públicas y privadas del país.
329

Taras, estigmas, degeneración. Los


científicos sociales de finales del
XIX frente a la prostitución
Fernanda Nüñez

Santa embelleció más aún; el tanto pecar le iba de


perlas a la campesina. Lo que si perdía, y a
grandísima prisa por desgracia, era el sentido
moral en todas sus encantadoras manifestaciones;
ni rastros quedaban de él, y por lo pronto que se
connaturalizó con su nuevo y degradante estado,
es de presumir que en la sangre llevara gérmenes
de muy vieja lascivia de algún tatarabuelo que en
ella resucitaba con vicios y todo. Rápida fue su
aclimatación, con lo que a las claras se prueba que
la chica no era nacida para lo honrado y derecho, a
menos que alguien la hubiese encaminado por
ahí...1
330

Portada: La simetría en los jarrones, el tapiz estilo Art Nouveau, así como el velo que la
cubre y los ademanes “orientalistas”, muestran la sensibilidad de los ambientes
escondidos y misteriosos de prostíbulos elegantes de fines del siglo XIX.
Fuente: Ava Vargas (comp.), La casa de citas en el barrio galante, México, Grijalbo/Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes, 1991, p. 3.

1 Quisiera empezar por referirme a la simultaneidad de una preocupación general, a un


ambiente “científico” común entre ambos continentes.2 A este clima se le ha llamado
criminalista aunque me parece pertinente recordar que ese término abarcaba mucho más
que lo penal, pues lo que intentarán los científicos sociales de fines del siglo XIX es
elaborar un catálogo sociológico-higiénico-moral para “entender”, controlar y regenerar
dentro de lo posible a las clases sociales marginadas. Ese ambiente que se pretende
científico estaba totalmente permeado por el biologismo detrás del darwinismo social y
de la teoría social positivista. Y si entrecomillamos la palabra “entender” a las clases
marginales, es porque esta visión del mundo positivista a pesar de sus pretensiones de
objetividad es eminentemente clasista, racista y misógina. Esperamos en esta ponencia
lograr explicarla a través de su mirada hacia las trabajadoras del oficio “más viejo del
mundo”.
2 Una vez más, La Prostituta es un ejemplo muy bueno para ilustrar esa visión, porque sus
representaciones encarnan a fines de siglo el paradigma de la degeneración de la raza, al
mismo tiempo sirven de muestra de los peligros que acechan al mundo civilizado cuando
los hombres (decentes, por supuesto) tienen relaciones sexuales extraconyugales. Hacia
finales del siglo XIX la prostituta adquiere un estatuto que no había tenido hasta ese
momento en la historia de sus representaciones sociales, el de criminal, volviéndose un
“problema social”. A ello contribuyeron la incipientes ciencias sociales; la sociología, la
criminología moderna, la antropología, la medicina, el periodismo, la literatura. Emile
Zola, por ejemplo, es el novelista de la degeneración por excelencia. Escribe Naná en 1880
331

y universaliza el tema de las mujeres venales de moda y su funesto destino, visión que en
nuestro país llegará a su apoteosis con la novela Santa al comienzo del siglo XX.
3 En la primera parte del siglo XIX los médicos que con Parent Duchatelet a la cabeza habían
abogado a favor de la reglamentación de la prostitución y ayudado a desarrollar ese
sistema llamado de la tolerancia oficial, atribuían las conductas y las causas
prostitucionales al temperamento individual y un poco también al medio social de las
mujeres venales. A finales de siglo, ya no hay tal acuerdo entre los doctores, se desata una
gran discusión en torno a la prostitución y a la mejor forma de encararla. Los
abolicionistas pensaban que la reglamentación de la prostitución no había logrado frenar
la sífilis, además, las mentalidades habían cambiado y su control se asocia a la
explotación, a la esclavitud, a la trata de blancas; al mismo tiempo, la sociología y la
antropología criminal fundan “científicamente” el concepto de la prostitución congénita
o innata que desarrollarán los médicos, policías, juristas, literatos, periodistas.
4 El Dr. Lara y Pardo es un buen ejemplo de cómo esta visión “degenerativa” llega a México
con todos los clichés elaborados por la antropología criminal. Así afirmará en 1908 que “la
ciencia demuestra que la prostitución es sólo un fenómeno degenerativo, como la
delincuencia y todos los vicios sociales, las prostitutas son seres inferiores socialmente
hablando, que participan de los caracteres de inferioridad que distinguen a los
degenerados (pereza, despreocupación, superstición, deseo de llamar la atención, y
perversiones funcionales del sistema nervioso, hasta llegan a tener un aspecto exterior
especial, obesidad, pereza intelectual, son supersticiosas...”3

Entrevista Amorosa o El Beso, pintura de Atanasio Vargas. Fue expuesta en 1875 y deja ver
la concepción que las elites “blanqueadas” tenían de las relaciones entre jóvenes. “En
una terraza privada, una mujer vestida de blanco, con dedal y agujas en mano, se dispone
a coser un botón de la camisa de su acompañante, quien aprovecha la cercanía de los
cuerpos que le proporciona esta ocasión para tocar su rostro y besarla”
Fuente: Pintura y vida cotidiana en México, 1650-1950, México, Fondo Cultural Banamex-
Conaculta, 1999, p. 207.
332

5 A finales de siglo los doctores mexicanos pueden estar o no de acuerdo en que la forma de
“controlar higiénicamente” a las prostitutas fuera tolerándolas o reglamentando
perfectamente sus obligaciones sanitarias, como se había hecho desde 1865, pero de lo
que sí están completamente seguros es en que ese oficio vil conllevaba enfermedades (la
tan temida sífilis) que, como explica el Dr. Manuel Alfaro, “es una enfermedad que
aniquila y degenera la raza, después de haber contagiado a la esposa y otras personas
inocentes, sin que sea indispensable la vía venérea”.4
6 En nuestro encuentro del año pasado en Michoacán expuse más ampliamente cómo el
temor a la sífilis fue creciendo durante el siglo XIX entre los médicos y encargados de la
inspección sanitaria y cómo para finales del siglo y hasta la Primera Guerra Mundial, ese
temor llega a su límite y se impone la noción de Heredosífilis acuñada por los doctores
franceses Alfred y su hijo Edmond Fournier. En esta ocasión quisiera demostrar cómo ese
miedo provoca también el despliegue de un conjunto discursivo que llega a ser bastante
delirante, se llega al extremo de elaborar la explicación de la prostitución innata que hoy
no se podría comprender si no recordamos que esos temores pueden aflorar en la
sociedad porque existe subyacente un temor real a la degeneración de la raza.
7 Desde 1888 el Dr. Francisco Guëmes hacía un balance de la cuestión citando al francés
Virey, “en todo el mundo, la prostitución acorta la existencia, enerva y vuelve bastarda la
raza, acaba la salud, el vigor y el coraje, multiplica los vicios al mismo tiempo que crea
desorden y miseria”.5

La Divina infantita es la imagen de la niña virtuosa con alma pura y santa. Es divina por
su belleza espiritual y porque se ha entregado en cuerpo y alma al Señor. Lo contrario de
la prostituta.
Fuente: Manilla. Monografía de 798 estampas de Manuel Manilla. Grabador mexicano, por
Mercurio López Casillas, México, Javier y Ramón Reverté, eds., 2005, p. 22.

8 El miedo creciente a la sifilización mundial y a su consecuente aniquilación racial,


provoca que en el ámbito internacional se organice la lucha contra ese peligro. La primera
conferencia sobre ese tema específico se llevará a cabo en Bruselas en 1899, a iniciativa de
la Academia de Medicina de Bélgica, cuyos médicos habían hecho partícipes a sus
333

homólogos franceses sobre la extrema gravedad de esa peste moderna. La mayoría de los
países europeos asistieron a Bruselas y el resultado de esa reunión fue la creación de la
Sociedad Internacional de Profilaxis Sanitaria y Moral, cuya meta fue la de coordinar los
esfuerzos de los países interesados en luchar contra ese horrible peligro. 6
9 Poco tiempo después, en México, “un selecto grupo de nuestros médicos originará la
fundación de la Sociedad de Profilaxis Sanitaria y Moral, cuyo esencial propósito, si ansia
llegar a fines positivos ha de ser sanear dentro de la moralidad, dice el Dr. Lavalle, porque
no cabe dudar de que las prostitutas forman la vanguardia del ejército cuya derrota se nos
ha encomendado”.7 Como podemos apreciar, el temor a la degeneración de la raza tiene
un trasfondo eminentemente racial, sexual y eugenista, ya que la raza sólo podía salvarse
aplicando un estricto control sobre la sexualidad, sobre la reproducción de la población.
Aunque la sexualidad para nuestros científicos positivistas fuera un tema que debía
tratarse con mucho cuidado, “la enseñanza de la higiene sexual en las escuelas se está
implementando en México, aunque con el prudente tanteo que el asunto requiere”, dice
el Dr. Lavalle.8

Prostitución, locura y degeneración


10 La frecuencia de las enfermedades mentales en las prostitutas es otro cliché retomado por
los alienistas, neurólogos y después sexólogos del XIX sin que esté fundado sobre algún
estudio clínico verdadero, nadie siente la necesidad de confirmar esa hipótesis pues su
validez resultaba evidente. Así, desde principios de siglo, los doctores Esquirol, Parent
Duchatelet, etc., hablan de la práctica de la prostitución como causa de las enfermedades
mentales, una etapa en el irremediable camino hacia la locura.
11 Los lazos que unen a la prostitución y a la locura con una herencia podrida, constituyen
un tema importante en el discurso prostitucional y están entrelazados con la criminología
decimonónica. Desde principios del siglo XIX, se habían empezado a aplicar los conceptos
y tecnologías de las ciencias del desarrollo biológico y del comportamiento para aplicarlos
en el estudio del crimen. Por primera vez, los criminólogos desarrollaron tipologías del
crimen y criminales, tratando de identificar patrones entre esas tipologías y las
características biológicas, psicológicas y sociales. Pero a finales del XIX, la fundación de la
criminología científica, con Lombroso a la cabeza, preconiza que los criminales son
distintos física y biológicamente y que se pueden detectar por sus rasgos, y que son estos
rasgos los que provocan la propensión al vicio. A partir de entonces, algunos doctores
consideran la práctica del amor venal en sí como una locura y tratarán de
“demostrar”que esta afección es el resultado de la degeneración, de una herencia
cargada.
12 En el primer congreso de antropología en 1885 Lombroso afirmó que su teoría del
criminal nato, predispuesto al crimen por su constitución física, no era discutible porque
surgía de la observación positiva de los hechos. Ahí explica sus teorías, el
comportamiento del criminal sería el fruto mórbido de un proceso de degeneración
caracterizado por un freno en el desarrollo en el estadio infantil. Sería a partir de la
civilización como el hombre mejoraría, pero el criminal sería una suerte de niño, con
síndromes de la degeneración que le habían impedido crecer, debido a influencias
mórbidas, como la epilepsia, el alcoholismo o la sífilis de los padres. 9
334

13 Cuando llega al tema de las mujeres la antropología criminal se vuelve delirante.


Siguiendo con la línea esbozada en L’Uomo delinquente, (1875), afirma cómo de pequeña la
mujer es más precoz que el hombre y que es esa precocidad la prueba de un fenómeno
atávico común a las razas inferiores. Esa prostituta innata o congénita es un ser
incompleto que sufrió una interrupción en su desarrollo, es víctima de una herencia
mórbida y presenta signos de su degeneración física y psíquica, estigmas que la alejan de
las mujeres honestas (si es que dentro de ese esquema cabría alguna)... este es el fondo de
la teoría que nace en las escuelas de Ferrigani, Lombroso y Ferrero en Italia, y de Paulina
Tarnowski en Rusia, y que, aunque objeto de severas y profundas críticas, fueron
rápidamente traducidos al francés e influyeron el discurso prostitucional mundial desde
1890 hasta la primera Guerra Mundial.
14 En 1895, Lombroso se consagra a las mujeres, con La mujer criminal y la prostituta, que
escribe en colaboración de G. Ferrero. Sus ideas, poco complacientes con las mujeres, se
asemejan a las de la ortodoxia de su época, se inscriben en la línea de pensamiento que
desde finales del siglo XVIII10 intentan demostrar “científicamente” la inferioridad
femenina.
15 La apariencia científica de las nuevas teorías criminalistas impresiona a la mayoría de
pensadores de su época, que desde sus diferentes ámbitos se ponen a “comprobar” las
tesis lombrosianas. Así, la antropometría revela la abundancia de estigmas de
degeneración en la mujer pública. En muchos rasgos, dicen, la prostituta se parece a la
mujer salvaje, primitiva y por lo tanto al macho (por ejemplo, en los tatuajes, en su mayor
virilidad, en que tienen mucho pelo ...). Para Lombroso la mujer primitiva fue siempre
prostituta, y por ello siempre la emparenta o la hace parecerse a las hotentotas. La fisio-
biología confirma los resultados de la antropometría, la prostituta nata se caracteriza por
otro estigma de degeneración: su precocidad en las reglas y en el comienzo de su vida
sexual, también es más lasciva y tiene menos sensibilidad (gusto, oído, etc.) al igual que
para Parent, para Lombroso y en general todos los doctores que se acercaron a este tema,
son más frecuentes las tríbadas, como llaman a las lesbianas y en los burdeles el safismo
es la regla.
335

Cada época tiene formas distintas de representar, significar y simbolizar el amor, la


pasión y el deseo carnal que corresponden al horizonte cultural, en el que las
influencias, venidas de lejos, pueden observarse.
Fuente: Manilla. Monografía de 798 estampas de Manuel Manilla. Grabador mexicano, por
Mercurio López Casillas, México, Javier y Ramón Reverte, eds., 2005, p. 69.

16 La degeneración psíquica de la prostituta nata determina su locura moral. Esta afección se


caracteriza esencialmente por la falta de pudor, causa fundamental de la génesis y
desarrollo de conductas prostitucionales. Tarnowsky definió el tipo y los caracteres de la
locura moral: ausencia de afección, violencia, celos, venganza, debilidad en el sentido de
la propiedad, atrofia del instinto maternal, atracción por la delincuencia, principalmente
el robo y el chantaje. Además, su inteligencia es inferior a la media, es glotona, voraz,
mentirosa, ociosa, floja, le gusta el baile y la orgía (como a los salvajes). Como todos los
locos morales, quiere a los animales y su espíritu religioso es, a los ojos de Lombroso, un
signo de degeneración. Lo esencial es su falta de pudor, pues este rasgo constituye el
síntoma psicológico de la degeneración moral y esta es la prueba de que ejerce su oficio
más por un defecto moral que sexual, porque de cualquier modo, la prostituta nata es
frígida.11
17 Los decimonónicos, deseosos de probar el origen hereditario del crimen, del vicio, así
como de todas las taras, le darán mucha importancia a la reconstitución de las familias, a
la genealogía. La herencia les sirve para explicar lo mórbido, lo malsano, la naturalización
de la falta. El discurso científico sobre la prostituta nata constituye un ejemplo de ello.
Tarnowski “demuestra” la frecuencia del alcoholismo, de la tisis, de la sífilis, de las
enfermedades nerviosas o mentales en los descendientes de las prostitutas rusas. En
México, Carlos Roumagnac indaga cuidadosamente la herencia de sus criminales.
336

Barata: un hombre barbado y con sombrero pasa al lado de un grupo de mujeres con
rebozo, algunas bellas, otras viejas, que están en un entarimado sobre un letrero que
dice: “Barata”... una mirada particular a la mujer morena o indígena.
Fuente: Manilla. Monografía de 598 estampas de Manuel Manilla. Grabador mexicano, por
Mercurio López Casillas, México, Javier y Ramón Reverte, eds., 2005, p. 163.

18 Esta teoría de la prostitución innata fue muy criticada, pero tuvo un eco considerable
entre los médicos de todas partes e impregna a gran numero de obras, aunque los autores
manifiesten sus reticencias y pretendan corregir al maestro. Será sobre todo el Dr.
Simonot el que complete la teoría de la prostituta congénita; su trabajo, es de 1911, marca
el fin de ese largo discurso antropológico sobre las prostitutas francesas inaugurado por
Parent en 1836. Simonot refuta primero las causas imputadas por los sociólogos, para él
“la prostitución es una afección orgánica patológica”, un acto reflejo automático. Esta
“locura de la generación” que la caracteriza es de origen hereditario, por una
“modificacón química, biológica de su plasma heredado”.12
19 Lombroso tendrá que retractarse de muchos de sus postulados al final de su vida. Además
de la hostilidad de los socialistas, de los libertarios y de todos los que se rehusaban a
admitir la primacía del temperamento en la génesis de las conductas prostitucionales, los
más lúcidos y severos críticos fueron los médicos abolicionistas. Pero fue Gabriel Tarde
(1843-1904) quien hizo la crítica más profunda a la antropología italiana y un análisis
innovador introduciendo al debate la acción del medio social como factor determinante
en el crimen y la prostitución. En su obra La moral sexual, reivindica el papel de la
prostituta mientras subsistiera el matrimonio monogámico y la moral cristiana. También
introduce el término “imitación”, que tendrá un lugar muy importante en la adopción de
conductas humanas asociales. Por la imitación y el contagio moral hay cada vez más
prostitutas, dice Julio Guerrero, y muchas de ellas con estigmas de clara degeneración.
Otro concepto criminalista importante para la explicación de la prostitución fue el de
hábito.
337

El fin de la familia, irremediable catástrofe


20 En nuestro país las teorías criminalistas prenden entre el grupo de los científicos
positivistas a través de la lengua francesa, y aunque no todos son médicos, se interesan
profundamente en el tema prostitucional. Como miembros de la élite pensante,
comparten esa visión clasista, racista y misógina sobre su sociedad en general y sobre las
mujeres y las clases populares en particular, no sorprende tanto entonces su absoluta
ahistoricidad y su poca cientificidad, pues ese es el tono gneral.
21 Hacen una distinción fundamental entre amor y pasión, entre el sano y elogioso fin de
fundar una familia para reproducirse y el despreciable pero imperioso deseo masculino
que hace que las prostitutas sigan siendo un mal necesarísimo en una sociedad en la que
no todos pueden bendecir su unión en el santo matrimonio. El peligro estaba en que,
como los alcohólicos, ellas pertenecían a la ínfima clase de la sociedad. Esta idea de que
las razas evolucionan o degeneran, suben o bajan, mejoran o empeoran y se extinguen va
junto con la de las clases sociales, igualmente jerarquizadas y ahí las mujeres sufren una
doble discriminación, las prostitutas del discurso son irremediablemente pobres y
degeneradas. Esa era la consecuencia ineludible de la condición personal y social de
nuestro pueblo bajo, compuesto casi totalmente de elementos degenerados por la
herencia morbosa y agotados por el alcoholismo y la miseria, explicaba Julio Guerrero. 13
22 En 1901, este abogado publica La génesis del crimen en México, obra que causó grandes
polémicas y que mereció elogiosos comentarios de sociólogos europeos. Fue precisamente
Gabriel Tarde el comentador de su obra en sus conferencias de criminología en el Colegio
de Francia de Paris. En México, la sociedad positivista Gabino Barreda invitó a varias
agrupaciones científicas a hacer la crítica del libro ante el propio autor. 14
23 En este libro, Guerrero explica su visión de la sociedad mexicana, a la que, al no estar lista
todavía para dividirse en clases sociales, cataloga según el grado de su evolución familiar,
de la horrible y disoluta poligamia que correspondería –por supuesto– a las abyectas
clases menesterosas, hasta llegar a la más perfecta monogamia de las clases superiores.
Aunque para Guerrero el 80 % de las mujeres eran histéricas, había una clara diferencia
entre ellas; la señora decente, dice, “tiene un tipo nacional: alta, trigueña, sonrosada, con
pelo largo, suave y abundante, pies y manos pequeños, ojos negros rasgados en los que
brillan las ideas más puras, están llenas de hijos... son instruidas, católicas y cultivan con
éxito las bellas artes... así son las esposas de nuestras clases directoras”. 15
24 En cambio, las mujeres de las clases populares que tienen que trabajar de sirvientas e
irremediablemente terminan prostituyéndose
son por lo general mestizas, el cruzamiento se ha hecho de manera inarmónica...
Todas tienen algo de prognatismo, senos frontales, orejas deformes o algún otro
estigma que inmediatamente las revela como degeneradas, ostentando
irregularidades concomitantes en su carácter. Su cerebro es una mezcla
estrambótica de las ideas que espontáneamente produce su cerebro, que se halla en
un estado psicológico de creencias en brujerías y hechizos y de las que oyen a sus
amos. Presuntuosas con sus parientes y amigos, difaman sin cesar a las personas
que sirven, son de moral relajadísima y tienen amores simultáneos o sucesivos con
los mozos de la casa. Ellas son las que inician a los niños de la familia en los secretos
del amor... y son las que con más tenacidad persigue la policía de sanidad...
practican el aborto, infanticidio, abandonan a sus seres queridos, roban, etc. 16
338

25 Fueron contemporáneos, y también estudiosos del tema, el periodista Carlos Roumagnac,


17
el Dr. Luis Lara y Pardo quien durante varios años perteneció al cuerpo médico de la
policía, y el Dr. Lavalle Carvajal,18 quien trata en varias páginas de su obra de demostrar
científicamente que lo mejor para la sociedad sería que los hombres no tuvieran
relaciones sexuales sino hasta que se casaran, “la castidad es la piedra angular de este
edificio...” Pero como ese ideal era casi imposible de cumplir las prostitutas debían ser
fuertemente vigiladas.

Las Casas de citas fueron prostíbulos reservados para las elites. “En el centro (falso y
verdadero) de casas de citas y barrios galantes están las prostitutas, tanto más
indispensables cuanto más despreciadas, seres a la disposición del desahogo y el
escándalo en abstracto (que es la persecución en concreto)”.
Fuente: Ava Vargas (comp.), La casa de citas en el barrio galante, Prólogo de Carlos
Monsiváis, México, Grijalbo-Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1991, portada
del libro y cita de la p. 37.

26 Roumagnac no es médico, sino “un simple aficionado observador” que se siente obligado
por su puesto en la policía no a escribir un libro científico, sino a inspirarse en los
doctores Emile Laurent, autor de Les habitués des prisons de Paris y Arthur Mc Donald, de Le
Criminel para hacer un estudio psico-fisio-biográfico de los criminales de México. Se
inscribe dentro de esa corriente de pensadores que pretende, (como Laura Cházaro19 lo
indicó con el Dr. Vergara, que le refuta a Jourdanet la pereza del mexicano) demostrar
que el pueblo mexicano no es el más criminal del mundo como afirma Gabriel Tarde, ni
sus descendientes indígenas los más dulces del mundo, como lo pretende Biart. Para
Roumagnac, la violencia (de los aztecas) no era defecto de raza sino producto de sus
creencias religiosas, él quiere demostrar que el crimen era una enfermedad que se podía
traer dentro sin siquiera sospecharlo, en la sangre, y por lo tanto factible de legarse a una
descendencia que será irremediablemente criminal.20
339

27 Para él había dos tipos de crímenes, los cometidos por una enfermedad positiva (es decir,
real); como la locura y la epilepsia, y los que se debían a una organización mental
defectuosa, resultado de una mala herencia. Se basa en las tesis de Letourneau, para quien
la pasión era un deseo violento y duradero que dominaba por completo todo el ser
cerebral, y en Tarde y Lacassagne para demostrar que el elemento constitutivo de la
mayoría de los crímenes pasionales eran los celos.21 Claro que existían las pasiones
normales, pero había otras desviadas, las que tropiezan con las lacras congénitas o
adquiridas que provocaban el vicio, el delito. Los celos normales, por ejemplo, eran los
que protegían a la monogamia, estado que para Roumagnac era lo mejor, fisiológicamente
hablando, en la naturaleza, pero cuando había una perversión en los sentimientos,
originada o favorecida por lesiones orgánicas, se llegaba al suicidio, a la locura y al
crimen.

Las representaciones sobre la mujer cobran sentido en el universo moral del catolicismo
de la época; la mujer que vende su cuerpo es culpable, pecadora, pierde su alma y será
castigada en los infiernos donde su cuerpo arde para siempre.
Fuente: Manilla. Monografía de 598 estampas de Manuel Manilla. Grabador mexicano, por
Mercurio López Casillas, México, Javier y Ramón Reverté, eds., 2005, p. 40.

28 A pesar de que Roumagnac mide escrupulosamente las cabezas de sus criminales y de que
les hace preguntas reveladoras de estigmas –como si se orinaron en la cama y hasta qué
edad, o si se masturbaron–; a pesar de que busca ansiosamente en las familias de sus
criminales rasgos que le revelen la degeneración –locura, alcoholismo y sífilis, o de
violencia en sus padres, tíos, hermanos, etc.– todos esos datos, por cierto muy
maniqueamente sacados, no logran probar nada fuera de que, en general, las mujeres
buscan la muerte, unas porque no eran vírgenes al llegar al matrimonio, otras porque
salen solas, o no obedecen al marido y todas por pobres y feas. A pesar de que termina sus
análisis biográficos citando a los famosos criminalistas Lombroso, Ferri, Kovalesky y
Laurent y demostrando cómo “esos caracteres físicos están muy lejos de haber sido
340

determinados con precisión”, sus criminales mexicanos eran innatos, debido a la


inferioridad psíquica resultante de su degeneración.
29 Para terminar nuestra exposición podríamos concluir con el famoso Dr. Lara y Pardo,
quien a pesar de estar tan al tanto de la literatura francesa sobre el tema prostitucional se
niega rotundamente a introducir, como lo hizo el criminalista francés GabrielTarde, al
medio social desfavorecido como causa de que las mujeres se dedicaran a la prostitución,
para él, la ciencia había demostrado que la prostitución era un estado de inferioridad
psicológica y social, una degeneración como la vagancia, la criminalidad o la mendicidad.
La prostituta, para nuestro galeno, adquiría caracteres de degeneración claramente
perceptibles y de los que no se libraría jamás. Como todo parásito, ellas perdían la aptitud
para la vida libre, lo que no quiere decir que la prostituta lo fuera fatalmente, o que
forzosamente tendría hijos que se prostituirán irremediablemente. En este caso la
influencia hereditaria no era tan determinante, Lara y Pardo afirma como sus colegas, que
era bien conocida su esterilidad y que si éstas llegaban a tener hijos era porque los habían
concebido antes de comenzar a ejercer su funesta carrera.
30 Lo que sí se heredaba, según Lara y Pardo, lo que sí era congénito, era la inferioridad
psicológica, moral y social, condición indispensable para llegar a cualquiera de las formas
de degeneración, una de las más frecuentes en las mujeres era la prostitución. 22
31 Era la causa principal y única en todos los países del mundo, las demás eran causas
ocasionales, en donde la imitación jugaba también un papel importante. Otro aspecto
fundamental en la concepción sobre la prostituta nata del Dr. Lara fue su constatación
“científica” de que la servidumbre constituía por sí misma un grado, aunque menos
acentuado, de degeneración.23 Porque, según él, en México la vida de la mujer era más
fácil mientras más baja su condición social, las oportunidades de trabajo eran mayores y
las necesidades mínimas, por lo tanto, no era la pobreza o la falta de trabajo la causa de la
prostitución. Un salario significaba el valor en numerario de un esfuerzo útil, consciente,
un gasto de inteligencia y de voluntad que no harán sino los más fuertes. Si la pobreza
fuera la única causa de la prostitución, no existiría en ciudades ricas como en EU. 24
32 Las prostitutas de Lara y Pardo sólo son “infelices que han vivido a merced de sus
instintos y de sus inclinaciones estimuladas por un medio pantanoso. Martirologios del
vicio, abandono e ignorancia y miseria psicológica”.25 Deplora no tener datos
antropológicos para poderlas clasificarlas, se conforma con la descripción física que
hacen de ellas los comisarios de sanidad, en donde casi todas son descritas como “feas y
analfabetas”. Constata que la mayoría de prostitutas sometidas se declara “sin oficio” o
sirvientas, con lo que demuestra lo que previamente sabía: “no es la miseria la que
empuja a la prostitución, no han tenido una lucha moral intensa ni han sufrido hambre,
desnudez, privaciones enloquecedoras antes de hundirse en ese fango del que no se sale
jamás”.26
33 La prostituta, concluye, es un ejemplar anormal en ocasiones toca los límites de lo
patológico, y en lo colectivo representa una forma parasitaria. Y de todas, la mujer
pública que vive en burdeles es la especie más rudimentaria, más degenerada de parásito
social.
34 Hasta 1910 los doctores siguen estudiando y escribiendo sobre el tema, las prostitutas y su
control higiénico y moral continuaban siendo un quebradero de cabeza, como desde hacía
ya medio siglo. La discusión que desató en México la segunda Conferencia Internacional
para la Profilaxis reunida de nuevo en Bruselas en 1902, es muestra de ello y del miedo a
341

que “el mal susodicho se esté propagando extraordinariamente”. El Dr. Cisero, 27 hace
partícipes a sus colegas de los problemas suscitados en Bélgica, sobre la pertinencia de
tipificar como delito la prostitución, y de castigar la contaminación intersexual. Los
doctores se preguntaban si con esa medida se lograría reducir la sífilis al grado de
suplantar la famosa reglamentación que seguía siendo el coco de los doctores, pues nunca
se había logrado erradicar la enfermedad.
35 La discusión era muy difícil pues, como bien lo señala el Dr. Cicero, ¿dónde poner la
“decantada igualdad ante la ley en que iban a quedar los dos sexos?, siempre el hombre
sabrá más fácilmente qué mujer lo contagió; mientras que a la prostituta le será
sumamente difícil señalar al hombre culpable”28 Para la mayoría de los médicos, la sífilis
era una enfermedad de las prostitutas y muy pocas fueron las voces que pidieron que los
hombres fueran también controlados, pues eran ellos los que la llevaban a los hogares y
contaminaban a los ángeles del hogar, únicas mujeres dignas de verdadera atención.
36 Se discute también sobre la pertinencia de la castidad hasta el matrimonio y sobre los
efectos diferentes que esta practica de control de sí mismo podía tener en hombres y
mujeres. Una vez más los prejuicios de clase y de género salen a la luz pues mientras que
para los varones la castidad era casi imposible de lograr, pues su misma constitución
fisiológica lo indicaba así; para las mujeres era un requisito indispensable para lograr
contraer un buen matrimonio y ser aceptada por la sociedad. Las diferencias fisiológicas
inscritas en el cuerpo marcaron la diferencia genérica.
37 Tal vez podríamos felicitarnos de que la Revolución Mexicana haya venido a distraer a las
mentes “lúcidas” de la sociedad de estos álgidos temas y de que ese movimiento social
implicara a la larga la promoción del papel de las mujeres en la sociedad, aunque las
prostitutas no hayan logrado quitarse el estigma negativo que las persiguió todo el siglo
XIX. Entonces fue la soldadera la encargada de atraer las miradas y de ser objeto de
estudio y ejemplo del extremo al que puede llegar una mujer cuando da rienda suelta a
sus instintos, pero esa es otra historia.

NOTAS
1. Federico Gamboa, Santa, México, Grijalbo, 1979. p. 76.
2. Una versión corta de este artículo fue presentado como ponencia en el IV Coloquio: México
Francia, “Afrancesamiento y Modernidad en México”, Jalapa, abril del 2001, fue publicada en el
libro, Norma Blázquez Graf y Javier Flores (eds.), Ciencia, teconologia y género en Iberoamérica,
México, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades-UNAM, 2005.
3. Luis Lara y Pardo, La prostitución en México. Estudios de Higiene Social, México, Lib. de la Vda. de
Ch. Bouret, 1908, p. 147.
4. Manuel Alfaro, “Cuestión. Estudiar la Reglamentación actual de la prostitución señalar sus
ventajas e inconvenientes e indicar las reformas que sería útil introducir”, en: Gaceta Médica de
México, T. 25, 1890.
5. Francisco Güemes, Algunas consideraciones sobre la prostitución pública en México, México, Imp.
Sria de Fomento, 1888, p. 9.
342

6. Alain Corbin, Les filles de noce. Misere sexuelle et prostitution au XIX e siecle, Paris, Champs
Flammarion, 1982, pp. 390-391.
7. E. Lavalle Carvajal, La buena reglamentación de la prostitución es conveniente, útil y sin peligros,
México, Imp. de la Sría de Fomento, 1911.
8. Ibíd., p. 86.
9. Cesare Lombroso, La femme criminelle et la prostituée, 1895, presentado por Pierre Darmon, Paris,
Millon, 1991, p. 19.
10. Dr. Bienville, Nymphomanie ou traité de la fureur uterine (1775).
11. Alain Corbin, op. cit., pp. 443-445.
12. Alain Corbin, op. cit., p. 447.
13. Estudio de psiquiatría social, prol. Amoldo Kraus, CNCA, México, 1996 (primera edición 1901, Lib.
de la vda. de Ch. Bouret), p. 17.
14. Algunas réplicas se publicaron en la revista La República, destacando: “Transiciones pasionales
del ebrio mexicano y Condiciones fisiológicas del soldado mexicano”.
15. Op. cit., p. 147.
16. Op. cit., p. 140.
17. Carlos Roumagnac es un declarado abolicionista, coautor con Alberto Leduc y con el Dr. Luis
Lara y Pardo del Diccionario de Geografía, Historia y Geografía y es el autor de Elementos de policía
científica mexicana (1923). Fue miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, de la
Alianza Científica Universal, de la Sociedad Antonio Álzate, de la Mexicana Sanitaria y Moral de
Profilaxis Venéreas entre otras.
18. Perteneció a la Sociedad Mexicana Sanitaria y Moral de profilaxis de las enfermedades
venéreas. Escribió La buena Reglamentación de las Prostitutas en 1911, en respuesta a las tesis
abolicionistas del Dr. Lara y Pardo y del Lic. Roumagnac.
19. Laura Cházaro, Medir y valorar los cuerpos de una nación: un ensayo sobre la estadística médica del
siglo XIX en México, tesis de doctorado, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, México, noviembre de
2000.
20. Carlos Roumagnac, Por los mundos del delito. Los criminales de México, Ensayo de psicología criminal
(vol. 1) México, Tip. El Fénix, 1904, y Matadores de Mujeres, (vol. 2), México, Lib. de Ch. Bouret, 1910.
21. Leturneau, Physiologie des passions; Gabiriel Tarde, La philosophie penale; Lacassagne, Crímenes
sexuales.
22. Luis Lara y Pardo, op. cit., pp. 108-109.
23. Ibídem, pp. 110-112.
24. Ibídem. p. 117.
25. Ibídem, p. 34.
26. Ibídem, p. 37.
27. Dr. Eduardo E. Cisero, líder de la Sociedad Mexicana Sanitaria y Moral, perteneciente a la
Academia Nacional de Medicina, es un católico ferviente y convencido partidario de la
reglamentación de la prostitución.
28. E. Lavalle Carvajal, op. cit., pp. 90-96.
343

RESÚMENES
En este capítulo utilizaremos la imagen de la prostituta que los científicos sociales del último
tercio del siglo XIX elaboraron, porque sus representaciones encarnan el paradigma de la
degeneración de la raza. Trataremos de mostrar la simultaneidad de una preocupación general,
de un ambiente “científico” criminalista, común en ambos continentes. Tanto médicos como
legisladores mexicanos, inspirados en sus pares franceses, elaborarán un catálogo sociológico-
higiénico-moral para “entender”, controlar y regenerar, dentro de lo posible, a las clases sociales
marginadas. Ese ambiente que se pretende científico y por lo tanto objetivo, estará totalmente
permeado por el biologismo que estaba detrás del darwinismo social y de la teoría social
positivista que, como esperamos mostrarlo, fue más bien clasista, racista y misógino.

Nous nous référons ici à l’image de la prostituée élaborée par les élites dans le dernier tiers du
XIXe pour fournir une incarnation palpable au paradigme d’une dégénérescence de la race. Il
s’agit de montrer la concomitance d’une préoccupation généralisée, d’une atmosphère
«scientifique» de criminalisation, commune aux deux continents. Sous l’influence de leurs pairs
français, médecins et législateurs mexicains se mettent à élaborer une typologie sociologique,
hygiénique et morale pour «comprendre», contrôler et régénérer autant qu’il se peut les classes
dangereuses. Cette tendance à prétention scientifique mais tout autant pragmatique sera
totalement perméable au biologisme sous-jacent dans le darwinisme social et la théorie
positiviste qui, comme nous entendons l’établir, fut tout à la fois ségrégative, raciste et misogyne.

AUTOR
FERNANDA NÜÑEZ
Fernanda Nuñez. Mexicana, tiene un doctorado en historia por la Universidad de París VII-Denis
Diderot, donde se especializó en la Historia de las mujeres. Desde 1993 es investigadora de tiempo
completo en el centro INAH-Veracruz, oficina Xalapa. Entre sus publicaciones más recientes
destacan: “El agridulce beso de Safo. Discursos sobre las lesbianas a finales del siglo XIX
mexicano”, Historia y Grafía, no. 31. 2008. “Imaginario médico y práctica jurídica en torno al
aborto durante el último tercio del siglo XIX”, Claudia Agostoni (ed.) Curar, Sanar y Educar.
Enfermedad y sociedad en México siglos XIX y XX (2008). “Fraudes conyugales: una preocupación
decimonónica”, Elsa Muñiz (ed.) Registros corporales. La historia cultural del cuerpo humano (2008).
Tiene tres libros publicados: Malinche, de la historia al mito (1998), La prostitución y su represión en la
ciudad de México (siglo XIX) (Barcelona, 2002). Y junto con Rosa Ma. Spinoso (eds), Mujeres en
Veracruz: Fragmentos de una historia (2008).
344

El “sistema francés” y el registro de


prostitutas: el caso de Puebla,
1880-1929
Rosalina Estrada Urroz

Portada: “Miñón Gidaud, de 23 años, originaria de Paris, Francia, se inscribe en 1898.


Soltera, de tez blanca, estatura baja, cabello castaño, ojos claros, nariz afilada, boca
regular, se encuentra reclusa en el Burdel de Santa Mónica”.
Fuente: Archivo del Honorable Ayuntamiento de la ciudad de Puebla (en adelante AHACP),
Libro de Expedientes, Libro 32 (33).
345

1 El ejercicio de la prostitución ha generado un largo y polémico proceso de


reglamentación; en torno a su expedición se realizan una serie de argumentaciones y
discusiones que nos dejan ver el deseo porfiriano de orden y progreso y el afán
moralizador. Entre médicos y moralistas no existe una posición única sobre el problema.
En las discusiones sobre la prostituta y su cuerpo aparecen como una constante el
menosprecio de la sexualidad y erotismo femeninos en contraposición a la superior
sexualidad masculina. Reglamentaristas y abolicionistas debaten sobre el tema,
mostrando posiciones encontradas, pero siempre nutridas por los estudiosos franceses
del fenómeno. La relación estrecha entre México y Francia no sólo se manifiesta a través
de reglamentos, sino también por medio de la participación de destacados médicos en los
congresos internacionales. El doctor Fiaux, en su libro dedicado a la prostitución mundial,
destina una parte a México, al retomar las ponencias de médicos mexicanos presentadas
en las reuniones. Fiaux cita a Porfirio Parra y Cicero. En este apartado, cuando se refiere a
las estadísticas, Fiaux afirma que:
éstas no enseñan nada nuevo, que nosotros no hayamos tenido la ocasión de
percibir en los alegatos europeos de los redactores de la estadísticas oficiales. 1
2 A pesar de la existencia de un conjunto de instrumentos para controlar la prostitución,
resulta difícil encontrar en las fuentes informaciones detalladas de las mujeres que
ejercen el oficio; ellas son parte de ese mundo velado, opaco, que para la sociedad se debe
ocultar y eliminar del paisaje. Para seguir sus pasos es imprescindible realizar una nueva
lectura de los documentos oficiales con el fin de recobrar desde su fisonomía hasta los
grandes problemas de salud y represión por los que atraviesan. Su historia escueta
aprehendida en parte a través de los libros de registro es precisa y nos permite
apropiarnos de sus rasgos: cabello, ojos, estado de salud... también conocemos su
procedencia y su entrada y salida del mundo llamado del “vicio”. Ellas son la parte débil,
proxenetas, matronas y chulos se llevan la mejor parte; médicos y policías las vigilan y las
hacen cumplir las reglas del juego; la cárcel siempre es causa de amenaza, aunque en
ocasiones sea burlada.
346

“Carmen Martínez, de 25 años, originaria de México, D.F., se inscribe en 1892, es morena,


alta, de cabello y ojos negros, nariz regular, boca grande. Se encuentra en el Burdel de
La Calavera No. 33 de Telésforo”.
Fuente: AHACP, Tomo de Expedientes, Libro 31 (33).

3 Miñón Gidaud, originaria de París, Francia, de 23 años, soltera, blanca, baja, de cabellos
castaños, ojos claros, nariz afilada y boca regular, se adhiere al padrón de prostitutas de la
ciudad de Puebla el 16 de junio de 1898, ha deambulado por varios sitios para ejercer el
oficio, entre sus andanzas se encuentra el Burdel de la Sacristía de Santa Mónica núm. 7.
Margarita Matel, oriunda de Bordeux, aparece en el mismo instrumento el 28 de
noviembre de 1902, de 22 años, estatura regular, pelo castaño, ojos azules, nariz afilada,
boca chica, de complexión delgada, con un lunar en la ceja derecha, ejerce su oficio en la
casa de Loreto Gilbert. Margarita Mey se inscribe en 1914, parisina, de 23 años, es soltera,
blanca, alta, de cabello rubio, ojos azules, nariz y boca regulares, entre sus señas
particulares se encuentra que es robusta y “hoyosa” de viruela; esos “pequeños defectos”
no le impiden encontrarse en un establecimiento de primera clase situado en Comonfort
núm. 7.
4 Para el historiador apasionado, esta fuente de la pasión o de la pulsión tiene la gran virtud
de dejarnos ver en su fisonomía a las mujeres que ejercen el oficio, francesas en casos
contados, mexicanas en su mayoría. Gracias al “sistema francés” y a su defensor más
acérrimo, Parent Duchatelet, contamos con estos datos. Lo que para nosotros es una
virtud de las fuentes, para las mujeres que ejercieron este antiguo oficio fue su “coco”;
basándose en éstas, médicos, policías e inspectores, ejercieron la función de “vigilar y
castigar”.
5 El registro muestra a las prostitutas a través de la mirada de los inspectores. El
historiador como un químico en su laboratorio tiene el privilegio de virar con su mirada
curiosa las fotografías y descubrir a través de ellas lo que un simple vistazo no
proporciona. Pero como diría el maestro Sergio Pitol, podemos conocer de cada mujer los
347

detalles: edad, color de cabello, nariz y hasta tener su fotografía, pero no sabremos nunca
de sus sensaciones y sentimientos, de sus sufrimientos y alegrías, su vergüenza y su
sensibilidad, al ejercer el oficio, al ser inscritas, pasar la revisión médica, caer enfermas, o
ser apresadas. Ello forma parte de lo inaprehendible que sólo puede resolverse a través
del apasionado examen de los documentos escritos y fotográficos.

Libreta de una mujer pública: verdadera carta de identidad (1885).


Fuente: Brigitte Rochelandet, Les Maisons closes autrefois, Editions Horvath, Lyon, 1995, p. 30.

Vigilar y controlar para civilizar


6 Las reglamentaciones impulsarlas a lo largo del siglo XIX no deben desligarse de las
preocupaciones existentes sobre la buena marcha de la vida urbana, que persiguen, entre
sus objetivos fundamentales, convertir a las ciudades en un mundo civilizado, “sano y
apacible”. La formalización del control de la prostitución forma parte de este conjunto de
disposiciones. El modelo planteado por Parent2 perdura por más de siete lustros: desde el
imperio de Maximiliano hasta el gobierno de Cárdenas. Este sistema se sustenta en el
planteamiento de que “necesaria pero peligrosa, la prostitución debe ser tolerada pero
controlada, la vigilancia tiene como objetivo, impedir el exceso”.3 Con respecto a la
imposición del sistema francés y la influencia del teórico del reglamentarismo, Parent
Duchatelet, México es el ejemplo más destacado. Únicamente en Cuba y Nueva Orléans en
Estados Unidos adquiere importancia algún tipo de reglamento, que sólo puede ser
considerado como una ordenanza.4
348

Fuente: Archivo del Honorable Ayuntamiento de la ciudad de Puebla, Disposiciones


Municipales, T. I, 188?

7 Parent considera el registro como “el primer medio para detener el desorden inevitable
que trae la prostitución”.5 Las meretrices llegan a él por tres vías: en forma voluntaria y
personal, a través de la femme de maison, y por medio de la inscripción de oficio, al ser
pillada en acción.6 Ahí donde se adopta el sistema francés, los datos que contienen los
registros son casi idénticos. En París, en el momento de la inscripción se solicitan los
siguientes datos: nombre, edad y lugar de nacimiento; el boletín obtenido se traslada al
Burean de Reseignements Judiciares, donde se efectúa un interrogatorio más completo. Las
preguntas de rigor son las siguientes: si es viuda, casada o soltera; sus padres viven y qué
hacen; habita con ellos o por qué motivos los ha dejado; tiene hijos y los conserva; desde
hace cuánto tiempo vive en París; quién responde por ella en la ciudad; ha sido arrestada
y por qué motivos, ha practicado con anterioridad el oficio de la prostitución y por qué
motivos; ha tenido en el pasado padecimientos venéreos, los tiene en la actualidad y qué
educación ha recibido.7
349

Señoritas porfirianas.
Fuente: El Mundo, 1897.

8 El tipo de indagación que se realiza tiene como objetivo no sólo identificar, sino también
realizar un estudio sociológico que permita, a través de los datos empíricos y estadísticos,
sacar a flote los motivos sociales y familiares que obligan a las mujeres que buscan la
inscripción a dedicarse al oficio. Parent no sólo plantea la importancia de este
conocimiento, sino también llama la atención sobre la necesidad de que se desarrolle
entre médicos e inspectores una sicología especial para comprender el fenómeno. Destaca
las cualidades de los médicos que atienden los dispensarios de enfermedades venéreas
parisinos, quienes desarrollan tal habilidad que sólo por la forma que “se sienta una
mujer reclusa en su primer examen, les permite reconocer, si es una antigua o nueva
prostituta”.8
350

Reglamento de la Prostitución del Estado de Puebla, 1888.


Fuente: Fondo Salubridad Pública, Sección Av. Capa 3 Expediente No. 15. Archivo Histórico
de la Secretaría de Salubridad, México, D.F.

9 A pesar de que la vigilancia sobre la prostitución es vieja, recién en el siglo XIX se


determina la obligatoriedad de la misma. En Francia las disposiciones municipales
señalan ya desde 1815 el deber de estas mujeres de pasar la visita sanitaria, con el objetivo
de “répertorier les prostituées pour mieux les suveiller et les enfermer en cas de
maladie”. En 1849 el registro se convierte en obligatorio.9 Igual que en Francia en el
último cuarto del siglo XIX, las municipalidades mexicanas ponen mayor énfasis al
problema de la reglamentación y control de la prostitución. Los reglamentos nos dan una
visión detallada del procedimiento por medio del cual las mujeres dedicadas al oficio
llegan a formar parte de los libros y poseen lo que en México se denominó libreto y en
Francia Livret.

El Registro en México, una necesidad de controlar los


oficios
10 La reglamentación de la prostitución, tanto en la ciudad de México como en Puebla y
otras regiones del país, trae implícito el registro. Los antecedentes inmediatos del período
que analizamos los encontramos en los años del imperio de Maximiliano. Ixchel Delgado
Jordá y otros estudiosos los han abordado en detalle.10 La presencia del ejército invasor, la
preocupación por proteger a los soldados del contagio y evitar problemas a la sociedad,
explican la puesta en marcha de los instrumentos de control.11 En estos años se impulsa
por primera vez la utilización de la fotografía como identificación de las prostitutas de la
ciudad de México.12 Según Aguilar Ochoa no existen indicios de la existencia de registros
similares en la provincia, sin embargo después serían una realidad.13 El registro se
351

impondría en una gran cantidad de ciudades mexicanas, entre ellas Oaxaca, a partir de
1873 aproximadamente.

“Rosa Castillo, se inscribe en 1902, de 20 años de edad, blanca, de estatura regular,


cabello castaño, ojos pardos, nariz recta, boca chica y delgada. Se separa de por medio
de fianza de Luis Biane”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 36 (37).

11 Las datos que se condensan en este primer registro del Imperio: edad, oficio previo,
categoría (primera, segunda o tercera clase), forma de trabajo (en prostíbulo o
independiente: “aislada”) y enfermedades padecidas, que se mantienen en los registros
posteriores y no difieren de los registros que tenían lugar en Francia. A través de esta
inscripción y la posesión del libreto, la prostituta adquiere el derecho de ejercer el oficio.
En la práctica se trata de un “pasaporte” por medio del cual se da la licencia
correspondiente.
12 Esta forma de acreditación no es exclusiva para estas mujeres, se extiende a muchos
oficios relacionados con el sector servicios, que tienen la posibilidad de convertirse en
“peligrosos”. Así meseros y empleadas domésticas deben llenar también una serie de
requisitos para gozar de la autorización de ejercer su trabajo. El Reglamento de Criados,
expedido en 1888, deja clara esta preocupación:
Toda persona, sea cual fuere su sexo que esté o pretenda estar al servicio de otra en
calidad de criado o doméstico bajo cualquier denominación se presentará a la
jefatura política para inscribirse en el registro correspondiente y para que se le
expida su libreta. En ésta y en aquél se adherirá la fotografía y se harán constar los
generales y la filiación de la persona interesada, la que está obligada a exhibir los
retratos y pagar 25 cts. por la libreta la que llevará este reglamento. Las cantidades
que se recauden por este motivo se destinarán a al impresión del registro y libretas
debiendo remitir la jefatura al ayuntamiento cada tres meses el estado de corte de
caja.14
352

13 Este proceso de registro no sólo hace constar la buena salud del empleado, sino también
atestigua sobre sus características de persona idónea y honrada y ofrece un historial de
los diferentes lugares donde hubiese servido. El reglamento de criados se hace extensivo a
meseros, hortelanos y todos aquellos que trabajen en hoteles, baños, neverías, ordeñas,
caballerizas, conductores, cocheros y lavanderas, pues al comprenderse también en la
categoría de domésticos, sus obligaciones de inscripción son las mismas.

“Margarita Cano, inscrita en 1902, originaria de Tehuacán, es baja, de cabello y ojos


negros, boca y nariz grande, robusta, hoyosa de viruela, se encuentra adscrita al burdel
de La Calavera No. 17”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 36 (37).

14 En el caso de las prostitutas, la condición de salud es prioritaria, en el de los considerados


“criados” es su buena conducta, por esto su libreta lleva anotación del comportamiento
observado en el último lugar en que hubiese prestado servicio. En la práctica los
domésticos se encuentran sometidos, pues “al ingresar a una casa” entregan “al jefe de
ésta su libreta que será devuelta al terminar el servicio”. Las medidas de control también
pretenden evitar la vagancia, así “todo doméstico que permanezca sin ocupación más de
un mes de manera injustificada y no acredite medio de subsistencia, será considerado
vago y recibirá la pena correspondiente”. El Honorable Ayuntamiento dicta una serie de
mandatos con el fin de limpiar a la ciudad de todo aquello que la convierte en “peligrosa”,
bajo el considerando de que “con mengua del buen nombre la ciudad y como una
amenaza constante a los intereses del público, pululan los vagos y mendigos, autores de
muchas raterías que cada paso se denuncian”.15
353

“Martha Olivares, de 25 años, inscrita en 1897, morena, baja de estatura, cabello y ojos
negros, nariz ancha, boca grande. Se fuga”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 31 (32).

15 Este afán de control social y sanitario caracteriza también a los registros de prostitutas,
pues en la práctica estas mujeres se encuentran sometidas a la matrona, que se convierte
en una especie de “madre superiora” que administra sus ganancias. Se supone que el
registro ofrecería a la sociedad la garantía de que aquellas que ejercen el oficio lo hagan
en buena salud.
16 El reglamentarismo no se impone sin reticencias. El Amigo de la Verdad, semanario católico
poblano señala:
¿Y cómo no? Autorizada y reglamentada por las leyes, la prostitución, no es raro
que a ella se dediquen y la ejerzan libre y escandalosamente centenares de mujeres
que hacen ruborizar a la sociedad con su vida de disipación y de orgía; pero no son
ellas las solas responsables de esto, lo son igual las autoridades que les extienden el
diploma, como si dijéramos, para el ejercicio de su negocio, al que se entregan con
un desenfreno y lujuria dignas de la mejor causa, hasta que marchitas, endebles,
minadas por horrorosas enfermedades, van a exhalar su postrer aliento en la cama
de un hospital.16
354

“Carmen Ponce, de 19 años, inscrita en 1900, originaria de Texcoco, blanca, baja, cabello y
ojos negros, se encuentra en el Burdel de La Calavera No. 4”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 35 (36).

17 No existe una opinión única al respecto, pues si la inscripción se ve como un medio de


control, también persigue disuadir a las mujeres de su deseo de dedicarse al oficio. Una
propuesta de reglamento planteada al ayuntamiento poblano en 1886 considera que el
comisario que realiza el registro utilice “benignidad y prudencia”, para hacer desistir de
tal fin planteándole
los graves inconvenientes, desventajas y desgracias inherentes a la carrera que
pretende abrazar, haciéndole lo mejor que pueda la más amplia apología de la
honradez y la virtud, animándole a que se incline al trabajo; allanándole las
dificultades para encontrarlo, y en fin, procurando usar con ella la benevolencia de
un padre con un hijo descarriado y la filantropía de un bienhechor. 17
355

“Adela Campos de 16 años de edad, se registra por su voluntad en 1876, orginaria de


(Drizaba”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 30(31).

18 A pesar de la existencia de diferentes puntos de vista con respecto a la prostitución, que


oscilan entre el reglamentarismo y el abolicionismo, México y sus autoridades se
pronuncian por el primero. Esta política se extiende por más de cincuenta años y sólo
llega a su fin con el gobierno cardenista en el siglo XX. Gracias a esta política, contamos
con este valioso documento histórico.

El registro en Puebla
19 El Archivo del Honorable Ayuntamiento de la Ciudad de Puebla posee en su acervo uno de
los documentos más valiosos para el estudio de la prostitución reglamentada, se trata del
registro de sanidad de la serie de Licencias y giros comerciales del Archivo Histórico
Municipal. La colección de registros de sanidad de Puebla comprende de 1886 a 1927. La
consulta de un instrumento seriado, y sin saltos por más de cincuenta años, nos brinda la
posibilidad de estudiar de manera amplia y profunda a las mujeres que ejercen el oficio,
los pormenores de la prostitución reglamentada en la ciudad de Puebla, así como los
cambios vividos en los rostros de las mujeres y en la fisonomía citadina. Ubicación de
burdeles, casas de cita y viviendas de las que ejercen de manera aislada nos permiten
trazar la geografía prostibularia.
356

“Dolores Suarez, de 25 años, se inscribe en 1897, originaria de México, morena, de


complexión regular, boca y ojos negros, nariz ancha, boca grande, se encuentra en el
Burdel de La Calavera No. 33”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 31 (32).

20 El registro se constituye con base en el primer reglamento de prostitución aprobado y en


vigencia en Puebla en 1873, el cual tiene grandes similitudes con el vigente en la ciudad
de México en 1867.18 El procedimiento para constituirlo se señala con precisión en las
cláusulas cinco, seis y siete del reglamento de 1873:
5. Toda mujer debe ser inscrita en el registro respectivo.
6. La inscripción se hará por el jefe de la sección de la oficina correspondiente.
7. Toda mujer pública al inscribirse, será visitada por un médico de la sección en el
término de 24 horas, y estando mala de mal venéreo u otra enfermedad contagiosa,
será remitida al hospital. En el caso contrario recibirá una libreta que contenga el
retrato fotográfico de la interesada, su nombre, filiación, certificado de la visita
médica y nota de la cuota que deba pagar mensualmente, además se le entregará un
ejemplar impreso de la parte de este reglamento que le corresponda, para que en
ningún caso se alegue ignorancia19.
21 La obligación de ejercer el control no sólo recae en la policía sino también en las
matronas, quienes deben llevar un registro de las pupilas, sobre todo en lo que atañe a las
revisiones periódicas obligatorias. Un reglamento posterior, correspondiente a la década
de 1880, muestra variaciones mínimas en el contenido del clausulado y mantiene los
principios básicos del registro.
357

“Ángela Merino, se inscribe en 1902, es originaria de Huamantla, Puebla, de 19 años,


soltera, de color rosado, baja, de cabellos y ojos negros, boca y nariz regular, de
complexión delgada. Se libera por medio de fianza, sin embargo el fiador se presenta a la
oficina de registro para dejar sentado que no le conviene intimidar con ella”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 36(37).

22 Un recorrido por los libros mencionados nos permite tener una visión detallada de las
mujeres que ejercen el oficio. En cada página vemos los rostros y la descripción de cada
una de ellas; más de cuatro mil fichas nos permiten seguir el largo camino de algunas, el
fugaz paso de otras y la liberación de aquellas que deciden abandonar el oficio y que son
respaldadas por una fianza. La descripción de cada una es bastante completa: nombre de
la inscrita –aunque sin el segundo apellido–, fecha de inscripción, procedencia, categoría,
clase, burdel al que pertenece, estado civil, edad, complexión, color de piel, color de
cabello y de ojos y datos sobre la estatura, boca, nariz y señas particulares, si las hay. Este
instrumento también nos permite constituir una geografía de la prostitución en la ciudad,
pues cuando se trata de pupilas se establece la dirección del burdel donde prestan sus
servicios y el nombre de la propietaria, para el caso de las aisladas se establece la
dirección donde ejercen. El rubro de señas particulares nos da, aunque sea de forma
esporádica, una visión de lesiones y enfermedades.
23 Los datos se consignan en forma de columna, existe un espacio de notas, que también de
manera no seriada nos permite poseer información cualitativa sobre el camino seguido
por estas mujeres: fugas, cambios de burdel, etcétera, están plasmadas en este espacio.
Uno de los grandes aportes del registro es la fotografía de las prostitutas, en la mayoría de
los casos éstas se encuentran en buen estado y pueden ser reproducidas, sin embargo
algunas han sido arrancadas.20
358

Una clasificación subjetiva


24 El registro que hemos seguido de manera acuciosa nos permite medir, describir y detallar
las características de las mujeres que ejercen el oficio. Para realizar esta primera
aproximación hemos tomado los cuatro primeros libros, que abarcan de 1871 a 1900, los
cuales nos ofrecen los datos de 1 020 prostitutas. Se trata de los primeros años en que se
realiza la inscripción obligatoria y por ello hallamos una cierta irregularidad en los inicios
del instrumento que se va corrigiendo con posterioridad.

