(2023) Vargas Guerrero - Garantias

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EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Y LAS GARANTÍAS DE DERECHOS


FUNDAMENTALES
JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Y LAS GARANTÍAS DE DERECHOS
FUNDAMENTALES
Análisis general y procedimiento de
Amparo, Habeas data, Habeas corpus,
Inconstitucionalidad

2DA. EDICIÓN CORREGIDA Y AUMENTADA

o
C

lecció

Santo Domingo, República Dominicana


2023
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS GARANTÍAS DE
DERECHOS FUNDAMENTALES

Autor: Mag. José Alejandro Vargas Guerrero

Segunda edición corregida y aumentada: Noviembre, 2023

Esta es una publicación de:

Tribunal Constitucional de la República Dominicana


Centro de Estudios Constitucionales
Edificio Juan Pablo Duarte
Avenida 27 de Febrero esquina Avenida Gregorio Luperón,
Plaza de la Bandera y del Soldado Desconocido,
Santo Domingo Oeste, República Dominicana,
Teléfonos: 809-274-4445 y 809-274-4446
www.tc.gob.do

Cuidado de la edición: Katherine Estévez Ureña

Diagramación: Yissel Casado

Diseño de portada: Enrique Read

Corrección de estilo: Eduardo Díaz Guerra

Impresión: Editora Cipriano, SRL

ISBN: 978-9945-643-89-3
ISBN: 978-9945-643-90-9 (digital)

Impreso en República Dominicana.


Todos los Derechos reservados
III

GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES Y


PROCEDIMIENTOS CONSTITUCIONALES
3.1 Conceptualización general sobre las garantías
En el lenguaje común se habla de «garantías» de derechos
de una forma por lo general genérica e imprecisa. Se dice, por
ejemplo, que cierto derecho está «garantizado» por la Consti-
tución desde el momento en que dicho derecho ha sido pro-
clamado, con más o menos solemnes palabras, en un texto
constitucional183.
Las «garantías» constituyen los medios generales que la
técnica jurídica moderna ha desarrollado con relación a la re-
gularidad de los actos estatales en general. Las garantías son
preventivas o represivas, personales u objetivas184.
De acuerdo con el Diccionario Panhispánico del español ju-
rídico185 las garantías de derechos fundamentales son «el conjunto
de garantías normativas, judiciales e institucionales, establecidas
en la Constitución u otras normas para asegurar la protección de
los derechos fundamentales, su pleno disfrute y ejercicio».
Una garantía es una protección. Las garantías de los dere-
chos constitucionales son protecciones de los derechos de los
ciudadanos contra el Estado: equivalen a «barreras» interpues-
tas entre el poder estatal y la libertad de los ciudadanos. Para
Fix-Zamudio, las «garantías constitucionales» son los medios
utilizados …» cuando el orden constitucional es desconocido
o violado, con el objeto de restaurarlo» pero que no tienen
un carácter solamente conservador (en el sentido de conservar

183
GUASTINI (Riccardo), Estudios de Teoría Constitucional…, obra citada, p. 234.
184
KELSEN (Hans), Teoría pura…, obra citada, p. 31.
185
Disponible en línea: https://dpej.rae.es/lema/garantía-de-los-derechos-
fundamentales
238 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

la vigencia de un derecho) sino que … «también implican el


desarrollo dinámico de la normatividad constitucional para
amoldarla a los cambios de la realidad y al mismo tiempo para
modificar dicha realidad, a fin de hacer efectivas las disposicio-
nes de principio o programáticos de la Ley fundamental»186.

3.2 Clasificación de las garantías


En los términos del artículo 184 de la Carta Sustanti-
va, el Tribunal Constitucional tiene por función «garantizar
la supremacía de la Constitución», a través de lo que Kelsen
denomina «medios generales que la técnica jurídica ha desa-
rrollado con relación a la regularidad de los actos estatales en
general»187. De acuerdo con esto, las garantías constitucionales
debían considerarse como los medios generales que la técnica
moderna había desarrollado en relación con la regularidad de
los actos estatales en general, y que separó en dos sectores: a)
preventivas o represivas, y b) personales u objetivas.
Entre las primeras, la anulación del acto inconstitucional,
inclusive de carácter legislativo (pero en este último supuesto
la anulación debía tener efectos generales o erga omnes), era la
que representaba la garantía principal, aun cuando también
eran posibles las de carácter represivo, tales como la responsa-
bilidad constitucional (política) y la civil de los órganos que
realizaran actos irregulares. La función de anular los actos y
las normas generales de carácter irregular emitidos por los ór-
ganos gubernamentales debía corresponder a un organismo

186
FIX-Zamudio (H.), Introducción al Derecho Procesal Constitucional…, obra citada, p.
58. Ver nota 74.
187
Ibidem.
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 239
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

jurisdiccional, cuya actividad podía considerarse como de ca-


rácter legislativo negativo188. En otras palabras:
- Las garantías preventivas tienden a prevenir la realiza-
ción de actos irregulares.
- Las garantías represivas (la responsabilidad constitucio-
nal y la responsabilidad civil de los órganos que realizan actos
irregulares) reaccionan contra el acto irregular una vez realiza-
do, tienden a impedir la reincidencia en el futuro, a reparar el
daño que se ha causado, a hacerlo desaparecer y eventualmen-
te, a reemplazarlo por un acto regular.
Los dos elementos pueden naturalmente, estar unidos en
una sola y misma medida de garantía.
Entre las posibles garantías puramente preventivas debe ser
considerada, ante todo, la organización en forma de tribunal
de la autoridad que crea el Derecho, es decir, garantizando
la independencia del órgano —por ejemplo, por medio de
la inamovilidad—, independencia que consiste en que no se
puede ser jurídicamente obligado en el ejercicio de sus fun-
ciones, por ninguna norma individual (orden) de otro órgano
y, en especial, de un órgano superior o perteneciente a otro
grupo de autoridades. No está ligado, por consecuencia, más
que a las normas generales, esencialmente a las leyes y a los re-
glamentos legales. El poder acordado al tribunal de controlar
las leyes y los reglamentos es otra cuestión.
Las garantías personales objetivas, que tienen al mismo
tiempo un carácter represivo acentuado, son la nulidad o anu-
labilidad del acto irregular. La nulidad significa que un acto
que pretende ser acto jurídico y, en especial un acto estatal, no
es tal objetivamente porque es irregular, es decir, no responde

188
KELSEN (Hans), La garantía jurisdiccional de la Constitución, nota 18, México, Uni-
versidad Nacional Autónoma de México, p. 482.
240 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

a las condiciones que prescribe una norma jurídica de grado


superior189. Al acto nulo le falta de antemano el carácter de
jurídico, de manera que no es necesario para retirarle su cuali-
dad usurpada de acto jurídico, otro acto jurídico. Por el con-
trario, si un nuevo acto fuera necesario se estará en presencia
no de una nulidad, sino de una anulabilidad.
Una segunda clasificación de las garantías las divide en:
garantías nacionales (genéricas y específicas, y estas a su vez en
normativas, institucionales y jurisdiccionales) e internaciona-
les; primarias y secundarias. Asimismo, se habla en la doctrina
de garantías de control y fiscalización; de interpretación, ins-
titucionales y de garantías jurisdiccionales –dentro de las que
cabe dividir garantías provistas por el juez ordinario y las pro-
vistas por cortes o tribunales especiales, en este caso la Corte
Interamericana de Derechos Humanos-.

3.2.1 Garantías genéricas nacionales o internas


El Estado Social y Democrático de Derecho, la suprema-
cía constitucional (artículo 6 de la Carta), la sujeción de la
administración al ordenamiento jurídico (artículo 220 de la
Constitución), como también los principios de separación de
poderes, legalidad, responsabilidad de las personas jurídicas
de derecho público y sus funcionarios y agentes), entre otros
componentes, son garantías de la necesaria integralidad en la
defensa y realización de los derechos fundamentales. A este
propósito se organizan las garantías específicas nacionales o
internas como mecanismos de protección de estos derechos.

189
Cfr. GHERSI (Carlos A.), Nulidades de los Actos Jurídicos. La invalidez e ineficacia del
contrato, Buenos Aires, Argentina, Editorial Universidad, 2005.
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 241
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

3.2.2 Garantías primarias y secundarias


Clasificación originalmente considerada por Luigi Ferra-
joli, para incluir, dentro de las primarias, a las obligaciones
(o prestaciones) y las prohibiciones que en el orden de los
derechos fundamentales deben respetar los demás, incluido el
Estado. Dentro de las garantías secundarias, se incluirían las
obligaciones de reparar o sancionar judicialmente las lesiones
de derechos.

3.2.3 Garantías específicas internas: normativas, de control,


de interpretación y jurisdiccionales
De manera principal las garantías específicas nacionales
o internas de carácter normativo, en cumplimiento del artí-
culo 74 de la Carta Sustantiva, son las siguientes: carácter no
limitativo de los derechos fundamentales, regulación por ley
en atención al contenido esencial y la razonabilidad; interpre-
tación favorable al titular y armonización de bienes e intereses
protegidos en caso de conflicto.
A partir del carácter no limitativo y constitucionalmente
enunciativo de los derechos fundamentales, se ha interpre-
tado que existen derechos fundamentales «por conexidad»,
concretamente el derecho de visita conyugal en centros peni-
tenciarios, reconocido por la sentencia TC/0236/17, de 19
de mayo, dentro del «… ámbito constitucionalmente pro-
tegido de los derechos a la intimidad personal y familiar, el
libre desarrollo de la personalidad y a los derechos sexuales
y reproductivos», tornando admisible la acción de amparo
ante sus vulneraciones.
La reserva de ley es una limitación a la posibilidad de
control de derechos fundamentales y sus garantías, reserva que
242 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

en nuestro caso recibe doble énfasis de la protección constitu-


cional al exigirse la aprobación de la transformación median-
te ley orgánica, que exige la aprobación por las dos terceras
partes de los miembros presentes en cada Cámara (art. 112
constitucional).
En TC/0031/13, de 15 de marzo, se admitió que […]
«la teoría del contenido esencial es un aporte del pensamiento
alemán a las ciencias jurídicas. Con base en ella, se parte de
la idea de que todo derecho y libertad fundamental posee un
contenido esencial que constituye su razón de ser, de tal forma
que, si se vulnera, negándolo o desconociéndolo, el resultado
sería la imposibilidad material y jurídica de su ejercicio. Este
concepto quedó consagrado en la Constitución alemana en
su artículo 19, numeral 1, donde se estableció la posible res-
tricción de un derecho fundamental mediante ley o en virtud
de una ley, y en el ordinal 2 del mismo artículo, donde se
disponía que `en ningún caso un derecho fundamental podrá
ser violado en su esencia», precedente reiterado en la sentencia
TC/0333/21, de fecha 1º de octubre.
En la sentencia precedentemente referida el contenido
esencial del derecho fundamental se considera, citando al Tri-
bunal Constitucional español en su sentencia 11/1981, de 8
de abril, como «aquella parte del contenido de un derecho sin
el cual este pierde su peculiaridad o, dicho de otro modo, lo
que hace que sea recognoscible como derecho perteneciente a
un determinado tipo».
Varios ordenamientos constitucionales tratan explíci-
tamente sobre el contenido esencial de los derechos funda-
mentales en el sentido ya anotado, no solamente el alemán
(de acuerdo con la Constitución alemana de 1942, artículo
19.2), sino también hay cita expresa en la Constitución
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 243
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

de Portugal (de 1976, artículo 18.3) y España (de 1978,


artículo 53.1).
La proporcionalidad supone que en cada caso de coli-
sión entre derechos fundamentales debe apreciarse concreta-
mente cuál de ellos ha de recibir protección. En la sentencia
TC/0042/12, de fecha 21 de septiembre se reconoce este he-
cho como principio de armonización concreta, definido como
«la obligación de armonizar derechos fundamentales en con-
flicto, de modo tal que no se afecte el contenido esencial de los
derechos involucrados como tampoco, más de lo necesario, su
máxima efectividad».
Cabe retener, sin embargo, que un derecho fundamental
no se contrapone a otro u otros. Todos forman parte del mis-
mo entramado de validez (la Constitución), de manera que lo
confrontado no serán los derechos fundamentales sino las pre-
tensiones de individuos que exponen limitaciones indebidas
para la concreción de sus intereses particulares, en situaciones
concretas. De hecho, lo que dispone expresamente el artículo
74 de la Carta Sustantiva es la armonización de «los bienes e
intereses protegidos», de manera tal que prevalezca siempre
«el derecho más afín a la dignidad» (como se interpretó en
TC/0109/13 para favorecer «el derecho a la educación» frente
al «derecho a huelga» de los educadores), que como se ha vis-
to, es el fundamento de la Constitución.
En otras palabras, llegado al extremo de una concepción
unitaria, sistemática y finalista de la Constitución impone por
necesidad que ningún derecho fundamental pueda sacrificarse
frente a otro derecho de su misma naturaleza. Cuando menos,
ha de aceptarse que no puede limitarse en forma alguna el con-
tenido esencial de un derecho fundamental, lo que no es justi-
ficable ni puede decirse de tal restricción que sea constitucional.
244 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

El principio de «prohibición de exceso», apelativo con el


que se designa también al principio de proporcionalidad, com-
prende los subprincipios de adecuación, necesidad y propor-
cionalidad estricta, consignados en la Sentencia TC/0276/19,
de 8 de agosto, como sigue:
1) Juicio de idoneidad, Tal como lo estableció el Tribunal
Constitucional español, este primer estándar o requisito
busca verificar «si tal medida es susceptible de conseguir
el objetivo propuesto».
2) Juicio de necesidad, este requisito busca comprobar que
«no exista otra medida más moderada para la consecución
de tal propósito con igual eficacia»,
3) Juicio de proporcionalidad en sentido estricto, este están-
dar corrobora que la actuación realizada fue «ponderada o
equilibrada, por derivarse de ella más beneficios o ventajas
para el interés general que perjuicios sobre otros bienes o
valores en conflicto».
De lo que se trata, por tanto, es de que la proporcionali-
dad como prohibición de exceso o desproporción.
El tema encuentra vinculación con las garantías de inter-
pretación de derechos fundamentales. Se refieren a los meca-
nismos que prescriben la interpretación favorable de los dere-
chos, en el orden de su ejercicio y disfrute.
En cuanto a las garantías jurisdiccionales, cuando se
realizan ante los jueces ordinarios patentizan el someti-
miento del ordenamiento a los jueces, al poder jurisdic-
cional, esto es, manifiestan el medio institucionalizado de
reclamo ante la perturbación o afectación de derechos fun-
damentales con la pretensión de restaurar su efectividad
conculcada por actos u omisiones del poder público o los
particulares.
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 245
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

Los medios dispuestos para proteger los derechos fun-


damentales deben ser eficaces, idóneos, efectivos: el habeas
corpus y habeas data, para la protección de la libertad y
los datos personales; la acción de inconstitucionalidad, el
amparo, el recurso de revisión constitucional de decisiones
jurisdiccionales, en fin, los procedimientos constituciona-
les previstos y sancionados por la Ley Orgánica del Tribu-
nal Constitucional. De manera indirecta, existen también
mecanismos que tienden a la protección de los derechos
fundamentales con carácter ordinario (como el contencio-
so administrativo).

