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¡ALTO!

Cómo poner límites.


Muchas veces nuestra sensación de poca valía y falta de competencia correlaciona con la
sensación de que nuestra voz no es escuchada, de que nuestras necesidades no son
satisfechas y que las otras personas tienen más poder que uno mismo y pueden pasar por
encima de nosotros. El ceder permanentemente a los deseos de los demás y postergar
nuestras necesidades genera una sensación de no tener las competencias necesarias para
alcanzar nuestras metas y de valer “poca cosa”, pues lo que es bueno y bello para nosotros no
es valorado.

Aprender a poner límites a nosotros mismos y a los demás es indispensable en la construcción


de una sana autoestima. De no lograrlo no sólo resentiremos sino que a la postre tendremos
que usar técnicas de chantaje, manipulación, ataque o victimización para compensar nuestro
malestar. La falta de límites nos hace sentir que no tenemos ningún control sobre nuestra vida.

Para aprender a poner límites primero tenemos que entender lo que NO es un límite:

Hacer que los otros te entiendan, explicando lo que piensas a diestra y siniestra.
Tampoco es defender tu opinión para que los demás valoren la importancia de lo que
necesitas y te gusta.
Menos aún mostrar tus debilidades, penas, sufrimientos para que se “apiaden” de ti y se
adapte a lo que quieres.
De ninguna manera es amenazar, intimidar, gritar y agredir.

Poner límites es una forma clara de respetar nuestros deseos, necesidades, intereses, gustos y
valores. Implica decir “no” lo cual genera una tensión tanto en ti como los otros. Un “sí” siempre
es fácilmente aceptado por los demás, si bien muchas veces se da a costa de nuestros anhelos
y necesidades.

Entonces, ¿qué sí es un límite? Un límite es un “no” de forma rotunda y contundente


afirmado desde la propia voz y basado en un sentimiento de poder personal.
Poner límites es una acción compleja que requiere el desarrollo de diversas cualidades
humanas. Aquí algunas de ellas:

Autoconocimiento
El autoconocimiento es un trabajo que hemos venido desarrollando a lo largo de este curso.
Conocerte, permite distinguir tus propios límites y saber qué es permisible para ti y qué no lo
es. ¿Cómo podemos poner un límite que no conocemos? Poner límites implica una creciente
claridad de lo que deseamos, requerimos, amamos, estamos interesados en y valoramos.

Asertividad
Uno de los pilares de la autoestima, nos permite exponer los límites que requerimos de
manera oportuna y constructiva. La asertividad implica usar mensajes “YO” para no culpar o
agredir al otro de lo que nos falta, pero al mismo tiempo usar un mensaje “TÚ” para explicarle
lo que queremos o no queremos y las consecuencias en caso de no cumplirlo.
Valentía.
Es esa fortaleza personal que nos ayuda a superar las resistencias internas (temor a que nos
dejen de querer, miedo a equivocarnos) que nos impiden poner límites de forma sabia y
exitosa.

Persistencia
Sostiene el embate que nos pondrá el entorno. A
mucha gente, como he venido diciendo, no le
gusta nuestro cambio porque nuestro
movimiento “hace olas” en su vida, Además, no
les gustan nuestros límites que les cortan
privilegios, ventajas, incluso, para sus abusos
cometidos.

Como podrás darte cuenta, estas


cualidades requeridas para poner límites
van de la mano de los pilares de la
autoestima y terminan siendo conductas
de autovalidación que te permiten
consolidar tu poder personal y construir
una vida de confianza personal y
satisfacción.
¿POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL DECIR “NO”?
Sería simplista decir que no es fácil poner límites porque evitamos el conflicto. Sin embargo, hay
factores a considerar a la hora de tener que decir “NO”.

Desconocimiento del lenguaje emocional:


Muchas veces no entendemos a ciencia cierta lo que nos pasa ni sabemos como expresarlo, nos confundimos y
damos explicaciones erróneas a lo que experimentamos. Saber lo que sentimos, entender de dónde viene y
poner en palabras nuestro malestar, facilita poner límites.

Miedo a perder el afecto de quienes nos rodean:


¿De qué sirve que te quieran sino te quieren como quieres que te quieran? Los límites pueden desconcertar a
las personas, pero quien bien nos ama nos respetará. Agrego que los límites preservan las relaciones humanas
pues permiten el conocimiento y el respeto mutuo.

