Regan - Teología Procesual

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THOMAS J.

REGAN

LA "PROCESS THEOLOGY" Y LA FE CRISTIANA


CONTEMPORÁNEA
El clima intelectual de nuestro siglo se caracteriza por cambios y mutaciones
conceptuales sin precedentes. Bastará citar sólo los avances de la biología y de la
física, revolucionados por los trabajos de Darwin y Einstein. Los científicos ya no
conciben la realidad en forma de objetos fijos estáticos que perduran en un espacio
abstracto, sino que hablan más bien de un mundo dinámico -en evolución-, de
partículas subatómicas, de campos de energía y de vastas redes de interrelaciones.
Todo esto ha repercutido en casi todas las materias del saber. Y la teología no es una
excepción. La "Process Theology", de la que nos habla el presente artículo, es una de
las demostraciones más palpables de ello.

La “Process Theology” et la foi chrétienne contemporaine, Etudes, 368 (1988) 81-92

Introducción

Durante siglos los teólogos se han apoyado en una visión de la realidad que,
actualmente es contestada. Los teólogos contemporáneos constatan que, si han de
continuar exponiendo la fe en un mundo atormentado por las guerras y los cambios
sociales, han de tomarse en serio todas estas realidades de cambio en la mayoría de
campos del pensamiento y de la existencia misma.

Nacido en Estados Unidos, el movimiento conocido como "Process Theology" (PT)


intenta hacer frente a este desafío. Sus teólogos aceptan el "cambio" y la "interrelación"
como trazos constitutivos de la experiencia y buscan rearticular las verdades
fundamentales de la fe cristiana a la luz de estos presupuestos fundamentales.

I. Origenes de la "process theology

Si bien es verdad que Teilhard de Chardin ha contribuido a impulsar la PT, no es menos


cierto que ésta se ha inspirado principalmente en la "filosofía del organismo" de Alfred
North Withehead en sus ideas fundamentales. Es paradójico que una corriente
intelectual que afirma la existencia de Dios y la primacía de la metafísica, haya
encontrado tanta audiencia en una época post-kantiana, fuertemente influenciada no
sólo por el ateísmo y el positivismo, sino por la ciencia y la tecnología. Pero la PT ha
llegado ya a la tercera generación, aunque su difusión haya sido lenta, a causa de un
vocabulario muy técnico y por el hecho de que la producción escrita no ha rebasado los
círculos académicos.

Whitehead (1861-1947), que se unió al Departamento de filosofía de la Universidad de


Harvard a los sesenta y tres años, después de una brillante carrera como matemático y
profesor en su Inglaterra natal, no era un teólogo. Lo que le preocupaba era el discurso
especula tivo en materia cosmológica y metafísica. Para él, el concepto de Dios no debía
ser una excepción en los principios metafísicos, sino su modelo ejemplar. En su obra
más importante, Process and Reality, escribía: "Dios no ha de ser tratado como una
excepción en el conjunto de los principios metafísicos...". Hombre de una extensa
THOMAS J. REGAN

erudición, pero crítico, Whitehead tenía conciencia de las implicaciones teológicas de su


toma de posición. En una conferencia de 1926, declaraba: "En la actualidad sólo hay un
dogma religioso en discusión: qué entendemos por Dios".

Su filosofía, formulada a la luz de la teoría quántica y la física de la relatividad, rechaza


una metafísica que pone su énfasis en la primacía del "ser", de la "sustancia" y de la
"esencia". Whitehead afirma, por el contrario, la primacía del "devenir", de los
"acontecimientos" y del "process". Heráclito, igual que los modernos Hegel, Bergson,
Theilhard y otros, podrían ser invocados en defensa de esta corriente dinámica. Pero
adoptar el punto de vista del process como fundamento de la teología, obliga a
reinterpretar los elementos asumidos en el marco de la propia teología. Como Agustín
partió del neoplatonismo y Tomás de Aristóteles, de la misma forma la filosofía de
Whitehead proporciona a los teólogos actuales una nueva visión sobre la naturaleza de
la realidad y les reta a estructurar una teología consecuente con ella.