3.2.4 Necesidad de las garantías de derechos fundamentales


La garantía de un derecho no es establecida por la mis-
ma norma que confiere el derecho en cuestión, al contra-
rio, la garantía del derecho fundamental solamente puede
ser establecida por otra norma diferente a la que instituye el
derecho en sí mismo considerado, como norma que crea los
mecanismos destinados a prevenir la violación de la primera,
es decir, que prevea remedios para el caso de que la primera
sea violada.
Los derechos fundamentales requieren de instituciones
que los tornen coactivos, que sancionen su incumplimiento.
La vigencia efectiva de los contenidos constitucionales, en
relación con la protección de derechos fundamentales, no se
agota con la mención de ciertos derechos, ni con la creación
de estructuras reguladoras de poderes públicos y el control
de sus relaciones. Es absolutamente necesaria, la creación de
derechos fundamentales no limitados, como también instru-
mentos que obliguen a los representantes del poder público
246 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

a ceñirse a la Constitución. No hay dudas de que ésa es la


razón principal para que las constituciones modernas, en la
práctica totalidad de los casos, consagren formas de control
constitucional mediante la creación de estructuras especializa-
das, cuyas funciones se consolidan a través del respeto de los
mandatos constitucionales. Se demuestra históricamente que
los sistemas de justicia constitucional logran adecuados nive-
les de protección de derechos fundamentales, porque tienen
algunas ventajas sobre otros sistemas.
En efecto, la justicia constitucional reconoce la supre-
macía de la Constitución y se manifiesta mediante el control
jurisdiccional; lo que a su vez se traduce en racionalidad y
justificación de las decisiones; y asimismo se fortalecen los
regímenes democráticos en tanto se defienden los derechos
individuales y de las minorías frente al poder, lo que es en sí
misma una función esencial de la democracia.
La Constitución colombiana de julio de 1991, en su título
II, que se intitula «De los derechos, las garantías y los deberes»,
consigna en su capítulo 4, «De la protección y aplicación de los
derechos», el equivalente de las garantías constitucionales en sen-
tido estricto (artículos 83-94), pues comprende los siguientes
instrumentos: acción de tutela (similar al derecho de amparo);
las acciones populares para la protección e intereses colectivos
(de carácter difuso) relacionadas con el patrimonio, el espacio,
la seguridad y la salubridad públicos, la moral administrativa,
el ambiente, la libre competencia económica y otros de similar
naturaleza. Así como, además de las anteriores, los recursos,
acciones y los procedimientos necesarios para que los afectados
puedan propugnar por la integridad del orden jurídico y por la
protección de sus derechos individuales, de grupo o colectivos,
frente a la acción u omisión de las autoridades. También se
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 247
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

incluye en este sector la responsabilidad patrimonial del Es-


tado por los daños antijurídicos que le sean imputables por la
acción u omisión de las propias autoridades, así como la facul-
tad a cualquier persona individual o colectiva para solicitar la
aplicación de sanciones penales o disciplinarias en relación con
la conducta de las mismas autoridades190.

3.2.5 El Tribunal Constitucional, garante de derechos


fundamentales
El Tribunal Constitucional es el garante institucional de
los derechos fundamentales, tal como resulta de varias partes
de su ley orgánica y de la misión que le confiere la Constitu-
ción de la República, pues se le encarga la defensa del orden
constitucional y la protección de derechos fundamentales y
se dice de él que es «el órgano supremo de interpretación y
control de la constitucionalidad» (artículo 1-LOTCPC), rete-
niendo la potestad de pronunciarse en materia constitucional
mediante procesos y procedimientos jurisdiccionales cuyo ob-
jetivo es «sancionar las infracciones constitucionales para ga-
rantizar la supremacía, integridad, eficacia y defensa del orden
constitucional» (artículo 5 de la citada LOTCPC).
Esa misión constitucional y legal de custodio de la supre-
macía constitucional y defensa de derechos fundamentales se
cumple mediante la nulidad de los actos que subviertan el or-
den constitucional, por excelencia mediante la acción directa de
inconstitucionalidad, pero, también, mediante el conocimiento

190
SÁCHICA (L. C.), Nuevo constitucionalismo…, obra citada, 10a ed. Santafé de Bo-
gotá, Temis, 1992, pp. 205-221. Ver también HENAO HIDRÓN (J.), Panorama del
derecho constitucional colombiano, 8a ed. Santafé de Bogotá, Temis, 1992, pp. 172-
192.
248 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

de las acciones constitucionales de habeas data, habeas corpus


y amparo, como a través del recurso de revisión de decisiones
jurisdiccionales y de revisión de sentencias de amparo.

3.3 Acceso a la justicia y su relación con la tutela judicial efectiva


y el debido proceso

3.3.1 Conceptualización e importancia del derecho de acceso


Se entiende el acceso a la justicia como: «Un derecho
humano fundamental en un sistema democrático que tenga
por objeto garantizar los derechos de todos por igual. Cuan-
do otros derechos son violados, constituye la vía para re-
clamar su cumplimiento ante los tribunales y garantizar la
igualdad ante la ley»191.
El proceso es el medio requerido para resolver los con-
flictos y restaurar la armonía social, como dispone el artí-
culo 2 de la Ley núm. 76-02, que instituye el Código Pro-
cesal Penal, aportando una visualización estimable sobre el
punto.
La jurisprudencia colombiana se ha decantado por acep-
tar que «el derecho de acceso a la administración de justicia ha
de entenderse… como la posibilidad que tiene cualquier per-
sona de acudir ante el órgano judicial para que, a través de un
procedimiento preestablecido, obtenga protección jurídica de
los derechos que considera desconocidos por la actividad de
un particular o del mismo Estado» (Sentencia T-043, 1993,
Corte Constitucional).

191
BIRGIN (Haydée) y KOHEN (Beatriz), Acceso a la Justicia como Garantía de Igual-
dad, Buenos Aires, Biblos, 2006, p. 15.
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 249
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

El Tribunal Constitucional español ha fijado, en su sen-


tencia STC 238/1992, FJ 3º, que «la tutela judicial ha de ser,
por imperativo constitucional, efectiva, y la medida en que lo
sea o no ha de hallarse en la suficiencia de las potestades atri-
buidas por ley a los órganos del poder judicial para, efectiva-
mente, salvaguardar los intereses o derechos cuya protección
se le demande».
Para el ámbito americano propiamente dicho vale rete-
ner la disposición de la CADH, en su artículo 8, según la
cual toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas
garantías y dentro de un plazo razonable por un juez o tribu-
nal competente», de manera tal que ese derecho «a ser oído»
configura clara y plenamente el derecho de acceso a la justicia
(juez o tribunal), para los fines ya indicados.
En otras palabras, la Convención Americana de Derechos
Humanos (CDH) lo consagra al regular derecho a la tutela
efectiva (Art. 25 y Art. 8) y el de las garantías judiciales (Art.
8.1.). La jurisprudencia contenciosa de la Corte IDH ha ido
llenando de contenido y delimitando los fundamentos y al-
cances del derecho de acceso a la justicia.
En particular, las interpretaciones de la Corte Interame-
ricana parten del supuesto de que el acceso a la justicia es un
pilar fundamental del estado de derecho, el cual se encuentra
conformado por el derecho a un recurso efectivo y el derecho
a un debido proceso.

3.3.2 Origen de la noción de acceso a la justicia


Originalmente los Estados no se entendieron como
obligados a solventar las necesidades de quienes acudieran
al Poder Judicial para la solución de la conflictividad social.
250 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

Bastaba con la existencia de juzgados y jueces. Pero el recono-


cimiento creciente de los derechos de las personas terminó por
empalmarse con lo ya previsto por Couture, para quien «una
teoría que trate de explicar la naturaleza jurídica de la acción
(el qué es la acción) debe partir de la base necesaria de que
cualquier súbdito tiene derecho a que el órgano jurisdiccional
competente considere su pretensión expuesta con arreglo a las
formas dadas por la ley procesal. Este derecho es la porción
mínima indiscutible de todo este fenómeno: el derecho a la
prestación de la jurisdicción».192
Tras la consagración de los derechos humanos, después de
su consignación en cartas sustantivas y el entendimiento de la
Constitución como norma, resultaba completamente lógico
que surgiera el derecho de acceso a la jurisdicción en términos
formales, como posibilidad de plantear pretensiones a la juris-
dicción, con la posibilidad efectiva de probarlas y contender
con igualdad, como posteriormente en términos materiales,
esto es, como derecho a obtener una sentencia «justa».
Se sostiene que el origen del derecho de acceso a la jus-
ticia, si bien parte de las alegaciones realizadas por primera
vez ante la Corte Suprema de los Estados Unidos de América
en el caso Lessee of Pollard’s Heirs v. Kibbe, de 1840, respecto
del Tratado de Amistad, Límites y Navegación de 1795, es
en realidad producto doctrinal de Mauro Cappelletti en su
obra «Acceso a la Justicia», en colaboración con Garth para
la Universidad de Florencia, en la década de 1970193.

192
COUTEURE (Eduardo), Fundamentos del Derecho procesal civil. Buenos Aires: Ro-
que Depalma, tercera edición, 1958, p. 71.
193
Cfr, CAPPELLETTI (Mauro) y GARTH (Bryant), El acceso a la justicia. La ten-
dencia en el movimiento mundial para hacer efectivos los derechos, México, Fondo de
Cultura Económica, 1978.
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 251
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

En Europa el derecho de acceso a la justicia inicia con


su reconocimiento por el «Convenio para la Protección de
los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales»
(conocido como la Convención Europea de Derechos Hu-
manos), del Consejo de Europa, adoptado en Roma el 4 de
noviembre de 1950. Este Convenio reconoce el acceso a la
justicia de los menos favorecidos o de quienes tengan dificul-
tades económicas, como también reconoce el derecho a un
proceso equitativo (art. 6), el derecho a un recurso efectivo
(art. 13), en calidad de «derechos esenciales». Pero ya antes,
en 1931, la Constitución Española, en su artículo 94, había
establecido este derecho de acceso a la justicia de litigan-
tes en estado de precariedad al disponer que «la República
asegurará a todos los litigantes económicamente necesitados
la gratuidad de la justicia».194 La Constitución francesa de
1946, ampliada en la reforma de 1958, patentizó el derecho
a una «justicia efectiva y accesible para todos» (art. 17).
En todos estos instrumentos se comienza a evidenciar
que el acceso a la justicia, si bien se consideraba un derecho
antes de su consagración expresa en diferentes ordenamientos,
lo que tenía era existencia formal, puesto que las diferencias
sociales y económicas tornaban los sistemas jurisdiccionales
inaccesibles para la mayoría, debido a la pobreza como a la
dificultad de obtener justicia y ejecutar lo decidido por ella. Es
precisamente para «paliar esta situación que fueron surgiendo
movimientos de defensa» del derecho de acceso a la justicia.195

194
Ejemplar disponible en: https://www.congreso.es/docu/constituciones/1931/1931_
cd.pdf
195
CATALÁN CHAMORRO (María José), El derecho fundamental de acceso a la justicia
de los consumidores, Valencia, España, Universidad de Deusto, • ISSN 0423-4847,
pp. 323-347.
252 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

3.4 El derecho de acceso a la justicia como derecho fundamental


No existen dudas acerca de que el derecho de acceso a
la justicia es fundamental, entre otras razones porque resul-
ta inescindible del derecho al debido proceso (cuya realiza-
ción implica necesariamente haber accedido a la jurisdicción),
constituyendo la «dimensión normativa» de que trataba Ca-
ppelletti al entender el acceso a la justicia como referencia al
derecho igualitario de los ciudadanos de hacer valer los dere-
chos que les reconoce la norma.196
Como derecho fundamental el acceso a la justicia exige a
los Estados proveer mecanismos de tutela efectiva para la reso-
lución de los conflictos con relevancia jurídica, visualización
amplia que comprende, además del sistema de justicia formal,
vías extrajudiciales.
La jurisprudencia constitucional dominicana ha enten-
dido que «el acceso a la justicia, lo mismo como derecho que
como principio, se enarbola como una de las garantías del
debido proceso», tal como expresamente lo dispone el artícu-
lo 69.1 de la Constitución al disponer: «Toda persona, en el
ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, tiene derecho
a obtener la tutela judicial efectiva, con respeto del debido
proceso que estará conformado por las garantías mínimas que
se establecen a continuación: 1) El derecho a una justicia ac-
cesible, oportuna y gratuita…» (TC/0042/15).
Como tal, el derecho de acceso a la justicia es un derecho
fundamental que exige a los Estados la provisión de meca-
nismos de tutela judicial y de resolución de los conflictos de
relevancia jurídica para todos sus ciudadanos. Una mirada

196
CAPPELLETTY (Mauro) y GARTH (Bryan), El acceso a la justicia…, obra citada,
p. 54.
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 253
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

amplia de este derecho comprende, además, del sistema de


justicia formal, vías extrajudiciales e, incluso, no estatales
de procesamiento de los conflictos como, por ejemplo, los
mecanismos alternativos. Se trata, en general, de obligacio-
nes positivas –en contraposición a aquellas negativas o de
abstención– que exigen la realización de acciones concretas,
en particular referidas a la «remoción de obstáculos» para
asegurar el acceso a la justicia.
Como evidencian las menciones ya realizadas, este de-
recho de acceso a la justicia ha sido reconocido por el cons-
titucionalismo moderno como parte integrante del catálogo
de derechos fundamentales. Todo Estado democrático que se
precie de tal debe ofrecer a sus ciudadanos un sistema capaz
de procesar y resolver los conflictos de relevancia jurídica que
se susciten entre ellos o entre estos y el Estado. En cuanto
tal, este derecho busca asegurar a las personas que han visto
amenazados o vulnerados sus derechos una vía expedita de
protección judicial, de modo de garantizar el pleno ejercicio
de los derechos de que son portadores.
La importancia del acceso a la justicia reside en su capa-
cidad de constituirse en la «puerta de entrada» al sistema de
tutela judicial y de resolución de conflictos. Sin la aplicación
efectiva del derecho de acceso a la justicia, la exigibilidad del
resto de los derechos consagrados en la Constitución y en las
leyes pierde toda viabilidad.
El acceso a la justicia se yergue, entonces, como un de-
recho fundamental de primera importancia en todo sistema
de administración de justicia democrático197. Una concepción
restringida del derecho de acceso a la justicia lo limita a la

197
CAPELLETTI (Mauro), El acceso a la justicia…, op. cit., p. 54.
254 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

provisión por parte del Estado de procesos judiciales –como,


por ejemplo, el poder acceder a los tribunales o el derecho a
tener un juicio justo– paradigma que ha primado en el análisis
y desarrollo doctrinario sobre la materia198.
Los estándares internacionales sobre acceso a la justicia,
a los que República Dominicana se encuentra jurídicamen-
te vinculada, obligan a remover los obstáculos económicos
para garantizar el acceso a la justicia a través de la provisión
de instancias de asistencia jurídica gratuita, para aquellas
personas que por su posición económica no pueden obtener
la tutela de sus derechos y solución de sus conflictos de rele-
vancia jurídica.
El acceso a la justicia es un concepto que hace referen-
cia a las posibilidades de las personas de obtener una res-
puesta satisfactoria a sus necesidades jurídicas y cuyo ám-
bito material de aplicación se delimita mediante el análisis
del conjunto de derechos de los ciudadanos y la valoración
de la naturaleza y extensión de la actividad pública y de
los mecanismos o instrumentos jurídicos necesarios para
garantizarlos.
No puede establecerse una identificación entre las ga-
rantías procesales básicas, entre las que se cuenta el acceso a
un tribunal de justicia, y el acceso a la justicia como derecho
complejo, instrumental y sustantivo a un tiempo. Es por ello
por lo que para el PNUD este derecho es más que acceso a
los tribunales: es el acceso a un remedio eficaz para un pro-
blema tutelado por el derecho. Una política de acceso a la
justicia implica entonces crear o fortalecer toda instancia,