“Adelaida Morales, de 30 años, inscrita en 1887, originaria de Tepeaca”.


Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 31 (32).

25 Los reglamentos señalan la división de aquellas que ejercen el oficio en clases, sin
embargo el registro no consigna de manera constante este elemento. Es el burdel y sus
características lo que nos permite determinar a qué categoría pertenecen las pupilas. De
acuerdo con los datos parece tener importancia relevante la fisonomía, la cual, de manera
detallada, se señala en casi todos los casos.
26 La primera característica que sobresale es la edad temprana en la que se inscriben. A
pesar de que los reglamentos señalan como edad mínima 16 años, encontramos mujeres
que tienen 14 y 15 años.21 La mayoría se sitúan entre los 15 y los 25 años, señalando como
una condición la juventud, pasados los 25 años el número muestra una tendencia
descendente. 311 tienen entre 15 y 19 años, 461 entre 20 y 24. Las que oscilan entre 25 y 29
años sólo son 154, entre 30 y 34, son 51 y entre 35 y 39, doce. A través de los grupos de
edad se revela la transitoriedad del oficio, las mujeres que se registran no permanecen en
él más de veinte años si es que consideramos que a la edad de 16 ingresan. Por otro lado
se trata de ofrecer en el mercado mujeres jóvenes que satisfagan las condiciones estéticas
mínimas para los exigentes clientes.22
359

Edad de inscripción de las mujeres que ejercen la prostitución, 1871-1900

“Gregoria Tenorio de 37 años, se registra en 1887, originaria de Calpan, color trigueño,


estatura mediana, ojos negros, nariz pequeña, boca regular, pasa al Burdel de la calle La
Calavera”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 31 (32).
360

27 Uno de los primeros elementos que nos muestra este instrumento y que nos habla de la
amplitud del fenómeno prostibulario es el origen geográfico de las mujeres que ejercen el
oficio. Los datos que nos ofrecen estos primeros cuatro libros revelan una amplia gama de
procedencia. Se trata de un mundo en el que la migración es considerable, ésta se
presenta de ciudad a ciudad dentro del mismo estado de Puebla; desde localidades
aledañas y desde otros estados, que podríamos considerar lejanos. El oficio se nutre de
370 poblanas (42 %), le sigue el D.F. con 223 (22 %), Veracruz con 67 (7 %), Jalisco con 44
(4 %) y Tlaxcala con 31 (3 %). En este rubro llama la atención la presencia de mujeres de
zonas distantes, como Jalisco, de donde proceden 44, mientras que de un estado vecino
como Tlaxcala sólo se registran 31.23 Estas informaciones podrían parecer sin
importancia, pero revelan la constante movilidad de estas trabajadoras, el alejamiento de
sus lugares de nacimiento por las características del oficio y la importancia que adquiere
la capital del país como proveedora. El número de extranjeras no es significativo,
corresponde a menos del 2 %; los países que proporcionan este grupo son Cuba con cinco,
España con ocho, Francia con una y Estados Unidos con tres.24

“Crisanta Pérez de 16 años de edad, se registra en 1890, procedente de Los Llanos de Apam,
de color trigueño, estatura mediana, cabello negro, nariz regular. Es reclusa del Burdel
de La Calavera, se fuga en 1893 y se presenta de nuevo al mismo en 1894”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 31 (32).
361

Procendencia de las mujeres mexicanas que ejercen la prostitución en la ciudad de Puebla,


1871-1900

Procedencia de las extranjeras que ejercen la prostitución en la ciudad de Pueba, 1871-1900


362

“Luz Hernández, de 20 años, se registra en 1891, originaria de Tehuacán, color trigueño,


estatura mediana, cabello negro, ojos pardos, nariz ancha, boca regular. Pertenece al
Burdel de la calle Calavera”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 31 (32).

28 En lo que se refiere a la fisonomía la clasificación es muy imprecisa, los conceptos se


traslapan con ambigüedad. Con respecto al color de piel 199 son blancas, 43 morenas, S
pálidas, 296 rosadas y 266 trigueñas.25 La nariz es abultada, afilada, aguileña, ancha, chata,
grande, media, recta o regular. Algunos de estos descripciones no ofrecen duda, por
ejemplo, aguileña, que por ser convexa llama la atención o una chata que siendo aplastada
impresiona. Pero entre grande, ancha y abultada no existe un límite preciso, es la manera
de apreciar lo más importante. Tampoco no dirá nada una nariz regular que se presenta
en 355 casos, pero ello evidencia lo frecuente, de lo que se repite. Se trata de una nariz
que no choca, pero tampoco asombra. Al hablar de una nariz abultada, sin duda el que
inscribe realiza su acto de apreciación; parecerían ser sinónimos abultada y fea, en 66
casos la nariz tiene esta apariencia.26 El tipo de boca se describe con menos variantes, la
mayoría de las mujeres tiene una boca regular (38 %), grande el 17 % y chica el 24 %. 27 El
describir una boca abultada sale de la clasificación estándar. De nuevo es el acto de
evaluación personal del que inscribe el que define la manera en que la mujer va a ser
anotada en el libro correspondiente. Los ojos son vistos desde una amplia perspectiva de
posibilidades, pueden ser aceitunados, azules, cafés, castaños, claros, garzos, negros,
pardos, trigueños y verdes. No dejamos de ver en cada registro aquello que maravilla, a
los ojos aceitunados le acompañan la característica de grandes, equiparando propiedades
de diferente naturaleza. De 1 020 tipos que hemos analizado, 353 tienen ojos negros, 321
pardos, 5 aceitunados y 84 garzos. También nos extrañamos cuando los defectos en el
globo ocular describen: dos tienen nube en los ojos y tres son tuertas; estas
imperfecciones, así como otras no son una limitante para ejercer el oficio. 28 El cabello y
los ojos son datos de suma importancia, revelan el patrón de belleza predominante en las
363

mujeres que ejercen el oficio. Junto a los ojos aceitunados y garzos encontramos 198,
(19 %) que lucen cabello castaño; 602 (60 %) que lo tienen negro y sólo 1 % rubio. 29

“Francisca López, de 20 años, inscrita en 1892, originaria de Puebla, color trigueño, color
trigueño, cabello negro, ojos pardos, nariz ancha, boca chica, hoyosa de viruela se
encuentra en el Burdel de La Calavera Núm. 4”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 31 (32).

Color de piel de las prostitutas inscritas, 1871-1900


364

Tipo de nariz que tienen las mujeres inscritas, 1871-1900


365

“Luz García, originaria de Atlixco, se inscribe en 1892, de 36 años, rosada, estatura


regular, cabello negro, ojos pardos, nariz y boca regular, se encuentra en el Burdel del
Callejón de Jesús Núm. 10”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 31 (32).

Tipo de boca de las mujeres inscritas, 1871-1900


366

“Julia Rosete, originaria de México, se inscribe en 1891, color rosado, baja, cabello negro,
ojos pardos, nariz afilada, boca chica y con lunar en el párpado izquierdo. Burdel La
Calavera”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 31 (32).

Tipo de ojos de las mujeres inscritas, 1871-1900


367

“Ester López, de 23 años, inscrita en 1916, originaria de México, D.F., de color moreno,
estatura regular, cabello y ojos negros, nariz ancha, boca grande, delgada, trabaja en
el Burdel de Concepción Flores”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 40 a (42).
368

Color de cabello de las mujeres inscritas, 1871-1900

29 Los datos de complexión no se consignan de manera regular. De 1 020 casos que


analizamos sólo se ofrecen 106 (10.3 %). Ellas se dividen en gruesas, delgadas y regulares:
18 son delgadas, 10 gruesas y 78 de complexión regular. La poca atención que se da a este
aspecto también es un signo indicativo de la importancia que se le otorga en la época,
pero sólo son gruesas el 10 % y alrededor del 18 % delgadas. A medida que se recorre el
siglo XX se señala con mayor insistencia este criterio y es más frecuente la complexión
“delgada”. La estatura es un criterio impreciso, ésta oscila entre baja, media, regular y
alta. La mayoría son altas (30 %), siguen las de estatura regular que corresponde al 29 %.
La única conclusión que podemos sacar al respecto, al no contar con medidas precisas
sobre lo que se basan cada una de las tipificaciones, es que la mayoría de las mujeres que
se dedican a la prostitución se sitúan en un margen de lo que se considera común en
estatura y lo que se estima alto. Sólo 131 (13 %) son bajas.30
369

“Antonia Zavala, de 20 años originaria de Pachuca, se inscribe en 1909, soltera, de color


blanco, cabello castaño, ojos claros, nariz recta, boca regular y complexión delgada. Se
encuentra en el Burdel de Rosario López en la Calle del Arbolito”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 31(32).

Estatura de las mujeres inscritas, 1871-1900


370

Señas particulares de las mujeres inscritas, 1871-1900


371

“Matilde Beltrán, originaria de Puebla de 20 años, inscrita en 1901, es soltera, morena, de


boca regular, cabello castaño, ojos negros, nariz pequeña y delgada. Se encuentra en el
Burdel de La Tesorera. No. 1”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 35 (36).

30 Uno de los rubros más significativos del padrón es el que se refiere a las señas
particulares, pues nos revela algunos de los problemas por los que atraviesa el mundo de
las mujeres dedicadas a la prostitución. Con respecto a los padecimientos, llama la
atención que aproximadamente 10 % de ellas son clasificadas como “hoyosas”, de viruela.
Otro dato de importancia es la presencia de cicatrices en la cara, el cual se consigna en 36
casos; si bien éste representa un porcentaje pequeño (3.5 %), de todas maneras nos habla
de la violencia, ya sea en el mundo familiar y/o prostibulario.31
31 Si respetásemos los criterios de aquellos que inscriben, podríamos decir que la prostituta
típica, que ejerce en la ciudad de Puebla entre 1871 y 1900 se sitúa entre los 20 y 24 años,
procede del estado de Puebla o del Distrito Federal, se inscribe por voluntad, no tiene
ninguna seña particular, posee cabello negro, nariz regular o chica, ojos negros o pardos,
estatura regular o alta, piel trigueña, rosada o blanca y estatura regular o alta. Al hacer el
análisis de las fotografías de aquellas mujeres que se dedican a la prostitución esta
tipificación se ve confirmada, aunque el criterio de clasificarlas en bonitas, regulares y
feas ha sido dejado de lado, el establecimiento de las características, acompañado del
análisis de la fotografía, permite determinar el acto de evaluación que realiza el que
inscribe, así como la intencionalidad que anima al fotógrafo.
372

“Enriqueta Martínez, inscrita en 1901 de origen catalán, de 20 años, soltera, blanca,


estatura regular, de cabello rubio, ojos claros, nariz y boca pequeña, delgada, está
adscrita al Burdel de Santa Mónica No. 7, prófuga”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 35 (36).

Las distintas miradas


32 La fotografía que se recopila en el registro de sanidad nos muestra una variedad de
visiones, la de la prostituta misma y la de aquellos que realizan dos actividades
fundamentales, la de fotografiar y la de inscribir. En los primeros años la fotografía no es
uniforme; cuerpo entero, dorso y óvalo se combinan, en los años siguientes el óvalo se
presenta como el más frecuente. Las tonalidades se mueven entre sepia y blanco y negro.
No existe uniformidad en el tamaño y no son “de estudio”, salvo en algunos casos. La pose
de tres cuartos es predominante, se trata de una foto que favorece el rostro, que oculta las
imperfecciones y que da la mejor vista a una cara irregular. Los retratos muestran lugares
diversos para realizar el acto fotográfico. Encontramos fondos blancos, puertas, ventanas
y patios. Las imágenes revelan pocas sonrisas, las mujeres en ocasiones muestran manos
que sostienen flores o pequeños perros.
33 El vestuario es austero en los primeros años; cuello alto, manga larga, chal, pañuelo y
rebozo se combinan, según la clase a la que pertenecen. En ocasiones encontramos
elementos uniformes, como en las fotos de Adelaida Morales, Crisanta Pérez, Gregoria
Tenorio y Luz Hernández, quienes posan con la misma chaqueta enchaquirada. Ésta puede
pertenecer al burdel de La Calavera, pues las mencionadas laboran en dicho lugar, o tal
vez se trate de un vestuario compartido o de elementos decorativos que incorpora el
fotógrafo al realizar su labor. Los peinados son sencillos, pelo largo y trenzas, a diferencia
de las señoritas de sociedad que muestran cabellos recogidos y delicados adornos. Las
373

orejas aparecen por lo general sin decoración, en algunas ocasiones las acompañan
arracadas de tamaño pequeño.
34 El fotógrafo y el policía aprehenden a las prostitutas con sus armas, el objetivo las capta
con sus poses repetidas, la pluma perceptiva realiza el acto de clasificación. El primero
cumple con su función de atrapar la imagen sin que podamos descubrir en su quehacer el
descuido de la pose y los detalles, una chaqueta, un pañuelo, etcétera. Es una muestra de
estandarización pero también de cuidado. La mirada desviada enseña muchas veces la
repetida pose de tres cuartos, la dama de sociedad y la prostituta no se dirigen a la
cámara, ocultan sus ojos, es la estética dominante la que se impone. En primera instancia
podríamos pensar que la prostituta disfraza su vergüenza; la revisión detallada de las
imágenes nos aleja de esta interpretación, y las inscribe en los estilos de época.
Transitando hacia los años veinte, los “años locos”, la situación cambia, el vestuario ligero
se combina con una mirada directa y desafiante al objetivo la cámara; la piel y la pupila
están al descubierto. El fotógrafo, en repetidas ocasiones, no puede evitar el esmero, su
oficio padece también de la emoción de observar el paisaje femenino.

“Raquel Hernández, inscrita en 1901, originaria de México, D.F., de 18 años, soltera, blanca,
de estatura baja, cabello rubio, ojos garzos, boca chica, complexión regular”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 35 (36).

35 Por su lado, el que practica el registro, cada vez que procede y establece las características
de la mujer inscrita, afina su sentido y clasifica. La sensibilidad lleva a describir a cada
quien según criterios y gustos. Algunos de los términos que encontramos nos hablan de
una regularidad o estandarización. Nariz, boca y estatura regular, dicen poco, pero nos
indica lo que se repite, lo común, como los ojos negros. Rubia y de ojos garzos constituye
una diferencia. En una primera aproximación, incluso los colores varían, de morena,
blanca, rosada, etcétera. La mirada de los que inscriben, nunca puede ser considerada
“inocente”, su gusto, su moralidad o su “propensión”, lo lleva a realizar su trabajo
cargado de su muy personal percepción, la zona de notas nos da una muestra de ello.
374

36 Las fotografías de las mujeres inscritas nos muestran una variedad de datos que dejan ver
no sólo a las prostitutas, sino también la puesta en acción del reglamento: la obligación de
dar un retrato para la inscripción, la de vestirse de una manera decente y no mostrar su
encantos, la forma estandarizada de la foto y la repetición del arreglo personal y la
preocupación de la pose de parte del fotógrafo, que sólo en raros casos se sale de la
norma. Esa uniformidad fotográfica corresponde también a la descripción repetida de la
mirada policíaca. La nariz, boca, estatura regular, refieren lo impreciso de la propia
descripción, y de aquello que no se sale de lo “normal”. Con respecto a la piel, la blancura
no ofrece duda, pero entre las morenas, encontramos otras categorías, que indican de una
variedad: apiñonada, morena, rosada. Los ojos entre claros y garzos, impiden comprender
con precisión cuál es la gama existente. El viejo criterio con el que se clasifica a las
meretrices en feas, bonitas o regulares no aparece en este registro, no obstante, lo que
define el nivel en que se encuentran es la clase del burdel a la que pertenecen.

Carta donde Juan W. Fricth se hace responsable de la buena conducta de Julia Huerta,
Puebla, 17 de septiembre de 1902.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 35 (36).

37 Sabemos que fotógrafo de la cárcel en algunos momentos cumple con la función de


realizar este trabajo, en otros casos se trata de profesionales. La mujer inscrita, entre sus
obligaciones fundamentales, debe proporcionar a las autoridades sus fotografías. Esto le
permitirá acceder a la documentación que la acredite para ejercer el oficio, además de
pagar por su libreto y entregar tres fotografías de tarjeta al comisario: una para el álbum
de la comisaría, otra para el libreto, y una más para el libro de inscripciones al momento
de pasar por el registro. El libreto se anotará y contendrá: la foto de la mujer, reglamento
certificado de las visitas, además en él se anotará recibo del pago de su cuota, y la
obligación de reponer cada año su retrato. Si alguna vez lo perdiera deberá renovarlo,
dará otra foto y pagará cuatro reales.32
375

La entrada y salida del mundo de la prostitución


38 La estructura del burdel o el prostíbulo es universal. La casa es regida por una madrota,
las mujeres se ajustan al reglamento, se trata de un espacio cerrado, vigilado, donde la
inspección sanitaria en cualquier momento es posible. Existen diferentes categorías, la
inscripción ata a las practicantes quienes tienen que pedir permiso para salir. La libreta
donde figuran sus generales es imprescindible y las visitas sanitarias son obligatorias. El
clandestinaje es una opción para aquellas mujeres que ejercen la profesión por su cuenta.

“Estela Ramírez, inscrita en 1915, orginaria del D.F., de 21 años, soltera, morena, de
estatura baja, cabello negro, ojos negros, nariz recta, boca regular, se encuentra en la
Casa de Luz Sánchez”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 40 a (42).

39 La entrada al mundo de la prostitución parece consignarse en los libros, sin embargo la


información que nos brinda es muy escueta y no da cuenta de los avatares y del ir y venir
que sufren las mujeres que ejercen el oficio. De 1 020 casos analizados, 902 se encuentran
registradas con la leyenda escueta: “inscritas por voluntad”, sin embargo cuando la
información es de distinta naturaleza observamos las causas reales y las condiciones en
que se llega al oficio. Esto revela razones extremas que son muestra de la debilidad que
sufren varias de ellas. Once son obligadas a formar parte del padrón “por clandestinas”.
Ser aprehendidas en la práctica de su trabajo es una de las vías para formar parte del
registro, sin duda este fenómeno refleja la existencia de un universo no controlado donde
la prostitución se ejerce en secreto; sobre este fenómeno las autoridades sólo tienen una
pequeña posibilidad de intervención. Siete manifiestan su voluntad de dedicarse al oficio
por abandono de familia, 24 por necesidad, 23 por despecho. Sólo tres estarían de acuerdo
con la teorías criminalistas en boga, dicen haberse dedicado al oficio por “inclinación”.
376

40 Respecto al espacio de “notas” hay que destacar que las sanciones por ebriedad,
escándalos, deudas y fugas son verdaderamente escasas; los apuntes se refieren sobre
todo a salidas de la ciudad con permiso, cambios de burdel, avisos de retiro de la
prostitución –previa fianza–, defunciones y reposiciones de libreta de sanidad. El resto de
estos espacios aparece en blanco, sin embargo los que revelan información se
constituyen, de manera cualitativa, en una valiosa fuente para entender el mundo de
represión y vigilancia que viven estas mujeres. En la misma sección observamos además,
la constante movilidad que ellas viven; el cambio de burdel, fugas, bajas por medio de
fianza son una constante y también su paso por la cárcel. El escándalo y la persecución
siempre amenazan el camino que transitan. Soledad Cordero se encuentra inscrita en el
padrón como de 3a clase en 1871, como castigo por sus escándalos se le obliga a barrer la
plaza y por reincidencia es aprehendida. Esta mujer es originaria de Puebla y labora como
“aislada”.

“Luz Ortega, inscrita en 1915, originaria de México, D.F., 21 años de edad, de color blanco,
estatura alta, cabello castaño, ojos café, nariz recta, boca chica, de complexión
delgada, trabaja en la Casa de Esperanza López”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 40A (42).

41 Las combinaciones son infinitas, licencia y fugas se suceden, así como las enfermedades.
En el padrón figuran algunos de los destinos seguidos. En 1875 Guadalupe Luna se da de
baja del registro por petición expresa y por medio de la fianza que le otorga don
Alejandro Vélez. Ella es originaria del D.F., de 18 años de edad y trabaja como aislada. La
liberación por este medio es una posibilidad que le permite escapar de este mundo. Para
ello es necesario que un hombre se haga responsable. El Reglamento de 1873 en su Art. 14
señala:
En caso de que una prostituta quiera cambiar de género de vida, tiene que dar parte
de ello a la oficina, devolver el libreto, manifestar a qué ocupación se quiere
dedicar, dando al efecto fianza de la persona a cuyo servicio va a entrar. O
manifestando los recursos o los medios con que cuenta para vivir honradamente. 33
377

42 Sin embargo, el camino no parece ser definitivo, en algunos casos después de la salida hay
un retorno. Un breve lapso de retiro va acompañado de la desconfianza de aquél que le
brindó la protección. El amor y el deseo de liberarse de ese mundo aparecen como
elemento comunes. Juana Hernández, inscrita en 1877, trabaja como aislada y es
originaria de Teziutlán, Puebla. Se retira del padrón el mismo año de su inscripción, el
garante con quien se fuga retira su protección cuando Hernández se convierte en su
pareja. En 1878 esta mujer, “por necesidad”, vuelve a integrar al padrón y el 24 de
diciembre de ese mismo año se da de baja permanente por fianza del señor Valenzuela.
Como notamos, entre 1877 y 1878, Juana entra y sale de este mundo en busca de una vida
diferente, de la que no podemos descartar el afecto y la búsqueda de otras oportunidades.
43 Soledad Hernández, inscrita en 1875, vive el mismo proceso. Originaria de Puebla, de 17
años, consigue su baja el 31 de agosto de 1877, porque obtiene fianza, pero el 30 de
octubre de 1879 el dinero es regresado al aval Eduardo Pace. Inscrita en 1879, Martina
Pérez, originaria de Zacatlán, Puebla, de 26 años, forma parte del padrón, se separa por el
aval del señor Loza; el 3 de junio el protector retira el monto pues dice “no convenirle”.

“Raquel Hernández, de 21 años, inscrita en 1898, originaria de México, D.F., soltera, de


color blanco, cabello castaño, ojos garzos, boca y nariz regular”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 32 (33).

44 El alejamiento del oficio con el fin de tener una vida familiar y ser respetada en la
sociedad no parece ser una utopía de los novelistas, se presenta aunque sea en contados
casos. Llevar una “vida honesta” es uno de los motivos de retiro, el cual siempre es bien
visto por las autoridades aunque no dejen de exigir el respectivo aval. –El 29 de julio de
1885, Gloria Gutiérrez, de 20 años, soltera, originaria de Jalapa, trabaja como aislada, es
alta, de tez rosada, cabello negro y ojos garzos, vive como aislada en la Casa Núm. No. 3 de
la Calle Fuente de San Cayetano– se retira a la “vida honesta”, da la fianza el señor G. N.
Wescher. Lo mismo sucede con Guadalupe Hernández, quien se incluye en el instrumento
378

en 1879, ella es originaria de Puebla y ejerce como aislada, entre sus señas particulares
figuran picaduras de viruela, en 1885 pide su baja y recibe el aval de los señores
Magdaleno Bautista y Albino Bañuelos. Gertrudis Muñoz, inscrita en 1879, originaria de
Puebla, soltera, de tez rosa, baja, cabello negro, ojos garzos y picada de viruela, ejerce el
oficio argumentando abandono de familia; se da de baja el 31 de mayo de 1885. Antonia
Gutiérrez, viuda, originaria de Huejotzingo, de 28 años, de tez rosada, cabello negro, ojos
pardos, el 24 de julio se va a vivir con un hombre “honestamente”. La fianza la otorga el
señor Luis Arteaga.
45 Los reglamentos abren una puerta a las prostitutas, su incorporación a la “vida honesta” a
través de la obtención de una fianza que garantice su buena conducta. Es un hombre que
la protege el que otorga el favor; por los indicios que tenemos se trata de una relación
afectiva la que permite esta salida, pero como también pudimos observar, ésta no siempre
es duradera ni exitosa.

“Consuelo Hernández de 20 años, inscrita en 1913, originaria de Manzanillo, morena, de


estatura baja, cabello castaño, ojos cafés, nariz grande, boca regular y delgada.
Pertenece a la casa de Rebeca Plata”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 40A (42).

46 Este rubro ofrece también algunos indicios sobre los padecimientos que atacan a las
mujeres que ejercen el oficio, sin embargo estos datos son incompletos y deben ser
corroborados, cuando están disponibles, con las listas de enfermas de mal venéreo que
ingresan al hospital de San Pedro, o General. En el caso de Puebla, los listados aparecen
con posterioridad a la primera década del siglo XX. A pesar de esta limitación el hospital
figura en el registro señalando el “temible mal”. Sólo en ciertos casos se consigna la
entrada, se trata de un bajo porcentaje que podría corresponder a la eficacia de la
inspección sanitaria.
47 Otra vez se trata de un ir y venir entre el hospital y el mundo prostibulario. Rosa delValle,
inscrita en 1892, pertenece al burdel del Callejón de Jesús Núm. 12. El 24 de diciembre de
379

1893 se fuga de la casa y se presenta enferma en el hospital; sale el 2 de enero del 1894 y
regresa al mismo burdel. El 6 de marzo se interna en el nosocomio enferma de sífilis y sale
enseguida, el 11 de marzo vuelve a ingresar y permanece en él hasta el 13 de octubre de
1895. Este caso es sólo una muestra de las largas estancias y del continuo vaivén de estas
mujeres por el hospital y la cárcel, lugares que casi se constituyen en sinónimos.
48 La entrada al hospital confirma otro rubro que ya hemos descrito arriba, se trata de las
señas particulares que se refieren a heridas, las cuales parecen ser una constante en este
tipo de vida. Julia Rosete, inscrita en 1891, labora en el burdel de La Calavera Núm. 4, se
fuga en 1893, y regresa en 1894. El 21 de enero del mismo año es herida por un hombre
debido a que se entrega a otro “que sí quería”. Amor y celos se combinan con riña y
violencia.
49 Desde que se inscribe Emilia Hernández en 1894, su vida oscila entre burdel y hospital.
Ejerce en La Calavera núm. 33, y el 10 de mayo se traslada a la Casa de Carolina Sánchez, el
5 de junio entra a la cárcel por riña. Del 11 al 22 de junio permanece en el hospital, el 30
de noviembre se escapa, se presenta de nuevo el 18 de octubre de 1895 y queda inscrita
como aislada. Aurora Liceaga sigue el mismo itinerario, en 1894 labora en La Calavera
núm. 33, el 11 de junio pasa al Burdel del Marqués núm. 51, el 23 de julio va al Hospital y
el 23 de agosto queda como aislada. El 28 de agosto se le da de baja pues no cumple con los
requerimientos de la inspección.
50 En el Padrón los datos sobre enfermedades son muy escuetos, sin embargo a pesar de sus
limitaciones revelan que por lo menos 1 % de las mujeres que ejercen el oficio de manera
reglamentada pasan por el hospital. Existen pocos indicios para afirmar que la inscripción
y sus efectos, exámenes periódicos y control de la prostituta hayan tenido resultados
eficaces para el control de la propagación de las enfermedades venéreas. En México, dos
elementos influyen de manera crucial en el conocimiento y tratamiento de la sífilis: el
poco uso que se hace del speculum y el número reducido de microscopios. Los exámenes
practicados a las prostitutas no siempre cuentan con todos los medios necesarios para
determinar la enfermedad, sobre todo en los primeros momentos de la inspección
sanitaria. Esto conduce a que en uno de los diferentes proyectos para la reglamentación
del ejercicio se demande: “Hacer en cada mujer un reconocimiento detenido del estado de
la boca, lengua y garganta; de la vulva y uretra, de la vagina y del cuello sirviéndose del
espejo; de la región anal, de los ganglios inguinales y de la piel”. 34 Por otro lado, aunque
nos parezca evidente el uso del microscopio, mediante diferentes documentos
constatamos que no se ha incorporado en estas prácticas de manera generalizada.
380

“Carolina Sánchez de 22 años de edad, se registra por su voluntad en 1875, originaria de


Huamantla, Color blanco, soltera, alta, de cabello castaño, ojos garzos, nariz abultada,
boca regular, trabaja en el burdel de la Calle Choluteca, del que parece ser su dueña”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 30 (31).

Los criterios de ubicación


51 El registro nos permite reconstruir en detalle la geografía de la prostitución,
revelándonos que existe una geometría definida del vicio. Cuadrángulos, rectángulos y
triángulos fijan los límites de la práctica. En los años que estudiamos es posible observar
una gran dispersión en casas de citas, prostíbulos, hoteles y viviendas de las aisladas por
toda la ciudad, sin embargo existe un resguardo de ciertas zonas donde no se permite el
establecimiento de casas de prostitución en las últimas décadas del siglo XIX, pero es en el
siglo XX cuando se determina una zona de tolerancia específica donde se concentra la
actividad en cuestión. Las razones de esta evolución son diferentes: por un lado el
surgimiento de una nueva sensibilidad ante la circulación libre de las prostitutas, las
nuevas concepciones de higiene y las transformaciones que vive la ciudad por su
expansión.
52 En 1894, ciudadanos poblanos afirman que en el pasado no tenían problemas acerca del
establecimiento de burdeles en la calle de Calavera, pues casi nadie transitaba por allí y
las vías colindantes estaban solitarias; sin embargo, la situación no es la misma, se
encuentran pobladas, igual que las proximidades. Los habitantes de esta área plantean
que para trasladarse al Velódromo y a los baños sulfurosos tienen que pasar por Calavera
y como consecuencia se enfrentan a “inmoralidades” e inconveniencias. Además se
inconforman porque la existencia de burdeles en esta rúa impide el progreso del barrio,
pues muchos de sus vecinos huyen.35
381

“Luz Cataño, de 22 años, originaria de Puebla, se inscribe en 1915, trigueña, baja, ojos y
cabello negros, nariz y boca chica, robusta y con bozo, pasa a la 1 a. de Pino Suarez”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 40A (42).

53 En 1894 el ayuntamiento toma una serie de medidas para resguardar, en lo posible, la


moralidad pública. Alerta sobre esos “focos de disolución llamados burdeles de cuyo
centro brota esa atmósfera pestilente que a gran prisa está invadiendo todas las esferas
sociales y sembrando entre ellas el maléfico germen de la Prostitución”. Ésta cada día
cobra más auge por el “escándalo punible que estas mujeres usan para la venta de sus
caricias”.
54 Por estas razones se aprueba un radio donde no deben establecerse casas de asignación,
comprendido por las siguientes calles, al norte desde de San Pablo y sigue al oriente por la
calle Redina, Obraje de Lomba, Arco Chico, Sacristía de Santa Mónica, Plazuela de San José
hasta el molino de San Francisco limitado desde este punto por el río de San Francisco
hasta el Puente del Toro y continúa por las de Tepetlapa, La Luz y Romanos, baja al sur
hasta la huerta conocida como “Carboneras” y sigue por las calles de la Cruz. Hernández,
América, Mesón de Priego, primera y segunda del Palmar, del Río, primera a cuarta de la
Acequia, Cabezas, Callejón del Arbolito, Plazuela del Carmen, Mal Natural, Gato,
Colecturía, Plaza de la Concordia, Portería de Santa Inés, Señor de los Cantares, Cocheras
de Toledo y Parral. En las vías situadas al poniente de la ciudad queda prohibida la
instalación de dichos lugares. Comprendidos dentro del perímetro marcado, los burdeles
existentes en las calles de la Sacristía de Santa Mónica, Callejón de Jesús, Arbolito, Mal
Natural, Calavera, etcétera, en el plazo de dos meses, contados desde la fecha de
aprobación de las nuevas disposiciones serán clausurados y trasladados fuera del radio
señalado. En el caso de no darse cumplimiento a estas órdenes, la jefatura política
procederá a clausurar las casas, imponiendo a los infractores una multa de $50.00. 36
382

“Emilia Briseño, inscrita en 1902, originaria de Morena, de 2 3 años, de color rosado,


estatura regular, cabello y ojos negros, nariz y boca regular, de complexión delgada, se
encuentra en el burdel de la Cerrada de San Antonio”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 36 (37).

55 En 1901 el ayuntamiento prohibe el establecimiento de nuevas casas de asignación o la


reapertura de las clausuradas dentro del área prohibida en ambas aceras de las calles
siguientes: al norte desde la plazuela de San José hasta las rúas que forman la avenida
Hidalgo; al poniente, las de las avenidas Juan N. Méndez y Benito Juárez; al sur de la
avenida Cuauhtémoc y al oriente a las riberas del Río de San Francisco. 37
56 Existen protestas por la ubicación de las casas de asignación en el radio prohibido y
denuncias por el incumplimiento del reglamento de sanidad. No se acata la obligación de
tener visillos y cristales apagados y las ventanas que dan a la calle carecen de vidrios,
además con los bastidores altos, a nadie se le escapa lo que sucede en el interior. 38 Los
diferentes reglamentos que regulan el ejercicio de la prostitución son claros en establecer
una serie de limitantes para la libre circulación por la ciudad de mujeres que ejercen el
oficio. Los ciudadanos protestan en múltiples ocasiones por su presencia, por escándalos
provocados dentro de cabarets y casas de asignación, pero también por el tránsito
escandaloso de ellas por “calles céntricas”, con violación al reglamento de policía que rige
desde 1885 y el reglamento de sanidad. El mencionado documento recuerda a la policía su
deber de velar por la tranquilidad de la urbe y evitar a toda costa “el mal ejemplo para la
niñez”, por ello proponen: “Que la policía de sus órdenes para evitar en las calles
céntricas de la ciudad los escándalos a los que se ha hecho mención”. 39
383

“Gloria Palomar, de 20 años, inscrita en 1913, originaria de Manzanillo, morena, baja,


cabello castaño, ojos cafés, nariz grande, boca regular, delgada, pertenece a la Casa de
Esperanza López”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 40A (42).

57 Los burdeles rodean la zona resguardada. Muy cerca del centro de la ciudad encontramos
algunas calles de alta concentración, por ejemplo, aquellos de la calle de la Calavera,
anotados en 1 886, calle que hoy pertenece a la 7 sur 700; y los de la calle de La Fuente de
San Cayetano, que corresponde a la 11 poniente 100. En los siguientes registros
observamos que los burdeles se instalan en sitios más alejados del centro, pero al mismo
tiempo el número de éstos aumenta: Los del Callejón de Jesús (18 oriente 100); Plazuela de
Analco (5 y 7 oriente 800); Callejón de Comonfort (22 oriente 100); Las 1 a y 2a del Arbolito
(2 sur 1300 y 1500), los de la Cerrada de San Antonio (5 de mayo 2000 y 2200) y las casas de
las calles de la Barranca (14 sur 100). En algunos casos, como en la Plazuela de Analco,
encontramos que en una calle hay hasta tres casas de asignación.
384

“Julia Huerta, es originaria de Texcoco, se inscribe en 1900, de 30 años, blanca, baja, ojos
y cabello negro, se le da de baja en 1902, con la fianza del Sr. Jean M. Smith”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 35 (36).

Para terminar
58 El registro nos ofrece una visión seriada de más de cincuenta años de mujeres que se
dedican a la prostitución. Ojos, piel, cabello, edades, origen, facilitan construir una visión
diacrónica, es decir al usar la terminología actual, nos permite establecer “mapa
genético”. Esta valiosa fuente es una muestra de la influencia y apropiación de larga
duración que en México tiene la obra de Parent Duchatelet sobre la prostitución
reglamentada.
385

“Petra Rodríguez, de 16 años se registra por su voluntad en 1879, orginaria de Puebla, es


soltera, de color rosado, de estatura baja, cabello negro, ojos negros, nariz regular,
boca regular”.
Fuente: AHACP, Registro de Mujeres Públicas, Libro 30 (31).

59 A través del registro tenemos un retrato subjetivo de las mujeres que ejercen el oficio, sus
características físicas descritas por el que inscribe, se complementan con la fotografía que
está cargada siempre de una visión sobre el oficio y de un afán estético. La serie de fotos
muestra un cambio paulatino, no sólo de los vestuarios, sino también de la liberación del
cuerpo femenino y la pose ante la cámara varía de una desviación a un encuentro con el
objetivo. El imaginario mexicano sobre la prostitución también está nutrido por lo
francés; vestuario, pose, etc., forman parte de ello.
60 Gracias a este valioso instrumento, que se constituye para los historiadores en un
importante aporte, observamos las grandes miserias que viven las mujeres que ejercen el
oficio, la transitoriedad del mismo está siempre acompañado de un constante retorno,
donde inspección, registro y fianza se constituyen en permanencias. Amor y violencia se
combinan en este espacio en lo que no todo puede ser considerado “comercio carnal”. El
mundo prostibulario muestra una continuidad con la controlada y civilizada sociedad
porfiriana que resguarda los valores morales y a la vez permite este espacio oculto donde
los “decentes hombres” dan salida a sus “bajas” y “suculentas” pasiones.
386

NOTAS
1. Louis Fiaux, La prostitution reglamentée, les pouvoirs publics, dans les principaux états des deux
mondes, Felix Alcan, ed., Paris, 1909, pp. 56-59.
2. Ver: Carmen Fernanda Nuñez Becerra, “El juez, la prostituta y sus clientes: discursos y
representaciones sobre las prostitutas y la prostitución en la ciudad de México, en la segunda
mitad del siglo XIX”, tesis de maestría en Historia, INAH, México, 1996 y Rosalina Estrada. “Entre
la tolerancia y la prohibición de la prostitución: el pensamiento del higienista Parent
Duchatelet”, México/Francia, Memoria de una sensibilidad común, Siglos XIX -XX, Javier Pérez Siller,
coordinador, México, 1998, pp. 307-329.
3. Alain Corbin, Les filles de noce, Flammarion, Paris, 1982, p. 24.
4. “La Nouvelle-Orléans. Ordenance municipale concernant l’ordre extérieur dans ses rapports
avec la prostitution publique”, Maireie de la Nouvelle Orléans, City Hall, 29 janvier 1897, Louis
Fiaux, op. cit. pp. 23-24.
5. Parent Duchatelet, La prostitution a Paris au XIX siècle, texte présénte et annoté para Alain
Corbin, Éditions du Seuil, París, 1981, p. 151.
6. Parent. op. cit., p. 156.
7. Idem.
8. Ibíd., p. 157.
9. Brigitte Rochelandet, Les Maisons closes autrefois, Editions Harvartha, Lyon, 1995, p. 11.
10. Ixchel Delgado Jordá, La prostitución durante el imperio de Maximiliano, op. cit., p., 154.
11. Ibíd.
12. Arturo, Aguilar Ochoa, La fotografía durante el Imperio de Maximiliano, UNAM, Instituto de
Investigaciones Estéticas, México, 1996, p. 81.
13. Ibíd.
14. Reglamento de Criados, Boletín Municipal, t. VIII, Núm. 40, 6 de octubre de 1888.
15. AHACP, Libro de Expedientes, tomo 361, legajo 90, 1892.
16. El Amigo de la Verdad, “La prostitución”, 17 de marzo 1908, p. 1.
17. AHACP, Nuevo Proyecto de Reglamento de Prostitución, 1886. Libro de expedientes, t. 367,
Legajo 220, 1886.
18. Archivo Histórico de La Secretaría de Salubridad y Asistencia, Fondo Salud Pública, Sección
Anti-Venérea, Caja 1, Expediente Núm. 1, 1867.
19. AHACP, Colección de Disposiciones Municipales, Vol. 67, Reglamento de Prostitución de
Puebla de Zaragoza, Núm. 1873.
20. Rosalina Estrada y Enrique Cano Galindo, “Mujeres que dejan huella”, ponencia presentada en
el Congreso de SCOLAS, Puebla, febrero 2000.
21. Reglamento de prostitución.
22. Ver cuadro y gráfica 1: Edad de inscripción de las mujeres que ejercen la prostitución,
1871-1900.
23. Ver cuadro y gráfica 2: Procedencia de las mujeres mexicanas que ejercen la prostitución en
la ciudad de Puebla, 1871-1900.
24. Ver cuadro y gráfica 3: Procendencia de las extranjeras que ejercen la prostitución en la
ciudad de Puebla, 1871-1900.
25. Ver cuadro y gráfica 4: Color de piel de las prostitutas inscritas, 1871-1900.
26. Ver cuadro y gráfica 5: Tipo de nariz que tienen las mujeres inscritas, 1871-1900.
27. Ver cuadro y gráfica 6: Tipo de boca de las mujeres inscritas, 1871-1900.
387

28. Ver cuadro y gráfica 7: Tipo de ojos de la mujeres inscritas, 1871-1900.


29. Ver cuadro y gráfica 8: Color de cabello de las mujeres inscritas, 1871-1900.
30. Ver cuadro y gráfica: Estatura de las mujeres inscritas, 1871-1900.
31. Ver cuadro y gráfica: Señas particulares de las mujeres inscritas, 1871-1900.
32. Nuevo Proyecto de Reglamento de Prostitución, AHACP, Libro de expedientes, t. 367, LEG. 220
1886.
33. Reglamento de Prostitución de Puebla de Zaragoza, 1873, Colección de Disposiciones
Municipales, Vol. 67, AHACP.
34. Proyecto de Reglamento de Prostitución, AHACP, Libro de expedientes, t. 395, legajo 11 hojas
10-11, 1896.
35. AHACP, Libro de expedientes, t. 381, Legajo 180, 1894.
36. AHACP, Libro de expedientes, t. 381, Legajo 180, 1894.
37. AHACP, Libro de expedientes, t. 425, Legajo 3, 1901.
38. AHACP, Libro de expedientes, t. 697, Legajo 575, 1927.
39. AHACP, Libro de expedientes, t. 786 Legajo 151, 1927.

RESÚMENES
El ejercicio de la prostitución ha generado un largo y polémico proceso de reglamentación, en
torno a su expedición se realizan una serie de argumentaciones y discusiones que nos dejan ver el
deseo porfiriano de orden y progreso y el afán moralizador. Entre médicos y moralistas no existe
una posición única sobre el problema, la particularidad del caso mexicano se manifiesta en la
aplicación del conjunto de leyes y ordenanzas que tienen como inspiración el sistema francés
propuesto por el higienista galo Parent Duchatelet.

L’exercice de la prostitution a engendré un long et un polémique processus de réglementation.


Autour de l’expédition des ordonnances se réalisent une série d’argumentations et de discussions
qui nous permettent de voir le désir porfirien d’ordre et progrès et la pensée moralisateur. Entre
médecins et moralistes n’existe pas une position unique sur le problème, la particularité du cas
mexicain se manifeste dans l’application de l’ensemble de lois et d’ordonnances qui ont pour
inspiration le système français proposé par l’hygiéniste gaulois Parent Duchatelet et la situation
politique et sociale qui traverse le pays.

AUTOR
ROSALINA ESTRADA URROZ
Mexicana, es doctora en historia social por la Universidad de Paris VIII (Saint Denis, Francia).
Investigadora titular del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP, y miembro de
SNI, es especialista en historia del trabajo. Es miembro fundador del seminario “México Francia”
y dirige en la maestría en Historia del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades un seminario
de historia cultural y de las mentalidades. Dentro de su proyecto general, “Cultura y vida privada
en Puebla en el siglo XX”, desarrolla el tema “la influencia de la medicina francesa en las
concepciones sobre salud pública e higiene en México”. Ha publicado diversos artículos sobre
388

patrimonio industrial e historia de la tecnología, así como el libro Del telar a la cadena de montaje.
La condición obrera en Puebla, 1940-1976 (Puebla, 1997), y recientemente: Espacio fabril, máquinas y
trabajadores: La preservación del Patrimonio industrial (Puebla, 2003).
389

Élites, familias y asociaciones


390

El cocinero masón, la Inquisición y


los franceses
Guy Rozat

Portada: La Masonería y la Libertad guían al mundo. La idea de hombre libre está presente
en los textos masónicos, especialmente en su constitución y en sus reglamentos.
Fuente: Litografía de Destouches, siglo XVIII, Archivos del Gran Oriente de Francia.

1 Si un Coloquio México-Francia por su naturaleza propia está más inclinado a buscar y a


felicitarse por los encuentros felices entre mexicanos y franceses, el caso que hoy escogí
relatar es, al contrario, un ejemplo de porqué y cómo el ser francés se volvió un elemento
difícil de sortear para Juan Lausel, cocinero del virrey Revillagigedo. Evidentemente, me
dirán que en 1794 no existían realmente los “mexicanos” y que la Nueva España estaba
todavía habitada por fieles súbditos del rey de España. Pero me parece importante
recordar que en ese entonces, cuando la Francia nueva se abría paso “sobre las ruinas de
la opresión y de la feudalidad”, repentinamente se volvió muy problemático ser francés
391

en Nueva España y probablemente en toda la América española. Se volvió incluso


peligroso para unos cuantos de esos nacionales perdidos en la lejana América, sobre todo
si no supieron tener una actitud discreta y esconder con sigilo sus manifestaciones de
interés o de júbilo por los radicales eventos políticos que se desarrollaban en su país.
2 Este capítulo está por lo tanto dedicado a intentar reconstruir parte de las últimas
andanzas americanas de un cocinero francés a fines del siglo XVIII en la Nueva España
frente al Santo Tribunal de la Inquisición y a explicar por qué, culpable o no, tenía que ser
condenado a tres años de presidio en África.

Un condenado y su expediente1
3 No sabemos el día en que empezó la pesadilla de Juan Lausel. El tribunal de la Santa
Inquisición, muy discreto sobre sus prácticas, en ningún momento menciona en el
expediente ni el día ni la hora en que el reo fue arrestado en Xalapa, en ese fresco mes de
septiembre de 1794. El secreto, siempre, fue el arma psicológica que utilizó el Santo
Tribunal para amedrentar a los reos. Súbitamente desaparecidos, los reos se encontraban
repentinamente confrontados en su soledad con una minuciosa rememoración sobre su
vida, sobre los dichos y actuaciones que podrían haberlos llevado a ese cautiverio y
aislamiento.
4 La primera fecha del “caso Lausel” es la del inventario de los bienes que firmó el
“mayordomo y encargado del excelentísimo señor conde de Revillagigedo”, Miguel
Bellido, en la hacienda de Lucas Martín el 27 septiembre. Así podemos suponer que el reo
Lausel, antes cocinero del virrey, había ya sido arrestado unas horas antes. No sabemos si
fue en su presencia que se hizo ese primer inventario de sus bienes. La ceremonia del
inventario, llevado a cabo por personas de confianza y a veces en presencia de testigos,
era fundamental si recordamos que la Inquisición se cobraba los gastos de mantenimiento
de los reos así como los gastos de los procesos mismos sobre los bienes de los propios
procesados.
5 El hecho de que el mayordomo del virrey firmara el documento el 27, sólo indica con
seguridad que el cocinero estaba en manos de la Inquisición, ya que su caballo y sus
bienes están por ser entregados al comisario del santo oficio de Xalapa. En efecto, el
cocinero ya no necesita silla ni caballo, encerrado en una litera con poca ropa en una
maleta de baqueta; bien custodiado por seis personas está en camino hacia la capital del
virreinato.
6 Sobre las circunstancias de su arresto sólo podemos hacer conjeturas, imaginar a un
grupo de miembros de la Inquisición y servidores llegando al alba a la hacienda de Lucas
Martín situada a una legua fuera del centro de Xalapa, donde el virrey con su séquito
esperaban el juicio de residencia que se les seguía en la capital. Es probable que los
raptores hayan sido muy cautelosos y rápidos queriendo ser discretos y evitar
intervención, la siempre posible del conde Revillagigedo, en la medida en que atacar a un
miembro de la casa de un gran personaje era siempre atacar algo del prestigio de esa casa,
razón por la cual siempre se podía temer una reacción de defensa del grupo.
7 Es interesante hacer notar que el virrey no aparecerá en ningún momento en el
expediente del proceso de su cocinero, y esto puede ser considerado en cierta medida
como un primer enigma. No hay huellas de alguna intervención del virrey, aunque
también hay que considerar que la Inquisición a su vez se cuidará mucho de separar las
392

acusaciones contra el cocinero de su ámbito laboral. Sus palabras imprudentes, que según
el tribunal comprueban su irreligión y su pertenecer a la masonería, habrían sido
proferidas fuera de la casa del virrey y en casa o presencia de otros franceses.
8 Por otra parte esa ausencia de intervención podría ser puesta en relación con la situación
propia del virrey, que entonces tenía suficientes problemas como para no querer meterse
con la Inquisición por la defensa de alguien que finalmente ya no es tan importante o que
tal vez ya cayó en desgracia o, más probablemente, el proceso de Lausel depende de una
decisión política más general, contra la cual el virrey ya no puede hacer nada.
9 Lo cierto es que Lausel parece estar muy solo en su cárcel y recibirá muy poco apoyo de
los antiguos miembros de la casa del virrey; al contrario, son las denuncias y las
calumnias de algunos de ellos las que han llenado su expediente y precipitado su
encarcelamiento.2

Los bienes de un cocinero


10 El inventario que inaugura el expediente nos proporciona ya algunos datos sobre su
persona. No entraremos aquí en un análisis exhaustivo del inventario, pero comparándolo
con otros inventarios de la época podemos ver que nuestro cocinero no pertenece a un
estamento “popular”, tiene un guardarropa importante que se puede equiparar con el de
algún noble viajando cómodamente. Como es costumbre en la época y en esa clase media
acomodada, viaja con su propia ropa de cama, colchón, almohada, sábanas, manta y
cubrecama. El inventario mezcla ropa de trabajo con ropa de representación social; a
través de la multiplicidad de calzones, medias de seda y camisas (16), chaquetas, chalecos
393

y corbatines, podemos ver los diferentes momentos de la vida social de un “cocinero de


virrey”.

Falto de conocimiento el hombre nace en la oscuridad. La masonería aportaría la luz al


espíritu y al entendimiento. En el ritual de iniciación se utiliza una banda negra para
simbolizar el paso de la oscuridad a la luz del universo masónico.
Fuente: detalle del Livre muet des Francs Maçons, publicado en 1765. Archivos de la Gran
Logia de Francia.

11 Podría sorprendernos que ese cocinero tenga una espada con puño de oro si no sabemos
la importancia del cocinero como integrante del círculo íntimo del séquito de un gran
señor; pero una espada de precio no es la única cosa valiosa que posee, también tiene
varios juegos de hebillas de plata y ganchos de plata para zapatos, charreteras de plata y
de oro con piedras para los calzones, dos hebillas de corbatín, una de oro y la otra de
plata, “dos evillas de oro más en su caxa de zapa”, mancuernas y un pececito de oro, sin
olvidar dos relojes, uno de oro y “otro con un retrato que parece de semilor”. Esos
adornos de oro y plata son los complementos indispensables de un ajuar digno de la
función social de representación que debe asumir un cocinero virreinal.
12 La cantidad de ropa va a la par con el numero de zapatos, “6 pares de zapatos nuevos, un
par de botas, otro de botines y otro par de zapatos viejos”. Lausel viaja también con su
material profesional, un conjunto de “33 moldes de cozina de cobre” y otro “envoltorio
con 12 piezecitas de cocina de hoja de lata” y varios instrumentos menores más. Los
cuchillos, fundamentales objetos del oficio, no podían faltar, pero no son cuchillos
cualesquiera, sino que tienen “baynas de plata”.
13 Tampoco faltan los objetos religiosos, lo que podría sorprendernos de un reo acusado de
impiedad. Tiene en su posesión “dos imágenes de nuestra señora de Guadalupe pintadas
en lienzo, la vina con su media caña de madera”, “una imagen de nuestra señora del
Cordonato en tafetán azul” y, lo más sorprendente, un cilicio envuelto en un papel.
394

14 Nuestro cocinero es también un hombre de letras, sabe leer y escribir y ha conservado


varios legajos con poesías en castellano y francés cuyo contenido, calificado como lascivo,
le acarreará problemas. Tiene también una pequeña biblioteca de una veintena de libros,
con la cual vemos que entre otros gustos literarios es aficionado al teatro, posee comedias
francesas e italianas, una tragedia de Racine, una novela de Marivaux, en varios tomos, así
como recopilaciones poéticas impresas y manuscritas. También se encuentran varios
libros que tienen cierta relación con su oficio en la medida en que se relacionan con la
producción horticultora, particularmente la de los frutos, flores y verduras, pero no
aparece ningún libro de cocina francesa o española.
15 Lo más interesante para nosotros, y lo más grave para él, es que nuestro cocinero filósofo
tiene en su baúl varias obras prohibidas como los cuentos de Marmontel, el principal
alumno y editor de Voltaire, y varias obras de J.J. Rousseau, así como tres o cuatro
panfletos filosóficos prohibidos.
16 El inventario de Lausel se termina con la descripción del dinero que se le encontró. Si la
suma que se le decomisa asciende a un poco más de 402 pesos, es interesante que sólo
tenga cuatro monedas que totalizan 12 pesos, el resto está en oro y plata suelta, lo que
confirma la importancia de los circuitos monetarios paralelos en la Nueva España al de la
amonedación más o menos controlada y quintada.
17 Por último riqueza de Lausel, su caballo con su silla, otra serán vendidos en 47 pesos por
el comisario de Xalapa para que no generen mayores gastos de mantenimiento.

La rutina inquisitorial
18 Antes de que empiece su proceso, los bienes de Lausel se han menguado. En noviembre de
1794, Don Alonso Joseph Gatica manda a los inquisidores de la capital una libranza de 193
pesos a favor del reo, habiendo descontado lo que se gastó en el caballo antes de su venta,
el traslado del baúl de Lausel y los gastos de su conducción, así como lo erogado en la
manutención del reo.
19 Esas cuentas y recibos varios nos permiten conocer el precio de una litera México-Xalapa
en esos entonces: 150 pesos ida y vuelta; nos permiten también saber cuántas personas
constituyen la guardia del reo. Con la litera de seis muías van dos mozos; Anastasio Cruz,
quien fleta la litera, cobra igual por muías que por mozos: 80 pesos, 10 por muías y 10 por
mozos. Con la mula de carga va un mozo y su mula propia, serán otros 30 pesos; pero por
la vuelta cobrara sólo 40 pesos, o sea en total 150 pesos, por ocho muías y tres mozos.
20 Don Nicolás Manuel Fernández Campo presenta a su vez su cuenta:
por la manutención de 6 días míos, del reo y de los dos comisarios así como los
caballos de esos 15 pesos 7” por la vuelta de los mismos: 11 pesos 5,1/2. También
añade “los diarios dados a dos literos y al mozo de la mula de carga en los doce días
de ida y vuelta a 3 reales cada uno todos los días según costumbre”.
21 Así, sabemos que el viaje de Xalapa a la capital en litera se hacía en seis días, y que era
tradicional dar para su gasto tres reales a los mozos cada día para comer y alojarse. Es
evidente que la canasta básica que podrían comprar esos mozos tenía poco que ver con lo
que los “oficiales”, la gente pudiente o incluso los reos como Lausel gastaban para su
manutención. Los comisarios cobraron cada uno 20 pesos para acompañar al reo y para su
manutención se gastaban cerca de 13 reales por día, esa diferencia en un mismo convoy
395

ilustra el refrán del siglo XVII, muestra de cómo las maneras de mesa respetan los
estamentos sociales, que recogió en su viaje el Padre Ajofrín:
Pan, gallina, buen carnero,
queso, vinos y aguardiente,
hallara aquí prontamente
el que trajese dinero;
bien sazonado el puchero
tendrá en aquesta posada,
con más, la paja y cebada;
para sus mozos atole
pulque, tortillas, clemole.
Sí señor ¡Ay, no es nada!3
22 El tiempo pasa y los haberes de Lausel se van fundiendo rápidamente, la composición de
la chapa del baúl por fin llegada a la capital, los gastos del barbero y sus alimentos hacen
que ya no tenga más que 37 pesos en octubre. ¿Qué comerá ahora el cocinero?

La acusación
23 Es al parecer hasta el 18 de diciembre, casi tres meses después de su arresto, que Lausel es
presentado en la audiencia del señor inquisidor Dr. don Antonio Begosa y Jordán. Se le
pregunta si sabe por qué estaba allí.

