Factoría

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Factoría (del latín facere (hacer); en portugués, feitoria) es el nombre que durante

la Edad Media y la Edad Moderna se daba a los puestos comerciales destinados a


promover el comercio entre el país u organización que establecía la factoría, y las
regiones en las que se radicaba. Las factorías podían estar situadas en una
colonia gobernada por una metrópolis, o en un territorio extranjero. Podían estar
gestionadas directamente por agentes nombrados por la metrópolis, o por
compañías comerciales, o por organizaciones de mercaderes extranjeros que
residían en una misma población o territorio.

En la factoría, los comerciantes locales podían interactuar con agentes


comerciales extranjeros conocidos como factores (del portugués feitor), quienes
servían de intermediarios entre los mismos y sus clientes en la metrópolis. La
factoría servía para defender los intereses comunes de los factores,
principalmente los económicos (aunque también los de seguridad personal),
operando al mismo tiempo como mercado, almacén y aduanas. También servía de
apoyo para facilitar la exploración naval o terrestre del territorio, y podían actuar
como sede o gobierno de facto de las comunidades locales, o como oficina
consular. Esto posibilitaba el mantenimiento de relaciones comerciales regulares
con la zona de influencia de la población donde estaban asentados, que
frecuentemente estaban muy alejada de la metrópolis.12

Operaciones de una factoría


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Pese a su diversa tipología, el prototipo de factoría se deriva de


las feitorias del Imperio Portugués. Cada feitoria portuguesa era una base
comercial independiente, que no dependía de la autoridad de ningún gobernador
externo a la misma ni de ninguna otra factoría o colonia.3 Las feitorias estaban
típicamente situadas en zonas costeras fácilmente defendibles. Solían consistir en
un fuerte o castillo donde Portugal mantenía una pequeña presencia militar, y
fortificaciones que rodeaban el asentamiento. El asentamiento contaba con
consulados, iglesias, almacenes, pequeños comercios, y todo lo necesario para
apoyar y defender a los comerciantes asentados en la zona y las redes
comerciales Portuguesas. La soberanía de Portugal se ejercía sólo en la propia
factoría a fin de defender los intereses y garantizar la seguridad de los agentes
comerciales que operaban en la misma.4 Los comerciantes locales de las regiones
circundantes acudía a la factoría a vender sus productos y adquirir aquellos que
los portugueses exportaban. De esta forma, cada factoría actuaba como puesto
comercial donde las transacciones se producían de manera segura.

El término factoría deriva del portugués feitoria, en referencia al nombre dado a


los factores en portugués, feitores.12 Los factores eran agentes comerciales
encargados de actuar como intermediarios entre los comerciantes locales y los
comerciantes de la metrópolis.5 El factor es un tipo de comerciante que compra y
vende mercancías a comisión, operación conocida como factoreo. El factor
actuaba como fiduiciario mercantil: recibía mercancías de un comerciante de la
metrópolis en consigna, tomaba posesión de las mismas, y luego las vendía en su
propio nombre (pero a comisión) en el territorio de la factoría. Igualmente, adquiría
en su propio nombre mercancías locales y se encargaba de remitirlas a la
metrópolis, habitualmente en respuesta a encargos o contratos comerciales. En
ambos casos, el factor operaba siempre en su propio nombre, y no revelaba la
identidad de los comerciantes principales. Esto lo distingue de los comisionistas,
que no son dueños de las mercancías que compra-venden. Los factores recibían
el nombre de "factor" porque "hacían" o "realizaban" las transacciones
comerciales, en portugués "fazer", del latín facit "él/ella hace".12

Historia
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Factores navales
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Históricamente, los factores comenzaron a operar durante la Alta Edad


Media como comerciantes privados asociados a un buque mercante particular.
Como los comerciantes particulares rara vez podían permitirse fletar por sí solos
un barco mercante, comenzaron a emplear agentes comerciales que viajaban
como agentes privados con la tripulación del buque, aunque sin formar parte de la
misma. Estos factores recibían en consigna diversos cargamentos por parte de
varios comerciantes, y se encargaban de venderlos en su propio nombre en los
puertos de destino del barco. Igualmente, recibían y ejecutaban órdenes de
compra en destino, y asimismo frecuentemente actuaban como factores de los
comerciantes de los puertos de destino. Como operaban como agentes de
diversos mercaderes, actuaban siempre bajo su propio nombre.