198
OVIEDO (Enrique), Acceso de los pobres a la justicia, Santiago, Ediciones SUR,
Centro de Estudios Sociales y Educación, Colección de Estudios Urbanos SUR,
1995, p. 11.
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 255
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

estatal o comunitaria, centralizada o descentralizada, que


coadyuve a garantizar el ejercicio de los derechos y que sea
capaz de dar respuesta, con imparcialidad e integridad, a las
demandas de las personas, en especial de las de aquellas más
desfavorecidas.
No existe controversia en torno a la obligatoriedad de que
el Estado provea políticas públicas orientadas a facilitar el ac-
ceso a la justicia. Lo que plantea problemas es la naturaleza y
extensión de la obligación de la actividad estatal orientada a
ello, el ámbito jurídico y material implicado en su instrumen-
talización y la tipología de las necesidades a las que tendrá que
dar respuesta el sistema reformado.
El acceso a la justicia puede ser considerado desde varios
aspectos diferentes, aunque complementarios, a saber:
• El acceso propiamente dicho, es decir, la posibilidad
de llegar al sistema judicial contando con la representación
de abogado, hecho que resulta fundamental en el camino de
convertir un problema en un reclamo de carácter jurídico;
• La disponibilidad de un buen servicio de justicia, es
decir, que el sistema brinde la posibilidad de obtener un pro-
nunciamiento judicial en un tiempo prudente;
• La posibilidad de sostener el proceso completo, es de-
cir, que las personas involucradas no se vean obligadas a aban-
donar una acción judicial a lo largo del proceso por razones
ajenas a su voluntad. En este sentido, el sistema debería pro-
veer los recursos e instrumentos necesarios para garantizar esta
cobertura, en especial para los sectores y grupos en desventaja
económica y social;
• El conocimiento de los derechos por parte de los ciu-
dadanos, y la disponibilidad de los medios para poder ejercer y
hacer reconocer esos derechos y, específicamente, la conciencia
256 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

del acceso a la justicia como un derecho y la consiguiente obli-


gación del Estado de brindarlo y promoverlo199.
De manera general, se puede sostener que el derecho de
acceso a la justicia, también denominado «derecho a la tute-
la judicial efectiva», implica la posibilidad de toda persona,
independientemente de su condición económica, social o de
cualquier otra naturaleza, de acudir ante los tribunales para
formular pretensiones o defenderse de ellas, de obtener un
fallo de esos tribunales y, que la Resolución pronunciada sea
cumplida y ejecutada.
De acuerdo con la doctrina y jurisprudencia del sistema
interamericano de derechos humanos, el derecho de acceso
a la justicia es una norma jus cogens que genera la obliga-
ción en los estados de adoptar las medidas necesarias para
hacerlo efectivo200. En este sentido, el acceso a la justicia es
un derecho que permite hacer efectivos otros derechos que
han sido vulnerados o que deben ser reconocidos a quienes
acuden ante el sistema de justicia para solucionar sus con-
flictos jurídicos201.
Asimismo, el derecho de acceso a la justicia se configura
como una garantía del derecho de igualdad en la medida que
supone que los Estados deben asegurar que todos los ciudada-
nos tengan igualdad de oportunidades202. En consecuencia, el
derecho de acceso a la justicia se configura como una garantía

199
BIRGIN (Haydée) y KOHEN (Beatriz), Acceso a la Justicia, … op. cit., p. 19.
200
VILLARÁN (Susana), «Acceso a la justicia en el Sistema Interamericano de Dere-
chos Humanos», Informe Final de proyecto Lineamientos y buenas prácticas para un
adecuado acceso a la Justicia en las Américas, Organización de Estados Americanos
(OEA), Instituto de Defensa Legal, Consorcio Justicia Viva, Lima, diciembre, 2007,
p. 6.
201
Idem.
202
Idem.
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 257
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

fundamental con reconocimiento nacional e internacional, en


el ámbito regional americano y universal.
La evolución del acceso a la justicia fue explicada por
parte de la doctrina mediante un modelo de etapas, tam-
bién llamadas olas de acceso a la justicia203, que deben ser
analizadas en el contexto de la evolución de la compren-
sión de los derechos humanos y de los diferentes movi-
mientos de reforma de los sistemas de justicia. La primera
ola de asesoramiento legal buscaba el establecimiento de
mecanismos gratuitos de asistencia y representación ante
los tribunales para las personas que estuvieran por debajo
de un determinado nivel de ingresos. Este movimiento ha
de entenderse en el contexto más amplio del movimiento
de reforma del sistema de justicia en el que se pedía que
este actuara como garante de la igualdad ante la ley viendo
en la realización de este derecho un instrumento afianzador
de la estabilidad democrática que a su vez se configuraría
como presupuesto para un adecuado funcionamiento de
las economías de mercado.
La primacía del factor económico en la percepción del
desarrollo la encontramos, en este momento, en la naturaleza
de las acciones positivas encaminadas a la supresión de los
obstáculos para la obtención de la igualdad que en este perio-
do no va más allá de la puesta en marcha de sistemas gratuitos
o subsidiados de asistencia profesional de abogado en juicio.
La segunda ola del acceso a la justicia está enmarcada por las
reformas del sistema de justicia en las que se buscaba la op-
timización del funcionamiento de las cortes y los tribunales.

203
DÍAZ (Luis Miguel) Arbitraje: privatización de la justicia, México, Ed. Temis, 1990,
pp. 13-14.
258 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

La preocupación por la mejora del sistema dimana de la per-


cepción emergente de que el correcto funcionamiento de la
maquinaria de justicia actuaba a modo de acelerador del de-
sarrollo económico y no sólo indirectamente por ser garantía
del sistema democrático204.

3.4.1 Consagración y evolución del derecho de acceso a la


justicia
Para el Tribunal Constitucional dominicano el acce-
so a la justicia «supone que las partes del proceso tengan
similares oportunidades de presentar medios probatorios»
(TC/0340/19). El objeto de impulsar un proceso es, para la
jurisprudencia constitucional, «que quienes participan en él
lo hagan movidos por el interés de que los órganos encarga-
dos de dirimir los conflictos adopten decisiones para zanjar las
diferencias que afectan la convivencia social», de manera que
«el derecho a obtener un fallo es otra prerrogativa derivada del
derecho de acceso a la justicia» (TC/0006/14).
El derecho de acceso a la justicia constituye un pilar
esencial en todo Estado democrático, al garantizar una vía
para la solución de conflictos sociales que, de otro modo,
tenderían a agravarse. De la misma manera, representa una
forma para lograr la justicia social, en la medida en que per-
mite al Estado propiciar soluciones jurisdiccionales a los
conflictos sociales y con ello, idealmente, proporcionar sa-
tisfacción a grupos vulnerables.
Es importante que el acceso a la justicia se configure de ma-
nera tal que permita el acercamiento al sistema administrativo

204
DÍAZ (Luis Miguel), Arbitraje…, obra citada, p. 14.
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 259
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

judicial a la mayor cantidad de afectados, y una vez allí, con


apoyo efectivo a nivel profesional y humano, encontrar una so-
lución a la conflictividad social. En otras palabras, el derecho
a acceso a la justicia determina que los Estados deben poner a
disposición de los ciudadanos mecanismos de la tutela efectiva
de sus derechos y de resolución de sus conflictos de relevancia
jurídica, a través de recursos judiciales accesibles y adecuados.

3.4.2 El Derecho de Acceso a la Justicia en la normativa


nacional e internacional
La Ley 1-12, que instituye la Estrategia Nacional de
Desarrollo 2030, promulgada en fecha veinticinco (25) de
enero de 2012, contempla en su objetivo general número
1.2, «Imperio de la ley y seguridad ciudadana», el fortaleci-
miento del respeto a la ley y la sanción de su incumplimiento
a través de un sistema de administración de justicia accesible
a toda la población así como la institucionalización y forta-
lecimiento de «mecanismos que mejoren el acceso de toda la
población al sistema de administración judicial y a formas
alternativas de resolución de conflictos como arbitraje, con-
ciliación y mediación y establecer espacios de capacitación
de mediadores, para eficientizar la administración de justi-
cia y contribuir con ello a la paz social» (objetivo específico
1.2.1.4, de la citada Ley 1-12).
Es válido afirmar que el derecho de acceso a la justicia
es definido en términos de una «garantía fundamental», con
reconocimiento nacional e internacional en el ámbito regional
americano y universal.
La principal fuente jurídica del derecho de acceso en el
ámbito externo lo es el Pacto Internacional de los Derechos
260 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

Civiles y Políticos, en cuyo artículo 14.1 se consagra formal-


mente el derecho de acceso a la justicia, como sigue:
«Todas las personas son iguales ante los tribunales y cortes de
justicia. Toda persona tendrá derecho a ser oída públicamente y
con las debidas garantías por un tribunal competente, indepen-
diente e imparcial, establecido por la Ley, en la substanciación
de cualquier acusación de carácter penal formulada contra ella
o para la determinación de sus derechos u obligaciones de ca-
rácter civil»205.

Similar redacción se encuentra en el Art. 8.1 de la Con-


vención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San
José de Costa Rica. El sentido especial de estas disposiciones
es que los Estados no deben interponer obstáculos para que
las personas acudan a los jueces o tribunales en busca de pro-
tección a sus derechos. En ese sentido, cualquier norma o me-
dida estatal que dificulte el acceso a la justicia, y que no esté
justificada por necesidades razonables de la propia administra-
ción de justicia, debe entenderse como contraria a las normas
internacionales. El derecho de acceso a la justicia, además de
estar reconocido en el art. art. 8.1., también lo está en el art.
25 de la Convención, última norma que establece la obliga-
ción positiva del Estado de conceder a todas las personas bajo
su jurisdicción, un recurso judicial efectivo contra actos viola-
torios de sus derechos fundamentales.
El acceso a la justicia es un derecho que permite hacer
efectivos otros derechos que han sido vulnerados o que deben
ser reconocidos a quienes acuden ante el sistema de justicia

205
Organización de Naciones Unidas (ONU). Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos, Resolución 2200 A (XXI) de la Asamblea General. Aprobado mediante
Resolución núm. 684, de fecha 27 de octubre de 1977, Gaceta Oficial núm. 9451.
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 261
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

para solucionar sus conflictos jurídicos. Asimismo, el derecho


de acceso a la justicia se configura como una garantía del de-
recho de igualdad en la medida que supone que los Estados
deben asegurar que todos los ciudadanos tengan igualdad de
oportunidades, y hagan efectivo su derecho sin sufrir discri-
minación alguna de por medio.
La Convención Interamericana para prevenir, sancio-
nar y erradicar la violencia contra la mujer (llamada también
Convención de Belém do Pará, del nueve de junio de 1994),
dispone en su Art. 7 que los Estados parte están obligados a
incluir normas penales, civiles, administrativas y de otra na-
turaleza en su ordenamiento interno para prevenir, sancionar
erradicar la violencia, y a tal efecto se configura una especial
norma de acceso a la justicia a favor de un grupo vulnerable,
como el de la mujer, pues como parte de sus deberes inter-
nacionales los Estados parte se obligan a (Art. 7, letra f ), a
… establecer procedimientos legales justos y eficaces para la
mujer que haya sido sometida a violencia, que incluyan, entre
otros, medidas de protección, un juicio oportuno y el acceso
efectivo a tales procedimientos.
En julio del año 2000 el Consejo Económico y Social de
las Naciones Unidas aprobó el documento Aplicación de la
Declaración sobre los Principios Fundamentales de Justicia para
las Víctimas de Delitos y Abuso de Poder, instrumento que facul-
ta la creación de medidas específicas que garanticen el acceso
a la justicia. En la misma se exige a los Estados miembros
desarrollar políticas que garanticen el acceso de las víctimas a
los servicios necesarios para su resarcimiento mental, físico y
social, además del respeto de sus derechos:
En el mismo sentido obran las iniciativas sectoriales im-
plementadas por diversos organismos multilaterales como el
262 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, la


CEPAL, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo,
instituciones especializadas en la materia como el CEJA, así
como las Defensorías del Pueblo o Comisiones de Derechos
Humanos, numerosas redes y alianzas de organizaciones no
gubernamentales y en el ámbito de la propia organización de
los Estados Americanos se ha puesto énfasis en la necesidad de
que los Estados inicien procesos de reforma de los sistemas de
justicia en los que se analicen y solucionen los obstáculos de
acceso a la justicia.

3.5 El Estado en la problemática del acceso a la justicia. Barreras


al acceso
No existen dudas acerca de que el acceso a la justicia, en
tanto derecho, incide en la fortaleza del Estado Social y De-
mocrático de Derecho y en el grado de desarrollo humano206.
La administración de justicia, como parte de la función del
Estado, tiene a su cargo la solución jurídica de los conflictos
de la población. Se trata de un servicio público, que en una
democracia no es una manifestación de poder, sino un instru-
mento fundamental para el logro de una convivencia social
pacífica y equilibrada. Una garantía para el respeto de los de-
rechos de todas las personas.
Quienes realizan esa labor, son gestores de los intereses
de la comunidad y están obligados a responder ante ella, de
manera eficiente y adecuada. Por eso los Poderes Judiciales no
pueden permanecer ajenos a los problemas de la población.

206
Gabinete de Coordinación de Políticas Sociales. Acceso a la justicia, Estado de Derecho
y Desarrollo. Boletín del Observatorio de Políticas Sociales y Desarrollo. Santo Do-
mingo, República Dominicana, Año 2, número 10, 2018, p. 11.
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 263
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

La estructura, organización y políticas judiciales, se ejecutan


en un contexto social y el conocimiento de su problemática,
de las desigualdades que en él se producen, se convierte en
un factor determinante para resolver de manera equitativa los
conflictos.
Los Estados se obligan, vista la normativa internacional, a
dos aspectos fundamentales en materia de acceso a la justicia:
a) Obligación de remover obstáculos económicos para garantizar
el acceso a la justicia, y b) Obligación de establecer mecanismos
de asistencia profesional gratuita. Estas reglas obligan a los Es-
tados, por una parte, a establecer mecanismos de asistencia
jurídica gratuita, especialmente para acciones judiciales de
mayor complejidad técnica y, por otra, a revisar los costos de
los procesos y la localización de los tribunales.
A su vez, contar con mecanismos de asistencia jurídica
gratuita tiene como objetivo evitar la discriminación en el ac-
ceso a la justicia de las personas que por su posición económi-
ca no pueden obtener la tutela de sus derechos y solución de
sus conflictos. Tratándose de los casos de mujeres víctimas de
violencia intra­familiar, así como aquéllos de alta complejidad
técnica, la CIDH ha sostenido la necesidad de incrementar
aún más la provisión de este tipo de servicios.

3.5.1 Barreras Institucionales: instituciones de justicia


En América Latina persisten distintas barreras que limi-
tan el acceso a la justicia para la población, en particular para
los grupos más vulnerables.
En efecto, se pueden mencionar problemas como el de la
discriminación étnica y cultural que afecta a los Pueblos Indí-
genas, «al desconocer y desconfiar estos del sistema de justicia
264 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

y, este, de las culturas, las lenguas, los razonamiento y formas


de solución de controversias, conflictos y las sanciones que im-
parten en la justicia indígena» (barreras culturales y lingüísticas);
el costo que entrañan los procesos para personas que viven en
pobreza o pobreza extrema y la ausencia o déficit en muchos
países de defensores públicos o asistencia legal gratuita (barre-
ras económicas). Asimismo, la existencia de prejuicios y estereo-
tipos de género en los funcionarios del sistema de justicia que
colocan en desventaja a las mujeres y la ausencia de servicios
jurídicos especializados para mujeres» (barreras de género)207.
Estos obstáculos mencionados aquí no son los únicos; sin
embargo, constituyen los más palpables y los que principal-
mente contribuyen a generar situaciones de sistemática vul-
neración y exclusión de ciertos sectores de la población con
relación al derecho de acceso a la justicia.

3.5.2 Barreras procesales y procedimentales


Se hace referencia con estas barreras a aquellos proce-
dimientos, requisitos y actuaciones procesales que pueden
significar una afectación o traba para personas en estado de
vulnerabilidad, sea por un exceso de formalismo o porque las
características de los actos procesales afectan de forma dife-
renciada a distintos usuarios debido a factores particulares de
ellos mismos o por circunstancias sociales o económicas.
Entre los problemas más comunes se encuentra la burocra-
tización del sistema de justicia, la cantidad de procedimiento y

207
DE LA ROSA (Javier), «Acceso a la justicia: elementos para incorporar un enfoque
integral de política pública», en: Acceso a la justicia en el mundo rural, Lima, Instituto
de Defensa Legal, 2007, p. 31.
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 265
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

requisitos requeridos a lo largo de un proceso judicial dificul-


ta y desincentiva el seguimiento del proceso. Dentro de esta
burocratización cabe, por supuesto, la presentación de docu-
mentos escritos para cada acto procesal, así como el incumpli-
miento de los plazos del proceso (especialmente el tiempo de
comparecencias y audiencias), a cuyo incumplimiento suelen
contribuir los abogados a través de estrategias de dilación y
frustración de actos procesales.

