Fenomenología. Sassenfeld y Moncada
Fenomenología. Sassenfeld y Moncada
Fenomenología. Sassenfeld y Moncada
psicoterapia humanista-existencial
Phenomenology and
humanistic-existencial psychotherapy
*
André Sassenfeld Jonquera,
**
Laura Moncada Arroyo
Resumen
Abstract
*
Psicólogo. Equipo Clínico Humanista, Departamento de Psicología, Universidad de
Chile. Email: [email protected]
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Psicóloga. Profesor Asistente, Departamento de Psicología, Equipo Clínico Humanista,
Universidad de Chile. Email: [email protected]
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Revista de Psicología de la Universidad de Chile
Introducción
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Husserl declaraba: “Regreso del discurso de las cosas, a las cosas mismas, tal y como
aparecen en la realidad, a nivel de los hechos vividos, previos a cualquier elaboración
conceptual deformante” (citado en Peñarrubia, 1998, p. 67).
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dole tan fiel como fuera posible. En consecuencia, desechó teorías y especulaciones
abstractas y buscó que los conceptos emergieran directamente de las vivencias inmedia-
tas y concretas de las personas (Gendlin, 1973; Tageson, 1982). Deseaba alcanzar una
comprensión exacta del ámbito de la experiencia que existe con anterioridad al mundo
abstracto descrito por la ciencia, el mundo de la vida (Lebenswelt) tal como es experi-
mentado, en efecto, por los individuos (Halling & Carroll, 1999; Tageson, 1982).
Ahora bien, lo dicho no significa que la fenomenología, tal como a veces se ha sosteni-
do, rechace la formulación de teorías que den cuenta de los fenómenos investigados.
Más bien, tal como señala Moreira (2001), la investigación fenomenológica busca
permitir que la teoría emerja a partir del encuentro -que es, de hecho, una unión
inseparable- entre la experiencia y el fenómeno. La teoría nace en el entrelazamiento de
la universalidad del conocimiento y la singularidad de la vivencia del investigador, por
lo que es, en consecuencia, inevitablemente relativa, inacabada y modificable.
Como hemos visto, fenómeno y experiencia representan los pilares que sostie-
nen el método fenomenológico. También ha quedado al descubierto que el objetivo
cardinal de la investigación fenomenológica es la comprensión de los fenómenos tal
como se muestran a la consciencia de quien los experimenta y observa2 . Halling y
Carroll (1999) definen la fenomenología como “el estudio metodológicamente riguro-
so y no sesgado de las cosas tal como aparecen, de manera que se pueda llegar a un
entendimiento esencial de la consciencia humana y su relación con los objetos de la
experiencia” (p. 96). Ahora bien, en la tradición fenomenológica, la comprensión de un
fenómeno es diferenciada con claridad de una explicación que dé cuenta de él; la
fenomenología está dedicada a comprender la experiencia que el observador tiene del
fenómeno en sus propios términos y asume que esto sólo se puede lograr mediante la
descripción comprehensiva y detallada de ésta, rechazando el análisis causal explicativo
o los juicios de valor como herramientas útiles para arribar a un entendimiento genuino
del objeto de investigación involucrado (Brazier, 1993; Ginger & Ginger, 1987;
Moreira, 2001; Peñarrubia, 1998). Se supone que el qué y el cómo preceden necesaria-
mente al por qué. Dice Kurt Lewin: “Una representación correcta de aquello que ‘es’ es,
2
Dicho sea de paso, la obra filosófica de Husserl puede ser dividida en distintas etapas.
Algunos escritos tardíos de Husserl, en ocasiones clasificados como pertenecientes a la
denominada fenomenología trascendental, incluyen entre otras cosas, reflexiones sobre la
posibilidad de alcanzar un conocimiento completamente objetivo de los fenómenos inves-
tigados. En términos generales, los psicoterapeutas de orientación humanista-existencial no
se adscriben y no emplean los conceptos de la fenomenología trascendental, sino aquellos
característicos de una etapa anterior del pensamiento de Husserl, llamada fenomenología
descriptiva (Yontef, 1998, 2004). Por otro lado, los psicólogos humanistas-existenciales se
han centrado en lo que Yontef (1998, 2004) llama fenomenología psicológica, esto es,
aquellas investigaciones fenomenológicas cuyos objetos de estudio han sido los procesos
psíquicos y la existencia humana. Lo que resta de este artículo se basa en el método y los
descubrimientos relacionados con esta última área de la fenomenología.
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al mismo tiempo, una ‘explicación’ de aquello que ocurre” (1969, citado en Soff, Ruh
& Zabransky, 2004, p. 25).
Así, el punto de partida fundamental de la investigación fenomenológica es la
descripción lo más completa y exhaustiva posible del fenómeno a partir de la experien-
cia directa e inmediata que el investigador tiene de éste, con lo cual se garantiza la
consideración de la singularidad e irrepetibilidad de cada fenómeno observado. Esto
implica que los fenómenos han de estudiarse y describirse en concordancia con la
noción de intencionalidad, teniendo en cuenta tanto las circunstancias externas en las
cuales se manifiestan como los procesos psíquicos relacionados de quien los estudia3
(Peñarrubia, 1998; Soff et al., 2004; Yontef, 1993). En este contexto, el fenómeno es
entendido como aquello que es aparente o “dado” en una situación o en un proceso
subjetivo o intersubjetivo que es de interés. Como señala Yontef (1993), la fenomeno-
logía intenta alcanzar una comprensión basada en lo que es obvio o revelado por el
objeto de estudio y no en los juicios del observador. Dicho de otro modo, la atención se
lleva a aquello que está presente y que es observable y no a aquello que uno puede
sospechar como eficaz detrás de las apariencias.