Esta forma de operar por medio de factores asociados a barcos mercantes fue
muy frecuente del siglo XIII en adelante, tanto en el Mediterráneo, donde los
comerciantes italianos, franceses y españoles operaban casi en exclusiva por
medio de factores, como en la zona de influencia de la Liga Hanseática, y se
mantuvo hasta el siglo XIX. Por ejemplo, los buques mercantes de la Compañía de
las Indias Orientales británica llevaban siempre un factor encargado de gestionar
la compra y venta de mercancías en los puertos de atraque de los barcos
mercantes.6

Factorías terrestres
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Por sí solos, los factores navales estaban expuestos a grandes riesgos, como la
carencia o carestía de mercancías, o la falta de mercados donde poder vender las
mercancías que llevaban en consigna. Por ello, dependían de redes comerciales
establecidas en los diversos puertos en los que atracaban. A partir del siglo XIII,
comenzó a ser frecuente que comerciantes extranjeros se asentaran en puertos o
núcleos comerciales grandes y empezaran a actuar como factores de
comerciantes compatriotas.7 Esto garantizaba que cuando un buque mercante
atracara en puerto, el factor naval tuviera un contacto a quien poder vender su
mercancía y de quien adquirirla, lo que reducía los riesgos comerciales. Así, el
factor terrestre servía para asegurar el suministro de mercancías, y crear un
mercado para las mismas.7
Por ejemplo, el mercader toscano Francesco Datini (1335-1410) operó entre 1358
y 1382 como factor en la ciudad de Aviñón,7 por entonces sede de la corte papal.
Su papel principal era el de adquirir por medio de sus contactos en Pisa y
Florencia armas, que revendía en Aviñón a diversos mercaderes franceses.8
Posteriormente, pasó a vender bienes de lujo (sobre todo tejidos) y obras de arte
italianas a los cardenales y prelados de la corte de Aviñón.7 Datini formaba parte
de la colonia de mercaderes toscanos en Aviñón, que a menudo tenían que unirse
para defender sus intereses comunes y garantizar su propia seguridad.
Semejantes colonias existían en la mayor parte de los núcleos comerciales
europeos de la época.

Las primeras factorías aparecen a partir del siglo XIII en África, el Imperio
Bizantino y el Oriente Próximo. Por ejemplo, en 1184 Pisa estableció un puesto
comercial formal en Bugía (actual Argelia), desde donde operaban diversos
factores pisanos bajo la protección formal de la dinastía hafsí.9 Factorías de este
tipo (pequeñas agrupaciones de comerciantes establecidas con el permiso
nominal de los gobernantes locales) comenzaron a ser fundadas por todo el
Mediterráneo oriental a lo largo del siglo XIII, por ejemplo
por Génova en Tartous, Crimea, Trípoli y Beirut;
por Venecia en Creta, Corfú, Tanais y el Dodecaneso; o por los mercaderes
catalanes en Túnez, Argel, Atenas o Farmagusta. En general, a los extranjeros no
se les permitía comprar tierras en estas ciudades, por lo que los mercaderes se
unían en torno a las factorías: el factor o los factores y sus oficiales alquilaban las
viviendas y los almacenes, arbitraban el comercio e incluso gestionaban los
fondos de seguros, funcionando a la vez como una asociación y una embajada, e
incluso administrando la justicia dentro de la comunidad mercantil.10

Esta situación fue frecuentemente una fuente de grandes tensiones entre las
metrópolis y los gobernantes locales.11 A partir de la Cuarta Cruzada (1198-1204),
las repúblicas marítimas italianas comenzaron a ejercer su poderío económico y
militar para conquistar las ciudades donde tenían sus principales factorías. Así por
ejemplo, Venecia compró Creta y las Cícladas al Imperio Latino,12 y Génova
establecería la colonia de Caffa en Crimea, que compró a la Horda de Oro en
1266.13 En 1267, por medio del Tratado de Ninfeo (1261), el emperador Miguel VIII
Paleólogo (r. 1259–1282) concedió a la colonia de mercaderes genoveses el
territorio de la península de Pera (actualmente conocida como Gálata),
permitiendo que los mercaderes genoveses pudieran adquirir propiedades
en Constantinopla.14 En 1303, se estableció los términos exactos de esta factoría,
que aunque nominalmente bajo soberanía bizantina, de facto pasó a convertirse
en un territorio bajo gobernado por Génova.14 En ella, los mercaderes genoveses
operaban como intermediarios entre sus otras factorías en Crimea y el
Mediterráneo. Este tipo de factoría, en la que un territorio costero fácilmente
defensible pasaba a estar bajo soberanía de la metrópolis, sirvió de prototipo para
las factorías del período colonial de la Edad Moderna.