3.5.3 Barreras administrativas, logísticas y de infraestructura


Uno de los problemas que generan mayor dificultad y
retraso respecto a la administración de justicia, en especial
para personas de escasos recursos, es la organización o ges-
tión deficiente del despacho judicial. Esto genera déficits
operativos más o menos sustanciales porque derivan en in-
cremento de costos del proceso, esto es, dan pie a que lo
habitual sea la pérdida de tiempo y con ello, la insatisfac-
ción de las necesidades jurídicas por las cuales se acude al
sistema de justicia. Al respecto, tomando como referencia
al Perú de 1996 a 2005, se explico que la cantidad de expe-
dientes ingresados al Poder Judicial puede ser entendida como
la demanda por acceso a la justicia, en tanto define la canti-
dad de casos que llegan a la vía judicial.208 En ese sentido, la
distribución de la carga procesal, así como el incremento de
causas pendientes por resolver genera un constante retraso y
acumulación de trabajo para el juez, por cuyo motivo no re-
suelve oportunamente o admite o inadmite causas de forma

208
HERNÁNDEZ B. (Wilson), Carga y descarga procesal en el Poder Judicial, 1996-
2006. Lima, Justicia Viva, 2006, p. 169.
266 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

apresurada. Este aspecto puede influir de forma negativa en


cualquier tribunal.
Asimismo, la falta de capacitación de los operadores a
nivel administrativo sobre estrategias de gestión, nuevas tec-
nologías y atención del usuario, configuran otro problema
que podría limitar la fluidez del proceso y del servicio en
general. También la falta de separación de funciones juris-
diccionales de las administrativas, en el caso de los jueces,
genera tanto una mala gestión producto de una falta de pre-
paración, como reducción en el tiempo que se dedica a la
función jurisdiccional.
La preparación de los ambientes para todo tipo de usua-
rios, juntamente con la necesidad de contar con un servicio
interdisciplinario, resulta esencial cuando se trata de personas
en estado de vulnerabilidad, especialmente en los casos de dis-
capacidad.
El Poder Judicial ha implementado el denominado Plan
Estratégico del Poder Judicial, Visión Justicia 20/24, con fina-
lidad de facilitar el acceso a la justicia para las personas en
condición de vulnerabilidad. En la gestión de este punto se ha
creado la Guía de Trato Digno para el Acceso a la Justicia, con-
cretada en líneas de acción tales como: difusión de derechos
y deberes para facilitar el uso del sistema de administración
de justicia, adecuación del servicio a necesidades de personas
en condición de vulnerabilidad y monitoreo de casos de alto
impacto; así como implementando objetivos de adecuación
de infraestructuras, uso de métodos alternos de resolución de
conflictos y servicio digital.
En cuanto a la justicia constitucional se refiere la elimina-
ción de barreras de acceso se fundamenta en el desarrollo de
mecanismos procesales que refuerzan y amplían la legitimación
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 267
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

para la interposición de la acción de inconstitucionalidad, de


manera que al criterio sustentado por la sentencia TC/0345/19
se une el precedente establecido por la sentencia TC/0028/22,
en virtud de la cual tanto la legitimación procesal activa o cali-
dad de cualquier persona que interponga una acción directa de
inconstitucionalidad, como su interés jurídico y legítimamente
protegido, se presumirán en consonancia a lo previsto en los arts.
2, 6, 7 y 185.1 de la Constitución. Esta presunción, para el caso
de las personas físicas, estará sujeta a que el Tribunal identifique
que la persona goza de sus derechos de ciudadanía.
En el orden administrativo el Tribunal Constitucional ha
dispuesto que la Dirección de Comunicaciones mantenga en
adecuadas condiciones de acceso al portal web institucional, con
información actualizada, como también ha gestionado la actua-
lización y entrega de información al ciudadano, entre otras me-
didas. Varias de estas medidas forman parte de las conclusiones
de la Conferencia Iberoamericana de Justicia Constitucional209

3.5.4 Barreras de Asistencia legal


Aunque este tema será mencionado nuevamente cuando
se comenten las barreras económicas de acceso a la justicia,
también se configura como una barrera institucional en la me-
dida que los sistemas de defensa pública no cuentan con los
requerimientos necesarios para que los defensores presten un
servicio adecuado, sea por una cuestión numérica (falta de

209
Conferencia Iberoamericana de Justicia Constitucional. Seminario sobre El acceso a la
justicia constitucional como objetivo fundacional. Cartagena de Indias, 20-22 de no-
viembre de 2019. Resumen de notas disponible en la siguiente dirección electrónica:
https://www.cijc.org/es/seminarios/2019-CartagenaIndias/Documentos%20CIJC/
Conclusiones%20encuentro%20Cartagena%20de%20Indias%20final.pdf
268 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

defensores públicos en relación a la densidad poblacional de


cada país) o por una cuestión de capacitación adecuada de los
operadores, a lo cual contribuye la ausencia de un perfil de
defensor público que responda a las necesidades reales de la
población (género, cultura, pobreza, etc.).
Se incluye en esta apreciación lo relativo a la defensa de
la víctima. En efecto, el problema de un inadecuado sistema
de defensa para las víctimas radica en que este se origina desde
antes de que el usuario ingrese al sistema de administración
de justicia, ya que el defensor no solo patrocina a personas de
escasos recursos, sino que atiende consultas previas que de-
terminan que una persona acuda o no al sistema de justicia,
a algún mecanismo alternativo, o simplemente mantenga la
situación que motivó su consulta.
El problema de las consultas jurídicas a defensores se tor-
na aún más dramático en los casos de personas privadas de su
libertad, lo cual se ve más agravado cuando aún no cuentan
con sentencia condenatoria. Un problema adicional en rela-
ción con la defensa de las víctimas surge cuando esta sólo es
aplicada a casos penales o de familia, excluyendo casos de tipo
administrativo, por ejemplo, y limitando de esa forma un ser-
vicio que, a pesar de las deficiencias que tiene, es sumamente
importante para garantizar la gestión jurisdiccional de conflic-
tos soportados por grupos vulnerables o población de escasos
recursos. En este contexto, patrocinar un mejor tratamiento
para la víctima no debe ser entendido como una reivindica-
ción en contra de los derechos que se le han venido prove-
yendo al sindicado o procesado. Hoy el proceso penal no sólo
busca el reintegro del procesado a la sociedad, sino también
la resocialización de la víctima para que esta regrese al seno de
la sociedad en las mismas condiciones en que se encontraba
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 269
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

antes del delito. Víctima e imputado son los sujetos más im-
portantes del proceso penal, y el Estado debe darles un trato
similar a ambos.
En este punto juega un papel central la justicia restau-
rativa como una manera de considerar a la justicia penal,
concentrada en la reparación del daño causado a las perso-
nas y a las relaciones, más que en castigar a los delincuentes.
Si es aceptada esa proposición, entonces queda situada de
manera relevante la víctima como ente central del proceso
penal. La dignidad humana de las víctimas exige, al igual
que la del procesado, un tratamiento justo y acorde con la
naturaleza humana. A la víctima se le han violentado y des-
conocido sus derechos y, por tanto, merece un trato adecua-
do a su condición. Por eso se consideran entre sus derechos
indiscutidos el respeto de su pretensión y la reparación inte-
gral del daño sufrido, derechos que no pueden ser suplidos
eficientemente si la víctima o no es representada o quien la
represente no cuenta con la posibilidad real de gestionar su
pretensión ante la justicia, a nivel de deficiencias materiales
o de preparación intelectual.

3.5.5 Barreras de Discapacidad


Como se mencionó líneas arriba en el caso de las perso-
nas con discapacidad las barreras institucionales juegan un
papel importante debido a que, si estas afectan a usuarios
comunes debido a las deficiencias del sistema de administra-
ción de justicia, estas personas pueden sufrir de forma adi-
cional la insuficiencia de infraestructura adecuada, en caso
de discapacidad física, o la falta de capacitación del personal
que presta el servicio, para el caso de discapacidad mental.
270 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

Asimismo, tanto en el primer como en el segundo caso


la necesidad de contar con un personal interdisciplinario di-
ficulta aún más la atención especial en este tipo de casos. La
situación de las personas con discapacidad se caracteriza por
extrema pobreza, tasa elevada de desempleo, acceso limita-
do a los servicios públicos de educación, atención médica,
vivienda, transporte, legales y otros; en general, su posición
social y cultural es marginada y de aislamiento.
La clara relación entre la pobreza y la discapacidad hacen
que la situación de las personas con discapacidad sea muy gra-
ve, ya que la mayoría están desempleadas o excluidas del mer-
cado laboral. Las consecuencias generales que la marginación
de esas personas tendrá sobre la situación política, económica
y social de la sociedad son muy serias210.
El acceso a la justicia de personas en condición de disca-
pacidad es un derecho fundamental, orientado a permitir que
estas personas puedan «acceder a sistemas, procedimientos y
lugares utilizados por la administración de justicia».211

3.5.6 Barreras de acceso a la justicia con relación a


circunstancias económicas y sociales
Incluye las barreras económicas y las barreras de género.

3.5.6.1 Barreras económicas. Es una realidad indiscuti-


ble que el poder judicial dominicano carece de la capacidad

210
VÁSQUEZ (Armando), «La discapacidad en América Latina», en Esther Alicia Amate y
otros. Discapacidad: lo que todos debemos saber, Pan American Health Org., 2006, pp. 11-12.
211
Acceso a la justicia de personas con discapacidad en el sistema judicial dominicano.
CONSEJO NACIONAL DE DISCAPACIDAD (CONADIS). República Domini-
cana. 2020, p. 25.
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 271
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

económica suficiente para dar frente a todos los conflictos que


se presentan dentro de los territorios bajo su competencia.
Una consecuencia directa de la pobreza es la discriminación
material que afecta a aquellos que poseen pocos recursos para
acudir al sistema de justicia. En efecto, las personas pobres no
se encuentran en capacidad de iniciar o sostener un proceso
jurisdiccional completo en la medida que no pueden pagar
un abogado o asumir los costos procesales que demanda el
sistema y en ese sentido, se encuentran en una situación de
desigualdad frente a quienes pueden asumir ello.
Una solución al problema de los costos excesivos de los
procesos judiciales que se ha implementado en muchos países
es la exoneración del pago de las tasas judiciales para las per-
sonas de escasos recursos. Sin embargo, ello se presenta como
solución insuficiente. Y es que otra principal dificultad que
enfrentan las personas de escasos recursos es la imposibilidad
que tienen para contratar un abogado defensor para las causas
en las que es parte demandante o demandada.
Ahora bien, en la mayoría de los países si bien existen
programas de defensa pública para personas con escasos recur-
sos, estos se encuentran orientados principalmente a acoger
casos de defensa penal. Y es que los Estados de la región han
entendido que la obligación de asegurar la defensa de abogado
solo se circunscribe al ámbito penal y la defensa del imputado.
En algunos casos los Estados han implementado algunos pro-
gramas de asistencia legal gratuita destinados a atender causas
laborales, civiles, administrativas, entre otras. Sin embargo,
los resultados que se pueden esperar son limitados en la me-
dida que en la mayoría de los casos se carece de presupuesto
suficiente para expandir el servicio o atender a la demanda de
la población.
272 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

En atención a esta realidad, los estados deberían promo-


ver iniciativas desde el propio estado, desde la sociedad civil, o
mixtas dirigidas a aliviar esta gran limitación para acceder a la
justicia que es la incapacidad de cubrir los costos.

3.5.6.2 Barreras de Género. Factores económicos, geo-


gráficos y culturales tienen un impacto importante en el ac-
ceso a la justicia, y afectan de manera diferenciada a hombres
y mujeres. Las barreras de género se encuentran referidas a la
discriminación que sufren las mujeres, en el sentido de que les
impide acceder a sus derechos en condiciones de igualdad; con
ello se les victimiza en doble sentido, ya que al análisis de las
barreras de acceso que ellas enfrentan se le debe agregar esta.
Incorporar en el análisis de los obstáculos de acceso a la justicia
a la perspectiva de género es importante, ya que ello permiti-
rá que tomemos cuenta cómo es que los factores económicos,
geográficos, culturales, afectan de manera diferenciada a mu-
jeres y hombres de cada sector en relación con el acceso a la
justicia.
Las mujeres se encuentran en inferioridad de condicio-
nes. En efecto, las mujeres son más pobres que los hombres.
Al respecto, la Organización de las Naciones Unidas ha se-
ñalado que la mayoría de los 1.500 millones de personas que
viven con 1 dólar o menos al día son mujeres212. Además, la
brecha que separa a los hombres de las mujeres atrapados en
el ciclo de la pobreza ha seguido ampliándose en el último
decenio, fenómeno que ha llegado a conocerse como «la fe-
minización de la pobreza». En todo el mundo, las mujeres

212
Documento electrónico. La feminización de la pobreza. En: Mujer 2000, igualdad
entre los géneros, paz para el siglo XXI, disponible en: ttp://www.un.org/spanish/
conferences/Beijing/fs1.htm
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 273
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

ganan como promedio un poco más del 50% de lo que ga-


nan los hombres213.

3.6 EL ACCESO A LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL: los primeros TC


americanos
Cuba creó el recurso de inconstitucionalidad en 1903 y
concretó la acción pública de inconstitucionalidad en la Ley
Constitucional de 1934, y en 1940 un Tribunal de Garantías
Constitucionales y Sociales por semejanza con la institución
de similar designación en España (según la Constitución espa-
ñola de 1931)214 que «si bien dicho tribunal no era autónomo,
sino que era una sala integrante del Tribunal Supremo (y ade-
más veía problemas laborales, que más bien eran propios de la
jurisdicción ordinaria».215
Guatemala introdujo en su ordenamiento interno la
justicia constitucional mediante la creación de una Corte
de Constitucionalidad, según consta en el artículo 262 de la

213
DE LA ROSA (Javier), Acceso a la justicia: elementos….op. cit., p. 32.
214
El texto de referencia consta en el artículo 121 de la Constitución Española de 1931,
que reza como sigue: «Se establece, con jurisdicción en todo el territorio de la Re-
pública, un Tribunal de Garantías Constitucionales, que tendrá competencia para
conocer de: a) El recurso de inconstitucionalidad de las leyes, b) El recurso de amparo
de garantías individuales, cuando hubiere sido ineficaz la reclamación ante otras au-
toridades, c) Los conflictos de competencia legislativa y cuantos otros surjan entre el
Estado y las regiones autónomas y los de éstas entre sí, d) El examen y aprobación de
los poderes de los compromisarios que juntamente con las Cortes eligen al Presidente
de la República, e) La responsabilidad criminal del Jefe de Estado, del Presidente del
Consejo y de los Ministros, f ) La responsabilidad criminal del presidente y los ma-
gistrados del Tribunal Supremo y del Fiscal de la República». Disponible en: https://
www.congreso.es/docu/constituciones/1931/1931_cd.pdf
215
GARCÍA Belaúnde (Domingo). El Tribunal de Garantías Constitucionales y Sociales
de Cuba (1940-1952). Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Estudio
preliminar de: José F. Palomino Manchego. Instituto Iberoamericano de Derecho
Constitucional, sección peruana, s/f, p. 20.
274 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

Constitución guatemalteca de 1965216, cuyo texto era el si-


guiente: «La Corte de Constitucionalidad se integrará por
doce miembros en la forma siguiente: El Presidente y cuatro
magistrados de la Corte Suprema Justicia designados por la
misma, y los demás por sorteo global que practicará la Cor-
te Suprema de Justicia entre los magistrados de la Corte de
Apelaciones y de lo Contencioso-Administrativo. Presidirá la
Corte de Constitucionalidad el Presidente de la Corte Supre-
ma de Justicia». Entre sus atribuciones se encontraban las de
conocer de los recursos que se interpusiera contra las leyes o dis-
posiciones gubernativas de carácter general que contengan vicio
parcial o total de inconstitucionalidad (artículo 263 de la citada
Constitución guatemalteca de 1965). Como se observa a par-
tir de la redacción del art. 262 de la Carta guatemalteca de re-
ferencia, a esta Corte de Constitucionalidad no se le asignaron
magistrados con carácter permanente.
El Tribunal de Garantías Constitucionales ecuatoria-
no data de 1945, aunque con marcado carácter consultivo y
dependiente del Poder Legislativo, desapareciendo en 1946.
Retornó en 1967, reiterado en la Constitución de 1978 y re-
formado en 1992. De poderes limitados, no ejercía un verda-
dero control de constitucionalidad, carecía de competencias
específicas y seguía siendo parte del Poder Legislativo, cuando
menos hasta 1996. Con la reforma constitucional de ese año
se le cambió el nombre por el de Tribunal Constitucional, y le
otorgó amplias competencias, autonomía y poder para tomar
decisiones vinculantes217.

