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Carabobo
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UNIVERSITY OF NQRTH CAROLINA
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ENDOWED BY THE
DIALECTIC AND PHILANTHROPIC
SOCIETIES
PQ85U9
C3
1908
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EN PREPARACIÓN:
LA REFORMA
PRIMER TOMO OE LA SEGUNDA SERIE DE
EPISODIOS VENEZOLANOS
I
EPISODIOS VENEZOLANOS
POR
F. TOSTA GARCÍA
ej? Microfilmed
SOLINET/ASERL PROJEGT
' 1990-92 7
Caraboba^
CARACAS
TIPOGRAFÍA «LA SEMANA»
DE RÓMÜLO A. GAECÍA
1908
CARABOBO
Carabobo 5
fí F. Tosta Garda
Carabobo O
Carabobo U
II
'
i2 F. Tosta García
—
Señor general, es á Su Excelencia á quien vie-
nen á buscar.
— —
Cómo exclamó sobresaltado y furioso el ge-
— —
—
neral Arismendi ¿ han resuelto acaso fusilarme ?
No, no se apresuró á responder el cuitado al-
caide, desbaratándose en cortesías y en zalamerías
todo lo contrario, señor General e^ una comisión del
:
Carabobo i3
i4 .
F. Tosía GarciA
—
Arrepentirme yo de la verdad, ser calumniador
\
ÍS F.Tosta Gareia
III
—
. .
Carabobo i9
vale un Potosí
Basta de exordio y entro en materia.
Después de la esplendida batalla de Boyacá,
cuyos detalles conocen ustedes, pues se los leí un
día en el periódico El Correo del Orinoco que la
inteligente y vivaracha Benigna me introduce aquí,
envolviendo las medias limpias, los pañuelos, ó al-
gunas veces conteniendo pasas y almendras después ;
Cárabobo Si
22 F. Tosta paroia
'
— República de Colombia
i Yiva la
el pueblo que llenaba la barra,
Los diputados y
repitieron llenos de júbilo aquel sincero viva á la
naciente Colombia, y, por la nueva ley, se estableció
un gobierno central con tres grandes departamen-
tos llamados Venezuela, Cundinamarca y Quito, com-
Carabobo ^^
24 F. TosU Garoíé
"
has quemado; quema lo que has adorado
Pero como aconteció el imprevisto caso de que
el Clodoveo de las pildoras y los ungüentos, lejos de
humillarse ante el San Remigio de la palmeta, agarró,
montado en cólera, el taburete donde estaba sentado
para pegárselo por la cabeza á su contrincante, en cuyo
brusco movimiento y al alzar el brazo, enseñó su cami-
sa sucia y rota, tuvieron que intervenir el padre y don
Eelipe y para evitar una desgracia, sujetaron, por de-
trás, fuertemente á Callejones.
En tan tirante estado de relaciones entre los dos
ex-com pinches, el generoso Alvarez, lejos de aprove-
-charse de la situación de su contrario para tirarle á
: '
Cñrtbobo JB
—
Ya que no quieres arrepentirte como el humil-
de rey de los galos ante la voz del santo arzobispo,
te apostrofaré como Sócrates á su cínico discípulo
Antistenes: / Oh ! Callejones, distingo tu gran soberbia
al través de los agujeros de tu asquerosa camisa ! ,
IV
26 F. TosU García
Carabobo _£^
^^ F. TosU Garo/a
—
Razón sobrada tuvo mi buena esposa Brígida,
cuando me aconsejaba que no me mezclara en enre-
dos de política ni en achaques de guerra, siendo como
eramos suficientemente acomodados para poder vivir
con holgura y educar á nuestros hijos, á nuestros nie-
tos y bisnietos. No la oí, y por la influencia de mis pa-
rientes los Peralta, y por las simpatías que me inspiró
el ínclito y malogrado general Manuel Piar me metí
de bruces en el fandango, acompañe hasta sus úl-
timos instantes al héroe de Maturín y después que
cometieron la atrocidad y la infamia de fusilarlo,
siendo inocente, me aparte por completo de todo,
pareciendome que se había acabado el mundo y desplo-
mado el cielo. De Angostura salí indignado y me fui
Carabobo S9>
30 F. Tosta García
con la barriga !