A partir de 1356, empezaron a aparecer factorías comerciales en los principales


centros comerciales bajo la influencia de la Liga Hanseática y sus gremios
y kontors. Las ciudades hanseáticas contaban con su propio sistema jurídico y se
proporcionaban su propia protección y ayuda mutua. La Liga Hanseática mantuvo
factorías, entre otras, en Inglaterra (Londres, Boston, King's Lynn), Noruega
(Tønsberg), Rusia (Novgorod) y Finlandia (Åbo).15 Más tarde, ciudades
como Brujas y Amberes intentaron activamente arrebatar el monopolio del
comercio a la Hansa, invitando a los comerciantes extranjeros a unirse a ella.
La Corona de Aragón, por medio del Consulado del Mar, mantuvo igualmente
factorías por todo el mediterráneo, dominando sobre todo el comercio con el sur
de Francia (Marsella, Niza, Montpellier), y el Reino de las Dos Sicilias (Nápoles,
Amalfi, Palermo).16 Para finales de la Edad Media, gran parte de las naciones
Europeas contaban con factorías en los grandes núcleos mercantiles europeos
(Estrasburgo, Amberes, Brujas, Venecia, Génova) para facilitar la distribución de
productos por toda Europa.

Factorías en la Edad Moderna


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Factorías portuguesas en la costa norte de África.
Portugal

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El prototipo moderno de factoría surge en el siglo XV, conforme las grandes


potencias europeas empiezan a explotar las riquezas de los territorios recién
descubiertos (América) o de las nuevas rutas marítimas (la ruta de las Indias), y a
reforzar su presencia en las viejas rutas comerciales. La influencia de Portugal en
este terreno se debe a su papel activo en el comercio y la exploración de África y
la ruta de las Indias. En 1415, Portugal toma Ceuta, término de la ruta
transahariana.17 A partir de ese momento, los portugueses comienza a establecer
nuevos puestos comerciales mientras exploran las costas de África, Arabia, India y
el sudeste asiático para el comercio de especias. El imperio portugués comienza a
comprender diversas feitorias (factorías).

La primera feitoria portuguesa de ultramar fue establecida por Enrique el


Navegante en 1445 en la isla de Arguin, frente a la costa de Mauritania.4 Se
construyó para atraer a los comerciantes musulmanes y monopolizar el negocio en
las rutas recorridas en el norte de África. Sirvió de modelo para una cadena de
feitorias africanas, siendo la fortaleza de Elmina (en la actual Ghana) la más
notoria.4

Entre los siglos XV y XVI, una cadena de unos 50 fuertes portugueses albergaba o
protegía feitorias a lo largo de las costas de África Occidental y Oriental, el
Océano Índico, China, Japón y Sudamérica.4 Las principales factorías de las
Indias Orientales portuguesas se encontraban
en Goa, Malaca, Ormuz, Ternate, Macao, y la posesión más rica de Bassein, que
pasó a ser el centro financiero de la India como Bombay (Mumbai).4 Se dedicaban
principalmente al comercio de oro y esclavos en la costa de Guinea, de especias
en el océano Índico y de caña de azúcar en el Nuevo Mundo. También se
utilizaban para el comercio triangular local entre varios territorios, como Goa-
Macao-Nagasaki, comerciando con productos como azúcar, pimienta, coco,
madera, caballos, grano, plumas de aves exóticas de Indonesia, piedras
preciosas, sedas y porcelana de Oriente, entre otros muchos productos.18 En el
océano Índico, el comercio de las factorías portuguesas se reforzaba y aumentaba
mediante un sistema de concesión de licencias a los barcos mercantes:
las cartazes.4

Desde las feitorias, los productos iban al puesto principal de Goa, y luego a
Portugal, donde se comercializaban en la Casa da Índia, que también gestionaba
las exportaciones a la India.18 Allí se vendían, o se re-exportaban a la Real
Factoría Portuguesa de Amberes, desde donde se distribuían al resto de Europa.4

Fácilmente abastecidas y defendidas por mar, las feitorias funcionaban como


bases coloniales independientes.18 Proporcionaban seguridad, tanto a los
portugueses, como a veces a los territorios en los que se construían, protegiendo
de las constantes rivalidades y de la piratería. Permitieron a Portugal dominar el
comercio en los océanos Atlántico e Índico, estableciendo un vasto imperio con
escasos recursos humanos y territoriales. Con el paso del tiempo, las feitorias se
licenciaron a veces a empresarios privados, dando lugar a algunos conflictos entre
los abusivos intereses privados y las poblaciones locales, como en las Maldivas.