216
Guatemala. Constitución de 1965. Ejemplar disponible en: https://www.oas.org/dil/
esp/Constitucion_Guatemala.pdf
217
Calle Idrovo (Rubén), Villagómez Moncayo (Byron) y Ramírez Iza (Dayanna Caroli-
na). El Tribunal de Garantías Constitucionales de 1945: Orígenes de la justicia constitu-
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 275
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

Chile creó la justicia constitucional en 1971, como resul-


ta de la reforma a la entonces vigente Constitución de 1925,
que dejó de existir tras el golpe de Estado de Pinochet en
1973. La Constitución chilena de 1980 reintrodujo la justicia
constitucional.
En Perú se creó un Tribunal de Garantías Constitu-
cionales en la Constitución de 1979, con atribuciones de
control abstracto y también con atribuciones para estatuir
en caso de lesiones directas a derechos individuales, lo que
se denomina «competencia tasada». La Constitución de
1993 le cambió de nombre por el de «Tribunal Constitu-
cional», consagrándolo como extrapoder y autónomo. Por
ello se afirma que el modelo peruano es quizá el primer
modelo americano en seguir muy de cerca las concepcio-
nes europeas218.
Bolivia introdujo un Tribunal Constitucional mediante
la Ley núm. 1585 de 1994, cuyos magistrados fueron pose-
sionados en agosto de 1998 y su ley especial es la número
1836 de 1999. Tiene funciones de control de constituciona-
lidad protección de derechos fundamentales y control polí-
tico para garantizar la paz social y el Estado Social y Demo-
crático de Derecho219.
Durante mediados del siglo XX Colombia se decantó por
un modelo de control constitucional a través del denomina-
do Consejo de Estado semejante en su concepción al modelo

cional en el Ecuador Quito: Corte Constitucional, Centro de Estudios y Difusión del


Derecho Constitucional (CEDEC), 2023.
218
Su ley orgánica es la núm. 26,439, disponible en: https://docs.peru.justia.com/fede-
rales/leyes/26439-jan-20-1995.pdf
219
Un ejemplar de la Ley del Tribunal Constitucional boliviano, en la actualidad de-
signado como Tribunal Constitucional Plurinacional de Bolivia, se encuentra en la
dirección siguiente: https://www.lexivox.org/norms/BO-L-1836.html
276 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

francés. En 1979 creó una Sala Constitucional de la Corte Su-


prema, y en su Constitución de 1991 creó la llamada «Corte
Constitucional», como parte de la llamada «Rama judicial»,
que comprende a la Corte Suprema de Justicia, el Consejo
de Estado, el Consejo Superior de la Magistratura, la fiscalía
general y demás tribunales y jueces, pero con total autonomía
administrativa y funcional. Ha tenido, por lo demás, una ac-
tividad intensa, con jurisprudencia creadora, que la coloca en
un lugar destacado entre sus similares en América Latina220.
El otro modelo es Costa Rica, que en 1989 creó la Sala
Constitucional en el interior de la Corte Suprema, y que ha
tenido una intensa actividad jurisprudencial desde entonces.
El caso de Costa Rica, que en cierto sentido se emparenta con
la experiencia cubana de 1940, ha influido en otros países que
lo han adoptado, como es el caso de Nicaragua, El Salvador,
Paraguay y Venezuela. Luego Honduras, pero, con el agre-
gado de que en dicho país la Sala Constitucional tiene todas
las características de un Tribunal Constitucional europeo -o
sea, autonomía funcional y administrativa y nombramiento
especial de sus miembros- y que como característica propia
resuelve problemas que incluso vinculan a las demás Salas de
la propia Corte Suprema.
Se retiene que los demás países que tienen control consti-
tucional lo hacen a través del Poder Judicial, y en esto existen

220
Si bien la Corte Constitucional colombiana fue creada en 1991, desde 1886 la Corte
Suprema de Justicia tenía funciones de control de constitucionalidad de proyectos
de ley objetados por el gobierno, de acuerdo al artículo 151.4 de la Constitución
colombiana de 1886, si bien esta atribución no equivalía a control constitucional de
las leyes, que iniciaría en 1910 con el Acto Legislativo núm. 3. La Ley Estatutaria de
la Administración de Justicia núm. 270 de 1996, artículos 43 y siguientes, dispone lo
relativo a la jurisdicción constitucional colombiana. Ejemplar disponible en: http://
www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley_0270_1996.html
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 277
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

algunas modalidades de interés, que conviene resaltar. El pri-


mero es México, que en virtud de sus reformas constitucio-
nales de 1987 y 1994, convirtiendo la Suprema Corte de la
Nación en un tribunal que sólo resuelve asuntos constitucio-
nales, con lo cual materialmente y en la práctica, es un Tribu-
nal Constitucional. Pero la Suprema Corte no ha dejado de
ser el máximo tribunal judicial de la Federación, y tiene tam-
bién funciones de carácter administrativo y judicial ordinario,
con lo que se ha creado un desfase que en algún momento
conducirá a la clase política mexicana a buscar la separación
de ambos órdenes.
Los países latinoamericanos, nacidos a la independencia
política a principios del siglo XIX, adoptaron muy pronto la
forma republicana de gobierno, con excepción del Brasil, que
fue una monarquía hasta 1889. Y al hacerlo, tuvieron presente
diversos documentos doctrinarios, algunos hechos espectacu-
lares como la Revolución francesa, y en materia de control de
constitucionalidad, el modelo americano instaurado en 1803,
más conocido como judicial review, y que se difundió amplia-
mente. Y tal es el ejemplo que domina con otros elementos
más en las primeras experiencias latinoamericanas de control
constitucional, en donde si bien se sigue el modelo americano
es una copia creadora, dado que tiene desarrollos peculiares,
con innovaciones (como los casos de Colombia y Venezuela,
que dan lugar al control o modelo mixto).
Además, existe presencia de tribunales constitucionales
tal como surgen de la experiencia europea, y coexisten mode-
los de control constitucional, de forma tal que partiendo de
la experiencia norteamericana se ha llegado a nuevas figuras,
en la cual coexisten diversos tipos de control, como es el caso
especial de México.
278 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

Lo anterior demuestra que, aun habiéndose adoptado en


diversos países y en fecha reciente, el modelo europeo de con-
trol a través de tribunales constitucionales, ello no significa
que la adopción haya sido mecánica, sino que se han introdu-
cido variantes, que los hacen peculiares en su desarrollo.
En cuanto al real y efectivo funcionamiento de estos mo-
delos, no ha sido óptimo, pues depende en gran parte del de-
sarrollo político de estos pueblos, que todavía es incipiente. Y
también de la madurez de las instituciones democráticas, algo
que no está asentado, en definitiva, pero hacia eso apuntan los
esfuerzos de las élites políticas de nuestros pueblos.
La República Dominicana fijó definitivamente atribuciones
de Corte Constitucional a la Suprema Corte de Justicia en la re-
forma constitucional de 1924 y creo el Tribunal Constitucional
en ocasión de la reforma de 2010. El Tribunal Constitucional
dominicano ha facilitado el acceso a la justicia constitucional de
varias maneras, de manera tal que si bien no rige en nuestro or-
denamiento la acción popular, sí se ha retenido la legitimación
procesal activa de cualquier persona que procura el ejercicio de
la acción directa de inconstitucionalidad, a partir de la atempera-
ción de la percepción del interés legítimo y jurídicamente prote-
gido exigible como requisito de interposición de la acción, como
de hecho se dispuso en la sentencia TC/0345/19. Y lo ha hecho,
como se afirma en la sentencia referida, «con la intención de per-
mitirle al pueblo –como soberano que es– acceder a este palmario
mecanismo de control de la constitucionalidad».

3.7 Tutela judicial efectiva y justicia constitucional


Si los derechos fundamentales deben ser protegidos, tal
como se supone que lo sean, entonces su jurisdiccionalidad
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 279
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

requiere necesariamente la habilitación de procedimientos es-


pecíficos para lograrlo, de forma tal que se habla entonces de
la «tutela judicial efectiva», en el sentido de acción procesal
que permite acceder a la jurisdicción, hacer peticiones, obte-
ner respuestas en plazo razonable y ejecutar lo decidido.
Esta denominación de «tutela judicial efectiva» aparece
como referencia a dos derechos relacionados, como son el «ac-
ceso a la jurisdicción»221 y el acceso a los recursos legales. La
tutela judicial efectiva se define por lo menos en dos vertien-
tes: normativamente es considerada por los artículos 68 y 69
de la carta magna como el conjunto de mecanismos para obte-
ner la satisfacción de derechos frente a sujetos obligados o sus
deudores. Así, comprende un contenido complejo, incluyente
de aspectos tales como el derecho de acceso a los tribunales; el
derecho a obtener una sentencia fundada en derecho; el dere-
cho a la efectividad de las resoluciones judiciales y el derecho
al recurso legalmente previsto.
Para Carocca222, como en el mismo sentido para Rivera223,
la tutela judicial efectiva garantiza la accesibilidad a la jurisdic-
ción, la obtención de una sentencia; la posibilidad de las par-
tes de poder interponer recursos y la posibilidad de obtener el
cumplimiento efectivo de la sentencia. No solamente implica

221
Acceso a la jurisdicción no es lo mismo que acceso a la justicia, sin perjuicio de que
algunos autores utilizan el mismo concepto de forma indistinta. La precisión impone
considerar el deber de referir que conceptual y técnicamente no son lo mismo justicia
que jurisdicción, cayendo el concepto de función judicial dentro de la idea de juris-
dicción, ya que toda sentencia de órgano que ejerza jurisdicción debe estar basada en
un proceso «debido». Cfr.: RECASENS (Luis), Introducción al Estudio del Derecho,
México, Porrúa 1997, p. 23.
222
CAROCCA PÉREZ (A.), Garantía Constitucional de la defensa procesal, Madrid, JM
Bosch, 1997, p. 112.
223
RIVERA (R.), Aspectos constitucionales del proceso, Tribunal Supremo de Justicia, libro
homenaje a José Andrés Fuenmayor, tomo II, Caracas, 2002.
280 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

derecho de acceso a la justicia y a obtener con prontitud la


decisión correspondiente, sino que de igual forma implica la
obligación de la jurisdicción de «decir el derecho». No extraña,
en consecuencia, que la normativa internacional de protección
de los derechos humanos haya producido varios instrumentos
al respecto, entre ellos el Convenio Europeo de Derechos Hu-
manos224, así como otros convenios internacionales.
En cuanto al Convenio Europeo, su artículo 13 crea el
«derecho a un recurso efectivo» en los términos siguientes:
Toda persona cuyos derechos y libertades reconocidos en el
presente Convenio hayan sido violados tiene derecho a la
concesión de un recurso efectivo ante una instancia nacional,
incluso cuando la violación haya sido cometida por personas
que actúen en el ejercicio de sus funciones oficiales.
En la Declaración Americana de los Derechos y De-
beres del Hombre225, aprobada por la Novena Conferencia
Internacional Americana, en Bogotá, Colombia en 1948,
en su artículo XVIII dispone: «Toda persona puede concu-
rrir a los tribunales para hacer valer sus derechos. Asimis-
mo, debe disponer de un procedimiento sencillo y breve
por la cual la justicia la ampare contra actos de la autori-
dad que violen, en perjuicio suyo, alguno de los derechos
fundamentales».
En la Declaración Universal de Derechos Humanos,
del 10 de diciembre de 1948. Esta declaración adoptada
por la resolución 217A (III) de la Asamblea General de las
Naciones Unidas del 10 de Diciembre de 1948, establece
un sistema de derecho y garantías judiciales entre las que

224
Disponible en línea: https://www.echr.coe.int/documents/convention_spa.pdf.
225
República Dominicana. Congreso Nacional, Resolución núm. 739, publicada en la
Gaceta Oficial No. 9460 el 11 de febrero de 1978.
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 281
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

cabe citar los artículos 8 y 10 de dicho texto, en virtud de


los cuales: «Toda persona tiene derecho a un recurso efecti-
vo ante los tribunales nacionales competentes que la ampare
contra actos que violen sus derechos fundamentales recono-
cidos por la Constitución o por la ley» …y «Toda persona
tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída
públicamente y con justicia por tribunal independiente e
imparcial, o para la determinación de sus derechos y obliga-
ciones o para el examen de cualquier acusación contra ella
en materia penal».
La Convención Americana sobre Derechos Humanos.
El Capítulo II sobre Derechos Civiles y Políticos de la Con-
vención Americana sobre Derechos Humanos, suscrita en San
José de Costa Rica el 22 de Noviembre de 1969, se integra
con una serie de disposiciones de relevante trascendencia en
materia de tutela jurisdiccional, entre las que cabe destacar:
«Art. 8: Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas
garantías y dentro de un plazo razonable por un juez o tri-
bunal competente, independiente e imparcial establecido con
anterioridad por la ley, en la substanciación de cualquier acu-
sación penal formulada contra ella, o para la determinación de
sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier otro carácter».
En el artículo trascrito se hace referencia a las garantías
judiciales de las cuales goza toda persona ante cualquier
acusación formulada contra ella; es decir, el derecho al
debido proceso. Asimismo, el Artículo 25 del mismo tex-
to consagra el derecho «a un recurso sencillo y rápido o a
cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales
competentes, que la ampare contra actos que violen sus
derechos fundamentales».
282 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos226,


suscrito en Nueva York el 19 de diciembre de 1966, dispone
al respecto que los Estados se comprometen a garantizar, entre
otros, el derecho al recurso efectivo, incluso cuando las viola-
ciones son cometidas por personas que actuaren en ejercicio
de funciones oficiales.
Tutela judicial efectiva: Puede traducirse en la garantía de
la libre entrada a los tribunales para la defensa de los derechos
e intereses frente al poder público, aun cuando la legalidad
ordinaria no haya reconocido un recurso o acción concreta
(TC/0489/15, reiterada en TC/0264/20).

3.8 Debido proceso: concepto


Para García, el debido proceso constituye un límite de la
actividad estatal, y lo conceptualiza como «…el conjunto de
requisitos que deben observarse en las instancias procesales a
efectos de que las personas estén en condiciones de defender
adecuadamente sus derechos ante cualquier acto del Estado
que pueda afectarlos…»227.
A juicio del magistrado y profesor García, los derechos y
las garantías que integran el debido proceso, forman parte de un
sistema dinámico, en constante evolución y desarrollo, y donde
tanto la forma como el fondo, los medios como el resultado, son
partes de un todo donde el vicio en cualquiera de ellos afecta la
legitimidad del resultado; es decir, el fin no justifica los medios.