El primero en aceptar este reto fue Ch. Hartshorne, quien calificó su propio enfoque de
teísmo "neoclásico". Los comienzos de la PT pueden situarse hacia los años treinta.
Aunque los teólogos británicos Lionel Thornton y William Temple fueron los primeros
en percatarse de las implicaciones que para la teología suponían los planteamientos de
Whitehead, fue la Universidad de Chicago el primer centro realmente comprometido
con la PT. Chicago ha contado entre sus profesores no sólo con Charles Hartshorne,
sino con otros investigadores como Wieman, Meland, Loomer y Williams. Sus escritos
ejercieron una enorme influencia en este periodo inicial. En los años cincuenta, William
Christian, de la Universidad de Yale, fue el portavoz de esta escuela en creciente
expansión. Su crítica de la noción de Dios en Whitehead proponía enfoques personales
alternativos a los de Hartshorne.

En conjunto, la PT se mantiene dentro de la escuela del protestantismo liberal. A


diferencia de otras formulaciones contemporáneas protestantes -Barth, Bultmann y
Tillich, que, influenciados por el existencialismo, acentúan la alienación del hombre y
su estado pecador- la PT subraya la relación del hombre con la naturaleza y muestra un
notable optimismo en el futuro.

Entre los católicos, la PT fue aceptada lentamente al principio, hasta que los jesuitas
Walter Stokes y Norris Clarke iniciaron un primer acercamiento al nuevo concepto de
Dios de la PT desde su perspectiva tomista. Más recientemente, David Tracy y Bernad
Lee se han servido, cada uno a su manera, de la PT en sus investigaciones críticas sobre
la naturaleza fundamental del pensamiento y de la teología sacramental.

Poseemos pocas obras en Europa. Una sobre Whitehead, realmente espléndida, es la de


Alex Parmentier: La philosophie de Whitehead et le problème de Dieu.

II. Los temas y los debates

No es posible, en un breve resumen, bosquejar los diversos matices y diferencias de los


que se autoproclaman "teólogos de la PT". Señalaremos sólo los problemas más
importantes de la PT. Pero, antes de comenzar, es necesario indicar brevemente el
pensamiento de Whitehead sobre la noción de Dios y sus conceptos básicos.
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Al hablar de la noción de Dios, los teólogos tradicionales hablan de omnipotencia,


omnisciencia, trascendencia e inmutabilidad. Estas nociones -y otras, como "motor no
movido" y "causa primera"- son afines a las categorías de la filosofía griega y tienen
poco que ver con el Dios del N.T. o con el Dios de nuestra experiencia religiosa. La PT,
partiendo de otra metafísica, elabora un concepto distinto de Dios, mucho más
compatible con la experiencia actual.

Para la recta comprensión de lo dicho, hay que exponer la terminología de la PT.

Estructura de lo real

Whitehead intuye que la naturaleza fundamental de la realidad es el devenir de unos


procesos interrelacionados. Las "actualizaciones" (actual occasions), o también
"entidades fácticas" o "entidades actuales" (actual entities), como las llama él, son como
"gotas de experiencia" que constituyen la explicación última de todo lo que "es". Estas
"actualizaciones" (occasions) son autocreadoras y llegan a ser realidad como resultado
de un proceso que Whitehead denomina la "concrescencia" (concrescence), en el cual la
"entidad fáctica" aprehende o percibe todos los datos de su propio y exclusivo pasado, y
lo modula en función de las combinaciones que dichos datos posibilitan. El hilo
conductor que lo guía a escoger su modo específico de actualización es el "objetivo
inicial" (o su deseo), gracias al cual decide lo que él mismo llegará a ser en el futuro.
Cada "entidad actual" tiene también ante sí un "fin u objetivo subjetivo" que emana de
Dios y que muestra el valor último abierto como posibilidad de actualización para
aquella entidad en función de su propio pasado. Es así como la experiencia se expande y
contrae rítmicamente, latiendo entre el "ser" y el "devenir".