España y Francia

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Factoría holandesa de Hugli-
Chuchura, Bengala, en 1665.

Aunque operaba por medio de factores y mantenía factorías en Amberes y Brujas,


la Corona de Castilla basó su expansión colonial en la expansión territorial, por lo
que no estableció factorías según el modelo portugués. Sin embargo, otras
potencias europeas comenzaron a establecer factorías en el siglo XVII a lo largo
de las rutas comerciales exploradas por Portugal y España: los holandeses, los
franceses y luego los ingleses.

Francia desarrolló puestos comerciales similares en los siglos XVII y XVIII,


especialmente en África Occidental para el comercio de esclavos negros y de
algodón, y en India (Pondicherry, Mahé, Yanaon, Karikal y Chandernagor) para las
especias. También fundaron factorías en América del Norte (por ejemplo, Detroit,
o Tadoussac en Quebec).

Países Bajos

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A lo largo del siglo XVII holandeses se establecieron en feitorias o bien


conquistadas a los portuguesas (como la factoría de Formosa, en la
actual Taiwán) y en otros enclaves como el archipiélago malayo, mientras
exploraban las costas de África, Arabia, India y el sudeste asiático en busca de la
fuente del lucrativo comercio de especias. Las factorías holandesas (en
neerlandés, factorij) fueron establecidas por compañías comerciales, como
la Compañía Holandesa de las Indias Orientales (VOC), fundada en 1602, y
la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales (WIC), fundada en 1621. Estas
factorías permitían el intercambio de productos entre las compañías europeas, las
poblaciones locales y las colonias, que solían empezar como una factoría con
almacenes. Por lo general, estas factorías contaban con almacenes más grandes
para dar cabida a los productos resultantes del creciente desarrollo agrícola de las
colonias, impulsado en el Nuevo Mundo por el comercio atlántico de esclavos.

En estas factorías, los productos eran revisados, pesados y empaquetados para


prepararlos para el largo viaje por mar. En particular, las especias, el cacao, el té,
el tabaco, el café, el azúcar, la porcelana y las pieles se protegían bien contra el
aire salado del mar y contra el deterioro. El factor estaba presente como
representante de los socios comerciales en todos los asuntos, informando al
cuartel general y siendo responsable de la logística de los productos
(almacenamiento y envío adecuados). La información tardaba mucho en llegar a la
sede de la Compañía en Ámsterdam, y dependía de una confianza absoluta en el
factor.

Las principales factorij holandesas estaban situadas en Ciudad del Cabo, en la


actual Sudáfrica, en Moca, en Yemen, en Calicut y en la costa de Coromandel, en
el sur de la India, en Colombo, en Ceilán, en Ambon, en Indonesia, en Fuerte
Zeelandia en Formosa (actual Taiwán), en Cantón, en el sur de China, en la isla
de Dejima, en Japón (único punto legal de comercio entre Japón y el mundo
exterior durante el periodo Edo), y en Fort Orange, actual Albany, en el estado de
Nueva York, en Estados Unidos. Las factorías holandesas en Norteamérica,
las Antillas menores y Sudamérica (la Guayana neerlandesa), gestionadas por
la Compañía Neerlandesa de las Indias Occidentales y dedicadas sobre todo al
comercio de azúcar, cacao, y pieles, fueron motivo de frecuente disputa con otras
potencias europeas con presencia en la zona, en particular el Reino Unido y
Francia.

Reino Unido

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Territorios dominados por la Compañía de
la Bahía de Hudson, donde establecieron varias factorías comerciales empezando con la
Factoría de York en 1697 para el comercio de pieles.

El Reino Unido comenzó a desarrollar factorías en el siglo XVII, en competición


con Francia y los Países Bajos. Siguiendo el modelo holandés, los británicos
fundaron diversas compañías comerciales monopolistas para gestionar el
comercio de ultramar: la Compañía de la Bahía de Hudson (1670), la Compañía
Británica de las Indias Orientales (1600), o la Compañía de los Mares del
Sur (1711).