Revoltoso y masón
24 Habiendo jurado decir la verdad, Lausel declara que recordó “que su negocio y causa”
puede provenir de una discusión que tuvo con otros dos franceses, en la cual éstos
“hablaban con demasiada libertad contra los reyes en general y los de Francia en
particular”. Lausel afirma que intentó callarlos e incluso le dijo que podrían tener
problemas pero no le hicieron caso.
25 Tras la lectura de la acusación, según la cual hizo frente a testigos, un vibrante alegato en
favor de la constitución y de lo ocurrido en Francia, Lausel niega su contenido,
confirmando sus primeras declaraciones. Por lo tanto “pide ser absuelto y dado por libre
y por lo que tiene confesado ser piadosamente penitenciado”. Después de esa primera
audiencia regresa a su celda.
26 Es hasta el 24 de enero cuando se le entregan las copias de las audiencias y acusaciones y
se le proporciona papel en blanco para que responda a las acusaciones y se defienda.
27 Se le acusa de que en casa del relojero Lozano y en presencia de otro relojero francés,
Nicolás Fabuis, preso también en la Inquisición, había hecho la apología de los cambios
recientes en Francia, se habían felicitado de la nueva libertad de la cual gozaban los
franceses y del fin del gobierno tiránico de los reyes, jueces y curas, y de que finalmente
los españoles deberían seguir ese ejemplo; añadiendo Lausel que de regreso a España, una
vez recuperado un dinero suyo que tenía “el mayordomo de su excelencia”, se marcharía
a su país muy feliz a gozar de esa libertad nueva.4
28 Una vez más se le pide una confesión completa sobre este episodio, sobre las palabras
pronunciadas, las personas presentes, amonestándolo para que “por reverencia de Dios
Nuestro Señor recorra bien su memoria y diga la verdad”.
396

29 Como se niega una vez más a reconocer ese episodio se hace comparecer al día siguiente
al reo Fabuis. En su primera declaración éste declara que no sabe por qué ha sido
arrestado, sólo recuerda que oyó en el calabozo al difunto don Vicente Santa María que
un tal relojero don José Lozano pretendía que la fornicación no era pecado, ni menos en
venta; pero confrontado al episodio con Lausel y a las supuestas palabras que habría
pronunciado, éste niega todo en bloque.
30 No olvidando su juramento de decir la verdad, explica que era cierto que concurrió a ver
un reloj a la relojería de don José Lozano, en la calle de Plateros, a principios de junio de
1794, y “que en ella absolutamente oyó cosa alguna pues los únicos que estaban allí eran
Lozano, el que le trato únicamente de la construcción de el reloj y otro hombre que según
Lozano dijo ser el cocinero del señor virrey Revillagigedo que como era de noche, ni aún
lo conocía, ya quien no le oyó cosa alguna”. Añadió que lo único que sabía y que le contó
un herrador que estaba era que también preso porque el mariscal sastre del señor
Revillagigedo decía que dicho cocinero no oía misa y que cuando en palacio le instaban a
que la oyese, respondía: “Qué misa ni no misa”.
31 El comisario de corte Antonio Rubín de Celis hace comparecer de nuevo a Nicolás Fabuis,
quien otra vez niega haber tratado y conocer siquiera el nombre del cocinero, sigue
expresándose muy mal del tal Lozano porque está convencido de que fue él quien lo acusó
para vengarse de una vieja rencilla que tenín. El alcalde está persuadido de que Fabuis
miente para proteger a Lausel y piensa que a lo mejor él también es masón.

La impiedad del cocinero


32 Para librarse de la acusación de impiedad que los calumniadores han denunciado al
tribunal, Lausel pide que se recoja el testimonio de los tres franciscanos que celebraban
regularmente la misa privada en casa del virrey, está seguro de que ellos podrán testificar
si se comportaba mal durante los oficios, como se le acusa. El testimonio de esos padres es
formal: “nunca faltó”, todos confirman que era uno de los más puntuales y que siempre
asistía a la misa privada del virrey de rodillas con una actitud muy cristiana, “con mayor
devoción” e incluso a uno de los franciscanos “le consta que se confesó”.
33 A un testigo que lo acusa formalmente de haber despreciado el paso del Santísimo por San
Ángel y haber conservado su sombrero puesto a su paso, responde que en la fecha
supuesta de ese incidente ya había dejado la capital, como lo podía comprobar el tribunal.
34 Así, el reo se defiende vigorosamente paso a paso contra el conjunto de acusaciones de
impiedad a las que califica como calumnias. Esta defensa exitosa no convence de su
inocencia al comisario a cargo de la investigación, quien sigue convencido de que todos
los franceses que tiene encarcelados, cuyos cuyos testimonios aparentemente se exoneran
unos a otros, y por otro lado afirman no conocerse o muy poco, forman parte del gran
complot secreto masónico.
35 Finalmente, el 26 de marzo de 1795 los jueces calificadores recomiendan rebajar la
calificación de hereje formal que le dieron en el Sumario (no conservado) a la de
“sospechoso de vehementi por sus proposiciones y su masonismo y por su
condescendencia a las proposiciones de sus paisanos contra la autoridad, personas y vidas
de los reyes”. Esta nueva calificación es, como insistirá su defensor en sus alegatos, el
reconocimiento de la falta de solidez de las acusaciones, sólo se conserva la posibilidad de
que hubiera podido decir palabras imprudentes y como no se puede comprobar ni de lejos
397

su pertenencia a cualquier grupo masónico se vuelve solamente sospechoso de masonista,


es decir, de ser en cierto modo favorable a los masones.
36 Sin embargo, en el veredicto de junio de 1795 se recupera la calificación de
“proposiciones heréticas y francmasón” y el Tribunal ordena:
que este reo estando en forma de penitente salga al acto público de fé, primero, que
se celebre, y abjure de levi las sospechas que contra él resultan. Desterrado de la
corte de Madrid, de esta de México y demás partes de estas Américas, que sea
conducido en partida de registro y destinado a uno de los presidios de África por
tiempo de tres años a disposición del excelentísimo señor inquisidor general y
señores del consejo de la Suprema General Inquisición que confiese general y
sacramentalmente antes de salir de cárceles con el confesor que se le señalase y lo
ejecute particularmente en las pascuas del primer año, rezando los viernes de el un
credo a la santísima Trinidad y los sábados una parte del rosario de María
santísima.

Un proceso ejemplar
37 Si no hay casi nada realmente serio en el expediente más que acusaciones de celosos y
envidiosos del antiguo lugar de trabajo, chismes malévolos, expresión de celos y
competencia en la carrera de los honores en el pequeño círculo privado del virrey, ¿por
qué ese proceso?, pero también, como consta en el expediente, ¿por qué de repente tantos
franceses en las cárceles inquisitoriales?
38 Cierto, la personalidad de Lausel no ayudaba a hacerlo muy simpático, sobre todo cuando
se observa que entregó, a pesar de la madre, al fruto recién nacido de una relación fuera
del matrimonio a una casa cuna, aunque debemos recordar que en aquella época eso era
“pecara minuta”, una práctica si no muy frecuente, por lo menos aceptada5. También es
cierto que tiene libros prohibidos y versos lascivos pero, aclara el reo, estos han sido
revisados varias veces en España y nadie le dijo que estaban prohibidos, porque en ese
caso, afirma, los hubiera desechado. Lausel no es un ser muy comunicativo, es más bien
un solitario, como lo califica la madre de Rita, la mujer con quien tuvo esa “relación
ilícita”, es un “hombre de pocas palabras y poco amistoso”. Así podemos pensar en una
primera aproximación que es ese carácter arisco y poco comunicativo lo que originó los
chismes una vez que el virrey dejó el puesto y que Lausel ya no era “cocinero del virrey”.
39 La segunda pregunta, ¿por qué repentinamente tantos franceses en las cárceles de la
Inquisición?, nos abre nuevas perspectivas de análisis para entender por qué Lausel será
condenado a pesar de tener un expediente prácticamente vacío.

Todo peligro viene de Francia


40 En la época que nos ocupa, las relaciones entre España y Francia están tomando un giro
nuevo. Desde el principio de los eventos de 1789, los dirigentes españoles empiezan a
temer el contagio de las nuevas prácticas de cambio político y social llevadas a cabo en
Francia. Las ideas de la Ilustración ya están en buena parte incluidas en los índex de libros
prohibidos, aunque esa prohibición sólo frena, mas no impide, su difusión, incluso en la
época de Carlos III, algunas de esas ideas eran en cierto modo compartidas por algunos
sectores de la intelligentsia española.
398

41 En México estamos tan acostumbrados a ver llegar españoles a estas tierras americanas,
que nos es difícil pensar que durante siglos los franceses los que emigran y pueblan
España. Esa emigración, observada todavía en el XVIII, es el final de un largo proceso de
emigración de más de 800 años. Desde que los españoles se volvieron ricos con los tesoros
de Indias, en los siglos XVI, XVII y XVIII, son los franceses los emigrados, los que cumplen
las tareas que los españoles consideran indignas de un pueblo tan noble. Ya en el siglo
XVII, Covarrubias, en su Tesoro de la lengua castellana (Madrid 1611), explica que los
inmigrados franceses, provenientes de las provincias del sur de Francia, llegados de una
región miserable “se emplean en oficios viles y bajos; se ofenden si se les llaman
gavachos. A pesar de todo regresan a casa con mucho dinero y para ellos, los reinos de
España son buenas Indias”.6 Estos emigrados franceses están en todos los lugares, en las
regiones agrícolas de Aragón, así como en las grandes ciudades de la Castilla Nueva y de la
Andalucía, donde explotan todas las posibilidades: artesanales, servicios y comercio, sin
olvidar un numero importante de pequeños comerciantes y artesanos ambulantes. En la
capital, donde se concentra el 30 % de los franceses, uno de los puntos fuertes de los
inmigrados es la panadería. En Toledo como en Madrid dominan ese sector fundamental
para la vida cotidiana”.7
42 Los cocineros son también muy numerosos desde tiempo atrás. Ya, por ejemplo, a fines
del siglo XVI, en 1580, el Arzobispo de Zaragoza tiene su cocinero francés.
43 Los cocineros franceses son muy apreciados en las grandes casas. De los dos cocineros
franceses que trabajan en Toledo en el siglo XVIII, uno lo hace para el conde de Torejón y
el otro para el rico convento de san Pedro Mártir.8
44 La presencia de estos numerosos emigrados jóvenes en todos los ámbitos urbanos,
capaces de adaptarse al mercado del trabajo local de cada ciudad, provoca fuertes
tensiones xenofobas contra ellos aunque a pesar de todo, se necesitan. Son rechazados
porque tienen la reputación de ser inasimilables, pues juntado un poco de dinero se
regresan a su tierra.9 Se les acusa por lo tanto de chupar las riquezas del país y de ahí a
acusarlos de las dificultades por las que atraviesa España hay sólo un paso. Algunos
críticos más violentos los comparan incluso a los moriscos.10 Si los franceses viven en
grupo o si no se integran es también porque las leyes españolas no favorecen la
integración del migrante.11 El largo reinado de Luis XIV, durante el cual Francia y España
son enemigos sobre los campos de batalla, no favorece esa integración; será hasta la
llegada de los Borbones con Felipe V al trono de España, cuando su situación mejorará.
399

La solidaridad entre los hermanos masones es una de sus características. Sus logias
contaban con mecanismos de ayuda para sus miembros; ayuda inmediata y después de la
muerte para sus familias.
Fuente: Dibujo de Derais, ca. 1767. Museo de la Gran Logia de Francia.

Controlar a los extranjeros, una tarea urgente


45 Desde la época de Carlos III se había pensado realizar un censo anual de todos los
extranjeros, comerciantes o no, en todas las regiones militares e intendencias, pero este
intento se logró solamente en algunas regiones. Con la real cédula del 28 de junio de 1764
se pretendía diferenciar a los comerciantes, según si eran comerciantes transeúntes, es
decir, de paso, o avecindados, porque los comerciantes españoles se quejaban de la
competencia de estos extranjeros que jugaban sobre sus derechos como extranjeros o
como españoles según sus intereses y conveniencias.
46 Como ya se ha visto muchas veces en la historia del comercio, las prácticas y el
dinamismo de los comerciantes inmigrados –los franceses en nuestro caso– por sus logros
y el poder económico acumulado en pocos años de trabajo intensivo, generan celos y
desconfianza; pero con la radicalización del proceso de las transformaciones políticas en
Paris, el problema ya no es el de controlar “extranjeros” sino más bien se busca ante todo
controlar a los franceses y se empieza a organizar un servicio de informaciones para
conocer la actuación e influencia particular de éstos.
47 La actitud del poder español se radicaliza y sus preocupaciones se materializan por
ejemplo en las seis preguntas que se hacían a un informador anónimo en San Sebastián
sobre ciertos franceses:12
¿Cuál es el nombre de franceses establecidos en la ciudad?
¿A qué clase pertenecen y como viven.?
¿Cuáles son enemigos de la constitución y quienes no lo son?
400

¿Si tienen españoles a su servicio y si han logrado establecer relaciones con gentes
del país que comparten sus sentimientos, y en ese caso ¿quiénes son esos?
¿Si hacen profesión en público o en privado de una adhesión a la dicha
constitución?
¿Si reciben documentación extranjera y por qué medio?
48 Detrás de estas preguntas podemos ver la construcción del espectro de una conspiración
francesa contra España y su realeza y la necesidad de una figura del conspirador. Es el
masón el que hace el oficio de maestro conspirador y todo francés que manifiesta
opiniones favorables a los cambios ocurridos en Paris será considerado como un posible
masón.13
49 En el caso de San Sebastián, tan cerca de Francia y donde la colonia francesa es numerosa,
establecer ese nuevo tipo de control político sobre los extranjeros es problemático para el
Estado español. Sabemos que en 1791, de las cuatro panaderías de la ciudad, tres
pertenecían a franceses y la cuarta era de una viuda española casada con un francés; una
panadería, donde tanta gente de todos los estamentos va y viene cada día puede ser un
lugar muy cómodo para difundir propaganda e ideas subversivas.14
50 No se trata aquí de reconstruir esa paranoia del poder español frente al complot
masónico. Emprender tal estudio desde México es muy difícil e incluso parece imposible
en la medida en que España no tiene un servicio de policía eficaz como el que otros países
estaban creando desde hacía décadas.15 Es por eso que aunque el conde de Floridablanca
desconfiaba por muchas razones del Santo Oficio, llamará a su ayuda a la antigua
institución, que encuentra en esta tarea de salvación nacional una nueva juventud.16
51 Desde el principio de la Revolución Francesa el conde de Floridablanca teme un posible
contagio revolucionario. En julio de 1791 comunica al presidente del consejo de Castilla
sus temores, cómo controlar de cerca la actividad de los franceses residentes en España y
quitarse de encima a los más ruidosos, considerados como favorables a los cambios
franceses y posibles propagadores de ideas subversivas. Consciente de la ausencia de rigor
de los anteriores censos toma una serie de nuevas medidas, con la Real cédula del 20 de
julio 1791, la Instrucción del 21 de julio y los comentarios a esos dos textos del 31 de
agosto pretende que se distingan otra vez a franceses avecindados de los transeúntes; y si
se pide el censo de todos los extranjeros, los que están la mira son los franceses.
Evidentemente los “establecidos” y muy bien establecidos a veces, no son los peligrosos
sino “los caldereros, los afiladores, y otros comerciantes ambulantes sospechados de
hacer circular las detestables máximas de estos franceses fanáticos de su libertad
desenfrenada”. Son estos los que están realmente en la mira de la cédula de junio de 1791
y ese juicio es más bien atinado si consideramos que esas categorías sociales son más o
menos las que se han vuelto los actores radicales de las calles de París.
52 Los avecindados tendrían que jurar fidelidad al rey de España y a la fe católica,
renunciando a todo derecho extranjero y privilegios, los transeúntes debían dejar el país
en el lapso de dos meses o pedir su estatuto de avecindados.
53 En resumen, a partir de 1789 todo lo que huele a francés huele mal. Si antes la rivalidad
tomaba la apariencia de una lucha económica entre mercaderes españoles y franceses
tramposos, que intentaban eludir sus obligaciones fiscales, las nuevas decisiones
administrativas tienen ahora por finalidad la de controlar muy de cerca a los grupos de
comerciantes más activos, como la ruidosa colonia francesa de Sevilla. Floridablanca pide
ayuda al inquisidor general y éste aprovechará dicha demanda para presionar al gobierno
contra los franceses y todas las ideas perniciosas de la Ilustración.
401

¿Por qué un cocinero?


54 Si podemos entender por qué el Estado español intenta controlar más estrechamente a los
comerciantes franceses establecidos que dominan sectores económicos claves y a los
ambulantes que pueden ser propagandistas de las ideas revolucionarias, ¿qué tiene que
ver con todo esto nuestro cocinero?
55 Es un hecho que en las listas que se establecen en esa época sobre la presencia francesa
podemos ver una presencia masiva de éstos en el sector de los oficios ligados a la
alimentación, confiteros, panaderos, pasteleros, cocineros; pero también fundistas,
posaderos, ventaderos, mesoneros, cabareteros y, por lo tanto, no es tan raro que nuestro
cocinero se encuentre como algunos de sus compañeros en las listas de sospechosos.
56 Por ejemplo, de las 300 tabernas que había en Madrid en 1790, 150 estaban en manos de
franceses; en el censo de 1791 son 187. Si se puede argumentar acerca de una competencia
económica y financiera por los “muchos prejuicios de los españoles sobre ese tipo de
oficio”,17 será sobre todo porque estas tabernas se vuelven, para el poder español, el lugar
posible del complot y centros difusores de las ideas revolucionarias francesas. 18
57 La causa inmediata de la represión contra Lausel no parece provenir solamente de una
decisión del Estado español; si bien es francés y como está tal sometido a la sospecha
general que abarca a todo francés, él trabaja en Nueva España y es el cocinero del virrey,
lo que aparentemente le debería valer alguna protección, ¿por qué entonces lo perseguirá
la inquisición sobre la base de acusaciones tan poco fundadas?

Lausel, cocinero “revolucionario” sin saberlo


58 Más que propaganda y libelos revolucionarios, lo que probablemente introducen los
cocineros franceses de manera muy inconsciente en España y en el mundo Ibérico es una
nueva práctica, una nueva estética y una nueva filosofía del cuerpo, elementos que
apuntan hacia un cambio político y social. Esto es inseparable de esa laicización de lo
social que ve desaparecer el poder de control de la Iglesia sobre la vida cotidiana, como lo
manifiestan las nuevas prácticas sexuales ligadas a la reproducción en Francia o el fin del
respeto de las prohibiciones de comer carne durante la cuaresma.
59 Podemos considerar entonces que las acusaciones de ciertos miembros de la familia del
virrey, únicos elementos de la acusación, podrían tener origen no sólo en odios nacidos
del roce cotidiano, sino en el enfrentamiento de concepciones más profundas de la
alimentación y de la vida en general.
60 Lo que vamos a desarrollar a continuación son simples hipótesis de trabajo y de reflexión,
porque no tenemos a la mano todos los elementos de archivo para saber con detalle cómo
funcionaba en la casa del virrey esa reproducción simbólica cotidiana que se teje
alrededor del arte de comer. Lo que sabemos es que si se ha podido caracterizar como
ilustrado al virrey Revillagigedo, es probable que esas ideas ilustradas se manifestaran
también en el mantenimiento y en la reproducción cotidiana de la alimentación de su
“familia”.
402

Una nueva cocina para ilustrados


61 La evolución de los modos franceses de cocinar a fines del siglo XVIII propone un cambio
importante en cuanto al régimen de sabor, a la preferencia en la utilización de ciertos
productos y el abandono de otros, donde el más notable es el de las especies y el
abandono paulatino de las salsas ácidas.
62 Además, la figura del cocinero tiende a volverse muy importante y en la jerarquía del
servicio de una gran casa se vuelve uno de los oficiales dominantes, como lo muestra la
espada de oro y los signos de riqueza y prestigio que posee Lausel en su guardarropa. 19
63 Esa evolución se puede ver muy claramente si se compara la figura del cocinero de
mediados del siglo XVIII tal como aparece en el libro de Menon, La Science du maitre d’hotel
cuisinier, avec des observations sur la connaissance et les proprietes des aliments, con el de
LaVarenne, Le cuisinier français, un clásico del siglo XVII.20 Si este último pretende escribir
para los oficiales de los grandes nobles y cortes principescas y el objetivo es agradar al
príncipe, el libro de Menon, al contrario, se inscribe en los intentos de construir una
cocina de los nuevos sectores sociales en el poder. El cocinero de Menon es un profesional
seguro de su arte y pide por lo tanto un respeto y una posición social digna de su rango de
profesionalización.
64 Para los nuevos sectores pudientes, nueva nobleza formada por burgueses enriquecidos,
esos profesionales recuperan parte de la estética culinaria aristocrática pero introducen
principios de orden y de racionalización; el despilfarro tradicional, el exceso de esas
mesas, son condenados21. El antiguo servicio “a la francesa”, en el cual los comensales
eran confrontados en la mesa a un conjunto de varios platos de diferentes naturaleza y
sabores presentados juntos, empieza a ser criticado y se empieza a reducir el numero de
platos presentados conjuntamente, preparando los espíritus a la adopción del servicio a la
rusa, es decir plato tras plato y que se generalizará a principios del XIX.
65 No tenemos aún estudios sobre el imaginario culinario y gastronómico en la capital de la
Nueva España. Es probable que el imaginario clerical tradicional sobre la alimentación
heredado de la metrópoli hispana siga intentando controlar esa cultura cotidiana, lo que
no quiere decir que sin muchas confusiones porque nos parece evidente que las
tradicionales y muy repetidas condenas a la gula, esa consideración de que la gula
conducía directo al infierno, tenía probablemente dificultades de imponerse en Nueva
España. Se adivina por varios índices que ni los conventos, ni las casas de grandes
prelados eran lugares donde se practicara un gran ascetismo. Más bien, las cocinas y
bodegas clericales estaban repletas y la abundancia del abasto y popular la ausencia de
hambrunas sistemáticas no ayudaban a hacer que el vulgo prestara atención a las
recomendaciones de los pocos predicadores que de manera a veces muy retórica en época
cuaresmal podían repetir las condenas a la gula y al refinamiento alimentario. La
diferencia con Europa es patente. Allá, en esos tiempos, las clases populares de las
ciudades y de los campos se nutren todavía principalmente de pan y de gachas cuando no
son obligados a alimentos más inmundos en caso de hambruna, mientras que en el
virreinato de la Nueva España la escasez parece una amenaza lejana.22 Y si en la Europa
cristiana la carne es un elemento popular escaso, más aun en la mesa de los campesinos,
en la Nueva España parece existir una relativa abundancia de ese producto, fundamental
del modelo del comer colonial.
403

El mandil es el símbolo del trabajo; cualquiera que sea el grado los hermanos masones
aportan uno en sus ceremonias y trabajos. Se compone de un gran rectángulo y un
triangulo y puede contener imágenes simbólicas, de acuerdo al grado y obediencia.
Simboliza el cuerpo físico que envuelve al espíritu creador y protege del trabajo.
Fuente: Museo de la Gran Logia de Francia.

66 Así, el imaginario postridentino del alimento, lleno de esas vidas de santas y santos que
desde siglos gozan con una jubilación sádica de la privación de todo alimento, esa santa
anorexia no puede ser un ideal propuesto a la imitación general de los fieles de Nueva
España. Difícil de pregonar que la austeridad de la carne favorece el ejercicio de la virtud,
difícil en ese mundo de una abundancia relativa afirmar que la cocina del pobre es la que
más se acerca al ideal espiritual, confundiendo ayuno involuntario y ayuno espiritual.
Tanto, más que en París mismo o ya se puede observar cómo las casas de los grandes
prelados a fines del siglo no respetan las prohibiciones cuaresmales en cuanto al consumo
de carne.23
67 Incluso se puede notar la publicación, en ese ocaso del siglo XVIII, de libros y canciones
que celebran los placeres de beber y de comer, empujando a un segundo plano las
prohibiciones del discurso religioso. Se celebra de nuevo le Pays de Cocagne, el país de la
abundancia donde el vino corre y se disfruta de todo tipo de comestibles.
68 Lo que salta a la vista es que en este periodo finisecular, la cocina en Francia y en otros
países se vuelve el objeto de un saber general y de un debate público de donde nacerá el
discurso gastronómico decimonónico. Son dos jesuitas, Brumoy y Bougeant, quienes
escriben la advertencia al libro de cocina de Marin, Les dons de Comus, 1739, donde hacen
una rápida reseña de los progresos del arte hasta el gusto tan fino de la cocina moderna,
caracterizada “por una química y una técnica de la quintaesencia”.24
69 La “Disertación preliminar sobre la cocina moderna”, prefacio al libro, La science du
maitre d’hotel cuisinier, de Menon (1749), también trata de demostrar que “la nueva
404

cocina purifica, sutiliza, espiritualiza y desembaraza a los alimentos de su terrenalidad,


los vuelve más digestos y más inocentes”.
70 A pesar de sus trampas y su retórica, esa literatura culinaria permite ver en acción la
aparición de una nueva cocina, algunos autores de libros de cocina como Menon, se
atreven a llamarla así.
71 Esta tendencia a la simplicidad ya se observa desde 1654 en el libro de Bonnefon, Les
Delices de la Campagne, reeditado durante un siglo, y debe ser puesta en relación con la
elaboración del tipo del “honnête homme” que tiende a servir de referencia social en esa
segunda mitad del XVII francés. Esta nueva estética no se impone sin resistencias, por
ejemplo en la adopción de la carne de res, que en el siglo XVII seguía siendo en gran parte
considerada como un producto para gente vulgar y grosera, es decir, el pueblo trabajador.
A propósito de lo hervido y de lo rostizado se nota una gran variabilidad de juicios. Los
grupos “democráticos” del siglo XVIII, La Encyclopedie de Diderot y d’Alembert,
magnifican lo hervido cuando los representantes del grupo aristocrático lo desacreditan
insistiendo sobre el hecho de que una comida verdaderamente elegante debe comportar
filetes de res rostizados. Aquí subyace la defensa de una antigua estética y función social,
la carne debe aparentar y ser comida como una presa, producto de la caza, monopolio de
una aristocracia que intenta legitimarse su violencia y la sangre originaria. Para la nueva
estética culinaria el animal doméstico se opone radicalmente al animal salvaje y éstos
desaparecen definitivamente de las mesas; si llegan a utilizarse algunos animales
silvestres, en los detalles de su preparación y presentación en la mesa serán disfrazados
por el arte del cocinero de tal manera que haga olvidar toda representación de lo salvaje.
72 Estos nuevos sectores sociales tienen que establecer a fuerza nuevas prácticas de
distinción. Al no poder prevalecer las de la nobleza de la sangre, se inaugura una
distinción del espíritu y de su valor individual y colectivo. El discurso gastronómico en
construcción desea marcar fronteras infranqueables y tiránicas como las de la sangre
aristocrática, existen hombres que comen y hombres que saben comer, muchos que beben
y un selecto numero, más reducido aún, de los que saben beber. La nueva gastronomía se
instaura como un conjunto de prácticas de distinción.

Revolucionario detrás de los fogones


73 Para Menon, el trabajo de la nueva cocina debería descansar sobre el estudio de la
naturaleza de los sabores y de las propiedades de los alimentos, la mano de los cocineros
guiada por la prudencia fijará las dosis con más precisión para formar combinaciones más
sabias y más felices e introduciría en los conjuntos más armonía y delicadeza.
La destreza de las manos, un juicio sano, un paladar delicado, un gusto seguro y
delicado son algunas de las cualidades absolutamente necesarias para un buen
cocinero. Pero me atrevo a decir que eso no es suficiente. El que posea esos talentos
en la cocina solo será un operario guiado por la rutina, o lo que en Medicina seria
un empírico. Esclavo servil de la costumbre, un artista de ese tipo probablemente
no se atreverá a imaginar algún nuevo plato, o a cambiar la practica aprendida, o si
lo hace, sólo será después de muchos intentos y gastos como podrá obtener algún
éxito. Pero denle el conocimiento de las cualidades y de las propiedades de los
alimentos que trabaja, de los zumos de los cuales quiere formar una mezcla
agradable, le ahorrará tiempo, trabajo y dinero. Las luces lo guiarán en sus ensayos,
sabrá incluso sacar provecho de sus propios errores.25
405

74 En esta nueva era de la estética del comer que se inaugura, los antiguos prestigios de la
alimentación medieval española, italiana y latina parecían dominados por el desorden y
sobre todo por el exceso. Ya los sistemas de referencia fisiológicos que la sostenían se
vuelven caducos. Ya no se vuelven imprescindibles para la digestión “los jugos ardientes y
los guisados cáusticos de la antigua cocina”, sino que el paladar estimulado
agradablemente descubre los sabores de una cocina más en acuerdo con la salud, más
natural. Las salsas empiezan a cambiar, desaparecen el azúcar, los excesos de especies y
los zumos ácidos.
75 Menon puede reprochar a La Varenne, su predecesor de un siglo, el pregonar “excesos
solo dignos de moros y salvajes”; pero es probable que esta nueva estética del gusto no
domine aún en el mundo hispano. Los testimonios de los franceses que visitan España son
constantes, invitados a comer a casas aristocráticas expresan su desagrado por la excesiva
causticidad de las salsas así como por el exceso de especies y la rusticidad de las maneras
de mesa.

Nueva cocina y nueva religiosidad


76 Si bien se puede decir que en Francia el siglo XVIII se abre después de la muerte del rey Sol
con una exaltación hedónica de todos los sentidos en ese periodo de entusiasmo que será
La Regencia, dominado por la práctica festiva de los libertinos, debemos tomar en cuenta,
paradójicamente, que esa exaltación sensualista está incluida profundamente en el
proceso de civilización en curso. Aparentemente, los sentidos se alejan de toda disciplina
corpórea rechazando a la antigua y férrea disciplina del cuerpo propuesta por la Iglesia
para mejor llevar a cabo un nuevo autodescubrimiento y la constitución de nuevas
prácticas corpóreas. En el caso del comer, la tendencia a la sencillez y a la sobriedad que
ya hemos mencionado se manifiesta particularmente en los sectores burgueses cultos
influidos por el jansenismo, que propone un nuevo equilibrio, una estrecha
correspondencia entre lo sano y lo santo, lo útil y lo agradable, la naturaleza y el artífice,
tendiendo hacia una ética de la purificación interior.
77 Si las diferentes corrientes jansenistas insisten todas en la sobriedad y en cierta medida
recuperan los antiguos anatemas contra la gula, porque el placer de comer llevaba al
hombre a olvidarse de Dios y a despreciar la salvación, no se puede olvidar que se debe
comer para vivir. Ya no se trata ahora de predicar una abstinencia extremista, una
anorexia mística provocadora de estados alucinatorios que permiten ver a Dios, sino de
pensar una nueva manera de ser, eficaz frente a la parte animal de la naturaleza humana.
Es evidente que esta aspiración está en deuda con el progreso general de las ciencias de la
naturaleza y de la emergencia de las nuevas teorías del ciudadano y de lo político.
78 Los secretos de una buena cocina jansenista se determinan en la hortaliza, el sabor de una
fruta, de una verdura, depende del vergel. El mejor cocinero es finalmente el jardinero,
quien sabrá, según la naturaleza del terreno, seleccionar los árboles, multiplicar las
variedades más sabrosas, escoger hierbas y verduras. Así, aparentemente el arte de la
cocina se reduce a reglas simples, es suficiente con vigilar la higiene de la preparación y la
limpieza de los ingredientes e implementos, como estañar los cascos de cobre, por
ejemplo. El objetivo es que cada alimento pueda conservar sus cualidades naturales.
79 Los jansenistas recuerdan que “el paraíso era un jardín donde todas las necesidades de los
hombres eran satisfechas por frutas y verduras”.26 El refinamiento culinario aparece
406

después de la caída y se desarrolla a medida que se corrompen las sociedades y crece la


decadencia. Los hombres de los primeros tiempos –afirma un médico jansenista en
acuerdo con la extrema longevidad de los patriarcas– según el texto bíblico, eran mucho
más robustos porque no consumían ni carne ni vino.
80 La hortaliza se vuelve el lugar privilegiado, cargado de sentido, entre paraíso y país de la
abundancia, sus frutos son los de una naturaleza conforme a las necesidades del hombre,
y por lo tanto, la cocina debe intervenir sólo para conservar de cada alimento su sabor
natural. La cocina junta más que transforma. El arte consiste simplemente en no asociar
dos alimentos inconciliables, salud física y moral van a la par. Y si finalmente la gran cosa
es la digestión, la carne necesita un exceso de trabajo para su digestión, mejor es ser
vegetariano y consumir elementos que tengan más disposición a ser triturados y
amasados para pasar a la sangre. Detrás de esas ideas simples se perfila una nueva
dietética y una nueva manera de pensar el funcionamiento del cuerpo. La fluidez de los
humores es fundamental, el fin del fin es no perturbar el orden natural de los flujos
corporales, por eso hay que asociar elementos crudos con los cocidos, los grasosos con los
ácidos que los controlen y los moderen, “es por eso que las ensaladas caen tan bien a
algunos estómagos con los guisos preparados con mantequilla”, escribirá un medico
jansenista.27
81 Es evidente que esas concepciones jansenistas convergen con las que hemos podido notar
en los libros de cocina del siglo XVIII. Se trata de buscar los sabores de platillos simples,
con sabores naturales, las salsas con muchas especies son rechazadas porque disfrazan,
engañan, excitan y finalmente pervierten el gusto.
82 Si en cierta medida la cocina jansenista retoma ciertas normas y prohibiciones de la
tradición cristiana lo hace, y eso es totalmente nuevo, recurriendo a argumentos
profanos. La ciencia de la nueva cocina se une a la religiosidad individual para hacer más
sano y más fuerte al ciudadano.

Conclusiones
83 Si terminamos este ensayo introduciendo las ideas jansenistas sobre la naturaleza y la
ética del comer es porque tenemos cierta idea preconcebida.
84 Pensamos que tal vez nuestro cocinero Lausel podría situarse en ese movimiento. No
queremos decir que Lausel sea jansenista. Ser jansenista, pertenecer a un movimiento
cristiano más o menos perseguido, es más una actitud frente a la vida, a la naturaleza, al
estado, a la religión, a la iglesia, no se trata de una filiación militante, y en ese sentido
existen muchas formas de serlo.
85 ¿Qué índices nos permiten emitir tal hipótesis? Como lo hemos, visto el cocinero Lausel
no solamente se defiende paso a paso y logra vencer las acusaciones sobre la irreligión
que se le imputa, sino que los testimonios de los franciscanos que oficiaban la misa
privada en la casa del virrey testifican sobre un cristianismo fervoroso.
86 A la pregunta de saber si el testimonio de esos frailes es digno de fe, podemos responder
que probablemente sí, en la medida en que éstos saben que ese testimonio es pedido por
la Inquisición para el proceso de un reo, perteneciente a una nación sospechosa de ideas
sacrilegas. ¿Unos franciscanos mentirían a la Inquisición sólo para ayudar a un reo? No
solamente podemos considerar que Lausel tiene verdadera piedad, sino que podemos ver
407

que tiene además en sus baúles dos retratos de la Virgen de Guadalupe y uno de Nuestra
Señora del Cordonato, así como un cilicio envuelto en papel.
87 Es una lástima que no se registraran los libros de cocina que llevaba en sus baúles, porque
nos hubieran dado índices sobre sus probables preferencias y prácticas profesionales;
pero podemos intentar pensar algo sobre el personaje a través de una revisión de los
libros que llevaba en su regreso hacia España. Podemos también hacer la hipótesis,
considerando las dificultades del transporte en aquella época, de que llevarse esos libros
tenía un sentido. Partiendo de la lista del inventario levantada en Xalapa, hemos
agrupado sus libros en tres subgrupos. El primero está en relación directa con lo que,
como hemos considerado en páginas anteriores, deberían ser los intereses profesionales
de un cocinero ilustrado, un interés por la producción de verduras y frutas y una
reflexión global sobre la naturaleza.

El cocinero y la naturaleza
– El jardinero solitario, o diálogo entre un curioso y un jardinero que trata del cultivo de los
árboles
– El espectáculo de la naturaleza
– Advertencias o señales necesarias para el cultivo de las flores
– Ensayo sobre la marina
88 El segundo grupo muestra los intereses generales de nuestro cocinero por el teatro, la
poesía y la literatura en general. Recordemos que tiene también un expediente lleno de
poesías tanto francesas como españolas que las autoridades declararan como licenciosas.
Se trata por lo tanto de un hombre relativamente culto para esa época. En su gusto por el
teatro podemos ver la presencia de Destouches, quien representa en Francia al género del
drama burgués que en la primera mitad el XVIII tiende a reemplazar a la antigua tragedia.
Se encuentra también una recopilación de teatro italiano, en la cual probablemente hayan
obras de Goldoni, el prolífico italiano (115 comedias, 18 tragicomedias, y decenas de otras
obras). Si tal fuera el caso podemos ver que hay una convergencia entre Destouches y
Goldoni en la denuncia de una nobleza parasitaria despilfarradora a la cual se enfrentan
sus héroes, parangones de todas las virtudes burguesas, Destouches (Le Glorieux) y Goldoni
(Les Marchands). Los cuentos de Marmontel es la única obra literaria en su posesión que
estaba inscrita en el índice de libros prohibidos, edicto del 24 de mayo de 1789. Si esos
cuentos son hoy casi desconocidos, en la época eran muy famosos en ambos lados del
Atlántico.28 La presencia de Racine, autor clásico, desentona en ese conjunto, excepto si
recordamos lo que hemos dicho de sus posibles tendencias jansenistas. La filosofía del
teatro de Racine se acerca a la del jansenismo, lo que no debe sorprendernos porque Jean
Racine fue criado en la cuna del jansenismo, Port Royal, aunque algunos años después
escribió una carta renegando de sus maestros, su teatro quedó profundamente marcado
por las ideas pesimistas jansenistas.
89 También la posesión de alguna obra de P. de Marivaux, Le paysan parvenu, no es una obra
escogida al azar sino un índice que fortalece el conjunto de las obras presentes en esa
pequeña biblioteca, la de un cocinero filósofo.29 Se ha dicho que Marivaux es el autor que
resume de la mejor manera la elegancia y el espíritu del siglo XVIII francés. Como Lausel,
fue un hombre solitario, discreto, incluso melancólico y bastante poco comprendido. Ha
sido deliberadamente moderno, es decir, poco atento a modelos, escuelas, reglas, amante
de verdades intempestivas, rompió con los dogmas, con las ideas generales, apasionado
408

por describir lo que era el destino del hombre, vivir, amar, sufrir. Hombre secreto y
discreto, replegado sobre sí mismo, dejó pocas huellas sociales en una vida de trabajos
intensivos, algunos contratos de ingresos mediocres, alguna firmas en el registro de la
Academia francesa, un testamento de 10 líneas, dejando a su muerte sólo un
departamento modesto. Su vida se desarrolló sin escándalos ni aventuras, consagrada
esencialmente a su obra, la de un artista independiente, muestra de la dignidad de la
condición de hombres de letras.
Libros de Bellas Letras:
Una gramática nueva española y otra francesa
Cantus diversi ex antiplonario Romano
Las Obras completas de Mr. Le. C. de B. que contienen diversas poesías.
Un tomo con varias comedias por Mr. Nericau Destouches
El nuevo teatro Ytaliano o recopilacion general de comedias.
Tres Tomos de Le Paisan Parvenu por Mr. de Marivaux, 2°.3°.4°.
Tragedias de Roxane
Prohibido: Los Cuentos de Marmontel

Las logias son los lugares, ritualmente consagrados, donde se reúnen más de dos
hermanos. A la imagen del Templo de Salomón cuenta con dos columnas, un triangulo
cuya base es más larga y un punto en el centro geométrico u ojo, del que salen rayos.
Usualmente a esto último se le llama logia.
Fuente: Logia portátil de campaña, fines del XVIII, Museo de la Gran Logia de Francia.

90 En fin y en acuerdo con lo que acabamos de decir, posee una serie de libros prohibidos. No
es fácil conocer estos libros porque en los inventarios de la época no se apuntan las fichas
bibliográficas completas y en las traducciones muchas veces los editores recortan o
cambian los títulos originales. En este renglón de la reflexión política y social vemos que
posee un tomo que contiene varias obras de J.J. Rousseau, de quien casi todo entra en el
index de libros prohibidos en cuanto salen de la imprenta, por otra parte, ese “Paseador
solitario” es probablemente otra obra de Rousseau, Rèveries du promeneur solitaire, obra
postuma.30
409

91 Identificar las Memorias interesantes presenta más problema porque muchas obras en la
época empezaban así, pero podemos suponer que se trata de la obra de Cornelius de Paw
“Recherches Philosophiques sur les Americains ou Memoires interessants pour servir à
l’Histoire de l’Espèce humaine. Avec une Dissertation sur l’Amérique et les Américains de
Dom Pernety” (tres tomos, Londres, 1771), en el index desde el edicto de 21 de enero de
1787. Uno de los textos más relevantes y polémicos sobre América de esa época.
92 Más difícil aún es identificar Recuerdo de las máximas de Salomón las mas necesarias para que
un hombre viva saviamente, lo único que hemos podido encontrar en el index de 1790 son
los Proverbios de Salomón y Espejo de pecadores. En cuanto a las Causas Célebres se trata
probablemente de una de las muchas ediciones del libro Les Causes celebres et interesantes,
avec les jugements qui les ont decidées, de Mr.-Avocat au Parlement, Paris, 1742, libro
indexado desde 1760. Tampoco hemos podido encontrar en ese index lo que aparece en el
inventario como La vida del conde de Turenna. Aunque hemos colocado los cuentos de
Marmontel con los libros de Bellas Letras, su contenido crítico político y social lo hace
digno de figurar entre las obras filosóficas, como muchos de los libros de esa época, su
condena por la inquisición lo comprueba.

Obras filosóficas y políticas


– Prohibido: Memorias interesantes para la historia de la especie humana con una
disertación sobre la América y los americanos
– Prohibido: Recuerdo de las máximas de Salomón, las más necesarias para que un
hombre viva sabiamente
– Prohibido: La vida del conde de Turenna
– Prohibido: Diversas obras de Mr. J.J. Rousseau de Geneve El Paseador solitario
– Prohibido: Extracto de causas celebres é interesantes con los juicios de Ellas.
93 El examen de los libros del cocinero Lausel tiende a mostrar que el cocinero no es sólo un
artista en la cocina, sino que es también una persona integrada en la cultura de ese fin de
siglo XVIII. Lo interesante es que muchos de los autores literatos y filósofos que leyó
poseen rasgos de personalidad comunes. Son secretos, discretos, poco comunicativos, tal
como se nos aparece nuestro cocinero.
94 Podemos considerar al proceso inquisitorial de Juan Lausel no como la condena de un
individuo particularmente deleznable o sedicioso, hemos podido constatar que no hay
nada serio en el acta de acusación, sino que forma parte de una medida general tomada
por el gobierno real español para controlar la posible influencia extranjera y
particularmente el grupo de los franceses. Sería interesante analizar a nivel de toda la
América española cómo la decisión de aprehender a los franceses fue una medida de
precaución contra el desbordamiento de la reflexión política, que “los excesos” de la
Revolución Francesa dejaban entrever. Como el Estado español no disponía de una policía
política no tuvo otra opción que la de tejer una nueva alianza con la rancia institución de
la Inquisición inyectándole a esa institución moribunda un último soplido.
95 También y de manera paradójica podemos suponer, como lo hemos intentado mostrar,
que aunque Lausel fuera un ser callado, poco ligado al pequeño medio de los franceses,
por la naturaleza de su trabajo y el orgullo de sí mismo, de ser un artista único, cocinero
de un virrey, presentaba probablemente muchos de los elementos de la modernidad y por
lo tanto los jueces no se engañaron en condenarlo. Si no tenía nada que ver con los
masones ni con el supuesto complot masónico –que jamás existió sino en la imaginación
410

de los agentes de un poder tambaleante–, es probable que tuviera más afinidades con
algunas tendencias cercanas al jansenismo, tanto en lo religioso como en lo político, y que
desde la cocina del virrey este personaje poco comunicativo preparaba a su manera la
llegada de la modernidad política y social que sus censores intentaban conjurar.

NOTAS
1. El expediente del reo Lausel, cocinero del virrey Revillagigedo, se encuentra en el A. G. N. Ramo
inquisición, vol. 1383, exp. 5 y consta de 192 f.
2. Como veremos, Lausel no es el único francés en las cárceles de la Inquisición.
3. Fray Francisco de Ajofrín, Diario de viaje a la Nueva España, Septiembre, México, 1986, citado en
José Luis Juárez López, La lenta emergencia de la comida mexicana, ambigüedades criollas, 1750-1800,
Miguel Angel Porrúa, México, p. 71.
4. La existencia del dinero de Lausel interesa sobremanera al santo Tribunal en la medida en que
ya se ha gastado todo el dinero del cocinero, pero después se revelará que ese dinero no era más
que un espejismo.
5. Esta cuestión, más que a una condena moral desde la perspectiva contemporánea del niño rey,
tiene que ser puesta en relación con las prácticas sociales de la época, el derecho exclusivo del
padre sobre el devenir de sus hijos, el estatuto y valor del niño en una “demografía de antiguo
régimen”. Aunque finalmente la madre pudo recuperar a su hijo, haciendo intervenir autoridades
muy cercanas al virrey que presionaron al cocinero para que recuperara el niño y se lo entregara.
En los testimonios tanto de la madre como de la abuela no hay realmente huellas de odio ni
reproches morales particulares sobre ese acto.
6. Julian Montemayor, “Les français à Tolede au XVII siècle”, en: Les français en Espagne à l’époque
moderne, XVI-XVIII, CNRS, Paris, 1990.
7. J. Montemayor, op. cit. “Son 56 (panaderos) y si se compara con los 58 (panaderos) censados en
este empleo en 1639, se puede ver cuánto dominan ese sector fundamental para la vida
cotidiana”, p. 79.
8. J. Montemayor, op. cit., p. 81.
9. J. Montemayor, op. cit., p. 82. Sólo una parte se integra en general por el matrimonio con
españolas, “son 28 % en haber desposado una mujer en España en 1631”.
10. J. Montemayor, op. cit., p. 82.
11. En 1561 para volverse subdito del rey de España se tenía que haber contraído matrimonio con
una mujer del país. A partir de 1608, probar una residencia de 20 años, y desde 1618 poseer una
propiedad agraria o urbana de por lo menos 4 000 ducados.” C. Larquié, “Les français à Madrid au
XVIIème siècle”, en Les français en Espagne..., op. cit., p. 99.
12. J. A. Salas Ausens, “Les français en Espagne dans la segonde moitée du XVIIIème siècle”, en Les
français en Espagne..., op. cit., p. 169.
13. Para una revisión actualizada de la invención del complot masónico y su papel en la
Revolución Francesa, ver Eric Saunier, “La Maçonnerie est-elle à l’origine de la Revolution?”
donde concluye: “Es la revolución la que transformó la sociabilidad masónica y no la sociabilidad
masónica la que nutrió la revolución”, en: L’Histoire, No. special, Les Francs Maçons, Julio-Agosto
2001. pp. 30-35. La antigua masonería francesa, como Le Grand Orient, tiene 700 logias en 1789,
pero apenas subsisten 20 en 1796. Esos grupos explotan con la Revolución Francesa porque,
411

abiertos a la aristocracia y al clero, no pueden más que traducir y vivir las contradicciones y las
tensiones sociales violentas que se manifiestan durante el proceso revolucionario. Por otra parte,
hoy sabemos que el mito del complot masónico existía mucho antes de la Revolución Francesa y
fue más bien inventado en Inglaterra. En la lucha de la dinastía de Hanovre por su legitimación
en el trono inglés se acusa a los masones de encubrir las acciones sediciosas de los jacobistas,
favorables a los Estuardo.
14. J. A. Salas Ausens, op. cit., p. 169. Reporta extractos interesantes de un informador sobre
personas concretas, “un tal es un agitador que habla sin medida y sin vergüenza a favor de la
Asamblea y de su Constitución”, de otro “sospecho que hay una gran probabilidad de que sus
mozos sean amigos de la Constitución”, otro “es amigo de la Constitución y se vanagloria de
eso...”, aunque existen también algunos realistas que se lamentan del camino que estaba
tomando Francia.
15. Los historiadores modernos deberíamos agradecer a las instituciones represivas como la
policía que por su trabajo de recopilación sistemática de informaciones y documentos nos
constituyó esos expedientes que nos deleitan y son nuestra materia de trabajo y reflexión.
16. Para hacer más claro el caso Lausel deberíamos de colocarlo en la series de medidas generales
que el poder virreinal, siguiendo las instrucciones de Madrid, toma para controlar a la colonia
francesa de la Nueva España. Me parece que sería interesante un trabajo de investigación
colectiva sobre qué ocurre con todos estos franceses desde la convocación de Las Cortes francesas
en 1789 hasta la caída de Napoleón y sus problemas con la Inquisición.
17. Por otra parte, el sistema de funcionamiento de los dueños de tabernas es doblemente
sospechoso, porque cada dos o tres años o más, y según el capital acumulado, se turnaban en los
negocios. Los dueños se regresaban a su tierra: “de tal manera, son sanguijuelas permanentes que
chupan en grandes cantidades el oro Y la plata que pueden, se regresan después a su patria con
todo lo que han tenido la habilidad de acumular...” Pero también es evidente que ese turn over
llama la atención de la policía por la dificultad de controlar a ese mundo cambiante de dueños de
cabarets y fondas.
18. A las sospechas de simpatías por la revolución de ese gremio habría que añadir el de los
libreros franceses, que serán objeto de la vigilancia estrecha de los órganos de represión español.
19. Incluso se nota esa evolución en los libros de cocina que se editan y particularmente en los
atribuidos a Menon. Los autores de libros de cocina no representan sólo a cocineros maestros en
su oficio sino que sus autores “pretenden acercarse a científicos, hombres de letras y libreros”.
Beatrice Fink, “L’Avenement de la Pomme de terre”, en: Dix-huitième siècle, No. special, Aliments et
cuisine, no. 15, París, 1983, p. 22.
20. Hemos utilizado la edición facsímil de Menon de Libraires Associes, Paris, 1789 editada por
Gutemberg Reprint, París, 1982, así como la edición facsímil de LaVarenne; Le cuisinier François,
Textes présentés par J.L. Flandrin, Philip et Mary Hyman, Bibliothèque Bleu, Montalba, Paris,
1983.
21. Imponer este razonamiento económico del ahorro fue probablemente una hazaña cultural
para los amos pero seguramente eso se dio con una gran resistencia por parte de los
profesionistas interesados en recuperar los restos de ese sistema del despilfarro, mayordomos,
lacayos, que revendían a fondas y particulares los restos de las casas aristocráticas o de
comerciantes que pretendían vivir a la manera de grandes señores. Restif de la Bretonne, Nuits de
París ou le spectateur nocturne, Londres (Paris, 1788), 7 vol, pp. 775-776, es “testigo” de que ese
despilfarro continúa y lo condena. En uno de sus paseos nocturnos por París, dice: “con sorpresa
vi a dos hombres que cargaban dos canastas, una de nabos, otra de castañas que echaron (a la
calle) eran alimentos podridos. Los ricos siempre tienen miedo de que algo les falte. Todos los
años (dice el maitre d’hotel interrogado) compramos como para tres casas como la nuestra y
siempre se echan a perder las dos terceras partes... perdemos en carne y pan con lo que nutrir
tres casas burguesas”.
412

22. Francia, por ejemplo, que no es un país particularmente desfavorecido el siglo XVIII, fue el
teatro de 18 hambrunas, así como de levantamientos populares por la carestía de granos y un
aumento regular del robo de alimentos.
23. Reynald Abad, “Un indice de dechristianisation? L’évolution de la consommation de viande à Paris en
carème sous l’Ancien Regime”, Revue Historique, CCCI/2, pp. 237-275.
24. J. C. Bonnet, “Les manuels de cuisine”, en Dix Huitième..., op. cit., p. 57.
25. Menon, La Science du Maître d’Hotel cuisinier avec des observations sur la connoissance et les
propriétés des alimens, Paris, 1789, Gutemberg Reprint, París, 1982, p. XXI.
26. Monique Cottret, La cuisine janseniste, Dixhuitiéme, op. cit., p, 110.
27. Se trata del médico Grivel, cuyo manuscrito se encuentra en la biblioteca de Port Royal y que
utiliza Monique Cottret para su demostración, ibídem, p. 111.
28. Jean-François Marmontel (1723-1799) fue el mejor alumno de Voltaire y editor de algunas de
sus obras. Escribe tragedias, óperas. Empieza a ser famoso con sus Cuentos Morales que empiezan a
aparecer en 1756. 30 obtienen un éxito inmenso en los dos mundos y son traducidos
inmediatamente a varias lenguas, se vuelve uno de los pilares del partido filosófico. Entra a la
Academia Francesa, de la cual se vuelve el secretario perpetuo en 1783 con la muerte de
D’Alembert. En 1767 publica una novela histórica y filosófica, Bélisario, largo cuento moral sobre
el servicio al Estado, el roí y carácter del soberano, la simplificación de las leyes, la igualdad
frente al impuesto, la inutilidad del lujo, la tolerancia, etc. El éxito de ese libro se nota en las
varias traducciones inmediatas en todas las lenguas europeas. Pero también los medios más
reaccionarios lo atacan violentamente y la Sorbona le encuentra 37 impiedades. Se desata una
guerra violenta entre los filósofos y los teólogos, gana el partido filosófico y Marmontel es
nombrado historiógrafo del rey.
En 1777, aparece un largo poema en prosa, Los Incas o la Destrucción del Imperio del Perú. Marmontel
defiende la libertad de las opiniones religiosas, se burla del fanatismo y escribe una apología de
Las Casas, (prohibido: edicto del 2 de dic. 1782) Les Éléments de littérature, que publica en 1787, es
una recopilación de artículos escritos para la Encyclopédie, desarrollados y mejorados.
29. A pesar de su aparente aislamiento no impide que participe a su manera en los grandes
debates religiosos, filosóficos o políticos de su tiempo, como lo muestra toda su obra. La
injusticia, la hipocresía, lo enfurecen, habla del pueblo, de la miseria de los protestantes
perseguidos, de la indiferencia de los príncipes, del reino del dinero que se organiza, del
sufrimiento de niños, mujeres, ancianos, algo relativamente nuevo en la literatura francesa.
Entre 1713 y 1755 su obra se compone de 35 obras de teatro, siete novelas, tres diarios y
alrededor de 15 ensayos. Parco como su carácter, en el teatro sólo utiliza tres actos e incluso a
veces son sólo sucesión de escenas, odia los grandes géneros clásicos, las obras de gran tamaño,
pero sigue con sus obsesiones, trampas del amor propio y de la coquetería, impostura de la vida
social, riqueza y corrupción del alma, revelación del ser por el amor, dificultad de la sinceridad.
En esta obra que parece influenciada por el pesimismo jansenista, soñando con una sinceridad
ascética, sobrehumana, hay una gran esperanza en la juventud, en todos los seres jóvenes y
sinceros que se abran, confiando en la naturaleza y la vida. A una fervorosa esperanza de libertad
sacrifica todo, moral y códigos sociales del amor y Le paysan parvenu marca un tope en esa
búsqueda iconoclasta. Los héroes son llevados por una potente intuición íntima de su propio
devenir, tener que aprender a ser libres, apoyados en esta fuerza vital, crean las condiciones de
su destino. Así, su obra pertenece definitivamente al campo de los filósofos.
30. Al final de su vida, víctima de incomprensión y persecución Rousseau se refugia en Inglaterra,
donde empieza a redactar sus Confesiones para justificar su conducta y mostrar al mundo su
verdadera personalidad; pero solitario, conociendo mal el inglés, se persuade de que es víctima
de una gigantesca conspiración entre enciclopedistas y teólogos, ministros y simples ciudadanos
para callar su voz, la voz de la verdad. Asediado por la angustia deja Inglaterra, prometiendo no
publicar nada durante el resto de su vida e incluso renuncia a escribir sus Memorias. Rousseau
413

pretende ahora vivir con la naturaleza, se apasiona con la botánica y rememora su juventud feliz
en el campo. Colecciona plantas, forma herbarios y escribe Cartas sobre la botánica. La naturaleza
lo calma, y le hace olvidar, durante algún tiempo, sus miedos y obsesiones. De regreso de sus
paseos Rouseau escribe sus Confesiones que deben aparecer después de su muerte.
Regresa a Paris y lee sus Confesiones, en pequeños círculos privados, espera encontrar la amistad
que le falta; pero esas lecturas sólo provocan un pesado silencio. Más solo que nunca se pone a
escribir los Dialogues de Rousseau juge de Jean-Jacques, en los cuales se pone a sí mismo en escena
para mejor responder a sus acusadores. Consiente vivir en un mundo absurdo, redacta las Rêveries
du promeneur solitaire que se abren con estas palabras: “Heme aquí solo en esa tierra, sin
hermanos, prójimos, amigos, teniendo sociedad solo conmigo mismo. El más sociable y el más
amante de los humanos ha sido proscrito por un acuerdo unánime”, sólo la fusión con la
naturaleza le permitirá encontrar la paz, unas semanas después Rousseau desaparece cuando
regresa de un paseo solitario.

RESÚMENES
A partir de un dossier de inquisición, en el cual se acusa a Lausel, cocinero francés del virrey
Revillagigedo, de ser masón y antirreligioso, mostramos en este ensayo que a finales del XVIII, en
la capital de la Nueva España, como probablemente en el conjunto de los dominios
hispanoamericanos, ser francés podía acarrear serios problemas con el santo tribunal.
Mostramos que la acusación de ser masón era, muy probablemente, sin fundamentos, pero que su
proceso corresponde a una serie de decisiones políticas tomadas por el estado español para
controlar a los franceses que vivían en México, temiendo que hicieran proselitismo
“revolucionario”. La riqueza del expediente permite acercarse a la personalidad del cocinero
Lausel, como permite esbozar reflexiones sobre lo que fue a finales del siglo XVIII, el estatuto y
funciones de ese nuevo tipo de cocinero y de los odios y rencores que podía suscitar en los otros
“officiers” de la casa de un virrey.