226
Naciones Unidas. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Aprobado en
la República Dominicana por la Resolución núm. 684, del Congreso Nacional, de
fecha veintisiete (27) de octubre de 1977.
227
GARCÍA (Miguel Ángel), Corrupción y Estado de Derecho: El papel de la jurisdicción,
Madrid, Editorial Trota,1996, pp. 22-23.
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 283
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

Sostiene Gozaíni que «el adverbio debido no aparece en


la mayoría de las cartas constitucionales americanas, hecho
significativo si tenemos en cuenta la idea que surge inme-
diatamente cuando se habla del debido proceso». El origen
aceptado es la quinta enmienda de la Constitución de los Es-
tados Unidos de América que establece los derechos de todo
ciudadano a tener un proceso judicial; y también figura en la
decimocuarta enmienda, como una restricción al poder del
Estado para resolver sobre el destino de los hombres sin el
debido proceso.228.
Nogueira refiere que el debido proceso es «el conjunto
de garantías de este» (el proceso), y entre ellas, «al acceso a la
jurisdicción o a la tutela judicial efectiva»229, la cual explica
como «instrumento de defensa de toda persona, establecida
… en reemplazo de la auto tutela, por lo que de esta forma,
el concepto de acceso a la jurisdicción va de la mano ya no
del debido proceso, sino de la sustitución de la auto tutela, es
decir, el deber del Estado de garantizar por todos los medios
el acceso a los tribunales», cuyo reemplazo es una finalidad
capital en todo tipo de procedimiento, sea administrativo, ju-
dicial o de cualquier naturaleza que implique el ejercicio de
jurisdicción, y su media es la efectividad230.
Puede definirse el debido proceso como «el conjunto de
condiciones y requisitos de carácter jurídico y procesal que
son necesarios para poder afectar legalmente los derechos de
los gobernados»231.

228
Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/885/88500702.pdf
229
NOGUEIRA (Humberto), Derechos fundamentales y garantías constitucionales, Tomo
2, Santiago de Chile, Editorial Librotecnia, 2008, pp. 264, 265.
230
NOGUEIRA (Humberto), Derechos fundamentales…, op. cit., pp. 264-265.
231
FIX-Zamudio (Héctor), «Voz: debido proceso legal», en Diccionario Jurídico Mexica-
no, México, Porrúa, 1987, p. 820.
284 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

Mediante la Sentencia TC/0331/14, de fecha veintidós


(22) diciembre, precedente reiterado, el debido proceso es una
garantía fundamental, «un principio jurídico procesal que re-
conoce que toda persona tiene derecho a ciertas garantías mí-
nimas, mediante las cuales se procura asegurar un resultado
justo y equitativo dentro de un proceso que se lleve a cabo
en su contra, permitiéndole tener la oportunidad de ser oído
y a hacer valer sus pretensiones legítimas frente al juzgador,
es por ello que la Constitución lo consagra como un derecho
fundamental y lo hace exigible mediante la acción de ampa-
ro, la cual puede ser ejercida por todas las personas físicas o
moral contra todo acto u omisión de una autoridad pública
o de cualquier particular, que en forma actual o inminente
y con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta lesione, restrinja,
altere o amenace los derechos fundamentales consagrados en
la Constitución».
Es un auténtico derecho de «carácter instrumental que
permite la defensa jurídica de todos los derechos mediante
un proceso garantizado y decidido por un órgano jurisdic-
cional…»232; de lo cual podemos desprender que, en lo que
respecta al debido proceso, este es considerado como un «pro-
ceso garantizado», es decir, un proceso que cumple con las
exigencias y estándares adecuados para que el resultado de di-
cho proceso sea justo, o un proceso que cumpla con todas las
garantías que la Constitución establece, pero además agrega
que debe tratarse de un procedimiento que permite, de forma
real o material, la defensa de cualquier derecho que pueda
verse afectado por la acción de un tercero.

232
VALLESPÍN (David), El modelo constitucional de juicio justo en el ámbito del proceso
civil. Barcelona, Editorial Atelier, 2002, p. 112.
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 285
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

Por ello, no es aceptable considerar el concepto de «due»


o «debido» de una forma estrictamente formal o literal, sino
comprenderlo como un intento por satisfacer ciertas condi-
ciones mínimas y respetar valores mínimos de justicia233. El
objetivo en este caso es evitar la arbitrariedad de quien ejerce
el poder, constituyendo de esta forma, un estándar o modelo
de justicia que le permite determinar, dentro del ámbito de
competencia que le entrega la Constitución al legislador, y la
ley al ejecutivo y juez, como actuar válidamente al tomar una
decisión de fondo234.
Para el profesor Reynaldo Bustamante, el debido proceso,
o proceso justo, «…es un derecho fundamental de carácter
instrumental que se encuentra conformado por un conjunto
de derechos esenciales que impiden que la libertad y los de-
rechos de los individuos sucumban ante la ausencia o insufi-
ciencia de un proceso o procedimiento, o se vean afectados
por cualquier sujeto de derecho (incluyendo al Estado) que
pretenda hacer uso abusivo de estos…»235. En otras palabras,
se trata de un derecho fundamental para alcanzar la justicia,
que la busca a través de un proceso; para lo cual se requiere
posibilidad de acceso, procedimiento garantizado y conclu-
sión justa, en el entendido de que tiene que estar en concor-
dancia con el procedimiento.
A su vez, el profesor Germán Bidart Campos trata el de-
bido proceso de una forma ya totalmente separada del dere-
cho de acceso a la justicia; dice que un tema es el derecho a

233
ESPINOSA-SALDAÑA (Eloy), Derechos Fundamentales y Derecho Procesal Constitu-
cional, Lima, Jurista Editores, p. 63.
234
LINARES (Juan), Razonabilidad de las Leyes. El debido proceso como garantía innomina-
da de la Constitución Argentina, Buenos Aires, Editorial Astrea, 2° Edición, 1989, p. 26.
235
BUSTAMANTE (Reynaldo), Derechos Fundamentales y Proceso Justo, Argentina, Ara
Editores – Ediciones Olejnik, 2 Edición, 2015, p. 216.
286 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

la jurisdicción, o derecho de acceso a la justicia, entendido


como el derecho de acudir a un tribunal en búsqueda de ob-
tener justicia, luego viene la etapa del proceso judicial y final-
mente de la sentencia que resuelve, por lo que para él ya está
clara la distinción de estos tres derechos236; concentrando, en
su entender, la expresión del artículo 18 de la Constitución
Argentina. Lo anterior implica a lo menos: el derecho a un
procedimiento, pero no cualquiera, sino el «debido»: a falta de
ley que lo establezca, el juez debe arbitrarlo; durante este pro-
cedimiento, el justiciable debe tener la oportunidad de una
participación útil y suficiente; en caso de conflicto de partes,
se exige el principio de la contradicción; y el principio de la
congruencia en la sentencia. A ello debe sumarse las exigencias
de eficacia, en cuanto a la duración del proceso que no debe
sufrir dilaciones indebidas, no debe estar sometido a forma-
lismos excesivos, deben sus sentencias gozar del efecto de cosa
juzgada, y comprender la segunda instancia237.
El Tribunal Constitucional ha hecho referencia al debido
proceso a través de la Sentencia TC/0427/15, del treinta (30)
de octubre de dos mil quince (2015), en el sentido de que:
En ese sentido, para que se cumplan las garantías del debido
proceso legal, es preciso que el justiciable pueda hacer valer
sus derechos y defender sus intereses en forma efectiva, pues
el proceso no constituye un fin en sí mismo, sino el medio
para asegurar, en la mayor medida posible, la tutela efectiva,
lo que ha de lograrse bajo el conjunto de los instrumentos
procesales que generalmente integran el debido proceso legal.
En ese sentido, la tutela judicial efectiva sólo puede satisfacer

236
BIDART (Germán), Compendio de Derecho Constitucional, Buenos Aires, Editorial
Ediar, 2008, p. 184.
237
Ibidem, p. 188.
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 287
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

las exigencias constitucionales contenidas en el citado artículo


69 de la Constitución, si aparece revestida de caracteres mí-
nimamente razonables y ausentes de arbitrariedad, requisitos
propios de la tutela judicial efectiva sin indefensión a la que
tiene derecho todo justiciable». Reiterado en TC/0319/19, de
15 de agosto.

3.8.1 Debido proceso: antecedentes históricos


Este tribunal ha sostenido que el debido proceso previsto
en el artículo 69 de la Constitución está conformado por un
conjunto de garantías mínimas que tienen como puerta de en-
trada el derecho a una justicia accesible, oportuna y gratuita.
Este primer peldaño es de trascendental relevancia, porque es
a través de él que se entra al proceso, y es precisamente dentro
del proceso donde pueden ejercitarse las demás garantías que
lo integran. De manera que acceder a la justicia sin ningún
tipo de obstáculo ni impedimento constituye una garantía
prevista, además, en el artículo 8.1de la Convención Ame-
ricana de Derechos Humanos y en el artículo 14 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos (TC/0387/19).
Pueden encontrarse referencias al debido proceso, colate-
rales, incluso en el derecho romano, tales como la designación
previa del pater familias, el sacerdote u otros según la comu-
nidad, para impartir justicia. Asimismo, en derecho romano
se reconoció el derecho de recurrir con el objeto de lograr la
justicia que se estimaba había sido quebrantada en su caso, y
que, a la vez, debía ser oportuna, de acuerdo con Justiniano.
Antecedentes concretos del debido proceso, particular-
mente referidos al derecho de acceso a la justicia, aparecen
en la Carta aragonesa de 1134, que preveía el juzgamiento
288 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

en directa iustitia, con dos derivaciones: una, que no hubiera


intermediarios entre la persona que se juzgaba y el rey y otra,
que se juzgaría dentro de su territorio, lo que supone un aho-
rro de gastos de traslado.
Sin embargo, la mención concreta del debido proceso par-
te de la carta magna inglesa de 1215, cuyo artículo 39 dispone
que: «Ningún hombre libre será arrestado o detenido en prisión
o desposeído de sus bienes, proscrito o desterrado o molestado de
alguna manera, y no dispondremos sobre él, no lo pondremos en
prisión, sino por el juicio legal de sus pares o por la ley del país»238.
Se trata de una norma que asegura el derecho a un juicio
justo, ya que la afectación de alguno de los derechos que allí
señala solo puede ocurrir con «una sentencia judicial de sus
pares y con arreglo a la ley»; aquí encierra algunos elementos
claves del debido proceso, como lo es la afectación de derechos
solo por medio de una sentencia judicial, lo cual ya supone un
proceso o juicio, cualquiera sea el que existiere en esa época.
En este sistema la sentencia la dictan los pares, es decir,
bajo un concepto en el cual el rey ya no decide según su ar-
bitrio o voluntad un litigio, sino que la decisión la establecen
«los pares», a quienes precisamente se les reconoce tal facultad.
Además, al dictar su decisión los pares debían sujetarse a la ley,
cuyo origen ya no estaría en la voluntad real, sino del parla-
mento, lo que constituye una garantía más en la búsqueda de
la justicia.
Finalmente, podemos destacar de esta Carta, en cuanto a
reconocimiento de derechos, el artículo 40, que dispone: «No
venderemos, denegaremos ni retrasaremos a nadie su derecho

238
Disponible en línea: https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/li-
bros/6/2698/17.pdf
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 289
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

ni la justicia». Se trata de un reconocimiento expreso del de-


recho a la justicia, lo que implica un derecho a un juicio, un
derecho a una decisión jurisdiccional, lo que necesariamente
nos lleva a razonar que, si hay derecho a una decisión juris-
diccional, debe existir un derecho que habilite esta decisión,
el proceso, y a su vez un derecho que permita el proceso, el
acceso al proceso, en síntesis, el derecho al acceso a la justicia,
que si bien, no está ni desarrollado, ni siquiera expresado ni
reconocido, resulta de una deducción lógica bajo los paráme-
tros actuales, aun cuando debemos reconocer que ello no era
lógico de deducir en esa época.
Hacia el siglo XX la idea de debido proceso, se transfor-
ma en un principio de tipo garantista239, respecto del cual,
todos los principios de este carácter deben converger en él;
tanto por interés de la víctima para tener una tutela judicial,
como del acusado, para el resguardo de sus derechos, no solo
para que no se le imponga una pena arbitraria, sino que tam-
bién buscando que no existan medios arbitrarios que lleven a
la imposición de una pena injusta240.
Surge así lo que Carpizo denomina un Estado legal de
derecho, entre cuyos rasgos fundamentales se comprenden; la
ley como sinónimo de justicia; el control de constitucionali-
dad; el derecho internacional y su aplicación interna; y las for-
mas procesales. Sin embargo, la realidad bajo este Estado legal
de derecho reflejaba una institución judicial débil; por ello
se hace necesaria la evolución hacia un Estado constitucional

239
VIGORITI (Vincenzo). Garanzie costituzionali del proceso civile: due process of law e
art. 24 (Garantías constitucionales del proceso civil: debido proceso de ley y artículo
24, traducción electrónica). Milán, Giuffre Editore, 1970, p. 25.
240
CAFFERATA José I. Proceso Penal y Derechos Humanos. La influencia de la normativa
supranacional sobre derechos humanos de nivel constitucional en el proceso penal argenti-
no. Buenos Aires, Editores del Puerto, 2000, pp. 14-15.
290 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

de derecho, la que trae consigo la idea de un juez proactivo y


garantista, lo que implica una tutela de derechos efectiva tanto
en lo adjetivo, como en lo sustantivo y un proceso con formas
y procedimientos a favor del ser humano241.
Esto último comprende los dos aspectos relevantes de
nuestra investigación; el acceso a la justicia y el debido proceso,
es decir, que por un lado se pueda acceder a un sistema que
entregue justicia en un tiempo prudente, lo que implica una
sentencia que la declare; y por otro lado, que a la vez, ella sea
obtenida con la certeza judicial y no con apreciaciones morales
o meras certidumbres subjetivas, de manera que el acusado, o
demandado, tenga también todas las garantías necesarias para
un resultado lo más justo posible, todo ello con los límites racio-
nales que sean admisibles, lo que constituye a la vez, una dife-
renciación clara entre ambos derechos, lo que no obsta a que su
delimitación sea difícil de lograr y a veces de forma incorrecta.
Lo importante en este último caso, es que las formas procesales
nunca estén por sobre un derecho humano242, se debe recurrir
a «todas las garantías necesarias» en la búsqueda del resultado
que más se acerque a la justicia, bajo ese principio, las formas
quedan en segundo plano, sin dejar de ser importantes.
La violación del debido proceso no se produce sólo
cuando violenta la ritualidad o formalidad procesal, también
la hay cuando no se observa un mínimo criterio de justicia,
es decir, un criterio objetivable a través de los principios de
razonabilidad y proporcionalidad. En este caso, se va más
allá de la exigencia formal, se violenta el debido proceso
cuando la arbitrariedad o la desproporción de la decisión,

241
CARPIZO Enrique. Del Estado Legal al Constitucional de Derecho. Rasgos Esenciales.
Chile, Ediciones Jurídicas de Santiago, 2015, p. 21.
242
CARPIZO Enrique. Del Estado Legal al…, op. cit., p. 60.
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 291
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

vulneran el estándar mínimo de lo que debe considerarse


como la justicia aceptable.
Con posterioridad, y especialmente luego de las dos
grandes guerras, y consecuentemente con la globalización
que se vive en todo ámbito sentido, incluido el de los de-
rechos fundamentales, son las convenciones internacionales
de derechos las que van ampliando el alcance del debido
proceso, principalmente a través de la armonización que se
pueda hacer en la interpretación de los derechos que se haga
por medio de la jurisprudencia que emane de los tribunales
supranacionales.
Otro sector de la doctrina también atribuye los gérme-
nes del debido proceso a las «Charters» o Cartas, mediante
las cuales los gobernantes británicos reconocían, a quienes
asumían labores de colonización en nombre de la corona,
ciertos derechos o garantías específicas243; ahí aparece en
primer término, la Petition of Rights, aprobada en junio de
1628 y que fue motivada por la detención y prisión de cinco
caballeros, por orden del rey, los cuales se negaron a dar un
préstamo que no había sido sancionado por el Parlamento244.
Así, esta Carta busca que no se encarcele a ninguna per-
sona sin proceso; busca que el monarca no se encuentre, ni se
sienta por sobre la ley, siendo, a juicio del profesor Andrade, la
originalidad de esta Carta, el establecer «una frontera precisa
entre el poder real y el poder de la ley»245, con ello se reafirma
la idea de debido proceso en cuanto, solo puede encarcelarse

243
ESPINOSA- SALDAÑA (Eloy), Jurisdicción constitucional, impartición de justicia y
debido proceso, Lima, Ara Editores, 2003, p. 412.
244
BURGOA (Ignacio). El juicio de Amparo. México, Editorial Porrúa, 1991, p. 65.
245
ANDRADE (Carlos), Elementos de Derecho Constitucional Chileno, Santiago, Edito-
rial Jurídica Chile, 1963, p. 142.
292 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

en virtud de una resolución judicial, dictada en un proceso


que cumpla las exigencias legales.
En el mismo sentido está el habeas corpus Amendment Act
(Ley de Modificación del habeas corpus) de mayo de 1679,
que, en 18 artículos246, busca proteger al súbdito de las arbi-
trariedades del monarca, estableciendo plazos breves y exigen-
cias para el conocimiento de la causa en las que exista deten-
ción de personas, además del señalamiento del lugar de esta,
con fuertes sanciones pecuniarias a quienes no las respeten y
aplicables sólo a causas criminales.
El 13 de febrero de 1689 se dicta el «Bill of Rights» por la
Cámara de los Comunes y la Cámara de los Lores, de 13 artí-
culos247 y que, en lo relativo al tema de nuestra investigación,
señala que se establecía, o reconocía, el derecho para todos los
súbditos a hacer peticiones al rey; que son ilegales todas las
prisiones y procedimientos que se hagan como consecuencia
de estas peticiones (artículo 5); de la misma forma, establece
que se prohíben las fianzas exageradas, las multas excesivas y
las penas crueles (artículo 10)248. Así, el concepto, o la idea de
debido proceso se había configurado en los hechos, de forma
particular y ante acontecimientos puntuales, aun cuando ello
no constituía un debido proceso desarrollado de forma sis-
temática, pero podemos entender que hay una idea general
acerca de la necesidad de un debido proceso, o un proceso que
ofrezca garantías al acusado (o a las partes).