— —
Por el amor de Dios insi'stió él noble padre
Alegría, arrodillándose ante el beodo al ver el peli-
gro que amenazaba al pobre don Manuel ¡perdó- —
nelo usted, señor alcaide, que eso no volverá á su-
ceder más !
— —
No puedo perdonarlo- rugió Ceruto apretan-
—
do los x^^ños lo Tínico que puedo hacer en su ob-
sequio es rebajarle la cantidad de azotes, para que no
diga usted que lo desairo, señor cura.
Don Manuel Antonio que durante este breve
diálogo, sorprendido, pálido e inmutado, no había
desplegado sus labios, al ver el chaparrón que se le
venía encima y la resolución inquebrantable que
tenía aquel esbirro de vejarlo y maltratarlo de ma-
nera tan infame, lleno de audacia, de coraje y dé
altanería, extendió el brazo hacia el y exclamó :
Carabobo 3i
G^rabobo .
_££
S4 F. Tosta Garda
"SALMO XXXVIII
—Dije yo en mi corazón, velaré sobre mi conducta
para no pecar con mi lengua. Ponía un candado en
mi boca, cuando el pecado se presentaba contra mi.
"BOLETÍN N- r
"El Centro Directivo patriota de Caracas sabe
de fuente fidedigna las verídicas informaciones si-
:
Carabobo S5
36 F. Tosta García
"BOLETÍN N- 2 ,
38 F. Fefsta Garaia
Caraóobo 39
boletín N- 3.
—
—Pienso contestó enfáticamente Alvarez^ que —
-eso está muy bien pensado y que nuestros jefes
Carabobo 41
VI
/
42 F. Tosta Garciá.
Carabobo 43
44 F. Tosta García
Carabobo 45
Carabobo ^7
—
No es conveniente ser tan pesimistas, amigos
míos —
indicó don Manuel Antonio es en verdad
; —
grandísima desgracia que á última hora haya venido
á caer en manos de nuestros verdugos el intrépido
adalid Luis Eeyes, veterano y héroe incansable de
la magna epopeya. Esj^eremos, esperemos oírle que
acaso su captura no implique ningún fracaso. Al
punto favorable á que han llegado los acontecimien-
tos una espada menos, i>or más cortante que sea, no
'
Jara bobo 49
—
cordialraente á todos dispensen y disimulen mi ale-
lamiento pero he entrado aquí sin darme cuenta
;
vil
^- ^03<a García
_££-
54 F. rosta García
t
ceder mañana !
—Evidentísimo, —
evidentísimo añadió el precep-
tor, más conmovido que todos, por la honda desola-
ción que aquejaba á su discípulo—^la esperanza,- no
solamente es lo ultimo que se debe perder, sino lo pri-
mero que se debe conservar, porque es el mejor te-
.
' —
^Yo no tengo derecho ni competencia para ex-
presarme también como estos señores observó el —
Mudo, para no dejar de meter basa en el palique
pero me atreveré á recordarle, señor general Eeyes,
que en mi tierra hay un refrán que dice " lo que su-
:
VIII
respectivos ramos.
Cuando llegó á La Guaira misia Brígida de Ca-
rrasquel, y por afinidad de situaciones trabó amis-
tad muy estrecha con la señora de Alvarez, resol-
vieron las dos mujeres vivir juntas j^ asociarse para
ensanchar el negocio que cada día se hacía má&
productivo, á cuyo fin la nueva socia aportó qui-
nientos pesos que le giró de Cumaná un hermano
realista, comerciante de dicha ciudad, á cuyo car-
go había dejado /su familia, traspasándole sus bienes
para lograr salvarlos de los secuestros.
En este propósito, en la misma cuadra donde se
hallaban situadas Las Bóvedas, lograron conseguir por
módico alquiler una añeja casa de dos pisos con
habitaciones cómodas en la parte alta y con los
desahogos necesarios en la parte baja, especialmente
dotada de muy espaciosos corredores, amplia cocina
y gran homo.
Naturalmente, con este poderoso auxilio y con
las actividades de la catalana que eran sobresalientes,
la industria progresó de manera increíble, hasta el
punto de que en la casa trabajaban más de veinte
criadas entre cocineras, dulceras, molenderas, ven-
dedoras y mandaderas, amen de los expendedores
callejeros y de los rurales que llev^^ban los comes-
tibles en burros con cerones, á Maiquetía, Macuto
y demás vecindarios adyacentes.