A partir d’un dossier de l’Inquisition mettant en accusation Lausel, cuisinier français du vice-roi
Revillagigedo, pour cause de franc-maçonnerie et d’irréligion, il s’agit de montrer qu’en cette fin
du XVIIIe siècle, être Français pouvait attirer de sérieux problèmes avec le tribunal de l’Eglise,
dans la capitale de la Nouvelle Espagne comme sans doute dans l’ensemble des colonies hispano-
américaines. Il y a fort à parier que cette accusation était sans fondement; cependant pareil
procès pour franc-maçonnerie répond à une série de décisions politiques prises par l’État
espagnol à seule fin de contrôler les Français vivant au Mexique. Ceux-ci, en effet, étaient
volontiers soupçonnés de prosélytisme «révolutionnaire». La richesse du dossier permet de se
faire une idée précise de la personnalité de Lausel, mais également d’ébaucher la réflexion sur le
statut et les fonctions de ce nouveau type de cuisinier à la fin du XVIII e, en mettant au jour les
haines et rancœurs qu’il était susceptible d’inspirer aux autres «officiers» de maison d’un vice-
roi.
414

AUTOR
GUY ROZAT
Guy Rozat. Francés, residente en México, doctorado (1975) en Sociología en la Université de
Nanterre-París X. Desde 1976 es investigador del INAH, profesor-investigador en la Escuela
Nacional de Antropología e Historia (INAH) de 1975 a 1987. Desde 1988 está adscrito al centro
INAH-Veracruz. Es investigador nacional de nivel I y profesor en la Facultad de Historia de la
Universidad Veracruzana. Es director de la Graphen, Revista de Historiografía. Ha publicado varias
decenas de artículos y tres libros: Indios reales e indios imaginarios en los relatos de la conquista,
América imperio del demonio, y Los Orígenes de la nación.
415

Venus sobre el disco del sol en la


memoria de Francisco Díaz
Covarrubias, un segundo Le gentil
Adela Pineda Franco

Portada: “Paso de Venus por el disco del sol”, el caricaturista representó la cara del
presidente Lerdo –luminoso cual Luis XIV, rey absoluto– y como Venus dibujó a Porraz, el
chef del restauran El Tivoli, a donde el presidente acostumbra reunirse a comer con los
miembros de su gabinete.
Fuente: El Ahuizote, 20 de febrero de 1874, p.5. 502 Venus sobre el disco del sol
416

1 Para ceñirme al tópico central del coloquio, el de la biografía, he decidido hacer una
modesta reflexión a partir de la lectura de un libro de viajes; se trata del recuento del
astrónomo mexicano Francisco Díaz Covarrubias (1833-1889), publicado en 1876 bajo el
título de Viaje de la comision astronómica mexicana al Japon. Para observar el tránsito del planeta
Venus por el disco del sol el 8 de Diciembre de 1874.1 Díaz Covarrubias se embarcó rumbo a Asia
para observar este evento de recurrencia cíclica, cuya utilidad astronómica para medir
distancias interplanetarias había sido argumentada por Edmond Halley, en el siglo XVIII.2
El tránsito ocurrido en diciembre de 1874 generó la movilización de numerosas
comisiones provenientes de Francia, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos entre otros
países, a diversas regiones del mundo.3 El gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada en
México (1872-76) se sumó a la olimpiada científica del siglo positivista enviando una
comisión a Japón, la primera de esta naturaleza, encabezada por el citado Díaz
Covarrubias.4
2 Nos proponemos establecer una relación entre este libro de viajes y una forma de
biografía, la autobiografía: finalmente el recuento de un viaje en primera persona es la
trayectoria a través de la cual un “yo” se autoconstruye en un espacio y tiempo
determinados. No es nuestra intención enaltecer el patriotismo del astrónomo mexicano,
aunque así lo mereciera; más bien nos interesa explorar las conexiones entre la figuración
personal y la identidad nacional ensayadas en el texto a través de diversas estrategias y
mediaciones narrativas. Estas conexiones pueden vislumbrarse, como apunta Sylvia
Molloy, a la luz de una crisis de autoridad en la Hispanoamérica emancipada del siglo XIX.5
Las vacilaciones entre la persona pública y el sujeto privado, entre el individuo y el país,
rigen la dinámica de la escritura autobiográfica. En el libro de Díaz Covarrubias, el sujeto
de enunciación busca restituir su autoridad entre los sueños modernos de la imaginación
técnica6 y las ansias fundacionales del liberalismo mexicano.
3 Toda autobiografía se basa en la articulación de eventos almacenados en la memoria y en
la reproducción de los mismos a través de sucesivas verbalizaciones.7 En este caso se trata
de la memoria de un narrador sobre las peripecias que lo llevaron a reconocerse como
sujeto público y privado al final del texto, al momento del desenlace de su aventura
científica, cuando venus termina su recorrido por el Sol. No obstante, en el proceso de
rememoración se producen diversas apropiaciones no ligadas a la “realidad” inmediata
del viajero. Las relecturas de otras formas culturales y de otros textos, muchas veces
provenientes del archivo europeo, son parte del proceso de reconocimiento personal y del
artificio fundacional. Es aquí donde mi reflexión retoma el tópico global del seminario: la
sensibilidad francesa. En su libro, Díaz Covarrubias establece una relación de
correspondencia con un astrónomo francés del siglo XVIII: Guillome Joseph Hyacinthe
Jean Baptiste Le Gentil de la Galaisiere (1725-1792). En 1761, Le Gentil había sido enviado
por el gobierno de su país a la India para hacer pioneras mediciones de otro paso de venus
frente al disco del Sol. La trayectoria de este individuo no pudo ser más accidentada. Su
propósito era observar el fenómeno astronómico desde Pondicherry, una colonia francesa
en la costa de Coromandel en la India. No obstante, dadas las vicisitudes ocasionadas por
la guerra entre Francia e Inglaterra y debido a las condiciones climatológicas que
amenazaban a la tripulación con un inminente naufragio, el astrónomo francés se vio
obligado a regresar a Isla de Francia (hoy Mauricio), donde intentó llevar a cabo sus
mediciones sin éxito alguno. Otro tránsito de enus había sido anunciado para el 3 de junio
de 1769, así que Le Gentil decidió permanecer en Asia los siguientes ocho años a la espera
del anhelado paso. No obstante, un fatídico cielo nublado ocasionó que el 3 de junio de
417

1769, desde Pondicherry, Le Gentil fracasara por segunda vez.8 A pesar de todo, el
astrónomo francés publicó en Francia Voyage dans les Mers de l’Indie (1779-81), memoria de
su trabajo científico pero, sobre todo, dilatado recuento de sus viajes y de su vida en
Mauricio, Madagascar, la India y las Filipinas.9

Durante 1874, El Ahuizote publicó varias caricaturas de José María Villasana donde
utilizó motivos astronómicos, en referencia a la comisión mexicana que viajó a Japón
para observar el paso de Venus. En ésta, en la luna se representa la cara de Lerdo de
Tejada y, en el sol, la “Fortuna”. Así, Villasana pronostica la caída de popularidad del
presidente Lerdo de Tejada hacia el fin de su gobierno.
Fuente: “Cuatro fases de una luna (Estudio astronómico)”, en El Ahuizote, 13 de febrero de
1874, p. 5.

4 Es curioso que Díaz Covarrubias se haya interesado por la empresa fracasada de Le Gentil
y no por la de otros expedicionarios dieciochescos más exitosos en sus cálculos venusinos.
El capitán James Cook, por ejemplo, observó el mismísimo 3 de junio de 1769 el tránsito de
venus bajo un cielo claro en Tahití.10 Más que la exactitud del cálculo astronómico, el
recuento de viajes de Le Gentil, al promover el universalismo del siglo de las luces y una
nueva conciencia planetaria, hubo de influir en el ánimo liberal del viajero mexicano.
Díaz Covarrubias también se afilió a la figura del francés para dar a su viaje una nota
romántica, inscribiéndolo en la etapa aventurera de la historia de la ciencia y otorgando a
su persona las características del explorador trotamundos propio de las ficciones de Julio
Verne.11 El mexicano también se enfrenta a la incertidumbre de la guerra –ahora es Japón
frente a China– y a una fabulosa tormenta, probablemente exagerada, que amenazaba la
entrada del barco en Yokohama. Estas adversidades naturales y bélicas potencian su
calidad de intrépido aventurero y de científico desinteresado. La imagen que lo presenta
asido al aventador del ferrocarril mexicano recorriendo una peligrosa topografía, ya
invita al suspenso y a la escenificación de una aventura romántica.
5 Mary Louise Pratt, en Imperial Eyes. Travel Writing and Transculturation, señala que a partir
del siglo XVIII se manifiesta en Europa una nueva conciencia planetaria, la de la burguesía
418

que fomentó dos tipos de viajes hacia América: el científico y el sentimental; ambos viajes
se ponen de manifiesto en los recuentos paradigmáticos de Alexander von Humboldt. 12 La
combinación ciencia-romanticismo fue la expresión de la libre empresa y de las agendas
expansionistas europeas para promover capital y sistemas de conocimiento. En
Hispanoamérica, esta combinación animó a los letrados decimonónicos (como Sarmiento,
Alberdi y Sierra) a elaborar discursos fundacionales a partir de sus viajes a Europa y al
interior de sus países. En el caso que nos atañe, la apropiación de Le Gentil por
Covarrubias no se define por su trayectoria hacia América o a Europa, sino por su sentido:
el universalismo de un acontecimiento científico proyectado en un espacio orientalizado
por Occidente. También constituye una estrategia para convocar otro escenario: el de las
tensiones que aquejan al país.

En medio de dos esferas celestes –una el partido radical y la otra la tierra–, vaga una
parvada de aves, los partidarios del presidente Lerdo de Tejada. El primero es Manuel
Romero Rubio. El estribillo dice: De los lerdistas puede decirse lo que dijo Víctor Hugo de
las monjas: “vago entre el mundo que está cerrado y el cielo que no está abierto”.
Fuente: “Estudios astrónomos – El cielo y la tierra”, en El Ahuizote, 27 de febrero de 1874,
pp. 4-5.

6 La nación-estado interpela al científico mexicano en dos niveles: como emisario de la


astronomía y como escritor de vocación reformista, alineado por el momento al gobierno
de Lerdo. La mirada viajera se desliza entre las dos figuras con una operación
contradictoria: primero, negando su protagonismo político y afirmando la autonomía de
su vocación astronómica, y segundo, haciendo recaer en la persona del aventurero
científico una responsabilidad política.13 Con este segundo punto, Díaz Covarrubias se
diferencia de su viajero titular Le Gentil. El fracaso de Le Gentil no tiene consecuencias
políticas al interior de su país; el científico francés ubica, sobre el mapa del otro, los
agentes desestabilizadores de la ciencia: además del inconveniente metereológico, le
Gentil se topa con el fanatismo católico que pervierte los saberes iluministas en regiones
como las Filipinas. En el caso de Covarrubias, el fracaso de su expedición sí podría
419

ocasionar un desequilibrio para el propio gobierno federal. No se trataba de vencer


únicamente la fatalidad metereológica sino también la pluma desestabilizadora de los
adversarios al régimen. De aquí la postura crítica del narrador ante la prensa antilerdista
y sus coartadas para desautorizarla, transcribiendo la opinión de los periódicos japoneses
sobre el éxito de la comisión, y documentando, en más de cien páginas de apéndices,
pioneras fotografías, telegramas al presidente, mapas, minuciosas tablas de cálculo, así
como las relaciones de otras expediciones confrontadas con la propia. La misión del
viajero es la de presidir una comisión científica pero también diplomática, sometiendo el
espacio recorrido a un régimen de sentido nacional y convenciendo al mundo, pero sobre
todo a los opositores mexicanos del régimen, de “haber presentado por primera vez a
nuestro país ante la ciencia en la actitud que le corresponde a un pueblo culto”. 14
7 Díaz Covarrubias inscribe su trayecto dentro de un mapa bien definido: México, al cual le
dedica 50 páginas, Cuba (sólo seis), Estados Unidos (también 5O páginas) y Japón que con
numerosas digresiones ocupa el resto del libro (alrededor de 110 páginas). 15 Franco
Moretti ha sugerido que la geografía determina una historia.16 ¿Por qué iniciar ésta de
aventura trasatlántica en México? México en tren es paisaje: montañas majestuosas e
interminables cruzadas por las férreas vías del ferrocarril; para esta naturaleza labrada
por la tecnología, el científico postula una operatividad poética. Por otra parte, las
montañas son sinécdoque del país: se erigen como iconos nacionales evocados desde
Japón, ante el Fujiyama, al momento de izar la bandera mexicana en el observatorio que
ha construido la comisión en Nogue. La memoria del espacio nacional desde Japón se
manifiesta a través de imágenes retóricas que conforman la espiritualidad inherente a las
montañas mexicanas.
8 Pese a su operatividad estética y nacional, y pese al telos progresista que el viajero le
inscribe al paisaje con la vía ferroviaria, la topografía mexicana es un obstáculo para la
construcción de la nación-estado bajo los parámetros utilitarios del positivismo. A su paso
por Estados Unidos, Díaz Covarrubias contrasta la geografía de ambos países para hacer
explícita la relación entre la naturaleza y un sistema de producción: el accidentado
terreno montañoso de México perpetúa una economía colonial (la minería), a diferencia
de la ilimitada llanura estadunidenses cruzada por sistemas naturales de comunicación
propios de una sistema que fomenta la exportación y la inmigración, políticas muy
favorecidas por nuestro viajero.
9 Su recorrido mexicano constituye un mapa sin pobladores: el viajero avanza sobre el
territorio despojándolo de cualquier huella que revele la presencia de asentamientos
humanos, aunque permitiéndose digresiones extraterritoriales de corte taxonómico sobre
las diversas razas que conforman el país: a un extremo está la conquistadora,
descalificada por el científico por su vínculo con una ideología letrada colonial, al otro,
aparece la indígena, raza inerme y desprovista de representatividad política. No es
arbitrario que Díaz Covarrubias recurra a este registro expositivo y clasificatorio para
establecer una simetría entre la improductividad indígena y la violencia del anarquismo
europeo.
10 La figura del indio sale del marco taxonómico fuera del territorio nacional, durante el
recorrido por Estados Unidos, cuando Díaz Covarrubias se topa cara a cara con un
shoshon. En este espacio exterior al territorio nacional, el indio no constituye una
amenaza política, sino una apología complementaria al discurso liberal del narrador. No
obstante, la oratoria sentimental de éste frente a la actitud del shoshon que rechaza con
desprecio la limosna ofrecida, pone de manifiesto, casi con humor involuntario, la
420

futilidad de la postura reformista del astrónomo, e interrumpe, al menos


momentáneamente, la lógica de su racionalidad. Por otra parte, el desencuentro entre el
viajero y el shoshon reproduce la negociación cultural que inventa ficciones de
reciprocidad y la observación taxonómica que reduce la presencia real del poblador
indígena.

La caricatura presenta el mundo al revés: el sol tiene un telescopio para ver los pechos
desnudos de la bella venus, recostada sobre las nubes. Un globo asciende, y en la tierra
Lerdo de Teja y sus ministros observan. El estribillo dice que estos últimos: “hacen
ayunar a las viudas y pensionistas para ahorrar 30 000 pesos, con el objeto de enviar a
China una comisión de sabios a traer noticias de venus”.
Fuente: El Ahuizote, 18 de Septiembre de 1874, p. 8.

11 La lógica espacial del recorrido de Díaz Covarrubias es la de un sistema binario: progreso


y sus adversarios: Cuba es una suma de razas que impiden la implementación de una
educación positivista. No obstante el mapa de nuestro astrónomo constituye además un
campo de tensiones geopolíticas, a veces contradictorias, para su ideología liberal:
Estados Unidos, la tierra del progreso, también representa una amenaza para Cuba; la
historia mexicana evocada por el explorador, testigo de las guerras intervencionistas,
puede constatarlo. Por otra parte, si Francia se inserta de manera anacrónica con la figura
romantizada del ilustrado Le Gentil que guía la aventura científica de Covarrubias de
manera “espiritual”, Estados Unidos con su ministro plenipotenciario en Japón se
convierte, como indica el mapa geográfico, en el inter-mediario político para el ingreso de
México al concierto occidental en el escenario japonés. Mr. Bingham también representa
al sinólogo autorizado que lleva de la mano a Díaz Covarrubias por templos y palacios,
induciéndolo a imaginar el pasado feudal del Japón con la pantalla del orientalismo
occidental.17
12 En el mapa de Covarrubias, México y Japón son equidistantes, y ocupan un “lugar de en
medio” pero en otro sentido al de Estados Unidos. La modernización de Japón depende de
su mediación con Occidente; ésta se traduce, según Díaz Covarrubias, en una asimilación
421

selectiva del archivo occidental.18 Ambas naciones o, más acertadamente, las clases
ilustradas de ambos países tienen una disposición crítica para leer este archivo y, por
consiguiente, una capacidad para cuestionar el legado histórico del colonialismo dada su
localidad periférica. Véase, por ejemplo, la descripción que el mexicano hace de los
palafreneros ante la explotación inglesa.19 Al interior de Japón como de México aparece el
verdadero intermediario: el letrado como guardián de sentido, intérprete de la
civilización y ordenador de su contradiscurso.
13 Por otro lado, la equidistancia se trastoca si se mira desde el ángulo de la política liberal
que dicta la ideología de nuestro viajero letrado: México es un lugar de en medio pero un
poco más a la derecha que Japón. Consecuentemente, México se pretende superior. La
razón de esta jerarquía está conectada con el hecho de que, en la visión de Díaz
Covarrubias, Japón le es funcional a México: constituye un mercado idóneo, ya que
cancela la intermediación europea y promete un contingente de inmigrantes gracias a la
ética positivista y a la inventiva artesanal que, según el viajero mexicano, caracterizan a
los japoneses. Estas cualidades son contrastadas por el narrador con los vicios de los
chinos, a quienes constantemente vilipendia por su incapacidad para occidentalizarse. Las
tradiciones no-occidentales de Japón (el zapato, el peinado, el harakiri, el yoshiwara) son
costumbres moribundas, su inclusión será abstracta en el museo o en el libro de historia
del sinólogo europeo.
14 La geopolítica aquí esbozada tiene lugar en espacios interiores, pero que escenifican una
arena pública donde el orador Díaz Covarrubias se sube al podio para lanzar ardientes
discursos dirigidos al pueblo mexicano y criticar la miopía interna del partidismo /
liberal/ conservador. Desde los primeros momentos de la travesía, desde el interior del
barco, el astrónomo mexicano escenifica el protagonismo de su país; dicho papel estelar
culminará en el observatorio, donde la aventura científica se desenvuelve con suspenso y
dramatismo, y donde los aplausos de la prensa, la diplomacia, y de las agencias
gubernamentales internacionales se congregan en torno a México y su emisario para
festejar el triunfo de la ciencia universal.
15 Cabe cerrar este capítulo con una nota discordante: después de terminar sus cálculos y
mediciones (sin duda profesionales), después de jactarse que los suyos estuvieron entre
los primeros resultados dados al mundo,20 Díaz Covarrubias confiesa la inutilidad práctica
de los mismos. Para explicar tan arriesgada confesión en el polémico contexto de su
recepción al interior de México, debemos regresar al inicio: la figura fracasada de Le
Gentil. Según el astrónomo mexicano, el fracaso de Le Gentil es anulado por el éxito que la
escritura inscribe a su experiencia.21 Le Gentil no es sólo el astrónomo que hace cálculos,
sino el viajero que escribe; en su recuento, los signos del legado iluminista y las andanzas
de su aventura se imponen sobre los datos astronómicos. En la escritura de Díaz
Covarrubias, un nuevo Le Gentil, engalanado con la corona de la ciencia universal,
proyecta el espacio nacional sobre el mapa japonés en el Atlas de occidente.
422

NOTAS
1. Francisco Díaz Covarrubias, Viaje de la Comisión Astronómica Mexicana al Japon. Para observar el
tránsito del planeta Venus por el disco del sol el 8 de Diciembre de 1874, México, Imprenta Políglota de C.
Ramiro y Ponce de Leon, 1876. He guardado la ortografía del texto original.
2. En 1716 Halley presentó ante la Royal Society de Londres un trabajo titulado Un nuevo método
para determinar la paralaje del Sol, o su distancia desde la Tierra, en el que mostraba cómo podrían
hacerse semejantes cálculos haciendo mediciones del inicio y fin de un tránsito de Venus frente
al disco solar. El método de Halley fue puesto en práctica por primera vez en 1761 y 1769 por
astrónomos de diversos países sin resultados óptimos. Consultar, Marco Arturo Moreno Corral,
Odisea 1874 o el primer viaje internacional de científicos mexicano,. México, Secretaría de Educación
Pública/Fondo de Cultura Económica, 1986, p. 11.
3. El método de Halley requería que los observadores del fenómeno se ubicaran en diferentes
lugares del globo terráqueo y tan alejados entre sí como fuera posible (Moreno, op. cit., p. 12). Díaz
Covarrubias argumenta que la región antípoda de México era la más adecuada para observar el
paso con mayor visibilidad, por lo que “era conveniente procurarse una estación septentrional en
el Asia, ó una meridional en alguna de las islas oceánicas”. Covarrubias, op. cit. p. 12.
4. La comisión estaba formada por Francisco Jiménez, segundo astrónomo, Manuel Fernández,
topógrafo y calculador, Agustín Barroso, calculador y fotógrafo, y Francisco Bulnes, cronista y
calculador. El viaje se llevó a cabo entre septiembre de 1874 y noviembre de 1875. La comisión
produjo un libro más, el de Francisco Bulnes, Sobre el hemisferio norte once mil leguas. Impresiones de
viaje a Cuba, los Estados Unidos, el Japón, China, Conchinchina, Egipto y Europa, publicado en 1875.
5. En At face value: autobiographical writing in Spanish America, Cambridge, Cambridge UP, 1991,
Sylvia Molloy sostiene que la autobiografía hispanoamericana emerge en el siglo XIX como
producto de una crisis ideológica acarreada por los aires iluministas que condujeron a las
independencias. La noción de institución queda irreparablemente cuestionada: “If one no longer
writes oneself down for King or Church, for whom, then, does one write?” (p. 4).
6. Frase del libro La imaginación técnica: sueños modernos de la cultura argentina, Buenos Aires,
Ediciones Nueva Visión, 1992, en el que Beatriz Sarlo explora los usos literarios de la palabra
científica, en un momento de democratización de los diversos campos del saber.
7. Molloy, op. cit. p. 5.
8. Frederick Fischer, “Translator Note” en Le Gentil de la Galaisiere, Guillome Joseph Hyacinthe
Jean Baptiste. 1779-1781, A Voyage to the Iridian Seas, Traducción al inglés: Frederick Fischer,
Manila, Filipiniana Book Guild, 1964 p. XIX.
9. La primera edición fue publicada en Francia, una segunda edición apareció en Suiza en 1780 y
una tercera en Alemania en 1782 en ocho volúmenes. Para el presente trabajo se consultó un
compendio traducido al inglés sobre la estancia en Filipinas (A Voyage to the Indian Seas, trad.,
Frederick Fischer) y el primer tomo de la edición suiza en francés (Voyage dans les Mers de l’Indie,
Vol. I, Suiza, Libraires Associés, 1780). Le Gentil también publicó un reporte científico sobre los
cálculos que dos de sus colegas lograron realizar desde Manila a petición suya en el Journal de
Savants. Consultar: William Alain Burke Mialhe. “Introduction” en Le Gentil. A Voyage to the Indian
Seas, p. X.
10. Un reporte de primera mano fue enviado por Joseph Banks, el naturalista de esta expedición,
a la academia de ciencias de París. Consultar: op. cit., p. IX.
11. No deja de llamar la atención que Julio Verne haya publicado Tour du monde en quatre-vingts
tours en 1873, un año antes del viaje astronómico mexicano.
423

12. Imperial Eyes. Travel Writing and Transculturation, New York, Routledge, 1992.
13. “No se trataba simplemente de un viaje alrededor del mundo emprendido por gusto o aun por
necesidad [...] sino que además [...] veia yo sin cesar suspendido sobre mí el peso de una gran
responsabilidad, sin poder confiar al mismo tiempo en la seguridad de salir airoso en la empresa
confiada a mi cuidado “(Covarrubias, op. cit. p. 18).
14. Ibíd, p. 7.
15. Compárese el itinerario de Díaz Covarrubias con el estipulado por Francisco Bulnes, el
cronista oficial de la comisión, en el título de su libro: Impresiones de viaje a Cuba, Los Estados
Unidos, el Japón, China, Conchinchina, Egipto y Europa.
16. “each space determines, or at least encourages, its own kind of story [...] Space is not ‘outside’
of narrative, then, but an internal force, that shapes it from within”, en Atlas of the European Novel
1800-1900, Londres: Verso, 1998, p. 70.
17. Sobre orientalismo, consultar: Edward Said, Orientalism, New York: Vintage Books, 1978.
18. “La Inglaterra seguirá manteniendo en tí el genio ordenado y práctico [...] la simpática
Francia te comunicará su ciencia, su buen gusto característico, sus ideas luminosas... la Alemania
te enseñará su filosofía [...] la Italia y la España te iniciarán en el cultivo de sus bellas artes... las
Américas te mostrarán ejemplos de instituciones libres, y al mismo tiempo aprenderás con su
experiencia cuáles son las que te convienen y como debes plantearlas sin peligro” (Covarrubias,
op. cit. pp. 321-322).
19. “creo que ningun japonés ilustrado, y los hay en gran número, debe contemplar sin
indignación un espectáculo cuyo primer efecto es el de manifestar [...] la desigualdad extrema de
condiciones en que la pobreza coloca á sus compatriotas respecto del europeo, cuya fortuna se ha
improvisado tal vez en aquel país” (Covarrubias, op. cit. p. 116).
20. Díaz Covarrubias también publicó una memoria técnica en París a mediados de 1875, siendo
una de las primeras dadas a conocer en el escenario mundial.
21. “Su decidido amor a la ciencia no se evaporó al soplo poderoso de tantos desengaños, puesto
que de vuelta a Francia publicó el fruto de las laboriosas investigaciones a que se había
entregado, durante su larga residencia en la India, acerca de la astronomía de los brahmas”
(Covarrubias, op. cit. p. 21).

RESÚMENES
En 1874, en Japón se pudo observar el paso de venus frente al disco solar. Un evento astronómico
de recurrencia cíclica, cada setenta y seis años, que ayudaría a conocer la distancia que separa a
la Tierra del Sol. El evento movilizó numerosas comisiones provenientes de Francia, Rusia,
Estados Unidos, Italia y Alemania. En México, el gobierno de Lerdo de Tejada se sumó a la
olimpiada científica del siglo positivista enviando una comisión a Japón, la primera de esta
naturaleza, encabezada por el astrónomo Francisco Díaz Covarrubias. El recuento de su viaje,
publicado en 1876, constituye un tratado de legitimidad de la propia escritura en el que los
sueños modernos de la imaginación técnica se asocian a las ansias fundacionales del liberalismo
mexicano. El capítulo analiza de qué manera, en su memoria de la expedición, Díaz Covarrubias
se apropia de la figura de Le Gentil, que cien años antes había intentado, sin éxito, el mismo viaje.

En 1874, au Japon, on a pu observer le pas de Vénus face au disque solaire. On croyait alors que
cet événement astronomique cyclique, qui se produit tous les soixante-seize ans, permettrait de
424

connaître la distance qui sépare la Terre du Soleil. L’événement a mobilisé de nombreuses


commissions provenant de France, Russie, États-Unis, Italie et Allemagne. Au Mexique, le
gouvernement de Lerdo de Tejada s’est joint à l’olympiade scientifique du siècle positiviste par
l’envoi d’une commission au Japon, la première de ce genre, dirigée par l’astrologue Francisco
Díaz Covarrubias. Le récit de son voyage, publié en 1876, constitue un traité de légitimité de
l’écriture dans lequel les rêves modernes de l’imagination technique se mêlent aux anxiétés
constitutives du libéralisme mexicain. A partir du récit de l’expédition, le chapitre analyse
comment Díaz Covarrubias s’approprie de la figure de Le Gentil qui cent années auparavant avait
essayé, sans succès, le même voyage.

AUTOR
ADELA PINEDA FRANCO
Adela Pineda Franco. Nació en Puebla. Realizó estudios de posgrado en la Universidad de Texas en
Austin, donde concluyó un doctorado en Literatura Comparada. Entre sus publicaciones destacan
Geopolíticas de la cultura finisecular en Buenos Aires, París y México, un estudio sobe las prácticas
literarias trasatlánticas de los escritores latinoamericanos del modernismo, una co-edición sobre
la crítica en torno a la obra de Alfonso Reyes titulada Alfonso Reyes y Los Estudios Latinoamericanos y
una antología sobre viajeros norteamericanos en México, financiada por el Fondo para la Cultura
México-Estados Unidos. Ha difundido ensayos diversos sobre literatura y cultura
latinoamericanas en publicaciones como Revista Iberoamericana, Revista de Crítica Literaria
Latinoamericana y La Palabra y El hombre. Es miembro fundador del grupo México-Francia. Ha sido
profesora visitante en Brown University y el Massachussets Institute of Technology. Actualmente
es catedrática de literatura hispanoamericana en la Universidad de Boston.
425

Luis Olivier: hacendado e industrial


en Puebla
Sergio Moisés Andrade Covarrubias

Portada: Salón de embotellar de la cervecería El Fenix, con sus empleados. Industria


propiedad de Luis Olivier.
Fuente: Figueroa Doménech, Guía General Descriptiva de la República Mexicana, México, 1899,
tomo 2, p. 492.

Introducción
1 El presente trabajo tiene como objetivo fundamental recrear las actividades industriales
en las ciudades de Puebla y Tehuacán de un personaje de ascendencia paterna francesa,
nacido en esta última a mediados del siglo XIX, cuya estirpe aún conserva fuerte presencia
en esa región. Luis Olivier y Daza, que tal es el nombre de nuestro personaje, nació el año
426

de 1840 y desarrolló una ingente actividad económica en su ciudad natal y sus


alrededores, para intentar posteriormente fructificar sus perspectivas económicas en la
ciudad de Puebla con la puesta en marcha de una fábrica dedicada a la elaboración de
cerveza, empresa poco común en la población mexicana pero de fuerte raigambre en
diversas comunidades provenientes del exterior. Así las cosas, nuestra presentación la
hemos dividido en tres apartados: el primero dedicado la breve exposición de los
antecedentes familiares de Olivier, así como sus actividades dentro del ramo agrícola; el
segundo, a la aventura que significó la creación de una sociedad con el fin de formar una
empresa cervecera en Puebla, enmarcado en un contexto histórico mínimo acerca de la
expansión de la industria cervecera en nuestro país, y el tercero a desarrollar ciertos
comentarios sobre los afanes económicos de nuestro personaje.
2 En razón de nuestro interés por el estudio de la historia de la cerveza, este tema se
tornará el central en el último apartado, poniendo sobre la mesa algunas ideas sobre la
posibilidad de elaborar una propuesta para conformar nuevos puntos de vista en relación
a la historia de la fabricación y consumo de la cerveza en nuestro país, sobre la base de los
encuentros culturales y el impacto social que ha significado la afición por dicha bebida, de
la cual el señor Olivier sería parte importante, por lo menos en lo que a la zona poblana se
refiere.

Los primeros pasos. Luis Olivier en Tehuacán


3 El padre de Luis Olivier y Daza, el señor Luis Olivier Sorell, fue un ciudadano francés
avecindado en la región de Tehuacán desde por lo menos la década de 1830. Según se
consigna, en esa época Luis Olivier Sorell ya era un importante comerciante en el pueblo
de Ajalpan, distante unos veinte kilómetros de Tehuacán, que prestaba dinero sobre la
base de propiedades como casas o terrenos. Tan importante llegó a ser su posición que fue
anfitrión del General Prim, Conde de Reus, a la sazón ministro plenipotenciario español
ante el gobierno mexicano para los Tratados de la Soledad, poco tiempo antes de que se
desencadenara la intervención que dio lugar al efímero imperio de Maximiliano.
4 A partir de sus actividades comerciales y de préstamo, Olivier Sorell pronto amasó un
buen caudal que le posibilitó adquirir una propiedad colindante al pueblo, la Hacienda de
San José Buenavista, área vinculada estrechamente a la vida de la población, tanto así que
en ella cumplían sus condenas los que llegaban a infligir alguna ley. Y no sólo eso, sino
que su relación siempre supuso un constante conflicto por la posesión de aguas y tierras
laborías. De este modo, el 15 de julio de 1863 Luis Olivier padre compra a la familia Moran
la Hacienda de Buenavista con todos sus aperos y edificaciones, entre ellas una fábrica de
aguardiente, un trapiche de panela y una tienda, junto con el Rancho de Zavaleta. A partir
de su adjudicación la fábrica de licores pasa a llamarse El Labrador Normando, segura
reminiscencia de su solar patrio.
5 Aprovechando muy bien las necesidades de los pueblos de los alrededores, Olivier Sorell
pronto acrecentó las extensiones de sus propiedades. Así, bajo la oferta de construirles un
templo o un cementerio, solicitaba a cambio terrenos, lo que derivó en un monumental
despojo a los primigenios y naturales habitantes de la región. Se cuentan en por lo menos
catorce las comunidades que sufrieron la embestida del hacendado, presto a conseguir
cada vez más cantidad de tierras. A lo anterior se pueden sumar la compra de ranchos
como los de Ahuatla y del Cura, así como haciendas como la de Xonoctipa, enclavada en
427

terrenos de los pueblos de Ajalpan y Eloxochitlan. No obstante, su mayor transacción fue


la adquisición de la Hacienda de la Santísima Trinidad, el 15 de mayo de 1872, con lo cual
las medidas acumuladas de sus propios llegaba a casi 39 mil hectáreas.

Salón de máquinas refrigeradoras en la Cervecería Germania.


Fuente: Figueroa Doménech, op. cit., p. 491.

6 Con la utilización de una política cercana al pillaje, Olivier Sorell logró transformar las
relaciones sociales en los pueblos que habían quedado dentro de sus propiedades. Ahora
los habitantes eran arrendatarios de las haciendas, pagando cantidades que iban de los 5 a
los 10 pesos por cada pedazo de terreno que sembraran; igual sucedía con aquellos que
ocupaban una fracción para que pastaran sus animales. Según afirma el historiador
Rogelio Sánchez López: “En la hacienda (de Buenavista) existía un cuarto grande en donde
se recogía el dinero en chatanates de palma. Aquellos que tenían sus animales pastando
en los montes, por cada 10 cabezas de ganado anualmente la hacienda se quedaba con una
que era seleccionada por el guardatierra, llegando a juntar hasta 300 o 400 cabezas”.
7 También las relaciones laborales y mercantiles sufrieron modificaciones. En este sentido,
la hacienda se constituía por tres tipos diferentes de trabajadores: aquellos que purgaban
sus condenas con trabajos forzados, otro por trabajadores eventuales dedicados a la zafra,
quienes laboraban durante escasos tres meses al año, y los llamados “calpaneros”,
residentes permanentes de la hacienda que vivían en 27 casas, compuestas por un cuarto,
cocina y comedor, siendo común que en cada una vivieran de dos a tres familias. Este tipo
de trabajadores, amén de sufrir de condiciones detestables en su trabajo diario, estaban
sujetos a ser inscritos en la leva del ejército, donde llegaban a cumplir un servicio
obligatorio de cinco años.
428

“Cuba de fermentación de la Cervecería Germania, de Puebla”.


Fuente: Figueroa Doménech, op. cit., p. 491.

8 En 1877 fallece Luis Olivier Sorell, lo que provoca que todas sus propiedades pasen a poder
de sus hijos Luis, Miguel y Rafael Olivier y Daza. Poco después estos conforman una
sociedad agrícola con la finalidad de explotar sus haciendas, ranchos y terrenos, que se
disuelve después de ocho años de existencia, el 17 de enero de 1885, quedando como único
propietario de la herencia paterna el hijo mayor, Luis, de común acuerdo con los otros
herederos. Con la conducción de éste, la hacienda pronto empieza a recibir nuevos
derechos sobre el uso del agua, aparte de los que le permitían el uso de la mitad de las del
pueblo de Ajalpan. Se amplía la red mediante renta, convenio, compra o concesión, de tal
forma que el área de cosecha de la hacienda llega a su máximo. “La parte más extensa –
nos dice Sánchez López–, 102 hectáreas, eran dedicadas al cultivo de la caña que
anualmente le permitía producir 4 000 arrobas de azúcar (y) 2 240 arrobas de miel. El
resto de la tierra en producción se constituía con dos campos dedicados al maíz y S más a
otros cultivos”. Además, buena parte del tiempo de Olivier estaba ocupado en la crianza y
matanza de ganado cabrío, además de otro tipo de negocios como la explotación del
mármol. A todo esto hay que añadirle la producción de cerveza, como veremos poco más
adelante.
9 No obstante los buenos augurios, la suerte de Olivier pronto comenzó a cambiar, de
manera tal que en abril de 1898 las haciendas de Buenavista, con todo y el Rancho de
Zavaleta, y La Trinidad son sujetas de hipoteca por parte del Banco Internacional e
Hipotecario de México por la cantidad de doscientos mil pesos, a pagar en un plazo de 25
años, a razón de 4 500 pesos trimestrales.
10 Es interesante contrastar las dificultades financieras de Olivier con la situación de otros
hacendados, dedicados a construir y edificar nuevos negocios. Entre ellos encontramos a
Daniel González, Julio Caballero y Justino D. Cevallos, quienes pugnaron por el
429

establecimiento de una fábrica de hilados y tejidos de algodón bajo la razón social “D.
González y Compañía”, denominada San Juan N. Xaltepec. La política seguida por los
mencionados choca de forma directa con la de Olivier, en razón de su capacidad para
negociar y convenir con la población asuntos que beneficiaban a ambas partes, tal como
sucedió con la distribución de las aguas del pueblo de San Francisco Altepexi.
11 En contraste, Olivier cada vez se veía en más dificultades. Así, el 12 de julio de 1900
clausuró su fábrica de licores y dos años después, el 21 de agosto de 1902, se vio obligado a
hipotecar nuevamente sus propiedades, agregando el molino de San Diego Chalma, esta
vez con el señor Antonio Couttolene, por un monto de 160 mil pesos, comprometiéndose a
devolver dicha cantidad en un plazo de tres años, a razón del ocho por ciento de interés
anual.
12 Tres años después, el 16 de octubre de 1905, Olivier conformó una sociedad anónima junto
con Manuel Fernández del Castillo, Ricardo Segura, Andrés Lefevbre, Aurelio Velasco y la
Compañía A. Velasco, Sociedad en Comandita, a la cual nombró Hacienda de Buenavista,
S. A., con la finalidad de explotar la susodicha finca. Las bases de conformación de la
sociedad establecían como tiempo de duración de la misma un total de noventa y nueve
años, contado con un capital social de un millón de pesos, dividido en 10 000 acciones con
un valor nominal de cien pesos cada una. De esas acciones 9 800 quedaron en poder de
Olivier, en tanto que las 200 restantes se repartieron entre los otros socios, a los cuales se
incorporó con posterioridad la Compañía Bancaria Católica, S.A.
13 Desagraciadamente la sociedad nunca pudo funcionar debido a que no fue registrada ante
el Registro Público de la Propiedad, motivo por el cual se derivaron mayores problemas a
Olivier, siendo que el objetivo principal por el cual se constituyó fue la consolidación de
las deudas contraídas con anterioridad, tanto la del Banco Internacional Hipotecario
como con el señor Couttolene. “En consecuencia, –afirma Sánchez López– en el mes de
septiembre del año siguiente los accionistas rescindían sus obligaciones y reclamaban sus
inversiones, que en total alcanzaban la suma de ciento treinta y tres mil pesos. De esta
cantidad, setenta y seis mil pesos que habían sido entregados en efectivo, correspondían
al banco que representaba Sánchez Gavito”. Al no poder hacer frente a estos
compromisos, Olivier se vio en la necesidad de volver a hipotecar sus bienes y
propiedades. Ese mismo año, 1906, la Hacienda de Buenavista quedó sujeta a un embargo
precautorio por el banco acreedor. Al final, el 4 de septiembre de 1906, termina
vendiéndola a Martín Urrutia Escurra, personaje importante en la industria textil, en la
cantidad de 417 mil pesos. Este último se hizo cargo del total de deudas acumuladas, por
lo que por medio de diversas operaciones completó su liquidación hasta tres años
después.

En búsqueda de nuevos aires. Luis Olivier en Puebla


14 De acuerdo con los datos obtenidos acerca de la historia de la cerveza en nuestro país,
tenemos la posibilidad de determinar el largo tiempo que el milenario brebaje ha estado
presente entre nosotros. El año de 1544 Alfonso de Herrera, miembro de la expedición de
Hernán Cortés y emisario de éste ante Carlos V, recibe del monarca la autorización para
producir cerveza en las “Indias”, El señor de Herrera construye la primera fábrica de
cerveza del llamado “nuevo continente” en las faldas del Iztaccíhuatl, ubicada entre
Amecameca y Paso de Cortés, a 70 kilómetros de la ciudad de México, en la hacienda
430

llamada “El Portal”. Por lo que se sabe se localizó ahí para aprovechar las “puras y
cristalinas” aguas del deshielo de la nieve del volcán.
15 Es posible, como afirma el investigador Michael Jackson, que el gusto por la cerveza y el
posterior desarrollo de las cervecerías en nuestro país se haya sido debido a la gran
influencia del Imperio de Maximiliano, que con la llegada de un buen número de
inmigrantes provenientes de las diversas regiones constituyentes del Imperio Austro-
Húngaro se convirtió en la avanzada de la expansión cervecera al otro lado del Atlántico.
De hecho, sostiene Jackson, el estilo cervecero conocido como “Viena” encuentra una
parte muy importante de su historia en México.
16 Sin embargo, la industria cervecera no cobró importancia en México sino hasta bien
entrado el siglo XIX, cuando empiezan a surgir algunos ensayos de fabricación, sobre todo
en la capital. Haciendo un recorrido histórico, existe la certeza de que en la ciudad de
México en el año de 1825 se funda la fábrica de La Pila Seca y en 1849 La Candelaria, y a
partir de 1860 y hasta 1889 funciona la fábrica San Diego. En otras poblaciones como
Guadalajara y principalmente Toluca también se crean empresas del ramo, destacando
esta última por ser la primera que fabrica con el método conocido como“fermentación
baja”.

Anuncio de la Cervecería El Fénix, aparecido en la contraportada de un almanaque


poblano.
Fuente: Calendario Mercantil de Puebla para el año de 1897.

17 En la ciudad de Puebla los datos más antiguos constatan que en el año de 1854 se
instalaron en nuestra ciudad sendas compañías cerveceras. Una de ellas fue El Fénix,
propiedad del ciudadano francés Sebastián Finance y posteriormente de su hijo Eduardo
(funcionando hasta el año 1895); la otra se denominó Santiago Booth y Compañía, que se
especializaba en la cerveza “estilo Londres”. Asimismo, hacia el año de 1855 la fábrica
431

Campos Elíseos del señor Enrique Munzenstein elaboraba y expendía cerveza de tipo
inglés como la “Burton”, la “Ale” y la “Pale Ale”.
18 Coincidiendo con la fundación de los gigantes de la industria cervecera nacional, en la
década de 1890, el señor Olivier establece su fábrica. Al mismo tiempo, otras nueve
factorías del mismo tipo trabajaban en nuestra ciudad: la de Miranda, la de la viuda de
Pouyolet y compañía, la del señor Meza, la de M. Ibarrán, la de la señora Luz S. De Nieto
(de nombre Las Dos Américas), la del señor Genis, la del mencionado Finance y la de
Rosario García. En el plano nacional es el momento en que se da el impulso definitivo a
esta industria, apareciendo los primeros ejemplos de los que se convertiría con el tiempo
en una de las ramas más importantes de la economía del país. Son los años en que la
Cervecería Cuauhtemoc y la Cervecería Moctezuma se presentan ante un mercado
prácticamente virgen y lleno de oportunidades, al igual que otras que posteriormente
fueron absorbidas como la Cervecería Chihuahua, la de Sonora, o las de Mazatlán y
Yucatán. Asimismo, es importante destacar a las empresas de San Luis Potosí y la de
Toluca y México.

Anuncio de “Cervecería Germania”: con los distintos giros que tiene: venta de hielo
artificial y todo tipo de cervezas.
Fuente: Calendario Mercantil de Puebla para el año de 1897. Obsequio de la Gran Mercería y
Ferretería “La Sorpresa”. J. Dorenberg y Cía. Puebla.

19 En reconocimiento a su fundador, es menester decir que la fábrica del señor Olivier


rompió con la producción de tipo casi artesanal que predominaba en la ciudad de Puebla.
Aun cuando existiera una buena cantidad de fábricas, ninguna se puede comparar con la
capacidad tecnológica puesta a funcionar en la de nuestro biografiado. Comparando
valores en el mismo año, lo invertido por el señor Olivier con el de los implementos al
cierre de la fábrica del señor Finance, notaremos las diferencia. Esta última apenas
alcanzaba los novecientos pesos como total.
432

20 Particularizando en el tema, don Luis Olivier estableció su fábrica con el nombre de


Germania, constituyéndola como una Sociedad Mercantil en Nombre Colectivo, formando
parte de ella la señora Minnie Kroenlein, su esposo el señor Carlos Wagner, el señor
Federico Vogel y el propio señor Olivier, quien aportó el costo total de la maquinaria,
comprada en Milwaukee, E.U. a la empresa Vilter Manufacturing, en un total de veinte mil
pesos.
21 La señora Kroenlein y el señor Wagner aportaron juntos diez mil pesos, obligándose a
aportar otra cantidad igual en el término de un año, contado a partir de junio de 1895. Por
su parte el señor Vogel quedó obligado a encargarse de la negociación, aportando
únicamente “su industria”, es decir su trabajo. Sin embargo, la sociedad se disuelve el 6 de
octubre de 1896, quedando el señor Olivier como único dueño, mandatando al señor
Wagner como su representante en todos los asuntos relativos al negocio.
22 La cervecería Germania se ubicaba inicialmente en los terrenos del “Jardín de Santa
Olaya”, para posteriormente pasar a la calle de Muñoces. Después de muchos avatares por
los cuales se ve obligado a dejar en manos de un tal señor Mármol el total de las
operaciones de la fábrica, así como convertirla en una Sociedad Anónima, el señor Olivier
retoma el control de la misma en 1901, tomando la decisión de cambiar la razón social por
el de Cervecería Zaragoza, además de nombrar ese mismo año como director y
administrador del establecimiento al señor Eduardo Vicente Barcena, con un sueldo de
250 pesos mensuales.
23 Al parecer en esos años las cosas pintaban muy bien para el negocio, tanto así que en la
Exposición de St. Louis, Missouri, E.U. los productos de la fábrica son exhibidos junto con
otros similares provenientes de las grandes fábricas mexicanas citadas anteriormente.
24 Desgraciadamente los datos no nos permiten ubicar el momento en que el señor Olivier se
deshace de su empresa. Sólo podemos aducir el dato de que todavía a principios de la
década de 1820 se le conoce como fábrica de aguas gaseosas, teniendo como propietario al
señor Eladio Martínez Pando.

Comentarios finales
25 De acuerdo con los datos aportados por Stephen Haber en su trabajo Industria y
Subdesarrollo, la conformación del poderío de las grandes cerveceras se debió a los
enormes capitales invertidos en ellas, aunado al uso de la publicidad masiva como medio
eficaz en la conquista de los diferentes mercados regionales y, aun el nacional.
Comparativamente hablando, no hay relación alguna entre lo invertido por Luis Olivier y
las grandes fábricas. Sin embargo, muchas de aquellas que nacieron casi como empresa
familiar desarrollaron una labor interesante que las llevaron a crecer y expandir su
planta productora, así como sus mercados. Ejemplos de ello serían la Cervecería Toluca y
México o las de Yucatán y Mazatlán, aunque a la larga hayan sido absorbidas por los
grandes conglomerados.
433

Don Luis Olivier, negociante francés que se estableció en Tehuacan, fue el fundador de la
Fábrica Germania.
Fuente: Figueroa Doménech, op. cit., p. 490.

26 Podemos afirmar que, a pesar de nacer bajo grandes expectativas de éxito, el desarrollo
de la empresa cervecera de Olivier seguramente se vio afectado por las dificultades
enfrentadas en sus actividades agrícolas. No deja de ser casual la coincidencia en fechas
cuando Olivier confronta las hipotecas y su pago, con sus esfuerzos por mantener y
acrecentar las actividades de su fábrica cervecera.
27 Siendo especulativos, pensamos que el mercado poblano suponía un buen punto para
desarrollar y expandir una empresa novedosa y a la vez tradicional de algún modo (si
consideramos las casas establecidas en la ciudad). No obstante, enfrentar al mismo tiempo
dos campos de negocios, y a tal distancia, supuso un fracaso casi anunciado. Lo anterior
nos lleva a plantear la posibilidad de una distracción segmentada en la que posiblemente
la mala administración de la cervecería provocó los múltiples problemas enfrentados en
la agricultura.
28 Por otro lado, si sus negocios agrícolas marchaban viento en popa ¿qué motivó a Luis
Olivier y Daza la constitución de una compañía cervecera? La respuesta, o mejor dicho, las
respuestas a esta pregunta caen también dentro de un juego de especulación.
29 Una probable respuesta sería la influencia ejercida por parte de uno de sus socios, el
señor Carlos Wagner, homónimo del subgerente original de la Cervecería Moctezuma
establecida en Orizaba en el año 1894. Si es la misma persona tendríamos una pista para
descubrir los motivos por los cuales el señor Olivier se embarcó en el negocio cervecero.
Por supuesto aquí habría de considerarse el título con el cual fue bautizada la negociación
como un honor a Alemania, de donde provenían tanto Wagner como su esposa y el otro
socio, Federico Vogel.
434

30 Otra respuesta posible estaría en razón de considerar el origen de la familia paterna de


Olivier. Si el nombre de la fábrica de aguardiente establecida por su padre, El Labrador
Normando, es alusivo a su patria original, podríamos argumentar la posibilidad de que
existiera un remanente cultural importante, atendiendo a la tradición cervecera del norte
francés. No es casual que entre las cervezas de importación más publicitadas en nuestro
país se hallaren marcas provenientes de fábricas establecidas en el puerto del Havre, tales
como la Grande Brasserie de l’Ouest y la Mormentyn et Cie., junto con otras que llegaban
de regiones más al este, sobre todo de la ciudad de Estrasburgo, como la Ehrhardt que se
expendía en “forma exclusiva” en el Hotel “Magloire” de nuestra ciudad.
31 Por último cabe la posibilidad de considerar la visión de Olivier, quien de alguna manera
previó las grandes perspectivas abiertas al negocio cervecero y quiso aprovechar la
coyuntura abierta hacía poco por las nuevas empresas cerveceras.
32 Sin embargo, todo esto no son más que posibilidades a desarrollar en una investigación
más amplia. Sólo queda por apuntar el hecho innegable de la notable afición por la
cerveza que se desató a la largo y ancho del territorio mexicano, y cuya trascendencia va
más allá de un hecho económico, por lo que, entre otras cosas, será importante indagar
los porqués de las diferencias tan marcadas entre los consumidores de las diferentes
regiones. ¿Son debido a motivos culturales y sociales, derivados de influencias externas
de largo aliento, esto es, históricas?, ¿o sólo son características inherentes a los distintos
estratos económicos que conforman la sociedad y a las diferencias entre regiones?

RESÚMENES
El capítulo explora los afanes por lograr buen éxito en los negocios del ciudadano mexicano Luis
Olivier y Daza, cuyo padre, francés de origen, se asentó en la ciudad de Tehuacán, estado de
Puebla, en las primeras décadas del siglo XIX. Junto a unos socios, el señor Olivier instaló una
fábrica de cerveza en la ciudad de Puebla. De efímera, ella permite sondear algunos aspectos poco
conocidos de las labores económicas y profesionales de la comunidad francesa avecindada en
Puebla. La vida profesional de don Luis Olivier toca negocios muy diversos: agricultor, industrial,
ganadero e incluso rentista. En cada una de ellas la suerte le fue adversa, lo que no deja de
significar un interesante punto a revisar si lo contrastamos con la buena marcha de los negocios
de otros franceses o de sus descendientes. Más interesante aún, para nuestro punto de vista, es
constatar que a pesar de los reveces en sus empresas, el señor Olivier siempre buscó nuevas vías
de éxito, como lo fue el caso particular de la cervecería “Germania”; prácticas y actitudes son
puestas así al descubierto.

La présente contribution s’intéresse aux efforts déployés pour réussir dans ses affaires par le
citoyen Luis Olivier y Daza dont le père, d’origine française, s’établit à Tehuacan, Etat de Puebla,
dans les premières décennies du XIXe s. Avec quelques associés, Olivier fonda une fabrique de
bière à Puebla. Laquelle permet d’explorer brièvement certains aspects peu connus de l’activité
économique et professionnelle de la communauté française de Puebla. Luis Olivier s’est illustré
dans des domaines variés: agriculture, élevage mais aussi industrie et revenus de la rente. Chaque
fois le sort lui fut contraire, ce qui fait de lui une exception signifiante au milieu des réussites de
435

ses compatriotes et de ses descendants. Constat encore plus précieux pour nos analyses: M.
Olivier, contre vents et marées, s’est toujours efforcé de renouveler ses chances de succès et tel
fut plus spécialement le cas de la brasserie «Germania». On en découvre ainsi les pratiques et les
recours.

AUTOR
SERGIO MOISÉS ANDRADE COVARRUBIAS
Sergio Moisés Andrade Covarrubias. Licenciado en administración pública por la Universidad
Autónoma de Puebla, con estudios de Maestría en Historia por esta misma universidad,
actualmente se desempeña como Coordinador Administrativo del Museo de la No Intervención
“Fuerte de Loreto”, que tiene bajo su custodia el Centro Puebla del Instituto Nacional de
Antropología e Historia. Anteriormente, en esta misma institución, realizó trabajos de
investigación histórica para el Museo de Arte Religioso Ex Convento de Santa Mónica. Al mismo
tiempo, tiene a su cargo la Coordinación General del Quinto Coloquio de Historia Regional del
Cine en México y ejerce la docencia en el Centro de Formación Profesional AS Media.
436

Un proyecto de afrancesamiento:
Olegario Molina y la ciudad de
Mérida
Raquel Ofelia Barceló Quintal

Portada: Olegario Molina.


Fuente: Archivo Fotográfico Pedro Guerra, Facultad de Ciencias Antropológicas,
Universidad Autónoma de Yucatán.
437

Introducción
1 Alo largo del siglo XIX y en las primeras décadas del XX, Francia constituyó un modelo
privilegiado atractivo de civilización para Occidente. Su espíritu revolucionario, su
vocación ilustrada y los procesos mentales de lo que pudiera denominarse actualmente
como estilo de pensamiento desarrollista cautivaron a dirigentes e intelectuales de las
emergentes naciones latinoamericanas. Es imposible emprender la historia del
modernismo si no consideramos, sus polémicas, sus disgregaciones, su persistencia
cotidiana, los relatos, las prescindibles conversaciones, en suma, su materia y su mundo.
Con el modernismo la mirada y la memoria cambiaban irreversiblemente. Los cuerpos se
veían como máquinas energéticas a semejanza de aquellas que poblaban ya las fábricas,
las calles, las ciudades industriales o en vía de industrialización. Para las instituciones de
la cultura, Francia dispuso tanto de normas universales como de modas efímeras.
2 La ciudad de Mérida a finales del siglo XIX entra a la modernidad gracias a la industria del
henequén, la cual permitió a los productores transformar la ciudad y mejorar sus
viviendas bajo un afrancesamiento que no sólo influyó en las construcciones sino que
penetró a la vida cotidiana y al consumo. Aunque el afrancesamiento de la ciudad de
inicia antes del periodo del gobierno de Olegario Molina Solís, éste fue un personaje que
favoreció la presencia francesa en la ciudad de Mérida, sobre todo en cuanto a la entrada
de mercancías y capitales. Siendo gobernador de Yucatán apoyó la expansión de la ciudad
hacia el norte para vincularla al Puerto de Progreso, que puso en contacto la ciudad de
Mérida con Europa. Apoyó, además, la urbanización de la periferia de la ciudad con el
modelo urbanístico francés. Durante el gobierno de Molina el “afrancesamiento” penetra
en la vida cotidiana: moda, paseos, mobiliario, en suma estilos de vida.

La construcción de la línea férrea Mérida-Progreso fue importante para los hacendados


henequeneros para poder exportar la fibra del agave. Le tocó a Olegario Molina tender
los rieles desde Xcanatún a Progreso.
Fuente: Colección Raquel Barceló.