A su vez, la exploración fenomenológica apunta a la descripción clara y detalla-
da de lo que es o está siendo y por lo tanto desincentiva, en el transcurso de la realización
de la descripción del fenómeno, la inclusión de todo lo que fue, será, podría o debiera
ser. La información que interesa proviene de lo que se vivencia inmediata e ingenua-
mente en un momento determinado. En términos concretos, esto significa que, para la
fenomenología psicológica, la herramienta esencial de investigación está dada por la
vivencia del investigador o fenomenólogo tal como es percibida o sentida de manera
corporal, afectiva e intelectual, en el aquí-y-ahora (Ginger & Ginger, 1987; Yontef,
1993). Como veremos más adelante en relación a la psicoterapia, esta concepción
puede ser aplicada tanto al psicoterapeuta como al cliente.
El hecho que el método fenomenológico se base y se centre en la experiencia del
investigador, introduce una dificultad importante que no pasó desapercibida ni en la
obra de Husserl ni en la de sus sucesores: suponiendo que fuera necesario, las experien-
cias individuales son difíciles -sino imposibles- de homogeneizar y, en consecuencia,
distintas descripciones fenomenológicas de un mismo fenómeno divergirán inevitable-
mente. Esta problemática nuclear, que involucra los sesgos que pueden determinar,
3
Gendlin (1966, 1973) indica que uno de los grandes descubrimientos de Husserl fue su
reconocimiento de que la experiencia sentida no es una mera entidad intrapsíquica, sino que
contiene al menos implícitamente situaciones o aspectos del mundo de la vida cotidiana. A
esta concepción se debe la importancia de incluir en la exploración fenomenológica tanto
los datos fenoménicos como los datos experienciales. Como habíamos dicho, la idea del
fenómeno se refiere a la apariencia en la que el objeto de estudio se presenta a la consciencia
de quien lo investiga y la experiencia hace referencia a la forma en la que el investigador
fenomenológico experimenta los fenómenos internos y externos.
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Ya en sus primeros escritos, Husserl había insistido en la necesidad de aprender a despejar
las preconcepciones que influencian y deforman la propia experiencia. Su afirmación de la
“vuelta a las cosas mismas” es una expresión de ello (Halling & Carroll, 1999). Su crítica a
la denominada “actitud natural” y su consiguiente búsqueda de la comprensión de la expe-
riencia pre-reflexiva del mundo de la vida, es otro ejemplo de esta concepción general, la que
queda plasmada en la noción de epoché o “puesta entre paréntesis” como línea directriz
metodológica.
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humanista-existencial
La situación psicoterapéutica
y la atención del psicoterapeuta
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La fenomenología en algunas
aproximaciones psicoterapéuticas
de orientación humanista-existencial
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Fenomenología y experiencia en
el contexto de la relación psicoterapéutica
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Palabras finales
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cética que la imagen que de ella ofrece cualquier sistema teórico específico. A la luz de las
múltiples exigencias clínicas y contextuales que enfrenta, un psicoterapeuta de orienta-
ción humanista-existencial no puede ser un fenomenólogo puro. A nuestro juicio, la
actitud y el método fenomenológico que hemos descrito constituyen una base o plata-
forma para el accionar terapéutico en el marco de esta aproximación. El trabajo psico-
terapéutico se parece, sin embargo, a un ir y venir entre la apertura fenomenológica a la
experiencia presente y su comprensión conceptual a partir del conjunto de conoci-
mientos y conceptos que el clínico maneja como parte de su marco teórico de referencia.
La fenomenología por sí sola, dado su énfasis en la experiencia directa e inme-
diata, no puede dar cuenta (tampoco pretende hacerlo) de aspectos psicológicos clíni-
camente relevantes tales como el desarrollo de la personalidad o la estructura de carácter
del paciente. Estos aspectos involucran la noción de una duración continuada de
ciertos procesos subjetivos e intersubjetivos en el tiempo, un elemento del cual la
fenomenología carece. Así, la facilitación de procesos terapéuticos implica por parte del
psicoterapeuta humanista-existencial la capacidad de fluctuar, de modo flexible, entre
la conceptualización de su quehacer mediante sus teorías y la puesta entre paréntesis de
ellas mismas. Martin Buber (1923) fue, tal vez, quien mejor graficó esta circunstancia:
el ser humano se relaciona con el mundo y con los demás en dos formas complementa-
rias y ambas son imprescindibles. Por un lado, el individuo sólo deviene verdadera-
mente humano en cuanto se relaciona, de manera personal y comprometida, de yo a tú;
por otro, las exigencias prácticas de la vida le imponen la necesidad de establecer una
relación impersonal y funcional con las cosas, de yo a ello. De modo similar, un trabajo
psicoterapéutico óptimo incluye tanto una comprensión fenomenológica directa de la
experiencia del cliente, como un entendimiento conceptual de ésta que está relativa-
mente alejado de la inmediatez de la realidad vivencial del cliente.
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