En los días á que se refiere este veraz relato,
el femenil trío, formado por la Cordero, la Eam-
brat y la Rodríguez, pues esta última, como socia
industrial, tenía también en las utilidades su tanto
por ciento á fuer de aparejadora de aquella colosal
obra de arquitectura culinaria, de aquella gigantesca
fragua de gollerías. Para el mes de enero del año de
;
GO F. Tosía Gardo,
gg F. rosta. Carda
meta!"
—
Uf —
exclamó doña Brígida soltando la i)luma,
!
— —
Es verdad contestó niisia Benigna, quitándose
los anteojos y también sudando á chorros es uno —
de los más largos que hemos despachado.
— —
Ya lo creo dijo Bruna, haciendo á la carrera la
—
ultima envoltura ha producido doce papelitos es-
critos por ambos lados y de seguro que no hubieran
cabido en los 6 huevos, si no se me ocurre meter dos
rollitos en cada uno de ellos
Terminada la operación, bajaron á la cocina á
despachar los azafates, y como vieran en el corredor
principal dos baúles, una caja y varias maletas, que
una criada guardaba, misia Benigna le preguntó con
extrañeza
— Qué significa eso Micaela, de quién son esos
¿
corotos ?
—Son de una extranjera á quien he hecho pasar
á la sala, porque dice que le interesa urgentemente
liablar con usted.
:
Caralípbo <?7
IX
—¿ A mis ordenes ? —
repitió muy admirada la
buena esposa del preceptor, mirando de hito en hito
—
á su encantadora visitante ¿pero quién es usted,
con quién tengo el honor de hablar?
—Yo soy la persona á quien usted mandó una
carta de Luis Reyes á Trinidad, con el aviso de
que había tenido la desgracia de caer prisionero, y
de estar sej^ultado en Las Bóvedas de este puerto.
—Pero esa persona —
contestó misia Benigna
cada vez más asombrada —
según entiendo no se
llama Diana Nelson, sino Estefanía Carguera, ni
mucho menos- es inglesa, sino, más que venezolana,
ínclita heroína, de quien se habló mucho y andaba
en traje varonil con el nombre de Víctor Eómber,
cuando el ejército patriota llegó derrotado á Caracas
después del desastre de La Puerta y siguió para
Oriente, junto con la emigración.
—Pues esos tres seres, en apariencia distintos,
— respondió riendo la fingida inglesa —
constituyen
una sola persona. Estefanía Garguera tuvo en un
tiempo, que convertirse en Víctor Eómber, para com-
batir por su honor y por la Independencia de su
Patria, y ahora ha tenido que disfrazarse de Diana
Nelson, para venir á La Guaira sin ser conocida á
cuidar .á su novio al lado de ustedes y á procurar
su libertad de cualquier modo.
— Brava mujer
i
!
—
exclamó entusiasmada misia
Benigna, cerrándola entre sus largos y huesudos
—
brazos sea usted bienvenida á esta casa en donde
tendrá puesto de preferencia y vivirá con nosotras
como en familia.
— —
Mil gracias, señora respondió Estefanía con
—
calor no aguardaba yo otra cosa de usted, sabiendo
como sé que es una benemérita y antigua protectora de
los XJatriotas presos, para los cuales ha sido y es, más
que un paño de lágrimas, una especie de Providen-
cia humana. Me constituiré en su ayudanta y, se;
Carabobo 69
—
no podemos guardar secretos y saliendo al corredor
hizo una señal llamativa con la mano á la aludida,
que estaba no muy lejos, en observación y llena
de curiosidad.
Hecha la presentación, la catalana mirando de
pies á cabeza á la celebre heroína, dijo
—¿Cree usted que yo no la conocía de fama?
En Oriente se ha hablado mucho de usted, como
en Occidente y en el Centro se habrá hablado tam-
bién de Juana la Avanzadora. Las mujeres guerre-
ras llaman mucho la atención en el mundo. Yo
no era patriota, tanto por mi origen como por mis
ideas pero se metió Felipe, y á pesar de haberlo
;
últimamente ?