Temor a ofender:
Es inevitable que los límites generen cierta perturbación, pero aplicados de forma oportuna y sin lastimar no
tienen porque ser ofensivos.

Dejar de pertenecer a un grupo o familia:


Este recorrido de transformación hará que en ocasiones tengamos que reconsiderar nuestra cercanía y
distancia con las diferentes personas que nos rodean, pero ¿tendría algún sentido permanecer junto a alguien
que no acepta lo que es bueno y necesario para uno?

Inseguridad personal:
Si infravaloramos nuestras propias opiniones y necesidades y damos más valor a las de los otros, es muy difícil
poner límites claros. De ahí la importancia de la consciencia y el autoconocimiento para validar nuestros puntos
de vista y requerimientos.

Miedo a fracasar:
Aprendemos a poner límites, y seguramente las primeras veces que practiquemos hablaremos de más, o de
menos, con demasiada fuerza o con voz muy baja, con resultados positivos o con errores repetidos. Sólo la
práctica nos hará ganar seguridad personal y destreza, fracasar menos o fracasar, en última instancia, mejor.

Temor a la humillación:
Mostrar quiénes somos y poner límites a lo que nos lastima se presta a que se burlen de nosotros y a que
experimentemos cierta humillación. Habrá quienes piensen que estamos bromeando e intentarán minimizar
nuestra petición. Sosteniendo nuestra palabra validaremos lo que estamos planteando y de ser necesario, ante
respuestas hoscas y ofensivas, habremos de retirarnos y poner en un lugar más distante, dicha relación.

Creencias erróneas sobre el cuidado personal:


Nuestra cultura judío-cristiana ha transmitido conceptos erróneos sobre el amor propio confundiéndolo con
egoísmo, es por eso que a veces nos sentimos mezquinos e injustos al pedir lo que deseamos y validar lo que
valoramos.

Miedo al enojo:
Quienes acarreamos temores primitivos por haber sido educados de una forma severa, incluso violenta, el
temor al enojo del otro ante nuestros límites puede implicarnos un desafío especial. Aprender a calmarnos, en
este particular caso, es de infinita utilidad.

Verdaderas revanchas:
No podemos negar que existen situaciones de francas diferencias de poder que nos ponen en desventaja con
otras personas y nos llevan a evaluar los efectos del límite. Cuando los riesgos de un “NO” pueden ser graves
(por ejemplo un despido o incluso un golpe) hemos de considerar las instancias y recursos que tenemos para
apuntalar la seguridad y nuestra decisión.
Cómo poner
límites
tener claro qué...
...El autoconocimiento es un trabajo que hemos venido desarrollando a lo largo de este curso.
Conocerte, permite distinguir tus propios límites y saber qué es permisible para ti y qué no lo
es. ¿Cómo podemos poner un límite que no conocemos? Poner límites implica una creciente
claridad de lo que deseamos, requerimos, amamos, estamos interesados en y valoramos.

reconocer tu estado
¿Estás motivado y convencido? ¿Te sientes con fuerza para aplicar el límite? ¿Eres sereno para
controlar tus reacciones? Tu intención debe ser mejorar la situación y no hacer sentir mal al
otro.

Reconocer el estado de la otra persona


Ser empático a lo que el otro vive y conocer su lenguaje corporal para asegurarse de su
receptividad: ¿cómo es su estado anímico?, ¿está cansado y abrumado? El límite ha de crear
cierto desequilibrio de forma que genere un cambio pero no un “shock”.

Elegir el lugar y el momento apropiado


Es de mucha utilidad escoger un espacio neutro y tener el tiempo suficiente para poder
comunicarse bien.

Habla desde ti y sin juzgar al otro


Muestra cómo te sientes respecto a la acción que ejecuta la persona pero sin criticar, juzgar o
etiquetar... ¡eso es asertividad! y como resultado disminuirás una reacción defensiva y quizás
un nuevo ataque.

Dar las gracias


Por ser escuchado y comprendido.

El saber poner límites nos permite establecer vínculos sanos, oportunos y armoniosos
en los cuales se puede cultivar y preservar el amor. Los límites también se consolidan en
sentido de coherencia e integridad, otro pilar de la autoestima, porque nos permiten
honrar tus necesidades, intereses, deseos, y valores.

Los límites generan una profunda experiencia de autocuidado y libertad. Decir “no” a
alguien o algo, es decir “sí” a lo que yo necesito y valoro.

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