Ciclo Del Agua
Ciclo Del Agua
Ciclo Del Agua
El agua es una de las sustancias más abundantes del planeta y cubre la mayor parte
de la Tierra. Se puede encontrar, en estado líquido, en océanos y mares; en estado
sólido, en glaciares y casquetes polares; y, en estado gaseoso, en el vapor de agua. Es
fundamental para la vida en la Tierra (todos los seres vivos necesitan agua para vivir y
desarrollarse), y a través de su ciclo, el agua circula por la hidrósfera.
El ciclo del agua es un ciclo biogeoquímico, es decir, forma parte de los ciclos que en la
naturaleza permiten el movimiento y la transformación de los elementos y
compuestos químicos a través de los sistemas biológicos, geológicos y químicos de la
Tierra. Estos ciclos son fundamentales para mantener el equilibrio de los ecosistemas
y la vida en el planeta.
El ciclo del agua está formado por diferentes procesos que suceden de forma sucesiva:
1. Evaporación
La evaporación es el proceso por el cual el agua cambia de estado líquido a gaseoso.
El ciclo del agua comienza con la evaporación del agua desde la superficie hacia la
atmósfera. El agua líquida de los océanos y otros cuerpos de agua se evapora y pasa
de estado líquido a gaseoso, por la acción de la luz solar y el calor de la Tierra. Las
plantas también contribuyen al proceso de evaporación a través de su transpiración.
Dado que no es posible distinguir claramente entre la cantidad de agua que se evapora
y la cantidad que es transpirada por las plantas, se suele utilizar el término
“evapotranspiración” para definir el efecto combinado.
2. Condensación
El agua condensada forma nubes.
El agua en la atmósfera se desplaza, por acción del viento, en distintas direcciones,
como vapor de agua.
Por lo general, el agua cae en forma líquida, pero, en ciertas regiones donde las
temperaturas son muy bajas, puede hacerlo en forma de nieve.
4. Infiltración
Una parte del agua que cae sobre la superficie es infiltrada por el suelo.
En la infiltración, una parte del agua que alcanza el suelo terrestre se infiltra y se
transforma en agua subterránea. La cantidad de agua que se filtra por la superficie
depende de distintos factores, como la permeabilidad del suelo, la pendiente y la
cobertura vegetal de la región.
Una vez que el agua es infiltrada, circula por debajo de la superficie y se desplaza por
el subsuelo. El agua infiltrada circula por las capas porosas de roca, y se almacena
como agua subterránea, en los denominados “acuíferos”. Y parte también circula por
debajo de la superficie hasta desembocar nuevamente en los océanos.
El agua subterránea se encuentra en los poros, entre las partículas de suelo o en las
grietas de las rocas, y es un depósito importante de agua dulce.
5. Escorrentía
El agua escurre por la superficie a través de ríos y arroyos. No toda el agua que cae
como precipitación es infiltrada hacia el subsuelo. La escorrentía se produce cuando el
agua no absorbida se moviliza por la superficie. Lo hace desde las zonas más elevadas
hacia las zonas más bajas, empujada por la fuerza de gravedad.
También se produce escorrentía cuando el sol derrite el hielo que se encuentra en la
cima de las montañas o en los glaciares, y se produce el fenómeno llamado “deshielo”.
El agua que se mueve sobre la superficie conforma arroyos, ríos, lagunas y lagos.
IMPORTANCIA DEL CICLO DEL AGUA
El agua es la sustancia que permite la vida en el planeta Tierra y es gracias a su ciclo
que la cantidad de agua disponible se mantiene de forma constante y en continua
circulación. Gracias a este ciclo, el agua se distribuye por todo el planeta.
El ciclo del agua es un proceso vital porque determina que haya vida en el planeta y,
además, permite conservar los ecosistemas. El movimiento constante del agua es
responsable de regular los climas, distribuir las precipitaciones, modificar la
temperatura de los océanos, erosionar los terrenos y transportar todo tipo de
sustancias de un lugar a otro.
Gracias a este ciclo, el agua está disponible para ser aprovechada por los seres vivos,
que la obtienen de los cursos de agua o de la tierra. Además, le permite al ser humano
practicar actividades como la agricultura, la ganadería, la minería y la industria.