—Ha estado siempre al lado del general Santiago
Marino, calmando los ánimos y procurando vencer,
con su gran talento, el espíritu anárquico que por
desgracia domina á los jefes orientales. Como Bo-
lívar, con suma habilidad, para terminar las frecuentes
riñas, separó últimamente al perro y al gato llamando
tO ^
F. 7osta Garda
—Si no se ofrece —
más nada gritó Bruna desde
el —
pasadizo interior voy á acomodar los azafates
para despachar el almuerzo.
—
Aguarda un instante mujer, que falta un hue-
—
vo por sancochar le respondió doña Brígida, y di-
—
rigiéndose á Estefanía, añadió escriba dos palabras
en uno de esos papelitos de seda para que el ge-
neral Eeyes sepa su llegada.
No se hizo repetir la oportuna indicación Estefa-
nía, y ála carrera escribió lo siguiente :
Carabobo 7i
Cara bobo 73
— —
No merece mi conducta tantos elogios respon-
dió casi llorando por la emoción la modesta consorte
del mártir don Manuel Antonio nsted sí, señorita
\
74 F. Tosta García
76 F. Tosta Garda
7^ F. TostA Garda
— — —
Es la verdad exclamo Callejones lo que aca-
ba de hacer i^or nosotros la célebre heroína, que tras
de ese seudónimo se oculta, es increíble y merece
nuestra eterna gratitud. Esta bella acción unida á
laque ejecutó en Tacarigua, cuando el siniestro de mi
inolvidable familia, esos procedimientos constituyen
para mí una deuda eterna y sagrada que no pierdo
la esperanza de poderle pagar algún día con creces.
—Y —
eso que ustedes no saben lo mejor dijo Luis
bañado en agua de rosas al oír los elogios que se ha-
—
cían tan justamente á su amada á última hora que-
ría venirse con nosotros y tenía en la casa un traje .
—Bueno, á mi me ha tocado ^
el iiltimo numero, lo
que quiere decir que dormiré tranquilo hasta la ma-
drugada, sin pensar en el tigi;e ni en los godos, ni en
las leguas que nos faltan para llegar á nuestro des-
tino. Oh cuánta razón tenía mi buena Brígida cuan-
!
señores ! ,
dormirse —
qué carácter tan indomable, solamente la
¡
XI
84 F. rosta Carda
Carabobo S5
veremos ....
'
— —
Hablemos de cosas más serias dijo Rufino di-
—
rigiéndose á su amigo bueno es que sepas también
que durante tu ausencia hemos sufrido un serio des-
calabro, pues en cuenta el Libertador de que Gua-
yaquil se había pronunciado por la Ladependencia,
mandó á Valdez con el ejército del Sur á apoyar di-
cho movimiento, y al pasar por el territorio de los
indomables pastusos, á quienes el obispo Jiménez ha
hecho creer que los que mueran defendiendo al rey
van derechitos al cielo, con cotizas y todo, fué com-
pletamente derrotado, el 2 de febrero por dichos gue-
rrilleros, que fueron apoyados por el coronel Basi-
lio García y 250 soldados veteranos que bajaron de
Matabajoy. El combate fué en la quebrada de Jenoy,
muy reñido y muy disputado por ambas partes,
habiendo tenido que retirarse Valdez á las cinco de
la tarde, por no haber podido ocupar las formida-
bles posiciones que en las alturas ocupaban los rea-
listas, dejando en el campo más 'de 200 muertos,
entre ellos muchos oficiales y soldados ingleses del
Carabobo 87
tador.
Efectivamente, era él, que regresaba de su paseo
vespertino. Venía de uniforme y botas altas, an-
dando muy de prisa como era su costumbre y cuan-
do le anunciaron que un oficial del general Latorre le
aguardaba, con nadie se detuvo, ni habló, pasó de-
rechamente á la Secretaría y le hizo llamar en el
acto.
La curiosidad, entonces, entre los concurrentes,
llegó á su período álgido, se formaron varios grupitos
y se oyó un concierto de murmullos, algo así como
un prolongado zumbido de abejas y cigarrones pro-
ducido por los animados cuchicheos.