246
Ejemplar en español disponible en: https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/
libros/6/2698/19.pdf
247
DÍAZ (Javier), Textos constitucionales históricos, el constitucionalismo europeo y ameri-
cano en sus documentos. Lima, Palestra Editores, 2004, p. 79.
248
ANDRADE (Carlos), Elementos de Derecho Constitucional Chileno, Santiago, Chile,
Editorial Jurídica de Chile, p. 142.
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 293
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

3.8.2 Distinción entre debido proceso formal (adjetivo o


procesal) y debido proceso material (o sustancial)
En Estados Unidos de América, la Corte Federal ha dis-
tinguido cuando menos dos garantías mínimas componentes
del debido proceso:
a) Due process «procesal», que significa que ningún
órgano jurisdiccional puede privar a las personas de
la vida, libertad o propiedad, a excepción que tenga
la oportunidad de alegar y ser oída. Su finalidad es
la garantía de un juicio limpio para las partes en
cualquier proceso y en especial para las partes en el
proceso penal, admitiendo que «el correcto proceder
jurisdiccional minimiza el riesgo de soluciones
injustas»249
b) Due process sustantivo, que quiere decir que el gobier-
no no puede limitar o privar arbitrariamente a los
individuos de ciertos derechos fundamentales conte-
nidos en la Constitución. De esta forma se crea un
poder de control sobre la discrecionalidad adminis-
trativa.250
La llegada del debido proceso del sistema inglés, continuó
su desarrollo en el sistema norteamericano más allá de la inde-
pendencia de sus colonias, y junto con la evolución de la socie-
dad política en libertad, continúa la evolución del debido pro-
ceso, particularmente en esta distinción entre el debido proceso
formal y el debido proceso material; la búsqueda de un proceso

249
GOZAINI (Osvaldo Alfredo). «El debido proceso constitucional. Reglas para el con-
trol de los poderes desde la magistratura constitucional». En: Cuestiones Constitucio-
nales, núm. 7, México, Universidad Nacional Autónoma de México, julio-diciembre,
2002, pp. 53-86. Disponible en https://www.redalyc.org/pdf/885/88500702.pdf
250
Ibídem.
294 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

con procedimientos que den plenas garantías a las partes, como


también la búsqueda de procesos justos, que alcancen la justicia
en todas sus fases, más allá de lo meramente procedimental.
Constituye esta distinción un punto importante porque
nos permite distinguir lo que es el proceso en cuanto mecanis-
mo de solución de conflicto, con todas las garantías, y lo que es
la demanda de satisfacción de justicia, la cual nos permite con-
siderar factores que nos introducen en el ámbito del acceso a la
justicia. Se trata, justamente, de que, en el reconocimiento de
esta doble dimensión del debido proceso, es donde podemos
advertir de que no es sólo el tema del mecanismo puramente
procesal lo relevante, hay otros factores y esta distinción es el
primer antecedente que nos da la posibilidad de separar o dis-
tinguir dentro del debido proceso, el acceso a la justicia.
El debido proceso es una institución que surge desde una
perspectiva eminentemente procesal, que no presentaba ma-
yores dificultades en ese orden de ideas, y así se desarrolla y
evoluciona históricamente. En efecto, como nos recuerda el
profesor Hernán Molina, con posterioridad a la Carta Consti-
tucional de los Estados Unidos de Norteamérica, aparecen las
diez primeras Enmiendas251, las cuales fueron ratificadas el 15
de diciembre de 1791, y en las cuales, relativas a este tema, la
Primera Enmienda, junto con reconocer la libertad religiosa,
la libertad de opinión, la libertad de prensa, la libertad de
reunión consagra también la libertad de petición ante la auto-
ridad. Luego en la Cuarta Enmienda, además de la inviolabi-
lidad del hogar y de correspondencia, se consagra también el
derecho a la seguridad individual.

251
MOLINA (Hernán), Instituciones Políticas. Santiago, Chile, Editorial Lexis-Nexis,
2008, p. 305.
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 295
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

Finalmente, las enmiendas Quinta252, Sexta253, Séptima254


y Octava255 vienen a consagrar y desarrollar el debido proceso
como un derecho, dándole contenido. Sin embargo, existió
un caso resuelto por la Corte de Nueva York en 1856, que
puso de relieve la necesidad de diferenciar entre la existencia
de un debido proceso formal, y un debido proceso material,
ya que puso de relieve una clara distinción entre ambos, al
punto de que, dependiendo de qué perspectiva se tomara, la
resolución sería diferente256.
Dicha Corte, señaló que, según la Constitución de los
Estados Unidos257, se podía declarar inconstitucional una ley

252
«Nadie estará obligado a responder por un delito castigado con la pena capital o con
otra infamante si un gran jurado no lo denuncia o acusa, a excepción de los casos que
se presenten en las fuerzas de mar o tierra o en la milicia nacional cuando se encuen-
tre en servicio efectivo en tiempo de guerra o peligro público; tampoco se pondrá a
persona alguna dos veces en peligro de perder la vida o algún miembro con motivo
del mismo delito; ni se le compelerá a declarar contra sí misma en ningún juicio
criminal; ni se le privará de la vida, la libertad, o la propiedad sin el debido proceso
legal; ni se ocupará la propiedad privada para uso público sin una justa indemniza-
ción». Constitución de los Estados Unidos de América. Disponible en: https://www.
archives.gov/espanol/constitucion.
253
«En toda causa criminal, el acusado gozará del derecho de ser juzgado rápidamente y en
público por un jurado imparcial del distrito y Estado en que el delito se haya cometido,
Distrito que deberá haber sido determinado previamente por la ley; así como de que se
le haga saber la naturaleza y causa de la acusación, de que se le caree con los testigos que
depongan en su contra, de que se obligue a comparecer a los testigos que le favorezcan
y de contar con la ayuda de un abogado que lo defienda». Constitución de los Estados
Unidos de América. Disponible en: https://www.archives.gov/espanol/constitucion.
254
El derecho a que se ventilen ante un jurado los juicios de derecho consuetudinario en
que el valor que se discuta exceda de veinte dólares será garantizado, y ningún hecho de
que haya conocido un jurado será objeto de nuevo examen en tribunal alguno de los
Estados Unidos, como no sea con arreglo a las normas del derecho consuetudinario».
255
«No se exigirán fianzas excesivas, ni se impondrán multas excesivas, ni se infligirán
penas crueles y desusadas».
256
Caso «WYNEHAMER v PEOPLE (1856). El tribunal declaró inconstitucional una
ley que prohibía la venta de alcohol. [«No era debido proceso ´de ley´ cualquiera que
la ley estableciese, sino solamente aquel que reuniera ciertos requisitos». Disponible
en línea: https://casetext.com/case/wynehamer-v-the-people, traducción en línea.
257
BIDART (Germán), Los derechos del hombre, Buenos Aires, Ediar, 1994, p. 117.
296 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

realizando un examen de idoneidad jurídica de los procedi-


mientos para limitar un derecho, lo cual era resorte de los
tribunales judiciales y podía aplicarse a los aspectos sustanti-
vos de la ley, es decir, podía hacerse este examen al contenido
de la ley. Esta es la forma en que, por la vía jurisprudencial,
se desarrolla el due process of Law en su aspecto formal y
material.
En definitiva, el concepto de debido proceso legal, apa-
rece en la Décimo Cuarta Enmienda de 9 de julio de 1868258,
la cual es una de las enmiendas posteriores a la Guerra Civil,
y que tiene por objetivo ampliar la definición de ciudadanía
nacional, donde la expresión de dar a todas las personas la «…
protección de las leyes, igual para todos…», no hace más que
consagrar la igualdad entre todas las personas, y al hacerlo,
les garantiza, a todas las personas, el que sus derechos patri-
moniales, cívicos o personales no se verán afectados sin que
medie el «debido proceso legal». De esta forma, aparece allí
la distinción del debido proceso formal y debido proceso ma-
terial, del cual se llega a las discusiones más contemporáneas
para hablar del proceso o juicio justo, entendido en su esencia
como el derecho y garantía de accionar y defenderse en cual-
quier tipo de procesos, no solo en los penales259.

258
Enmienda Catorce. Sección 1. «Todas las personas nacidas o naturalizadas en los
Estados Unidos y sujetas a su jurisdicción son ciudadanos de los Estados Unidos y
de los Estados en que residen. Ningún estado podrá dictar ni dar efecto a cualquier
ley que limite los privilegios o inmunidades de los ciudadanos de los Estados Unidos;
tampoco podrá Estado alguno privar a cualquier persona de la vida, la libertad o la
propiedad sin el debido proceso legal; ni negar a cualquier persona que se encuentre
dentro de sus límites jurisdiccionales, la protección de las leyes, igual para todos».
Constitución de los Estados Unidos de América. Disponible en: https://www.archi-
ves.gov/espanol/constitucion.
259
BERTOLINO (Pedro), El debido proceso penal, La Plata, Argentina, Librería Editora
Platense, 1996, p. 16.
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 297
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

A partir de dicho razonamiento, podemos colegir que hay


dos ideas centrales respecto del concepto de debido proceso;
por un lado hay un debido proceso adjetivo o formal cuando
existe un conjunto de condiciones y requisitos que aseguran
la adecuada defensa de los intereses de la parte sometida a un
juicio o pleito; es el derecho a que su causa se resuelva con
las garantías procesales necesarias; «…ningún órgano jurisdic-
cional puede privar de la vida, libertad o propiedad a ningún
sujeto de derecho, excepto a través de procesos ajustados a la
Constitución»260.
Lo anterior es lo que entendemos como reserva legal,
proceso legal, o proceso sometido a la ley, y que corres-
ponde a la estructura de principios y derechos que tienen
las partes en un proceso, y que se expresa o manifiesta en
la hetero composición, como opción para la solución de los
conflictos de relevancia jurídica en una sociedad civiliza-
da, y que tiene al debido proceso como eje central de su
estructura para la resolución lo más justa posible; es decir,
el derecho a poder acudir al juez predeterminado para que
resuelva el conflicto de relevancia jurídica dentro de un
plazo razonable y con las mayores condiciones de igualdad
y justicia para las partes involucradas.
Existen valores superiores, como los derechos fundamen-
tales o los bienes constitucionalmente protegidos, donde el
sistema reclama una lógica que no puede ser transgredida,
porque en ese caso se deviene en un acto injusto.
De esta forma, la exigencia de razonabilidad para evi-
tar la transgresión de derechos fundamentales, de respeto

260
ESPARZA (Iñaki) El Principio del Debido Proceso, Barcelona, Editor J. M. Bosch,
1995, p. 74.
298 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

de los valores y bienes constitucionales junto con el ejerci-


cio de los poderes público, requieren un segundo principio
que permita el adecuado equilibrio entre el ejercicio del
derecho y su coexistencia con otro, o bien el ejercicio de
un derecho que pueda estar, de forma aparente o real, en
colisión con otro derecho también válido, y que va a impli-
car entrar a limitar uno u otro. En el sentido anterior, no
hay unanimidad en cómo se soluciona el problema, pero si
hay diversidad de fórmulas para ello; en lo que si hay una
opinión mayoritaria es que no se puede hablar en abstrac-
to, cada caso, tiene sus propias particularidades, por lo que
en muchas ocasione la eventual solución al conflicto va a
requerir una interpretación sistemática de la Constitución,
y en otras se deberá realizar una ponderación de intereses
o valores en juego, ya que derivando los derechos funda-
mentales de la dignidad de la persona, y produciéndose
el conflicto en el desenvolvimiento de una sociedad, una
comunidad o colectivo que busca el mismo fin, el Bien
Común, la solución del conflicto va a depender de cada
caso y sin que ello signifique el subyugar un derecho a otro;
habrá que determinar qué solución favorece más a la perso-
na, cual es la interpretación que menos afecta al contenido
esencial de los derechos en litigio; cual causa el mal menor,
o bien, cual no causa un mal irreparable.

3.8.3 Desarrollo doctrinario del debido proceso


No obstante la mayor cobertura de ámbitos que implica
el reconocimiento del acceso a la justicia en los pactos, trata-
dos y convenciones, todo ello trae como consecuencia indi-
recta una imprecisión en la conceptualización, lo que tiene el
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 299
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

efecto negativo, por vía consecuencial, de la ausencia de un


tratamiento sistemático del derecho de acceso a la justicia, el
cual generalmente ha aparecido, como ya se ha expresado en
esta investigación, al alero del derecho al debido proceso, es
decir, como una parte integrante de este, un elemento o con-
tenido del mismo, sin que, por ende, se haya establecido su
configuración propia con características y contenido también
propio, y que permiten calificarlo como un derecho indepen-
diente y autónomo.
Así, Alvarado Velloso indica que el debido proceso su-
pone el derecho a la jurisdicción, el libre acceso al tribunal,
la asistencia letrada eficiente desde el momento mismo de la
imputación o detención, entre otros elementos261. El «libre
acceso», por tanto, se explica como derecho de acceder al
tribunal o juez que debe hacerse cargo de las peticiones del
demandante o querellante sin embarazos ni exigencias que di-
ficulten más allá de lo razonable el ejercicio de dicho derecho, lo
que implica a su vez un mandato constitucional del deber de
hacerse cargo de esa petición, y también, que debe conllevar
a una resolución o decisión, que corresponde a la respuesta
(negativa o positiva para los intereses del demandante o que-
rellante), la que debe ser fundada o racional, y basada en los
antecedentes de hecho y de derecho alegados y probados por
las partes en las respectivas etapas procesales que el procedi-
miento les permitió. Lo anterior implica facilitar el acceso
de la acción, conocer dicha acción, facilitar la oportunidad
de contestar a la contraparte y permitirles probar sus dichos,
para que, solo con ello, resolver.