3 La biografía de Molina será el elemento integrador para conocer el proceso de


modernidad de la ciudad de Mérida. A través de su persona se pondrán al descubierto
aspectos históricos a diferente escala –local, provincial y nacional–, sus redes de
relaciones sociales y el contexto histórico con el que interactúa. Actor importante en la
modernización de la ciudad de Mérida, apoyó el modelo de progreso que fomentó el
grupo de los Científicos en las dos últimas décadas del Porfiriato, el de las inversiones
extranjeras. Aunque en relación al comercio del henequén estuvo vinculado al capital
438

estadunidense; en cuanto a la banca y las mercancías suntuarias, lo estuvo con el capital


francés.
4 El método que nos permite establecer los términos entre los actores y el proceso de
modernidad del que éste formó parte, o sea, la relación entre individuo y sociedad, es la
microhistoria. Esta conexión ha adquirido carácter central en la práctica historiográfica
reciente, a través de la biografía contextualizada, es decir, aquella que analiza la
trayectoria vital de un individuo como el resultado de la influencia mutua entre éste y la
sociedad de su época.1

Adolescencia y juventud: la ciudad colonial


5 En la primera mitad del siglo XIX, Yucatán se encontraba frente a un mundo moderno. La
mayoría de la población mantenía el mundo de las ideas y las creencias, de hábitos y
costumbres establecidos por la península ibérica, mientras que, un pequeño sector quería
entrar a la modernidad. En este ambiente nace Olegario Molina, el 6 de marzo de 1843, en
Bolonchén, Hecelchakán.2 Sus primeros años los pasa en esa pequeña comunidad donde lo
colonial, lo arcaico, todavía no se vuelve contra sí mismo.
6 En 1822, el padre de Olegario, Juan Francisco Molina Esquivel, heredó de su padre, Julián
Molina y Bastante,3 extensas áreas de tierras para el cultivo de tabaco y caña de azúcar.
En la década de 1840 ya era considerado como uno de los dos más grandes productores y
exportadores de azúcar, además de ser un reconocido comerciante en la región. En 1835
contrajo matrimonio con Cecilia Solís Rosales, hija de Felipe de Solís Lara y de Rosalía
Rosales Valdés, radicaron en Bolonchén donde nacieron sus seis primeros hijos: 4 Ricardo
(1840), Olegario (1843), José María (1844), José Trinidad y Pastor (1846), y Augusto (1847).
7 Olegario nació el 6 de marzo del 843, sus primeros años transcurrieron en Bolonchén,
momento en que su padre instaló un establecimiento mercantil que atendió hasta 1847.
En ese año estalló la sublevación maya, se alistó como voluntario bajo las órdenes del
Gral. Pantaleón Barrera y participó en la toma de Hopelchén, cuartel general de los
sublevados.5 De regresó a Bolonchén encontró sus propiedades rústicas y su tienda en
ruinas, por lo que decide trasladar su domicilio a Hecelchakán, donde nacen sus otros
cuatro hijos restantes: Juan Francisco (1850), Audomaro (1952), Manuel y Casiana.
8 En su niñez, Olegario vivió privaciones económicas y recibió un gran trauma; a los cinco
años de edad, por un descuido de la sirvienta al aplicarle una medicina equivocada, perdió
el ojo izquierdo. Cuando inicia sus estudios primarios en Hecelchakán su madre, con el
temor de que la lectura pudiera perjudicarle el ojo derecho, le leía sus lecciones. 6 En 1857,
por cuestiones políticas –rechaza la separación de Campeche del estado de Yucatán– su
padre se vio obligado de mudarse a Mérida, donde Olegario continuó sus estudios, junto
con su hermano mayor, en el colegio del canónigo José María González y de ahí pasó a
estudiar el bachillerato al Seminario Conciliar de San Ildefonso. Para cubrir sus estudios
introduce carbón a la ciudad de Mérida, con lo que gana lo indispensable para su
manutención, posteriormente obtiene una plaza de escribiente en el Hospital de San Juan
de Dios, con un sueldo de $ 15.00 mensuales.7
9 La ciudad de Mérida fue el escenario de su adolescencia y juventud, le tocó una ciudad con
crecimiento poblacional, al convertirse en la zona segura de la Guerra de Castas. Sin
embargo, todavía la Plaza Mayor, denominada originalmente Plaza de Armas, constituía
el centro de la ciudad,8 de donde partía la red de calles urbanas y de la cual dependía la
439

posición social de los habitantes; es decir, ésta estaba determinada por la distancia de la
casa respecto a la plaza principal. Cerca de la plaza habitaba el grupo de los “blancos”,
formado por las familias descendientes de los conquistadores, encomenderos o grandes
hacendados. Las construcciones eran al estilo de Castilla y Andalucía, aunque más
sencillas en su interior; la familia Molina Solís vivía con lo justo, pero por su condición de
’cilancos” alquilaron una casa en el “centro” de la ciudad. Alrededor de las viviendas de la
élite se encontraba la clase media formada por comerciantes y artesanos y alrededor de
éstos los barrios poblados por indios y mestizos. La orientación hacia un solo centro, la
Plaza Mayor, que actuaba además como el núcleo de la vida social, permitió un desarrollo
lento causado por el crecimiento natural.
10 A muy temprana edad Olegario aprendió el francés de un sacerdote extranjero, de la
Academia de Ciencias y Literatura,9 creada y presidida por Jerónimo Castillo y Gregorio
Cantón, que consideraban importante la enseñanza de dicho idioma. La Academia se
sostenía a través de la venta del periódico El Mosaico y contaba con una biblioteca en cuyas
estanterías lucían libros de literatura, filosofía y arte de autores galos. El francés no sólo
le sirvió para leer las novelas de Víctor Hugo, Gustave Flaubert, o el Emilio de Juan Jacobo
Rousseau,10 entre otras, sino también para dar cursos en el recién fundado Liceo
Comercial de Juan González Arfián, aceptando como compensación por dichas clases el
que aceptaran como alumnos a sus hermanos menores, Trinidad, Audomaro, Pastor y
Francisco.11

Por el puerto de Progreso se exportaba la fibra de henequén pero también entraban


maquinaria, motores de vapor, calderas, desfibradoras de henequén, locomotoras, rieles,
artículos de ferretería de Estados Unidos y Europa, pero sobre todo novedades
provenientes de Francia.
Fuente: Colección Raquel Barceló.

11 En 1860, a la edad de 17 años, junto con otros jóvenes formó la sociedad La Juventud, que
se dedicaba a dar clases dominicales de lectura y escritura para obreros adultos en los
suburbios de Mérida. Un año más tarde, en unión de su amigo Yanuario Manzanilla, fundó
una escuela que se llamó Colegio de Enseñanza Primaria y Secundaria.12
440

Construyendo las bases de la modernidad: educación


y política
12 El triunfo de la República sentó las bases para la hegemonía de la burguesía liberal ligada
al comercio, la industria y las finanzas, pasando la burguesía terrateniente tradicional a
un segundo plano. El progreso económico se convirtió en el paradigma de los empresarios
y líderes políticos, comenzó entonces la carrera de la productividad y la ideología del
progreso, aunque los sistemas jurídico y educativo fortalecieron la victoria liberal al
convertirse en aparatos ideológicos. Estos sistemas, por tener la investidura adecuada y
por ser de carácter nacional, llegaron a imponerse al conjunto de la sociedad civil, sobre
todo en las clases medias, creando consenso. Yucatán, como el resto del país, heredó la
doctrina liberal de la Ilustración y del liberalismo que atribuyó a los sistemas educativos
que se difundían desde la Francia republicana una triple función: la integración social a
través de la internalización de valores, la construcción de la ciudadanía, a partir del
sentimiento de la nación, y la capacitación productiva.
13 Molina simpatizó con la ideología liberal y asumió el discurso de igualdad, que
reivindicaba la unicidad del derecho y el acento de la personalidad jurídica en el
individuo. En 1866, obtuvo el título de licenciado en Derecho Civil de la Escuela de
Jurisprudencia del Colegio Civil Universitario,13 en las aulas de esta efímera universidad se
formó en las ideas de la ilustración, el jansenismo y el regalismo. Entre sus principales
influencias estuvieron el eclecticismo de Víctor Cousin, Benjamín Constant y François
Guisos.
14 En su juventud, Molina enfocó sus excesos de energía y alegría turbulenta, propia de la
edad, en combatir al Imperio publicando, junto con Eligio Ancona, el periódico humorista
La Pildora, que después fue sustituido por otro titulado Yucatán, donde luchaba, junto con
Yanuario Manzanilla y Gabriel Aznar Pérez, por la igualdad de oportunidades educativas.
Ese mismo año, en 1866, contrajo matrimonio con Dolores Figueroa Milán, hija de Manuel
Figueroa Rosales y de Francisca Milán Valle.14 Entre lecturas y reuniones políticas se
convierte en uno de los jóvenes más destacados del partido Liberal.15 En 1867 participó
activamente en el campamento de Mejorada al lado del Gral. Manuel Cepeda Peraza, más
tarde, cuando llegó a gobernador fue su secretario y consejero.
15 Cepeda Peraza creó durante su gobierno el Instituto Literario del Estado, destinado a
sustituir al Seminario Conciliar de San Ildefonso, que los liberales habían clausurado. El
Instituto Literario16 fue el bastión del liberalismo yucateco y Cepeda Peraza designó a
Molina para dirigir la institución, como gratificación por haber planeado, diseñado y
desarrollado el proyecto, convirtiéndose en uno de sus principales maestros.
16 Como director del Instituto, Molina redactó y publicó el primer reglamento de la
institución (1867) y promovió el llamado “compromiso de honor” entre los catedráticos,
que consistía en el compromiso de trabajar gratuitamente durante un año.17 Durante dos
décadas sus políticas sociales estuvieron dirigidas al campo de la educación. Consideró la
educación como un mecanismo de integración de los miembros de la sociedad al proceso
liberal, pensaba que el progreso económico y la modernización debían realizarse con
orden social y la creación de este orden implicaba brindar oportunidades a todos los
ciudadanos. Creyó que el mejor camino para lograr el progreso era que todos los
ciudadanos tuvieran acceso a la educación, con el propósito de capacitarlos para
441

participar en el proceso de la modernización. Por el contrario, Cepeda Peraza veía la


educación como la estructura social y el mecanismo más importante para la socialización
y reproducción de valores y normas liberales. El cierre de la Universidad católica
obedeció a la necesidad de limitar la influencia de la Iglesia en la sociedad y la creación
del Instituto, a simbolizar el ideal liberal de la educación laica.
17 En 1868, al año de haberse inaugurado el Instituto Literario, Molina crea la Escuela
Preparatoria y la Escuela Normal de Profesores. La primera adopta como base ideológica
el positivismo, la Junta de Profesores del Instituto Literario elige como director a Molina.
Éste eliminó los cursos de ética y religión por considerarlos poco prácticos e incluyó el
francés y el inglés, que permitían a los alumnos la posibilidad de leer libros en esos
idiomas. Añadió al proceso educativo carreras cortas para formar los técnicos que
requería Yucatán para su desarrollo económico. El propio Molina estudia para ingeniero
topógrafo, conocimientos que más tarde le servirían para la construcción del camino del
ferrocarril Mérida-Progreso. Molina designó como director de la normal a José Asunción
Amábilis y a la planta de empleados, donde incluyó a su exmaestro, Juan González Arfián.

Los empresarios henequeneros visitaban las exposiciones universales no sólo para


enterarse de los adelantos tecnológicos sino para hacer redes de amistades con los
industriales de otras partes del mundo. La Exposición Universal de París (1889) fue la más
visitada, instalada en el campo Marte bajo los pies de la torre Eiffel, apoteosis de la
arquitectura metálica.
Fuente: Colección Raquel Barceló.

18 Al año siguiente, en 1869, está sumamente ocupado en el proyecto de la Escuela de


Jurisprudencia y Notariado, asume la dirección e integra el cuerpo de catedráticos con
abogados cercanos a él: Gabriel Aznar Pérez, Rafael Bolio, Yanuario Manzanilla, Ricardo
Río, Perfecto Solís y Saturnino Juanes. Ese año su hermano Juan Francisco ingresa a la
carrera de Derecho, mientras que, otro de sus hermanos, Augusto, se gradúa de médico, a
quién le aconseja que se especialice en Francia, donde encontraría los estudios más
442

avanzados. Escuchando los consejos de Olegario, Augusto viajó a París, capital de la


cultura, a estudiar por dos años.

Las primeras redes sociales, 1860-1880


19 Al finalizar la década de 1860, Molina se encuentra profundamente vacilante: territorios
inciertos, al igual que la memoria, la provincia es asimismo como el licenciado y el
ingeniero producto de esta ambigüedad; tiene fe en el desarrollo económico
norteamericano pero confiaba más en la cultura francesa; cree tanto en el progreso
político como en el económico; consideró que como político liberal podía promover la
educación laica y gratuita, atraer la inmigración de capitales extranjeros para la salud
financiera; y desarrollar las comunicaciones para mejorar el comercio, la industria y la
agricultura. Solamente está seguro de que la base de la modernización radica en el orden
social y que no se alcanzaría el progreso hasta no resolver los disturbios del sur. Yucatán
pasaba en este momento una crisis debido a una coyuntura internacional y otra nacional
que perjudicaban la industria del henequén: la abolición de la esclavitud estadunidense
hizo disminuir la exportación de sombreros de paja a Estados Unidos, que estaban
destinados para los esclavos; y la baja de la demanda de costales que se requerían para el
transporte de muías a causa de la presencia del ferrocarril México-Veracruz. 18
20 Olegario, entre 1861 y 1872, ascendió rápidamente en los círculos educativos y políticos de
Yucatán. Las amistades que fomentó en esos años lo beneficiaron en política y más tarde
para consolidar su emporio económico: Manuel Cepeda Peraza lo ascendió políticamente
al otorgarle puestos administrativos; entre las primeras redes de amigos se encontraban
Eligió Ancona, Carlos Peón Machado y Yanuario Manzanilla, con los que combatió al
Imperio a través de la prensa.19 José Rendón Peniche, su primo segundo, 20 le proporcionó
numerosas conexiones en la ciudad de México; Luis Cárdenas Peón –íntimo de Juan
Francisco Molina Esquivel, padre de Olegario y uno de los principales clientes de Molina–
lo vinculó a una red de comerciantes extranjeros con la que pudo iniciar la importación
de artículos de lujo.21
21 En 1969, por segunda vez, Molina fue electo diputado al Congreso de la Unión, se vio
obligado a dejar la dirección de la Escuela de Jurisprudencia para trasladarse a la ciudad
de México. En su gestión propuso que se concediera una subvención a la línea de vapores
Alexander, para que tocaran cada semana los puertos de Progreso y Campeche, concesión
que fue importante para Yucatán porque permitió que se formara una corriente semanal
de exportación de productos locales y de importación de mercancías europeas,
predominando las francesas. La ciudad de México es el escenario para las relaciones
sociales; mediante la recomendación de Rendón Peniche conoció a Pedro Contreras
Elizalde,22 quien en 1868 había contraído matrimonio con Margarita Juárez Maza, hija del
presidente y le daba acceso a Juárez y al gabinete presidencial. Contreras Elizalde
presentó a Molina a su sobrino, José Peón Contreras, que en aquel entonces era director
del hospital de San Hipólito.23 Se reencontró con Joaquín Casasús, amigo de antaño, a
quien había conocido en la primavera de 1872, en las aulas del Instituto Literario de
Yucatán.24
22 En febrero de 1870, Molina fue ratificado, como director del Instituto Literario, cargo que
ejerció hasta enero de 1874, al cual renuncia para dedicarse a una gestión como fiscal del
443

Tribunal Superior de Justicia, en el estado de Yucatán, en el que permaneció hasta marzo


de 1877.
23 Mientras tanto, José Rendón Peniche hacía todo lo posible por convencer al gobierno la
conveniencia de establecer la línea férrea Mérida-Progreso con el fin de que los
hacendados henequeneros transportaran la fibra de henequén hacia el exterior. Juan
Francisco Molina Esquivel hizo lo mismo para que los comerciantes yucatecos apoyaran el
proyecto. En la ciudad de México Rendón Peniche encontró apoyo en Contreras Elizalde
para gestionar ante el gobierno federal la concesión que necesitaba. La muerte de Juárez,
en 1872, dilató los planes de Rendón Peniche; en el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada
se encontró con que el grupo de los “Catorce”25 había solicitado la concesión para crear la
Compañía de los Ferrocarriles Interoceánicos e Internacional, que incluía las vías férreas
ciudad de México-Pacífico, con conexión con la línea Río Bravo del Norte; otra que partía
de Veracruz y llegaba al Pacífico; y una tercera que unía Progreso con Mérida. 26

La construcción del Paseo de Montejo rompió con la traza colonial. Se construyó de


acuerdo a los patrones urbanos que aplicó Georges Eugène Haussmann en París: la
especialización de las zonas urbanas, en este caso el paseo de Montejo sería la
residencial.
Fuente: Colección Raquel Barceló.

24 Rendón Peniche y Contreras Elizalde llegaron a un arreglo con el grupo de las “Catorce”
para obtener los derechos para la construcción y explotación del ferrocarril entre Mérida
y Progreso, con anuencia del presidente Lerdo de Tejada. De haber esperado un mes,
Rendón Peniche no hubiera tenido la necesidad de viajar a México para el traspaso del
contrato, ya que la concesión fue declarada caduca, el 4 de mayo de 1874, por la falta de
entrega de la fianza. En junio de 1874 fundó la Compañía del Ferrocarril de Mérida a
Progreso, fungiendo como su primer presidente el comerciante Francisco Zavala; como
vicepresidente, José Font; tesorero, Felipe Ibarra Ortoll; secretario, Nicanor Rendón, y
vocales, Augusto L. Peón, Juan Crasemann y Alfredo Domínguez. La sociedad tuvo una
vida efímera y Rendón Peniche continuó sólo con la empresa.27
25 El primer riel de vía ancha fue clavado en la Plaza de La Mejorada el 1o de abril de 1875; se
contrató para el tendido de la vía al Ingeniero Vicente Méndez Echazarreta,28 quién
auxiliado por el Ing. Antonio Espinosa Rendón, construyó el tramo Mérida-Xcanatún. La
444

obra se suspendió por falta de fondos,29 y durante dos años la construcción de la vía quedó
paralizada.
26 Las calles del norte de la ciudad de Mérida daban un aspecto de desorden por la
construcción del ferrocarril; las calles del centro, aunque algunas contaban con aceras,
carecían de pavimento; en peor situación se encontraban las calles de los suburbios ya
que no estaban alineadas debido a que los propietarios de algunos predios, por falta de
vigilancia de las autoridades municipales “se robaban unos cuantos metros” de superficie
que no les correspondían, obligando de este modo a desviar la dirección señalada de las
calles, o a estrechar estas a tal extremo que las convertían en el paso de un solo carro de
tracción animal.30
27 En la década de 1870 Molina ya contaba con una significativa red comercial: Luis Cárdenas
Peón fue uno de sus principales clientes. A él le debe los vínculos con comerciantes
extranjeros y el inició de la importación de artículos de lujo.31 En 1874, entabla amistad
con Eloy Haro, español que llegó a Yucatán en 1870, se convirtió en su socio en negocios
de importación de mobiliario y herramientas y lo vinculó a su vez a una red de compañías
de vapores en España. Su padre lo relaciona con Manuel Dondé Cámara, quién le permitió
resolver las controversias y demandas surgidas por entradas ilegales a varias propiedades
durante la construcción del ferrocarril Mérida a Progreso y Valladolid.
28 El 6 marzo de 1877, Molina cumplía 34 años de edad y era padre de dos niños y tres niñas:
Olegario, María, Teresa, Dolores y Luis Demetrio.32 Decide trabajar para dejar herencia a
su familia. Para él la casa no sólo era asunto de familia, lugar de su existencia, de su
reunión y de sus intimidades, sino además significaba una propiedad, un objeto de
inversión y patrimonio familiar. Por lo tanto la consideraba uno de los bienes más
importantes para la herencia de sus hijos y símbolo de estatus y éxito. Adquiere la casa
situada en la esquina ubicada en las calles 57 y 54, núm. 451, a cuatro cuadras de la Plaza
Principal y a una de la Plaza de Mejorada.
29 Molina poco a poco instaura en la sociedad su visión del mundo, con un fuerte acento
hacia la modernidad y va a procurar la readecuación de la estructura del estado hacia ese
punto. En abril de 1877 José Rendón Peniche contrata a Molina como ingeniero para
reanudar la construcción de la vía del ferrocarril Mérida-Progreso y renuncia a su cargo
de fiscal del Tribunal Superior de Justicia.
30 En 1878, a los seis años de abierto el puerto, y aún no terminada la vía férrea, ya existían
en Progreso varias casas comisionistas: la de Alberto Morales Lanzós, Braulio G. Cantón,
Tenorio Hermanos y Geo. Llanes y Cía., que se ocupaban de la carga y descarga de
mercancía, alijo de buques, y trámites aduanales.33 Molina terminó de tender la línea
Xcanatún-Progreso y el montaje de las tres primeras locomotoras. Ese mismo año se
asocia con Alfred Heydrich, de Alemania, siendo su primer y principal socio extranjero,
con quién trabajo importación de mercancías de Alemania o Francia a Inglaterra, Cuba y
México.34
31 En 1880 nace su hija menor, Carmela.35 Como padre, Molina se caracterizó por estar casi
siempre fuera del hogar, el trabajo le absorbía mucho tiempo; sin embargo, la hora de la
comida y los domingos se los dedicaba a la familia. Fue menos rígido y más cariñoso con
sus hijas que con los dos varones, con éstos se preocupó por su formación escolar. Ese
mismo año inicia su amistad con Enrique Muñoz Aristegui, quién se convertiría en su
mejor amigo a pesar de los 11 años de diferencia,36 el joven se iniciaba en los negocios de
445

importación en ropa y calzado, y más tarde se asociarían para las importaciones de


mercancías de Europa y Estados Unidos.
32 En septiembre de 1881, Rendón Peniche lo designa primero superintendente y luego
director de la empresa. A partir de ese año, inicia la red ferroviaria que comunicaría las
haciendas henequeneras con el puerto, era el inicio del progreso para el desarrollo del
mercado interno de la región. Las siembras del agave se incrementaron y se
perfeccionaron los métodos y equipos de desfibración. Con estas medidas se procuraba el
fomento a la producción y exportación, así como la de facilitar los procesos de tránsito.
Ese mismo año, por consejo de su padre funda la casa comercial O. Molina y Cía.,
especializada en la compra de henequén yucateco, ramo al que se dedicaba su padre, para
exportar a Estados Unidos y Europa. La exportación de la fibra vinculó aYucatán con los
puertos de New York, Nueva Orleáns, Mobile, Liverpool, Glasgow, Burdeos, Marsella,
Havre, Hamburgo, Bremen y Génova. El volumen y la variedad de las importaciones
aumentaron considerablemente en la década de 1880 con el auge producido por el
henequén. Sobre todo en maquinaria, motores de vapor, calderas, desfibradoras de
henequén, locomotoras, rieles y artículo de ferretería.

Los Campos Elíseos, la mayor avenida de París, en el siglo XIX era un lugar de lujosos
palacetes. Al fondo aparece la plaza de l’Etoile terminado en 1836, en el llamado Segundo
Imperio, cuando el arquitecto Haussmann transformó buena parte del urbanismo de
París.
Fuente: Colección Raquel Barceló.

33 En 1882, la ciudad está en pleno cambio, el antiguo convento de San Francisco había sido
remodelado en su parte norte, y su terreno se fraccionó. La avenida al norte de estos lotes
conocida como “La Alameda” se estrechó y quedó convertida en calle.37 Algunos
comercios se levantaron al inicio de ella, como la ferretería Siglo XXI, el Hotel Bazar y la
Botica del Bazar.38 Sin embargo, en la ciudad escaseaban los teatros, no había plazas y
parques decorosos y las aceras, así como las calles con buen pavimento escaseaban. El
ruido y la suciedad eran la tónica dominante. Las lluvias convertían las calles en arroyos,
generalmente pestilentes, la élite yucateca que había viajado a Europa alababan París y
sus calles y jardines, y deseaba una ciudad similar, sobre todo espacios para pasear.
34 Molina, como primer presidente de la Sociedad de Ingenieros, dio testimonio de los
avances de la Edad del Progreso, al afirmar que las locomotoras estadunidenses se
adecuaban mejor a nuestras vías que las inglesas, lo que indicaba el declive de la
tecnología ferroviaria inglesa. Allí se inicia un proceso de adaptación, mejora,
446

modificación e hibridación de artefactos procedentes de diversas tradiciones


tecnológicas, forma peculiar de crear tecnología en los países de menor desarrollo.
35 El día de la inauguración del ferrocarril Mérida-Progreso, el 15 de septiembre de 1881, la
Revista de Mérida, periódico oficial del estado, mencionó: “A las 12.15 del día entró la
locomotora Guadalupe conducida por José Rendón Peniche hasta el paradero de Mejorada
en medio de la multitud que lo vitoreaba al compás de la una marcha que ejecutaba la
banda militar, probando con esta ovación verdaderamente popular que los yucatecos
reconocen en el fondo de su alma los beneficios que se hacen en pro de la sociedad en que
viven”.39
36 Con la presencia del ferrocarril y los barcos de vapor ingresa Yucatán a una ola tardía de
la era de las revoluciones industriales y marca el inicio de un proceso de transferencia de
tecnología, venida bajo la forma de locomotoras, material rodante, calderas de vapor,
máquinas-herramientas, que beneficia a la industria henequenera. El sistema ferroviario
requería complejas maneras de administración de los hombres, de los recursos, del
trabajo y del tiempo, apareciendo allí las primeras empresas modernas del país, de modo
que la introducción de estructuras organizacionales y de artefactos técnicos, en el
proceso de adaptarse, modificaron la naturaleza, la cultura y la sociedad.

Las relaciones de parentesco


37 En diciembre de 1882 el clan Molina Solís quedó acéfalo por el fallecimiento de Juan
Francisco Molina Esquivel. La familia reconoce como nuevo jefe a Olegario, aunque no era
el primogénito desde joven destacó como protector de sus hermanos; además, en este
momento es quien tiene mayor solidez económica y política. Para Olegario el valor del
parentesco proporcionaba al individuo la base para la construcción de su red social; desde
luego, también era importante mantener la cohesión y la solidaridad del grupo. Como
político y empresario evaluó la importancia de los lazos de parentesco que se daban entre
los influyentes sin importar el grado, pero antes que nada estaba la capacidad del
individuo para el trabajo.
38 Olegario recibió de su padre una herencia inmaterial: la capacidad de comerciar regional,
nacional e internacionalmente y de modificar la realidad para conseguirlo. El interés que
tuvo su padre para promover el desarrollo de los caminos con el fin de agilizar la
circulación de las mercancías y los productos de sus haciendas, originó en Olegario una
fuerte inclinación hacia el desarrollo de redes ferroviarias, clave para incrementar la
exportación.40 Su experiencia como ingeniero en la construcción de la línea Mérida-
Progreso le serviría más tarde como empresario para ampliar las redes ferroviarias a
otras regiones de la península, entre 1883-1884, junto con Anatolio García Cano y su
primo Felipe Molina.41
39 Ricardo, el mayor de los Molina Solís, aprendió de su padre la administración de las
haciendas, desde joven se hizo cargo de las fincas rústicas de la familia, 42 y tuvo la visión
de exportar. Cultivó y exportó henequén, apoyó a su padre a trasladar grandes cantidades
de henequén al puerto de Sisal. Más tarde, cuando fue administrador de la Aduana de
Sisal, y después del Puerto de Progreso, fue de utilidad, primero a su padre, quien
exportaba azúcar desde 1878, y después a su hermano Olegario, quién desde 1881
exportaba henequén a Nueva York.43 Cuando Olegario ascendió políticamente le consiguió
el cargo de Administrador del Timbre. El matrimonio de Ricardo con Luisa Hübbe García
447

Rejón44 –hija del médico Juan Hübbe Heder, originario de Hamburgo, Alemania, y de
Gertrudis García Rejón Massó–, le motivo a exportar henequén a Alemania. Ricardo poseía
varias haciendas henequeneras, ubicadas en Acanceh:45 Chan, Dzitiná, Eknakán, Kambul,
Ochil y San José Kuba. Además apoyaba a Olegario a administrar sus haciendas:
henequeneras: Sanlatah, ubicada en Izamal; Sodzil, en Mérida; Chenkín, San Diego y Santa
Cruz, en Motul; y Tehas, en Temax.46
40 José María, el tercer hijo, JoséTrinidad, el cuarto, y Pastor, el quinto, estudiaron en el
Seminario Conciliar de San Ildefonso. José María y Pastor tuvieron vocación para el
sacerdocio, José María, se ordenó sacerdote en La Habana, donde se licenció en teología; a
su regreso tuvo a su cargo la iglesia de Santiago y después fue cura de la Catedral. Pastor
se ordenó sacerdote en Jalapa, ingresó a la congregación de Padres Paulinos y más tarde
se hizo religioso jesuita, dedicándose la mayor parte de su vida al magisterio. José
Trinidad, en cambio, no tuvo vocación para el sacerdocio; contrajo matrimonio con
Dolores Ávila47 y radicó en la ciudad de Izamal, donde dirigió una escuela particular de
enseñanza primaria. Fue propietario de cuatro haciendas henequeneras: Dthokú y
Tiholop, ubicadas enTemax, y San Diego Kutz y Cantoiná, en Tixkokob.
41 Augusto, el sexto hijo, médico de profesión, a su regreso de París se casó con Isabel Molina
Figueroa, su prima hermana,48 no procreó hijos, pero escribió dos libros Elementos de
higiene privada y Economía doméstica, éste último en unión con el médico Feliciano
Manzanilla Salazar. Fue el médico de cabecera de la familia. Juan Francisco, el séptimo
hijo, se graduó de abogado en 1874 y en 1879 desempeñaba el cargo de Juez de Distrito.
Como abogado atendió los negocios de la Compañía del Ferrocarril Mérida a Progreso.
Con su pericia pudo ganar la mayoría de las demandas en contra de Olegario. Su
matrimonio con la sobrina política de su hermano Ricardo, Rosario Font Hübbe, hija del
Licenciado en Farmacia, José Font Gutiérrez y Rosario Hübbe García Rejón,49 vinculó más a
los Molina Solís con la familia Hübbe. Joaquín Hübbe García Rejón, tío de su esposa y
cuñado de su hermano Ricardo, estudió la carrera de ingeniero en Hamburgo,50 en 1858
dirigió las obras del ferrocarril en Calcuta, que en aquel entonces era colonia Inglesa. A su
regreso a Mérida fue director de Obras Públicas y Secretario general, en la administración
del Lic. Eligio Ancona, y ya establecidas la redes ferroviarias en la península fue inspector
de Ferrocarriles.51 Con su sobrino Juan Francisco compartió su afición a la historia y con
Olegario intercambió ideas sobre la tecnología moderna ferroviaria.
42 Audomaro, el octavo hijo, fue hacendado henequenero y filólogo latinista y maya. Enseñó
la lengua maya en el Colegio de San Ildefonso y en sus ratos libres publicaba artículos de
crítica teatral en el Semanario Yucateco, fue socio activo de la Sociedad Literaria La
Minerva. Se casó con Vicenta Castilla Castilla, hija de Antonio Castilla Izquierdo y Vicenta
Castilla Reyes. También fue hacendado henequenero, sus haciendas estaban ubicadas en
el municipio de Mérida: Ochil, Temozón, Xcumpich y Xbotat. Y el menor de los hijos
varones, Manuel, estudió en el Colegio de Enseñanza Primaria y Secundaria fundado por
su hermano Olegario, cursó la preparatoria en el Instituto Literario y se graduó de
abogado; a la muerte de su padre radicaba en Tabasco, donde fue diputado al Congreso
local. En Villahermosa contrajo nupcias con Teutilia Figueroa, y ahí nació su primogénito,
Manuel.52
43 Casiana, la menor y única mujer, creció sobreprotegida por sus hermanos, especialmente
por Ricardo y José María; le tocó vivir un ambiente romántico, como lo muestran sus
lecturas clasificadas como “amenas y de inspiración”, tales como las de Renato Bazin,
Charles Dickens, o cualquier novela romántica, la mayoría eran de autores franceses,
448

libros que compraba en la librería del español Francisco Gómez Pérez, y que más tarde
adquirió su hermano Audomaro.53 La novela romántica desempeñó un papel importante
en la socialización, sobre todo en los papeles femeninos: una visión del matrimonio como
meta, el papel de las madres y el arduo trabajo de conseguir la estabilidad de la familia
mediante el amor romántico. El romanticismo tenía que ir acompañado de ciertas
virtudes como la modestia, el recato, el pudor y la honestidad. Casiana nunca perdió la
esperanza de la aparición de un caballero cumplido que la amase de verdad, que le
demostrase su valentía e intrepidez ante las personas que se oponían a su relación. Este
caballero nunca llegó y Casiana falleció célibe. El hogar generalmente era visitado por sus
cuñadas y sobrinos, estaba ubicado en la calle 57, núm. 456, cerca de la casa de su
hermano mayor Ricardo.

La moda fue el mecanismo simbólico a través del cual la burguesía reproducía la


ideología de las diferencias sociales, la élite era la consumidora de las importaciones.
Fuente: Archivo Fotográfico Pedro Guerra, Facultad de Ciencias Antropológicas,
Universidad Autónoma de Yucatán.

44 Para las familias pudientes de la época, el matrimonio de las hijos servía para crear
alianzas políticas y económicas. Ese no fue el caso de Olegario Molina. Sus hijos varones,
Olegario, el mayor, permaneció soltero y Luis Augusto se casó con Cristina Millet Heredia.
54
De sus hijas, tres contrajeron matrimonio con sus empleados españoles, Avelino
Montes, Rogelio Víctor Suárez Fernández y Luis S. Carranza Landrino, cuyo mérito fue el
de ser trabajadores, quienes llegaron con escasos recursos a la ciudad de Mérida, más
tarde formaron parte en sus proyectos financieros. Avelino, quién se casó con la hija
mayor, María, muy joven emigró de Santander, España. Molina lo contrató como
barrendero en su empresa Molina y Cía.; más tarde ocupó el cargo de gerente general de
dicha casa y cuando su suegro ocupó la gubernatura del estado quedó al frente de la casa
exportadora de henequén que cambió de denominación a Casa Avelino Montes, S. en C.
449

45 Luis S. Carranza Landrino, amigo y protegido de Avelino Montes, quiso seguir los pasos de
éste último para escalar hasta la cima, emparentándose con Olegario Molina. Se casó con
Carmela, la hija menor de Molina, el 16 de abril de 1901. Carmela tenía 20 años el día de su
boda y Luis, 26 –se casa antes que sus hermanas mayores, María, Teresa y Dolores–. La
boda se efectuó en el domicilio de Molina, el párroco fue José María Molina Solís,
hermano de Olegario, y los testigos Avelino Montes y Augusto Molina Solís. Llegó a ser su
socio y uno de los promotores del turismo en Yucatán, invirtió su capital en acciones de la
Sociedad de Excursiones a las Ruinas de Yucatán.
46 Rogelio V. Suárez,55 de la Coruña, tenía 21 años de edad cuando llegó a Yucatán. Su primer
trabajo fue como tenedor de libros en la Casa Molina y Cía., donde trabajó hasta 1896,
para dedicarse luego al comercio de productos pecuarios y agrícolas y a la importación de
ganado y mercancías.56 Se asoció con otros comerciantes españoles para invertir su
capital: con F. J. Pous, en importación de licores; con Francisco Barbará, en una fábrica de
puros y cigarros; con Manuel J. Sánchez y Emilio Seijo en la Compañía Sánchez Castro,
donde participó también el yucateco Ignacio Castro Morales;57 con Benjamín Arboleda en
una casa comercial de música; con Emilio Seijo en una tienda de ferretería. Invirtió su
capital en la cordelería Industrial y en la Compañía del Ferrocarril, Muelle y Almacenes de
Comercio, dedicada al negocio de consignaciones, cabotaje y agencia de buques. En 1903,
fue tesorero del Sindicato de Henequeneros. Se casó a los 40 años, en 1904, con Dolores, la
tercera hija de Molina.
47 El hermano de Rogelio, Manuel Suárez, era comisionista de abarrotes y se dedicó al
comercio de exportación e importación.58 De Francia importaba vino Saint Estephe,
Macon, cogñac Gredy y champagne; de España vinos Valdepeñas, y Navarro, salvado,
cebada, y aceite de olivo; de Inglaterra, cerveza; de Estados Unidos, manzanas, uvas, papas
y cebollas; de Cuba, papas y cebollas. De Veracruz traía frijol y otras mercancías que
llegaban a dicho puerto, como tarjetas para bautizos, felicitaciones y bailes. Exportaba
sebo, tabaco en rama y miel.59 Además, fue accionista del Banco Yucateco y se asoció con
otros españoles.
48 Su hija Teresa contrajo nupcias “al doblar el siglo” con Carlos Casasús González, 60
hermano de Francisco Casasús, ambos ya eran muy grandes cuando se casaron. Vivieron
en la ciudad de México en la moderna colonia Roma, en la calle de Córdoba, número 48.
Carlos era el hermano más querido de Joaquín, lo unía a él el agradecimiento de haber
sacrificado sus estudios. Carlos montó un taller de sastre, para que con su trabajo pudiera
financiar la carrera de Joaquín.61
49 Entre la élite henequenera cuando un hombre pasaba de los 30 años y todavía no contraía
matrimonio, no era mal vista su soltería. La sociedad consideraba en los solteros un buen
partido, ya que tenían una vida profesional cimentada y una fortuna amasada. Además, ya
habían viajado a Europa y estado en París, lo que les daba respetabilidad, y modos de vida
modernos.
50 Molina, en 1901, con el pretexto de la visita de sus nietos, adquirió un terreno colindante
para ampliar la construcción de su casa, ubicada en la calle 57. 62 Este acto no era único,
fueron varios los terrenos del centro que se redujeron por la construcción de nuevos
inmuebles. La reducción del solar privaba a la familia del huerto pero solucionaron esta
ausencia adquiriendo quintas en el pueblo de Itzimná, ubicado al norte de la ciudad. Allí
construyeron lujosas mansiones, verdaderas villas italianas rodeadas de jardines y árboles
frutales. El espacio de la vivienda también disminuyó por los negocios, oficinas y
450

almacenes de los propietarios. En los predios de dos pisos, el dueño ocupaba la planta baja
como oficina, despacho o negocio, mientras el segundo nivel se destinaba para habitación,
convirtiéndose los corredores en vestíbulos, sala de recepción y salón comedor.
51 En la familia Molina Solís el parentesco era el pivote sobre el que giraban las
interacciones, los derechos, las obligaciones, la lealtad y los sentimientos. Entre los
hermanos Molina Solís existieron diferencias ideológicas, pero éstas no pasaron de
discusiones de sobremesa. Cuando Ricardo y Olegario, que eran liberales, polemizaban
con José María, que era conservador, el padre era la figura que conciliaba. De él aprendió
Molina ese espíritu que aplicaría en la política.

Las redes sociales y el comercio internacional


52 1887 fue un año de prosperidad para Molina: empieza a trabajar para la Amsick & Co. de
New York, que le proporcionaba el financiamiento para la exportación del henequén, y la
casa O. Molina y Co. adquiere la línea del ferrocarril Mérida-Progreso, 63 junto con sus
socios Alonso de Regil y Peón, Joaquín Ancona, Nicanor Ancona, Pablo González, Regil
yVales, Millet, Hübbe y Cía. y Demetrio Molina Solís, la línea del ferrocarril Mérida-
Progreso y la de Mérida-Sotuta.64 La adquisición de la línea férrea Mérida-Progreso era
muy importante ya que al puerto llegaban cinco líneas de vapores extranjeros que hacían
un servicio regular de altura.65
53 El vapor Mala Imperial Alemana tocaba los puertos de Hamburgo y Havre, y su
representante en Yucatán era J. Crasemann y Cía.; los vapores de la Knott’s Prince
Steampship Line, de Inglaterra, tocaban el puerto de Marsella; laWest Line & Pacific Line y
la Harrison Line, representadas en Yucatán por E. Escalante e Hijo, y los trasatlánticos
españoles, de Pinillos Izquierdo y Cía., empresa representada por Haro y Cía. Sucrs., y los
de la Compañía de navegación Olazarri, hacían viajes mensuales entre Progreso, Amberes,
Havre, Burdeos, Bilbao, La Habana, Veracruz yTampico. Estas compañías no sólo estaban
interesadas en la exportación del henequén sino también en el comercio de mercancías
europeas a los hacendados henequeneros.
54 Los mayores ingresos de los consumidores, así como el refinamiento creciente de los
gustos europeizados de la clase alta, crearon un mercado en el cual influía más la calidad,
451

distinción, refinamiento y seducción de los productos franceses. Los viajes de los


hacendados a diversas ciudades de Europa, sobre todo París, permitieron descubrir una
variedad de estilos de vivienda. Las exposiciones internacionales influyeron
fundamentalmente para reformar sus casas, ya que con ellas promocionaban la
arquitectura moderna. Las exposiciones universales eran, según Walter Benjamín,
“lugares de peregrinación al fetiche”66 ya que eran como templos para la admiración de
las mercancías.
55 Las exposiciones contribuyeron a la entronización de las mercancías y la transfiguración
de su valor: “su valor de uso remite claramente [e] inauguran una fantasmagoría en la que
se adentra el hombre para dejarse disipar”.67 Entre los yucatecos que visitaron la feria se
encontraba Rodulfo G. Cantón pieza clave junto con Molina en la modernización de la
ciudad. El viaje a París no sólo implicaba visitar la feria sino también la compra de
maquinaria y herramientas para las haciendas en talleres como el Petit-Bourg, primero en
el mundo en fabricar los vagones portátiles, conocido como carros decauville, útiles para
transportar la fibra de henequén. En el pabellón mexicano se vieron productos de
henequén, cigarros sombreros, añil, muestra de maderas, frutos de la región en conserva,
entre otros.68
56 Es durante el gobierno del Gral. Guillermo Palomino (1886-1889) cuando surge la idea de
continuar la urbanización de la capital yucateca aprovechando el desarrollo económico,
propiciado por el auge del henequén. El proyecto para construir el Paseo de Montejo nace
en enero de 1888, a iniciativa de un grupo de hacendados, industriales y comerciantes de
la época, que consideraron necesario modernizar Mérida.
57 Luego de varias reuniones, al parecer celebradas en la sede del Instituto Literario, los
integrantes de la comisión para la construcción del paseo eligieron el sitio idóneo: La calle
paralela a la Plaza de Santa Ana que corre de sur a norte hasta la quinta del señor Eusebio
Escalante, situada en el confín norte de esta ciudad. La proyección de la nueva avenida
daría una nueva fisonomía urbana a la ciudad. Un año después, en 1889, se formó una
compañía para pavimentar la ciudad de Mérida, que no alcanzó éxito. Ese mismo año,
Domingo Sosa fraccionó un terreno de su propiedad y construyó casas de madera que
importaba de Estados Unidos; como la estructura, generalmente, le llegaba
descontinuada, terminó construyéndolas de manipostería. El nuevo fraccionamiento fue
denominado popularmente Chuminópolis.69
58 La falta de circulante y el auge económico permitieron el establecimiento de dos bancos
locales con capitales netamente yucatecos, que hicieron la competencia de la sucursal del
Banco Nacional de México.70 En 1889, Molina gestionó la creación del Banco Yucateco, que
abrió al público el día Io de febrero de 1890 con un capital inicial de $700,000.00.71 Y el otro
fue el Banco Mercantil de Yucatán, que inició con un capital de $500,000.00. 72
59 En 1890 Molina ya era un personaje a nivel regional y nacional, a partir de entonces su
meta sería el reconocimiento internacional. Vinculado al grupo gobernante de los
Científicos, que pretendían modernizar al país, apoyó la idea de las inversiones
extranjeras, que ya venía fomentando en pequeña escala. En este año es cuando estrechó
sus vínculos con Porfirio Díaz, se acrecentó su interés en la red ferroviaria, adquirió su
propia compañía naviera, que le permitió importar artículos de lujo y otros bienes de
consumo de París y Londres. La casa O. Molina y Co estaba en el séptimo lugar pero con J.
Crasemann ocupa el segundo y con Eloy Haro el octavo.
452

60 En 1891 Junto con Eusebio Escalante y Dondé, construyó el primer tranvía de Mérida;
Dondé lo contrata como Director de la Compañía.73 Invirtió junto con Eloy Haro y Enrique
Muñoz Aristegui, un capital significativo para importar productos franceses, 74
convirtiéndose en uno de los tres importadores más prestigiosos de Yucatán. En el ramo
de exportaciones para evitar la dependencia del henequén exportó sal, pieles, palo de
Campeche, chicle y huesos a Cuba, Europa y Estados Unidos desde 1886. 75
61 En 1892 cambió la nomenclatura de las calles, quedando ubicado el centro entre las calles
52 y 68, de este a oeste, y de la 49 a la 71, de norte a sur. Las calles situadas alrededor de la
Plaza Principal correspondían: el norte a la calle 61; el sur a la 62, el este la 60 y el oeste a
la 62. En la calle 58 vivía Audomaro Molina Solís (núm. 518), en la 65, Demetrio y José
Molina. La casa de Olegario estaba ubicada en las calles 57 y 54, a cuatro cuadras de la
Plaza Principal, en la calle 54 vivieron tres de sus hermanos: Juan Francisco, en la núm.
560; Ricardo, en el núm. 459; y José María, en la núm. 456. 76 Avelino Montes compró una
casa a su suegro, en la misma calle 57, la número 447.77 Ese mismo año, los predios del
centro aumentaron su valor cuando las calles se alumbraron con focos de arco voltaico. 78
Sin embargo, durante las épocas de lluvias, los lodazales ensuciaban las fachadas, afeando
la ciudad. La capital todavía no se ganaba el adjetivo de “ciudad blanca”.
62 No todo fue de maravilla con el henequén. Después de la bonanza de 1892, al iniciar 1893
hubo una grave depresión en Estados Unidos y los compradores presionaron a los
exportadores yucatecos a mantener precios bajos. Solamente aquellos que lograron
acomodar su fibra obtuvieron algún beneficio. Entre 1894 y 1895 se fue recuperando la
economía, con avances y retrocesos en el precio de la fibra; sin embargo fueron los años
de mayor especulación de ventas de terrenos y haciendas. La ciudad crecía y con ellas las
demandas de higiene.

En 1896, el Banco Mercantil y el Yucateco tienen como corresponsales en París al Crédit


Lyonnais, importante Banco de Lyon, que tenía una sucursal en París.
Fuente: Colección Raquel Barceló.

63 Algunos médicos preocupados por este rubro fomentaron la construcción de albañales,


sumideros en las casas, y por supuesto por el drenaje del centro de la ciudad. 79 En 1894, el
453

médico José Palomeque Solís, siendo secretario de gobierno, presentó al Congreso local la
iniciativa del primer código sanitario. Especializado en París y con un puesto clave en el
gobierno, Palomeque apoyó las obras de desagüe.80 El primer proyecto de alcantarillado,
que se haría con pozos o cenotes, fue presentado por Juan de la Cruz Monforte; el segundo
fue del mecánico Tomás Ruiz Osorio y, que consistía en llevar las aguas a 13 canales que
iban a dar a cenotes naturales. Ambos fueron rechazados por el Consejo de salubridad
porque podían contaminar las aguas subterráneas que abastecían los pozos.81 El ingeniero
Joaquín de Arrigunaga presentó un sugerente proyecto de pozos absorbentes.82 Meses más
tarde, en marzo de 1895, el ingeniero Manuel Ponce Cámara propuso la construcción de
200 pozos entubados, con profundidad de 18 metros por dos metros de diámetro,
provistos de un filtro especial y una bomba para evitar el enzolve. Tanto Arrigunaga como
Ponce Cámara invirtieron esfuerzos y dinero para demostrar la eficacia de sus proyectos,
pero por falta de dinero el desagüe de la ciudad no se hizo.
64 El henequén llegó a ser, en el año fiscal de 1894, el artículo más importante de las
exportaciones de México, con el 27.8 % del total nacional.83 En 1897 la casa Dun y
Bradstreet reconoció la habilidad de Olegario Molina y de su asociado Alfred Heydrich, de
Alemania como exportador. Ocupa un lugar en la directiva de la Comisión de Planeación
del Ferrocarril del Sudeste, un proyecto propuesto por él junto con Rodulfo G. Cantón,
Alonso de Regil Peón, Pedro M. Peón de Regil, Avelino Montes, Eloy Haro, Rafael Peón y
Manuel Sierra Méndez, con apoyo del presidente Díaz.
65 En 1896, el Banco Mercantil tiene como corresponsales en París al Crédit Lyonnais,
Comptoir Nacional d’Escompte de París, y a los señores de Nueflize & Co.; en Londres,
Madrid y Barcelona sus corresponsales era Crédit Lyonnais.84 Mientras que en el
Peninsular las inversiones francesas tuvieron un monto de 6 millones, que representaban
el 34.4 % del total de las acciones del banco.85
66 Regresa el periodo de bonanza a finales de la década de 1890 que favoreció a los dos
bancos yucatecos, por lo que aumentaron su capital e incrementaron sus operaciones. En
1899, participó el Banco Yucateco como accionista del Banco Central Mexicano con
$200,000.00 en acciones y Molina fue elegido como vocal de su Consejo de Administración,
en donde afianza su amistad con Enrique Creel, quién también era miembro. En lo
económico, hizo notar la carencia de capitales públicos y privados, manifestaba que en
una nación nueva no debía dejarse el desarrollo de la civilización y del progreso al débil
esfuerzo individual, sino imponerse oficialmente como fue impuesta la independencia.
67 En 1897 al poner en marcha la cordelería La Industrial, con sus hermanos Manuel y
Augusto, y su sobrino Ricardo, incorpora a sus yernos, además de a sus amigos Enrique
Muñoz Aristegui, Rodulfo G. Cantón, Leandro León Ayala, Rafael Peón y Alfred Heydrich. 86
Ese mismo año se asoció a Dun y Bradstreet para el negocio de importación y exportación
de mercancías entre Yucatán y Alemania, Francia, Inglaterra y Cuba. Los vínculos de
Molina con los inversionistas europeos se debieron a las leyes fiscales que favorecían a las
naves europeas al exentarlas del pago de derechos de faro, de los que no estaban exentos
los buques estadunidenses.87
68 En 1899, la casa O. Molina y Co. se amplió en el ramo de importaciones al desarrollo de
caminos y alcantarillado, material que le surtía la Neuchatel Asphalte Co. Ese año
aparecen como socios de la Compañía de los Ferrocarriles Sudorientales: Joaquín Casasús,
Justo y Manuel Sierra Méndez, Rosendo Pineda y Enrique Creel, con los que también tuvo
negocios en Quintana Roo.
454

69 El proyecto para separar y convertir en territorio federal a la zona oriental de Yucatán, o


sea el actual Quintana Roo, en 1900, siendo gobernador el Gral. Francisco Cantón,
respondía más a intereses económico nacionales y regionales que la pacificación de la
rebelión maya, pese a que las opiniones del Gral. Cantón eran compartidas por muchos
yucatecos, y el presidente se encontraba al tanto de ello gracias a los informes enviados
por Olegario Molina y Manuel Sierra Méndez, quienes trabajaban a favor de la separación
porque tenían intereses involucrados en dicho proyecto.88
70 Durante la gubernatura del general Francisco Cantón Rosado (1898-1901) se puso a
concurso la obra del alcantarillado. Respondieron cuatro empresas estadunidenses: la
Pearson & Son, Ch. Vezin & Co., King Bridge Co y F. C. Austin Manufacturing Co. Una
Comisión se encargó de escoger el mejor proyecto; ganó la King Bridge Co., de Cleveland,
Ohio, que pronto inició los trabajos. Interesado el Gral. Cantón en modernizar la ciudad,
reanudó los trabajos del Paseo de Montejo en 1900 y se empezaron a construir suntuosos
palacetes en ambos lados del bulevar, entre ellos el suyo.89 En 1901 informó que se habían
terminado 2 649 metros cuadrados de la calzada central y 1880 del lado oeste, con una
erogación de 6 504 pesos.90
71 La población de Mérida aumentó, en 1895 el número de residentes era de 36 624 y para
1900, de 46 630. El incremento tan notorio se debió a las inmigraciones de extranjeros y
nacionales, la escasa posibilidad de adquirir terrenos en los cuarteles del centro, se pensó
en crear barrios elegantes para las clases acomodadas. Los hacendados elijen la ciudad
como lugar de vivienda y desde ahí atienden sus negocios y contratan administradores
para sus haciendas. En la ciudad están al día de los acontecimientos financieros y de las
exportaciones. En las viviendas de alrededor de la Plaza Principal que eran de dos plantas,
se destinó la planta baja como oficinas; en las calles aledañas las que contaban con una
planta destinaron una pieza para este fin.

Fuente: Archivo fotográfico Pedro Guerra, Facultad de Ciencias Antropológicas,


Universidad Autónoma de Yucatán.
455

72 En 1900 los ingenieros Olegario G. Cantón, David Casares, Rafael Quintero y Antonio
Espinosa dibujaron el plano del paseo de Montejo y rompieron con la concepción urbana
que había prevalecido en la ciudad desde su fundación. El diseño urbano elegido fue el
boulevard estilo parisino, amplias calles con un camellón central y aceras embellecidas
con árboles. Ese mismo año se estableció la sociedad anónima La Alianza, que se dedicó a
adquirir terrenos para construir casas urbanas, sobre todo a los lados del nuevo boulevar.
91

73 También al finalizar el siglo, los vínculos comerciales con Francia se hicieron presentes en
Mérida, visitada regularmente por agentes y representantes de importantes joyerías de
París que traían variados surtidos de joyas: pulseras, relojes, collares, gargantillas,
broches, prendedores, cadenas, leontinas, mancuernillas, fistoles y anillos, entre otras
alhajas. Mediante los barcos llegaban productos de Francia al puerto de Progreso: libros,
revistas, periódicos, música, telas, ropa, herramientas, vinos y vajillas. Surtían a la
juguetería y perfumería La Poupée, de Nicolás Urcelay Ruiz; a las joyerías París y, El
Zafiro, y la Relojería Suiza.
74 En 1900, entre los principales comerciantes y casas comisionistas que importaban
mercancías francesas estaban, además de la casa O. Molina y Ca.: La Concordia, de W.
Lizarraga; Agencia Mercantil y Marítima de Haro y Ca. Sucesores; Ortiz y Cárdenas;
Espinosa y Escalante; E. Escalante e Hijo; Agencia Mercantil y Marítima, de Gabriel
Escalante; Anastasio Cardena; W. Lizarraga Patrón; El Único Cognac, de Manuel
Ambriosiani, que distribuía cognac de F. Esbry Roubert y Ca.; y Ortiz y Cárdenas
importador de vinos y cognacs Hennesy, Fournier y Gautret. Estas casas crearon un
mercado urbano y una cultura de consumo moderno, que satisfacía a ricos hacendados
henequeneros. También abastecían de lencerías a La Francia, de Pedro Alcocer; Le Palais
Royal, de Tato de la Fuente ya El Correo Francés. De ropa a El Centro de la Moda, de Mario
E. Méndez; El Louvre, de Isidoro Valdés; El Champion, de Salvador Rosado; Almacén de
Paños, de Emilio Patrón. De víveres y abarrotes a La Norma, de Luis F. Fuente; El Brazo
Fuerte, de Francisco P. Maldonado. De calzado a El Botín Azul, de Juan Pérez Cámara y Ca.
y de materiales de construcción y ornamentación a la Fábrica de Ladrillos, de F. Ibarra de
Regil.
75 Al iniciar el siglo, la tecnología moderna había llegado a Yucatán: el fonógrafo, el
telégrafo, el cinematógrafo, el teléfono, la luz eléctrica y el automóvil. Los hacendados
henequeneros conocían París, Berlín, Londres, entre otros lugares, adoptando el buen
tono en una vasta gama de patrones de conducta, entre ellos el del consumo de las
novedades extranjeras, sobre todo las francesas.