Al cabo de una larga media hora, salió el comi-
sionado de la pieza con rostro zahareño, trayendo
en la mano un pliego cerrado, que era la contesta-
— :
^8 F. losta Gare/a
_££_
XII
00 , F. Tost^ García
drabobo « 55
94 F. Tosta. Garda
—
Es un trabajo magnífico, todo está muy bien
delineado pero con permiso de mi general, creo que
;
— —
Ca !
interrmpió don Miguel con aire desde-
—
ñoso no crea usted en esos vulgares augurios, por-
que la que viene lisa no trae arrugas y en cuanto ;
Carabobo 97
XIII
Pedro hasta Pío YII y del otro, con los de todos los
;
Carabobo ,
99
—
Pues es lástima que no pudiera hacerlo tam-
bién, señor Britapaja, con los herejes patriotas res- —
—
pondió con aire chocarrero fray Nicolás porque los
momentos son críticos j creo que ciertas chancitas
no son por ahora de muy buen gusto.
— —
Pues señor replicó el aludido, soplando la pri-
mera cucharada del humeante y gelatinoso cocido
me la encontré cuando menos pensaba. Eche sus
asperges para otro lado, padre Hernández, porque yo
soy dueño de decir lo que me plazca. ¿ Quiere usted
cobrarme aquella cuenta vieja de mi negativa de con-
tribuir para el vía-crucis ?
Alguna barbaridad iba á responder fray Nicolás,
que era muy desbocado, cuando Latorre, dirigiéndose
á don Tomás García, dijo :
—
Debo á usted una respuesta, amigo y señor
coronel, que dejamos suspensa cuando hablábamos
en el salón. C^n mucho gusto lo complacería tra-
yendo de Caracas á su amigo el coronel Pereira pero ;
Carabobo iOi
——
Nicolás Dios te bendiga, pico de plata
i
—El
general tiene mucha razón, mamá, en todo
lo que que ha dicho, los tiempos han cambiado^ en
España, desde que están mandando ministros libe-
rales, y nosotros no podemos formar casa aparte,
porque eso sería declararnos también insurgentes. Con-
—
que así, señores añadió con hiriente risilla burlona,
—
dirigiéndose á los invitados hay que cambiar de ofi-
cio ni fray Nicolás ni el padre Ramírez se darán más
;
XIV
Carabobo iOT
Garabobo í££
— —
La consabida y eterna muletilla dijo Calle-
jones muy satisfecho de haber acertado en sus pro-
—
nósticos el mismo estribillo de 1811, de 1813 en la
g7^an asamblea popular de San Francisco, el mismo
sonsonete de Carúpano, de Angostjira y de Bogotá,
siempre diciendo, no quiero, no quiero, y luego agarran-
do más de lo que le dan. Ahora falta el complemento,
ahora seguirán las facultades extraordinarias, que es
la salsa ó comidilla obligada de todos nuestros
Congresos.
—Qué hombre tan incorregible es este señor don
Agapito !
—
exclamó el varón de las Siete Emes, con
—
marcado acento de contrariedad no escarmienta con
los castigos ni se convence con los hechos. Siempre
el mismo sistemático censor de todos los tiempos.
Según creo, lo que el pretende es que el Libertador
combata y venza en todas partes para que otros sean
los que manden, desde luego que lo critica tan acerba-
mente por el hecho de excusarse y renunciar con su
natural modestia y desprendimiento, en todas épo-
cas, la primera magistratura. Eso más bien lo reco-
mienda como desinteresado y el hecho de aceptar
;
Carabobo ü^
t
XV
Crirabobo ií9
— —
No digas disparates, Luis exclamó Rufino
Peralta, cuyos ojos brillaron en la obscuridad como
los de un pájaro nictálope —la Causa de la inde-
pendencia triunfará de un modo ó de otro ó mejor
;
XVI
—
i
— —
No, no, compañero gritó cuando me alejaba,
meneando la diestra velozmente, en acentuada señal
de negación— por ningún caso, después del triunfo
definitivo será cuando .empezaré á ocuparme un poco
en mi personalidad, pues hasta ahora, sólo he pensado
en sacrificarme por la Patria ....