En todo proceso del devenir entran en juego dos "polos": el "polo físico" (la mera
herencia de los datos del pasado) y el "polo mental" o "conceptual", que juega con las
diversas combinaciones que estos datos posibilitan. La conciencia sólo aparece en un
reducido número de estas "concrescencias". Naturalmente, cuanto más consciente es
una "actualización" de la variedad de las posibilidades susceptibles de ser actualizadas,
más probablemente logrará algo nuevo en su actualización. Una vez que una "entidad"
ha culminado su momentáneo proceso de actualización "perece" y se convierte en un
dato para una nueva "entidad fáctica". Este proceso dinámico no se percibe a simple
vista. El mundo del sentido común es un mundo de objetos durables compuesto de una
enorme red de "entidades fácticas", agrupados en forma de "asociaciones" o grupos de
asociaciones llamados nexus. Este proceso caracteriza todo devenir y es tan verdadero
para una partícula subatómica como para una persona humana.

Dios

Si las reglas de este proceso se aplican a todo lo que es, han de aplicarse
consecuentemente a Dios. La PT, por tanto, concibe a Dios como una "entidad actual"
y, en tanto tal, la naturaleza de Dios ha de ser "bi-polar". El "polo mental" y el "polo
físico" de Dios se denominan naturaleza "primordial" y naturaleza "consecuente". A
pesar de los nombres, uno no es anterior al otro, sino que ambos existen
simultáneamente. La naturaleza "primordial" es la intuición teológica que Dios tiene de
los "objetos eternos", que Platón denomina "ideas", conocidos corrientemente como
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"universales". La "naturaleza consecuente" está constituida por todo lo que ha sido. En


otras palabras: toda "entidad actual" que ya ha "perecido", es mantenida en la naturaleza
divina consecuente, con lo que se garantiza que "nada se ha perdido". De esta manera,
Dios se relaciona íntimamente con el mundo y se ve afectado por las constantes
adiciones en su naturaleza consecuente, pero el mundo también necesita de Dios, ya que
sin su naturaleza primordial no habría posibilidad de nuevas actualizaciones ni se darían
los fines subjetivos que actúan de cebo para el bien último de cada coyuntura.

Naturaleza de Dios

Bastará lo dicho para comprender por qué los temas principales de la PT nacen de los
tres puntos que a continuación se indican. El primero trata de los criterios de cohesión
interna e intenta saber si la terminología empleada en el esquema conceptual se usa de
forma coherente. Aquí es donde se dan los argumentos más técnicos de la PT. Un
ejemplo puede ser el de si Whitehead entiende a Dios como una "entidad actual" o
como una "asociación" de entidades actuales". Hartshome sostiene con vigor que Dios
ha de ser concebido como una "asociación", mientras que Christian sostiene lo
contrario. En estas y otras cuestiones de alto tecnicismo, se corre el peligro de caer en
disputas de escuela que ahogan la creatividad teológica.

La PT y la tradición teológica

El segundo punto toca el problema que surge cuando la PT y la "tradición" entran en


conflicto. Aquí el problema no deriva de la colisión de creencias, sino más bien de las
divergencias metafísicas en las que se basa el vocabulario de cada uno. Aunque todos
creen firmemente en Dios, el concepto "Dios" tiene, en la PT y en la "tradición", un
significado radicalmente distinto. Por ejemplo, los teólogos de la PT sostienen que Dios
no puede ser inmutable, puesto que la matriz conceptual en que se basa su filosofía
implica inexorablemente que Dios debe cambiar y tener un futuro, igual que las demás
"entidades actuales". En la misma línea, la PT sostiene que Dios juega su papel en la
autocreación de las "actualizaciones", pero que este papel tiene muy poco en común con
la creación ex nihilo de la tradición.

Esta confrontación puede ser una ayuda para avanzar en la reflexión teológica. La PT,
por ejemplo, supera la oposición tradicional entre inmanencia y trascendencia divina sin
necesidad de depender de la distinción entre natural y sobrenatural. En la PT, Dios es
ambas cosas a la vez: inmanente como origen de los "fines subjetivos" imprescindibles
en el proceso del devenir, y trascendente a cualquier estado cósmico gracias a la
naturaleza primordial, infinita, eterna y absolutamente incondicionada. Otro tanto podría
decirse de la capacidad de la PT para esquivar el problema que surge de la doctrina
tomista de las "relaciones reales", de acuerdo con la cual Dios influye en el mundo sin
que éste le afecte a El.