Del total de agua en el mundo, solo el 3 % es agua dulce (que es la que puede ser
consumida por los seres vivos) y el resto es agua salada que proviene de los océanos.
El ciclo del agua es el proceso principal que redistribuye el agua en la Tierra. A través
de la evaporación desde la superficie terrestre y la posterior condensación en forma de
nubes, el agua es transportada a través de la atmósfera y luego devuelta a la Tierra en
forma de precipitaciones. Esta redistribución es esencial para mantener el suministro
de agua dulce necesario para la vida de los seres vivos en el planeta.
Los cuerpos de agua dulce como ríos, lagos, humedales y acuíferos dependen del ciclo
del agua para el sostenimiento de la vida que albergan. El ciclo garantiza la recarga de
acuíferos subterráneos y la renovación de los hábitats acuáticos, lo que es esencial
para el mantenimiento de la biodiversidad de esos ambientes.
El ciclo del agua está relacionado con otros ciclos biogeoquímicos vitales para los seres
vivos, como el ciclo del carbono y el ciclo de nitrógeno. Estos ciclos facilitan la
distribución de nutrientes esenciales, lo que influye en las distintas formas de vida de
los ecosistemas acuáticos y terrestres.
La agricultura depende en gran medida del ciclo del agua. La lluvia es la principal
fuente de agua para los cultivos, y los sistemas de riego también se basan en el
suministro de agua que proviene de fuentes superficiales y subterráneas.
Además, el ciclo del agua contribuye a mantener el flujo de agua necesario para la
generación de energía, especialmente la hidroeléctrica y termoeléctrica.
El ciclo del agua influye en la navegación y el transporte marítimo. Los ríos, lagos y
océanos son vías de transporte importantes, y su acceso y utilización dependen de la
disponibilidad y la regulación de los niveles de agua proporcionada por el ciclo
hidrológico.
Para el clima
Los grandes cuerpos de agua, especialmente los océanos, desempeñan un papel
crucial en la regulación del clima global. Absorben el calor del sol y lo distribuyen a
través de las corrientes oceánicas hacia todos los mares y océanos del planeta. Los
océanos también actúan como un depósito de dióxido de carbono, lo que contribuye a
regular la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
El ciclo del agua también es un proceso esencial para la regulación del clima. Implica
la evaporación del agua y su posterior condensación en las nubes, lo que puede
producir precipitaciones en forma de lluvia o nieve. Este ciclo perpetuo redistribuye el
calor y la humedad en la atmósfera, lo que influye en la formación de los distintos
climas sobre la superficie de la Tierra.
El vapor de agua, por su parte, es un gas de efecto invernadero natural, lo que significa
que contribuye al mantenimiento de la temperatura de la atmósfera en niveles
adecuados para el desarrollo de la vida sobre la Tierra.
El ciclo del agua también tiene un impacto directo en la regulación del clima y la
temperatura de la Tierra. La evaporación del agua desde la superficie terrestre absorbe
calor y luego este calor se libera cuando el vapor de agua se condensa en nubes y cae
como precipitación. Esta regulación térmica influye en los patrones climáticos
regionales y contribuye a mantener temperaturas adecuadas para la vida en la Tierra.
Dentro de las causas más destacadas está el cambio climático, que es el aumento de
las temperaturas en la Tierra. Este fenómeno produce el alza de la temperatura del
agua de ríos, lagos y mares, el incremento de las precipitaciones y de las sequías, el
derretimiento de los glaciares y el aumento del nivel de los océanos. Todas estas
consecuencias que trae la subida de temperaturas modifican la manera en la que el
agua se distribuye en el planeta.
Existen otras causas que afectan el desarrollo del ciclo, entre las que están: la tala
indiscriminada de bosques, la erosión de los suelos, la extracción de agua y
la urbanización. Estas prácticas alteran el normal ciclo hidrológico y traen
consecuencias como inundaciones y sequías.
Debido a que un porcentaje muy pequeño del agua disponible es apta para el consumo
humano, su escasez y dificultad de obtención son dos aspectos que se deben tener
en cuenta. Para ello, los Estados deben fomentar prácticas de manejo del agua que
apunten a reducir su consumo, evitar su contaminación y gestionar de forma
responsable este recurso para que pueda estar disponible para la población mundial
del presente y del futuro.