— Riéndome interiormente de las peregrinas frases
del excelso coloso de las Siete Emes, de su chusca
abnegación, de su fingido desagrado y de sus colmi-
lludas aspiraciones, equivalentes á esperar que otros
peláramos la papa para él engullírsela entera; llegué
al campamento del general Páez, y después que le
comuniqué las verbales órdenes que para él llevaba,
me detuve á observar un poco la actitud marcial y
el entusiasmo delirante de aquella aguerrida división,
á la cual se había confiado la vanguardia. Se
destacaba ,en primer término por sus vistosos uni-
formes y por su brillante apostura el batallón Bri-
tánico, luego seguían los Bravos de Apure; y, por
último, el formidable cuerpo de caballería compuesto
de 1.500 lanceros, entre los cuales estaban los ven-
cedores del Yagual, la Mata de la Miel, Las Queseras
y otros célebres campos en dónde el valor y biza-
: .
Garahobo i2 9^
CaFahobo ^31
XVII
tá36 <
f. Tost'i GarcM
C&mbobo ^Sl
— —
Gran vagabundo gritóle Páez con agrio acen-
—
to ¿ en eso han venido á parar tus baladronadas y
discursitos burlescos, tantas roncas y monenas, para
—
C^rabobo i3iÁ
XVIII
Carabobo ^43
— —
¡No te adelantes contestóle el oriental tratan-
do de atravesarle el caballo mira que es muy peli-
groso quitarle la vanguardia á Rondón!
Mellado nada escuchó, metió las espuelas á su
caballo y lanza en ristre se precipit\5 sobre las filas
enemigas, quedando el fogoso corcel clavado en las
bayonetas, traspasado el semi-suicida y audaz lan-
cero por varios balazos en el noble pecho, muerto
el comandante Lima y heridos muchos oficiales.
Bondón, lleno de coraje, muy contrariado y echando
tacos y maldiciones, tuvo que replegar con el uni-
forme agujereado por tres balas.
Como hacía mucho rato que había empezado
á llover copiosamente, los barrancos de las que-
bradas y el piso del camino pusiéronse resbaladizos
y casi intransitables, por lo cual ni los batallones
de infantería destinados á la jjersecución, ni los
cuerpos ¿e caballería, pudieron dar alcance á Yalen-
cey, que logró llegar hasta Mucuraparo sin más
perdidas que 100 hombres poco más ó menos, y la
del escuadrón de caballería que se le separó después
del choque en la quebrada de Barrera.
Observando el Libertador que el temerario
cuerpo, al compás de la marcha real, que tocaba
su banda, estaba ya cerca de la ciudad, dispuso
montar 200 granaderos á la grupa de igual número
de jinetes, con el objeto de detenerlo, e impedir que
se hiciera fuerte en ella. El nuevo combinado
<iuerpo perseguidor, logró darle alcance en el sitio
llamado Los Corrales, en las cercanías de Valencia,
y allí se trabó un vivo tiroteo pero todo fue inútil,
;
Carabobo {45 •
— —
del Rey, contestó cariñosamente Latorre hoy es su
gran día; y á un hombre de sus quilates tenemos
todos que subordinarnos incondicionalmente. Eso sí,
proceda pronto, pronto, para que no perdamos
tiempo.
Dadas las órdenes del caso á sus dos mejores ca-
pitanes, don Tomás despachó las compañías, que se
dirigieron á pasitrote á la ciudad, cuyas calles es-
taban desiertas y las puertas y ventanas cerradas
desempeñaron la peleaguda comisión, sin ninguna
dificultad, y se reunieron al batallón en Camoruco,
con todos los cachivaches y cacharros que habían
ido á recoger.
Cuando se verificó la conjunción y los fugitivos
continuaron la marcha hacia Naguanagua, el general
Páez entraba á Valencia á la cabeza de un escuadrón
de caballería, y como se le informó que el enemi-
go se hallaba en el puente que conduce al camino de
La Victoria, acudió hacia ese lado, encontrándose con
una columna de húsares de los dispersos de Mora-
les, la cual atacada vigorosamente, hiijó á escape
por el camino de Vigirima, dejando muchos muertos y
heridos.
Suspendida la persecución, por no haber cesado
la lluviay estar declinando el día, los restos del bri-
llante y poderoso ejercito realista, llegaron como á
las diez de la noche al extremo norte de la sabana,
donde principia la cordillera que conduce á Puerto
Cabello.