261
ALVARADO (Adolfo), El debido proceso de la garantía constitucional,
Rosario, Argentina, Editorial Zeus, 2003, p. 294.
300 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

El proceso debido se aplicará a toda clase de procedimien-


tos, para que ningún justiciable sea privado de su derecho a
que se cumpla respecto de él un procedimiento regular fijado
por ley, procedimiento que no es cualquiera, sino el debido,
siguiendo en este caso a Bidart Campos, cuando dice que el
debido es aquel que da oportunidades suficientes y útiles para
participar en el proceso, con conocimiento de causa y tenien-
do la oportunidad de ofrecer y producir prueba, gozando de
audiencia262, es decir, de ser oído, sin que impedimentos inte-
riores le impidan u obstaculicen ejercer su efectivo derecho de
defensa, es decir, sin que se le impida a nadie arbitrariamente
ejercer la oportuna tutela de sus derechos, hasta que se le haya
dictado la sentencia.
Para García Ramírez el debido proceso «constituye un lí-
mite a la actividad estatal, se refiere al conjunto de requisitos
que deben observarse en las instancias procesales a efecto de
que las personas estén en condiciones de defender adecuada-
mente sus derechos ante cualquier acto del Estado que pueda
afectarlos. En materia penal incluye tanto las garantías mínimas
previstas en el artículo 8 de la Convención Americana, como
otras adicionales que pudieran ser necesarias para la integración
de este concepto. Requiere, en consecuencia, que «un justicia-
ble pueda hacer valer sus derechos y defender sus intereses en
forma efectiva y en condiciones de igualdad procesal con otros
justiciables». Son dos los elementos en este caso, por un lado,
el límite del poder estatal, ya que el Estado no es omnipotente
para actuar como desee en la restricción o afectación de los de-
rechos procesales de las personas; y por el otro, que las personas

262
MORELLO (Augusto), El proceso justo. Del garantismo formal a la tutela efectiva de los
derechos, Buenos Aires, Librería Editorial Abeledo-Perrot, 1994, pp. 55, 56.
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 301
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

tengan condiciones de igualdad procesal efectivas, es decir, la


posibilidad real de una defensa en juicio en condiciones equita-
tivas que garanticen un mejor resultado en base a su actividad
en el proceso y no debido a otros factores.

3.8.4 El debido proceso como garantía fundamental


Las garantías jurisdiccionales, «… expresadas en reglas
materiales procesales (principios) y en acciones de tutela de
derechos son de gran importancia en un moderno Estado de
Derecho…», la garantía es la «… protección jurídica que la
sociedad ofrece al individuo para asegurar la efectividad de un
derecho…»263.
Habermas señalaba que es necesario un Estado con poder de
sanción, con poder de organización y con poder de ejecución para
imponer el derecho, un derecho que se concretiza en el reconoci-
miento de los derecho fundamentales; y que como consecuencia
de ello, el Estado de derecho exige que sus decisiones sean vincu-
lantes, toda vez que el derecho (legitimado con el reconocimiento
de los derechos fundamentales) no solo tiene la forma de tal, sino
que tiene la legitimidad que le entrega los derechos fundamenta-
les que se instituyen con el poder estatal264.
De esta forma, el debido proceso, más que una exigencia
para la obtención de la justicia, se constituye en un derecho
fundamental de toda persona, puesto que es inherente a la
calidad de ser humano, ya que se fundamenta en el principio
de la dignidad del hombre; toda vez que el proceso es la forma

263
ZÚÑIGA (Francisco), Elementos de Jurisdicción Constitucional, Tomo II, Santiago,
Impreso por la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la U. Central de Chile,
2002, p. 199.
264
HABERMAS (Jürgen), Facticidad y Validez, Madrid, Editorial Trota, 2001, p. 201.
302 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

civilizada de garantizar la legítima defensa de los derechos


afectados o vulnerados por terceros o por el propio Estado,
constituyendo el debido proceso entonces, el mecanismo, o
herramienta, idóneo que reconoce y establece el Estado para
sus ciudadanos, para la protección y resguardo de los demás
derechos fundamentales, razón por la cual debiera contem-
plarse como derecho fundamental expreso en cualquier Carta
Fundamental, ya que ella es la que expresa el consenso cívico
sobre cómo se limita el poder del Estado y se garantiza de me-
jor forma los derechos de las personas.

3.8.5 Debido proceso constitucional


Actualmente son exigibles contenidos específicos a cada
proceso o procedimiento, siendo el debido proceso una exigen-
cia transversal a todos ellos. En este sentido, cabe señalar que el
debido proceso constitucional existe siempre que pueda verifi-
carse el cumplimiento y satisfacción de los derechos siguientes:
§ A ser oído, cuyo ejercicio supone el cumplimiento de
los derechos de acceso y al juez natural, competente,
independiente e imparcial ante quien pueda alegarse
y probarse sin restricciones y con garantía de objeti-
vidad e imparcialidad;
§ Al plazo razonable, tanto para ser oído como para
producir prueba de cargo o descargo, para obtener
decisiones y, en general, evitar la demora injustifi-
cada;
§ A la asistencia y representación de abogado;
§ A la igualdad;
§ A la inexistencia de arbitrariedad y el proceso o pro-
cedimiento sea conocido de forma tal que se observa
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 303
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

el cumplimiento de razonabilidad y ausencia de arbi-


trariedad (como se exigió en TC-0357-18);
§ A obtener un pronunciamiento motivado del juez o
tribunal y a la ejecución de la decisión (como se exi-
gió en TC-0387-19),
§ En fin, a no ser juzgado sino conforme a leyes pre-
existentes al acto imputado y, en general, a la apli-
cación irrestricta de la norma procesal, de manera
que cualquier juicio (término utilizado aquí como
equivalente de «proceso» o «procedimiento») ha de
desarrollarse «con observancia de la plenitud de las
formalidades propias de cada juicio, formalidades
que están llamadas a la protección de los derechos
de las partes involucradas, de manera que no se trata
de cumplir con un formalismo por el mero formalis-
mo, sino cumplir con las formalidades de cada juicio
para garantizar el derecho a la tutela judicial efectiva
y debido proceso que cada norma procesal encierra y
pretende proteger» (como se interpretó en la senten-
cia TC-0264-20).
Parte de la doctrina aclara que este contenido, innegable
por demás, sufre aminoración en el trámite de la acción de
inconstitucionalidad, incluso del recurso de revisión constitu-
cional, asumiendo que, «si bien toda persona tiene derecho a
la defensa en juicio, en los conflictos constitucionales no hay
una lucha entre partes, propiamente dicha, sino un problema
de interpretación sobre la validez de la ley que solo el juez está
en condiciones de esclarecer».265

265
GOZAÍNI (Osvaldo Alfredo), Introducción al derecho procesal constitucional, Buenos
Aires, Rubinzal-Runconi, 2006, p. 29.
304 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

SUMARIO

Las «garantías» constituyen los medios generales que la téc-


nica jurídica moderna ha desarrollado con relación a la re-
gularidad de los actos estatales en general. Las garantías son
preventivas o represivas, personales u objetivas.
«Son los medios utilizados …cuando el orden constitucional es
desconocido o violado, con el objeto de restaurarlo» pero que
no tienen un carácter solamente conservador (en el sentido de
conservar la vigencia de un derecho) sino que «… también im-
plican el desarrollo dinámico de la normatividad constitucional
para amoldarla a los cambios de la realidad y al mismo tiempo
para modificar dicha realidad, a fin de hacer efectivas las dispo-
siciones de principio o programáticos de la Ley fundamental».
En los términos del artículo 184 de la Carta Sustantiva,
el Tribunal Constitucional tiene por función «garantizar la
supremacía de la Constitución», a través de lo que Kelsen
denomina «medios generales de la técnica jurídica ha desa-
rrollado con relación a la regularidad de los actos estatales
en general». De acuerdo a esto, las garantías constitucionales
debían considerarse como los medios generales que la técnica
moderna había desarrollado en relación con la regularidad
de los actos estatales en general, y que separó en dos sectores:
las garantías preventivas tienden a prevenir la realización de
actos irregulares; las garantías represivas (la responsabilidad
constitucional y la responsabilidad civil de los órganos que
realizan actos irregulares) reaccionan contra el acto irregular
una vez realizado, tienden a impedir la reincidencia en el
futuro, a reparar el daño que se ha causado, a hacerlo desa-
parecer y eventualmente, a reemplazarlo por un acto regular.
Una segunda clasificación de las garantías las divide en:
garantías nacionales (genéricas y específicas, y estas a su
vez en normativas, institucionales y jurisdiccionales) e
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 305
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

internacionales; primarias y secundarias. Asimismo, se ha-


bla en la doctrina de garantías de control y fiscalización; de
interpretación, institucionales y de garantías jurisdiccionales
–dentro de las que cabe dividir garantías provistas por el juez
ordinario y las provistas por cortes o tribunales especiales, en
este caso la Corte Interamericana de Derechos Humanos-.
La garantía de un derecho no es establecida por la misma
norma que confiere el derecho en cuestión. Al contrario,
la garantía del derecho fundamental solamente puede ser
establecida por otra norma diferente a la que instituye el
derecho en sí mismo considerado, como norma que crea los
mecanismos destinados a prevenir la violación de la pri-
mera, es decir, que prevea remedios para el caso de que la
primera sea violada.
Los derechos fundamentales requieren de instituciones que
los tornen coactivos, que sancionen su incumplimiento. La
vigencia efectiva de los contenidos constitucionales, en re-
lación con la protección de derechos fundamentales, no se
agota con la mención de ciertos derechos, ni con la creación
de estructuras reguladoras de poderes públicos y el control
de sus relaciones. Es absolutamente necesaria, la creación de
derechos fundamentales no limitados, como también instru-
mentos que obliguen a los representantes del poder público a
ceñirse a la Constitución.
El Tribunal Constitucional es el garante institucional de
los derechos fundamentales, tal como resulta de varias
partes de su ley orgánica y de la misión que le confiere la
Constitución de la República, pues se le encarga la defensa
del orden constitucional y la protección de derechos fun-
damentales y se dice de él que es «el órgano supremo de
interpretación y control de la constitucionalidad» (artículo
1-LOTCPC), reteniendo la potestad de pronunciarse en
materia constitucional mediante procesos y procedimientos
306 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

jurisdiccionales cuyo objetivo es «sancionar las infracciones


constitucionales para garantizar la supremacía, integri-
dad, eficacia y defensa del orden constitucional» (artículo
5 de la citada LOTCPC).
Originalmente los Estados no se entendieron como obli-
gados a solventar las necesidades de quienes acudieran al
Poder Judicial para la solución de la conflictividad social.
Bastaba con la existencia de juzgados y jueces. Pero el re-
conocimiento creciente de los derechos de las personas ter-
minó por dar lugar a una teoría que tratara de explicar la
naturaleza jurídica de la acción (el qué es la acción) debe
partir de la base necesaria de que cualquier súbdito tiene
derecho a que el órgano jurisdiccional competente considere
su pretensión expuesta con arreglo a las formas dadas por
la ley procesal.
Tras la consagración de los derechos humanos, después de
su consignación en cartas sustantivas y el entendimiento
de la Constitución como norma, resultaba completamente
lógico que surgiera el derecho de acceso a la jurisdicción
en términos formales, como posibilidad de plantear
pretensiones a la jurisdicción, con la posibilidad efectiva de
probarlas y contender con igualdad, como posteriormente
en términos materiales, esto es, como derecho a obtener una
sentencia «justa».
No existen dudas acerca de que el derecho de acceso a la
justicia es fundamental, entre otras razones porque resulta
inescindible del derecho al debido proceso (cuya realización
implica necesariamente haber accedido a la jurisdicción),
constituyendo la «dimensión normativa».
La importancia del acceso a la justicia reside en su capaci-
dad de constituirse en la «puerta de entrada» al sistema de
tutela judicial y de resolución de conflictos. Sin la aplicación
efectiva del derecho de acceso a la justicia, la exigibilidad del
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 307
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

resto de los derechos consagrados en la Constitución y en las


leyes pierde toda viabilidad.
Para el Tribunal Constitucional dominicano el acceso
a la justicia «supone que las partes del proceso tengan si-
milares oportunidades de presentar medios probatorios»
(TC/0340/19). El objeto de impulsar un proceso es, para la
jurisprudencia constitucional, «que quienes participan en él
lo hagan movidos por el interés de que los órganos encargados
de dirimir los conflictos adopten decisiones para zanjar las
diferencias que afectan la convivencia social», de manera
que «el derecho a obtener un fallo es otra prerrogativa deri-
vada del derecho de acceso a la justicia» (TC/0006/14).
Los Estados se obligan, vista la normativa internacional,
a dos aspectos fundamentales en materia de acceso a la
justicia: a) Obligación de remover obstáculos económicos
para garantizar el acceso a la justicia, y b) Obligación de
establecer mecanismos de asistencia profesional gratuita.
Estas reglas obligan a los Estados, por una parte, a establecer
mecanismos de asistencia jurídica gratuita, especialmente
para acciones judiciales de mayor complejidad técnica y, por
otra, a revisar los costos de los procesos y la localización de
los tribunales.
Si los derechos fundamentales deben ser protegidos, tal como
se supone que lo sean, entonces su jurisdiccionalidad requiere
necesariamente la habilitación de procedimientos específicos
para lograrlo, de forma tal que se habla entonces de la «tu-
tela judicial efectiva», en el sentido de acción procesal que
permite acceder a la jurisdicción, hacer peticiones, obtener
respuestas en plazo razonable y ejecutar lo decidido.
Esta denominación de «tutela judicial efectiva» aparece
como referencia a dos derechos relacionados, como son el «ac-
ceso a la jurisdicción» y el acceso a los recursos legales. La tu-
tela judicial efectiva se define por lo menos en dos vertientes:
308 JOSÉ ALEJANDRO VARGAS GUERRERO

normativamente es considerada por los artículos 68 y 69 de


la carta magna como el conjunto de mecanismos para obte-
ner la satisfacción de derechos frente a sujetos obligados o sus
deudores.
Debido proceso: concepto. El debido proceso constituye
un límite de la actividad estatal, y lo conceptualiza como
«…el conjunto de requisitos que deben observarse en las
instancias procesales a efectos de que las personas estén en
condiciones de defender adecuadamente sus derechos ante
cualquier acto del Estado que pueda afectarlos…». El ori-
gen aceptado es la quinta enmienda de la Constitución de
los Estados Unidos de América que establece los derechos
de todo ciudadano a tener un proceso judicial; y también
figura en la decimocuarta enmienda, como una restricción
al poder del Estado para resolver sobre el destino de los
hombres sin el debido proceso.
Mediante la Sentencia TC/0331/14, de fecha veintidós (22)
diciembre, precedente reiterado, el debido proceso es una
garantía fundamental, «un principio jurídico procesal que
reconoce que toda persona tiene derecho a ciertas garantías
mínimas, mediante las cuales se procura asegurar un resulta-
do justo y equitativo dentro de un proceso que se lleve a cabo
en su contra, permitiéndole tener la oportunidad de ser oído
y a hacer valer sus pretensiones legítimas frente al juzgador,
es por ello que la Constitución lo consagra como un derecho
fundamental y lo hace exigible mediante la acción de ampa-
ro, la cual puede ser ejercida por todas las personas físicas o
moral contra todo acto u omisión de una autoridad pública
o de cualquier particular, que en forma actual o inminente
y con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta lesione, restrinja,
altere o amenace los derechos fundamentales consagrados en
la Constitución».
Distinción entre debido proceso formal (adjetivo o procesal)
y debido proceso material (o sustancial)
EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y LAS 309
GARANTÍAS DE DERECHOS FUNDAMENTALES

En Estados Unidos de América, la Corte Federal ha distin-


guido cuando menos dos garantías mínimas componentes del
debido proceso:
c) Due process «procesal», que significa que ningún órga-
no jurisdiccional puede privar a las personas de la vida,
libertad o propiedad, a excepción que tenga la oportuni-
dad de alegar y ser oída. Su finalidad es la garantía de
un juicio limpio para las partes en cualquier proceso y en
especial para las partes en el proceso penal, admitiendo que
«el correcto proceder jurisdiccional minimiza el riesgo de
soluciones injustas».
Due process sustantivo, que quiere decir que el gobierno
no puede limitar o privar arbitrariamente a los individuos
de ciertos derechos fundamentales contenidos en la Consti-
tución. De esta forma se crea un poder de control sobre la
discrecionalidad administrativa.

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