Molina gobernador de Yucatán y ministro de Fomento:


la tendencia a la mundialización
76 Molina regresa a la política como senador. El Senado es para él un espacio para ejercer un
poder auténtico en otro cargo, o sea, una etapa que lo conducirá a puestos más elevados,
como el de gobernador. En 1901 había en la ciudad de Mérida una agitación política: el
gobernador saliente, el Gral. Francisco Cantón, propuso a Alfonso Cámara y Cámara como
su secesor, mientras que el Centro Liberal Yucateco, formado por miembros y
simpatizantes del tradicional Partido Liberal Yucateco y del Club Liberal
Antirreleccionista, respaldaban a Molina. Díaz apoyó la candidatura de Molina, veía en él
456

a un aliado incondicional capaz de establecer una política conciliatoria con la Iglesia y


había contado con su apoyo para la erección del territorio de Quintana Roo. Las relaciones
de Molina en la ciudad de México fueron muy importantes, sobre todo contaba con el
apoyo incondicional de Limantour y Casasús.92 A la edad de 58 años es elegido gobernador
del estado de Yucatán, por el cuatrienio del 1 ° de febrero de 1902 al 31 de enero de 1906,
en este momento sus ideales eran el progreso a través del capital extranjero, la salud
financiera, las comunicaciones, el comercio, la industria y el desarrollo agrícola.
77 Admirador de Porfirio Díaz, aprendió de él algunas estrategias políticas: “En la política no
hay ni amores ni odios”, “divide y vencerás”, y “actuar y construir en aras de la paz
pública”. Ligado a los Científicos y a los todopoderosos en Yucatán, gobierna por
intermediarios hasta la revolución, será objeto de vivos ataques en su estado y en el
Congreso en los últimos años del porfirismo, cuando la crisis económica y el nacionalismo
dan a sus adversarios armas más efectivas. Y como auténtico porfirista no tuvo ojos para
la desigualdad y la miseria, ni en el campo ni en la ciudad. Consideraba que todos los
males tenían un origen individual, y la manera de superarlos era a través de la educación.
78 En 1902, Molina y su yerno Avelino Montes afianzaron sus vínculos con los inversionistas
estadunidenses y firmaron un contrato con la Internacional Harvester Company, en
donde figuraba como agente exclusivo de dicha compañía, obteniendo en esta transacción
beneficios a cambio de colaborar forzando la reducción del precio local de la fibra. 93
Molina cambió la denominación de su casa exportadora a Casa Avelino Montes, S. en C. y
Avelino quedó al frente de sus negocios.
79 Le tocó al gobierno de Molina terminar con el sueño del Gral. Cantón, la pavimentación y
el drenaje de la ciudad. Dos días después de haber tomado posesión como gobernador dio
principio a los trabajos para realizar el desagüe de la ciudad de Mérida. Creó un impuesto
extraordinario a la exportación del henequén, que una vez acabada la obra de la
pavimentación hizo desaparecer. A fines de 1902, Molina firmó un contrato con la
empresa Neuchatel Asphalte Co. y poco después con E. H. Beillie y Sucs., para adoquinar
con ladrillos vitrificados las calles principales. Las obras se iniciaron en 1903 en el cruce
de las calles 59 y 58, hacia el oriente. La Neuchatel Asphalte Co. construyó cinco pozos
absorbentes en cada cruzamiento de calles; uno en cada esquina y uno central al mismo
tiempo que iba pavimentando las calles.94 De esta época de higienismo en el país quedaron
ciertas prácticas urbanísticas que ya no se perderían, como la preocupación por dotar de
drenaje, alcantarillado y pavimentación a las calles.95
80 Durante su cuatrienio exhibió su anhelo de modernidad como un excéntrico amor por lo
afrancesado, que se confunde con el mito y el rito de la creencia, aunque el cambio
político-económico en Yucatán causó, con un cierto retraso, la reestructuración de la
ciudad. De Francia provino la moda urbanística, como el boulevard o paseo de la época de
Haussman.96 Siguió el principio típico de la estructuración espacial, la diferenciación
sectorial orientada a estructuras lineales, evidenciado claramente en el crecimiento del
sector de la clase alta, la oligarquía henequenera, que se orientó al boulevard principal, y
en el desarrollo de las primeras zonas industriales, establecidas cerca de las líneas
ferroviarias. El desarrollo sectorial rompió con la estructura de la ciudad colonial,
quedando el centro de Mérida solamente como el lugar de las autoridades políticas y
administrativas y para el comercio.
81 La capital de Yucatán se enfrenta a un siglo nuevo con la necesidad de ordenar la
expansión urbanística, tanto por su crecimiento demográfico como por la atracción que
457

ha empezado a ejercer por las nuevas obras. La necesidad de crecimiento de la ciudad se


hace evidente con las construcciones del norte, que se iba uniendo al pueblo de Itzimná.
En 1904 los terrenos de la hacienda San Cosme fueron fraccionados por el Joaquín Garda
Ginerés, que para ese fin fundó la sociedad Arturo Casares Echánove y Cía. S. en C. 97
82 Durante el gobierno de Molina se repite la experiencia de París durante el gobierno de
Haussmann: los terrenos se revalorizaron y se desató una gran especulación en bienes
muebles.98 Fue tal la especulación que Molina reorganizó el Registro Público de la
Propiedad99 y creó el Catastro de la Ciudad de Mérida, además que fijó el impuesto predial.
Otra similitud fue que, como señala Favier para París, “los bulevares deberían conectarse
con las estaciones de tren, sin embargo, sólo lo hacen con la estación del Este y con la de
Montparnase, un síntoma de que no se le da suficientemente importancia a la
comunicación con las provincias”.100 En Mérida los ferrocarriles no tenían tampoco la
finalidad de comunicar la provincia con el centro, sino la de trasladar la fibra de
henequén hasta el puerto de Progreso para su exportación, exceptuando a la línea del
ferrocarril Mérida-Peto, que además de pretender comunicar la economía del sur con la
capital y de ahí con el puerto de Progreso, benefició a las poblaciones.
83 En su gestión administrativa obtiene la normalización de los ingresos y egresos del erario
público, creó un impuesto extraordinario para la pavimentación de Mérida y suprimió los
impuestos: el del corte del palo de tinte, en decreto del 18 de febrero de 1902; el de la
explotación de la caña de azúcar, en decreto de 6 de agosto de 1903, 101 y el de la
contribución a los vehículos destinados al servicio de las fincas rústicas, a los productores
de alcoholes, cordelerías, jabonerías, molinos de grano, fábrica de fósforos e imprentas,
en 1905. Pese a las supresiones de impuestos, en su cuatrienio los ingresos municipales
aumentaron respecto al anterior: de 1898-1901 eran de $ 1’391,336.01 y para 1902-1905
fue de $2’463,207.79.102
84 En el ramo de la educación creó nuevos centros de enseñanza, elevó los sueldos de los
profesores de instrucción primaria y dictó la ley de 14 de septiembre de 1902, que
pensionaba a aquellos profesores que habían destinado su vida a la educación de la niñez.
Aunque, el antiguo estudiante radical, ya multimillonario, e indudablemente escéptico
con respecto al liberalismo, práctica una política de conciliación escolar.
458

Con motivo de la visita del general Porfirio Díaz a Yucatán, en febrero de 1906, se
concluyeron los trabajos del paseo de Montejo. La recepción al Gral. Díaz en Mérida se
llevó a cabo en el lugar donde inicia dicho paseo, el Lic. Molina Solís mandó a establecer
una estación ferroviaria para la ocasión.
Fuente: Archivo Fotográfico Pedro Guerra, Facultad de Ciencias Antropológicas,
Universidad Autónoma de Yucatán.

85 Terminado su periodo gubernamental, fue electo para un segundo período, comenzando


éste el 1o de febrero de 1906. En este momento, en Yucatán la élite henequenera estaba
unificada a la nacional, dirigidas por una burguesía que girada alrededor de los procesos
de comercio exterior y del naciente sector industrial. La élite henequenera lograba
imponer sus políticas a un estado débil y que había tenido una participación muy limitada
a los procesos culturales y sociales. Molina y la élite henequenera decidieron manifestar
al presidente Porfirio Díaz su gratitud “por pacificar” el sureste invitándolo a Yucatán,
del 5 al 9 de febrero de 1906, visita que también serviría para que personalmente
comprobara el progreso que había alcanzado el estado.
86 En la lista de obras que el presidente Díaz inauguraría aparecían el Paseo de Montejo, el
hospital O’Horán, el asilo Ayala y el nuevo edificio de la penitenciaría Y aunque no
inauguraron el desagüe de la ciudad y la pavimentación, era un orgullo para Molina que el
Presidente viera una ciudad moderna y limpia. La visita presidencial primordialmente
tenía que ver con el fin de la Guerra de Castas, las inauguraciones eran el pretexto.
Anteriormente, el 6 de diciembre de 1904, el Congreso de la Unión otorgó al presidente
Díaz la condecoración “gran cordón del mérito militar” por haber logrado la unidad de la
patria con la conquista de Quintana Roo a través de la pacificación y al general Ignacio
Bravo se le recompensó con la donación de 6 3400 hectáreas del terreno pacificado. En el
Álbum conmemorativo de la visita presidencial dicen los yucatecos: “ya no repercuten en
las selvas yucatecas ni el grito del faccioso, ni el ronco alarido del maya rebelde, sino el
silbido de la locomotora”.
87 La construcción del Paseo de Montejo rompió con la traza colonial, desvirtuando su
concepción inicial. El Paseo de Montejo contaba en ese momento con 1198 mts. de largo,
dos avenidas laterales y un camellón para sembrar árboles. Este paseo fue proyectado
459

para emular los Campos Eliseos, con casonas de una y dos plantas, balcones de líneas
armoniosas, fachadas de coloridos intensos y espigadas torretas. Algunas casas tenían la
elegancia del estilo neoclásico francés.
88 La primera inauguración del Paseo de Montejo fue la estatua de Justo Sierra O’Reilly,
colocada en el extremo norte, calle 33-A, y erigida en su honor como un gesto de
agradecimiento a su posición política, por ser un acendrado enemigo de los indios. El
invitado de honor para develarla fue su hijo Justo Sierra Méndez.
Desde las primeras horas de la mañana las calles por donde debía pasar la comitiva
y el Paseo de Montejo, se comenzaron a llenar de una gran muchedumbre
compuesta de todas las clases sociales. Las puertas, las ventanas y los balcones
estaban atestados de familias y en las banquetas se veía una interminable fila de
sillas ocupadas.103
89 A lo largo del paseo se veían arcos triunfales y gallardetes, a los militares, vestidos de
gala, que aguardaban la llegada del presidente bajo los ardientes rayos solares, pues los
pequeños arbolitos con su escaso ramaje no daban todavía sombra; bandas de música que
seguían a sus respectivos batallones o grupos; cantidad de cohetes que volaban por el
espacio.
90 Al fin los hacendados yucatecos vieron realizados su sueño, la inauguración de la primera
avenida al estilo francés, después de 18 años de iniciada, donde lucían ya las primeras
mansiones de arquitectura ecléctica, resultado de la influencia francesa, predominando la
visión neoclásica y europea sobre la visión colonial del urbanismo.
91 Díaz, después de su visita a Yucatán, consideró que Molina sería un buen miembro de su
gabinete y lo nombró ministro de Fomento. No concluyó su gestión de gobernador, –
quedó en manos de Enrique Muñoz Aristegui–, trasladó su domicilio a la ciudad de
México, donde pasó a formar parte de larga lista de “los Científicos”: los hermanos Pablo
y Miguel Macedo, Emilio Pimentel, gobernador de Oaxaca; Joaquín Casasús, Rafael Reyes
Spíndola, director de El Imparcial, Guillermo Landa y Escandón, gobernador del Distrito
Federal; Francisco Bulnes, historiador e ingeniero; Rosendo Pineda, cerebro político del
grupo; el propio Sierra y, claro, el ministro de Hacienda, José Ivés Limantour, con quién se
entendía muy bien.
92 “Un hombre de setenta años no es el que se requiere para gobernar una nación joven y
briosa” había dicho don Porfirio en 1900 al preparar su sexta reelección, y sin el propósito
de abandonar su amada silla siguió nombrando a hombres de estado. 104 Díaz tenía razón:
Olegario Molina no llegaba a los setenta años, contaba en este momento con 63 años, y
pasó a formar parte del gabinete longevo. Molina ejerció el cargo de Ministro de Fomento,
Colonización e Industria a partir del 21 de marzo de 1907.
93 Como Secretario de Fomento reorganizó la Escuela de Agricultura,105 que ofrecía tres
carreras: la de Ingeniero Agrónomo, la de Ingeniero Agrónomo e Hidráulico y la de
Veterinario. Estableció estaciones agrícolas para experimentar y estudiar las distintas
regiones del país. Redactó los reglamentos que permitieron el auge del cultivo de algodón
en La Laguna.
94 Hacia finales de 1907 la quiebra de algunos bancos de Nueva York repercutió en una crisis
internacional que afectó la banca en México. En Yucatán el Banco Yucateco y el Banco
Mercantil quebraron, el Secretario de Hacienda, Limantour, autorizó un préstamo del
Banco Nacional de diez millones de pesos para rescatar a los bancos yucatecos. En 1908
Limantour acordó la fusión de dichos bancos para formar el Banco Peninsular Mexicano.
460

Molina aprovechó su influencia política para manejar los recursos del gobierno federal,
encaminados hacia la salvación de la banca, en beneficio propio y de su grupo. 106

La residencia del Gral. Francisco Cantón Rosado se erigió al inicio del Paseo de Montejo,
en el cruzamiento de la calle 43, durante los años de 1904 a 1911. Sus escaleras y pisos de
mármol, balaustradas y aditamentos de cocina y baños fueron importados de Europa,
preferentemente de París. En el nuevo “barrio elegante” se construyeron otras lujosas
residencias.
Fuente: Archivo Fotográfico Pedro Guerra, Facultad de Ciencias Antropológicas,
Universidad Autónoma de Yucatán.

95 El Banco Peninsular Mexicano inició con un capital de 16 y medio millones de pesos, de


los cuales seis millones era capital francés. La Société Marseillaise, interesada en la
comercialización de la fibra de henequén, adquirió las acciones de dicho banco para
introducirlas en la Bolsa de París.107 El Consejo administrativo estuvo integrado por una
nueva generación, miembro del grupo de Molina: Ricardo Gutiérrez, Alonso Aznar Dondé,
Domingo Evia, Eduardo Robleda Martínez, Ricardo Molina Hube (sobrino de Molina),
Enrique Karte y Agustín Vales Millet. La dirección del banco quedó en manos del Banco
Nacional de México y el Comité Consultivo estuvo dirigido por los financieros de México,
presidido por Fernando Pimentel y Fagoaga, y algunos franceses como vocales, Eugéne
Roux y José E. Signoret.
96 Molina, como integrante del grupo de los Científicos, formó parte de la élite financiera.
Entre sus estrategias para consolidar su modelo de progreso estaba la de establecer
puentes entre la oferta de capital internacional y la demanda nacional y local de recursos.
Desde la cúspide vence a sus competidores regionales, sobre todo a la casa Escalante e
Hijo, y junto con Limantour se asocia a un importante grupo de franceses y barcelonetes,
accionistas mayoritarios en el Banco de Londres y México.108
97 El precio que pagó Molina por la especulación y la concentración financiera fue ser el
blanco del descontento de la crisis en Yucatán. Para él el proyecto de modernización
continuaba; en 1908 expidió una nueva Ley Minera que fracasó por la presión de los
inversionistas extranjeros que no permitieron un mayor control de las minas por parte
del Estado. A través de su yerno Avelino Montes compró tierras y fincas a precios muy
bajos, controló los Ferrocarriles Unidos de Yucatán y el dominio del Banco Peninsular
461

Mexicano. Entre 1908 y 1910, Molina, como Ministro de Fomento, impulsó numerosas
iniciativas de una reforma económica general para resolver la crisis en el campo, como el
proyecto de Ley sobre aprovechamiento de aguas y dos iniciativas que se convirtieron en
Ley: una para la creación de las Cámaras Agrícolas Nacionales y otra sobre la Organización
de los Servicios Agrícolas Federales.109
98 En septiembre de 1910, Molina participa en el Centenario de la Independencia: en el
banquete al cuerpo diplomático, la apertura de la Universidad Nacional, y las
inauguraciones de la estatua de Humboldt en la Biblioteca Nacional, de las bombas de
agua en la Condesa y Nativitas, del monumento a la Independencia y el Hemiciclo a
Juárez. Mientras, los antirreleccionistas aumentaban y exigían la renuncia de Díaz.
99 El 25 de mayo de 1911 la hace efectiva y el 31 de mayo, desde Veracruz parte al destierro
rumbo a Francia. Mientras que Molina renuncia en marzo a la Secretaría de Fomento,
trasladándose a Yucatán. Quería pasar el resto de sus días en la ciudad de Mérida, en su
casa de la calle 59, donde vive hasta 1914, año que muere su esposa Dolores Figueroa.
Olegario, deprimido por la muerte de su mujer y con presiones de los revolucionarios,
salió de Yucatán acompañado por su médico, Rafael Betancourt, con el fin de visitar París.
100 Al regresar de su viaje de Europa permaneció unos días en La Habana, donde fue recibido
por su yerno, Avelino Montes. Avelino lo puso al tanto de la situación del país a raíz de la
Revolución y lo convenció de que permaneciera con él, con su hija María y su nieta
Obdulia. También vivían en La Habana Luis Carranza, su hija Carmela, quién contribuyó a
convencerlo para que se quedará en la capital de Cuba. De sus otros yernos, Carlos
Casasús radicaba en la ciudad de México y Rogelio Suárez permaneció con su mujer en
Mérida, amparado por el consulado de su país, España. Por este último se enteró de que el
gobierno revolucionario le había confiscado varias haciendas.
101 Molina pasó los últimos años de su vida en una casa ubicada en la calle 13, en El Vedado,
entonces el barrio más lujoso de La Habana.110 Desde ahí contemplaba como se
desmoronaban la paz y el progreso. No pasó solo el exilio, recibía casi todas las noches a
varios refugiados: Francisco Bulnes, Federico Gamboa, Ignacio Torres Adalid, Teodoro
Dehesa y Salvador Díaz Mirón.111 También lo acompañaban su hija Teresa y Carlos
Casasús, a quien de regreso a la ciudad de México, de un viaje que hicieron a Yucatán, en
el puerto de Veracruz, entonces ocupado por los estadunidenses, un amigo de la familia,
José Fernández, los previno de no retornar a su casa. Permanecieron en Veracruz unos
días y salieron rumbo a La Habana para vivir a lado de don Olegario. Allí conocieron los
detalles de la toma de su casa, en la colonia Roma, por el coronel Alfredo Breceda,
entonces gobernador del Distrito Federal.
102 En 1916, Teresa y Carlos Casasús se enteraron de la muerte de Joaquín, 112 el hermano de
Carlos, en la ciudad de New York. Cuando se calmaron las aguas retornaron a la ciudad de
México donde falleció Carlos, que padecía de mal de Parkinson. En 1824, Teresa, ya viuda,
regresa a La Habana con sus hijos Joaquín y Francisco, acompañando a don Olegario hasta
su muerte el 28 de abril de 1925.113
103 Olegario Molina murió a la edad de 82 años. Su cadáver fue llevado a Mérida a principios
de junio de 1925 para ser sepultado en la capilla de su hacienda Sodzil, su hacienda
preferida, como él lo había solicitado, ahí había recibido a Porfirio Díaz y su comitiva en
1906 con una “noche ática”.
462

En síntesis
104 Yucatán no fue ajeno al liberalismo francés del siglo XIX que se caracteriza por su carácter
cosmopolita, que provocó la búsqueda de nuevos mercados. Molina formó parte del grupo
que cimentó la conformación del orden liberal en la región, centrado en modificaciones
económicas encaminadas a la creación de un ordenamiento mercantil con un desarrollo
de las actividades comerciales y productivas que permitieron adecuar la región a una
realidad mundial, las empresas ferroviarias fueron la más importante matriz del
desarrollo empresarial yucateco en el siglo XIX. Él mismo construyó en treinta años un
imperio financiero sin precedente en la península, fundado sobre la comercialización del
henequén.
105 El imperio económico de Molina tenía como base redes clientelares, de parentesco y de
amistad. Se puede hablar de dos momentos importantes de éstas: 1) las que cultivó entre
las décadas de 1860 a 1880, antes de ser exportador; y 2) las que fomentó a partir de la
década de 1880 ya como exportador. A través de estas redes buscaba proteger espacios y
tiempos, y asegurarse como líder en la producción y el poder. Todo esto le dio un poder
local considerable sobre las grandes familias de plantadores y resulta de lo más natural
que, con ayuda de su amigo José Ives Limantour, se convierta en 1902 en Gobernador de
Yucatán. Como exportador, sus redes de amistad fueron con empresarios extranjeros,
desde principios de la decada de 1880 estaba ligado con la casa Craseman e hijos, heredó
los contactos europeos en el negocio del azúcar y el henequén. Estaba conectado con las
empresas de Alfred Heydrich, alemán con quien trabajó entre 1880 y 1900, sobre todo en
bienes raíces (1890) y el henequén (1896).
106 Al finalizar el siglo XIX, participó en el proceso de mundialización. A pesar de que estuvo
conciente de la competencia entre las potencias exportadoras de capital, navegó entre
dos aguas: en cuanto a la fibra de henequén, prefirió el capital estadunidense, y años más
tarde, por influencia de los Científicos, se inclinó por el capital francés en la banca. Su
gran capacidad empresarial y técnica, su facilidad de relacionarse con el entorno social y
físico, lo convierten en un verdadero símbolo del espíritu fáustico de la modernidad
triunfante.
107 En el orden social, Molina fue modelo de los yucatecos para asociarse, formar empresas y
“pensarse como empresarios”. Algunos empresarios locales revelaban dramáticamente el
menor grado de desarrollo de la racionalidad de la élite regional, notable, por ejemplo, en
la ingenuidad exhibida a la hora de suscribir contratos con hombres venidos de
sociedades más complejas, generalmente dotados de gran capacidad empresarial y
técnica, mayor facilidad de relación con el entorno social y físico, algunos de ellos
verdaderos símbolos del espíritu de la modernidad. Tenía una ventaja sobre muchos
empresarios, hablaba bien el inglés y el francés, que le permitían hacer los tratos
directamente con empresarios de Estados Unidos y de Francia. Porfirio Díaz y Olegario
Molina compartían la misma admiración excesiva por lo europeo, ambos acariciaban el
sueño de que el progreso era inevitable y benéfico, lo consideraban como una ley natural
y ni remotamente sospechaban que se trataba de una ley inventada por el hombre. Les
parecía que el progreso y la prosperidad eran ilimitados; sin embargo, los signos del
peligro pasaron desapercibidos mientras que si pudo ver el final de una etapa con la
revolución.
463

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NOTAS
1. Véanse los trabajos de los microhistoriadores Natalie Zemon Davis, “Las formas de la historia
social”, en Historia Social, N° 10 (primavera-verano de 1991), pp. 177-182; Gionvanni Levi, “Sobre
microhistoria”, en Peter Burke (ed.), Formas de hacer historia, pp. 119-143; p. 140, y Carlo Ginzburg,
El queso y los gusanos, Barcelona, Muchnik, 1982, pp. 13 y 23.
466

2. El pueblo de Bolonchén pertenece hoy al estado de Campeche, en aquel entonces pertenecía al


estado de Yucatán. Campeche fue erigido estado por decreto de mayo de 1858 y ratificado por
otro federal el 19 de febrero de 1862.
3. Hijo de José Molina, quien junto con su hermano Juan llegó a Campeche procedente de
Guatemala, y de María Bastante y García Rejón. Fue el hijo mayor de este matrimonio y el tronco
de la familia Molina en Yucatán, se casó con Paula Esquivel del Granado. Tuvieron los siguientes
hijos: Juan Francisco, José Policarpo, María de Jesús, Petrona y Casiana. Víctor Suárez Molina,
Álbum de familia, (mecanografiado), Mérida, s. e., 1928, pp. 1-2.
4. Es probable que el matrimonio hubiera perdido antes algún hijo, ya que entre la fecha de su
matrimonio y el nacimiento del primer hijo existen cinco años.
5. José María Valdés Acosta, “Relatos genealógicos de Molina”, en A través de las Centurias, tomo II,
Mérida, 1926, p. 10.
6. Francisco Casasús Molina, “Ensayo biográfico del Lic. Olegario Molina Solís”, Revista de la
Universidad de Yucatán, vol. XIV, (mayo-junio, 1972), p. 68.
7. Ibíd, p. 69.
8. Mérida, como la mayoría de las ciudades en Hispanoamérica, fue fundada y planificada de
acuerdo con las Ordenanzas de descubrimiento y población (1573), que propiciaron que el territorio
urbano fuera estructurado de manera jerárquica y racial.
9. Fundada en 1849 e instalada en el antiguo Colegio de San Pedro, con la finalidad de fomentar la
instrucción pública e impulsar las artes y las ciencias. El 6 de mayo del mismo año quedaron
establecidas las cátedras de Lógica, Aritmética, Geometría, Latín, Inglés, Francés, Teneduría de
Libros, Dibujo y Música. La vida de esta institución tuvo altibajos, se interrumpió unos años pero
luego renació en 1859, siendo en 1860 su presidente el Dr. Justo Sierra O’Reilly. Eduardo Bolio
Ontiveros, “Historia de la educación pública y privada hasta 1910”, Enciclopedia Yucatanense, t. IV,
Mérida, Gobierno del Estado, 1947, pp. 108-111.
10. Véase el Catálogo de las obras que se hailan de venta en casa de Rodulfo G. Cantón, Mérida, Imprenta
de Espinosa e hijo, 1857.
11. Liga de Acción Social, Biografía del señor Olegario Molina Solís, Mérida, Yucatán, 1925, p. 4.
12. Funcionó durante varios años en la casa número 492 de la calle 62 de la ciudad de Mérida. José
Esquivel Pren, Historia de la literatura en Yucatán, vol. V, México, Universidad de Yucatán, 1975, p.
210.
13. Creado por decreto de 25 de abril de 1862. Puede considerarse el precursor del Instituto
Literario, ya que fue fundado como un ensayo para secularizar la enseñanza. Existió hasta el mes
de julio de 1867. Bolio Ontiveros, op. cit., pp. 111-112.
14. Nieta de Manuel Figueroa Anguas y de María Paula Rosales, de La Habana, y de Eugenio Milán
y María del Valle. Valdés Acosta, op. cit., vol. II, pp. 429-430.
15. Eduardo Urzaiz, Yucatán, del Imperio a la Revolución, Mérida, 1971, p. 51.
16. Estaba integrado por las siguientes escuelas: Preparatoria, Medicina, Cirugía y Farmacia,
Jurisprudencia y Notariado, Normal de Profesores y la Instrucción Primaria Inferior y Superior.
17. Rodolfo Ruz Menéndez, “El cincuentenario del fallecimiento del Lic. Olegario Molina Solís”,
Revista de la Universidad de Yucatán, Vol. XVII (mayo-junio, julio-agosto, 1976), pp. 108-109.
18. Moisés González Navarro, Raza y tierra. La guerra de castas y el henequén. México, El Colegio de
México, 1970, p. 184.
19. Yanuario Manzanilla, Recuerdos de la campaña de los republicanos contra el Imperio en el estado de
Yucatán, Mérida, Imprenta Mercantil a cargo de José Gamboa Guzmán, 1888, pp. 300-305.
20. Diane Roazen-Parrillo, “Las élites de México durante el siglo diecinueve en una economía
regional: el ascenso de la familia Olegario Molina Solís de Yucatán hasta 1902”, en Othón Baños
(ed.), Sociedad y estructura agraria y estado de Yucatán, Mérida, Universidad Autónoma de Yucatán,
Universidad de Carolina del Norte, Chapel Hill, Universidad de El Paso Texas, y Universidad de
Alabama, 1990, p. 266.
467

21. Roazen-Parrillo, op. cit, pp. 266-267.


22. Natural de Cádiz, hijo de José María Contreras y Manuela Elizalde. Hermano de María del Pilar
Contreras Elizalde, madre del médico y poeta José Peón Contreras, y del dramaturgo Nicanor
Contreras y Elizalde.
23. José Díaz Bolio, “José Peón Contreras (Poeta dramático y lírico) 1843-1907”, Enciclopedia
Yucatanense, t. IV, Mérida, Gobierno del Estado, 1947, p. 375.
24. Carlos Tello Díaz, El exilio. Un relato de familia, México, Cal y Arena, 1993, p. 251. Véase también,
Alfonso de María y Campos, “Porfirianos prominentes: orígenes y años de Juventud de ocho
integrantes del grupo de los científicos, 1846-1876”, en Historia Mexicana, México, XXXIV:4 (136),
(abr-jun), p. 610.
25. Grupo integrado por 14 socios: Ángel G. Lascuraín, Esteban Benecke y Sebastián Camacho,
Antonio Mier y Celis, Guillermo Barrón, Miguel Riel, Cayetano Rubio, Miguel Lizardi, Pedro del
Valle, Pío Bermejillo, David Ferguson, Carlos Phellix, Manuel Mendoza Cortina y José María Sada.
26. Víctor Suárez Molina, La evolución económica de Yucatán, México, Universidad de Yucatán,
1977, vol. II, p. 175.
27. Gabriel Ferrer de Mendiolea, “Historia de las comunicaciones” EnciclopediaYucatanense, t. IV,
Mérida, Ediciones del Gobierno del Estado, 1947, p. 544.
28. Hijo del político Santiago Méndez Ibarra y tío del licenciado Justo Sierra Méndez.
29. El ingeniero Méndez Echazarreta entabló un juicio arbitral contra Rendón Peniche que falló a
favor de él, pagándosele daños y perjuicios.
30. Véase Leopoldo Tommasi López, La ciudad de ayer, de hoy y mañana, Mérida, Editorial
Maldonado, 1989.
31. Roazen-Parrillo, op. cit, pp. 266-267.
32. ASMY, Actas de bautismo, vol. 65, años 1866-1868; vol. 66, años 1869-1871; vol. 68, años
1872-1874; vol. 69, 1874-1876.
33. Suárez Molina, op. cit., vol. II, p. 200.
34. Roazen-Parrillo, op. cit, p. 268.
35. ASMY, Actas de bautismo, vol. 71, años 1880-1881.
36. En ese momento contaba Molina con 37 años de edad y Muñoz Aristegui con 26.
37. Hoy conocida como calle Ancha del Bazar.
38. Suárez Molina, 1977, op. cit, p. 86.
39. Revista de Mérida, 16 de septiembre de 1881.
40. Roazen-Parrillo, op. cit, p. 266.
41. Ibíd., p. 267.
42. Valdés Acosta, op. cit., vol. II, p. 11.
43. Roazen-Parrillo, op. cit., p. 270.
44. El matrimonio procreó tres hijos: Mercedes, Luisa y Ricardo. Este último nació en 1878, así
que tenía apenas cuatro años cuando falleció su abuelo paterno.
45. Municipio ubicado a 28 km. al sureste de la ciudad de Mérida y situado al centro del estado de
Yucatán, en la zona conocida como henequenera.
46. Boletín de Estadísticas, Mérida, 1900.
47. Procrearon cinco hijos: José Trinidad, Mercedes, Cecilia, Rosa y Josefina.
48. Hija de José Policarpo Molina y Esquivel, segundo hijo de Julián Molina y Bastante, y de Isabel
Figueroa Rosales, hija de Juan José Figueroa Anguas y Paula Rosales Valdés.
49. Rosario era cuñada de su hermano Ricardo, es decir, hermana de Luisa.
50. Quedó huérfano a los nueve años de edad. Su padre murió en Campeche de fiebre amarilla, el
S de julio de 1842, a los 42 años de edad; su madre cambió su domicilio a la ciudad de Mérida para
sus hijos tuvieran una mejor educación, a Joaquín lo envío a estudiar a Estados Unidos, su
aplicación en la escuela motivó a su abuelo a responsabilizarse de su tutela y se lo llevó a
Hamburgo, donde se graduó de ingeniero.
468

51. Revista de Mérida, 20 de mayo de 1923.


52. En total fueron ocho sus hijos: Manuel, Rafael, Emilio, Olegario, Eduardo, Lucila, Enrique y
Elia.
53. Suárez Molina, op. cit., vol. II, p. 74.
54. Olegario, el mayor, permaneció soltero.
55. En 1885 llegó a Cuba, junto con su hermano Manuel, donde vivieron dos años.
56. “Rogelio Suárez, caballero español”, en Diario de Yucatán, 1947.
57. La sociedad inició con un capital de $9,500. ANEY, notario núm. 10, Avelino López, sociedad
en comandita simple, doc. 32, 10 de enero de 1901.
58. Tenía su oficina en la calle de Rosados núm. 8.
59. Calendario de 1895, 1895, p. 16.
60. Hijo de Francisco Casasús Echazarreta y Ramona González Bello.
61. Carlos Tello Díaz, El Exilio. Un relato de familia, México, Cal y Arena, 1993, p. 103.
62. ANEY, notario núm. 10, Avelino López, Compraventa, vol. I, febrero de 1901, p. 308.
63. Peniche Rendón, quien se encontraba ya muy enfermo, falleció el 12 de julio de 1887.
64. Ferrer de Mendiolea, op. cit., p. 546.
65. Entre 1887 y 1892 entraron al puerto 1 332 vapores.
66. Walter Benjamín, “Poesía y capitalismo”, Iluminaciones II, Madrid, Taurus, 1972, p. 179.
67. Benjamín, op. cit., p. 182.
68. Suárez Molina, 1977, vol. 1, p. 84; véase también L. D. Fourcad, “El pabellón de México”, en
Revista de la Exposición Internacional de París 1888, Barcelona, Editorial Montanier y Simón,
1889.
69. Llamado así por el apodo del dueño “Chumín”.
70. Este banco fue el resultado de la fusión del Banco Nacional Mexicano, que se inauguró en
1881, y del Banco Mercantil Mexicano en 1882, ambos tenían la concesión de emitir billetes pero
la crisis comercial de 1884 que provenía en gran parte de la terminación de las obras del
ferrocarril repercutió en ambos bancos por lo que se vieron en la necesidad de fusionarse
formando el Banco Nacional de México.
71. Fue su primer director Manuel Pinelo Montero, su Consejo de Administración lo presidía
Nicanor Ancona, los vocales eran Olegario Molina, Alonso de Regil y Peón y Florencio Laviada; el
Secretario, Fernando Cervera y el Comisario a Eloy Haro. Entre los accionistas se encontraban
Pedro Peón Contreras, Rodulfo G. Cantón, Olegario G. Cantón, Remigio Nicoli, José Domínguez
Peón, Sixto García, José Millet Hübe, Juan Urcelay Martínez, Juan Hoffman, Leandro León Ayala,
RogeUo Suárez, Anselmo Duarte, Avelino Montes y Enrique Muñoz Aristegui. Véase Banco
Yucateco S.A., Informe del Presidente y Comisario y balance de 1890, Imprenta Gamboa Guzmán,
Mérida, 1901.
72. Su primer consejo de administración estuvo integrado por Eulogio Duarte Troncoso, director;
Eusebio Escalante Bates, Secretario; Rafael Otero Dondé, Raimundo Cámara Luján y Joaquín Peón,
como consejeros; Benito Santamaría, como administrador; y Augusto L. Peón, como comisario.
Entre sus principales accionistas figuraban Eusebio Escalante Peón, Enrique Espinosa, Manuel
zapata Martínez, Manuel Preciat Dondé, José Ma. Ponce, Eduardo Pinkus Troncoso, José Juanes,
Emilio Peón, y Leandro León Ayala.
73. Compañía de Tranvías de Mérida, Sociedad Anónima, Constitución Social 18 de junio de 1891, Mérida,
1892, p. 6.
74. Véase el Catálogo de la Gacela, Mérida, Yucatán, Tipografía Gamboa, 1902.
75. El Eco del Comercio, enero 6 de 1883.
76. Directorio de la ciudad de Mérida y principales poblaciones del estado, Mérida, Yucatán,
Aznar Rivas y Hnos. Editores, 1896, pp. 12-50.
77. Casa que compró por $6,972.50a su suegro Olegario. ANEY, notario núm. 10, Avelino López,
compraventa. Vol. II, abril de 1901, p. 675.
469

78. El servicio de luz se debió a la planta eléctrica de Miguel Espinosa Rendón, concesionario de la
Thompson Houston Internacional Electric Co de Boston, Massachussets. Este servicio fue
eficiente, solamente se suspendió una vez en dos años, cuando se cambiaron las máquinas de
vapor. CAIHY, Caja LXV-1894, 1/3, exp. 011.
79. José F. Díaz y Benjamín GÓNGORA TRIAY, “La higiene”, en Enciclopedia yucatanense, vol. VI,
México, Edición Oficial del Gobierno de Yucatán, 1946, p. 381.
80. CAHY, Serie Ayuntamiento, Caja LXV-1894 1 / 3, exp. 011.
81. Carlos Escoffie P., Mérida Vieja (1831-1831), Mérida [s.e. J, 1932, pp. 12-13.
82. “El desagüe de la ciudad”, El Eco del Comercio, 17 de noviembre de 1894.
83. Fernando Rosensweig, El comercio exterior, el Porfiriato, vida económica, Historia Moderna de
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84. Banco Mercantil de Yucatán, Mérida, Imprenta Gamboa Guzmán, 1896.
85. Nicolas D’Olwer, “Inversiones extranjeras, en: Historia Moderna de México. El Porfiriato. Vida
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86. Roazen-Parrillo, op. cit, p. 280.
87. Roazen-Parrillo, op. cit, pp. 268-269.
88. Marisa Pérez de Sarmiento y Franco Savarino Roggero, El cultivo de las élites. Grupos económicos
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89. CAIHY, serie Ayuntamiento, Caja LXXXIII-1900, exp. 0011.
90. Véase Mensaje leído por el Gobernador Constitucional del estado C. General Francisco Cantón en la
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1901.
91. Suárez Molina, op. cit., 1977, vol. II, p. 87.
92. Pérez de Sarmiento y Savarino Roggero, op. cit., pp. 78-79.
93. Wells, op. cit., pp. 51-52.
94. Escofie, op. cit., p. 14.
95. Federico Fernández Christlieb, “La influencia francesa en el urbanismo de la ciudad de
México: 1775-1910”, en Javier Pérez Siller (Coord.), México / Francia. Memoria de una sensibilidad
común, Siglos XIX y XX, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, El Colegio de San Luis y
CEMCA, 1998, p. 261.
96. Georges Eugéne Haussmann, parisino nacido en 1809, desde niño vivió en Burdeos y allí inició
su carera política, llegando a ser el prefecto de la ciudad. En 1853, recién iniciado el Segundo
Imperio es nombrado gobernador o prefecto de París. Con él el urbanismo entra en una fase
militar y policial. Concibe París como un fuerte habilitado contra la subversión interna. Una red
de avenidas rectilíneas que, en algún punto, enlazan con un cuartel.
97. Suárez Molina, op. cit., vol. II, p. 87.
98. Michel Ragon, “Histoire Mondiale de l’Arquitecture et de l’Urbanisme Moderne”, en Idéologies
et Pionniers 1800-191, tomo I, París, Ed. Casterman, 1986, p. 162.
99. Se organizó en seis libros: 1) Propiedades, 2) Hipotecas y gravámenes, 3) Arrendamientos, 4)
Sentencias, 5) Asuntos mercantiles y 6) Interdicciones y las prohibiciones para enajenar.
Reglamento de 4 agosto de 1902.
100. Jean Favier, París: Seux mille ans d’histoire, París, Ed. Fayard, 1997, p. 212.
101. Este decreto establece que en las fincas rústicas de los partidos de Valladolid, Tizimín,
Sotuta y Peto no se cultiven o exploten caña de azúcar y el henequén y se esté criando ganado de
todas las especies y plantaciones de algodón, tabaco o café, queden exceptuadas por el término de
10 años de la contribución predial y de la de traslado de dominio.
102. Casasús Molina, op. cit., p. 74.
103. Véase Álbum conmemorativo de las fiestas presidenciales. Mérida. Imprenta. Gamboa Guzmán,
1906.
470

104. Enrique Krauze, Porfirio Díaz. Místico de la autoridad, Biografía del poder /1, México, Fondo de
Cultura Económica, 1987, p. 88.
105. De acuerdo con el proyecto del 8 de octubre de 1907, que se convirtió en Ley el 14 de
noviembre del mismo año, en virtud de un canje celebrado entre la Secretaría de Fomento y la de
Instrucción Pública, por el cual el Instituto Médico nacional debía ser regido por la Secretaría de
Instrucción Pública y la de Agricultura por la de Fomento.
106. El 31 de marzo de 1908 se firmó la escritura constitutiva.
107. Pérez Siller, op. cit., p. 211.
108. Pérez Siller, op. cit., p. 216. Para mayor información sobre el tema veáse Javier Pérez Siller,
Fiscalité, économie et pouvoir au Mexique: 1867-1911, tesis doctoral, Univ. de París-I, Sorbona, 1995.
109. Casasús, op. cit., p. 92.
110. Tello Díaz, op. cit., p. 251.
111. Tello Díaz, op. cit., p. 253.
112. Falleció el 25 de febrero de 1916, al anochecer.
113. Tello Díaz, op. cit., p. 252.

RESÚMENES
Olegario Molina Solís como gobernador de Yucatán (1902-1906), y más tarde Secretario de
Fomento, Colonización e Industria (1907-1911), tuvo la capacidad de influir en el afrancesamiento
de la ciudad de Mérida, que a principios del siglo XX era una ciudad modelo por sus rápidas
transformaciones en urbanización, vivienda y servicios. Aunque la modernización de la ciudad
inició antes del gobierno de Olegario Molina, éste fue un personaje importante en la entrada de
mercancías y capitales franceses, que permitió situar a la ciudad dentro de la modernidad. En su
juventud estuvo presente la sensibilidad republicana basada en las ideas liberales francesas; más
tarde, en su madurez, adoptó el modelo francés en la educación, y su fortuna se liga a los
intereses de inversionistas franceses. El estudio de su historia de vida permite observar la
participación de este actor en el afrancesamiento de la economía, la sociedad y la vida urbana de
Yucatán.

En tant que gouverneur du Yucatan (de 1902 à 1906) et plus tard que Secrétaire du Ministère des
Travaux Publics, de la Colonisation et de l’Industrie (1907-1911), Olegario Molina Solis a
fortement contribué à renforcer l’influence française à Merida qui, à l’aube du XXe siècle, se
révéla une ville exemplaire par la rapidité de ses transformations dans les domaines de
l’urbanisation, de l’habitat et des services. Bien que ce processus ait débuté avant son
gouvernement, Olegario Molina a joué un rôle de premier plan dans l’importation de
marchandises et de capitaux français qui inscrivit plus résolument la cité dans la modernité. Sa
jeunesse fut marquée par une sensibilité républicaine inspirée des idées libérales venues de
France; par la suite, dans sa maturité, il adopta le modèle éducatif du pays des droits de l’homme
et sa fortune repose sur les intérêts des investisseurs français. En étudiant l’histoire de sa vie, on
peut mesurer sa contribution capitale à l’«afrancesamiento» de l’économie, de la société et de la
vie citadine dans le Yucatan.
471

AUTOR
RAQUEL OFELIA BARCELÓ QUINTAL
Raquel Ofelia Barceló Quintal. Mexicana es profesora de “Teoría de la Historia”, “Historiografía II
(siglos XIX y XX)” y “México Siglo XIX” en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Doctora
en Historia de México por El Colegio de México, ha dado cursos de “México siglo XIX”, en la
Maestría en Historia de México, Campus Salamanca, España, UAEH; “Seminario de Investigación
III y IV”, “Trabajo de Investigación e Historiografía II (Siglo XIX)”, en la maestría de Historia, de la
Universidad Autónoma de Querétario; “La Nueva España”, “Formación Social Mexicana I y II”, en
la Escuela Nacional de Antropología e Historia; y “Etnografía Antigua de México” e “Introducción
a la Antropología”, en la Escuela de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de
Yucatán. Ha publicados numerosos artículos sobre el siglo XIX, capítulos de libro y obras sobre
migración en el siglo XIX. Es miembro del SNI.
472

La Compañía Minera de San


Francisco del Oro y Anexas
Roberto Baca

Portada: Desde la colonia las minas fueron explotadas en benefìcio de la corona


española. Con la Independencia esa riqueza fue abierta a los extranjeros. Hay estudios
sobre las inversiones inglesas y estadunidenses en la minería mexicana, pero raros son
los que tocan las francesas. Acción de una mina con capital de Estados Unidos.
Fuente: Centre des Archives Diplomatiques de Nantes, Mexique, Serie B, Carton 82.

1 La historia de la minería en México cuenta con amplios estudios acerca del papel de los
españoles en esta actividad económica durante la colonia, así como sobre el protagonismo
de los estadunidenses y los ingleses en esta misma rama durante la época porfirista, pero
473

no existen investigaciones acerca de los inversionistas franceses en la minería mexicana.


En el presente artículo, trataremos de comenzar a llenar esta laguna historiográfica, al
analizar el desarrollo de una compañía minera francesa que operó desde mediados del
siglo XIX en el estado de Chihuahua. Esta empresa, llamada “Compagnie Miniére de San
Francisco del Oro et Annexes”, fundada por Pierre y Martín Elissague en 1853, tuvo, como
lo vamos a ver a continuación, una permanencia muy poco vista: desde el santanismo
hasta casi finales del porfiriato; siguió en plena actividad durante la guerra de reforma,
así como en el periodo de la Intervención y aún después, en las décadas posteriores a la
derrota de Maximiliano.

I. Antecedentes
2 La región de Parral, en la que se encuentra el municipio de San Francisco del Oro, está
localizada al sur del estado de Chihuahua, a unos 600 kms. al sur de la frontera con
Estados Unidos. La historia de toda esta zona está muy relacionada con la minería, ya que
el descubrimiento de yacimientos metalíferos representó uno de los mayores incentivos
para los pobladores españoles que se establecieron en el septentrión. Después de la
fundación del real de Santa Bárbara en 1567, se abrieron los centros mineros de San
Juanico y Todos Santos en el siglo XVI; pero el auge minero más significativo data de la
siguiente centuria, cuando se comenzaron a explotar, entre 1631 y 1658, los reales de San
José del Parral, San Diego de Minas Nuevas, Monserrat, Roncesvalles y San Francisco del
Oro, situados todos en un radio de 50 kilómetros.1
3 Aunque también en San Francisco del Oro hubo (y sigue habiendo) oro de placer, el cual se
obtiene lavando las arenas que arrastran los ríos o arroyos en época de lluvias, la
formación geológica de estos lugares indica que los minerales, sobre todo la plata, estaban
por regla general casi a flor de tierra. Esto explica por qué ya a finales del siglo XVII toda
la región de Parral entró en un franco proceso de retroceso. El carácter efímero de la
bonanza, debido a la existencia de yacimientos superficiales, fue todavía más marcado en
el caso de San Francisco del Oro. Se sabe que este real, fundado en 1658, estaba ya
prácticamente despoblado hacia 1680; sus habitantes se habían trasladado en su mayoría
a las recién descubiertas minas de Cusihuiriachi, situadas a unos 200 kms. al noroeste. 2
4 Sin embargo, el centro minero de San Francisco del Oro se repobló a fines del siglo XVIII,
cuando en 1789 Félix y Ciriaco Salas “denunciaron” una mina llamada San Francisco,
diferente de “la descubridora” que había originado el anterior auge minero, pero situada
a corta distancia de ella.3 El inicio de la explotación del fundo recién denunciado, atrajo a
nuevos habitantes, quienes repoblaron el lugar, abandonado durante más de 100 años.
5 La mina que causó esta segunda bonanza permaneció por algún tiempo en la misma
familia, ya que en 1823, Juan José Salas de Ibarra, hijo expósito de Ciríaco y de Guadalupe
de Torres, aparece como dueño del fundo. Juan José se casó en 1835 con María del Rayo
Arzapalo. El matrimonio procreó seis hijos, quienes heredaron la exitosa explotación
minera de su padre, fallecido en 1852.4 La madre, María del Rayo Arzapalo, se unió en
segundas nupcias con el francés don Juan Quemper, originario de Burdeos, dueño de las
haciendas de Santiago y Corral de Piedra, ubicadas a poca distancia de San Francisco del
Oro.5 Quemper fue quien después se encargó de vender la mina de SUS hijastros.
474

Feilding (1859-1939).

II. Los dueños de la Compagnie minière de San


Francisco del Oro et annexes
6 Juan Quemper representó en 1853 a sus hijastros en la escritura de venta de la mina San
Francisco, así como de una pequeña planta de benefìcio, en un lugar denominado Charcas.
Esta venta dio pie a la creación de La Compagnie Minière de San Francisco del Oro et
Annexes, la cual fue constituida en Espelette (en los Pirineos occidentales franceses) ese
mismo año, con un capital de 264,000 francos oro;6 este monto equivalía a 53,000.00 pesos
oro de la época, una inversión de importancia, dadas las circunstancias del momento en
las que no abundaban en México los inversionistas decididos a lanzarse en nuevos
negocios. Uno de los motivos principales de los directivos de la compañía fue
seguramente el de aprovechar el auge de los precios del oro y la plata, que se inició por
esas fechas y que se prolongó durante cinco lustros.7
7 La empresa estaba presidida por su principal accionista: Pierre Elissague, quien en
compañía de su hermano Martín, Víctor Esperón y de Jean-Baptiste Mendiboure, también
accionistas, se establecieron en San Francisco del Oro y trajeron con ellos a varios
paisanos o parientes, ya fuera para trabajar en su compañía o para establecerse
independientemente. Estos se sumaron a los demás franceses, en su mayoría vascos
también, quienes se encontraban ya domiciliados en la zona: el terrateniente y minero
Pedro de Lille,8 el ya mencionado Juan Quemper y los socios de la fabrica de hilados y
tejidos de algodón en Talamantes, Chih., Francisco Fonners, Eduardo Hirigoity, Juan
Roger Dubois y Martín Chavre. Cabe señalar que, contrariamente a los ingleses o
estadunidenses, la mayoría de los franceses que se trasladaron entonces a la región se
casaron con vecinas del lugar, integrándose así de manera definitiva a la sociedad local;
475

muchos de los descendientes de esos inmigrantes del siglo XIX aún viven en México.
Desgraciadamente, éste no fue el caso de Pierre Elissague, acerca de quien sabemos muy
poco. En las escrituras notariales en las que intervino, sólo se anota “ciudadano francés,
mayor de edad”, no se menciona el nombre de su esposa o hijos. Sólo sabemos que se casó
en Francia en febrero de 1903.
8 Atraídos por las actividades mineras, llegaron también a asentarse en la región nuevos
operarios mineros. Aunque en los pueblos cercanos a Parral no escaseaba la mano de
obra, por esos años, en el archivo parroquial de Santa Bárbara se anotan varios individuos
provenientes de Zacatecas, ya sea bautizando hijos o casándose con lugareñas. 9
9 El 29 de noviembre de 1899 se constituyó en México la sociedad denominada Compañía
Minera de San Francisco del Oro y Anexas, S. A., con exactamente la misma participación
y accionistas que su homónima francesa, la cual desapareció. La sede del consejo de
administración se fijó también en el país vasco, pero esta vez en Bayona, Francia. 10 Pierre
Elissague hizo adicionalmente varias inversiones en minas y plantas mineras que fueron
objeto, después, de operaciones comerciales. En 1899, vendió la mina llamada Santa Rosa
a la Guggenheim Smelting Company. Elissague traspasó también en 1912 varios fundos
mineros a la Segovia Mining Company, a cambio de acciones de esta última empresa,
constituida según las leyes del estado de Maine, Estados Unidos; las acciones adquiridas
llegaban a $600,000.00 dólares. Todas estas propiedades terminaron compradas por
Asarco en 1923 y aún están en explotación en la unidad de Santa Bárbara de dicha
compañía.11
10 En 1904, se protocolizó en dos diferentes escrituras la venta de varias propiedades
pertenecientes a la Compañía Minera de San Francisco del Oro y Anexas, S.A., que
representaba Pierre Elissague, a The San Francisco del Oro Mines, Ltd., representada por
el conde de Denbigh y Henry George Ricardo; entre ellas se encontraban los fundos
llamados San Francisco 1, 2 y 3, Sainas, La Cruda, San José, etc., así como las haciendas de
beneficio de la Soledad y San Antonio, casas de empleados, oficinas administrativas, los
inventarios de mineral quebrado y concentrados, etc. El valor de la operación ascendía a
280,000 libras esterlinas, es decir $3,054,545.45 pesos oro, (lo cual equivale a su vez a
aproximadamente $1,500,000.00 dólares oro americanos de esa época).12 The San
Francisco del Oro Mines, Ltd. fue fundada en 1903, con un capital de £375,000 libras
esterlinas y sus socios eran, en su mayoría, aristócratas ingleses.13 Esta empresa estaba
presidida por “The Right Honorable Rudolph Robert Basil Aloysius Augustine Feilding, 9th
Earl of Denbigh” (9o conde de Denbigh, condado localizado en Gales), miembro de la
cámara de los Lores desde 1892.14 El conde de Denbigh nació el 26 de mayo de 1859 y
murió el 25 de noviembre de 1939; empresario de gran empuje e iniciativa, se hizo cargo
de los negocios familiares en 1886, cuando su padre se retiró a un monasterio franciscano,
al convertirse al catolicismo. Lord Denbigh expandió sus empresas por varios países,
principalmente en Sudáfrica, donde aún hoy –en la región de Transvaal– sus
descendientes tienen varias minas de oro en producción.15
476

Henry Northcote.

11 Pierre Elissague figuró en el consejo de administración de la muy aristocrática The San


Francisco del Oro Mines, Ltd, ya que era dueño de la tercera parte de las acciones.
Finalmente, en 1915, Elissague vendió su participación en la Segovia Mining Company a
un grupo de estadunidenses encabezados por Bernard Golsan.16

III. Adelantos tecnológicos


12 El papel de los franceses en la minería de San Francisco del Oro fue muy notable, ya que
ellos introdujeron a la región los adelantos tecnológicos que había impulsado la
revolución industrial en Europa. Reorganizaron la operación minera y su control
administrativo, cambiando los sistemas de minado y beneficio de metales, lo cual
permitió a su vez elevar la producción así como la rentabilidad del negocio. Los métodos
artesanales, utilizados todavía por Salas a principios del siglo XIX, fueron enteramente
removidos. Sustituyeron con malacates a las antiguas escaleras de muesca y los “tenates”
que obligaban a utilizar mano de obra para sacar el mineral de las minas; introdujeron
vías y carros dentro de los cañones, así como modernos sistemas de ventilación. En las
plantas de beneficio se instalaron también nuevos molinos y clasificadores de metal,
incluyendo calderas de vapor y un sistema de beneficio por cianuración.
13 Se desconoce quién desarrolló el método de beneficio por cianuración, sólo se sabe que se
implementó inicialmente en México, entre 1890 y 1895.17 Este método era mucho más
eficiente que el antiguo sistema de amalgamación con mercurio, atribuido a Bartolomé de
Medina y que la fundición directa del mineral por fuego. La cianuración hizo rentables
muchos minerales de baja ley y elevó la producción del metal blanco, tanto que en 1905 la
creciente cantidad de este mineral en el mercado obligó al gobierno nacional a modificar
477

la paridad del peso, basado en plata, para reajustar su valor con relación al dólar
norteamericano y las monedas europeas que ya habían adoptado el patrón oro.18
14 Los yacimientos mineros que pertenecían a la compañía fundada por Elissague se
beneficiaron durante 50 años, a un ritmo de unas 75 000 toneladas por año. A los fundos
explotados por los Salas se añadieron nuevas minas colindantes, compradas o
denunciadas posteriormente, que permitieron ampliar la explotación minera.
15 En la zona sur de Chihuahua, los socios franceses de San Francisco del Oro fueron los
primeros que hicieron tiros profundos (más de 125 metros) para empezar a explotar los
sulfuras, minerales más duros que las afloraciones; estos óxidos o carbonatos superficiales
eran los únicos que se extraían durante la época colonial, por encontrarse a poca
profundidad.19
16 Ciertamente, la calidad del mineral se ve reducida al excavar a mayor profundidad; sin
embargo, si se extrae un volumen superior de minerales y si se logra al mismo tiempo
reducir de manera sensible el costo por tonelada extraída, la operación se vuelve
rentable. La explotación de esas minas fue, sin lugar a dudas, un excelente negocio
durante muchas décadas para los accionistas.20 En este contexto, no sabemos a qué
circunstancias obedecieron las ventas a los ingleses y estadunidenses, promovidas por
Pierre Elissague y sus socios vascos y no hemos podido averiguar tampoco qué hicieron de
su patrimonio al retirarse de las actividades mineras en la región.

Conclusión
17 Las inversiones francesas en la minería fueron más importantes de lo que se supone
generalmente. Aun cuando la maquinaria y equipo para las minas y plantas de beneficio
en esa época eran de origen alemán o estadunidense, los franceses se preocuparon por
estar en la vanguardia de la tecnología. Además, invirtieron en estudios geológicos y en la
exploración del subsuelo, lo que les permitió, cuando menos en el caso anteriormente
estudiado, hacer de un pequeño fundo, una explotación minera de importancia nacional.
Quedan todavía por investigarse los factores políticos y las alianzas que garantizaron la
permanencia de sus negocios durante más de medio siglo. Quizá el secreto esté en los
estrechos lazos que tejieron con la sociedad local, a la cual se integraron totalmente.

NOTAS
1. Clara Bargellini, Chantal Cramaussel, Salvador Alvarez y Libertad Villareal, Sur de Chihuahua.
Itinerarios del pasado, México, México Desconocido, 2000, pp. 79 y ss.
2. Idem.
3. Archivo Histórico de Parral, 1789 B(G 20 C), (S670, 1147, Rollo 27. Félix y Ciriaco Salas, hijos de
Alonso Salas y Rita de Urueta. “Denuncio puesto por Don Félix Salas a la mina nombrada San
Francisco, sita en San Francisco del Oro.”
4. Archivo parroquial de San José del Parral, Obispado de Parral, registros de matrimonios, 12 de
febrero de 1835; registros de entierros, 11 de octubre de 1852.
478

5. Quemper nació en Burdeos en 1812, llegó a México a los 24 años de edad y falleció en Parral en
1873: Archivo General de Notarias, Secretaria General de Gobierno, Chihuahua, Chih., Protocolo
del escribano público Mariano Calles, año de 1861, hojas 174 y ss; Registro civil de Parral, Chih.,
Acta de defunción: 26 de septiembre de 1873, se declara que “hacía 37 años era residente en el
país”.
6. Archivo General de Notarias, Secretaria General de Gobierno, Chihuahua, Chih., Protocolo del
Notario Lic. Alejandro del Avellano, 4 y 28 de Septiembre de 1903.
7. Víctor H. White, “Gold investments special”, Coins Magazine, Ola Wisconsin, Krause
Publications, Inc., 1981, pp. 24 y siguientes.
8. Rubén Rocha Chávez, Galería de Parralenses ilustres, Parral, Chih., edición del autor, 1985, pp. 29
y ss.
9. Archivo Parroquial de Santa Bárbara, Chih., (1853-1866), partidas de bautizos y de
matrimonios.
10. Registro Público de la Propiedad, distrito Hidalgo, Parral, Chih., Sección Comercio, Libro 2,
inscripción 37. 16 de abril de 1900.
11. Registro Público de la Propiedad, Distrito Hidalgo, Parral, Chih., Sección minería, inscripción
1 del libro 15 del 24 de marzo de 1937, e inscripción 6 del libro 10 de la misma sección, del 22 de
abril de 1923.
12. Archivo General de Notarías, Secretaría General de Gobierno, Chihuahua, Chih., Protocolo
Alejandro del Avellano, op. cit.
13. Registro público de la propiedad, Distrito Hidalgo, Parral, Chih., Inscripción 12 del libro 4 de
la sección de comercio.
14. Era también accionista de otra compañía llamada: British Mexican Mines Syndicate, Ltd., la
cual se fundó en 1887 y comenzó a operar en Zacatecas: Bryan Tomsett, Burke ’s Peerage,
Londres, 1999, p. 426.
15. Archibald J. Dunn, The Catholic Enciclopedia, New York, Robert Appleton Co., 1999, p. 51.
16. Registro Público de la Propiedad, Distrito Hidalgo, Parral, Chih., Inscripción 41 del libro 10 de
la sección de minería, Junio 24 de 1924.
17. Jorge Griggs, Mines of Chihuahua, Chihuahua, Gobierno del Estado de Chihuahua, 1907, pp. 209
y ss.
18. Mark Wasserman, Capitalistas, caciques y revolución, México, Editorial Grijalbo, 1987, p. 160 y
ss., y Francisco Borja Martínez, La Reforma monetaria de 1905, la moneda en México (1750-1920),
México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1998, pp. 219 y ss.
19. Oscar Alatriste, Desarrollo de la industria y de la comunidad minera de Hidalgo del Parral durante la
segunda mitad del siglo XVIII (1765-1810), México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1983,
pp. 34 y ss.
20. Biblioteca de la Universidad de Texas en El Paso, El Paso, Texas, Colecciones especiales,
Colección James Hyslop, Informes a los accionistas.