—Aquí tenemos que hacer alto para descansar
—
un poco dijo el coronel García á Latorre, que es-
taba silencioso, triste y meditabundo, envuelto en
un ancho —
capote, que destilaba agua y barro nece-
sitamos que la tropa coma algo y duerma aunque
sea tres ó cuatro horas, para poder subir la cuesta.
—Eso —
es lo indicado respondió el general
porque oportuna parada nos servirá también para
la
incorporar dispersos pero corremos el riesgo de que
;
Carabobo ^47
^
XIX
Carabobo i5t^
i 5^ F. Tosta. Garcm
enemigo muerto
— Sí, mi amigo don Manuel — observó el padre
Alegría — esa
es la gran doctrina del Cristo, adoptada
por el liberalismo verdadero, el perdón y la mag-
nanimidad como sistema :^ cuando se recibe una bo-
fetada se pone la otra mejilla para que el agresor
repita
—Pueseso no lo haré yo aunque lo mande el
Papa ni el mismo Jesucrito, —
dijo riendo el coronel
Diego Ibarra, que se hallaba allí junto con nosotros
— al que me de un pescozón le doy un machetazo ;^
Carabobo i 5 5-
—
des, señores añadió la heroína poniéndose de pies y
lanzando de sus hermosos ojos miradas que parecían
—
relámpagos á los males se les pone remedio á tiem-
po. Háblenle con franqueza y sin ningún miedo al
Libertador, díganle la verdad en su cara, muéstren-
le el peligro, sean rudamente francos con él en sus
apreciaciones, porque ustedes tienen mejores dere-
^^S F. losta García
Carabobo ^^9
XX
Ó iiiconforme, añadió : —
Ninguno tiene mejores títulos
que usted, general Eeyes,' para observarme, acon-
sejarme y pedirme cuanto desee, en razón de venir
acompañándome con una constancia y lealtad incom-
parables, desde la intentona frustrada de la Miseri-
cordia, hasta la decisiva batalla de Carabobo, siem-
pre á mi lado, siemj^re activo, valeroso y dispuesto
á todos los sacrificios y á todas las heroicidades.
Probablemente se imagina usted que por no haber
podido darle, hasta ahora, la encumbrada posición
que sus servicios merecen, los he olvidado ó vista
con indiferencia. Me apresuro á anunciarle que no
es así, y que lo tengo en mi cartera para un mando,
en Jefe de importancia en la nueva cami)aña que^
por no haber concluido nuestra misión salvadora,
vamos á emprender hacia el sur de Colombia y
para donde partiremos sin demora luego que deje
organizada á Venezuela, contra toda contingencia
exterior Créame usted, amigo Eeyes^
e interior.
aunque no puedo compararme con Dios, tengo, sin
embargo, su misma fórmula tardo, pero no olvido ....
—
:
^G2 -
F. Tosta G&rcia
—
,
Carabobo i OS
i 64 F. Tosta García
—No —
ha pasado nada todavía, contestó Peral-
ta con premura, —
pero se sospecha que puedan
ocurrir cosas raras y desagradables. En Caracas
se dice, generalmente, (sobre todo en el círculo de
mantuanos, que aspira á privar en las altas esfe-
ras) que al partir Vuecencia para allende Los An-
des, quedará encargado del gobierno de Yenezuela
el general José Antonio Páez, y como la mencio-
nada camarilla se ha hecho cargo del adalid de las
pampas, lo rodea día y noche, le dá banquetes,,
bailes y toros para adularle, atraerle, marearle y
dominarle, al ausentaros vos, esa nefasta camarilla
capitaluna, que fué la misma que perdió á. Miranda,
la misma que en 1813 quiso, inútilmente, medrar á
vuestro lado, esos hombres acomodaticios de todos
los tiempos, serán los que empuñarán las riendas
del gobierno, pretendiendo manejar á Páez como á
un fantoche ó maniquí. Tal es el motivo del alarma
reinante entre los buenos i)atriotas, quienes no re-
chazamos en manera alguna al bravo Páez, pero sí
nos asustamos de la preponderancia que adquirirá
el desacreditado circulito que gira á su alrededor.