El intercambio dialéctico puede enriquecer los dos sistemas en conflicto, siempre que
unos y otros valoren debidamente las posiciones contrarias y no se dediquen a atacar
interpretaciones simplistas de posiciones que en realidad nadie defiende, y que no se
aferren a sus posiciones cuando un nuevo sistema permite explicar mejor la experiencia
religiosa.
THOMAS J. REGAN

Reinterpretar los dogmas tradicionales

El tercer punto hace referencia a la tentativa de la PT de reinterpretar los dogmas


considerados esenciales por el cristianismo (Trinidad, cristología, gracia, escatología y
redención). La PT suministra instrumentos para la reflexión sistemática sobre la
experiencia religiosa que, con las categorías tradicionales, se hacía de forma menos
adecuada.

Además de las cuestiones indicadas, la PT, como toda teología que intente abarcar todas
las áreas, ha de abordar el tema del mal y del sufrimiento humano. Puesto que las
"entidades actuales" son libres y, a fin de cuentas, autocreadoras, Dios no puede ser
hecho totalmente responsable de la existencia del mal. La PT, siguiendo a Whitehead,
sostiene que el valor es algo inherente a la naturaleza misma de la realidad. Se da el mal
cuando la maximalización del valor que podría conseguir una "entidad actual" con
vistas al devenir, se trunca o trivializa por la ignorancia o el egoísmo. La PT se basa en
una teoría estética de los valores cuyos fines últimos ve realizados en la persona de
Jesús, que, en toda su vida y su ministerio, representa el triunfo del amor sobre la
estrechez de espíritu, y la victoria de la persuasión sobre la fuerza. La PT no niega la
realidad del mal. Sin embargo, afirma el poder que Dios tiene para triunfar del mal
haciendo surgir un bien de cualquier mal que pueda darse.

Como han notado algunos, se corre el riesgo de que los teólogos que trabajan en este
campo estructuren una teología coherente internamente pero que no sea "cristiana" en
ninguno de los sentidos tradicionales.

III. Tres campos teologicos que sacan provecho de la "process


theology"

En muchos campos se puede sacar provecho de la interacción con la PT. He aquí tres:

1) La PT y la experiencia religiosa. La PT es extremadamente apta para expresar la


teología con una reflexión nueva, que toma en serio la noción de "interrelacionalidad"
en un mundo empequeñecido por los modernos medios de desplazamiento, de
comunicación y de interdependencia económica. Esta interacción podría enriquecer la
ética social, la eclesiología y la espiritualidad.

2) Un desarrollo más detallado de la relación entre la PT y el Dios de la fe. La PT ha


trabajado hasta ahora y de forma casi exclusiva en el campo de la teología filosófica. Si
la PT ha de insertarse en un más amplio contexto cristiano, ha de tratar los problemas
que surgen de la confrontación entre las diferentes aproximaciones hermenéuticas de la
experiencia religiosa.

3) Finalmente, un campo muy prometedor para la PT es el del diálogo entre los


cristianos y las religiones orientales, especialmente el budismo y el hinduismo. La base
metafísica de la PT provee de un fundamento teórico compatible con muchas de las
intuiciones que se hallan en estas dos religiones.
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Conclusión

La PT es relativamente joven. Aunque ha lanzado un reto a la tradición cristiana


tradicional para que haga una autocrítica más profunda y, en algunos casos, le ha
prestado los medios para expresar más claramente su tradición, con todo, la PT necesita
aún una mayor elaboración y desarrollo. Dado el tremendo potencial que tiene para
articular una reflexión de la fe cristiana, los teólogos, cada vez en mayor número,
podrán recurrir a ella como medio para expresar la experiencia religiosa de los hombres
y las mujeres del siglo veinte y posteriores.

Tradujo y condensó: EDUARD PASCUAL

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