RESÚMENES
En la historia de la minería en México existen numerosos estudios sobre el papel de los españoles
durante la Colonia, las inversiones inglesas después de la Independencia o los grandes intereses
estadunidenses durante el porfiriato. El caso de la “Compagnie Minière de San Francisco del Oro
479

et Annexes”, fundada por el francés Pierre y Martín Elissague en 1853, es un caso singular.
Localizada en San Francisco del Oro, región de Parral, Chihuahua, los inversionistas formaron
una compañía en Espelette (Pirineos Atlánticos) con capital de 264,000 francos oro. Sus directores
se instalaron en la región y atrajeron a sus paisanos que muy pronto inmigraron y se integraron a
la existente comunidad francesa, compuesta en su mayoría de vascos y berneses. Aún en 1899, su
Consejo de administración tenía como sede la ciudad de Bayona. La historia de esta compañía es
un ejemplo de inversiones francesas en la minería, tema poco conocido, y una muestra de su
impacto en la inmigración, las formas de organización y los métodos de explotación de minas.

L’historiographie minière au Mexique compte bon nombre d’études consacrées au rôle des
Espagnols du temps de la Colonie, aux investissements anglais après l’Indépendance et aux
intérêts de l’Amérique du Nord, prépondérants sous le porfiriat. Mais la «Compagnie minière de
San Francisco del Oro et annexes», fondée par le Français Pierre Martin Elissague en 1853,
présente un cas à part. Elle est située à San Francisco del Oro, non loin de Parral dans l’Etat de
Chihuahua et ses investisseurs formèrent à Espelette (Pyrénées Orientales) une compagnie au
capital de 240 000 francs or. Une fois les directeurs installés dans la région, ils ne tardèrent pas à
faire venir leurs compatriotes, des paysans qui se sont intégrés à la communauté française déjà
en place, principalement des émigrés basques et béarnais. En 1899, le Conseil d’Administration
avait encore son siège à Bayonne. L’histoire de cette compagnie offre donc un exemple
d’investissement français dans les mines, thème assez peu traité; elle illustre ses retombées sur le
processus migratoire, l’organisation et les méthodes d’exploitation minière.

AUTOR
ROBERTO BACA
Roberto Baca. Mexicano, contador público por el Instituto Tecnológico de Monterrey, campus
Monterrey. Se ha desempeñado profesionalmente en negocios particulares, durante once años
fue contralor de Minera Frisco. También ha participado como consejero en diversos organismos
empresariales, así como en el campus Chihuahua del Tecnológico de Monterrey. Con Rita Soto
escribió el libro El Mayorazgo del Río de Conchos Chihuahua, 1689-1838. Actualmente prepara una
compilación de todas las escrituras públicas que se conservan en el Archivo Histórico de Parral,
de la que ya se publicó la parte correspondiente al periodo 1766-1821, Tiempo de revoluciones. De la
expulsión de los jesuítas a la consumación de la independencia.
480

Lista de Autores

1 Sergio Moisés Andrade Covarrubias. Licenciado en administración pública por la


Universidad Autónoma de Puebla, con estudios de Maestría en Historia por esta misma
universidad, actualmente se desempeña como Coordinador Administrativo del Museo de
la No Intervención “Fuerte de Loreto”, que tiene bajo su custodia el Centro Puebla del
Instituto Nacional de Antropología e Historia. Anteriormente, en esta misma institución,
realizó trabajos de investigación histórica para el Museo de Arte Religioso Ex Convento de
Santa Mónica. Al mismo tiempo, tiene a su cargo la Coordinación General del Quinto
Coloquio de Historia Regional del Cine en México y ejerce la docencia en el Centro de
Formación Profesional AS Media.
2 Roberto Baca. Mexicano, contador público por el Instituto Tecnológico de Monterrey,
campus Monterrey. Se ha desempeñado profesionalmente en negocios particulares,
durante once años fue contralor de Minera Frisco. También ha participado como
consejero en diversos organismos empresariales, así como en el campus Chihuahua del
Tecnológico de Monterrey. Con Rita Soto escribió el libro El Mayorazgo del Río de Conchos
Chihuahua, 1689-1838. Actualmente prepara una compilación de todas las escrituras
públicas que se conservan en el Archivo Histórico de Parral, de la que ya se publicó la
parte correspondiente al periodo 1766-1821, Tiempo de revoluciones. De la expulsión de los
jesuítas a la consumación de la independencia.
3 Raquel Barceló Quintal. Mexicana es profesora de “Teoría de la Historia”, “Historiografía
II (siglos XIX y XX)” y “México Siglo XIX” en la Universidad Autónoma del Estado de
Hidalgo. Doctora en Historia de México por El Colegio de México, ha dado cursos de
“México siglo XIX”, en la Maestría en Historia de México, Campus Salamanca, España,
UAEH; “Seminario de Investigación III y IV”, “Trabajo de Investigación e Historiografía II
(Siglo XIX)”, en la maestría de Historia, de la Universidad Autónoma de Querétario; “La
Nueva España”, “Formación Social Mexicana I y II”, en la Escuela Nacional de
Antropología e Historia; y “Etnografía Antigua de México” e “Introducción a la
Antropología”, en la Escuela de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de
Yucatán. Ha publicados numerosos artículos sobre el siglo XIX, capítulos de libro y obras
sobre migración en el siglo XIX. Es miembro del SNI.
4 Ariane Bruneton-Governatori. Francesa, doctora en etnología, museógrafa, especialista en
el estudio de la correspondencia privada de emigrantes franceses hacia las Américas. Ha
481

sido maestra auxiliar en la Universidad de Pau et des Pays de l’Adour. Es miembro


fundador y secretaria de la Association pour la Maison de la Mémoire de l’Emigration, de Pau. Y
ha escrito varios artículos y libros –teóricos, metodológicos y de casos-sobre la
correspondencia privada de los emigrantes como: Letrtes d’Amérique, (Pau 2001).
Actualmente dirige “Le Courier de l’A.M.M.E” y la revista Partir.
5 Chantal Cramaussel. Licenciada en antropología social por la Escuela Nacional de
Antropología e Historia de México, doctora en Historia por la École des Hautes Études en
Sciences Sociales de Paris (Francia) y doctorando en historia del arte de la UNAM. Labora
en el Centro de Estudios Históricos del Colegio de Michoacán. Especialista en la historia
colonial del norte de México, trabaja actualmente sobre la obra gráfica que legaron
viajeros y científicos franceses del siglo XIX, después de recorrer el septentrión de la
república. Ha publicado muchos artículos acerca de la Nueva Vizcaya y en especial la
región del Parral; participó también en obras colectivas entre las que podemos citar el
libro coordinado por Clara Bargellini, Arte y Sociedad en un pueblo rural. San Bartolomé, hoy
valle de Allende, Chih. (México, UNAM, 1998). Su tesis doctoral, “Poblar la frontera. La
provincia de Santa Bárbara durante los siglos XVI y XVII”, se encuentra en curso de
edición.
6 Martha Victoria Díaz Gómez. Mexicana, cirujana dentista y licenciada en historia por la
Universidad Nacional Autónoma de México. Profesora investigadora en el Área de
Historia de la Odontología de la Facultad de Odontología. Jefa del Departamento de
Historia de la Odontología, fundado en 1998. Ha publicado diversos libros entre los que
figuran: Nacimiento de una profesión (1994); Capitulo Chávezy su paso por el Hospital General de
México, en Ignacio Chávez (1997) y Margarita Chornéy Salazar (1998). Y ha sido coautora de
otros tantos como: 50 años de la Asociación Dental Mexicana (1992); Historia del Hospital
General de México (1994); Yólotl. Historia de la cardiología mexicana (1996) y Bahía de Juglares y
antología de cuentos (1996); De Líbano a México, Crónica de un pueblo emigrante (1996); capitulo
“Libaneses en Veracruz” en Historia del Puerto de Veracruz (2000); “Historia del Hospital
Infantil de México” (2001). “De Líbano a México. La vida alrededor de la mesa” (2002).
“Que dios te haga grande México” (2005). Ha publicado diversos artículos en revistas
nacionales y extranjeras, entre los que destaca: “La Mujer en la Productividad” (1973), “La
Práctica Dental en el Siglo XIX” (1997); “Women in Dentistry” (2001), “Historia de la
Odontología” (2002) e Inauguración de la Primera Escuela para Dentistas” (2004).
7 Ana María Dolores Huerta Jaramillo. Mexicana, licenciada en historia por la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla, maestra en Historia de México y doctora en Historia
por la Universidad Nacional Autónoma de México. Profesora investigadora en el Área de
Historia del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades Alfonso Vélez Pliego de la BUAP,
donde participó en la fundación del Seminario de Historia y Filosofía de la Medicina. Se ha
especializado en Historia de la Farmacia. Dentro de sus proyectos se encuentra el de “Las
construcciones del concepto de salud en la historia regional poblana”, y dentro de él
desarrolla el tema sobre “La limpieza corporal en la historia de Puebla”. Ha publicado
diversos artículos y libros sobre la Historia de la Farmacia en Puebla, así como sobre
historia de las ciencias químicas y biológicas, entre los que figuran: Los boticarios poblanos.
1536-1825. (1994); El Jardín de Cal. Antonio de ¡a Cal y Bracho, la botánica y las ciencias de la salud
en Puebla. 1766-1833 (1996); Salus et Solatium. El desarrollo de las ciencias médicas en Puebla
durante el siglo XIX, (2001); y el Formulario del maestro de farmacia don Carlos Brito... Hospital
General de San Pedro. Puebla 1849. (2006). Es miembro del SNI.
482

8 Rosalina Estrada Urroz. Mexicana, es doctora en historia social por la Universidad de Paris
VIII (Saint Denis, Francia). Investigadora titular del Instituto de Ciencias Sociales y
Humanidades de la BUAP, y miembro de SNI, es especialista en historia del trabajo. Es
miembro fundador del seminario “México Francia” y dirige en la maestría en Historia del
Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades un seminario de historia cultural y de las
mentalidades. Dentro de su proyecto general, “Cultura y vida privada en Puebla en el siglo
XX”, desarrolla el tema “la influencia de la medicina francesa en las concepciones sobre
salud pública e higiene en México”. Ha publicado diversos artículos sobre patrimonio
industrial e historia de la tecnología, así como el libro Del telar a la cadena de montaje. La
condición obrera en Puebla, 1940-1976 (Puebla, 1997), y recientemente: Espacio fabril, máquinas
y trabajadores: La preservación del Patrimonio industrial (Puebla, 2003).
9 Annick Foucrier. francesa, es doctora en historia por la Ecole des Hautes Études en
Sciences Sociales de Paris (Francia). Su tesis doctoral, titulada“La France, les Français et la
Californie avant la ruée vers l’or (1786-1848)”, recibió dos premios. Es especialista en
historia de America del Norte, particularmente California, y de las migraciones en Estados
Unidos. Ha publicado diversos artículos sobre el oeste de Norte America, el mar Pacifico,
exploradores y emigrantes. Entre sus principales libros se encuentran: Le rêve californien.
Migrantsjrançais sur la côte Pacifique, XVIIIe-XXe siècles, (Paris, 1999); edicion, The French and
the Pacific World, 17th-19th centuries: Exploration, Migrations and Cultural Exchanges,
(Aldershot, UK 2005). Es miembro del CENA (Centro de Estudios Norteamericanos) EHESS/
CNRS, del MASCIPO UMR 8168. Actualmente es profesora, investigadora y directora del
Centre de Recherches en Histoire Nord-Américaine en la universidad de Paris 1-Sorbonne.
10 Montserrat Galí Boadella. Mexicana, icenciada en filosofía y letras por la Universidad le
Barcelona, maestra en historia del arte por la Universidad de Zagreb (Croacia) y doctora
en la misma especialidad por la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha dado
cursos y seminarios en diversas universidades, entre ellas la UNAM y la Universidad
Iberoamericana. Fue directora del Museo Universitario del Chopo, de la UNAM. Ha
publicado artículos especializados en diversas revistas y colaborado en catálogos y libros
colectivos, tanto nacionales como extranjeros. Entre sus principales obras destacan: El
arte en la era de los medios de comunicación (Madrid, 1988), Pedro García Ferrer, un artista
aragonés del siglo XVII en ¡a Nueva España (Teruel, 1996); Imatges de la memoria (Barcelona,
1999); Historias del Bello Sexo: la introducción del romanticismo en México (México, 2002) y La
estampa popular novohispana (México, 2008) Miembro del SNI, actualmente es profesora e
investigadora en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”
en donde coordina el posgrado en historia del arte.
11 Bernardo García Díaz. Mexicano, historiador, realizó estudios de maestría en la
Universidad Veracruzana, una especialidad en historia y geografía, en la Universidad de
Turín, y doctorado en historia en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la
BUAP, donde se especializó en historia local. Ha publicado numerosos artículos y libros
entre los que destacan: Un pueblo fabril del Porfiriato: Santa Rosa (1997); La terminal
ferroviaria deVeracruz (1998); y participó como coautor en Sol de Plata: Joaquín Santamaría
(1999); y La Industria textil en Puebla, Tlaxcala y Veracruz, (2000). Es fundador del Museo
histórico de Santa Rosa. Actualmente es investigador de tiempo completo en el Instituto
de Investigaciones Histórico-sociales de la Universidad Veracruzana.
12 Adriana Gil Maroño. Doctorando en historia de América Latina Contemporánea por el
Instituto Universitario José Ortega y Gasset, adscrito a la Universidad Complutense de
483

Madrid. Maestra en Historiografía de México por la UAM-Azcapotzalco y licenciada en


Historia del Arte por la Universidad Cristóbal Colón. Desde 1993 es investigadora de
tiempo completo en el Instituto Nacional de Antropología e Historia, donde se ha
dedicado al estudio de las prácticas culturales y las representaciones sociales en el
Veracruz virreinal, con el fin de entender la construcción de identidades sociales. Ha
producido numerosos artículos, ensayos, capítulos de libros, ponencias y conferencias.
Como tesis doctoral investiga las pervivencias y mutaciones en la transición del antiguo
régimen al liberalismo, con el fin de profundizar y problematizar la idea de construcción
de ciudadanía en México.
13 Helèn Homps. Francesa, terminó una maestría en literatura y una especialidad en historia
del arte, con la opción “Patrimoine et Muséologie” en la Universidad de Provence (Aix-
Marseille-I). Fue comisionada por el Servicio de Monumentos históricos (Ministère de la
Culture, D.R.A.C Provence-Alpes – Côte d’Azur) en Barcelonnette, para realizar el
inventario y la identificación de las villas construidas por los emigrantes a su regreso de
México. En 1993 ganó el concurso para ser reconocida como “Agregado de conservación
del patrimonio” y desde 2003 ocupa la dirección del Museo delValle, en Barcelonnette. Se
interesa particularmente en el estudio del movimiento migratorio del Ubaye hacia las
Américas. Ha participado en los coloquios del proyecto “México-Francia” y en la firma de
la convención de “hermandad” entre el Museo comunitario de Ciudad Mendoza (Santa
Rosa) y el de Barcelonnette. Entre sus artículos y libros más recientes tenemos: Villas en
Ubaye. Retour du Mexique, (Aix, 2002) y 1000 petits chefs-d’oeuvre du Mexique à Barcelonnette
(Paris, 2006).
14 Christian Jullian. Licenciado y maestro en historia por la Facultad de Filosofía y Letras de
la UNAM. Se ha especializado en la historia y mitología de las comunidades de sordos y
ciegos en México durante los siglos XIX y XX, así como en el surgimiento de las nociones de
anormalidad y discapacidad, temas sobre los cuales ha realizado diversas publicaciones e
impartido conferencias y cursos en distintas instituciones públicas y privadas del país.
15 Jean-Marie Lassus. Profesor de literatura y civilización latinoamericanas en la
Universidad de Nantes y director del CERCI (Centro de investigación sobre los conflictos
de interpretación) de dicha universidad. Doctor por la Universidad de París III, ha
publicado artículos sobre literatura e historia latinoamericanas. Su investigación se
centra fundamentalmente en la problemática de las escrituras de la historia y de las
representaciones de lo imaginario en América Latina en la novela y las crónicas (s. XX y s.
XVI). Se interesa más particularmente por las formas de la novela y nueva novela histórica
(s. XIX y XX) y también por las narraciones biográficas y autobiográficas que implican al
sujeto como actor y narrador. Ha prestado una atención particular a las producciones
relacionadas con los fenómenos migratorios del espacio atlántico, al análisis de los
discursos y a los “relatos de vida” y ha participado últimamente en una obra colectiva de
traducción de artículos inéditos sobre la historia de la esclavitud en Cuba. En la actualidad
es director de publicación de la CELCIRP (Centro de estudios sobre Literatura y
Civilización del Río de la Plata) y miembro del LIRA (Laboratorio Interdisciplinario de
Investigación sobre las Américas) de la universidad de Rennes y del CRLA (Centro de
Investigaciones Latinoamericanas) Archivos de la Universidad de Poitiers.
16 Fernanda Núñez Becerra. Mexicana, tiene un doctorado en historia por la Universidad de
París VII-Denis Diderot, donde se especializó en la Historia de las mujeres. Desde 1993 es
investigadora de tiempo completo en el centro INAH-Veracruz, oficina Xalapa. Entre sus
publicaciones más recientes destacan: “El agridulce beso de Safo. Discursos sobre las
484

lesbianas a finales del siglo XIX mexicano”, Historia y Grafía, no. 31. 2008. “Imaginario
médico y práctica jurídica en torno al aborto durante el último tercio del siglo XIX”,
Claudia Agostoni (ed.) Curar, Sanar y Educar. Enfermedad y sociedad en México siglos XIX y XX
(2008). “Fraudes conyugales: una preocupación decimonónica”, Elsa Muñiz (ed.) Registros
corporales. La historia cultural del cuerpo humano (2008). Tiene tres libros publicados:
Malinche, de la historia al mito (1998), La prostitución y su represión en la ciudad de México (siglo
XIX) (Barcelona, 2002). Y junto con Rosa Ma. Spinoso (eds), Mujeres en Veracruz: Fragmentos
de una historia (2008).
17 Michel Papy. Francés, doctor en historia por la Universidad de Pau, donde se especializó
en el estudio de la región de los Pirineos Atlánticos: demografía, migración, urbanismo y
desarrollo económico. Es profesor honorario de Historia en la Universidad de Pau et des
Pays de 1’ Adour. Miembro fundador y presidente de la Association pour la Maison de la
Mémoire de l’Emigration, de Pau. Ha escrito varios artículos y libros sobre la historia de los
berneses.
18 Javier Pérez Siller. Sociólogo por la UNAM, doctor en historia por la Universidad de París-I
Sorbonne, donde se especializó en la historia económica de México, siglo XIX, y en el
estudio de la reescritura y enseñanza de la historia. Ha publicado varios artículos en
revistas nacionales e internacionales. Entre sus obras más recientes destacan los libros:
L’hégémonie desfinanciers au Mexique sous le porflriat. L’autre dictature (2003) y El sueño
inconcluso de Émile Bénard y su Palacio Legislativo, hoy monumento a la Revolución (2009). Fue
articulista en el Cd-Rom Le Mexique en France (2003), realizó el dvd: Entre memoria e
identidad. Testimonios de descendientes de franceses en México (2009) y editó el Registre de la
population Françoise au Mexique, 1849 (2003). Ha sido profesor invitado en la École des
Hautes Études en Sciences Sociales y en las universidades de Rennes-2 y Paris-8. Desde
1996 es profesor investigador en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la
BUAP, donde dirige el cuerpo académico: “México-Francia: presencia, influencia,
sensibilidad”. Es miembro del SNI.
19 Adela Pineda Franco. Nació en Puebla. Realizó estudios de posgrado en la Universidad de
Texas en Austin, donde concluyó un doctorado en Literatura Comparada. Entre sus
publicaciones destacan Geopolíticas de la cultura finisecular en Buenos Aires, París y México, un
estudio sobe las prácticas literarias trasatlánticas de los escritores latinoamericanos del
modernismo, una co-edición sobre la crítica en torno a la obra de Alfonso Reyes titulada
Alfonso Reyes y Los Estudios Latinoamericanos y una antología sobre viajeros
norteamericanos en México, financiada por el Fondo para la Cultura México-Estados
Unidos. Ha difundido ensayos diversos sobre literatura y cultura latinoamericanas en
publicaciones como Revista Iberoamericana, Revista de Crítica Literaria Latinoamericana y La
Palabra y El hombre. Es miembro fundador del grupo México-Francia. Ha sido profesora
visitante en Brown University y el Massachussets Institute of Technology. Actualmente es
catedrática de literatura hispanoamericana en la Universidad de Boston.
20 Yves Robin. Francés, antiguo alumno de la Escuela de Formación de los Maestros de
Primaria de Nantes, maestro de Francés de la Alianza Francesa, enseñó en el Colegio
Franco-mexicano de Guacíala jara, Jalisco, entre 199S y 1998, así como en la Alianza
Francesa. Estas diversas experiencias de enseñanza le permitieron confrontarse con la
problemática de las representaciones de Francia entre los alumnos mexicanos. Al volver a
Francia, profundizó sus investigaciones sobre este tema en la Universidad de Nantes en el
marco del Diplomado de Estudios Superiores Especializados “Identidades lingüísticas,
imágenes nacionales y traslados culturales”. Actualmente esta preparando una tesis, en el
485

marco de una cotutela internacional entre la BUAP y la Universidad de Nantes, bajo la


dirección conjunta de los profesores Javier Perez Siller y Jean-Marie Lassus, titulada:
“Contribución de los manuales escolares a la formación de una memoria colectiva: la
interpretación de la imagen de Francia en los libros de textos gratuitos mexicanos
(1960-2000)”. En esta perspectiva, realizó una encuesta con 480 alumnos de sexto de
primaria, durante el año 2004, en varias escuelas mexicanas de las ciudades de Puebla,
Xalapa, México D.F., Querétaro y Guadalajara.
21 Guy Rozat Dupeyron. Francés, residente en México, doctorado (1975) en Sociología en la
Université de Nanterre-París X. Desde 1976 es investigador del INAH, profesor-
investigador en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (INAH) de 1975 a 1987.
Desde 1988 está adscrito al centro INAH-Veracruz. Es investigador nacional de nivel I y
profesor en la Facultad de Historia de la Universidad Veracruzana. Es director de la
Graphen, Revista de Historiografía. Ha publicado varias decenas de artículos y tres libros:
Indios reales e indios imaginarios en los relatos de la conquista, América imperio del demonio, y Los
Orígenes de la nación.
22 David Skerritt Gardner. Inglés de nacionalidad mexicana, historiador, realizó sus estudios
de historia moderna en la Universidad de Oxford, donde se especializó en la historia rural,
migraciones y la formación de nuevas comunidades. Ha dado cursos en diversas
instituciones del país y del extranjero. Entre sus publicaciones destacan los libros:
Rancheros sobre tierra fértil (1993) y Colonos franceses y modernización en el Golfo de México
(1995). Coautor de Migración internacional, crisis agrícola y transformaciones culturales en la
región central de Veracruz, mención honorífica de los premios INAH, 2009. Miembro del SNI,
actualmente es profesor investigador en el Instituto de Investigaciones Histórico-sociales
de la Universidad Veracruzana.
23 Zulema Trejo Contreras. Egresada de la licenciatura en historia por la Universidad de
Sonora, maestra y doctora en Historia por El Colegio de Michoacán y licenciada en
psicología clínica por la Universidad de Sonora. Es profesora-investigadora en El Colegio
de Sonora, ha participado en Simposios de Historia y Antropología, pertenece al SNI, y
posee el reconocimiento de perfil deseable por parte de PROMEP. Ha publicado artículos y
reseñas en numerosas revistas profesionales. Recientemente publicó el artículo
“Constituyentes y constitución, Sonora 1857-1861” en Historia Mexicana; con José Marcos
Medina, coordinó el libro Historia, Región y Frontera. Perspectivas teóricas y estudios aplicados,
y con colegas de la Universidad de Sonora y el Centro INAH-Sonora coordina el libro
Religión, nación y territorio en los imaginarios sociales indígenas de Sonora, 1767-1940, de
próxima aparición.
486

Índice Onomástico de lugares e


instituciones

A
Academia:
de la Lengua Española, Real, 334 n4
de Medicina, Bélgica, 416
de Medicina, México, 351, 352
de Medicina, Paris, 373
Médico Quirúrgica de Puebla de los Ángeles, 330, 334, 335, 341
México, 356, 358-ilu, 360, 360 n15, 361, 364, 366, 376, 376-ilu., 377, 378, 378 n62, 379, 381,
381 n64, 382, 426 n27
Real de Ciencias de París, 337
Real de París, 198
Academia de Ciencias y Literatura (Merida), 533
Académie Royale de Musique et de Danse, 187, 192 n22
Acapulco, Gro., 29, 34, 69, 247-ilu.
Acayucan, Ver., 83, 108
Aceves Pastrana, Patricia, 6 n 13, 32 n2, 333 n4, 340 n19
Aceves, Jorge, 99 n38
Acuña, Benito (dentista), 351
Adoue, (comerciante, Pau), 57-ilu., 61-ilu., 71
Aguascalientes, Méx. 34, 69, 83, 96, 97, 221
Aguila, Antonio del, 186, 191, 193, 195
Aguilar Ochoa, Arturo, 437, 437 n12
Aguilar, Francisco J., 129
Ainoa, Francia, 70
Ajalpan, Pue., 516, 517, 518
487

Ajofrín, Fray Francisco de, 474, 475


Akasaba, Japón, 319
Alamos, Son., 129, 131
Alatriste, Oscar, 583 n19
Alianza Francesa, (Xalapa), 111 n11
Alianza Francesa, 111 n11, 594
Album de Extremo Oriente, 311-ilu., 314-ilu., 323
Alcaraz, Ramón Isaac (segundo director de la escuela de Sordomudos; director del
Ministerio de Justicia e Instrucción Pública), 392 n17, 395 n26, 396
Aldama, Juan, 188
Alemania, 270, 502, 503, 506 n9, 511 n18, 524, 541, 545, 556
Alès, Gard, Francia, 152 n51, 237, 237 n5, 238-ilu., 239, 244-ilu.
Alexandre de Castagny (general), 123 Reynaud, Alexandre, 222, 226
Alfaro, Manuel (médico), 415, 415 n4
Alibert, Juan Luis (biólogo), 336
Almacén, Tienda o comercio:
Agencia Mercantil y Marítima, 558
Al Puerto de Liverpool, 100
Al Puerto de Veracruz, 226
Al Puerto de Veracruz (C. de M.), 224
Al Puerto de Veracruz (Pach.), 221
Anastacio Escalante, 559
Al Progreso (Mor.), 221
Centro Mercantil (C. de M.), 226
Ciudad de Londres, (Méx.), 226 de Paños, 559
El Refugio, Tuxpan, (Ver.), 115
Fábricas de Francia, (Pue.), 100
Fábricas Universales, 100, 226
La Alianza (Cordelería, Mér.), 558
La Ciudad de Londres o la Sra. de Paris, 100
La Ciudad de México, 100
La Ciudad de México, (Gdl.), 224, 226
La Ciudad de México (Pue.), 222, 224, 227
La Concordia, 558
La Fábrica de Ladrillos, 559
La Francia, 559
La Francia Marítima (C. de M.), 227
La Francia Marítima (Dgo.), 224
La Norma, 559
La Parisiense (C. de M.), 100
La Pasamanería Francesa (C de M.), 221
La Primavera (C. de M.), 221
La Samaritaine (París), 225
Las Fábricas de Francia (Ags), 221
Las Fábricas de Francia (Gdl.), 224, 227, 227-ilu.
488

Las Fábricas de Francia (Oax.), 74


Las Fábricas de México (Gdl.), 227
Las Fábricas Universales (C. de M.), 222
Las Siete Puertas (C. de M.), 84, 294
La Pasamanería Francesa, 221
Le Palais Royal, 559
Le Printemps (París), 225
El Brazo Fuerte, 559
El Botín Azul, 559
El Centro de la Moda, 559
El Correo Francés (C. de M.), 224
El Champion, 559
El Gran Oriental (C. de M.), 224
El Louvre, 559
El Nuevo Mundo, 100
El Palacio de Hierro, 100
El Palacio de Hierro (C. de M.), 223, 224, 224-ilu., 226
El Palacio de Hierro (Mor.), 224
El Puerto de Liverpool (C. de M.), 221, 224
El Puerto de Liverpool (Oax.), 221
El Nuevo París (Gdl.), 95-ilu.
El Único, 559
Espinosa y Escalante, 558
E. Escalante e hijos, 558
O. Molina y Ca., 558
Ortíz y Cardenas, 558
Puerto de Liverpool, 227
Tiendas Clemente Jacques (C. de M.), 224
San Carlos (Ver.), 224
Alfaro, Manuel (doctor), 415, 415 n4
Almonte, General (ministro de México en París), 260, 265, 267, 267 n22, 271
Alsacia, 90, 91, 92, 361
Alta California, 35, 53, 70 135, 137, 143-ilu., 143 n14, 231, 351
Alta Saona, Francia, (ver: Haute Saône), 35, 42, 60, 61, 83
Alvarez, Francisco (doctor, Méx.), 375, 376
Álvarez, Salvador, 41-ilu., 578 n1
Amabilis, José Asunción, 536
Amalvi, Christian, 279, 279 n1
Amberes, Belgica, 251
Amecameca, Pue., 520
América Hispánica, 162, 163
América Latina, 115, 283, 314, 591, 592
Ancona, Eligio, 534, 537, 546
Ancona, Joaquín, 557
Ancona, Nicanor, 551, 553 n71
489

Andalucía, España, 65, 480, 532


Angoulême, Charente, Francia, 41, 42 n35, 45, 59, 60
Apaches, indios, 127, 128
Aragón, España, 65, 480
Arboleda, Benjamin, 548
Archivos:
Centre des Archives Diplomatiques de Nantes, CADN, 100-ilu., 359-ilu.
Centre Genealogique des Pyrénées-Atlantiques, 63 n14 del Honorable Ayuntamiento de la
Ciudad de Puebla, Méx., 430, 432-ilu., 440
General de Notarías (Chih.), 579 n5, 579 n6, 581 n12
Histórico de la Secretaría de Salud (Méx.), 390 n9
Histórico Municipal, Pue., 440
Argelia, 58, 59 n9, 79 n7
Argentina, 35, 55, 87 n28, 142, 504 n6
Arias, Patricia, 53 n1
Arizona, N.M., USA, 124
Armieux, Antoine (sastre francés), 222
Arnaud, 45 n45, 113, 114, 294
Arnaud, Dominique, 84
Arnaud, François, 292, 294, 296, 297 n13
Arnaud, hnos., 55, 84, 85 n25
Arnaud, Jacques, 84
Arnaud, Marc-Antoine, 84
Arnold (poeta), 318
Arrigunaga, Joaquín de, 555
Artaud, Caroline, 193, 193 n23
Arteaga, Luis (Pue.), 457
Arturo Casares Echánove y Cía. S. en C, 562
Arzobispo de México, 254
Arzobispo de Zaragoza, 480
Asia, 307, 355 n8, 503, 504 n3, 506
Asilo Ayala, 563
Asociación:
de Beneficencia Francesa, Suiza y Belga de beneficencia y Prevención (C. de M.), 93-ilu., 93
n33
Dental Mexicana, 588
Franco-mexicana de Haute-Saône, Jicaltepec, Ver., 61, 83
Histoire au present, 250
Audiffred, André, 293
Audiffred, Victor, 221
Avellano, Alejandro del (notario, Méx.), 579 n6, 581 n12
Avenel, Jean, 82
490

Avila, Dolores, 545


Ayé, Auguste (comerciante), 224
Aznar Dondé, Alonso, 566
Aznar Pérez, Gabriel, 534, 536
Aznar, Rivas, 554 n76, 571

B
Bagnères-de-Bigorra, Francia, (Bagnéres-de-Bigorre), 64, 66 n20
Bajo Rhin, Francia, (ver: Basses Rhin), 60
Bajos Alpes (Ver: Basses Alpes), 55, 56, 59, 60, 62
Bajos Pirineos (ver: Basses Pyrénées), 52, 54-ilu., 55, 57-ilu., 60, 60 n13, 62, 64, 118, 122, 131
Bailón, Jean, 200-ilu.
Banco:
Central Mexicano, 556
Internacional e Hipotecario de México, 518
Mercantil de Yucatán, 553, 556 n84
Nacional de México, 549, 553, 553 n70, 555-ilu., 566
Yucateco, 549, 553, 555-ilu., 556, 565, 571
Banks, Joseph, 506 n10
Baños Othón, 537 n20
Bañuelos, Albino (Pue.), 457
Barbara Francisco, 548
Barcelona, España, 207, 210-ilu., 336, 556, 590
Barcelonnette, Francia, 55, 85-ilu., 85 n25, 87, 92, 93-ilu., 93 n35, 113, 114, 115, 218-224,
224-ilu., 225, 225-ilu., 226-ilu., 227, 228, 290-293, 293-ilu., 294, 295, 296-ilu., 297, 297 n13,
297 n14, 297-ilu., 298-301, 591, 592
Barcena, Eduardo Vicente (administrador de empresa cervecera), 523
Bargellini, Clara, 578 n2, 588
Barreda, Gabino, 422
Barrera, Coronel, 195
Barrera, Pantaleón, 531
Barrio, Señor del, chambelán de Maximiliano, 260 n10
Barrón, Guillermo, 539 n25
Barrón Robles, Mauro Esteban, 124-ilu., 125-ilu., 126-ilu., 127-ilu., 128-ilu., 129 n7, 129-ilu.,
130-ilu., 131 n20, 131-ilu., 132, 132 n11, 132 n12, 133-ilu.
Barroso, Agustín (calculador y fotógrafo), 504
Bartholomin (padre de Adele Monplaisir), 207
Bastantey García Rejón Marra, 531 n3
Basses-Pyrénée (Ver: Pirineos Bajos), Barker, Nancy, 35 n20, 36 n25, 47 n51, 49
Batilde, Princesa, 214
491

Batuc (poblado), Son., 130 Baudelaire, Charles, 306, 312, 315, 324
Baudelocque, Luois-Auguste, 359, 362 n19, 363, 363 n23, 363 n26
Bautista Alvarado, Juan, 147, 148, 151, 152
Bautista, Magdaleno (Pue.), 457
Bayona, Francia, 64, 65, 70, 576, 581
Bazaine, Achiles Francois, 71, 82, 254, 257, 263
Bazin, Renato, 547
Béarn, Francia, 24, 42, 45, 52, 54-ilu., 55-ilu., 56-ilu., 148 n34
Begosa y Jordán, Antonio, 475
Beguerisse, Pedro (boticario), 340
Bélgica, 42 n35, 149, 257 n5, 267, 416, 426
Bellido, Miguel, 470
Benecke, Esteban, 539 n25
Beneficencia Pública del D.F., 40-ilu.
Benjamín, Walter, 552, 552 n66, 555 n79, 571
Béraud, Germain (comerciante), 224
Bermejillo Pió, 539 n25
Berna, Suiza, 55, 66, 67, 71
Bernard, Claude (médico), 367, 383
Bernard Duhaut-Cilly, Auguste, 139-ilu, 142, 143 n15
Bernard, Pudal, 249
Bernard, Marchand, 358 n9
Bernard, Golsan, 582 Bernardelli, Oscar, 210
Bernardi, Laurent (comerciante), 224
Bernot, Carlos Ernesto, 84, 84 n8, 84 n22, 84 n25
Biart, Lucien, 298, 423
Bilbao, España, 551
Bienville (médico, Méx.), 419
Bigorra, Francia, 62, 66
Billère, Francia, 66 ni 8
Birmania, 300
Biwa, Lago, Japón, 321, 322
Blache, Alexis, 209
Blasis, Cario (bailarín), 207, 210
Blázquez, Carmen, 107 n2, 110 n6, 114 n16
Blázquez, Norma (editora), 413
Boisson, Pierre (dentista), 349
Boi vin, Marie Anne Victoire Gillian, 362, 362 n20
Bolio Ontiveros, Rafael, 534 n13, 536
Bolonchén (Camp.), 531, 531 n2
492

Bombelle, Conde de, chambelán de Maximiliano, 260 n10


Bonaparte, Joseph (José), 81, 164-ilu., 167, 168, 359
Borbones (Ver: Casa de Borbón) Bordeaux (Ver: Burdeos), 110, 147, 362
Borelly, Auguste (comerciante), 224
Borges, Jorge Luis, 266, 272
Borgoña (Ver: Bourgogne), Francia, 42, 59
Borja Martínez, Francisco, 583
Boston, USA, 110, 145, 303, 501, 554, 594
Botica, farmacia:
del Bazar (Mér.), 542
San Pedro, 332
La Guadalupana, 340
Bougeant (jesuita), 489
Bourdieu, Pierre, 249
Bourges, Cher, Francia, 390
Bourgogne (Ver: Borgoña), 83
Bourlon de Rouvre (prefecto de Loire Inferior), 259, 260
Boyer (médico), 335
Brasil, 377, 386-388, 391-393, 395, 401, 402
Bravo, Ignacio, 564
Bravo, Nicolás, 186
Bremen, Alemania, 542
Brest, Francia, 28
Bretaña, Francia, 43, 59, 345
Brimbert, Pierre, 268, 268 n24
Brito, Carlos (boticario), 338, 339, 589
Brodeke, Catalina (maestra de sordos, Méx.), 391
Brownsville, USA, 28
Brumoy (jesuita), 489
Bruselas, 206, 416, 426
Buchmann o Buchanan (ministro), 234, 234 n3
Budha, 322
Buenos Aires, Argentina, 504 n6, 594
Bulnes, Francisco, 316, 504 n4, 508 n15, 565, 568
Burdeos, Francia (ver: Bordeaux), 24, 28, 40, 43, 43 n40, 45, 59, 60, 150, 188, 206, 357, 542,
551, 579, 579 n5
Bureau de Reseignements Judiciers, Paris, Francia, 435
Burggraeve, Adolph (médico y biólogo belga), 370, 371, 371 n43, 377, 377 n59
Burke Mialhe, William Alain, 506 n9, 506 n10
Burke, Peter (historiador), 399 n38, 530 n1
493

C
Caballero, Julio (hacendado, Pue.), 519
Cabofranco, Mariano José, 333
Cádiz, España, 65, 70, 155, 538
Cahmboredon, Jean-Claude, 249
Caire, (Abad), 299
Caire, Antoinette (esposa de E. Chabrand), 299
Caire, Jean, 292
Cal, Mariano de la, 335
California, USA, 537 n20, 573
Calle Ancha del Bazar (Mer.) 542 n37
Callet, François, 111
Camacho, Sebastian, 539 n25
Cámara de Diputados, Méx., 352
Camara Lujan, Raimundo, 553
Camara y Camara, Alfonso, 554
Cambré, Eugenio del (dentista), 530
Cambuston, Henri (maestro), 148 n34, 249
Camou Bascou, Vicente, 131
Camou de Camou A., 128-ilu.
Camou de Camou, Cristina, 129-ilu.
Camou de Camou, Hermesto, 124-ilu.
Camou Candaudap, Jean, 131
Camou Camou, Eugenio, 130-ilu.
Camou Familia, 22, 124-ilu., 132-ilu., 133
Camou Hermanos, 129, 129 n7, 131, 132
Camou, José, 132
Camou, Juan Francisco, 132
Camou, Juan Pedro, 132
Camou Mendez, Guillermo, 131-ilu.
Camou, Pascual, 132
Camou, Pedro Andrés, 132
Campbell, Joseph, 388 n4, 399, 399 n39, 401 n43, 408
Campeche (Edo. de), 531 n2, 531 n3, 532, 554
Campeche, (C. de), 29, 51 n3, 538, 546
Campuzano, Juan D., 374, 376 n58
Canadá, 87, 245
Candelaria de los patos, 322
494

Candolle, Agustín Pyrame (médico), 335 n9


Cano Galindo, Enrique, 442
Cano, Margarita, 438-ilu.
Cantón Cámara, Rodulfo G., 556, 571
Cantón Rosado, Francisco, 557, 557 n90, 559, 560, 566-ilu., 573
Cantón, Braulio G., 541
Cantón, Gregorio, 533, 533 n10, 552, 553 n71
Cantón, Olegario G., 558
Cantón Remigio, Nicoli, 553 n71
Cantón, Tampico de (Ver.), 109
Capetillo, Ignacio, 362
Capilla fúnebre:
de Garcin-Argentin, (Btte.), 222
de Ricaud Brun, (Btte.), 222
de Henry Ricaud, (Btte.), 222
Cárdenas Peón, Luis, 537, 540
Cárdenas, Lázaro, 439
Cárdena, Anastasio, 559
Caribe, 28, 84 n 14, 112
Carlos III, 72 n23, 332, 480, 481
Carlota Amalia de Bélgica, Emperatriz, 254, 255, 256, 257, 257 n5, 258-266, 266 n21, 267,
267-ilu., 268, 269, 269 n32, 270, 270-ilu., 271, 272, 272 n40, 273, 275, 392, 393, 393 n21, 394
Carranza Landrino, Luis S., 548
Carrillo, Antonio, 129
Carrua (Orizaba, Ver.), 114
Cartas (de Noverre), 199, 199 n32, 200, 200 n39, 204-ilu.
Casa de Borbón, 77, 81, 168, 183, 332, 481
Casa de Habsburgo, 257 n5
Casal, Julián, 315, 315 n30
Casares Echanove, Arturo, 562
Casares, David, 558
Casasús Echazarreta, Francisco, 459 n60
Casasús González, Carlos, 549, 568
Casasús, Joaquín, 538, 557, 560, 563 n102, 565
Casasús Molina, Francisco, 532, 549
Castañeda (hermanos), 203, 207
Castañeda, Alejo Infante, 206
Castañeda, Chucha Moctezuma, 206
Castelot, André (historiador), 266, 266 n21, 267, 268 n29
Castilla Castilla, Vicenta, 546
495

Castilla Izquierdo, Antonio, 546


Castilla Reyes, Vicenta, 546
Castillo de Bouchout, 258
Castillo, Jerónimo, 533
Castillo, Rosa, 437-ilu.
Castillo, Vicente (sordo, Méx.), 400 n48, 402 n46
Castro, José (comandante y gran propietario), 151, 247
Castro Morales, Ignacio, 548
Catesby Jones, Thomas (cómodoro americano), 232
Caventou, José Armando (químico y farmaceuta), 336
Cay, María, 315 n30, 315 n31
Cementerio, panteón:
General de Oaxaca, (C. de Oax.), 384
De Barcelonnette, 212
De Dolores, (C. de M.), 397, 405-ilu.
Municipal de Oaxaca (Oax.), 383-ilu.
Cepeda Peraza, Manuel, 535, 537
Cerritos, Orizaba, Ver. (fábrica textil), 113
Cervantes, Vicente (catedrático en el Real Jardín Botánico de México), 334
Cevallos, Justino D. (hacendado, Pue.), 519
Chabrand, Émile, 221 n7, 222, 225, 290-292, 292 n2, 292 n3, 293, 293-ilu., 294, 294-ilu., 295,
296, 296-ilu., 297, 297 n14, 294 ni5, 297-ilu., 298 n16, 299, 300
Chacón, Mariano (dentista), 293
Chalco, Edo. de Mex., 293
Champ d’Asile, Texas, 81, 82
Champlitte, Francia, 42, 42 n35, 60, 84 n21, 91
Chanteaud, Sedlitz, 371 n43, 375
Charente, Francia, 42 n15, 45, 59-tabla
Charlotte, Imperatrice, 268 n24
Chartier, Roger, 179, 179 n30
Chateaubriand, Fracois Rene, 151, 306, 314
Chavre, Martín (socio de una fábrica de hilados y tejidos de algodón), 580
Cházaro, Laura (investigadora, Méx.), 423
Cherbourg, Francia, 300
Chevalier, François, 83 n19
Chevalier, Miguel, 298 n16 Chihuahua (C. de), 34, 47, 94, 97, 167, 576, 577, 578, 578 n1, 583,
587
Chile, 140, 206
China, 10, 231, 300, 321 n49, 504 n4, 506, 508 n15, 510
Chorné y Salazar, Margarita, 588
Ciocca, Giovanna (bailarina), 211, 212
496

Cisero, Eduardo E. (criminalista), 426


Ciudad de México (C. de M.), 35 n73, 69, 75, 76 n25, 80, 88, 94, 96, 98, 162, 163, 184, 189,
190, 193, 202, 214, 222, 235, 236, 242, 242-ilu., 244, 254, 263-ilu., 294, 316, 340, 350, 388, 389,
392, 392 n16, 393, 397, 397 n35, 399, 401, 401 n42, 401 n45, 405-ilu., 407, 434 n2, 437, 440,
520, 521, 537, 538, 539, 544, 560, 561, 565, 568
Ciudad del Carmen, Cam., 29
Ciudad Mendoza, Ver., 592
Civalero Omasini (arquitecto), 222
Clement, Julio, 360, 360 n14, 361, 362, 368
Clement, Leontina, 360
Clerc, Laurent, 388 n3
Cleveland, Ohio, USA, 377 n59, 557
Coatzacoalcos, Río, 117
Coatzacoalcos, Ver., 31, 42, 85, 117
Cogordon, Jean Baptiste, 227
Colegio:
Centro de Estudios Históricos del Colegio de México, 152 n2
Civil Universitario (Mér.), 534
de Enseñanza Primaria y Secundaria (Mér.), 533
de México, El (COLMEX), 162 n7
de Michoacán, El, 121, 588, 595
de San Gregorio (C. de M.), 394
Lingüísticos y Literarios (Méx.), 387 n2
Preparatorio en Xalapa (Ver.), 111
Colima, Edo. de, 34
Compañía, sociedad:
Amsick & Co., 551
Bancada Católica, 519
Bahia de Hudson, 150
Ch. Vezin & Co. (urbanizadora, USA), 557
El Paraíso Novillero, ingenio azucarero (Ver.), 96, 114
F. C. Austin Manufacturing Co. (urbanizadora, USA), 557
Fortoul, Bec y Cía., (Gdl.), 227
Franco Mexicana de Haute-Saône, 61, 83
Guggeinheim Smelting Company, 581
Higar y Padres, 48
J. Ollivier y Cia, (C. de M.), 226
Jean Desdier y Cía., 221
King Bridge Co, (urbanizadora, Cleveland, Ohio, USA), 557
L. Gas y Cía. (Gdl.), 226
Latapi y Bert (C. de M.), 104
Lions Hermanos y Cía, (Pue.), 227
Minera de San Francisco del Oro y Anexas (Chih.), 576, 579, 580, 581, 582
Monphisir, 212
O. Molina y Co., 552, 557, 563
497

Pautret, 195, 197, 203, 205


Pearson & Son, (urbanizadora, Gran Bretaña), 557
San Francisco del Oro y anexas, 575, 581
San Juan Nexcaltepec, 519
Sánchez Castro, 548
Santiago Boothy Ca., 521
Sébastien Robert y Cía. (C. de M.), 226
Segovia Mining Company, 581, 582
Signoret y Honorat, (C. de M.), 226
Trasatlántica Impératrice-Eugénie, 258
Tranvias de Mérida, 554
Velasco, 519
Vilter Manufacturing, Co., USA, 522
Conchinchina (hoy Vietnam), 504 n4, 508 n15
Confédération napoléonienne, 82
Cook, James (capitán), 506
Consejo de Castilla, 483
Consejo Superior de Salubridad (C. de M.), 349, 350
Conservatorio mexicano en el Ramo del Baile, 194
Constant, Benjamín, 534
Consulado de Francia en México, 25, 26, 28-34, 46, 80 n2
Consulado de Francia (Monterrey), 52, 230, 231, 254
Consulado de Francia (Ver.), 29, 42
Consulado de México en Francia, 29
Consultorio Nacional de Enseñanza Dental, Méx., 344, 351, 352
Contla, Eleonora (conserje de la escuela Nacional de Sordomudos, C. de M.), 397 n33
Contreras Elizalde, María del Pilar, 538 n22
Contreras Elizalde, Nicanor, 538 n22
Contreras Elizalde, Pedro, 538
Contreras, José María, 538 n22
Convento de San Pedro Mártir, 48
Coquet, Adolphe (arquitecto, Lyon), 300
Coquet, Lucien (arquitecto), 222
Coralli, Jean (coreógrafo), 205 n50, 212
Corbin, Alain, 416 n6, 420 n11, 420 n12, 434 n3, 435 n5
Córcega, Francia, 37, 42 n37, 43 n5
Cordero, Miguel (médico, Méx.), 378
Cordero, Soledad (prostituta mexicana), 187, 187 n5, 456
Córdoba, Ver., 69, 96, 108, 110, 114
Cordonato (nuestra señora de), 473, 494
Corinto, Italia, 197, 224
Cortés, Hernán, 520
498

Cortés, Raúl, 335


Cousin, Víctor, 534
Coutouly, M. de, 362, 363
Couttolenc, Antonio, 84
Covarrubias, Sergio, 587
Covarrubias, José Ma., 148, 148 n34, 154, 155
Cramaussel, Chantal, 33 n16, 35 n22, 76, 578 n1, 588
Crassemann, Juan, 534
Creel, Enrique, 556, 557
Cristina de Suecia (Reina), 198
Crombé (bailarín), 195, 197 n27, 196 n29
Crombé, Eugenio (dentista), 344, 350
Crombé, Ricardo (dentista), 344, 452
Cruz, Anastasio, 474
Cruz Monforte, Juan de la, 555
Cuba, 28, 206, 350-ilu., 434, 444, 445, 504 n14, 508, 510, 518-ilu., 541, 548 n35, 549, 554, 559,
568, 592
Cuernavaca, Mor., 292, 293, 384 n6
Cyprey, Alleye de (ministro), 242, 243, 244
Cyrielle, Goneau, 268, 268 n24

D
D’Alambert, Jean le Rond, 216
Daran, Ernest-Victor (negociante), 70
Dauberval (Jean Bercher), 188, 192, 192 n21, 196
Dávila, Eduardo (patriarca y arzobispo de la Iglesia católica Mexicana), 397 n33
Deffaudis, Barón, 79 n6
Delgado Jordá, Ixtel, 437, 437 n10
Demard, Jean-Christopher, 84, 117 n22
Descartes, Réne, 198
Desdier, Jean, 221
Desfontaines, René, 335
Destouches, André-Cardinal (dramaturgo), 468, 495
Destouches, Nericou, 497
Desveaux, Augusto Nicasio, 336
Díaz Covarrubias, Francisco, 316, 489, 502, 503, 504, 504 n7, 505-505, 508 n15, 509-512, 512
n10
Díaz de Kuri, Martha, 114, 115 n17
Díaz del Castillo, Bernal, 298 n16
499

Díaz Mirón, Salvador, 568


Díaz, Porfirio, 296, 351, 555, 560, 563-ilu., 565, 568, 570
Dibos, Felix, 35 n22
Didelot, Charles-Louis, 190, 190 n14
Diderot, François, 179, 198, 449, 593
Digne, Francia, 300
Dijon, Francia, 91, 92
Dickens, Charles, 547
Dimier, Aurélie (bailarina), 205, 208-ilu.
Dimier, Mile, 205
Doménech, Ignacio Antonio, 332, 333
Domínguez, Alfredo, 539
Dondé Cámara, Manuel, 540
Doboc, Gustave, 146, 153 Dubois, (arquitecto), 223
Dubois, Juan Roger (socio de una fábrica de hilados y tejidos de algodón), 580
Dubois, Paul (médico), 358
Duchâtelet, Parent (médico), 417, 434, 435 n5
Duflot de Mofras, Eugéne, 136, 144 n18, 145, 146, 146-ilu., 148, 149 n37, 153, 153 n54, 153
n57, 154, 241
Dujat (médico, Pue.), 29
Dumas, Claude, 109, 109 n4
Dunal, Miguel Felix (botánico), 336
Dupetit-Thouars, Abel Aubert (almirante), 141-ilu., 143-ilu., 144-ilu., 145, 145 n22, 231,
243-ilu.
Dupuytren (Guillaume, doctor, París), 359
Dutil, Léon, 237 n6

E
Ébrard, 222, 226
Escalante Bates, Eusebio, 551, 552, 553 n72, 558, 566
Escalante, Gabriel, 558
Escalante Peón, José, 553 n72
Echeandra, José Ma., 152
Ecuador, 115
Edwards, Derek, 400 n41
Egipto, 204, 335 n8, 359, 504 n4, 508 n15
El Havre, Francia, 28, 28 n5, 44, 45 n40, 369, 525, 542, 551
Elissague, Pierre, 580, 581
Elizalde, Manuela, 538 n22
500

Elssler, Fanny (bailarina), 201, 201 n43, 203, 205, 207, 207 n57, 213-ilu.
Enriquez, Juan de la Luz, 110, 111 n8
Escalante Peón, Eusebio, 553 n72
Escuela:
Académica francesa, 290, 291, 299, 307 n4, 496 n19, 496 n28
Bolera española modernizada, 203, 203 n45
de Agricultura, 565
de Blasis, 210
de Jurisprudencia, Mérida, (Mér.), 534
de Jurisprudencia y Notariado, (Mér.), 536, 538
de Medicina de Paris, 345 de Medicina de Puebla, 337
de Medicina Poblana, 334
de Pautret en México (vease Compañía)
Dental de París, Francia, 351
Francesa académica, 197, 198, 212
Liceo Comercial (Mér.), 533
Municipal para Sordos, C. de M., 395, 397 n35
Nacional de danza, 197
Normal Veracruzana, 111
Normal de Profesores, 536
Preparatoria y Normal (Mér.), 536
España, 29, 62, 65, 77, 82, 139, 141, 162, 163 n6, 164, 167, 169-171, 174, 175, 175 n24, 181
n31, 183, 331, 332, 332 n1, 397, 444, 445, 469, 476, 479, 480, 481, 481 n9, 481 n11, 482-485,
491, 495, 511 n18, 540, 548, 549, 568
Espelette (Pirineos Occidentales, Francia), 576, 579
Esperón, Martín, 580
Esperón, Víctor, 580
Espinosa (bailarín), 212
Espinosa, Enrique, 553 n72
Espinosa, Miguel, 534 n78
Espinosa Rendon, Antonio, 540, 558
Esquilo, 200
Esquirol (médico), 417
Esquivel de Granado, Paula, 531
Estados Unidos, 28, 29, 32, 33, 35 n21, 43, 46, 70, 79, 81, 87, 88-ilu., 89, 110, 111, 112, 127,
134, 144, 144 n18, 154, 155, 197-ilu., 205, 206, 212, 236, 231, 232, 233, 234, 236, 244, 245, 248,
257, 259, 265, 283, 300, 308, 344, 347, 348, 350-ilu., 351, 352, 388 n3, 434, 444, 502, 503, 504,
508, 509, 510, 511, 541, 542, 546, 549, 554, 557, 570, 576, 578, 581, 590, 594, 633, 677
Estrasburgo, Francia, 334, 525
Eugénie, Impératrice, 258, 271
Europa, 30, 32, 69, 80, 83, 95, 97, 139, 142, 148, 152, 164, 164 n7, 185, 186, 198, 204-ilu., 206,
207, 215, 219, 239, 244, 246, 247, 248, 256-259, 262, 265, 268, 270, 270-ilu., 270 n34, 271, 273,
280, 286, 300, 308, 308 n8, 332, 335 n8, 344, 345, 347, 351, 360, 383, 488, 504 n4, 507, 508
n15, 530, 533-ilu., 541, 542, 543, 549, 551, 554, 566-ilu., 567, 582
501

Everaert Dubernard, Luis, 297 n14, 298

F
Fábrica de cerveza y licores:
Campos Elíseos, 521 Chihuahua, 522
Cuauhtemoc, 522
Del Fénix, Pue., 514, 521-ilu.
El Labrador Normando, Licores, Pue., 516, 525
Finance, 521
García Rosario, 522
Genis, 521
Germania, Pue., 522-ilu.
Grande Brasserie de l’Ouest, 525
Ibarrón M., 521
La Candelaria, Pue., 521
La Pila Seca, Méx., 521
Las Dos Americas, Pue., 521
Mazatlan de, 522
Meza, 521
Miranda, Pue., 521
Moctezuma, 522, 524
Mormentyn y Cie., 525
Pouyolet, 521
San Diego, Pue., 521
San Luis Potosí de, 522
Santiago Booth y Compañía, Cia., Pue., 521
Sonora de, 522
Toluca y México, Tol., 522
Yucatán de, 522 Zaragoza, Pue., 523
Fábricas textiles:
Cerritos (Orizaba, Ver.), 113
Río Blanco (Orizaba, Ver.), 4-ilu., 96, 113
Santa Rosa (Orizaba, Ver.), 96, 113
Fabuis, Nicolas (relojero francés), 476, 477
Facultad:
de Medicina de París, 357, 358, 362 n14
de Medicina de Estrasburgo, 334
de Medicina y Farmacia de Burdeos, 358, 362
Falero, Juan (dentista), 352
Farmacia de Burdeos, 358, 362
Fauchard, Pierre (escritor), 345, 346, 347
Favier, Alfred (arquitecto), 227
Favier, Jean, 362 n100
Felipe V, 332, 481
502