El Reino Unido operó por medio de factorías sobre todo en América del Norte,
donde la Compañía de la Bahía de Hudson fundó una serie de puestos
comerciales por todo el norte de Canadá a fin de abastecerse de pieles de castor,
comercio que dominaba. Así, a finales del siglo XVII fundó entre otros Fort Wayne
(Indiana), York Factory (Canadá), Fort Severn (Canadá), Fort Churchill (Canadá).19

Para entonces, operaban ya diversas factorías comerciales en la India por


medio Compañía Británica de las Indias Orientales fundada en 1600, y que
ostentaba el monopolio del comercio entre el Reino Unido y la India, y entre el
Reino Unido y China. Dado que la costa occidental de la India estaba dominada
por los portugueses, en un primer momento los británicos se asentaron en el golfo
de Bengala, donde fundaron una factoría en Surat en 1608 desde donde
exportaban especias, opio y algodón. En 1661, los británicos adquirieron Bombay
como parte de la dote del matrimonio entre la infanta Catalina de Braganza y el
rey Carlos II.20 A partir de ese momento, comenzaron a expandir su influencia por
toda la India. A fin de operar desde una base militar más eficaz, en 1690 fundaron
la ciudad de Calcuta.21 Esta factoría serviría de base para la subsiguiente
expansión colonial británica en la India, que la Compañía Británica de las Indias
Orientales conquistó en 1757 después de la Batalla de Plassey. A partir de
entonces, las factorías de la India comenzaron a ser controladas de manera
central desde Calcuta y Delhi, y se asimilaron al Imperio Británico.

China

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Distrito de las trece factorías de Cantón.

Alarmado por la conquista de la India en 1757, ese mismo año el


emperador Qianlong cerró la mayoría de los puertos de China a los extranjeros a
mediados del siglo XVIII, y estableció el llamado Sistema de Cantón, con el puerto
de Cantón como el único lugar dedicado al comercio exterior de China. El puesto
comercial de Cantón, que concentraba todo el comercio de opio británico con el
Imperio Chino, estaba formado por trece factorías donde los extranjeros
autorizados a comerciar con China estaban obligados a residir. Allí almacenaban
sus mercancías de camino a Europa o Estados Unidos. Cada nación tenía su
propio edificio, alquilado a los mercaderes hong, los grandes comerciantes chinos
que eran los únicos autorizados a tratar con las compañías extranjeras. En el
distrito de las trece factorías operaban España, Portugal, Reino Unido, Francia,
Holanda, Suecia, Dinamarca, los Estados Unidos, Austria/Prusia. De manera
semejante las factorías medievales, los comerciantes extranjeros no tenían
permitido adquirir propiedades, que alquilaban a los mercaderes hong.
Los hong estaban obligados a garantizar el buen comportamiento de los
extranjeros, recaudaban las tasas aduaneras, y mantenían un fondo de garantías.

El comercio entre China y Europa estaba dominado por los británicos, y era
extremadamente lucrativo. China exportaba grandes cantidades de té, seda,
porcelana, y productos lacados a cambio de plata extraída de la América
Española,22 pero tenía escaso interés en los productos europeos, salvo hierro e
instrumentos científicos. Esto causaba grandes desequilibrios en la balanza de
pagos, que la Compañía Británica de las Indias Orientales decidió resolver
apoyando el narcotráfico de opio en China.23 Cuando el emperador
chino Daoguang decidió incautar y destruir todas el opio de Cantón en 1839,
provocó la Primera Guerra del Opio, a raíz de la cual se liberalizó el comercio
entre China y Occidente y se cerraron las trece factorías de Cantón.22

A partir de entonces, el uso de factorías comerciales empezó a decaer. Aun así,


las bases comerciales mantenidas por británicos y franceses en el África colonial a
menudo reciben el nombre de factorías.

Uso posterior

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Posteriormente se denominó factoría, de forma genérica, a cualquier tipo


de fábrica o industria, es decir, a cualquier tipo de instalación en la cual se
produce la transformación de materias primas o productos semi terminados en
otros productos, bien para otras industrias, bien para su uso o consumo final.12

Por extensión, se está aplicando también este término, para designar


determinadas actividades en las cuales no se produce ni consumo ni
transformación de materias, y que tienen como objeto final la obtención de
productos intangibles; por ejemplo: factoría de comunicación; factoría de cine;
factoría de software…

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