Encargando á Marino, á ürdaneta ó á cualquier
otro ciudadano que ellos apoyaran y sostuvieran
junto con el mismo general Páez, desaparecería todo
peligro y eso no sólo sería más conveniente para la
nación, sino para Vuecencia principalmente, porque
casi todos los hombres que forman la tal camarilla, son
vuestros enemigos solapados
El Libertador quedóse contemplando por algu-
nos instantes á su interlocutor, sin pronunciar una
sola palabra y como sosteniendo una lucha interior
ó un choque de ideas contrapuestas ó similares.
Varias veces se oprimió el labio inferior con el
índice y el pulgar de la mano izquierda, según su
costumbre en casos meditativos, hasta que al fin,
en actitud de haber tomado una definitiva resolución
dijo
— Comprendo la exactitud de sus razonamientos
j la triste verdad que ellos encierran, mi amigo y
•Carabobo Í6S
Carabobo JGT
fes ^
F. Tosta García
—
El Libertador con esa débil componenda lia
pretendido complacernos y contentar á todos, pero
ese remedio será j^eor que la enfermedad. Páez,,
recortado en su aspiraciones de ser Jefe único, que-
dará desagradado aunque no lo diga, Marino, al ver-
;
Carabobo Í7Í
XXI
—
diosa
Vales mucho, amada mía, y eres casi uua
!
i
XXII
Carabobo i89
—
—Muchas gracias, señor general contestóle Páez,
—
ofreciéndole cariñosamente el brazo tendrá usted
las mayores garantías y consideraciones, porque hasta
durante la guerra á muerte, logré ser generoso
con los rendidos. Entretanto, conserve usted su es-
:
—
Mi general. Usía es el que manda y yo obedez-
co pero me permito repetirle que va á exponer sin
;
XXIII
CARABOBO. IS
^94 . F. TcsU Carda
—
Qué desgracia tan grande es tener que oír tan
i
—
Así es como deben hablar los hombres hon-
i
rados !
—
exclamó lleno de entusiasmo el i)adre José
—
Luis Alegría yo también debo ser franco, exponer
mis creencias íntimas y hacer mi acto de contric-
ción política en este momento de las definiciones ca-
tegóricas. Obedeciendo á superiores influencias, en
•estos últimos meses he estado caminando por la
mala senda pero como nunca es tarde para conocer
;
SM F. Tosta Garda
— F. Tosta Garda
20r
Oarabobo SU
el acto, mi amigo
don Mauricio, en busca del general Sucre, para que le
entregue en propias manos la nota circular sobre el
Congreso de Panamá y además, para que le diga
;
Carabobo SiS^
—
Ocupe usted á todo trance esa altura tras de
la cual se encuentra Laserna con su Estado Mayor,
j le respondo que está ganada la batalla. Cargue rápi-
damente, que lo apoyare con el general Miller y la
-caballería.
" Córdova no se hizo repetir la orden, con la
arrogancia de un adalid de los tiempos fabulosos, se
-desmontó de su caballo, lo mató de un pistoletazo,
!
Carabobo ^^7
F. Tosta García
¿££
Carabobo 819
III
F. Tosia CarciA
£££
" Y
digo esto, porque de la Nueva Granada y de
Venezuela se sienten rumores desapacibles y va á
comenzar la lucha interna con los ambiciosos é intri-
gantes que se ciernen al lado de Santander y de
Páez, como negras nubes de ponzoñosos mosquitos.
" La deslealtad y la ingratitud en íntimo consor-
cio, comienzan ya á sacar las uñas de tal manera,
que, como medida de moralidad administrativa y
hasta de simple disciplina, se hace necesario que va-
yamos pronto por esos trigos á meter en cintura á
esos dos ángeles rebeldes ....
*'
Lo único que me contraría mucho, no puedo
negarlo, es el estado físico y moral en que se ha-
lla el Libertador. La supresión de las facultades
extraordinarias á las cuales estaba tan apegado, fue
un rudo golpe que le dio el Congreso colombiano,
pues todavía no se había concluido la guerra y aun- •;
Caribobo 223
225
Diciembre de 1907.
FIN DE CAEABOBO
Microfilmed
SOLINET/ASERL PROJECT
1990-92
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