Fell, Claude, 272, 272 n41


Fénelon, Emilio (miembro de la SFB en México), 357
Fénelon François, Luis (general), 357
Fénelon, Jean François (médico), 354, 355, 356, 357, 357-ilu., 358-ilu., 359-ilu., 360, 361,
362, 362-ilu., 363, 363 n25, 364-367, 369, 370, 372-384, 384-ilu.
Ferguson, David, 539 n25
Fernández Campo, Nicolás Manuel, 474, 504 n4, 509
Fernández del Castillo, Francisco, 381 n64, 519
Fernández del Castillo, Manuel, 504 n4, 519
Fernández-Christlieb, Federico, 198 n35, 219 n2, 561 n95
Fernández, José, 568
Fernández, Manuel (topógrafo), 504 n4
Fernando VII, 159, 160, 162, 163, 165, 165 n8, 167, 168 n13, 171, 172, 172 n19, 173, 174, 175,
175 n25, 178
Ferrer de Mendieta, Gabriel, 539 n27
Ferrerò, G., 418, 419
Ferrigani, 418
Ferrocarril y vapores:
de Mérida-Progreso, 349, 530-ilu., 536, 538, 539, 541, 543, 551
de Navegación Olazarri, 551
Harrison Line, (vapores), 551
King Bridge Co., 557
Knott’s Prince Stemship Line, 551
Mérida-Peto (Yuc), 562
México-Veracruz, 537
Sud orientales (Yuc), 557
West Line & Pacific Line, 551
Fiaux, Louis, 431, 431 n1, 434 n14
Figueroa Anguas, Manuel, 535 n14
Figueroa Domenech, 514, 517-ilu., 518-ilu, 524-ilu.
Figueroa Milan, Dolores, 535
Figueroa Rosales, Manuel, 535
Figueroa, Ricardo (dentista), 352
Figueroa, Teutilia, 546
Flaubert, Gustave, 533
Flores, Javier (editor), 413 n2
Floridablanca, Conde de, 141, 483, 489
Formers, Francisco (socio de una fábrica de hilados y tejidos de algodón), 580
Fonseca, Urbano (autoridad, C. de M.), 393, 394
Font Gutierrez, José Ma., 546
Font, José, 539, 546
Font Hübhe, Rosario, 546
503

Fontenelle, Julián, 337


Fortolis, Félix, 293
Fortoul, Eugène (comerciante), 224
Fortoul, Louis (comerciante), 224, 227-ilu.
Fossey, Mathieu, de, 83, 83 n29
Foucrier, Annick, 30 n7, 36 n24, 46 n56, 148 n34, 232 n2, 590
Fourcroy, Antonio, Conde de, 333 n5, 333-ilu., 337
Fourier, Charles-Marie, 83, 117
Four nier, Alfred, 415
Fournier, Edmond, 415
Francia, 24, 25, 25 n4, 26-31, 31 n11, 32-ilu., 33-35, 35 n21, 38-40, 40 n33, 41, 42, 43, 43 n38,
44, 46, 46 n50, 47, 48 n53, 54, 55 n5, 57, 58, 61, 64, 65, 70, 74, 79, 80 ni2, 83, 83-ilu., 85-ilu.,
86, 86 n27, 86-ilu., 88, 88 n50, 89, 90, 92, 105, 108-112, 112 n12, 118, 131, 137, 139, 141, 142,
146, 149, 150, 152-155, 160, 164, 177, 178, 179 n30, 180, 180 n31, 187, 195, 197 n27, 196-198,
225 n9, 230, 232, 232 n2, 235-237, 239, 241, 242, 244-249, 254, 256, 257, 258-ilu., 262-266,
269, 273, 279, 291 n2, 306, 308, 308 n9, 312, 316-ilu., 335, 335 n8, 339, 344, 345, 347-349,
350-ilu., 362, 373, 378, 386, 387, 388 n3, 389-391, 395 n27, 400, 401 n42, 401 n45, 430-432,
436, 437, 444, 445, 468, 469, 472-ilu., 475, 476, 479-481, 481-ilu., 483, 483 n14, 486, 486-ilu.,
488, 489, 492, 495, 497-ilu., 502, 503, 505, 506, 506 n9, 510, 511 n18, 512, 529, 533-ilu., 534,
536, 541, 549, 556, 558, 561, 567, 570, 580, 581
Franche-Comté, Francia, 83
Franciscanos, 137, 477, 494
Franco, Moretti, 508
Françoise Meillon (comerciante), 70
Fremont, 233
French Ballet Company, 207
Friedman, Boris, 388 n2, 398 n37
Fritsch, Philippe, 249
Fröbel, Friedrich (pedagogo), 111
Fujiyama, Japón, 509

G
Gabriac, Alexis, de, 80
Galaup de Lapérouse, Jean François de, 138, 141 n10, 149-ilu.
Gamboa Ojeda, Leticia, 55 n4, 86 n27, 86-ilu., 277
Gamboa, Federico (escritor), 413, 537 n19, 568
Garcia Cano, Anatolio, 544
García Cubas, Antonio, 210, 211 n57
García de Noriega, María Guadalupe, 131
García Díaz, Bernardo, 591
García Gamborino, Manuela, 186, 187 n4
504

Garcia Gineres, Joaquín, 562


García Morales, Jesús (general), 124
García Rejón Masso, Gertrudis, 545
García, Rosario (empresaria de cerveza), 521
Gard (Francia), 152 n51, 237, 237 n5, 238-ilu., 239, 244-ilu.
Gardel, Pierre, 187, 188 n7, 189, 189 n13, 190, 190 n15, 192
Gardette, Guillermo (profesor, cirujano dentista), 348
Gardiner, George (dentista), 350
Garibay, Graciela de, 399 n38
Garnier, Coronel, 124
Garrick, David, 198
Gas, Jean-Antoine (comerciante), 224
Gasquet, Eugène (Hno. de Louis), 238
Gasquet, Louis, 52, 230, 231, 233, 234, 235, 236, 237, 237 n5, 238-244, 244-ilu., 245-248
Gasquet, Simon (padre de Louis), 237
Gassier, Adrien, 292, 300
Gassier, Aimé, 293
Gatica, Alonso Joseph, 474
Gautier, Judith, 307, 310
Gautier, Théophile, 205 n49, 210 n56, 212, 213, 214, 306, 314, 324, 324 n50
Gavachos, 480
Gave d’Aspe, Francia, 67
Gave de Pau, Francia, 67
Gelos, Francia, 68 n18
Génin, Auguste (funcionario y miembro de la SFB en México), 77 n7, 87, 87 n29
Génova, Italia, 542
Gidaud, Miñón (prostituta parisina), 430, 432
Gilbert, Loreto (residente), 432
Ginebra, Suiza, 30
Ginzburg, Cario, 530 n1
Giordan François, (principal agente de la colonia francesa en Ver., Méx.), 83, 116, 116 n19
Girardot, Barón de, 259
Gironde (Gironda), La (Francia), 27, 45, 91, 357
Girondinos, 46
Glasgow, 542
Gloux (cónsul), 243
Gluck, Christoph Willibald, 198
Goffin, René, 268 n28
Goldoni, Carlos (literato), 495
Golfo de México, 113, 119, 595
505

Golsan, Bernard (minero), 582


Gómez Carrillo, Enrique, 315, 315 n32
Gómez Pérez, Francisco, 547
Goncourt, hermanos, 324
González Arfian, Juan, 533, 536
González, Daniel (hacendado, Pue.), 319
González, José María, 532
González Navarro, Moises, 557 n18
González, Pablo, 551
González Tello, Romana, 549 n20
Gorostiza, Manuel Eduardo, 197 n30
Gouy, Patrice, 86 n26, 220 n5
Gran Bretaña (Ver: Inglaterra), 28, 112 n12, 308
Gran Revolución Científica, 330, 331, 337 n14
Gréce, Michel de, 267 n22
Grenoble, 220 n5, 223
Griggs, Jorge, 583 n17
Grimm, Hermanos, 198
Grisi, Carlotta, 213
Gruber, Jacques (vidirero), 223
Guadalajara, Jal., 34, 69, 70, 95-ilu., 96, 97, 162, 224, 226, 227, 227-ilu., 245, 246, 369, 521,
594
Guadalupe (virgen de), 494
Guadalupe Victoria (José Miguel Ramón Adauto Fernández y Félix, presidente de México),
193 n23
Guanajuato (Edo. de), 29, 34, 59, 94, 162, 377, 444
Gualdi, Pietro (pintor italiano), 204
Guatemala, Guatemala, 242-ilu., 531 n3
Guaymas, Son., 29, 34, 94, 122, 123, 124, 124-ilu., 126, 127, 127-ilu., 128, 129, 131, 132, 134
Güemes, Francisco (médico), 416, 416 n5
Guénot, Stéphanie, 83, 117, 195
Gueriff, François, 271, 272 n39
Guerra, Pedro, 547-ilu. Guerrero, Julio (investigador, Méx.), 421
Guillet, capitán frances, 132
Guizot, François (ministro), 534
Gutiérrez, Antonia (prostituta mexicana), 457 Gutiérrez de Estrada, Manuel, 191, 256-ilu.
Gutiérrez, Gloria (prostituta mexicana), 457
Guzmán Díaz, Mario (sordo, Méx.), 402 n48
506

H
Haber, Stephen, 523
Habsburgo, familia de, 257 n5
Hachette (Paris), 40 n33, 146 n26, 237, 298, 298 n16
Hacienda, rancho:
Ahuatla, (Pue.), 517
de Buenavista, Sociedad Anónima (Oax., Méx.), 516, 517, 518, 519, 570
de Corral de Piedra, (Chih.), 579
del Cura, (Pue.), 517
de la Santísima Trinidad, Pue., 517
de Mexía, (Zimatlán, Pue.), 357, 360, 373 n50
de San José Buenavista, Pue., 316
de Xonoctipa, Pue., 517
La Trinidad (Pue.), 518
Santiago (Chih.), 579
Sodzil (Yuc), 545, 568
Zavaleta (Pue.), 518
Halley, Edmond (astrónomo), 503, 503 n2, 504 n3
Hamburgo, Alemania, 542, 545, 546, 546 n50, 551
Hanneman, Samuel (doctor alemán), 377, 377 n59
Haro, Eloy, 540
Hasparren, Francia, 70
Haussmann, Georges Eugène, 561 n96
Haute Garonne, 44, 45
Haute-Saône, Francia, 42 n35, 61, 83, 227-ilu., 228-ilu.
Hautes-Pyrénée (Ver: Pirineos Altos) Hecelchakah (Cam.), 531, 532
Henríquez Ureña, Pedro, 315 n30
Heredia, José Maria, 187 n6, 191, 191 n18, 306
Hermosillo, Son., 122, 125, 126-ilu., 128, 129, 131, 132, 133 n13, 133-ilu.
Hernández Chávez, Alicia, 257 n4
Hernández, Emilia (prostituta mexicana), 458
Hernández, Guadalupe (prostituta mexicana), 457
Hernández, Luz (prostituta mexicana), 445-ilu., 452
Hernández, Soledad (prostituta mexicana), 457, 457-ilu.
Herrera, Alfonso de (miembro de la expedición de Hernán Cortés), 520
Herrera, Jesús, 33 n17
Heydrich, Alfred, 541, 556, 569
Hidalgo, Miguel, 188
Hidalgo, Guadalupe, 231
Hiriart-Tribout-Beau, arquitectos, 228
507

Hirigoity, Eduardo (socio de una fábrica de hilados y tejidos de algodón), 580


Hispanoamérica, 312, 315, 316-ilu., 317, 504, 507, 533
Hittell, Théodore, 151
Honnorat, André, 292
Hopelchén (Cam.), 531
Hopkins Gallaudet, Thomas, 388 n2
Horcasitas, comandante de, 130
Horcasitas, villa de (Son.), 130, 130 n9
Hospital:
de San Pedro, Pue., 330, 332, 336, 338, 338 n15, 458, 589
Francés (Oax.), 360
Gonzáles de Echeverría (Oax.), 360, 367
O’Horán (Mér.), 563
San Hipólito, 538
Hotel, restaurante:
Bazar (Mér.), 542
Bellay (Saint-Nazaire, Francia), 260
Café de Veroli (C. de Méx.), 195
Houdaille, Jaques, 31, 31 n9, 77 n3, 78
Hübbe y Cía., 551
Hübbe García Rejón, Joaquin, 546
Hübbe García Rejón, Luisa, 545
Hübbe García Rejón, Rosario, 546
Hübbe Heder, Ivan, 545
Huejotzingo, Pue., 457
Huerta, Julia, 462-ilu.
Huet, Adolfo, 386, 387 n1, 389, 393-ilu., 405
Huet, Adolfo Pedro, 402-ilu., 405-ilu.
Huet, Eduardo, 393-ilu., 405-ilu.
Huet, Enrique, 387 n1
Huet Herrera, Susana, 389 n6, 390 n7
Hugo, Víctor, 533
Humboldt, Alexandre von, 507, 538
Huysmanns, Joris-Karl, 306
Hyacinthe, Guillome Joseph, 505, 506 n8

I
Ibarra de Regil, F., 559
Ibarra Ortoll, Felipe, 539
Iglesia de la Profesa (C. de M.), 348
508

Imbert, Joseph (arquitecto), 227


Independencia de México, 152, 177, 182 n16, 188
Infante, Alejo, 206
Inglaterra (Ver: Gran Bretaña) Ingre, Río (Francia), 401 n45
Inquisición, Santo Tribunal de la, 469, 470
Instituto:
de Ciencias Sociales y Humanidades, BUAP, Pue., 56, 88 n30, 338 n16, 357, 589, 590, 591
Imperial de Sordomudos, Rio de Janeiro, 391
Literario (Mér.), 535, 536, 538
Literario de Enseñanza Primaria Inferior y Superior (Mér.), 546
Nacional de Antropología e Historia (INAH), Méx., 587, 588, 591, 595
Nacional de Sordomudos de México, 387, 388, 388 n2, 390, 390 n9, 392 n16, 395 n26, 397
n35, 401, 402, 402-ilu., 403, 404-ilu., 406
Nacional de Sordomudos de Paris, Francia, 393, 395
Isére, Francia, 60
Italia, 48, 58, 212, 224, 260, 261, 418, 502, 511 n18
Iturbide, Agustín de, 202, 264
Ixtassou, Francia, 70
Izamal, Yuc, 545
Izeste, Francia, 71
Iztaccíhuatl (Volcán), 520

J
Jackson, Andrew (presidente), 232
Jackson, Michael (investigador), 520, 521
Jalacingo, Ver., 108, 118
Jalapa (ver Xalapa), 69, 84 n22, 84 n23, 96, 184, 413, 457, 545
Jalisco, Méx., 83, 443, 444, 594
Japón, 297-ilu., 300, 304, 305, 306, 308, 308 n9, 309, 309 n10, 309 ni 1, 309 n12, 310-315, 315
n32, 315 n33, 316, 319, 319 n42, 319 n44, 320, 321, 321 n50, 322, 324, 325, 326, 502-506,
508-511
Jardín Botánico Poblano, 332, 334
Jáuregui, Eduardo, 111
Jausiers, Francia, 45, 45 n45, 47, 221, 222, 224, 227-ilu.
Jean Baptiste, 222, 505
Jefferson, Thomas (presidente), 232
Jerusalem, 308 n7
Jicaltepec (Ver.), 31, 42, 54, 60, 61, 76, 83, 84-ilu., 84 n21, 91, 96, 110 n5, 117-120
Jiménez, Francisco (astrónomo), 504
Jiménez, José, 54-ilu., 84, 84 n24
Jiménez, Luis (empleado del Ministerio Justicia e Instrucción Pública), 396, 407
509

Jourdain, Frants (arquitecto), 225


Jourdan, Antonio Jacobo Luis (biólogo), 336, 337 n59
Jourdanet, Denis (médico), 423
Joyería:
El Zafiro, 558
Paris, 558
Relojería Suiza, 558
Juarez Maza, Margarita, 538
Juárez, Benito, 68-ilu., 71, 387, 392, 399, 400, 403, 403 n49, 461
Juguetería, La Poupée, 558
Jullian, Christian, 389 n5, 390 n7, 392 n16, 392 n17, 400 n40, 402 n47, 592
Jura, Francia, 43
Jurançon, Francia, 71
Jussieu, Adriano de (médico y botánico), 336

K
Karte, Enrique, 566
Kostromitínoff, Pierre, 148 n36, 149, 149 n40
Kroenlein, Minnie (empresaria de cerveza), 522
Kuroda, Conde, 320
Kwakintl, Indios (noroeste del Pacífico)

L
L’Épée, Charles Michel de, 390 n10, 400, 405 n57
La Calavera (burdel, Pue.), 432-ilu., 438-ilu., 439-ilu., 440-ilu., 443-ilu., 444-ilu., 445-ilu.,
446-ilu., 448-ilu., 452-ilu., 458, 459
La Habana, Cuba, 70, 184, 185, 187 n4, 193, 202, 260, 267, 315, 535, 545, 551, 567, 568
La Mancha, Francia, 46, 60
La Martinica, 357
La Pasión, Guaymas (Son.), 123, 125, 128, 134, 268
La Rhone, Francia, 42, 44, 46, 60
La Rochelle, Francia, 91
La Scala de Milán (Teatro, Italia), 189, 207, 210
Labully, Antonio (dentista), 350
Lacoste, Francisco, 350
Lafargue, Patrick, 84
Lagos, (ver: San Juan de los Lagos, Jal.), 34, 69
Laisné de Villelèvéque, 83, 116, 116 n19
Landa Escandon, Guillermo, 565
510

Landavasos Arias, Marco Antonio, 162 n2, 163, 163 n5, 167 n7
Lañe, Harían (escritora), 387 n1
Lapèrouse, Jean François, (Ver: Galaup de Lapèrouse)
Lara y Pardo, Luis (médico), 415, 415 n3, 423, 423 n18, 423 n19, 425, 426
Larche, Alpes-de-Haute-Provence, 228-ilu., 277-ilu., 299, 300
Larkin. Thomas O. (cónsul), 234, 234 n3, 248
Larrey, Dominique, 359
Las Antillas, 357
Lascurain, Ángel G., 539 n25
Latour, Amado de (médico, Méx.), 371
Laugier, Jean-Baptiste, 222
Laurent, Antoine, 330-ilu., 339, 424
Laurent, Bernardi, 224
Laurent, Emile (doctor, criminalista), 423
Lausel, Juan (cocinero), 469, 470, 494
Lavalle Carvajal, E., 417, 417 n7, 423, 468, 471-494
Lavallez, Charles, 35 n21
Lavoisier, Antoine-Laurent, 333, 333 n4
Lavoisier, Marie Anne, 330, 332, 334, 334 n6, 337 n14, 338
Le Gentil de la Galaisiere, Guillome Joseph Hyacinthe, 505, 506 n8
Le Goff, Jacques, 177 n28, 255, 255 n1
Le Preaux, Ricardo (flebótomo), 347
Léautaud, Emilie, 227
Léautaud, Hnos de Jausiers, 221
Lecaillon, Jean-François, 281 n5
Lecuir, Jean, 280, 280 n2
Leduc, Alberto (escritor), 318, 423 n17
Lefevbre, Andrés, 519
Legación de Francia en México, 25, 54, 54 n3, 78, 80, 87, 241-244
Legión Extranjera, 30
Legler, Eduardo, 130 Leño, Diego (regidor), 174, 175, 176 n25
Leon Ayala, Leandro, 553 n71, 553 n72, 556
León, Gto., 97, 293
Lerdo de Tejada, Miguel, 80 n10
Lerdo de Tejada, Sebastián, 502, 502-ilu., 504, 505, 507, 510-ilu., 539
Lescar, Francia, 66 n18
Lessing, Gotthold (poeta), 198
Letourneau (antropólogo), 424
Leuven (coreógrafo), 208
Levasseur, J. (Ministro francés en México), 79
511

Levi, Giovanni, 530 n2


Levinson, Andrés, 200, 200 n40
Leyssègues, Olivier de (capitán), 247
Líbano, 114, 586, 589
Liceaga, Aurora (prostituta mexicana), 459
Lida, Clara, 78 n5
Lifar, Serge, 187, 188 n7, 205 n49, 214 n61
Liga de Acción Social, 533 n11 Lima, Perú, 46
Limantour, José Yves, 560, 565, 566, 569
Linneo, (Ver: Linné), 332
Lions, Eugéne, 222, 225-ilu.
Lions, Hermanos, 227
Lions, Jules (Comerciante), 223, 224
Lisie, Laconte, 306, 314
Liverpool, Inglaterra, 542
Lizardi, Miguel, 539 n25
Lobstein, Jean F. (médico francés), 334 n7, 535
Lodève (Francia), 238
Lombroso, Cesare (criminalista), 417, 418, 418 n9, 419, 420, 424
Londres, Inglaterra, 70, 190 n14, 192 n21, 196, 198, 208, 352-ilu., 377 n59, 487, 498, 503,
553, 556, 559, 566
López Casillas, Mercurio, 416-ilu.
López de Santa Anna, Antonio, 80, 202
López Pinero, 336 n12
Lorencez (Charles Ferdinand Latrille, Conde de Lorencez), 286
Loriga, Sabina, 249
Loti, Pierre (Julián Viaud, llamado), 304-307, 307 n4, 309, 309 n12, 310-314, 318, 319, 319
n44, 320, 322, 325, 326
Loti Viaud, Samuel P, 308 n8
Loubbert de Camou, 125-ilu. Loyer, François, 219
Lozano, José (relojero), 476, 477
Luca, Italia, 30
Lucchini (arquitecto), 222
Lugano, Suiza, 223
Luis XVI, 177, 180 n31
Luisiana, USA, 59, 85
Lujan, Jesús, 321, 384
Luna Guzmán, Luis (sordo, Méx.), 400 n40
Luna, Guadalupe (prostituta mexicana), 456
Lyon, 46, 59, 60, 90, 198, 199 n32, 222, 223, 238, 239, 300, 433-ilu., 555-ilu.
512

M
Macedo, Miguel, 565
Madrid, España, 164-ilu., 167-ilu., 173-ilu., 174-ilu., 175-ilu., 207, 377 n59, 478, 480, 481
n11, 483, 485, 556, 590, 591
Maffre, Jean-Luis, 54-ilu., 55-ilu., 56-ilu.
Magendie, François (médico francés), 335, 335 n10, 336
Magnin, José Maria (dentista), 350
Maine, USA, 60, 581
Malanco, Fernando (doctor, Méx.), 356, 370, 371, 374-376, 376 n58, 377, 378, 381, 382
Malgaigne (doctor, Paris), 359
Mallarmé, Stéphane, 306, 315
Manantdal de Escamela, Orizaba (Ver.), 114
Mansion, Hippolyte, 116 n19
Mansiones en el Valle del Ubaye:
Borelly (de Auguste Borelly), 224
Campesina (de Laurent Bernardi), 224
Castillo de los Magans (de Louis Fortoul), 224
Chalet Monique (Joseph Imbert), 227
François-Albert (de François Proal), 224
L’Abri (de Alphonse Michel), 224
La Blanchière (de Jean-Baptiste Ollivier), 224
La Grande Epervière (de Auguste Ayé), 224
La Rosa de los Alpes (de Jules Lions), 224
LaTapatia (Alfred Favier), 227
Le Castel (de Leôn Faudon), 224
Le Chatelet (de Joseph Jacques), 224
Le Vergel (Henry Reynaud), 222
Les Genévriers (de Jean-Antoine Gas), 224
Mon Plaisir (de Jules Tron), 224
Morelia (de Tron Jules), 224
Puebla (Lions Eugéne), 222
Signoret (de León Signoret), 224
San Carlos (de Eugène Fortoul), 224
Tourelles (J. P. Signoret), 222
Villa Anita (familia Gastinel), 227
Villa Dalette (Émile Léautaud), 227
Villa Le Brec (Jean-Babtiste Cogordan), 227
Ville Bleue (Camille Jean), 227
Manet, Edouard (pintor), 227 n43
Mangin, V. (periodista francés), 258, 253 n15
Manilla, Manuel, 416-ilu., 419-ilu., 420-ilu., 424-ilu.
Manzanilla, Yanuario, 534, 536, 537, 537 n19
513

Mañón, Manuel, 195, 196 n28, 216


Marchesi, Alvaro, 404 n56, 405 n58
María y Campos, Alfonzo de, 538 n24
Marin (autor de un libro de Cocina), 489
Marivaux, 270, 270 n34 Marivaux, Pierre, 473, 496, 496 n29, 497
Marmontel, Jean-François (literato), 473, 495, 496 n28, 497, 499
Márquez, José Maria (maestro de la Escuela Nacional de Sordomudos, Méx.), 407, 407 n65
Marseille, Aix, 223, 227-ilu., 228-ilu., 591
Marsella, Francia, 40, 43, 43 n40, 110, 300, 542, 551
Martín, Lucas, 470
Martínez Assad, Carlos, 114, 115 n17
Martínez de la Torre, Mpio. de Ver., 119
Martínez, Manuel (profesor de farmacia), 338 n16
Martínez Pardo, Eladio (propietario de una fábrica de Aguas gaseosas, Méx.), 523
Martinica, 28, 357
Masonsatow, Ernest, 309
Massif Central, Francia, 43, 44
Mata, Filomeno, 395
Matamoros, Tmps., 29, 69
Matel, Margarita (prostituta parisina), 432
Maurin, Alpes-de-la-Haute Provence Maurin, Francia, 222
Max Maretzek (compañía de ópera), 210
Maximiliano de Habsburgo, 71, 110, 131, 254, 256-ilu., 258, 258-ilu., 260-265, 268, 269, 269
n22, 270-ilu., 273-ilu., 274 n43, 278, 280-288, 393, 403, 403 n54, 434, 437, 516, 520, 577
Mazatlán. Sin., 29, 34, 69
Mazilier (coreógrafo), 208
McDonald, Arthur (doctor), 423
Medina, Juan (hermanos), 184, 185, 186, 187, 190 n17, 192 n21, 199
Medina, Bartolomé de, 583
Medina, Hermanos (Cia. de Teatro), 184, 186
Medina, José Marcos, 595
Meillon, Françoise (Gdl.), 70
Mendés, Catulle, 307
Méndez Echazarreta, Vicente, 339, 540 n29
Méndez Ibarra, Santiago, 539 n28
Mendibourne, Jean-Babtiste, 380
Mendoza, Manuel, 539 n25
Menon, 486, 486 n19, 487, 487 n20, 489, 490, 491
Mérida (Yuc), 528, 529, 530, 531 n3, 532, 533, 533 n8, 533 n12, 539, 545, 545 n45, 546, 546
n50, 548, 552, 553, 554 n76, 557-562, 563-ilu., 567, 568
514

México, de C, 35 n23, 36 n25, 54, 69, 75, 80, 88, 94, 98, 162, 163, 184, 189, 190, 193, 202, 219,
235, 236, 242-ilu., 244, 263-ilu., 294, 316, 340, 350, 389, 392, 393, 397, 397 n35, 399, 401, 401
n42, 405-ilu., 407, 434 n2, 437, 440, 520, 521, 537, 538, 549, 560, 561 n95, 565, 568
Mey, Margarita (prostituta parisina), 432
Meyer. Jean, 30 n8, 31 n10, 32, 32 n15, 36, 36 n25, 40, 42 n35, 44 n41, 53-57, 59, 59 n8, 59
n11, 61, 76, 83, 117
Meyerbeer, 210, 210 n56, 213
Michel de Grece, 267, 267 n22, 272 n40, 273
Michel de L’Epée-Charles (Abad), 388 n3, 390 n10, 400
Micheltorena, Manuel (gobernador), 231, 235
Michoacán, Edo. de, 83, 415, 444, 588, 595
Middleton, David, 400 n41
Mier, Antonio, 539 n25
Milan Eugenio, 535 n14
Milán, Italia, 207, 396, 405
Milan Valle, Francisca, 535
Milon, Louis Jaques, 190, 190 n16, 191
Millot, Heredia Cristina, 547
Milwuakee, USA., 522
Mina Santa Rosa, 581
Minatitlán, Ver., 83, 117
Miñón Gidaud, 430, 432
Miñón, Juan (general del ejército), 204 n47
Miramar, Italia, 256-ilu., 257, 258, 265
Miramón, Miguel (general), 74
Miranda, Juan Carlos (sordo, Méx.), 400
Misantla, Ver., 108, 118 Missouri, USA, 232, 523
Mobile, USA, 542
Moctezuma, distrito de, 131
Moctezuma, María de Jesús, 195, 197, 197 n30, 200, 203, 206, 206-ilu., 207, 207-ilu., 208-ilu.,
209-ilu.
Molière, Jean-Babtiste-Poquelin, 198, 367
Molina Bastante, Julián Mangin, 531
Molina Castilla, Vicente, 531 n3
Molina Esquivel, Casiana, 531 n3
Molina Esquivel, José Policarpio, 531 n3
Molina Esquivel, Juan Francisco, 531 n3, 537, 538, 540
Molina Esquivel, Made Jesús, 531 n3
Molina Esquivel, Petrona, 531 n3
Molina, Felipe, 544
515

Molina Figueroa, Eduardo, 531 n3


Molina Figueroa, Elia, 545
Molina Figueroa, Emilia, 545
Molina Figueroa, Lucia, 545
Molina Figueroa, Manuel, 545
Molina Figueroa, Rafael, 545
Molina Hurbe, Luis Ricardo, 545
Molina, José, 531 n3
Molina, Juan, 531 n3
Molina Rosales, Carmela, 540
Molina Rosales, Dolores, 540
Molina Rosales, Luis Augusto, 547
Molina Rosales, Luis Demetrio, 540
Molina Rosales, María, 540
Molina Rosales, Olegario, 534, 535, 536, 540, 547
Molina Rosales, Teresa, 540
Molina Solis, Audomaro, 532
Molina Solis, Augusto, 531
Molina Solis, Casiana, 532
Molina Solis, José María, 531, 548
Molina Solis, José Trinidad, 531
Molina Solis, Juan Francisco, 532
Molina Solis, Manuel, 532
Molina Solis, Olegario, 531
Molina Solis, Pastor, 531
Molina Solis, Ricardo, 531, 544
Molina Suárez, 542 n35
Molloy, Sylvia, 504, 504 n5
Moncouquiol, (Tlapacoyan, Ver.), 110 n5
Monplaisir, Adele, 197, 201, 201 n42, 206, 210-ilu., 211, 212
Monroy Castillo, Isabel, 69 n21
Monserrat, (mina, Chih.), 578
Monterrey, Nuevo León, 97, 587
Montes, Avelino, 548, 553 n71, 554, 556, 560, 567
Montesquieu, 179
Montparnasse (estación de tren), 272
Montpellier, Francia, 91, 336
Mora, José María Luis, 583 n18
Morales, Adelaida (prostituta mexicana), 442, 442-ilu.
Morales Lanzos, Alberto, 541
516

Morelia (Mich.), 34, 96, 97, 221, 224, 461-ilu.


Moreno, Miguel (profesor de farmacia), 338 n16
Moretti, Franco, 508
Morineau, Philippe, 147
Muñoz Aristegui, Enrique, 541, 541 n36, 553 n70, 554, 556, 565
Muñoz, Gertrudis, 457
Munzenstein, Enrique (empresario de cerveza), 521
Murphi, Tomás (cónsul en Francia), 196, 196 n29
Museo:
Comunitario de Ciudad Mendoza, 392
de Arte Reliogioso, 587
de la Gran Logia de Francia, 481-ilu., 488-ilu., 497-ilu.
de la No Intervención’ Tuerte de Loreto”, 587
del Valle de Barcelonnette, 391
Historico de “Santa Posa”, 591
Nueva York Metropolitano de Arte, 330
Municipal de Madrid, 164-ilu., 167-ilu., 173-ilu., 174-ilu., 175-ilu.
Nacional de Historia Natural de Paris, 335
Universitario del Chopo (Mex.), 590

N
Naná (personaje de la novela de E. Zola), 414
Nankin, Santiago (profesor), 43
Nantes, Francia, 25 n2, 43, 43 n40, 57 n7, 100-ilu., 256, 259, 260, 265, 272, 359-ilu., 544, 576
n, 592
Napoleón III, Louis, 86, 122, 128, 133, 267, 268, 269, 270, 270-ilu., 270 n34, 272, 283, 286, 287
n3, 393
Nápoles, Italia, 30
Nasar, Elias (comerciante) (Tuxpan, Ver.), 115
Nasatir, Abraham (historiador), 232, 232 ni, 234-236
Neigri, general, 254
Nerval, Gerard de, 306, 307, 311
Nervo, Amado, 305 n2
Neuchatel Asphalte Co., 557, 560, 561
Nîmes (Francia), 237 n5, 238, 239
Normandía, 59, 91
Northcote, Henry, 582-ilu.
Nouvelle Geographie Universelle (Publicación), 316
Noverre (teorías de), 185, 188
Noverre, Jean George, 182, 188-ilu., 198, 199, 199 n32, 200, 200 n37, 200 n40, 201, 204-ilu.,
215
517

Nueva Castilla, 480


Nueva España, 161 ni, 175 n24, 178, 179, 180, 183, 331, 332, 345, 468, 469, 473, 475 n3, 483
n16, 485, 487, 488
Nueva Orléans, USA, 70, 81, 184, 210, 272, 434, 542
Nueva York, USA, 70, 81, 184, 210, 434, 542
Nuevo México, USA, 79
Núñez Becerra, Carmen Fernanda, 434 n2, 593

O
Oaxaca, Cd. de, 74, 221, 383
Oaxaca, Edo. de, 34, 69, 71, 84, 94, 96, 97, 356, 357, 360, 373 n20, 382, 437, 444
Olavarría y Ferrari, Enrique, 184 n11
Olivier Sorell, Luis, 516-518
Olivier y Daza, Luis, 514, 520-524, 524-ilu.
Olivier y Daza, Miguel, 514
Olivier y Daza, Rafael, 151, 519
Olivier, Guillaume, 335 n8, 337, 337-ilu.
Olivier, Jean Baptiste, 224
Oloron-Sainte Marie, Francia, 45, 64, 64 n15, 65-67, 71
Ópera de París, 190 n16, 200, 200-ilu., 205 n49, 207, 208-ilu., 212
Orfila Roiger, Mateo José, 336 ni2, 337
Orizaba, Ver., 34, 47, 69, 96, 108, 113, 114, 119, 441-ilu., 524 n4
Orthez, Francia, 64, 66 n20, 67
Ortíz de Ayala, Tadeo, 83
Ossin y Obango, 197
Ozouf, Mona, 177, 177 n25
Ozuluama, Ver., 109 n3

P
Pacheco, José Emilio, 316, 324
Pachuca, 221, 450-ilu.
Padden, Carol A., 400, 400 n41
Padilla, Ángel, 195, 203
País Vasco, 24, 42, 45, 55, 56-ilu., 64, 66, 67, 581
Palacios, Félix, 340
Palmade, Gur, 35 n2
Palomeque Solis, José María, 555
Palomino, Guillermo, 552
Pani, Erika, 387 ni
518

Papa Pío IX, 258


Papy, Michel, 56, 76, 593
París, Francia, 24, 27, 28, 31-ilu., 39, 40, 59, 60, 70, 83, 91, 92, 110, 111, 114, 146-ilu., 147,
179, 188, 189, 190, 190 n15, 191, 194 n25, 195, 196, 196 n28, 198, 204, 205, 205 n49, 207, 210,
212, 223, 235, 236, 239, 240-ilu., 241, 242, 243, 260, 263, 269, 270-ilu., 272, 273, 294-ilu., 295,
315, 325, 333, 337, 339, 341, 345, 352-ilu., 357, 360, 372, 375, 377, 377 n59, 381, 390, 423, 430,
432, 435, 483, 484, 487 n21, 488, 498, 512, 536, 542-ilu., 543, 545, 549, 551, 552, 553, 555, 556,
558, 559, 561 n96, 562, 566, 566-ilu., 567
Parra, Porfirio (médico mexicano), 431
Parrot, Guillermo (profesor), 348
Paseo de Montejo (Mér.), 539, ilu., 552, 557, 558, 563-ilu., 564, 566-ilu., 593-ilu.
Paso de Cortés, Pue., 520
Paso, Fernando del, 256, 257 n5, 269, 270, 272, 274
Pasteur, Louis, 383
Pau, Francia, 45, 57-ilu., 61-ilu., 63-67, 68-ilu., 69, 71, 87, 91
Paul, Reynoud, 292
Pautret (familia), 184, 185, 193, 209-ilu., 211
Pautret, André, 182, 186, 187 n4, 188, 189, 190 n14, 191, 192, 193 n23, 194, 195, 196, 197,
198, 201, 202, 206
Pautret, Aurora, 185
Pautret, Joaquina, 185
Pautret, María Rubio de, 185, 193, 196, 201, 203, 210
Pavía (familia), 203, 205
Pavía, Pilar, 203
Payno, Manuel, 204
Pedreguera, José Joaquín de (cura), 172 n19
Penot, Jacques, 77, 78, 79
Peña, José Antonio de la (regidor), 176 n25, 177
Peón, Emilio, 553 n72
Peón, Joaquín, 553 n71
Peón Contreras, José, 538 n22, 538 n23
Peón, José Dominguez, 553 n71
Peón Machado, Carlos, 537
Peón, Pedro M., 556
Peón, Rafael, 556
Peón y Peon, Augusto L., 539, 553 n72
Pére, Léon Simon (doctor francés), 377
Perelló, Jorge, 405 n57
Pérez Siller, Javier, 31 n11, 33 n16, 36, 69 n21, 72, 85-ilu, 98 n35, 104, 434 n2, 593, 594
Periódico:
Diario del Imperio de México, 261
519

El Aguila Mexicana (Méx.), 188, 348


El Ahuizote (C. de M.), 502, 505-ilu., 507-ilu., 510-ilu.
El Correo de la Federación (Méx.), 193 n23
El Florilegio (Méx.), 317 n35
El Mercurio (Ver.), 189, 190 n14
El Monitor Republicano (C. de M.), 207, 208 El Siglo XIX, 204, 204 n47, 208, 208 n54
El Sol, 189 n12, 190 n14, 191, 193 n23, 194, 196 n29
El Universal (Méx.), 208, 316, 375, 379
L’Etendard (Nantes, Francia), 263
La Liberté (Nantes, Francia), 264
La Pildora (Mér.), 534
Le Pays (Nantes, Francia), 262, 262 n13
Le Phare de la Loire (Nantes, Francia), 258, 259 n8, 259 n9, 260 n10, 261, 262 n13, 263, 264,
267, 271
Ouest France (Nantes, Francia), 256, 271
Semanario Político y Literario (C. de M.), 185
Perrot, Jules, 205 n50, 207, 208, 209
Perry, Matthew (comodoro), 308 n9, 316
Perú, 46, 496 n28
Pesqueira, Ignacio (gobernador), 122-125, 128, 129, 132, 133
Pestalozzi, Johann Heinrich, 111
Peza, Juan de Dios, 387 n11, 391, 394
Phellix, Carlos, 539 n25
Piemonte-Cerdeña, reino de, 30, 42, 48 n53
Pimentel, Emilio, 565
Pimentel, Fernando, 566
Pineda Iranco, Adela, 594 Pineda, Rosendo, 557, 565
Pío IX, 258
Pio Pico, 233, 235
Pirineos, (Pyrénées), 37, 39, 42, 62, 92
Pirineos Altos, (Ver: Hautes-Pyrénées), 42, 44 59 n12, 60, 62, 67, 68, 91
Pirineos Atlánticos, 52, 87, 90, 91, 576, 593
Pirineos Bajos, (Ver: Basses-Pyrénées), 42, 52, 54-ilu., 55, 57-ilu., 60, 60 n13, 62, 64, 118,
122, 131
Pirineos centrales, 42
Pirineos Occidentales, 60, 62, 572
Pirineos Orientales, (ver: Pyrénées-Orientales), 576
Plaza de Santa Ana (Mér.), 552
Plenck (boticario), 340
Plumier, Carlos (botánico), 336
Ponce Cámara, Manuel, 555
Pondicherry, India, 505, 506
Popocatépetl, volcán, 228, 294
520

Pous, F. J., 548


Pratt, Mary Louise, 507
Prins, Gwyn, 398, 399 n38
Proal, François (comerciante), 224
Proal, Maurice, 86 n26
Progreso, Puerto de, 530, 533-ilu., 544, 558, 562
Puebla, Cd. de, 29, 34, 40, 56, 69, 70, 86, 86 n27, 86-ilu., 88 n30, 93 n32, 94, 96, 97, 100, 115,
162, 184, 197 n30, 206, 212, 222, 224, 225-ilu., 227, 262, 282-286, 330, 332-335, 335-ilu., 336,
337, 338 n15, 338 n16, 339, 340, 430, 432, 434-ilu., 436-ilu., 437, 439-ilu., 440, 443-445, 451,
451-ilu., 454-ilu., 456, 457, 458, 460, 463, 513-515, 518-ilu., 520, 521-ilu., 522, 522-ilu., 589,
590, 591, 594
Puerto Sarmiento, Francisco Javier, 332 n1
Puig, J.M. (escritor), 387 n1
Pyrénée-Orientales (Ver: Pirienos orientales)

Q
Quai d’Orsay, Francia, 234
Quemper, Juan, 580
Querétaro, Méx., 160, 212, 286, 293, 594
Queyras, Hautes Alpes, Francia, 224
Quijada, Jesús, 129
Quijote, Don, 191, 206
Química de Mario de la Cal, 335

R
Racine, lean (literato), 496
Rama, Ángel, 34 n29
Ramos Smith, Maya, 184 n1, 188 n10, 190, 194 n25, 195 n27, 196, 197-ilu., 203 n45, 207 n51,
208-ilu., 209-ilu., 210-ilu., 212
Raousset de Boulbon, Conde, 126
Rayo Arzapalo, María del, 579
Rayón, villa de Son., 130
Real del Monte, Hgo., 34
Real Jardín Botánico de México, 334
Rebolledo, Efrén, 305
Recamier (doctor, París), 359
Reclus, Elíseo, 316
Regil y Peon, Alonso de, 551, 553 n71, 556
Registro Público de la Propiedad, 519, 570
521

Reguera, Alfredo (dentista), 352


Rémussatd, Léon, 223
Rémussatd, León (socio de El Palacio de Hierro, C. de M.), 223
Renan, Ernest, 306
Rendon Peniche, José, 540 n29, 537, 538
Rendon, Nicanor, 539
Revel, Jacques, 249
Revillagigedo, Conde de, 165 n8
Revillagigedo, Virrey, 468-471, 477, 486
Revista:
Argentina de Cirugía, 334 n7 Azul, 317 n35
Compañerismo, 401-ilu.
del Colegio de Sonora, 33 n16
de Mérida (Mérida), 543
DYN (Revista surrealista, NY) El Iris (Revista literaria, C. de M.), 187, 190 n14, 191
El Mundo, 317 n35
El Observador Médico, 375
Gaceta Médica de México, (revista semestral, Méx.), 356, 360, 364, 365, 366, 376, 377, 382,
384-ilu., 415 n4
Histoire de l’Education (Paris), 280 n2
La Escuela de Medicina, 357-ilu.
La Medicina Científica (semestral, Méx.), 370
La República, 422 n14
Moderna, 304, 305, 305 n2, 310-ilu., 311-ilu., 314-ilu., 315, 317 n35, 317 n37, 319 n42, 319-
ilu., 320, 322-ilu., 323-325
Revolución: Francesa, 75, 86, 109-111, 116, 119, 136, 142, 152, 153, 177, 178, 180, 187, 330,
331, 333, 482 n13, 483, 500
Industrial, 39, 56, 65, 582 Reyes, Alfonso, 594
Reyes, Roberto (sordo, Méx.), 392 n18, 401 n43
Reyna, Fernand, 189 n13
Reynaud, Henry, 222
Reynaud, Paul, 292, 539
Rhóne, Francia, 42 n35, 44, 46, 60
Ribére (comerciante de Oloron), 71
Ribot (pastor), 237
Ricardo, Henry George, 581
Ricaud, Henry, 222
Richaud, Paulin (comerciante, C. de M.), 221
Riel, Miguel, 539 n25
Rigau, general, 81
Rinaldi, Luigi (escultor), 224
Río Bravo, 257
Rio de Janeiro, Brasil, 387 ni, 391, 392, 392 n16, 393 n21
522

Rita (mujer de Juan Lausel), 479


Rizzi, Ettore (escultor), 224
Roazen-Parrillo, 540 n31
Roazen-Parrillo, Dañe, 537 n28
Rocha Chávez, Rubén, 580 n8
Rojo, José Juan (dentista), 352
Rolan, Goury de (secretario), 243
Rolland, A. de, (periodista francés, Nantes), 262, 264, 265
Roma, Italia, 30, 268, 405 n57, 549, 568
Romero, Amalio (doctor, Méx.), 377
Romero Rubio, Manuel, 507-ilu.
Rosado, Salvador, 559
Rosales, María Paula, 355 n14
Rosales Valdez, Rosalía, 531
Rósete, Julia (prostituta mexicana), 448, 448-ilu.
Rossetto, Pierre (escultor), 224
Rouan, Francia, 91
Roumagnac, Carlos (investigador, Méx.), 423, 424 n20
Rousseau, Jean-Jacques, 533
Roux, Eugéne, 566
Rozat, Guy, 177
Rubén Darío, 315
Rubín de Celis, Antonio (comisario de Corte), 477
Rubio Cayetano, 539 n25
Rubio de Peret, María, 185, 196, 201, 210
Ruelas, Julio, 304, 310-ilu., 319-ilu., 321, 322-ilu., 325
Ruiz de Apodaca, Juan, 82
Ruiz Osorio, Tomás, 555 Rusia, 155, 190 n14, 212, 316, 418, 502
Ruz Méndez, Rodolfo, 535

S
Saboya, 30, 42, 43 n38, 59, 90
Sada, José María, 539 n25
Sahuaripa, distrito de, 131
Said, Edward, 304, 306, 307, 311, 321, 510 n17
Saint Nazaire, (Nazare), 254, 256, 258, 260, 265-272
Saint-Cloud, 262, 269
Saint-Denis, 589
Saint-Estephe, 549
523

Saint-Etienne de Baigorry, 168


Saint-Jean-de-Luz, Francia, 64, 66 n20
Saint, Paul (Francia), 300
Saint Pierre de Irube, 66 n16
Salanueva, padre (franciscano en Méx.), 68-ilu., 72
Salas de Ibarra, Juan José (minero), 579
Salas, Ciriaco (minero), 578, 578 n3
Salas, Félix (minero), 578, 578 n3, 579 n3
Sallé, Mile, 200 n38
Saltillo, Coah., 97
San Ángel, C. de Méx., 477
San Antonio, Texas, 376, 382
San Cosme, C. de Méx., 368, 561
San Diego, California, 143, 153, 231, 235, 241, 246, 373, 373 n50
San Diego Chalma, Pue., 519
San Diego de Minas Nuevas, Chih., 578
San Francisco Altepexi, Pue., 519
San Francisco del oro, Chih., 576-579, 579 n3, 580-584
San Francisco, California, 321
San Ignacio, 131
San José del Parral, mina de (Chih.), 578, 579 n4
San José, Plazuela de (Pue.), 460-462
San Juan de Letrán, ex convento de (C. de M.), 165 n8, 394
San Juan de los Lagos (Ver: Lagos), 245
San Juan Xaltepec (Pue.), 519
San Luis Potosí, Edo, 29, 34, 69, 82, 94, 444
San Martín, iglesia de (Pau, Francia), 71
San Pablo, barrio de (Pue.), 460
San Rafael (Ver.), 54, 61, 76, 84-ilu., 84 n21, 91, 96, 110, 118, 119
San Sebastián, 482, 483
Sánchez López, Rogelio (historiador), 517
Sánchez, Carolina (prostituta mexicana), 458, 459-ilu.
Sánchez, Manuel J., 548
Sandoval, José V., 132, 133 n13, 133-ilu.
Santa (personaje de la novela de F. Gamboa)
Santa Bárbara, Chih., 578, 580, 581, 588
Santa María, Benito, 553 n72
Santa María, Vicente, 476
Santa Martha, Antillas, 28
Santa Mónica, sacristía de (Pue.), 460, 461
524

Santa Rosa (Ciudad Mendoza), 591, 592


Santísima Trinidad, 478, 517
Santo Tomás, Antillas, 28
Sarabia, 117
Savarino Roggero, Franco, 557
Schwob, Marcel, 255, 266, 266 n20
Secretaría de Justicia e Instrucción
Pública, Méx., 351
Sédille, Paul (arquitecto), 225
Segunda guerra mundial, 227, 270
Segura, Ricardo, 519
Seijo, Emilio, 548
Seminario Conciliar de San Idelfonso (Yuc), 535
Senegal, 30
Serge, 187, 188 n7, 205 n49, 214 n61
Shiba, templos de, 320, 321
Siena Marítima, Francia, 60
Sierra Mendez, Justo, 539 n28, 556, 557, 564
Sierra Mendez, Manuel, 539 n28, 556, 557
Sierra O’ Reilly, Justo, 533 n9, 564
Sierra, Ignacio, 401 n42
Siglo XIX (Ferretería, Mérida), 542
Signoret, Jean-Baptiste, 222
Signoret, Leon, 224
Silao, Gto., 377
Simond, Charles, 294 n9
Skerritt, David, 84, 118 n23
Sloat, comodor, 230 233, 235
Smith, John (arquitecto), 223
Smith, Thomas (lingüista), 387 n1, 390 n7, 397 n33
Soboul, Albert, 35 n71, 45, 148 n33
Sociedad:
de Beneficencia Pública,
de Ingenieros (Mér.), 543
del Distrito Federal, 404-ilu.
Francesa de Beneficiencia en México, (SFB, luego fue francesa y belga, y cambió a
francesa, suiza y belga de Beneficiencia), 93
Internacional de Profilaxis Sanitaria y Moral, 416, 423 n17
Solis de Lara, Felipe, 351
Solis Rosales, Cecilia, 532
Someliani, A, (Cónsul de USA en Gro.)
525

Sommieres, Gard (Francia), 237, 237 n5, 238


Sonora, Edo. de, 33, 33 n16, 122-124, 124-ilu., 125, 126, 127, 127-ilu., 128 n5, 129, 131-134,
226
Sosa, Domingo, 552
Soto, Rita, 587
Sotuta (Yuc), 551, 562 n101
Soust, Jeanne, 56
Spenser, Herbert, 111
St. Georges, (compositor), 212
Stockton, comodor, 230, 233, 235
Suárez Fernández, Rogelio Víctor, 548
Suárez Molina, Victor, 539 n26
Suárez Fernández, Rogelio Victor, 548
Sutter. J.A., 149, 151, 154

T
Tabasco (Méx.), 34, 94, 117, 444, 546
Tablada, José Juan, 304-306, 309 n10, 310-ilu., 311-ilu., 314, 314-ilu., 315, 315 n33, 316, 317,
317 n35, 318, 319, 319 n44, 319-ilu., 320-322, 322 n52, 323, 324, 324 n54, 325, 326
Taglioni, Filippo, 182 n49
Taglioni, Marie (bailarina), 201
Talamantes, Chih., 580
Tamaulipas, Méx., 54, 82, 444
Tamborel, Juan, 338, 338 n16
Tampico, Tmps. (antes Ver.), 29, 34, 36 n25, 69, 94, 109 n3, 109 n5, 444, 551
Tanabe, Atsuko, 309, 315, 315 n33, 318, 321, 321 n50
Tarbes, Francia, 45, 64, 65, 66, 70, 91
Tarde, Gabriel (antropólogo social, Italia), 425
Tarnowski, Paulina, 418
Teatro:
de la Ópera, (Méx.), 203
de Nuevo México, 202
de Santa Anna, o Nacional, 202
Principal (Méx.), 195, 197 n30, 202, 204, 209, 259
Principal de Pue., 197 n30
Provisional (o de la Ópera), 202
Tehuacán, Pue., 438-ilu., 445-ilu., 514-516, 524-ilu.
Tehuantepec, Istmo de, 117
Tehuantepec, Oax., 83
Telles, Telésforo, 130
526

Tello Díaz, Carlos, 538


Templo de las Ocho Banderas, 309 n13
Tenorio, Gregoria (prostituta mexicana), 443-ilu., 541
Tenorio, Hermanos, 541
Tepetlapa, Pue., 461
Tepic (Nay.), 24, 34, 69
Texas, USA53, 79, 232, 357, 376
Theurel, Arturo (San Rafael, Ver.), 118 n24
Thierry, Celestina, 210
Thomas, Renée, 63 n14
Tifer (médico), 355
Tlapacoyan, Ver., 110 n5
Toledo (España), 480
Toluca (Edo. Mex.), 34, 175, 521
Tomasi López, Leopoldo, 540 n30
Tomasini (arquitecto), 222
Tomsett, Bryan, 282 n14
Torejón, Conde de, 481
Torres, Félix, 250
Torres, Guadalupe de, 579
Toulouse, Francia, 91
Trigueros, Ignacio (fundador de la escuela Nacional de Sordomudos, Méx.), 393, 394
Tron, Jules (Comerciante), 224
Trotabas de Beauvezer, Eugénie (2a esposa de E. Chabrand), 300
Tulancingo, Hgo., 97
Turco, Imperio, 114, 115
Tuxpan. Ver., 108, 115

U
Ubaye, Valle del, Francia, 54, 85, 86 n26, 227-ilu., 228-ilu., 291 n1, 592
Universidad:
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2, 589
de Cleveland, Ohio, USA, 227, 557
de Huesca, 336
de Montpellier, 336
de Paris Universidad de Pau, Paris, 354
de Pau el des Pays, 70, 588, 593
Nacional (C. de M.), 553
Real y Pontificia Universidad de México, 401 n45
Urcelay Martínez, Juan, 553 n71
527

Urcelay Ruíz, Nicolas, 588


Ures, Son., 122, 123, 128-130, 130 n8, 131, 134
Urrutia Escurra, Marín, 520
Urueta, Rita de, 579 n3
Uruguay, 35, 87 n28
Urzaiz, Eduardo, 535 n15
Usigli, Rodolfo, 256, 269, 269 n32, 270, 274
Ustaritz, Francia, 70
Uvillos y Manero, Soledad, 357

V
Valdés Acosta, José María, 531 n14, 531 n5, 573
Valdés, Teófilo (dentista), 352
Valencia, España, 65, 336
Valenzuela, Jesús E., 305, 320, 321, 322-ilu., 325, 457
Valle, Conde del, chambelán de Maximiliano, 260 n10
Valle del Gare de Olorón, 65
Valle, María del, 535 n14
Valle, Pedro del, 539 n25
Vallejo, Mariano Guadalupe, 148, 151
Vargas, Ana María (sorda), 402
Vedel, Emilio, 307, 307 n6
Velarde (pintor mexicano), 278, 280, 282, 283, 284, 285
Velasco, Aurelio, 519
Velasco, José María (pintor), 280
Vélez, don Alejandro, 456
Vélez Pliego, Alfonso, 589, 590
Veracruz, Edo. de, 31 n10, 34, 42, 54, 69, 70, 83, 84, 84 n29, 91, 94, 96, 103, 104, 104-ilu., 105,
568, 589, 591, 593, 595
Veracruz (puerto), 8, 36 n25, 113, 568, 589
Vergara Pineda, Manuel (sordo, Méx.), 403 n53, 410
Verlaine, Paul, 306
Verne, Jules (Julio), 506, 506 n11
Veyne, Paul, 255
Viaud, Julian, 304, 305, 307
Vicente Santa María, 476
Vichy, 267
Viena, Austria, 191, 213 n59
Viganó (españoles), 184
528

Viger, Théodore Guillaume, 230, 232, 237 n5, 238, 239


Vigreux, Jean, 249
Villa Alcázar, Luis G. (empleado federal), 392, 392 n16, 392 n17
Villareal, Libertad, 578
Villaroel, Hipólito, 161
Villasana, José María (caricaturista), 505-ilu.
Villaseñor Cervantes, José María, 165, 165 n8, 167, 168 n13, 171 n17
Villaveque o Villelèvêque, Laisné de Virreyes de Léon, 246
Vogel, Federico, 522, 523, 524
Voltaire (François Marie Arouet), 179, 198, 200 n38, 473

W
Wagner, Carlos (empresario de Cerveza), 522, 523, 524
Waite, C.B. (fotógrafo), 74
Waterloo (Bélgica), 81
Wasserman, Mark, 583 n18
Waton de Ferry, Germaine, 292
Webster, John, 200 n37
Weygand, Maxime, 266 n21
White, Victor H., 580
Wilkes, Charles, 144, 152, 155
Wolikow, Serge, 249

X
Xbotat, 546
Xcanatún, Yuc, 540
Xalapa (Jalapa), Ver., 24, 108, 11, 165, 165 n8, 167, 168, 171, 171 n18, 172-175, 175 n23, 175
n24, 176, 176 n25, 178, 411, 470, 471, 473, 474, 495, 593, 594
Xcumpuch, 546

Y
Yaquis, 128, 131
Yedo (antiguo nombre de Tokio), 309, 309 n13, 310, 319, 319 n44, 321
Yokohama, (Kanagawua, Japón), 309 n13, 310, 316, 319, 321, 507
Yonne, Francia, 60
Yoshiwara, (Edo., antiguo Tokio), 320-ilu., 322, 511
529

Yucatán, Edo. de, 96, 244, 444, 522, 524, 528, 530, 531, 531 n2, 531 n3, 534, 536, 537, 537
n20, 538, 540, 542, 543, 547-ilu., 548, 551, 553-557, 559, 560, 561, 563, 563-ilu., 565, 566-ilu.,
567-569

Z
Zacapoaxtlas, (Indios de, Pue.), 284
Zacatecas, C. de, 29
Zacatecas, Edo. de, 29, 34, 69, 70, 94, 444, 580, 582 n14
Zacatlán, Pue., 457
Zamora, Mich., 34
Zamora, Ruperto (doctor, Méx.), 377
Zapata Martínez, Manuel, 533 n72
Zaragoza, Ignacio (general), 282-284, 286
Zavala, Francisco, 539
Zemón Davis, Natalie, 530 n1
Zola, Émile, 226 n9, 307 n4, 414

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